Jugamos A Casarnos? - Reyna Cariño

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Han pasado tres años desde que Matt se fue por su trabajo de modelo dejando a Jeanne en el aeropuerto. Pero ahora Matt ha vuelto con un propósito bien claro. Recuperarla, ser novios, de verdad, no más mentiras ni juegos…

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¿Jugamos a casarnos?

¿Más que un juego?

Reyna Cariño

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Han pasado tres años desde que Matt se fue por su trabajo de modelo dejando a Jeanne en

el aeropuerto.

Pero ahora Matt ha vuelto con un propósito bien claro. Recuperarla, ser novios, de verdad,

no más mentiras ni juegos…

Piensa que puede ser fácil, aunque estuvieron separados por mucho tiempo ocasionalmente

se mandaban mensajes o hablaban, claro, cuando el trabajo de Matt se lo permitía o la

universidad de Jeanne le permitía.

Todo parece estar a favor del modelo cuando llega a la ciudad y se encuentra a esa hermosa

chica saliendo de la universidad, cuando se ven, cuando se sonríen, se abrazan, se besan… pero

todo se irá al desagüe cuando Matt se tope con un obstáculo que podría hacharle a perder todos

sus planes.

No será fácil pero hará todo lo posible por enamorarla.

De nuevo.

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Nota del autor

Primeramente este libro es TOTALMENTE GRATUITO.

Ahora, con el primer libro muchas personas preguntaban si esta era una historia real o si era

mi propia historia. Esto es ficción que salió de mi imaginación un día mientras acomodaba mis

libros y veía a los modelos de las portadas, no he pasado por nada así y no conozco a nadie que

haya tenido una historia parecida a ¿Jugamos a ser novios?

Los dejo leer la historia.

Si quieres saber más los invito a leer hasta las últimas páginas de este libro para que sus

dudas se aclaren, aun así no duden en preguntarme cualquier cosa. Mis redes sociales estarán en

las últimas páginas.

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¿Amigo?

Matt sentía las manos heladas mientras sujetaba el volante de su auto, quería arrancar el

auto y salir de ahí para calentarse frente al agradable calor de la chimenea de su casa pero no

podía hacerlo, se lo había propuesto, llevaba más de un año con ese plan.

Mantuvo su vista fija en las puertas de la universidad al mismo tiempo que pensaba en

algún lugar cálido. La suerte no había estado de su lado en ese día, pero sabía que todo cambiaría

una vez que viera a Jeanne.

¿Cómo estaría ahora?

¿Se habría teñido el cabello?

¿Habría crecido más?

¿Cómo estarían sus manos? O ¿Sus labios…?

Eso definitivamente lo animó a esperar un poco más, quería verla. No. Necesitaba verla.

Habían estado comunicándose con mensajes ocasionales por Twitter o por facebook pero

justo un año antes habían roto su comunicación, Jeanne ya iba en un punto crucial en la

universidad y el trabajo de Matt había empezado a aumentar al grado de no dejarlo dormir

durante días. Por lo que después de eso su comunicación había terminado.

Pero ya estaba ahí, después de tres largos años de trabajo había vuelto al lugar donde

Jeanne estaba.

Ambos con 21 años y cientos de experiencias en sus vidas adultas se podían considerar más

maduros y esperarla no debía ser un problema aunque dentro su auto estuviera a menos 2 grados

centígrados y afuera el camino estuviese cubierto por una capa blanca de nieve.

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Retiró sus manos del volante y las frotó entre sí para poder calentarse.

A lo lejos se escuchó un timbre y fue sólo cuestión de segundos para que una manada de

hombres y mujeres de diferentes edades empezaran a salir del edificio frente al que su auto se

encontraba estacionado.

Todos salían colocándose abrigos, chamarras y bufandas que les cubrían todo el rostro,

Matt deseó que Jeanne no usara nada que le cubriera su rostro o no podría reconocerla fácilmente

y sí no la podía encontrar ese día se sentiría perdido.

Suspirando y dando un tropezón salió de su auto para acercarse un poco al edificio, rechinó

los dientes al sentir sus manos como grandes copos de nieve, Ely le había advertido que usara

guantes pero él se había negado, bueno, en realidad a la mayoría de las cosas que le decía la

chica se le negaba. Escondiendo sus manos, dentro de los bolsillos del pantalón negro de vestir

que llevaba, dio unos cuantos pasos más mientras que con la mirada buscaba una cabellera

castaña que con solo cerrar sus ojos la recordaba perfectamente.

Varios estudiantes lo golpearon al pasar junto a él, extrañamente nadie lo reconocía aunque

ni siquiera se había molestado en esconder su apariencia y digamos que ahora era aun más

conocido de lo que fue años atrás.

Un grupo de estudiantes salió gritando y lanzando silbidos de victoria. Eran muchos, entre

hombres y mujeres que vestían como si acabaran de salir de una película antigua, las chicas con

vestidos largos y esponjosos, la mayoría cubriéndolos con abrigos y los chicos con trajes

elegantes de color marrón, algunos llevaban sombreros, bigotes falsos y anteojos antiguos. Todos

se detuvieron a unos metros del muchacho.

Por alguna razón Matt no pudo apartar la vista de ese grupo aunque su prioridad era buscar

a Jeanne entre tantos estudiantes pero ellos no eran lo más fácil de ignorar en ese lugar, no solo

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sus vestuarios llamaban la atención también llevaban cargando cajas, bolsas de tela negras y

grises y una rubia tenía una cesta de frutas falsas, como las que usan en las películas.

La vista del muchacho se quedó más tiempo observando a la rubia que era la única que no

usaba ninguno de esos vestuarios extravagantes. Su sonrisa era hermosa…

Agitó su cabeza y cuando iba a regresar la vista hacia el edificio los chicos volvieron a reír

escandalosamente atrayendo su atención de nuevo.

—Ahora vamos a celebrar al club —dijo una chica saltando de emoción.

—Ustedes vayan, me siento tan cansada que hasta la nieve me parece un excelente lugar

para dormir en este momento —dijo una voz realmente conocida.

¡Rayos!

La vista de Matt buscó desesperadamente a la dueña de esa voz pero alguien dijo algo y

todos volvieron a reír, al parecer sólo eso sabían hacer. Las chicas negaron con una sonrisa en

sus rostros y empezaron a moverse para continuar su camino. Las manos del modelo temblaron y

sus ojos se posaron en la rubia de la hermosa sonrisa, cuando dieron un paso los ojos de la chica

hicieron contacto con los de él y entonces entendió. ¡La había encontrado!

Los ojos de Jeanne se abrieron tan grandes como pudieron en ese momento, olvidó por

completo que tenía una cesta de frutas de utilería en sus manos y la arrojó a alguna parte dejando

a unos de sus compañeros con la palabra en la boca.

No se detuvo a esperar que la reconociera simplemente corrió hacia él.

Al parecer si la reconoció ya que cuando ella se abalanzó sobre él y lo abrazó él le devolvió

el abrazo aun más fuerte de lo que soportaba, le dolió un poco pero no se quejó, sólo se dejó

consentir por los brazos de Matt, los cuales había extrañado mucho.

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—¡No puedo creer que estés aquí! —dijo Jeanne después de que ambos soltaran su abrazo.

Él hubiera querido sostenerla de esa manera durante todo el día pero ella se alejó

rápidamente manteniendo una distancia que a Matt le molestó.

—Aquí estoy —dijo con una enorme sonrisa.

Muchas cosas habían cambiado, en primer lugar… ¡dios! Jeanne había desarrollado un

buen cuerpo, tres años atrás el muchacho pensó que apenas si era copa “A” y ahora…

—¿Por qué no me avisaste? —preguntó la chica sonriendo y golpeándolo ligeramente en el

hombro, algo que él definitivamente no se esperaba. Logró ver como ella contenía toda su

emoción—. Me hubiera hecho un tiempo para ir…

—¡Jeanne! —gritó un chico quitándose el sombrero del vestuario de época que vestía y lo

agitó en el aire—. ¿Todo bien?

—Sí —le gritó de vuelta, el cabello rubio se levantó un poco cuando una ventisca helada

los rozó—. Me voy a casa, nos vemos mañana —les gritó, no es que estuvieran demasiado lejos

pero había tanto ruido de todos los estudiantes que sus voces se perdían aun en corta distancia.

—¿Segura? —preguntó el mismo chico no muy seguro de dejarla con ese grandote

musculoso que parecía modelo sacado de revista. Si supiera…

—Sí, mi amigo me llevará —y más valía que Matt la llevara porque ni loca tomaba el

transporte en ese clima tan feo.

—No se preocupen —gritó Matt reposando una de sus manos sobre un hombro de

Jeanne—. Yo me aseguraré de que llegue a su casa.

Los ojos de las muchachas brillaron, al parecer lo habían empezado a reconocer, y después

sonrieron tontamente mientras unas de ellas empezaban a jalar a los chicos para que

desaparecieran lo más pronto de ahí.

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Jeanne no esperó a que ellos se fueran antes de voltear nuevamente hacia Matt y regalarle

una cálida sonrisa que prácticamente podía derretir toda la nieve del lugar, ya lo había derretido a

él.

—Entonces ahora me tendrás que llevar a casa o me robo tu auto —dijo sonriendo.

Ambos entraron al auto sacudiéndose la nieve de los hombros. Matt encendió la

calefacción y fijó su vista en Jeanne.

—En serio, no puedo creer que estés aquí —dijo sonriendo, sin voltear a verlo.

—Y yo no puedo creer que estés rubia.

Ella frunció el ceño antes sus palabras confundiéndose por un segundo, lentamente se fijó

en el espejo lateral del auto para observar la peluca en su cabeza.

—Esos… están muertos —susurró entre dientes mientras llevaba sus manos a su cabeza

para empezar a retirar la peluca rubia—. Olvide quitarla, como siempre, pero ellos me debían

recordar que le tenía puesta. Cuando los vea mañana los torturaré lentamente a cada uno para que

no se vuelvan a olvidar decirme… —murmuró y manteniendo las últimas palabras sólo para

ella. Sí, seguía siendo la misma.

Matt no dijo nada, solo la observó quitarse la peluca dejando a la vista una malla negra que

atrapaba todo su cabello, dejó el cabello falso sobre su regazo y después retiró la malla ahora sí

dejando ver su cabello castaño que estaba en dos trenzas. Qué alivio, pensó. No es que no se

viera bien de rubia, por dios, se veía sexy, pero la Jeanne castaña era aun más hermosa.

Rápidamente deshizo las trenzas dejando su cabello rizado caer sobre sus hombros, ¿sobre sus

hombros? había cortado su largo cabello.

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—Te ves hermosa con tu cabello así —dijo Matt sin poder retener sus palabras. De igual

manera no había tenido la intención de retenerlas.

Las mejillas de Jeanne se tornaron de un rojo intenso mientras alejaba su mirada de la del

muchacho e intentaba esconder su rostro con su cabello, nadie le había dicho que lucía hermosa

con ese corte, el día que se lo cortó solo obtuvo unos “¿Qué pensabas cuando cortaste tu

cabello?” o “Tu cabello era tan largo” y cientos de cosas más que le hicieron sentirse mal al

hacerse ese corte, durante casi tres meses había estado esperando a que su cabello creciera pero

en ese momento, al escuchar esas palabras viniendo de él ya no le importó más.

—Gr… gracias —dijo y aclaró su garganta.

—De nada —ambos permanecieron en silencio, Matt con la vista sobre ella y ella con la

vista perdida hacia el frente.

Estaba tan feliz de volver a verlo que no sabía exactamente como hablar o de que hablar.

—¿Cuánto tiempo te quedarás aquí? —le preguntó finalmente.

—Amm, bueno… —suspiró y Jeanne se temió que no fuera a quedarse mucho tiempo en la

ciudad. ¡Maldita España! Ya se lo había quedado durante más de dos años y Roma también lo

había tenido durante muchos meses, era justo que ahora se quedara más tiempo en su país de

origen.

—Oh —pronunció mientras tragaba, su garganta estaba repentinamente seca—. ¿No será

mucho tiempo?

Él negó.

—Todo lo contrario —contestó y el corazón de la muchacha dio un repentino brinco—.

Estudiaré los últimos dos años de la universidad aquí.

—Júralo —dijo inmediatamente.

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—Te lo juro —contestó posando una mano sobre su pecho.

—Eso es maravilloso, mi día ha estado lleno de buenas noticas y luego llegas tú para

hacerlo el mejor de mis días de universidad —aunque lo intentara no podía esconder su sonrisa

de felicidad, era tan tontamente feliz en ese momento.

—Eso realmente signifi… —fue interrumpido por el sonido de un celular.

Jeanne se removió en el asiento del auto hasta que logró sacar su celular de uno de los

bolsillos internos del delgado suéter que llevaba puesto, tocó la pantalla un par de veces y luego

sonrió.

—Cierto, tengo que ir a casa rápidamente —dijo sin ver a Matt—. ¿Me llevarás?

No tenía que preguntarlo dos veces. El auto ya estaba encendido.

—Claro que sí.

—Por cierto —dijo Jeanne atrayendo la atención del modelo que había mantenido su vista

fija en la carretera—. Hoy es el cumpleaños de Frank, mis padres le organizaron una fiesta y

estás invitado.

—¿Crees que tu hermanito me quiera en su fiesta? Seguramente no recuerda mi rostro.

—Vamos, tienes que venir, estoy segura de que Frank te recuerda. Es decir ¿Cómo

olvidaría al chico que amaba golpear con sus juguetes? —ambos rieron ante el recuerdo.

—¿No se debe celebrar en familia?

—Irán también sus amigos así que yo tengo derecho de llevar uno —¿amigo? Matt tragó y

asintió.

—¡Perfecto! —dijo victoriosa.

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Su celular nuevamente volvió a sonar pero esta vez fue un tono diferente del primero, uno

personalizado y cuando los ojos de Jeanne se clavaron en la pantalla en su rostro se dibujó una

sonrisa diferente, una de esas sonrisas que ponen las chicas cuando reciben un mensaje de la

persona de la que están enamoradas. Matt la observó de reojo y creyó entender el por qué ella

usó esa palabra “amigo”.

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¿Es tu novio?

—Ya veo, por eso me convenciste de venir, ocupabas un ayudante —le dijo el modelo

arrojando un puño de confeti en el cabello de la castaña.

Ella solo sonrió mientras sacudía su cabeza para que los pequeños círculos de colores

cayeran al suelo.

Ambos estaban solos en la casa de los padres de Jeanne, supuestamente todos deberían de

estar ahí ya que Frank no tardaba en llegar de la escuela pero Anastasia y Gabriel habían ido a

recoger el pastel del cumpleañero, Brenda y Brandon tenían prácticas después de clases, Lissa y

Mark seguramente se habían retrasado en la secundaria y James salía tarde del trabajo aunque

también debería estar llegando lo que solo dejaba a Jeanne y Matt solos.

La pequeña casa estaba decorada de manera sencilla con unos globos azules y rojos

pegados a un cordón y colgando en medio del techo de la sala, había también un par de mesas y

sillas, en donde deberían estar los sillones, con manteles de plástico azules.

Minutos más tarde habían terminado con la pequeña pero linda decoración y ya que no

había sillones no tuvieron más remedio que sentarse en el suelo justo en el centro de la sala,

pudieron haber usado las sillas de las mesas pero todo se veía tan bien y no querían desordenar

así que el piso pareció la mejor opción.

Hablaron un poco sobre la universidad y sobre el trabajo de Matt, Jeanne se sorprendió al

saber de su boca que el modelo no había estado de acuerdo en actuar en aquellas películas en

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España o la novela que hizo en Roma pero ya que estuvo trabajando dentro de la compañía

MAK’s se vio obligado a hacerlo.

—¿Qué tiene de malo actuar? —preguntó Jeanne.

—No es que tenga algo de malo pero refiero modelar de manera sencilla como lo hacía

antes, actuar va a otro nivel que yo nunca me especialicé, no negaré que fue una experiencia muy

agradable haber actuado en diferentes lugares pero lo mío es estar frente a la cámara haciendo

poses sexys —dijo el muchacho levantando ambas cejas coquetamente.

Jeanne le sonrió y aunque probablemente él ya lo había notado aun así le explicó.

—Yo soy actriz —dijo y por alguna razón se sonrojó un poco—. Amo hacer eso, ponerme

en el papel de un personaje que nació de una increíble mente, no sé si me explico, pero creo que

es lo mejor que puede existir —se encogió de hombros—, por eso fue lo de la peluca rubio —

concluyó.

—Y aunque pienso que te ves muy linda de rubia definitivamente te prefiero de castaña —

le guiñó un ojo y la muchacha solo sonrió negando con la cabeza.

—¡Rayos! Y yo que pensaba teñirlo de rojo —hizo puchero y después ambos soltaron con

carcajadas.

La puerta se abrió de golpe atrayendo velozmente la atención de los dos muchachos. Una

joven de cabellera larga y castaña entró por la puerta abierta con una sonrisa en el rostro que

inmediatamente se deshizo al ver al modelo que aun seguía sentado en el piso de la sala de su

casa.

—Brenda… —empezó a decir Jeanne pero fue interrumpida.

—¡Matt! —gritó Brenda mientras corría hacia donde el muchacho se encontraba,

prácticamente se abalanzó sobre el muchacho envolviéndolo en un caluroso abrazo que jamás se

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imaginó recibir por parte de la chica—. No puedo creer que estés aquí. Es maravilloso —sí, y

definitivamente no se esperaba esas palabras.

—También, es un gusto verte —dijo el Matt sin comprender la personalidad de Brenda. La

última vez que se vieron la chica lo aborrecía en cambio ahora parecía quererlo, su fuerte abrazo

que amenazaba con romperle los huesos de la espalda lo demostraba.

—Creí que no te agradaba —dijo Jeanne viendo a su hermana que después de unos

segundos más por fin dejó respirar a Matt.

La mini Jeanne hizo un movimiento con las manos restándole importancia al comentario de

su hermana mayor.

—Eso era cuando tenía 15 años, por favor, ahora ya soy mayor de edad y soy más

responsable de mis actos y mis palabras —empezó a decir Brenda pero Matt como si no supiera

sumar tuvo que dejar de escucharla para analizar la edad de la castaña.

¡18 años! Rayos, eso explicaba por qué parecía ser una copia exacta de Jeanne,

técnicamente cuando ellos dos empezaron con ese “juego”, tres años atrás, Jeanne tenía esa edad

y las dos chicas eran idénticas pero… ¡18 años! No podía creerlo, no le había tomado

importancia a la cantidad de años que habían estado separados pero ahora con solo la edad de

Brenda se le hizo que fue una eternidad.

—Oh. Matt —dijo una voz varonil, completamente varonil, las dos chicas y el modelo

levantaron la mirada al mismo tiempo para encontrarse con Brandon, el mellizo de Brenda quien

definitivamente había cambiado—. Estás aquí —habló el joven y aunque no demostraba ninguna

emoción ni en su voz ni físicamente por dentro estaba aliviado de ver al primer novio de su

hermana mayor—. Qué bien —finalizó y subió las escaleras de dos en dos.

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Jeanne rodó los ojos y volvió su vista a Matt que estaba anonadado al ver a sus hermanos

menores.

—¿Sucede algo? —preguntó Brenda antes que su hermana mayor pudiera hacerlo.

—No —negó con la cabeza—, es solo que estás muy grande —dijo observando a la chica

que sonreía felizmente.

—Gracias, me gustaría decir lo mismo pero tú tienes el mismo aspecto que hace tres años,

pero eso no significa que no te veas bien, desde luego —le aclaró y se puso de pie—, bueno,

tengo que irme a cambiar que Frank no ha de tardar en llegar —se giró hacia las escaleras pero

volteó rápidamente —. ¿Te quedarás aquí hoy? —Matt solo asintió y ella lanzó un ¡hurra! Para

subir animadamente las escaleras.

Cuando desapareció en el segundo piso Matt se acercó a Jeanne y le susurró:

—¿Se puede saber que fue eso?

—Supongo que ha madurado —la castaña se encogió de hombros—. Anda, hay que

ponernos de pie —empezó a levantarse y el muchacho la siguió.

—Creo que me siento traumatizado por todo el amor de Brenda —eso provocó una sonrisa

en Jeanne.

—Prepárate para obtener más —dijo la muchacha señalando sobre su hombro.

Matt volteó lentamente solo para observar a Lissa con los ojos brillosos y llenos de

felicidad.

—¡Matt! —gritó entusiasmada y corrió a abrazarlo, al parecer era algo común en las

mujeres de esa familia, primero Jeanne, después Brenda y ahora Lissa, por suerte no había otra

mujer más, claro a parte de la madre de las chicas pero no creía que ella tuviera esa reacción…

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—Hola Lissa —dijo Matt sonriendo ante la chica, por suerte ella no había cambiado mucho

pero aun así ella ya tenía 13 años.

—¡Que alegría que estés de regreso! ¡Te hemos extrañado! —dijo aun emocionada sin

soltarlo.

—Yo también los extrañé mucho —dijo. Jeanne sintió un pinchazo en el estomago, Matt

siempre había considerado a Lissa como la hermanita que le hubiese gustado tener por lo que al

escucharlo decir que los había extrañado comprendió que era sincero.

Antes de que pudiera decir alguna otra cosa Mark entró a la casa cargando dos mochilas,

una azul marino y otra de un color rosa fuerte y mientras las dejaba a un lado de la entrada divisó

a su pequeña hermana abrazando a un grandulón y cuando vio a ese grandulón suspiró.

—Matt, has vuelto —dijo el chico—. Eso está genial —en su voz si se escuchaba una

emoción que Brandon no había expresado.

Bien, ahora era oficial, Matt estaba confundido completamente, ¿Cómo es que toda la

familia estaba tan contento de verlo?

Mark se quedó unos minutos conversando con Matt y su hermana mientras que Jeanne

observaba la escena, ella sabía perfectamente el por qué de la emoción de sus hermanos y en

parte le dolía el regreso de Matt, ¿Por qué tenía que llegar justo en ese momento? ¿Por qué no

llegó antes?

Suspiró y sonrió, no debía de sentirse así en un día de cumpleaños de uno de sus hermanos,

aunque ni siquiera hubiera iniciado la fiesta, debía sonreír.

A los pocos minutos entraron los padres de Jeanne junto a James quien era el que cargaba

el pastel, como era de esperarse también lo recibieron amablemente, incluso James lo había

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recibido contento, algo había sucedido con el hermano mayor de todos ya que en serio parecía

feliz de verlo.

Apenas les había alcanzado el tiempo para arreglar la mesa en donde habían colocado el

pastel cuando Frank llegó. Aunque no fuera una fiesta sorpresa el pequeño sí que se sorprendió

al ver a Matt en su casa, no es que lo recordara perfectamente pero definitivamente tenía

recuerdos de él junto a su hermana mayor, después de todo sólo tenía 4 años y no se preocupaba

por recordar algo más que el lugar en donde dejaba sus juguetes.

La fiesta fue algo sencillo pero por alguna razón Matt se sentía exhausto, aproximadamente

a las 9:00 de la noche todo se había terminado, después de todo era una fiesta para un niño y al

día siguiente había clases.

Jeanne había estado un poco silenciosa y cuando finalizó en festejo se apresuró a limpiar el

lugar antes de empezar a despedirse del modelo.

—¿Irás a tu casa? —preguntó la muchacha.

Ambos estaban afuera de la casa, de pie en la acera manteniendo la distancia.

—Sí, me siento cansado y mañana tengo que llegar temprano a la universidad para arreglar

los últimos detalles de mi transferencia —le explicó.

Ella solo asintió y ambos permanecieron en silencio durante unos minutos. Esa

incomodidad no se había sentido más temprano.

—Tienes esa cara de que quieres decirme algo —dijo Matt y ella hizo un intento de sonrisa

pero no lo consiguió así que se dio por vencida.

—No, está todo bien.

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No se sentían como dos adultos hablando, se sentían esa clase de adolescentes que no

sabían lo que querían. Que no eran sinceros.

El teléfono de Jeanne timbró con el mismo tono que había sonado en el auto de Matt, al ver

la pantalla del teléfono sonrió nuevamente y suspiró.

Matt debió permanecer en silencio pero no lo hizo, necesitaba hacer esa pregunta, de la que

temía escuchar la respuesta.

—¿Es tu novio? —preguntó, sintiendo la boca seca y apretando sus manos en puños dentro

de las bolsas del suéter.

Levantó su cabeza conectando su mirada con la del hombre frente a ella, presionó un botón

del celular y lo guardó rápidamente.

—Sí —contestó sin apartar su mirada.

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¿Un accidente?

Ely escuchó como la puerta de la entrada fue azotada fuertemente, supuso que Matt había

llegado por lo que se levantó de inmediato del sillón de la estancia para correr hacia el pasillo de

la entrada.

—¿Cómo te fue? —le preguntó sonriente al modelo apenas vio su silueta.

—Tiene novio —contestó entre dientes, Ely podría jurar que lo vio mordiéndose los labios

pero cuando fijó su mirada en él su rostro sólo se veía abatido.

—¿Qué? —incluso ella se sentía en shock al escuchar eso.

—Fui un estúpido —murmuró Matt al momento en que pasó por su lado para ir a descansar

su cuerpo en el sillón de la sala, rápidamente la chica lo siguió pero no se sentó a su lado, ni

siquiera se acercó a él, sólo permaneció de pie y en silencio hasta que él nuevamente habló—.

¿Cómo fui capaz de imaginar que ella me esperaría durante tres años? ¿Cómo pude ser tan

estúpido?

Ely no sabía que decir, se sentía mal por Matt, demasiado, estaba lastimado y lo último que

quería ver era a él lastimado emocionalmente.

—Pero…

—No hay nada que hacer —dijo rendido.

Nuevamente la muchacha se quedó muda, quería decirle algo para ayudarlo pero las

palabras parecían escaparse de su mente antes de siquiera empezar a formarse.

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—Puedes luchar por ella —dijo finalmente, suspiró mientras se apoyaba sobre su pierna y

apartaba su cabello rubio teñido de su rostro—. No digas que no hay nada que hacer. Sé cuanto

la quieres así que entonces demuéstralo…

—Tú no la viste, su sonrisa era hermosa cuando leía un mensaje proveniente de su novio —

incluso decir esa última palabra le secaba la boca le provocaba un nudo en la garganta.

Suspiró—, nunca la había visto sonreír de esa manera. Vine aquí con la intención de recuperarla,

de que esta vez hubiera algo verdadero entre nosotros pero si ella es feliz no debo arruinar eso,

no debo arruinar su felicidad.

—Pero, Matt…

—No pensé que esto pasaría así que me tomó por sorpresa, no pude conducir por el shock

durante más de una hora pero ahora puedo pensar con un poco de claridad, la amo y no quiero

arruinar su felicidad, no lo haré —finalizó con un nudo en la garganta, lo había pensado en todo

el camino, había ensayado esas palabras para que Ely no se preocupara mucho por él, sabía que

lo haría pero si era capaz de no romperse frente a ella entonces no sé preocuparía tanto.

La rubia suspiró profundo, negándose a creer o entender las palabras de Matt, lo único que

creía era que él la amaba.

—¿Sólo así? —le preguntó—. ¿La dejarás ir así?

—Sí —le contestó, sin embargo no podía verla a los ojos.

Ely apretó sus manos formando delicados puños y sin decir nada más se marchó de esa

casa hecha una furia.

Jeanne. Ese nombre fue lo único que permanecía en su cabeza. Debía ir a conocerla en

persona.

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Matt abrió los ojos después de una horrible pesadilla en donde perdía al amor de su vida.

Se giró sobre su cama para reconocer en la habitación en donde se encontraba, era la suya, estaba

en su casa ¡mierda! no había sido una pesadilla, fue real.

Con sus ánimos arrastrando por el suelo de su habitación se arrastró hasta la ducha en

donde intentó relajarse, después de todo era su primer día de clases en esa universidad, así que

debía, por lo menos, fingir que estaba prefecto para tomar clases y conocer a nuevas personas.

Salió de la ducha sintiéndose un poco mejor, ajá, y se vistió rápidamente para salir a la

universidad, no era tarde pero aun así salió corriendo, no quiso desayunar así que seguramente

pasaría a alguna tienda a comprar un café o algo caliente.

Encendió el auto e inmediatamente la calefacción, hacía un frío que amenazaba con

congelarle el corazón, por suerte ahora sí se había puesto un abrigo.

Una vez en la carretera se desvió hasta una pequeña tienda de autoservicio que estaba

abierta las 24 horas, después de todo eran las 6:20 de la mañana. Pidió un café caliente y un

panecillo de canela que estaba recién hecho y nuevamente entró a la carretera, su atención

vagaba por las calles mientras conducía lentamente y daba mordidas al pan. Nada había

cambiado desde que se marchó de esa ciudad.

Sin apartar su vista del camino intentó tomar el café pero al no verlo lo golpeó y derramó

unas gotas del líquido sobre su mano, apartó su vista del camino para sacudir su mano y buscar

que no se hubiera derramado más dentro del auto y cuando volvió su vista al camino frenó

inmediatamente al ver a una persona cruzando la carretera sin poner atención.

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Frenó y aquella muchacha cayó al suelo, su corazón se detuvo mientras desesperadamente

intentaba quitarse en cinturón de seguridad para salir del auto, cuando por fin lo logró corrió

hacia la muchacha para reconocerla inmediatamente y provocarle un mini infarto al corazón.

Jeanne estaba en el suelo, no parecía lastimada pero su rostro era cubierto por su corto

cabello y una bufanda amarilla, su respiración estaba agitada y seguramente estaba en shock por

el susto.

—¿Jeanne? —preguntó Matt conteniendo el aliento.

Rápidamente levantó su rostro para ver al culpable de su casi atropellamiento.

—Matt —soltó.

El muchacho sin pensar la envolvió en sus brazos, acercándola a él lo más que le fue

posible, ella no hizo ningún movimiento pero el susto ya estaba pasando y esos cálidos brazos

estaban ayudando bastante.

