Juan calvino-institucion-de-la-religion-cristiana

655

Click here to load reader

Transcript of Juan calvino-institucion-de-la-religion-cristiana

  • 1. NUEVA CREACIONNUEVA CREACION

2. INSTITUCiN DE LARELIGIN CRISTIANAINSTITUCiN DE LARELIGIN CRISTIANA 3. NUEVA CREACIONCOMENTARIO SOBRE HEBREOSF. F. BroceLOS EVANGELICOS y EL PODER POLmeO EN AMERICA LATINAed. Pablo Alberto DeirosMISION INIEGRALC. Ren PadillaNUEVAS ALTERNATIVAS DE EDUCACION TEOLOGICAC. Ren PadillaESPERANZA y SUFRIMIENTODesmond Mpilo TutuINSTITUCIN DE LA RELIGIN CRISTIANAJuan CalvinoJUAN CALVINO,INSTITUCIONDE LA,RELIGION CRISTIANATRADUCIDA Y PUBLICADA PORCIPRIANO DE VALERA EN 1597REEDITADA POR LUIS DE USOZ y RO EN 1858NUEVA EDICIN REVISADA EN 1967NUEVA CREACINBUENOS AIRES-GRAN RAPIDSNUEVA CREACIONCOMENTARIO SOBRE HEBREOSF. F. BroceLOS EVANGELICOS y EL PODER POLmeO EN AMERICA LATINAed. Pablo Alberto DeirosMISION INIEGRALC. Ren PadillaNUEVAS ALTERNATIVAS DE EDUCACION TEOLOGICAC. Ren PadillaESPERANZA y SUFRIMIENTODesmond Mpilo TutuINSTITUCIN DE LA RELIGIN CRISTIANAJuan CalvinoJUAN CALVINO,INSTITUCIONDE LA,RELIGION CRISTIANATRADUCIDA Y PUBLICADA PORCIPRIANO DE VALERA EN 1597REEDITADA POR LUIS DE USOZ y RO EN 1858NUEVA EDICIN REVISADA EN 1967NUEVA CREACINBUENOS AIRES-GRAN RAPIDS 4. Traduccin: Eusebio GoicoccheaPublicado primeramente en 1967 en dos lOmos por la Fundacin Edirorial deLileratura Refornlada, Rijswijk-ZH, Holanda.Esta edicin publicada en 1988 por Nueva Creacin (filial de Wrn. B. EerdmansPublishing Co., 255 Jefferson Ave. SE, Grand Rapids, Ml49503) con penniso delos editores originales de la lerecta edicin de dicha obraObra producida y distribuida en colabornci6n con la Fraternidad Twl6gtcaLatinoamericana, Jos Mnnol 1734, (1602) Florida, Bueno Aires, Argenlina.Reservados todos los derechosAII righlS reserven un instrumento nezesario. Mas por cuantoeste mI mtento se vee bIen claramente en tantos comentarios que yohe hecho, ~as quiero mostrarlo por la obra, que no alabarlo con mispalabras. DI?S sea con vos amigo lector, i si algun provecho hizierdescon estos mIS trabajos, encomndame en vuestras oraziones Diosnuestro Padre.De Jneva primero de Agosto, 1559.San Augustin epstola 7Yo me confieso ser del nmero de aquellos, que escribenaprovechando, i aprovechan escribiendo.AL CRI8TIANI8IMO REI DE FRANZIA,FRANZISCO PRIMERO DESTE NOMBRE,SU PRNZIPE I SUPREMO SEOR, JUAN CALVINO,PAZ I SALUD EN JESU CRISTOAl prinzipio cuando yo me apliqu escrebir este presente libro,ninguna cosa menos pens, Rei potentsimo, que escrebir libro el cualfuese despues dedicado vuestra Majestad: mi intento solamente eraensear algunos prinzipios, con los cuales los que son tocados dealgun zelo de relijion, fuesen instruidos en verdadera piedad. Estetrabajo tomaba yo por nuestros franzeses prinzipalmente: de los cualesyo via mui muchos tener hambre i sed de Jesu Cristo, i via mui pocosdellos ser bien enseados. Haber sido este mi propsito, fzilmentese puede ver por el libro: al cual yo compuse acomodndome lamas fzil i llana manera de ensear que me fu posible. Pero viendoyo que el furor i rabia de ziertos hombres impios ha creszido en tantamanera en vuestro reino, que no han dejado lugar ninguno la ver-dadera doctrina, parezime que yo haria mui bien, si hiziese un libro,el cual juntamente sirviese de instruczion para aquellos que estndeseosos de relijion, i de confesion de f delante de vuestra Majestad,por el cual entendiesedes cul sea la doctrina, contra quien aquellosfuriosos se enfurezen con tanta rabia metiendo vuestro reino el diade hoi fuego i sangre. Porque no dudar de confesar que en estelibro yo no haya casi recopilado la suma de aquella misma doctrinaque ellos vozes dizen deber ser castigada con crzeles, destierros,confiscazion, i fuego, i que debe ser echada del mundo. Yo mui biens con cun horribles rumores i chismes hayan henchido vuestrasorejas i entendimiento, fin de hazeros nuestra causa odiossima.Mas debeis considerar conforme vuestra c1emenzia que ninguna ino-zenzia, ni en dichos ni en hechos habria, si el solamente acusar bastase.Ziertamente si alguno por poner en dio esta doctrina, de la cual yopretendo daros cuenta i razon, arguyese ser ella, ya mucho tiempo hacondenada por comun consentimiento de todos los estados, i que muimuchas sentenzias se han contra ella dado: este tal ninguna otra cosadiria, sino que ella en parte ha sido violentamente abatida por laconjurazion i potenzia de los adversarios, i en parte maliziosamenteoprimida con mentiras, engaos i calumnias. Fuerza es que se le hazecuando cruelsimas sentenzias, sin ser su causa oida son pronunziadascontra ella: i engao es, que ella sin causa sea notada de sedizios imalhechora. A fin que ninguno piense que nosotros nos quejamos sinrazon, vuestra Majestad misma puede ser testigo con cuantas falsascalumnias ella sea cada dia infamada delante de vos: conviene saber,que ella no pretende otra cosa sino que todos los reinos i repblicas~ean arruinadas, la paz sea turbada, las leyes abrogadas, los seoros1 posesiones destruidas: i en conc1usion, que en todo haya confusion.Con todo esto vuestra Majestad aun no oye la mnima parte: porque 15. XXVI AL REI DE FRANZIA AL REI DE FRANZIA XXVIIentre el vulgo se han sembrado en contra della cosas monstruosas:las cuales si fuesen verdad, con mui justa razon todo el mundo lapodria juzgar ella i sus autores dignos de mil fuegos i horcas.Quin se maravillar ahora que ella sea de tal manera aborrezidade todo el mundo, pues que se da crdito tan malditas acusaziones?He aqu por qu todos los estados de un comun acuerdo han conspi-rado condenar as nosotros como nuestra doctrina. Los que sonconstituidos por juezes siendo transportados desta pasion, pronunzianpor sentenzia lo que ellos se han ya forjado en su casa: i piensan quehan mui bien cumplido con su ofizio, si ninguno hayan condenado muerte sino aquel que ha sido convenzido, por su propria confe-sion, por testigos bastantes. Pero de qu crmen? Desta doctrinacondenada, dizen ellos. Mas con qu razon ha sido condenada?Esto era el punto de la defensa: no negar la doctrina, mas defenderlapor verdadera. Aqu se quita la libertad de abrir la boca. Por tanto,oh Rei potentsimo, yo no demando sin razon que vos mismo queraistomar entre manos el conozimiento de toda esta causa: la cual hastaesta hora ha sido tratada confusamente, sin ningun rden de derecho,i con una furia impetuosa: sin la moderazion i gravedad que se debetener en el juzgar. I no piense vuestra Majestad que yo pretendo conesto tratar mi defensa en particular, fin de alcanzar libertad de podervolver mi patria donde yo naz: la cual, aunque yo tengo el afec-zion de humanidad que le debo tener: pero segun que al presente vanlos negozios, yo no rezibo gran pena en estar absente della. Mas yotoniola causa de todos los pios, i la del mismo Cristo: la cual el diade hoi est en vuestro reino tan menoscabada i pisada, que parezeque ya no tenga remedio: i esto, mas por la tirana de ziertos Fariseos,que por vuestra voluntad. Pero cmo se haga esto, no es menesterdezirlo aqu. Sase como fuere, esto es zierto, que ella est grande-mente aflijida. Porque tanto han podido los adversarios, que la verdadde Cristo, ya que no es destruida ni desechada, lo menos est comocosa de ningun valor; echada al rincon, escondida i sepultada: i lapobrezita de la Iglesia, es consumida con crueles muertes, alanzadacon destierros, de tal manera amedrentada con amenazas i espantos,que ella no ose ni aun chistar. I aun con todo esto ellos insisten conla rabia i furor que suelen, por dar en tierra con la pared que elloshan tan socavado, para al fin concluir con la ruina i estrago que hancomenzado.En el entretanto ninguno hai que se atreva oponerse contra estasfurias. I si hai algunos que quieran parezer favorezer de veras laverdad, dizen que se debe perdonar la ignoranzia i imprudenzia dela jente simple. Porque estos modestos desta manera hablan, llamandoignoranzia i imprudenzia aquello que ellos saben ser la zertsimaverdad de Dios: i idiotas aquellos que saben que el Seor los ha entanto estimado que les ha comunicado los secretos de la sabidurazelestial. En tanta manera todos se afrentan del Evanjelio! Perovuestro ofizio ser, oh Rei clementsimo, no apartar ni vuestras orejas,ni vuestro corazon de la defensa de una causa tan justa: prinzipal-mente siendo el negozio de tanta importanzia: conviene saber, comola gloria de Dios ser mantenida sobre la tierra, como la verdad deDios retendr su dignidad, como el reino de Cristo permanezer ensu perfeczion i ser. Cosa es esta zierto digna de vuestras orejas, dignade vuestra judicatura, digna de vuestro trono real. Porque el pensaresto haze uno verdadero Rei: si el reconoze ser verdadero ministrode Dios en el gobierno de su reino: i por el contrario, aquel que noreina para este fin, de servir la gloria de Dios, este tal no es Rei,sino salteador. I engase cualquiera que espera luenga prosperidaden reino que no es rejido con el zeptro de Dios: quiero dezir, con susanta palabra. Porque el orculo divino no puede mentir, por el cualest anul1ziado que el pueblo ser disipado cuando la profeza faltare.I no os debeis desdear de hazer esto por nuestra bajeza. Nosotrosentendemos mui bien cun pobrezillos, i cun abatidos hombrezillosseamos: conviene saber, delante de Dios miserables pecadores, idelante de los hombres menospreziadsimos:. basura (si asi os plaze)i estircol del mundo, i aun cosa mas vil, si mas vil se puede nombrar.De suerte que ninguna cosa nos resta de que nos poder gloriar delantede Dios sino su sola misericordia, por la cual sin ningun mereszimientonuestro nosotros somos salvos: ni entre los hombres nos queda sinonuestra impotenzia: la cual manifestarla, como quiera confesarla,es entre los hombres grandsima vergenza i menoscabo.Mas con todo esto es menester que nuestra doctrina est en mas altolugar que toda la honra del mundo, i que permanezca invinzible sobretodo poder que haya: porque no es nuestra, sino del Dios viviente,i de su Cristo, al cual el Padre ha constituido por Rei, para que seenseoree desde el mar hasta el mar, i desde los rios hasta los fines dela tierra. I de tal manera se enseoree, que en hiriendo toda la tierracon sola la vara de su boca, l la haga toda pedazos, i con ella sufuerza i gloria, como si fuese un vaso de tierra: conforme lo que losProfetas han profetizado de la magnifizenzia de su reino. Es verdadque nuestros adversarios contradizen dndonos en cara que nosotrosfalsamente pretendemos la palabra de Dios, de la cual somos (comoellos afirman) falsarios malignsimos. Pero vuestra Majestad, con-forme su prudenzia, podr juzgar leyendo nuestra confesion cunfalsa sea esta acusazion i cun llena, no solamente de una calumniamaliziosa, mas aun de una grande desvergenza. Aqu tambien serbueno dezir alguna cosa, la cual os provoque el deseo i atenzion: porlo menos os abra algun camino para leerla. Cuando el Apstol SanPablo quiso que toda profeza se conformase con la analoja pro-porzion de la f, l puso una zertsima regla i nivel con que se reglasela interpretazion de la Escritura. Si, pues, nuestra doctrina se exami-nase con esta regla de f, nuestra es la victoria. Porque qu cosacuadra mejor i mas propriamente con la f, que reconozernos noso-tros mismos desnudos de toda virtud, para ser vestidos de Dios? vazosde todo bien, para ser hinchidos dl? nosotros ser esclavos del pecado,para ser dllibrados? ser ziegos, para que nos d la vista? cojos, paraque nos encamine? dbiles, para que nos sustente? quitarnos noso-tros toda materia de gloriarnos, para que l solo sea el glorioso, inosotros nos gloriemos en l? Cuando nosotros dezimos estas cosasProv. 