La aportación de José Alameda a la filmografía taurina · por frases rayando en la chabacanería...

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Dentro de “Tesoros taurinos de la Filmoteca de la Universidad Autónoma de México” La aportación de José Alameda a la filmografía taurina José Francisco Coello Ugalde Historiador Director del Centro de Estudios Taurinos de México A.C. La Universidad Autónoma de México cuenta en sus archivos una rica filmoteca, que ha estudiado en detalle José Francisco Coello Ugalde, historiador y director del Centro de Estudios Taurinos de México. Fruto de esta actividad investigadora, Coello Ugalde se ha responsabilizado de la edición de un DVD que constituye un merecido homenaje a José Alameda, ahora que nos encontramos en el año del centenario de su nacimiento. Como escribe el autor, en este trabajo se refleja al José Alameda “lúcido, inteligente, dueño de la capacidad de asombro como tribuno, como literato de altos vuelos y, entre algunas otras virtudes, poeta mayor. Y precisamente su aportación a la filmografía taurina es una muestra evidente de todo ello. Ensayo

Transcript of La aportación de José Alameda a la filmografía taurina · por frases rayando en la chabacanería...

Dentro de “Tesoros taurinos de la Filmoteca de la Universidad Autónoma de México”

La aportación de José Alameda a la filmografía taurina José Francisco Coello Ugalde Historiador Director del Centro de Estudios Taurinos de México A.C. La Universidad Autónoma de México cuenta en sus archivos una rica filmoteca, que ha estudiado en detalle José Francisco Coello Ugalde, historiador y director del Centro de Estudios Taurinos de México. Fruto de esta actividad investigadora, Coello Ugalde se ha responsabilizado de la edición de un DVD que constituye un merecido homenaje a José Alameda, ahora que nos encontramos en el año del centenario de su nacimiento. Como escribe el autor, en este trabajo se refleja al José Alameda “lúcido, inteligente, dueño de la capacidad de asombro como tribuno, como literato de altos vuelos y, entre algunas otras virtudes, poeta mayor. Y precisamente su aportación a la filmografía taurina es una muestra evidente de todo ello.

Ensayo

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Junto a su obra literaria, José Alameda legó también otras actividades en las que estuvo involucrado. Una de ellas fue la aventura de haberse sumado al proyecto de aquellos cortometrajes emblemáticos que constituyeron en Cine Mundial, una larga saga, cercana a los 1.000 documentales que, entre 1955 y 1973, se convirtieron en el complemento, ya para la apertura, ya para el intermedio de las funciones de cine que se programaron, tanto en la ciudad de México como en el resto del país. Nada mejor que traer hasta aquí, el apunte que realicé a propósito de la aparición del disco DVD, en el que fui editor responsable, y que forma parte de la reconocida colección “Tesoros de la Filmoteca de la UNAM”, en su serie: TAUROMAQUIA.

Los materiales que se presentan en el tercer disco DVD de la colección “Tesoros de la Filmotecade la UNAM.Serie: Tauromaquia”, son el resultado evidente de la consolidación que alcanzó el cine como industria nacional, pasada la segunda mitad del siglo XX, al extender una más de sus ramificaciones por el terreno de los reportajes, sustancia informativa que enriqueció los programas habituales en la cartelera, de los años que van de 1955 a1973, con la presencia de uno de los noticiarios cinematográficos más representativos que fue admirado por miles de espectadores y aficionados a esta expresión del arte. Nos referimos a Cine Mundial, que no siendo el primero, se sumó a la lista de otros tantos esfuerzos por trascender las noticias de actualidad, ocupada en el amplio bagaje de acontecimientos de la política, sociales, deportes y espectáculos. Desde finales del siglo XIX, los hermanos Lumière abren la

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puerta a esa posibilidad que luego, en la primera década del siglo pasado se consolidó con el trabajo de la casa Pathé-Freres (1907-1908).

Fue hasta 1912 que algunas empresas mexicanas como la dirigida por Germán Camús que hicieron suyo ese modelo, a partir de la edición de Revista Nacional (Navascués y Camas), misma que “revelaría en la pantalla sucesos locales y nacionales de palpitante actualidad”.[1] En el número de diciembre fueron incluidas las imágenes correspondientes a la “Cogida de Rodolfo Gaona”[2] y la “Corrida del concurso de ganaderías”.[3]

Es curioso que, del trabajo de Rafael Trujillo, dedicado a estos menesteres, sólo se tienen noticias de su documental filmado en 1925 sobre La despedida de Rodolfo Gaona,[4] material lamentablemente desaparecido.

