Josef Breuer

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Josef Breuer: El caso de Anna O. de "Estudios sobre la histeria" (1895), escrito en colaboración con Sigmund Freud Volver La señorita Anna O., de 21 años cuando contrajo la enfermedad (1880), parecía tener un moderado lastre neuropático a juzgar por algunas psicosis sobrevenidas en su familia extensa; los padres son sanos, pero nerviosos. Ella fue siempre sana antes, sin mostrar nerviosismo alguno en su período de desarrollo; tiene inteligencia sobresaliente, un poder de combinación asombrosamente agudo e intuición penetrante; su poderoso intelecto habría podido recibir un sólido alimento espiritual y lo requería, pero este cesó tras abandonar la escuela. Ricas dotes poéticas y fantasía, controladas por un entendimiento tajante y crítico. Este último la volvía también por completo insugestionable; sólo argumentos, nunca afirmaciones, influían sobre ella. Su voluntad era enérgica, tenaz y persistente; muchas veces llegaba a una tozudez que sólo resignaba su meta por bondad, por amor hacia los demás. Entre los rasgos más esenciales del carácter se contaba una bondad compasiva; el cuidado y el amparo que brindó a algunos pobres y enfermos le prestaron a ella misma señalados servicios en su enfermedad, pues por esa vía podía satisfacer una intensa pulsión. Mostraba siempre una ligera tendencia a la desmesura en sus talantes de alegría y de duelo; por eso era de genio un poco antojadizo. El elemento sexual estaba asombrosamente no desarrollado; la enferma, cuya vida se volvió trasparente para mí como es raro que ocurra entre seres humanos, no había conocido el amor, y en las masivas alucinaciones de su enfermedad no afloró nunca ese elemento de la vida anímica. Esta muchacha de desbordante vitalidad espiritual llevaba una vida en extremo monótona, y es probable que el modo en que ella se la embellecía resultara decisivo para su enfermedad. Cultivaba sistemáticamente el soñar diurno, al que llamaba su «teatro privado». Mientras todos la creían presente, revivía en su espíritu unos cuentos: si la llamaban, estaba siempre alerta, de suerte que nadie sospechaba aquello. Esa actividad transcurría junto a los quehaceres hogareños, que ella cumplía de manera intachable. Informaré luego sobre cómo esa ensoñación habitual de la mujer sana pasó directamente a la enfermedad. El ciclo de la enfermedad se descompone en varias fases bien separadas; ellas son: A. Incubación latente. Desde mediados de julio de 1880 hasta el 10 de diciembre, más o menos. Esta fase casi siempre se sustrae de nuestro conocimiento, pero en este caso, debido a su peculiaridad, se pudo averiguarla de una manera tan completa que ya por ese hecho estimo en mucho su interés patológico. Expondré luego esta parte del historial. B. Contracción manifiesta de la enfermedad; una psicosis peculiar, parafasia, strabismus convergens, perturbaciones graves de la visión, parálisis por contractura, total en la extremidad superior derecha y en ambas inferiores, parcial en la extremidad superior izquierda, paresia de la musculatura cervical. Progresiva reducción de la contractura en las extremidades del lado derecho. Alguna mejoría, interrumpida por un grave trauma psíquico

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Josef Breuer: El caso de Anna O.de"Estudios sobre la histeria"(1895), escrito en colaboracin con Sigmund FreudVolver

La seorita Anna O., de 21 aos cuando contrajo la enfermedad (1880), pareca tener un moderado lastre neuroptico a juzgar por algunas psicosis sobrevenidas en su familia extensa; los padres son sanos, pero nerviosos. Ella fue siempre sana antes, sin mostrar nerviosismo alguno en su perodo de desarrollo; tiene inteligencia sobresaliente, un poder de combinacin asombrosamente agudo e intuicin penetrante; su poderoso intelecto habra podido recibir un slido alimento espiritual y lo requera, pero este ces tras abandonar la escuela. Ricas dotes poticas y fantasa, controladas por un entendimiento tajante y crtico. Este ltimo la volva tambin por completo insugestionable; slo argumentos, nunca afirmaciones, influan sobre ella. Su voluntad era enrgica, tenaz y persistente; muchas veces llegaba a una tozudez que slo resignaba su meta por bondad, por amor hacia los dems. Entre los rasgos ms esenciales del carcter se contaba una bondad compasiva; el cuidado y el amparo que brind a algunos pobres y enfermos le prestaron a ella misma sealados servicios en su enfermedad, pues por esa va poda satisfacer una intensa pulsin.Mostraba siempre una ligera tendencia a la desmesura en sus talantes de alegra y de duelo; por eso era de genio un poco antojadizo. El elemento sexual estaba asombrosamente no desarrollado; la enferma, cuya vida se volvi trasparente para m como es raro que ocurra entre seres humanos, no