29, 18.Sal. 27,7.Dan. 2,52.Is. 11,4.Sal. 2,9.Rom. 12,6. 16. XXVIII AL REI DE FRANZIA AL REI DE FRANZIA XXIXJer. 2,15.Rom. 8,32.1 Tim. 4, 10.Jn. 17,3.i otras semejantes, nuestros adversarios dan vozes que si esto fueseverdad, seria destrui~a no s qu ziega luz natural, las preparazionesque ellos se han forjado para nos disponer venir Dios el librealb:dro~ las obras meritorias de ~ida eterna con sus obras de ;uperero-gazIOn: I es~o porque ellos en nmguna manera pueden sufrir que lahonra I glona entera de todo bien, virtud, justizia i sabidura residaen Dios. Mas nosotros no leemos que algunos hayan sido reprendidospor haber sacado mucha agua de la fuente de agua viva: mas por elcontrario son gravemente reprendidos los que se cavaron pozos pozosdi~o resquebrajado,s, i que no pueden retener el agua. Item, q~ cosahal mas confo~me a.la f, que el hombre se prometa s misqJ.o Diospor Padre benIgno I favorable, cuando entiende que lesu Cristo es suherm.ano i amparo? ~ue ~sperar seguramente todo bien i prosperidadde DIOS, cuyo amor mfinIto se ha en tanta manera estendido para connosotros, que su proprio hijo no perdon, mas antes lo entreg pornosotros? que reposar con una zierta esperanza de salud i vida eternacua,ndo consideramos que Cristo nos ha sido dado del Padre, en quie~estan tan grand~s tesoros escondidos? Aqu nos quieren cojer gritandoque aquella z.ertIdumbre de f no careze de arroganzia i presumpzion.Mas como nmguna cosa debemos presumir de nosotros, as todo lohabemos de pres?mi~ de Dios, ni por otra razon somos despojadosde toda vana glona, smo para que aprendamos gloriarnos en el Seor.Qu dir mas? Considere vuestra Majestad por menudo todas laspartes de nuestra causa: tenednos por jente la mas maldita de cuantasel dia de hoi vivan, si claramente no halIardes que nosotros somosoprimidos i injuriados porque ponemos nuestra esperanza en DiosVIVO: porque creemos ser esta la vida eterna conozer un verdaderoDios, i aquel quien l envi lesu Cristo. Por esta esperanza unosde nosotros son encarzelados, otros azotados, otros son sacados lavergenza, otros desterrados, otros cruelsimamente son atormentados,otros huyendo se escapan: todos padezemos afiiczion somos tenidospor malditos i descomulgados, i injuriados i tratadosinhumansima-me?te. Considere vuestra Majestad por otra parte nuestros adver-sanos (yo hablo del estado eclesistico, por cuyo antojo i apetito todoslos otros nos son enemigos) i advertid juntamente conmigo la pasionque los mueve. Ellos fzilmente permiten s mismos i los demsignorar, menospreziar, no hazer caso de la verdadera relijion que noses enseada en la santa Escritura, i debria valer entre nosotros: i pien-san no hazer mucho al caso qu es lo que crea, no crea cada cualde Dios i de lesu Cristo, con tal que con f implzita (como ellosllaman) que quiere dezir, entricada i revuelta, subjete su entendimiento la determinazion de la Iglesia. Ni tampoco hazen mucho caso siacontezca que la gloria de Dios sea profanada con manifiestas blas-femias: con tal que ninguno no hable palabra contra el primado dela silla Apostlica, ni contra la autoridad de la santa madre Iglesia.Por qu, pues, ellos con tanto furor i violenzia batallan por la MisaPurgatorio, peregrinaziones i otros semejantes desatinos de tal ma~nera que ellos niegan la verdadera piedad poder consistir, si todasestas cosas no son tenidas i creidas por f explicatsima (por hablaras) aunque ninguna cosa dellas puedan probar por la palabra deDios? Por qu? sino por cuanto su Dios es el vientre, i su relijion esla cozina: las cuales cosas quitadas, no solamente ellos piensan noser Cristianos, mas ni aun hombres? Porque aunque algunos dellosse tratan delicadamente con grande abundanzia, i otros viven royendomendrugos de pan, todos empero viven de una misma olla, la cual sintales ayudas no solamente se enfriaria, mas aun se helaria del todo.Por esto cualquiera dellos cuanto es mas solzito por el vientre, tantoes mas zelador i fortsimo defensor de su f. Finalmente todos ellosdesde el mayor hasta el menor, en esto concuerdan, en conservarsu reino, su vientre lleno: no hai ni uno dellos que muestre la menoraparenzia del mundo de zelo de Dios: i con todo esto no zesan decalumniar nuestra doctrina, i acusar i infamarla por todas las viasposibles para la hazer odiosa i sospechosa. Llmanla nueva, i de pocotiempo ac imajinada: dan en cara que es dudosa i inzierta: demandancon qu milagros haya sido confirmada: preguntan si sea lzito queella est en pi contra el consentimiento de tantos Padres antiguos icontra la antigua costumbre: insisten en que confesemos ser szism-tica, pues haze la guerra la Iglesia, que digamos la Iglesia haberestado muerta tantos aos h, en los cuales nunca se oy tal doctrina.Finalmente dizen no ser menester muchas pruebas: porque por losfrutos se puede conozer cul ella sea: pues que ha produzido de suna tan gran multitud de sectas, tantas revueltas i tumultos, i unalizenzia tan sin freno de pecar. Sizierto, ellos les es bien fzil entrela jente neszia, i que es fzil creer, mofarse de la causa desamparadai sola; pero si nosotros tambien tuvisemos nuestras vezes de hablar,yo creo que su hervor, con que tan boca llena i con tanta lizenziadizen cuanto quieren, se resfriaria.Primeramente en llamarla Nueva, ellos hazen grandsima injuria Dios, cuya sagrada palabra no merezia ser notada de novedad. Ziertoyo en ninguna manera dudo ser ella aquellos nueva, quien Cristoes nuevo, i su Evanjelio es nuevo: mas aquellos que saben ser aquelsermon de San Pablo antiguo: lesu Cristo ser muerto por nuestrospecados, i ser resuzitado por nuestra justificazion, no hallarn cosanueva en nosotros. Cuanto al haber estado mucho tiempo h, escon-dida i sepultada, la falta estuvo en la impiedad de los hombres: ahoracuando por la bondad de Dios nos es restaurada, debia por lo menosser rezebida en su autoridad antigua, jure, como dizen las Leyes,postliminii.De la misma fuente de ignoranzia viene que ellos la tengan pordudosa i inzierta. Esto sin duda es lo que el Seor por el Profeta sequeja que el buei conozi su dueo, i el asno al pesebre de su seor,mas que Isral no lo conozi l. Pero como quiera que ellos se burlende la inzertitud de nuestra doctrina, si ellos hubiesen de sellar sudoctrina con su propria sangre, i con el peligro de sus vidas, bien sepodra entonzes ver en qu estima tendrian la suya. Mui otra es nuestraconfianza: la cual ni teme los horrores de la muerte, ni aun al mismotribunal de Dios.Cuanto al demandarnos milagros, ellos lo hazen mui mal. PorqueRom. 4,25.Is. 1,3. 17. xxx AL REI DE FRANZIA AL REI DE FRANZIA XXXIMe. 16,20.Heh. 14,3.Heb.2,4.Jn. 7, 18, i8,50.Sobre SanJuan, trae.13.Mt. 24,24.1 Tes. 2, 9.nosotros no nos inventamos un otro Nuevo Evanjelio: mas retenemosaquel mismo para confirmazin de cuya verdad sirven todos los mila-gros que jams Cristo, sus Diszpulos hizieron. Pero podrn dezirque ellos tienen est mas que nosotros, que pueden confirmar su doc-trim:. con contnuos milagros que se hazen hasta el dia de hoi. A locual respondo que ellos alegan milagros, los cuales podrian hazerdudar, i mal pensar un hombre que estuviese desinteresado i sinpasion,en tanta manera son frvolos, vanos, mentirosos i falsos.1con todo esto aunque ellos fuesen los mas admirables que se pudiesenpensar, no convendria que ellos fuesen de algun valor en contra dela verdad de Dios. Pues que es menester que el nombre de Dios seasiempre i en todo lugar santificado: sase por milagros, por elrden natural de las cosas. Pudiera ser que el engao fuera mas apa-rente, si la Escritura no nos avisara cul sea el verdadero uso de losmilagros. Porque San Mrcos dize que los milagros que los Apstoleshizieron, sirvieron para confirmar su doctrina. De la misma maneracuenta San Lcas que el Seor, cuando los Apstoles hazian los mila-gros i portentos, di testimonio la palabra de su grazia. Mui seme-jante esto es lo que dize el Apstol, que la salud anunziada por elEvanjelio, ha sido confirmada por el Seor con seales, portentos iotros diversos milagros. Cuando nosotros oimos que los milagrosdeben ser sellos para sellar el Evanjelio, convertirmoslos nosotrospara destruir la autoridad de l? Cuando oimos que ellos son apro-priados solamente para establezer la verdad, aplicarlos hemos noso-tros para fortificar la mentira? Por tanto es nezesario que la doctrina(la cual dize el Evanjelista que debe prezeder) primeramente se ha deexaminar i escudriar: la cual si fuere aprobada, entonzes podr muibien ser confirmada con los milagros. 1 la seal de la buena doctrina(como ensea Cristo) es esta: si ella no se inclina buscar la honrade los hombres, sino la de Dios. Pues que Cristo afirma que tal debeser la prueba de la doctrina, en vano se toman los milagros, los cualesse traen otro fin, que hazer ilustre el nombre de un solo Dios.1 es menester que nos acordemos Satans tambien tener sus milagros:los cuales aunque mas son ilusiones que verdaderas virtudes: con todoesto son tales, que pueden engaar los simples i rudos. Los nigro-mnticos i encantadores han sido siempre mui afamados por susmilagros. La idolatria de los jentiles ha sido sustentada con milagrosmaravillosos: los cuales con todo esto no nos son sufizientes paraaprobar la superstizion de los nigromnticos, ni de los idltras.Los Donatistas con este mismo artifizio abusaban de la smplizidaddel pueblo, diziendo que ellos hazian milagros. Nosotros, pues, ahoralo mismo respondemos nuestros adversarios que por entonzes res-pondia San Augustin los Donatistas. Que el Seor nos ha hechoasaz avisados contra estos milagreros, profetizando que se levantarianfalsos Profetas, los cuales con falsas seales i diversos milagros hariancaer en error, si posible fuese, aun los escojidos. 