Jóvenes en Colombia:

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JOVEN es 12 Ventana Central: Contextos y prácticas juveniles en Colombia Autor: Miguel Abad Título: Jóvenes en Colombia JOVEN es, Revista de Estudios sobre Juventud Edición: Nueva Época, año 6, núm. 16 México, D.F., enero-junio 2002 pp. 12-27 Resumen En este artículo se exponen algunas reflexiones para una interpretación del contexto colombiano, desde la centralidad del conflicto armado con relación a sus implicaciones sobre la conformación de la actual condición juvenil en ese país y su tensión con el marco definido por la relación entre derechos humanos, Estado de Derecho y democracia. Se describe la discusión en torno al concepto de moratoria social con referencia a sus formas actuales, que siguen definiendo o limitan el análisis del sector juvenil y las prácticas institucionales a ella adosadas, para plantear la necesidad de encarar el análisis acerca de la convivencia con los jóvenes, desde la reflexión más amplia sobre las posibilidades y limitaciones para la emergencia de una ciudadanía juvenil en Colombia. Abstract This article presents some thoughts about an interpretation of the Colombian context, from the importance of the armed conflict in connection with its implications about the current youth condition in Colombia and its strained relationship with the framework defined by the connection between human rights, Rule of law and democracy. The article describes the discussion of the social moratorium with reference to its current forms that still define or limit youth sector analysis and institutional practices related to it. The aim of the article is to raise the need to approach the analysis of the coexistence with the youth, parting from a deeper reflection on possibilities and limitations of the development of the youth citizenry in Colombia. Jóvenes en Colombia: CONFLICTO, CONDICIÓN JUVENIL Y CONVIVENCIA MIGUEL ABAD ( *) (*) Psicólogo de la Universidad San Buenventura.

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    Ventana Central: Contextos y prcticas juveniles en ColombiaAutor: Miguel AbadTtulo: Jvenes en ColombiaJOVENes, Revista de Estudios sobre JuventudEdicin: Nueva poca, ao 6, nm. 16Mxico, D.F., enero-junio 2002pp. 12-27

    Resumen

    En este artculo se exponen algunasreflexiones para una interpretacin delcontexto colombiano, desde lacentralidad del conflicto armado conrelacin a sus implicaciones sobre laconformacin de la actual condicinjuvenil en ese pas y su tensin con elmarco definido por la relacin entrederechos humanos, Estado de Derecho ydemocracia. Se describe la discusin entorno al concepto de moratoria socialcon referencia a sus formas actuales,que siguen definiendo o limitan elanlisis del sector juvenil y las prcticasinstitucionales a ella adosadas, paraplantear la necesidad de encarar elanlisis acerca de la convivencia con losjvenes, desde la reflexin ms ampliasobre las posibilidades y limitacionespara la emergencia de una ciudadanajuvenil en Colombia.

    Abstract

    This article presents some thoughtsabout an interpretation of theColombian context, from theimportance of the armed conflict inconnection with its implications aboutthe current youth condition in Colombiaand its strained relationship with theframework defined by the connectionbetween human rights, Rule of law anddemocracy. The article describes thediscussion of the social moratorium withreference to its current forms that stilldefine or limit youth sector analysis andinstitutional practices related to it. Theaim of the article is to raise the need toapproach the analysis of the coexistencewith the youth, parting from a deeperreflection on possibilities and limitationsof the development of the youthcitizenry in Colombia.

    Jvenes enColombia:

    CONFLICTO, CONDICIN JUVENIL Y CONVIVENCIA

    MIGUEL ABAD ( *)

    (*)Psiclogo de laUniversidad SanBuenventura.

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    1 Roland Barthes deca que la verdadera mistificacin se produce cuando la historia se transforma en naturaleza: lascosas son de esta manera y nadie es capaz de advertir los mecanismos que las han constituido precisamente as. Enmedio de las crticas o alabanzas a la cultura meditica, cabe sealar que no existe ningn sistema de pensamientoque fundamente la actual organizacin social, en lo econmico o lo cultural, tomando en consideracin lasimgenes que lo gobiernan. En cambio, por dar un ejemplo, Mi Lucha, de Hitler o El Manifiesto Comunista, deMarx y Engels eran pequeos programas para arengar y hacer que se adoptaran posturas definitivas; no hay ahoraobras similares, pero sin embargo se imponen tambin estilos de vida, modelos de relaciones sociales, parmetrosde xito personal, opiniones pblicas, candidatos presidenciales. La tecnologa como ideologa funciona, pero sinprograma. Cmo el diablo, su principal truco est en convencernos de su inexistencia.

    2 Desde los medios de comunicacin se habla, sobre todo, de ganar la guerra, y los candidatos, exceptuando a LuisEduardo Garzn, se emulan unos a otros en un discurso de pulso firme frente a la guerrilla, que dejan dosopciones posibles para el prximo cuatrienio: guerra integral para llevar a la guerrilla a la derrota militar absoluta,o guerra para su debilitamiento y dilogo informal con una guerrilla debilitada.

