JUAN GOYTISOLO Escritores españoles frente al toro de la ciencia
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LOS ESCRITORES ESPANOLES
FRENTE AL TaRO DE LA CENSURA
JUAN GOYTISOLO
HAC E exactamente un afio el nombramiento del senorFraga Iribarne para el cargo de Ministro de Informa-
cion fue saludado con esperanza por la totalidad de los
escritores, art is tas e intelectuales espafio les. Despues de
varios lustros de inmovil ismo -encarnados por la figura
legend aria del senor Arias Salgado-, las medidas de li-
beralizacio n anunciadas por el Ministro y el tono nuevo
de sus declaraciones a los periodicos just if icaban la tesis
optimista de que el Regimen habia entrado en un perio-
do de evolucion y su integracion en el sistema polit ico
occidental era una simple cuestio n de tiernpo. La oca-
sion escogida para el cambio de rumbo no podia ser
mas oportuna. En mayo de 1962 -con motivo del Premio
Formentor, primero, y del Congreso de Editores de Bar-
celona, despues- los escritores y editores extranjeros
habian podido comprobar por sus propios ojos las con-
diciones precarias en que se desenvuelve la vida cultural
en Espana. En diferentes circunstancias las figuras mas
representativas de las artes y las letras de nuestro pais
habian elevado su voz de alerta. En diciembre de 1960,
doscientos diez intelectuales, encabezados por el presi-
dente de la Real Academia Ramon Menendez Pidal, ex-
presaban su « zozobra proxima a la exasperacion» ante
el sistema de censura previa, tal como se concibe y prac-
tica en Espana, sistema que obliga a numerosos escrito-
res, investigadores y cientificos de valia a buscar refugioen las editoriales, universidades y centros de estudio ex-
tranjeros, con la consiguiente perdida de talentos y
energias para el pais. Por toda respuesta, 'el Ministerio
de Informacion se limite a desernpolvar viejas tesis, se-
gun las cuales, « todo escritor moral se autocensura» y
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(do que es permitible y hasta bueno para una seleccion,
puede ser dafiino y hasta gravemente nocivo para la ma-
yoria» que, con constancia verdaderamente ejemplar,
repite desde hace un cuarto de sig lo . Segun el anonimo
autor del editor ial publicado en el semanario El Espaiio l,_ _ _ « la censura previa existio en todos los paises del mundo
durante los siglos XVI, XVII Y XVIII». Lo que el editorialis-
ta parecia olvidar es que, al cabo de tantos afios de vigi-
lancia cuidadosa, escritores y lectores empiezan a pre-
guntarse cuando alcanzaran la mayo ria de edad que les
perrnitira liberarse de una vez de la tutela bienhechora
del Ministerio. En un momenta en que el gobierno es-
pafiol aspira a integrarse econornicamente en Europa, es
natural que unos y otros quieran saber en virtud de que
principio 10 que es valido y deseable en el campo de la
economia no 1 0 es en el de la politica ni en el de la cul-
tura.
EI nombramiento del senor Fraga Iribarne respon-
dia cabalrnente a estas cuestiones. En una declarac ion al
corresponsal de Combat el nuevo Ministro afirmaba: « Ni
una sola consigna ha sido dada a la Prensa desde que yo
ocupo este Minis terio [. .. J Los teatros seran ayudados y
la libertad art is tica favorecida [. .. J Se trata de encontrar
una formula de creacion que haga nacer un gran cine
espanol». Para Fraga Iribarne el Estado no puede pre-
tender « ser el creador ni de la verdad, ni del arte, ni de
las gran des .creaciones representativas de la cultura»;
entre la « inhibicion absoluta» y la « planificacion absor-
bente» existe un amplio margen de actividades cuyo ob-
jetivo fundamental deberia consistir en « favorecer eldialogo» y desempefiar un papel « orientador».
