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     La experiencia del psicoanálisis supone para el  hombre —animal  "crítico", es decir, enfrentado a la crisis en suvida interior y en su vida social— un triple reencuentro

     consigo mismo: como sujeto de sus deseos, de su con tinuidad y de sus rupturas. La palabra y el pensamiento lo

     forman y lo transforman, restablecen en él y en torno de él

    los lazos simbólicos, y elaboran esas: rupturas haciendo posible la  reparación, el cambio y la creación.

     La finalidad de esta obra es investigar los procesos intra-

     psíquicos, interpersonales y grupales que desencadena la ruptura de la continuidad del sí-mismo; también de

     terminar  cuáles son los enfoques  teóricos y  metodológicos ylos recursos  técnicos más aptos para suscitar ciertas

     funciones (en especial la de contenedor y la de espacio

     ti-ansicional) que favorecerán el  "trabajo de la ruptura". El concepto de fenómenos transicionales de Winnicott, aun sin ser fuente única de  inspiración, sirve de base al  método general de  análisis  transicional   aquí  propuesto,  métodoque en las situaciones de crisis permite preparar o

     completar un trabajo  psicoanalítico clásico,  tanto si se realiza con un paciente en cura individual como con

     grupos o instituciones. '

     Los numerosos ejemplos que se incluyen han sido extraí dos de estos tres campos y abarcan desde las particulari

     dades  del tratamiento de  ciertos  estados  de  déficit narcisista,  de  depresión  y de falta  básica  hasta los problemas que enfrentan los trabajadores extranjeros

    inmersos en una nueva cultura, pasando por la neurosis

     traumática del aviador, la crisis del  adolescente y la del genio creador.

    EDICIONESCINCO

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    CRISIS, RUPTURA Y SUPERACION

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    OTROS LIBROS DE EDICIONES CINCO

    AL SUR D EL CA NT O, Suma Paz.APOYOS GRUPALES EN LA CRIANZA INFANTIL, Rosa Jaitin.CONCEPCION DE LA ENFERMEDAD MENTAL SEGUN ENRIQUEPICHON-RIVIERE, LA (TEORIA DE LA ENFE RM EDAD UNICA) , AnaP. de Quiroga.CONSECUENCIA ANTI MAR XI STA DE RODOLFO MONDO LFO, LA ,José RstzcrCONVERSACIONES CON ENRIQUE PICHON-RIVIERE. SOBRE EL

    AR TE Y LA LO CU RA , Vicente Zito LemaCRITICA DE LA VI DA COTIDIANA.Ana P. de Quiroga y Josefina RacedoCRITICA DE LA VIDA COTIDIANA EN COMUNIDADES CAMPESINAS, Josefina Racedo.DIN AM IC A CO RP OR AL , Susana Kesselman.ENFOQUES Y PERSPECTIVAS EN PSICOLOGIA SOCIAL, Ana Pam-pliega de Quiroga.EXISTENCIALISMO, EL, Henri Lefébvre (distribución).FR EU D: LOS SUEÑOS DE LA BURGUESI A, Jorge Imhoff.G ER ON IM A, Jorge Pellegrini.PEDAGO GIA , DI ALO GO Y CONFL ICT O, Paulo Freiré, Isabel Hernández, M. Gadotti, S. Guimaraes.PROCESO DE CONSTITUCION DEL MUNDO INTERNO, Ana Pampliegade Quiroga.PROCESO EDUCATIVO SEGUN PAULO FREIRE Y ENRIQUE PI

    CHO N-RIVIERE , EL, Paulo Freiré, Ana Pampliega de Quiroga.TEMAS GRUPALES POR AUTORES ARGENTINOS, Volumen I y II.TERAPIA DEL STRESS - UN METODO DE RELAJACION, FidelMoccio.UN MA RC O DE RE AL I DA D, Osvaldo Peusner.

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    C R I S I S , R U P T U R AY S U P E R A C I O N

    Análisis transicional en psicoanálisis

    individual y grupal

    Rene Kaes, André Missenard,

    Raymond Kaspi, Didier Anzieu,

    Jean Guillaumin, José Bleger

    C O L E C C I O N

    T E X T O Y C O N T E X T O

     dirigida por Ana P. de Quiroga

    E D I C I O N E S C I N C O

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    Traducida del francés por:NICOLAS ROSA

    Título original en francés:CRISE, RUPTURE ET DEPASSEMENT© BORDAS, PARIS, 1979

    Diseño de tapa: Manuel Amigo

    © EDICIONES CINCO24 de noviembre 997(1224) Buenos Aires, Argentina

    Teléfono: 4931-6197

    Hecho el depósito quemarca la ley 11.723

    Derechos exclusivos para todoslos países de habla hispana

    Prohibida la reproducciónparcial o total

    ISBN 950-9693-18-9

    EDITADO E IM PRESOEN LA ARGENTINA

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    LIMINAR

    Un umbral, liminar: espacio de pasaje, presentación. Seducción,disuasión. Preliminares para un placer textual. Entre.

    Lo diferido del cauteloso prefacio contrasta con la brutalidad de laruptura. Todos sabemos que los prólogos y las introducciones se escribenretroactivamente: pasado el tiempo de la creación, se trata de arreglarlo,

     civilizarlo, en suma, de negociarlo.Los textos de la mayoría de los colaboradores de esta obra sólo

    intentan enhebrar una vez más ciertos lazos interrumpidos, retomarparcelas de cuestionamientos surgidos en algún momento de lo desconocido y marcar -traza, referencia, cicatriz- antiguas rupturas, ahorainarticuladas en la palabra con otras nuevas.

    Todas estas investigaciones convergen hacia una interrogación central: ¿qué es aquello que mantiene ínt egro a un ser, a una pareja, a ungrupo, a una obra,  2  través de crisis, rupturas y sucesivas reconsideraciones? Por lo tanto una pregunta sobre el lazo que une, pero atravesandouna desilusión y su desenlace: a través de su re-invención. Preguntaciertamente  inventada  (hallada-creada  diría Winnicotí)  en el marco de

    una  práctica,  de esa  práctica del encuentro tan particular autorizado porel psicoanálisis. Pero, sin lugar a dudas, la mayoría de las preguntasplanteadas en esta obra, y que surgen en ese encuentro tan particular, nopertenecen específicamente a ese campo: la elaboración de las experiencias de la ruptura es la experiencia princeps, inaugural y constitutiva delo humano.

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    Cada ser elabora esta experiencia por'cuenta propia, a través de su

    propia historia, hecha precisamente de esas rupturas y de esas creaciones.Desde esta perspectiva, el libro es una  colección  de textos atravesados por corrientes comunes, pero también por movimientos contrarios, opor lo menos diferentes: estos desvíos pueden realizar, si el lectorconsiente en  ello, la   tensión creadora de este trabajo.

    No todos los colaboradores han encontrado inspiración en la obraabierta de Winnicott. Pues existen diversas maneras de situarse, una vezque se le ha dado alcance, en aquello que J. B. Pontalis ha llamado "elinaprehensible entre-dos", precisamente entre "el sueño y el dolor".Entre la ruptura y la continuidad hay un espacio y un tiempo sobre loscuales pueden actuar distintas sensibilidades, diferentes construccionesteóricas y modalidades técnicas en la manera de vivir, practicar y pensarel psicoanálisis.

    La organización de esta obra incluye estudios sobre experiencias

    individuales y grupales, análisis de curas psicoanalíticas, ensayos sobresituaciones comunes en la vida social (problemas de inmigrantes, adolescentes, desculturalizados, las relaciones generacionales...) o bien excepcionales (el héroe de la aviación, los genios creadores .. .). Pero tampocofaltan algunos desarrollos teóricos y técnicos, e incluso las funciones queestas construcciones pueden desempeñar en la economía psíquica de lacrisis. Así puede observarse una perspectiva común en cuanto a lascondiciones indispensables para la elaboración de una crisis, de unaprueba, de una ruptura que ha debido ser suficientemente profunda paraque el sentimiento vital de la continuidad de sí y del vínculo se hayavisto disminuido.

    Lo que he llamado análisis transicional no concierne a todos lostextos ni a todos los autores. No obstante he propuesto esta perspectivapara examinar aquello que enmarca, contiene y hace vivir a las personas

    comprometidas en el proceso psicoanalítico individual o grupal. Por lotanto, sólo es un instrumento para interrogar las condiciones de la vida yde la muerte psíquicas en sus múltiples apoyaturas y para encontrar suremedio en ese leve desplazamiento que, en lá cura, es la experiencia delinconsciente, es decir, el pasaje de un umbral.

     RENE KAES

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    INTRODUCCION AL ANALISIS TRANSICIONAL

     RENE KAES

    La crisis: en la serenidad de la retrospección fingimos creer que,surgiendo como un todo, nos ha sorprendido. Es una de las características de la crisis aparecer así, imprevistamente y en la masividad de loúnico. Pero, producida la irrupción, la crisis comienza a perfilarse en unahistoria pasada y los recuerdos reaparecen revelando sus causas, susorígenes, e incluso, sus soluciones. Sólo entonces recordamos las grandesfracturas que han marcado la soñada y .Usa superficie del mundo, de lascosas y de la historia, y que sufrimos en nuestro fuero interno variadas ymúltiples cicatrices: trazas de sucesivos sacudimientos que, a través deecos anestesiantes, hemos experimentado en nuestro cuerpo, en nuestrosafectos, en nuestros vínculos y nuestros saberes. Y más allá de la crisisde la cultura, de la comunicación y de la sociabilidad que nos fuebrutalmente revelada en 1968, es necesario recordar a Valéry profetizando la muerte de nuestras civilizaciones después de la de Dios y deaquella que es su clara consecuencia: la del hombre. Y cuando ayernomás, destronada la metafísica y reemplazada por la psicosociología, secreía comprobar la muerte de la familia y de las instituciones inmediatamente después de la muerte de las ideologías, entramos definitivamenteen la era del duelo permanente L3 urgencia de los hechos encubre y

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    evoca la inminencia de la muerte. Verborrágica, la muerte manifestadaen los discursos que ella misma suscita para ser representada, se "burla denuestro miedo, pero sigue allí, pues nada puede contenerla. ¿Quién

    podrá contenerla sino un más allá, gar ant ía del más acá? De la falta deser mantenido en el más acá, es decir, aquí y ahora, es de donde surgenuevamente la necesidad de ser más allá proyectado en un espaciometa-físico, meta-psíquico, meta-social. La desaparición de las antiguasgarantías del orden propias de todo sistema vivo, de lo humano,  es elelemento constitutivo capital de las disfunciones qué caracterizan lacrisis multidimensional a la que debemos sobrevivir. No dejamos deenfrentarla creando sobre los recientes escombros nuevas garantías: porun lado, recurriendo al pasado —retorno al arcaísmo—, a las formasregresivas de protección que constituyen evidentemente nuevas garantíasde inmortalidad: nuevos dioses, recrudecimiento de las formaciones ideológicas, totalitarismo de grupos sectarios, paradójica idealización de lamuerte; y por el otro, y no obstante estar atrapados en el movimientomismo de esas regresiones, recurriendo a la experimentación creadora de

    nuevos estilos de relac ión y de expres ión, a la búsqueda abierta al juegode los antagonismos, a los azares del desorden, a la invención de nuevosequilibrios. Nos encontramos aquí con aquello que hace poco tiempo enel lenguaje religioso se llamaba esperanza 1, es decir, nos encontramoscon el deseode vivir a despecho de —y no renegando de- la muerte.