    PROLEGMENOS

    Las referencias inmediatas que se deben considerar en esteartculo ms all de la invitacin que hiciera el Centro deInvestigacin y Estudios sobre Juventud del IMJ a la Escuela de

    Animacin Juvenil y la circunstancial eleccin de temas y autores noevaden la mencin del creciente deterioro de las posibilidades de llegar aconseguir una convivencia pacfica y justa en una sociedad que estpagando el precio de no negociar, impuesto por un complejo entramado deintereses que no son, sin duda, los de la mayora: desde la ruptura delproceso de negociacin con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias deColombia), en febrero de 2002, y el ELN (Ejrcito de Liberacin Nacional), enmayo, con el consecuente incremento de las violaciones al derechointernacional humanitario, por parte de los ejrcitos combatientes ejrcito,guerrilla y paramilitares, el gesto aniquilador de los grupos en combatehacia el exterminio fsico del adversario militar y sus supuestos aliados civiles,junto con la ocupacin y desplazamiento de sus posiciones territorialesestratgicas, confirman la tenaz persistencia histrica de la violencia, a casidos siglos despus de instaurada la Repblica, como el principal medio deconstruccin de poder poltico en Colombia. Sin embargo, y siendo unasituacin que por la gravedad de sus hechos y consecuencias no tienecomparacin en la historia nacional, distintos sectores civiles afirman laabsoluta imposibilidad, no slo prctica sino moral, de una solucin militar,y apuntalan la esperanza de que la bsqueda de la paz sea la oportunidadde encarar las reformas polticas, sociales y econmicas necesarias para latransformacin de nuestra precaria coexistencia en relaciones de convivenciaentre ciudadanos, con libertad y justicia social.

    Ante este panorama es imposible sustraerse de considerar la amenaza deque el actual incremento de los actos de guerra, que por su constancia enlos ltimos 50 aos y a falta de otros fundamentos simblicos, parece ser elnico factor capaz de promover, a travs de un difuso y difundido miedo alo peor, cierto consenso bsico capaz de movilizar a la sociedadcolombiana hacia un ideal colectivo an por construir, se naturalice1 aldespojarse de los escenarios polticos abiertos para una deliberacin racionaly pblica de los conflictos, y se aproveche electoralmente2 para legitimar

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    una solucin militar como la ocasin propicia, a fin de que una mticarefundacin del pas sobre sus propias cenizas3 elimine para siemprelos profundos y arraigados conflictos que han provocado y sostenido laguerra, aunque implique consecuencias econmicas, polticas y socialesigualmente postreras para las siguientes generaciones decolombianos.4

    I. LA CONVIVENCIA CON LA JUVENTUD

    En este contexto, reflexionar sobre el conflicto social colombiano y suexpresin en la convivencia de los jvenes sugiere poner en primerplano esa posicin de alteridad y diferencia que enuncia su ttulo(quin convive con la juventud?), y desde ah mismo, admitir elconflicto que tcitamente expone: la convivencia parece demandar unanhelo de tramitar cierto ideal de arreglo entre sujetos; por qu, encaso diverso, postular que se debe vivir con la juventud, si no se asumecomo una situacin que no se soluciona sin la tensin intersubjetivaque impone tal ideal de convivencia?

    Desde ese lugar de intersubjetividad, que invita a pensar en unavida en comn, se despliega la posibilidad de decir algo sin esquivaraludir a una posicin de diferencia entre nosotros y esa juventud. Porello, es posible establecer las siguientes premisas del presente texto:1. Hay personas que soportan y se adscriben a una categora social

    especfica: la juventud, que las diferencia de otras personas no-jvenes.

    2. Estas personas, los jvenes, no representan una abstraccin, sinoque vivimos con ellos, interrelacionando nuestras subjetividades.

    3. Esta intersubjetividad est determinada por una prctica histrico-social de interrelacin, y no es inmodificable.

    A partir de este marco inicial, se proponen tres lecturas interpretativasde la condicin juvenil en Colombia, presentadas en trminosestrictamente polticos: a) la construccin de la actual condicin juvenilcon relacin al concepto de moratoria social; b) el anlisis de susituacin como convivientes en la sociedad y, c) los desafos de lacondicin juvenil al Estado Social de Derecho en Colombia.

    3 Carlos Perea ha mostrado como esta apelacin apocalptica y mistificadora de la solucin a sangre yfuego, lejos de ser un aspecto indito en la historia colombiana, tiene profundas imbricaciones con elfenmeno de la violencia y la cultura poltica nacional.

    4 De acuerdo con un documento de marzo del Departamento Nacional de Planeacin, el costo de la guerraes de 15% del PIB, que anula si no hay negociacin, cifras que esconden el costo en vidas y enpotencialidad creativa de la sociedad. De persistir la guerra por otros cuatro aos, apenas hacia el 2020podra el pas recuperar los actuales niveles de riqueza, infraestructura y capital humano, suponiendo quese derrotara en ese periodo a la guerrilla.

    Por qu, en caso

    diverso, postular que

    se debe vivir con la

    juventud, si no se

    asume como una

    situacin que no se

    soluciona sin la

    tensin

    intersubjetiva que

    impone tal ideal de

    convivencia?

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    1. La condicin juvenil en ColombiaSin la pretensin de analizar la forma en que histricamente seconstituye y afirma la juventud como categora social y su vinculacin aldesarrollo de las sociedades contemporneas, es necesario poner unasmarcas, por llamarlo de algn modo, que faciliten identificar sobrecules crisis de las significaciones sociales se est instaurando lacondicin juvenil en las sociedades posmodernas,5 advirtiendo depaso que, quizs por primera vez en la historia de Occidente, sepueden empezar a reconocer signos de que la edad adulta comienza aperder el rol de referencia que hasta ahora se le haba otorgado comonico periodo posible de autorrealizacin en la vida del individuo, juntocon la ruptura de la accin social anclada exclusivamente en la relacincapital-trabajo.

    La diferencia estriba en que si antes la condicin juvenil estaba,principalmente, mediada por las relaciones de transicin a la vidaadulta, en cuanto etapa vital entre la infancia y la madurez, y reguladapor su vinculacin con las instituciones del mundo adulto, hoy sepuede decir que los jvenes constituyen una categora social,interclasista y comn a ambos sexos, definida por una condicinespecfica que demarca intereses y necesidades propias, distintas a lasde la infancia o la vejez.6 Ms sencillamente: los jvenes empiezan aser jvenes de manera irrefutable, como deca Benedetti.

