JUUTA DE A1IDALU(LA - Alhambra - Patronato

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' Patronato de la Alhambra y Generalife CONSEJERÍA DE CULTURA JUUTA DE A1IDALU(LA La presente colección bibliográfica digital está sujeta a la legislación española sobre propiedad intelectual. De acuerdo con lo establecido en la legislación vigente su utilización será exclusivamente confines de estudio e investigación científica; en consecuencia, no podrán ser objeto de utilización colectiva ni lucrativa ni ser depositada en centros públicos que la destinen a otros fines. En las citas o referencias a los fondos incluidos en la investigación deberá mencionarse que los mismos proceden de la Biblioteca del Patronato de la Alhambra y Generalife y, además, hacer mención expresa del enlace permanente en Internet. El investigador que utilice los citados fondos está obligado a hacer donación de un ejemplar a la Biblioteca del Patronato de la Alhambra y Generalife del estudio o trabajo de investigación realizado. : III 4 4\ This bibliographic digital collection is subject to Spanish intellectual property Law. In accordance with current legislation, its use is solely for purposes of study and scientific research. Collective use, profit, and deposit of the materials in public centers intendedfor non-academic or study purposes is expresslyprohibited. Excerpts and referentes should be i as being from the Library the Patronato of the Alhambra and Generalife, and a stable URL h d be included in the citation. Jt1 1A jE ,uL'Tt . W e kindly request that c b i ations r t tg from sojiqarch be donated to the Library of the Patronato of the Alhambra and Generalife for the use of future students and researchers. Biblioteca del Patronato de la Alhambra y Generalife C / Real de la Alhambra S/N. Edificio Fuente Peña 18009 GRANADA (ESPAÑA) Tel. (+ 34) 958 027 944 (+ 34) 958 027 945 Fax. (+34) 958 210 235 biblioteca.paggjuntadeandalucia.es

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' Patronato de la Alhambra y Generalife

CONSEJERÍA DE CULTURAJUUTA DE A1IDALU(LA

La presente colección bibliográfica digital está sujeta a la legislación española sobre propiedadintelectual.

De acuerdo con lo establecido en la legislación vigente su utilización será exclusivamente confinesde estudio e investigación científica; en consecuencia, no podrán ser objeto de utilización colectivani lucrativa ni ser depositada en centros públicos que la destinen a otros fines.

En las citas o referencias a los fondos incluidos en la investigación deberá mencionarse que losmismos proceden de la Biblioteca del Patronato de la Alhambra y Generalife y, además, hacermención expresa del enlace permanente en Internet.

El investigador que utilice los citados fondos está obligado a hacer donación de un ejemplar a laBiblioteca del Patronato de la Alhambra y Generalife del estudio o trabajo de investigaciónrealizado. :

III 4 4\

This bibliographic digital collection is subject to Spanish intellectual property Law. In accordancewith current legislation, its use is solely for purposes of study and scientific research. Collective use,profit, and deposit of the materials in public centers intendedfor non-academic or study purposes isexpresslyprohibited.

Excerpts and referentes should be i as being from the Library the Patronato of the Alhambraand Generalife, and a stable URL h d be included in the citation.

Jt1 1A jE ,uL'Tt .We kindly request that c b i ations r t tg from sojiqarch be donated to theLibrary of the Patronato of the Alhambra and Generalife for the use of future students andresearchers.

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EL JARDÍN DEL PATIO DE LA ACEQUIA DEL GENERALIFE.I. SU EVOLUCIÓN EN LA DOCUMENTACIÓN ESCRITAY GRÁFICA

MANUEL CASARES PORCEL • JosÉ TITO Rojo • ESTHER CRUCES BLANCO

CARDEN OF PATIO DE LA ACEQUIA OF GENERALIFE.1. EVOLUTION IN GRAPHIC AND WRITE DOCUMENTATION

The study, based on an analysis of the available graph and written documentation, collects the most relevant results,

in relationship to the Patio de la Acequia garden, obtain in the agreement subscribed between the Patronato of the

Alhambra and the Generalife and the Granada University for "the Study of the gardens of the Generalife and his

restoration" In addition to providing many unknown data up until now, the studied documentation permita co know

the garden evolution from the arrival of the Christians to the city until our days, and co date the incorporation and

duration of the vegetable and structural elements, analyzing his aesthetic and functional significance in the courtyard.

El estudio, basado en un análisis de la documentación grá fica y escrita disponible, recoge los resultados más rele-

vantes, en relación con el jardín del Patio de la Acequia, obtenidos en el convenio suscrito entre el Patronato de la

Alhambra y el Generalife y la Universidad de Granada para «el Estudio de los jardines del Generalife y su restaura-

ción». Además de aportar muchos datos desconocidos hasta ahora, la documentación estudiada permite conocer la

evolución del jardín desde la llegada de los cristianos a la ciudad hasta nuestros días, y datar la incorporación y

pervivencia de elementos vegetales, estructurales y analizando su significado estético y funcional en el Patio.

C t e^-

En 1998 se firmó un convenio entre el Patro-nato de la Alhambra y el Generalife y la Univer-sidad de Granada para el «Estudio de los jardinesdel Generalife y su restauración». Los trabajos sedesarrollaron durante tres años por un equipo deinvestigadores de ambas instituciones coordinadopor Manuel Casares Porcel y José Tito Rojo. Serealizó una relectura del material documental co-nocido, se localizaron nuevos documentos escri-tos y gráficos y se realizaron análisis edafológicos,por un equipo de la Universidad coordinado por

imbra y C _ alit._

Rafael Delgado Calvo-Flores, y palinológicos, porotro equipo coordinado por Oswaldo SocorroAbreu. Los estudios de suelo y polen estuvieronasociados a un sondeo arqueológico encargado deforma paralela por el propio Patronato que fuerealizado por Manuel Morales Toro. La docu-mentación de archivo necesaria para el estudio fuetranscrita por Esther Cruces Blanco.

En este artículo se analiza la evolución a par-tir de la presencia de documentación escrita y grá-fica, es decir, tras la conquista cristiana. Aunque

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el estudio citado se extendió a todos los espacioscultivados de la finca, los resultados que aquí pre-sentamos se limitan al Patio de la Acequia, aun-que, inevitablemente se citan datos de otros jar-dines en temas en que se encuentran interrela-cionados.

ANTECEDENTES

Los estudios sobre el Patio de la Acequia sehabían limitado hasta 1960 al análisis de su arqui-tectura. Del jardín se daba por sentado la impo-sibilidad de conocer su pasado por el carácter efí-mero de las plantaciones y se limitaba a la reim-presión de los textos históricos.

El escaso conocimiento que de él se tenía a co-mienzos del siglo XX se recoge en los diversos es-critos de Francisco de Paula Valladar en parte in-éditos, en parte incluidos en obras suyas de carác-ter más amplio y en parte publicados por entre-gas en, al menos, cinco revistas diferentes, LaAlhambra, sobre todo . Materiales que compor-tan más de cuarenta entregas, por lo general depequeño formato, muchas de las veces reiterati-vas, que eran avances de un libro que su autor de-nominaba en ocasiones «El Generalife» , en otras«Generalife: los Granadas y Venegas» (sic) y quelamentablemente no fue publicado. Bien que so-bre el jardín aporta poco, su importancia sobre elconocimiento de la historia de la finca tras la con-quista es sumamente relevante 2 . La atención deValladar por el Generalife es muy tempana, 1887,y le acompañó hasta su muerte, 1924. Es muysignificativo que su trabajo más extenso, las tre-ce entregas publicadas entre 1922 y 1923, comen-zara denominándose «Los jardines del Generalifeen el siglo XVI», cambiara a «Los jardines delGeneralife después de 1492» en la segunda entre-ga para pasar a «El Generalife y sus contornos» enlas restantes, tercera a décimo tercera.

El meticuloso trabajo de Valladar se detenía enlos jardines. La importancia de los mismos le ha-cía acercarse a ellos con frecuencia, pero siempreacababa limitándose a reproducir el texto de Nava-gero en la traducción de Fabié 3 recogida porGarcía Mercadar, que es de donde lo cita. En pa-labras de Valladar: «Hay tantas alteraciones, y detal magnitud, en el palacio y los jardines, que nocomento la relación transcripta [el texto de Nava-

gero] ... En los jardines nada hay digno de men-ción, aparte del ciprés famoso, del cual.., no ha-blan Lalaing ni Navagero» 4 . La certeza en la im-posibilidad de conocer el pasado árabe de susplantaciones será la tónica general de los estudio-sos que se acerquen al Generalife. Tan sólo, concierta imprudencia, pero con posible acierto,Gómez Moreno afirmó que «Volviendo al patio[de la Acequia], lo encontramos circundado porsetos de arrayán y naranjos, como en tiempo delos moros» 5 , afirmación que se efectuaba asu-miendo que la descripción de Navagero de 1526podía extrapolarse a época árabe e imaginandoque los mirtos que cita el veneciano estarían for-mado un seto, asunto del que el texto italiano nohabla («ha piu spatii, tutti c ncque abondanti-ssime, ma un tra gl'altri con la sua acqua torrentecome un canal, per mezzo pleno di belliflimimirti, & naranci» 6), ni la traducción de Fabié(«tiene varios patios con sus fuentes, y entre ellosuno con un estanque rodeado de arrayanes y na-ranjos» 7).

