Julio Cortázar viajero en el trópico

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    CUADERNOS DE LITERATURA VOL. XIX N.37 ENERO-JUNIO 2015

    ISSN 0122-8102 PGS. 83-101

    Julio Cortzar, viajero

    en el trpico: promesavanguardista ycultura transnacionalfrente al proyecto

    poltico sandinistaJulio Cortzar, Traveller in the Tropics: Vanguardist Promise and

    Transnational Culture before the Sandinista Political Project.

    Julio Cortzar, viajante no trpico: promessa vanguardista e cultura

    transnacional na frente do projeto poltico Sandinista.

    Leonel Delgado AburtoU N I V E R S I D A D D E C H I L E , C H I L E

    Profesor de la Facultad de Letras de la Universidad de Chile. PhD

    University of Pittsburgh. Autor de varios artculos en revistas

    especializadas y de los librosMrgenes recorridos: apuntes sobre

    procesos culturales y literatura nicaragense del siglo XX (Instituto

    de Historia de Nicaragua y Centroamrica, 2002),Excntricos y

    perifricos: escritura autobiogrfica y modernidad en Centroamrica

    (IILI, 2012). Correo electrnico: [email protected]

    Artculo de Reflexin

    El artculo pertenece al proyecto de desarrollo de una lnea de investigacin sobre Centroamrica y el Caribe en elCentro de Estudios Culturales Latinoamericanos de la Universidad de Chile. Una versin muy preliminar del texto fueleda como ponencia en el IICongreso Centroamericano de Estudios Culturales, San Jos, Costa Rica, julio de 2009.Documento accesible en lnea desde la siguiente direccin: http://revistas.javeriana.edu.co

    doi :10.11144/Javer iana.CL19-37. jcvt

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    LEONEL DELGADO ABURTO

    Resumen

    Este artculo aborda lavinculacin de Julio Cortzarcon Nicaragua y la revolucin

    sandinista, argumentando queesta relacin tiene como base laactitud vanguardista de Cortzar.As, su compromiso poltico serelaciona con una radicalidadesttica presente en toda su obra.Adems, el artculo propone queen el compromiso de Cortzarcon la revolucin sandinista seinterrelacionan las figuras del

    viajero, el turista poltico y elintelectual comprometido. Enel viaje de Cortzar al trpico,este proyecto vanguardista sufretransformaciones relacionadascon el pensamiento sobrela soberana territorial deNicaragua, para lo cual seanalizan partes de su libro

    Nicaragua tan violentamente

    dulce.

    Palabras clave:Cortzar;Nicaragua; revolucinsandinista; vanguardia;transnacionalismo

    Abstract

    This article analyzes therelationship of Julio Cortzarwith Nicaragua and the

    Sandinista revolution.This relationship is basedon Cortzars modernist/vanguardist position. Therefore,his political engagement is linkedto an aesthetic radicalism thatcan be found in his entire oeuvre.Furthermore, the paper arguesthat in Cortzars engagementwith the Sandinista revolution

    the figures of traveler, politicaltourist and engaged intellectualare intertwined. Along thetravel of Cortzar throughthe tropics, his modernist/vanguardist project undergoesa transformation related tothe reflection on Nicaraguanterritorial sovereignty. Toshow this change some partsof his bookNicaragua tan

    violentamente dulceare analyzed.

    Keywords:Cortzar; Nicaragua;Sandinista revolution; vanguard;transnationalism

    Resumo

    Este artigo aborda a vinculaode Julio Cortzar com aNicaragua e a revoluo

    Sandinista, argumentando queesta relao tem como base aatitude vanguardista de Cortzar.Assim, seu compromissopoltico relaciona-se com unaradicalidade estetica presente nasua obra inteira. Alm, o artigoprope que no compromissode Cortzar com a revoluoSandinista inter relacionam-

    se as figuras do viajante, oturista poltico e o intelectualcomprometido. Na viajemde Cortazr ao trpico esteprojeto vanguardista sofretransformaes relacionadas como pensamento sobre a soberaniaterritorial da Nicaragua parao qual analisam-se partesde seu livroNicaragua toviolentamente doce.

    Palavras-chave:Cortzar;Nicaragua; revoluo Sandinista;vanguarda; transnacionalismo

    RECIBIDO: 5 DE MARZO DE 2014. APROBADO: 7 DE ABRIL DE 2014. DISPONIBLE EN LNEA: 15 DE ENERO DE 2015

    Cmo citar este artculo:

    Delgado Aburto, Leonel. Julio Cortzar, viajero en el trpico: promesa vanguardistay cultura transnacional frente al proyecto poltico sandinista. Cuadernos de

    Literatura19. 37 (2015): 83-101. doi:10.11144/Javeriana.CL19-37.jcvt

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    Julio Cortzar, viajero en el trpico: promesa vanguardistay cultura transnacional frente al proyecto poltico sandinista

    En 1976 Jul io Cortzar ingres de manera clandestina a Nicaragua, encompaa de Sergio Ramrez y Ernesto Cardenal, para visitar la comunidad evan-glica que Cardenal diriga en las islas de Solentiname, en el lago de Nicaragua.