1 San Pablo nosadverti que el reino del Antecristo habia de ser con toda potenzia,i seales, i falsos milagros. Pero dirn que estos milagros no sonhechos por los dolos, no por encantadores, no por falsos Profetas,sino por los santos. Como que nosotros no entendamos ser esta artede Satans transfigurarse en Anjel de luz. Los Ejipzios en otro tiempohonraron al Profeta Jeremas que estaba sepultado en su tierra dellos,con sacrifizios i otras honras debidas Dios. Cmo no abusaban delsanto Profeta de Dios para sus idolatras? i con todo esto con talmanera de honrar su sepulcro conseguian que pensasen que el habersido ellos sanados de las mordeduras de las serpientes era salario irecompensa de la honra que hazian al sepulcro. Qu diremos sinoque este ha sido i siempre ser un castigo de Dios justsimo enviareficazia de ilusion aquellos que no han rezebido el amor de la verdad,para que crean la mentira? As que no nos faltan milagros i muiziertos, i de quien ninguno se debe mofar. Mas los que nuestros adver-sarios jactan, no son sino puras ilusiones de Satans con que retiranal pueblo del verdadero servizio de Dios vanidad.Allende desto calumniosamente nos dan en cara con los Padres (yoentiendo por Padres los escritores antiguos del tiempo de la primitivaIglesia, poco despues) como si los tuviesen por fautores de su im-piedad: por la autoridad de los cuales Bi nuestra contienda se hubiesede fenezer, la mayor parte de la victoria (no me quiero alargar mas)seria nuestra. Pero siendo as que muchas cosas hayan sido escritaspor los Padres sabia i exzelentemente, i en otras les haya acontezidolo que suele acontezer hombres (conviene saber, errar i faltar),estos buenos i obedientes hijos conforme la destreza que tienen deentendimiento, juizio i voluntad, adoran solamente sus errores i faltas:mas lo que han bien dicho, no lo consideran, lo disimulan, lopervierten: de tal manera que no pareze sino que aposta su intentofu cojer el estircol no haziendo caso del oro que entre el estircolestaba, i luego nos quiebran la cabeza con su importuno vozear llamn-donos menospreziadores i enemigos de los Padres. Empero tanto faltaque nosotros menospreziemos los Padres, que si al presente lohubiese yo de tratar, mui fzil me seria probar por sus escritos la mayorparte de lo que el dia de hoi dezimos. Mas nosotros de tal maneraleemos sus escritos, que siempre tenemos delante de los ojos lo quedize el Apstol: que todas las cosas son nuestras para servirnos dellas,no para que se enseoreen de nosotros: i que nosotros somos de unsolo Cristo, al cual sin exzepzion ninguna se debe obedezer en todascosas. El que no tiene este rden, este tal ninguna cosa tendr ziertaen la f: pues que mui muchas cosas ignoraron los Padres: muchasvezes contienden entre s: otras, ellos se contradizen si mismos. Nosin causa (dizen nuestros adversarios) Salomn nos avisa que no pa-semos los lmites antiguos que nuestros Padres pusieron: pero no seha de guardar la misma regla en los lmites de los campos i en laobedienzia de la f: la cual debe ser tal, que se olvide de su pueblo ide la casa de su padre. Mas si en tanta manera se huelgan con alego-ras, por qu no entienden por Padres los Apstoles, antes que otros, cuyos lmites i trmino no es lzito moverlos de su lugar? Porqueas lo interpret San Jernimo, cuyas palabras ellos alegaron en susCnones. 1 si ellos aun todava quieren que los lmites de aquellos,que ellos interpretan por Padres, sean fijos i firmes: por qu causa2 Cor.ll, 14.San Hieron.en la preCa-zion de Je-remias.2 Tes. 2,11.1 Coro 3, 21.Prov. 22, 28Sal. 45,11. 18. XXXII AL REI DE FRANZIA AL REI DE FRANZIA XXXIIIAcazio en ellib. 11, cap.16 de lahist. tripartoAmb. lib. 2de los ofi-zios, cap. 28.Spiridionlib. de lahist. trip.cap.10.En la hist.trip. lib. 8,cap. 1.San Aug. enel lib. deltrabajo delos monjes,cap. 17.Epifanio enla epstolaque San Je-rnimo tras-lad.Conc. Eli-ber. cap. 36en Espaa.San Ambro-sio lib. deAbraham 1,cap. 7. Jelasio Pa-pa en elConzilio deRoma.Crisst. so-bre el 1,cap. losEfesios.Calisto deConsec. d. 2.Jelas. cap.Comperi-mus de Con-seco disto 2.San Zipria-no en la eps-tola 2, lib. 1de lapsis.ellos, todas las vezes que se les antoja, los pasan tan atrevid~~ente?Del nmero de los Padres eran aquellos de los cuales el uno diJo: quenuestro Dios ni comia ni bebia: i que por tanto no habia menesterde clizes ni platos: el otro, que los ofizios divinos de los Cristianosno requirian oro ni plata: i que no agradaban con oro las cosas queno se compran por oro. As que ellos pa~an los limites, cuando ensus ofizios divinos en tanta manera se deleitan con oro, plata, marfil,mrmol, piedras preziosas i sedas: i no piensan ~ue Dios sea, coI?odebe, honrado, si no haya grande aparato externo I una pompa super~fiua. Padre tambien era el que dijo: que l libremente osaba comercarne cuando los otros se abstenian: por cuanto l era Cristiano. Asque pasaron los trminos cuando descomulgaron toda cualquierapersona que en tiempo de Cuaresma gust~re carne. Padres.eran, delos cuales el uno dijo que el monje ( fralle) que no trabaja de, ~usmanos, debe ser tenido por un ladron i salteador: otro, n~ s~~.lizlto los monjes ( frailes) vivir de mogollon, aunque sean mm dI1IJentesen sus contemplaziones, oraziones i estudios. Tambien, pues, pasaroneste lmite, cuando pusieron los vientres oziosos i panzudos de losfrailes en burdeles: quiero dezir, en sus monasterios, para que seengordasen del sudor de los otros. Padre era el que diJo: que erahorrenda abominazion ver una imjen de Cristo de algun santoen los templos de los Cristianos, i esto no lo dijo un hombre solo,sino aun un Conzilio antiguo determin, que lo que es adorado nosea pintado por las paredes. Mui mucho falta par~ que ~llos se deten-gan dentro destos lmites: pues que no han dejado ~I?con que nohayan hinchado de imjenes. Otro de los Padres aconsejo que despuesde haber ejerzitado la caridad que se debe con los muertos, que essepultarlos los de)semos reposar. Aquestos lmites han traspasado, *T bhaziendo tener una perptua solizitud por los muertos. am lenera uno de los Padres el que afirma que la substanzia i ser del pan idel vino de tal manera permaneze en la Eucarista i no deja d~ ser,como permaneze en Cristo nuestro Seor la naturaleza humana Juntacon la divina. Pasan pues este lmite los que hazen creer, que luegoal momento que las palabras de la consagrazion son dichas, la subs-tanzia del pan i del vino deja de ser para q.ue se convierta, t~ansubstanzie (como ellos llaman) en el cuerpo l sangre de lesu Cnsto.Padres eran los que de tal manera distribuian toda la Iglesia sola-mente una suerte de Eucarista: i como della ahuyentaban los per-versos i malvados, as gravsimamente condenaban todos aquellosque siendo presentes no comulgase~. Oh, cUnt~ han traspasado estoslmites! pues que no solamente hmchen de Misas los templo.s, masaun las casas particulares: admiten oir sus Misas todos, l tantocon mayor alegra admiten la persona, cuanto mas desembolsa,.pormas mala i abominable que sea: ninguno convidan la f en Cnsto,ni al verdadero uso de los Sacramentos: antes venden su obra porgrazia i mrito de Cristo. Padres eran, de los cuales uno orden quefuesen del todo apartados del uso de la Zena todos aquellos que secontentasen con una sola espezie del Sacramento i se abstuviesen dela otra: el otro fuertemente contiende que no se debe negar al puebloCristiano la sangre de su Seor, por confesion del cual es mandadoderramar su propria sangre. Tambien quitaron estos lmites cuandorigurosamente mandaron la misma cosa, que el uno destos dos casti-gaba con descomunion, i el otro con bastantsima razon condenaba.Padre era el que afirm ser temeridad determinar de alguna cosaescura por la una parte por la otra, sin claros i evidentes testimo-nios de la Escritura. Olvidronse de aqueste lmite, cuando sin ningunapalabra de Dios constituyeron tantas constituciones, tantos Cnones,tantas majistrales determinaziones. Padre era el que entre otras here-jas di en cara Montano que l fu el primero que impuso leyesde ayunar. Tambien traspasaron mui mucho este lmite, cuando esta-blezieron ayunos con dursimas leyes. Padre era el que prohibi queel matrimonio fuese vedado los Ministros de la Iglesia: i testificel ayuntamiento con su lejtima mujer ser castidad. I Padres fueronlos que se conformaron con l. Ellos han traspasado este limite cuandocon tanto rigor defendieron el matrimonio sus Eclesisticos. Padreera el que dijo, que solo Cristo debia de ser oido, del cual est escrito:A l oid: i que no se debia hazer caso de lo que otros antes de nosotroshubiesen hecho, dicho, sino de lo que Cristo (que es el mas antiguode todos) haya mandado. Tampoco se entretuvieron dentro deste lmi-te, ni permiten que otros se detengan, constituyndose para s i paralos dems otros enseadores que Cristo. Padre era el que mantuvoque la Iglesia no se debia preferir Cristo; porque Cristo siemprejuzga justamente: mas los juezes Eclesisticos, como hombres, sepueden engaar muchas vezes. Traspasando, pues, tambien este tr-mino, no dudan afirmar que toda la autoridad de la Escritura dependedel arbitrio de la Iglesia. Todos los Padres, de un comun consenti~miento, i una voz, abominaron, que la santa palabra de Dios fuesecontaminada con las sutilezas de los Sofistas, i que fuese revuelta conlas contiendas i debates de los Dialcticos. Entretinense ellos porventura dentro destos lmites, cuando no pretenden otra cosa en todocuanto hazen, sino escurezer i sepultar la simplizidad de la Escrituracon infinitas disputas i contiendas mas que sofisticas? De tal manera,que si los Padres resuzitasen ahora, i oyesen tal arte de reir, la cualestos llaman Teoloja especulativa, ninguna cosa creerian menos queser tales disputas de cosas de Dios. Pero ~cunto se prolongara miorazion, si yo quisiese contar con cunto atrevimiento estos sacudanel yugo de los Padres, de los cuales ellos quieren ser tenidos por hijosmui obedientes? Por zierto faltarme ya tiempo i vida para contarlo.1 con todo esto ellos son tan desvergonzados, que se atreven darnosen cara que habemos traspasado los lmites antiguos.Cuanto al enviarnos la costumbre, ninguna cosa les aprovecha.Porque se nos haria una grande injustizia si fusemos constreidos sujetarnos 10 acostumbrado. Zierto si los juizios de los hombresfuesen los que deben, la costumbre se debria tomar de los buenos.Pero mui de otra manera mui muchas vezes aconteze. Porque lo queveen que muchos hazen, eso es lo que luego queda por costumbre.I.esto es verdad, que nunca los negozios de los hombres fueron tanbIen reglados, que lo que fuese mejor pluguiese la mayor parte. AsSan Aug.,lib. 2 de pecocato meritocap. ltimo.Apol. en lahist.Ec1. lib. 5,cap. 12.Paphnuzioen la hist.Trip. lib. 2,cap. 14.San Ziprian.en la epst.2 del lib. 2.San August.cap. 2 dellib. contraCresco.Gram. 19. XXXIV AL REI DE FRANZIA AL REI DE FRANZIA xxxvDe Conse.disto 8, cap.Si consue-tudinem.Is. 8, 12.Gn. 7, 1.Heb. 11,7.En la epst.3 del lib. 2,i en la epst.ad Julian. dehaereticisbaptis.Mt. 28,20.que, de los particulares vizios deste i del otro se ha hecho un errorjeneral, por mejor dezir, un comun consentimiento de vizios: elcual estos hombres honrados quieren que valga por leL Los que tienenojos, veen, que no un solo mar de vizios ha crezido, que todo el mundoest corrompido con tantas pestilenzias contajiosas, i que todo va demal en peor: de suerte, que es menester perder toda la esperanza deremedio, se ha de poner la mano tantos males, i esto no menos 9uepor medios violentos. I qutase el remedio, no por otra razon smoporque, ya mucho tiempo ha, somos acostumbrados i hechos losmales. Pero aunque el error pblico tenga lugar en las repblicas delos hombres, con todo esto en el reino de Dios no se debe oir niguardar sino sola su eterna verdad: contra la cual ninguna prescrip-zion ni de largos aos, ni de costumbre anziana, ni deconjurazionninguna vale. Desta manera Esaas en su tiempo instruia los esco-jidos de Dios que no dijesen Conspirazion todo lo que el pueblodijese Conspirazion. Que quiere dezir, que ellos no conspirasen junta-mente con el pueblo malvado, i que no lo temiesen, ni hiziesen cuentadl: mas que antes santificasen al Seor de los ejrzitos,i que l fuesesu temor i pavor. As que, ahora nuestros adversarios objctennostantos ejemplos como querrn, i de los tiempos pasados i del presente:si nosotros santificremos al Seor de los ejrzitos, no nos espantare-mos mucho. Sase que muchas edades i