     Entre ruptura y sutura, lo transicional

    Sin lugar a dudas esta preocupación por la crisis y esta expectativapor comprender sus formas de elaboración, de poner en funcionamientolas condiciones de su liberación, son una tentativa de la esperanza: esnecesario que un orden más  allá (meta) soporte la  anticipación creadoravital, aunque más no fuese el hombre y su saber sobre sus propias

    ilusiones. Pero precisamente no desconocemos cuál es el riesgo de positividad y cuáles son las ilusiones que pueden afectar una empresa quepodría seguir siendo esencialmente intelectual, idealmente optimista,pro fét icamente ya realizada. La disfunción de los sistemas eco-bio-psico-sociológicos que actualmente se propaga en ondas catastróficas, no conlleva  en ellas mismas  el dinamismo y los recursos de nuevos equilibrios

    1  A propósito de la utopía, véase Emest Bloch, Das Prinzip Hoffhung  (El

    principio esperanza), 1959.

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    creadores. Es posible que no podarnos encontrar una salida hacia la vida,pero estamos obligados a buscarla. La crisis nos lleva a iniciar una  críticade la vida. Hace treinta y cinco años esta crítica de la vida cotidiana erael proyecto de H. Lefébvre.

    El psicoanálisis dispone de medios para otro tipo de crítica: la crisisy sus elaboraciones permanentes constituyen adquisiciones  que especifican el modo de existencia de la psique humana.

    En efecto, a través de esta experiencia global de la crisis, de la quesólo percibimos aspectos parciales, se precisa la figura del hombre animalde crisis, sujeto en crisis, agente crítico del juego intersubjetivo. Quizáporque sea animal crítico, y por ende animal psíquico y político,' elhombre deba administrar creativamente las instituciones de la crisis. Elhombre se especifica por la crisis y se reafirma por su precaria eindefinida resolución. Sólo vive por la creación de dispositivos contra lacrisis que, a su vez, producen crisis posteriores. El hombre se creahombre gracias a la crisis, y su historia transcurre entre crisis y resolución, entre ruptura y sutura. En este espacio del "entre", de vivasrupturas y mortales suturas, de fracturas mortificantes en uniones creati

    vas, en este espacio de lo transicional — eventualmente espacio transicio-nal-, se juegan todos los avatares de lo social, lo mental y lo psíquicoque juntos tejen, cuando nos ubicamos en la perspectiva del sujetoparticular, la singularidad de una persona.

    En su origen mismo, la entrada en él mundo es una entrada en la

    crisis, es decir, una perturbación múltiple. Así, la premaduración creciente de la especie requiere una perfecta disposición del medio circundante.La perfección de este medio, a la vez materno y material, funda elsentimiento de la permanencia, de la seguridad y de la continuidad delser, y forma aquello que J. Bleger (cap. 6) llama el encuadre, es decir, elreceptáculo de las partes no diferenciadas —psicóticas o simbióticas— dela personalidad. La importancia que cobran el medio y el encuadresiempre se manifiesta por su carencia, que no deja de producirse y que

    es necesaria para el crecimiento: esta carencia, esta debilidad, lleva al serhumano a la crisis. Al mismo tiempo, revelan al observador atento laequivalencia madre-encuadre-grupo, es decir, el acoplamiento psicosocial

     primitivo  entre  lo  intrapsíquico  y lo  interpsíquico.  ¿Cómo  se supera lacrisis? Din a que de esta manera: a la regulación psicosocial, mediatizadapor el grupo-madre que se internaliza 2  progresivamente y que no deja de

    2 La madre-que-sostiene la situación respondiendo a las experiencias instintivas

    del niño, es interiorizada y forma parte del sí-mismo.

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    ser proyectada en el encuadre y la forma, se adjunta y articula laregulación propiamente psíquica de la actividad fantasmática de sutura,de llenado, de restablecimiento de aquello que, para el observador, es el

     objeto del sujeto. El reemplazo  psíquico que asegura la continuidad del

    adentro depende vitalmente del reemplazo psicosocial que, desde afuera,establece la  función  del contenedor y la matriz grupal  de la identidad.Las otras crisis de crecimiento, adolescencia, crisis de la edad intermedia,entrada en la vejez, sólo pueden ser elaboradas y superadas por laspropiedades conjuntas de la actividad intrapsíquica, del encuadre y delentorno psicosocial. Las formaciones de la personalidad que desde estemomento pueden considerarse grupales, siempre serán conmocionadas: laimagen del cuerpo, los complejos, las redes identificatorias, las imagos, laimago del aparato ps íquico.

    Y tanto lo grupal como lo cultural están comprometidos en lagénesis y solución de la crisis, sobre todo en la capacidad de aportar unaparato psicosocial que asegure la continuidad supletoria y la contenciónde la experiencia de ruptura.

    Si la  crisis  es  vivida  como una muerte  es porque de esta manera se

    marca la connotación generalmente amenazadora de las perturbacionesque se manifiestan en un sistema vivo. Sabemos que la aparición de lacrisis en los sistemas edificados para asegurar la seguridad, la continuidad, la sujeción, la conservación y la reposición es siempre vivida comouna exposición a la muerte. Como escribía O. Fenichel en 1945, "lasestructuras individuales creadas por las instituciones ayudan a conservarestas mismas instituciones"3. La crisis de uno amenaza la liquidación delotro, parcial o totalmente. Las instituciones delimitan efectivamente elnúcleo básico de la identidad por medio de los grupos. Las institucionesy las mentalidades constituyen los metasistemas que nos contienenorganizando nuestros encuadres, sin los cuales no podríamos vivir si nopudiésemos depositar en ellos la parte psicótica de nuestra personalidad,si no pudiésemos, cuando el encuadre se debilita, extraer de sus partestodavía no diferenciadas algunos aspectos creativos. Y precisamentedebemos sobrevivir creativamente a los grandes sismos de la historia, alas grandes fracturas sociales, al quebranto de las culturas, en suma, ala desaparición real y fantaseada de los garantes metasociales, metafísi-cos, metalógicos: a los contenedores de nuestras angustias e ideales, aaquello que nos ha hecho lo que somos.

    El primer contenedor es la madre, y su rostro el primer espejo

    3 Otado por J. Bleger (1966, trabajo reproducido en el cap. 6 de esta obra).

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    donde reunificamos la dispersión de nuestro ser corporal en la imagoque  conforma  su unidad. El retorno de aquello que los garantes "meta"de un orden o de una unidad permitirán definir: la explosión, laindigencia originaria, el caos, son un factor suplementario de desorden y

    de angustia aniquilante. Aquí Narciso muere por obra de un fragmentode su espejo quebrado. Para sobrevivir, y quizá para vivir, deberá crearaquello que era virtual en el espejo y designarse desde ese momentoapartándose de su imagen captada en los ojos de la madre.

    Entrada en el mundo, actualización de la crisis, presencia de lamuerte pero, necesariamente, creación. La creación es la alternativa quela vida opone a los componentes letales de la crisis. Las condiciones quehacen posible la creación es uno de los temas mayores del análisistransicional. Es necesario crear no solamente los dispositivos aptos parasuperar la crisis, sino también los conceptos específicos para pensarla.En su propio orden, el psicoanálisis aparece como una de las vías deacceso y de trabajo pertinentes para pensar y tratar lo impensable detoda crisis: la descentración narcisista que caracteriza a toda ruptura deequilibrio social y la reubicación axial de todo proyecto creador. Y sin

    embargo, prácticamente no existe en el psicoanálisis una elaboraciónteórica de la crisis.

    Quisiera examinar aquello que se produce cuando tenemos que viviry elaborar una experiencia de ruptura en la continuidad de las cosas, desí mismo, de las relaciones con nuestro medio circundante, es decir, unaexperiencia de crisis. Más precisamente me referiré a lo que comprendemos y practicamos cuando recibimos una demanda de tratamiento o deformación personal, y cuando respondemos a ello proponiendo unasituación que juzgamos apta para sostener el trabajo psíquico de elaboración de la crisis que generalmente subtiende la demanda. Adelantaré que,con respecto a lo que aquí tratamos, una de las características de lasituación operativa que proponemos es la de ser una situación de grupo;encaramos así algo de la dimensión psicosocial -y más. precisamente

    grupal, a mi entender— del funcionamiento psíquico. Por lo tanto,proponemos un dispositivo y un encuadre propio para una elaboraciónde la personalidad en crisis gracias a una estrategia grupal. Después deesto pasaremos a examinarlo.

    Por análisis transicional entiendo el ejercicio de una práctica psico-analítica centrada en la elaboración de la experiencia de la crisis a travésde la mediación de un trabajo sobre las dimensiones psicosociales ysobre todo grupales de la personalidad.

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    Este análisis, que intenta articular una concepción de la personalidady del grupo a una s ituación de crisis, me ha llevado a formular algunashipótesis generales sobre las relaciones, reveladas por la crisis, entrepsiquismo individual y formación grupal y entre per turbac ión sistémica y

    vivencia de la ruptura.