    Esa visita produjo la que es la principal inscripcin textual de la relacin entreCortzar, la cultura nicaragense y el sandinismo.1El texto Apocalipsis de So-lentiname (incluido en el volumen de cuentosAlguien que anda por ah, de 1978,y recogido tambin enNicaragua tan violentamente dulce, 1984) recrea esa visitay presenta una visin del terror poltico de las dictaduras latinoamericanas quese superpone a las pinturas nafo primitivistas producidas por los campesinosde las islas. En la narracin, Cortzar, narrador y protagonista, ha fotografiadolas pinturas en Nicaragua para proyectarlas privadamente en una pantalla de

    su apartamento de Pars. La presentacin se ve interrumpida, sin embargo, porimgenes de persecuciones, torturas, asesinatos y represin que podran ser lasde casi cualquier pas latinoamericano de la poca (incluyendo por supuesto laNicaragua de la dictadura somocista), y refirindose con nfasis al asesinato delpoeta salvadoreo Roque Dalton. El Apocalipsis al que alude el ttulo implicala destruccin del Paraso previsto en las pinturas de los campesinos. Hay, ob-viamente, un nfasis visual u ptico en la narracin y una referencia a diversosmedios de reproduccin y estticas diferenciadas: la pintura naf, la fotografa

    y la proyeccin. Asimismo, el texto responde a ciertas marcas de la literatura deviajes (por ejemplo el contraste entre el aqu y el all, la seguridad de Pars versusel peligro de Solentiname) que lleva a pensar en una constante constructiva de lacultura latinoamericana propiciada por la narrativa de viajes. Cortzar, convertidoen viajero en el trpico en virtud de encarnar el rol de intelectual revolucionario,2parece revivir, si bien en otra clave, una tradicin establecida en los relatos colo-niales y neocoloniales. El evento poltico constituido por la revolucin sandinistaen Nicaragua, a partir de los procesos de insurreccin (1977-1979) y de gobiernorevolucionario (1979-1989) atrae a intelectuales y escritores entre otros tantos

    sujetos que colaboran como combatientes o en actividades de solidaridad, encar-nando lo que ms contemporneamente se ha denominado turismo poltico.Para Moynagh (2008) esta caracterizacin, lejos de ser peyorativa, mantiene es-tratgicamente tanto la distancia cultural del viajero que se vincula con una luchapoltica que en principio no es suya como los efectos de tal compromiso.

    1 Principal, al menos, por la recepcin crtica. Quisiera destacar las lecturas de Alberto Moreiras,que retomar ms adelante, afiliada a una teorizacin subalternista, y la de Paz Soldn, querelaciona el texto de Cortzar con la obra de Roberto Bolao.

    2 Para el trnsito de escritor burgus a intelectual revolucionario de Cortzar, a travs de unaatenta lectura de su correspondencia de los aos sesenta, ver Gilman.

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    LEONEL DELGADO ABURTO

    As, la designacin implicara tanto la relacin desigual de la modernidad (alcruzar el intelectual comprometido bordes y fronteras internacionales) como laimaginacin poltica del compromiso y sus efectos afiliativos (Moynagh 9).3En

    ese sentido, Julio Cortzar encarna, sin duda, un caso notable de turista poltico,quien desde la poca insurreccional (1977) hasta su muerte (1983) visita variasveces Nicaragua, desarrolla una febril actividad de solidaridad, escribe de formams o menos abundante sobre la revolucin sandinista, y produce incluso unareinscripcin de su figura en textos de escritores nicaragenses.4Cmo carac-terizar al viajero o turista poltico Cortzar y cmo dar cuenta de su disonanciacon relacin a la tradicin de los textos de viaje que no implican un compromisopoltico, o, en el otro extremo, que estn signados por un modelo (neo)colonial?

    La hiptesis de partida de este artculo es que Cortzar inscribe en el mo-delo del viaje una propuesta heterolgica vanguardista, esto es, una bsqueda oautorizacin de la lgica del otro. Esta reinscripcin lo lleva a replantear los prin-cipios de esa tarea en consonancia con la constitucin de la soberana territorialrevolucionaria en Nicaragua a partir de 1979, en un momento que tal soberana esun proyecto incipiente y amenazado por la guerra contrarrevolucionaria (sobretodo a partir de 1982). En otras palabras: el proyecto vanguardista de Cortzarasume una lgica soberana para el territorio de la solidaridad en este caso, Ni-

    caragua. Considerar, adems, que una plataforma de accin fundamental deCortzar es la cultura internacional o transnacional, activada fundamentalmentepor el que fuera llamado boom de la literatura latinoamericana, lo que determi-na aspectos importantes en su posicin como viajero. Entonces, en una primeraparte del artculo presentar consideraciones en torno a la actitud vanguardistade Cortzar en la que se vera inscrito su compromiso poltico (actitud que en elpresente aparece deteriorada dados los cambios polticos trados por la domi-nante neoliberal). En segundo lugar plantear cmo la figura del viajero Cortzar,que combina al intelectual comprometido, el escritor clebre y el turista poltico,

    aparece ligada al desarrollo de una cultura transnacional latinoamericana que sevincula con la revolucin sandinista. Aun as, ubicado en el terreno de la circula-cin que es tambin el del mercado quisiera plantear que es posible advertir

    3 Moynagh analiza un libro paradigmtico de las actividades de solidaridad intelectual conla revolucin sandinista: la memoria de Salman Rushdie, The Jaguar Smile (177-212).Centroamrica convoc en los aos 1980s una serie de discursos sobre su exoticidad ydistancia, como se puede ver en el anlisis de David Spurr sobre el libro de Joan Didion,Salvador(166-168). Ver tambin el ensayo de Neil Larsen (39-51) sobre Centroamrica como

    territorio sin historia en la representacin cinematogrfica hollywoodense de esos aos.4 Por ejemplo Sergio Ramrez.

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    en Cortzar una imaginacin poltica que busca trascender esa lgica separadora.As, en tercer lugar, tomando como base el texto Retorno a Solentiname, inclui-do en Nicaragua tan violentamente dulce, intentar una lectura alegrica en la

    que el viajero quiere revelar lo reprimido (brbaro y amenazante, tras su evidentebelleza) del paisaje tropical, metonimia del proyecto poltico sandinista del mo-mento, en cuya perspectiva se conjugan la visin del viajero, el turista poltico y elescritor vanguardista como puntos de soporte de una figuracin alegrica.