haba conocido el amor, y en las masivas alucinaciones de su enfermedad no aflor nunca ese elemento de la vida anmica. Esta muchacha de desbordante vitalidad espiritual llevaba una vida en extremo montona, y es probable que el modo en que ella se la embelleca resultara decisivo para su enfermedad. Cultivaba sistemticamente el soar diurno, al que llamaba su teatro privado. Mientras todos la crean presente, reviva en su espritu unos cuentos: si la llamaban, estaba siempre alerta, de suerte que nadie sospechaba aquello. Esa actividad transcurra junto a los quehaceres hogareos, que ella cumpla de manera intachable. Informar luego sobre cmo esa ensoacin habitual de la mujer sana pas directamente a la enfermedad.El ciclo de la enfermedad se descompone en varias fases bien separadas; ellas son:A. Incubacin latente. Desde mediados de julio de 1880 hasta el 10 de diciembre, ms o menos. Esta fase casi siempre se sustrae de nuestro conocimiento, pero en este caso, debido a su peculiaridad, se pudo averiguarla de una manera tan completa que ya por ese hecho estimo en mucho su inters patolgico. Expondr luego esta parte del historial.B. Contraccin manifiesta de la enfermedad; una psicosis peculiar, parafasia,strabismus convergens, perturbaciones graves de la visin, parlisis por contractura, total en la extremidad superior derecha y en ambas inferiores, parcial en la extremidad superior izquierda, paresia de la musculatura cervical. Progresiva reduccin de la contractura en las extremidades del lado derecho. Alguna mejora, interrumpida por un grave trauma psquico (muerte del padre) en abril, a lo cual sigue:C. Un perodo de sonambulismo persistente, que luego alterna con estados ms normales; continuacin de una serie de sntomas duraderos hasta diciembre de 1881.D. Progresiva involucin de esos estados y fenmenos hasta junio de 1882. En julio de 1880, el padre de la paciente, a quien ella amaba con pasin, contrajo un absceso de peripleuritis que no san y a consecuencia del cual muri en abril de 1881.Durante los primeros meses de esa enfermedad, Anna se consagr al cuidado del enfermo con toda la energa de su ser, y a nadie sorprendi que se debilitara mucho. Nadie, quiz tampoco la propia paciente, saba lo que le estaba sucediendo; pero poco a poco empeor tanto su estado de debilidad, anemia, asco ante los alimentos, que para su mximo dolor la alejaron del cuidado del enfermo. La ocasin ms inmediata para ello la ofreci una tos intenssima, a raz de la cual la examin por primera vez. Era una tpicatussis nervosa. Pronto acus una llamativa necesidad de reposo en las horas de la siesta, a lo cual segua al atardecer un estado de adormecimiento y luego una intensa inquietud. A comienzos de diciembre surgi elstrabismus convergens. Un oculista lo explic (errneamente) como paresia de un abductor. El 11 de diciembre la paciente cay en cama, y sigui en ella hasta el 1 de abril. En rpida sucesin se desarrollaron una serie de graves perturbaciones, en apariencia totalmente nuevas. Dolores en el sector posterior izquierdo de la cabeza; strabismus convergens (diplopia), que las emociones agravaban mucho; queja de ver inclinarse las paredes (afeccin del obliquus). Perturbaciones visuales de difcil anlisis; paresia de los msculos anteriores del cuello, de suerte que la paciente termin por mover la cabeza slo si la apretaba hacia atrs entre los hombros alzados y giraba la espalda. Contractura y anestesia de la extremidad superior derecha y, pasado algn tiempo, de la inferior de ese mismo lado; esta ltima, extendida por completo, aducida y rotada hacia adentro; luego, igual afeccin apareci en la extremidad inferior izquierda y, por ltimo, en el brazo izquierdo, cuyos dedos conservaron empero cierta movilidad. Tampoco las articulaciones del hombro de ambos lados quedaron por completo rgidas. El mximo de la contractura afectaba a los msculos del brazo, as como luego, cuando la anestesia pudo ser examinada con mayor precisin, la zona del codo demostr ser la ms insensible. Al comienzo de la enfermedad, el examen de la anestesia no era completo a causa de la resistencia de la paciente, debida a unos sentimientos de angustia.En ese estado empec a tratar a la enferma, y pronto pude convencerme de estar ante una grave alteracin psquica. Existan dos estados de conciencia enteramente separados; alternaban entre s muy a menudo, y sin transicin, y fueron divorcindose cada vez ms en el curso de la enfermedad. En uno de ellos conoca a su contorno, estaba triste y angustiada pero relativamente normal; en el otro alucinaba, se portaba mal, vale decir insultaba, arrojaba las almohadas a la gente toda vez que se lo permita su contractura, arrancaba con sus dedos mviles los botones del cubrecamas y la ropa blanca, etc. Si durante esa fase se alteraba algo dentro de la habitacin, entraba o sala