Salvo esta atrevida extrapolación la norma seráseguir a Valladar en su respetuoso silencio. Fores-tier, que tanta influencia tendría en las opinionesde los españoles cultos sobre el jardín hispanomu-sulmán, lo expuso con claridad: «¿Qué debían serlos jardines de la Alhambra, obras desgraciadamen-te efímeras, desaparecidas hoy bajo las tormentasque las asaltaron y de las cuales queda —único tes-tigo de su esplendor abolido— una fuente demármol que surgió bajo la piqueta de los obrerosal pie de la Torre de las Damas?» 8 , Torres Balbásmantuvo la misma precaución: «Es relativamen-te fácil distinguir en el Generalife las construccio-nes musulmanas de las posteriores cristianas, peromuy difícil llegar a determinar cuales son las tra-zas que se conservan de sus jardines anteriores ala Reconquista. Tan sólo las descripciones anti-guas nos pueden guiar en esa investigación...» 9.Es la misma prudencia que hizo a García Gómezmanifestar, hablando del Generalife: «Han pasa-do cuatro siglos. No podemos seguir todas las eta-pas intermedias, y hemos de contentarnos con lainicial y la final» 10 . Conocimiento de la etapainicial que hay que entender, de acuerdo con elcontexto, en un grado altamente reducido y quese sitúa en los límites de sus propias palabras:«¡ Qué diluvio de literatura, buena y mala, sobre

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el vergel musulmán! Incluso los libros dedicadosa jardinería árabe, cuando no son simples colec-ciones de fotografías, son nada más que literatu-ra. Pero a mi entender, casi todas estas obras ado-lecen de un error de principio, que es partir de laestructura actual de los jardines orientales.» li . Ladificultad que García Gómez advierte de conocerla jardinería árabe del pasado deja al jardín comorefugio de lo literario, reducto útil para un acer-camiento acientífico: «Hemos vencido, con la in-teligencia y el paso de los años, el veneno árabe.La Alhambra no nos dice lo mismo que a nues-tros padres y, mucho menos, a nuestros abuelos.A la «oriental» inventada ha seguido la traducciónsolvente. Nuestro arabismo ha dejado de ser pin-toresco para ser científico. Queda sólo el islote de

■los jardines» 12.

Caso extremo del acercamiento no científico loplantea Prieto-Moreno cuando defiende que la«sistemática naturalista y escueta con que fuerontrazados [los jardines hispano musulmanes], reba-sa los formalismos representativos para crear es-tados de espíritu a nivel individual» y «por esarazón estos jardines no pueden considerarse comovestigios del pasado, sometiéndolos a un científi-co estudio arqueológico» 13 • Paradójicamente es-cribía esto diez años después de que BermúdezPareja publicara los resultados de las excavacionesarqueológicas que aportaron datos fundamentalespara el conocimiento del jardín y que motivaronreflexiones de este autor que hoy, cerca de cuaren-ta años más tarde, siguen siendo, en lo esencial,válidas 14.

Las aportaciones de las excavaciones de Ber-múdez Pareja recogidas en el artículo citado fue-ron, en lo referente al jardín del patio, fundamen-tales pues permitieron romper con esa larga tra-dición que manifestaba la imposibilidad de cono-cer su pasado remoto.

Es necesario hacer una doble puntualizaciónimportante:

Primero, recordar el fondo de razón que teníanlos que manifestaban la imposibilidad de conocerel pasado de este jardín. Incluso con descripcio-nes muy detalladas. Podemos, y Bermúdez lohizo, prolongar nuestro conocimiento, pero nosaber como era. Si se nos perdona lo burdo delejemplo, un estudio arqueológico puede llegar asaber si hubo o no un ciprés, incluso, en el caso

de conseguir testimonios excepcionales, saberdónde estaba y su tamaño, pero salvo que tenga-mos una fotografía, un dibujo o una descripciónmás que improbable, no podremos saber si esta-ba libre o recortado formando la figura de un ani-mal como se recoge en algunos poemas barrocos,y una u otra posibilidad nos dibujarían un jardínradicalmente distinto.

Segundo, no perder de vista que el patio fueárabe durante más de dos siglos. Y quien conoz-ca como funcionan y como cambian los jardinessabe que en ese largo periodo pudo tener elemen-tos vegetales o inertes, plantas y formas radical-mente distintas.

Dicho esto, las aportaciones de Bermúdez Pa-reja pueden resumirse en lo siguiente:

1. Encontró un trazado del jardín medieval.Con paseos solados y que formaban un crucero.

2. Identificó un terreno de cultivo enterradounos 70 cm por una capa que el denominó de«escombros». Ese terreno de cultivo se montabacon un espesor de unos 45 cm sobre un «terrenopedregoso, compacto y duro, incultivable, en elque convencional e irregularmente, había excavadaspequeñas cavidades en forma de timbal para laplantación de árboles» 15•

3. No demuestra, pero deduce y razona con-vincentemente, que las plantas del patio teníanque ser por lo general de bajo porte —obviamen-te salvo los árboles plantados en las cavidades an-tes citadas— conformando un prado florido co-herente con los dibujos de jardín de finales de laEdad Media, principios de la Moderna, tanto, yes importante que así lo advirtiera, en el mundocultural cristiano como en el oriental.

4. Señala la fortuna de que el crecimiento enaltura del terreno del jardín en época cristianapreservara el terreno de jardín medieval. No afir-ma, pero se deduce con facilidad de su escrito,que el aporte de tierra («escombros» dice él) seproduce, al menos en una parte importante de suvolumen, de una sola vez, con lo que no ocurreen este jardín lo frecuente en todos los espacioscultivados, la elevación paulatina de cota poraporte de material a lo largo del tiempo con per-manente remoción de horizontes por las laboresde cultivo. Esa singularidad del Patio de la Ace-quia será la base del estudio que nosotros hemosrealizado y que aquí presentamos. En el texto re-

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coge también un dato importante, que ese «es-combro» se aporta en, al menos, dos fases. Unaprimera colmata los cuadros del jardín hundidosin cambiar su diseño y «nuevas cargas de escom-bro» (p. 29) de donde «surge un nuevo trazado».

5. La confirmación de la existencia de un ce-nador central. Sobre él se apoya Bermúdez en trestestimonios, uno, la extrapolación del conocidotexto de Ibn Luyún que sitúa un pabellón en elcentro de un bustan, dos, la presencia del cenadoren el siglo XIX (aporta como referencia un textode Madoz y una foto de Ayola) y tres, haber en-contrado él dos vestigios en su excavación: im-prontas en el terreno, que no describe ni dibu-ja 16, y la tubería de plomo que alimentaría unafuente central (la fuente central es uno de losmotivos recurrentes de los patios andalusíes).

6. El sistema de riego del jardín primitivo.Encuentra atañores embutidos en el muro de laacequia que permitían regar por inundación losparterres, cuando estos tenían su superficie 45 cmbajo los andenes. Ese sistema se anuló cuando eljardín subió su altura. Bermúdez Pareja se separade la habitual adscripción del texto de Navagero,que describe un prado que se inundaba mojandoa los paseantes, al Patio del Ciprés de la Sultana yapunta la posibilidad de que se tratara de este Pa-tio, inundable, de la Acequia. Una relectura deloriginal italiano permite claramente la lectura deJesús Bermudez 17 . « In un spatio tutto verde, &fatto un prado con alcuni belligimi arbori, si fanvenir 1'acque di tal maniera, che cerrandosi alcunicanali senza che l'houmo se ne aveda, stando nelprato si sente crescer l'acqua sotto i piedi, si chesi bagna tutto. foRi poi ancho mancar senza faticaalcuna, et senza ch'alcuno vedi come» 18 , textodonde no se indica ninguna noción de trayectoque permita atribuirlo al Patio del Ciprés de laSultana.

Estas seis aportaciones de la excavación reco-gida en el primer artículo del número uno deCuadernos de la Alhambra significaron un cambioradical en la forma de entender el patio y moti-varon su restauración en 1960, primera vez quese producía tras un estudio científico. Lamenta-blemente no se incorporaron algunos de los ha-llazgos de Bermúdez Pareja, seguramente para noalterar en exceso la imagen turística del monu-mento, y aun así sufrió serias críticas de destaca-

dos granadinos que consideraban inaceptable uncambio de la estética del jardín 19.

Tras este trabajo no ha habido aportacionesnuevas referidas al espacio de cultivo. Estudiossobre el Generalife como el de Carlos VílchezVílchez 20 o Antonio Orihuela Uzal 21 son im-prescindibles para el conocimiento del espacio,pero sus aportaciones se sitúan prácticamente sóloen referencia a los edificios. En el caso de Ori-huela tiene interés para nuestro estudio su hipó-tesis sobre la gestación del patio que se articulasobre la diferencia de grados del eje del pórticonorte respecto al de la acequia y la ubicación dela llamada Casa de los Amigos 22•

Sobre esta base de conocimiento previo se es-tableció nuestro estudio que presentamos aquíestructurado en dos partes. La primera se refiereal conocimiento de la evolución del patio, la se-gunda recoge la discusión sobre los resultados delanalisis edafológico y polínico.

EL PATIO TRAS LA CONQUISTA DE ACUER-DO CON LA DOCUMENTACIÓN DE AR-CHIVO (ANTES DE 1766, FECHA EN QUECOMIENZA A HABER DOCUMENTACIÓNGRÁFICA)

El nombre del patio

En los documentos del Archivo de la Alham-bra se recoge a lo largo de todo el siglo XVI lareferencia al patio como «de los arrayanes», lamás antigua de ellas, de 1526, como «cruzero delos arrayhanes» y «patio principal de los arrayha-nes» 23 . La denominación coexiste durante elXVI con la de «la acequia» que acabará suplan-tándola. El nombre «Patio de los Arrayanes» pa-rece prevalecer en esta época, hasta el punto deque en un documento se recoge «patio de losArrayanes donde esta la alverca larga», denomi-nación que nos parece extremadamente clarasobre este particular 24 • La referencia a «Patio delos Arrayanes del Generalife», seguramente paradiferenciarlo de Patio de los Arrayanes de la Al-hambra, ofrece la tentadora posibilidad de con-vertir esa combinación terminológica en un gené-rico para determinados patios nazaríes, aquellosque presentan una superficie de agua central ro-deada con esta planta.

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Las plantaciones

Los arrayanes del patio aparecen referidos deforma sistemática en casi todos los documentosconservados en el Archivo de la Alhambra y enalgún caso se habla de su gran tamaño, «paraaderec^ar los arrayhanes altos del patio se conproun real de tomi^a» (1581, febrero 20, leg. 363.fol. 171-172v) 25 • Aunque sabemos por otras re-ferencias que los arrayanes eran sometidos a recor-te en la Granada del XVI formando mesas, sillasy otras cosas gentiles, seguramente por tradiciónandalusí o, más restrictivamente, nazarí y que haydiversos poemas que nos sitúan recortes de topia-ria con figuras de animales en el Generalife 2 6 haytambién en los legajos referencias a este recorte enel patio, «muchos arryhanes hechos en mensas [enel Generalife] que una cosa que da grande gustoe contentamiento», como testifica Alonso Mora-les, hortelano de la Alhambra el 29 de marzo de1571 (leg. 363, doc. de esa fecha).