siglos hayan consentido enuna misma impiedad, el Seor es fuerte asaz para vengarse hasta enla terzera i cuarta jenerazion: sase que todo el mundo haya conspi-rado una en una misma maldad, l nos ha enseado con la expe-rienzia cual sea el paradero de aquellos que pecan con la multitud,cuando destruy todo el linaje humano con el diluvio, guardando No con su pequea familia, el cual por su f condenase todo elmundo. Finalmente, la mala costumbre no es otra cosa que unapestilenzia jeneral, en la cual no menos perezen los que mueren entrela multitud, que los que perezen solos. Allende desto seria menesterponderar lo. que en zierto lugar dize San Zipriano: que los que pecanpor ignoranzia, aunque no estn del todo sin culpa, con todo esoparezen ser en alguna manera escusabies: pero los que con obstina-zion desechan la verdad cuando les es ofrezida por la grazia de Dios,ninguna escusa tienen que pretendan. Ni tampoco nos presan tanto,como se piensan, con su otro argumento, que llaman dilemma, quenos compelan confesar, que la Iglesia fu por algunos tiemposmuerta, que nosotros hazemos el dia de hoi la guerra contra laIglesia. La Iglesia de Cristo zierto vivi, i vivir en tanto que Cristoreinare la diestra del Padre: con cuya mano es sustentatada, concuyo favor es defendida, i con cuya virtud es fortificada. l sin dudacumplir lo que una vez ha prometido: que l asistir los suyos hastala consumazion del siglo. Contra esta Iglesia nosotros ninguna guerramovemos. Porque de un consentimiento i acuerdo con todo el pueblode los fieles reverenziamos i adoramos un Dios, i un Cristo seornuestro, como siempre fu de todos los pios adorado. Pero ellos ~opoco se han alejado de la verdad cuando no reconozen por IglesIasino aquella que ellos ojos vistas vean, la cual quieren enzerrardentro de zi~rtos lmites en que ella nunca ha estado enzerrada. Enestos puntos se funda toda nuestra controversia. Cuanto lo primero,ellos demandan una forma de Iglesia, la cual siempre sea visible iaparente: dms desto constituyen esta forma de Iglesia en la ctedrade la Iglesia Romana i en el estado de sus perlados. Nosotros al revs,dezimos que, la Iglesia puede consistir sin aparenzia visible, i que suforma no consiste en esta majestad que se vee, la cual ellos locamentetienenadmirazion, sino en otra mui diferente seal: conviene saber,en la pumpredicazion de la palabra de Dios, i en la lejtima admi-nistrazionde los Sacramentos. No pueden sufrir que la Iglesia no seasiempre mostrada con el dedo. Pero cuntas vezes acontezi que ellafuese tan desformada en el pueblo Judico, que ninguna aparenziarestaba? QuJorma de Iglesia pensamos que se vi cuando Elas sequejaba que ,l solo habia quedado? Cuntas vezes despues de lavenida de Cristo al mundo ha estado al rincon sin ningun lustre?Cuntas vezes despues ac ha sido oprimida con guerras, sedizionesi herejas, de tal manera que en ninguna parte se podia ver? Porventura si ,ellos vivieran en aquellos tiempos, creyeran que habiaIglesia? Peco Elas oy ser aun vivos siete mil varones, los cuales nose habian arrodillado Baal. I no debemos dudar que Cristo no hayasiempre reinado en la tierra despues que subi al zielo. Mas si losfieles buscaran.entre tantas calamidades alguna notable forma deIglesia,que se viera con los ojos, por ventura no desmayaran? I ziertoSan Hilario ya en su tiempo tuvo esto por gran vizio que los hombressiendo zegados con la desatinada reverenzia en que ellos tenian ladignidad Episcopal, no consideraban la pestilenzial hedentina queestaba encubierta debajo de aquella mscara, cuyas palabras sonestas: De una cosa os aviso, Guardaos del Antecristo: vosotros osembarvascais mucho con el amor de las paredes buscando la Iglesiade. Dios en la-hermosura de los edifizios pensando que la Iglesia iumon de los fieles est all. Pues mal lo pensais. Cmo? dudais queel Antecristo haya de tener su silla en ellos? Los montes, bosques,lagos, crzeles i escondedijos me son mas seguros. Porque en estos losPr~fetas estando escondidos profetizaban. I qu es lo que el dia dehOI el mundo honra en sus Obispos enmitrados, sino porque piensaser mas santos i mayores defensores de la relijion aquellos que sonperlados en mayores ziudades? Quitad all tan loco juizio. Mas alcontrario permitamos esto al Seor, que pues que l solo conoze quinson los suyos,. que las vezes quita de delante de los ojos de loshombres la externa forma de su Iglesia. Yo confieso ser un horriblecastigo de Dios sobre la tierra. Mas si as lo mereze la impiedad delos hombres, por qu nos esforzamos resistir la justizia divina?Desta manera en los tiempos pasados castig Dios la ingratitud delos hombres. Porque por cuanto ellos no quisieron obedezer suverd.ad, i apagaron su lumbre, l permiti que fuesen ziegos en sussentidos, fuesen engaados con enormes mentiras, i fuesen sepultadosen P~ofundas tinieblas, de tal suerte, que ninguna forma de verdaderaIgles.Ia se viese. Pero entre estas i estas l ha conservado los suyos enmediO destos errores i tinieblas, los cuales estaban encubiertos i derra-MarcasdelaverdaderaIglesia.1 Re. 19, 11.ContraAuxenzio.2 Tim. 2,19. 20. XXXVI AL REI DE FRANZIA AL REI DE FRANZIA XXXVIIx.32,4.1 Re. 22,12.Jer. 18,18.Jer. 4,9.Jn. 12,10.mados, el uno por ac i el otro por all. 1 no hai por qu nos ~aravillar desto. Porque l ha aprendido los guardar aun en la mismaconfusion de Babilonia, i en la llama de la hornaza ardiente. Cuanto 10 que quieren que la forma de la Iglesia sea estimada por no squ vana pompa, yo, porque no quiero hazer largo prozeso, 10 tocarsolamente como de pasada, cuan peligrosa cosa sea. El Papa de Roma(dizen ellos) el cual est sentado en la silla Apostli~, ~ los otrosObispos que l orden i consagr, representan la IgleSia, i deben sertenidos por tales: por tanto no pueden errar. Cmo as? Porque sonpastores de la Iglesia i consagrados al Seor. Aaron i los dems. queguiaban al pueblo de Isral, cmo? no eran Pastores? Aaron 1 sushijos, habindolos ya Dios elejido por sazerdotes, con todo esto erra-ron cuando hizieron el bezerro. Porque conforme esta razon, aque-llos cuatrozientos profetas que engaaban Acab, no representarianla Iglesia? Pero la Iglesia estaba de la parte de Miqueas, que era unhombre solo i abatido, mas con todo esto de su boca salia la verdad.Cmo? los profetas no representaban nombre i forma de Iglesiacuando se levantaban todos una contra Jeremas, i amenazndoloblasonaban ser imposible que la Lei faltase los Sazerdotes, ni elconsejo al sbio, ni la palabra al Profeta? A la encontra de toda estamultitud de profetas es enviado Jeremas solo, el cual de part~ deDios denunzie: que ser, que la Lei falte al Sazerdote,. el consejO alsbio, i la palabra al Profeta. No se mostraba otra tal aparenzia deIglesia en aquel Conzilio que los Pontfizes, Escribas i Fariseos ayun-taron para deliberar cmo matarian Cristo? Vyanse, pues, ahoranuestros adversarios i hagan mucho caso de una mscara i externoaparato que se vee, i as pronunzien ser szis~ti~os Cristo i tO?OS ~osprofetas de Dios verdadero: i por el contrano, digan que los ffilstenosde Satans, son instrumentos del Espritu Santo. 1 si hablan de veras,respndanme simplemente sin buscar rodeos: En qu rejion, enqu pueblos piensan ellos que la ~glesia de Dios resida .despues. q~epor sentenzia definitiva del Conziho, que se tuvo en Basllea, EUJemoPapa de Roma fu depuesto, i Amedeo Duque de Saboya, ru subs-tituido en su lugar? No pueden negar (aunque revienten) aquel Con-zilio, cuanto la solenidad i ritos externos, no haber sido lejtimo,i convocado no por un Papa solo, sino por dos. En l Eujenio fucondenado por szismtico, rebelde i pertinaz, i con l todos los Car-denales i Obispos que juntamente con l habian procurado que elConzilio se deshiziese. Con todo esto, siendo despues sobrellevadopor el favor de los Prnzipes, recobr su Pontificado: i l otra elezionde Amedeo hecha solenemente con la autoridad del sacro i jeneralConzilio, se torn en humo : sino que el dicho Amedeo fu apaziguadocon un Capelo, como un perro que ladra con un pedazo de pan. ~estosherejes i contumazes deszienden todos los Papas, Cardenales, Obispos,Abades i Sazerdotes que despues ac han sido. Aqu no se puedenescabullir. Porque cul de las dos partes dirn que era Iglesia? Porventura negarn haber sido Conzilio jeneral, al cual ninguna cosafalt cuanto la majestad i muestra exterior? Pues soleaemente fudenunziado por dos bulas, santificado por el Legado de la sedeApostlica, el cual presidia en l, bien ordenado en todas cosas, i quepersever en esta su dignidad i majestad hasta que fu concluido.Confesarn ellos que Eujenio contodos sus adherentes, de los cualesellos son santificados, ru szismtico? O pues pinten de otra manerala forma de la Iglesia: cuantos, cuantos dellos son, los tendremos,aun segun su doctrina dellos, por szismticos: pues que sabiendas ias querindolo ellos, fueron ordenados por herejes. 1 si nunca jamsse hubiera visto antes de ahora, que la Iglesia de Dios no est atada las pompas i aparenzias exteriores, ellos mismos nos pueden serasaz sufiziente experienzia dello, los cuales con tan gran sobrezejo,so ttulo i nombre de Iglesia, se han hecho temer de todo el mundo,aunque eran una pestilenzia mortal de la Iglesia. No hablo de suscostumbres, ni de aquellos sus actos execrables que siempre por todasu vida cometen: pues que ellos dizen, que son los Fariseos que sedeben oir, i no imitar. Vuestra Majestad si quisiere tomar un poquitode pena en leer con atenzion nuestra doctrina, conozer claramente,que la misma doctrina dellos, por la cual quieren ser tenidos porIglesia, es una terrible carnizera de nimas, i un fuego, ruina i des-truizion de la Iglesia.Finalmente, ellos hazen mui mal, dndonos en cara las grandesrevueltas, tumultos i sediziones que la predicazion de nuestra doctrinahayatraido consigo, i los frutos que ella el dia de hoi produzga enmui muchos. Porque la culpa destos males con gran tuerto i sin razonse le imputa, la cual debria ser imputada la malizia de Satans.Esta es la suerte de la palabra de Dios, que jams ella sale luz, sinque Satans se dispierte i haga de las suyas. Esta es una zertsimamarca, i que nunca le falta, con la cual es diferenziada de las falsasdoctrinas: las cuales fzilmente se declaran, en que sin contradizionson admitidas de todos, i todo el mundo las sigue. Desta manera poralgunos aos pasados, cuando todo estaba sepultado en tinieblasescursimas, este Seor del mundo se jugaba i burlaba como se leantojaba, de los hombres, i como un Sardanpalo se deleitaba suplazer, sin que hubiese quien le contradijese, ni osase dezir; Mal hazes.Porque qu hubiera de hazer sino reirse i holgarse, teniendo la pose-sion de su reino con gran quietud i tranquilidad? Pero luego que laluz resplandeziendo del zielo deshizo algun tanto sus tinieblas, luegoque aquel fuerte lo salte i revolvi su reino, entonzes comenz despertar de su sueo i quietud, i arrebatar las armas. 1 primera-mente inzit la fuerza de los hombres, con la cual por violenzia opri-miese la verdad que comenzaba mostrarse: desque por esta va vidoque no aprovechaba, dise perseguir la verdad de secreto i porasechanzas. As que, por los Anabaptistas i otros tales como ellos,revolvi muchas sectas i diversidad de opiniones con que escurezieseesta verdad, i finalmente la apagase. 