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    La Segunda Internacional en su relacin con Marx y Engels

    a propsito de la cuestin nacional (1889-1914)

    kmarx.wordpress.com/2016/04/26/la-segunda-internacional-en-su-relacion-con-marx-y-engels-a-proposito-dela-cuestion-nacional-1889-1914/

    Antonio Oliv

    Ha comenzado la nueva ronda de contactos para encargar la formacin de gobierno. Salvo sorpresa mayscula,todo apunta a nuevas elecciones. Y lo que es peor, una nueva y pesada

    campaa electoral. La pregunta es si los programas electorales (con sus lneas rojas y todo) son los mismos quehace cuatro meses, si los cabeza de lista son los mismos y los resultados parece que no variarn muchos, porqu van a ser capaces de llegar a un acuerdo? votaremos indefinidamente hasta que alguno obtenga la mayora?sufriremos un empacho de democracia?.

    Y entre todas las variables, la cuestin nacional no ha sido balad. Y a esta cuestin va dedicada la entrada de hoyDesde un planteamiento histrico Augusto Piemonte repasa la compleja relacin entre marxismo y las cuestionesnacionales. Vamos all

    Salud y repblica. A. Oliv

    ______________________________________________________________

    LA SEGUNDA INTERNACIONAL EN SU RELACIN CON MARX Y ENGELS A PROPSITO DE LA CUESTINNACIONAL (1889-1914)

    Augusto Piemonte

    El andamiaje terico elaborado por Marxy Engelsdesde un principio constituy para los miembros de laInternacional fundada en 1889 un aporte o antes bien, una sumatoria de aportes invalorable para el anlisis de larealidad social de un contexto histrico social dado y para el diagnstico acerca del estado de las condicionesexistentes con miras a evaluar el trazado de una potencial situacin revolucionaria que pudiera llevar a la claseobrera a su emancipacin econmica y poltica. La interpretacin que sobre las naciones, fenmeno por entoncesreciente y polidrico siempre, pudieron brindar Marxy Engelsno result exenta de reformulaciones efectuadas poellos mismos y qued inconclusa, lejos de cristalizarse en frmulas analticas precisas a partir de las cuales fuera

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    posible combinar la cuestin nacional en un plan de accin revolucionario. No obstante, estos primeros bocetos entorno de las naciones y las nacionalidades, si bien indefinidos en sus conclusiones, pero tambin en sus planteos,fueron recogidos y apropiados por los socialistas que se reconocieron como marxistas hacia fines de la centuriadecimonnica en un nuevo intento por dar forma a un corpus terico que fuera coherente y aplicable a lascircunstancias atravesadas.

    De tal suerte, segn el esquema terico comnmente aceptado por los socialistas de la Segunda Internacional, encuanto el modo de produccin capitalista se convierte en el predominante de una formacin socioeconmica dada,

    la lucha de clases pasa a desenvolverse dentro de aquel conjunto orgnico heterogneo que se convierte en suforma organizativa por antonomasia: la nacin. A partir de entonces la cuestin nacional acusa un componenteclasista, pues sirve a intereses distintos en funcin de la clase que la impone y desde el momento que laimpone1. En este sentido, se parte aqu de reconocer la consideracin compartida por el espectro ideolgico aabordar respecto de la distincin entre nacin y nacionalismo 2, entendindose en todos los casos por la primerauna forma de organizacin poltica particular histricamente definida, en tanto que el segundo factor de anlisisresulta identificado con la adopcin social de un complejo simblico-cultural en donde la nacin reviste unaimportancia de primer orden a la hora de elaborar una lectura de la realidad.

    Coincidimos con Leonardo Paggien que redescubrir la imposibilidad de reducir la II Internacional a la bancarrotadel 4 de agosto de 1914 no puede significar una suspensin del juicio sobre su herencia histrica 3. El objetivo de

    este trabajo, por ende, es recuperar analticamente y desde una perspectiva histrica las primeras interpretacionesque emergieron en el seno del socialismo europeo a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX alrededor delproceso de conformacin de esta novedosa relacin dialctica en donde lucha nacional y lucha de clases aparecenen la historia moderna como elementos interpenetrados que se resignifican mutuamente 4. Con este propsitosern abordadas las producciones intelectuales ms salientes del perodo, lo que permitir actualizar desde unaperspectiva histrica el ncleo de los intensos debates experimentados por la izquierda marxista europea quealcanzaron su punto de ebullicin hace exactamente un siglo en torno del surgimiento de las naciones y lasnacionalidades y sus posibles vinculaciones con los planes para alcanzar la emancipacin de los trabajadores.

    Sobre la trascendencia de la guerra en la vida de la Segunda Internacional

    La historia de cada una de las internacionales obreras da cuenta de caractersticas especficas que permitenestablecer distinciones ntidas entre los fundamentos que las sustentaron. A diferencia de las causas que habanoriginado la disolucin de la Primera Internacional, el ocaso de la Segunda Internacional encontr explicacin enmotivaciones mucho ms ligadas a las crisis por disidencias internas que a los exabruptos provocados por lasituacin de guerra.

    La definicin de Hobsbawmsobre la postura general sostenida por el marxismo en sus diversas variantes en tornode la cuestin nacional constituye una excelente sntesis sobre la intencionalidad que recubri el complejo ymultifactico paradigma terico de la Segunda Internacional:

    El criterio fundamental del juicio pragmtico marxista ha sido siempre elucidar si el nacionalismo como tal, o

    cualquier caso particular de ste, hace avanzar la causa del socialismo; o, inversamente, cmo evitar que detengaese proceso, o, incluso, cmo movilizar el nacionalismo como una fuerza que contribuya al progreso del socialismoPocos marxistas habrn sostenido que ningn movimiento deba ser apoyado; ninguno que todos los movimientosnacionalistas contribuyan automticamente al avance del socialismo y deban, por lo tanto, ser apoyados 5.

    La clave para entender la elevada inestabilidad que se manifest en el seno del socialismo al calor de la guerra hayque buscarla en sus antecedentes tericos. Es en la distinta concepcin que cada uno de sus grupos identificablesse fue forjando respecto de las nacionalidades y sus posibles dilogos con la lucha de clases donde se ha deencontrar una explicacin coherente a los posicionamientos que fueron adoptados por los socialistas a medida quela guerra empezaba a ser sentida como una posibilidad cada vez ms cercana. Solamente mediante esteprocedimiento puede llegar a ser inteligible en toda su dimensin la trascendencia que adquiere un hecho tan

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    significativo como lo es el que los delegados por el Partido Socialdemcrata de Alemania, August Bebely Georgvon Vollmar, dueos de una gravitacin de envergadura dentro del movimiento socialista europeo, llegaran abregar por la consideracin de la importancia cultural de la idea nacional6. Este reclamo atentaba contra lasmociones que, como la elevada clebremente por el socialista francs Gustave Herven favor del recurso de lahuelga general, llamaban a rechazar la guerra sin mayores contemplaciones7. A travs de las conferencias quetuvieron por escenario la ciudad de La Haya en 1899 y 1907, los socialistas haban discutido en torno a la conductaque deban asumir sus partidos nacionales ante el incremento de la tensin que experimentaban las relacionesinternacionales, as como tambin cules exigencias deban plantear a los gobiernos de las grandes potencias

    implicadas 8. Ante el grueso de los integrantes del Congreso celebrado por la Segunda Internacional en Stuttgartde 1907 la resignacin a defender, codo a codo con la burguesa connacional, los territorios de sus nacionesrespectivas no pareca constituir motivo para que se produjera una incongruencia lgica con su participacin en elterreno de la lucha de clases. No obstante, los artfices ideolgicos del defensismo nacional deban enfrascarse enla ardua tarea de justificar la conjuncin de los intereses de clase con los intereses nacionales. Si por una parte lacondicin clasista serva para aglutinar a las masas trabajadoras, por la otra stas se vean escindidas al hacer usode su pertenencia nacional. El carcter de clase no poda sino desdibujarse en un concierto de desigualdades endonde se apoyaban las pretensiones de una nacin puntual por sobre las de otras.

    Alborotador aunque minoritario, el sector neutralista repar en esta contradiccin e hizo de ella un principio deaccin, mantenindose firme en el criterio de unificar la lucha de clases con la lucha en contra del imperialismo

    militarista. El bolchevismo ruso fue el nico ncleo que se mostr dispuesto a llevar esta posicin hasta las ltimasconsecuencias. Por su parte, el Partido Socialdemcrata de Alemania, verdadero portavoz del socialismoorganizado de toda Europa, llevaba ya algunos aos haciendo sus mejores armas en el terreno de la polticaburguesa. Su mayor habilidad no era la que se aplicaba al campo de la lucha econmica. Con el tiempo habaaprendido a sentirse cmodo participando en negociaciones directas con el poder poltico central. A partir de laampliacin de las facultades democrticas, el socialismo alemn encontr en el sufragio universal la mejorherramienta para transformar la realidad. As, aquel partido socialista que poda con toda justeza ser consideradoun modelo de desarrollo para sus pares extranjeros, haba decidido inclinar la balanza del debate poltico a favor delos postulados revisionistas y reformistas. Con ello la revolucin social quedaba pospuesta de maneraindeterminada. En definitiva, la transformacin revolucionaria de la sociedad presentaba un problema nacional y

    otro internacional: cmo alcanzar el objetivo socialista en pases individualistas, avanzados, y cmo integrar losesfuerzos nacionales en una campaa para socializar todo el mundo occidental 9. Eran dos problemas queadquiriran una conjugacin especial al estallar la contienda. No pareca ya concebible que fueran impulsados ensimultneo. Tan slo el ala revolucionaria se mantuvo firme en la necesidad de promoverlos hasta las ltimasconsecuencias.