Desde entonces ha transcurrido un afro entero y,
pese a los buenos propositos del ministro , la rea lidad si-
gue siendo, aproximadamente, la misma de antes. La
censura de libros funciona con la unica diferencia que el
Minister io «expl ica» las razones de la prohibicion 0 la
conveniencia de los cortes; las normas de censura de las
obras teatrales y cinernatograficas, publicadas en el pa-
sado mes de marzo, impiden, entre otras cosas, lajust if i-
cacio n del suicidio, el homicidio por piedad, el divorcio,
el adulterio, el aborto y cuanto atente contra la Iglesia y
los principios fundarnentales del Estado. Sialgunas peli -
culas de Antonioni se proyectan ~con cor tes y modif ica-
ciones, es verdad- en los cines de Madrid, si L a c olme na
de Camilo Jose Cela ha sido, finalmente, autorizada,
Bufiuel no ha podido filmar Tristana, las obras de los jo-
venes drarnaturgos s iguen prohibidas y la tr iple censura
polirico-religiosa-rnoral actua desgraciadamente contra.
las novelas y poemas de los autores de la nueva ola. En
10 que a la literatura se refiere , al mantener el principio
irreficaz de la censura previa, los proyectos in ic ia les de
Fraga Iribarne se han quebrado en el engranaje monta-do por sus antecesores. Independienternente 0 no de su
voluntad, las relaciones entre los intelectuales y el Poder
conocen de nuevo un periodo de tension. Un breve ana-
lisis de la situacion actual de nuestra lite ra tura nos per-
mite aclarar las razones de su fracaso.
Para condenar la censura previa basta examinar sus
resultados, no ya desde el punto de vista de la literatura
que ha impedido circular -Ia lista de titulos prohibidos,
desde E l d is cu rs o s ob re e l m et od a a La cond ic i6n humana, re-
basa la cifra de tres mil-, sino del de la literatura que in-
directamente ha originado, es decir, del de su eficacia en
cuanto censura . En un pais en donde las cuestiones poli-
ticas y sociales, e l adulterio , el suicidio, la relig ion, sonnemas tabus y no pueden tratarse de otro modo que de
acuerdo con el dogma politico-religioso defenr:lido por
el Ministerio, se podria esperar, al cabo de veintitres
anos de vigilancia rigurosa , que la literatura espanola
fuese conformista, aseptica, alejada de las asperezas y
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problemas del universo real; en otras palabras, una lite-
ratura neutra, no comprometida.
Una somera ojeada a nuestra produccion mas re-
ciente nos autoriza a afirmar, por el contrario, que lasmejores novelas y l ibros de poemas publicados en Espa-
na se situan en los antipodas de dicha concepcion.
Nuestro gran Larra, a l analizar las letras espafiolas del
Siglo de Oro, habia observado con gran acuidad: « Ge-
neros enteros de la literatura han debido a la tirania ya
la dificultad de expresar los escritores sus pensamientos
francamente una importancia que sin eso rara vez hu-
bieran conseguido [ .. . J La lucha que se establece entre e l
poder opresor y el oprimido ofrece a este ocasiones sin
fin de rehuir la ley y, de eludirla ingeniosamenten. La
notacion es perfectamente apl icable a la li teratura espa-
nola de hoy. Si algun merito hay que reconocer ala cen-
sura es el de haber estimulado la busqueda de las tecni-cas necesarias al escritor para burlarla e introducir de
contrabando en su obra la ideologia 0ternatica «prohi-
bidas». Bregados con la experiencia de nuestros fraca-
sos, los escritores hemos aprendido el manejo de la as-
tucia. Numerosas novelas y poemas que salen ala luz en
Espana rehuyen la ley y la eluden ingeniosamente.
Quien pretenda estudiar el dia de manana la forma em-
pleada por los novelistas y poetas espafioles, debera te-
ner en cuenta, como «indice situacional», la existencia
de la censura que la origino. Sin esta, por ejemplo, el
objetivismo, behaviorismo y otros procedimientos na-
rra tivos de despersonalizacion del autor no hubiera ob-
tenido la aceptacion que han tenido -y tienen aun= en
los ultirnos alios. Para enfrentarse mejor al obstaculo, la
literatura ha adoptado las armas del enemigo y, a la
postre, ha salido Iortalecida de la prueba. Si, como de-
cia Gide, la obra clasica nos emociona en virtud de un
romanticismo dominado, la presencia invisible de la
censura impregna las creaciones li terarias de algunos de
nuestros autores de una tension secreta que const ituye la
clave de su dinamismo e interes.'