1 el dia de hoi l porfa perse-guirla con estas dos artes, porque procura con la fuerza i potenzia delos hombres desarraigar aquella verdadera simiente, i con sus zizaas(cuanto es en l) pretende ahogarla fin que no crezca, ni d fruto.Pero todo esto es en vano, si damos orejas los avisos que-el Seornos da: el cual mui mucho antes nos ha descubierto sus artes, i maas 21. XXXVIII AL REI DE FRANZIA AL REI DE FRANZIA XXXIX1 de losRe. 18, 18.2 Pe. 3,16.Rom. 5, 20.Rom. 6,1.Flp. 1, 15.Le. 2,34.2 Coro 2, 16.que tiene de tratar, para que no nos tomase desaperz,ebidos, i nos ~aarmado de mui buenas armas contra ellas. Cuanto a la resta, cuangran maldad es echar la culpa la palabra de Dios, de las revueltas,que los perversos i contumazes levantan: de las sectas que los enga~adores contra ella siembran? Pero esto no es cosa nueva. Pregunt-banle Ellas: si por ventura fuese l el que revolvia Israel: Cristoera tenido de los judos por revoltoso: acusaban los Apstoles deque habian alborotado al pueblo. I qu otra cosa haze~ los .q.ue eldia de hoi nos imputan nosotros las revueltas, tumultos 1 sedlzlonesque se levantan contra nosotros? Pero Elasnos ense como haba-mos de responder estos tales: Nosotros no ser los que sembrbamoserrores, movamos las revueltas: sino ellos mismos que resisten la potenzia de Dios. I aunque esta sola respuesta sea asaz bastantepara confundir su temeridad, as tambien por otra parte es menestersocorrer la flaqueza de algunos: los cuales muchas vezesacontezealborotarse con semejantes escndalos, i siendo perturbados vazilar.Estos, pues, para que no desmayen con esta perturba~ion ni vuelvanatrs, entiendan que las mismas cosas, que el dia de hOI nos acontezen,experimenta:ron los Apstoles en su tie~po..Habia entonzes homb;esindoctos i inconstantes, los cuales (como escnbe San Pedro) pervertlanpara condenazion suya propria lo que San pablo habia divinamenteescrito. Habia menospreziadores de Dios, los cuales oyendo que elpecado abund para que sobreabundase la grazia: luego inferian:Quedarnos hemos en el pecado, para que abunde la grazia. Cuandooian que los fieles no estaban debajo de la lei: luego respondian:Pecaremos, pues no estamos debajo de la lei, sino de la grazia. Nofaltaba quien lo llamase persuadidor del mal. Injerianse falsos Aps-toles, los cuales destruian las Iglesias que l habia edificado. Algunospor envidia i contenzion predicaban el E,:an~elio.,no con .s~nzeridad,mas con malizia pensando acrezentar afllczlon a sus pnslOnes. Enalgunas partes la doctrina del Evanjelio que predicaba, no hazia muchofruto. Todos buscaban su provecho, i no el de Jesu Cristo. Otros sevolvian atrs, tornndose como perros al vmito, i como puercos alzenagal. Los mas tomaban la libertad del espritu para libertad.decarne. Injeranse muchos falsos hermanos, los cuales despues hazIangran dao los fieles. Entre los mismos hermanos se levantabangrandes contiendas. Qu habian de hazer en este caso l?s Apst~les?Habian de disimular por algun tiempo, del todo hablan de dejar 1desamparar el Evanjelio, el cual vian ser simiente de tantas contiendas,materia de tantos peligros, ocasion de tantos escndalos? Mas entretales angustias acordbanse que Cristo era piedra de escndalo i deofensa, puesto para caida i levantamiento de muchos, i por ~eal quien contradirian, armados ellos con esta fiduzia pasaban ammosa-mente por todos los peligros de los tumultos i escndalos. Con estamisma considerazion es menester que nosotros nos animemos: puesque San Pablo testifica ser esta siempre la condizion i suerte del Evan-jelio: que es olor de muerte para muerte aquellos que perezen: aun-que l fu antes ordenado fin que fuese olor de vida para vida, losque se salvan i potenzia de Dios para salud todos los fieles. Lo cualziertamemente experimentaramos en nosotros mismos, si por nuestraingratitud no echsemos perder aqueste tan singular benefizio deDios. I convertisemos para nuestra destruizion lo que nos debieraser nico medio de salud.Mas con vuestra Majestad vuelvo hablar. No hagais caso deaquellos vanos rumores con que nuestros adversarios se esfuerzan poneros miedo i temor; conviene saber, que este nuevo Evanjelio(porque as lo llaman ellos) no pretende ni busca otra cosa, que oca-sion de sediziones, i toda lizenzia para que los vizios no sean castiga-dos. Porque nuestro Dios no es autor de division, sino de paz: i elhijo de Dios no es ministro de pecado, el cual es venido al mundopara deshazer las obras del diablo. Cuanto lo que toca nosotros,nosotros somos injustmente acusados de tales empresas, de las cualesjams dimos ni aun la menor ocasion del mundo de sospecha. Si porzierto, nosotros emprendemos la disipazion de los Reinos: de loscuales jams se ha oido una palabra que huela, vaya sedizion, icuya vida ha sido conozida por quieta i apazible todo el tiempo quevivimos en vuestro reino: i los que aun ahora siendo ahuyentados denuestras proprias casas no dejamos de orar Dios portoda prosperi-dad i buen suzeso de vuestra Majestad i de vuestro reino. Si por zierto,nosotros pretendemos lizenzia de pecar sin castigo: en cuyas costumbres, aunque hai mucho que reprender, pero con todo eso no hai cosaque merezca tan grande injuria i reproche. I por la bondad de Dios,no habemos tan poco aprovechado en el Evanjelio, que nuestra vidano pueda ser estos maldezidores ejemplo de castidad, benignidad,misericordia, contenenzia, pazienzia, modestia i de todas otras vir-tudes. Cosa es notoria que nosotros puramente tememos i honramos Dios: pues que con nuestra vida i con nuestra muerte deseamos sunombre ser santificado, i nuestros mismos adversarios han sido cons-treidos dar testimonio de la inozenzia i justizia poltica cuanto los hombres, de algunos de los nuestros: los cuales ellos hazianmorir por aquello que era digno de perpetua memoria. I si hai algunosque con pretesto de Evanjelio hazen alborotos (cuales hasta ahora nose han visto en vuestro reino) si hai algunos que cubran su lizenziacarnal con ttulo de la libertad que se nos da por la grazia de Dios(cuales yo conozco mui muchos) leyes hai, i castigos ordenados porlas leyes, con las cuales ellos conforme sus delitos sean speramentecorrejidos: con tal que el Evanjelio de Dios en el entretanto no seainfamado por los malefizios de los malvados. Ya ha oido vuestraMajestad la emponzoada maldad de los que nos calumnian, decla-rada en hartas palabras, para que no deis tanto crdito sus acusa-ziones i calumnias. I yo me temo que no haya sido demasiadamentelargo: pues que esta mi prefazion es casi tan grande como una enteraapoloja: con la cual yo no pretend componer una defensa, mas sola-mente enternezer vuestro corazon para que oysedes nuestra causa:el cual aunque al presente est vuelto i enajenado de nosotros, i aunquiero aadir, inflamado, pero con todo esto aun tengo esperanza quepodremos volver en vuestra grazia, si tuvieredes por bien sin pasionninguna, fuera de todo dio i indignazion leer una vez esta nuestra 22. XL AL REI DE FRANZIAconfesion, la cual queremos que sirva de defensa delante de vuestraMajestad. Pero si al contrario, las murmuraziones de vuestros adver-sarios han ocupado de tal manera vuestras orejas, que los acusadosningun lugar se les d para responder por si: i si por otra parte estasimpetuosas furias, sin que vuestra Majestad les vaya la mano, ejer-zitan siempre su crueldad con prisiones, azotes, tormentos, cuchilloi fuego, nosotros ziertamente como ovejas deputadas para el matadero,padezeremos cuanto fuere posible: pero de tal manera que en nuestrapazienzia poseeremos nuestras nimas, i esperaremos la fuerte manodel Seor: la cual sin duda cuando sea tiempo, se mostrar armada,asi para librar los pobres de su afliczion, como para castigar estosmenospreziadores, los cuales el dia de hoi tan su plazer triunfan.El Seor, Rei de los reyes quiera establezer el trono de vuestra Ma-jest~d en justizia i vuestra silla en equidad.De Basilea primero de agosto de 1136. (1536).LIBRO PRIMERODEL CONOCIMIENTO DE DIOSEN CUANTO ES CREADOR Y SUPREMOGOBERNADOR DE TODO EL MUNDO 23. CAPTULO PRIMEROEL CONOCIMIENTO DE DIOS Y EL DE NOSOTROS SERELACIONAN ENTRE s.MANERA EN QUE CONVIENEN MUTUAMENTE1. Relacin de estos dos conocimientosCasi toda la suma de nuestra sabiduria, que de veras se deba tenerpor verdadera y slida sabiduria, consiste en dos puntos: a saber, en elconocimiento que el hombre debe tener de Dios, y en el conocimientoque debe tener de s mismo.Mas como estos dos conocimientos estn muy unidos y enlazados entres, no es cosa fcil distinguir cul precede y origina al otro, pues en primerlugar;nadie se puede contemplar a s mismo sin que al momento se sientaimpulsado a la consideracin de Dios, en el cual vive y se mueve; porqueno hay quien dude que los dones, en los que toda nuestra dignidad con-siste, no sean en manera alguna nuestros. Y an ms: el mismo ser quetenemos y lo que somos no consiste en otra cosa sino en subsistir y estarapoyados en Dios. Adems, estos bienes, que como gota a gota descien-den sobre nosotros del cielo, nos encaminan como de arroyuelos a lafuente. As mismo, por nuestra pobreza se muestra todava mejor aquellainmensidad de bienes que en Dios reside; y principalmente esta miserablecada, en que por la transgresin del hombre camos, nos obliga a levantarlos ojos arriba, no solo para que, ayunos y hambrientos, pidamos de alllo que nos haga falta, sino tambin para que, despertados por el miedo,aprendamos humildad. Porque como en el hombre se halla todo unmundo de miserias, despus de haber sido despojados de los dones delcielo, nuestra desnudez, para grande vergenza nuestra, descubre unainfinidad de oprobios; y por otra parte no puede por menos que sertocado cada cual de la concieRcia de su propia desventura, para poder,por lo menos, alcanzar algn conocimiento de Dios.As, por el sentimiento de nuestra ignorancia, vanidao, pobreza, enfer-medad, y finalmente perversidad y corrupcin propia, reconocemos queen ninguna otra parte, sino en Dios, hay verdadera sabidura, firme virtud,perfecta abundancia de todos los bienes y pureza de justicia; por lo cual,ciertamente nos vemos impulsados por nuestra miseria a considerar lostesoros que hay en Dios. Y no podemos de veras tender a l, antes decomenzar a sentir descontento de nosotros. Porque qu hombre hayque no sienta contento descansando en s mismo? Y quin no descansaen s mientras no se conoce a s mismo, es decir, cuando est contentocon los dones que ve en s, ignorando su miseria y olvidndola? Por locual el conocimiento de nosotros mismos, no solamente nos aguijoneapara que busquemos a Dios, sino que nos lleva como de la mano paraque lo hallemos.2. El hombre en presencia de DiosPor otra parte, es cosa evidente que el hombre nunca jams llega al 24. 