Además de esta planta se citan, repetidamen-te, en el patio naranjos, limones, cidros, cipreses,rosas —especialmente mosquetas, es decir, Rosa

sempervirens, de color blanco—, jazmines y pa-rras, por supuesto flores, aunque sin especificar.Los cidros a veces se citan en macetas arrimadas alas paredes que necesitan «alcayatas para aderezarel agro de las paredes del estanque» (1581, doc.cit.). Se aprecia que se trata siempre de «plantasm utiles por solo aten^ion vista y regalo como sonarrihanes morquetes [mosquetas] jasmines naran-jos y encañados y parrales y otras muchas floresy plantas» (leg. 363, fol. 153-154, doc. sin fechapero fácilmente atribuible a 1571 pues es una res-puesta asimilable con las realizadas con esa fechaen la encuesta ordenada sobre las obras de Alonsode Granada Venegas tras la expulsión de los mo-riscos) 27.

Algunas de estas plantas se sometían tambiéna recorte o guía para formar figuras. Incluidas lasparedes revestidas de cítricos, en varios patios in-determinados y, específicamente, en el del «estan-que de los peces», llamado también «de los Cipre-ses», estanque que tenía una isla en el centro (doc.de 3 de julio de 1572, respuesta del testigo Cris-tóbal de Almaguera) y que en los documentosmás antiguos debe ser el denominado, simple-mente, «el estanque [del Generalifel», también en

el jardín de la Fuente Redonda, donde los cidrosse colocaban en las paredes, «naranjos, cidros yli mones», «los quales oy dia estan muy buenos yban creciendo para con ellos hazer unos arcos quevengan a dar por encima de las fuentes» (doc. de1 de julio de 1572, respuesta del testigo MiguelJayme). Esta última frase ofrece la posibilidad deser la primera descripción de una forma jardine-ra que luego tendría fortuna en Granada, las glo-rietas de arcos de ciprés que hemos estudiado enotro lugar, bien que aquí realizadas con otro ma-terial vegetal, los cítricos 28.

Hay referencias a «los c^espedes que se pusye-ron para hazer los prados» 29 (1526, doc. cit.). Eltérmino prado es en esta fecha uno de los sinóni-mos de jardín. Es el que con más frecuencia uti-liza Navagero en sus descripciones de los patiosdel Generalife. La frase de este documento desvelainequívocamente que esos prados se manteníancon incorporación de césped. La técnica medie-val solía consistir, como recoge Alberto Magno ensu «De vegetatilibus», en recoger tepes prados dealta montaña e incorporarlos al suelo del jardínpreviamente limpiando raíces y semillas y acon-dicionado mediante riego con agua hirviendo,para eliminar los restos vivos no deseados 30.

El trazado

El patio presentaba un crucero, es decir uncruce de caminos y en él se encontraba un cena-dor. «Vieron una 4ena que esta en el cruzero delpatio que es una quadra reta sobre los arrayhanes»(1526, 5 de marzo). Aparecen en varias ocasionescitas del cenador en los legajos del XVI conserva-dos en la Alhambra sobre el Generalife y refuer-zan las hipótesis de Bermúdez. La palabra cena o

cenador se refiere a veces en la arquitectura nazaría las galerías de los pórticos en los patios. En al-gún documento es posible que se refiera no al ce-nador sobre la acequia sino al mirador que luegose convirtió en capilla y que cae sobre la terrazabajo el patio o incluso a los pórticos.

Menos dudas sobre la existencia del cenadorexisten desde que hay referencias gráficas. El pla-no de Hermosilla impreso en 1771 muestra elrespeto del trazado circular del cenador en el cen-tro del patio y aparece en los grabados y fotos delXIX hasta su eliminación hacia 1890 (la última

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foto fechada en que aparece es de 1889 y en 1892hay ya dibujos publicados sin el cenador, entreotros el de la guía de Gómez Moreno).

El agua en el Patio

Lógicamente la acequia marca este patio. Sedenomina en el XVI con frecuencia la alberca ola alberca larga. Había fuentes en el patio. Una,más frecuentemente citada es la que estaba en la«quadra» o «bajo el tejado de los los mármoles»...«delante de la sala principal» 31 • Puede deducirsede los legajos consultados que su ubicación, refe-rida permanentemente a la sala, sería, no como laconocemos desde mitad del XVIII, junto a la ace-quia, sino dentro del pórtico como ocurre conalgunas otras fuentes nazaríes. En los documen-tos gráficos cercanos a 1840 se observa la fuentejunto al borde de la acequia y la huella en el pór-tico de una estructura que en algún dibujante dedudosa fiabilidad (Parcerisa) es una fuente baja yen otros más fiables (Asselineau, Gerhard) aparececomo un cambio en el pavimento.

Las fuentes estaban permanentemente en repa-ración, con indicaciones de cambios de tuberías,asunto que facilita su traslado. De las del Patioexiste una referencia a «el encañamiento que porellos va [los jardines altos] de la fuente que dicende los coetes que esta al fin del alverca larga delquarto principal» 32 . Hace pocos años pudimoscomprobar que en dicho lugar la fuente que hay,que no podemos asegurar que sea la misma, fun-ciona «mal» pues el sifón que la alimenta tomaaire y le hace expulsar el agua a golpes. Los inten-tos de «reparación» no han conseguido remediar-lo. No descartamos la posibilidad de que este«mal funcionamiento» sea en realidad el funcio-namiento heredado desde la Edad Media, defor-mado por sucesivos intentos de hacerlo más con-vencional, de aquí el nombre de «los coetes».

La acequia ha conocido varios niveles en la al-tura de sus muros para adaptarla a la elevación decotas del jardín. Los surtidores, tal y como losconocemos entre el XIX y el XX, estaban situadossobre un recrecido, más estrecho que el muro dela acequia y de unos 25-30 cm. de altura, quefuncionaban como un mínimo muro de conten-ción del terreno. Bermúdez Pareja encontró losatanores que permitían el riego por inundación

cuando el jardín estaba hundido, nuestros son-deos han encontrado también testimonios de estesistema de riego, que posteriormente han podidoser observados con mejor claridad en trabajosposteriores. La pérdida del carácter hundido deljardín inutilizó los atanores, que fueron maci-zados, y obligó a un riego a manta por desborda-miento de la acequia. Una compuerta al final delpatio se cerraba y el agua, al no poder circular,rebasaba el lecho y se repartía por el patio que,según testimonios de los actuales jardineros, secubría por una lámina continua de agua. Quizápara evitar que este agua desbordada entrara en elPórtico Norte existía en el XIX un murillo queseparaba su galería del patio. En esa época y has-ta las reformas de Torres Balbás la acequia esta-ba descubierta en su totalidad, formando una Lque puede verse en las planimetrías, grabados yfotos.

• Los surtidores de la acequia

Bermúdez Pareja supuso que la introducciónde la doble fila de surtidores que caracterizan elpatio estuvo motivada por razones higiénicas alelevarse el terreno de cultivo en los cuadros porencima de los andenes.

«Sólo el agua de la acequia conservó el nivelmedieval, y por eso quedó hundida entre dosmárgenes sucias, como una cloaca, en vez de su-bir, como en los estanques, casi hasta los bordes,el espejo de su tersa superficie, aquí mansamentefluyente. Sin duda para aliviar el mal efecto, seideó entonces la doble fila de brillantes surtido-res, que desfiguró con su alegría la cloaca moder-na y el espejo medieval» 33

Eso lo situaría después de la primera subida denivel (del XVI, ca.), que colmató con tierra los cua-dros pero sin sobrepasarlos, y en fecha indetermi-nada posterior 34 . La explicación de Bermúdez noes, ciertamente convincente, y no parece «fisio-lógicamente» razonable que la función de los sur-tidores fuera «aliviar el mal efecto» de «la cloaca».

No hay en los legajos de la Alhambra referen-cias a los surtidores de la acequia. Las referenciasmás antiguas que tenemos son: una fotografía deLaurent cercana a 1865, publicada posteriormen-te como grabado en La Ilustración Española (n.° 31de 1881) y una factura de compra de 24 surtido-

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res [saltadores] para el Generalife de 1870 35 . Lafoto de Laurent tiene bien determinada la fechapues está numerada, 242b, y aparece en el catá-logo de este fotógrafo correspondiente al año186736

Carecemos de hipótesis sobre la fecha de intro-ducción de los surtidores. La práctica de trato condocumentación gráfica nos hace ser cautos a lahora de sacar conclusiones sobre el hecho de queno se les vea en ninguna imagen romántica. Gra-bados y dibujos del Patio de la Acequia anterio-res a 1865 hay muy pocos, escasamente tres ocuatro si excluimos las copias. Si de las numero-sas fotos de 1865 a 1890 solo una muestra lossurtidores, aunque estaban, nada impide pensarque los grabados no los muestran, aunque pudie-ran estar.

En nuestra opinión, lo realmente importantees constatar que, contra la opinión generalizada,los surtidores no rompen la «estética árabe» delpatio, en cualquier caso imaginada, no conocida.La operación de acusar los surtidores de «italia-nos» se produce tras inventarse un gusto de loshispanomusulmanes exclusivamente por las aguastranquilas que no resiste el más mínimo análisis.Las referencias de surtidores, elevados y bullicio-sos, en la literatura andalusí son abundantísimasy, desde luego, anteriores a los surtidores del Re-nacimiento italiano, donde —en dirección con-traria a lo que opinan los defensores de las «aguastranquilas hispanomusulmanas» y del carácter ita-liano de los juegos de agua— pudieron llegar porinfluencia de los jardineros moriscos, aragonesesy valencianos, que trabajaban en los territoriositalianos de influencia o pertenencia española(significativamente Nápoles y Génova, también elVaticano de los Borgia) 37.

