CONVIVENCIAJulián Pesce

Centro Cultural RecoletaJunín 1930

Convivencia

“La substancia dual de Cristo, el anhelo, tan humano, tan sobrehumano, del hombre por alcanzar a Dios… ha sido siempre un profundo e inescrutable misterio para mi. Mi principal angustia y la fuente de todas mis alegrías y tristezas desde mi juventud ha sido la incesante, despiadada batalla entre el espíritu y la carne… y mi alma es la arena donde esos dos ejércitos han chocado y se han reunido.”

Nikoz Kazantzakis.Del libro “La última tentación de Cristo”

Durante el verano de 2013 fui invitado a viajar, en el marco de un programa de artistas, a Israel junto con colegas de variadas disciplinas. El viaje comenzó y terminó en Jerusalén pero, entre medio, recorrí países de Europa Occidental y del Este.

A partir de esta experiencia, recopilé tanto fotos, como audios y videos que dan cuenta, de modo documental y testimonial, del fuerte impacto que me produjo la concentración de las tres religiones más ¿importantes? del mundo –el Islam, el Judaísmo y el Cristianismo- en un espacio tan reducido y fragmentado como resulta la actual Ciudad Vieja de Jerusalén. En este reducto, laberinto múltiple, convive lo espiritual, lo infinito e inabarcable en perma-nente tensión con el plano material, determinado por los conflictos políticos que se desarrollan en el área.

Mi trabajo indaga en lo que subyace y funciona, a su vez, como punto de encuentro a estas tres religiones: el modo de entrar en contacto, a través de la vibración del sonido y el movimiento del cuerpo, con la espiritualidad. Me propongo, en este sentido, ligar el plano material, en donde las diferencias son explícitas, con el plano espiritual, en donde se produce una gran comunión, al superar las singularidades de cada práctica, que permite reformular la desdibujada noción de síntesis.

Los videos registran el singular vaivén de las personas a la hora de rezar, las fotos buscan captar los momentos de conexión con lo espiritual, donde sentí que los cuerpos se encuentran en un plano diferente al cotidiano, en un espacio-tiempo distinto. O fijan la atención en situaciones u objetos de la vida cotidiana, siempre ligados a la sensación de movimiento, que no es lineal ni parte de un punto para llegar a otro determinado, sino que se retroalimenta y tiende hacia lo cíclico o circular.

Asimismo, cuento con archivos de audio grabados durante el viaje en diferentes contextos; suman a la hora de pensar en un concepto unificador, el sonido domina, ingresa en nuestros cuerpos sin pedir permiso. Seleccioné sonidos similares a los mantras, a los rezos, como por ejemplo una voz a través de un parlante en una estación de tren, o el sonido que produce una escalera mecánica.

Por otro lado, me impactó la presencia de los muros y las grandes arquitecturas de lo sagrado que nos exceden con su magnitud y ponen en evidencia nuestra pequeñez. La manera de incrustar los papeles en el muro de los lamentos, escritos con deseos, rellenando las fisuras a través de las cuales podría introducirse o vislumbrarse “lo otro” me remitió a una posible voluntad de diálogo.

Julián Pesce.

Jerusalén, 2013, 272 x 105 cm

Estambul, 2013, 232 x 104 cm

Jerusalén, 2013. 60 x 53 cm

Estambul, 2013. 60 x 68 cm

Jerusalén, 2013, 60 x 46 cm

Jerusalén, 2013. 60 x 46 cm

Jerusalén. Díptico. 2013, 60 x 106 cm

Estambul. Díptico. 2013. 60 x 84 cm

Ramallah, 2013. Captura de video.

Arriba: Ramallah, 2013. Captura de video. Tel Aviv, 2013. Captura de video.