alguien, ella se quejaba despus de que le faltaba tiempo, e indicaba las lagunas en el decurso de sus representaciones conscientes. Toda vez que luego se le disimulaba eso en lo posible y se procuraba tranquilizarla ante su queja de que se volva loca, a aquella botadura de los almohadones, etc., seguan todava quejas en cuanto al trato a que se la someta, el desorden en que se la dejaba, etc. Esas ausencias ya se haban observado cuando an no haba cado en cama; entonces se atascaba en mitad de lo que deca, repeta las ltimas palabras y tras breve lapso retomaba el hilo. Poco a poco esto tom las dimensiones descritas, y en el apogeo de la enfermedad, cuando la contractura le afect tambin el lado izquierdo, estaba casi normal slo por breves lapsos durante el da.Pero las perturbaciones desbordaban tambin sobre los momentos de conciencia relativamente clara; rapidsima alternancia de talantes extremos, fugacsima alegra, de ordinario sentimientos de angustia grave, oposicin empecinada a todas las prescripciones teraputicas, angustiosas alucinaciones sobre unas serpientes negras, que tal le parecan sus cabellos, cintas, etc., Tras eso ella misma se exhortaba a no ser tan tonta, puesto que eran slo sus cabellos, etc. En momentos de claridad total, se quejaba de las profundas tinieblas que invadan su cabeza, de que no poda pensar, se volva ciega y sorda, tena dos yoes, el suyo real y uno malo que la constrea a un comportamiento dscolo, etc. A las siestas caa en una somnolencia que duraba ms o menos hasta pasada una hora de la puesta del sol; luego despertaba, se quejaba de que algo la martirizaba, o ms bien repeta siempre el infinitivo: Martirizar, martirizar. Despus, simultnea a la formacin de las contracturas, sobrevino una profunda desorganizacin funcional del lenguaje. Primero se observ que le faltaban palabras, y poco a poco se increment. Luego, su lenguaje perdi toda gramtica, toda sintaxis, la conjugacin ntegra del verbo; por ltimo lo construa todo mal, las ms de las veces con un infinitivo creado a partir de formas dbiles del participio y el pretrito, sin artculo. En un desarrollo ulterior, tambin le faltaron casi por completo las palabras, las rebuscaba trabajosamente entre cuatro o cinco lenguas y entonces apenas si se la entenda. En sus intentos de escribir (al principio, hasta que la contractura se lo impidi por completo), lo haca en ese mismo dialecto.Durante dos semanas enteras cay en total mutismo, y en sus continuados y tensos ensayos de hablar no profera sonido alguno. Aqu por vez primera se volvi claro el mecanismo psquico de la perturbacin. Yo saba que algo la haba afrentado {mortificado} mucho y se haba decidido a no decir nada. Cuando lo hube colegido y la compel a hablar acerca de ello, desapareci la inhibicin que hasta entonces le imposibilitara adems cualquier otra proferencia. Esto coincidi en el tiempo con el retorno de la movilidad en las extremidades del lado izquierdo, en marzo de 1881; la parafasia cedi, pero ahora slo hablaba en ingls, al parecer sin saber que lo haca; rea con la enfermera, quien desde luego no la entenda; slo varios meses despus logr convencerla de que hablaba en ingls. Empero, ella entenda a su contorno germano-hablante. Slo en momentos de gran angustia el lenguaje se le denegaba por completo o mezclaba entre s los ms diversos idiomas. En sus horas mejores, ms libres, hablaba en francs o italiano. Entre esos perodos y aquellos en que hablaba en ingls exista una amnesia total. Entonces cedi tambin el estrabismo, que por ltimo apareca nicamente en caso de emocin violenta; volvi a mover la cabeza.El 1 de abril abandon la cama por primera vez. Pero el 5 de abril muri su padre, endiosado por ella, y a quien en el curso de su propia enfermedad slo haba visto por breve tiempo y raras veces. Era el ms grave trauma psquico que pudiera afectarla. A una emocin violenta sigui un profundo estupor, que dur cerca de dos das y del que sali en un estado muy alterado. Continuaron la contractura del brazo y la pierna del lado derecho, as como la anestesia, no profunda, de esos miembros. Subsisti un alto grado de estrechamiento del campo visual. De un ramillete de flores, que la alegraba mucho, vea slo una flor por vez. Se quejaba de no reconocer a las personas. Antes reconoca los rostros sin verse precisada a un empeo deliberado; ahora, en ese laboriossimo recognizing work {trabajo de reconocimiento } deba decirse: la nariz es as, de tal suerte los cabellos, por consiguiente es tal o cual persona. La gente se le converta como en unas figuras de cera, sin relacin con ella. Muy penosa le resultaba la presencia de algunos parientes cercanos, y ese instinto negativo fue en aumento. Si entraba en la habitacin alguien a quien antes habra tenido gusto en ver, lo reconoca, por breve lapso estaba presente, y enseguida