Los documentos conservados en el archivo dela Alhambra sobre el Generalife en el XVI sonabundantes en recoger las fuentes y surtidores allíexistentes, sobre todo sus arreglos. No se cita laexistencia de surtidores en la acequia del «Patio delos Arrayanes del Generalife». Lo único que po-demos aportar sobre su estética es que la referen-cia gráfica más antigua que tenemos de una lar-ga acequia, o estanque, con surtidores a amboslados es persa, recogida en el manuscrito Sloane5232 del Museo Británico, es un dibujo originalde Kaempfer del Talar-i-Tavileh, realizado en

Persia en su estancia de 1683-85, y que luego seusó, con variaciones, pero con los mismos surti-dores, para el grabado del libro de este autorAmoenitarum exoticarum... editado en 1712 38 •

No hay que olvidar que existe una referenciatambién antigua a surtidores en los bordes de unestanque en Granada, los que encontró RafaelContreras en el «Patio de los Arrayanes del Pala-cio de Comares en la Alhambra»:

«De los arrayanes [del Patio de Comares] sa-lía el agua que se derramaba sobre el estanque pornumerosos saltadores, según hemos podido ver enlos restos de cañerías que en el año 1840 se des-cubrieron» 3^.

En el caso de Comares se ha partido de darimportancia al reflejo de la arquitectura en el aguay se teoriza sobre eso no teniendo en cuenta eltexto de Contreras o la existencia de una fuenteen el centro de la alberca en el llamado plano deMachuca (ca. 1528, aunque la fecha se atrasa se-gún autores a 1542, o se apunta su carácter depalimpsesto de diversas fechas 40) y en los graba-dos y acuarelas de los siglos XVII y XVIII. Evi-dentemente nadie puede hoy por hoy afirmar deforma incuestionable que la fuente del centro dela alberca de Comares fuera colocada allí por unrey nazarí, Muhammad V o cualquiera de sus su-cesores, pero hay que admitir que su presenciasupone el testimonio más antiguo y que negar suexistencia en el periodo árabe del patio sólo seapoya en un prejuicio sobre la estética jardineraárabe, por otra parte equivocado.

La fuerza de la invención «amor por las aguastranquilas» tiene su más palpable y triste testimo-nio en el texto de René Pechére, que reproduci-mos, en el que da más importancia al «criterio deautoridad» de Prieto-Moreno que a sus propioshallazgos de restos materiales:

«II ya tout lieu de penser que les jets d'eau quise trouvent dans les jardins actuels [de Irán] oudont ji reste des traces, sont de la période safawide.A fin, beaucoup des ces jets ont disparu. Au mau-solée de Mahan, certains sont détériorés. Mais jisrésulte d'une conversation que j'ai eue avec M.Prieto Moreno, conservateur de l'Alhambra, qu'entout cas, la tradition islamique s oppose au príncipedu jet d'eau. Les fameux jets croisés si célébres duGeneralife ne sont pas d'origine mais ont ¿té appor-tés par les Italiens. Ce qui est islamique, c est le boui-

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llonnement de l eau á chaque extrémité du canal maisle canal lui-méme doit rester tranquille pour permet-tre la contemplation du reflet du ciel dans l eau» 4 1.

Igual ocurre en un texto de Bermúdez Parejaque, llevado de este mismo criterio, identifica laadmiración de Navagero por el uso del agua comopercepción del veneciano de la «frivolidad de losalcaides cristianos cuando hacían, por ejemplo,juegos estúpidos con el agua y la humedad, tansutil y amorosamente tratada por los alarifes mu-sulmanes» 42 . Obviamente la observación de Ber-múdez no está implícita, sino todo lo contrario,en el texto de Navagero. Se trataba de nuevo deimponer una lectura previa a lo que la realidadindica, forzando ésta más allá de lo posible.

En este caso que nos ocupa de los surtidoresdel Patio de la Acequia lo único que es posibleafirmar es que son anteriores a 1865 y que, conindependencia de cual pudiera ser la fecha de in-troducción, su presencia no es contraria a la es-tética jardinera de tradición islámica.

El carácter cerrado o abierto a las vistasdel jardín

La misma operación se ha producido en lo re-ferente a los arcos que abren el Patio de la Ace-quia a las vistas de la Alhambra en la pared oes-te. Negar que fueran árabes y afirmar que fueronobra de época cristiana se realiza, no por haberencontrado un documento que así lo afirme, sinopor tener la teoría previa de que los árabes cons-truían exclusivamente jardines cerrados. En estecaso el que los arcos parezcan de fábrica nazaríobliga a atribuir su construcción a mano de obramudéjar de fecha muy temprana. Vílchez Vílchezda como fecha de apertura de los arcos 1494 43 sinapoyo documental y remitiendo a textos y gráfi-cos de Gómez Moreno `'4 , Pavón Maldonado 45 y

Torres Balbás 46 que, en los dos primeros casoscontradicen el apoyo (Gómez Moreno y Pavón ensus planos señalan los arcos como obra medieval)y en el de Balbás nada se dice en ese sentido. Res-pecto a su afirmación de que «Aquí [en los arcosjunto al mirador] no vamos a tener duda al fecharya que en el intradós de esos arcos se pintaron elyugo y las flechas y el mote de los Reyes Católi-cos, "Tanto monta, monta tanto"» 47 , lo único

que cabe aducir es que una pintura sirve para fe-char la pintura, no el muro donde se realiza. Aña-damos que Gómez Moreno señaló, en el mismotexto antes citado, la existencia en algunos arcos,junto al lema de los Reyes Católicos, de «letre-ros árabes y cristianos arañados sobre el enluci-do». «Letreros árabes» que, pintados en rojo ysin que apuntemos ninguna hipótesis sobre sufecha, aún hoy existen en algunos intradós. Delos arcos, pues, lo único que podemos decir esque aparecen en la documentación del XVI yque en nunca en ella se afirma que sean obracristiana o reciente.

El debate es de interés desde el punto de vistadel carácter de los jardines hispanomusulmanes,razón por lo que se plantea aquí. Frente a la creen-cia general, nosotros opinamos que no era obliga-torio en los jardines andalusíes de los palacios quefueran espacios cerrados; lo que nos dicen los res-tos materiales y la documentación escrita o dibu-jada es que eran lugares íntimos, ocultos a la mi-rada del exterior, pero que, cuando era posible, seabrían a las vistas del exterior y las incorporabancomo un componente más del espacio.

Eso es muy claro en el Jardín Alto de Madinatal-Zahra, pues el pretil del muro en que se apo-ya lo deja abierto y, también, en un jardín grana-dino, el Pabellón del Partal, Torre de las Damas,donde nadie, que sepamos, ha defendido que lagalería de arcos del pabellón del Partal sea obracristiana, mudejar o morisca, y valía la pena re-flexionar en la similitud formal y de enfrenta-miento al paisaje de ambos lugares, arquerías ymiradores del Partal y del Patio de la Acequia.Hay más ejemplos de jardines abiertos a las vis-tas, Lindaraja, antes de su cierre al paisaje en épo-ca cristiana (si se confirmará la general opinión deque era jardín) o en algunas casas de Siyása don-de, con una ubicación que también lo permitía,los patios se abrían con arquerías abiertas al «can-til», de acuerdo con las hipótesis de su excavador,Julio Navarro Palazón 48.

Sobre la existencia de un paño de pared de di-ferente altura en el cierre oeste del Patio de laAcequia sólo podemos aportar como reflexiónque, primero, no sabemos como se prolongaba,segundo, que el patio, ya lo hemos indicado an-tes, fue medieval-árabe más de doscientos años, yen ese tiempo pudo cambiar en varias ocasiones,

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por lógica del funcionamiento de los jardines y dela práctica arquitectónica nazarí.

El corredor que hay tras los arcos, es obra co-múnmente aceptada como cristiana. Torres Balbásafirma, y es dato que se acepta por los investiga-dores, que «A este muro se le adosó, por la partede afuera, poco antes de 1671 —entonces se lellamaba nueva— una galería ampliamente abier-ta por arcos que se corresponden con los del vie-jo muro» 41 . Los planos de estado medieval hipo-tético que ofrecen Gómez Moreno y Pavón Mal-donado, antes citados, apuntan también el carác-ter moderno, no medieval, de la galería.

Los documentos consultados por nosotros atra-san la fecha de este corredor abierto a, en cual-quier caso, antes de 1526, fecha en que un docu-mento de 23 de noviembre (A.A. leg. 363) reco-ge «las vistas de los arcos de los corredores queestan en el patyo con una quadra enmedyo». Eldocumento trata de la tasación que hicieron losalarifes de Granada Blas el Piny y Benito Lópezsobre obras que el comendador Gil Vázquez Ren-gifo había hecho en el Generalife y no indica queel corredor fuera «nuevo». El término corredor serepite en varios documentos del siglo XVI de estemismo legajo del Archivo de la Alhambra: «otroquarto como entramos que es el tercero de estepatio de los arrayanes y las espaldas de el hazia losAlixares tiene un techo de armadura de una salamantratada e un corredor que cabe a los dichosarrayanes» (12-14 julio 1572), « Vio arregladoslos pilares, tejado y suelo del corredor largo queesta en el patio principal de dicha casa real quecae sobre el jardín nuevo» (19 julio 1591). Otrodocumento nos indica que la galería-corredorexistía ya en 1526, el relato de Navagero que serefiere a ella con el inequívoco término italiano deloggia (1563, p. 19v.), traducido correctamentepor Fabié como galería.

Evidentemente nuestra aportación se reduce adar a conocer lo que hemos encontrado en losdocumentos y su valoración debe realizarse porespecialistas en temas constructivos. Como estu-diosos del jardín, lo que nos preocupa es el carác-ter cerrado o abierto del patio. Si el Jardín Altode Madinat al-Zahra, el Partal, Lindaraja, algunospatios de Siyása y el Patio de la Acequia estabanabiertos al paisaje se trata en todos los casos dejardines sobre altos muros o escarpes y con pai-

saje lejano, de forma que la intimidad del interiorestaba garantizada y el placer del jardín se suple-mentaba, sin perjuicio de esa intimidad, con eldisfrute de las vistas.