Convivencia, la palabra que orienta la presentación de Julián Pesce en el Centro Cultural Recoleta, designa un acto ―el de vivir juntos― y una ética: la coexistencia polifónica en y con un lugar-momento, siempre necesariamente heterogéneo. Vivir juntos devela la condición social de lo humano: el constituirse sujeto entre múltiples interacciones, el devenir singular en la plurali-dad de voces y miradas. Vivir juntos requiere que el ‟yo” perdido, aniquilado, se conceda el derecho a ser extraordinario, la práctica del amor como el elemento en el centro de nuestra soberanía (Kristeva). Convivir en un mismo tiempo y/o espacio puede resultar difícil si no prevalece la amistad; si para afirmar una identidad indivisa e imperecedera se insiste, indebidamente, en elevar a la categoría de universales los valores de la sociedad a la que se pertenece (Todorov). También si se persiste en la tesis de una excepción humana que nos dispensaría del respeto y la solidaridad hacia todos los seres que, junto con nosotros, pueblan la tierra, y a la Tierra misma como nuestra patria común (Schaeffer). Tales reflexiones pueden enlazarse a esta muestra.J.P. ha creado las imágenes que nos ofrece, en la deriva de un viaje reciente, interrogando los materiales audiovisuales que obtuvo, principalmente, en la Ciudad Vieja de Jerusalén; descripta como la Ciudad Santa del judaísmo, del cristianismo y del islamismo, su valor patrimonial señala hacia un valor simbólico entrañable y hacia aquellos que lo mantienen vivo.Los registros realizados por el artista reportan, cada uno en sí mismo, algún clima documental; como si la lente, mientras transita rezos y devociones, se recluyese en su laica visión ante la presencia de lo inmarcesible. La fe, en su travesía, integra cuerpos, almas, entornos y mundos; los empareja, los avecina; los pone a rodar en un ritmo que los acuna, que los arropa de eternidad. Para quien retrata, los creyentes, todos, habitan una dimensión otra, franquean la margen de lo continuo.Esta percepción de una afinidad que lo detiene sorprende de algún modo a nuestro testigo, tal vez por el contraste con los demasiados relatos de discordia…. Y lo retiene en lo primario de su conciencia metafórica: sería posible una alianza poética, conciliación sensible, com-pasión artística. Inmerso, por elección, en una realidad tan precisa, fragmentada y polémica, el artista toma partido por esa espiritualidad evidente a su mirada y se posiciona entre las verdades que operan puentes. Porque puentes no son muros, el arte sabe distinguir.Entonces, la clave de esta primera edición del archivo de viaje de J.P. en la sala Prometeus es la integración: de los íconos en superficies compartidas, de las texturas en capas, de las voces y los sonidos en estratos, de las sombras en superposición. Fundidos y collages de imágenes y relatos, acercamiento poético de pasados y presentes, de biografía y memorias. Respetando el ámbito y su lógica específica de recorrido, de un lado se muestran los sitios, del otro se instalan las gentes; al final, el video. Y la dimensión sonora que, envolvente, transporta el instante del recuerdo hacia el momento de la introspección. Integración, sin resignar la singularidad, sin forzar la similitud.Convivencia manifiesta cómo una perspectiva se transforma cuando acontece el encuentro. Ante este inevitable sacrificio del sentido, la significación se libera. ¿Por qué no atender entonces al deseo de desbaratar las oposiciones para vivir según el arte, maestro de matices? (Barthes).

Alicia Romero, Marcelo Giménez

Dedico esta muestra a mi familia, y especialmente a mi mamá. Quiero agradecer mucho, mucho, mucho a todos los

que formaron parte activamente de este proyecto: a Alicia Romero, Marcelo Giménez y Noelia Álvarez por sus

hermosas letras y sus enseñanzas, a Eric Barenboim por su amistad y compromiso con la edición del video, a

Martín Scaglia por su criterio y la buena onda sonora, a Elio Kapszuk, por el viaje y la hermandad, a Verónica Otero

por el cariño, a Federica Bolomo por el diseño, a Dolores Casares por el envión, a Juan Cavallero, Carlos Pesce y

Ernesto Baca por sus miradas y conceptos sobre la fotografía y el cine, a Jorge Zak

y Taglit Birthright Argentina por la invitación. A todos por su amor.Julián Pesce

Sala Prometeus. Del 27 de noviembre al 16 de febrero de 2014.

Centro Cultural Recoleta | Junín 1930.Buenos Aires. Teléfono 4803.1040 www.centroculturalrecoleta.orgMartes a viernes de 13 a 20 h. Sábados, domingos y feriados, de 11 a 20 h.