    I. RE FE RE NC IA S PA RA PENS AR LA CRISIS

    La crisis produce la necesidad de buscar apoyo, de encontrar refuerzo y confortación, y la perturbación, a sü vez, la necesidad de crearnuevas regulaciones que produzcan placer. Más tarde, pero siempre enuna tonalidad que revela el fondo depresivo de la pérdida de apoyo, semanifestará quizás el problema de asegurarse y de saber cómo subsiste elpsiquismo, sobre qué y de qué subsiste: origen, apoyo, moldeado yconsistencia, la crisis revela, gracias a la perturbación, la base, la regulación y los recursos del ser, es decir, en forma más técnica, los apoyosanaclíticos del psiquismo. Mucho más profundamente, en la crisis y enla experiencia de la depresión no sólo descubrimos múltiples apoyos sino

    también sus secretas imbricaciones.

    1. Los  apoyos  múltiples  y la  estructuración  grupal del   psiquismo

    La idea de un apoyo múltiple encuentra su raíz en el pensamientode Freud, como he intentado demostrarlo en un trabajo reciente(1978b). Además, la vida creativa de Freud sugiere enfáticamente laexistencia de un apoyo cuádruple que creo es fundamental; el apoyosobre el cuerpo, sobre la madre, sobre el grupo (en aquello que mediatiza del orden social y cultural mediante formas y procesos propios) ysobre el sí-mismo  [soi]   o sobre ciertas formaciones psíquicas. La fallaaccidental de uno de estos apoyos siempre moviliza en Freud un movimiento de  depresión y  el recurso, o el retomo, a un apoyo más sólidosobre el cual pueda basarse y tomarlo como modelo para crear.

    La hipótesi s que propongo no significa solamente la adición de dosnuevos apoyos a los habitualmente reconocidos en la te or ía psico ana lít i-ca (el apoyo de la pulsión sobre el cuerpo y el del objeto de amor sobrela madre), sino que pretende significar que toda formación psíquica estámulti-apoyada y que, en caso de que ciertos apoyos fracasen, sobrevienennotables variaciones cualitativas en dicha forma ción . Por ende, el acento

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    recae sobre la solidaridad de los apoyos, y el psiquismo es entendido

    como construcción-destrucción, movimiento de apoyaturas y retiro delas mismas, de aperturas y cierres, de crisis y creación, movimientos quepresuponen estructuras relativamente estables: dichas estructuras están

    provistas por lá configuración de los soportes fundamentales propios deuna persona o de un conjunto de personas (por ejemplo, un grupo).

    El modelo freudiano de elección anaclítica de objeto y el de labarrera de protección (y de contacto) sugieren una representación delproceso de apoyo múltiple, es decir, la readaptación transformadora delo apoyado por lo apoyante en un espacio intermedio de apoyatura que

    podemos imaginar como un pasaje estanco de comunicación o de aislamiento entre dos espacios heterogéneos.

    Doble semiabertura por lo tanto, pues no se trata solamente delespacio de contacto y de protección entre el psiquismo y su apoyo, sinode semiaberturas entre los soportes mismos. Estos no son de igualnaturaleza, y el psiquismo no se apoya de la misma manera sobre elcuerpo, sobre la madre o sobre el grupo, aunque evidentemente seestablezca un juego de equivalencias entre el registro de lo real, loimaginario o lo simbólico.

    Todo apoyo no solamente tiene como característica fundamental lade pertenecer a una red de apoyaturas, sino también de estar en "apoyomutuo", es decir que aquello que se apoya tiene la posibilidad de servir,a su turno, de apoyo a lo que sostiene. La relación madre-bebé-padrepuede ser descrita de esta manera, e inc luso la pareja amorosa o larelación pedagógica. La calidad de "apoyo mutuo" de la apoyaturadepende de la existencia del espacio libre de apoyatura (el pasajeestanco). Este espacio .psíquico es el del contrato de apoyatura, es decir,la  relación  de reciprocidad en el placer y el beneficio del apoyo mutuo.Podemos encontrar (o reencontrar) fácilmente una base analógica delplacer de apoyo en el placer de estrechar o ser estrechado y en el delestar en grupo (o en racimo). Aclaremos que el placer de encontrar una

    apoyatura "en mutuo apoyo" es tanto el de la complementariedadcomo el del antagonismo (apoyo sobre el adversario). Un ejemplo decontrato de apoyatura es el de la relación entre el líder y su grupo.Los aspectos narcisistas y sociales de este contrato son fácilm entedetectables.

    De todo esto es posible deducir que, manifestada la ausencia irremediable de un apoyo necesario para la formación del psiquismo, se produceuna grave p ert urbación psíqu ica , sin que sea posible reconstruir, mediante un vicario juego de prótesis, los soportes indispensables para la vida; o

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    cuando se produce un debilitamiento de los soportes  (desapoyatura),  oincluso cuando se llega a abolir el espacio de apoyatura provocando una

     sutura  del  soporte  y  de la  formación psíquica.  E l  análisis  del grupoprimario proporciona ejemplos notables de estas perturbaciones y de sus

    incidencias patológicas. La familia psicótica podría ser caracterizada porla ausencia o por la sutura de los espacios de apoyatura. Este juego dedesapoyaturas y reapoyaturas aparece implicado en todas las situacionesde crisis y de cambio; es una dimensión de la transícionalidad, comoveremos más adelante 4.

    Estos apoyos mutuos de la apoyatura tejidos en redes que sealteran, cambian y se recrean, definen la tensión específica del aparatopsíquico en sus solidaridades bio-psico-sociológicas. Tengo la impresiónde que esta tensión, este juego dinámico, económico y tópico, forman elobjeto mismo del análisis grupal.

    Esta hipótesis de una apoyatura múltiple del psiquismo que integrala dimensión de la apoyatura grupal en mutuo apoyo, me lleva aproponer un fundamento a la otra perspectiva que he desarrollado enmis investigaciones sobre el aparato psíquico grupal: el psiquismo se construye  a  través  de la apoyatura grupal y algunas de sus formacionesestán estructuradas como grupos "del adentro". Llegué a esta concepción en el transcurso de mis estudios sobre las representaciones degrupo, en tanto éste es objeto de catexias por parte del psiquismo.Según esta hipótesis, las representaciones se encuentran organizadas porun cierto número de formaciones psíquicas inconscientes que poseencualidades notables; estas formaciones son la imagen del cuerpo, la

    imago de la psique, las ¡magos y los complejos familiares, las redesidentificatorias, las fantasías originarias.  Pude constatar dos cosas: laprimera es que para que estas formaciones puedan ser formuladas comorepresentaciones deben apoyarse previamente sobre representaciones sociales, sobre un ya-dicho colectivamente articulado; la segunda, es que

    estas formaciones que yo califico de grupales por razones que pasaré aexponer, tienen una relevancia manifiesta en el proceso grupal mismo ymantienen entre ellas relaciones de antagonismo, de encubrimiento o demutuo apoyo.

    Califico estas formaciones psíquicas como grupales por tres razones:

    4 En  esta perspectiva  toda  reorganización creadora  está condicionada por unadesapoyatura; la obra misma es el resultado de un proceso de reapoyos y derecomposiciones. Véase mi contribución "Esprit de corps et création mythopoétiquedans les processus de groupe", en J. Guillaumin y otros, 1979.

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    la primera concierne a sus propiedades formales. En efecto, estas forma

    ciones constituyen  conjuntos  cuyos elementos discretos y diferenciadosestán en interrelación por medio de una ley o principio de composición;este conjunto delimitado mantiene su identidad y su coherencia a travésde las modificaciones provenientes del interior o del exterior que no pueden menos que afectarlo; por lo tanto, estas formaciones están altamente comprometidas en un proceso formativo o terapéutico a través delgrupo. Lo que llamo imago de la psique, imago y complejo familiar,fantasía originaria, redes identificatorias, corresponden a esta propiedadformal.

    La segunda  razón  para considerarlas grupales proviene de su origenen la apoyatura grupal. He demostrado en otro lugar (1977b) que laserie de equivalencias madre-grupo y cuerpo-grupo podían ser detectadastanto en la experiencia psicoanalítica y religiosa, como en la etnológicay etológica. Estas equivalencias han sido confirmadas profusamente por

    la observación de los grupos psicoanalíti cos de formación y terapia y por'el análisis de las relaciones entre la estructura familiar y la psicosis (G.Pankow).

    Y por último, la tercera razón pero no la menos importante, es quelas formaciones grupales del psiquismo poseen una función organizadoraen el  proceso grupal: contribuyen a la construcción y orientación de lasconductas grupales. Gran parte de mis análisis de grupos están basadosen la existencia de esta propiedad. El tipo y el modo de la formacióngrupal movilizada confieren a cada grupo concreto, en un momentodado o permanentemente, su carácter específico para los individuos quelo componen. En mi obra sobre el aparato psíquico grupal (1976a) heanalizado en numerosos casos cómo la construcción del espacio grupalcuestiona las funciones simbólicas de la. imagen del cuerpo (y sobre todode la piel), qué procedimientos de asignación de lugares y de organiza

    ción de relaciones de objetos son movilizados en el proceso grupal porlas fantasías originarias, y cómo la estructura grupalde las instancias dela tópica interna se encuentra proyectada, distorsionada y organizada enlos grupos.

    Al proponer la consideración de la apoyatura múltiple y las formaciones grupales del psiquismo, he intentado forjar dos conceptos quehacen posible la articulación entre lo intrapsíquico por una parte, y logrupal y lo institucional por la otra; toda articulación admite la existencia de elementos separados por un vacío y unidos por un espaciointermedio.

    Lo intermedio: en el análisis transicional y en la transicionalidad

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    esta noción es central, como lo es, por otra parte, en Winnicott, enRoheim, en Hermann. Noción central en la hipótesis de la apoyaturamúltiple, sirve para precisar la imagen del pasaje estanco de apoyatura:lo intermedio es una instancia de comunicación:  aquello que pertenece a

    A y a B por los elementos que poseen en común; entre dos términosseparados, discontinuos, en la  separación,  lo intermedio es una mediación, una vinculación en lo mantenido-separado; por lo tanto es unainstancia de articulación de diferencia,  un lugar de simbolización. Lointermedio es, por último," una ins'tancia de conflictualización: de oposición entre elementos antagónicos. Por obra de estos tres caracteres, lointermedio asegura una función de puente sobre una ruptura sostenida:un pasaje, una reactualiz aci ón.

