Juzgar El Pasado _ Opinión _ EL PAÍS
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7/23/2019 Juzgar El Pasado _ Opinión _ EL PAÍS
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//elpais.com/elpais/2012/02/20/opinion/1329738426_435444.html[13/10/2015 3:50:17]
A partir de julio de 1962se desencadenó en Argelia una ola represiva de revolucionarios intransigentes
probar su intransigencia. Los testigos hablaban de hombres enterrados
vivos con la cabeza untada de miel, otros arrojados vivos a depósitos de
cal o cemento, otros sumergidos en agua hirviendo en ollas, o
quemados, o crucificados. A las mujeres que habían trabajado para el
ejército las torturaron, las mutilaron, las violaron. El número total de
víctimas es difícil de establecer, pero varios cálculos las sitúan entre
50.000 y 60.000 personas.
Estos sucesos, que eran previsibles, no se desconocían en Francia,
porque figuran en los informes de los subprefectos que se quedaron
sobre el terreno. No obstante, ya desde antes de que comenzaran las
matanzas, las máximas autoridades francesas decidieron impedir que los
harkis fueran a Francia. Unas órdenes secretas (hoy publicadas) exigían
que se hiciera todo lo posible para impedir su huida y que se castigara a
quienes intentaran ayudarles. A partir de abril de 1962, se proponen
repatriar a los harkis que ya vivían en Francia; varios de ellos, que
sabían lo que les aguardaba, se suicidaron arrojándose por la borda
cuando el barco que les llevaba estaba en mitad del Mediterráneo. Les
tocaba vivir aborrecidos por los argelinos que habían tomado el poder y
rechazados por los franceses a los que habían aceptado servir. Esto no
es una mera denegación de auxilio a una persona en peligro: es una
manera vil de traicionar a quienes se habían confiado al poder existente
en aquel entonces, el de Francia.
En el momento del regreso de los
pieds-noirs, aproximadamente 90.000
harkis lograron instalarse en la
metrópoli, pero no tuvieron una buena
acogida. Y esa es la tercera falta
cometida. Los colocaron en
campamentos, apartados de la
población, lo cual impidió cualquier
posibilidad de integración, porque no
estaban autorizados a salir. Se
distribuyeron indemnizaciones proporcionales a los bienes abandonados
en Argelia: la mayoría de los harkis eran campesinos pobres y otros no
podían demostrar la existencia de ningún bien, de modo que no tuvieron
derecho a nada. Más tarde, Francia los metió en guetos y prefirió
olvidarse de ellos. La izquierda francesa, que se proyectaba en el FLN,
los tachaba de colaboracionistas, y los gaullistas les despreciaban. La
extrema derecha quería instrumentalizarlos al servicio de su causa y
para demostrar la brutalidad del FLN, un argumento para defender la
Argelia francesa. El Estado argelino seguía considerándolos traidores.
¿Cómo se explican estas decisiones de las autoridades francesas? Al
principio, por la propia situación colonial, en la que una población ejerce
el dominio sobre otra y, para conseguirlo, recurre a la fuerza. Después,
por un racismo más o menos asumido: no todos los seres humanos
tienen las mismas necesidades ni el mismo valor, por lo que se salva a
unos y se abandona a otros. Y, además, por egoísmo colectivo: bastante
cuesta ayudar a los amigos, ¡no vamos a ocuparnos también de unas personas que no tienen nada que ver con nosotros y que ni siquiera son
héroes! Y es preferible olvidar lo antes posible a estos testigos de
nuestras debilidades pasadas.
Los nacionalistas argelinos actuales se niegan a arrojar luz sobre las
páginas más sombrías de su historia. Ahora bien, en lugar de darles
unas lecciones que podrían producir unas consecuencias inversas a las
que se buscan, cada uno podría intentar dar ejemplo, estar dispuesto a
examinar los actos cometidos en nombre de su propio Estado y su propio
pueblo.
Tzvetan Todor ov es semiólogo, filósofo e historiador de origen búlgaro y
nacionalidad francesa.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia
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