Esta astucia, como es logico, no engafia a nadie. Loscensores se dan perfecta cuenta del ardid y su segundo
fracaso radica en el hecho de que no pueden impedirlo.
Una vez mas, cuando Larra escribe: «Ia represion [. .. J no
basta a contrarrestar la fuerza de la opinion; el escritor
de cada epoca se hace respetar hasta de sus enemigosn,
su observacion ilust ra claramente el dilema que se plan-
tea a la censura de un tiernpo a esta parte . EI contenido
de muchas obras autorizadas, imaginamos, no debe de
ser precisamenre de su agrado y satisfaccion. Si las
aprueba =despues de haber cernido en su tarniz las mas
«audaces»=, 1 0 hace, pura y simplernente, porque no
tiene otra cosa entre sus manos. Frente a la tonica gene-
ral de nuestra lite ratura no caben, en efecto, mas que dosacti tudes: prohibirla en bloque, 0 intentar l imitar sus
desperfectos. Rindiendose a los imperativos econornicos
de la industria editorial, los censores optan por la solu-
cion mas facil.
I. Resulra inreresanre estab lece r un paralelo entre la s ituacion c reada
por ia cens ura es pano la actual y l a v ivida pOl ' l o s es cr iror es ruses d el XIX tal
c omo la desc ribe Edmund Wil son en The t ri pl e t hi nkers: ( (En Rus ia ha hab ido
muy buenas razones para que las suges tiones polir icas con tenidas en la l itera-
rura ocupasen a los oI ri cos de modo par ti cul ar . EI mi smo a rt e de Push k in,
c on s u marav il los o pod er de ins inua cion fue creado e n pa rt e, c ier tarnent e,
par l a c en sura de Nicol as I , y Pus hkin dej a una t radi ri on a l amayor ia de los
g rand e, e scr iror es rusos que Ie s igui eron . Cada obra de t eat ro, cada poema ,
c ada cu ento, de bi a se r una p arabola que l levara implicita la rnora le ja . S ie s ra
e ra man if ies ra, el c enso r sup rimi ri a el li bro, como t ra ro d e hac er con Ei j inete
d e b r on ce d e Push k in, en donde 10que s e s ug er ia asomaba a l a s up er fi ci e ape-
n as un poco ma s de 10p ermi ti do. L1eg ando b ast a l as obras de Che jov y casi
has ta la Revoluc ion, la l irerarura imagina tiva de Rus ia presenta la peculia r
paradoja de un ane que es recn icarnente objet ivo y que s in embargo esta car-
gado de mensa jes soc ia le s. En la Rus ia del zar e ra inevitable que lac rit ica so-
c ia l condu jese a conclus iones polit icas , pues la neces idad mas urgenre desde
el pun to d e v ist a d e c ualqu icr mejora que se qui si ese int ro duci r er a l a d e l i-
b ra rse del reg imen zaris ta ».
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Los autores hemos aprendido tarnbien la leccion a
este respecto y +despues de largos afios de resignacion
bochornosa, durante los que la resistencia nos parecia
imposible- comprendimos, al fin, que nos equivocaba-
mos. La polemica entre «posibilistas» -ante quienes la
censura aparecia como un muro contra el que era inutil
dar cabezadas- e « imposibilistas» -segun los cuales,
para que las cosas sean posibles un dia, hay que reivin-
dicarlas antes, cuando todavia son utopicas=, se saldo
con la victoria de estos, « En lacensura -coneluia un no-
velista de la nueva promocion=, ocurre como en los to-
ros. Antes de Belmonte 105 terrenos del toro y del torero
estaban teoricamente limitados. Eran los terrenos "po-
sibles". No podia elmatador, al decir de lacatedra, me-
terse en lazona del toro. Pero llego Belmonte y cambio
el panorma: el torero se metia en terrenos hasta enton-
ces vedados. Y, ante el estupor de la catedra, no sola-
mente se podia torear en,ese terreno, sino que, tras Bel-monte, todos ya fueronachicando el campo del toro.