    En cierta manera, la crisis se produce, desde el punto de vista delsujeto, por los fracasos de esta articulación.

     2. La  crisis:  análisis sistémico

    Pensar al hombre en crisis es pensarlo como capaz de tener crisis,como un ser vivo en organización, desorganización y reorganizaciónpermanentes. Pensar la crisis, es intentar mentalizar una ruptura.

    ¿Qué es una crisis? Generalmente se la define como un cambiobrusco y decisivo en el curso de un proceso, por ejemplo de unaenfermedad: la violencia de la manifes tac ión da cuenta del temor de quese trate de una evolución grave, definitiva, desintegradora. Siempre seasocia la idea de crisis a la de una amenaza de muerte, de un ataquevital. Sin duda, la experiencia de la crisis permite la aparición de lar.oción fundamental de ruptura, vivida como una separación y un desgarramiento. La idea de que la ruptura pueda ser considerada como unequilibrio, es una elaboración de la experiencia de la ruptura, y es poreste hecho que surge para el observador el concepto de  perturbación.Ocurre lo mismo con el elemento conflictivo inherente a la crisis, quesólo aparece en la elaboración secundaria de la  tensión,  vivida comoactualización de fuerzas antagónica s liberadas por una inquietante disfunción: el marasmo, la depresión, tanto en ec onom ía como en psicología,marcan el sentimiento de una impotencia para restablecer la  integridadde un proceso.

    R. Thom (1976) delimita algunos aspectos fundamentales de la crisiscuando la define como una perturbación temporaria de los mecanismos

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    de regulación de un individuo o de un conjunto de individuos. De estaperturbación, de su repercusión subjetiva, se concluye que la crisisconlleva una profunda amenaza para la integridad del sujeto, una amenaza de muerte 5. Generalmente, esta amenaza moviliza medios de acción

    para la supervivencia, es decir, para el funcionamiento de nuevos comportamientos reguladores. Toda crisis genera un sentimiento de angustiaque funciona como una señal de alarma que pone en movimiento losmecanismos de extinción de la crisis. Cuando ciertas condiciones fisiológicas, psicológicas o sociológicas no se conjugan para contribuir a laeficacia de los mecanismos de extinción -entre los cuales el carácterparalizante de la angustia es un factor importante- sobreviene la catástrofe 6.

    R. Thom, como E. H. Erikson (1968), distingue dos tipos de causasde la  crisis:  causas externas,  caracterizadas por la presencia de unasituación conflictiva en el medio circundante, ya sea por la carencia deun objeto normal o por la oferta de una pluralidad de objetos cuyaelección provoca la movilización de tendencias antagónicas. Por ejemplo,en el primer caso, una privación sensorial, la ausencia del pecho, la

    pérdida de un ser querido, constituyen situaciones críticas generadorasde angustia (o de alucinación): una información ambigua, una formaimprecisa, movilizan en el hombre angustia y proyección (por ejemplodelante de una inquietante y familiar figura de Rorschach), y en elanimal fuga o estupefacción mortal (por ejemplo, el asno de Burid án) .

    Es posible dudar del  carácter  puramente externo de estas  causas, ymás precisamente del valor de la oposición sujeto-ambiente. Así comoWinnicott diría que "un bebé no existe" sino que existe una relaciónbeb é-ambien te, nosotros podemos cuestionar la existencia de un ambiente que sería pura exterioridad. Para el bebé el pecho forma parte delambiente tanto como el ambiente forma parte de él: el ambiente no eslo que nos rodea, sino también aquello que conservamos en nosotros desus cualidades experimentadas anteriormente. Por lo tanto, la pérdida deun ser querido no es solamente la de una persona exterior a nosotrosmismos: sólo es  pérdida  en tanto se pierde también una parte de uno

    5  Según R. Thom, "está en crisis todo sujeto cuyo estado, manifestado porun debilitamiento aparentemente sin causa de sus mecanismos de regulación, espercibido por el sujeto mismo como una amenaza a su propia existencia". Thomdestaca el carácter eminentemente subjetivo de la crisis.

    6  Comparar con D. W. Winnicott (1974): el temor al quebrantamiento, ¿nosería la vivencia de una catástrofe como la entiende Thom?

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    mismo. Por ende, la  re-presentación  es una actividad por la cual seestablecen un lazo y una evocación, más allá de la ruptura (separación ypérdida) entre el ambiente del "adentro" y el del "afuera".

    La  crisis  también  puede  tener  causas  internas  (crisis de desarrollo,

    según Erikson): son aquellas que aparecen normalmente en el transcursodel crecimiento: por ejemplo la crisis de la venida al mundo, la deloctavo mes en el lactante, las de la pubertad y adolescencia, la crisis dela edad intermedia, descrita y analizada por E. Jaques (1974), la crisisdel comienzo de la vejez. El nacimiento es la crisis inaugural de laexistencia, y sólo puede ser superada por el recién nacido porque suvenida al mundo moviliza considerables cuidados por parte del ambiente materno.

    En principio, las soluciones que se ponen en práctica para resolver lacrisis varían según sus causas: se trata por lo tanto de encontrar elobjeto y de actuar sobre él (reencontrar el pecho, capturar la presa), ode recobrar el equilibrio del medio (por los cuidados posnatales), o deelegir un objeto más adecuado (crisis edípica). El mecanismo de extinción implica recurrir a una acción reguladora eficaz, generadora denuevos equilibrios estructurales. De hecho, ocurre que a veces se imponen soluciones que, aun poseyendo una eficacia local relativa, estándestinadas! a eliminar los aspectos psicológicos dolorosos de la crisis, sinque por eso abran el camino a un cambio que pueda actuar sobre la fallaprincipal, ya provenga ésta del sujeto o del ambiente: es el caso del

     placebo en la medicina, del chivo emisario en un grupo o sociedad, o el

    de una guerra emprendida para resolver una crisis económ ica .Al ser definidas como fallas en los mecanismos de regulación, las

    crisis son inevitables en el ser vivo pues están ligadas, según Thom, aconstricciones de naturaleza morfológica: el aparato sensorial de unanimal no le permite vigilar permanentemente la totalidad del medio quelo circunda.

    No solamente se consideran las lagunas en la estimulación delcerebro por el . mundo exterior, sino también la distorsión en los esquemas de representación y la inadecuación en los comportamientos. Eneste sentido, la crisis comprende un aspecto benéfico puesto que hace

     posibles,  gracias a un movimiento de  retracción salvadora, las modificaciones del comportamiento, de los sistemas de defensa, de los esquemasde representación y de acción. Esto justifica la institución so.cial de laformación como procedimiento de extinción de la crisis por medio delfuncionamiento de nuevas regulaciones.

    Se puede decir de la crisis lo que J. Revel y J. P. Peter (1974) dicen

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    de la enfermedad considerada como hecho social: una y otra, en tantoproducen una ruptura de la regulación, son elementos de desorganizacióny reorganización social; por este hecho la enfermedad "hace visibles las

    articulaciones esenciales del grupo, las líneas de fuerza y las tensionesque lo atraviesan. Por lo tanto, el acontecimiento patológico puede ser ellugar privilegiado desde donde se puede observar con mayor claridad lasignificación real de mecanismos administrativos o de prácticas religiosas,las relaciones entre los poderes, o la imagen que una sociedad tiene de símisma" (J. Revel-y J. P. Peter, 1974, 172-173). El ejemplo de exclusiónsocial en tiempos de epidemia (desde la sospecha hasta la masacre)ilustra la riqueza de este tema.

    Recíprocamente, las crisis sociales que movilizan los recursos individuales necesarios para la reactualización de nuevas regulaciones adapta-tivas, revelan las organizaciones y las articulaciones mayores de la personalidad.

    Pero, en esta perspectiva, el elemento positivo de la crisis es evocadomás que elaborado: todavía es necesario descubrir y enunciar las condi

    ciones que lo hacen provechoso. Además, este elemento es reducidohabitualmente a una categoría de beneficio secundario. A pesar de .todo,lo que sigue predominando es la idea central de perturbación y porende, la idea de la negatividad de la crisis. Cuanto más se le atribuirándos fases, como lo hace Caplan (1964) y con él numerosos psiquiatras 7,quienes conciben la crisis como un "período de transición que representa simultáneamente para el individuo una ocasión de crecimiento dela personalidad y el peligro de un aumento de su vulnerabilidad frente ala enfermedad mental" (citado por G. Bléandonu, 1976).

     La crisiología de E. Morin

    La perspectiva esbozada por E. Morin (1976) en sus elementos parauna "crisiología" se apoya sobre la teoría general de los sistemas, lacibernética, la termodinámica y la teoría de las catástrofes. Si el campode aplicación privilegiado por Morin es el de la sociedad, es sin embargoposible extenderlo a todo sistema vivo capaz de sufrir crisis; por lo que

    7 Los psiquiatras han contribuido especialmente a la elaboración de las situaciones de crisis en la perspectiva de la intervención. No he retomado sus investigaciones sobre este punto pues son ampliamente conocidas. Puede consultarse alrespecto la recensión realizada por M. Ponsi (1977).

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    me ha parecido útil por su alcance general presentar este análisis aunquemás no sea en sus grandes lineamientos. Según Morin, concebir la nociónde crisis obliga a plantear tres órdenes de principios: sistemático, cibernético y neguéntrópico:

    - El concepto de sistema  (entendido como conjunto organizado porla interrelación de sus elementos) convoca necesariamente la idea deantagonismo. La interrelación entre los elementos constitutivos presupone no solamente la existencia de atracciones y de posibilidades deenlace, sino también la de fuerzas de repulsión y de disociación; estasfuerzas son necesarias para mantener la diferencia. De esta manera, todainterrelación necesita y actualiza un principio de complementariedad, ynecesita y virtualiza un  principio de antagonismo;  todo sistema (todaorganización, toda relación) conlleva y produce el antagonismo. Laproducción de antagonismo por el sistema es un dato capital que debeser comprendido. En efecto, es gracias al establecimiento de la integración de las partes en el todo por medio de múltiples complementarie-dades que el sistema instaura constricciones y dominaciones (del todosobre las partes, de lo organizante sobre lo organizado). Las constriccio

    nes y dominaciones someten y potencializan fuerzas y propiedadesvirtualmente antagónicas al conjunto del sistema, a la organ izac ión, a lasinterrelaciones. De esta forma, existe un antagonismo latente entre loque es actualizado y lo que es virtualizado. Por lo tanto es posibleenunciar el principio sistemáti co en dos proposiciones: la unidad comple

     ja del sistema genera y reprime simu ltán eame nte un antagonismo: lascomplementariedades sistemáticas son indisociables de los antagonismos.Morin propone esta formulación: "estos antagonismos irrumpen por lacrisis y hacen crisis cuando están en erupción" (pág. 151). En los sistemasvivos, complementariedades y antagonismos son inestables y un procesode desorganización o de desintegración es simultáneamente complementario, coincidente y antagónico con un proceso de reorganización permanente de la vida.