    Como ideologa de partidos revolucionarios, la socialdemocracia tena la obligacin de definir la acepcinterminolgica que le daba a la revolucin. Sus acciones solamente podan considerarse racionales en tantolograran adecuarse a la adopcin del corpus doctrinario que daba significado a su existencia. De la definicinterica dependa el comportamiento en la aplicacin prctica de sus principios, pues si por revolucin se entenda

    un proceso pacfico, quizs de dcadas de duracin, en el que el proceso adquiere gradualmente el control de lasinstituciones polticas, las tareas educativas y organizativas del partido deban ser bastante diferentes de si larevolucin hubiese de consistir en un acto nico de violencia. Por ello el partido no poda dejar de elegir sobre lasimple base de que los hechos histricos son impredictibles. Poda dejar ambas alternativas abiertas en suprograma, pero en la vida poltica tena que elegir por una u otra10.

    Para los partidarios de la revolucin, las reformas sociales no representaban un factor inherentemente negativo,ms bien por el contrario, su aplicacin era beneficiosa para la causa proletaria. Las reformas que se pudieraarrancar a la burguesa significaban, adems del mejoramiento en las condiciones de vida de los trabajadores, elcaldo de cultivo para la prctica revolucionaria y el desarrollo de la conciencia de clase.

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    No contando con un programa de accin rgido y definido, Alexandre Millerandpas a formar parte del gobiernofrancs de Waldeck-Rousseauen 1899, integrado entre otros por el general Galleffet, que haba sido el mximoresponsable en la dura represin de la Comuna de Pars 11. La Internacional se debati en el congreso realizadoen 1900 en Pars sobre la conveniencia de participar en el ejercicio de funciones gubernamentales que eranemprendidas por representantes de la burguesa. La opinin estaba dividida entre quienes sostenan la ventaja quesignificaba la intervencin para la reforma del sistema, que poda ser depurado de sus elementos msreaccionarios aunque no cambiar en tales condiciones su signo clasista, y quienes auguraban que instalara laconfusin en el proletariado respecto de qu intereses defenda realmente el Partido Socialista.

    Esta indefinicin pareci ser corregida en un punto fundamental cuando en la resolucin general aprobada por elCongreso extraordinario celebrado en Basilea los das 24 y 25 de noviembre de 1912, el ltimo realizado antes delinicio de las hostilidades, la Internacional Socialista no dio lugar a dudas sobre cul era la posicin que debaadoptar el proletariado en el caso de que la guerra europea finalmente se concretara:

    La Internacional ha formulado en sus Congresos de Stuttgart y de Copenhague las reglas de accin del proletariadde todos los pases para la lucha en contra de la guerra: si una guerra amenaza con estallar, es un deber de laclase obrera de los pases interesados, es un deber de sus representantes en los Parlamentos, con la ayuda delBur Socialista Internacional, fuerza de accin y de coordinacin, hacer todos los esfuerzos para impedir la guerrapor los medios que les parezcan ms apropiados, y que varan, naturalmente, segn la intensidad de la lucha de

    clases y la situacin poltica general. En el caso de que, no obstante, estallara la guerra, es deber de ellosintervenir para hacerla cesar inmediatamente y utilizar con todas sus fuerzas la crisis econmica y poltica creadapor la guerra para agitar a las capas populares ms amplias y precipitar la cada de la dominacin capitalista 12.

    Despus de leer el exhorto votado por los representantes del proletariado queda sembrado el interrogante acercade cmo fue posible que en menos de dos aos el mismo fuera reducido a un mero ejercicio de retrica antiblicaque se daba de bruces con la realidad. El antimilitarismo del ala radical no tena nada que ver con el pacifismo; dehecho, su posicin era mucho ms cercana a la conversin contramilitarista que al antimilitarismo propiamentedicho13.

    La socialdemocracia alemana justific su decisin de secundar a la burguesa en la aprobacin de los crditos de

    guerra a partir de la necesidad de hacer ms fuerte la defensa del pas, denunciando la amenaza que representaben su contra el imperio zarista. Slo as se podra garantizar la pervivencia de las conquistas logradas por lostrabajadores alemanes 14. Con el mismo pretexto, Plejanovy los mencheviques contrapusieron a todo intentorevolucionario que se pretendiera alentar bajo esas circunstancias de inestabilidad internacional la urgencia de quelos trabajadores lucharan codo a codo con sus explotadores; prestar colaboracin en la defensa contra lasagresiones militares alemanas constitua per se un servicio a la causa socialista 15. Trotskyentenda que lossucesos internacionales abiertos en agosto de 1914 tendran iguales consecuencias que aquellas que habadesencadenado la guerra ruso-japonesa ya que, si por un lado precipitaba la experiencia revolucionaria, lo haca,por otra parte, atentando contra la contundencia interna de la misma 16. Haba que dejar que las condiciones parala revolucin maduraran sin sufrir la vertiginosidad de las coyunturas. La guerra internacional no poda, por lo tantoasumir el papel catalizador garanta, asimismo, de su eficacia de la revolucin social que le reservaba Lenin. Laconfrontacin con el ala izquierda era total: el centrismo y la derecha no conceban la conversin de la guerraimperialista interburguesa en una guerra de clases como la va ms apropiada para la conservacin y laprofundizacin de los logros socialistas, sino que acordaban en sostener que una alianza transitoria con lasburguesas nacionales, la intervencin activa con los recursos por ellas utilizados, poda arrojar los mejoresresultados para los propsitos del proletariado. El principio de demarcacin sugerido para establecer la justicia o lainjusticia de un conflicto resultaba ser demasiado lbil, y el propio Kautskylanz una advertencia sobre laimposibilidad de determinar racionalmente si una guerra entre naciones reviste carcter defensivo u ofensivo, puesllegado el caso se acta bajo el influjo del patriotismo en el preciso instante en que alcanza su punto de ebullicin17. Por supuesto que el ala derecha, si bien se erigi en su promotora dentro de la socialdemocracia, no fue lanica que breg por el apoyo a la burguesa a partir del abuso y la tergiversacin del derecho de autodeterminacin

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    nacional tradicionalmente defendido. No todos cuantos integraban la faccin que persisti en la necesidad de larevolucin fueron impermeables a la aparente correspondencia entre el principio de defensa de la patria y elderecho a la autodeterminacin de las naciones y no diferenciaron entre una justa guerra de autodefensa nacional

    y una guerra imperialista para defender, o lo que es lo mismo, para conquistar posiciones internacionales de poder

    18.

    Pero la respuesta brindada por la masa partidaria al llamado blico lanzado por la burguesa no habra de reducirsetan slo a aquellos claros que podan ser percibidos en el marasmo terico generado por la confusin de la

    coyuntura. La reaccin de los afiliados socialistas a la guerra no se correspondi en principio con las expectativasgeneradas por la direccin partidaria. La activacin patritica de los militantes de base fue espontnea, y siposteriormente encontr su correlato en las disposiciones programticas y tericas de la direccin socialdemcrataello se debi principalmente al acoplamiento de esta ltima en las posiciones de los primeros. Si bien los interesesque se conjugaban en la defensa de las naciones poco tenan que ver con los necesidades por las que interesabaluchar al proletariado, tambin es cierto que hay movimientos que son manipulados con inteligencia y buenresultado por los centros de poder; a veces rompen los lmites que los constrien; a veces se desarrollan de modo

    totalmente espontneo, sin que los provoque ni organice ningn centro de poder 19. Y el caso es que, comosentimiento aglutinador y movilizador cristalizado en espritu de cuerpo, los movimientos nacionalistas, quellevaban registrando un incremento exponencial y progresivo desde el comienzo de la dcada de 1870,sobrepasaron con mucho, ante la amenaza de guerra cada vez ms inminente, al movimiento obrero mismo.

    Como bien seala Hobsbawm, la nacin era un producto del Estado, el cual requera de la formacin nacional parapoder otorgar efectividad a sus ms vitales funciones. As, la nacin

    Constitua un nexo que una a todos los ciudadanos con el estado, una forma de conseguir que el estado-nacinllegara directamente a cada los ciudadano, y era al mismo tiempo un contrapeso frente a todos aquellos queapelaban a otras lealtades por encima del estado: a la religin, a la nacionalidad o a un elemento tnico noidentificado con el estado, tal vez sobre todo a la clase 20.

    Esta misma identificacin entre la nacin y los ciudadanos encontr en agosto de 1914 lo que sin dudas fue sumximo triunfo hasta la fecha a travs de la derrota del marxismo revolucionario. Se haba subestimado el inters

    que las clases ajenas a la burguesa podan llegar a albergar y que de hecho albergaban en los destinos de lacausa nacional.