—Por favor dime que estás bien —dijo Matt casi en tono de suplica, si le pasaba algo malo

a ella estaba seguro de que moriría.

—Sí —le contestó, escondió su rostro en el pecho del modelo mientras intentaba regular su

respiración—. Estoy bien —dijo elevando su voz para que él la escuchara y dejarla de abrazarla

tan fuerte—. En serio estoy bien, no me golpeó el auto ni nada, solo me asusté —le explicó pero

el parecía no escucharla por lo que se vio obligada a separase un poco de él—. Me estás

quebrando la espalda —dijo formando una sonrisa en su rostro.

Un claxon sonó haciéndolos sobresaltar, Matt levantó la mirada para ver un auto deportivo

de color negro, y le hizo una señal de disculpa, tomó a Jeanne en sus brazos y rápidamente la

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metió en el asiento del copiloto de su auto, corrió hasta su lugar y entró al auto para ponerse en

marcha.

El joven dentro del auto deportivo sólo negó mientras esperaba que el auto amarillo

lustroso frente a él se moviera, al parecer el dueño de ese auto era de esos adolescentes que no

prestaba atención y había provocado un accidente. El muchacho le hizo una señal y tomó a una

chica en sus brazos, no pudo identificar si la chica estaba inconsciente pero mientras la cargaba

para meterla en su auto una tela amarilla se cayó y al parecer no se dieron cuenta ninguno de los

dos. En cuestión de segundos el auto amarillo arrancó y se fue rápidamente.

El joven del auto negro salió para levantar aquello que se había caído, cuando se inclinó y

tomó el trozo de tela amarillo se le hizo familiar, un frio recorrió su espalda y observó hacia el

frente, justo donde al auto amarillo se había marchado a toda velocidad.

Negó rápidamente mientras sus manos temblaban sosteniendo esa bufanda amarilla, sólo

para cerciorarse que era una mera coincidencia olió la tela para identificar ese perfume, era el

que ella usaba, su novia usaba ese olor a durazno.

¿Jeanne se había accidentado?

Entró a toda prisa al auto y arrancó rompiendo los límites de velocidad, necesitaba

encontrar ese auto amarillo, ni que fuera tan difícil buscar un auto con semejante color.

Suspiró mientras veía desesperadamente las calles. Él le había avisado a Jeanne que pasaría

a su casa por ella.

¿Por qué no lo habría esperado?

¿Podría ser sólo una coincidencia?

¿Alguna otra chica que le gustara el amarillo y usara ese mismo perfume?

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Entonces detuvo su auto, observó la bufanda en su mano y revisó la orilla de la tela, su

novia siempre ponía sus iniciales en prendas como esas. No vio ninguna J, en ninguna parte de la

tela. Casi se golpeaba en la cabeza por lo tonto que era. Tomó su celular y marcó el número de su

novia, la llamada iba directamente a buzón, se tranquilizó sólo un poco, Jeanne siempre se

despertaba tarde y al ser un poco más de las 6:20 de la mañana seguramente estaba en la ducha y

no había encendido su celular. Intentó creer que eso estaba pasando…

—Eso no se ve bien, Jeanne —dijo Matt nervioso mientras veía de reojo las palmas de las

manos de la castaña.

—Sólo fue un pequeño raspón —intentó tranquilizarlo.

—Un pequeño raspón que abarca casi todas las palmas de ambas manos —su mandíbula

estaba tensa, temía que Jeanne le estuviera mintiendo, tal vez sí se había lastimado pero no

quería decirle para no preocuparlo, era típico de ella.

—Para que te sientas más seguro de que estoy bien vamos a la enfermería de la universidad

—ofreció.

Matt estuvo de acuerdo.

Permanecieron en silencio en lo que les restaba de camino para llegar a la universidad, era

un silencio incómodo, algo que antes no había sucedido entre ellos.

El muchacho estacionó su auto cerca del edificio de artes en el mismo en donde había visto

salir a Jeanne el día anterior. Suspiró y reposó sus manos sobre el volante. De sus labios salió

una pregunta que sorprendió tanto a Jeanne como a él mismo.

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—¿Cuánto tiempo llevan saliendo? —preguntó.

—En dos semanas cumpliremos 8 meses —contestó la castaña casi aturdida y también

sorprendiéndose de contestarle.

Sí antes se habían sentido incómodos esas palabras recién intercambiadas lo había hecho

aun más incómodo.

“Llevan mucho tiempo, deberían terminar. Deberías estar conmigo. Yo debería hacerte

sonreír de esa manera” pensó Matt pero no lo dijo, permaneció en silencio con sus manos

apretando fuerte el volante.

—Gracias —dijo Jeanne mientras Matt limpiaba las palmas de sus manos delicadamente

con un algodón y un poco de alcohol, sentía las manos hormigueando pero decidió echarle la

culpa al liquido en lugar de aceptar que se sentía así por sentir las manos del modelo sosteniendo

tan delicadamente las suyas.

Después de terminar de limpiarle las manos le aplicó un poco de pomada para protegerlas

durante el día, por suerte era la única zona afectada, aparentemente, y no había sido muy grave,

sólo unos pequeños raspones.

Jeanne sintió un poco de frio al momento en que sus manos fueron dejadas sin la calidez de

aquellas fuertes y grandes manos.

Se levantó de la silla y se acomodó su abrigo fue en ese momento en el que sintió que algo

le hacía falta, su bufanda.

—¿Pasa algo? —le preguntó Matt notando cómo tocaba su cuello. ¿Y si se había

lastimado?

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—Me hace falta mi bufanda —contestó observando el piso de la enfermería.

—Tal vez la dejaste en mi auto —dijo Matt recordando que después del accidente aun la

tenía—. Aun tenemos tiempo ¿Quieres que regresemos?

Sólo asintió.

—No está aquí —dijo Jeanne cerrando la puerta del auto—. Tal vez se me cayó y no me di

cuenta.

—Lamento la perdida de tu bufanda —la castaña sonrió.

—Era un regalo que Micah me había dado —se encogió de hombros.

—Ya veo —ambos guardaron silencio.

La mañana estaba helada y ellos estaban de pie como tontos al lado de un auto que

sobresalía fácilmente por su discreto color amarillo.

Los ojos de Matt se cerraron intentando retener el impulso de abrazarla y besarla… pero

gracias a eso una idea tonta y disparatada le llegó. Sí, podría funcionar, podría.

—Jeanne —habló atrayendo la atención de la chica—. Te quiero.

El corazón de la castaña cayó a sus pies y su boca se abrió pero no logró pronunciar ni una

palabra, ni siquiera podía respirar.

—No tienes que decirme nada, pero es la verdad, te quiero como algo más que una amiga y

aunque nos hayamos separado estos años aun te sigo queriendo y sé que dentro, tal vez

demasiado dentro de tu corazón tú sientes algo por mí…

—Tengo novio —dijo interrumpiéndolo.

¡Perfecto! Estaba funcionando.

—Lo sé, pero que tengas novio no significa que lo quieras o que lo ames…

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—No es de tu incumbencia —estaba empezando a enojarse.

—Lo sé.

—No digas más “lo sé”

—Bien, entonces déjame besarte —Jeanne retrocedió un paso de Matt—. Sí me dejas

besarte sólo esta vez no te molesto —ella iba a hablar pero ni siquiera la dejó—. Sí te beso y tu

no me tocas eso significa que no sientes ni sentiste nada por mí, pero si me tocas será lo contario.

—Estás loco…

—No, las emociones se dirigen por sí mismas, sólo tienes que aceptar y ya…

—Bien, bésame. No importa —dijo pero en realidad sus manos temblaban.

Matt asintió y se acercó a ella para inmediatamente romper la distancia con un beso.

La besó tan profundamente como si necesitara de ella para respirar, con una mano la rodeó

por la cintura apegándola a su cuerpo, él nunca dijo que no la podría tocar, y con la otra mano

sostuvo su cabeza desde su nuca para profundizar el beso.

Jeanne se sentía de gelatina, dios, había extrañado esos labios, esos besos tan cálidos y

perfectos, no se había dado cuenta de cuánto los había extrañado hasta ese momento. Quería

romper el beso lo más pronto posible pero ninguno de los dos parecía tener suficiente, gimió en

la boca de Matt y él sólo siguió besándola. Ella apretó sus manos en puños para no tocarlo, no

debía hacerlo. Nuevamente gimió, no podía más, lo quería tocar, necesitaba poder besarlo como

antes lo hicieron, cuando aun eran unos niños…

Se quejó y gimió sin poder resistirse y entonces lo tocó.

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¿Amor?

—Me he perdido —se dijo así misma Ely mientras daba una vuelta en el mismo lugar

observando todos los edificios a su alrededor.

Estaba en la universidad buscando el edificio de artes pero no tenía idea de en que parte de

esa mini ciudad se encontraba. Suspiró y siguió caminando, estaba haciendo mucho frio y sus

pies se estaban congelando, sólo a ella se le ocurría usar zapatillas de tacón con delgadas medias

en un clima como ese, aunque desde luego no estaba acostumbrada a climas tan fríos, en su

trabajo siempre buscaban climas calurosos para que pudiera vestir esos bikinis de modelo de

revista, después de todo ella era una de las modelos juveniles más famosas y atractivas de su

agencia por no decir que de todo el país.

Sus dientes castañearon cuando una ventisca la abrazó, el aire le removió los cabellos

rubios que sobresalían del gorro de su saco de lana café. Revisó su reloj, 6:32 a.m. y la

universidad aun lucía desértica, sólo había unos cuantos carros en el estacionamiento que

seguramente eran de los profesores madrugadores.

Siguió caminando sin rumbo por el estacionamiento, convencida de que no iba a encontrar

la facultad de artes y que no podría conocer a Jeanne en persona. Quería conocerla, quería

conocer a la chica que le sacaba suspiros a Matt en el trabajo, la chica que lo dejaba sin sueño en

las noches, aquella chica que siempre mencionaba mientras observaba su teléfono celular.

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Tenía que agradecerle algo también, Matt le había dicho que gracias a Jeanne él había sido

capaz de tomar ese trabajo y perdonarla, bueno, no se lo dijo exactamente así pero eso fue lo que

Ely entendió y estaba agradecida porque fueran amigos, de nuevo.

—No creo que seas profesora —dijo una voz masculina que la hizo sobresaltar.

Volteó hacia su lado derecho para encontrar un auto negro deportivo con la ventana del

conductor completamente abajo y un joven muy apuesto asomando la cabeza.

—No, de hecho estoy perdida —contestó Ely intentando ignorar aquella hermosa mirada

del color del cielo que la veía fijamente pero no de una manera sucia si no de una manera tierna y

amable, como si con solo su mirada le estuviera ofreciendo la ayuda que necesitaba. Se vio

obligada a parpadear.

—¿Qué facultad buscas? Tal vez puedo ayudarte —ofreció amable el joven.

—Amm —se aclaró la garganta, dios, ese chico podría ser un gran modelo, sólo lograba

ver muy poco gracias a que el auto cubría casi todo de él pero las facciones de su rostro tan

adultas y bien marcadas podían hacer derretir a cualquier chica, como a ella…—. La facultad de

artes —dijo por fin en tono de pregunta.

—Ah claro, es el segundo edificio de aquí enfrente —dijo el joven señalando hacia el

frente en donde se encontraba un edificio verde de 3 pisos y uno más adelante que sobresalía

fácilmente—. Es fácil de encontrar, es morado y con cientos de dibujos y arte abstracto —

explicó—. Voy hacia allá, puedo echarte un aventón —ofreció pero Ely se vio negando

rápidamente.

—No muchas gracias, está bien, puedo caminar —no es que el muchacho se viera con

alguna mala intención pero tal vez no soportaría estar tan cerca de él sin…sacudió su cabeza,

¿Qué diablos pensaba si acababa de conocer al chico? ¡Ni siquiera sabía su nombre!

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—Está bien, que pases un buen día entonces —se despidió cortes en siguió avanzando lento

en su auto.

Ely tuvo que esperarse un par de minutos para recuperar el aliento y que su rostro se

enfriara. Después de eso empezó a caminar al frente para dirigirse hacia el edificio que el

apuesto muchacho le había señalado.

En menos de 10 minutos había llegado por la parte delantera al edificio de artes, él había

tenido razón, era morado y con cientos de dibujos magníficos, tristes y alegres, podía sentir las

emociones de las personas que hicieron esos dibujos con solo ver esas pinturas el cada parte de

las paredes del enorme edificio.

Observó detenidamente alrededor del lugar y aun no había alumnos así que pensó en que

estarían en la parte delantera del edificio, caminó hasta la parte frontal cuando divisó un auto

amarillo muy familiar y a un par de jóvenes hablando. ¡Eran ellos!

Ely sonrió al ver a Matt y a la chica castaña a su lado, que seguramente debía ser Jeanne,

ambos estaban hablando y la muchacha lucía tensa. La rubia se acercó lo más que le fue posible

sin ser vista. Se escondió detrás de uno de los pilares del edificio que estaban justo antes de bajar

los cuatro escalones que daban al estacionamiento, no lograba escuchar lo que decían pero sí veía

el rostro de Jeanne que parecía retener deseo, Matt le daba la espalda pero sabía que estaba

hablando. Ella no pudo evitar sonreír, él lucharía por ella.

Apenas desvió su mirada cuando vio el auto de aquel joven de mirada hermosamente azul,

estaba estacionado a un par de autos de donde se encontraban Matt y Jeanne, a esa distancia no

lograba distinguir si el muchacho estaba adentro o ya había salido de su auto, obligándose a no

pensar en él devolvió su mirada hacia los dos tortolos para ver como sus labios se unían.

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Ely casi jadeó al ver la manera en que Matt sostenía a la castaña, casi como si quisiera

introducirla dentro de su piel pero había algo que no cuadraba, ella no hacía nada, sus manos

estaban en sus costados apretándose en puños. Se estaba resistiendo. Ely se sentía como una niña

mala espiando a sus papás pero aun así no dudó en sacar su celular que tenía una cámara con 12

megapíxeles y apuntarla hacia aquella hermosa parejita. Por fin después de unos segundos

Jeanne subió sus manos a los hombros de Matt para después rodearle el cuello y fue ahí cuando

ella aprovechó para tomar una fotografía perfecta de dos chicos enamorados compartiendo el

beso más pasional que pudo haber visto en su vida.

Las manos del joven del auto negro envolvieron fuertemente en el volante provocando que

sus nudillos se tornaran completamente blancos. Eso no era real, no podía ser real lo que estaba

viendo, Jeanne no era así, ella no era de esas chicas. Suspiró y apartó la mirada de aquella

castaña familiar que besaba a un desconocido.

Las manos de Jeanne subieron hasta los hombros del modelo en donde se aferraron

fuertemente, incluso se paró sobre las puntas de sus pies para poder alcanzar mejor los labios del

muchacho, sin perder la oportunidad rodeó el cuello de él con ambos brazos.

Matt la atrajo incluso aun más hacia él, sus cuerpos estaban tan juntos que se transmitían su

calor corporal e incluso sentían los latidos de sus corazones golpearse unos con otros, sus

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pulmones estaban casi vacios pero no iban a desperdiciar esa oportunidad de besarse cuando

había mucha probabilidad de que no lo volverían a hacer.

Separaron sus labios apenas unos milímetros para tomar aire y nuevamente continuaron

con ese beso, verdaderamente no se dieron cuenta de las veces que se habían separado para

recuperar el aire perdido que reclamaban sus pulmones y habían vuelto a unir sus labios, pero

habían sido bastantes veces.

Un ruido fue el culpable de separarlos, ambos dieron un paso atrás Jeanne con su rostro

inclinado y Matt esperando por ver su expresión.

El muchacho esperó y esperó hasta que la castaña decidiera verlo a la cara pero al creer que

seguramente estaba enfurecida con él acunó el rostro de ella entre sus manos para que pudiera

verlo a los ojos. En los ojos de ella había culpabilidad y era eso mismo que Matt no había

querido provocarle, pero no se había podido resistir al besar de esa manera a la primera chica en

su vida que amaba.

—Lo siento, Jeanne —dijo suspirando—. Te falté el respeto —y dicho esto le dio un tierno

beso en la frente para marcharse.

Jeanne ni pudo articular palabra alguna antes de que el modelo se fuera.

Con la respiración acelerada llevó sus manos a su cabeza haciendo todo su cabello hacia

atrás para despejar su rostro y que este se enfriara por el aire, se sentía que estaba a punto de

arder y no sabía cuál era la causa exacta, enojo, rabia… amor.

Se recargó en el auto de Matt y se dejó caer de sentón al suelo y acomodó sus brazos sobre

sus rodillas en donde se permitió esconder su rostro, respiró profundo para aclarar su mente.

¡Rayos! Aun lo seguía queriendo.

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—Me quieres decir porque traes una cara del asco —dijo Micah viendo el reflejo de su

amiga en el baño.

—Gracias, me haces sentir mejor, como no tienes idea —contestó Jeanne sarcástica pero al

verse en el espejo se dio cuenta de que su amiga no mentía, se veía del asco, peor que eso, se

veía como un zombi con rabia.

—Ya, es que te ves como si un bombón hubiera succionado toda tu belleza y te hubiera

dejado en la…

—Tienes hambre ¿verdad? —le preguntó la castaña interrumpiéndola.

—Muero de hambre, vamos a la cafetería antes de que inicie el segundo periodo ¿sí? —

hizo ojitos de cachorrito hambriento y aunque Jeanne no se sentía con el mejor humor acompañó

a su amiga.

Micah arrastraba a su amiga de la mano por la cafetería viendo en cada local de comida

algo que pudiera comer rápido, se detuvo frente a la pastelería y mientras esperaba por una

rebanada de pastel de chocolate cubierta con más chocolate alguien cubrió los ojos de Jeanne.

Su novio.

Kris.

—Buen día mi hermosa Musa —le susurró al oído.

Jeanne no pudo evitar sonreír al escuchar su voz tan cerca de ella, esa voz que tanto le

gustaba. Se giró con una sonrisa en el rostro pero al verlo a los ojos le vino el recuerdo de aquel

beso que había compartido con Matt un par de horas antes y su sonrisa desapareció.

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—¿Te sientes bien, linda? Luces pálida, amor —dijo Kris preocupado de que su novia

estuviera lastimada.

—S… sí —dijo en un susurro—. Eso creo.

—¿Cómo que eso crees? —acunó su rostro tiernamente para examinar sus pupilas, sus ojos

estaban rojos, como si hubiera llorado. Su mandíbula se tensó instantáneamente ¿Y sí ese tipo le

hizo algo?—. Amor, ¿Segura que te sientes bien?

¿Le debía decir? Que había besado a otro chico. Negó con la cabeza. Sí, se lo iba a decir,

simplemente no podía guardarle un secreto a su novio, porque lo quería, demasiado.

—Estoy bien, Kris —le obsequió una linda sonrisa que desarmó completamente a Kris

atrayéndola hacia él para besarla.

La besó dulcemente como ella nunca se imaginó que un chico con su apariencia lo hiciera.

Kris no era un chico de apariencia normal, aunque probablemente en invierno sí lo era ya

que sus brazos eran cubiertos por esos suéteres que usaba pero, debajo de esa tela, aparte de

esconderse unos grandes y bien formados brazos, se escondían tatuajes que narraban un pasado

trágico en la vida de un hombre dulce como él.

Su cabello era negro pero no muy largo, apenas sí se podía agarrar al enterrar los dedos en

él, su rostro era firme y lucía un poco mayor, tal vez porque lo era, tenía 25 años, era alto, cerca

del 1.90 y definitivamente tenía un cuerpo musculoso muestra de que lo había trabajado en el

pasado. Pero lo más maravilloso de ese hombre era su hermoso corazón, tan amable y cariñoso.

Eso era lo que la familia de Jeanne no entendía, sólo veían a Kris de manera superficial. Era una

lástima.

Terminaron su beso gracias a que la tos falsa de Micah los interrumpió.

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—Apiádense de las chicas solteras que no tenemos ni una mosca detrás de nosotras aunque

carguemos con una rebanada de pastel —dijo la amiga de Jeanne provocándoles una risa a

ambos.

—Buenos días, May’ —la saludó Kris y ella sonrió.

—Buenos días, Krisito —le devolvió el saludo sonriente—. ¿Quieren pastel?

—No gracias —contestó Jeanne tomando la mano de su novio—. Vamos que se nos hace

tarde.

Micah asintió y se adelantó para no ir detrás de la parejita viendo como se repartían

miradas y besos.

La castaña dio un paso al frente pero Kris la detuvo para volver a besarla en los labios,

después en los ojos y en la frente, le regaló una sonrisa y ambos se pusieron en marcha hacia sus

clases.

Pasaron por una mesa sonriéndose y Ely los siguió con la mirada, en su rostro había

tristeza.

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¿Te gusta?

Las clases habían pasado tranquilas y Jeanne ya se sentía mucho mejor que esa mañana. La

campana anunció el final de las clases así que contenta salió del edificio para encontrarse a su

novio esperándola, sus miradas conectaron y ambos sonrieron. Ella corrió a su encuentro y sus

labios se buscaron entre sí para besarse lentamente frente a todos los estudiantes que salían del

mismo edificio.

—Te tengo una sorpresa —le susurró sobre sus labios. Jeanne echó hacia atrás su cabeza

para poder verlo a los ojos y la confusión adornaba su rostro tiernamente—. Bueno, es algo así,

nos ayudará a ambos —le sonrió—. Pero cúbrete los ojos.

Ella asintió en medio de la confusión y Kris caminó detrás de ella para cubrirle los ojos con

sus grandes y fuertes manos, de esta manera ambos empezaron a caminar en dirección al

estacionamiento y al llegar ahí el muchacho sonrió confiado mientras veía su auto deportivo de

color negro, descubrió los ojos de su novia.

—¡Ta-chan! —imitó un tonto sonido de sorpresa con su boca.

—¿Qué? —preguntó Jeanne en un susurro, ella ya había visto ese auto pero no recordaba

dónde ni cuándo y además ¿Por qué Kris tenía un auto si él era un fan de hueso colorado de las

motocicletas?

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—Compré este auto el pasado fin de semana pero aun había detalles de los que quería

asegurarme arreglar antes de que lo vieras —le explicó pero el corazón de la castaña estaba a mil

por hora.

—¿Por qué lo compraste? Tú amas las motocicletas —le susurró con sus ojos aun clavados

en el elegante auto deportivo. ¡Lo vio esa misma mañana!

—Porque te amo más a ti y ya que tus padres no consideran una motocicleta como un buen

transporte decidí comprarme este auto y así poder traerte diario a la universidad —la abrazó por

detrás y reposó su barbilla en el hombro de su chica.

—¿Lo compraste por mí? —preguntó y sintió como él asentía sobre su hombro—. ¿Y tú

motocicleta?

—La vendí…

—Pero era de tu padre…

—Lo sé y no es como si me trajera lindos recuerdos —se encogió de hombros—. Además

creo que un auto es mucho mejor que una motocicleta, podemos ir los dos juntos y tus amigas

también pueden venir, cuando necesites llevar las maletas de tu vestuario de teatro lo podemos

guardar en la cajuela, aunque esa sí es bastante pequeña pero… —ambos observaron el auto—.

Me gustó. ¿Y a ti?

—Me gusta pero debiste de haber gas…

La interrumpió girándola sobre sus talones para besarla, no quería que le preguntara sobre

el precio del auto, no le iba a gustar.

—Vamos hay que dar una vuelta —ella asintió mientras mordía internamente su labio

inferior.

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Kris como de costumbre actuó como un caballero al abrirle la puerta para que ella entrara

primero. Jeanne entró al auto nuevo de Kris y vio en el asiento del conductor una bufanda

amarilla, era la que llevaba esa misma mañana.

Su corazón empezó a golpearle fuerte en el pecho y cerró los ojos conteniendo las lágrimas

¿Qué era lo que él había visto?

Definitivamente era el auto que había estado esperando a que Matt avanzara mientras ella

estaba en el suelo de la carretera.

Kris estaba esperando a que su chica se acomodara dentro del auto para poder cerrarle la

puerta pero simplemente parecía que estuviera congelada.

—¿Amor? —preguntó y vio sobre su hombro lo que los ojos de su novia estaban viendo

con horror.

Rayos, había olvidado guardarlo en la cajuela para que ella no viera la bufanda. Suspiró y

caminó hacia el lado del conductor para entrar.

—Eras tú —murmuró Jeanne al borde del llanto.

—Al principio no sabía que eras tú la que llevaba aquel… chico, pero después que vi que

se cayó algo pensé en levantarlo y entregárselo al dueño del auto pero después vi que era tuya.

Te llamé a tu celular pero me enviaba al buzón de voz así que pensé que de nuevo se te había

hecho tarde, me fui directo a la universidad para sorprenderte ahí y quien se sorprendió fui yo,

pero está bien —se encogió de hombros pero Jeanne negaba rápidamente con la cabeza y sus

ojos cerrados—. Amor no es…

—No, no está bien. Perdona, hice algo malo pero no… es… él sólo…yo —no podía si

quiera terminar de decir una pequeña oración.

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—Está bien —se acercó a ella y acarició su mejilla, sus ojos estaban cristalizados por las

lágrimas sin embargo no estaba llorando—. Debe haber alguna razón por la que tú hayas besado

a ese chico y no me molesta. Te conozco amor y sé que eres capaz de hacer algunas cosas

extremas si alguien te lo pide.

Quería aclararle todo, no quería mentirle a su novio.

—No fue exactamente eso —dijo Jeanne con un suspiró que absorbió las lágrimas que

querían salir de sus ojos. Se sentó en el auto y cerró la puerta, se acomodó y su mirada estaba

hacia el frente viendo los demás autos estacionados y cientos de estudiantes universitarios riendo

y algunos jugando con la nieve que aun permanecía en el suelo del estacionamiento, suspiró y

subió sus pies al asiento del auto para poder abrazarse las piernas—. Ese chico es alguien muy

cercano a mí. Tal vez lo conozcas —volvió a suspirar—. Se llama Matt Smith.

Kris frunció el ceño pero no por enojo si no porque el nombre sí que le sonaba familiar

pero no podía recordar de donde.

—Me suena a nombre de cantante o algo así —dijo el muchacho casi en tono incrédulo,

seguramente estaba equivocado.

—Te equivocas —dijo sin despegar su mirada del frente—. Sí, es famoso, es un modelo y

ha actuado en unas películas y telenovelas pero eso ni importa. Lo importante es que Matt y yo

estudiábamos juntos en la misma preparatoria y unos meses antes de graduarnos él y yo…

Guardó silencio, ¿Qué parte debía decirle y que no?

Las manos de Kris se apretaron fuertemente formando puños que ocultó de la vista de su

novia aunque seguramente ella ni podía verlos ya que su vista se mantenía viendo hacia la nada.

—Me pidió que fingiera ser su novia —dijo finalmente y se sintió mucho mejor, nadie, a

excepción de Brenda, sabían sobre esa mentira que Matt y Jeanne habían mantenido en secreto,

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pero ahora que su novio sabía se sentía mejor—. Estuvimos por un mes o más fingiendo que

éramos novios y nunca fuimos descubiertos, bueno Brenda si se enteró pero nadie más aparte de

ella. Pero entonces él se fue y ya. Terminó esa mentira.

—Pero Matt sí te ama —dijo Kris casi involuntariamente.

Jeanne sacudió su cabeza y volteó a ver a su novio.

—No, bueno, dijo que le seguía gustando…

—Siempre le gustaste, mientras “fingían” ser novios, me refiero —en su voz no había

ningún tono molesto pero su mandíbula estaba tensa.

—No. No lo sé —dijo la castaña recordando casi todas las veces que se habían besado, en

la escuela, fuera de su casa, en la boutique, en la fiesta de bienvenida y demás lugares, casi se

sonrojaba—. Nunca me dijo nada de eso —y se guardó para ella que el último día que se vieron

en el aeropuerto Matt le había dicho que la quería—. Así que no sé…

—Y a ti te gusta —afirmó Kris y Jeanne sintió un golpe en su estomago que la dejó sin

aire—. Puedo verlo en tus ojos.

—Yo… —negó rápidamente con la cabeza y sus cortos cabellos se agitaron alrededor de su

cabeza—. Fue hace tiempo…

—Pero aun te gusta y lo entiendo, me conformo con saber qué me quieres más que a él —le

dijo sonriendo y la castaña asintió.

—Te quiero mucho, Kris —le dijo sincera viéndolo a los ojos.

—Lo sé —se acercó más a ella para besarla—. Te prometo que no tengo ningún problema

con eso. Pero quiero pedirte algo.

—Lo que quieras —dijo inmediatamente.

—Quiero conocer a Matt.

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Los ojos de Jeanne se abrieron como platos al escuchar esas palabras.

Kris rió y regresó a su asiento.

—Prometo que no le romperé su linda cara —dijo burlón y ella sonrió casi tímidamente—.

Pero me gustaría conocer en persona al hombre que besó a mi chica frente a mí.

—Técnicamente él no sabía que estabas viendo… ni yo sabía —dijo al final en un

inaudible susurro.

Él nuevamente rió.

—Lo sé y cuando le digas que quiero conocerlo dile que no le partiré su cara para que no

tema el conocerme —le guiñó un ojo a su chica y ella asintió esbozando una sonrisa.

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¿De mal en peor?

Jeanne no se dio cuenta de que mientras caminaba por la calle casi oscura era seguida por

una persona vestida de negro, e incluso llevaba gafas negras, y una cámara profesional, de esas

que podían estar a más de 50 metros de distancia y tomaría una foto como si estuviera cerca de

ella. Giró conforme la calle curvaba y en un par de minutos llegó a la casa de Matt.

Sintió que sus manos temblaban mientras se debatía entre tocar el timbre y quedarse ahí a

esperar que él le abriera o salir corriendo, salir corriendo le resultaba más atractivo. Sin darse

cuenta su dedo estaba presionando el botón del timbre pero este en lugar de sonar como un

timbre común emitió un sonido como si alguien estuviera levantando la bocina de un teléfono.