Asien la censura. 2Donde esta el campo de esta y donde
el de los escritores Pu'En.realidad la experiencia historica
2. Hace algunos a I10 s, Mic he l Le ir is, en un en sa yo t it ul ado La l i te r a tu ra
c o ns id e ra d a c omo u n a t au r om a qu ia , op in ab a que l a ob ra l it er ar ia c arec e d e v alor
o representa un valor anodino y t rasnochado si su aut or, al r ealizarl a, no
ac ep ta co rr er u n r ie sg o s ernej arue a l d el t or ero e n e l e je rci cio d e SLI ane. Leiris
h ab la ba d e l a ne ce sidad d e int ro du ci r el cu erno d el toro en l a obra l it er ar ia , y
poco a po co , a med id a que yo ref le xion ab a ac erca de los d eb eres q ue me i rn -
pone mi c ondici6n de e sc ri tor y de e sc ri ror esp anol d e l a a ctual E sp an a, l le-
g ue a l a c on clusi6n d e que su t eor ia en ci er ra un a profund a ve rd ad pa ra no so -
tr os. Escribir en Espana es pr act icar un ar te parecido al de l a lidia: hay que
capear el t oro dentr o de un campo l ijo, conf orme a ciert as r egl as y, como en
la a re na , e lp el igro no ba st a p ara c on sa grar a l e sc ri tor . Es to t arde algun t iem-
po en c omprende rlo. Obs es io na do po r l a ide a d e e nf rent arme al toro, n o ad -vert i hasta mas tarde que el coraj e del escrit or - como el del espada- es tan
s610 un requisi to - important e, sin duda-, pero que exi ge, a su vez, un valor
mas el eva do . En o tr as p al abras : qu e no es su fi ci en te l idi ar al t oro, si no que
hay que lidiarlo bien. Conjugal ' bell eza y ri esgo (moral, ya que no Fisico)
const ituye desde entonces para mi c l objet ivo primord ia l de lac reacion litera-
ria,
nos demuestra que toda censura es anacronica en cuan-
to entroniza y fija con criterios de eternidad valores y
dogmas que la evolucion de la sociedad pone necesaria-
mente en tela de juicio.
En el Congreso de la Comunidad Europea de Escri-
tores ~elebrado en Florencia en 1962 -primer encuentro
entre intelectuales espafioles y sovieticos->, mientras los
rusos hablaban de arte abstracto y poesia lirica, Paul
Kleey Saint-John Perse, los espafioles defend ian acerba-
mente el realismo y citaban a Lukacs y Bertolt Brecht.
Sin.pretend~r equiparar con ello dos sistemas politico-
sociales radicalmente opuestos en la teoria y en la pra-
xis, la linea ordenancista de uno y otro habian conduci-
do, de modo paradojico, a un mismo resultado: situar a
los mejores escritores de cada campo en los antipodas
de 10 q~~ .seproponian. Al escapismo lirico de los jove-
nes soviencos los espanoles oponian un anhelo furioso
de realidad. En las conversaciones internacionales denovela celebradas en Formentor, los escritores espafio-
les alli presentes defendieron, asimismo, su concepcion
del arte realista frente al «forrnalisrno» de algunos de los
novelistas extranjeros invitados. EI resumen de las con-
versacio.nes ~evel6 bruscamente un hecho en apariencia
contradictorio : los representantes del pais considerado
mas « reaccionario» eran los partidarios mas acerrimos
del arte « comprometido».