    El voto favorable al presupuesto de guerra que fuera aprobado por la socialdemocracia marc un cambio drsticoen el rumbo seguido por la poltica del partido socialista ms grande y poderoso del mundo: por el momento noimportaba concentrar esfuerzos en alcanzar el triunfo de la revolucin proletaria, pues de lo que se trataba ahoraera de proceder a organizar la defensa de la patria amenazada. La socialdemocracia alemana encarnaba un factodecisivo para el destino de la Segunda Internacional 21. Su alianza con la burguesa alemana sell la suerte de laorganizacin internacional en su conjunto. Aun en aquellas naciones en donde la mayora del partido constituy lascontadas excepciones en que la aprobacin de los crditos de guerra fue rechazada, la polmica estall,provocando la proliferacin de grupos de opuestos entre s, sectores cuya imposibilidad de conciliar se traduca en

    la asuncin consolidada de concepciones dismiles acerca de la manera de entender cul era la metodologa msapropiada para la conquista del poder poltico; con ello pasaban las funciones asignadas al partido a ocuparposiciones que resultaban ser distintas en el orden de las prioridades programticas, dependiendo de la faccinintrapartidaria en la que se tomara parte. Urge destacar con esto que lo que estaba en el centro de la disputa era laidea misma de revolucin. Estaba ya en marcha el proceso dual que conducira, por una parte, al rompimientodefinitivo del movimiento socialista internacional, y, por la otra, a la emergencia subsiguiente de partidoscomunistas nacionales.

    La lectura primigenia sobre las naciones

    A pesar de que la herencia filosfica recogida por la Segunda Internacional era a todas luces amplia, tambin

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    resultaba indudable que Marxy Engelsno haban logrado dejar plasmada una teora acabada acerca de la nacinque pudiera ser tomada como universalmente vlida para interpretar su origen y su desarrollo. Claro que tampocose lo haban propuesto, y es que la situacin histrica de emergencia incipiente de las naciones europeas que lestoc presenciar los exculpa de todo reclamo que pudiera dirigirse en ese sentido. Hasta la revolucin de 1848 lanacionalidad no constituy un factor legitimador de peso para las dinastas europeas 22. Asimismo, no se debeperder de vista que la confeccin de un modelo cualquiera que pretendiera brindar una tctica exclusiva paraaplicar en la teora de la revolucin social aquella dinmica que es propia de la cuestin nacional, habra dado portierra con la bsqueda cientfica interesada en desentraar una realidad concreta que debe ser captada en su

    especificidad 23. Esto no quiere decir de ningn modo que Marxy Engelsabordaran toda cuestin referida a lasnaciones y las nacionalidades desde perspectivas cambiantes acorde a las distintas circunstancias. Muy por elcontrario, es posible encontrar tanto en los escritos de uno y otro una serie de instrumentaciones tericas quepermite hacer la composicin de un patrn de anlisis en sus interpretaciones sobre los fenmenos socialesaludidos. Queda expuesto en sus legados el apercibimiento de que la consolidacin del dominio burgus, adscritaal proceso general de expansin capitalista, constituye la causa indefectible por la cual tiene lugar la proliferacinde naciones organizadas polticamente en estados centralizados.

    En relacin directa con la construccin de las naciones y de la consiguiente cuestin de las nacionalidades seentrama un distingo conceptual basado en la valoracin de los diferentes procesos nacionales, segn fueran stosprogresivos y vitales forjadores de naciones revolucionarias, segn Marx, o de naciones histricas, al decir de

    Engels, o regresivos y no vitales engendradores de naciones contrarrevolucionarias o naciones sin historiay en donde el criterio de demarcacin viene fundado en la potenciacin o la obstaculizacin de las condiciones queson necesarias para permitir el desarrollo capitalista de las fuerzas de produccin 24. La nacin es, segn estapropuesta terica, aquel pueblo que integra un Estado autnomo, en tanto que la nacionalidad har referencia alpueblo que, careciendo de tal, encuentra en la lengua y en la cultura sus factores cohesivos. Existe en Marxunacorrespondencia entre la operatividad econmica y la organizacin geogrfico-poltica de las naciones, en elsentido de que sta va a la zaga de las necesidades de aquella 25.

    En contraposicin a la visin ampliamente difundida sobre la convocatoria a la accin por parte de un proletariadosin patria, Marxy Engelsen ningn momento pretendieron desembarazarse de la existencia de las naciones. Elrgimen de centralizacin poltica a que daba paso el movimiento econmico conducido por la burguesa enascenso implicaba que territorios antes independientes, apenas aliados, con intereses distintos, distintas leyes,Gobiernos autnomos y lneas aduaneras propias, se asocian y refunden en una nacin nica, bajo un Gobierno,

    una ley, un inters nacional de clase y una sola lnea aduanera 26. Esta era una realidad insoslayable, y era dentrde sus parmetros que los trabajadores deban proceder en la fundamental tarea de la organizacin de sumovimiento. Desde una base nacional, con lmites territoriales precisos, se lanzaba una lucha de proyeccininternacional.

    La atencin de Marxsiempre estuvo centrada en el devenir de las grandes naciones de Occidente. Los grandesestados nacionales representaban una ventaja sustancial para el proletariado en su lucha, pues podan prestarleun servicio inigualable al promover la formacin de sistemas productivos tan avanzados como fuera necesario a los

    fines de satisfacer las demandas de un mercado interno de proporciones nunca antes vistas. Por elevacin, lasnacionalidades pequeas se hallaban prontas a sufrir la extincin por asimilacin a manos de las naciones msdesarrolladas. Horace Davisconsider por ello que el de Marxy Engelsera, en realidad, un internacionalismo dlas naciones industrializadas avanzadas 27. El hegelianismo que sobrevolaba la filosofa de la poca poda inducia Engelsa insistir en la categorizacin de naciones idealmente preconcebidas. La seleccin de los pueblos queestaban dotados de historia y la de aquellos que no la tenan ni podran llegar a tenerla tampoco era tambin unproducto de la poca. Es claro que al escribir estas hiptesis, Engelsno poda evitar remitirse a losacontecimientos registrados en la revolucin centroeuropea de 1848-1849. De ah que trazara la escisin entre lasnaciones con potencial revolucionario encarnadas por Alemania y sus aliados, la Hungra deseosa de instaurar unGobierno progresista libre y una Polonia interesada en lograr su independencia nacional y aquellas naciones quetan solo pueden prestar un favor a las fuerzas de la contrarrevolucin lideradas por la Rusia zarista y el conjunto

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    de los pueblos eslavos que le oficiaban de squito. 28

    Lo que importa destacar en nuestro anlisis es el hecho de que, si bien no todas las nacionalidades parecan tenerderecho a exigir que se les concediera la independencia, ello se deba a que el objetivo nacional de la nacinsojuzgada podra entrar en oposicin con el objetivo clasista de la nacin sojuzgadora, y en tal caso, deban primarlos de esta ltima, ms desarrollada econmicamente que la primera, por razones de tctica que redundaban en elbeneficio de la clase trabajadora universalmente considerada. No es otro el motivo que explica el hecho de queMarxy Engelsse hubieran decidido a apoyar la existencia de una nacin polaca, al tiempo que rechazaban al

    menos en un primer momento el movimiento nacional irlands. Y es que el marxismo original no fue, ni busc serprecursor del Derecho de las Naciones a la Autodeterminacin tal como sera expresado por Lenin. La frmula dela lucha por la emancipacin nacional quedaba as delineada: para que fuera viable, la construccin de nacionesdeba estar sustentada en un desarrollo econmico avanzado. Es as como, en la esperanza de ver concretada larevolucin social que de por tierra con las formas comunitarias primitivas que constituyeron siempre una slidabase para el despotismo oriental 29, Marxcelebra la intromisin del libre comercio britnico en la India, pasible desentar las bases materiales de la sociedad occidental en Asia 30. Es decir que la independencia delsubcontinente asitico no era, desde el punto de vista revolucionario marxista, deseable bajo las condicioneshistricas analizadas.

    La formacin de un Estado nacional polaco habra servido inmediatamente a los intereses de la prspera nacin

    alemana, ya que habra significado un freno al despotismo exudado por la triada que conformaban Rusia, Prusia yAustria. Al cristalizarse antes y mejor que en cualquier otra parte la lucha de la democracia agraria la nicaposible en Europa oriental contra el absolutismo patriarcal-feudal 31, la unidad estatal de Polonia contribuira a laconformacin de una Alemania unida, independiente y democrtica. Por su parte, la integracin de pequeasnaciones de Austria y Turqua en el paneslavismo, bajo la gida del imperio ruso, haba fortalecido las fuerzasdespticas de los Habsburgo contra los elementos avanzados conformados por alemanes y magiares, para lapoca los nicos portadores posibles de la revolucin 32. De igual modo, la salvaguarda de la independencia turcase presentaba como una misin de suma importancia para el desarrollo econmico de Inglaterra en primer lugar,pero representaba sobre todo una necesidad para el desarrollo de la causa revolucionaria. Y es que la anexin deTurqua a manos del imperio ruso no poda sino perjudicar los intereses comerciales de aquella nacin en que lasfuerzas productivas del capitalismo se hallaban ms evolucionadas que en ningn otro lugar del mundo 33.

    El caso irlands represent la otra cara del problema planteado por las aspiraciones de independencia nacional. Eloven Marxconsideraba que, en las condiciones de atraso que acusaba el pequeo pueblo de Irlanda, la rupturacon el yugo ingls era un grave error que habra de repercutir en el retroceso de la lucha del proletariado irlands.Por eso Marxaconsejaba que se mantuviera la anexin con la principal potencia industrial, pues slo as podanlos trabajadores irlandeses obtener algunos beneficios materiales que no podran procurarse por su propia cuenta.Se esperaba que la liberacin del proletariado irlands fuera conquistada en Londres. No obstante, a partir de losaos cincuenta, Marxpondra la transformacin social irlandesa, que deba ser de cuo agrario, en manos delproletariado irlands 34. De este modo, era ahora la accin irlandesa la que, por representar una parte significativadel proletariado britnico, poda coadyuvar a acelerar la emancipacin de la clase obrera inglesa. Y es que en

    Irlanda la aniquilacin de la explotacin terrateniente corra con ventaja respecto de Inglaterra debido a que lalucha econmica conflua all con las potencialidades de la lucha nacional, siendo evidente que la aristocracia nopoda pretender siquiera disfrazarse con el ttulo de representante del pueblo irlands, pues esta clase se hallabaconformada a las claras por los opresores mortalmente odiados de una nacin 35.