    La heterologa en ruinas: el proyecto vanguardista de Cortzar

    En las lecturas de la obra de Julio Cortzar se ha exaltado su compromiso tico-esttico con la izquierda pero tambin se ha condenado la supuesta simpleza y

    superficialidad de tal compromiso. El mismo Cortzar parece usar con frecuen-cia la mscara retrica del que no sabe nada de poltica y opina desde un mbitoprstino, inocente o, incluso, idiota (Nicaragua tan violentamente dulce8). Enel primer caso, es decir, la lectura comprobatoria del proyecto poltico de Cort-zar, se ha notado la fuente heterolgica y vanguardista que orienta su giro polticoa partir de los sesenta, enfatizando el carcter de resistencia de su literatura, paralo cual el texto Apocalipsis de Solentiname, que como ya dije es el punto decontacto inicial de Cortzar con la revolucin sandinista, ha constituido un eje

    significativo.

    5

    Para sealar un ejemplo clave de lectura que acata al Cortzarcomprometido se puede referir a la lectura deconstructiva-subalternista que haceAlberto Moreiras de Apocalipsis, que propende a un exterior del concepto li-mitadamente literario de autor y obra, encarnado en la poltica subalterna. Segnla explicacin parcialmente psicoanaltica que hace Moreiras, el texto de Cortzarimplica dos tipos de escritura, una fundacional (que sera la escritura motivadapor la visin primitivista del mundo, vista en las pinturas de los campesinos deSolentiname) y otra abyecta o sacrificial que presenta el narrador a travs de lasimgenes apocalpticas. Esta ltima domina el texto como excrecencia producida

    a partir de la visualidad, revelando un inconsciente ptico que posibilita articularla emancipacin. Moreiras plantea que: La ontologa que subyace a cualquierproyecto emancipatorio est siempre sujeta a [la] crtica heterolgica (365),

    5 Una lectura general fundamental del tema es la de Alazraki (1987). Para la lectura desdeel tpico de la resistencia, ver Harlow (1987). Sobre la ambigedad interpretativa deApocalipsis, lectura histrica y esttica, ver Titler (1987). Importante para una interpretacindel sentido retrico del compromiso poltico de Cortzar, a partir del cuento Reunin, verGonzlez (1987). Recientemente Jaume Peris Blanes muestra como el cuento El perseguidor

    representa, asimismo, una inflexin esttico-poltica.

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    proceso que entra en accin con la escritura destructiva, de traduccin, [y] deresta (364). Queda explcito as un movimiento de ruptura de la mmesis yde desastre de la ontologa que posibilita un asiento a la poltica emancipa-

    toria (357).Como remarcar ms adelante, creo que esta intervencin destructiva

    se articula de forma alegrica y refiere a la lucha del texto cortazariano porsalir de una lgica trascendente autorreferida la que incluye el mito de laobra y el autor a travs de un potencial desborde de la configuracin queautoriza esa trascendencia. Obviamente, esta contradiccin tiene un alcancemucho ms vasto dentro de la obra y la vida poltica de Cortzar. Mi argumentosera que el llamado compromiso poltico de Cortzar es el elemento clave de

    esa lucha en contra de la literatura como orbe autorreferencial, que no es unasunto coyuntural (o compromiso eventual) sino que conmueve el fundamentode cierto entendimiento letrado del poder y la vida. En segundo lugar tendraque decirse que es precisamente este rompimiento ante el cual se duda cuandose critica el compromiso de Cortzar: la supuesta frivolidad, superficialidad ocursilera de su opcin poltica. As, en contraste con la exaltacin del Cort-zar comprometido, ngel Rama mostr tempranamente, aunque en privado,su fuerte disgusto ante lo que juzgaba la ingenuidad poltica de Cortzar. El

    posicionamiento intuitivo, esteticista o vital que Cortzar repite de maneraestrategia en toda una etapa de su desarrollo como autor comprometido,6 esconsiderado por Rama de la siguiente forma:

    Desagrado, clera y ms tarde una larga, larga depresin, cuando o a Cortzar

    en el acto de presentacin de la revista Sin Censuraque l patrocina en Pars.

    Me consta su falta de informacin poltica y no digamos econmica o social, y

    su escaso discernimiento para la problemtica internacional. Como l confie-

    sa, hasta mediados de los sesenta era un literato puro que adems nada saba

    de Amrica Latina. Lo desgraciado es que no ha hecho reales esfuerzos para

    informarse mejor, estudiar los problemas y verlos con una perspectiva obje-tiva. Pero a pesar de que sigue siendo un literato puro opina sobre poltica

    con tal simpleza, ignorancia de los asuntos y elementalidad del razonamiento,

    que produce o descorazonamiento o clera. A m las dos cosas y concluyo

    6 Su relacin con Casa de las Amricas, con situaciones tan tirantes como el caso Padilla, con elsandinismo y con Argentina (visible en el pstumoAos de alambradas culturales) desmienteel nivel meramente intuitivo de tal compromiso, aunque sea la alusin a esa intuicin unaverdad central pero tambin una mscara reiterada por Cortzar (al respecto vase Apuntes al

    margen de una relectura de 1984 enNicaragua tan violentamente dulce, 8-17, en que se retratairnicamente como idiota).

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    Villoro, por tanto, es que Cortzar ha traicionado esa estructura funcional ytrascendente (la del llamado boomnarrativo latinoamericano) al incurrir en unproyecto esttico-poltico que resulta degradado. As pues, ms all del disenso

    poltico que puede provocar el Cortzar izquierdista, opera ese otro disenso, enapariencia ms esttico, en que se reclama como en cierto sentido hace tambinRama un consumo ms exclusivamente esttico y hedonista de su literatura.