    - El  principio cibernético  atribuye a las retroacciones (feedback)reguladoras el mantenimiento de la estabilidad y de la constancia de unsistema. La retroacción negativa es desencadenada por la variación de unelemento y tiende a anular esa variación, restableciendo de esta manerala integridad y la estabilidad amenazada del sistema; es antagonista a unantagonismo en vías de actualizarse y por esta acción restablece lacomplementariedad general entre los elementos. Es posible ver que el

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    antagonismo puede contribuir así a la estabilidad y regularidad delsistema. No hay organización sin antagonismo; si una parte estable esutilizada para contribuir a la organización por el juego antiantagonista,tarde o temprano e inevitablemente el antagonismo lleva en sí la ruina y

    la desintegración del sistema. Todo sistema está destinado a perecer, aunel más estático, y con mayor razón el más cerrado (pues no puederestaurarse tomando energía y organización del exterior). La única posibilidad de luchar contra la desintegración debida al incremento deentropía, es utilizar en su mayor grado a los antagonistas para laorgani zación: renovar energía y organización extray énd olas del mediocircundante (sistema abierto); poder áutomultiplicarse de manera que latasa de rep roducción supere a la tasa de degr adación; ser capaces deautoorganizarse y autodefenderse. Es el caso de los sistemas vivos,señala Morin, quien observa que la vida ha integrado tan bien su propioantagonismo que siempre lleva en sí misma, constante y necesariamente,la muerte (pág. 152).

    La retroacción positiva es un desvío que se amplifica nutriéndose desu propio desarrollo. Si nada la inhibe o anula, la retroa cción se propaga

    en cadena en todo el sistema en oleadas desintegradorás (runaway). Parala máquina, la retroacción positiva es principio de antiorganización; parael ser vivo, de desorganización permanente.

    — El  principio neguentrópico  postula que cuanto más rico es eldesarrollo de la complejidad de lo viviente, tanto más se hace moviente einestable la relación antagonismo-complementariedad y tanto más generafenómenos de crisis. Estas crisis son simu ltáneam ent e fuente de desorganización por el hecho de la transformación de las diferencias en oposición y de las complementariedades en antagonismos, y fuente de reorganizaciones evolutivas.

    Luego de haber enunciado estos tres principios, Morin intenta caracterizar desde ese triple punto de vista los sistemas sociales modernos.Según el primer nivel de análisis (sistemático), estos sistemas aparecendébilmente integrados: las relaciones entre individuos, grupos, clases...oscilan diversamente entre complementariedad y antagonismo, organización y antiorganización. En el nivel cibernético, las sociedades modernasconstituyen verdaderos entrecruzamientos de regulaciones recíprocas,complejos juegos de retroacciones negativas y positivas y múltiples ho-meostasis; por ende, todo incremento en una oscilación, o toda insuficiencia en una regulación, son factores de crisis y de destrucción encadena. Por último, como organizaciones neguentrópicas, las sociedadesmodernas conllevan la presencia necesaria, vital y mortal y siempre

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    compleja, del desorden en su propio seno: están en permanente desorganización-reorgan izac ión. Sólo pueden subsistir y desarrollarse con y porlos intercambios con él medio, del que dependen estrechamente (im

    previstos ecológicos, perturbaciones provenientes del mundo externo).Tales sistemas sólo pueden subsistir, es decir, reprimir, integrar y utilizarel desorden, "gracias a un principio autorreferencial de organización quecomprende un dispositivo generativo (el código genético inscripto en elA D N de los individuos vivos, el conjunto de reglas socioculturales,normas, saberes y prácticas de una sociedad) y un dispositivo fenoménico" (pág. 115). Este tercer nivel de complejidad es el que nutre ypermite la emergencia del concepto de crisis.

    Al analizar este concepto, Morin subraya su aspecto molar y lanecesidad de distinguir los elementos en inter rel ac ión.

    - Como  hemos  visto,  la primera en presentarse es la idea de pertur bación,  y bajo un doble aspecto: la perturbación exterior, y en formaaun más interesante, la perturbación proveniente de procesos aparentemente no perturbadores (incremento excesivo de un valor o una varia

    ble). Este incremento genera un fenómeno de sobrecarga que hacenecesaria una transformación del sistema, incapaz de resolver nuevosproblemas. O bien una  situación paradójica  de double bind  paraliza lacapacidad del sistema para satisfacer simultáneamente dos exigenciascontrarias8. En los dos casos, el sistema se ve enfrentado a un problemaque no puede resolver según las reglas y las normas de su funcionamiento habitual. La crisis aparece entonces no solamente como una ausenciade solución que podría ser encontrada imprevistamente sino, sobre todo,en tanto  perturbación interna provocada por sobrecarga o double bind,como una falla en la regulación, como desarreglo. La verdadera perturbación de crisis está en el nivel de las reglas de organización de un sistema,en lo que esa organización tiene de generativo o de degenerativo: "eldesarreglo organizativo se traducirá en disfunción allí donde había funcionalidad, en ruptura donde había continuidad  9 , en feedback positivo

    donde había feedback negativo y en conflicto allí donde había complementariedad" (pág . 156).

    Un segundo componente del concepto de crisis es el incremento delos desórdenes y de la incertidumbre. Todo sistema vivo conlleva desorden en su seno, desorden que reprime, trasmuta, integra. La crisis es

    8  Véase más adelante (pág. 46) las relaciones entre crisis, formación y

    situación paradójica.9  La bastardilla es mía.

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    siempre una regresión de los determinismos, de las estabilidades y de lascontradicciones internas de un sistema; comprende siempre una progresión de desórdenes, de inestabilidades y de imprevistos. Esta progresióndel desorden posibil ita una prog resión de la incertidumbre: " E l conjunto

    del sistema afectado por la crisis entra en una fase aleatoria, donde lasformas que tom ará su porvenir inmediato son inciertas" (pág. 156).Además, subraya Morin, la irrupción de los desórdenes está asociada a laparálisis y a la rigidificación de ló que constituía la flexibilidad organizativa del sistema, sus dispositivos de respuesta y de regulación: "todoocurre como si la crisis anunciara dos formas de muerte que, efectivamente conjugadas, constituyen la muerte de los sistemas neguentrópicos:la descomposición, es decir la dispersión y el retomo al desorden de loselementos constitutivos por un lado, y por el otro, la rigidez cadavérica,es decir, el retomo a las formas y causalidades mec ánica s".

    La rigidificación es responsable del bloqueo de los dispositivos deret roacción negativa que hasta ese momento aseguraban la reorganizaciónpermanente del sistema, anulando los desvíos y las perturbaciones. Estebloqueo permite el desbloqueo de las potencialidades inhibidas, sobre

    todo el levantamiento de las restricciones que pesan sobre los componentes y el proceso constituyentes del sistema. Así el desbloqueo y eldesarrollo de las retroacciones positivas, a partir de las cuales los desvíosse mantienen y amplifican entre ellos, se manifiestan de diferentesmaneras: por la rápida transformación de un desvío en contratendencia,por fenómenos desmesurados de crecimiento o decrecimiento de undeterminado elemento, por aceleraciones, amplificaciones, propagaciones'epidémicas,  o desintegraciones en cadena (runaway)  o  morfogénicas.Otro efecto del desbloqueo de potencialidades es la transformación delas complementariedades en rivalidades o antagonismos con el incremento y la prevalencia de las relaciones de carácter polémico o conflictivo;por  úl t imo,  la  multiplicación  del double bind  y  de situaciones  paradójicas es responsable de diversas formas de parálisis: por ejemplo, lasinstancias de control y de poder no pueden tolerar ni reprimir losdesórdenes.

    De esta manera la búsqueda de soluciones radicales o fundamentalesse impone a medida que la crisis se profundiza y perdura. Al mismotiempo que una destructividad en acción profundiza la crisis (fuerzas dedesorden, de dislocación, de desintegración), se despierta una activacreatividad. La ambigüedad fundamental de la crisis proviene del hechode que libera simultáne ame nte fuerzas de muerte y de regeneración.

    La búsqueda de solución puede cobrar aspectos mágicos, míticos y

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    rituales. Como R. Th om , Morin cataloga las diferentes maneras decircunscribir las responsabilidades, identificar a los culpables, liquidar elmal, sacrificando chivos emisarios (minorías, marginales...) en sacrificios rituales. Observa, como todos aquellos que se han interesado en las

    utopías, en los reinos imaginarios de la abundancia y otros Eldorados,que las desgracias, los malestares y peligros de crisis provocan comocontrapartida grandes esperanzas de un porvenir mejor, de solucionesúltimas y radicales, la esperanza absoluta: "el mesianismo salvacionistainfla, amplifica y despliega en la crisis, la dimensión mitológica siemprepresente en todos los asuntos humanos" (pág. 159).

    Morin define la crisis como la combinación, la interacción, el juegoa la vez complementario, concurrente y antagónico, de esos procesos yfenómenos. La crisis es la dialectización de todos esos componentes. Sucarácter incierto y ambiguo constituye su riqueza, pero también determina la incertidumbre y el carácter aleatorio, regresivo y progresivo de susresultados. La crisis es simultáneamente un revelador y un operador,revela lo latente y lo virtual: los antagonismos fundamentales, lasrupturas sísmicas subterráneas, el avance oculto de nuevas realidades, la

    capacidad de supervivencia o de t ransformación ; la crisis pone eh funcionamiento todo lo que puede aportar cambio, transformación, evolución.