—Diga —dijo la voz de Matt a través de una bocina que Jeanne no había visto un segundo

antes.

Ella presionó el segundo botón que era de color verde y habló.

—Matt, soy Je…

—¡Jeanne! —exclamó el modelo y en cuestión de segundos la puerta fue abierta—. ¿Qué

pasó? ¿Estás bien? —preguntó acelerado.

Ella asintió rápidamente pero sentía como si sus labios estuvieran sellados con algún buen

pegamento y no le permitiera abrirlos. Ambos se quedaron en silencio viéndose por todo el rostro

pero nunca a los ojos.

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—Amm, yo… —empezó Jeanne, lanzó un suspiro y se decidió a verlo a los ojos, los cuales

ya la estaban esperando—. Mi novio quiere conocerte —dijo finalmente.

La mandíbula de Matt se tensó tanto que pensó que se quedaría trabada de un momento a

otro. Odiaba escuchar esa palabra saliendo de los labios de la única mujer que amaba en verdad.

Sus manos se apretaron hasta formar puños y apartó la mirada de los ojos castaños de la chica.

—¿Por qué? —preguntó intentando esconder su enojo.

—Porque él nos vio hoy en la mañana —le respondió y su voz empezó a querer escaparse

de su interior—… cuando nos besamos…

El modelo volteó a verla nuevamente y en el hermoso rostro de la muchacha se reflejaba

una culpa que no comprendía.

—Jeanne…

—También él fue quien estaba detrás de tu auto… él encontró mi bufanda amarilla en el

mismo lugar en donde yo había caído al suelo… —su voz empezaba a quebrarse, no dudaba que

en cualquier segundo rompería en llanto—… dijo que estaba bien pero… no… es así.

Y Matt la atrajo a su cuerpo envolviéndola entre sus brazos fuertemente para demostrarle

que estaba a salvo, que era protegida y que si quería llorar podía hacerlo.

—Todo está bien —intentó tranquilizarla sobándole la espalda en círculos con la palma de

su mano. La besó en la parte superior de la cabeza—. Yo le explicaré todo…

—Quise besarte —dijo enterrando su cabeza en el pecho del modelo, no estaba llorando

pero su cuerpo temblaba nerviosamente y su voz se escuchaba ronca y sin fuerza—. Quise

hacerlo. Así que no tienes que explicarle nada.

—Pero…

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—No sé porque quiere verte, exactamente, pero me dijo que te asegurara que no te iba a

hacer nada —rió y sus manos sujetaban el delgado suéter que llevaba puesto Matt en ese

momento, su cabeza seguía apoyada en su pecho—. Kris es un buen chico… aunque un poco

mayor —necesitaba advertirle que su novio era diferente de cómo pudiera imaginárselo—, tiene

tatuajes en sus brazos y le gusta el box, las motocicletas y…

Matt rió sin dejar de abrazarla.

—No tienes porque decirme como es él —pero sí le sorprendía la descripción que Jeanne

estaba haciendo de su novio ¿Tatuajes?

La sostuvo por los hombros con una mano y con la otra levantó su rostro para que pudieran

verse a los ojos.

—Jeanne, lo que dije esta mañana… —el cuerpo de la castaña de estremeció, ¿A caso le

iba a decir que había sido una mentira y que no le quería? ¿Le importaba que no la quisiera?—.

Te quiero, Jeanne. No puedo sacarte de mi cabeza —suspiró levantando su mirada apenas unos

segundos para volver a los ojos castaños que tanto quería—. Te necesito pero… pero sí tu no

sientes nada por mí no te voy a seguir, dejaré de ir detrás de ti y así tu podrás estar con tu novio

sin que temas de mí. Necesito que me digas en este momento que sientes por mí.

Jeanne asintió y suspiró pesadamente, cerrando sus ojos y abriéndolos para conectar su

mirada con la de Matt.

—Aun me gustas —dijo rápidamente y el modelo dejó salir un suspiro de alivio—,

pero...—esos malditos “peros” que tanto odiaba—. Quiero a Kris, en verdad lo quiero. Te juro

que no quiero lastimarte, Matt, pero creo que debes alejarte de mí.

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—¿Quieres que me aleje de ti? —le preguntó uniendo sus frentes. ¡Dios! Ansiaba tanto

poder probar sus labios nuevamente pero por respeto a ella se limitó a cerrar los ojos y contener

el impulso.

—Yo… —balbuceó pero fue interrumpida por una voz linda y madura al mismo tiempo,

una voz femenina.

—Gracias por prestarme tu cocina, Matt —dijo Ely caminando hacia la puerta y cuando

logró percibir que no estaba solo, sus ojos se agrandaron e intentó esconderse pero ambos chicos

ya habían dirigido su mirada a ella.

Jeanne vio a la alta rubia con cuerpo de súper modelo y rostro de diosa que llevaba sobre

sus dos manos un recipiente de plástico transparente cubierto con papel aluminio. La muchacha

la observó y una sonrisa perfecta se formó en su perfecto rostro.

—Hola, tú debes ser Jeanne —dijo la rubia viendo directamente hacia ella—. Matt habló

mucho de ti —volteó hacia Matt que negaba muy lentamente en dirección a Ely—. Bien,

continúen que yo ya me iba, sólo ocupaba una estufa. Por cierto, soy Ely.

La castaña asintió mientras Ely se acercaba a ella con una sonrisa aun en su rostro.

—Jeanne —soltó esta en un susurro casi inaudible.

—Un placer conocerte.

Y sin decir nada más salió por la puerta rápidamente, la mirada castaña de Jeanne se

regresó hacia Matt.

—Ella es tu…

—¡No! —negó inmediatamente, no quería ni necesitaba mal entendidos—. Ella es Ely, mi

ex novia de hace muchos, muchos años —le aclaró—, pero recién se mudó aquí y aun no

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consigue una cocina lo bastante buena como para cocinarse a ella misma. Por eso le presto la

mía, pero te prometo que no es mi novia.

—No tienes porque hacerlo, eres libre de salir con quien quieras —y dicho esto se dio

media vuelta para marcharse pero Matt no se lo permitió, la tomó de un brazo y la hizo girar.

—Ella no es mi novia, sólo la perdoné y la invité a venir aquí. Jeanne, sólo te quiero a ti —

dijo casi en tono de suplica.

No tenía caso sentirse así, de la manera en que seguramente Matt se sentía al saber que ella

tenía novio, sin embargo sí que sentía celos. Era un estúpida, querer a dos chicos a la vez era una

estupidez por parte de ella. ¿En donde había quedado su madurez?

—Nos vemos mañana a las 7 en el parque que está a una cuadra de la universidad —y se

soltó de su agarre para marcharse.

Jeanne llegó a su casa y subió las escaleras como si no quisiera ser vista, claro que no

quería que vieran sus ojos rojos por el llanto, seguramente todos en su familia se preocuparían y

armarían un escándalo hasta que les dijera la verdad de sus lágrimas. Por primera vez en el día

las cosas sucedieron como ella quería, llegó a su habitación y se dejó caer sobre la cama, su

rostro se hundió en la almohada y empezó a analizar todo su día, maldita confusión que se

cargaba sobre los hombros. ¿Cómo era posible que en un solo día todo cambiara tan

rápidamente?

Con ese pensamiento se quedó dormida sin siquiera cambiarse a su pijama.

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A la mañana siguiente hacía un frió peor que el anterior, Jeanne usaba un abrigo blanco que

le llegaba hasta las rodillas y unas botas negras tan largas que eran cubiertas por el abrigo, como

era costumbre suya usaba su bufanda amarilla que lucía fuera de lugar con su vestuario. Kris

estaba a su lado con su brazo sobre los hombros de su chica, él parecía ser un poco menos

friolento que la castaña ya que sólo llevaba un suéter café y unos pantalones de mezclilla, tan

simples como él mismo.

Habían llegado antes de la hora acordada al parque pero estar dentro del auto de Kris le

resultaba un poco incomodo a Jeanne era esa la razón de que estuvieran fuera esperando la

llegada del modelo.

—¿Tienes frio? —le preguntó.

—Un poco, pero estoy bien —le contestó recargando su cabeza en el hombro del moreno.

Le sonrió y levantó el rostro de su novia delicadamente para poder darle un suave beso, un

beso que fue interrumpido al escuchar llegar un auto al lugar.

Ambos se apartaron y vieron un auto amarillo estacionarse junto al auto negro.

Como si un imán lo hubiese forzado a salir Matt salió del auto rápidamente y caminó hasta

el encuentro de Jeanne y su novio.

—Hola —les saludó y se sintió en la necesidad de asentir con la cabeza.

—Mucho gusto —dijo Kris dejando de abrazar a Jeanne para poder extenderle su mano al

modelo frente a él—. Soy Kristoph O’Brien —Matt lo saludó de mano manteniendo un apretón

un poco más fuerte de lo normal.

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—Matthew Montés —se presentó y soltaron sus manos, ambos sentían un ligero ardor en

sus manos, la fuerza definitivamente no había sido normal.

—¿Y el Smith? —preguntó el moreno divertido.

—Es mi apellido artístico —le aclaró.

—Bien. Así que fuiste novio de Jeanne ¿no? —le preguntó regresando su brazo a la castaña

que no apartaba la vista de Matt, su cabello seguía ligeramente húmedo lo que significaba que se

le había hecho tarde o al menos que una nube hubiera estado derramando una tormenta sobre él

antes de llegar al parque.

—No exactamente novio —le contestó y extrañamente lo hacía sentir incomodo, Kris no

lucía aterrador ni nada pero su postura era otro asunto—. Sólo “Jugamos a ser novios”.

—Eso escuché —dijo viendo hacia Jeanne, besó su frente y de nuevo volvió la vista a

Matt—. Pensé que podríamos ir a desayunar cerca de aquí y hablar…

La invitación de Kris fue interrumpida por el sonido de un celular timbrando fuertemente.

—Disculpen, es mío —dijo Matt sacando su celular del bolsillo de su pantalón y viendo la

pantalla, era Ely, se disculpó con una señal de mano y retrocedió un par de pasos para poder

atender la llamada—. Ely est…

—No importa lo que estés haciendo, te enviaré una dirección a tu celular, es algo muy

urgente —sonaba alterada y parecía estar conduciendo—. Dime dónde estás también si puedes

habla con Jeanne.

—Estoy en el parque cerca de la universidad y Jeanne está aquí con su novio…

—Perfecto, estaré en un minuto, no se muevan, ninguno —le advirtió y colgó la llamada.

Matt confundido volteó hacia la pareja y se encogió de hombros.

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—¿Les molesta si una amiga viene con nosotros? —preguntó casi tímido—. Dijo que

llegaría en un minuto.

Y no fue ni un minuto lo que tardó la rubia en llegar al parque y casi estacionar su auto rojo

encima del auto de Matt. Salió de un salto del auto y casi corrió hasta donde se encontraban los

tres de pie esperándola.

—¿La viste? —dijo Ely apenas llegó a Matt.

—¿Qué? —preguntó el modelo sin entender.

—¡Te envié una dirección para que la vieras! —dijo casi furiosa.

—Puedes saludar si quiera a los chicos —dijo Matt sacando su celular nuevamente.

La rubia se giró hasta ver a Jeanne que tenía una nerviosa sonrisa y hacia Kris que sus ojos

azules la hicieron casi atragantarse con el aire frio del lugar.

—Buenos día Jeanne y…

—Kristoph pero puedes decirme Kris —dijo extendiendo su mano hacia ella—. Ayer no

nos presentamos.

—Sí, creo que estaba demasiado interesada en llegar a el edificio que fui un poco descortés

—dijo sonriendo casi nerviosa y agradeció saber controlar sus expresiones porque si no ya se

hubiera sonrojado de sentirse observaba por esos ojos. Eso creía pero la verdad era que sus

mejillas ya se habían teñido de un ligero rubor rosa.

Jeanne no entendió como es que se conocían pero no preguntó.

—¡Mierda! —gritó Matt observando la pantalla de su celular y por ende todos voltearon a

verlo.

—Sí, aunque yo no usé esa palabra —dijo Ely caminando a hacia el modelo—. Pero sí lo

pensé.

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—¿Pasa algo malo? —preguntó Jeanne abriendo su boca por primera vez desde que había

visto a Matt.

—Sí —respondió Ely y de su enorme bolso violeta que había llevado colgando al hombro

sacó un ipad que con solo sacudirlo hizo que la pantalla se encendiera dejando ver unas escenas

que dejaron temblando a Jeanne.

Había una secuencia de fotos en donde los protagonistas eran Matt y Jeanne, primero se

veían los dos platicando en el estacionamiento de la universidad, en la siguiente foto Matt estaba

frente a ella acercando sus rostros, después salía la foto en donde ambos se estaban besando y

Jeanne ya lo estaba rodeando con sus brazos como si su vida dependiera de ello, en la otra foto

Matt besaba la frente de la castaña. Las siguientes fotos eran ya en la noche, estaba oscuro y ya

no estaban en la universidad, estaban de pie en entrada de la casa de Matt, ahí primero hablaban,

después el modelo la abrazaba y después él sostenía tiernamente el rostro de Jeanne en sus

manos. Así terminaba la secuencia de fotos.

Ely suspiró y movió la pantalla para que vieran el artículo escrito debajo de estas fotos.

-Al parecer los rumores de que nuestro modelo, Matt Smith, había vuelto a la ciudad eran

verdaderos, ya que, como se observa en estas fotos fue visto por nuestros reporteros junto a una

misteriosa chica castaña.

-Algunos dicen no conocer a esta chica pero nosotros creemos que es su antigua novia,

aquella linda chica que lo acompañaba en la fiesta de sus padres ya casi tres años atrás y aunque

todo ese tiempo estuvieron separados al parecer el amor entre estos chicos no terminó. Ustedes

júzguenlo volviendo a ver la tercera foto en donde comparten un beso apasionado.

-Sería agradable ver como estos dos tortolos vuelven a estar juntos en una relación

romántica.

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El artículo terminaba con una foto de Jeanne y Matt juntos en la fiesta de bienvenida de los

padres del modelo, ella vestía el hermoso vestido verde y él aquel traje de gala negro.

—Arreglaré este malentendido de inmediato —dijo Matt estrujando su celular en sus

manos.

—¿Cómo lo harás? —preguntó Ely guardando su ipad dentro del bolso.

—Diciendo la verdad —contestó.

—¿Cómo qué? ¿Diciendo que besaste a mi novia para comprobar si aun sentían algo? —

dijo Kris—. ¿Eso no arruinará tu reputación?

—Me importa una mierda mi reputación, pero no voy a dejar que Jeanne salga perjudicada

de esto…

—Correcto —dijo Kris asintiendo. Debía admitirlo, ese modelo de cara bonita amaba

realmente a Jeanne.

—¿De mal en peor? —preguntó una vocecita familiar para todos menos para Ely.

Brenda apareció detrás del auto amarillo con su celular en la mano.

—¿Brenda? —preguntó Jeanne viendo a su hermana.

—Perdona, te seguí, observé esta foto en la madrugada y cuando me desperté ya no te vi en

la cama por eso vine a seguirte, aunque no me imaginé que tendrían reunión —dijo la castaña

encogiéndose de hombros—. Sólo quería advertirles también que aquí hay dos tipos vestidos de

negro con cámaras dispuestos a fotografiarlos, si es que no lo ha hecho ya.

Todos observaron alrededor pero estaba claro que no los verían a simple vista.

—Hay que irnos de aquí ahora —masculló Matt.

—¡Voy contigo! —dijo Brenda corriendo hacia el modelo.

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Ya todos en sus respectivos autos condujeron en círculos durante media hora intentando

perder a los fotógrafos. Habían quedado de acuerdo en verse en el restaurante que estaba cerca

de la casa de Matt, ya que él conocía a los dueños y sería fácil hablar ahí sin ser interrumpidos.

Antes de bajar del auto Brenda le dijo a Matt:

—Creo que ahora mi hermana y tú jugarán a ser más que novios —y salió del auto.

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¿Terminamos?

Jeanne entró a su casa hecha una furia y cerró fuertemente la puerta detrás de ella sin

importarle que Matt la estuviera siguiendo y pudiera romperle la nariz. No le importaba que su

perfecta cara masculina se viera mal con la nariz deshecha, estaba tan molesta con él, con

Brenda, Ely y con Kris que no le importaba nada.

—¡No me sigas! —le gritó a Matt que se estaba sobando la nariz debido al portazo.

El modelo asintió y se quedó de pie en medio de la sala mientras la observaba subir las

escaleras casi corriendo para después escuchar un portazo en la segunda planta. Cerró los ojos y

suspiró ¿Por qué todo le estaba resultando tan difícil? Ahora Jeanne seguramente no lo quería ver

ni en pintura, además que también la había visto molestarse con Kris…

Abrió sus ojos y decidido subió las escaleras, dobló hacia la derecha y se topó con dos

puertas del lado derecho, en una había unos posters de bandas de rock que Matt no conocía y en

la siguiente puerta decía Jeanne con una linda caligrafía en color amarillo y Brenda con un fuerte

color morado. Tocó la puerta y un “Largo de aquí” se escuchó desde dentro de la habitación.

Recargó su frente en la puerta y acarició el marco de la puerta como si fuera el pequeño cuerpo

Jeanne.

—Escucha —dijo hablando lo más calmado que su machacado corazón le permitía—. Lo

último que quería era lastimarte, Jeanne. Lo siento.

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La castaña tenía su frente recargada en la puerta mientras escuchaba la triste voz de Matt

desde fuera. La culpa de lo que estaba sucediendo no era toda de él, ella también tenía la culpa,

desde que siguió el beso en el estacionamiento, al ir a su casa y dejar que la abrazara de esa

forma tan… tan llena de amor.

Tomó valor y abrió la puerta.

Matt sintió el piso moverse pero lo que en realidad se movió fue la puerta y ya que todo su

peso había estado sobre la puerta cayó tropezando dentro de la oscura habitación de Jeanne.

—Tonto —dijo la castaña pero había un pequeño atisbo de diversión en su voz.

Él le sonrió mientras se enderezaba.

—Lo siento —nuevamente se disculpó.

—Estoy pensando que esa es la única palabra que existe en tu vocabulario —dijo Jeanne

acercándose al borde de su cama y sintió que ya había dicho esa misma frase anteriormente—.

Me siento mal.

Matt abrió los ojos y se acercó a ella velozmente.

—¿Qué te duele? —preguntó sin saber si debía tocarla o no—. ¿Sientes nauseas, mareos?

—Nada. No y no —le contestó en orden y sonrió ante la expresión paranoica del modelo—.

Me siento mal por todo lo que está pasando, no es que me sienta mal por salud —él se

tranquilizó—. Es sólo que no quiero fingir ser tu novia de nuevo, Matt.

El mundo del modelo se partió en cientos de pedazos al escuchar eso de la voz de la mujer

que amaba, pero ciertamente él tampoco quería fingir ser su novio, quería serlo en verdad, que

ella le perteneciera realmente.

—Lo entiendo —dijo el chico apretando sus dientes.

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—Tengo un novio al que quiero mucho, estoy con mi grupo de teatro y me divierto mucho

con ellos, paso desapercibida en los lugares en donde debe ser así y estoy feliz con mi vida en

este momento. No quiero llamar la atención y estando contigo eso será lo primero que pasará —

suspiró—. No creo que Ely, Brenda y Kris estén en lo cierto. No creo que fingir una relación

nuevamente sea lo correcto.

—Lo sé, yo también pienso lo mismo —aunque él quería lo contario a sus pensamientos—.

Es por eso que digo que es mejor decirles la verdad…

—Bueno, no creo que el decirles que nos dejamos llevar por la emoción de volvernos a ver

y nos besamos sea exactamente la “verdad” —remarcó con comillas.

—Es un intento de “verdad” —dijo en tono de pregunta pero a la vez sonriendo.

La habitación quedó en silencio durante unos segundos que parecieron horas para ambos.

Era difícil estar en la misma habitación junto a la persona que querías y no poder hacer nada al

respecto.

—Me tengo que machar por hoy —dijo Matt rompiendo el silencio—. Mañana te buscaré

para la decisión final.

Esperó el tiempo suficiente para que Jeanne hablara y dijera alguna otra cosa que lo

retuviera unos minutos más pero simplemente la castaña se quedó en silencio sentada en el borde

de su cama observándolo con sus grandes ojos castaños esperando impacientemente hasta que se

marchara.

No se iba a marchar sin nada a cambio, pensó Matt y por eso se acercó hasta ella, se inclinó

y besó sus labios con apenas un roce para después presionar un poco más sus labios en los de

ella. Ese día la había visto besando a Kris varias veces y siempre que se separaban ella lo veía

con una sonrisa dibujada en su rostro. Una sonrisa que unos años atrás le había pertenecido a él.

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Sin decirle nada se marchó de la habitación de Jeanne y al salir de la casa, en la puerta se

topó con Anastasia quien le sonrió amablemente y lo invitó a cenar pero se negó, estaba claro

que ni Jeanne ni él estaban de humor para fingir frente a su familia que todo estaba bien.

—Hija —dijo la madre de Jeanne tocando la puerta de su habitación—. ¿Todo está bien?

Hace unos minutos me encontré con Matt, no se veía bien.

La castaña levantó la cabeza de su almohada, había planeado ignorar a su madre fingiendo

que estaba dormida pero necesitaba hablar con alguien que la comprendiera y quien mejor que la

mejor mamá del mundo. Se puso de pie y abrió la puerta para dejarla entrar, de nuevo se sentó en

la orilla de la cama y Anastasia entendió que su hija no estaba muy bien emocionalmente.

—Dime que pasó —le dijo en un tono de voz tan tierno y maternal que sintió las lágrimas

picándole los ojos.

—Que les mentí —confesó Jeanne. Estiró su mano por la cama y tomó una de las

almohadas para apretarla contra su pecho.

—¿A quiénes?

—A ustedes y a todos —suspiró—. ¿Podemos salir a dar una vuelta mientras hablamos?

Anastasia le sonrió a su hija y asintió.

Caminaron por la calle unos minutos mientras Jeanne le contaba sobre todo en relación a

Matt, le contó que nunca fueron novios que sólo mintieron, le contó cómo es que se fue

enamorando de él y el hecho de que Brenda también lo sabía. Todo, absolutamente todo.

Anastasia escuchó atentamente sin decirle nada, su vista permaneció todo el tiempo hacia el

frente observando la calle iluminada por las lámparas del lugar. Cuando Jeanne terminó de

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hablar ya estaban de vuelta en su casa, caminaron hasta el patio trasero y se sentaron sobre el

césped medio húmedo.

—Me parece casi imposible creer que ustedes no se gustaban —dijo finalmente

Anastasia—. Parecían tan enamorados desde el primer momento en que los vimos juntos.

—Creo que en el tiempo que pasábamos juntos nos fuimos gustando y eso —se encogió de

hombros y lanzó un suspiró que ni ella misma entendía, lo único que entendía era lo que sentía

aunque aun no estuviera en orden—. Creí que ya no lo quería —dijo finalmente—, creí que lo

había olvidado y que la próxima vez que nos encontráramos podría sonreírle sinceramente sin

fingir o volver al pasado. Pero sólo sé que cuando lo vi me di cuenta de que nada había

cambiado, sin embargo, quiero tanto a Kris que me siento tan mal. Sólo una estúpida estaría tan

confundida como yo.

—Como tu madre puedo decirte que es normal que estés tan confundida, estás debatiéndote

entre ambas personas que han sido importantes en tu vida. Matt fue tu primer amor y Kris es tu

amor ahora en la madurez. Sabes —se aclaró la garganta y prosiguió—, que Kris es un hombre

mayor para ti, eso es lo que siempre he pensado, nunca he confiado lo suficiente en él para que te

cuide…

—Él es muy dulce…

—… pero siempre he confiado en ti y tu maravillosa elección en las personas a las que

deseas abrirle tu corazón. También confió en que tomarás la elección correcta, pero te advierto

que no será fácil, hija, podrás salir lastimada o lastimar a alguien, y no se podrá evitar. Mi

consejo podría ser que te alejes de ambos, tanto de Matt como de Kris y que aclares tus ideas

antes de que los daños puedan ser mayores.

—¿Y con alejarme te refieres a…?

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—ALEJARTE.

—Gracias, mamá —Anastasia le sonrió y se puso de pie—, sigo sin entender a que te

refieres con “alejarme”.

—Termina con ambos.

—Sólo estoy saliendo con Kris, no con Matt, por si no lo recuerdas.

—Me refiero a que termines con ambos de manera sentimental, toma unas cortas

vacaciones alejada de esos dos chicos y cuando vuelvas tendrás la mente en calma para saber qué

decisión tomar. O a qué chico tomar —le guiñó el ojo y se dio media vuelta para entrar a la

casa—. Tengo que preparar la cena, pero espero haber sido de ayuda.

Jeanne le sonrió y asintió.

—Gracias, mamá.

Se quedó sola en el patio observando la noche.

Correcto, estaba más que claro que no podía tomar unas vacaciones en ese momento ya que

se encontraba en la universidad pero faltaba poco para las vacaciones de 5 días que ofrecía la

universidad así que tenía una semana para pensar a donde se iría de vacaciones.

Mientras hacía sus planes sintió a alguien detrás de ella.

Brenda se sentó a su lado y le sonrió.

—¿Qué pasó con Matt? —preguntó la castaña menor con un grande sonrisa en su rostro. Le

encantaba la idea de que su hermana mayor volviera con Matt.

—Nada, hablamos muy poco y luego se marchó. Así que cualquier cosa que tu retorcida

mente haya imaginado no pasó —Jeanne sonrió burlona hacia su hermana que ponía los ojos en

blanco en ese mismo momento.

—Bien, pues mi retorcida mente piensa que debes fingir ser novia de Matt nuevamente…

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—No empecemos con esto… he hablado con mamá y ahora sé que hacer.

—Hay no puede ser. Sin ofender, pero mamá da los peores consejos, siempre dice que

debemos aflojar y pensar, y déjame decirte que tú no tienes nada que pensar.

—Claro que tengo que detenerme a pensar en lo que voy a hacer. Sería bueno que

escucharas de vez en cuando, Brenda, eres muy inteligente pero el no escuchar le resta puntos a

tu inteligencia.

—Ahora tú escúchame, hermana —dijo Brenda poniéndose seria, su mirada se fijó hacia la

nada frente a ella y empezó a hablar—. No te hagas la idiota, no hay nada que pensar, tu sabes

que quieres estar con Kris porque él te ama y no te haría daño, si tu le dices a Kris que salte 5

metros él saltará 15 metros con tal de hacerte feliz, sabes que es verdad, que él no te lastimaría,

lo tienes tan seguro para ti que no lo quieres dejar ir aunque sabes que no lo querrás de la manera

correcta —Jeanne intentó hablar pero las palabras habían escapado de su boca así que su

hermana prosiguió sin voltear a verla—. Y con Matt es diferente, no sabes cuánto tiempo estará

junto a ti, tal vez hoy te diga que te ama pero mañana deberá marcharse por trabajo y tu no le

detendrás ni nada, porque lo amas y quieres lo mejor para él. Aunque él no te quiera lastimar lo

hará. Es por eso que no quieres salir con Matt de nuevo aunque tienes más que claro que lo amas

de la manera en que deberías querer a Kris. Es confuso tratar de explicarte algo que tú deberías

saber pero que te esfuerzas en ignorar.

»Sabes que Kris no es mi persona favorita en el mundo pero no te atrevas a lastimarlo de

una manera sentimental, él es un hombre que parece tener una herida muy grande apenas

sanando y sí lo usas de alguna manera y él se entera lo dañarás tan profundo que tal vez ya no

tenga cura.

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Brenda guardó silencio mientras recordaba el rostro de Kris al abrazar a Jeanne. Él la

amaba más que a nada.

—Sé que lo último que quieres es lastimarlo…s, así que decide pronto. Matt o Kris o

ninguno.

Jeanne contempló fijamente a su hermana menor y se mordió el labio inferior, ciertamente

es que todo lo que le había dicho le había revuelto la cabeza y ya lo sabía. Pero ¿Cómo elegir

entre dos personas que quería? Estúpida, estúpida, quería darse de golpes en la pared, tal vez de

esa manera su mente se aclararía.

Habían pasado dos semanas desde la plática que Jeanne y Brenda habían tenido en el patio

trasero de la casa. Había salido junto a Micah un par de días a una cabaña que tenía su amiga en

las afueras de la ciudad, charlaron, se contaron secretos y casi todo un día se concentró el

problema de confusión de Jeanne con aquellos dos perfectos chicos que querían tener su corazón.

Al final Jeanne había preferido hablar con Kris, dejar en claro sus sentimientos, si después de esa

plática que tuvieran seguían como pareja entonces estarían bien.

Jeanne estaba sentada en el sillón de la sala cuando escuchó que alguien llamaba a la

puerta, tenía un libro sobre su regazo y un café en su mano izquierda por lo que tardó en acudir a

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la puerta, cuando llegó y la abrió vio a su novio envuelto en una chamarra negra de cuero de

imitación.

—Terminemos —dijo Kris.

Ahora era su ex-novio envuelto en una chamarra negra de cuero de imitación.

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¿Puedes ser un amigo?

Brenda salió de entre los arbustos sacudiéndose la nieve que tenía sobre su abrigo de lana,

acomodó su vestimenta y por último su pequeño bolso café en el que guardaba su arma secreta.

Levantó la mirada para observar el lugar, no había llegado Matt, por suerte. Caminó hasta

una de las bancas de metal que con el clima que hacía esa mañana parecerían bloques de hielo

debajo de su trasero, pero lo pensó dos veces y decidió no sentarse y esperar de pie.