Los encañados

Uno de los temas repetidos en la documenta-ción es el uso de encañados en el jardín. Comoocurre en el caso del cenador, hay problemas paradiscernir el uso diferenciado del término, puesunas veces se refiere a cañas vegetales, de Arundo

donax, usadas para enderezar o armar vegetales yemparrados y otras veces se refiere a cañerías deplomo o barro para conducción de agua para rie-go y fuentes. Es el contexto el que permite en oca-siones, pero no siempre, diferenciar unas y otrascañas y encañados. En la mayoría de las ocasio-nes aparece claro que se trata de un artilugio paratrenzar vegetales, jazmines, arrayanes, vides. Nun-ca se encuentra una referencia específica a que loshubiera en este patio, suele tratarse de indicacio-nes generales o referidas a lugares donde este re-curso era necesario, el jardín de la fuente redon-da que mira al Albaicín, para cubrir las paredes,los parrales que debía haber en el patio del Estan-que de los Peces —Patio de los Cipreses o delCiprés de la Sultana— o la pérgola de parras quecubría la Escalera del Agua 50.

Los encañados eran frecuentes en los jardinesgranadinos hasta el siglo XIX, fecha en que la cos-tumbre empieza a decaer, siendo sustituida porsetos vivos, en los casos en que las cañas protegíanlos cuadros, y por alambres, en los casos de empa-rrados. La tradición pervive con las mismas carac-terísticas formales en Marruecos donde se conocecomo mamouni y su trenzado basado en rombos,remates en almenillas triangulares y cañas unidasde dos en dos, es el mismo que puede verse en losgrabados de Lewis del Patio de los Leones o en lasfotos de Ayola, Señán o Laurent del Patio de laAcequia, también otras muchas fotos y dibujos dejardines granadinos del XIX.

En la documentación posterior al XVI escaseala mención a encañados (también es más exiguala propia documentación sobre los jardines) y seadvierte que comienzan a aparecer otros materia-les vegetales para ese mismo fin —«390 rollizosde fresno y mimbres que han traído de Jesús del

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Valle con sus carretas para las parras y cenadoresde los xardines de la Casa Real del dicho Jene-ralife» (leg. 363. fol. 208-219v, 1674). El cambiode material puede ir asociado a un momento debúsqueda de menor «ruralidad» en los artificiosjardineros. En cualquier caso lo que podemosapreciar en la documentación gráfica hasta el fi-nal del XIX es caña, no otro material.

La estética del patio

La documentación de archivo nos aporta algodifícilmente cuantificable. La permanente percep-ción de que el patio no ha cambiado en el perio-do en que la información es abundante, es decirlos siglos XVI y XVII. Tras esas fechas hay unvacío que comienza a desaparecer a finales delXVIII y vuelve a ser importante a partir de 1800.Si en el primer periodo documentado los mate-riales son en su totalidad escritos, en el segundolo serán gráficos.

La información más importante del primerperiodo se refiere a inspecciones, encuestas e in-formes sobre las obras realizadas. Tienen especialinterés las respuestas de testigos de 1571-72 so-bre lo realizado por Alonso de Granada Venegastendente a saber como afectó al monumento laexpulsión de los moriscos. Es sabido que el resul-tado de esa encuesta fue favorable a mantener enlas huertas y jardines mano de obra morisca, ex-cepción sobre la que ya informó Checa Crema-des 51 , y que puede completarse en los legajos pornosotros consultados y en la correspondencia deAlonso de Granada Venegas 52 y que corroborareiteradamente la documentación del Archivo dela Alhambra. Es realmente clara la conciencia porlos encuestador de que el Generalife podía subsis-tir gracias a la presencia de mano de obra moris-ca. Significa esto una cuestión previa igualmenteclara, la voluntad de que nada cambiara. Volun-tad que es más patente en la administración de laAlhambra que en la propia tenencia de alcaldíadel Generalife. La reiterada inspección de la Al-hambra, a instancias de la corona, sobre lo reali-zado en el Generalife se entiende como velar porlas propiedades reales; el Generalife, aunque alcai-día independiente sigue siendo Real Sitio, y seactúa desde la perspectiva de que su valor consisteen su permanencia. A veces con frases de sorpren-

dente modernidad tras las que cabe advertir lamentalidad que permitió la permanencia de laAlhambra y el Generalife.

La pregunta cuarta de la encuesta 53 es la si-guiente:

«4. a p. [Si saben] que por ser el daño y estra-go [que tiene el Generalife] conbiene que con ca-ñeros y porteros que tenian antes del levanta-miento que son ocho ortelanos y quatro jardine-ros y dos cañeros y dos porteros que no son de losrebelados e otros tantos de los que tanpoco lo ansido buelban a esta ciudad a estar y residir en eldicho Jeneralife para dales las labores y beneficiosque antes solian porque con ello por entenderlolos dichos se remediara e restaurara lo perdido yno de otra manera porque al presente solamenteay en el dicho Jeneralife un morisco.., los cristia-nos viejos no saben ni entienden las labores ni loque se ha de hacer en las huertas.»

La utilización de la palabra «restaurar» es cla-ra sobre la voluntad de mantenimiento sin cam-bios, tanto en el edificio como en los cultivos. Enun documento posterior 5`' se afirma: «Que el di-cho Don Alonso tiene de la dicha alcaidia tan so-lamente dexando el Cuarto Real por acavar poraverle quitado uno de los mas lindos arcos anti-guos que avido en este Reyno... haziendo un arcotan valadi y hordinario que es muy yndecentecosa para el lugar». Segurante se refiere al Pórti-co Norte pero lo que aquí nos interesa es esa con-ciencia del valor de lo antiguo y de la necesidadde su conservación, que se extiende a todo el si-tio, incluidos los jardines. La presencia de apelli-dos moriscos en el Generalife se prolonga hasta ladocumentación del XVIII.

En la documentación se recoge el abandono1 subsiguiente a la expulsión de los moriscos pero

no se especifica cómo afectó al patio en particu-lar, salvo las referencias a la pérdida de agua en laacequia por los abandonos derivados de la expul-sión de los moriscos o a reparos de mantenimien-to mínimos.

EL PATIO DE LA ACEQUIA EN EL PERIODOCON DOCUMENTACIÓN GRÁFICA (1766-2002)

Para analizar la evolución del Patio en este pe-riodo nos valdremos aquí exclusivamente de la

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documentación gráfica. Ya hemos señalado queen un jardín este tipo de materiales es fundamen-tal para conocer su forma. En este caso concretoes imprescindible: los relatos de viajeros ofrecenvagas descripciones que sólo en ocasiones perfilanlo que apreciamos en dibujos y fotos y la docu-mentación escrita de archivo del siglo XIX, abun-dantísima, sorprendentemente no ofrece datosdirectamente atribuibles al patio, recogiendo de-talles de otros jardines del Generalife o notas ge-nerales no atribuibles con certeza al patio prin-cipal. En cualquier caso, a efectos de diseñar elesquema de la evolución, consideramos suficien-te recurrir al material gráfico.

Las imágenes se ubican en dos periodos níti-dos, uno de 1766, fecha del primer plano, el ori-ginal a color de José de Hermosilla, a 1865, fechade la primera fotografía, momento en que sólocontamos con dibujos o impresos y otro desdeeste año a la actualidad donde el material funda-mental es la fotografía 55

El primer periodo es muy parco en imágenes.Falta sin duda una búsqueda exhaustiva y no du-damos que el creciente interés de estudiosos ycoleccionistas por este tipo de materiales nos ofre-cerá más de una sorpresa. Hay un considerableretraso en la aparición de fotografías del Gene-ralife respecto a la Alhambra, más de una década,y los dibujos del patio son apenas cuatro origina-les, más unas cuantas copias, algunos planos pocofiables y algún testimonio parcial, pensamos porejemplo en un Lewis con reutilización del pórti-co como adorno para otro motivo.

Cambios en el Patio de la Acequia en elperiodo con documentación gráfica

La documentación gráfica nos indica que el Pa-tio de la Acequia ha estado en permanente cambio:en su trazado, en las especies plantadas y en la for-ma de tratarlas, en la forma y ubicación de los sur-tidores, en las fuentes, en determinados elementosornamentales, puente central, cenador, macetas...

Hay, sin embargo, momentos de transforma-ción profunda del jardín, en ellos se cambia eltamaño de las zonas cultivadas, se eliminan o aña-den elementos significativos, el aspecto general delas plantaciones cambia. Suelen ir asociados a di-ferencias en el tratamiento dado a los cipreses.

Para establecer las etapas de la evolución noshemos valido, fundamentalmente, de la docu-mentación gráfica. Con los cientos de imágenesrelevantes se ha formado una secuencia temporalque no siempre permite conocer con exactitud lafecha. Hemos dado mayor importancia a las imá-genes de fecha fiable, desgraciadamente no muyabundantes, o a las publicadas, que permiten es-tablecer con seguridad un «antes de». En aquellasde fecha dudosa, su ubicación en la secuencia seha establecido de acuerdo con el crecimiento vi-sible en los elementos vegetales permanentes,muy especialmente el árbol que ha solido existiren el ángulo noroccidental del Patio. En cualquiercaso, las fechas son en la mayoría de las ocasionesaproximadas, lo que no impide la caracterizaciónde las etapas y, sobre todo, detectar la óptica quedetermina su establecimiento.

Señalamos que, aunque nos referimos al Patiode la Acequia, las transformaciones que operanaquí son extensibles casi siempre, con pequeñasvariantes, al resto de los jardines del Generalife.El mismo criterio estético que dictaba los cambiosen el Patio lo hacía en el resto de los jardines.