    Este proceso de desinstitucionalizacin de la juventud es muycomplejo para ser abordado satisfactoriamente ahora, pero es tilexponer algunas probables causas: La crisis de la familia tradicional y la multiplicacin de nuevas formas

    de familia, que cuestionan y replantean los lmites y roles entrepadres e hijos: las relaciones paterno-filiales de hoy se fundamentanms en la tolerancia, la transaccin y la seduccin, que en el rgidopatrn de autoridad paternal y obediencia filial.

    El agotamiento de la ilusin de movilidad y ascenso social que sedeposit en la expansin de la educacin secundaria y universitaria,vinculada a la modernizacin industrial y a una economa encrecimiento.

    5 En este artculo se habla de posmodernidad en un sentido crtico y no precisamente suscribiendo lasconsecuencias de su desencantado optimismo. Es forzoso admitir los lmites de los ideales de la Ilustracin,bsicamente por la triple invisibilidad de las mujeres, el amor y la muerte, pero no es posible avalar quepor esta va se respalde la imposibilidad prctica y filosfica de una alternativa a un pensamiento nico,incapaz de reflexividad; es decir, poner en cuestin sus propias bases, y que aparece revestido con laracionalidad implacable del individuo para s mismo, el capitalismo posindustrial y el fin de la historia. Encualquier caso, es conveniente nombrar como posmodernismo a la negacin del proyecto emancipador dela modernidad y no a su clausura, aunque por supuesto esto es tema de otro texto.

    6 Es importante diferenciar aqu, para evitar posteriores malos entendidos, que una cosa es lo que uno es (sucondicin) y otra, cmo uno est (su situacin); de hecho, las polticas de juventud establecen estadiferencia, ya que si no se partiese de la existencia de una condicin juvenil diferenciada como hechosociolgico, para qu se necesitara una poltica de juventud? Justamente las polticas de juventudreconocen esta condicin diferente, pero al mismo tiempo identifican estrategias para mejorar la situacindesfavorable de este colectivo en la sociedad.

    Hoy se puede decir

    que los jvenes

    constituyen una

    categora social,

    interclasista y comn

    a ambos sexos,

    definida por una

    condicin especfica

    que demarca

    intereses y

    necesidades propias,

    distintas a las de la

    infancia o la vejez

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    La prdida de relevancia poltica de los movimientos estudiantilesrevolucionarios, una vez reestructurados los marcos designificado y cultura poltica con el final de la guerra fra, queconllevan a actitudes ms democrticas de las autoridadesuniversitarias y de los gobiernos, junto con la ausencia de unrecambio generacional en los lderes de los movimientos.

    La emergencia masificada, plural e intensa de nuevos actoressociales, entre ellos los jvenes, que presionan cambios en losformatos institucionales y legales de las sociedades, que setraducen, para el caso que nos ocupa, en nuevas tecnologas decontrol y dispositivos de dominio (polticas sociales focalizadas,diseos institucionales, reformas legislativas y nuevos contratossociales) que reconocen la condicin juvenil emergente.

    La disolucin de las identidades ligadas a la idea de nacin oterritorio, con el desajuste de las creencias y valores tradicionales enla nueva realidad que puso en marcha la globalizacin, haciendoinviable el proyecto modernizador de una reproduccin estable yordenada de la cultura nacional en las nuevas generaciones.

    Relacionado con lo anterior, la configuracin de nuevas formas desocializacin con fuerte influencia de y en los medios decomunicacin, que conforman una verdadera cultura juvenil,universal, heterognea e inconstante, en paralelo, sustitucin ocontradiccin con la socializacin provista por la familia, la escuela oel trabajo.

    Fotgrafo: Mauricio Hoyos - CorporacinReginTaller de Reconocimiento Urbano esstudiantesUniversidad de Antioquia 2002

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    A esta sntesis, harto incompleta, habra que agregar dos factores que,aunque no son propiamente de desinstitucionalizacin, contribuyen apensar en una nueva condicin juvenil: La infancia casi ha desaparecido, acorralada por una adolescencia

    tempransima, y la juventud se prolonga hasta despus de los 30aos, lo que significa que casi un tercio de la vida, y un tercio de lapoblacin, son rotuladas como juventud y jvenes,significantes tan potentes simblicamente como imprecisos yconvencionales.

    La relativizacin de la cultura del trabajo ante las dificultades de lassociedades actuales para facilitar un trnsito lineal, simtrico yordenado entre la infancia y la adultez, por el desgaste del circuitofamilia-escuela-empleo, que en la prctica producen nuevositinerarios caracterizados por trayectorias biogrficas mucho msprolongadas, indeterminadas y discontinuas entre jvenes y adultos.

    En consecuencia, podemos afirmar que la nueva condicin juvenil seconstruye sobre las crisis de las instituciones tradicionalmenteconsagradas a los jvenes, cuyo prestigio se ha debilitado por elincumplimiento de sus promesas y la prdida de su eficacia simblicacomo ordenadoras de la convivencia social.

    Es en esta desinstitucionalizacin de la juventud donde sta hadesplegado las posibilidades y aspiraciones de vivir este periodo de unaforma distinta7 a como fue experimentada por anteriores generaciones:la nueva condicin juvenil se caracteriza por una fuerte autonomaindividual (especialmente en el uso del tiempo libre y el ocio), la avidezpor multiplicar experiencias vitales, una rpida madurez mental y fsica,una emancipacin ms pronta en los aspectos emocionales y afectivos,aunque retrasada en lo econmico, y un ejercicio ms temprano de lasexualidad; mientras tanto, y en comparacin, las anterioresgeneraciones de jvenes, a pesar de los elementos innatos del vitalismobiolgico, bien explotado comercialmente a partir de la dcada de loscincuenta, experimentaron dicha etapa como un aplazamiento forzadode las mejores cosas de la vida, reservadas a los adultos especialmenteen los planos socioeconmico, afectivo y sexual; la juventud como unperiodo de privaciones, falta de autonoma y constreimiento a lasconvenciones sociales.