Vio su reloj morado que marcaba las 8:34 de la mañana y zapateó contra el suelo y la

delgada capa de nieve del lugar. Matt estaba retrasado, sí, ella también había llegado tarde pero

los hombres siempre debían llegar antes que las mujeres, era una regla casi sagrada. Esperó dos

minutos más, ella no era una chica paciente a diferencia de su hermana mayor. Recordar el rostro

de Jeanne de esa misma mañana le provocó un grande nudo en su garganta, pero debía admitir

que no odiaba a Kris por lo que le había dicho a su hermana mayor, sólo se estaba protegiendo y

ayudando a Jeanne a tomar una decisión más fácil.

Kris era un buen chico, ella lo sabía perfectamente, lo único malo de él era su apariencia de

matón, de ahí en más hasta ella se hubiera sentido feliz por tener a un chico como él. Había

cambiado su motocicleta por un auto sólo para llevar a su hermana a la universidad de una forma

más segura. ¿Quién no quisiera a un chico como él? Ella quería uno, incluso Ely, la chica rubia

que acompañaba a Matt en el restaurante, parecía querer un chico como Kris o a él más

exactamente.

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Recordó las semanas pasadas cuando tuvieron que despistar a los paparazzi unos minutos y

después llegaron al restaurante, los 4 adultos que la rodeaban parecían nerviosos y tensos, nadie

sabía que decir y si ella no hubiera estado ahí probablemente no habrían dicho nada en toda la

mañana. Brenda también podía ser considerada como una adulta ya que hacía una semana de su

cumpleaños número 18 sin embargo seguía teniendo una cara aniñada que la mayoría del tiempo

la hacía ver como una niña de 15 o 16 años, lo cual no le gustaba.

Recordó las sonrisas ocasionales y tímidas que se lanzaban Matt y su hermana y se dio

cuenta en ese momento lo mucho que se querían, y lo confundida que su hermana estaba con

respecto a ambos chicos, ambos merecían a una chica como Jeanne pero sólo uno iba a lograr

conquistarla completamente.

—¿Brenda? —dijo Matt detrás de ella arrancándola de sus pensamientos.

La castaña se dio la vuelta y vio a uno de sus modelos favoritos, iba con el cabello húmedo

y una chaqueta negra parecida a las que Kris solía utilizar cuando conducía su motocicleta, unos

pantalones de mezclilla colgaban de sus caderas y unas botas negras complementaban su

vestimenta, se veían tan sexy que consideró el hecho de que su hermana volviera con Kris y ella

se quedara con Matt, después de todo la edad eran sólo tres años de diferencia… nah, a ella no le

atraían los modelos más que para sacar dinero de ellos y sus fotografías…

—Sí, soy yo tonto —le dijo saltando a sus brazos para alcanzar a besarle la mejilla.

Matt sonrió ante la actitud de Brenda y le besó la parte superior de su cabeza, como lo

habría hecho con alguna de sus hermanas menores, si hubiera tenido una.

—¿Por qué querías que nos viéramos? —le preguntó el modelo pasando su brazo por los

hombros de su segunda castaña favorita.

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Brenda se mordió el labio inferior ¿Debía decirle o esperar a su hermana a que le dijera por

ella misma?

—Sólo quería, no sé, verte, hablar, la última vez que hablamos bien dejaste a mi hermana

lloran… —se detuvo en seco, no había necesidad que recordarle como había terminado Jeanne

después de su partida.

La pobre Jeanne había estado deprimida durante un par de semanas, tuvo que ser arrastrada

por sus amigas de fiesta en fiesta hasta que lentamente su corazón se empezó a curar y después

gracias a las llamadas y mensajes que Matt le enviaba volvió a ser la misma hermana feliz y rara

que tenía y quería.

—No sabes cuánto lo siento —dijo el modelo lanzando un suspiro cansado—. Lo último

que quería era lastimarla de esa manera, nunca creí que Jeanne lloraría... Ella era siempre tan

fuerte y yo tan débil que…

—Me ha quedado claro —le interrumpió Brenda ya que no estaba dispuesta a escuchar

como Matt se lamentaba—. Lo único que sé es que ambos tomaron aquella decisión de hace tres

años y cualquier cosa que haya pasado desde entonces, en lo que a ustedes se refiere, es culpa de

ambos, no de uno solo.

Brenda se estaba cansando, tener que aconsejar a dos adultos de 21 años en lugar de que

ellos la aconsejaran a ella que estaba en plena etapa de madurez, todo esa palabrería la tenía

definitivamente agotada, nunca había tenido que pensar tanto, ni siquiera en la escuela.

Matt y Brenda caminaron durante unos minutos en el parque en completo silencio, cada

uno sumergido en sus propios pensamientos.

Habían pasado demasiado tiempo caminando y mientras Matt desviaba su mirada notó el

bolso café de la pequeña castaña, era el mismo bolso que llevaba semanas atrás, y juraba que su

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contenido era el mismo. Aquel día cuando habían estado en el restaurante logró ver un brillo

saliendo del bolso de Brenda, un brillo que él conocía perfectamente.

—Brenda —dijo Matt de pronto con voz seria—. ¿De dónde has sacado esa cámara?

La chica se congeló en ese instante, fueron apenas unos segundos para después voltear

totalmente calmada hacia el modelo.

—¿Qué cámara?

—Esa que tienes en tu bolso. Es una cámara fotográfica profesional que sólo los ricos

fotógrafos pueden conseguir debido a su alto precio —sus miradas se clavaron y ninguno tenía

pensado rendirse—. También los paparazzi las tienen y pueden darse el lujo de comprarlas

gracias a las grandes cantidades de dinero que ganan sacando fotografías comprometedoras de

famosos —Brenda tragó pero no apartó su vista de los ojos del modelo—. Dime ¿Cómo sabías

que había paparazzi merodeando por estos alrededores aquel día?

—Sé cosas, Matt —le contestó la castaña—. Me gusta estar viendo los lugares en donde

estoy, también, creo mucho en mi intuición.

—¿Tú intuición te dijo en donde estaban los paparazzi?

—Mi intuición me ha dicho muchas cosas en estos días —Brenda sonaba tan confiada que

Matt estaba empezando a dudar de sus sospechas.

Ella era tan parecida a Jeanne, no sólo físicamente sino también en carácter, ambas

desbordaban confianza de sus cuerpos y sus ojos reclamaban desafío a la primera conexión, sin

embargo no podían ser más diferentes en gustos y pensamientos.

—Eres una paparazzi. No lo niegues —la retó con la mirada.

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—Kris terminó con mi hermana —soltó Brenda, intentó cambiar de tema rápidamente pero

no se dio cuenta de cuál tema había tomado como ruta de escape hasta que vio la expresión en el

rostro de Matt. Se arrepintió de haberlo dicho.

—¿Bromeas? —Dijo el modelo, molesto, ella había pensado que cuando se lo dijera o se

enterara sería feliz ya que al fin podría ir detrás de Jeanne sin ningún problema pero la felicidad

estaba demasiado lejos en su rostro—. Dime que es una mala broma, Brenda.

—No lo es —se tuvo que aclarar la garganta—. Esta mañana Kris apareció en la puerta y le

dijo a mi hermana que debían terminar —suspiró y cerró sus ojos sólo para recordar el rostro de

confusión de su hermana—. No alcancé a escuchar toda la conversación pero cuando Kris se

marchó se despidió de ella con un beso en la frente y el rostro bajo. Después mi hermana se sentó

en el sillón y me dijo que me marchara cuando intenté hacerle plática. No sé qué tan mal esté.

Matt apretó sus manos en puños usando toda su fuerza. Se sentía furioso.

—Puedes ir con ella. No para aprovecharte de la oportunidad… sino para mostrarle que

puede contar contigo como un amigo —dijo Brenda intentando usar el mejor tacto posible en sus

palabras.

¿Y decirle, qué? No sabía que le podía decir a la mujer que amaba cuando su corazón

estaba roto… no podía ir.

—No te acobardes —volteó a ver a Brenda que parecía leerle el pensamiento—.

Demuéstrale que puedes ser su amigo, que te puede necesitar y no sólo como un novio sino

también como amigo. Toda mujer necesita un amigo que sea capaz de abrirle los brazos cuando

le sea necesario. Te lo pido de favor ¿Puedes ser un amigo para mi hermana? Sólo por hoy.

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Matt negó y se empezó a alejar de Brenda, era un cobarde pero no podía ir con Jeanne en

ese momento, ni siquiera él entendía la razón pero sabía que no podía ir con ella. Necesitaba

pensar.

—Lo siento. No puedo ser su amigo —y se marchó.

Brenda tenía su cabeza revuelta cuando entró a su casa por la puerta trasera, pasaban de las

5 de la tarde.

Mientras había estado rondando fuera de aquel hotel de lujo en donde se estaba hospedando

aquel grupo asiático juvenil de moda de música Pop no se había podido concentrar, había tomado

unas cuantas fotos pero no habían salido nada bien, una había salido muy borrosa y la otra sólo

se veían dos cuerpos juntos pero parecía que no tenían cabeza, las demás fotos no eran mejores y

con esas miserias que tenía no podía venderlas.

Hubiera sido mejor decirle a Matt que era paparazzi a decirle que Kris había terminado con

Jeanne. El rostro de furia y dolor del modelo la había hecho sentir tan mal que no se pudo

concentrar en todo el día para hacer su trabajo.

Jeanne se sentía fuera de lugar en aquel antro al que había accedido a ir junto a Micah, una

de sus mejores amigas y Jessica una de sus más recientes amigas de la universidad.

Habían ido a su casa ya vestidas pero cuando vieron su rostro pálido y triste la obligaron a

levantarse del sofá y acompañarlas. No les había dicho la verdadera razón de su “tristeza”, les

había mentido diciéndoles que había discutido con Brenda, a la cual no había visto desde el día

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anterior, si les hubiera dicho que hacía una semana que Kris había terminado con ella habrían ido

con el pobre darle una probada del poder femenino y aun quería a Kris como para dejarle la furia

de sus amigas.

Habían ido a un antro muy famoso entre los universitarios, en donde todos tenían el mismo

propósito en común, “ligar”. Micah ya había sido invitada a bailar por un chico bastante

agradable que había estado conversando con las tres durante varios minutos. Jessica y ella aun

seguían en la mesa bebiendo, Jeanne una coca-cola y su amiga una bebida preparada que olía

demasiado a alcohol.

Estar ahí era lo suficientemente incomodo y lo fue aún más cuando un muchacho empezó a

caminar hacia su mesa, Jeanne intentó fingir que no lo había visto acercarse a ellas y dio un trago

a su coca-cola. Cuando levantó la mirada el chico se desviaba hasta Jessica y pronto empezó a

usar alguna técnica de coqueteo porque en un par de minutos ambos se marcharon dejándola a

ella completamente sola en la mesa.

Eso era todo, se marchaba, ya no tenía por qué estar ahí cuando sus amigas habían

desaparecido y sólo estaba ella con una lata de coca-cola, además la música le estaba provocando

un dolor de cabeza que no estaba dispuesta a soportar.

Se levantó de la mesa y empezó a caminar entre la multitud de universitarios para encontrar

la salida.

Quería llegar a su casa y sentarse en el sofá a ver una película de comedia romántica y

deprimirse como toda mujer debía hacer cuando terminaban con ella, quería sentirse triste, toda

una semana había intentado sentirse triste pero lo único que consiguió fue sentirse confundida y

mal por no estar triste. Era una estupidez.

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Mientras pensaba en qué hacer para sentirse triste cuando llegara a su casa dobló en una

esquina y chocó con el pecho de algún chico y al levantar la mirada se quedó congelada.

Era Matt.

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¿No me quieres?

Matt necesitaba aclarar su mente y mientras vagaba por la ciudad decidió entrar a un antro

que se encontraba a unas cuadras de la universidad, tan sólo iba entrando cuando sintió a una

personita chocando contra él, iba a gritarle que se fijara por donde iba pero al ver a su amada

castaña frente a él las palabras se desvanecieron de su mente.

Los ojos de Jeanne brillaban de confusión y él sintió como el aire se escapaba de sus

pulmones. Lo tenía muy claro ahora, no podía ser su amigo, jamás podría verla como su amiga,

la amaba demasiado para verla de esa manera. No se podía mentir, ni podía mentirle a ella.

—Te… —aclaró su garganta—. ¿Te lastimé? —preguntó sin ocultar un tono preocupado

en su voz.

La voz de Jeanne se perdió cuando se vio reflejada en los ojos de Matt, abrió su boca pero

no salió nada y se vio obligada a contestarle negando con su cabeza. De pronto sintió como sus

ojos se llenaban de lágrimas e inclinó su cabeza para que Matt no la viera. ¿Por qué justamente

frente a él era cuando se empezaba a sentir triste?

Los hombros de la castaña se sacudieron levemente y el modelo sabía que no tenía que

decir nada así que sólo la atrajo hacia él estrechándola en sus fuertes brazos. Sabía que estaba

triste por su ruptura con Kris y aunque no podía actuar como un amigo para ayudarla iba a actuar

como el hombre que la amaba.

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Jeanne y Matt estaban sentados sobre el cofre y sus espaldas estaban recargadas en el

parabrisas del auto amarillo, que se notaba desde una muy larga distancia, mientras observaban

en silencio el cielo sin estrellas. La noche estaba helada y la castaña tan sólo llevaba unos jeans,

unas botas que le llegaban casi hasta la rodilla, una blusa negra con tirantes gruesos y sobre esta

usaba una blusa blanca tejida con caída de manga larga. Matt iba más cómodo con unos

pantalones de mezclilla, unas botas negras y una chaqueta que le recordaba un poco a Kris…

No habían hablado desde que salieron del antro, sin embargo no se fueron de ahí, seguían

en el estacionamiento. De vez en cuando llegaban grupos de universitarios haciendo escándalo

pero no les prestaban atención.

Jeanne notó que Matt ni siquiera había intentado esconder su rostro detrás de unas gafas o

cambiando su estilo de vestimenta, iba como Matthew Smit el modelo más famoso y guapo y no

como Matt Montés, el chico que ella quería.

—¿Por qué estás aquí? —preguntó la muchacha después de un largo tiempo en silencio.

—Pensaba en ti —le contestó sin apartar su mirada del cielo y lanzó un suspiro cansado—.

Quería ir a verte pero no sabía que se suponía que tenía que decirte, quería aclarar mi mente y

llegué aquí —de nuevo se quedaron en silencio—. ¿Y tú que hacías ahí?

—Micah y Jessica me trajeron aquí a la fuerza pero ambas se hicieron rápidamente de

compañías con completos desconocidos y ya que yo no quería estar ahí decidí salir —quería

verte, quiso decirle pero se mantuvo callada—. Kris terminó conmigo, Matt —confesó

finalmente y volvió su cabeza a él que ya la estaba mirando—. Quise sentirme triste por eso pero

no fue así, sé que suena estúpido pero me siento confundida por mi reacción.

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—Hay personas que reaccionan así…

—¿Cómo efecto retardado? —preguntó la castaña y empezaba a dibujar una sonrisa en su

rostro.

—Algo así —se incorporó quedando completamente sentado en el cofre del auto y juntó

sus manos—. Cambiando de tema. ¿Qué te parece si entramos un rato para divertirnos?

Jeanne se incorporó también y dudo unos segundos, ella realmente no estaba acostumbrada

a ese tipo de ambiente pero iba a estar con Matt así que ¿Por qué no?

—Sólo si me prometes que no te vas a ir con la primera chica con curvas y semidesnuda

que se te ponga enfrente —bromeó y el modelo soltó una sonora carcajada. Le tomó la mano y le

dio un beso sobre los nudillos.

—Te lo prometo.

Ambos bajaron del auto y caminaron de nuevo hasta el lugar lleno de música, chicos y

chicas ebrias que pronto necesitarían una habitación, olor a cigarrillos y cosas que no valía la

pena ver. Siguieron caminando hacia el interior que definitivamente ya estaba más lleno que

antes de que ambos salieran. Una pareja de jóvenes salió apresurada golpeando ligeramente a

Jeanne en el hombro haciéndola tropezar hacia atrás y hubiera caído de no ser porque Matt la

pudo sostener a tiempo del brazo.

La tomó de la mano para evitar que se separaran.

—No te alejes de mí —le habló sobre la fuerte música.

Cuando lograron llegar hasta la barra de bebidas la garganta de Jeanne ya estaba seca por lo

que no se negó cuando Matt le ofreció una bebida. Le dio un sorbo al vaso de cristal que tenía

más hielo que bebida y sintió el liquido frio pasar por su garganta, tenía un dulce sabor a mango.

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—¿Qué es esto? —le preguntó a Matt hablándole cerca del oído para que lograra

escucharla.

El modelo le sonrió y acercó su boca hasta su oído.

—Es soda italiana de mango, la tuya la pedí sin alcohol, sé que no te gusta —se apartó de

su oído y le sonrió mientras le daba un trago a su bebida.

Ambos estaban sentados en unas sillas altas junto a la barra disfrutando de sus bebidas, y

como si se hubieran puesto de acuerdo dejaron sus vasos sobre la barra a medio terminar.

Intentar hablar dentro con la música y gritos era casi imposible así que sólo se veían y sonreían

mientras esperaban a que la pista de baile se despejara un poco.

Una pareja se sentó justo a un lado de Jeanne y pidió la misma bebida, sin darse cuenta los

vasos se mezclaron en la barra y cuando la castaña volvió a tomar su vaso bebió el equivocado,

uno que contenía el doble de alcohol a comparación de el de Matt y aunque notó un sabor más

fuerte lo ignoró, terminó su bebida casi de un trago y volvió a pedir otro. Se levantó de su silla

para estirar sus piernas y mover en círculos su cabeza ya que la estaba empezando a sentir un

poco pesada.

Matt la imitó poniéndose de pie, se acercó a ella y simplemente unieron sus labios. Sí él se

hubiera detenido a degustar el sabor de su boca hubiera notado que sabía alcohol pero estaba tan

hambriento de sus besos que lo único que pudo notar fue como sus labios encajaban

perfectamente.

Se separaron después de unos minutos y se sonrieron. Jeanne se sentía un poco aturdida

pero le echó la culpa a la música y volvió a tomar de su bebida hasta que la terminó. La pista se

empezó a vaciar y la castaña tomó la mano de Matt para bajar, buscaron un lugar para tener

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libertad de moverse y siguieron la música que parecía ser una mezcla de electrónica y algún hit

del momento.

Los movimientos de Jeanne eran todo lo que Matt no se esperaba de ella, eran sensuales,

llamativos, provocativos y le gustaban.

La muchacha levantó las manos moviéndolas al ritmo de la música, su blusa se levantó

dejando su vientre desnudo por encima del ombligo y se dio media vuelta para quedar de

espaldas a Matt quien se encargó de acercarse a ella, colocó ambas manos sobre la piel desnuda

de la castaña y escondió su rostro entre la curva de su cuello y su cabello. La amaba tanto. Le dio

un par de besos en su sensible zona del cuello y rozó su lengua degustando el sabor de su piel,

durazno, como la recordaba.

Una suave mordida.

Un delicado gemido femenino.

No podía resistirse más, la giró sobre sus talones y aprisionó su boca en un fuerte y

profundo beso, con una mano le acariciaba la espalda y con la otra sujetaba la parte trasera de su

cabeza para acercarla más a él y profundizar el beso. No recordaba el momento en que sus

lenguas habían empezado una guerra a muerte pero ahí estaban acariciándose con urgencia,

pidiendo más y más.

Y entonces notó algo raro, un sabor fuerte. Deshizo el beso con toda su fuerza de voluntad

y acercó su rostro al sonrojado rostro de Jeanne y olió su aliento. Como lo pensaba. Estaba ebria.

Unió su frente a la de ella y aspiró su aliento de nuevo ¿De dónde había bebido alcohol?

—¿Matt? —preguntó Jeanne en forma casi inocente, sus ojos brillaban y su ceño estaba

fruncido ligeramente. Se acercó de nuevo a sus labios pero él se echó para atrás—. ¿No me

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quieres? —preguntó y su labio inferior empezó a temblar, lo aprisionó entre sus dientes

fuertemente tornándolo de un rojo intenso y deseable.

—Sí, sí te quiero —le dijo rozando sus labios sobre su sien—. Ven, vámonos.

La tomó de la mano y la condujo por la pista cuidando que no se lastimara.

Cuando lograron salir Jeanne detuvo a Matt y lo abrazó con todas las fuerzas que su estado

de ebriedad le permitía. Escondió su rostro en el pecho del modelo y le susurró:

—Quiero quedarme contigo. Por favor.

¿Qué se suponía significaba eso?

Él la abrazó y después la sostuvo en sus brazos para poder llevarla hasta el auto.

—¿Por qué estamos aquí? —le preguntó Kris a la castaña que estaba a su lado.

Brenda le sonrió y lo tomó de la mano para entrar al antro que estaba cerca de la

universidad, la entrada estaba abarrotada de universitarios y era difícil entrar entre tantos cuerpos

juntos pero de alguna manera lo lograron. Brenda recordó la última vez que había estado ahí,

definitivamente no iba a volver a beber nada de ahí, siempre buscaban una forma de embriagar a

las personas.

Caminaron hasta llegar al segundo piso del antro en donde había un poco menos de

personas y se sentaron en una de las mesas para dos que estaban junto a la barandilla de

seguridad con tubos de colores que brillaban con la luz del lugar.

—¿Me contestarás? —la castaña levantó las cejas en señal de confusión y Kris se vio

obligado a hacerle la misma pregunta—. ¿Por qué estamos aquí?

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—Ahh —se encogió de hombros—. Pensé que querías salir a despejarte un poco.

—¿Y tú precisamente…?

—Escucha —suspiró—. Sé que terminaste con mi hermana y has comenzado a agradarme

así que pensé que sería bueno que salieras a distraerte un poco —Kris levantó una ceja—. No me

agradas porque hayas terminado con mi hermana, si eso es lo que estás pensando, me agradas por

las cosas que hiciste por ella, yo no lo sabía, nunca noté las buenas cosas que hacías por mi

hermana y por eso te estoy agradecida. Yo amo a mi hermana y lo único que quiero es verla

feliz. Soy una hermana muy celosa y creo que tenía celos de ti.

—¿Alguna vez tuviste celos de Matt? —le preguntó formando una pequeña sonrisa.

—Como no tienes idea —le confesó—. Sentí que odiaba a Matt cuando estaba con mi

hermana. En realidad hubo un tiempo que no los soporté en absoluto.

Ambos rieron. Kris se puso de pie y Brenda lo imitó, se acomodó a su lado recargando sus

codos sobre la barandilla.

—Me disculpo por cómo te traté y entenderé si no quieres aceptar mis disculpas…

—Las acepto —la interrumpió—. Tengo 25 años, Brenda, soy lo bastante maduro para

aceptar tus disculpas al saber cuáles fueron tus razones por no quererme cerca de tu hermana —

colocó la palma de su mano sobre su cabeza y la despeinó ligeramente, Brenda frunció el ceño.

—No me despeines, no soy una niña, tengo 18 años, por si no lo recuerdas —Kris le sonrió

y una fuerza extraña tiró de los labios de ella—. ¿Te puedo hacer una pregunta? —el moreno

asintió sin despegar su mirada de la castaña—. ¿Por qué terminaste con mi hermana?

Él suspiró y se recargó de espaldas en la barandilla.

—Entendí al instante que ella no era para mí. Jeanne nunca me vio como lo hizo con Matt.

Amo a tu hermana y probablemente tardaré un poco en reponerme pero no me quedaré con

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alguien que no me pertenecerá nunca completamente. Tal vez suene posesivo pero quiero una

mujer que me pertenezca —se encogió de hombros y rió—. No sé porque le cuento esto a una

niña.

—Tengo 18 años —le recordó—. Y te agradezco que te abras de esa manera a mí. No creo

que seas posesivo, creo que todos queremos estar algún día con una persona que nos pertenezca,

que nos vea con amor —sonrió a la nada—. Y te apoyo. Y sé que encontrarás a la persona

indicada.

—Tú también —ambos mantuvieron sus miradas conectadas y el único momento en que

dejaron de verse fue para unir sus labios.

¿Por qué la había llevado a su casa? Se preguntó Matt mientras ayudaba a Jeanne a entrar a

la sala principal de su casa.

La dejó sentada en el sillón y se apresuró a cerrar la puerta. Mientras se quitaba la chaqueta

volvió a ella y la vio sentada en el sillón abrazando sus piernas y escondiendo su rostro entre

ellas, Matt sin saber muy bien que decir se acercó a ella y le acarició el cabello, era la primera

vez que tenía que lidiar con una mujer ebria, una que le importaba, desde luego.

—¿Por qué no me quieres besar? —dijo Jeanne con sus ojos brillosos por las lágrimas.

—¿Piensas que no te quiero besar? —le preguntó Matt olvidando por un momento que

estaba ebria—. No tienes ni idea de lo que quiero hacer contigo.

—Entonces no te alejes de mí —y recordó que estaba ebria de nuevo. Pasó sus manos por

su rostro y se sentó a su lado en el sillón.

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—Jeanne, estás ebria, tu mente no está consciente en este momento. Hay dos cosas que

probablemente pasen mañana, una que no recuerdes nada y termines con un fuerte dolor de

cabeza o dos que recuerdes todo y termines avergonzándote de lo que estás diciendo.

—Yo nunca me avergonzaría de lo que te diga a ti, si se trata de ti entonces está bien.

Matt la vio de reojo, no sabía que tan ebria estaba, desde luego una bebida preparada como

esa no contenía tanto alcohol pero Jeanne no estaba acostumbrada a beber así que lo más mínimo

le podía afectar bastante.

—Por favor, bésame —le suplicó y se acercó a él para besarlo torpemente.

Matt no estaba bien acomodado y calló de espalda sobre el sillón teniendo a Jeanne sobre él

intentando besarlo como se habían besado en el antro. No se resistió, y la empezó a besar con

fuerza.

Querían más, necesitaban más y ambos estaban perdiendo sus sentidos.

Jeanne apartó sus labios de los de Matt y bajó por su mandíbula para darle una pequeña

mordida en ese lugar, siguió con besos hasta llegar a su hombro que mordió sobre la tela de la

camiseta. Él acarició su espalda por debajo de la blusa sintiendo su piel erizarse bajo su tacto y

sintió como soltaba el aire en su oído.

—Vamos a mi habitación —dijo incorporándose del sillón y sosteniéndola en sus brazos.

De esa manera llegaron hasta la habitación de Matt.

Cayeron sobre la enorme cama, ninguno de los dos llevaba puestas sus botas y la camiseta

de Matt había desaparecido también. Sus bocas estaban fusionadas en un profundo beso y sólo se

separaron cuando el modelo le quitó la blusa tejida que llevaba puesta sobre la blusa de tirantes.

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Matt estaba sobre Jeanne acariciando su cuerpo sobre la delgada blusa, su mano empezó a

descender hasta llegar al botón de sus jeans, lo desabrochó sin dificultad y lentamente bajó el

cierre del pantalón, ella se encargó de empezar a bajar sus jeans y Matt los terminó de sacar de

sus piernas.

Acarició sus esbeltas y suaves piernas provocando que lanzara un dulce gemido. Jeanne

acarició su bien esculpido torso y siguió su recorrido hasta llegar al botón de sus pantalones, lo

desabrochó fácilmente y cuando Matt sintió como intentaba bajar el cierre de su pantalón

reaccionó.

¿Qué rayos le pasaba?

Jeanne estaba ebria y seguramente no se lo perdonaría si llegaban a tener sexo cuando ella

no estaba consciente.

Apartó sus labios de los hinchados y rojos labios de ella y se sentó en la cama para

recuperar el aire perdido, quería darse de topes contra la pared pero se tranquilizó.

—¿Matt? —volvió a preguntar con ese tono de preocupación—. ¿Qué te pasa?

—Nada, linda. Ven aquí —le dijo extendiéndole los brazos. Jeanne rápidamente fue a su

encuentro y se dejó acurrucar entre los brazos de su chico favorito—. Mañana te besaré mucho.

Ella asintió.

Después de casi media hora ambos se recostaron en la cama con las ropas que tenían, se

abrazaron y Jeanne fue la primera en caer dormida, Matt la observó dormir y la besó un par de

veces antes de atraerla más a sus brazos y quedarse dormido junto a ella.

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¿Algo más?

El timbre del celular de Brenda hizo eco por su habitación obligándola a despertarse,

levantó su cabeza de la almohada sólo para divisar la hora del reloj que colgaba en su pared,

gimió al ver la hora. ¿Qué clase de loco le llamaba a las 6:34 a.m.?

Buscó el celular en el mueble junto a su cama y con un ojo abierto vio la pantallita del

celular, su hermana era esa loca que la llamaba a las 6:34 de la mañana. Lanzó un suspiro y

después contestó el celular.

—Que tu estés loca no significa que todos lo estemos y que puedas llamarme a esta hora —

le reclamó.

—Amm ¿Brenda? —dijo una voz masculina por el otro lado del teléfono que enseguida

reconoció.

La castaña se sentó con velocidad en la cama y le prestó toda su atención a la llamada.

—Sí, soy yo —de pronto el sueño de le había escapado, estaba más despierta que nunca,

como si hubiese bebido una bebida energética y estuviera en pleno efecto.

—Hola, buenos días. Soy Matt —dijo la voz del otro lado del celular.

¿Por qué Matt tenía el teléfono de su hermana?

—Sí, buenos días —dijo casi en tono de pregunta—. Amm, supongo que me dirás porque

tienes el celular de mi hermana.

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—Sí… verás —Matt dudó y observó a la castaña que dormía a su lado tan pacíficamente

que le daba ganas de volver a acurrucarse a su lado—. Ayer nos encontramos en el antro que está

por la universidad y como era muy noche cuando salimos la traje a mi casa. Aquí esta —

dormida, dijo para él.

Brenda tomó aire y observó su habitación vacía. ¡Era verdad! No había rastro de Jeanne. Le

sonrió a la habitación, se sentía tan feliz que casi daba de saltos.

—Está bien, pero si mis padres preguntan por ella no tengo idea de que decirles, sé mentir

para mí pero no para la santurrona de mi hermana.