    Sin embargo, tal como se deja ver en la lectura de Moreiras, hay algo enla propuesta esttica-poltica de Cortzar que atenta, en cierto sentido, con lacomodidad funcional e institucional de la literatura. De hecho, este fue uno de losproblemas fundamentales que se plante Cortzar al querer conjugar literaturay vida (poltica). Segn lo propone Alazraki, Cortzar [f]ue un inconformista

    enamorado de esa misma tradicin contra la cual se volvi (1). Alazraki hace unrecorrido por la obra de Cortzar desdeLos ReyeshastaLibro de Manuely los re-latos deDeshorasevidenciando cmo el compromiso de Cortzar con la historiapoltica estaba implcito en su obra, y cmo sobrevinieron coyunturas histricas(la revolucin cubana, fundamentalmente: su camino de Damasco),7y autoriales(textos paradigmticos que marcan cambios fundamentales: el conocido cuentoReunin, por ejemplo) que consolidaron tal compromiso. Alazraki se ocupa,pues, de demostrar cmo la obra de Cortzar lo haba ido empujando hacia

    ese encuentro con la historia latinoamericana (5

    ). Esta es bsicamente la tesisde Alazraki: que hay una relacin interna entre esttica y poltica, a partir deldespliegue diacrnico de la obra de Cortzar. Y si bien su lectura corre el riesgode la teleologa, asimismo puede observarse cierta operatividad de lo que Ri-coeur llamara ipseidad: una construccin de la identidad que integra el acaecery se sostiene en la capacidad de promesa (113).8Aplicando la tesis de Ricoeur, nohabra una predisposicin revolucionaria como tal en Cortzar sino un contex-to histrico en el que se inscriben paralelamente la experiencia individual y lapromesa vanguardista de reconciliar arte y vida, reservando, por tanto, un orden

    performativo al deseo vanguardista de cambiar la vida.Esta relacin no es, por supuesto, tersa. De hecho, una conclusin importan-

    te que se puede derivar del acercamiento de Alazraki a Cortzar es que el mito dela modernidad (sostenido por valores heredados) engendra lo horroroso y abyec-to, y que el texto literario de Cortzar por lgica (re)presenta ese estado funesto el

    7 El propio Cortzar se refiere a Cuba como su camino de Damasco; al respecto vase (Gilman 3).8 Sobre la tensin entre promesa y relacin heterolgica, con lo otro o el otro, ver Derrida (139-

    140).

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    Julio Cortzar, viajero en el trpico: promesa vanguardistay cultura transnacional frente al proyecto poltico sandinista

    que trata tambin de superar. En otras palabras, la obra de Cortzar revelara unainterrelacin entre vanguardias y represin moderna. Propone Alazraki:

    Y si en El perseguidor y en Rayuelase cuestionan esos valores heredados

    en tanto componentes de esa cultura de Occidente contra la cual se vuelvenJohnny y Horacio (siempre me ha parecido revelador el que los militares

    argentinos se escudaran en esa tradicin para perpetrar las atrocidades ms

    repugnantes a esa tradicin y que, en cambio, aquel que cuestion los valores

    de esa tradicin fuera quien quitara tapujos para denunciar en toda su cru-

    deza las atrocidades civilizadas de nuestros padres de la patria), en Los

    premioshay un primer esfuerzo de crtica de los valores y de la historia de

    Argentina (12).

    Lo que queda entre parntesis en la cita de Alazraki parece fundamentalal mostrar un vnculo ideolgico entre la modernidad cultural, vista como valortradicional de lo occidental, y la dictadura o el estado de excepcin (lo que sepodra hacer confluir en el concepto de modernidad contrainsurgente). Desdeeste punto de vista, la radicalidad vanguardista de Cortzar cumplira una laborreveladora de la intimidad entre modernidad y horror, misma operacin visibletambin en Apocalipsis de Solentiname.

    Por supuesto, los procesos de ipseidad que se pueden advertir en la relacinde Cortzar y su obra no estn exentos de la gravitacin de otros factores, entreellos, asuntos tan importantes dentro del campo cultural como lo son la fama yel mercado. En una iluminadora lectura, Ricardo Piglia integra como variablevlida de anlisis la cuestin de la fama del Cortzar posterior a Rayuela (portanto volviendo decisiva la presencia del mercado en su desenvolvimiento comoescritor), que operara como catalizador de una crisis literaria y poltica. Si bienPiglia mantiene la idea de un descenso de calidad literaria en el Cortzar posterioraRayuela,9sostiene, sin embargo, la idea de un solo cdigo originario tanto de la

    radicalidad vanguardista de Cortzar como de su opcin izquierdista. Dice Piglia:[Cortzar] trat de mantenerse fiel a su ideologa de la negatividad esttica, a

    su potica de la vanguardia y politiz su figura pblica adhiriendo a la causa

    de la revolucin. Sin duda, se pueden discutir todas las posiciones polticas

    de Cortzar pero no se puede ver ah una contradiccin con sus postulados

    9 En contraste, la opinin de Alazraki (16) sobre los cuentos deDeshoras(1983), ltima coleccinde cuentos de Cortzar, que se cuentan entre sus mejores relatos. Gilman, por su parte, dice

    que queda por ver si lo escrito [por Cortzar] en este ltimo perodo es menos prolfico y/omenos valioso que su obra precedente (13).

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    literarios o una traicin a sus fidelidades artsticas ni se pueden, tampoco,

    aceptar las crticas que enuncian los intelectuales moderados que cultivan el

    lugar comn y el justo medio (85).