    Me pareció interesante resumir detalladamente el artículo de E.Morin; su mérito consiste en proponer una problemática general delconcepto de crisis; para hacerlo Morin pone en crisis el concepto decrisis. Su propuesta, es posible comprobarlo cuando se lo lee, corresponde a la captación más adecuada a su objeto, proporcionando a aquellosque trabajan sobre la crisis, y que a su vez son trabajados por el la, unmarco capaz de contener los elementos parciales, esparcidos, de unateoría que la crisis del concepto de crisis desintegra. El análisis de Morinaporta ese espacio "donde podemos colocar lo que encontramos", comoescribe Winnicott, á propósito del área de la cultura.

     3. La ruptura, experiencia de la crisis

    Luego de haber propuesto este encuadre puedo centrar mi atenciónsobre la manera en que son vividos, elaborados y utilizados subjetivamente los componentes de la crisis, es decir, esencialmente como una

     ruptura de la relación inter e intrasubjetiva, en el juego de las dependencias de grupos y sociedades. La formulación central de mi investigación

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    será la de tratar este aspecto subjetivo de la crisis cuando aparece comouna ruptura en el  transcurso dé las cosas. Quisiera entonces dedicarme a

    interrogar qué ocurre cuando, bajo el efecto de ciertos acontecimientos,esta experiencia de la ruptura cuestiona dolorosamente en el sujeto lacontinuidad del sí-mismo, la organización de sus identificaciones e ideales, el empleo de los mecanismos de defensa, la coherencia de su formapersonal de sentir, de actuar y de pensar, la confíabilidad de sus lazos depertenencia a grupos, la eficacia del código común a todos aquellos que,con él, pertenecen a una misma forma de sociabilidad y cultura. ¿Qué leocurre al sujeto en ese intervalo entre  una  pérdida segura y una inciertaadquisición, en el momento en que toda vía no se han establecido nuevoslazos suficientemente seguros y confiables con un "ambiente" diferente,en el momento en que el espacio psíquico y social necesario paraarticular lo antiguo y lo nuevo no está todavía constituido y el tiempose presenta como suspendido, congelado y neutralizado?

    La experiencia de la crisis participa del entrecruzamiento de varias

    dimensiones, cada una de las cuales constituye un elemento de la ruptura por la que se expresa subjetivamente la amenaza inherente al

    estado de crisis. He detectado tres dimensiones principales a partir de lascuales se organizan diversas problemáticas entrecruzadas:

    1) La  unión-separación  y la  problemática del espacio transicional(Winnicott).

    2) El continuo-discontinuo y la problemática del encuadre (Bleger).3) La  articulación  continente-contenido y las  problemáticas del con

     tenedor  (Bion),  de los niveles  lógicos y de la paradoja (Bateson) y delaparato psíquic o grupal (Kaes).

     La unión-separación: el  espacio transicional  y la crisis del  nacimiento

    La ruptura implica y revela la unión que la hace posible. Se podríadecir: una separación (o una pérdida) se ha producido (o se producirá)revelando que un estado de unión y de continuidad acaba de desaparecer(o desaparecerá). La disfunción que provoca la ruptura 1 0  es acompañadapor el intenso sufrimiento de una amenaza para la integridad del sí-mismo y para la continuidad de la existencia subjetiva, es decir, por brechas

    1° El caso de la ruptura como solución de una crisis no es más que la

    actualización de una ruptura potencial que reenvía a una falla en el estado de

    unión y continuidad.

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    en la capacidad de ser contenido. La experiencia de la ruptura presuponeque la misma ha podido ser sufrida y elaborada como cesación delestado de unión, como el fin de la continuidad y pérdida de la continencia 1 1 . Una ruptura siempre enmascara otra ruptura que la evoca y la

    contiene.En el caso del nacimiento, he insistido sobre la relación entre crisis y

    premaduración. En este momento debemos evocar una doble ruptura: laque debe vivir el recién nacido y la que debe elaborar la madre. Todacrisis implica no una lógica del individuo sino una lógica relacional: de lapareja y del grupo. El análisis transicional debe permitir la inauguraciónde una lógica del "nunca uno sin el otro", a través de situaciones o deestados localizados en la clínica, en la técnica y en la teoría psicoanalíti-cas: todo aquello que se vincula con la  relación  de objeto o con lafunción íraws-narcisista, o incluso, con la míer-transferencia, pero también con las formaciones grupales provenientes de la apoyatura múltipledel psiquismo, proporciona la materia.

    Pero volvamos al nacimiento: para el recién nacido es ese momentocrítico en el que se encuentra en ruptura con la regulación (de continui

    dad, de continencia y de unión). Solicita soluciones reguladoras que sólopueden provenir de una organización común a la madre y al niño, lasimbiosis madre-niño. El hecho de separarse de la madre le exige al niñodos tiempos: es entre dos cortes, el desprendimiento de la placenta y delcordón umbilical, que se marca el espacio paradójico de una unión quees ya una separación:  el niño es puesto en el mundo sin estar en él.Está separado de la madre y al mismo tiempo ligado a ella. Existirrequiere  el  corte  del lazo y el  mantenimiento de un lugar de  continencia. Sobre esta división originaria, sobre su repetición y su elaboración, el individuo se afirma como indiviso.

    La presencia en y la presentación  del niño al  mundo es simultáneacon la ausencia del recién nacido fuera de la madre. El niño sólo puedenacer como individuo mediante un movimiento análogo por parte de lamadre; el nacimiento crea en ella un vacío; el corte del cordón es el delniño imaginario que se ha hecho cuerpo de ella, en ella y que ellapresenta al mundo. Pero esta parte desprendida es tratada por la madrecomo parte de sí misma cuyas necesidades conoce y sabiendo, desde ese

    1 1 Freud (1895) escribe que el trauma no  está en el acontecimiento sino ensu evocación a posteriori. Ese tiempo de latencia es el tiempo de un trabajo deltrauma. M. Khan (1976)  informa que  Winnicott  decía que el  trauma sólo aparececuando cesa la omnipotencia.

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    momento, cuál es la solución requerida para la extinción de la crisis,tanto para el bebé como para ella. La madre supera la crisis instauradapor la doble ruptura del nacimiento sólo haciéndose cargo del bebé queaparece en el momento oportuno y, recíprocamente, el recién nacido

    sólo supera la crisis del nacimiento encontrando a la madre que necesitaallí donde ella lo esperaba. Tal vez ésta sea la primera ilusión doble querestablece la unión de un modo simbiótico. Dicho de otra manera, eltrabajo de esperar  un  niño  es un trabajo de la madre con miras a laruptura, marcada por ella como desgano y como pérdida en el momentode la depresión posparto; esta depresión será elaborada por la madre y,posteriormente, por ese niño que viene de la madre, que va hacia ella yque debe separarse de ella "en el tiempo de la caída" (A. Missenard).

    La ruptura y la ilusión originarias, la paradoja del entre-dos-cortes,son constitutivas del espacio transicional y proporcionan el modelo delas experiencias ulteriores de la ruptura y del restablecimiento de launión. El espacio paradójico entre la madre y el niño se reconstruirá,primero, en el momento en que siendo interiorizada se convierta en unaparte del sí-mismo del bebé aunque permanezca en el exterior, hecho

    que se dramatizará en el destete; luego, anunciado por esa caída querevelará imprevistamente el deseo de la madre por la figura del padre, enel momento en que el niño se encuentre entre-ellos-dos; y por último, enla adolescencia que es a la vez tiempo de un cambio mayor en la estructura per sonológica del sujeto y espacio de una creac ión psicosocial intensa.Este cambio y esta creación se efectúan a través de la ruptura en lacontinuidad del grupo primario del niño y de los objetos infantiles y através de la elaboración de nuevas formas de organización en la personalidad y los lazos grupales. Este pasaje se convierte en el movilizador deprofundas angustias que los ritos tienen por función reducir y orientarhacia la apropiación del estado adulto según las normas sociales en vigor,e implica el retorno y el recurso a lo antiguo, la reorganización de lasidentificaciones y de las relaciones de objeto proyectadas como elporvenir del sujeto. Pero esta crisis puede encontrar o reactivar otra:aquella de la generación que precede y que a menudo se encuentraenfrentada a sus propias rupturas (crisis de la edad intermedia descritapor E. Jaques) y a aquella que puede anunciar, para la generaciónintermedia, la de los abuelos, la entrada en la vejez. Una característicade nuestro tiempo es que estas rupturas ya no están reglamentadasso ci amiente.

    De hecho, ruptura, ilusión, paradoja y espacio transicional no seconstituyen en un espacio vacío, sino por el contrario en un espacio

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    dispuesto por la articulación psicosocial. Desde el punto de vista psicológico, nunca es una madre la que trae un niño al mundo: es un grupo, laparentela, el entorno. Es el grupo (la madre de la madre) el quecontiene, expulsa y recibe al recién nacido, quien de esta manera y

    desde el comienzo viene "al mundo" en-un-grupo. Incluso, en Africa, estoda una genealogía la que "se encarna en el recién nacido, entrecruza-miento de generaciones en lugar de la "aparición en el grupo". En miexperiencia del psicodrama nunca he asistido a una escena de dar a luzen forma solitaria. A menos que sea para actualizar una figura de lamuerte.

    Continuidad, herencia cultural y ruptura del encuadre en los inmigrantes

    Winnicott aporta una contribución capital cuando dice que la continuidad está asegurada por la herencia cultural. Es conocida asimismo laperspectiva de G. Roheim: la civilización es un sistema de institucionesedificadas para obtener seguridad. Para Winnicott, la herencia cultural esuna extensión del espacio potencial entre el individuo y su entorno. Lacultura articula el código psíquico personal (estructura de las identificaciones, de las fantasías personales y de las relaciones de objeto, de lossistemas defensivos) por el código social (sistema de pensamientos, valores, relaciones de sociabi lidad, mentalidades). Winnicott escribe (1975,pág . 137): "he empleado el té rmino experiencia cultura l porque veo enél una exten sión de la idea de fenómenos transicionales y de juego, perono estoy seguro de poder definir la palabra 'cultura'. De hecho, pongo elacento sobre la experiencia. Al emplear la palabra cultura, pienso en latradición heredada; pienso en algo que es el destino común de lahumanidad, al que individuos y grupos pueden contribuir y de dondecada uno de nosotros  podrá  extraer algo,  si contamos  con un lugar

     donde poner lo que encontramos" (el subrayado es mío).