—Diles que está en casa de alguna amiga. Cuando…—despierte—. Yo la llevaré a su casa.

—Sí, claro, les diré que está en casa de su amiga Matt…ilda, así es, en casa de Matilda —

soltó una carcajada que aturdió a Matt.

—¿En serio? ¿Matilda?

—Es gracioso, no lo niegues. Tu nombre tiene una forma femenina de…

—Tengo que colgarte…

Y la llamada se cortó. Brenda bajó de la cama de un salto, estaba vestida con una camiseta

que le quedaba sobre las rodillas, sus pies estaban descalzos y pisaba la fría madera del suelo,

empezó a caminar hacia el primer piso ya que su boca necesitaba agua. Cuando llegó a la sala

escuchó unos suaves golpes en la puerta, frunció el ceño, peinó su cabello con sus manos y abrió

la puerta.

Kris estaba de pie en la entrada, cuando su mirada bajó hasta Brenda, le sonrió.

—¿Por qué estás vestida así? —le preguntó mientras la castaña mantenía en su rostro una

traviesa sonrisa.

—Esta es mi pijama. Y en verano —jaló el cuello de su camisa—, duermo sin ella.

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Kris negó con la cabeza e intentó mantener oculta una sonrisa. Levantó la vista para ver el

interior de la casa en busca de alguien, Jeanne, para ser más preciso.

Brenda notó la mirada perdida del moreno y le habló.

—Jeanne no está…

—Lo sé, creo que está con Matt —la castaña buscó alguna pisca de enojo o celos en el

rostro de Kris pero no encontró nada.

—Por cierto ¿Qué haces aquí? —el muchacho bajó la mirada hacia ella—. Creí que había

quedado claro que los besos de ayer sólo habían sido para ver si éramos compatibles y el

resultado dio negativo. Además son las 6 y algo de la mañana y dijeron ayer por la noche que iba

a haber una tormenta de nieve…

Kris le cubrió la boca con ambas manos y se auto invitó a entrar a la casa, cerró la puerta

detrás de él con una mano y con la otra guió a Brenda hasta la sala, aun le cubría la boca. Ambos

se sentaron en el sofá y el muchacho retiró su mano de la boca de la castaña.

—Escucha. Esta noche no pude dormir así que mientras esperaba a que el mundo

despertara encendí mi laptop y apenas abrí mi facebook mi muro estaba lleno de fotografías de

Matt y Jeanne, y otras más de tu y yo juntos —la mandíbula de Brenda casi perforó el piso. Hizo

memoria y no recordó ver a ningún paparazzi, bueno aunque en realidad no había buscado a

ningún paparazzi—. Todos creen que eres Jeanne y en las fotos la hacen ver como si estuviera

con Matt y conmigo al mismo tiempo.

—Pero…

Brenda subió corriendo hacia su habitación para tomar su laptop, en cuestión de segundos

ya estaba de vuelta con Kris, cuando la encendió esperó impaciente hasta que estuviera

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totalmente encendida. Después de una eternidad entró a sus cuentas en varias redes sociales y en

todas habían fotos de Jeanne y Matt y otras de ella y Kris.

Era estúpido lo que se decía en las fotos, ambas castañas llevaban ropa diferente y peinados

diferentes, por no señalar que el corte de cabello era muy diferente, Brenda era más baja de

estatura que Jeanne y sin embargo en las fotos decían que la misteriosa novia de Matt lo había

engañado en la misma noche y en el mismo lugar con otro muchacho. En las fotos en donde

estaban Kris y Brenda, ella siempre salía de espaldas pero en cambio en las fotos en donde salía

Jeanne con Matt si se veía su rostro claramente, como si le hubieran tomado la foto de cerca.

Siguió revisando las casi 50 fotografías y en más de una había querido soltar una sonrisa,

sobre todo en las que salían su hermana y el modelo besándose tan enamorados en medio de la

pista de baile.

Finalizó de ver todas las fotografías y frunció el ceño. Algo estaba muy mal. Resultaba

demasiado extraño que no hubiera fotos de ellos saliendo del bar, sólo cuando estaban dentro, ni

siquiera les habían fotografiado entrando al lugar.

Alguien lo había hecho a propósito, alguien había mandado a seguir a Matt, de eso estaba

completamente segura.

—¿Qué tanto observas? —preguntó Kris sacándola de sus pensamientos.

—Esto no está bien —murmuró.

—Desde luego que no está bien, alguien ha manchado la imagen de tu hermana. Por si no

lo recuerdas está estudiando teatro y eso no está bien para su imagen…

—¿Me ayudarías a limpiar su imagen? —preguntó la castaña poniéndose de pie. El moreno

la vio fijamente y ella le sonrió—. Si aceptas tienes que prometer que no hablarás de nada de lo

que te enteres.

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—¿Brenda?

—¿Aceptas? —le extendió la mano y Kris entre la duda estrechó su mano con la pequeña

mano de la castaña.

Los ojos de Jeanne se abrieron lentamente pero el brillo de una luz de computadora la

encandiló y se envolvió más en la colcha de la cama ya que sentía frio en su habitación. Apoyó

su cabeza en la almohada y reconoció el olor de Matt en ella.

Se incorporó como resorte.

Vio a su alrededor y un fuerte dolor de cabeza la invadió, se llevó ambas manos a la cabeza

y la presionó, como si con eso le fuera a disminuir el dolor. Gimió. No estaba en su habitación.

Su corazón se aceleró cuando sintió que no llevaba su pantalón puesto y estaba semidesnuda, se

tocó en puntos clave de su cuerpo y no sintió ningún dolor. Supuso que si no le dolía alguna

parte de su cuerpo entonces no había pasado nada malo ¿no?

La puerta del baño se abrió y Matt apareció en la habitación, llevaba su cabello mojado,

una toalla sobre sus hombros, su torso desnudo y glorioso y unos pantalones de algodón de color

gris. Levantó su mirada y se encontró con la mirada castaña de Jeanne que tenía la colcha de su

cama pegada a su pecho como si estuviese totalmente desnuda…

—Buenos días —musitó el modelo viendo a su hermosa castaña.

—¿Qué pasó? —preguntó Jeanne con falta de aire en sus pulmones.

Matt caminó hasta la cama y se sentó a su lado, le apartó una mano del pecho y le besó los

nudillos.

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—No pasó nada. Puedes confiar en mí —Jeanne asintió lentamente sin despegar sus ojos de

los de Matt—. ¿Recuerdas algo? ¿Te duele la cabeza? —por un momento se olvidó del dolor de

cabeza.

Gimió y asintió.

Se llevó ambas manos para sobarse las sienes y sonrió ante el borroso recuerdo.

—Recuerdo muchos besos y una cama.

—En eso se puede resumir toda la noche —le dijo Matt sonriendo.

—¿Qué pasó con el resto de mi ropa? —preguntó la castaña recargándose en el respaldo de

la cama.

—¿Te la quitaste para dormir mejor? —le contestó el modelo y Jeanne le dio un leve golpe

en su brazo desnudo y húmedo por la reciente ducha—. Está bien —se sobó—. Puede ser que

mientras nos besábamos sintiéramos calor y nos quitáramos un poco de ropa.

—Oh, sí, eso lo explica mejor —le llegó una punzada de dolor a su cabeza y de nuevo se

quejó—. ¿Por qué me duele mi cabeza?

—¿Recuerdas haber bebido algo con alcohol? Estabas muy ebria y el dolor de cabeza

puede ser resaca —le comentó Matt.

Ambos ya estaban sentados sobre la cama. Matt estaba sin camisa y gracias al frio que

hacía la piel de su torso estaba erizada, Jeanne no pudo evitar desviar su mirada un par de veces

hacia ese lugar de su anatomía, se veía glorioso y sólo de imaginar que la noche anterior había

dormido con él semidesnuda se empezaba a sentir acalorada, el sonrojo le parecía pasado de

moda.

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Suspiró e intentó recordar lo pasado la noche anterior pero sus recuerdos eran mínimos,

besos, pieles tocándose y más besos, deliciosos y deseados besos. Le sonrió a sus recuerdos,

estaba feliz de poder recordar mínimo eso.

—No recuerdo nada —se rindió, además que tampoco es como si le interesara demasiado

recordar lo tonta que pudo haber actuado ebria—. ¿Algo más que me convenga saber? —se giró

para poder ver el rostro de Matt a su lado.

Las esquinas de los labios del modelo tiraron hacia arriba en una sonrisa casi maliciosa

acompañada de una mirada de deseo que hizo estremecer a Jeanne.

—He descubierto que eres una muy buena bailarina —la castaña se sonrojó. Después de

todo no era tan pasado de moda.

—Hay no —dijo totalmente avergonzada, cubrió su rostro con ambas manos y negó con la

cabeza. ¿Qué rayos había hecho?—. ¿Algo más? —abrió los delgados dedos de sus manos para

poder entrever a Matt.

—Mmm —el modelo fingió empezar a recordar y su sonrisa se agrandó aun más—. Te

prometí que hoy te iba a dar muchos besos.

—¿Qué ibas a…? —no pudo terminar la pregunta porque los labios de Matt la silenciaron.

Sus labios quedaron aprisionados por los del modelo en un hambriento beso. La posición

en que ambos se encontraban no era la mejor para besarse de aquella manera así que Jeanne,

inconscientemente y llevada por el deseo, se sentó a horcajadas sobre el regazo del muchacho.

Sus labios se fusionaron en un increíble beso.

Los brazos de Matt rodearon la cintura de la castaña y la atrajo más hacia él, en ningún

momento separaron sus labios. Ahora que ella ya no estaba ebria se sentía con la necesidad de

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besarla más de lo que había podido o se había permitido hacerlo la noche anterior. Ahora ambos

se besaban porque querían.

Las manos de Matt exploraron por debajo de la delgada blusa de Jeanne y las manos de ella

se movieron hasta jalar el cordón que sujetaba el pantalón del modelo…

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¿¡Sí!?

Las manos de Matt exploraron por debajo de la delgada blusa de Jeanne y las manos de ella

se movieron hasta jalar el cordón que sujetaba el pantalón del modelo. Sus dedos se enroscaron

en el cordón y se entretuvieron un rato ahí ya que el nudo no era fácil de deshacer y menos con la

cabeza confundida y deseosa de ella.

Matt sentía los labios de Jeanne con el doble de grosor de lo que los había sentido la noche

anterior, sonrió mientras la besaba, lo que le resultaba difícil. Con ambos brazos la atrajo más a

él, sus brazos estaban debajo de la tela de su blusa acariciando sus omóplatos y deslizando uno

de sus dedos por el borde del sostén, quería arrancárselo y… y… hacerle el amor.

Gruñó y se abalanzó hacia enfrente provocando que Jeanne quedara con su espalda sobre la

cama y él encima de ella. Separaron sus labios y Matt juntó sus frentes, cerró los ojos intentando

recuperar un poco de aire y se alejó apenas unos centímetros de ella para poder ver su rostro.

Jeanne tímidamente le asintió al modelo, estaba segura de querer… de quererlo con él.

Tragó y con sus pequeñas manos tomó el rostro de Matt para que regresara a sus labios.

Se besaron nuevamente, lenguas enredándose y acariciándose. Por fin el cordón del

pantalón los apoyó y se deshizo. Estaban tan cerca…

Un sonido de algo extraño los hizo sobresaltarse, no era ningún celular, o timbre. Ambos

voltearon buscando el origen de aquel sonido y cuando sus miradas cayeron en la computadora

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de Matt comprendieron. Matt había dejado el chat abierto y al perecer decenas de notificaciones

le estaban llegando, una tras otra.

—Disculpa —dijo apoyando su frente de nuevo sobre la de Jeanne.

Ella rió y lo besó rápidamente antes de moverse para poder salir debajo de él y sentarse en

el borde de la cama.

Matt se maldijo interiormente y se levantó para caminar hasta la computadora, sus manos

sujetaban el pantalón e intentaba hacer el maldito nudo de nuevo. Apoyó sus manos en el

escritorio y observó la pantalla. Había links y mensajes con muchos signos de interrogación pero

los ignoró y abrió un solo link.

En cuanto se abrió la ventanilla nueva retrocedió chocando con la silla que estaba a un lado

llamando la atención de Jeanne quien volteó rápidamente hacia Matt y vio lo que lo había

sorprendido.

Una enorme fotografía en donde ambos se besaban apasionadamente, sus rostros eran

iluminados por luces violetas y sus manos se aferraban en ellos mismos para lograr mantenerse

en pie.

—Pero…

—Woow —dijo Jeanne, observando atentamente la pantalla de la computadora desde la

cama, no era difícil, la computadora no se encontraba a más de un par de metros de ella—. ¿Así

nos veíamos? —preguntó y Matt volteó la cabeza hacia ella como si no la conociera.

El modelo regresó la vista a la pantalla y vio lo que la castaña estaba viendo, no era una

foto de un simple beso, era una foto de ellos dos en un gran beso, un beso lleno de amor, un beso

que quería compartir toda su vida con ella.

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Jeanne se levantó de la cama y observó la habitación buscando algo que ponerse, sus ojos

cayeron en una camiseta azul con el logo de la compañía de los padres de Matt que estaba sobre

una silla en una esquina de la enorme habitación. Caminó hasta la silla y tomó la camiseta para

pasársela sobre la cabeza y cubrirse, cuando se vio se acordó de Brenda, ella siempre vestía así

para dormir, ropa interior y una camiseta de hombre que le había robado a James.

—¿Qué es todo eso? —preguntó Jeanne detrás de Matt.

Él se sobresaltó al escucharla detrás de él, volteó un poco hacia ella y le sonrió.

—Nos tomaron estas fotos anoche —los ojos de la castaña se agrandaron.

—Eso significa que estamos por todo internet ¿no?

—Sí, y seguramente en las revistas de chismes y los estúpidos programas también —

suspiró y se volteó a ella completamente dándole la espalda a la pantalla, no es que no quisiera

ver aquellas fotos que le traían agradables recuerdos, pero esas fotos le iban a traer problemas a

él y desde luego a Jeanne.

Al instante de verla le sonrió pícaramente.

—¿Por qué esa sonrisa? —preguntó la castaña.

—Traes puesta mi camiseta de la suerte —sus manos buscaron las caderas de ella y la

atrajo hasta él pegándola a su pecho. Le susurró al oído—. Me pregunto si me traerá más suerte

por el hecho de que tú la tengas puesta.

Ambos rieron.

—Jeanne —suspiró en su oído y luego se alejó para poder verla a los ojos—. No sé sí es el

momento correcto o no pero no puedo pensarlo más sin decirlo —los ojos castaños de la

muchacha lo observaban fijamente esperando escucharlo—. Te amo. Te amo y no lo quiero

callar. No quiero quedarme de brazos cruzados y perderte por segunda vez. No sé si suena cursi

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y honestamente no me importa, pero estoy feliz porque te tengo aquí, en este momento, porque te

puedo decir lo que siento y sé que tu sabes que es verdad. Y porque te amo te prometo que

arreglaré cualquier malentendido.

Los ojos de Jeanne se empañaron e inclinó su cabeza para que Matt no la viera a punto del

llanto, reposó su frente en el pecho desnudo de él y envolvió sus brazos alrededor del muchacho

que aun seguía queriendo como la primera vez.

—Sólo dime que me aceptas —le susurró Matt en tono suplicante—. Por favor.

—Te acepto —musitó contra su pecho.

Brenda estaba sobre una rama de árbol que no se veía nada segura, Kris estaba seguro que

en cualquier momento se podía quebrar y dejarla caer a casi dos metros de altura. Pero ella sabía

lo que hacía, cientos de veces lo había hecho antes y sólo un par de veces se había caído, pero no

le había pasado nada grave.

Su cámara fotográfica estaba lista para disparar y obtener la foto que necesitaba para que

los “chismosos” no tuvieran la atención en su hermana y Matt. Se iba a sentir mal por hacer

pública esa noticia sin que aquellos chicos pudieran anunciarlo formalmente. Pero todo era para

salvar a su hermana, si pensaba en ella entonces se sentía mejor.

Dos jóvenes de no más de 18 años estaban charlando en una terraza mientras tomaban

algún tipo de bebida verde que parecía ser un té. Brenda los había estado vigilando desde que

llegaron a la ciudad, unas semanas atrás, para dar unos conciertos y había notado un

comportamiento extraño en dos integrantes del grupo. Pasaban demasiado tiempo juntos.

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Después de un par de días de observarlos se dio cuenta de sus preferencias sexuales, había

querido tomarles fotografías desde antes pero no se había atrevido. Pero ahora lo necesitaba.

Ella no estaba en contra de los homosexuales, alguien muy cercano a ella lo era también…

Uno de los chicos se puso de pie y sacudió sus brazos para después frotar sus manos

intentando calentarlas.

Hacía un frio que congelaba hasta los huesos.

El otro chico que era más alto lo siguió y después lo abrazó, como se abraza a alguien de

quien se está enamorado.

Brenda hizo una toma perfecta.

Después se sonrieron, se besaron y entraron dentro de cuarto de hotel.

Todos y cada uno de sus movimientos ella los había capturado. Se sintió orgullosa de las

fotografías. Cuando por fin logró bajar del árbol su pantalón estaba rasgado de una de las rodillas

y bastante mugriento en casi todos lados, su chamarra no se había salvado tampoco, hizo una

mueca a su ropa y negó antes de salir, sin ser descubierta, en busca del auto de Kris que estaba

escondido al otro lado de la carretera detrás de unos arbustos.

Brenda jamás había entendido el hecho de que cerca de los hoteles en donde se hospedaban

los más grandes famosos hubiera árboles y arbustos y cientos de cosas en donde cualquier

paparazi se podía esconder con toda la comodidad del mundo.

Cuando llegó al auto y entró sus dientes castañeaban y sus manos se habían puesto

completamente heladas, por suerte Kris tenía encendida la calefacción.

—¿Todo bien? —le preguntó el muchacho viendo raspones en las manos de la chica.

—Vámonos antes de que alguien venga —sugirió la muchacha mientras frotaba sus manos.

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El viento empezaba a soplar más fuerte lo que anunciaba que la tormenta de nieve estaba

más cerca, Kris sabía que no alcanzaría a dejar a Brenda en su casa, apenas si lograría llegar a su

casa pero al parecer la castaña parecía perdida en otro mundo observando las fotografías que

había tomado y ni siquiera prestaba atención a las palabras que el moreno le decía.

Kris metió el auto en la chochera y fue entonces cuando Brenda levantó la mirada para

notar que no estaba en la entrada de su casa.

—Esta no es mi casa —dijo la castaña apoyando la cámara en su regazo.

—No. Es mi casa. Si me hubieras escuchado habrías notado que no alcanzaríamos a llegar

a tu casa por la tormenta que ya empezó —la muchacha asintió y tomó la cámara en sus manos

para salir del auto.

—¿Por qué una cochera tan grande si antes tenías una motocicleta? —preguntó observando

todo a su alrededor, era una cochera bastante espaciosa, podrían caber 3 autos. Era una cochera

normal, para su mala suerte.

—Cuando mi madre vivía aquí tenía un par de autos —se encogió de hombros—.

Necesitaba una cochera grande.

A Brenda se le formó un nudo en la garganta, sabía muy poco sobre Kris, pero cuando

Jeanne le había hablado sobre él le había mencionado la vida tan horrible que había llevado con

su padre y como su madre lo abandonó con aquel abusador. Tragó y lo siguió dentro de la casa

en completo silencio.

—Puedes subir a mi habitación a limpiarte o algo —dijo Kris girándose hacia ella—. En

realidad necesitas limpiarte esas manos.

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Brenda apretó sus manos en puños a sus costados y empezó a caminar hacia la escalera que

se encontraban a un par de metros de donde ella estaba, subió los primeros escalones y se volvió

hacia el muchacho que se estaba quitando la chaqueta.

—¿Cuál es tu habitación? —le preguntó levantando una ceja.

—O cierto —musito, por un momento la confundió con Jeanne, quien ya sabía dónde

estaba la habitación.

Caminó hasta ella y juntos subieron al segundo piso hasta llegar a la habitación del moreno,

mientras él abría la puerta la curiosidad de Brenda se avivó ¿Cómo sería su habitación?

La puerta se abrió y ambos entraron. Brenda tenía que decir lo que en su mente rondaba.

—Creí que tu habitación tendría calaveras, alguna persona o animal muerto con las tripas

de fuera, un foco rojo colgando de un cable, una cama hecha con caparazones de tortugas y una

cobija de dientes de cocodrilo —dijo Brenda observando la habitación sin perder de vista ningún

detalle. Suspiró entre decepcionada y aliviada, estaba segura de que la habitación de Matt era

más "terrorífica" que la de Kris. Sonrió, al menos su hermana ya sabía cómo era la habitación de

Matt.

—Sí, gracias por la visión que tienes de mí.

—De nada —le contestó sonriendo—. Te puedes retirar —agitó su mano hacia la puerta

corriéndolo de la habitación.

Kris rodó los ojos y se dio media vuelta para marcharse del lugar, cuando estaba cerrando

la puerta detrás de él la escuchó decir:

—Gracias por amar tanto a mi hermana.

—De nada —le contestó aunque ya había cerrado la puerta.

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Ely estaba asustada, la tormenta ya había empezado y estaba perdida en algún lugar de la

ciudad, su auto apenas si podía andar y el parabrisas estaba totalmente lleno de nieve. Bajó el

vidrio y sacó casi medio cuerpo por la ventana para limpiar la nieve del parabrisas con la manga

de su abrigo de lana que quedó completamente mojada.

Apagó su auto y salió, quitó el agua que le quedó en la manga y volteó alrededor. Detestaba

tener tan pésimo sentido de la orientación.

Vio una casa de dos plantas color chocolate a unos cuantos metros de ahí y se decidió a ir a

pedir ayuda antes de morir congelada. El viento la golpeó fuertemente mientras caminaba a la

casa, cuando por fin llegó a la puerta su ropa estaba mojada y sus piernas estaban temblando, sus

dientes castañeaban y se sentía patética.

Tomó aire sintiendo el frio pasar por su garganta y tocó la puerta.

Kris tomó su chaqueta y se la puso de nuevo, su casa no tenía calefacción ni nada y la

chimenea aun no prendía completamente. Estaba caminando hacia la cocina para preparar café

cuando escuchó unos débiles golpes en la puerta principal. Frunció el ceño ya que estaba

completamente seguro que no había invitado a nadie a su casa sin embargo aun así fue a abrir la

puerta.

Una cabellera rubia cubierta de nieve y agua fue lo primero que vio, bajó sus ojos apenas

unos milímetros para ver a la chica que estaba en su puerta.

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Ely casi se tambaleó hacia atrás, los ojos azules de Kris chocaron con los de ella al

momento en que la puerta se abrió, sintió el aire escapar de sus pulmones y el piso tembló debajo

de ella. Le dolió el pecho.

—E… ¿Estás bien? —le preguntó el muchacho y ella apretó sus labios. La piel se le había

erizado debajo de la ropa, se sacudió por los escalofríos que le causó y en un parpadeo de ojos la

chaqueta de Kris reposaba en sus hombros—. Ven entra.

Le pasó un brazo por los hombros y la condujo dentro de su casa, cerró la puerta con un pie

y la acercó a la chimenea.

—Gracias —logró decir Ely en voz baja.

—De nada. ¿Cómo llegaste aquí? —le preguntó dudando si era o no de su incumbencia.

—Salí esta mañana de mi casa y un paparazzi me estaba siguiendo, conduje sin rumbo

hasta perderlo y terminé aquí —explicó, su voz aun era baja por los nervios y el frio.

—¿Vienes en auto? —ella asintió—. ¿En dónde está?

—Afuera, a unos metros de tu casa…

—Dame las llaves, intentaré meterlo a la cochera —los ojos de Ely se abrieron. ¿Iba a dejar

que se quedara en su casa?

Con las manos temblando metió su mano en una de las bolsas del abrigo y le entregó las

llaves.

—Sube arriba, la tercera habitación es la mía, probablemente te encuentres a Brenda ahí,

busca ropa en los cajones de mi armario y cámbiate antes de que te enfermes. Yo vuelvo en unos

minutos —se giró hacia la puerta principal—, si necesitas bañarte puedes hacerlo —la vio sobre

su hombro—, en el mueble del baño hay toallas limpias. Te recomiendo que lo hagas, estás

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completamente mojada y te puedes resfriar gravemente —no entendía porque estaba hablando

tanto—. Hazlo.

Salió por la puerta y dejó a la rubia totalmente aturdida.

Haciéndole caso subió las escaleras y a la tercera habitación tocó.

Brenda escuchó unos golpes fuera de la puerta y rodó los ojos, tomó una última fotografía a

la elegante colección de aviones en miniatura que tenía Kris en una repisa junto a la ventana y

enseguida caminó a la puerta.

—No estaba hacien… —dejó sin terminar la oración al ver a Ely frente a ella. La recordaba

perfectamente, era la amiga de Matt además que también la había fotografiado un par de veces

en una ocasión.

—Hola —dijo la rubia tímidamente—. Kris me dijo que subiera…

La castaña la observó y notó que estaba completamente mojada, la chaqueta de Kris le

colgaba de los hombros pero su abrigo de lana tenía un poco de nieve que en su mayoría ya se

había derretido.

—Pasa rápido —dijo haciéndose a un lado—. Ahí está el baño —apuntó a una puerta en la

habitación—. Desvístete, buscaré algo de ropa para ti.

—Kris dijo que en los cajones de su armario tenía ropa o algo así.

—Bien, deja la puerta sin seguro, te dejaré la ropa. Quítate eso antes de que te enfermes —

la rubia asintió y entró al baño sin decir nada más.

Brenda la siguió con la mirada hasta verla desaparecer dentro del baño y se giró para

buscar ropa en donde ella le había indicado. En los cajones había puros pants y camisetas,

seguramente eran las ropas que él utilizaba para dormir.

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—Deberías tomar una ducha —gritó Brenda sacando un pants y una camiseta—, así tu

cuerpo tendrá la misma temperatura y no te enfermarás.

—Está bien —contestó Ely desde dentro del baño.

Después de un par de minutos Brenda bajó a la sala en donde vio a Kris entrar con el

cabello mojado y la camiseta húmeda, sin darse cuenta de que ella estaba en la sala se sacó la

camiseta y caminó hasta las escaleras para subir corriendo.

No fue extraño que no la hubiera visto, ella estaba segura que la mente del moreno estaba

ocupada pensando en la rubia que estaba en su baño.

Ellos hacían bonita pareja, se veían bien juntos. Un chico con apariencia ruda y una chica

con apariencia delicada, simplemente se veían lindos juntos.

—Estoy bien, mamá —dijo Jeanne con el teléfono celular pegado a su oído—. No tienes de

que preocuparte, regresaré en cuanto la tormenta termine —compartió unas palabras más con su

mamá mientras su mirada permanecía en Matt que estaba en la cocina preparando el desayuno de

ambos—. Les avisaré cuando salga de aquí. Sí. Matt me llevará. Adiós.

Dejó su celular en la mesta de centro de la sala y se puso de pie para caminar hasta la

cocina y detenerse junto a Matt.

—Mamá dijo que la tormenta se ha puesto bastante fea —dijo Jeanne.

Matt volteó a verla y le sonrió.

—Eso significa que tendremos que pasar toooda la tarde juntos ¿no? —dejó a un lado el

tazón en donde tenía una mezcla para hacer crepas y concentró toda su atención en la castaña.

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—Sí, aunque si eso te molesta puedo salir ahí afuera e ir a mi casa en medio de esta

terrible tormenta —dijo dramáticamente.

—Aunque no hubiera tormenta —bajó sus manos hasta las caderas de Jeanne y la apegó a

él—. Ten por seguro que no te hubiera dejado salir hoy.

Ella sonrió y sus labios se unieron en un corto beso. El corazón de Matt estaba agitado

cuando se separaron y definitivamente no era por el beso, era por la pregunta que estaba a punto

de hacer a continuación.

Acunó el rostro de Jeanne entre sus manos y fijó sus ojos en los de ella, a continuación sus

labios se movieron dejando salir un:

—¿Quieres ser mi novia? —sabía que iba demasiado rápido, apenas una horas que le había

dicho que la amaba y además Kris y ella no llevaban mucho de haber terminado pero sentía que

ese día los estaba juntando para algo como eso. Los estaba reuniendo para una decisión a futuro.

El corazón de Jeanne golpeó fuerte y rápidamente en su pecho sacándole todo el aire que

tenía. Su mente y corazón no estaban en otro lugar que no fuese ahí, no tuvo que pensar

absolutamente nada. El hecho de que Kris y ella llevaran apenas una semana de haber terminado

o que las fotografías que había por todo internet dejaran caer sobre ella una ola de rumores no le

importaba.

Suspiró.

—¡Sí! —contestó con una sonrisa en el rostro.

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¿Y si no es para siempre?

Brenda se había quedado dormida después de la comida. Su cabeza reposaba sobre el

regazo de Ely y su cuerpo estaba cubierto con una delgada cobija que Kris le había prestado. Se

le veía dormida tan a gusto que la rubia empezaba a tener sueño pero a diferencia de Brenda ella

no se sentía tan cómoda estando en la casa de un chico, más exactamente de “él” chico.

Desde que ella había salido de la ducha, cuando lo vio en la habitación, su piel se había

teñido de un rojo intenso y durante la comida de la tarde su piel no había abandonado ese color,

incluso Brenda había hecho varias bromas para recordarle que estaba tan roja como una cereza,

una cereza sexy, había dicho la castaña.