    Ese cdigo nico de inscripcin de una lgica vanguardista con doblesentido (esttico y poltico) es el que creo se debe recuperar al hablar del Cor-tzar viajero en el trpico nicaragense. Esto conlleva tentar una hermenuticaen la que los significados no sean consumidos internamente a la lgica litera-ria o del mercado literario, sino que, sin desdecirse de su expresin retrica ysu localizacin esttica, integre un exterior contextual y proyectivo con el queesa esencia literaria tendra una relacin fundamental (si bien probablemente

    expectante u opaca).En este sentido, el libro Nicaragua tan violentamente dulce (1984) des-

    pliega la relacin entre la ndole heterolgica-esttica (deseo de encuentrocon el otro) y la utpica-poltica (intencin de construir una nueva sociedad)en los textos del Cortzar politizado. Tomando como eje su relacin con Ni-caragua y su localizacin como viajero en el trpico, el proyecto de Cortzarse vio confrontado a la cuestin fundamental de la (nueva) soberana polticaintentada por la revolucin sandinista (1979-1990) con sus implicaciones, entre

    ellas la existencia de lenguajes institucionales y la necesidad de control sobre elterritorio, que conllev, como se ver despus, la reaparicin taxonmica de labarbarie, o del conflicto naturaleza-civilizacin.

    Boom y transnacionalismo

    Al considerar una identidad vanguardista en Cortzar, asociada al contexto delllamado boom literario latinoamericano, creo que se deben tomar en cuentatres instancias interrelacionadas. En primer lugar, el boom como culminacinde la instalacin vanguardista en Amrica Latina. En segundo lugar, las divisas de

    Totalidad e Innovacin como caractersticas de la esttica modernista/vanguar-dista segn lo ha planteado Fredric Jameson (117), y en tercer lugar, el impulsoperformativo que sostiene los textos politizados de Cortzar, en particular ficcio-nes que implican denuncias, promesas y deseos de cambio, como Apocalipsisde Solentiname.

    Neil Larsen encuentra que el boom merece ampliamente la designacinde modernist(67), equivalente, salvando la distancia cultural, a la identificacincomo vanguardista. El esplendor vanguardista del boom dara sentido, en una

    operacin genealgica tpica de invencin de precursores, a los narradores de lageneracin anterior: Borges, Asturias, Rulfo (68). En el argumento de Larsen esta

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    Julio Cortzar, viajero en el trpico: promesa vanguardistay cultura transnacional frente al proyecto poltico sandinista

    instalacin vanguardista del boom oculta otras tradiciones no vanguardistas,principalmente una tradicin realista (68, 72). Como muestra Larsen, adems, laidentidad poltica del boom es controversial. Si por una parte indica una mo-

    dificacin y crecimiento del mercado del libro, por otra parte aparece de formageneral asociado e identificado, por lo menos hasta el momento del caso Padilla,con la revolucin cubana, aunque paradjicamente su forma de representacinsea modernista/vanguardista, no realista, en el entendido que lo realista repre-senta una postura ms politizada que una representacin alegrica/modernista.10Esto aparece relacionado con la capacidad de la alegora modernista de interre-lacionar Totalidad e Innovacin, o los rasgos fundamentales o semas del altomodernismo en una especie de impulso demirgico en el que un deseo llamado

    totalidad, de un modo en cierta manera imposible, se conjunta con un deseo lla-mado innovacin o, simplemente, lo Nuevo (Jameson 117). Este impulso ha sidoinstitucionalizado como mondico, visto ya en obras constituidas que separanun contexto pero su articulacin es tambin diacrnica, revisa tradiciones e in-venta lo nuevo (Jameson 117).

    Obviamente la obra de Cortzar aparece atrapada en estas lgicas de re-lacin con la modernidad y la modernizacin. Encarnando tal modernidad enla alegora narrativa, la obra de Cortzar, como se ha mostrado en el apartado

    anterior, da con el horror. Pero adems gravita en la lgica enunciativa por lomenos desdeRayuela, la cuestin del mercado y la celebridad. El autor Cort-zar asume las premisas del alto modernismo en el deseo alegrico totalizadorpero tambin aparece marcado como figura clebre que presta su nombre a lacausa revolucionaria. Cortzar resulta as conformado por varias distancias: conrespecto a una forma realista de representacin, con respecto a una pureza lite-raria divorciada de la lgica del mercado, e, igualmente decisivo, con respecto ala posibilidad de la promesa vanguardista de cambiar la realidad. A este punto deenunciacin conflictivo se agreg un componente fundamental en el auge de las

    dictaduras latinoamericanas durante los aos 1970s que no hace sino radicalizarla ubicacin performativa del texto literario, queriendo indicar con esto un deseode incidencia en la realidad. De hecho, no parece posible separar en Cortzarsu afiliacin vanguardista de la supuesta capacidad incidente del texto literario,incluso si esta se expresa en forma negativa, o lo que Jaime Villareal llama lecto-fobia, cuando el peso terrible de la realidad poltica (el apocalipsis que irrumpeen el paraso) lleva al dilema tico que refuta el hedonismo de la lectoescritura

    10 El planteamiento clsico de Lukcs, por ejemplo en Significacin actual del realismo crtico(18-56).

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    (64). Esa misma figura puede ser colocada dentro de las lgicas alegricas quepujan desde la textualidad por una salida a un exterior poltico.11

    La apertura hacia este exterior desde lo institucional literario, que por de-

    ms est mediado por el mercado de libro, es una tarea sinuosa que no se alcanzaa travs de una aproximacin voluntarista sino a travs de un campo complejo deproblemas polticos y estticos.12En el caso de Cortzar, se plantea la cuestinde cmo ingresar al compromiso desde el esteticismo, cmo justificar lo revo-lucionario desde la forma, y, por ltimo, el desplazamiento de la literatura por elactivismo poltico.13En este caso, me limito a ver cierta perspectiva relacionadacon la lgica heterolgica en Cortzar aplicada al caso de Nicaragua y cmopropende a funcionar a travs de lo que llamar foco de transnacionalizacin.