Para 1919 aparece Cine revista semanal de México. En la década de los treinta, surgen noticieros como FOX y el Novedades sonoras Pathé. En 1941 aparece el Magazine cinematográfico nacional, cuyo productor fue Luis Gurza y Villarreal, quien al darse cuenta de la enorme posibilidad publicitaria que tenían estos documentales, se animó a integrar el muy conocido EMA (siglas de la unificación de España, México y Argentina). En 1955 surge a la escena Cine Mundial.

Al incorporarse el sonido en el cine, los noticiarios cinematográficos adquirieron otra relevancia, a veces más escandalosa que el propio acontecimiento; a veces también mundana, pero que cumplieron con el propósito de informar no sólo a los habitantes de las grandes ciudades. También a los de otras poblaciones, de menor dimensión, pero que contaban con espacios dedicados a este entretenimiento.

Con el paso de los años, y procurando poner la vida cotidiana al servicio de la tecnología de aquel entonces, fue posible que varias empresas integraran como parte de sus diarios quehaceres, el reportaje como instrumento de difusión, matizado a veces con discursos oficialistas que por frases rayando en la chabacanería y la inocencia; una chabacanería y una inocencia comprensibles en el contexto de los propios noticieros encargados de dar fe sobre hechos o noticias sobresalientes durante el desarrollo de cada semana transcurrida.

Al transcurrir las décadas de los años 1940 a 1960, buena parte de la población urbana, acudía frecuentemente al cine, como una costumbre establecida y uno más de los motivos de solaz y esparcimiento ofrecidos en el gran conjunto de diversiones públicas de entonces. Ese público hebdomadario, todavía poco familiarizado con la televisión (misma que comienza a tener sus primeras transmisiones en 1948), se enteraba, a través de los noticieros fílmicos de acontecimientos en el ámbito político,

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social o artístico. De ahí que varias empresas cinematográficas en su empeño comercial, incorporaron nuevos magazines como: los ya conocidos EMA y Cine Mundial. También fueron dados a conocer: CINESCOPIO, o EL MUNDO AL INSTANTE entre otros. El asunto tampoco no es nuevo. Desde la segunda década del siglo XX, esa misma visión la tuvieron otros cineastas que concibieron noticiarios mudos primero, pero con la evidente realidad que suponía el compromiso de exhibirlos ante públicos y aficionados que dejaron atrás la fascinación del principio respecto a lo que el cine, su contenido y sus efectos producían entre los espectadores. Corrían otros tiempos. El cine mudo pronto se vería enriquecido por el efecto sonoro y los alcances, por tanto, serían otros. Sin embargo, buena parte de las exhibiciones se veía matizada con noticias fílmicas, síntesis de la realidad nacional en notas breves, sustanciosas; tendenciosas una y otras, con su velo de aproximación a lo acontecido, generados en medio de un discurso oficialista o plagado de buenas intenciones.

Cine Mundial en particular, decantó su línea en una exhibición y suma de imágenes provenientes de los últimos hechos registrados bajo habitual periodicidad semanal, bajo censura y una moral que fue el manto peculiar para darse a conocer en tiempos donde la libertad de prensa no tenía semejanza con la de nuestros tiempos.

La evolución urbana y social de un tiempo clave como son los años 1955 a 1973, permite entender el crecimiento de una ciudad como la de México, que de pronto nos es ajena, por lo menos a quienes nacimos en ese periodo, porque si bien contamos con el registro de esa nueva fisonomía; hoy, y a escasos 50 años de diferencia podemos decir: todo es igual, pero todo es diferente.