volva a su ensimismamiento; esa persona desapareca as para ella.Slo a m me conoca siempre cuando yo entraba; tambin permaneca siempre presente y despabilada mientras hablaba con ella, salvo en las ausencias alucinatorias que le seguan sobreviniendo de una manera por entero repentina. Ahora slo hablaba en ingls y no entenda lo que se le deca en alemn. Sus allegados deban hablar en ingls con ella; hasta la enfermera aprendi a entenderla en alguna medida. Pero lea en francs e italiano; si deba hacerlo en voz alta, con asombrosa presteza y fluidez daba una versin inglesa de lo escrito en la hoja. Empez a escribir de nuevo, pero de una manera curiosa; escriba con la mano izquierda gil, pero en letras de imprenta del tipo Antigua, con un alfabeto que se haba construido a partir de su Shakespeare. Si ya antes haba tomado mnimas porciones de alimento, ahora se rehusaba por completo a comer; pero permiti que yo la alimentara, de suerte que su nutricin fue en rpido aumento. Despus que se le suministraba comida, nunca omita lavarse la boca, y lo haca tambin cuando por una razn cualquiera no haba comido nada -un signo de cun ausente se encontraba . La somnolencia a la siesta y el sopor profundo hacia el atardecer perduraban. Pero si despus se declaraba {Aus sprechen} (ms adelante considerar este punto con profundidad), le volvan la claridad, la tranquilidad, la alegra. Ese estado relativamente tolerable no dur mucho. Unos diez das despus de la muerte de su padre se llam a un mdico en consulta; ella lo ignor absolutamente, como a todos los extraos, mientras yo le haca demostracin de todas sus rarezas. That's like an examination {Es como un examen}, dijo riendo cuando le hice leer en voz alta un texto en francs que ella pas al ingls. El mdico extrao procuraba meter baza, hacrsele notable; en vano. Era la verdadera alucinacin negativa que despus se ha producido tan a menudo por va experimental. Por fin el mdico consigui quebrar esta soplndole humo al rostro. De pronto ella vio a un extrao, se precipit sobre la puerta para quitar la llave, y cay al piso desmayada; sigui un breve ataque de clera y luego uno de fuerte angustia, que pude apaciguar con gran trabajo.Desdichadamente deb partir de viaje esa misma tarde, y cuando regres varios das despus hall muy empeorada a la enferma. Se haba abstenido totalmente de comer durante ese tiempo, sentimientos de angustia la anegaban, en sus ausencias alucinatorias proliferaban figuras terrorficas, calaveras, esqueletos. Como al vivir estas cosas las teatralizaba dicindolas en parte, sus allegados las ms de las veces conocan el contenido de estas alucinaciones. A la siesta, somnolencia; hacia el atardecer, la hipnosis profunda para la cual ella haba hallado la designacin tcnica de clouds (nubes). Si luego poda referir las alucinaciones del da, despertaba con mente clara, tranquila, alegre, se pona a trabajar, dibujaba o escriba durante la noche con pleno uso de razn; hacia las cuatro se meta en cama, y por la maana la misma escena recomenzaba, igual al da anterior.Era en extremo llamativa esa oposicin entre la enferma diurna enajenada, asediada por alucinaciones, y la muchacha con plena claridad espiritual por las noches. A pesar de esta euforia nocturna, su estado psquico sigui empeorando cada vez ms; sobrevinieron intensos impulsos suicidas, que volvieron imposible que siguiera residiendo en un tercer piso. Por eso se la traslad contra su voluntad a una casa de campo de las cercanas de Viena (el 7 de junio de 1881). Yo nunca la haba amenazado con este alejamiento, que le resultaba aborrecible, pero ella lo esperaba y tema en silencio. Tambin en esta ocasin se volvi patente el dominio que sobre su perturbacin psquica ejerca el afecto de angustia. As como tras la muerte de su padre le sobrevino un estado calmo, tambin se tranquiliz ahora, despus que se produjo lo que tema. No, en verdad, sin que los primeros tres das con sus noches siguientes a la mudanza, los pasara sin dormir ni probar bocado, con repetidos intentos de suicidio (que en el jardn no eran peligrosos), rotura de ventanas, etc., alucinaciones sin ausencia, lo cual las diferenciaba enteramente de las otras. Despus se tranquiliz, tom el alimento que le suministraba la enfermera, y tambin cloral al anochecer.Antes de describir la ulterior trayectoria, debo retroceder una vez ms y exponer una peculiaridad del caso, que hasta ahora slo roc de pasada. Ya seal que en todo el ciclo anterior diariamente aquejaba a la enferma una somnolencia a las siestas, que hacia el atardecer se converta en sueo profundo (clouds). (Es muy verosmil derivar esta periodicidad simplemente de las circunstancias que rodearon su cuidado del padre, al que se haba consagrado durante meses. Por la noche velaba junto al lecho del enfermo, o permaneca en su cama despierta hasta la