Julio Herrera y Reissig

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Julio Herrera y Reissig

Julio Herrera y Reissig

Nombre completo Julio Herrera y Reissig

Nacimiento9 de enero de 1875

Uruguay, Montevideo

Defunción18 de marzo de 1910,1 35 años

Uruguay, Montevideo

Ocupación Poeta

Nacionalidad Uruguaya

Julio Herrera y Reissig (Montevideo, 9 de enero de 1875 - ídem, 18 de marzo de 1910 2

), poeta, dramaturgo y ensayista uruguayo iniciado en el romanticismo tardío y líder de la vanguardia modernista en la literatura uruguaya.

Índice

1 Biografía 2 Obra

o 2.1 Poesías o 2.2 Sonetos

3 Referencias 4 Enlaces externos

Biografía

Hijo del Dr. Manuel Herrera y Obes y sobrino (o hermano según la fuente) del ministro y más tarde presidente de la República Dr. Julio Herrera y Obes, fue miembro de una familia patricia uruguaya, de situación económica desahogada y conexiones importantes en el ámbito social y cultural.

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La única condicionante material de Julio Herrera y Reissig fue su precaria salud. En 1892, a los diecisiete años de edad, debe abandonar los estudios formales a causa de una enfermedad cardíaca congénita, agravada al contagiarse de fiebre tifoidea. Esta circunstancia le impide además cualquier tipo de viajes, salvo una breve estada en Buenos Aires y cortas visitas a ciudades del interior uruguayo.

La experiencia mundana es sustituida por su condición de ávido lector y, a partir de 1900, conduce conjuntamente con Roberto de las Carreras reuniones literarias desde el ático de la mansión familiar en Montevideo, conocida como La Torre de los Panoramas ; a causa de las importantes vistas que desde allí se tenían al Río de la Plata.

Allí empieza la evolución desde el romanticismo hacia la vanguardia modernista y surrealista que lo convertiría póstumamente en una referencia obligada de la poesía latinoamericana de la época, junto a Leopoldo Lugones, Ricardo Jaimes Freyre y Salvador Díaz Mirón.

Muere en Montevideo a la temprana edad de 35 años, mientras que la publicación de sus obras y el consecuente reconocimiento literario se producirá años después. El escritor y crítico literario uruguayo Ángel Rama (1926-1983) expresó lo siguiente:

En poco menos de diez años y aún moviéndose en el más estrepitoso y superficial bazar art nouveau, creó una lírica de sutil sensibilidad moderna, de impecable precisión lingüística.

Escribió Jorge Luis Borges sobre la obra de Herrera y Reissig, en un artículo publicado en 1924, en Inicial, Buenos Aires, pp 31-34:

La lírica de Herrera y Reissig es la subidora vereda que va del gongorismo al conceptismo: es la escritura que comienza en el encanto singular de la voces para recabar finalmente una clarísima dicción. De igual manera que en la cosmogonía mazdeísta se oponen belicosos el mal y el bien, fueron armipotentes en su yo la realidad poética y el simulacro de esa realidad. Fue un posible forastero de la literatura, pero al fin entró a saco en ella.

Pablo Neruda, en Diorama de la cultura, suplemento de Excelsior, México, 16 de noviembre de 1969, p3, escribe:

Yo llevé la pasión Herrera y reissiana a Madrid, a mi generación. Es verdad que algún brillante erudito se preocupó alguna vez de él: Existía la erudición, pero no la pasión. Nada más apasionante que la poesía de este uruguayo fundamental, de este clásico de toda la poesía. Así fue que leí a Vicente Aleixandre, y luego a Federico, a Alberti, a Altolaguirre, a Cernuda, a Miguel Hernández y a algunos otros más, las décimas góticas de Herrera y Reissig... Herrera y Reissig sublima la cursilería de una época, reventándola a fuerza de figuraciones volcánicas...

A fines de 2011 se editó Prosas herrerianas, a cargo de la Biblioteca Nacional en dupla con Ediciones de la Banda Oriental.3

Obra

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Herrera y Reissig escribió ficción, ensayos políticos y muchas otras obras, pero es fundamentalmente conocido y reconocido por su producción poética.

Canto a Lamartine (1898) Epílogo wagneriano a "La política de fusión" con surtidos de psicología sobre el

Imperio de Zapicán (1902) Las pascuas del tiempo (1902) Los maitines de la noche (1902) La vida (1903) Los parques abandonados (1902-1908) Los éxtasis de la montaña (1904-1907) Sonetos vascos (1908) Las clepsidras (1909) La torre de las esfinges (1909) Los peregrinos de piedra (1909) La torre de marfil Poesías completas (1913, póstuma) Páginas en prosa (1961, póstuma)

Poesías

En orden alfabético, se indica en cursiva el primer verso.

Desolación absurda (Noche de tenues suspiros) El canto de las horas (Aramís ordena que los doce Meses) El canto de los meses (Aramís ordena que los danzarines) Fiesta popular de ultratumba (Un gran salón. Un trono. Cortinas. Graderías.) La gran soirée de la elegancia. La danza de los meses y de las horas. Galanterías

eternas (Decoración: La sala semeja una floresta) Llegada de los meses y de las horas (Saludando cortésmente a la buena Mamá

Juno) Numen (Mefistófela divina,) Recepción instrumental del gran polígloto Orfeo (Entra el viejo Orfeo. Mil notas

auroran) Su majestad el tiempo (El viejo Patriarca) Terminación de la fiesta. Despedidas y quejas. Llueve. Desfile de la

concurrencia (Suenan galanteos y besos y adioses:) Tertulia lunática (En túmulo de oro vago)

Sonetos

En orden alfabético, se indica en cursiva el primer verso.