Aparecen figuras y personalidades del ambiente político y social, muchos de los cuales siguen conservando la etiqueta de paradigmas. Me refiero por ejemplo a personajes como el Indio Fernández, María Félix, Agustín Lara, Tin Tán, David Alfaro Sequeiros e incluso, si me apuran, el propio Adolfo López Mateos. Desde luego, el ambiente taurino tuvo en todo esto un peso específico y significativo, donde

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quedan en la memoria del celuloide: Fermín Rivera, Manuel Capetillo, Antonio Velázquez; Rodolfo Gaona, Samuel Solís y Silverio Pérez (estos tres ya retirados). Juan Silveti, Jorge El Ranchero Aguilar, Alfonso Ramírez El Calesero, Luis Castro El Soldado, José Ramón Tirado, Felipe Rosas, Diego Puerta, Paco Camino, Joselito Huerta, Manuel Benítez El Cordobés. También pueden verse lo que fueron las primeras hazañas de Manolo Martínez, Eloy Cavazos o Mariano Ramos. Todo este conjunto de notables de la tauromaquia, y otros no citados aquí, pero incluidos en la selección para este disco, son los protagonistas que gracias al cine, y a Cine Mundial en particular, vuelven a adquirir vida y movimiento, Ollin yoliztli de siglo XX, no siempre bajo la sospecha musical de Cambalache, tango emblemático de Enrique Santos Discépolo.

En esa capacidad lúdica y de asombro que siempre ha tenido el cine, es posible el reencuentro con iconos que parecían perdidos pero tan lúcidos y dueños de ambiciosa obra como Artemio de Valle-Arizpe, metido en nostálgico reportaje, como reportaje-entrevista es el testimonio de Luis Miguel Dominguín dando cátedra de tauromaquia desde su casa en Italia.

El esquema de proyección del cine en nuestros días, supone algo más o menos parecido con el estilo de la época en que noticiarios como Cine Mundial se incorporaban a las funciones de moda. La única diferencia es que hoy día existe una marcada tendencia por comercializar, por vender y vender que agobian. Aquel estilo de información duradera en sí misma hasta una semana, hoy se ve rebasada por el acelerado y vertiginoso pulso mediático, capaz de permitir enterarnos de lo que pasa del otro lado del mundo, pero capaz también de que la asimilación y desecho sean tan rápidos que muy pronto olvidemos la sustancia del o los sucesos. Claro, mientras Cine Mundial daba amplio margen de espacio a las Olimpiadas de 1968, se censuró el movimiento estudiantil que tuvo una de sus más trágicas jornadas el 2 de octubre. Hoy día, acontecimientos extraordinarios como el 11 de septiembre (en Estados Unidos de América) o el 11 de marzo (en España), junto a la invasión perpetrada en Irak o el asalto a la escuela de Beslán en un enfrentado y difícil Cáucaso, se mantienen dada la dimensión y magnitud de sus causas y efectos.

En poco menos de 50 años, han cambiado los estilos de informar. De una revista que hoy podría ser calificada de mundana, vemos también un registro histórico que recoge el comportamiento de un país en pleno crecimiento, con serios deseos de colocarse en el concierto de las naciones.

Ángel Martínez nos dice que, Cine Mundial, surgido en 1955, “fue producido por la compañía Productores Unidos, S.A., y dirigido por Fabián Arnaud Jr., la voz narradora era la del simpático Che Reyes (así como de José Alameda, Fernando Marcos e incluso, de Daniel Pérez Arcaraz. N. del A.). Este noticiero nos permite ver cómo muchos fotógrafos se foguearon

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justamente en la elaboración de noticieros. Los camarógrafos Rafael Corkidi, quien realizó películas como Auandar Anapu, Ángeles y querubines, etc., y Rubén Gámez (que ganaría el primer concurso de cine experimental con su película La fórmula secreta), trabajaron por años, fotografiando innumerables eventos para hacer los reportajes de este noticiero; pero desde esta plataforma partieron, sin lugar a dudas, las trayectorias sumamente exitosas que seguirían dentro de la industria fílmica nacional.[5]

LA PRESENCIA DE JOSÉ ALAMEDA EN CINE MUNDIAL.

Si alguna razón tuvo José Alameda de escribir su impronta de vida bajo el título de Memorias inconclusas, hoy puedo afirmar que otra pequeña parte de ese testimonio que todavía hace más completo su legado, lo encontramos desplegado en un trabajo cercano a los 20 años de actividad y que dedicó de manera cotidiana para el noticiario Cine Mundial.