maana, al acecho y llena de angustia; a la siesta se recostaba para reposar algn tiempo, como casi siempre suele hacerlo una persona en su situacin, y acaso este tipo de vigilia nocturna y sueo a las siestas se desliz de contrabando en su propia enfermedad y persisti cuando haca ya tiempo que el sueo haba sido reemplazado por un estado hipntico.) Cuando el sopor duraba ms o menos una hora, se pona inquieta, removindose de un lado al otro y exclamando una y otra vez: Martirizar, martirizar, siempre con los ojos cerrados. Por otra parte, se haba reparado en que durante sus ausencias diurnas evidentemente forjaba siempre alguna situacin o historia, de cuya trama daban noticia ciertas palabras murmuradas.Pues bien; sucedi, por casualidad al comienzo, y luego de manera deliberada, que alguno de sus allegados dejaba caer una de esas palabras claves mientras la paciente se quejaba de su martirizar; de pronto ella se acordaba y empezaba a pintar una situacin o a relatar una historia, al principio balbucindola en su dialecto parafsico, y con mayor fluidez cuando avanzaba, hasta que al final hablaba un correctsimo alemn. (En la primera poca, antes que diera en hablar slo en ingls.) Las historias, siempre tristes, eran en parte muy lindas, del tipo deBilderbuch ohne Bilder, de Andersen, y probablemente construidas segn este modelo; las ms de las veces, su punto de partida o su argumento era la situacin de una muchacha sentada ante el lecho de un enfermo y presa de angustia; no obstante, tambin eran procesados otros motivos, de ndole por entero diversa.Momentos despus de terminado el relato, despertaba, manifiestamente tranquilizada o, como ella deca, gehglich. Por las noches volva a intranquilizarse, y a la maana, tras dos horas de sueo, no haba duda de que ya estaba dentro de otro crculo de representaciones. Si en la hipnosis del anochecer no poda referirme la historia, le faltaba aquella calma y al da siguiente era preciso que refiriera dos historias para producir esa tranquilidad. Lo esencial del fenmeno descrito -la acumulacin y condensacin de sus ausencias en la autohipnosis del anochecer, la eficacia de los productos fantsticos como estmulo psquico, y el alivio y eliminacin del estado estimulador mediante su declaracin en la hipnosis, permaneci constante a lo largo del medio ao de observacin que restaba. Tras la muerte de su padre, las historias se volvieron desde luego ms trgicas an, aunque slo con el empeoramiento de su estado psquico, que sigui al ya referido violento quebrantamiento de su sonambulismo, esos informes del anochecer perdieron el carcter de una creacin potica ms o menos libre y se trocaron en unas series de alucinaciones temerosas, terrorficas, que ya a lo largo del da se podan deducir del comportamiento de la enferma. Pero ya he descrito cun completa era la liberacin de su psique despus de que, sobrecogida de angustia y horror, hubiera reproducido y declarado todas esas imgenes terrorficas.En el campo, donde yo no poda visitar a la enferma diariamente, el asunto se desarroll del siguiente modo: Yo acuda al anochecer, cuando la saba dentro de su hipnosis, y le quitaba todo el acopio de fantasmas {Phantasme} que ella haba acumulado desde mi ltima visita. Esto deba ser exhaustivo si se quera obtener xito. Entonces ella quedaba completamente tranquila, y, al da siguiente, amable, dcil, laboriosa, hasta alegre; pero el da subsiguiente, cada vez ms caprichosa, terca, desagradable, lo cual tomaba incremento el tercer da. En este talante, ni siquiera en la hipnosis era siempre fcil moverla a declarar, procedimiento para el cual ella haba inventado el nombre serio y acertado de talking cure (cura de conversacin) y el humorstico de chimney-sweeping (limpieza de chimenea) . Ella saba que tras la declaracin perdera toda su testarudez y energa; y cuando (a raz de un intervalo ms largo) ya estaba de mal humor, rehusaba conversar y yo deba arrancarle las palabras esforzndola, y con ruegos y algunos artificios, como empezar yo mismo pronunciando una frmula inicial estereotipada de sus historias. De todas maneras, slo hablaba despus que se haba convencido de mi identidad tanteando con cuidado mis manos.Las noches en que no se haba conseguido el sosiego por declaracin era preciso recurrir al cloral. Antes ya lo haba intentado alguna vez, pero ahora deb suministrarle cinco gramos, y al sueo le preceda una embriaguez que duraba horas; estando yo presente, esa embriaguez era alegre, pero en mi ausencia emerga un desagradable estado de emocin angustiosa. (Sealo de pasada que esa severa embriaguez no modificaba en nada la contractura.) Yo haba podido evitar los narcticos porque la declaracin traa consigo al menos tranquilidad, si bien no sueo. En el campo, las noches entre los alivios hipnticos eran tan insoportables que result forzoso buscar