Koldo Saratxaga «Prefiero una empresa que toque jazz en vez de musica sinfonica»

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Koldo Saratxaga, presidente del Grupo Irizar: «Prefiero una empresa que toque jazz en vez de música sinfónica» El Correo, 12 de diciembre de 2004 1 de 4 2004-12-12 Koldo Saratxaga, presidente del Grupo Irizar: «Prefiero una empresa que toque jazz en vez de música sinfónica» Defiende su modelo de gestión basado en la ausencia de jerarquías y en el reparto de responsabilidades, no de cargos «Muchas empresas no saben cómo romper sus estructuras» Manu Álvarez (BILBAO). - En la última década se ha convertido en una referencia obligada de la gestión empresarial en el País Vasco. No sólo por el hecho de haber liderado el proceso de reflotamiento de una compañía Irizar, un fabricante de carrocerías para autobuses cuya planta principal está ubicada en la localidad guipuzcoana de Ormaiztegi, sino por haberla llevado hasta unas altas cotas de reconocimiento internacional y con un modelo de gestión cuando menos atípico.

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Entrevista a Koldo Saratxaga en El Correo

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Koldo Saratxaga, presidente del Grupo Irizar: «Prefiero una

empresa que toque jazz en vez de música sinfónica»

El Correo, 12 de diciembre de 2004

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2004-12-12

Koldo Saratxaga, presidente del Grupo Irizar:

«Prefiero una empresa que toque jazz en vez de música

sinfónica»

■ Defiende su modelo de gestión basado en la ausencia de

jerarquías y en el reparto de responsabilidades, no de cargos

■ «Muchas empresas no saben cómo romper sus

estructuras»

Manu Álvarez (BILBAO). - En la última década se ha convertido en una

referencia obligada de la gestión empresarial en el País Vasco. No sólo por el

hecho de haber liderado el proceso de reflotamiento de una compañía –Irizar, un

fabricante de carrocerías para autobuses cuya planta principal está ubicada en la

localidad guipuzcoana de Ormaiztegi–, sino por haberla llevado hasta unas altas

cotas de reconocimiento internacional y con un modelo de gestión cuando menos

atípico.

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Koldo Saratxaga, a punto de abandonar la empresa que «coordina» –entre sus manías figura la de revolver toda la

semántica empresarial–, acaba de volcar en un libro toda su experiencia y ha desgranado los detalles de ese modelo de

empresa en el que no hay jefes, sino personas que forman parte de un «equipo de pilotaje»; no hay departamentos, y sí

muchos equipos de trabajo. Tampoco hay horarios: hay responsabilidades. El título del libro ya resulta sugerente:

¿Sinfonía o jazz?

Pregunta – ¿Irizar es una orquesta sinfónica o una banda de jazz?

Koldo Saratxaga – Prefiero que sea una banda de jazz, en la que cada miembro tiene una gran libertad, en la que

incluso una misma persona puede tocar varios instrumentos, en la que hasta la disposición física es en círculo, sin

jerarquías... A pesar de todo eso, el resultado de la banda de jazz es armónico, ¿no?

Pregunta – Sin embargo, me parece haber oído que una empresa «debería funcionar como una orquesta sinfónica».

K.S. – Ya, pero entonces cada miembro toca lo que tiene en la partitura. Hay margen para el virtuosismo, pero no para

la creatividad. También es cierto que, con un buen director, la orquesta puede conseguir matices y una ejecución

realmente brillantes. Pero... ¿qué pasa si falta ese director o si no es tan bueno como debiera?

Generalistas

Pregunta – Entonces, ¿tampoco le gustan los profesionales virtuosos?

K.S. – Prefiero los generalistas. Mejor que saber hacer algo muy bien es saber encontrar quién es capaz de hacerlo,

dentro o fuera de tu propia organización. Ese tipo de profesional es el que me gusta, el que sabe encontrar la mejor

solución.

Pregunta – Una queja recurrente de muchos gestores es una cierta apatía en las nuevas generaciones. ¿Cómo se vence

eso en una «empresa jazz»?

K.S. – Dándoles libertad para buscarse su propio espacio, poniéndoles retos y dejándoles que tomen decisiones y se

sientan orgullosos de lo que hacen. Aquí, en Irizar, cuando llega un nuevo profesional, nadie le asigna una mesa y una

silla. Se tiene que buscar la vida por ahí y conseguirse un hueco en alguna parte. Si anda listo, conseguirá, incluso, que

alguien en algún momento le traiga una mesa y una silla. Pero tiene que buscárselo e, incluso, descubrirlo por sí mismo.

Trabajar un sábado

Pregunta – El éxito económico de Irizar es incuestionable.

Sin embargo, su rompedor modelo no parece que haya sido

Imitado por muchas empresas, ni siquiera por sus

«hermanas» del grupo Mondragón...