En efecto, en los casi 1000 números de Cine Mundial (el registro de guiones censurados y la existencia física alcanza los 997), el trabajo de José Alameda descubre una veta poco conocida de este notable cronista e intelectual taurino que sobre dicho tema, dejó innumerables testimonios. Pero también destaca su oficio como guionista de otros tantos temas de corte político, social o de asuntos diversos, con lo que su inconfundible redacción, y su voz peculiar, nos hablan de una de las grandes columnas vertebrales que integraron el equipo de colaboradores. Otro cimiento de aquel proyecto fue Rafael Solana.

Versátil, polifacético como pocos, José Alameda nos dice ahora –con sus persistentes colaboraciones en Cine Mundial-, sobre su gran vena creadora, llevada a lograr trabajos de clara y sencilla explicación, donde la capacidad de síntesis fue emblema que manejó toda su vida, pretendiendo en pocas líneas decirnos el gran contenido de una lección de historia o de literatura. Tribuno mayor, improvisaba con tal sencillez, que podía navegar por temas diversos, soportados por su muy bien cimentada

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formación y cultura. Español de nacimiento, mexicano por adopción desde 1942, en nuestro país logró lo mejor de su producción en diversos medios como radio, televisión, cine, prensa escrita y diversos libros publicados a lo largo de 50 años de ininterrumpido oficio creador.[6]

Por muchas razones sabíamos que el tema de los toros en estos noticiarios era llevado por Alameda. Sin embargo, descubrir esas otras vertientes, nos hablan de un José Alameda dueño de capacidades inimaginables, que se suman a las ya de por sí perfectamente conocidas al paso de los años de intensa actividad. Lo interesante aquí es que ni en sus “Memorias”[7] ni tampoco en una obra reciente lograda por Heriberto Murrieta,[8] se cita su desempeño constante de ejercicio literario comprometido con un noticiario que hizo época. Claro, obtuvo ese privilegio gracias a la permanente asistencia de José Alameda para construir, semana a semana y entre muchas otras labores, un número más de Cine Mundial, del que Alameda fue elemento trascendental.

Llama la atención la forma en que su labor como cronista taurino fue cubierta con soberbia entrega, donde bastaban alrededor de tres minutos para ver y escuchar una espléndida síntesis del festejo más reciente, del resumen de una temporada, o del completo y sonoro panorama de un reportaje sobre el toreo o el tema de moda. Ese trabajo no quedaba reducido a la sección simplemente llamada Toros. José Alameda alternaba su sólido ejercicio periodístico y sus amplios conocimientos de cultura en general, en otros espacios de dicho noticiario donde lo mismo la nota política que la de sociales, y hasta de corte deportivo quedaban notablemente cubierta por este entrañable personaje cuya figura hoy, al hacer una exhaustiva revisión por imágenes y guiones, resplandece con luz propia.

Lo que estoy procurando es dar a conocer una faceta no digo que poco conocida, pero sí poco difundida por nuestro personaje central en esta historia, encargada de recrear y de recuperar los materiales de ese peculiar magazine cinematográfico que no fue una casualidad. Los casi mil números semanales de Cine Mundial, hablan de una sólida empresa en la que gentes como Fabián Arnaud Jr., Rafael Solana, pero fundamentalmente José Alameda, demostraron su fe y constituyeron un grupo íntegro en sí mismo.

Luego de intensa revisión a “guiones censurados” (así conocidos los textos que resguarda la biblioteca de Filmoteca UNAM en San Ildefonso), donde por censura se entiende guardar la compostura de idioma, evitando pronunciar no tanto malas palabras; en todo caso la insinuación que éstas podían provocar en la época. O pretender exhibir un escote o las esculturales piernas de alguna actriz en el “candelero”, eso significaba censurar los guiones, ni más ni menos. También la que se aplicó, por ejemplo, durante el movimiento estudiantil de 1968. Una casual omisión

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deja que los “guiones censurados” registren únicamente la inauguración de las Olimpiadas y algunos eventos alternos, pero no más.