Ely no sabía si Kris la había notado y simplemente había decidido guardarse sus

comentarios o ni siquiera la había volteado a ver, le apostaba más a la segunda opción ya que

durante toda la tarde apenas le había dirigido la mirada. Ely sabía que estaba actuando como una

tonta, Kris tenía novia y era más que obvio que jamás se fijaría en una chica como ella, una chica

que parecía artificial…

Sacudió su cabeza y siguió viendo a la castaña que dormía tan plácidamente sobre sus

piernas. Brenda llevaba el cabello suelto y lacio hasta la cintura, era de un castaño natural

envidiable, Ely lo acarició suavemente para no despertarla. Siguió observándola detenidamente,

primero su rostro que tenía unas facciones tan finas y proporcionadas como las de su hermana

mayor, sus ojos eran rodeados por unas tupidas y rizadas pestañas negras que cualquier modelo

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mataría por tener, sus ojos eran grandes, de un tamaño perfecto, su nariz fina sin ninguna

imperfección, sus labios lo suficientemente gruesos sin llegar a verse exagerados, su piel era

suave, ella lo sabía porque en algún momento le había acariciado una mejilla, y no tenía ni una

gota de maquillaje.

Sí hacía comparaciones entre ellas era más que seguro que Brenda era mucho más hermosa

que ella y ni se diga nada de la hermana mayor, Jeanne era casi perfecta. Ely sonrió, estaba

segura de que Jeanne en algún momento de su adolescencia había sido una chica muy normal,

alguien que pasaba desapercibida, pero ahora a sus 21 años era más hermosa que una modelo y

tenía a dos hombres completamente enamorados de ella.

Suspiró y siguió acariciando el sedoso cabello de Brenda esperando con y sin ánimos al

mismo tiempo que la tormenta de nieve terminara.

Kris daba vueltas como un lunático en su habitación, no entendía por qué tenía la cabeza

revuelta, tan confundido. Había visto a Ely saliendo del baño de esa misma habitación y podía

jurar que había sentido un nudo en el estomago al verla salir con el cabello rubio mojado por el

baño y su rostro sin ni una pisca de maquillaje, vestido con ropas de él… alejó por milésima vez

en el día aquellos pensamientos ¿Por qué la había dejado entrar en su habitación? ¿Por cortesía?

La única mujer que antes había entrado a su habitación había sido a la primera mujer que

en su vida amó. Jeanne. Sólo ella había logrado entrar y sin embargo ahora ya habían entrado dos

chicas después de ella, las cuales por cierto lo tenían confundido.

Sacudió su cabeza y trató de alejar cualquier tipo de pensamiento que tenía respecto a las

dos muchachas y bajó de nuevo a la sala en donde estaban esperando a que pasara la tormenta.

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—¿Aun sigue dormida? —preguntó Kris en voz baja entrando a la sala.

Ely rápidamente volvió la cabeza al lugar en donde había escuchado esa voz y al ver a Kris

le asintió tratando de formar una sonrisa.

—Es increíble que duerma con tanta facilidad en casa ajena —dijo el muchacho

acercándose al sillón.

—Creo que debe resultarle fácil ya que en su casa debe de ser difícil conciliar el sueño con

tantas personas —dijo la rubia intentando no sonar tan nerviosa como se sentía.

Kris le sonrió y sin decirle ninguna palabra más se sentó al lado de Ely, ya que era el único

lugar que sobraba en el sillón y también porque de ese lado estaba la mesita de madera en donde

reposaba el control remoto de la televisión. Sí, sus excusas eran muy validas.

—¿Quieres ver algo en lo que pasa la tormenta? —preguntó el muchacho mostrándose

confiado.

Ella se encogió de hombros y mordió su mejilla interna para no dejar escapar aquella

sonrisa que se había querido formar en su rostro al sentirse tan cerca del cuerpo de Kris…

—Dicen en las noticias que la tormenta de nieve cada vez azota más fuerte, probablemente

los caminos queden bloqueados durante más de un par de horas después de que termine la

tormenta —le informó Matt a Jeanne que estaba de pie cerca de una de las paredes de la

habitación de televisión observando unas fotografías detenidamente—. ¿Me escuchaste, linda?

Jeanne reaccionó sobresaltándose y se giró hacia donde se encontraba su novio sentado

viendo el noticiero.

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—¿Tú tomaste esas fotografías? —le preguntó a Matt señalando la pared detrás de ella.

El modelo le asintió y se puso de pie para caminar hasta ella.

—Son magnificas —dijo la castaña volviéndose a voltear para admirar las fotografías. La

pared estaba llena hacia lo largo de 10 fotografías en blanco y negro con marcos plateados. Cada

foto tenía diferentes paisajes, pero sin duda el que más había atraído la atención de ella era la

fotografía ladeada de “El puente de los suspiros” en Venecia, al igual que las demás estaba en

blanco y negro pero se lograba ver que estaba ligeramente ladeada la toma, como si al momento

de tomarla se hubiera ladeado la góndola desde la que se tomó la fotografía.

—¿Te gusta? —le preguntó Matt rozando sus labios cerca de su oído. Jeanne sonrió al

momento en que sintió los brazos de su novio rodeándola desde atrás—. ¿Sabes cuál es la

historia de ese puente?

—Sólo sé que aunque el nombre se escucha lindo no tiene nada que ver con el romance —

contestó.

—Ese puente es la entrada hacia unos calabozos, dicen que el nombre se debe a que los

prisioneros suspiraban porque ahí era la última vez en donde veían la luz del sol, el cielo y el mar

—le explicó sin dejar de abrazarla—. Cuando estuve por allá visité Venecia y dimos una vuelta

justo por ese lugar, ahí tomé la fotografía.

—Me encanta —apoyó su cabeza en el pecho de Matt y preguntó—: ¿Te estabas cayendo

de la góndola?

Él rió en su oído.

—¿Tanto se nota?

—La verdad es que se ve ladeada la fotografía y tal vez yo no sea una experta en fotos pero

Brenda lo es y siempre realiza tomas hermosas —de repente recordó cuando su hermana menor

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llegaba con un nuevo paquete de fotografías recién impresas y reunía a toda la familia en la sala

para poder mostrárselas. Estaba segura de que si Brenda pudiese viajar a ese tipo de lugares

tomaría las mejores fotografías.

—Creo que Brenda y yo competiremos algún día en el mundo de la fotografía —dijo Matt

analizando la foto de “El puente de los suspiros”—. Cuando deje de ser modelo.

Jeanne se tensó el escuchar esas palabras.

—¿Qué? —quería voltearse pero los brazos de él aun la sujetaban fuertemente.

—Renunciaré a ser modelo…

—¿Cuándo? ¿Por qué?

Como pudo se liberó de los brazos de Matt para poder verlo de frente y darse cuenta de que

no le estaba jugando una broma.

—Quiero terminar de estudiar la universidad sin tener que estar viajando a diferentes

lugares por culpa de mi trabajo y tener que estudiar y presentar exámenes por medio de la

computadora. El trabajo de modelo no será para siempre así que quiero terminar la universidad

en algo que verdaderamente me apasiona —le acarició la mejilla tiernamente y se inclinó

ligeramente para depositarle un beso en su frente—. Además que quiero estar contigo. Para

siempre.

La besó y ella se dejó llevar por ese beso que la hacía sentir tan querida.

—¿Y si lo de nosotros no es para siempre? —se atrevió a preguntar.

—¿Y si lo es? —le preguntó—. No quiero perderme esta nueva oportunidad, Jeanne. No

sabes cuánto me afectó estar lejos de ti estos años y cuando volví y me dijiste que tenías novio

creí que era mi fin. Te amo hoy y en el futuro también.

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Los ojos de Jeanne se llenaron de lágrimas y se lanzó a los labios de Matt en un deseado

beso.

Ahora lo entendía. Lo amaba y también para siempre.

Brenda parecía estar demasiado cansada ya que no se había despertado en ningún

momento. Ely se había quedado dormida a la mitad de la película, su cabeza reposaba en el

hombro de Kris, y cuando él sintió la cabeza de la rubia sobre él empezó a sentirse adormilado y

no pasaron ni quince minutos cuando cayó dormido siguiendo a las dos chicas.

Podrían haber seguido dormidos en el sillón de no haber sido porque se escuchó el golpe de

algo chocando contra la pared por fuera.

Los tres se despertaron sobresaltados al escuchar ese feo golpe. Sin darse tiempo de

espabilarse, Kris se levantó del sillón y casi corrió hacia la ventana, levantó la cortina para ver

qué era lo que había pasado. Una señal de transito se había desprendido y había chocado contra

la casa de Kris. La tormenta aun no paraba después de casi cinco horas y el piso se veía cubierto

por una gruesa capa de nieve.

—Las cosas se ven mal allá a fuera —dijo el muchacho dejando caer la cortina de nuevo en

su lugar.

—¿Aun no ha parado la tormenta? —preguntó Brenda tallándose los ojos. Ya estaba

sentada en el sillón pero aun así su hombro derecho estaba recargado sobre Ely quien se veía

avergonzada de haberse quedado dormida.

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—No, aun sigue y creo que aunque termine tendríamos que esperar unas horas más en lo

que limpian los caminos.

—Ammm —Brenda se estiró y Ely tuvo que pegar su espalda completamente al respaldo

del sillón para evitar ser golpeada por el brazo de la castaña—. Kris necesito una computadora

¿Tienes una?

—Sí tengo una pero necesito saber para qué la quieres.

—Para limpiar la reputación de mi hermana y de Matt —la rubia se le quedó viendo sin

comprender nada. Ese día había estado tan fuera de sí que no había consultado las noticias.

—Bien, espera, traeré mi laptop —el muchacho desapareció.

—¿Qué ha pasado con Matt y Jeanne? —preguntó Ely.

—Nada, sólo que ayer ambos se divirtieron en un antro, ese que está cerca de la

universidad, y mientras bailaban cachondos y se besaban fueron fotografiados por un paparazzi

novato. Ahora más de 50 fotos, que por cierto son muy malas tomas, están regadas por todo el

ciberespacio —los ojos de la muchacha se abrieron como platos—. Así que esta mañana fui a

tomar unas fotos de aquellos integrantes de uno de los grupos que se está hospedando aquí y

planeo amortiguar la atención de Jeanne y Matt con esa pareja.

—Del enorme grupo asiático ¿no? —preguntó Ely.

—Sí, ya tenía días espiándolos para tomar unas buenas fotos de ellos y venderlas a un alto

precio pero ahora gracias a aquel par de enamorados no tendré tiempo de hacer negocio —se

quedó—. Pero en fin. Todo sea por mi hermana.

Ely analizó toda la información y tuvo un par de preguntas.

—¿Qué quieres decir con que estabas observándolos hace tiempo? —preguntó.

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—Digamos que me encanta fotografiar a famosos y vender sus fotos a las revistas y

programas por una considerable cantidad de dinero. Los de tu “mundo” me dicen paparazzi —

dijo la castaña con una delicada sonrisa en el rostro.

—¿Paparazzi?

—Sip.

—No me has tomado fotos a mí ¿verdad?

Brenda sonrió juguetonamente.

—Define “tomar” —el rostro de la muchacha se tornó sorprendido pero por alguna razón

sonrió—. Te he tomado un par de fotos pero no he hecho negocio con ellas, eres demasiado

buena y me agradas así que de mi parte no habrá fotos —se encogió de hombros—. Pero te

advierto. Ten cuidado, ese novato que fotografió a Matt y a mi hermana está detrás de cualquier

famoso que le pueda dar dinero. Ya han pasado varios de esos por esta ciudad, sólo toman a lo

tonto y luego se marchan.

—¿Cómo sabes que es novato?

—Sus fotos no son nada buenas, salen borrosas, no sabe buscar el ángulo perfecto, no sabe

absolutamente nada. Aunque ayer sí que logró tomar fotos llamativas, no son buenas, pero son

demasiado llamativas.

—Vaya —Ely observó el lugar en donde desapareció Kris y volvió su atención a Brenda—.

¿Y cómo se lo ha tomado Kris? No debe ser lindo que su novia salga en más de 50 fotos con otro

chico.

Brenda observó el rostro inocente de la muchacha frente a ella y se debatió internamente en

contarle las cosas respecto a Kris y Jeanne. Estaba consciente de que Ely estaba enamorada de

Kris así que…

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—Mi hermana y Kris terminaron —esperó unos segundos para ver la reacción de ella pero

no notó nada fuera de lo normal, sólo el lindo rubor que se le formada en su rostro blanco y

ahora sin ninguna gota de maquillaje—. Él está libre —señaló con la mirada hacia el lugar en

donde Kris estaba volviendo con una computadora portátil.

—Tengo mi portátil —anunció Kris mientras llegaba al sillón—. Por favor no lo hagas

explotar.

—Sólo lo chamuscaré un poco —dijo Brenda levantándose del sillón para ir por su cámara

que estaba sobre la mesita de centro.

—Bien, me prepararé un café ¿Quieren uno? —Ely negó nerviosamente.

—Yo quiero uno, por favor —dijo Brenda sin despegar su mirada de su cámara.

—¿Segura que no quieres uno, Ely?

—Sí, gracias.

Kris le sonrió y ambos se vieron por unos instantes fijamente antes de que un flash los

encandilara. Los dos voltearon a verla y Brenda se encogió de hombros con la cámara

cubriéndole el rostro y sólo dejando ver sus ojos.

—Necesitaba una fotografía para mi clase, el titulo es “Una pareja de bobos viéndose como

enamorados” —el rostro de Ely se tiñó de rojo y Kris apretó los labios.

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¿Juntos?

—Tu perrito no ha dejado de llorar en todo el día —dijo la voz adormilada de James, el

hermano mayor de Jeanne, quien estaba recostado en el sillón de la sala con su bebé en brazos y

el perro golden retriever acurrucado en sus pies.

—Mí pequeño —dijo Jeanne del otro lado del teléfono—. Debe estar preocupado por la

tormenta.

—Y a mí me preocupa que despierte a mi hija —le reclamó a su hermana menor intentado

no elevar su voz demasiado.

—Hey —le reprochó la castaña—. Tú fuiste el que me quitó a mi perrito hace dos semanas

y aun no me lo ha devuelto. Sí lo hubieras regresado cuando acordamos ahorita estaría con papá

y mamá…

—¿Papá y mamá? ¿En dónde estás tú?

—En casa de M… —se detuvo antes de decirle a su celoso y protector hermano mayor que

se encontraba en la casa de un chico que además ahora era su novio. No era que a James no le

agradara Matt pero era el hermano mayor y su papel era el de ser ese hombre protector de la

familia, claro aunque Jeanne ya tenía 21 años y podía mandar al cuerno a su hermano si le

llegase a reclamar cualquier cosa… pero aun así no quería preocuparlo.

—¿En casa de quien? —le preguntó James con cierto tono de desconfianza en la voz.

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—En casa de Micah, nos quedamos atrapadas en su casa poco después de que empezara la

tormenta…

—Micah está hablando en este momento con Mónica, hermanita. ¿Qué me estás ocultando?

Jeanne abrió su boca pero no se le ocurrió nada que decir para salir de ese aprieto así que

hizo lo más tonto que haría cualquier persona sin excusa estando en una tormenta y hablando con

su hermano mayor por celular.

—Creo que la llamada… —hizo un sonido extraño con la garganta tratando de imitar una

interferencia y siguió hablando—, se está —volvió a repetir el mismo sonido—, cortando —y sin

darle tiempo a su hermano de hablar cortó la llamada y arrojó su celular al sillón.

—¿Qué es lo que mi traviesa novia ha hecho? —preguntó Matt divertido viéndola sentado

en su puff.

—Acabo de evitar tu muerte prematura —dijo la castaña corriendo para sentarse sobre el

regazo de su novio. Matt la rodeó por la cintura con ambos brazos y le lanzó una mirada

confundida—. Si James se entera de que estoy en tu casa sin duda vendría a asesinarte.

—Creí que le agradaba…

—Le agradabas porque no estabas saliendo conmigo, pero ahora que eres mi novio…

—¡Dios! —dijo Matt escondiendo su rostro en el cuello de su chica.

—¿Qué sucede? —le preguntó.

—Amo como se escucha esa palabra saliendo de tus labios —Jeanne sonrió—. Había

estado a punto de creer que eso jamás sucedería.

—¿Qué fuésemos novios? —él asintió—. Tienes razón. Pensé lo mismo —Matt sacó su

rostro del cuello de ella y la vio a los ojos—. Lo digo en serio. Cuando te fuiste creí que no nos

volveríamos a ver…

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—Pero te dije que volvería…

—Lo sé, pero te fuiste y… —guardó silencio y después de unos segundos decidió

continuar—. No… no volviste. Sé que es una tontería pero en algún momento llegué a pensar

que tú bajarías del avión y… volverías por mí. Sé que no éramos nada pero estoy segura de que

ambos estábamos conscientes de nuestros sentimientos así que simplemente creí eso.

—Pero ahora estamos juntos —le susurró al oído—. Te prometo que no te dejaré.

Jeanne cerró sus ojos y dejó de pensar en el pasado o en el futuro, creía más conveniente

pensar en el hoy.

Ely se había arrepentido de haberse hecho la manicura el día anterior porque ahora que su

atención estaba en el televisor sus uñas eran un desastre ¿Cómo podía ser ella la única

preocupada por que la tormenta de nieve hubiera dejado las calles completamente bloqueadas?

¿Cómo es que Brenda podía estar cómodamente riendo en la casa de un chico?

—Es tu turno —dijo Kris a Ely quien rápidamente volteó hacia él.

—Ah, sí —dijo la rubia dirigiendo su vista a las cartas que tenía en su mano que no estaba

en su boca, había accedido a jugar ese juego de cartas para matar el tiempo pero la verdad era

que no entendía ni una pisca de lo que trataba el juego—. Amm ¿Qué debo hacer? —preguntó

avergonzada.

Brenda se rió de ella y tomó las fichas verdes que habían estado en medio de los tres.

—Gané —dijo la castaña dividiendo las fichas de dos en dos para poder contarlas mejor—,

con lo que está aquí me pueden pagar una cena lujosa.

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—No es justo —se quejó Kris dejado sus cartas sobrantes en el suelo—. Seguramente

hiciste trampa.

—Admítelo chico malo, yo soy buena y tu malo —se levantó del cojín en donde había

pasado aproximadamente una hora ganando a las cartas y estiró sus brazos sobre su cabeza y se

sentó en el sillón—. No hay forma de que ninguno de ustedes pueda ganarme en las apuestas.

—Te has aprovechado de Ely que no sabe jugar.

—¡Pero tú si sabes jugar! No tienes excusa, no metas a la pobre de Ely en tus malas

jugadas —le remarcó en tono burlón—. Pero tendré piedad por Ely que no sabe jugar y sólo

tendrá que pagar la mitad del dinero.

—Uff, que gran persona eres —dijo el muchacho sarcásticamente.

—Desde luego.

El reloj de la sala marcó las 9 de la noche y el televisor anunció lo que Ely no había

querido escuchar. Las calles estaban bloqueadas y advertían a los habitantes que no debían salir

por el momento y que los caminos se empezarían a limpiar hasta la mañana siguiente.

Los tres observaron en televisor en silencio hasta que las noticias terminaron.

—Bien —dijo Kris poniéndose de pie—. Pueden dormir en mi habitación —Ely se

congeló—. Brenda, puedes ponerte alguna de mi ropa para dormir que no uso desde hace años —

la castaña asintió como si no tuviera importancia—. ¿Estás bien? —le preguntó a Ely que tenía el

rostro pálido.

La rubia asintió en pausas y tragó, su mirada aun seguía fija en la televisión aunque ni

siquiera estaba prestando atención a la sección de deportes.

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Jeanne observó a Matt mientras dormía, le recordó a aquel día antes de que se marchara,

cuando juntos se quedaron dormidos en el sillón de la sala, lo observó dormir unos minutos y el

sentimiento que la invadió era diferente porque aquella vez Matt se iba a marchar, pero ahora él

se quedaría con ella.

Sonrió abiertamente y besó la frente de su novio para salir de la cama intentando no

despertarlo ya que él la tenía entre sus brazos.

Caminó hasta el escritorio que estaba en la habitación de Matt, tomó su celular y vio la

hora, apenas eran la 1 de la madrugada y sentía como si hubiese dormido todo un día. Con un

suspiro levantó la tapa del celular y buscó en sus contactos instintivamente el número de Kris

que aun tenía esa foto que ella le había tomado mientras estaban en la cafetería de la universidad,

sonrió al ver la expresión de sorpresa con la que había salido en la foto.

Su dedo viajó desde la tecla del menú hasta la tecla de llamada y presionó.

Probablemente ya estaba dormido y tendría el celular apagado por lo que no le preocupó

haberle marcado pero cuando escuchó un ruido muy leve y enseguida la voz de él se sintió

paralizada. ¿Por qué le había marcado? De pronto se sintió confundida, no sabía porque había

presionado el botón de la llamada.

—¿Bueno? —contestó Kris del otro lado de la línea—. ¿Jeanne? —preguntó sorprendido.

—Amm —dudó en colgar o contestarle. Le contestó—. Sí, soy yo.

—Oh —dijo el muchacho sin saber muy bien que decir—. Este… Hola.

Jeanne se soltó a reír y de inmediato se cubrió la boca ya que su novio aun seguía dormido.

Se encaminó hasta la puerta, le quitó el seguro y salió al pasillo aun sin cortar la llamada.

—¿Estás bien Jeanne?

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—Sí —contestó la castaña—. Honestamente no sé porque te marqué pero creo que estoy

feliz de que contestaras a pesar de ser de madrugada. ¿No deberías estar dormido?

—Te preguntó lo mismo.

—Yo… creo que ya he dormido suficiente —rió levemente—. ¿Y tú?

—Yo tengo visita aquí en mi casa y mi cama ha sido ocupada por esas “visitas” por lo que

me vi obligado a dormir en mi sillón y no es lo más cómodo para pasar la noche, así que como

pensarás no he podido dormir.

—Ya veo… —no sabía que decirle, no tenía ningún tema de conversación con él a pesar de

que unas semanas antes aun podían hablar normalmente.

—¿Por qué hablas susurrando? —le preguntó extrañado.

Jeanne no se había dado cuenta de que había estado hablando así.

—Amm, yo estoy en casa de…

—Matt —terminó por ella. La castaña asintió lo cual era inútil ya que era más que obvio él

que no podía verla.

—Sí.

—Me alegra que estés bien.

—Kris, yo…

—Jeanne, si crees que tengo algún problema de que estés con Matt debes de saber que no

lo tengo en absoluto. Tú y yo terminamos y cada quien es libre de hacer lo que quiera sin temer a

lo que piense el otro, no importa si es hoy o mañana o dentro de años, somos libres y lo fuimos

aun cuando estuvimos juntos —Jeanne asintió a cada palabra que él le decía, quería llorar de

felicidad, por haber conocido a un chico como Kris, un chico único que realmente quería—. Por

eso estoy feliz de que me hayas llamado y que hablemos como amigos.

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Jeanne suspiró y se limpió una lágrima rebelde que se había escapado de sus ojos.

—Te quiero, Kris. Tal vez no de la manera en que se supone que debí quererte pero lo

hago, creo que eres una persona maravillosa y estoy feliz de que hayas estado en mi vida… y —

dijo con voz entrecortada—, me alegra que quieras que seamos amigos.

Kris rió del otro lado de la línea.

—Claro que lo quiero.

—¿Sabes? Probablemente esto suene estúpido sobre todo porque dije que nunca lo diría

pero estoy segura de que encontrarás a alguien que te merezca más que yo y que serás feliz con

esa persona.

—Gracias, Jeanne. También quiero que seas feliz con Matt —suspiró—. Lo deseo mucho.

—Gracias —ambos se quedaron en silencio durante unos segundos y Jeanne bostezó

dándose cuenta de que el sueño le había regresado—. Creo que tengo sueño de nuevo.

—Está bien —contestó riendo—. Buenas noches o madrugadas.

—Igualmente, buenas noches-madrugadas —ambos rieron—. Te quiero, Kris.

—También yo.

—Adiós.

—Adiós.

Y ambos cortaron la llamada, Jeanne cerró la tapa de su celular y volvió a la habitación

para volver a recostarse junto a Matt. Lo sentía tan natural, como si toda su vida hubiese dormido

junto a aquél hombre. Feliz y tranquila se acurrucó entre las cobijas y su novio.

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Ely bajó con delicadeza las escaleras para no despertar a Kris que estaba durmiendo en la

sala por culpa de ella y Brenda, pero su intento de ser silenciosa no importaba ya que vio que la

luz de la cocina estaba encendida por lo que seguramente él ya estaba despierto. Consideró

regresar a la habitación pero su boca seca le recordó que debía tomar agua. Con los pies

descalzos caminó hasta la cocina, tan tímida como siempre se sentía ante Kris, y entró para verlo

con la mitad del cuerpo dentro del refrigerador, no pudo evitar soltar una risita.

Kris levantó la cabeza al escuchar una risa detrás de él pero al hacerlo se golpeó con la

parte de arriba del refrigerador y el cartoncito de leche se le cayó de las manos para regarse por

todo el suelo. Cuando se alejó de un salto para no mojarse los pies descalzos vio de reojo a la

causante de su momento de torpeza. Perfecto. ¿Por qué tenía que ser ella quien lo viera actuar

como un idiota?

Ambos vieron en silencio como el líquido blanco se extendía por todo el suelo.

—Creo que se debería limpiar antes de que ensucie todo —sugirió la rubia rompiendo el

cómodo silencio.

Kris le dedicó una media sonrisa y desapareció por una de las puertas de la cocina para

regresar con un trapeador en su mano, lo pasó sobre la leche derramada y lo llevó al pequeño

armario que tenía a un lado de la cocina.

—Sí, tenías razón —dijo el muchacho—. Fue buena idea limpiarlo.

Ella se encogió de hombros.

—Perdona por asustarte —se disculpó. Ambos estaban alejados de puerta a puerta, Ely por

la puerta que daba al pasillo de las escaleras para subir a las habitaciones y Kris en la puerta que

daba hacia la sala.

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—Naa, no me asustaste, tengo un tic que me ataca en la madrugada y me hace tirar

cualquier cosa que sostengo en mis manos —bromeó logrando su objetivo, poder ver la sonrisa

de Ely—. Por cierto ¿Por qué estás despierta?

—Amm —desvió su mirada hacia un lado de la cocina y de nuevo la volvió hacia él—.

Todos los días en la madrugada tengo que tomar agua, no sé por qué, pero mi boca se seca y no

puedo dormir hasta no haberme hidratado —arrugó la nariz haciendo una graciosa mueca y se

encogió de hombros—. Sé que es extraño.

—No lo creo, conozco cosas más extrañas que eso…

—Pero estás diciendo que es extraño, aun así.

—Bueno, por lo menos tú no te levantas por leche en las madrugadas y la derramas en el

suelo.

—Creí que era un “tic” —dijo divertida. Era la primera vez desde que se habían conocido

que podía hablarle sin sentirse tan nerviosa.

—Deberíamos dejar de hablar de cosas extrañas, me harás quedar mal —le guiñó el ojo.

El rostro de Ely estaba teñido de un ligero rubor rojo natural que la hacía ver incluso aun

más hermosa que con maquillaje, Kris lo había notado rápidamente y creía que era mejor verla

de esa manera a como lucía en la revistas, no es que él hubiese buscado una revista en donde ella

saliera o algo…

—¿Agua natural o de sabor? —preguntó el muchacho tomando dos vasos de cristal de la

alacena.

—Agua natural está bien —contestó la rubia entrelazando sus dedos sobre su estomago.

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Sin decir o hacer algún movimiento observó detenidamente a Kris servir el agua dentro de

los vasos de cristal como si fuera un fenómeno verdaderamente interesante de apreciar, algo que

no se debía de perder de vista ningún instante porque podía hacer algo maravilloso.

Kris se acercó a ella y le extendió el vaso.

—Gracias —dijo alejando su mirada de él.

—De nada.

Ely bebió el agua de un solo trago pero fue Kris quien sólo acercó el vaso a sus labios

dándole un medio trago para dejar el vaso sobre la barra de la cocina.

—¿Por qué casi nunca hablas? —le preguntó el muchacho, su mirada no la seguía a los

ojos sino que estaba fija en sus manos y la presión que había empezado a ejercer sobre el vaso—.

Me parece extraño que siendo modelo no hables demasiado con la gente.

—Tú no eres como la demás gente —murmuró para sí misma, sacudió su cabeza y dijo,

levantando un poco más la voz—. Aun siendo modelo no me relaciono muy bien con las demás

personas —Kris frunció el ceño y levantó la mirada hacia el rostro de la rubia—. Tengo un

cuerpo bonito y una cara bonita con maquillaje, eso es lo que a la gente le gusta ver y yo lo

detesto —confesó sintiéndose segura en mucho tiempo—. Por eso no me llevo bien con las

demás personas. No lo necesito.

—Pero tu trabajo requiere estar entre personas. Todo el tiempo —buscó su mirada pero Ely

veía hacia el suelo nuevamente—. ¿Por qué trabajas en algo que no te gusta?

Ella sacudió la cabeza y las ondas doradas danzaron alrededor de su cabeza y hombros.

—Porque es en lo único que soy buena…

—Ely, no te conozco —la interrumpió Kris acercándose a ella—. No sé ni siquiera tu

apellido o si Ely es tu nombre verdadero —ella asintió—. Es hermoso —la vio sonreír—. Pero

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una chica como tú no “sirve” sólo para lucir bonita frente a las cámaras y para personas que no

conoce. Creo que eres una gran chica, te ves joven y pienso que lo único malo en ti es que no has

encontrado tu vocación… mejor dicho tu pasión —ella levantó su rostro para enfrentarlo—. Yo

tengo 25 años y apenas he decidido que quiero estudiar artes, estoy iniciando la universidad. Tú

con 20 años aun tienes tiempo de elegir lo que quieres hacer de tu vida, aun puedes equivocarte y

romper las reglas, no debes a apresurarte a decir cosas como “es en lo único que soy buena”

cuando ni siquiera has vivido lo suficiente como para saberlo. Piénsalo.

Ely soltó una sonrisa y negó con la cabeza.

—No tengo 20 años…

—¿19?

Negó riendo.