refugio en el cloral; pero poco a poco fue necesitando menos.El sonambulismo persistente no reapareci; en cambio, prosigui la alternancia de los dos estados de conciencia. En medio de la conversacin alucinaba, sala corriendo, intentaba treparse a un rbol, etc. Si se la retena, pasado brevsimo lapso retomaba la frase interrumpida, sin saber qu haba ocurrido entretanto. Pero en la hipnosis todas esas alucinaciones aparecan luego en su informe. Su estado mejor en lneas generales; se poda alimentarla, dejaba que la enfermera le llevara la comida a la boca; slo al pan lo peda, y luego lo rechazaba tan pronto tocaba sus labios; la paresia por contractura de la pierna cedi sustancialmente; tambin cobr el debido aprecio y gran afecto por el mdico que la visitaba, mi amigo el doctor B. Fue de gran ayuda un perro de Terranova que le haban dado y al que amaba con pasin. Cierta vez que ste, su preferido, atac a un gato, fue hermoso ver cmo la endeble muchacha rescataba a la vctima empuando la fusta en la mano izquierda y dominando con ella al enorme animal. Ms tarde ampar a algunos enfermos pobres, lo cual le fue de gran utilidad.La prueba ms ntida del efecto estimulador patgeno que sobre ella ejercan los complejos de representacin producidos en las ausencias, su condition seconde, as como de su trmite mediante la declaracin en estado de hipnosis, la recib a mi regreso de un viaje de vacaciones de varas semanas. En ese intervalo no se emprendi ninguna talking cure, pues no haba caso de que la enferma refiriera sus historias a alguien que no fuera yo, ni siquiera al doctor B., con quien haba simpatizado cordialmente. La encontr en un triste estado moral: desidiosa, indcil, luntica, hasta maligna. En los relatos del anochecer se advirti que su vena de fantasa potica sin duda estaba por agotarse; eran, cada vez ms, unos informes sobre sus alucinaciones y a veces sobre lo que la haba enojado durante los das transcurridos: de ropaje fantstico, es cierto, pero lo fantstico consista ms en frmulas estereotipadas que en lo potico de su creacin. Ahora bien, slo se obtuvo un estado soportable cuando hice trasladar a la paciente por una semana a la ciudad, y all cada anochecer le arrancaba de tres a cinco historias. Cuando se termin con esto, qued acabado todo cuanto ella haba acumulado en las semanas de mi ausencia. nicamente entonces se restableci aquel ritmo de su estado psquico: al da siguiente de una declaracin, estaba amable y alegre; el segundo da, irritable y desagradable, y el tercero, directamente antiptica. Su estado moral era una funcin del tiempo transcurrido desde la ltima declaracin, porque cada producto espontneo de su fantasa y cada episodio concebido por la parte enferma de su psique seguan obrando como estmulos psquicos hasta que eran relatados en la hipnosis, lo cual eliminaba por completo su eficacia.Cuando en el otoo la paciente regres a la ciudad (a una vivienda distinta de aquella en que haba enfermado), su estado tanto fsico como mental era tolerable, pues muy pocas vivencias, en verdad slo las ms profundas, eran procesadas patolgicamente como estmulos psquicos. Yo esperaba una mejora creciente si mediante la declaracin regular se impeda que nuevos estmulos quedaran como lastre permanente en su psique. Primero me desilusion. En diciembre su estado psquico desmejor sustancialmente; estaba de nuevo inquieta, presa de triste desazn, irascible, y tena poqusimos das totalmente buenos, aunque no se pudiera rastrear en ella nada atascado. A fines de diciembre, para las Navidades, estuvo particularmente intranquila y en los atardeceres de toda esa semana no relataba nada nuevo, sino los fantasmas que bajo el imperio de intensos afectos de angustia haba forjado da por da en ese mismo perodo festivo de 1880 [un ao antes]. Acabada la serie, un gran alivio. As se renovaron su separacin del padre, su cada en cama, y a partir de ah su estado se aclar y sistematiz de una manera muy curiosa. Los dos estados de conciencia se sucedan alternados, y siempre as: desde la maana, y a medida que avanzaba el da, las ausencias (es decir, el afloramiento de la condition seconde) se volvan cada vez ms frecuentes, para subsistir ellas solas hacia el atardecer; esos dos estados, deca, ya no difirieron meramente como antes, a saber, que en uno (el primero) ella era normal y en el segundo alienada, sino que en el primero viva como los dems en el invierno de 1881-82, mientras que en el segundo viva en el invierno de 1880-81 y haba olvidado por completo todo lo sucedido despus. Slo la conciencia de que el padre haba muerto pareca quedarle, no obstante, las ms de las veces.El retraslado al ao anterior se produjo con tanta intensidad que en su nueva vivienda alucinaba su dormitorio anterior, y cuando quera dirigirse hacia la puerta embesta la estufa, que en la