    Hacindose eco de los estudios de caso realizados, Marxy Engelsarribaron a la conclusin de que, ante unasituacin de guerra entre naciones situacin que, dicho sea de paso, tendra lugar de un momento a otro, segn latendencia seguida por la confrontacin de intereses entre dos o ms burguesas de raigambre nacional losasalariados deberan consentir o protestar ante sus compatriotas burgueses, dependiendo en cada caso de laconveniencia que pudiera prestar uno u otro bando en la consecucin de los objetivos trazados por la estrategia dela revolucin social. Muy extraamente poda llegar el marxismo primigenio a conceder la razn a los movimientos

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    de independencia nacional que pretendieran arriesgar en su intento emancipador el avance de las economasnacionales ms adelantadas.

    Como se puede apreciar, la nacin es, dentro del esquema de pensamiento de Marxy Engels, una construccinhistrica, siendo que su existencia se inscribe en un tiempo histrico especfico que posibilita su surgimiento ydesarrollo. Esto ltimo rompa con aquella tradicin burguesa que consideraba las diferentes formaciones einstituciones humanas desde una perspectiva naturalizadora o azarosa, y no desde una percepcin pasible decomprenderlas como productos de la evolucin de la sociedad humana. Tanto es as que, cuando se encuentran

    ante el desafo de dar nacimiento a la Liga de los Comunistas, Marxy Engelsrechazan la mxima ecumnica dela anterior Liga de los Justos, la cual proclamaba que todos los hombres son hermanos 36. Su adopcin habrasignificado congraciar con un tipo de internacionalismo que por basarse en la fraternidad universal, es decir en unhecho no consumado, era puramente contemplativo. Al contrario, las naciones eran por entonces, cuando menosen Europa, una realidad concreta e ineluctable; en oposicin a la doxa de la poca, el marxismo propondr laconformacin de un internacionalismo de corte materialista. A partir de este momento, siempre que se refiera a lacuestin nacional, la atencin de la crtica socialista no emitir su discurso a partir del resultado, es decir desde lodado, sino que lo har focalizando el eje de problematizacin en el proceso de desarrollo, o sea desde el plano delo dable. Una excepcin a esta regla dentro de la plana mayor de la Segunda Internacional vino dada por elpensamiento austromarxista al sentar los cimientos necesarios para que dentro del marxismo se empezaran atomar en cuenta otras problemticas que corran el eje hacia otras dimensiones problemticas. De tal suerte, Karl

    Rennerincorpor el anlisis del principio territorial y, poco tiempo despus, Bauerpas a poner en primer plano laimportancia de las caractersticas culturales propias de cada nacin como requisito ineludible para la configuracinde la lucha de clases en cada nacin 37.

    Los dilemas del socialismo internacionalista alrededor de la cuestin colonial y el imperialismo

    La moral creada en el capitalismo se hallaba sometida a un avasallamiento permanente. El imperialismo al que sehaban entregado las naciones capitalistas ms desarrolladas solamente poda ser superado, al decir de Kautsky,a partir de la emancipacin conciente del proletariado internacional y de la imposicin de la nueva concepcinmoral, igualitaria, a la que dara lugar 38. Mientras tanto, el uso indiscriminado de la coercin por parte de lasnaciones ms poderosas creaba las bases de una paz mundial con la guerra mundial; la base de la solidaridad

    universal de las naciones con la explotacin universal de las naciones; la base para la insercin de todos los

    pases coloniales en la esfera de la civilizacin europea, sojuzgando a todos los pases coloniales con los peores

    medios violentos, brbaros y brutales 39. Como portavoz del internacionalismo, la socialdemocracia deba velarpor la solidaridad entre todas las naciones y las nacionalidades.

    Los mtodos sanguinolentos encontraran tambin la afrenta del revisionismo, no as la esencia del colonialismo.Insista esta corriente en aferrarse a la opinin de que el Manifiesto comunistahaba planteado la condicinaptrida del proletariado. El revisionismo se esforz por imponer una exgesis que destacaba el proceso endesarrollo de la cuestin nacional, lo que permita suponer que eventualmente, y a travs de participacinparlamentaria cada vez ms extendida en la esfera de la democracia capitalista, los trabajadores iran dandocuerpo a una patria que les perteneciera. Esta operacin intelectual, con su consecuencia lgica de considerar quelo til a la nacin sera til tambin al proletariado 40, tendra repercusiones inmediatas en el tratamiento de lacuestin colonial, problemtica que inevitablemente funcionaba ms como un anexo de la cuestin nacional quecomo un asunto escindido de ella. De este modo, recuperando la posicin ms tarda de Marxy Engelsa propsitde la cuestin irlandesa, el revolucionario republicano James Connollyadujo la imposibilidad de disociar la luchanacional anticolonialista de la lucha de clases. Lejos de ser percibido como una idealizacin mrbida del pasado,el nacionalismo irlands se mostraba como una va idnea a la hora de pensar respuestas para los problemaspolticos y econmicos que atravesaba la nacin en su dependencia con Inglaterra y que le impedan proyectarseautrquicamente hacia el futuro 41. En el planteo de Connolly, lo que diferenciaba el nacionalismo obrero delnacionalismo pequeo-burgus era el componente revolucionario presente en el primero 42. Asimismo,representativa de esta nueva perspectiva analtica dirigida a complejizar las cuestiones nacional y colonial fue la

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    vinculacin que procedi a efectuarse entre stas y el problema migratorio presente en aquellos casos en donde seconstituan latifundios que eran explotados con mano de obra barata provista desde el extranjero. Esta situacinparticular, denominada por Marxcomo colonizacin sistemtica 43, se daba a fines del siglo XIX y comienzos desiglo siguiente en pases jvenes como la Argentina, motivo por el cual el partido socialista de este pas realiz, atravs de su delegado en el Congreso de Amsterdam de 1904, una encendida intervencin en contra de laspolticas de inmigracinartificial emprendidas por el gobierno argentino y secundadas por agencias privadas ygobiernos de aquellas naciones europeas de las que procedan los trabajadores. 44

    Distinto era el tratamiento de la temtica colonial para quienes, como Ernest Belfort-Bax, y apuntando aconsideraciones econmicas antes que morales, cualquier progreso de la colonizacin representa un retroceso dela causa socialista, y, a la inversa, toda derrota de alguna potencia civilizada en su lucha contra los salvajes ybrbaros representa para la socialdemocracia, en la medida en que es consecuente, un triunfo de la causa

    socialista 45. Pero lo que ahora importa destacar es que el punto de vista del revisionismo acusaba lospreconceptos de un eurocentrismo que induca al rechazo de todo tipo de apoyo positivo por parte de lasocialdemocracia hacia cualquier exigencia emancipatoria que pudiese provenir de aquellos pases en dondeprimaran el atraso econmico y la ausencia de civilizacin. El derecho de autodeterminacin de las nacionesencuentra aqu lmites muy precisos, y son los mismos que reconoca el austromarxismo, pues consisten en lafacultad demostrada por los pueblos para llevar adelante el surgimiento y la consolidacin de una cultura nacional.

    Aunque Marxconsideraba que, por ser europea una y extraeuropea la otra, las cuestiones nacional y colonialestaban escindidas 46, y que deban, por tanto, ser analizadas individualmente, los socialistas de la SegundaInternacional adoptaron una posicin contraria, abogando por la unificacin en el trato de ambas problemticas. Deesta manera, la cuestin nacional apareca interpenetrada por la cuestin colonial en todos aquellos pases que noeran polticamente independientes. El Congreso de Stuttgart celebrado en 1907 constituy el espacio en que sesucedieron de manera ms abierta las disquisiciones sobre la problemtica colonial. La opinin predominante en eseno del socialismo se reparta en dos posiciones antagnicas. Una de ellas consista en advertir que la violenciaeuropea, a la que quedaba sujeta toda una serie de pueblos que se caracterizaba por su salvajismo natural,devena en instrumento vlido para la promocin del progreso social entre todos ellos; pero no slo los pueblosnativos, sino tambin los obreros de los pases que conducan la empresa imperialista se alzaran entre losbeneficiarios 47. La otra postura socialista a que dio lugar el colonialismo consisti en una suerte de humanitarismofilantrpico, fundamentado en sus reclamos por principios de ndole moral 48. El principio de internacionalismoproletario brillaba por su ausencia dentro de este panorama. Tal como afirm el estudioso del socialismointernacional G. D. H. Cole, en tanto no emergieron en las colonias y semicolonias movimientos socialistas omovimientos nacionales populares, los reclamos socialistas no lograron trascender el reformismo y se concentraroa exigir a sus explotadores un trato ms justo 49. Se mostraron especialmente sensibles a este tipo de reclamoslos socialistas holandeses e ingleses, quienes entendieron que la obligacin de sus partidos iba ms all del merorechazo de las administraciones colonialistas y les impulsaba a clamar por la introduccin de mejoras en lascondiciones materiales de existencia de los trabajadores de las colonias 50.