Tras la mencionada revisión, y luego de confrontar los escritos con la existencia o no de las películas, se comprobó que no todo estaba en su lugar. El permanente reciclaje de imágenes durante la vigencia de Cine Mundial, nos vino a demostrar que el ansiado reencuentro o redescubrimiento de faenas inolvidables, momentos estelares del torero de moda o el lance o pase que muchos aficionados recuerdan, no estaban ahí. Sin embargo, de casi 200 notas aparecidas, 74 fueron confirmadas. De ese nuevo conjunto, era necesaria una selección muy bien lograda, y justo lo que tendrán oportunidad de apreciar, entre un registro de faenas en ordenada cronología, junto al de otros tantos reportajes, taurinos en su mayoría, sin faltar los que recogen algún pasaje del México urbano cuyo crecimiento y expansión se hacen notar, bajo el discurso ya conocido, hacen de este disco una fresca propuesta que nos acerca a lo que apenas parece haber ocurrido ayer. Un ayer pronto a cumplir 50 años cabales. Y claro, tan joven como siempre.

PANORAMA TAURINO EN LOS AÑOS DE 1955 A 1973

La generación 1950 (donde a propósito evité colocar la preposición “de” como aquello que indica la posesión o el modo de hacer una cosa), es depósito y concentración; portadora y transmisora también, de las principales experiencias que la humanidad está viviendo, en medio de un acelerado cambio. Ese cambio es representativo en el progreso industrial, en las ciencias, frente a un estable comportamiento de ideas, cuya confrontación es de cara a su propia evolución o al de su riesgoso anacronismo. Esto es, el odio en unos casos; el ensoberbecimiento ilegítimo en otros, llevó esto a una

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inmovilización en las formas de pensar que se encontraron con la actitud rebelde de los nuevos miembros que se incorporaron a la sociedad en momentos tan cruciales.

Se vive pues una transición importante a escala mundial. En nuestro país, la gesta revolucionaria tiende a ser asimilada bajo otra perspectiva, pero sin perder la esencia del razonamiento que la modeló. Se empieza a dejar atrás la visión provinciana que no es sino el reflejo de los atrasos contraídos de mucho tiempo atrás. El jubiloso ingreso al “concierto de las naciones”, idea que el discurso oficial se empeñó en manejar, simplemente tuvo que esperar mejores condiciones en otros tiempos que no fueron precisamente esos. Sin embargo, no pueden negarse los crecimientos a los que México no escapó.

El toreo vive un parteaguas entre quienes deciden el retiro de los ruedos, permanecer aún en ellos y el significado de la nueva generación que irrumpió con un aliento sorpresivo, impresionante.

Del primer grupo, se alejaron de los ruedos: Paco Gorráez, Jesús Solórzano y Silverio Pérez, que dejaron a su paso infinidad de hazañas, pero sobre todo un peso testimonial que sigue trascendiendo luego de que grabaron a fuego su estilo, su personalidad absolutamente inconfundibles, al grado de que la manifestación que por ejemplo Silverio proporcionó al toreo, sigue causando recuerdo y reflexión.

De quienes deciden permanecer, pero no la permanencia (esa la aseguraron con su rotunda traza), están: David Liceaga, Fermín Espinosa, Luis Castro y Lorenzo Garza, quienes todavía tuvieron arrestos para demostrar sus capacidades, bajo la bandera de poderíos inconfundibles, capaces de sostener su propio pasado, de cara al toreo que ya va siendo otro, más estilizado y por supuesto, sometido a los enormes esfuerzos con lo que se va haciendo cada vez más moderno.

Por eso, 1950 fue eje de esos pronunciados acontecimientos, año al que rinden cuenta las dos primeras generaciones cuyo legado es una rica gama de experiencias, nutriente que demuestra la capacidad y madurez por la cual está pasando el toreo mexicano. El velo de tres tragedias: “Manolete”, “Carnicerito de México” y “Joselillo” sigue causando encontradas posiciones, pero sobre todo aquella donde su condición como estigma es todavía pesado trauma, atenuado con la presencia contundente de otros toreros como Carlos Arruza, Luis Procuna, Alfonso Ramírez, Fermín Rivera, que pudieron separarse de la rotunda influencia ejercida por la época de oro, para integrarse sólidos a la de plata que se impuso, ya no tan majestuosa con relación a la anterior, pero con suficiente influencia como para seguir ejerciendo notoriedad, en medio de una competencia con los extranjeros que tantas y tan buenas tardes ofrecieron. En ese sentido, “oro” devino “plata” no como pérdida de un

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valor, sino como cambio, con otros ropajes que siempre le vienen bien a cualquiera cuando se trata de mejorar y/o cambiar en aras de la renovación.