    Este implica una coyuntura (la revolucin sandinista) en que un grupo intelec-tual o individuos clebres (Cortzar combina el rol de escritor con el de autorfamoso) usa su notoriedad como arma poltica, de propaganda y defensa de unproyecto poltico. Todo esto tiene implicaciones tambin hacia dentro del pro-ceso revolucionario (por ejemplo, en la recepcin que le brindan los escritoresde izquierda).14

    En el caso de Cortzar esta articulacin presenta, por supuesto, una basetica y esttica soportada por las posiciones vanguardistas y la elaboracin ale-

    grica de la modernidad. En ese sentido, quiz no sea exagerado afirmar que,sobre todo, a partir de Rayuela, Cortzar entiende la relacin con el otro entrminos de relacin de lectura y que esta relacin es construida por medio deuna conversacin en la que resulta fundamental el nivel evocativo: la convocatoriadel sujeto/lector cmplice, una prosopopeya en que la cercana invocada impli-ca una ausencia.15Como se sabe, esta tensin de lectura con el otro pretendeconstruir una comunidad erigida en torno a la complicidad esttica y marcadapor la anti-solemnidad (por ejemplo,Rayuelacaptulo 79). Se trata, adems, de

    11 Siguiendo los planteamientos de Derrida, el deseo de apertura del texto se inscribe comopromesa (Derrida 36). Ver su lectura de de Man, en la que seala la necesidad de un pasajedesde la identidad ontolgica y el conocimiento hacia la resolucin, la accin y la promesa.

    12 La proverbiales polmicas de Cortzar con, por ejemplo, Arguedas, Collazos o Vias, dancuenta de este trnsito contradictorio, ver (Gilman 8-10).

    13 Es el recorrido descrito por Gilman (8-10).14 Los sandinistas apelan a la celebridad de los miembros del boom para lograr apoyo

    poltico para su causa. Como Gobierno tambin tratan de atraer intelectuales de prestigio.El otorgamiento de la Orden Rubn Daro al propio Julio Cortzar (1982) y a Carlos Fuentes(1988) puede verse como parte de estas estrategias.

    15 Es un tema tpico en la escritura que busca desbordar el texto por medio de compromisos. Alrespecto, ver Derrida (38-40).

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    cierta comunidad cosmopolita o des-nacionalizada, (des)arraigada en Pars, quetiene no obstante una especie de desajuste tico que le es consubstancial. Estapostura puede verse, ya en tensin con la cuestin del compromiso poltico, en

    la conocida Carta de Cortzar a Roberto Fernndez Retamar sobre la Situacindel intelectual latinoamericano, en donde Cortzar explica:

    Para m, Roberto, y con esto terminar, nada de eso es fcil. El lento, ab-sorbente, infinito y egosta comercio con la belleza y la cultura, la vida en uncontinente donde unas pocas horas me ponen frente a los frescos de Giotto olos Velsquez del Prado, en la curva del Rialto del Gran Canal o en esas salaslondinenses donde se dira que las pinturas de Turner vuelven a inventar la luz,la tentacin cotidiana de volver como en otros tiempos a una entrega total y

    fervorosa a los problemas estticos e intelectuales, a la filosofa abstracta, a losaltos juegos del pensamiento y de la imaginacin, a la creacin sin otro fin que elplacer de la inteligencia y de la sensibilidad, libran en m una interminable batallacon el sentimiento de que nada de todo eso se justifica ticamente si al mismotiempo no se est abierto a los problemas vitales de los pueblos, si no se asumedecididamente la condicin de intelectual del tercer mundo en la medida en quetodo intelectual, hoy da, pertenece potencial o efectivamente al tercer mundo(Obra crtica42).

    Este impulso fetichista y eurocntrico, que encuentra su realizacinnicamente a travs de una localizacin especfica de objetos y paisajes, unajerarquizacin cannica de elementos y la construccin de lectores cmplicesque sintonizan con su geografa y su taxonoma, tiene ese otro lado abyecto operturbador que de alguna manera le es correspondiente y que en la cita recinleda Cortzar llama tercer mundo. En la narracin sobre Solentiname, laspinturas primitivistas responden a ese orbe sometido que intenta una reproduc-cin paradisaca y una reconciliacin premoderna pero que contiene de formafantasmtica, para referir de nuevo a la lectura de Moreiras (366), la abyeccin

    y lo siniestro, revelados en el momento en que ingresa a la localizacin culturaluniversal representada por la pantalla en el apartamento parisino de Cortzar.Es importante sealar cmo la apertura o desborde de la estructuracin cerradadel esteticismo se encuentra tensada por la diferencia histrica de las regiones:el contraste entre lo estetizado-europeo (Pars) y lo siniestro premoderno (So-lentiname), y entre lo institucionalizado (el museo) y lo cercano a lo natural(la pintura naf). El esteticismo eurocntrico de Cortzar se quiebra, pues, atravs del viaje y la desterritorializacin. El recorrido de la regin marginal marca

    as una instancia importante para la rearticulacin de lo vanguardista en clavepoltica-esttica.