    Fue Leninel encargado de complejizar la polmica. Seal la importancia que revesta la toma de conciencia

    acerca del engao que supona una ganancia comn para el conjunto de la sociedad, tal como pretenda ensearel revisionismo, as como tambin dej al descubierto las limitaciones en la perspectiva de la izquierda radical quevea en ello la ganancia exclusiva de la burguesa. Afirmaba el dirigente ruso que a la par de las burguesascapitalistas, un sector privilegiado del proletariado tomaba parte en los dividendos que se originaban en ladominacin colonial.

    Por otra parte, el Congreso de 1907 no haba sido inmune a la proliferacin de expresiones nacionales que,producto tpico de la poca, se confundan hasta encarnar la forma de verdaderos sentimientos nacionalistas. Elgrueso de la socialdemocracia alemana hizo entonces el descargo al que hubo de permanecer fiel an en aquellosmomentos de alta conflictividad que bien pudieron haber estimulado la reformulacin que condujera a latransigencia: en caso de que estallara una guerra internacional el partido no se cuidara de prestar sus servicios

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    para la conservacin nacional. Abandonando definitivamente la coherencia en cuanto haca al plano de la lucha declases, el Partido Socialista Alemn no habra de perderla en relacin al posicionamiento asumido respecto de ladefensa patritica.

    Se observa as que el internacionalismo socialista no constitua tampoco un grupo homogneo. En tanto que elsector encabezado por Luxemburgose mostraba intransigente en su rechazo hacia la idea de nacin 51, Leninera propenso a abrir el juego para conceder a la lucha de los pueblos por su autonoma cierta capacidad deincentivar la lucha por la revolucin social. Una vez ms el principio de causalidad que atraviesa esta compulsa

    viene dado por el reconocimiento o el rechazo de las potencialidades revolucionarias del proletariado de los pasesatrasados 52. De esta manera, las relaciones que pudieron mantener estos miembros del ala izquierda de laInternacional con Lenin, ya bastante deterioradas a partir de 1912, no arrojaron ningn resultado de envergadura.En relacin a la corriente central del pensamiento marxista clsico, Daniel Lvovichsintetiza el emprendimiento poella asumido, advirtiendo que si result infructuoso fue debido a las diversas formas de evolucionismo,epifenomenalismo, reduccionismo y eurocentrismo que presenta 53.

    Sostenemos aqu por cuanto se ha dicho que no es la guerra la que contagia el nacionalismo en los partidossocialistas, sino que es el nacionalismo ya existente y en proceso de maduracin el que induce a lasocialdemocracia a votar afirmativamente los crditos de guerra. La proyeccin de corte nacional contenida en losnuevos programas de organizacin y accin poltica, en medio de una coyuntura de reformulaciones poltico-

    espaciales, no poda evitar convertirse en parte importante de la cuota de nacionalismo que le toc administrar a lasocialdemocracia. El espritu bajo el cual se combin el binomio entre nacionalismo e internacionalismo en elpensamiento compartido por el conglomerado socialista queda sintticamente expuesto en las palabras deKautsky: la propaganda socialista y su organizacin, aun cuando internacional por su contenido, debe sernacional por su forma54. El crecimiento universal del proletariado hace posible que todos puedan captar losmensajes difusivos emitidos por la prdica socialista. Sin embargo, esa difusin debe ser realizada en lenguamaterna, pues de lo contrario sera ininteligible. Ahora bien, cuando se pretendi aplicar la sntesis de elementospropios del nacionalismo con aquellos que daban forma al internacionalismo para el diseo de una prctica polticaque se sustentaba en el empleo de la coercin fsica, el factor prescriptivo del postulado kautskiano no pudo yacomulgar con quienes advertan en ello la cada en una inconsistencia lgica y decidan actuar en consecuencia.En otras palabras, si la tentacin de acoger el nacionalismo como una ideologa y un programa en lugar deaceptarlo de forma realista como un hecho 55poda constituirse en el ms grave perjuicio contenido en torno de laproblemtica nacional para los propsitos de la militancia socialista, cierto es que logr hacer mella en su centrovital mismo.

    Los partidos socialistas operaban dentro de los marcos conformados por la lgica de las naciones, y al hacerlodaban su consentimiento a la ideologa burguesa que forja en la nacin a su sujeto poltico ms logrado. Enconsecuencia, se puede concluir que el estallido de la primera guerra mundial exacerba los sentimientoscomprendidos en el imaginario nacionalista, pero de ninguna manera es l quien los crea. Y la adopcin de unsistema de representaciones que no le perteneca conllev a que los partidos de la clase obrera decidieran tomarparte en un compromiso poltico que exiga su sumisin a los correspondientes estados nacionales. La

    socialdemocracia acept el desafo, y al hacerlo qued vedada la posibilidad de llevar a cabo su objetivo msambicioso: producir la revolucin social. Jacques Drozlo sintetiza muy bien al apuntar que la guerra apareca alos obreros de los diversos pases, no como una guerra imperialista, sino como una guerra defensiva por tanto

    como una guerra justa, segn la terminologa socialista 56.

    El Congreso de Pars de 1900 haba dispuesto la prohibicin para los socialistas de tomar parte en Gobiernosburgueses. Sin embargo se contempl la posibilidad de que la exhortacin quedase sin efecto en forma transitoriaante la excepcionalidad de las circunstancias que as lo requirieran, pero finalmente la laxitud de esta enmienda diova libre para la evasin del acuerdo interno, hasta quedar ya sin efecto cierto a partir del estallido de la GranGuerra. Aunque el socialismo no estuviese dispuesto a reconocer el lugar que ocupaba el revisionismo dentro de laInternacional, lo cierto es que su gravitacin acab siendo definitoria en el curso de los acontecimientos que

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    signaron la vida del movimiento socialista.

    La experiencia abierta con la Primera Guerra creaba una situacin demasiado nueva como para que se pudieraemprender algn tipo de accin probada. Prcticamente todo estaba por hacerse a este respecto. Y as es comopuede un representante recalcitrante del internacionalismo justificar el uso de las armas con fines defensivos. JoseStrasserpensaba que era un derecho proletario, y no nacional, el que sera vulnerado en caso de una nacinresultara agredida por otra. La burguesa intentara, junto con el proletariado, repulsar a los agresores, pero cadaquien lo hara con motivos propios e intransferibles 57. Le escapa a Strasseruna pregunta tan crucial como obvia

    bajo qu pretexto, en primera instancia, habra podido la nacin agresora reclutar para sus filas una cantidadnunca antes vista de hombres dispuestos a dar la vida, siendo que dicha magnitud era comprendida principalmentepor trabajadores, cuyo motivo de reclutamiento no consista precisamente en la liberacin de la clase obrera de lanacin atacada? Si no se formula este interrogante no puede llegar a conocerse la motivacin que impuls a laporcin ms desarrollada del proletariado mundial a tomar parte en una lucha que, a primera vista, no pareca tenecorrespondencia con sus intereses de clase. Y es que responder el interrogante habra significado reconocer que eproceso de nacionalizacin estaba recogiendo sus primeros frutos en el conflicto blico, con lo cual toda la teoramantenida por un sector popular del internacionalismo se desvanecera en el aire. Est claro que es difcil sostenerque el estallido de la guerra de 1914 revisti en sus inicios un carcter defensivo.

    El mayor esfuerzo del internacionalismo que negaba cualquier concesin a las autonomas nacionales, predijo que

    si bien podran sucederse algunas excepcionalidades de tipo transitorio, lo cierto era que los intereses econmicossiempre se impondran por sobre los intereses nacionales, puesto que individuos aislados se pueden desprenderde su clase; la masa no 58. La guerra dio por tierra con esta presuncin. El proceso revolucionario abierto enRusia demostr la capacidad prctica del autonomismo nacional que el bolchevismo o mejor, el sectorbolchevique ms cercano a Lenin vena promocionando desde 1915.

    Leninno descartaba el hecho de que la poblacin civil se hubiera visto afectada por la proliferacin de lossentimientos nacionales caractersticos de la poca. Pero en lugar de negarle una respuesta a sus implicaciones yomitir las interacciones pertinentes a su desarrollo, el pensamiento leninista intent poner la cuestin nacionalsobre la palestra del programa poltico socialista, advirtiendo la posibilidad de que adquiriera, en determinadascondiciones, un matiz positivo, favorable al proceso de la lucha de clases. Escribiendo a pedido de Lenin, llega

    Stalina hacerse eco en su anlisis de esta misma realidad, que, si bien presente en el derecho deautodeterminacin, se hallaba silenciado en las interpretaciones correspondientes a la izquierda socialdemcrata:

    La burguesa de la nacin oprimida, que se ve acosada por todas partes, entra, naturalmente, en movimiento.Apela a los de debajo de su pas y comienza gritar acerca de la patria, queriendo hacer pasar su propia causapor la causa de todo el pueblo. Recluta para s un ejrcito entre sus compatriotas en inters de la patria. Y losde abajo no siempre permanecen sordos a sus llamadas, y se agrupan en torno a su bandera: la represin dearriba les afecta tambin a ellos, provocando su descontento 59.

    Cunto de esta realidad, aunque con actores poltico-sociales distintos, quedara en pie en la Rusia sovitica alalzarse Stalincon el poder, cunto de ella podra verse reflejado mediante la construccin del socialismo en un so

    pas, es una problemtica compleja que acompaar la vida de la Tercera Internacional.