—Tengo 23 años —se encogió de hombros y volvió a reír ante la expresión de sorpresa en

el rostro de Kris—. Y… gracias por esas palabras —se aclaró la garganta—. Mi nombre es Ely

Villareal, tengo 23 años y detesto a la mayoría de las personas con las que trabajo, además que

odio mi trabajo.

Kris le tomó la mano para estrecharla.

—Mucho gusto, señorita Villareal. Yo soy Kristoph, tengo 25 años, soy estudiante de artes,

detesto a las personas con las que crecí y… me gustan los tatuajes, cualquier tipo de pintura en

realidad, ya sea en piel o lienzo —se encogió de hombros y al analizar sus palabras dichas hizo

una mueca—. Olvida eso —dijo con desagrado. Aun seguía sosteniendo su mano—. ¿Sabes? Me

haces decir estupideces.

—Pero yo no te dije que dijeras estupideces.

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—Tu presencia provoca eso, supongo —rodó los ojos—. En fin, es un placer conocerla —y

acercó la pálida mano a sus labios para dejarle un pequeño beso.

Ely había conocido a cientos de chicos pero estaba segura de que ninguno había sido como

Kris, tan… caballeroso y tan… hermoso.

—Igualmente —le contestó—. Un placer.

—Y por cierto —pasó una de sus manos por el cabello de Ely para acomodarlo detrás de su

oreja y con una sonrisa le dijo—. No necesitas maquillaje para verte hermosa.

Los ojos de Ely se abrieron completamente pero antes de poder tener una alguna otra

reacción una voz los interrumpió.

—¿Son…? —dijo Brenda con los ojos entre abiertos por el sueño, al distinguirlos soltó una

largo bostezo y tomó el vaso que Kris había dejado sobre la barra de la cocina—. Son ustedes —

dio un largo trago al agua hasta dejarla casi por la mitad de vaso—. ¿Saben? Estaba dormida,

pudieron haber estado teniendo sexo salvaje y no me habría dado cuenta, pero en lugar de eso

juegan a contarse el cabello, que malotes —el rostro de Ely probablemente no podía haberse

visto jamás más rojo que en ese momento y Kris estaba seguro de que jamás había apretado sus

dientes hasta ese comentario de la mini castaña que se encontraba ahora terminando el agua que

ni siquiera había sido servida para ella—. Son los veinteañeros más aburridos que he conocido en

mi vida —dejó el vaso vacio sobre la barra y los vio como si fuera la niña más inocente en el

planeta—. ¿Qué?

—Vete a dormir —dijo Kris sacudiendo su cabeza—. Las niñas deberían estar dormidas a

esta hora.

—Tengo 18 años así que ya soy mayor, necesito beber agua en la madrugada y cerraré la

puerta con seguro Ely, si no vienes ahora no te dejaré entrar —sin agregar nada más se giró sobre

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sus talones para dirigirse de nuevo a las escaleras medio tambaleándose ya que aun se encontraba

medio dormida.

Ely volteó a ver a muchacho y le sonrió tímidamente.

—Buenas noches —le entregó el vaso que no había soltado—. Muchas gracias.

—De nada, fue un placer tomar agua a la 1 de la mañana con usted, señorita Villareal.

—Sólo Ely.

—Señorita Villareal —le volvió a repetir levantando el vaso de cristal hacia ella como si

ofreciera un brindis, Ely no entendió nada pero Kris tenía sus propios secretos—. Buenas noches.

Ella asintió rápidamente y corrió hacia las escaleras para alcanzar a Brenda.

Cuando Brenda escuchó los pasos de pies descalzos sobre la madera detrás de ella negó con

la cabeza y lanzó un suspiro.

—Nena, si hubieras tardado dos segundos más te habría dejado afuera y hubieses tenido

que dormir con Kris muy juntitos en el pequeño sillón —le dijo cuando la tuvo a su lado—. Al

parecer no entendiste la indirecta.

—¿Cómo se supone que iba a saberlo? —dijo la rubia frunciendo el ceño—. Además ni

siquiera quiero eso.

La castaña rodó los ojos y ambas entraron a la habitación.

—Creo que aun eres una niña, tienes mucho que aprender —cerró la puerta detrás de ella y

corrió hasta la cama para dejarse caer—. Te puedo enseñar cuando quieras. Excepto hoy, tengo

mucho sueño.

Ely le sonrió y caminó sin prisas hasta la cama, se sentó sin cubrirse con las cobijas,

dudaba poder dormir de nuevo. Además tenía una estúpida sonrisa pegada a su rostro.

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¿La cigüeña?

A la mañana siguiente los caminos estaban totalmente despejados para que las personas

pudieran salir de sus casas o volver, como era el caso de Jeanne.

La castaña suspiró mientras se abrochaba, hasta el cuello, la chaqueta que Matt le había

prestado y esperaba a un par de pasos de la puerta a su novio que se encargaba de asegurar la

puerta principal. A pesar de que solo había estado ahí por un día sentía una profunda tristeza al

dejar esa casa.

Se giró hacia el patio delantero que estaba cubierto por una gruesa capa de blanca nieve y

agradeció el haber decidido llevar ese par de botas largas al antro aquella noche ya que ahora le

permitía caminar cómodamente en el lugar. Caminó por lo que era el caminito hacia la salida y la

nieve se hundió debajo de sus pies, sintió un enorme deseo de inclinarse y tomar un poco de

nieve con sus manos para arrojársela a su novio pero si lo hacía debían volver a entrar a la casa

para secarse y si volvía entrar a ese lugar probablemente no saldría por lo que simplemente

observó la nieve.

Matt llegó a su lado y le tomó la mano, juntos se dirigieron hacia la salida, las manos de

Jeanne estaban heladas mientras que las de él estaban más cálidas, cuando volteó a verla vio

como en su rostro se reflejaba un poco de nostalgia.

—¿Ocurre algo? —le preguntó sin dejar de caminar tan lento como podían. Ella negó con

la cabeza y volvió a lanzar otro suspiro.

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—Es sólo… dirás que suena estúpido pero no quiero irme de aquí —se detuvo y señaló a su

casa.

Matt sonrió maliciosamente, le soltó la mano y ahora con sus dos manos tomó a su novia

por la cintura, la atrajo hacía él y la besó, juntaron sus frentes y le volvió a sonreír.

—No es estúpido, me parece maravilloso. Yo tampoco quiero que te vayas —la castaña

sonrió y de nuevo le dio un corto beso.

—Ya me siento mejor —dijo con alivio.

—Puedes quedarte en mi casa cuando quieras —le recordó.

Volvieron a retomar su camino.

—¿Te gustan las mascotas? —preguntó de repente.

Matt se encogió de hombros sin dejar en claro lo que opinaba de las mascotas.

—Tengo una mascota que quiero como mi vida —le dijo sonriente—. Me lo obsequió años

atrás un chico al que quiero mucho —Matt le sonrió—. En realidad, todos en mi familia quieren

a ese animalito pero por nada del mundo dejaría a mi pequeño alejado de mí por más de una

semana. Cuando tenga que mudarme mi pequeño vendrá conmigo —dijo manteniendo su mirada

hacia el frente pero su sonrisa aun seguía en su rostro.

—¿Sabes? —empezó Matt y con un dedo rascó un costado de su cabeza—. Ahora que

recuerdo soy excelente haciendo casas para perros. Tal vez podría hacer una para tu “pequeño”.

La castaña negó.

—No. Mi pequeño no duerme en casas para perros normales, le gusta dormir al final de la

cama…

—Tú pequeño es un perro muy mimado.

Jeanne asintió animadamente.

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Siguieron el camino hablando sobre la mascota de la muchacha, sus manos seguían

entrelazadas mientras caminaban por las calles. Aunque podían haber ido en automóvil hasta la

casa de ella ambos prefirieron ir caminando para alargar más su tiempo juntos. No es como si ya

no se fueran a ver pero cuando se ama a alguien se quiere pasar todo el tiempo con esa persona.

Jeanne apretó con fuerza la mano de Matt y sonrió porque simplemente no podía dejar de

hacerlo, era feliz de nuevo.

—Probablemente somos los novios más cursis del universo —dijo la castaña entrando a su

casa seguida de Matt que no le soltaba la mano aunque les fuese difícil abrir y cerrar la puerta.

—Naa, ¿Tú crees? —dijo el muchacho y en cuanto cruzó la puerta sintió una atmosfera

completamente diferente. Casi podía sentir un aura negra llegando por su lado derecho.

—¿No… novios? —preguntó James que iba saliendo de la cocina con dos tazas con café

que sostenía con ambas manos. Lo único que le faltaba era ver a su hermana menor llegando

después de un día atrapada en una casa por la tormenta de nieve con una chaqueta masculina,

sosteniendo a un modelo con una mano y pronunciando la palabra “novio”.

—Hola hermanito ¿Me trajiste a mi pequeño? —preguntó Jeanne con una enorme sonrisa

en el rostro.

—¿Novio? —dijo aun sin poder analizar la escena frente a él. James tenía 23 años, una

esposa y una bebé, sin embargo aun no soportaba la idea de que ninguna de sus 3 hermanas

tuviera la edad suficiente para tener un novio, eran sus pequeñitas mujeres con las que había

crecido, había sentido un alivio al enterarse de que su Jeanne había terminado con Kris y ahora

se enteraba de que tenía un nuevo novio.

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—¡Whisky! —exclamó Jeanne mientras su perrito corría hacia ella. Whisky llegó a la

castaña y se paró en las patas traseras para que su dueña pudiera acariciar la cima de su cabeza.

—¿Le llamaste al perro Whisky? —preguntó Matt observándola.

—Sí, le gusta el Whisky… o cualquier tipo de bebida —dijo rodando los ojos.

—Al igual que a su dueña ¿no? —Jeanne se puso colorada al escuchar las palabras de Matt,

no podía creer que había estado ebria frente a él, probablemente jamás lo superaría—. Tú y tú

mascota tienen un grave problema con la bebida.

—Yo no bebo —su rostro estaba tan rojo que el modelo no podía evitar sonreír—. ¡No te

rías! —le golpeó suavemente el hombro mientras el perro empezaba a olfatear a Matt.

—¿Ebria? —James estaba tan pálido que parecía que en cualquier momento se desmayaría.

—¿En dónde está Mónica? —preguntó la muchacha mientras acariciaba la cabeza de su

mascota. Los tres se habían reunido en el sillón para mantener una charla de preguntas sin

respuestas o ignoradas por parte de Jeanne.

—Se quedó en casa porque está esperando una llamada de su mamá —contestó James con

la mandíbula tensa—. Al parecer su mamá está un poco enferma pero ya sabes cómo es Mónica,

estaba hecha un manojo de nervios y no quiso salir de casa.

—Pobre Mónica —dijo preocupada—. Quisiera visitarla.

—Deja de evitar mi pregunta —le reclamó—. ¿Ustedes son novios? —dirigió una mirada

asesina a Matt que se encontraba sentado a un lado de Jeanne.

—Así es —confirmó ella—. Somos novios ¿Algún problema? —lo retó con la mirada.

Jeanne tenía un carácter bastante peculiar, la mayoría de las veces podía estar o verse

tranquila pero había ocasiones en las que se ponía a la defensiva antes de tiempo.

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James suspiró y dejó caer su cabeza hacia atrás en el respaldo, no sabía cómo tenía que

sentirse al respecto, después de todo su hermana ya tenía 21 años y era lo bastante madura como

para ocuparse de sí misma, pero no quería volver a verla lastimada como la vez que Matt se fue

al extranjero, había llorado tanto por él que se había prometido que no le dejaría volver a tener

contacto con él, sin embargo cuando volvió sintió un gran alivio al verlo de nuevo…

—Puedes estar seguro de que amo a tu hermana y no la lastimaré —habló Matt seriamente

enfocando su vista en James como si hubiese podido leer sus pensamientos—. He planeado las

cosas para que esta vez sí salga bien.

—Estoy feliz por ambos —suspiró—, en verdad que sí pero, Matt, debes entender que es

mi hermana menor y la amo también, ya la lastimaste una vez —Jeanne rodó los ojos y negó con

la cabeza—, te advierto, lastímala una vez más y está vez no te dejaré acercarte a ella de nuevo.

Asintió firmemente porque estaba seguro de que no volvería a dejar a Jeanne al menos que

ella se lo pidiera. No se perdonaría lastimarla de nuevo.

—Bien —James se puso de pie—. Qué bueno que estén saliendo.

Se encaminó de nuevo a la cocina mientras la pareja de enamorados lo seguían con la

mirada hasta verlo desaparecer.

—¿James está casado con Mónica? —preguntó Matt creyendo haber entendido mal unos

minutos atrás.

—Sí, se casaron hace un año y medio aproximadamente —contestó recordando la boda con

una sonrisa en su rostro.

—Pero Mónica tiene nuestra edad ¿no? —la castaña asintió—. ¿Y es tú mejor amiga? —

volvió a asentir—. ¿Por qué se casaron?

—Porque se aman —dijo riendo.

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—Vaya, eso sí que no me lo esperaba.

—Te fuiste por tres años, querido. Y ellos fueron bastante rápido, ya tienen una pequeña

familia.

Matt sonrió ante la expresión que su novia utilizó para llamarlo, estaba completamente

seguro de su amor por ella, pero ella aun no le decía si lo amaba…

James estaba recargado en la pared que estaba detrás del sillón de la sala con los brazos

cruzados sobre su pecho mientras observaba a su hermana y a su novio sentados viendo un

programa con una conductora que tenía un serio problema de maquillaje. Jeanne reía con las

palabras que decía el conductor vestido con saco y jeans mientras que Matt sólo negaba.

—Ahora —anunció la conductora con mirada cómplice. James no lo soportó más y se

refugió en la cocina, algo que ninguno de los dos enamorados notaron—. Este fin de semana ha

sido de grandes sorpresas, primero con unas fotografías que impactaron a todos en internet,

después con las otras fotografías que provocaron un shock mundial y por supuesto la terrible

tormenta de nieve que nos hizo dejar de lado estas escandalosas noticias. Pero ya pasado esto,

hay que empezar —en la pantalla apareció un collage de las fotografías que les habían tomado a

Matt y Jeanne en el antro, algo que a ninguno de los dos les sorprendió, pero la conductora que

no sabía mantener cerrada la boca pintada de un exagerado rojo siguió hablando hasta llegar con

algo que Jeanne no debió de haber escuchado—… pero quien hubiera imaginado que esa misma

chica estaría besándose con otro en la misma noche —la atención de ella quedó atrapada en la

televisión—, si no me creen estás otras fotografías tomadas esa misma noche en diferentes

horarios lo demuestran —y mostraron las fotos en donde Kris y Brenda se besaban dulcemente.

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Los ojos de Jeanne se agrandaron con incredulidad y observó como la mano de Kris

sostenía el pequeño rostro de su hermana menor con una ternura que jamás había visto en él.

Eran aproximadamente unas 5 fotos de lo que parecían ser diferentes besos entre ambos

muchachos.

Ambas hermanas eran muy parecidas y en la oscuridad era más fácil confundirlas pero

Matt sabía que aquella otra castaña no era Jeanne. Volteó a verla pero deseó no haberlo hecho, la

expresión en el rostro de su novia no era otra más que de celos. Desvió su mirada de ella porque

no soportó verla celosa.

La conductora ahora estaba hablando sobre la pareja homosexual de aquél grupo que había

dado un concierto y las fotografías que habían sido reveladas de manera anónima pero ninguno

de los dos estaba prestando atención.

Ely giró la llave de su auto por decima vez pero volvió a hacer ese mismo sonido feo que le

indicaba que había algo mal. Se mordió el labio inferior fuertemente antes de salir del auto y

azotar fuertemente la puerta.

—Ríndete cerecita —habló Brenda—. Tu auto no quiere funcionar, es cosa del destino.

—No puedo creer que me esté pasando a mí —dijo la rubia sin dirigir su mirada hacia

Kris—. Llamaré a un mecánico para que venga por él.

—No hay necesidad —habló Kris—. Déjalo aquí por hoy y te prometo que mañana lo

tendrás como nuevo —le sonrió y ella negó rápidamente.

—No puedo hacer eso —dijo nerviosamente aun sin voltear a verlo.

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—Insisto —le extendió la mano—. Dame las llaves y mañana antes de medio día lo tendré

listo.

Ely se debatía internamente en qué hacer y sobre todo no entendía cómo es que

nuevamente se sentía nerviosa ante él aunque la noche anterior había estado hablando

cómodamente.

Brenda tenía prisa en llegar a su casa, cualquier otro día estaría contenta de observar a ese

par de tortolos sintiéndose incómodos entre ellos, pero ese día quería llegar a su casa ya que

había recibido un mensaje de texto por parte de una de sus amigas diciéndole que habían salido

unas fotografías de ella besándose con un chico en un programa. Ella sabía que eran las

fotografías del antro.

—Hagan lo que quieran pero dense prisa, necesito llegar pronto a mi casa —dijo perdiendo

la paciencia.

El par de tortolos se pusieron de acuerdo mientras la castaña esperaba ya dentro del auto de

Kris deseando que su hermana mayor no hubiera visto ese mismo programa, aunque lo dudaba,

casi nunca se perdía ese programa.

El camino a su casa fue largo, Kris decidió dejar primero a Ely en su casa y luego dejarla a

ella. Cuando entró a su casa su hermana mayor estaba con su cabeza recargada en el hombro de

Matt y juntos veían una película animada, lanzando un suspiro cerró la puerta sin cuidado y

atrajo la atención de ambos.

Inmediatamente sintió la mirada de reproche que le lanzó su hermana mayor y se dio

cuenta de que había visto aquellas fotografías.

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Jeanne se levantó y caminó en silencio hasta la cocina de esa manera Brenda entendió que

quería hablar a solas con ella así que la siguió. Por suerte James había ido por sus padres al

trabajo y estaban solas.

—¿Qué tal tu día? —preguntó Brenda intentando alivianar la tensión—. Parece que te fue

muy bien.

—¿Por qué estabas con él? —preguntó la castaña sin rodeos—. ¿Besándose?

—Creí que había terminado…

—Es mi ex-novio —la interrumpió reclamándole, Brenda por alguna razón se molestó y en

lugar de aclararle las cosas las complicó más.

— Exacto, tú EX-novio. Eso significa que ahora puede ser MÍO —le contestó levantando

la voz.

—¡No puedes! —le gritó.

—¡Claro que sí! —la imitó—. A ti no te debe de importar, al parecer estás con Matt ¿No es

eso lo que querías desde hace tres años? ¿Por qué me reclamas por Kris ahora? ¿Qué no

podemos elegir por nosotros?

Jeanne sacudió su cabeza, sus manos estaban apretadas fuertemente formando firmes puños

¿Por qué se sentía de esa manera? Era cierto, ella estaba con Matt y realmente lo quería pero aun

si no podía evitar sentirse traicionada por su hermana menor, sí se había besado con Kris eso

significaba que desde antes había sentido interés por él. Cuando menos acordó su mano

hormigueaba y Brenda cubría con ambas manos su mejilla.

—Lo… lo siento —soltó al borde del llanto—. Brenda, no quise hacerlo…

Brenda dejó de cubrir su mejilla dejando a la vista la maca roja que ahora tenía en su

mejilla.

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—Deberías ir con Matt —dijo la muchacha sin ver a su hermana mayor, se giró para darle

la espalda—. Creo que se está marchando.

Jeanne volteó hacia la puerta y volvió a su hermana.

—Yo…

—¡Vete! —le gritó—. ¡No lo pierdas de nuevo!

Jeanne no detuvo más sus lágrimas y salió de la cocina, la sala estaba vacía y la puerta

principal entre abierta, con el corazón detenido caminó hacia la puerta y lo vio ahí, en el segundo

escalón de la entrada con Whisky meneando la cola para animarlo.

Lo abrazó por la detrás hundiendo su cabeza en la espalda del muchacho.

—Perdóname —le dijo, su voz siendo amortiguada por su espalda—. No sé porque

reaccioné así. Perdón, Matt. Perdón.

—Te amo —dijo el muchacho con su vista perdida en el cielo.

—Yo también —le contestó Jeanne apartando su rostro de su espalda. Matt se congeló un

par de segundos y lentamente se giró hacia ella para poder verla de frente y que esas palabras que

tanto quería escuchar de ella se las dijera viéndolo a los ojos—. Te amo, Matt.

Él le sonrió y la besó fuertemente haciéndola dar un traspié al no estar preparada para ese

beso, al notarlo la rodeó con ambos brazos y la cercó a él para poder tener su boca más cerca.

Jeanne se sujetó de él y le devolvió el beso tan ansiosamente como él la besaba, Whisky se

acomodó junto a ellos meneando la cola animado.

Matt, sin dejar de besarla, la levantó unos centímetros del suelo para que ahora ella

estuviera más alta que él. Jeanne sonrió entre el beso y se imaginó una vida junto a su novio.

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—¡Oh por dios! —exclamó Anastasia cubriéndose la boca con una de sus manos. Jamás

había visto a su hija de esa manera, tan enamorada. Matt y Jeanne seguían besándose y no habían

notado su presencia, Anastasia estaba feliz pero su esposo y James no compartían la misma

emoción que ella.

—¡Pueden besarse dentro! —los interrumpió James, no estaba dispuesto a ver a su hermana

besándose con su novio—. Necesitamos la entrada libre.

Matt y Jeanne se sonrieron cuando rompieron el beso.

—Perdóname, hermanita. Fui una estúpida —dijo Jeanne viendo a Brenda a través del

espejo que tenían en su habitación.

—Disculpa aceptada —dijo la castaña sonriéndole a sus reflejos—. Al fin me enteré que

también sufrías esa terrible enfermedad llamada celos.

—¿No estás molesta conmigo por esa marca que te dejé en tu rostro o la forma en que te

traté?

—No —contestó negando—. Yo te mentí, también fui la culpable por eso, pude haberte

dicho que Kris y yo no tenemos nada que ver y ahorrarme la discusión pero no lo hice, además

que —señaló la marca roja en su mejilla—. Me vengaré por esto.

—Brenda, en serio lo siento —se disculpó nuevamente—. Creo que me sentí un poco

traicionada y actué como la típica y horrorosa hermana mayor…

—Lo bueno que no eres horrorosa —la interrumpió—. Te entiendo, yo también me hubiese

sentido así si hubiera estado en tu lugar, no es el fin del mundo, somos hermanas y pelear es casi

nuestra obligación ¿no lo crees?

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Jeanne le sonrió y se sintió la persona más afortunada de tener a una familia como la de

ella.

—Te amo, hermanita.

—Yo también, hermanota.

Ambas rieron.

Había pasado una semana cuando Matt entró a la casa de su novia y sus ojos vieron algo

que lo hizo dar un traspié.

Jeanne tenía a una pequeña bebé de tan sólo unos meses de nacida en sus brazos, su rostro

estaba irradiando una felicidad que no había visto en ella. Mecía delicadamente a la pequeña y le

decía palabras que Matt no alcanzaba a escuchar al estar de pie en la puerta de la casa pero que

seguramente estaban llenas de amor.

Sin hacer mucho ruido con sus zapatos caminó hasta la sala que era donde se encontraba

Jeanne con el bebé y la observó más de cerca, estaba a tan sólo unos cuatro pasos de ella. Debía

querer mucho a esa bebé como para no notar su presencia, con curiosidad decidió hablar para

atraer la atención de su novia.

—Amor, ¿Desde cuándo tenemos una niña? —Jeanne levantó su mirada hacia donde había

escuchado una voz, al ver a su novio el rostro se le iluminó aun más.

—La cigüeña me la trajo hoy en la mañana —le guiñó el ojo mientras mecía a la

pequeña—. Ven acércate, no muerde.

Matt se quedó de pie y durante segundos no dijo nada, sólo las observó a ambas.

—Pero sí babean —murmuró para sí pero la castaña lo alcanzó a escuchar.

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—¿No te gustan los niños? —preguntó con semblante preocupado.

El modelo sacudió su cabeza y negó rápidamente.

—No, no quise darte a entender eso —se acercó hasta ellas y besó en la frente a su novia

para después dedicarle una tierna sonrisa—. Me gustan los niños, pero me preocupa el no saber

de dónde salió esa niña.

Jeanne rodó los ojos y volvió la mirada a su pequeña sobrinita que era idéntica a su padre,

así que fácilmente podrían confundirla como si fuese su hija, seguramente Matt había notado el

parecido entre ella y la pequeña bebé.

—Matt —dijo en tono tierno—. Sigo siendo virgen. Sí eso te preocupa.

Inmediatamente el modelo se quedo tieso y no pudo ver a la cara a su novia.

—Tú no eres virgen —dijo la castaña divertida por el color que se había adueñado del

rostro de su novio—. ¿Me equivoco? —aun tenía una sonrisa en su rostro cuando él levantó la

mirada hacia ella—. ¿Creíste que no lo sabía?

—No creí que hablaras de ese tipo de temas tan fácilmente…

—Estamos hablando de virginidad y 21 años. ¿Cuántas personas a esta edad son vírgenes?

—le preguntó—. Ambos sabemos la respuesta. Yo sé que tú no lo eres porque en esas películas

que saliste las escenas se veían muy reales…

—Jeanne no me hagas esto —dijo el muchacho completamente apenado de que su novia lo

hubiera visto en ese par de películas en donde había pasado una noche de “pasión” con la

protagonista. Sí era verdad que ya no era virgen, que a sus 19 años la había perdido con una de

sus compañeras de trabajo, pero no necesitaba recordarlo y menos frente a ella.

—A mi no me molesta —le sonrió—. Pero yo soy de esas que prefieren ser vírgenes hasta

el matrimonio, anticuado o no, así lo quiero —le guiñó el ojo y tomó a su sobrinita con ambas

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manos para ponerla frente a su rostro y empezar a hablarle tiernamente—. ¿Verdad? Tú también

estarás de acuerdo con tu tía cuando seas mayor.

La pequeña movió sus manitas perezosamente y abrió su boquita en un intento de bostezo

para informar que la plática que mantenían sus tíos le aburría y que prefería tomar su leche.

—Parece que tienes sueño —la volvió a acomodar sobre su brazo izquierdo y acarició su

cabeza con escaso cabello castaño—. El tío Matt te traerá tu leche.

Matt entendió eso como una clara indirecta y empezó a ver a su alrededor para buscar

algún vaso con leche o algo con lo que un bebé pudiera tomar leche.

—El biberón está en la cocina, amor —le dijo la muchacha al verlo tan perdido—. El de

color verde.

El modelo le sonrió y de nuevo besó su frente para encaminarse a la cocina, en donde se

tardó un par de minutos en encontrar el biberón que su novia le había mencionado.

—¿Cómo se llama? —le preguntó. Ambos estaban sentados en el sillón de la sala viendo a

la pequeña beber su leche tranquilamente cuando Matt se dio cuenta de que aun no sabía el

nombre de la bebé a quien Jeanne veía con tanto amor.

—Mía —le contestó—. Brenda lo escogió ya que Mónica y James no se decidían por el

nombre y a todos les gustó.

El muchacho le sonrió.

—La quieres mucho ¿no? —ella levantó la mirada para poder verlo—. Sé ve en tus ojos,

parecen un par de soles cuando fijas la mirada en ella, creo que no te había visto tan feliz.

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—Sí, la quiero mucho —le contestó con una sonrisa—, es mi primera sobrina además que

me encantan los niños y disfruto el poder cuidarla. Pero —recargó su cabeza en el ancho hombro

de él—, cuando me pediste que fuera tu novia fui la persona más feliz del mundo.

—Y yo cuando aceptaste serlo —la besó en los labios en una incómoda posición.

—Te dije que somos los novios más cursis que existen.

Ambos estuvieron de acuerdo.

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¿Jugamos a casarnos?

—¿Ya terminaron de fotografiar a los pájaros? —preguntó Jeanne al ver como su hermana

y su novio peleaban a muerte por el último trozo de emparedado.

Habían ido al parque ya que Matt y Brenda decidieron empezar el día con un espíritu

competitivo, ambos querían tomar la mejor fotografía pero no tenían modelo y aunque habían

pensado en Jeanne como una buena opción esta se negó rotundamente, les dio la opción de

fotografiar a los pájaros que duraban horas cantando en el parque público y ambos habían

aceptado emocionados.

Mientras ellos habían estado fotografiando cualquier cosa que se moviera Jeanne había

estado observándolos sentada debajo de la sombra de un árbol y acompañada de Whisky.

—Hermana, dile que sea caballeroso y me dé el último trozo de emparedado —dijo Brenda

con tono aniñado, casi convencía a Matt.

—He sido demasiado caballeroso dándote toda mi comida el día de hoy —se quejó el

muchacho—. Si sigues comiendo así engordarás y no te verás linda con esa estatura… —ante la

mirada de odio que le lanzó la pequeña castaña decidió callarse y como disculpa le ofreció el

último trozo del emparedado.

—Olvídalo —dijo la muchacha—, tus sucias manos ya lo han tocado y probablemente

hasta le pusiste veneno o qué se yo. Ni siquiera se lo daría a Whisky.

—No te metas con mi perrito —dijo Jeanne prestándoles atención.

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—Claro, haces el sordo cuando me quejo de tu novio, pero cuando hablo de tu mascota eres

la primera en escuchar —intentó cruzarse de brazos pero la cámara que colgaba de su cuello se

lo impidió. Su hermana mayor le sonrió y arrugó la nariz.

Matt terminó el trozo de emparedado mientras observaba a las dos hermanas reír por algo

que él no comprendió.

Brenda se marchó primero dejando a los dos enamorados solos o eso les hizo creer. Cuando

los dos se besaron ella desde alguna parte del parque les tomó fotografías, satisfecha se marchó,

después de todo sí había logrado hacer mejores fotos que Matt. Un par de horas más tarde ya

estaban en internet y con la reciente noticia valían mucho más…

—¿Qué te parece si jugamos a casarnos? —preguntó Matt caminando detrás de ella.

Jeanne se detuvo en seco y volteó hacia él.

Sus manos estaban entrelazadas así que él tuvo que detenerse rápidamente antes de chocar

con ella.