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    Podra decirse entonces que aunque el compromiso de Cortzar se hacedesde la semiosis del boom o de la vanguardia, usados como teora, su sig-nificacin poltica se ve complicada por la localizacin de las enunciaciones,

    implicando, en primer lugar, un dilema colonial, con lo que quiero significar esejuego geogrfico entre localizaciones y estticas, entre la universalizacin europeay la particularizacin tropical de la pintura primitivista y las dictaduras; en se-gundo lugar, este esquema est atravesado por el mercado que en la descripcinmeramente esttica es invisible pero que entra en la figura del propio Cortzar, encuanto estrella literaria del boom, cuya razn econmica est ideolgicamenteoculta tras el discurso latinoamericano;16en tercer lugar, quisiera argumentar quela relacin con las revoluciones, la cubana y la nicaragense, pero en particular

    esta ltima, aaden a este esquema una relacin con la razn estatal por cuantointercepta el momento de constitucin de una nueva soberana, erigida sobrelos muertos en la insurreccin sandinista. El posicionamiento transnacional quedespierta en Cortzar al calor de la revolucin sandinista tiene, pues, esta relacintriple en que se junta lo (post)colonial, el mercado y lo estatal. Consecuente-mente, la primera instancia se podra localizar en la figura del viajero o turistapoltico, la segunda confluye en la imagen de escritor consagrado, y la terceraenuncia al intelectual revolucionario, quien piensa la cultura revolucionaria, y al

    decir esto me refiero a la cultura nicaragense que se comenz a construir en losaos ochenta.

    Retorno del tigre

    Me gustara tratar de advertir estas figuras superpuestas en el texto Retorno aSolentiname incluido enNicaragua tan violentamente dulce. Retorno a Solen-tiname narra la vuelta de Cortzar a las islas del Lago de Nicaragua siete aosdespus de su primera visita. En el texto, el motivo de la aceleracin histricaque signific el triunfo de la revolucin aparece interrelacionado con el paisaje

    y, en especial, el ro San Juan. Aunque no est evocado directamente, el archivoliterario e histrico que ha producido esta regin primigenia aparece mediandoel texto de Cortzar. En Apocalipsis de Solentiname, Jos Coronel Urtecho,que es el eslabn fundamental de la literatura que tiene como referente el roSan Juan, era uno de los personajes del cuento junto con Ernesto Cardenal.17EnRetorno a Solentiname ambos personajes estn ausentes, aunque Cardenal esreferente de la comunidad ahora desaparecida, y es la comunidad destruida la

    16 Ver la conocida intervencin de Rama, El boomen perspectiva.17 Ver particularmente los ensayos y memorias de Coronel.

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    que ahora se personifica: Y all est el archipilago donde la isla que abrig lacomunidad de Ernesto Cardenal va a mostrarnos las huellas del vandalismo so-mocista Todo est en reconstruccin En abril volver Cardenal a la casa

    (75). Si se toma en cuenta el carcter celebratorio de los textos de Cortzar sobreNicaragua, se har ms evidente que en este caso la ausencia no est mediadapor la evocacin y el apstrofe convocante del otro que caracteriza el texto ori-ginario Apocalipsis. Los amigos presentes son invocados como figurasannimas: para ir a Solentiname ha aceptado la invitacin de un amigo (82), y,en otro pasaje, almorzamos largamente con los amigos (84), pero en todo casolos acompaantes han perdido la identidad y el juego interpelativo que les eraconsubstancial en Apocalipsis de Solentiname. Se puede asociar este silencio o

    ausencia en la interpelacin a un sentimiento de duelo en que se figuran tambinlos muertos en la guerra de liberacin. De hecho, la destruccin de la comunidadde Solentiname por el ejrcito de Somoza se integra a la lectura de Apocalipsisde Solentiname, convirtindolo en texto proftico.18Pero a la vez, el retorno aSolentiname habla de una imposibilidad del duelo, en parte por una decisinperformativa de apuntar hacia el futuro.19El aceleramiento histrico guarda uncomponente primitivo (ya no en este caso el de las pinturas primitivistas) queCortzar se ve obligado a plasmar en tono de viajero, adherido al paisaje pero

    circunstancial, corriendo en el flujo histrico y su analoga fluvial. A esto pareceremitir el segundo prrafo de la narracin, que dice:Prodigiosa aceleracin de la historia, culminando en el 19 de julio del 79,

    abrindose hoy en el vasto panorama de un proceso popular que comporta

    tantas realizaciones tangibles, tantas metas cumplidas o cumplindose en

    medio de esto que sigue siendo pobreza, trpico, tpico trpico con sus

    rezagos, sus rmoras, su machismo exacerbado, Amrica Latina en su franja

    ms trrida, Nicaragua tan violentamente dulce como sus bruscos atardeceres

    cuando del rosa y del naranja se vira a un terciopelo verde y la noche cae llena

    de ojos de tigre, oliente y espesa (82).

    En ltima instancia, podra pensarse que la aceleracin de la historia sehace sobre o en contra de este paisaje natural que se torna amenazante. Cortzarlamenta no saber describir paisajes para lograr transmitir eso que Europa haperdido hace mucho: el vago temor a lo desconocido, al misterio que empieza en

    18 Ver el comentario de Moreiras al respecto (360-361).19 Para la relacin entre la imposibilidad del duelo y la promesa ver Derrida (41-46). En este caso

    promesa y soberana territorial confluyen.