    Conclusiones

    La conformacin del capitalismo como modo de ordenamiento de las fuerzas productivas y de las relaciones deproduccin brind el marco para las condiciones que condujeron al surgimiento de grandes mercados. Lasnaciones fueron un producto tanto del desarrollo capitalista como lo fue el proceso formativo de un movimientoobrero de masas, que correspondi, a su vez, con el proceso de nacionalizacin de masas. Las complejidadescaractersticas del mundo contemporneo conllevan, como arguye Gellner, la constancia de que lasgeneralizaciones sin excepcin al macronivel de instituciones y agrupaciones rara vez son posibles, si es que lo

    son, pero ello no impide que las tendencias generalizadas, como el nacionalismo, sean patentes o

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    sociolgicamente explicables 60. Creemos, por ende, que es posible extraer a partir de la multiplicidad de vocesalgunas conclusiones generales que dan sentido a la capacidad de respuesta bifronte con que el socialismo abordla cuestin nacional en los precisos momentos en que sta ms se radicalizaba.

    El mundo intelectual del socialismo no poda permanecer inalterable ante la muestra de inestabilidad poltico-sociaque imprima la sucesin de eventos inditos de enorme trascendencia. Las respuestas que se ensayaron tuvieronen no pocas oportunidades un sesgo improvisado. La formulacin y reformulacin de concepciones dispares estaba la orden del da. El propio Herv, vale recordar, decidi que los tiempos de guerra hacan propio cambiar el

    nombre al rgano de prensa que durante agudas confrontaciones haba empleado para canalizar sus protestas: elmismo pas de llamarse La guerra sociala llevar por nombre La victoria.

    Como producto histrico susceptible de experimentar los ms sensibles cambios en su significado, hacia 1870 lanacionalizacin de masas haba dado en Europa con una nueva forma de entender y de sentir la pertenencianacional. La expansin de la nacin, a partir de entonces, incluye de pleno derecho a las clases bajas, clausurandolas restricciones hasta entonces vigentes 61. En este contexto y segn hemos advertido en este trabajo, ladedicacin de los esfuerzos intelectuales vertidos por los socialistas de la Segunda Internacional en torno de lacuestin nacional no tena por objeto la satisfaccin de inquietudes abstractas derivadas de la emergencia defenmenos histrico-sociales novedosos, sino que en primera instancia radic en la necesidad de dar resolucin alas problemticas de origen poltico y organizativo que el proceso de formacin de naciones planteaba. Sin que

    mediara la posibilidad de recurrir a paradigmas tericos preexistentes slidamente constituidos, los socialistas defines del siglo XIX se encontraron en la necesidad de llenar ese vaco. De tal suerte, Marxpoda en su tiemposuponer que la irrefrenable expansin planetaria del capitalismo, a travs de sus leyes inherentes de movimiento,habra de afectar los lazos culturales y materiales existentes a niveles nacional o local, lo cual traera aparejado, encontraposicin, un incremento del cosmopolitismo que redundara en el fortalecimiento de los lazos de solidaridadclasista entre los obreros 62.

    Los hechos sociopolticos a que dio lugar el avance del proceso de nacionalizacin de las masas eran ya porentonces una realidad asentada e insoslayable. La naturaleza de la Segunda Internacional no escap tampoco aesta transformacin. Organizada alrededor de grandes partidos nacionales que hicieron de ella un foro donde eraposible discutir las problemticas ms acuciantes a los fines de conducir la emancipacin de la clase trabajadora, l

    Segunda Internacional a diferencia de lo que haba sucedido con la Primera y habra de volver a ocurrir con laTercera no dispuso bajo ninguna circunstancia el cumplimiento frreo de principios ni de normativas que debieranregir la accin de los distintos partidos que la componan 63. Cada partido socialista nacional gozaba deindependencia respecto de sus pares. En consecuencia, mltiples fueron las posibles respuestas que caba esperafueran ensayadas al momento de vislumbrar soluciones a cuestiones compartidas. La problemtica nacional fueuna de aquellas, si bien los partidos socialistas tendieron a actuar en bloque, respondiendo casi en forma unnimeal llamamiento blico lanzado por los gobiernos de sus respectivos pases. El resquebrajamiento de la SegundaInternacional devino no de la diferencia de criterios oficialmente asumidos, sino de las disidencias internas quedieron lugar a la conformacin de una oposicin que no estuvo dispuesta a continuar integrando un proyectopoltico en el cual las posiciones no eran solamente encontradas, sino adems irreconciliables.

    Por razones cronolgicas hemos dejado fuera de este estudio el anlisis pormenorizado correspondiente a lasideas de Lenin, las cuales constituyen una bisagra fundamental a la hora de entender la relacin del socialismomarxista con la cuestin nacional al punto de representar un quiebre y un momento fundacional para los principiosinternacionalistas que acabaron primando en la constitucin de la Tercera Internacional. Queda pendiente para unprximo estudio, por lo tanto, el abordaje de estas problematizaciones fundamentales, especialmente consolidadastras las conferencias de Zimmerwaldy Kienthal.

    NOTAS

    1. Georges HAUPT y Claudie WEILL, Marx y Engels frente al problema de las naciones, en Karl MARX y FriedrichENGELS, La cuestin nacional y la formacin de los estados, Mxico, Cuadernos de Pasado y Presente, 1980, p.

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    2. Un buen anlisis sobre la dificultad presente en las distintas proyecciones tericas que intentaron definirconceptualmente la nacin y el nacionalismo lo constituye Gil DELANNOI y Pierre-Andr TAGUIEFF (comps.),Teoras del nacionalismo, Barcelona, Paids, 1993; sobre todo G. DELANNOI, La teora de la nacin y susambivalencias, pp. 9-17; y Christophe JAFFRELOT, Los modelos explicativos del origen de las naciones y delnacionalismo. Revisin crtica, en Ibd., pp. 203-254. Tambin representan un significativo aporte en el sentidoindicado, entre otros, los recorridos intelectuales trazados por Hans KOHN, El nacionalismo. Su significado y su

    historia, Buenos Aires, Paids, 1966; Anthony SMITH, Las teoras del nacionalismo, Barcelona, Pennsula, 1976[1971]; A. SMITH, Nationalism and classical social theory, The British Journal of Sociology, vol. XXXIV, n. 1, marz1983; A. SMITH, National Identity, Reno, University of Nevada Press, 1991; John HUTCHINSON y A. SMITH (eds.)Nationalism, Oxford/Nueva York, Oxford University Press, 1994; Eric HOBSBAWM, Naciones y nacionalismo desde1780, Barcelona, Crtica, 2000 [1991]; Eric HOBSBAWM y Terence RANGER (eds.), The invention of tradition,Cambridge, Cambridge University Press, 1983; Benedict ANDERSON, Comunidades imaginadas. Reflexionessobre el origen y la difusin del nacionalismo, Mxico, FCE, 1993 [1983]; Michael MANN, The Sources Of SocialPower. Volume II: The Rise Of Classes And Nation-States, 1760-1914, Nueva York, Cambridge University Press,1993; Ernest GELLNER, Naciones y nacionalismo, Buenos Aires, Alianza, 1991 [1983]; E. GELLNER, Encuentroscon el nacionalismo, Madrid, Alianza, 1995 [1994].

    3. Leonardo PAGGI, Intelectuales, teora y partido en el marxismo de la Segunda Internacional. Aspectos yproblemas, en Max ADLER, El socialismo y los intelectuales, Mxico, Siglo XXI, 1980, p. 15.

    4. En este sentido, recuperando el estudio de Adrian HASTINGS The Construction of Nationhood. Ethnicity, Religioand Nationalism, Toms PREZ VEJO advierte que una de las deudas impostergables tiene pendientes el campohistoriogrfico reside en la necesidad de analizar el surgimiento de las naciones no desde la discusin terica, sincomo demostracin prctica; no ya en el campo de la teora poltica sino en el de la historia. (La construccin delas naciones como problema historiogrfico: el caso del mundo hispnico, en Historia Mexicana, vol. LIII, no. 2,octubre-diciembre, 2003, p. 282).

    5. Eric HOBSBAWM, Marxismo e historia social, Mxico, Universidad Autnoma de Puebla, 1983, p. 140. Fue

    Anthony SMITH quien, efectuando una crtica al mtodo analtico marxista, ha sealado que the difficulty withtreating social class as a basis for an enduring collective identity is its limited emotional appeal and lack of culturaldepth (National Identity, p. 5). Este autor ha dirigido una parte central de sus estudios a profundizar sobre laimportancia de la cultura en el surgimiento y consolidacin de las naciones: I defined the category of the nation asa named and self-defining human community, whose members cultivate shared myths, memories, symbols, valuesand traditions, reside in and identify with a historic homeland, create and disseminate a distinctive public culture,and observe shared customs and common laws (Anthony SMITH, The Cultural Foundations of Nations. Hierarchy,Covenant, and Republic, Oxford, Blackwell Publishing, 2008, p. 184).