nueva vivienda estaba situada, respecto de la ventana, como en la otra la puerta. El vuelco sbito de un estado al otro se produca de manera espontnea, pero tambin se lo poda provocar con la mayor facilidad mediante alguna impresin sensorial que recordara vvidamente al ao anterior. Bastaba mostrarle una naranja (que era su principal alimento durante la primera poca de su enfermedad) para remitirla, saltando todo el ao 1882, a 1881. Ahora bien, ese retraslado al perodo pasado no se produca de una manera general e indeterminada, sino que reviva da por da el invierno anterior. En cuanto a esto, yo habra podido conjeturarlo meramente, si no fuera porque en la hipnosis del atardecer ella formulaba en palabras lo que la haba excitado ese mismo da de 1881, y pude comprobar la absoluta correccin de los hechos supuestos mediante un diario ntimo que la madre llevara en 1881. Esta revivencia del ao transcurrido dur hasta el definitivo cese de la enfermedad, en junio de 1882. Era muy interesante ver los efectos de repercusin que en el primer estado, ms normal, ejercan los estmulos psquicos revividos del estado segundo.Ocurri que una maana la enferma me dijo sonriendo que no saba qu tena, pues estaba enojada conmigo; gracias al diario ntimo supe de qu se trataba, y esto se corrobor en la hipnosis del atardecer: en 1881, ese mismo anochecer, yo haba causado mucho enojo a la paciente. En otra ocasin dijo que algo fallaba en sus ojos, vea falsamente los colores; saba que su vestido era marrn, y no obstante lo vea azul. Enseguida se demostr que en los papeles del examen visual distingua de manera correcta y tajante todos los colores, y la perturbacin recaa slo sobre la tela de su vestido. La razn era que en 1881 se haba ocupado mucho por esos das de una camisa de dormir para su padre, en la que se utiliz la misma tela, pero azul. Y aun sola patentizarse un efecto anticipado de estos recuerdos emergentes: la perturbacin del estado normal sobrevena ya, mientras que el recuerdo slo poco a poco despertaba para la condition seconde. S la hipnosis del anochecer ya estaba muy recargada, pues no deban apalabrarse slo los fantasmas de produccin reciente, sino tambin las vivencias y las vexations {disgustos} de 1881 (por suerte ya haba eliminado los fantasmas de 1881 en aquel momento), la suma de trabajo a realizar por la paciente y el mdico aumentaba todava enormemente en virtud de una tercera serie de perturbaciones singulares que era preciso tramitar de igual manera: los sucesos psquicos de la incubacin de la enfermedad, de julio a diciembre de 1880, que haban producido el conjunto de los fenmenos histricos y con cuya declaracin desaparecieron los sntomas.La primera vez que por una declaracin casual, no provocada, en la hipnosis del anochecer desapareci un sntoma que ya llevaba largo tiempo, qued muy sorprendido. En el verano hubo un perodo de intenso calor, y la paciente sufri mucho a causa de la sed; entonces, y sin que pudiera indicar razn alguna, de pronto se le volvi imposible beber. Tomaba en su mano el ansiado vaso de agua, pero tan pronto lo tocaban sus labios, lo arrojaba de s como si fuera una hidrofbica. Era evidente que durante esos segundos caa en estado de ausencia. Slo viva a fuerza de frutas, melones, etc., que le mitigaban su sed martirizadora. Cuando esa situacin llevaba ya unas seis semanas, se puso a razonar en estado de hipnosis acerca de su dama de compaa inglesa, a quien no amaba, y refiri entonces con todos los signos de la repugnancia cmo haba ido a su habitacin, y ah vio a su perrito, ese asqueroso animal, beber de un vaso; ella no dijo nada pues quera ser corts. Tras dar todava enrgica expresin a ese enojo que se le haba quedado atascado, pidi de beber, tom sin inhibicin una gran cantidad de agua y despert de la hipnosis con el vaso en los labios. Con ello la perturbacin desapareca para siempre. De igual modo se disiparon unos raros y obstinados caprichos tras relatar ella la vivencia que los haba ocasionado. Ahora bien, se dio un gran paso cuando desapareci el primero de sus sntomas permanentes, la contractura de la pierna derecha -el cual, cierto es, ya haba aminorado en mucho.A partir de estas experiencias -que los fenmenos histricos se disipaban en esta enferma tan pronto como en la hipnosis reproduca el suceso que haba ocasionado al sntoma-, a partir de all, pues, se desarroll un procedimiento tcnico-teraputico que no dejaba nada que desear en materia de consecuencia lgica y de realizacin sistemtica. Cada sntoma de este enredado cuadro clnico fue abordado por s; el conjunto de las ocasiones a raz de las cuales haba emergido fueron relatadas en secuencia inversa, comenzando desde el da anterior a aquel en que la paciente cay en cama y yendo hacia atrs hasta el ocasionamiento de su primera emergencia; -hecho esto, el sntoma