1. a etapa: [a. 1766] 1802 - ca. 1840

El jardín tiene una plantación densa e irregu-lar de arbustos contenidos por un seto de arrayány encañados tradicionales. Destacan los arcos deciprés que cruzan sobre la acequia. En el centro,en un puente con baranda, hay un cenador dematerial vegetal indefinido sujeto sobre una es-tructura de cañas; el análisis de los dibujos pue-de hacer pensar que se trataba de ciprés tallado,cubierto en ocasiones de trepadoras, casi con se-guridad, rosales.

La fecha de referencia inicial viene marcadapor el plano original de Hermosilla que, aunqueno permite advertir la plantación en detalle, escoherente con los grabados posteriores. 1802 es lafecha válida para la llegada a Granada de JamesCavanah Murphy que para resaltar la arquitecturadibuja el patio desprovisto de vegetación, peroque lo describe en su texto con extraordinariodetalle, su «estilo chino» (en la terminología jar-dinera de la época, informal, naturalista), su ce-nador de cañas central en forma de domo, la cu-bierta de arcos de ciprés sobre la ría, realizada a

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la granadina —diferente de la forma del resto deEuropa, según señala— y los setos recortadosenmarcando plantaciones de rosales 56

La estética que se deduce de la descripción deMurphy puede constatarse en los grabados deLaborde (1808) y Girault de Prangey (1832). Elde Laborde muestra los arcos como si estuvieranrealizados con trepadoras, aunque en nuestra opi-nión eran de ciprés, como señala Murphy y encoherencia con la tradición local. El aspecto de losarcos en el grabado se debe a una deformación delgrabador que no podía conocer la forma de losarcos de ciprés granadinos y los traduce a las for-mas jardineras habituales en Europa.

2. a etapa. Ca 1840 — ca. 1860

Los arcos son sustituidos por columnas de ci-prés rematadas a la granadina, con recortes en for-ma de velas, esferitas y coronas. Puede verse enAsselineau (ca. 1844), Gerhardt (1849), Parcerisa(1850)... Permanecen el puente sobre la ría y elcenador central. Hay diferencias en la presenciao no de setos junto al muro de la acequia, en lacolocación de las fuentes y en el trazado de losparterres que muestran diferente lejanía del pór-tico en unos u otros. La plantación muestra, comoen la etapa anterior, algún árbol y profusión dearbustos y flores. En los dos últimos citados apa-recen por primera vez en el patio los encañadosornamentales cercando los cultivos. Esto no quie-re decir que no existieran en la etapa anterior,pues la fiabilidad de este tipo de detalles no es altaen los grabados, realizados además por un graba-dor que interpreta, como hemos visto, dibujos oapuntes de otra persona. El mismo tipo de enca-ñados que muestra Gerhardt es el que aparece enotros jardines de la colina en décadas anteriores,confróntese por ejemplo los diversos «patios delos leones» que dibujó Lewis o los Adarves deFord.

3. a etapa. Ca. 1860 — 1890

Las primeras fotografías nos muestran el Patiocambiado. Lo adornan arcos de ciprés paralelos ala acequia, sin cruzarla. De esta época hay nume-rosas imágenes del patio, contando con auténti-cos reportajes que se extienden desde 1865 (Lau-

rent) a 1889 (Señán), con numerosas fotos de es-tos mismos autores y, sobre todo, de Ayola, quese reparten en todo el periodo. Existe tambiénalgún dibujo y cuadros, entre ellos el muy útil deL. H. Fischer, fechado en 1885, poco antes deque desaparecieran los arcos. Permanecen el res-to de características (encañados, arbustos, cena-dor...). Anteriormente hemos señalado la basepara datar la foto de Laurent, 1865, que marca un«antes de» fijo. Por coherencia con lo ocurrido enlos demás jardines, el cambio debe establecerseentre 1856 y 1860, fecha en que el Generalifesufre una completa transformación de sus jardi-nes en clave de lo que en ellos llamamos «roman-ticismo» y que hemos estudiado en referencia a laglorieta de ciprés de los Jardines Altos del Gene-ralife, basándonos para fechar la operación en unasecuencia fotográfica de Charles Clifford que co-mienza hacia 1854 y termina en 1862 57.

— En esta etapa, concretamente 1865, se ven porprimera vez los surtidores, aunque, como hemoscomentado, no podemos afirmar que su introduc-ción sea de este momento.

4. a etapa. 1890 — ca. 1930

Hacia 1890 el patio pierde los arcos y las plan-taciones de arbustos para sufrir una seria remode-lación en su trazado. Se acortan los parterres paracrear una zona empedrada junto a los pórticos,especialmente en el sur, lugar donde siempre exis-tió un espacio libre que ahora se aumenta. Esmomento éste del que ya hay abundante docu-mentación gráfica que muestra así mismo impor-tantes remodelaciones en el cierre meridional delpatio, con cambios en la terraza y arcos. Es tam-bién cuando se pierden los encañados ornamen-tales y el cenador central que, de acuerdo con ladocumentación escrita, estaban presentes en estejardín, al menos, desde el siglo XVI.

La tónica general de esta transformación es labúsqueda de un jardín más diáfano, siendo fre-cuente encontrar imágenes del patio casi sin ve-getación. Coincide con los momentos más fuer-tes del pleito para la recuperación del Generalifepor el Estado y da la impresión de un cierto aban-dono. Es el momento en que se pierden en losjardines los elementos que exigen un mayor cui-do, así la glorieta de ciprés de los jardines altos o

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los emparrados que quedaban junto a la Escalera los surtidores, en este caso debidos posiblementedel Agua. a arreglos de saneamiento.

5• a etapa. Ca. 1930 — ca. 1945

Sobre este patio actúa Torres Balbás que con-tinúa, tal vez sin saberlo, una característica trans-formación en zig zag del jardín. De nuevo incor-pora los arcos junto a la acequia reinterpretandoel estilo granadino romántico, los cipreses ahorano adoptan el hábito ojival en las arcadas, sinoque forman arcos de medio punto. Al final de esteperiodo de Torres Balbás el patio presenta unapared continua de arcos de ciprés rematados conalmenillas, reinterpretación también de los recor-tes en vela de los jardines granadinos mitad delXIX. Aunque la documentación gráfica es muyabundante, la que permite datar la fecha de loscambios es escasa. Como referencia podemosafirmar que en este periodo la datación más fia-ble la establece la imagen fílmica, con reporta-jes de 1925 58y 1929 59 en que no aparece aún latransformación que Torres Balbás realizará en eljardín.

No es este el lugar de analizar la opción jardi-nera de este arquitecto en el patio, solamente apun-tar que supone la aceptación de la estética del ro-manticismo jardinero granadino como la adecua-da para los monumentos nazaríes y es similar a lasintervenciones que realiza en Patio de Machuca yen el paseo del Secano de la Alhambra. En estosdos casos el paso del tiempo ha ido adaptando laoriginal forma que dio Torres Balbás en los años20 y 30, basada en arcos livianos y rematados conalmenillas, a la de una pared continua y masivaabierta con puertas arqueadas.

6. a etapa. Ca.1945 — 1955

Prieto-Moreno interviene para cambiar, hacia1940, la línea de arcos por dos líneas de colum-nas talladas, ligeramente fusiformes. No se tratade la reutilización del material vegetal previo,cambiando el tallado, pues hay fotografías quemuestran los cipreses de las columnas en fase deformación. De nuevo en esta ocasión es la cine-matografía quien ofrece fecha segura G0 • Hay enesta etapa algunos cambios menores significativoscon inclusión de diversos tallados en los setos y en

7.a etapa. 1955 — 1958

Marcado por la eliminación de las columnasde ciprés, aunque se mantienen algunas topiariasde este vegetal en ángulos de los setos. El perio-do finaliza con el incendio que permitió la exca-vación de Jesús Bermúdez Pareja. En este breveperiodo el patio es un plantel de flores en cuadrosrodeados de seto y con escasos elementos arbó-reos. Como continuidad señalamos el árbol quese situaba en el ángulo noroccidental, presente enlos últimos ciento cincuenta años, aunque cam-biando su especie, un abeto, un chopo, un ciprés.

Aun tratándose de un periodo de tiempo bre-ve creemos necesario considerarlo como una eta-pa más del jardín y de gran importancia para en-tender cómo cambió la forma en que se veía eljardín andalusí. La eliminación de las columnases un preludio del jardín de la etapa anterior y sir-ve para indicar que, aunque el trazado del patiosí cambió en 1960 como consecuencia de la ex-cavación y del estudio científico derivado de ella,la modificación en los vegetales respondía a laaparición de una nueva sensibilidad en sus cui-dadores.

8. a etapa. 1960-2002

La excavación aludida motivó una restauracióndel patio que lo acercó al trazado arqueológica-mente documentado. No incorporó, como se hadicho, el cenador central, pero sí el puente que losustentaba, reinterpretado como ochavado de

1 acuerdo con los testimonios hallados. Sabemosque el trazado y el puente central no se realizaronde forma simultánea. Existen fotografías, editadascomo postales, que muestran durante varios añosel patio con los cuarteles ochavados pero con laría continua, sin el puente central. En cualquiercaso lo lógico es que ese puente se realizara antesde 1965, fecha de publicación del artículo deBermúdez que incluye el plano de restituciónmedieval que sirvió de base a la restauración y queincluye el puente. Sobre este retraso de años en laconstrucción del puente no hemos encontradoreferencias en ningún texto, ni siquiera en los va-

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ríos que publican sobre el Generalife BermúdezPareja y Prieto-Moreno. La misma consideraciónque respecto al puente puede hacerse respecto a lossurtidores, que hacia 1960-65 están ubicados jus-to al borde interior de los muros de la acequia yluego se desplazaran unos 25 cm hacia el exterior.

Las plantaciones, sin embargo, fueron muy si-milares a la etapa precedente, con cambio en elárbol principal, que pasa a ser un ciprés, acompa-ñado de un alamo, eliminado relativamente pron-to, algunos naranjos basados en la documentaciónliteraria, Navagero sobre todo, y algún elementoornamental ajeno a la jardinería islámica, unmagnolio, árboles de Júpiter, ignoramos si la elec-ción se produce valorando ese carácter «no medie-val» de estos árboles o si se realiza de forma espon-tánea.