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    las orillas del ro y que el doble teln verde de la selva y los manglares oculta a lamirada (82-83). Es un territorio sin mapa, de una soledad sonora en que lassombras terribles de los conquistadores temen la flecha envenenada, o en el

    caso de los modernos viajeros, las balas del fusil del contrarrevolucionario.20Cortzar est trabajando, pues, con lugares tpicos del libro de viaje sobre unterritorio deshistorizado que la aceleracin histrica moderna apenas ha tocado.Este planteamiento parece dominado por una lgica periodstica que ofrece alos lectores ocasionales del turista poltico una visin de primera mano a cargo,adems, de un autor clebre. Sin embargo, hay tambin un nivel alegrico en quese est tentando el lmite cultural posible de la revolucin y su proyecto culturaly en el que lo silvestre y salvaje ha de ser convertido en motivo liminal entre el

    futuro deseable (desarrollista y enculturado), y lo deforme y excluido. La figuraalegrica que incorpora esta divisin es el jaguar domesticado que Cortzar ob-serva en la hacienda Santa Fe:

    Ser un jaguar pero tan enorme que nada lo distingue del rey de las selvas

    bengales. Lo cazaron pequeo, creci en la finca y ah est, su territorio

    limitado por una irrisoria cadena que podra romper sin esfuerzo, y que le

    da amplio espacio para tirarse al agua de la que sale con un pez en la boca, y

    para jugar con los que ahora lo acariciamos recelosamente y yo preferira

    enormemente estar ms all del alcance de la cadena pero eso no se dice enesta tierra donde de alguna manera cada uno est jugando con un tigre. Y

    cuando consigo apartarme decorosamente , me acuerdo de un viejo cuento

    donde tambin un tigre se paseaba por una casa de campo, y me digo que

    acaso estoy imaginando de nuevo todo esto (74)

    Quisiera hacer ver que hay un complejo problema de representacin en elmotivo del tigre. Por un lado, encarna la presencia abyecta de lo real, ofrecido demanera siniestra por la posibilidad americana del paisaje y lo no civilizado. Pero

    por el otro, representa el tipo de soberana frgil del Estado sandinista y el frgilcontrol (una cadena dbil dominando a un tigre) con el que aspira a controlar lasituacin. Hay que recordar que ya en 1983la guerra contrarrevolucionaria es unhecho, y el mismo texto de Cortzar inscribe esta tensin poltica. Adems, esatensin se ha trasladado a la vida cotidiana: cada nicaragense est jugando de for-ma simblica con un tigre, de manera que la contradiccin civilizacin-naturaleza

    20 Cortzar particip en una vigilia en la frontera norte de Nicaragua, desafiando junto a

    un grupo de intelectuales los ataques de la contrarrevolucin. Ver Vigilia en Bismuna(Nicaragua tan violentamente dulce70-72).

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    ha penetrado todos los tejidos sociales. Casi al final del texto, Cortzar vuelve ala evocacin de Solentiname como lugar en donde volver a florecer la bellezadel arte popular, con sbalos y tigres pintados y esculpidos por los nios, las

    mujeres, los pescadores. Todo busca aqu su camino, su equilibrio difcil (85).El deseo de equilibrio asociado a la representacin que Cortzar declara esparadjico, puesto que en su narracin de viaje el estado natural tiene todavamucha fuerza: los tpicos del trpico son todava temibles. Una ltima com-plicacin de la figura del tigre es la autorreferencia literaria al cuento Bestiariodel libro homnimo, que constituye un llamado a cierto tipo de figuracin y lamediacin del arte ante la presencia tan temible de lo real. Como se recordar,en el cuento Bestiario una familia rural en la Argentina convive con un

    tigre al que hay que constantemente que controlar por medio de horarios e in-formes de su localizacin, pero la opacidad patriarcal de la familia induce a unamuerte trgica propiciada por la nia protagonista cuando el tigre mata a uno delos ocupantes. En cierto sentido, pues, la incrustacin de este cuento ya remotoen la lgica de la realidad nicaragense y la defensa del Estado revolucionario,implica la inscripcin de cierto inconsciente poltico de lo fantstico. Retornoa Solentiname trata, en efecto, de reconducir la fuerza de lo siniestro hacia unafiguracin que reestablezca el equilibrio. Este equilibrio es, adems, poltico, ya

    que Cortzar parece reconocer la frgil soberana con que se articula el poder dela revolucin. En otros textos, como por ejemplo su discurso al recibir la OrdenRubn Daro (Nicaragua tan violentamente dulce90-98), este deseo de equilibrioes elaborado de forma mucho ms proyectiva y poltica, ofreciendo la versin poras decirlo diurna de la alegora del tigre. En cambio, en Retorno a Solenti-name la metfora-oxmoron de lo violentamente dulce aparece como escisinentre el deseo y la realidad, articulada en torno a la divisin geogrfica en que elterritorio brbaro est siendo incorporado a la racionalidad estatal, y presentadaal lector del escritor clebre como una crnica de aventura en el trpico, cuya

    verdad ltima se lee a partir de cierto encantamiento alegrico que impregna consus alusiones y compromisos todo el texto.

    Conclusiones

    Retorno a Solentiname puede ser ledo como un suplemento de Apocalipsisde Solentiname en el que se reafirma y rearticula cierto orden performativo, esdecir, de reconexin con un compromiso poltico. El texto que promete lo hacetambin con relacin a la modernizacin del territorio virginal, esto es, su sujecin

    a una lgica soberana que sin embargo es vacilante. En ese sentido, el texto deCortzar, no obstante la profundidad de su compromiso y probablemente debido a

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    ello, sigue siendo apocalptico. No seala el retorno al mundo paradisaco y pri-mitivo sino la invisible sobreimpresin de lo real en la fantasa del viajero comolucha por una reconfiguracin del mundo.

    Esta enunciacin alegrica tiene como base una slida postura van-guardista y heterolgica que impregna la obra de Cortzar en una deriva muycoherente que, cuestionando una produccin mimtica, logra, recurriendo a unaarticulacin alegrica, complejizar la cuestin performativa del texto: el deseo yel compromiso como asunto que desborda un encierro textual, y que, de todasformas, permanece operando desde esa marca de los signos. En este sentido nodebe creerse la mscara retrica de un Julio Cortzar puro o idiota que in-gresa al compromiso como por azar y decide hacer la revolucin desde el texto

    preciosista. As tampoco, el mito del autor satisfecho, una vez limpiado de lospecados del compromiso, da cuenta de un proyecto literario como el de Cortzarque parece todava radical y pasional.

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