Pero la « contradicci6n» no es tal, y una ojeada rapi-
da a las condiciones de vida y trabajo del escritor en Es-
pana.la aelara en seguida. En una sociedad en la que las
relaciones humanas son profundamente irreales, el rea-
lismo es una ?ecesidad. Desde que se levanta hasta que
se acuesta, el intelectual espanol cree vivir un suefio. AI-
rededor de el todo contribuye a desarraigarle del tiem-
po en que vive y acaba por sentirse habitante de otro
planeta, caido alii por equivocacion. Este desarraigo
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provoca un vacio que es preciso colmar, que cada uno
colma a su manera. Para los escritores espafioles la rea-
lidad es nuestra unica evasion.
L1egados a este punto, podemos explicar por quemotivo los escritores del pais mas retrograde de Europa
producen la literatura mas «realista» y «comprometi-
da n" del mornento : originariamente creada para impe-
dir esta, la censura ha actuado de modo involuntario
como catalizador. Mientras los novelistas franceses,
pongamos por caso, escriben sus libros independiente-
mente de la panoramica social en que les ha tocado vivir
-hasta el extremo de que puede hablarse de divorcio
entre la obra de sus autores mas representatives y la 50-
ciedad francesa actual-, los novelistas espafioles -por el
hecho de que su publico no dispone de medios de infor-
macion veraces respecto a los problemas con que se en-
Irenta el pais- responden a esta carencia de sus lectorestrazando un cuadro 1 0 mas justo y equitativo posible de
la realidad que contemplan. De este modo la novela
curnple en Espana una Iuncion testimonial que en Fran-
cia y los dernas paises de Europa corresponde a la pren-
sa, y el futuro historiador de la sociedad espanola debe-
ra apelar a ella si quiere reconstituir la vida cotidiana del
pais a traves de la espesa cortina de humo y silencio de
nuestros diaries."
Victimas del mecanismo que ellos mismos pusieron
en marcha, los aprendices de brujo de la censura han te-
nido que seguir el camino de sus antecesores. EI rerne-
dio, sin embargo, esta a la vista de todos: la « subver-
sion» es y ha sido siempre directamente proporcional ala intervencion del Estado en actos que, normalmente,
deberian escapar a su control. Cuando el Estado fiscali-
za todos los ordenes de la vida cultural de un pais, cual-
quier poema, ensayo 0 novela l iterar iamente inconfor-
mistas se convierten de manera automatica en obra
«subversiva». Al politizar los hechos mas nimios, el apa-
rata montado por los censores se vuelve fatalmente con-
tra ellos. Tales aberraciones obedecen no obstante a una
Iogica implacable. Si de modo arbitrario el Ministerio
de Informacion decreta que el realismo es subversive,
los escritores incurriremos en sus iras, pero nos manten-
dremos fieles a d. Si decide que respirar es un crimen,
seremos cr iminales , pero respiraremos.Si, renunciando al empleo de la violencia, se avinie-
ran a razones, les dariamos un consejo infalible: mar-
charse. Entonces, unicamente entonces Ia Iiteratura voI-
veria a ser Iiteratura y no politica y, entregados a ocupa-
ciones mas utiles que la que ahora ejercen, dejarian me-
~rar, junto a las que-en Espana se consideran hoy ((rea-
listas », las obras de investigacion y de busqueda -Ia ex-
presion poetica nueva, la novela experimental- que su
inlortunada gest ion ha ast lx iado.
3 . Polir icamenre , c la ro esta. Pero 1"1verdade ro , cornpromiso del esc ri to r
se si rua, a rni ent end er , en un t ri pl e pl an o: so ci al , per son al y tecnico. Sabre
e st e r erna ( la me zquindad de nue st ro ac tual c ompromise) me expl icat e en
otra ocasion.4. Aunqu e, como dice acer tad amen te Roland Bar thes, « la obra mas
"real is ra" no sera laque "pinta" la real idad , s ino laque s irviendose del rnun-
do cor-no con tenido 1 . .1explorara 10mas profunda mente pos ib le la realidad
irreal del lenguaje». Olvido que, como estudiarernos mas adelante, deterrnina
que , independien te rnen te de su estricto valor tes timonial , un gran sec to r de la
novel a espanola de hoy se halle en un calle jon s in sal ida: el del realismo « Io-
tagrafico ».
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