4 LIBRO I - CAPTULO I LIBRO 1- CAPTULO 1, II 5conocimiento de s mismo, si primero no contempla el rostro de Diosy, despus de haberlo contemplado, desciende a considerarse a s mismo.Porque estando arraigado en nosotros el orgullo y soberbia, siempre nostenemos por justos, perfectos, sabios y santos, a no ser que con mani-fiestas pruebas seamos convencidos de nuestra injusticia, fealdad, locuray suciedad; pero no nos convencemos si solamente nos consideramos anosotros y no a Dios, el cual es la sola regla con que se debe ordenar yregular este juicio. Porque como todos nosotros estamos por nuestranaturaleza inclinados a la hipocresa, cualquier vana apariencia de justicianos dar tanta satisfaccin como si fuese la misma justicia. Y porquealrededor de nosotros no hay cosa que no est manchada con grandesuciedad, lo que no es tan sucio nos parece limpsimo mientras man-tengamos nuestro entendimiento dentro de los lmites de la suciedad deeste mundo; de la misma manera que el ojo, que no tiene delante de sms color que el negro, tiene por blanqusimo lo que es medio blancou oscuro.y todava podremos discernir an ms de cerca por los sentidos corpo-rales cunto nos engaamos al juzgar las potencias y facultades del alma.Porque si al medioda ponemos los ojos en tierra o miramos las COsasque estn alrededor de nosotros, nos parece que tenemos la mejor vistadel mundo; pero en cuanto alzamos los ojos al sol y lo miramos fija-mente, aquella claridad con que veamos las cosas bajas es luego de talmanera ofuscada por el gran resplandor, que nos vemos obligados a con-fesar que aquella nuestra sutileza con que considerbamos las cosasterrenas, no es otra cosa sino pura tontera cuando se trata de mirar al sol.De esta misma manera acontece en la consideracin de las cosas espi-rituales. Porque mientras no miramos ms que las cosas terrenas, satis-fechos con nuestra propia justicia, sabidura ypotencia, nos sentimos muyufanos y hacemos tanto caso de nosotros que pensamos que ya somosmedio dioses. Pero al comenzar a poner nuestro pensamiento en Dios ya considerar cmo y cun exquisita sea la perfeccin de su justicia, sabi-dura y potencia a la cual nosotros nos debemos conformar y regular,lo que antes con un falso pretexto de justicia nos contentaba en gran ma-nera, luego lo abominaremos como una gran maldad; lo que en granmanera, por su aparente sabidura, nos ilusionaba, nos apestar comouna extrema locura; y lo que nos pareca potencia, se descubrir que es unamiserable debilidad. Veis, pues, como lo que parece perfectsimo ennosotros mismos, en manera alguna tiene que ver con la perfeccin divina.3. Ejemplos de la Sagrada EscrituraDe aqu procede aquel horror y espanto con el que, segn dice muchasveces la Escritura, los santos han sido afligidos y abatidos siempre quesentan la presencia de Dios. Porque vemos que cuando Dios estabaalejado de ellos, se sentan fuertes y valientes; pero en cuanto Diosmostraba su gloria, temblaban y teman, como si se sintiesen desvanecery morir.De aqu se debe concluir que el hombre nunca siente de veras su bajezahasta que se ve frente a la majestad de Dios. Muchos ejemplos tenemosde este desvanecimiento y terror en el libro de los Jueces y en los de losprofetas, de modo que esta manera de hablar era muy frecuente en elpueblo de Dios: "Moriremos porque vimos al Seor" (Jue.13,22; Is.6,5;Ez.l,28 y 3,14 Y otros lugares). Y as la historia de Job, para humillara los hombres con la propia conciencia de su locura, impotencia e im-pureza, aduce siempre como principal argumento, la descripcin de lasabidura y potencia y pureza de Dios; y esto no sin motivo. Porquevemos cmo Abraham, cuanto ms lleg a contemplar la gloria de Dios,tanto mejor se reconoci a s mismo como tierra y polvo (Gn.18,27);y cmo Elas escondi su cara no pudiendo soportar su contemplacin(1 Re. 19,13); tanto era el espanto que los santos sentan con su presen-cia. Y qu har el hombre, que no es ms que podredumbre y hediondez,cuando los mismos querubines se ven obligados a cubrir su cara por elespanto? (Is. 6,2). Por esto el profeta Isaas dice que el sol se avergonzary la luna se confundir, cuando reinare el Seor de los Ejrcitos (Is. 24, 23Y 2,10.19); es decir: al mostrar su claridad y al hacerla resplandecer msde cerca, lo ms claro del mundo quedar, en comparacin con ella, entinieblas.Por tanto, aunque entre el conocimiento de Dios y de nosotros mismoshaya una gran unin y relacin, el orden para la recta enseanza requiereque tratemos primero del conocimiento que de Dios debemos tener, yluego del que debemos tener de nosotros.CAPTULO 11EN Qu CONSISTE CONOCER A DIOS Y CUL ESLA FINALIDAD DE ESTE CONOCIMIENTO1. Dios conocido como CreadorYo, pues, entiendo por conocimiento de Dios, no slo saber que hayalgn Dios, sino tambin comprender lo que acerca de l nos convienesaber, lo que es til para su gloria, y en suma lo que es necesario. Porquehablando con propiedad, no podemos decir que Dios es conocido cuandono hay ninguna religin ni piedad alguna. Aqu no trato an del particularconocimiento con que los hombres, aunque perdidos y malditos en s,se encaminan a Dios para tenerlo como Redentor en nombre de Jesu-cristo nuestro Mediador, sino que hablo solamente de aquel primero ysimple conocimiento a que el perfecto concierto de la naturaleza nosguiara si Adn hubiera perseverado en su integridad. Porque, aunqueninguno en esta .ruina y desolacin del linaje humano sienta jamsque Dios es su Padre o Salvador, o de alguna manera propicio, hasta queCristo hecho mediador para pacificarlo se ofrezca a nosotros, con todo,una cosa es sentir que Dios, Creador nuestro, nos sustenta con su poten-cia, nos rige con su providencia, por su bondad nos mantiene y continahacindonos grandes beneficios, y otra muy diferente es abrazar la graciade la reconciliacin que en Cristo se nos propone y ofrece. Porque, comoes conocido en un principio simplemente como Creador, ya por la obradel mundo como por la doctrina general de la Escritura, y despus deesto se nos muestra como Redentor en la persona de Jesucristo, de aqu 25. 6 LIBRO I - CAPTULO 11 LIBRO I - CAPTULO 11, lB 7nacen dos maneras de conocerlo; de la primera de ellas se ha de trataraqui, y luego, por orden, de la otra. Por tanto, aunque nuestro entendi-miento no puede conocer a Dios sin que al momento lo quiera honrarcon algn culto o servicio, con todo no bastar entender de un maneraconfusa que hay un Dios, el cual nicamente debe ser honradoyadorado,sino que tambin es menester que estemos resueltos y convencidos deque el Dios que adoramos es la fuente de todos los bienes, para queninguna cosa busquemos fuera de l. Lo que quiero decir es: que nosolamente habiendo creado una vez el mundo, lo sustenta con suimnensapotencia, lo rige con su sabiduria, lo conserva con su bondad,y sobretodo cuida de regir el gnero humano con justicia y equidad; ;}"s0l0rtacon misericordia, lo defiende con su amparo; sino que tambin es me-nester que creamos que en ningn otro fuera de lse hallar una solagota de sabidura, luz, justicia, potencia, rectitud yperfect~~erd~d, a finde que, como todas estas cosas proceden de l, y El es la sola causa detodas ellas, asi nosotros aprendamos a esperarlas y pedrselas a l, ydarle gracias por ellas. Porque este sentimiento de la miseriCOrdia de Dioses el verdadero maestro del que nace la religin.2. La verdadera piedadLlamo piedad a una reverencia unida al amor de Dios, que el cono-cimiento de Dios produce. Porque mientras que los hom.bresno tenganimpreso en el corazn que deben a Dios todo cuanto son, que son ali-mentados con el cuidado paternal que de ellos tiene, que l es el autorde todos los bienes, de suerte que ninguna cosa se debe buscr fuera del, nunca jams de corazn y con deseo de servirle se sometern a l.y ms an, si no colocan en l toda su felicidad, nunca de Veras y contodo el corazn se acercarn a l.3. No basta conocer que hay un Dios, sino quin es Dios, y lo ,que espara nosotros Por tanto, los que quieren disputar qu cosa es Dios,nohaen msque fantasear con vanas especulaciones, porque ms nos conviene sabercmo es, y lo que pertenece a su naturaleza. Porque qu aprovechaconfesar, como Epicuro, que hay un Dios que, dejando a un lado elcuidado del mundo, vive en el ocio y el placer? Y de qu sirve conocera un Dios con el que no tuviramos que ver? Ms bien, el conocimientoque de l tenemos nos debe primeramente instruir en su temor yreveren-cia, y despus nos debe ensear y encaminar a obtener de l todos.losbienes, y darle las gracias por ellos. Porque cmo podremos pensar enDios sin que al mismo tiempo pensemos que, pues somos hechura de susmanos, por derecho natural y de creacin estamos sometidos a su impe-rio; que le debemos nuestra vida, que todo cuanto emprendemos ohacemos lo debemos referir a l? Puesto que esto es asi, sigese comocosa cierta que nuestra vida est miserablemente corrompida, si no laordenamos a su servicio, puesto que su voluntad debe servirnos de regla yley de vida. Por otra parte, es imposible ver claramente a Dios, sin quelo reconozcamos como fuente y manantial de todos los bienes. Con estonos moveramos a acercarnos a l y a poner toda nuestra confianza enl, si nuestra malicia natural no apartase nuestro entendimiento de in-vestigar lo que es bueno. Porque, en primer lugar, un alma temerosa deDios no se imagina un tal Dios, sino que pone sus ojos solamente enAqul que es nico y verdadero Dios; despus, no se lo figura cual se leantoja, sino que se contenta con tenerlo como l se le ha manifestado, ycon grandisima diligencia se guarda de salir temerariamente de la.volun-tad de Dios, vagando de un lado para otro.4. l!el conocimiento de Dios como soberano, fluyen la confianza cierta enEl y la obedienciaHabiendo de esta manera conocido a Dios, como el alma entiendeque l lo gobierna todo, confia en estar bajo su amparo y proteccin yasi del todo se pone bajo su guarda, por entender que es el autor de todobien; si alguna cosa le aflige, si alguna cosa le falta, al momento se acogea l esperando que la ampare. Y porque se ha persuadido de que. l esbueno y misericordioso, con plena confianza reposa en l, y no dudaque en su clemencia siempre hay remedio preparado para todas sus aflic-ciones y necesidades; porque lo reconoce por Seor y Padre, concluyeque es muy justo tenerlo por Seor absoluto de todas las cosas, darle lareverencia que se debe a su majestad, procurar que su gloria se extienday obedecer sus mandamientos. Porque ve que es Juez justo y que estarmado de severidad para castigar a los malhechores, siempre tienedelante de los ojos su tribunal; y por el temor que tiene de l, se detieney se domina para no provocar su ira.Con todo no se atemoriza de su juicio, de tal suerte que quiera apar-tarse de l, aunque pudiera; sino ms bien lo tiene como juez de losmalos, como bienhechor de los buenos; puesto que entiende que tantopertenece a la gloria de Dios dar a los impios y perversos el castigo quemerecen, como a los justos el premio de la vida eterna. Adems de esto,no deja de pecar por temor al castigo, sino porque ama y reverencia aDios como a Padre, lo considera y le honra como a Seor; aunque nohubiese infierno, sin embargo tiene gran horror de ofenderle. Ved, pues,lo que es la autntica y verdadera religin, a saber: fe unida a un ver-dadero temor de Dios, de manera que el temor lleve consigo una volun-taria reverencia y un servicio tal cual le conviene y el mismo Dios lo hamandado en su Ley. Y esto se debe con tanta mayor diligencia notar,cuanto que todos honran a Dios indiferentemente, y muy pocos le temen,puesto que todos cuidan de la apariencia exterior y muy pocos de lasinceridad de corazn requerida.CAPTULO lBEL CONOCIMIENTO DE DIOS EST NATURALMENTE ARRAIGADOEN EL ENTENDIMIENTO DEL HOMBRE1. La religin, hecho universalNosotros, sin discusin alguna, afirmamos que los hombres tienenun cierto sentimiento de la divinidad en si mismos; y esto, por un instinto 26. 