    Basta con constatar la actitud radicalmente distinta entre lasgeneraciones de jvenes ante el paso a la vida adulta: la insercindefinitiva en el mundo adulto antes esperada con impaciencia porparte de los y las jvenes, y celebrada por los adultos cuando seconsegua realizar con rapidez no slo se pospone en el tiempo, sinoque tampoco existe ninguna prisa por asumir una condicin adulta queslo puede verse como una vida ms dependiente, con ataduras y

    7 Es obvio que se est hablando de tendencias, no de una situacin igualmente vivida por todos los jvenessin considerar su edad, sexo, clase social, historia personal, etctera. Nuevamente conviene hacer ladiferencia entre condicin juvenil y situacin de cada joven.

    Podemos afirmar

    que la nueva

    condicin juvenil se

    construye sobre las

    crisis de las

    instituciones

    tradicionalmente

    consagradas a los

    jvenes

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    obligaciones, que los jvenes bien pueden ahora experimentar, porvoluntad o necesidad, mediante aproximaciones sucesivas, a la parde la revalorizacin del signo juventud como distincin y gusto.

    Esto significa que la nocin de moratoria social, reservadainicialmente para sectores sociales relativamente acomodados y quesignific un avance en la caracterizacin sociolgica de los jvenes,requiere ser ampliada y enriquecida para hacer frente a dos grandesdesafos que cuestionan su utilizacin como categora para definirsocialmente la juventud.

    Por un lado, muchos jvenes de clases populares gozan deabundante tiempo libre, ms bien desocupado, en virtud de la falta detrabajo y/o de estudio, y de alternativas de ocio. No es un tiempolegitimado y valorado socialmente, sino un tiempo de congoja,impotencia y frustracin, un tiempo estigmatizado socialmente queempuja a la marginalidad y a la exclusin, el tiempo de estarmarcando calavera en una esquina, expuesto a los oficios de lalimpieza social. A estos jvenes, la perspectiva de una vida de trabajoy sacrificio no los incita con la misma eficacia que a sus abuelos, entreotras cosas, porque saben que no conseguirn siquiera lo que aqullosobtuvieron, o porque no les interesa conseguir solamente lo que susabuelos buscaban.

    Por otra parte, en los jvenes de clases sociales que tienen laposibilidad de una postergacin de las responsabilidades adultas msvalorada socialmente, el periodo de formacin tiende cada vez ms aalargarse, tanto por la complejidad de los conocimientos que se exigenpara una insercin profesional acorde con sus expectativas de clase,como por la falta de un destino econmico asegurado por laeducacin. A ellos, los aos de capacitacin, ms que una certeza deinsercin laboral, parecen como un imaginario de esperanza, quepermite aplazar las incertidumbres de la brecha cada vez ms ampliaentre el capital y el trabajo, y dilatar as un periodo vital sin mayoresexigencias al amparo de familias complacientes y empresas privadas deeducacin.

    Ambos grupos comparten una condicin juvenil, y aunque estn endiferente situacin, comparten la misma progresivadesinstitucionalizacin que se concreta, quirase o no, en un tiempoliberado que les proporciona una posibilidad nica de libertad, dondepueden desplegar ms ampliamente su subjetividad ms que ningnotro grupo de edad. No es por casualidad que sea en el tiempo y en losescenarios extras (escolar, familiar, laboral), donde los jvenes sesientan con ms juventud que en ningn otro momento y lugar,mientras la infancia y la adultez no experimentan esta gratificacin deafirmacin identitaria.

    Una muy breve caracterizacin, casi una caricatura, de los desafosque supone para la sociedad adulta comprender esta nueva condicinjuvenil, podra dibujarse a partir de la pregunta sobre qu es lo queentonces les queda y se les puede ofrecer a los jvenes en tantojvenes:

    Una muy breve

    caracterizacin, casi

    una caricatura, de

    los desafos que

    supone para la

    sociedad adulta

    comprender esta

    nueva condicin

    juvenil, podra

    dibujarse a partir de

    la pregunta sobre

    qu es lo que

    entonces les queda y

    se les puede ofrecer

    a los jvenes en

    tanto jvenes

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    En una visin ms optimista, la conquista de la libertad, como unaoportunidad de desarrollar una moral ms autnoma y crtica,enriqueciendo su itinerario biogrfico con experienciassocializadoras menos controladas por los adultos, con la posibilidadinmanente tanto de subvertir el lugar que, por origen, lescorrespondera en la estructura social, como de ocupar y desarrollarun potente campo de innovacin social y cultural para la sociedad.

    En una visin pesimista, dejar que el mercado tome el relevo comoinstancia ordenadora de la sociedad, y ofrecer a los jvenes, cadavez ms temprano, pero slo a quin pueda pagarlo, la promesa dela libertad, representada por la produccin y consumo de objetos ydiscursos fast and light, tan diversos como posibles segn lademanda del cliente: la renovacin incesante que necesita elmercado capitalista captura el mito de novedad permanente quetambin impulsa a la juventud, dice Beatriz Sarlo; a lo que sepuede aadir que el signo juventud se ha vuelto una fuente devalores en s mismo, que el imaginario que pone en juego elmercado interpela: una juventud que hace de s misma un objetode consumo.