Este esquema ha permanecido desde 1960 sinninguna variación notable. Las plantas de flor hansido habitualmente anuales o vivaces de bajo por-te sin ningún criterio advertible más allá de darcolor al suelo y en ellas no se sigue el respeto alpasado de las plantaciones que sí puede notarse enla permanencia de cipreses, naranjos o arrayanes.Lo único constatable en los últimos años es latempestad de 1999 que derribó el ciprés noroes-te, ya muy grande, y el magnolio.

LA EVOLUCIÓN DEL PATIO, PROPUESTA DEUNA PAUTA GENERAL

Los cambios que pueden advertirse en la evo-lución del jardín permiten obtener las siguientesconclusiones que la singularizan.

Primera, la intención eminentemente conser-vadora de una «estética árabe» en todas las trans-formaciones efectuadas en el patio. Lo habitual enlos jardines es que los cambios se produzcan eni mitación de las modas jardineras dominantes encada momento. En el Patio de la Acequia sor-prende, primero la permanencia del jardín, sinque sea constatable en ningún momento su des-aparición temporal, y la ausencia de referentesextraños a las tradiciones de la jardinería local deorigen islámico. Ciertamente puede seguirse en suevolución el cambio de esa tradición que va sien-do reinterpretada de forma diferente a lo largo deltiempo. Pero lo que vemos aquí es el respeto a loque en la ciudad de Granada se consideraba en

cada momento típico de la jardinería árabe. Así,por ejemplo, la introducción de arcos de cipréscon remates en vela era considerado en el mo-mento que se introducen, como muy tarde en laprimera mitad del XIX, típicos de la jardineríanazarí 61 . Lógicamente el paso del tiempo deja suhuella y cada reinterpretación se realiza desde losparámetros de su presente.

Segunda, las transformaciones se realizan te-niendo el pasado del propio Generalife como re-ferencia. Genera esto una evolución en zig zag quehace que cada etapa recupere elementos de algunaanterior. Los elementos aparecen y desaparecenpara volver a aparecer. Parece como si los que rea-lizan un cambio estimen que lo que ven no es logenuino del sitio y traten de hacerlo más «autén-tico» recuperando un pasado perdido. A la luz denuestra visión de la evolución de este jardín, ese«pasado perdido» es en realidad una etapa anterior.Este proceso es especialmente claro en las topiariasde ciprés, arcos y columnas, que se suceden en unproceso rítmico, arcos-columnas-arcos-nada-arcos-columnas-nada-columnas... Visto en conjunto, loque unifica todos los cambios del patio es que seinspiran en su propio pasado.

Tercera, la continuidad de los elementos vege-tales. La flora del patio ha persistido en sus elemen-tos fundamentales y eso no es frecuente en los jar-dines. El arrayán ha sido siempre el conformadordel espacio, el que ha marcado los setos. El ciprés,de una forma u otra, ha estado presente con unpapel importante, igual que los cítricos. Es inevi-table la presencia de incorporaciones, abeto, mag-nolio, árboles de Júpiter, pero su contribución alconjunto ha sido siempre accesoria. La falta de fi-delidad se ha producido más en los vegetales másrenovables, sobre todo en las herbáceas de flor,anuales y vivaces, donde los jardineros han incor-porado la flora de mercado con más fidelidad alaspecto abigarrado que siempre ha tenido el jardínque a su pertenencia al pasado del jardín.

Estas conclusiones nos dibujan un panorama decontinuidad que ha soportado incluso los cambiosformales más drásticos. Es esa evolución intros-pectiva lo que permite hablar de autenticidad deljardín. Esa sensibilidad de respeto permanente a supropia historia, que creemos deliberada en todoslos agentes que han actuado en él, la que nos ofreceun conjunto de «patios de la acequia» en los que

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siempre puede verse el amor de sus responsablespor este jardín y su singular trayectoria.

NOTAS

1 Más de cinco si nos atenemos a las referencias del propioautor que no hemos podido contrastar. Hemos consulta-do todo lo publicado en La Alhambra, así como en ElDefensor de Granada, Boletín del Centro Artístico, Por EsosMundos y Revista Contemporánea. A los efectos de este ar-tículo creemos suficiente remitir como referencia biblio-

gráfica a los Indices. La Alhambra (1884-1885 y 1898-1924) publicados por la Universidad de Granada, 1957.

2. Normalmente el trabajo de Valladar se olvida o relegafrente al recogido por GÓMEZ MORENO ( Guía de Gra-nada, Granada, 1892). Con independencia de lo disper-so y poco pulcro o apresurado de los escritos de Valla-dar, su aportación al conocimiento de este sitio fue, sin

duda, más relevante.

3. FABIÉ, A.M., Viajes por España, de Jorge de Einghein, delBarón León de Rosmithal de Blatna, de Francisco Gui-cciardini y de Andrés Navajero, Madrid, 1879.

4. VALLADAR, F. de P., Guía de Granada, Granada, 1906,

pág. 444.

5. GÓMEZ MORENO, M., Op. cit., pág. 168.

6. NAVAGIERO, A., JI viaggio fatto in Spagna et in Francia,Vinegia, 1563, p. 19v.

7. FABIÉ, op. cit. Nótese que la traducción altera de formasensible la descripción de Navagero.

8. FORESTIER, J.C.N., «Los jardines hispano-andaluces y

andaluces», Bética, 43-44, 1915, p. s/n.

9. TORRES BALBÁS, L., Con motivo de unos planos del

Generalife de Granada, Al-Andalus, IV, 1939, pág. 443.

10. GARCíA GÓMEZ, E., Silla del Moro y nuevas escenas an-daluzas, Granada, 1978, p. 77 [publicado originalmente

en 1948].

11. GARCíA GÓMEZ, op. cit., pág. 71. - -

12. GARCÍA GÓMEZ, op. cit., pág. 78.

13. PRIETO-MORENO, E, El jardín hispanomusulmán, Gra-

nada, 1975, pág. 4.14. BERMÚDEZ PAREJA, J., «El Generalife después del incen-

dio de 1958», Cuadernos de la Alhambra, I, 1965, págs. 9-

39.

15. BERMÚDEZ PAREJA, op. cit., pág. 28. Cursiva nuestra.

16. JAMES DICKIE («Notas sobre la jardinería árabe en la Es-

paña musulmana», Miscelánea de Estudios árabes y hebrai-cos, XIV-XV, 1966, págs. 75-87) describe el hallazgoafirmando que Bermúdez «descubrió los fustes de lascolumnas que, sin duda alguna, mantenían la cúpulasobre la glorieta central» (pág. 81). Aunque el texto deBermúdez no lo especifica, nuestra lectura de él es que

se refiere a un cenador rústico de material blando, ma-dera o caña.

17. Op. cit., pág. 24, nota 43. La adscripción de ese pradoinundable al Patio del Ciprés de la Sultana se inicia en

TORRES BALBÁS, L., La Alhambra y el Generalife, Ma-

drid, 1952, pág. 151.18. NAVAGERO, op. cit., p. 19v.

19. Una puntualización sobre aquella polémica. Los críticosolvidaban que el jardín que se cambiaba tenía solamenteunos quince años de antigüedad y era, como veremos, frutodel segundo cambio en las plantaciones y trazado que efec-tuó Prieto-Moreno, ca. 1939 el primero, ca. 1945, el se-gundo, que se montaban sobre el cambio que efectuóTorres Balbás, ca. 1930. La polémica puede seguirse en

Ideal de 1960, especialmente la encuesta de 11 de mayoque contestan Ruiz Aznar, Capulino, López Burgos,Appeley y Peñalver. En algunas respuestas sorprende quese hable del «jardín ahora destruido» como el que dibu-jaron los viajeros románticos, que en realidad había des-aparecido hacía ciento treinta años.

20 VíLCHEZ VÍLCHEZ, C., El Generalife, Granada, 1992.

21 ORIHUELA UzAL, A., Casas y palacios nazaríes. SiglosXIII-XV, Granada, 1996.

22 ORIHUELA UZAL, op. cit., pág. 212.23 Marzo, 1526, Granada, testimonio de dos alarifes sobre

obras, leg. 363.24 12-14 de julio de 1577, leg. 363.25 También aparece un recibo de sogas para aderezar los

arrayanes grandes (Memoria delgobierno..., sin año, mesjulio). No hay que descartar que los aderezos fueran el

equivalente del recorte. Las figuras de arrayán podían for-marse cortando a tijera o sujetando sobre encañados queprefiguraban las forma a conseguir. Esta técnica tambiénes de tradición morisca y sobre su uso en Valencia hablanMaría Teresa Santamaría y Pedro Salvador (Cf. Valen-cia y los agrios. Del jardín de los cinco sentidos al huerto

productivo-burgués, en II giadino delle Esperidi. Glíagrumi nella storia, nella letteratura e nell'arte, Firenze,

1996, págs. 137-156).26. Sobre el testimonio de Alonso de Herrera publicado en

1512, y los poemas cf. Tiro Rojo, Permanencia y cam-

bio en los jardines de la Granada morisca. Los jardinesde los palacios nazaríes: La Alhambra y el Generalife,jardín y Naturaleza en el reinado de Felipe II, Madrid,

1998, págs. 363-379.27 La referencia a plantas inútiles, no frutales ni hortalizas,

es decir ornamentales, no debe entenderse como alteraciónen época cristiana de hábitos contrarios de los árabes es-pañoles y es coherente con nuestra visión del jardín his-panomusulmán que lo interpreta como ornamental. Esfrecuente en los escritos sobre el jardín hispanomusulmánel mantenimiento de la hipótesis contraria, que lo inter-preta como un «huerto-jardín» en que se mezclan plantasde producción y ornato. Cf. TITO Rojo, Caratteristiche dei

giardini ispano-musulmani, Giardini islamici: architettura,ecología, Génova, 2001, págs. 27-52. En esos mismos es-

critos recogemos como en la Edad Media andalusí el na-ranjo no se consideraba planta «útil» sino ornamental.

28. TITO Rojo y CASARES PORCEL, «La bailarina del Gene-

ralife y las topiarias arquitectónicas de ciprés en los jar-

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dines granadinos del siglo XIX, Cuadernos de la Alham-bra, 35, págs. 57-92.