    Ese lugar donde poner lo que encontramos es un lugar "encontra-do-creado", inventado: no es una posesión del sujeto pero forma partede éste, que lo habilita al encontrarlo-ere arlo, para poner en él lo que enél encuentra y crea. Winnicott precisa (ib íd ., pág. 139) que el sitiodonde se ubica la experiencia cultural que aporta a la especie humana lacontinuidad que trasciende la experiencia personal, es el espacio potencial entre el individuo y su entorno.

    La experiencia de la ruptura revela que la herencia cultural ya noestá en condiciones de asegurar la continuidad de la existencia. Es lo que

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    le ocurre al adolescente, al inmigrante, al campesino que va a vivir a laciudad, a todo aquel que demanda una form ación personal. Es imposibleel uso del espacio potencial para establecer un espacio entre-dos, entre elyo y el no-yo, entre el adentro (por ejemplo, el grupo de pertenencia) y

    el afuera (el grupo de recepción), entre el pasado y el futuro.Además,  aquello que  está  depositado en el encuadre,  es decir, las

    partes indiferenciadas y no desligadas de las primitivas relaciones simbióticas (J . Bleger), retoma bruscamente y provoca una cata strófica angustiade ataque y destrucción.

    Es posible proponer la hipótesis siguiente: el sentimiento subjetivode la ruptura en la continuidad del entorno y del sí-mismo encuentra suraíz en el sentimiento experimentado en ocasión de las primerasrupturas sufridas por el niño. Winnicott ha demostrado que las consecuencias de la privación constituyen una función del tiempo subjetivodurante el cual es vivida la ruptura; ésta puede ser suavizada por elretomo del objeto o por el restablecimiento de las regulaciones internasgracias a la elección de un objeto equivalente; las consecuencias constituyen también una función de la actitud activamente reparadora de la

    madre (o del medio). Si en el bebé el sentimiento subjetivo de la rupturaen la continuidad de la existencia (la ausencia) se prolonga más allá de uncierto tiempo, deja de funcionar la capacidad de utilizar símbolos deunión y el traumatismo sufrido genera un retorno de -y una apelacióna- formas primitivas de defensa. La regresión tópica, genética y formalasegura las condiciones de una adaptación por ajuste a los nuevos datosdel espacio interno y del medio . Siempre con respecto al n iño, Winnicotthace la siguiente observación: "es sabido que el 'niño carenciado' 12 (the'deprivated child*) se agita y pierde la capacidad de jugar; muestra un

    empobrecimiento de la capacidad de hacer experiencias en el campocultural. Esta observación conduce al estudio del efecto de la privaciónen el momento de la pérdida de lo que había sido aceptado comoseguro. En el caso de la pérdida del objeto, o en el caso en que el niñoya no puede confiar en su medio, significa para él una'pérdida en el áreadel juego y una pérdida de símbolos ricos de sentido. En circunstanciasfavorables, el espacio potencial es llenado por los productos de la propiaimaginación creativa del be bé. En aquellas desfavorables, falta estautilización creadora de los objetos o está relativamente mal establecida"(ibíd, pág. 141).

    12 Sería más correcto traducir "el niño sometido a la privación".

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    Es posible constatar que en la mayoría de las situaciones de ruptura,la pérdida de seguridad en el ambiente provoca, en primer lugar, unadisminución de la capacidad creadora. En mi opinión, esta pérdida deseguridad debe ser vinculada con otro tipo de fenómeno que el análisis

    de Winnicott hace posible, aunque no lo encontremos formulado en esteautor: la herencia cultural, como decíamos anteriormente, puede serentendida como el código individual-social codificador y decodificadorde las representaciones y afectos organizados más o menos flexiblementey movilizados en una determinada área cultural y para un determinadosujeto. La herencia cultural sólo puede encontrar su valor y utilidadpsicosocial si permite una articulación recíproca de las formacionesinconscientes y las sociales: el mito es una de esas articulaciones privilegiadas, así como, en su propio registro, lo es el rito. Este código se basaen una relativa congruencia entre el yo de los componentes del grupo ylas cualidades del medio material y humano. Esta supuesta congruencia,dejando un espacio de libre movimiento a cada uno, es obtenida por laconstrucción común, mutuamente concedida y personalmente apropiada,del espacio potencial.

    A este respecto, la situación de los emigrantes, de los desculturali-zados o de los huelguistas, proporciona un doloroso ejemplo. En esassituaciones podemos reconocer a cada uno y hacer reconocer nuestro"mal de vida".

    A pesar de la aparic ión de numerosas obras sobre la migrac ión y losmigrantes, no disponemos de documentos directos donde éstos se expresen 13 . Es significativo el hecho de que sean otros quienes hablan porellos y generalmente en un sentido en que, aquello que evoca ennosotros su transicionalidad, es reubicado en la línea ideológica denuestros grupos de pertenencia. Por su posición, el marginado invita aser encuadrado, sobre todo su pensamiento, en tanto se inclina a identificarse con el discurso de aquel que se lo dirige con la intención de"comprenderlo": una manera, quizá la única posible hasta este momento, de existir para otro.

    Por lo dicho es importante el Journal de Mohamed   (1973), transcripto por Catani, pero también lo es por la decepción que produce enel lector a causa de la pobreza y el conformismo del discurso deMohamed. Emigrado voluntariamente de Argelia a Francia, Mohamedexiste esencialmente, en lo que dice, por su identificación con el deseo

    1 3  Redacté este breve estudio sobre  la ruptura en los emigrantes antes de quepudiésemos disponer de los trabajos de T. Ben Jelloum, D. Karlin y T. Lainé.

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    del otro: el del patrón, el del francés, el del médico. Extranjero en supropio pa ís (no conoce nada sobre la guerra, sobre el F L N en el quemil ita su mujer, sobre su propia historia —le pide a Catani que se la cuente"del principio al fin"-), está dispuesto a señalar en los otros su carácter

    de extranjeros, a los que desprecia y de los que intenta distinguirse(pág. 38, a propósito de un italiano: "hablaba el árabe peor que yo").No deja de disimularse en el encuadre: "por ejemplo, hago la cola-dice- para tomar el subte igual que todos lo's demás y no hago líos"(pág. 26), o en lo" del médico, en Argelia (pág. 27): "Yo me acostumbréen el extranjero. Yo no empujo' así, como esos esclavos" (los otrosargelinos); o hablando de sí mismo: "el médico supo reconocer a unapersona que se comporta bien, que sabe hablar, que no empuja"; y elmédico , según cuenta Mohamed, lo lleva aparte y no le cobra.

    Ser reconocido como un otro (un Señor) en ArgeÜa, es para Mohamed actuar de acuerdo al personaje que se ha construido para seradmitido en Francia y borrar su extranjería y para afirmar, en revancha,en su grupo de extracción su status de extranjero, es decir, su superioridad entre los suyos. De esta forma piensa escapar a la represalia (porejemplo, la chicánería aduanera que personalmente lo persigue cuandovuelve a Argelia) que teme le hagan sufrir los suyos, a los que critica ydenigra (págs. 23, 25, 50 y 59).

    La clausura del tiempo gracias al intenso trabajo que realiza y al quededica toda su atención, nó corresponde solamente a la necesidad definanciar la casa que se ha construido en Argelia: se trata de no dejarespacio para el tiempo transicional, durante el cual debería jugar con losobjetos, con los otros o con el código, pues, por el momento, son ésosobjetos, los centros y el código los que juegan con él. Solamente asípuede existir y ser reconocido:  en la  sumisión  al   código  del  otro.  Laemigración de Mohamed es un viaje hacia esa sumisión vital que notolera ninguna  relación lúdica con los objetos.  Ocurre lo mismo con lamayoría de los obreros franceses en sus actitudes con respecto al saber, la

    escuela, la cultura: "no se juega con esos valores, es necesario ser serio,no perder el tiempo", repetían en las entrevistas que tuve con ellos hacediez años . Como estos obreros (la ma yoría ) que buscan una incorporación conformista y valorizadora de la cultura de la clase superior,Mohamed se dedica a ser, para existir, conforme al objeto supuesto delotro, y el lugar que ocupa en los grupos, en los equipos y en la sociedades aquel que le asignan los otros; es necesario para existir, para subsistir,que esos lugares coincidan en esta doble asignación. Y cuando Mohamedle pide a Catani que le cuente "del principio al fin" la historia de las

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    relaciones entre Argelia y. Francia, ya está hospitalizado: ha encontradoun espacio donde existir, y es allí, pero quizá porque "el entornoCatani" es para él por fin un medio seguro y "suficientemente bueno"que no somete y le restituye la palabra, donde Mohamed puede inventar

    un espacio potencial; el hospital, la larga enfermedad, incluso. Catani,constituyen en ese momento el espacio y el tiempo disponibles para lacreatividad de Mohamed: para su palabra en el espacio potencial.

    Para Mohamed, como para todos los transicionales, el grupo (labarra, el equipo) no constituye una mediación entre la subjetividad y elcódigo, un nepentorno, sino que es una protección contra la angustia desu no asignación  (Zwanglosigkeif): asignarse y ser asignado a un lugar enun grupo es ser para sí y para los otros un existente (sujeto)' én elcampo del deseo. Y si, como ocurre a menudo, es ocupar un lugar en un

     conjunto de semejantes, es porque gracias a esta condición puede funcionar el campo de la ilusión: el de la coincidencia, el del entre-dos.

    Pero antes que se constituye este espacio, en su exilio, el emigrante—todo ser en crisis— no existe un ninguna parte: es un ser utópico

    (soporte de utopías) entre ruptura y sutura. Mohamed pierde, con elsoporte de un código que ya no metaboliza ninguna significación y sincompartir otro que originaría aquello que está por convertirse en suexperiencia, toda posibilidad de articular y comunicar su subjetividadcon una cultura y una sociabilidad. Este momento de desorganización escrucial: constituye una intensa experiencia de despósesión, de despoja-miento y pérdida que moviliza las energías y los mecanismos del trabajo del duelo.