    An as, o quizs a causa de esto mismo, la imposibilidad de losjvenes para ser juveniles,8 en el sentido de responder a los modelosque proponen los medios de comunicacin, tan relacionados con lasindustrias culturales que comercializan los significantes de la distinciny su transformacin en culturas juveniles, algunas veces excesivamenteglamorosas por los ensayistas sociales, abren puertas a la resistencia y,aunque sea, a un destello de libertad.9

    2. La situacin juvenil en ColombiaLo anterior supone contrastar realidades que faciliten compararsituaciones juveniles en Colombia, procurando dar cuenta de algunoslugares crticos en el conflicto jvenes-sociedad, negando de entrada laposibilidad a que cualquier apelacin ingenua a un ideal de convivenciaresuelva, por s mismo, dichos conflictos, mientras la sociedad sigainstituyndose bajo la violencia represiva que ejerce un autoritarismopatriarcal, generacional y de clase, legitimadora de la ideologa del

    8 La triple confusin entre el signo juventud, la situacin de los jvenes y la condicin de juventud haempobrecido la discusin pblica y terica sobre el tema, que oscila (tanto en medios de comunicacinmasiva como en universidades) entre la noticia sensacionalista y trgica, por un lado, y el reportaje-ensayoesttico o de moda, produciendo cierta normalizacin que, sin embargo, no corresponde a las tres cuartaspartes de la juventud, cuyas expresiones merecen otras interpretaciones, as no sean tan llamativas nibrillantes. No todos los jvenes son juveniles, mal que les pese a los que proponen la homogeneidad deuna diversidad sostenida desde los mercados de los valores-signos de las modas y el consumo, tanto deproductos abiertamente comerciales como de discursos acadmicos.

    9 En definitiva, el mercado promete un ideal de libertad: ofrece todo a todos, aunque en la contracara eligey diferencia. Pero como necesita ser universal, enuncia su discurso como si todos furamos iguales: es elpapel de los medios de comunicacin reforzar esta idea de la igualdad en la libertad, que no libertad en laigualdad, pasando por alto las desigualdades reales para armar una cultura juvenil, en que las diferenciasse disfrazan de identificaciones individuales carentes de motivaciones sociales.

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    orden y progreso: qu tanto es posible hablar de la convivenciasocial con la juventud sin considerar que nuestra sociedad ha impuestoesa convivencia a ms de la mitad de su poblacin, constituida pornios, adolescentes y jvenes, situaciones como las que plidamentepueden reflejar estas cifras mal contadas: 25 000 homicidios el ao 2001, en los que uno de cada tres tena

    menos de 18 aos, y dos de cada tres, menos de 29. El homicidio de 12 nios por da. El alistamiento de 6 000 menores de edad en los ejrcitos de las

    guerrillas y autodefensas. El desplazamiento forzado de ms de un milln de menores de 18

    aos en los ltimos 10 aos. La explotacin laboral de cuatro millones de nios y nias. El aumento de 12 puntos en el embarazo de adolescentes, entre

    1987 y 2000. El 50% de los infectados con VIH, entre 10 y 24 aos. El desempleo de 25%, el subempleo de 45% y la informalidad de

    53% de la poblacin; de los cuales, 70% son jvenes y/o mujeres. La condicin de pobreza por ingresos de 68% de los nios y

    jvenes, y en este contexto, el incremento entre 1991 y 1999, de52.1 a 78.4 veces la diferencia entre los ingresos y las riquezas del10% ms rico y el 10% ms pobre.

    La desnutricin de tres millones y medio de nios y adolescentescon menos de 18 aos de edad.

    El no acceso a los servicios bsicos de salud de 63% de nios yjvenes.

    La explotacin sexual de un milln de nios y adolescentes. Un futuro incierto para las generaciones jvenes al pretender

    resolver la crisis del sistema de pensiones reduciendo lasprestaciones, aumentando los requisitos y fortaleciendo fondosprivados de especulacin financiera.

    La marginacin del sistema escolar de 38% de nios y jvenes enedad de estudiar.

    La Ley 012/01, que recorta en $1.2 billones anuales lastransferencias para salud y educacin.

    El atraso del Estado colombiano para cumplir los compromisosderivados de la Convencin Internacional de los Derechos del Nio,reformando el enfoque, las normas e instituciones que sustentan elCdigo del Menor, todava vigente. El desplazamiento forzado de un milln y medio de nios.

    El sobrecupo de 330% en los centros de proteccin paraadolescentes contraventores e infractores.

    El maltrato adulto que declara haber recibido 60% de nios yadolescentes del pas.

    La migracin al exterior de un milln de colombianos en los ltimoscinco aos, de los cuales 60% son jvenes.

    El toque de queda para menores de 18 aos en 24 ciudades delpas.

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    Los datos anteriores, tomados de la prensa escrita de los ltimos tresaos, aunque constituyen una seleccin sin otro propsito que llamarla atencin del lector, pueden con un mnimo de imaginacin darvisos de una realidad que, por fuerza, supone un desarreglo profundode la sociedad, con consecuencias visibles e inmediatas sobre laconvivencia entre jvenes y adultos.

    Con relacin a las cifras anteriores, otros datos,10 esta vez desde laperspectiva de los jvenes, complementan este somero panorama de laconvivencia con la juventud en nuestra sociedad:

    Un 58% de los jvenes encuentra que su relacin con los adultos esmala.

    El 70% de los jvenes no confa en el gobierno, nacional osubnacional.

    Slo 2% de los jvenes confa en los polticos y en los partidos. El 55% de los jvenes opina que sus barrios y ciudades no les

    facilita el encuentro con otros jvenes, la libre y rpida movilizacin,y las actividades culturales y recreativas.

    Un 50% de los jvenes se percibi a s mismo como grupo en lasociedad que sobresale por su relacin con la violencia, ladelincuencia, la agresividad y la apata poltica y social, contrastandocon 40% que mencion al deporte, y slo 4% que habl deliderazgo cvico como caracterstica de la participacin juvenil en lasociedad.

    10 Se recogen principalmente los resultados de la encuesta Somos Jvenes del Convenio Andrs Bello, quese aplic a 450 jvenes de varios pases latinoamericanos, entre ellos Colombia; la encuesta de UNICEF,regional Amrica Latina y Caribe, a 12 mil nios y adolescentes, entre 9 y 18 aos, en 1999, y la EncuestaNacional de Juventud, realizada por Colombia Joven, con mil jvenes de todo el pas.