—¿Jugar? —preguntó sonriendo.

—Sí, ya sabes, como el juego de la casita —ante el rostro de incomprensión de Jeanne él le

empezó a explicar—. Es decir que vayas a vivir conmigo, así podemos prepararnos para un

posible futuro.

—Va enserio ¿eh? —bajó su vista para ver como su perro movía la cola esperando que

ellos avanzaran junto a él—. Sí el viene conmigo podría considerarlo.

—Claro que viene, es parte de la familia.

—¿Cuándo? —preguntó entusiasmada. Su mano había empezado a temblar así que soltó la

mano de su novio—. ¿Cuándo Jugaríamos a casarnos?

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—Hoy mismo, ¿Por qué no?

—Sí, ¿Por qué no?

Cuando Jeanne les platicó a sus padres el repentino plan que había formado con Matt ellos

tardaron en darle una respuesta, la amaban y también a Matt, pero llevaban apenas un par de

meses como novios oficiales, además que sería su segundo hijo en salir de casa, primero James y

ahora Jeanne, tenían mucho en que pensar pero desde luego esa era decisión de su hija, si ella así

lo quería entonces con lágrimas en los ojos la verían marchar y le desearían lo mejor.

Jeanne salió de su clase para encontrar a su novio rodeado de una multitud de chicas, era lo

común, no había día en que Matt no fuese acosado por las demás estudiantes de la facultad y

otras que ni siquiera iban en la facultad. Al principio le había molestado pero ahora ya no le

importaba más, después de todo llevaba casi tres meses repitiéndose la misma escena, incluso la

muchacha ya se sabía de memoria los diálogos de las fans de su novio.

—Considera salir conmigo algún día, guapo —dijo una rubia que parecía estar hecha de

maquillaje.

—Zorra —Jeanne no pudo evitar decirlo en voz baja, ella misma se sorprendió.

Caminó hasta acercarse a la multitud de chicas y escarbó entre ellas hasta llegar junto a

Matt.

—Ya, suficiente por hoy —agitó su mano para apartarlas—. Mañana a la misma hora

estará aquí así que déjenlo en paz.

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Esa actitud con la que llegó Jeanne podía haber hecho enfurecer a todas las chicas pero

había dos razones por las que sólo reían como si fuera la mejor broma del mundo: la primera era

que sí hacían algo malo en contra de ella Matt jamás les volvería a dirigir la mirada, la segunda

era que ese día era el cumpleaños de Jeanne.

Algunas de ellas felicitaron a Jeanne porque así lo quisieron y otras sólo para quedar bien,

muchas de ellas tenían la esperanza de que ambos terminaran en un par de meses así que

mientras más buenas aparentaran ser más posibilidades tendrían con Matt en un futuro. Ingenuas,

si supiera lo que en ese momento pasaba por la cabeza del muchacho.

Matt tomó posesión de la cintura de su novia y juntos empezaron a caminar hasta salir de la

multitud. Él parecía notar algo que Jeanne no veía, los chicos se la comían con la mirada, él no

era el único que tenía fans. Desde que ella había participado en obras de teatro en el estado se

había vuelto más reconocida y además que ser novia del modelo que recientemente había

renunciado a su trabajo la hacía aun más famosa.

Sí, Matt había decidido renunciar a esa carrera que ya no le satisfacía como al inicio,

renunció un poco antes de su cumpleaños pero aun era contactado para seguir siendo modelo en

diferentes agencias, en lugar de que su fama hubiera decaído un poco había aumentado y

amenazaba con seguir así durante mucho tiempo más.

Pero no le importaba, lo único que le importaba estaba a su lado con un vestido casual de

color blanco y como no, tenía detalles en color amarillo.

—Tus padres me pidieron que te distrajera hasta la noche para que no llegues a la fiesta

antes de tiempo —dijo Matt sonriente mientras seguían su camino hasta el auto.

Jeanne levantó una ceja y lo volteó a ver.

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—Se supone que debes distraerme sin que yo me dé cuenta para que eso sea una sorpresa

¿no? —el rostro de Matt lució sorprendido.

—¿Fingirás sorpresa?

—Claro —le guiñó un ojo.

—Bien. Además la sorpresa que te tengo nos tomará casi toda la tarde —el muchacho

empezó a apresurar más su paso—, tenemos que correr.

Jeanne lo siguió entusiasmada.

—¿Otra sorpresa más? —la sonrisa en su rostro se agrandaba conforme se acercaban al

auto amarillo.

—Una mucho más grande que llevarte el desayuno a la cama.

—Para mí eso es suficiente.

Levantó la mirada del libro que estaba leyendo para ver que habían pasado de largo justo

por la avenida en donde Matt debió haber girado, Jeanne sabía que algo estaba fuera de control

ya que esa carretera conducía a otro estado.

—¿Creo que te pasaste de largo? —dijo finalmente al ver que estaban demasiado lejos.

Su novio sólo negó con la cabeza sin despegar su vista de la carretera.

—¿Es parte de esa sorpresa? —le preguntó y lo vio asentir—. ¿Y requiere que vayamos a

otro estado? —le asintió de nuevo—. ¿Por qué?

—Digamos que allá hay algo que no puedo traer tan fácilmente —le contestó sin añadir ni

una pista de lo que tenía planeado.

—Pero…

—Tranquila, mi amor, está todo calculado.

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Decidió no decir nada más y observar el paisaje que fue un poco de ciudad, después una

zona un poco desértica y de nuevo más ciudad. Durante el camino hablaron y entre pláticas

intentó sacarle una pista del lugar a donde se dirigían pero Matt era demasiado listo para decirle

algo.

—¿Puedes abrir la guantera? —preguntó Matt señalando con la mirada el lugar.

Ella obedeció y dentro sólo había pañuelo de seda dorada.

—Necesito que te cubras los ojos sin hacer trampa.

—No sé si es buen idea, estoy empezando a creer que esto es un secuestro y le pedirás unos

millones a mi familia —dijo viendo el pañuelo dorado.

—Creo que tu familia estará de acuerdo —dijo el muchacho sonriente.

—¿Qué me secuestres?

—Que te cubras los ojos.

La castaña rodó los ojos y los cubrió con el pañuelo que se sentía suave sobre su piel y

esperó durante varios minutos hasta que sintió que el auto de su novio se detuvo.

—¿Ya me puedo quitar la venda? —preguntó llevándose las manos detrás de su cabeza

para apartarla pero las manos de Matt la detuvieron.

—Aun no, espera un poco más.

La emoción que sentía Matt apenas si podía contenerla, al fin, después de tantos años le

daría aquello que Jeanne le había pedido, y no, no eran la pareja de tejones que le pidió un par de

meses atrás cuando pasaron por la tienda de mascotas, era algo mucho más especial.

El muchacho la ayudó a salir del auto y se detuvo detrás de ella para poder guiarla

sosteniéndola de los hombros.

—No hagas trampa —le susurró al oído provocándole instantáneos escalofríos.

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—Sería imposible hacerlo, amor. Con lo grueso de esta tela no podría hacerlo aunque

quisiera —y era verdad, ya había intentado echar un vistazo.

Con Matt como su guía avanzaron por un camino que parecía estar cubierto de gravilla, al

menos el sonido de piedras removiéndose, tronando y hundiéndose le hacía pensar a Jeanne que

se trataba de eso. El temor a tropezarse era mucho menos que la curiosidad de saber a donde la

estaba llevando su novio, habían pasado casi tres horas de viaje y alrededor de media hora con

los ojos vendados.

—Ya casi llegamos —le susurró y su corazón se aceleró.

De pronto el ambiente cambió, el aire era mucho más cálido que el de afuera y había

muchos olores mezclados, todos ellos parecían ser aromas de plantas… más bien de flores…

¿Era un invernadero?

Al fin se detuvieron.

—Permíteme quitarte la venda.

Jeanne sintió el aroma de un olor dulce, vainilla o tal vez… ¿chocolate?

El pañuelo dejó libres sus ojos y la imagen frente a ella la dejó en blanco. Los ojos se le

inundaron de lágrimas pero no dejó caer ninguna.

Su novio, el amor de su vida, había recordado cuanto ansiaba poder conocer aquella flor

llamada “Chocolate cosmos” o “La flor de chocolate”, la misma flor que significa “El fin del

amor” y sin embargo para ellos había sido una forma de iniciar el suyo.

—¿Te gusta? —¿Cómo podía hacerle esa pregunta?

—Me fascina —contestó casi a punto de saltar de felicidad. Se acercó más a una flor, y

absorbió el aroma hasta que sus pulmones se llenaron completamente, dejó salir el aire y lo hizo

una vez más.

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Matt la contempló, vio como ella tomaba una flor delicadamente entre sus manos y

acariciaba cada pétalo, la acercaba a su nariz olía la flor y acariciaba de nuevo las demás flores

que estaban a su alrededor. Él había intentado por todos los medios poder llevar muchas de esas

flores del invernadero hasta su casa, pero la universidad que se encargaba de hacer esos clones

de aquella flor extinta no lo permitió, en cambio le ofrecieron una visita privada el día que él

quisiera y otra cosa más…

—Sr. Matthew —lo llamó un joven que al parecer se estaba escondiendo para que Jeanne

no lo viera—. Ya tenemos listo su pedido.

El pecho de Matt se hinchó con el aire que había tomado.

—Bien —dijo reteniendo el aire—. Un segundo por favor —el joven asintió. Soltó el aire y

asintió decidido—. Listo.

El joven se acercó a Matt con un ramo de flores de chocolate, las tomó con una mano y la

otra se escondía dentro del bolsillo del pantalón.

—Bien —murmuró para sí mismo una vez que el joven se había marchado y mientras

observaba a su novia. Tomó aire una vez más y lo dejó salir, estaba listo—. Jeanne —la llamó y

ella volteó casi inmediatamente.

Matt tenía un enorme ramo de flores y una sonrisa nerviosa en su rostro, ella, que estaba a

un par de metros lejos de él, se acercó sin despegar su vista de las flores.

—Dijeron que estaba permitido llevarnos este pequeño ramo de flores —la sonrisa de su

novia se ensanchó—. Feliz cumpleaños, mi amor —le extendió el ramo de flores y en cuanto ella

lo tomó con sus dos manos Matt la atrajo a él y la besó, fue un beso corto pero les bastó a ambos.

—Tiene una nota —dijo Jeanne viendo el ramo, con una mano tomó el sobre pequeño y de

color amarillo, sintió el sobre un poco raro pero no le tomó importancia.

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Lo notó hasta que al introducir los dedos para sacar la tarjetita sintió algo grueso, apoyó el

ramo sobre su brazo izquierdo de modo que su mano quedaba libre, el sobre estaba en su mano

derecha y cuando lo puso boca abajo sobre su mano cayó algo, no se dio cuenta de que había

cerrado sus ojos hasta que en lugar de ver lo que había en su mano lo sintió.

Era frio y pequeño, sabía que tenía una forma circular.

Abrió sus ojos para encontrarse con un anillo.

La reacción que Matt había esperado de su novia no era la que tenía en ese momento, no

esperaba que la sonrisa en su rostro se borrara, ni que el color de su piel se mezclara con el de su

vestido de color blanco, no esperaba esa mirada temerosa con que lo vio.

Tenía un nudo en la garganta pero aun así le preguntó.

—¿Quieres casarte conmigo? —la vio tragar.

—No —contestó inmediatamente y Matt casi cayó hacia atrás. Jeanne parpadeó

confundida, cerró su mano en un débil puño y dejó salir un aire que no sabía que había estado

conteniendo—. Espera… yo… sí —asintió—, no… eso… —su cabeza estaba revuelta y las

palabras que quería decir no se acomodaban en el orden que debían hacerlo. Intentó calmarse,

sus manos estaban temblando y las sentía sin fuerza—. Sí quiero casarme —dijo finalmente

viendo a su novio—, contigo —hizo una pausa—, pero aun no —asintió un par de veces—.

Quiero casarme contigo pero aun no. Sabes, olvida la primera respuesta. Es un sí. Sólo un SÍ.

Matt estaba realmente confundido, pero al parecer su novia le había dicho que sí a la

propuesta de matrimonio.

—¿Sigues vivo? —le preguntó preocupada.

—Eso creo.

—Bien —sonrió nerviosa.

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Abrió su mano y observó el anillo, una sonrisa de felicidad empezó a adornar su rostro y

luego tuvo que morder sus labios para no llorar.

—Claro que quiero casarme contigo.

Matt la abrazó y besó su sien.

—Gracias —le susurró—. Casi me matas.

Entre su abrazo no se dieron cuenta de que las flores casi se asfixiaban entre ellos dos.

—Espera —dijo Jeanne y dejó las flores sobre una maceta—. Tú tienes la culpa —le dijo

volviéndolo a abrazar—. Pero sí quisiera esperar un poco más de tiempo. Pienso que es muy

pronto para casarnos.

—No tiene que ser pronto.

—Pero tampoco no muy después ¿verdad? —subió sus manos hasta el cuello de su novio.

—No. Podría ser justo en medio.

—Me parece genial.

—¿A dos años?

Jeanne negó agitando su cabello castaño que ahora ya estaba más largo.

—¿Un año?

—Perfecto.

—Perfecto.

Llegaron a su ciudad hasta las 8 de la noche y aunque su intención era descansar después

del largo y agitado día que habían tenido no les fue posible porque la casa de Matt estaba llena

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de familiares, amigos y conocidos cercanos de su novia, ellos también querían pasar un día junto

a la cumpleañera.

La pequeña Mía había empezado a llorar y vio como su mejor amiga Mónica y su hermano

mayor James intentaban tranquilizar a la pequeña, se preguntaba si ella algún día podía hacer

bien ese tipo de papeles. Matt también se preguntaba lo mismo.

Todas las personas que Jeanne quería y apreciaba estaban ahí.

Qué bien.

Tenían una gran noticia que darles.

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¿Entrenamiento para papá?

Jeanne había estado los últimos cinco minutos con su teléfono celular pegado al oído,

cuando volteó hacia Matt y a la pequeña Mía, su rostro lucía preocupado, mordía su labio

inferior como si intentase contener el temblor de este. Su novio la vio asentir antes de que cortara

la llamada y le diera la espalda.

—Mía pasará la noche aquí —dijo con la voz entrecortada.

Matt entendió que estaba llorando y se levantó del sillón para ir a abrazar por la espalda a

su novia.

—¿Qué pasó? —preguntó aunque estaba seguro de saber lo que había pasado.

Jeanne se estremeció y tardó unos segundos en contestar, su rostro estaba inclinado para

que él no la viera, limpió sus lágrimas y se giró hacia su novio para poder hundir su rostro en su

pecho.

—La mamá de Mónica falleció —dijo en un hilo de voz y se dejó mimar por las caricias de

consuelo que le ofrecía Matt. Si ella se sentía triste no podía imaginar cómo debía estar

pasándola su amiga y se sentía aun más triste al pensar en que su sobrina no conocería a ninguno

de sus abuelos por su parte materna.

Cuando se calmó un poco y limpió todas sus lágrimas se acercó al portabebés en donde

descansaba Mía plácidamente y le acarició el pequeño rostro.

—Eres una hermosura —le susurró.

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Matt la observó y se inclinó junto a ella para observar a la bebé.

—Necesito ir por leche a la casa de mi hermano —anunció Jeanne mientras se ponía la

bufanda amarilla—. Mía debe tomar una leche especial que sólo venden en farmacias y a un alto

precio —tomó a la pequeña en sus brazos y le depositó un tierno beso en su frente.

—Espera, espera —dijo el muchacho apartando su vista del televisor cuando vio que su

novia dejaba a Mía en su regazo, inmediatamente la sostuvo con ambos brazos de una manera

frágil, como si temiese que se fuese a romper—. ¿Estás diciendo que yo debo hacerme cargo de

ella en lo que vuelves?

La castaña asintió.

—No. No. Te amo, pero no puedes dejarme con una niña… bebé —dijo horrorizado ante lo

cual Jeanne rodó los ojos—. Ni siquiera sé cómo debo sostenerla sin lastimarla.

—Así como lo estás haciendo es perfecto —dijo la muchacha levantando el pulgar. Se

colgó el bolso sobre un hombro y caminó hasta la puerta.

—¿En serio piensas dejármela? —preguntó el modelo.

—Tardaré como máximo una hora, amor. No creo que no puedas cuidarla. La llevaría

conmigo pero está haciendo un terrible frío afuera y no estoy dispuesta a exponerla a semejante

clima.

—Pero… per…

—Considéralo como un entrenamiento para cuando seas padre —le guiñó un ojo y

desapareció por la puerta principal.

Matt se quedó con la boca abierta y la pequeña Mía en brazos.

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Esperó pacientemente cada minuto durante de los pasados 7 minutos, estaba como una

estatua no se había movido ni un centímetro desde que Jeanne se había marchado, la bebé ya se

había quedado dormida de nuevo y temía despertarla y que llorara. Sin embargo quería ir al

baño.

Después de debatirse un par de minutos, la recostó en el portabebés con la mayor

delicadeza posible para evitar despertarla y caminó lentamente hacia atrás sin despegar la vista

de la pequeña.

—No te despiertes —susurró y su ida al baño fue la más rápida que jamás había hecho.

Cuando regresó Mía aun seguía dormida y suspiró lleno de alivio, jamás en su vida había

tenido que cuidar a un bebé, no había tenido nunca hermanos y sus tíos no dejaban que se

acercara a sus primos cuando eran bebés. ¿Cómo Jeanne podía ser tan irresponsable dejándolo

solo con una bebé?

Los minutos pasaron y Matt se empezaba a preocupar por su novia, llevaba más de media

hora fuera y no le había llamado, tal vez estaba exagerando, la presión de que Mía se despertara

llorando y pidiendo comida lo hacía pensar dramáticamente.

La puerta se abrió de golpe y una miniatura pelirroja entró a la casa.

—¡Brenda! —gritó la chica fuertemente.

Matt casi la ahorcaba, había estado intentando hacer el menor ruido posible al respirar y

llegaba esa chiquilla desconocida gritando. La mirada de la pelirroja se encontró con la de Matt y

luego vio a la bebé, cubrió su boca para después pedir disculpas en silencio.

El modelo notó que la muchacha no era tan chiquilla después de todo, seguro tenía más de

15 años aunque su estatura parecía ser la de una niña de 10 años.

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—¿Y tú eres? —preguntó Matt en un susurró acercándose a ella.

—Mejor dicho ¿Quién eres tú? —preguntó en un susurro la pelirroja.

—¿No me conoces? —preguntó extrañado.

—¿Debería? —preguntó levantando una ceja.

—¿Buscas a Brenda?

—¿Qué te hace pensar eso? ¿Qué llegué gritando su nombre? —cada palabra en la voz de

esa chica parecía un burla—. Como sea, creo que no está aquí.

Suspiró y en lugar de marcharse de la casa entró dirigiéndose a la cocina, el muchacho no

lograba comprender que rayos hacía esa chica ahí. Cuando la pelirroja salió de la cocina tenía en

su mano una botella de Dr.Pepper y una muy bonita sonrisa en el rostro, sin duda era bonita,

pensó Matt.

—Si Brenda pregunta le dices que me he llevado su última Dr.Pepper —le dijo a Matt

sonriendo—. Eso le enseñará a no esconderse de mí —murmuró para ella misma y sin decir otra

cosa salió de la casa cerrando la puerta detrás de ella.

Matt se quedó desconcertado por la entrada y salida de la pequeña pelirroja. ¿Cómo es que

había podido entrar como si se tratase de su propia casa y luego salir como si fuera un angelito?

Negó con su cabeza apartando la escena anterior y volvió a prestarle la atención a la pequeña

Mía.

¿Cuánto más tardaría Jeanne en llegar?

Jeanne caminaba apresuradamente por la calle solitaria y oscura, la bolsa de plástico con la

lata de leche le lastimaba los dedos y sentía que le cortaba la circulación. Se había retrasado al no

querer ir en auto a la casa de su hermano, además que se sentía triste por la muerte de la madre

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de su mejor amiga. La hizo pensar en su familia y en el tiempo que estarían juntos en el futuro,

podían ser aun muchos años o podían ser unos días solamente.

Negó con la cabeza, lo mejor era disfrutar todo el tiempo que pudiera con su familia.

Siguió caminando hasta que sintió que alguien la perseguía, decidió no voltear y seguir

caminando un poco más rápido. Sabía defensa personal así que si intentaban hacerle algo

atacaría.

Alguien la sujetó del brazo.

—¿Jeanne? —al escuchar la voz suspiró llena de alivio.

—Kris, pude haberte matado —le dijo intentando regular si respiración.

El muchacho rió y soltó su brazo.

—No fue mi intención asustarte. Te estaba hablando hace unas cuadras —señaló a su

espalda—, pero cuando no contestaste creí que no eras tú. Y después decidí seguirte ya que no

hay otra chica que conozca que disfrute tanto de usar el color amarillo.

Jeanne bajó la vista a su bufanda y se encogió de hombros restándole importancia, para ella

era una prenda linda y se sentía cómoda usándola no le importaba si dañaba la pupila de las

demás personas con ese color.

—Cuando decidas seguir a alguien no camines como un psicópata —dijo dedicándole una

sonrisa y empezó a caminar de nuevo.

—¿Cómo se supone que camina un psicópata? —preguntó el moreno siguiéndola.

—Justo como lo estabas haciendo tú —rodó los ojos—. Como sea ¿Qué haces aquí?

—Sólo estaba cenando con a… —dejó la frase sin terminar—, una persona.

—Sabes que Matt es mi novio ¿cierto? —dijo la castaña para que Kris no se abstuviera de

hablar de chicas frente a ella. Después de todo habían quedado como amigos.

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—Estaba en casa de una amiga —dijo finalmente.

Jeanne sonrió y se acercó un poco más a él para poder codearlo juguetonamente.

—¿Cómo se llama? —preguntó curiosa.

Kris consideró decirle de quien se trataba pero prefirió mantener a Ely en el misterio por un

tiempo, de igual manera no había nada serio en ellos, solamente habían salido un par de veces y

la rubia seguía siendo igual de tímida con él. Sonrió la recordar el rubor natural que siempre

tenía cuando estaba junto a él, le hacía feliz ponerla en ese estado.

Jeanne lo vio sonreír, era una sonrisa que llegaba hasta sus ojos así que decidió dejarlo en

ese estado. Ambos siguieron caminando y lo sentían tan bien, no estaba ese momento incómodo

de ex–novios, eran más bien como dos amigos encontrándose después de la escuela.

Llegaron a la casa de Jeanne y se despidieron con un beso en la mejilla.

La castaña entró a la casa para encontrarse con una escena que le causó la mayor ternura

posible.

Matt le hacía caritas y sonidos graciosos a Mía.

El modelo notó la presencia de su novia e inmediatamente volteó a verla. Se levantó a

recibirla.

—Te extrañé —le dijo a su novia.

—Sólo estuve fuera como media hora.

—Fueron casi 47 minutos —la corrigió—. Mía se portó bien.

La castaña sonrió y besó a su novio, fue un beso corto casi fugaz.

—Te amo —dijo sonriente y caminó hacia la cocina.

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Matt fue por la pequeña y la cargó en sus brazos para ir junto a Jeanne a la cocina. Cuando

entró la vio buscando en el refrigerador y frunciendo el ceño, después su expresión cambio como

si entendiera todo.

—¿Vino Laini? —preguntó cerrando la puerta del refrigerador.

—¿A si se llama? —preguntó el muchacho—. ¿Una pelirroja de tamaño compacto?

—La misma —dijo Jeanne sonriendo ante la descripción que había dado Matt.

—Sí, buscaba a Brenda y se llevó una bebida.

—Esas niñas —dijo Jeanne.

Tomó el biberón de Mía y como si fuera una experta lo preparó a una velocidad que dejó a

Matt con la boca abierta, sin duda estaba lista para ser madre, la idea hizo al modelo pensar

seriamente. ¿Estaban listos para algo más?

La muchacha tomó a la pequeña en sus brazos y delicadamente le sostuvo el biberón frente

a su boquita para que ella sola empezara a tomar lo que necesitara. Matt se sentía maravillado

con la escena, era el momento perfecto, como había imaginado algún día a su familia, claro Mía

no era su hija pero Jeanne si era la mujer con la que quería estar para siempre.

La abrazó por la espalda y besó su cabello.

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¿Pensar?

—Buenas noches —dijo la castaña caminando hacia la puerta de la habitación—. Ten

dulces sueños.

—Hey, hey —Matt la siguió hasta la puerta—. ¿A dónde crees que vas?

Jeanne se volteó hacia él con una sonrisa en su rostro y se encogió de hombros.

—A la habitación de invitados, desde luego —añadió como si fuera lo más obvio.

—Sí, claro. Hemos dormido juntos varias veces además ahora eres mi novia y decides que

te irás a dormir al cuarto de invitados. No lo creo —dijo el modelo negando con una sonrisa en

su rostro.

—Sí, pero no estamos casados así que lo mejor es que cada quien duerma por separa… —

los labios de Matt aprisionaron los de ella.

—Entonces deberíamos casarnos. YA. —remarcó la última palabra.

—Estás loco —rodó los ojos pero su corazón latía hasta en sus oídos de sólo haber

escuchado esas palabras de la boca de su novio. ¿No estaban yendo demasiado rápido?—. ¿No

crees que estás pensando las cosas demasiado rápido?

—Creo que pensar está bien, pensar en un futuro es genial así que no creo estar pensando

muy rápido, creo estar pensando en el futuro —Jeanne rió.

—Usaste mucho la palabra “pensar” —le dio un beso rápido y se alejó un par de pasos de

él para dirigirse hacia la puerta—. Dulces sueños —ya tenía su mano sobre la perilla de la puerta.

—No puedo tener dulces sueños si no estás conmigo —dijo Matt dejándose caer de

espaldas sobre la cama.

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—¿Alguien te ha dicho que eres demasiado cursi? —cerró con seguro la puerta y empezó a

caminar hacia Matt con una sonrisa traviesa dibujada en su rostro—. No me planeaba ir,

solamente que estoy acostumbrada a asegurar la puerta de mi habitación —se encogió de

hombros—, por lo regular tengo que cubrir a Brenda en sus salidas nocturnas y esas cosas.

—Genial —suspiró aliviado y se sentó en la cama—. Sí, Ely me ha dicho que soy muy

meloso y menos charla y ven aquí —extendió sus brazos hacia ella.

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¿Jugamos a terminar la historia?

Hola, de nuevo Reyna. Si están leyendo esto es porque ya leyeron todo el libro –eso

espero–.

Como verán en la historia quedaron algunas cosas sin contar, como el pasado de Kris o el

pasado de Ely, o qué pasó con Brenda y su “pasatiempo” de paparazzi, o más bien, como fue que

empezó a trabajar en algo así. Bueno para eso hay una explicación, lo de Brenda lo sabrán si leen

lo que está más abajo.

Con Kris y Ely la explicación es que ellos tienen su propia historia, es decir la original

¿Jugamos a casarnos? Al principio esta historia era protagonizada por Kris y Ely pero dado al

final de ¿Jugamos a ser novios? decidí seguir escribiendo sobre Matt y Jeanne para terminar con

final “feliz” su historia de amor.

Pero actualmente estoy escribiendo la primera versión, no les puedo garantizar que esa

historia la publicaré en PDF como este libro, pero seguramente la podrán encontrar muy pronto

en mi cuenta de Wattpad o en algún lugar que se me ocurra.

Espero haber sido clara y no haberlos confundido.

Para cualquier duda más abajo están enlaces para que puedan comunicarse conmigo.

Reyna se despide por hoy.

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Agradecimientos

Probablemente parezco disco rayado para muchos de ustedes pero yo no me canso de

darles las gracias por todo el apoyo que he recibido de su parte, por parte del grupo de Letras de

cristal, de mi página de novelas, de mis contactos en facebook, en twitter y todos los lugares por

los que me han brindado su apoyo.

De no haber sido por ustedes yo no estaría escribiendo estos agradecimientos en esta

segunda parte de esta historia romántica de Matt y Jeanne. A pesar de todos los meses que tardé

para finalizar un solo capítulo ustedes siguieron ahí y me hicieron muy feliz.

Gracias de todo corazón por sus constantes mensajes, por sus palabras bonitas, por todo.

Sí, sé que aun me queda mucho por mejorar -y también aprovecho para disculparme por las

faltas de ortografía que tiene la novela (DISCULPEN), pero espero que aun así haya sido de su

agrado esta novela-, pero de aquí en el futuro intentaré ir mejorando.

De nuevo muchas gracias por haber llegado hasta esta parte del libro, sí están leyendo esto

es porque seguramente terminaron el libro -eso espero-, así que gracias.

Tengo muchas cosas que decir pero no quiero llenar cientos de páginas con esta sección,

así que me marcho por esta vez y nos vemos hasta la próxima.

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¿Quieres ser mía?

¿El último juego?

Con los planes de la boda de su hermana mayor y su inicio como universitaria, Brenda se

siente presionada como para continuar con su pasatiempo de paparazzi pero aun así no dejará de

hacer lo que más ama, tomar fotografías, y por eso en el periódico de la universidad se ofrece a

ser la fotógrafa. Pero sus fotografías son tan buenas que pronto le llega una oferta de trabajo de

una prestigiosa agencia de modelos y aunque está tentada a rechazarlo pronto se verá incluida en

ese mundo.

A sus 25 años Julián siente que su vida es un asco, ha estado pensando en renunciar a su

trabajo como modelo que sólo le deja dolores de cabeza pero al ver al ratoncillo de universidad

que han contratado para hacer la nueva sesión de fotos, considera que tal vez podría esperar un

tiempo más…

¿Hasta donde podrá llegar ese juego de palabras y miradas entre Julián y Brenda?

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Licencia: All rights reserved

Registro: 25-sep-2013 2:56 UTC

Titulo: ¿Jugamos a casarnos?

Categoría: eBook

Identificador: 1309285834379

Autor: Reyna Cariño

©2013, ¿Jugamos a casarnos?