No puede escapar a este empeño la aparición y su consiguiente desarrollo, de un grupo maravilloso que daba a la tauromaquia posibilidades de lo novedoso. Surgió por esos años la generación encabezada por Rafael Rodríguez, Manuel Capetillo, Jesús Córdoba, Paco Ortiz, Jorge Aguilar y Alfredo Leal, quienes brindaron su mejor voluntad dándole al toreo nuevas energías, cosa que los aficionados además de convencerse, entendieron al materializarse esa consolidación e integración generacional, cuyo legado, todavía a muchos años de distancia arroja aromas, donde la nostalgia, no necesariamente emisaria de recuerdos, cumple con una función que mantiene en pie esos mismos recuerdos. O para decirlo en otras palabras, esa presencia de toreros de hace medio siglo y sus alrededores sigue vigente, e incluso se convierte en parámetro o escala tanto de asimilación como de proyección.

Estamos pues ante una de las transiciones más importantes que se dieron a mitad del siglo XX, momento que nos tiene detenidos en su contemplación pues, no en balde, el esfuerzo conjunto de varias generaciones nos deja mirar el curso que ahora está tomando el toreo. Independientemente de gustos y preferencias, aquí se está llegando a un estadio de madurez, mismo que ha superado en buena medida el recurso siempre efectivo de la técnica, para poner a esta por debajo de la estética, fundamento que ya puede dar razón a lo que tanto José Delgado como Francisco Montes dijeron al plantear en sus TAUROMAQUIAS o el arte de torear como la razón fundamental de este ejercicio que ya no solo es cerebral. Ahora también es espiritual.

Hace tiempo reflexionaba estas consideraciones: Una época naciente, que nos es común, fue representada por “Manolo” Martínez, Eloy Cavazos, “Curro” Rivera, Mariano Ramos y Antonio Lomelín desarrollada en medio de peculiares circunstancias, con un nuevo toro, y también una nueva afición. Ellos aportaron esquemas modernos a la tauromaquia y, en buena medida también la dejaron exhausta. Tanta fue su influencia, su poder, su “imperio” y su mando, que todavía el trono dejado concretamente por “Manolo” sigue vacío. Estamos seguros que la llegada del nuevo “Mesías” será un hecho. En el ritmo de la continuidad que se garantiza para el toreo mexicano, entrado el siglo XXI, nuevos diestros darán vigor al espectáculo. Entre ellos vendrá el nuevo “mandón”.

Sí, estamos ante lo que nos parece, por lo menos a la última generación que hoy intenta consolidar la modernidad, un interesante episodio donde el quehacer taurino, más al servicio del principio empresarial, e incluso como lo ha apuntado en su momento José Carlos Arévalo, ante un toreo bajo los dictados de un nivel industrial (dada la enorme cantidad de

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espectáculos montados, para bien o para mal, en medio de diversas circunstancias que lo mismo alientan o desalientan al espectáculo). Porque resulta un dramático síntoma parecido al que se puede percibir en el minimalismo, esa expresión sobre todo musical, donde los acordes y notas del pentagrama parecen cíclicos: pocas notas, una misma melodía en medio de un largo discurso, sin que esta apreciación pretenda demeritar trabajos tan importantes como los de Philipp Glass, representante de este movimiento de vanguardia musical. Traducido a la visión taurina, esto quiere decir que hubo una generación de toreros que por lo menos se distinguían en sus ejercicios estéticos y técnicos, con sello propio. Hoy, ese sello propio parece facsímil común en unos y otros, habiendo apenas notorias y escasas excepciones que nos dejan reconocerlos como algunas islas en medio de un enorme, inmenso mar, solo mar…