    Placa Polideportiva, Barrio CuatroEsquinas2 Festival de Proyectos Juveniles delValle de Aburr 2001

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    El 46% de los jvenes opina que es muy poca la capacidad delEstado para formular polticas de juventud que los beneficienefectivamente y mitiguen sus dificultades; el restante 54% sereparti entre quienes piensan que apenas y nada.

    El 45% de los jvenes piensan que las fuerzas militares y la policacasi nada conocen las necesidades de este grupo y le dan suapoyo. Otras respuestas fueron no, para nada y algo.

    Parecida respuesta se da acerca de los empresarios: casi nada es50%, y las dems son no, para nada y muy poco.

    En este mismo sentido de la pregunta, la Iglesia mejora un poco:aunque el promedio es tambin de muy poco (67%), aparecenrespuestas de bastante, muy altas en ciertos grupos especficoscomo jvenes trabajadores y estudiantes de bachillerato (alrededorde 70% de stos suscribieron esa opinin).

    Con relacin a la familia, 75% de los jvenes se siente muyconectado, y 78% percibe que hace parte importante de ungrupo familiar integrado. Sin embargo, perciben que los efectos dela situacin econmica, por los que culpan al Estado, hanperjudicado sus relaciones familiares.

    El gran contraste est representado por la satisfaccin en lasrelaciones con los amigos: 80% las calific como entre buenas yexcelentes.

    Finalmente, 66% de los jvenes opina que la situacin en Colombiaser peor en el futuro, y menciona la delincuencia, la violenciapoltica, la crisis econmica y el desempleo como los factores msnegativos.

    Est claro que estas situaciones de injusticia, y otras que por falta detiempo no se mencionan, no afectan a la totalidad de la poblacin,pues existen jvenes en Colombia cuyos problemas de convivencia son,sin duda, de otra ndole, menos bsicos si se quiere, y para los cuales elsistema instituido de regulaciones, instancias y prcticas para latramitacin de los conflictos generacionales funciona con mejoreficacia, o en forma menos determinante y negativa para el destinoindividual.

    Hacer esta constatacin no evita problematizar la cuestin de laconvivencia con la juventud como un problema de profundasdesigualdades entre jvenes y adultos, al menos que se establezca quela convivencia con la juventud, en el actual sistema, es posible paraalgunos y no para todos los jvenes, lo cual es absolutamente cierto, yque se diga vamos a referirnos solamente a aquellos jvenes quepueden resolver sus problemas de convivencia en este sistema, que sles provee de las condiciones suficientes para negociar sus demandas eintereses en una situacin de igualdad menos restringida.

    En esta situacin, a lo sumo se puede hablar de una coexistenciacon la juventud, pero para hablar con propiedad de convivencia faltaun largo trecho que slo se puede recorrer por el camino de la justiciasocial; en otras palabras, no podemos aceptar cualquier tipo de

    66% de los jvenes

    opina que la

    situacin en

    Colombia ser peor

    en el futuro

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    JOVEN es

    convivencia, slo la que es justa para todos. En este sentido, laconvivencia con la juventud es un asunto tambin poltico, decapacidad de poder, exclusivamente determinado por ciertanaturaleza rebelde de la juventud, aspecto sobradamentepsicologizado y sociologizado de muchas y encubiertas maneras.

    Desde este punto de vista, cualquier proyecto de convivencia conlos jvenes, y no de simple coexistencia, se hace, no slo difcilmenterealizable en la prctica, sino ticamente inaceptable en un orden socialinjusto cuyos conflictos, en este caso asociados a factoresgeneracionales, pero tambin de gnero y de clase, son producidos porla violacin y el desconocimiento sistemtico de los derechos socialesbsicos, con el trasfondo de una desigual distribucin de los recursos ybienes pblicos, que limitan el ejercicio pleno de los derechos civiles ypolticos, y sobre los cuales, precisamente, se fundamenta la posibilidady sostenimiento de una convivencia social democrtica.

    Esto significa, como reverso de la moneda, recuperar y enriquecer lautopa entendida como algo que por ser necesario, es posible pensar ydebe realizarse de fundar una convivencia de la sociedad que, comocualquier otra, est necesariamente respaldada en un poderinstituyente que persuada y coaccione su existencia, y no por laprimaca de un ente autrquico, sea el Estado o el capital, sino en lapoliarqua ordenadora de una sociedad, donde cada poder seaeficazmente limitado por la accin de otrospoderes; en otras palabras, desarrollar una efectivaconvivencia democrtica; es decir, entre iguales,que ponga al centro, con el mismo nfasis, lalibertad y la igualdad.

    Para pensar esta otra posibilidad utpica deconvivencia con la juventud, se requiere admitirnuevas premisas que complementen y dencontinuidad a las ya presentadas: Las sociedades se constituyen por su capacidad

    de crear significaciones imaginarias colectivas,histricamente determinadas, instituyndolas.

    Las significaciones sociales adosadas a lacondicin juvenil han determinado un sistemainstitucional de regulaciones, instancias yprcticas de control para tramitar los conflictosintergeneracionales.

    Esa institucionalizacin de los imaginariossociales est abierta, en las sociedades que sedeclaran democrticas, a la exigencia de darcuenta y razn de su validez a la sociedad quelas instituye.

    La poltica es la actividad por la cual esasociedad reflexiona y cuestiona la validez de susinstituciones y, por ende, tambin de susnormas y comportamientos.