    Recordemos que este trabajo concierne 'tanto a la pé rdida delobjeto interno como del externo. Perder el objeto, no es solamentedejarlo, es también y sobre todo ser dejado por él y desde ese momentoexperimentar el terror de que nada lo reemplace. Es también quedarlibrado a la agresividad del objeto desaparecido-destruido. Freud hademostrado cómo la muerte de un pariente procura satisfacción al deseo

    inconsciente que, si hubiese sido bastante potente, hubiera provocadoesa muerte  (Tótem et Tabou, págs. 74-75). Freud insiste sobre la ambivalencia de los sentimientos en relación con el desaparecido: dolor consciente y satisfacción inconsciente que resulta de la hostilidad latente a surespecto; explica mediante la proyección (". . .el sobreviviente niegahaber experimentado un sentimiento hostil contra el desaparecido: es,piensa, el alma del muerto la que alimenta ese sentimiento que durantetodo el p eríodo de duelo se inten tará c al ma r. .. ", pág. 76) el origen

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    idéntico del temor a los espíritus y demonios y el culto a los antepasados entre los primitivos.

    Estos datos clínicos pueden dar cuenta de la hostilidad hacia quienes parten o se separan de un grupo de extracción, tanto como de laambivalencia de quienes se van con respecto al grupo y a los objetosinteriorizados. Un recíproco trabajo de duelo se efectúa en él que partey en el que es abandonado; tanto para el uno como para el otro , a lapérdida del objeto exterior se suma la pérdida del objeto interiorizado.

    El trabajo de duelo implica, como lo ha establecido Melanie Klein,la activación de los procesos de la posición depresiva. De la elaboraciónde esta posic ión, cómo de la utilización de las fantasías y de las defensascorrespondientes, depende el éxito de este trabajo 14 .

    León Grinberg (1964) ha subrayado este aspecto fundamental delvínculo entre la pérdida del objeto y la pérdida de algunas partes delsí-mismo: "considerando que en toda relación con un objeto existetambién una relación con las partes del sí-mismo depositadas en él, cadapérdida objetal es acompañada simultáneamente con la pérdida de laspartes del sí-mismo que habían sido colocadas en el objeto por identificación proyectiva. En consecuencia, el sí-mismo se debilita, se empobrece, y otra parte del sí-mismo se siente culpable de este empobrecimiento". Grinberg concluye que siempre existe un duelo subyacente delsí-mismo en todo duelo de objeto. Luego describe la existencia de dosfaltas de cualidades diferentes: una, denominada "falta persecutoria" que

    14  "Uno de los factores fundamentales para determinar si la pérdida de unobjeto amado (...) llevará a la enfermedad maníaco-depresiva o será normalmentesuperada, es, según mi experiencia, la medida en que la posición depresiva ha sidoelaborada  con  éxito,  en la que los  objetos  amados, introyectados,  han  sidointeriorizados con seguridad durante el primer año de la vida" (M. Klein, 1952,pág. 206). Si en el bebé la introyección del objeto bueno fracasa, la situación de lapérdida del objeto de amor se establece desde ese momento con la misma significa

    ción que en el melancólico adulto (M. Klein, 1934, p. 338). El trabajo de duelo consistirá para el yo en introyectar un objeto bueno y estable (M. Klein) y en incorporarlo(K. Abraham). En el transcurso del duelo es posible observar que el sujeto nocumple este trabajo  por primera vez: "la  posición depresiva precoz  y con  ella lasangustias, la culpabilidad, la aflicción y la sensación de pérdida provenientes de la•lactancia,  el destete,  la  situación edípica  y de todas las otras fuentes, son reactivadas. Entre todas estas emociones, el miedo a ser castigado y despojado por lospadres temidos -es decir, el sentimiento de persecusión- también es reanimado enlos estratos profundos de la personalidad . . . Pensamos que, cada vez que experimentamos la pérdida de una persona amada, son ellos (los objetos buenQs interiorizados) los que asimismo son abatidos y destruidos", escribe M. Klein.

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    sobreviene en una etapa precoz y se acrecienta con la angustia de la faseparanoide-esquizoide; es característica de las neurosis graves, de laspersonalidades  fronterizas,  de los cuadros  psicóticos  y de los duelospatológicos; predominan en ella las tendencias a la com puls ión de repetición,  a la  exoactuación  (acting  oui),  a las actitudes masoquistas. A lainversa, Grinberg sitúa la "falta depresiva" en el período del desarrollocorrespondiente a la posición depresiva descrita por M. Klein; requiereun yo más maduro e integrado; en ella predomina la pena, la preocupación por el objeto y por el sí-mismo, la nostalgia y la responsabilidad; semanifiesta en el duelo normal con actitudes de sublimación y reparación: "e l yo, escribe M. Kle in , se ve obligado (por su identi ficación conel objeto bueno) a reparar todos los ataques sádicos que ha dirigidocontra ese objeto" (1934, pág. 315). Una vez reparado el objeto muertoy restablecidas las partes del sí-mismo en su integridad, el yo puedesuperar la prueba que representa el duelo.

    Estas dos modalidades de la elaboración de la pérdida del objeto yde las partes del sí-mismo en la experiencia de la ruptura determinan dos

    tonalidades, definen dos momentos en el proceso de disposición de unneoespacio transicional.En efecto, la pérdida del código (a la vez perdido, destruido y

    rechazado) genera, según los sujetos, o bien —con el reflujo narcisistacentrado sobre el sí-mismo— una intensa erotización de las propiasproducciones internas mediante las cuales se afirman la pura subjetividady el significante loco (R. Gori, 1978) en ruptura con el código, o bien latentativa de incorporar en forma man íaca el objeto e instaurarlo por lafuerza en el interior, en el lugar de la subjetividad: esto permite asegurarla sumisión al código externo 15 , la constitución o la acentuación delfalso sí-mismo. Estos dos movimientos, que representan los polos extremos entre los que oscila el sujeto y sobre los cuales puede fijarse' latransicionalidad, no se pueden separar de las reacciones del medio. Elgrupo permite orientar la trayectoria de estas dos tendencias: se constru

    ye como mediador de las relaciones entre la subjetividad y el código.Es necesario acordarle particular importancia a la pérdida o alcambio de código. En la medida en que rige las significaciones y lasrelaciones interpersonales y sociales, repercute básicamente sobre el empleo de los sentimientos de amor y odio dirigidos hacia las personas, el

    15  Sumisión y seducción: el transicional, el inmigrante, el extranjero,, perotambién el desviado, por esta sumisión solicita en mí, como signo de su reconocimiento, mi ruptura. Busca seducirme, incorporarme: controlar, devorar.

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    sí mismo y los objetos. Toda cultura codifica mediante ritos y procedimientos con finalidad normativa las significaciones y las relaciones ligadas al odio y al amor. La educación, la domesticación y la aculturaciónrigen el uso, la meta y el objeto "no rmal" de las pulsiones de talmanera que cada uno pueda vivir según la norma sus relaciones con elotro y consigo mismo 1 6 .

    En esta perspectiva, la quiebra de la confianza en el medio estambién una falla en la capacidad del código para organizar las conductas y regular las elaboraciones pulsionales, es decir, para asignar unobjeto y una meta a la pu lsi ón. •

    Dado que cada grupo posee su propio código de significaciones yprocedimientos de amor y odio, el pasaje de un grupo a otro implicanecesariamente para el sujeto una desintegración del código anterior y almismo tiempo una imposibilidad de dominar el código del grupo receptor. Esto genera angustia en la medida en que la pérdida del códigosignifica forzosamente la reactualización de los conflictos entre las tendencias de amor y ternura y las tendencias destructivas y de odio.

    Para un inmigrante, un exiliado, un desculturalizado, perder elcódigo es exponerse a la muerte, tanto como ser excluido del grupo depertenencia: la energía desligada, libre y en exceso provoca la angustiade la irrupción pulsional y la incertidumbre en cuanto a su uso. Precisemos que se trata fundamentalmente de la irrupción de fuerzas dedesligamiento y que la destrucción subjetiva del código es vivida comoun efecto de la  pulsión  de muerte.  Sólo  a  través  de este efecto sonsentidos los ataques del grupo de origen a los del grupo de recepción yelaboradas las defensas contra esos ataques. Algunas veces se conjugancon este efecto supuesto los ataques reales que emanan de los grupos de

    origen o de recepción; de esta manera adquieren mayor fuerza y aniquilan toda capacidad de lo que  Bion  llama  el pensar, es decir, se reduce a

     mínima  la capacidad de formar los símbolos de la unión.Por lo tanto, a la quiebra de la confianza del medio, del yo y del

    código, se agrega la inseguridad del medio "de re ce pc ión" , aunque seorganice para ser activamente receptor, es decir, para ser un  contenedorsuficientemente bueno. Esta inseguridad proviene de diversos fenómenos: en primer lugar, la reacción de rechazo, de sospecha o de ataque

    16  Por ejemplo, las normas de cortesía son formas de mantener a distancia, enlas relaciones sociales, el empleo del amor y el odio. Aproximarse demasiado a unapersona, puede significar la transgresión del código prevalente en una sociedad,pero también lo contrario en otra.

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    frente al extranjero, aquel que es radicalmente otro pero que todavíano puede ser identificado como  un otro.  Las coyunturas de penuria yper secución acen túan estas reacciones. Además, la imprevisibilidad de laconducta del otro también provoca el rechazo y acaba por acreditar enel otro su propio carácter peligroso. Una de las consecuencias másnotables de esté proceso circular es la incapacidad del sujeto en transición para adquirir el nuevo código aunque se esfuerce para asimilarlo: nopuede introyectar lo que proyectivamente aparece significado comopeligroso. Un tercer elemento que puede ser agregado a los precedentespermite explicar aquello que Winnicott propone cuando describe elpeligro de que el espacio sea llenado por lo que otro le inyecta: "lo quese encuentra en este espacio proveniente de cualquier otro (es) materialpersecutorio" (1975, pág. 142). Nos enfrentamos aquí a lo que podríamos llamar una reacción persecutoria frente a una enculturación porsometimiento: este fenóm eno, contra el cual el bebé no puede luchar,desencadena en el adolescente o en el adulto en transición un violento

    rechazo que podría explicar numerosos fracasos en los proyectos de formación, alfabetización, ayuda a los inmigrantes