K.S. – Es cierto. La mayor parte, porque considera que

nuestro modelo puede atacar estructuras excesivamente

consolidadas en las organizaciones. No saben cómo

desmontar las parcelas de poder dentro de las empresas,

las jerarquías. Sin embargo, luego se muestran

maravillados y me preguntan: «Koldo, ¿cómo consigues

que vaya toda la plantilla a trabajar un sábado?».

El personaje

▪ Datos personales: Nació en la localidad vizcaína de

Sopuerta en 1947. Estudió Ingeniería Industrial. Está

casado, tiene dos hijas y una nieta.

▪ Trayectoria profesional: Inició su carrera en Villosa,

donde ocupó distintos cargos durante catorce años. En

1986 entró en Caja Laboral para ocuparse del

seguimiento de empresas en crisis. Tras su paso por

Urola, se hizo cargo de Irizar en 1991.

Pregunta – ¿Cómo lo consigue?

K.S. – Pues con una nota de un par de líneas que diga, más o menos: «Tenemos muchos pedidos y es necesario

trabajar durante cuatro sábados». Así de simple. ¿Por qué funciona? Porque cada miembro de la organización sabe que

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alguno o algunos de ellos están recorriendo el mundo, se han sentado delante de algún cliente, han cerrado pedidos y

se han comprometido a dar un buen servicio y a entregar los autobuses en plazo. Ese compañero que ha hecho la venta

sabe que está respaldado por una plantilla que, si es necesario, va a hacer frente al compromiso que él ha adquirido

ante el cliente.

Pregunta – En una cooperativa como lrizar, donde todos los trabajadores son propietarios, quizá sea más sencillo

introducir esa identificación con el proyecto, con el crecimiento y la rentabilidad de la empresa. ¿Pero eso es posible

hacerlo en una sociedad anónima, donde hay un propietario o miles de accionistas que están ahí afuera, tan sólo

esperando los resultados?

K.S. – Nosotros mismos lo hacemos ya, porque dentro de Irizar hay filiales que no son cooperativas y hemos trasladado

el mismo modelo de gestión. Y funciona. Y es que los resultados, para esos mismos accionistas, pueden ser mejores que

con el modelo convencional. ¿Cómo? Hay dos claves: que el equipo directivo y todos los miembros de la empresa lo

acepten y también que el empresario esté dispuesto a ceder una parte del beneficio a esa plantilla. Si se consigue el

consenso... eso funciona. Por cierto, siempre me ha chocado esa diferenciación que se hace entre directivos y

trabajadores. ¿Es que acaso los directivos no son trabajadores?

Pregunta – ¿Le preocupa el fenómeno de la deslocalización, la marcha de empresas a la búsqueda de países con mano

de obra más barata?

K.S. – No mucho, más bien nada. Nosotros tenemos aquí, en Ormaiztegi, una estructura de costes mejor que la que han

conseguido algunos de nuestros competidores en países de costes bajos teóricos. Estoy convencido de que todavía hay

un margen muy amplio para buscar las ventajas dentro de las propias empresas, generando ideas, retos, innovando...

Dejará Irizar antes del próximo verano

Las próximas vacaciones de verano de Koldo Saratxaga serán muy especiales. Antes de iniciarlas, habrá abandonado ya

todas sus responsabilidades al frente de Irizar en un relevo anticipado, programado y sin sobresaltos.

¿Qué hará a partir de ese momento? Es una incógnita. Incluso, para él. Al menos, eso asegura este ejecutivo que

prefiere sostener la tesis de que no se puede ir por la vida persiguiendo metas concretas. «Yo no busco cosas,

encuentro. Cuando te planteas una meta muy definida, pierdes libertad para observar lo que sucede alrededor y para

descubrir nuevas oportunidades».

Montado en esa misma filosofía, Saratxaga asegura «no tener ni idea» de lo que estará haciendo dentro de un año, pero

tampoco alberga el más mínimo temor. «Estoy convencido de que, de aquí a que llegue ese momento, surgirán un

montón de oportunidades que ahora mismo no soy capaz ni de imaginar».

Sin planes

Y lo cierto es que esa misma vocación de no planificar demasiado el futuro es la que ha aplicado con éxito en Irizar. Este

iconoclasta de la gestión de empresas no duda en tumbar buena parte de las columnas sobre las que se asientan las

teorías de muchos «gurús» de la gestión. «Los planes estratégicos y los planes de gestión no sirven para nada», asegura

sin ruborizarse.

Es de ésos que huyen de las comodidades que proporciona el éxito como del agua hirviendo porque le emociona muy

poco. Más bien al contrario, reconoce que una de sus obsesiones es resolver problemas. Y cuando no existen... se

aburre. Esto es, más o menos, lo que le ha pasado ahora en la cooperativa fabricante de autobuses. «Después de

catorce años aquí, la empresa está consolidada. Y eso significa que deja de ser un reto para mí. Soy de los que creen

que las etapas existen, y yo ya he cubierto con creces la mía en Irizar».

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