    Fotgrafa: Luz Elly Carvajal - Corporacin ReginGravacin de T.V. Muchachos a lo Bien1998

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    Si se admite que el sentido de la convivencia no es una sociedad sinconflictos, aunque s un Estado sin guerra, no es posible presuponerque alcanzar la paz es el requisito para la convivencia; por el contrario,la idea de la convivencia en un Estado en paz, es posible solamente silos conflictos se hacen polticos, se deliberan pblicamente y se tomanlas decisiones ms justas para su transformacin. Dicho de otro modo,aunque un anhelo legitimado por 95% de los colombianos respalde unconsenso general en favor de la paz, entre las lites econmicas ypolticas de este pas y las clases populares, no es probable que esasmismas lites tengan igual compromiso con las consecuencias deencarar y adoptar las transformaciones necesarias para un cambiosocial que siente las bases de una convivencia justa.11

    3. Jvenes como sujetos de derechoLos problemas de la convivencia justa nos remiten a la reflexin sobrelas preguntas de quin es el otro, y qu puedo y qu debo hacer con elotro, en el que se debe considerar la problemtica de la convivenciacon la juventud, ubicada en el marco de la relacin entre derechoshumanos, Estado de Derecho y democracia. Por tanto, no interesallegados a este punto tratar la cuestin moral acerca de cmo cadaquien resuelve estas preguntas en su conciencia, sino la reflexin ticay poltica que trasciende al individuo como unidad propia y suficienteen el nosotros, en nuestro comportamiento social, en tantocomunidad. De las respuestas que tenga esta pregunta depende laposibilidad racional y razonable de una vida en comn digna paratodos, o el ethos general de explotacin, desconfianza, exclusin y,finalmente, eliminacin del otro que nos ha caracterizado hasta ahoracomo sociedad.

    Si se aceptan las consecuencias de asumir esta reflexin en el marcodel matrinomio derechos humanos-Estado de Derecho-democracia, laconvivencia con la juventud forzosamente debe tender a la reflexin

    11 Conviene aqu hacer una brevsima disgresin terica: si bien para Dahrendorf el conflicto pasa a ser elncleo central sobre el que se construye la sociedad, recogiendo lo que el funcionalismo de Parsons habadejado de lado con su idea de una sociedad, donde cada uno desempea una funcin til a los dems y elasunto est en hallar cierta complementariedad perfecta, Luhmann, un neofuncionalista, advierte que elconflicto tambin puede ser una posibilidad ms para la construccin y an el sostenimiento de un ciertosistema, y que incluso en la cooperacin el conflicto acta como mecanismo regulador para establecer lascondiciones sobre las cuales la cooperacin puede edificarse y mantenerse. Una aplicacin de estosconceptos avalaran la hiptesis de que la guerra ha sido funcional para la implantacin de un capitalismodependiente y rentista en Colombia, que requiere una democracia permanentemente amenazada por unenemigo interno disidente que exige, paradjicamente, un modelo de gobernabilidad autoritario,antipopular y excluyente que postergue o limite las demandas sociales en favor de preservar el ordensocial que necesita el pas para seguir marchando pese a todo. Esto ubica en el problema de la decisin,estrictamente poltica, de qu hacer con el conflicto colombiano y con qu tipo de sistema societalcooperamos, ms que sobre si la existencia del conflicto actual es intrnsecamente buena o mala parala sociedad.

    Los problemas de la

    convivencia justa nos

    remiten a la

    reflexin sobre las

    preguntas de quin

    es el otro, y qu

    puedo y qu debo

    hacer con el otro

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    JOVEN es

    12 Aqu es bueno hacer un parntesis, ciertamente polmico para nuestro contexto, y aportar algo a ladiscusin de cierto falso dilema que ha hecho carrera en las discusiones locales y que se relaciona con ladistincin y aparente confluencia entre derechos y deberes de los jvenes. Si se admite que la continuaampliacin y diversificacin de los derechos humanos ha requerido para su desarrollo de una progresivainstitucionalizacin del Estado de Derecho, por necesidad esto se ha asociado con la responsabilidad por laautolimitacin de los propios derechos por los iguales derechos de los dems. Por supuesto, se requiere,para que los derechos adquieran plena factibilidad un marco de equidad en las relaciones sociales,econmicas y culturales, consustancial y necesario para hacer real y potente la igualdad civil y poltica delos ciudadanos. Hasta ah bien, pero el debate, casi siempre inocuo y sin rendimientos, sobre el huevo o lagallina de los derechos y deberes de los jvenes, en nuestra autoritaria sociedad, es tambinpolticamente peligroso al abrir la puerta a la idea de que cierto exceso en la reclamacin de derechos departe de los jvenes debera compensarse con un nfasis mayor sobre la exigencia, de sesgo adulto-cntrico, de unos correlativos deberes: el debate tico y poltico primordial y urgente en nuestra sociedadsigue siendo el de los derechos y su efectiva realizacin en aquellos grupos donde estn ms restringidos.De su reconocimiento y realizacin surgirn las limitaciones necesarias, pero como potenciacin misma deesos derechos y no como contraprestacin, en forma de deberes.

    sobre las posibilidades y limitaciones actuales al ejercicio pleno de unaciudadana especficamente juvenil.12

    Desde este punto de vista, la convivencia social con la juventud dejade ser exclusivamente un asunto de opciones personales vinculadas auna moral de sensibilidad social que se resuelve libremente en elmbito privado por individuos que ocupan distintas, pero sobre tododesiguales posiciones en la sociedad, en tanto jvenes y adultossino una cuestin de tica pblica, dirimida en el marco de unasnormas justas entre sujetos titulares de iguales derechosfundamentales; es decir, entre ciudadanos.

    Los derechos humanos tienen como horizonte garantizar una vidahumana digna, por tanto, constituyen una realidad normativa einstitucional construida y recreada continuamente por medio de lainterrelacin entre la prctica social, la aparicin de nuevas necesidadesy la valorizacin colectiva de stas. Sobre estas bases, el ser humanodebe crecer con derechos, que usufructen los desarrollos sociales ycientficos conquistados con el trabajo de las generaciones anteriores.Tales derechos son, pues, heredados y universales, patrimonio de laespecie humana, como el genoma humano, y no pertenecen al Estadoo al capital.