29 23 de noviembre 1526. Es la tasación que hacen losalarifes de Granada Blas el Piny y Benito López sobre lasobras que Gil Vázquez Rengifo ha hecho en el Genera-life. Otro documento citado anteriormente del mismoaño, del 5 de marzo, repite muchos conceptos de éste.La repetición en fechas cercanas de los mismos informeses frecuente en los materiales de archivo sobre el Gene-ralife.

30 Cf. LE DANTEC, J.-P., Jardins etpaysages, París, 1996,pág. 35.

31 22, marzo, 1583. Leg. 363. A.A.32 22 marzo de 1583. Leg. 363 A.A.33 BERMÚDEZ PAREJA, op. cit., pág. 30.34 Una mala interpretación de un pie de foto del artículo de

Bermúdez motivó que Carlos Vílchez publicara comofecha de introducción de los surtidores 1918. Obvia-mente es una fecha errónea.

35. Archivo del Museo Casa de los Tiros. Sin sig. Obsérveseque el número «24» es superior al del resto de las fuen-tes del Generalife e inferior al de surtidores que se ven enla foto de Laurent. Podría tratarse de una reparación.

36. Catálogos conservados en el Archivo Ruiz Vernacci. Copiasde la foto en numerosos archivos (puede cf. en el mismoArchivo Ruiz Vernacci, donde se conserva también el vi-drio original, o en el Archivo de la Alhambra). La fecha delcatálogo marca un «antes de», la fecha ca. 1865 es atribu-ción nuestra comparando la foto con otras de esa mismafecha y autor conservadas en la Biblioteca Nacional.

37 CE CLIFFORD, D., Los jardines. Historia, arte, trazado...,Madrid, 1970. Especialmente el apartado «Nápoles, Es-paña y los juegos de agua», págs. 214-216. Para aumen-tar la dirección de la influencia, la otra posible fuentede introducción que se debate para los juegos de aguadel Renacimiento italiano es la vía siciliana. También detradición árabe.

38. Sobre los jardines persas vistos por Kaempfer puede con-sultarse a ALEMI, M., «II giardino persiano: tipi e mo-deli», Ilgiardino islamico, Milán, 1994, págs. 39-62.

39. CONTRERAS, R., Estudio descriptivo de los monumentosárabes de Granada, Sevilla y Córdoba, Madrid, 1878 (2.aed.), pág. 213.

40. Cf. GALERA, P., «Nuevos datos en torno a la "planta gran-de" de la Alhambra en la Real Biblioteca de Madrid»,Reales Sitios, 149, págs. 72-73.

41. PÉCHÉRE, R., «Etude sur les jardins iraniens» , Les jardinsde l'Islam, Granada, 1973 (1976), págs. 19-67, pág. 38.Cursiva nuestra.

42. BERMÚDEZ PAREJA, op.cit., pág. 11.43. Op. cit., pág. 120 y nota 445.44. Op. cit., pág. 167.45. Estudios sobre la Alhambra, II, Granada, 1977, pág. 10

y figuras la y 6.46. La Alhambra y el Generalife, Madrid, 1953, pág. 144.47. VÍLCHEZ VÍLCHEZ, Op. cit., pág. 120.

48. Estudio sobre once casas andalusíes de Siyása, Memoriasde Arqueología, 5, 1996, pág. 558.

49. TORRES BALBÁS, L., La Alhambra..., p. 144-5.50. Leg. 363, A.A.: <benefi,1io y reparos de los encañados e

fuentes» (23 marzo 1571); «alado de tapias y encañadosde los xardines» (29 de marzo de 1571); «encañado delas fuentes altas» (29 de marzo de 1571); «se hizierondos veces los parrales encañados de ellos» (1 de julio de1572); «muchos encañados para los parrales y para lasfuentes altas» (3 de julio de 1572); «los encañados yparrales del dicho generalife asi como los que estan jun-tos al escalera del agua» (3 de julio de 1572); «entre eljuego de pelota y el patio de los cipreses se hi4o un en-cañado de un cavo a otro para guarda de las flores y jaz-mines y estacas de 4idros que en el se an puesto» (22 demarzo de 1583); «[50 haces de] cañas para un encaña-do que se hilo en el estanque para los parrales» y «enca-ñose el agua desde el acequia» (20 de febrero de 1581).

51. El arte islámico y la imagen de la Naturaleza en la Es-paña del siglo XVI, Fragmentos, 1(1994), págs. 21-43,pág. 30.

52. Cf. SORIA MESA, E., «Don Alonso de Granada Venegasy la rebelión de los moriscos. Correspondencia y merce-des de don Juan de Austria», Chronica Nova, 21, 1993-94, págs. 547-560.

53. El listado de preguntas «que han de interrogados los tes-tigos» aparece en documento sin fechar (leg. 363 fol. 168-170v), pero correspondiente con certeza a 1571, fechaque sí aparece en los documentos de respuesta.

54. 22 de marzo de 1583, en que al corregidor de Granadainspecciona las obras del Generalife a petición de Alonsode Granada Venegas.

55. Al tratarse de material fácilmente localizable y presenteen numerosos archivos y colecciones, creemos suficientedar como referencia los autores.

56. MUREHY, J.C., The Arabian Antiquities of Spain, Lon-dres, 1813. Texto que acompaña al grabado XCV. Nopodemos dejar de señalar lo preciso e inédito de la des-cripción del patio que, a nuestro entender, despeja cual-quier duda sobre la visita del autor a Granada que, aveces, encuentra su apoyo en un texto de Richard Ford( Granada, Granada, 1955, pág. 23).

57. Cf. TITO Rojo y CASARES PORCEL, «La bailarina...» y ElCarmen de la Victoria, un jardín regionalista en el contextode la historia de los cármenes de Granada, Granada, 1999.

58. España monumental: La Alhambra de Granada y el Gene-ralife. 1925. Sin datos de director o productora. Copiaconservada en Filmoteca Nacional (Instituto de la Ci-nematografía y de las Artes Audiovisuales), sig. AX/421.

59. Un viaje en ferrocarril por Andalucía. 1929. Documen-tal del Patronato Nacional de Turismo producido porEspaña Films. Filmoteca Nacional, sig. AX/285.

60. Todo es posible en Granada. 1954. Dirigida por José LuisSáenz de Heredia. Consultada de reproducción comer-cial en video.

61. Cf. CONTRERAS, op. cit., pág. 145.

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A

1. El más antiguo testimonio de los surtidores de la acequia. Fotografía 242b «Vista de la acequiaen Generalife». J. Laurent, ca. 1865 (a. 1867). Copia conservada en elA .H.A., sig. A-5-1-10 n.° 179.

2. Antecedente de los surtidores del Pateo de la Acequia. Tlar-i-Tavilech, ca. 1684. Manuscrito Sloane,5232. Museo Británico.

3. El mismo lugar en elgrabado de la obra Kaempfer, Amoenitarum exoticarum... editado en 1712.

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fi) 4

4. Cenador andalusí de trepadoras en el manuscrito almohade de la Historia de Bayardy Riad, s. XIII.S. Imagen de un riad de Marrakesh con cuadros ochavados hundidos y cenador central. Dar Si-Said. Fo-

tografía de principios del siglo XX.6. Cenador de mamouni de cañas en un riad marroquí. Fotografía de J. Basencenot, ca. 1940.7. El cenador del Patio de la Acequia. Detalle de una acuarela de E. Gerhardt, 1849.8. El cenador del Patio de la Acequia poco antes de su eliminación. Fotografía de Señán, 1889.

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1

9. Encañado tradicional marroquí en el jardín del Sultán en la Mamunia de Marrakech, ca. 1910, an-tes de su conversión en hotel (imagen cedida por A . Triki).

10. Encañado del Patio de la Acequia en 1849, acuarela de Eduard Gerhardt.11. Empalizada y cenador de cañas de/Jardín de los Adarves en la Alhambra. Ca. 1870.12. Cenador de cañas en el Patio de la Acequia. Grabado de Laborde, 1812 (1806 dib.).13. Encañado lateral del Patio de la Acequia en 1889, foto de Señán.14. Encañado longitudinal del Patio de la Acequia. Foto sin datos, ca. 1880._ -

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Etapas de la evolución del jardín del Patio de la Acequia (1802-2002).1.a etapa. ca. 1802-ca. 1840. Grabado de Girauld de Prangey, 1837 (1832 dib.).2. a etapa. ca. 1840-ca. 1860. Grabado de Asselineau, 1844 (dib. entre 1836 y 1844).

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Etapas de la evolución del jardín del Patio de la Acequia (1806-2002).3. a etapa. ca. 1860-ca. 1890. Grabado de Ayola, ca. 188941 a

etapa. ca. 1890-ca. 1930. Tarjeta postal, ca. 1900.

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m

Etapas de la evolución del jardín del Patio de la Acequia (1806-2002).5. a etapa. ca. 1930-ca. 1945. Tarjeta postal, ca. 1935.6.a etapa. 1945-ca. 1955. Tarjeta posta, ca. 1950.7.a etapa. 1955-1958. Tarjeta postal, s. d.8. a etapa. Fase anterior a la construcción del puente central 1960-1965 (?). Tarjeta postal, s. d.8. a etapa. Fase posterior a la construcción del puente central d. 1965. Tarjeta postal, s. d.

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Presencia de algunos elementos jardinísticos en elPatio de la Acequia del Generalife (1492-2000)

Surtidores de la acequia ` 4..

Cenador central 4.......

Arrayanes

Setos de recorte ■ • ■■■^ ■■■■■■■■■

Topiarias ,....... r..- ....... `.....■F

1492 1526 1806 1865 1889 1955 2000■

Certeza documentada 4...... Presencia posible 4 ..... Presencia dudosa

Evolución de la presencia de topiarias de ciprés en elPatio de la Acequia del Generalife (1806-2000)

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r . ^

JU^TA DE AIDALU(1ACONSEJERÍA DE CULTURA

Patronato de la Alhambra y Generalife