LA ANTIGUA, LA DEL TÚNEL

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LA ANTIGUA, LA DEL TÚNEL Allan C. Coronel Salazar Acabamos de llegar a la intersección; el camino por el cual debemos seguir está siendo bloqueado. Desde fuera nos dicen bruscamente que no podemos pasar y, sin otra alternativa, nos conminan a tomar la otra ruta, la antigua, la del túnel. Nadie protesta ni se asombra, parecería que todo hubiera sido previsto de antemano. La voz se pierde entre las sombras difusas, producto de la niebla, que encierran a las propias sombras, a la niebla, a la voz. El chofer pone reversa, retrocedemos un poco y el auto toma el camino viejo. Continuamos cómoda, veloz y suavemente, casi adormecidos por lo etéreo del trayecto. Entramos al túnel, transcurre un lapso indefinidamente largo y no termina. Alguien está comiéndose las uñas, otro abre una ventana, saca la cabeza y su mirada se pierde en la negritud inacabable del pavimento; hay quienes se ponen a conversar animadamente de las cosas más triviales, no faltan los que cierran los ojos y pretenden dormir. El conductor mira por el retrovisor, que nos abarca a todos y a él mismo, como indagando si alguna persona se ha percatado de lo que ha descubierto; parece aliviado hasta que me observa, trata de bajar la vista pero es demasiado tarde. Estoy seguro de que está escondiéndose en auto explicaciones vagas, negándose a meditar para no asustarse: “tal vez lo construyeron recientemente, o yo nunca supe de él” pensará. Aferrándose a sus mentiras, no analiza que en el primer caso los adjetivos “antiguo” y “viejo” serían ilógicos o que, en el segundo, es inadmisible que en sus veinticinco años de profesión no lo hubiese conocido.

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Cuento original de Allan Coronel, escritor ecuatoriano

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LA ANTIGUA, LA DEL TNEL

Allan C. Coronel Salazar

Acabamos de llegar a la interseccin; el camino por el cual debemos seguir est siendo bloqueado. Desde fuera nos dicen bruscamente que no podemos pasar y, sin otra alternativa, nos conminan a tomar la otra ruta, la antigua, la del tnel.

Nadie protesta ni se asombra, parecera que todo hubiera sido previsto de antemano. La voz se pierde entre las sombras difusas, producto de la niebla, que encierran a las propias sombras, a la niebla, a la voz.

El chofer pone reversa, retrocedemos un poco y el auto toma el camino viejo. Continuamos cmoda, veloz y suavemente, casi adormecidos por lo etreo del trayecto.

Entramos al tnel, transcurre un lapso indefinidamente largo y no termina. Alguien est comindose las uas, otro abre una ventana, saca la cabeza y su mirada se pierde en la negritud inacabable del pavimento; hay quienes se ponen a conversar animadamente de las cosas ms triviales, no faltan los que cierran los ojos y pretenden dormir. El conductor mira por el retrovisor, que nos abarca a todos y a l mismo, como indagando si alguna persona se ha percatado de lo que ha descubierto; parece aliviado hasta que me observa, trata de bajar la vista pero es demasiado tarde.

Estoy seguro de que est escondindose en auto explicaciones vagas, negndose a meditar para no asustarse: tal vez lo construyeron recientemente, o yo nunca supe de l pensar. Aferrndose a sus mentiras, no analiza que en el primer caso los adjetivos antiguo y viejo seran ilgicos o que, en el segundo, es inadmisible que en sus veinticinco aos de profesin no lo hubiese conocido.

No puedo substraerme de la maldicin de razonar: es circular, reflexiono, aunque eso no esclarece nada; rechazo la idea cuando comprendo que adems de no solucionar el dilema, tiene una objecin: alguna entrada debe poseer para haber ingresado a l y, al tenerla, la explicacin geomtrica se anula. No tiene fin, presupongo entonces, descubriendo mi nuevo error con un anlisis que me demuestra que si no tiene fin es infinito, que si es infinito carece de principio y que si carece de principio no hubisemos podido jams iniciar su recorrido.

Intuyointuintuir (la atemporalidad es necesaria pues es un sinnimo de lo perpetuo -comprendern a lo que me refiero cuando asuman lo que ninguna vez dijo un supuesto filsofo del que jams se tuvo noticias, y que yo crea falsamente que se llamaba Shewerlocks-: la nica forma de eternidad es la inexistencia) una verdad que merecera ser pavorosa pero que no lo es: nunca hubo una desviacin, lo que nos lleva al segundo punto, tampoco otro camino y, por lo tanto, nunca un tnel.

El bus no puede detenerse, ni desgastarse, ni acabar combustible porque transcurre en algo que no es ni est; nosotros no nos fatigaremos, no descansaremos, no envejeceremos, no moriremos, ni siquiera pensaremos (una hoja de papel y unos garabatos bien pueden ser otra ilusin).