8 LIBRO I - CAPTULO 111 LIBRO I - CAPTULO III 9natural. Porque, a fin de que nadie se excusase so pretexto de ignorancia,el mismo Dios imprimi en todos un cierto conocimiento de su divinidad,cuyo recuerdo renueva, cual si lo destilara gota a gota, para que cuandotodos, desde el ms pequeo hasta el mayor, entiendan que hay Dios yque es su Creador, con su propio testimonio sean condenados por nohaberle honrado y por no haber consagrado ni dedicado su vida a suobediencia. Ciertamente, si se busca ignorancia de Dios en alguna parte,seguramente jams se podr hallar ejemplo ms propio que entre lossalvajes, que casi no saben ni lo que es humanidad. Pero - como diceCicern el cual fue pagano - no hay pueblo tan brbaro, no hay gentetan brutal y salvaje, que no tenga arraigada en s la conviccin de quehay Dios. Y aun los que en lo dems parecen no diferenciarse casi de losanimales, conservan siempre, sin embargo, como cierta semilla de reli-gin. En lo cual se ve cun adentro este conocimiento ha penetrado enel corazn de los hombres y cun hondamente ha arraigado en susentraas. Y puesto que desde el principio del mundo no ha habido regin,ni ciudad ni familia que haya podido pasar sin religin, en esto se veque todo el gnero humano confiesa tcitamente que hay un sentimientode Dios esculpido en el corazn de los hombres. Y lo que es ms, la mismaidolatra da suficiente testimonio de ello. Porque bien sabemos qu durole es al hombre rebajarse para ensalzar y hacer ms caso de otros que des mismo. Por tanto, cuando prefiere adorar un pedazo de madera o depiedra, antes que ser considerado como hombre que no tiene Dios algunoa quien adorar, claramente se ve que esta impresin tiene una fuerza yvigor maravillosos, puesto que en ninguna manera puede borrarse delentendimiento del hombre. De tal manera que es cosa ms fcil destruirlas inclinaciones de su naturaleza, como de hecho se destruyen, que pa-sarse sin religin, porque el hombre, que por su naturaleza es altivo ysoberbio, pierde su orgullo y se somete voluntariamente a cosas vilsimas,para de esta manera servir a Dios.2. La religin no es un medio de oprimir al puebloPor tanto, es del todo gratuito lo que algunos dicen: que la religinha sido inventada por la astucia y agudeza de ciertos hombres sutilespara de este modo tener a raya al pueblo sencillo y hacerle cumplir sudeber, siendo as - como ellos dicen - que ni los mismos que enseabana los otros a servir a Dios crean en su existencia. Es verdad, lo confieso,que muchsimos hombres astutos e ingeniosos han inventado muchascosas en la religin para mantener al pueblo en una devocin e infun-dirles miedo, a fin de poderlos tener ms obedientes; pero nunca jamsse les hubiera ocurrido, si el entendimiento de los hombres no estuvieradispuesto y firmemente persuadido a adorar a Dios, lo cual era una semillapara inclinarlos a la religin. As mismo no es creble que aquellos queastutamente engaaban a la gente ignorante y sencilla, so ttulo de reli-gin, no tuviesen algn residuo de religin, sino que careciesen del todode ella. Porque, aunque antiguamente surgieron algunos, y an hoy enda surgen no pocos que niegan que haya Dios, sin embargo, mal desu grado, quieran o no, sienten lo que no querran saber. .1 De la Naturaleza de los Dioses, lib. 1, 16.3. Los que con msfuerza niegan a Dios, son los que ms terror sienten de lDe ninguno se lee en la Historia, que haya sido tan mal hablado nitan desvergonzadamente audaz cama el emperador Cayo Calgula. Sinembargo, leemos que ninguno tuvo mayor temor ni espanto que l, cadavez que apareca alguna seal de la ira de Dios. De esta manera, a des-pecho suyo, se vea forzado a temer a Dios, del cual, de hecho, con todadiligencia procuraba no hacer caso. Esto mismo vemos que acontece acuantos se le parecen. Porque cuanto ms se atreve cualquiera de ellosa mofarse de Dios, tanto ms temblar aun por el ruido de una sola hojaque cayere de un rbol. De dnde procede esto, sino del castigo que lamajestad de Dios les impone, el cual tanto ms atormenta su conciencia,cuanto ms ellos procuran huir de l? Es verdad que todos ellos buscanescondrijos donde esconderse de la presencia de Dios, y as otra vezprocuran destruirla en su corazn; pero mal que les pese, no puedenhuir de ella. Aunque algunas veces parezca que por algn tiempo se hadesvanecido, luego vuelve de nuevo de forma ms alarmante; de suerteque si deja algn tiempo de atormentarles la conciencia, este reposo noes muy diferente del sueo de los embriagados y los locos, los cuales niaun durmiendo reposan tranquilamente, porque continuamente son ator-mentados por horribles y espantosos sueos. As que los mismos imposnos pueden servir de ejemplo de que hay siempre, en el espritu de todoslos hombres, cierto conocimiento de ,Dios.4. Todos tienen conciencia de que existe un DiosEsto, pues, debern tener por seguro todos aquellos quejuzgan recta-mente: que est esculpido en el alma de cada hombre un sentimiento dela Divinidad, el cual de ningn modo se puede destruir; y que natural-mente est arraigada en todos esta conviccin: que hay un Dios. Y deque esta persuasin est casi como vinculada a la mdula misma de loshuesos, la contumacia y rebelda de los impos es suficiente testimonio;los cuales, esforzndose y luchando furiosamente por desentenderse deltemor de Dios, nunca, sin embargo, logran salirse con la suya. AunqueDigoras y otros como l, hagan escarnio de cuantas religiones ha habidoen el mundo; aunque Dionisia, tirano de Sicilia, robando los temploshaga burla de los castigos de Dios, sin embargo, esta risa es fingida y nopasa de los labios adentro; porque por dentro les roe el gusano de laconciencia, el cual les causa ms dolor que cualquier cauterio. No intentodecir lo que afirma Cicern: que los errores se desvanecen con el tiempo,y que la religin de da en da crece ms y se perfecciona; porque elmundo, como luego veremos, procura y se esfuerza cuanto puede enapartar de s toda idea de Dios y corromper por todos los medios posiblesel culto divino. Unicamente digo esto: que aunque la dureza y aturdi-miento, que los impos muy de corazn buscan para no hacer caso deDios, se corrompa en sus corazones, sin embargo aquel sentimiento quetienen de Dios, el cual ellos en gran manera querran que muriese y fueradestruido, permanece siempre vivo y real. De donde concluyo, que stano es una doctrina que se aprenda en la escuela, sino que cada uno desdeel seno de su madre debe ser para s mismo maestro de ella, y de la cualla misma naturaleza no permite que ninguno se olvide, aunque muchos 27. 10 LIBRO 1- CAPTULO lB, IV LIBRO I - CAPiTULO IV 11hay que ponen todo su empeo en ello. Por tanto, si todos los hombresnacen y viven con esta disposicin de conocer a Dios, y el conocimientode Dios, si no llega hasta donde he dicho, es caduco y vano, es claro quetodos aquellos que no dirigen cuanto piensan y hacen a este blanco,degeneran y se apartan del fin para el que fueron creados. Lo cual, losmismos filsofos no 10 ignoraron. Porque no quiso decir otracosa Platn1,cuando tantas veces ense que el sumo bien y felicidad del alma es sersemejante a Dios, cuando despus de haberle conocido, se transformatoda en l. Por eso Plutarco introduce a un cierto Grilo, el cual muya propsito disputa afirmando que los hombres, si no tuviesen religin,no slo no aventajaran a las bestias salvajes, sino que seran muchoms desventurados que ellas, pues estando sujetos a tantas clases demiserias viven perpetuamente una vida tan llena de inquietud y dificul-tades. De donde concluye que slo la religin nos hace ms excelentesque ellas, viendo que por ella solamente y por ningn otro medio senos abre el camino para ser inmortales.CAPTULO IVEL CONOCIMIENTO DE DIOS SE DEBILITA Y SE CORROMPE,EN PARTE POR LA IGNORANCIA DE LOS HOMBRES,Y EN PARTE POR SU MALDAD1. La semilla del conocimiento de Dios no puede madurar en el coraznde los hombresAs como la experiencia muestra que hay una semilla de la religinplantada en todos por una secreta inspiracin de Dios, as tambin, porotra parte, con gran dificultad se hallar uno entre ciento que la conserveen su corazn para hacerla fructificar; pero no se hallar ni uno solo enquien madure y llegue a sazn y a la perfeccin. Porque sea que unos sedesvanezcan en sus supersticiones, o que otros a sabiendas maliciosa-mente se aparten de Dios, todos degeneran y se alejan del verdaderoconocimiento de Dios. De aqu viene que no se halle en el mundo ningunaverdadera piedad. En cuanto a 10 que he dicho, que algunos por errorcaen en supersticin, yo no creo que su ignorancia les excuse de pecado,porque la ceguera que ellos tienen, casi siempre est acompaada de vanapresuncin y orgullo. Su vanidad, juntamente con su soberbia, se muestraen que los miserables hombres no se elevan sobre s mismos, como serarazonable, para buscar a Dios, sino que todo 10 quieren medir conformea la capacidad de su juicio camal, y no preocupndose, verdaderamentey de hecho, de buscarlo, no hacen con su curiosidad mas que dar vueltasa vanas especulaciones. Por esta causa no 10 entienden tal cual l senos ofrece, sino lo imaginan como con su temeridad se 10 han fabricado.Estando abierto este abismo, a cualquier parte que se muevan necesaria-mente darn consigo en un despeadero. Porque todo cuanto de ahen adelante emprendan para honrarle y servirle, no les ser tenido encuenta, porque no es a Dios a quien honran, sino a lo que ellos en su1 Fedn y Teclelo.cabeza han imaginado. San Pablo (Rom. 1,22) expresamente condena estamaldad diciendo que los hombres, apeteciendo ser sabios, se hicieronfatuos. Y poco antes haba dicho que se haban desvanecido en sus discur-sos, mas, a fin de que ninguno les excusase de su culpa, luego dice que conrazn han sido cegados, porque no contentndose con sobriedad y mO-destia sino arrogndose ms de lo que les convena, voluntariamente y asabiendas se han procurado las tinieblas; asimismo por su perversidady arrogancia se han hecho insensatos. De donde.se sigue que no esexcusable su locura, la cual no solamente procede de una varia curiosidad,sino tambin de un apetito desordenado de saber ms de 10 que esmenester, uniendo a esto una falsa confianza.2. De dnde procede la negacin de DiosEn cuanto a 10 que dice David (Sal. 14, 1) que los impos e insensatossienten en sus corazones que no hay Dios, en primer lugarse debe aplicarslo a aquellos que, habiendo apagado la luz natural; se embrutecena sabiendas, como en seguida veremos otra vez. De hecho se encuentra amuchos que despus de endurecerse con su atrevimiento y costumbre depecar, arrojan de s furosamente todo recuerdo de Dios, el cual, sinembargo, por un sentimiento natural permanece dentro .deellos y nocesa de instarles desde all. Y para hacer su furor ms detestable, diceDavid que explcitamente niegan que haya Dios;no porque le privende su esencia, sino porque despojndole de su oficio dejuez yproveedor detodas las cosas 10 encierran en el cielo, comosi no se preocupara de nada.Porque, como no hay cosa que menos convenga a Dios que quitarle elgobierno del mundo y dejarlo todo al azar, y hacer que.ni oigll ni vea,para que los hombres pequen a rienda suelta, cualquiera que dejllndoaun lado todo temor del juicio de Dios tranquilamente hace 10 que, Se leantoja, este tal niega que haya Dios. Y es justo castigo de Dios, que elcorazn de los impos de tal manera se endure~ que; cerrando losojos, viendo no vean (Sal. 10, 11); y el mismo David (Sal. 36,2), que exponemuy bien su intencin, en otro lugar dice que no hay temor de Diosdelante de los ojos de los impos. Y tambin, que ellos con gran orgullose alaban cuando pecan, porque estn persuadidos de que Dios no ve. Yaunque se ven forzados a reconocer que hay Dios, con todo, 10 despojande su gloria, quitndole su potencia. Porque as como - segn dice sanPablo (2 Tim. 2,13) - Dios no se puede negar a s mismo, porque siemprepermanece en la misma condicin y naturaleza, as estos malditos, al pre-tender que es un dolo muerto y sin virtud alguna, son justamente acusadosde negar a Dios. Adems de esto, hay que notar que, aunque ellos luchencontra sus mismos sentimientos, y deseen no solamente arrojar a Dios deellos sino tambin destruirloenel cielo mismo, nunca empero llegar a tantosu necedad, que algunas veces Dios no los lleve a la fuerza ante su tribunal.Mas porque no hay temor que los detenga de arremeter contra Dios impe-tuosamente, mientras permanecen as arrebatados de ciego furor, es evi-dente que se han olvidado de Dios y que reina en ellos el hombre animal.3. El verdadero servicio de Dios es cumplir su voluntadDe este modo queda deshecha la frvola defensa con que suelen muchos 28. 