    6. Max BEER, Historia General del Socialismo y de las luchas sociales, Buenos Aires, Nueva Era, 1957, p. 295.

    7. Cf. Gustave HERV, La patria de los ricos, Barcelona, F. Granada y Ca., s/f.

    8. James JOLL, La II Internacional. 1889-1914, Barcelona, Icaria, 1976 [1955], p. 103.

    9. Salomon F. BLOOM, El mundo de las naciones. El problema nacional en Marx, Buenos Aires, Barcelona, 1975[1941], p. 96.

    10. Leszek KOLAKOWSKI, Las principales corrientes del marxismo. Su nacimiento, desarrollo y disolucin. Tomo ILa edad de oro, Madrid, Alianza, 1985 [1976], p. 52.

    11. Donald SASSOON, Cien aos de socialismo, Barcelona, Edhasa, 2001 [1996], p. 44.

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    12. Reproducido por Amaro DEL ROSAL, Los congresos obreros internacionales en el siglo XX: de 1900 a 1950,Mxico, Grijalbo, 1963, p. 69.

    13. CF. Vladimir I. LENIN, El Congreso Socialista Internacional de Stuttgart, Obras completas, t. XIII, BuenosAires, Cartago, 1969 [1907], pp. 74-87.

    14. S.a, El movimiento obrero internacional. Historia y teora, t. III, Mosc, Progreso, 1983, p. 537.

    15. Al estallar el conflicto europeo, la posicin de Plejnov habra de desdear su pacifismo militante previo,

    reemplazado ahora por una justificacin inapelable de la guerra defensiva. El motivo de la transmutacin resida enla creencia de que una victoria alemana implantara en el movimiento socialista internacional el reinado de laderecha del SPD, al tiempo que coartara las posibilidades de desarrollo econmico de las naciones derrotadas.Para una lectura profunda sobre el accionar de Plejnov durante la guerra, cf. Samuel H. BARON, Plejnov. Elpadre del marxismo ruso, Mxico, Siglo XXI, 1976 [1966], pp. 417-441.

    16. LEN TROTSKY, La Guerra y la Internacional, Buenos Aires, Ediciones del Siglo, 1973 [1914], pp. 37-39.

    17. Karl KAUTSKY, Nuestro punto de vista sobre el patriotismo y la guerra, citado por LENIN en El militarismobelicoso y la tctica antimilitarista de la socialdemocracia, Obras completas, t. XV, 1970 [1908], p. 203. En estesentido, John BREUILLY observa que esta distincin entre guerra defensiva y guerra ofensiva no tena para el

    movimiento obrero ms que un sentido moral y que por su intervencin podan los Gobiernos recurrir a la agresinexterna real o potencial para obtener el apoyo de la clase obrera (Nationalism and the State, Manchester,Manchester University Press, 2001 [1993], p. 39).

    18. Leopoldo MRMORA, Introduccin, en VVAA, La segunda Internacional y el problema nacional y colonial(Primera parte), Cuadernos de Pasado y Presente, n. 73, p. 27.

    19. Agnes HELLER y Ferenc FEHR, Anatoma de la izquierda occidental, Barcelona, Pennsula, 1985, p. 214.

    20. E. HOBSBAWM, La era del imperio, 1875-1914, Barcelona, Crtica, 1999 [1987], p. 159. A este respecto, Anne-Marie THIESSE afirma que, si en un principio no parecen tener nada en comn un junker prusiano con un

    campesino bvaro, es con el proceso de creacin de las identidades nacionales que se acaba por forjar, luego deun siglo que implica la realizacin de un intenso trabajo pedaggico, un patrimonio material y simblico compartidoentre ellos. Es entonces cuando el estado logra supeditar a la nueva identidad nacional todas aquellas identidadespreexistentes basadas en el status social, la religin y la pertenencia a una comunidad local restringida [traduccinnuestra](Des fictions cratrices: les identits nationales, Romantisme, vol. 30, no. 110, 2000, p. 52). Para unalectura profundizada sobre el desarrollo de los procesos histricos implicados en la creacin de las identidadesnacionales en Europa cf. A.-M. THIESSE, La cration des identits nationales, Europe, XVIII-XXsicle, Pars,ditions du Seuil, 1999.

    21. Cf. Rosa LUXEMBURGO, El Folleto Junius: la crisis de la socialdemocracia alemana, Obras escogidas, t. II,Buenos Aires, Fundacin Pluma, 1976 [1916], p. 57.

    22. ANDERSON, Comunidades imaginadas, p. 123.

    23. Cada generacin construye su propio mapa cognitivo de la nacin, si bien lo hace en el seno de una matrizheredada, articulada en torno de una serie de especficos complejos mtico-simblicos. Ramn MIZ,Nacionalismo y movilizacin poltica: Un anlisis pluridimensional de la construccin de las naciones, en AnthonySMITH y Ramn MIZ, Nacionalismos y movilizacin poltica, Buenos Aires, Prometeo, 2003, p. 56.

    24. Ephraim NIMNI, Marxism and Nationalism: Theoretical Origins of a Political Crisis, London, Pluto Press, 1994[1991], pp. 23-24; Daniel LVOVICH, De la determinacin a la imaginacin: las teoras marxistas del nacionalismo.Una interpretacin, tesis de Maestra en Ciencias Sociales, Buenos Aires, FLACSO, 1997, p. 15. Este principio qu

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    establece la distincin entre naciones, al tiempo que advierte sobre la necesidad de librar el enfrentamiento entreellas, y que se halla en las antpodas de la postura pacifista que conduca Mijail Bakunin, queda ilustrado en lassiguientes palabras de F. ENGELS: A travs de una dolorosa experiencia se aprendi que la confraternizacin delos pueblos europeos no se llevar a efecto con mero palabrero y deseos piadosos, sino slo medianterevoluciones radicales y cruentas luchas; que no se trata de una confraternizacin de todos los pueblos europeosbajo una bandera republicana, sino de la alianza de los pueblos revolucionarios contra los contrarrevolucionarios,alianza que no se llevar a efecto en el papel, sino slo en el campo de batalla (MARX y ENGELS, La cuestinnacional, p. 107 [1849]).

    25. BLOOM, El mundo de las naciones, p. 29.

    26. Karl MARX y Friedrich ENGELS, Manifiesto Comunista, Buenos Aires, Cuadernos Marxistas, 1998 [1848], p. 39

    27. Horace DAVIS, Nacionalismo y socialismo. Teoras marxistas y laboristas sobre el nacionalismo hasta 1917,Barcelona, Pennsula, 1972 [1967], p. 31.

    28. La convergencia entre el paradigma hegeliano y la teorizacin engelsiana sobre las nacionalidades quedademostrada a travs de la extensa documentacin reunida en la obra de Roman ROSDOLSKY, Friedrich Engels yel problema de los pueblos sin historia, Mxico, Cuadernos de Pasado y Presente, no. 88, 1980 [1964]. Asimismoy a modo de sustentacin de la postura que encuentra en los pueblos carentes de grandes estados el germen de la

    contrarrevolucin, se advierte que no son slo los eslavos del sur los destinatarios de la desaprobacin engelsianaEn nombre de la civilizacin y del progreso, del derecho del desarrollo histrico, es legtimo proclama Engelsque Alemania se apropie de Schleswig, lo mismo que Francia se apropi de Flandes, de Alsacia y de Lorena, yantes o despus se apropiar de Blgica, lo mismo que los Estados Unidos se han apropiado de California y otrosterritorios mexicanos ( Fernando CLAUDN, Marx, Engels y la revolucin de 1848, Madrid, Siglo XXI, 1985 [1975],p. 341).

    29. K. MARX, La dominacin britnica en la India, en Karl MARX y Friedrich ENGELS, Acerca del colonialismo,Mosc, Progreso, 1981 [1853], p. 24.

    30. K. MARX, Futuros resultados de la dominacin britnica en la India, en ibid., p. 48 [1853].

    31. F. ENGELS, El debate sobre Polonia en Francfort, en ibid., p. 68 [1848].

    32. F. ENGELS, La lucha magiar, en ibid., pp. 95-105 [1849]. Al contrario de lo realizado por las naciones conhistoria, los paneslavistas claman por la formacin de estados nacionales autnomos en lugar de aspirar a larevolucin en primera instancia. F. ENGELS, El paneslavismo democrtico, en ibid., p. 121 [1849].

    33. F. ENGELS, El verdadero problema en Turqua, en ibid., pp. 206-209 [1853].

    34. En su carta a MARX del 23 de mayo de 1856, ENGELS advierte en forma explcita sobre el carcterexcluyentemente negativo de la dominacin inglesa que conduce a todas las clases sociales de Irlanda a la

    miseria, y hacia fines de noviembre de 1867 Marx prioriza la necesidad de que Irlanda conquiste su propiaindependencia. Karl MARX y Friedrich ENGELS, Obras escogidas, t. VIII, Buenos Aires, Ciencias del Hombre,1973, pp. 83-85 y pp. 192-193, respectivamente. Esta ltima opinin fue la que conserv MARX hasta su muerte,vindose incluso profundizada cuando, en septiembre de 1871, percibi un avance de la Internacional Socialistatanto entre los irlandeses emigrados a Inglaterra como entre los irlandeses residentes en su pas de origen (K.MARX y F. ENGELS, Informe oficial del Consejo general de Londres, ledo ante el Congreso Internacional de LaHaya el 5 de septiembre de 1872, en K. MARX y F. ENGELS, Materiales para la historia de Amrica Latina,Crdoba, Cuadernos de Pasado y Presente, 1975, p. 316). Es necesario destacar, siguiendo la apreciacin deGeorges HAUPT, que los importantes escritos referidos a la causa irlandesa fueron en gran medida desconocidospor los socialistas de la Segunda Internacional (Los marxistas frente a la cuestin nacional: La historia delproblema, en Georges HAUPT y Michael LWY, Los marxistas y la cuestin nacional, Barcelona, Fontamara,

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    1980, pp. 13-14).