Con Manolo, Eloy, “Curro”, Mariano y Antonio se tuvo la enorme oportunidad de experimentar la última gran época, encabezada por estos capitanes cuyas conquistas formaron a una nueva generación que se separa del estilo e influencia de tres generaciones anteriores, presente aún con sus aromas, aunque ya sin el encanto propio de conmover, porque como queda dicho, hay nuevos aficionados, surgidos de la masificación del espectáculo, que ya vieron otra corrida, otra faena, otro toro. La corrida, como resultado de la natural evolución. La faena que se elevó en lo cuantitativo, más que en lo cualitativo, con promedio de 100 o más pases. El toro que tuvieron que adecuar los ganaderos al grado de que rindiera ante el enorme esfuerzo de aquellos trasteos, pero que también se redujo en tamaño, edad y la consiguiente presencia –en la mayoría de los casos bajo sospecha-, en demérito del espectáculo en su conjunto, por lo que fueron infinidad de festejos los que se celebraron en sitios, los más inverosímiles, para lo cual el uso de plazas alternativas, conocidas en el vulgo peyorativo como “de vigas”, fue una solución perfecta. Todo esto, atrajo la atención de nueva gente, mucha de la cual simpatizó con aquellos montajes, y probablemente sirvió para alentar su nueva condición de aficionados. Pero también la hubo que solo acudió al modo en como calificó Juan Pellicer a los que solo iban de paso: como espectadores transitorios.

Todo esto pasó como fenómeno de lo que significó la industrialización del toreo en México. Desde luego que también hubo ricas aportaciones de carácter estético que no pueden soslayarse de un plumazo. Los cinco grandes diestros citados en estas notas legaron –no podía ser la excepción- importantes pasajes. Mejoraron –así lo creemos- en medio de sus personales expresiones, la propia condición siempre dispuesta a evolucionar de la tauromaquia, pero también, y como ya quedó dicho al principio de estas notas, la dejaron exhausta, agotada, porque al detentar el control no fluyeron del modo deseado, las otras expresiones de otros tantos toreros que, o se mantuvieron al margen del “grupo de los cinco”, o tuvieron que luchar denodadamente por hacerse escuchar. Y son los casos

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excepcionales: Jesús Solórzano con “Fedayín” o David Silveti que estaba llamado a ser válvula de escape gracias a su peculiar estilo, malogrado por su condición física.

De igual forma, enfrentaron a la torería hispana con notables resultados en nuestro país, pero no en el español, donde cada vez fueron replegándose más y más, por lo que las viejas campañas “modelo” de Gaona o de Arruza se convirtieron en un mero concepto del pasado. México se convirtió para ellos en un caldo de cultivo perfecto y aquí permanecieron, aquí consolidaron y reafirmaron sus características interpretaciones tauromáquicas que en nuestros días están llegando a su fase terminal. Manolo Martínez y “Curro” Rivera hoy son inmortales del toreo. Eloy Cavazos vive en medio de la sentencia amarga de Rafael Guerra: “No me voy. Me echan…” Mariano Ramos que se sostiene gracias a su imperturbable dominio que cada vez ondea menos y Antonio Lomelín que a sus 54 años anuncia su regreso. Y todo esto frente a la más reciente generación encabezada por Eulalio López “El Zotoluco”, eje y atención, diestro en quien ha caído toda la fuerza de gravedad, guerrero dispuesto a venideras hazañas en medio de un panorama distinto, que aunque viciado por los anhelos autorreguladores, también encuentra un nuevo factor: el de las primeras generaciones de toros bravos surgidos de la incorporación de aquellos pies de simiente español llegados al mediar la última década, esperanza de renovación capaz de desplazar un notorio síntoma de descaste, importante fenómeno por erradicar de parte de los ganaderos de toros bravos mexicanos.

Finalmente, del papel que jueguen los medios masivos de comunicación depende este giro, de cara a nuestra época, y ante el surgimiento de la siguiente y nueva generación, que acertada o arbitrariamente hemos establecido con la idea de entender el comportamiento del espectáculo taurino en el último siglo mexicano. © José Francisco Coello Ugalde ________________ [1] Ángel Martínez Juárez: “Los noticieros cinematográficos en provincia”. En: Eduardo de la Vega Alfaro (Coordinador): Microhistorias del cine en México. México, Universidad de Guadalajara, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto Mexicano de Cinematografía, Cineteca Nacional e Instituto Mora, 2000. 430 pp., p. 387. [2] Es probable que se trate de la que recibió en Córdoba, España, el 27 de mayo, ocasionada por el toro “Cigüeño” de Gregorio Campos. [3] Celebrado el 3 de marzo anterior, con toros de Atenco, San Diego de los Padres, Tepeyahualco, Piedras Negras, San Nicolás Peralta y Santín. Los espadas fueron: Vicente Pastor, Fermín Muñoz “Corchaíto” y Rodolfo Gaona. [4] Martínez Juárez: Op. Cit., p. 389. [5] Ibídem., p. 395. [6] José Alameda (seud. Carlos Fernández Valdemoro): La pantorrilla de