12 LIBRO I - CAPTULO IV LIBRO I - CAPTULO IV, V 13colorear su supersticin. Piensan que para servir a Dios basta cualquierdeseo de religin, aunque sea desordenado; pero no advierten que laverdadera religin se debe conformar a la voluntad de Dios como a unaregla que jams se tuerce, y que Dios siempre permanece en su ser delmismo modo, y que no es un fantasma que se transfigura segn el deseoy capricho de cada cual. Y es cosa clara ver en cuntas mentiras y engaosla supersticin se enreda cuando pretende hacer algn servicio a Dios.Porque casi siempre se sirve de aquellas cosas que Dios ha declarado noimportarle, y las que manda y dice que le agradan, o las menosprecia oabiertamente las rechaza. As que todos cuantos quieren servir a Dioscon sus nuevas fantasas, honran y adoran sus desatinos, pues nunca seatreveran a burlarse de Dios de esta manera, si primero no se imaginaranun Dios que fuera igual que sus desatinados desvaros. Por lo cual elApstol dice que aquel vago e incierto concepto de la divinidad ~s puraignorancia de Dios (Gl. 4, 8). Cuando vosotros, dice, no conocais a Dios,servais a aquellos que por naturaleza no eran Dios. Y en otro lugar(Ef. 2,12) dice que los efesios haban estado sin Dios todo el tiempo queestuvieron lejos del verdadero conocimiento de Dios. Y respecto a estopoco importa admitir un Dios o muchos, pues siempre se apartan yalejan del verdadero Dios, dejado el cual, no queda ms que un doloabominable. No queda, pues, sino que, con Lactancio, concluyamos queno hay verdadera religin si no va acompaada de la verdad.4. El temor de Dios ha de ser voluntario y no servilHay tambin otro mal, y es que los hombres no hacen gran caso deDios si no se ven forzados a ello, ni se acercan a l ms que a la fuerza,y ni aun entonces le temen con temor voluntario, nacido de reverenciaa su divina Majestad, sino sola)llente con el temor servil y forzado queel juicio de Dios, aunque les pese, causa en ellos; al cual temen porquede ninguna manera pueden escapar del mismo. Y no solamente lo temen,sino que hasta lo abominan y detestan. Por lo cual lo que dice Estacio,poeta pagano, le va muy bien a la impiedad; a saber: que el temor fueel primero que hizo dioses en el mundo. Los que aborrecen la justicia deDios, querran sobremanera que el tribunal de Dios, levantado paracastigar sus maldades, fuese de~truido. Llevados por este deseo luchancontra Dios, que no puede ser privado de su trono de Juez; no obstantetemen, porque comprenden que su irresistible potencia est para caersobre ellos, y que no la pueden alejar de s mismos ni escapar a ella.y as, para que no parezca que no hacen caso en absoluto de Aqul cuyamajestad los tiene cercados, quieren cumplir con l con cierta aparienciade religin. Mas con todo, entretanto no dejan de mancharse con todognero de vicios ni de aadir yamontonarabominacinsobreabominacin,hasta violar totalmente la santa Ley del Seor y echar por tierra toda sujusticia; y no se detienen por este fingido temor de Dios, para no seguiren sus pecados y no vanagloriarse de s mismos, y prefieren soltar lasriendas de su intemperancia carnal, a refrenarla con el freno del EsprituSanto. Pero como esto no es sino una sombra vana y falaz de religiny apenas digna de ser llamada sombra, es bien fcil conocer cuntola verdadera piedad, que Dios solamente inspira en el corazn delos creyentes, se diferencia de este confuso conocimiento de Dios.Sin embargo, los hipcritas quieren, con grandes rodeos, llegar a creerque estn cercanos a Dios, del cual, no obstante, siempre huyen. Porquedebiendo estar toda su vida en obediencia, casi en todo cuanto hacen sele oponen sin escrpulo alguno, y slo procuran aplacarle con aparienciade sacrificios; y en lugar de servirle con la santidad de su vida y la inte-gridad de su corazn, inventan no s qu frivolidades y vacas ceremoniasde ningn valor para obtener su gracia y favor; y lo que es an peor, conms desenfreno permanecen encenagados en su hediondez, porque espe-ran que podrn satisfacer a Dios con sus vanas ofrendas; y encima deesto, en lugar de poner su confianza en l, la ponen en s mismos o enlas criaturas, no haciendo caso de l. Finalmente se enredan en tal multi-tud de errores, que la oscuridad de su malicia ahoga y apaga del todoaquellos destellos que relucan para hacerles ver la gloria de Dios. Sinembargo, queda esta semilla, que de ninguna manera puede ser arrancadade raz, a saber: que hay un Dios. Pero est tan corrompida, que nopuede producir ms que frutos malsimos. Mas, aun as, se demuestralo que al presente pretendo probar: que naturalmente hay impreso en elcorazn de los hombres un cierto sentimiento de la Divinidad, puestoque la necesidad impulsa aun a los ms abominables a confesarla. Mien-tras todo les sucede a su gusto, se gloran de burlarse de Dios y se ufanande sus discursos para rebajar su potencia. Mas si alguna desgracia caesobre ellos, les fuerza a buscar a Dios y les dicta y hace decir oracionessin fuerza ni valor. Por lo cual se ve claramente que no desconocen deltodo a Dios, sino que lo que deba haberse manifestado antes, ha quedadoencubierto por su malicia y rebelda.CAPTULO VEL PODER DE DIOS RESPLANDECE EN LA CREACIN DELMUNDO Y EN EL CONTINUO GOBIERNO DEL MISMO1. Dios ha impreso las seales de su gloria en todas sus obrasPuesto que la felicidad y bienaventuranza consiste en conocer a Dios,l, a fin de que ninguno errase el camino por donde ir hacia esta felici-dad, no solamente plant la semilla de la religin de que hemos habladoen el corazn de los hombres, sino que de tal manera se ha manifestadoen esta admirable obra del mundo y cada da se manifiesta y declara, queno se puede abrir los ojos sin verse forzado a verlo. Es verdad que suesencia es incomprensible, de tal suerte que su deidad transciende todosentimiento humano; pero l ha inscrito en cada una de sus obras ciertasnotas y seales de su gloria tan claras y tan excelsas, que ninguno, porignorante y rudo que sea, puede pretender ignorancia. Por eso el Profetacon gran razn exclama (Sal. 104, 1-2): "Haste revestido de gloria y demagnificencia; el que se cubre de luz como de vestidura", como si dijeraque, desde que en la creacin del mundo mostr su potencia, comenza mostrarse con ornato visible que lo hace poderossimo y hermossimodoquiera que miremos. Y en el mismo lugar el Profeta compara admi- 29. 14 LIBRO 1- CAPTULO V LIBRO I - CAPTULO V 15rablemente los cielos extendidos a un pabelln real; dice que l es el que"establece sus aposentos entre las aguas; el que pone las nubes por su ca-rroza; el que anda sobre las alas del viento; el que hace a sus ngeles minis-tros, sus ministros al fuego flameante", y como la gloria de su potencia ysabidura aparece mucho ms en lo alto, muchas veces el cielo es llamadosu palacio. En cuanto a lo primero, a cualquier parte que miremos, nohay cosa en el mundo, por pequea que sea en la que no se vea lucirciertos destellos de su gloria. Y no podramos contemplar de una vezesta grandsima y hermossima obra del mundo sin quedar confusos yatnitos por la intensidad de su resplandor. Por ello, el autor de la epstolaa los Hebreos (11,3) llama al mundo, elegantemente, una visin yespec-tculo de las cosas invisibles; porque su disposicin, orden y conciertotan admirables, nos sirven como de espejo donde poder ver a Dios, quede otro modo es invisible. Por eso el Profeta (Sal. 19,1) presenta a lascriaturas celestiales hablando un lenguaje que todos entienden, porqueellas dan testimonio tan clarsimo de que existe un Dios, que no haygente, por ruda e inculta que sea, que no lo pueda entender. Exponiendolo cual el Apstol ms vulgarmente (Rom. 1, 19), dice que lo que sepuede conocer de Dios les ha sido manifestado a los hombres, pues todosdesde el primero hasta el ltimo contemplan sus atributos invisibles, aunsu virtud y divinidad, entendindolas por la creacin del mundo.2. Sabios e ignorantes pueden admirar en la creacin la sabidura de DiosInfinitas son las pruebas, as en el cielo como en la tierra, que nostestifican su admirable sabidura y poder. No me refiero solamente a lossecretos de la naturaleza que requieren particular estudio, como son laastrologa, la medicina y toda la ciencia de las cosas naturales; me refierotambin a los que son tan notorios y palpables, que el ms inculto y rudode los hombres los ve y los entiende, de suerte que es imposible abrir losojos sin ser testigo de ellos. Es verdad que los que han entendido, o almenos gustado, las artes liberales, con esta ayuda pueden entender mejorlos misterios secretos de la divina sabidura. Mas, aun as, el que jamsestudi no encontrar dificultad para ver tal arte y armona en las obrasde Dios, que le haga admirar al Creador de las mismas. Para investigarlos movimientos de los planetas, para sealar su posicin, para medirsus distancias, para notar sus propiedades, es menester arte y periciams exquisitas que las que comnmente tiene el vulgo; y con la inte-ligencia de estas cosas, tanto ms se debe elevar nuestro entendimientoa considerar la gloria de Dios, cuanto ms abundantemente se des-pliega su providencia. Mas, puesto que hasta los ms incultos y rudos,con la sola ayuda de los ojos no pueden ignorar la excelencia de estatan maravillosa obra de Dios, que por s misma se manifiesta de tantasmaneras y es en todo tan ordenada dentro de la variedad y ornatodel cielo, est claro que no hay ninguno a quien el Seor no hayamanifestado suficientemente su sabidura. Igualmente, considerar endetalle con la diligencia de Galeno!, la composicin del cuerpo humano,su conexin, proporcin, belleza y uso, es en verdad propio de un ingeniosutil y vivo. Pero, como todos reconocen, el cuerpo humano muestra una1 De usu Partium.estructura tan ingeniosa y singular que muy justamente su Artfice debeser tenido como digno de toda admiracin.3. Dios no est lejos de nosotros; los mismos nios de pecho le alabanPor