    Es obvio que los derechos se ejercen en circunstancias precisas, en larelacin cotidiana de una persona con las otras, en la que cada quienasume sus facultades en una realidad social histrica, tanto personalcomo social. Por ello, los derechos exigen la individualizacin de lossujetos que son sus titulares, lo que significa la consideracin de lasdiferencias y posibilidades fcticas de cada uno, segn gnero, edad,clase, etnia, etctera, para ejercer sus derechos. En un sentido prcticoesto significa como contrapeso a las doctrinas liberales msinteresadas en garantizar la mxima libertad de los individuos pormedio de la igualdad formal ante la ley alcanzar el pleno desarrollo delEstado de Derecho; es decir, que esa libertad sea realizable para todos,lo que debe contemplar y atender las situaciones en las cuales debenser tratados como iguales los iguales y los desiguales de manera

    Los derechos

    humanos tienen

    como horizonte

    garantizar una vida

    humana digna, por

    tanto, constituyen

    una realidad

    normativa e

    institucional

    construida y

    recreada

    continuamente por

    medio de la

    interrelacin entre la

    prctica social, la

    aparicin de nuevas

    necesidades y la

    valorizacin

    colectiva de stas

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    desigual; de ah, el apellido que la Constitucin pone a la definicin denuestro Estado, como Estado Social de Derecho.13

    Este somero anlisis nos sirve para considerar la inviabilidad demantener una apelacin a la convivencia con la juventud fuera de latitularidad de derechos especficos, en el del marco de la relacin entrederechos humanos, Estado de Derecho y democracia, partiendo depuntos de vista que segmentan a este grupo conforme a criterios queno son sustanciales para definir, por s solos, una ciudadanadiferenciada, como la edad, la educacin, la insercin laboral o elmercado de consumo y la imagen de los medios de comunicacin, noslo por la heterogeneidad de los distintos sectores juveniles, sinotambin por la escasa eficacia de estas definiciones en los enfoques delas polticas sociales orientadas a este grupo.

    Ms all de esta imposibilidad, se hace necesario contar concriterios de orden ticopolticos, como el de la libertad y la ciudadanapara facilitar y enriquecer la construccin de un concepto de juventudque tenga utilidad poltica para este grupo, en el sentido de promoverel dilogo y el trabajo conjunto entre los distintos agentes socialesespecialmente aquellos sobre quienes recaen las decisiones pblicasde tipo tcnico y poltico, que permita adems la participacin de losjvenes en su propia autodefinicin.

    La elaboracin de este concepto se debate entre dos pares detensiones importantes: las primeras, se advierte en seguida, que estnentre las definiciones de los agentes sociales que trabajan con jvenes ylas determinaciones de estos ltimos; las segundas enfrentan a lospartidarios de la universalizacin y homogeneizacin del conceptojuventud, por medio de los procesos de construccin de identidad, losfenmenos generacionales, la imagen de este sector construida en elmercado y amplificada por los medios de comunicacin masiva, conaquellos que reconocen la heterogeneidad de situaciones que llevan aconformar una diversidad de sectores juveniles, algunosextremadamente polarizados y que, incluso, cuestionan drsticamentela existencia de la juventud.

    Tal y como se ha intentado expresar, la juventud es unaconstruccin social emergente, propia de la modernidad, y debe serreconocida y analizada en este marco histrico. La juventud no existepor s misma, sino en la medida en que se construye e inserta en una

    13 Es ligera, por decir lo menos, la recurrente afirmacin acerca de que la Constitucin Nacional es parangeles y proponer reformas groseramente pragmticas y realistas para ajustarla al pas que tenemos.Dispuestos a reconocer, por el contrario, que ms bien hace falta desarrollar mecanismos ms eficaces,dientes como dicen algunos, para el cumplimiento de sus principales aspiraciones (tales como asegurarla gobernabilidad de los mercados y limitar el inters privado en beneficio del inters pblico, disminuirlos requisitos para poder ampliar el uso de los mecanismos de participacin formal de la ciudadana,reformar de una vez los partidos polticos y el Congreso, hallar formas social y polticamente ms eficacesde ordenamiento territorial) ms bien parece que la Constitucin se qued corta en cuanto a losinstrumentos para llegar a hacer real el Estado Social de Derecho que proclama. En tal sentido, la solucinpoltica al conflicto armado de nuestra sociedad tiene su oportunidad de resolucin poltica en la reformaen este sentido de la Constitucin actual.

    Se hace necesario

    contar con criterios

    de orden tico

    polticos, como el de

    la libertad y la

    ciudadana para

    facilitar y enriquecer

    la construccin de un

    concepto de

    juventud que tenga

    utilidad poltica para

    este grupo

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    JOVEN es

    dinmica social de identidades y reconocimientos, resistencias,marginaciones y exclusiones, que marcan diferencias visibles en lasformas de pensar y sentir, y que disputan el espacio de lo pblico conotras generaciones. De hecho, esto implica un reconocimientosubjetivo y una certificacin legal de otros agentes sociales.

    As, la construccin social de juventud se compone de la proyeccinde una imagen en que la participacin de los jvenes es protagnica, atravs de sus formas particulares de expresin simblica, y del consumode esa imagen por parte de los distintos agentes sociales, segn unavariedad de intereses ideolgicos, comerciales, religiosos, etctera.Conjugarla adecuadamente puede ser la posibilidad de renovar elsentido histrico-social de dicha etapa vital en Colombia, de forma tal,que no siga sirviendo de fundamento a los intereses del dominioadulto, sino que conlleve el pleno ejercicio de una ciudadanadiferenciada an por construir y que utpicamente aspirar porfuerza a garantizar para este grupo la expresin mxima de unalibertad afirmada (como requisito indispensable para la condicinjuvenil), auspiciada (como ideal poltico de la sociedad) y organizada(no inconexa, sino vinculada e inscrita en instituciones y prcticasliberadoras).

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