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Florinda y el origen bélico del toreo. México, Grijalbo, 1980. 109 pp. Ils., retrs., fots., maps. Colaborador en publicaciones como: Estampa, La Lidia, Últimas Noticias de Excélsior, El Hijo Pródigo, semanario dominical D.F, El Heraldo de México, entre otros. Participó en transmisiones por radio (XEBZ, XEW) y televisión (XEW-TV, Televisión española). Edita junto con ORFEÓN el disco “Poemas de amor y poemas de toros” (1973). Con RCA publica el fonograma: “José Alameda, el Poeta” (1980). –: SEIS POEMAS AL VALLE DE MÉXICO Y ENSAYOS SOBRE ESTÉTICA. DE VELASCO A CUEVAS Y DE GOYA HASTA PICASSO Y DALÍ. México, B. Costa-Amic editor, 1974. 127 pp. Ils., fots. –: Historia verdadera de la evolución del toreo. México, Bibliófilos Taurinos de México, 1985.172 pp. Ils., fots. –: El hilo del toreo, Madrid, Espasa-Calpe, 1989 (La Tauromaquia, 23). 308 pp. ils., retrs. –: Crónica de sangre. 400 cornadas mortales y algunas más. México, Grijalbo, 1981. 195 pp. Ils., fots. –: Los arquitectos del toreo moderno. Ilustraciones de Pancho Flores. México, B. Costa-Amic, editor, 1961. 124 pp. Ils. –: 4 LIBROS DE POESÍA. I. Sonetos y Parasonetos. II Perro que Nunca Vuelve. III Oda a España y Seis Poemas al Valle de México. IV Ejercicios Decimales. Apéndice I: Primeros Poemas. Apéndice II: Tauro lírica Breve. México, Ediciones Océano, S.A., 1982. 239 pp. Ils. (Poseo el ejemplar 625 de 1000 que firmó y numeró el autor). –: RETRATO INCONCLUSO. MEMORIAS. México, editorial océano, 1982. 143 pp. Ils., fots. [7] Alameda: RETRATO…, op. Cit. [8] Heriberto Murrieta: LOS CRONISTAS. México, Reproducciones Fotomecánicas, S.A. de C.V., 1999. 149 pp. Ils., fots. FUENTES CONSULTADAS ALAMEDA, José (seud. Carlos Fernández Valdemoro): La pantorrilla de Florinda y el origen bélico del toreo. México, Grijalbo, 1980. 109 pp. Ils., retrs., fots., maps. –: Historia verdadera de la evolución del toreo. México, Bibliófilos Taurinos de México, 1985.172 pp. Ils. Fots. –: SEIS POEMAS AL VALLE DE MÉXICO Y ENSAYOS SOBRE ESTÉTICA. DE VELASCO A CUEVAS Y DE GOYA HASTA PICASSO Y DALÍ. México, B. Costa-Amic editor, 1974. 127 pp. Ils., fots. –: El hilo del toreo, Madrid, Espasa-Calpe, 1989 (La Tauromaquia, 23). 308 pp. ils., retrs. –: Crónica de sangre. 400 cornadas mortales y algunas más. México, Grijalbo, 1981. 195 pp. Ils., fots. –: Los arquitectos del toreo moderno. Ilustraciones de Pancho Flores. México, B. Costa-Amic, editor, 1961. 124 pp. Ils. –: 4 LIBROS DE POESÍA. I. Sonetos y Parasonetos. II Perro que Nunca Vuelve. III Oda a España y Seis Poemas al Valle de México. IV Ejercicios Decimales. Apéndice I: Primeros Poemas. Apéndice II: Tauro lírica Breve. México, Ediciones Océano, S.A., 1982. 239 pp. Ils. (Poseo el ejemplar 625 de 1000 que firmó y numeró el autor).

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