    35. Carta de MARX a Kugelmann, 29 de noviembre de 1869, en MARX y ENGELS, Obras escogidas, p. 231. Elconvencimiento de MARX sobre la nueva misin histrica adjudicada al proletariado irlands se volvera absoluto:Despus de trabajar durante muchos aos en la cuestin irlandesa escribe a los socialistas alemanes Meyer yVogt el 9 de abril de 1879, he llegado a la conclusin de que el golpe decisivo contra las clases dominantesinglesas (y ser decisivo para el movimiento obrero de todo el mundo) no puede ser asestado en Inglaterra sinosolamente en Irlanda (Ibid., p. 238).

    36. Jean TOUCHARD, Historia de las ideas polticas, Madrid, Tecnos, 1999, p. 483.

    37. Karl RENNER, Estado y nacin. Acerca de la cuestin austraca de las nacionalidades, en VVAA, La SegundaInternacional y el problema nacional y colonial (Primera parte), pp. 145-177 [1899].; O. BAUER, Observacionessobre la cuestin de las nacionalidades, en VVAA, La Segunda Internacional (Segunda parte), pp. 172-185[1908]. Anthony SMITH y Ephraim NIMNI han sealando que tan slo Karl RENNER y sobre todo Otto BAUERhaban logrado escapar a los lmites polticos, histricos y territoriales contenidos en el abordaje marxista hacia laNACIN (A. SMITH, Myths and Memories of the Nation, Oxford, Oxford University Press, 1999, p. 35; NIMNI,Marxism and Nationalism, p. 43; Ephraim NIMNI, Introduction. The national cultural autonomy model revisted,en E. NIMNI (ed.), National Cultural Autonomy and its Contemporary Critics, London and New York, Routledge,

    2005, pp. 1-12).38. Siguiendo a Roman SZPORLUK, GELLNER seala que esta nueva moral, indisociable de la eliminacin de ladivisin en clases sociales pero tambin de la divisin en naciones, constituye la mayor de las equivocaciones delsistema filosfico marxista. Que el comunismo panhumano propuesto por MARX y ENGELS se apoye en la accinlibre, espontnea e individual que forma aquella mano invisible reservada por el liberalismo para el mbito de laeconoma para dar origen a una nueva forma de organizacin poltica habilitada para reemplazar a las naciones,se le aparece a GELLNER como la falla crucial que atenta contra la coherencia interna de todo el predicamentomarxista (Encuentros con el nacionalismo, pp. 19-35).

    39. K. KAUTSKY, Etica y concepcin materialista de la historia, Crdoba, Cuadernos de Pasado y Presente, 1975

    [1906], p. 106.40. MRMORA, Introduccin, p. 10.

    41. J. CONNOLLY, Socialism and Nationalism, en Peter BERESFORD ELLIS (ed.), Selected Writings, London,Pluto Press, 1997 [1897], pp. 121-124.

    42. Cf. Ren GALLISSOT, Nacin y nacionalidad en los debates del movimiento obrero, en Eric HOBSBAWM etal. (eds.), Historia del marxismo. El marxismo en la poca de la II Internacional (4), vol. 6, Barcelona, Bruguera,1981 [1978], pp. 185-187.

    43. Karl MARX, El Capital, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1999 [1867], pp. 650-658.

    44. Maria Grazia MERIGGI, L Internazionale degli operai. Le relazioni internazionali dei lavoratori in Europa fra lacaduta della Comune e gli anni 30, Milano, Franco Angeli, 2014, pp. 55-56. Sobre el debate migratorio propuestopor el Partido Socialista Argentino en el Congreso Socialista de Amsterdam, CF. Patricio GELI, El Partido Socialisty la II Internacional: la cuestin de las migraciones, en Hernn CAMARERO y Carlos Miguel HERRERA (eds.), ElPartido Socialista en Argentina. Sociedad, poltica e ideas a travs de un siglo, Buenos Aires, Prometeo, 2005, pp.121-143.

    45. Ernest BELFORT-BAX, Poltica colonial y chovinismo, en VV AA, La Segunda Internacional y el problemanacional y colonial (Segunda parte), Mxico, Cuadernos de Pasado y Presente, no. 74, 1978, pp. 64-65.

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    46. Elas PALTI, Aporas. Tiempo, Modernidad, Historia, Sujeto, Nacin, Ley, Buenos Aires, Alianza, 2001, p. 198.

    47. El principal exponente de esta corriente es categrico al respecto, segn puede apreciarse en EduardBERNSTEIN, Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia. Problemas del socialismo. Elrevisionismo en la socialdemocracia, Mxico, Siglo XXI, 1982, pp. 53-76, pp. 240-242; E. BERNSTEIN, Lasocialdemocracia alemana y los disturbios turcos, en VVAA, La Segunda Internacional (Segunda parte), pp. 48-49.

    48. Se concentr KAUSTKY en recriminar la futilidad del emprendimiento colonial en Africa, aludiendo al hecho deque en tal forma los beneficios registrados por la balanza comercial entre las metrpolis y la regin colonizada nosufran mayores variaciones con el reemplazo de aquella situacin previa en que rega el liberalismo econmico, etanto que s se obligaba a los trabajadores a cargar en gran medida con los costos de la empresa (Vieja y nuevapoltica colonial, en VVAA, La Segunda Internacional (Primera parte)., pp. 74-107).

    49. G. D. H. COLE, Replanteo del Socialismo Internacional, Buenos Aires, Ediciones Populares Argentinas, 1957,p. 24.

    50. JOLL, La II Internacional, p. 118.

    51. Siendo que Polonia era por entonces una de las regiones ms industrializadas del Imperio ruso, Luxemburgo s

    opona a su independencia nacional, entendiendo que la misma implicara para los productores polacos dematerias primas la prdida de su mercado ms importante. Para ella, los movimientos nacionales no guardabanuna relacin inmediata con la lucha nacional, puesto que en la medida en que la lucha de emancipacin de la clasobrera fuese cada vez ms victoriosa y la propia clase obrera adquiriese cada vez ms influencia, los obrerospolacos sentiran cada vez menos la necesidad de tender a la construccin de un estado autnomo, en inters desu liberacin (Rosa LUXEMBURGO, El desarrollo industrial de Polonia y otros escritos sobre el problema nacionaMxico, Cuadernos de Pasado y Presente, no. 71, p. 186 [1895-96]).

    52. Para una aproximacin sobre la originalidad leninista en su confrontacin con los modelos tericos msrecurridos por el marxismo, as como sus implicaciones ms trascendentes, puede consultarse GeorgeLICHTHEIM, El marxismo. Un estudio histrico y crtico, Barcelona, Anagrama, 1971 [1964], pp. 405-417.

    53. LVOVICH, De la determinacin a la imaginacin, p. 9.

    54. K. KAUTSKY, Nacionalidad e internacionalidad, en VVAA, La Segunda Internacional (Segunda parte), p.154.

    55. Eric HOBSBWAM, Poltica para una izquierda racional, Barcelona, Crtica, 2000 [1989], p. 109.

    56. Jacques DROZ, Historia general del socialismo, Barcelona, Edima-Edicin de Materiales, 1968, p. 169.

    57. El obrero y la nacin, en VVAA, La Segunda Internacional (Segunda parte), p. 207.

    58. Ibid., p. 230.

    59. J. STALIN, El marxismo y el problema nacional, en El marxismo y el problema nacional y colonial, BuenosAires, Problemas, 1946 [1913], p. 24. El corolario al que arriba STALIN en su discusin con el austromarxismo,descalificando el concepto de comunidad de cultura, no es el mismo al que haba llegado LENIN, pues consiste enadvertir que son los movimientos de emancipacin regional, de unidades territorialmente definidas, y no losmovimientos de emancipacin nacional, los que pueden, en algunos casos, servir a la causa revolucionaria delproletariado. Est claro, en consecuencia, que toda opinin vertida en favor de un supuesto acatamiento por partedel dirigente georgiano hacia un hipottico plan de trabajo trazado por el lder bolchevique carece defundamentacin cientfica. Acaso la versin que ms ha trascendido a este respecto, y que sirve de paradigma la

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    situacin descripta, venga dada por Isaac DEUTSCHER en su obra Stalin. Biografa poltica, Mxico, EdicionesEra, 1988. Por otra parte, Maxime RODINSON seala las reservas que tuvo LENIN en su recepcin de lainvestigacin de STALIN, desconocindola incluso como intervencin vlida en un debate que para l se librabaentre Bauer-Renner y Kautsky (Sobre la cuestin nacional, Barcelona, Anagrama, 1975, p. 27 y nota a pie depgina).

    60. GELLNER, Naciones y nacionalismo, p. 177.

    61. Cf. HOBSBAWM, Naciones y nacionalismo desde 1780, pp. 111-140.

    62. Esta percepcin es considerada por Gopal BALAKRISHNAN como aquella parte del sistema de pensamientomarxista que ha cado en el mayor descrdito en la actualidad (The National Imagination, en GopalBALAKRISHNAN (ed.), Mapping the Nation, Londres y Nueva York, Verso [1996], 2012, p. 199).

    63. Cf. Annie KRIEGEL, Las Internacionales Obreras, Barcelona, Ediciones Martnez Roca, 1968 [1964].

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