Amor sádico (Ya no te amaba, sin dejar por eso) Bostezo de luz (Cien fugas de agua viva rezan a la discreta) Bromuro (Burlando con frecuencia el vasallaje) Buen día («Do re mi fa» de un piano de vidrio en el follaje) Canícula (Labora la coqueta falange rusticana)

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Claroscuro (En el dintel del cielo llamó por fin la esquila.) Claroscuro (II) (Son campos solariegos... Tal vez, ay! ese muro) Consagración (Surgió tu blanca majestad de raso,) Decoración heráldica (Soñé que te encontrabas junto al muro) Dominus vobiscum (Bosteza el buen Domingo, zángano de semana...) Ebriedad (Apurando la cena de aceitunas y nueces,) El abrazo pitagórico (Bajo la madreselva que en la reja) El alba (Humean en la vieja cocina hospitalaria) El almuerzo (Llovió. Trisca a lo lejos un sol convaleciente,) El ama (Erudita en lejías, doctora en la compota) El ángelus (Salpica, se abre, humea, como la carne herida,) El baño (Entre sauces que velan una anciana casuca,) El burgo (Junto al cielo en la cumbre de una sierra lampiña,) El consejo (El astrónomo, el vate y el mentor se han reunido...) El cura (Es el Cura... Lo han visto las crestas silenciarías,) El despertar (Alisia y Cloris abren de par en par la puerta) El dintel de la vida (Oh, la brega que jacta de viruta y de pieles!...) El domingo (Te anuncia un ecuménico amasijo de hogaza,) El entierro (Cuatro rudos gañanes, sobre el hombro herculoso) El espejo (Se hunden en una sorda crisis meditabunda...) El genio de los campos (Por donde humea el último arado en los cultivos,) El guardabosque (La mesnada que aúlle o la sierpe se enrosque,) El labrador (Cual si pluguiese al Diablo -vaya un decir- engorda) El monasterio (A una menesterosa disciplina sujeto,) El regreso (La tierra ofrece el ósculo de un saludo paterno) El secreto (Se adoran. Timo atiende solícita al gobierno) El teatro de los humildes (Es una ingenua página de la Biblia el paisaje...) Epitalamio ancestral (Con la pompa de brahmánicas unciones,) Exhalación suprema (Bajo el regio crepúsculo de oro azul y grosella,) Éxtasis (Bion y Lucina, émulos en fervoroso alarde,) Fecundidad («¡Adán, Adán, un beso!», dijo, y era) Fiat lux (Sobre el rojo diván de seda intacta,) Galantería ingenua (A través de la bruma invernal y del limo,) Génesis (Los astros tienen las mejillas tiernas...) Idealidad exótica (Tal la exangüe cabeza, trunca y viva,) Idilio (La sombra de una nube sobre el césped recula...) Idilio espectral (Pasó en un mundo saturnal; yacía) Iluminación campesina (Alternando a capricho el candor de sus prosas,) Invierno (El invierno embalsama, con sugestión de faustos) Julio (¡Frío, frío, frío!) La casa de Dios (Flamante con sus gafas sin muchos retintines,) La casa de la montaña (Ríe estridentes glaucos el valle; el cielo franca) La cátedra (De pie, entre sus discípulos y las torvas montañas,) La cena (Un repique de lata la merienda circula...) La dicha (Todas -blancas ovejas fieles a su pastora-) La escuela (Bajo su banderola pertinente, la escuela) La estrella del destino (La tumba, que ensañáse con mi suerte,) La flauta (Tirita entre algodones húmedos la arboleda...) La granja (Monjas blancas y lilas de su largo convento,) La huerta (Por la teja inclinada de las rosas techumbres)

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La iglesia (En un beato silencio el recinto vegeta.) La llavera (Viste el hábito rancio y habla ronco en voz densa;) La misa cándida (¡Jardín de rosa angélico, la tierra guipuzcoana!) La noche (La noche en la montaña mira con ojos viudos) La procesión (El señor Cura, impuesto de sus oros sagrados,) La siega (La mocedad que acude, briosa, de las campañas,) La siesta (No late más un único reloj: el campanario,) La sombra dolorosa (Gemían los rebaños. Los caminos) La velada (La cena ha terminado: legumbres, pan moreno) La vendimia (Mordiscan las tijeras con apáticos mimos,) La vuelta de los campos (La tarde paga en oro divino las faenas...) La zampoña (Lux no alisa el corpiño, ni presume en la moña;) Las horas graves (Sahúmase el villaje de olores a guisados;) Las madres (Verde luz y heliotropo en los amplios confines...) Los carros (Mucho antes que el agrio gallinero, acostumbra) Los perros (El olivo y el pozo... Dormida una aldeana) Meridiano durmiente (Frente a la soporífera canícula insensata,) Neurastenia (Huraño el bosque muge su rezongo,) Nirvana crepuscular (Con su veste en color de serpentina,) Otoño (La druídica pompa de la selva se cubre) Panteo (Sobre el césped mullido que prodiga su alfombra,)

Extraído de Wikipedia http://es.wikipedia.org/wiki/Julio_Herrera_y_Reissig