quedaba eliminado para siempre. As se removieron por va de relato {Wegerzhlen} las paresias por contractura y anestesias, las diversas perturbaciones de la visin y la audicin, neuralgias, tos, temblores, etc., y por ltimo tambin las perturbaciones del lenguaje. Por ejemplo, entre las perturbaciones de la visin se tramitaron una por una: el strabismus convergens con diplopia; desviacin de ambos ojos hacia la derecha, de suerte que la mano aprehensora caa siempre a la izquierda del objeto; limitacin del campo visual; ambliopia central; macropsia; visin de una calavera en vez del padre; incapacidad para leer.Sustrados de este anlisis permanecieron slo fenmenos aislados que se haban desarrollado mientras guardaba cama, como la propagacin de la paresia por contractura al lado izquierdo, que probablemente no tuvieran en verdad ningn ocasionamiento psquico directo. Demostr ser por completo imposible abreviar el trmite procurando evocar de manera directa en su recuerdo el primer ocasionamiento de los sntomas. Ella no lo hallaba, quedaba perpleja, y todo marchaba ms lento que s uno, con calma y seguridad, desovillaba hacia atrs los hilos, asidos, del recuerdo. Pero como en la hipnosis del anochecer se iba demasiado despacio, pues la enfermedad estaba exigida y se dispersaba por la declaracin de las otras dos series, y adems los recuerdos necesitaban su tiempo para desplegarse con su vivacidad plena, se instituy el siguiente procedimiento: yo acuda a ella por la maana, la hipnotizaba (eran procedimientos hipnticos muy simples, descubiertos por va emprica) y le inquira, concentrados los pensamientos de ella en el sntoma en cuestin, por las oportunidades en que haba surgido. Entonces la paciente designaba, en rpida secuencia y con palabras claves, esos ocasionamientos externos, que yo anotaba. En la hipnosis del anochecer, apoyada por esas secuencias anotadas, ella -refera con bastante detalle los episodios.Un ejemplo acaso ilustre la manera concienzuda y exhaustiva en todo sentido como esto se haca. Haba ocurrido siempre que la paciente no oyera cuando se le diriga la palabra. Este pasajero no-or se diferenci as:a. No or que alguien entra, en estado de dispersin. Ciento ocho casos detallados de esto; indicacin de las personas y circunstancias, a menudo de la fecha; la primera vez, cuando no oy entrar a su padre.b. No comprender cuando hablan varias personas. Veintisiete veces; la primera, tambin, entre el padre y un conocido.c. No or cuando, estando sola, se le dirige la palabra directamente. Cincuenta veces; origen: que el padre en vino le diriga la palabra para pedirle vino.d. Ponerse sorda por sacudimiento (en carruajes, etc.). Quince veces; origen: que su hermano ms joven la haba sacudido en tren de reyerta una vez que la sorprendi espiando a la puerta del dormitorio del enfermo.e. Ponerse sorda por terror a un ruido. Treinta y siete veces; origen: un ataque de ahogo que su padre sufri tras atragantarse.f. Ponerse sorda en ausencia profunda. Doce veces.g. Ponerse sorda por mucho escuchar y espiar, de suerte que no oa cuando le dirigan la palabra. Cincuenta y cuatro veces.Desde luego que todos estos procesos son en gran parte idnticos, pues pueden ser reconducidos a una dispersin, a una ausencia o a un afecto de terror. Sin embargo, en el recuerdo de la enferma estaban separados con tanta nitidez que si alguna vez se equivocaba en la serie era necesario restablecer por va de correccin el orden preciso; de lo contrario, el informe se detena. Los episodios referidos, por su falta de inters y de significacin, y por la precisin del relato, no dejan lugar a la sospecha de que fueran inventados. Muchos de esos sucesos eran unas vivencias puramente internas que se sustraan del control. Respecto de otros, o de las circunstancias que los acompaaron, guardaban memoria los allegados de la enferma.Tambin aqu se observaba de manera regular que, apalabrado un sntoma, emerga con renovada intensidad mientras se lo relataba. As, en el anlisis del no-or, la enferma se volvi tan sorda que a veces deb entenderme con ella por escrito. Por regla general, la ocasin primera haba sido algn terror que vivenci mientras cuidaba a su padre, algn descuido de ella, etc. No siempre el recordar se consegua con facilidad, y muchas veces la enferma debi hacer violentos esfuerzos. As, en cierta oportunidad la marcha del proceso se detuvo durante un tiempo porque un recuerdo no quera aflorar; se trataba de una alucinacin que causaba mucho terror a la enferma: haba visto a su padre, a quien cuidaba, con una calavera. Ella y sus allegados recordaron que, estando todava en apariencia sana, haba visitado a un pariente; tras abrir la puerta, cay al punto desmayada. Pues bien, para superar aquel obstculo volvi a ese lugar, y al entrar en aquella habitacin cay otra vez desmayada. En la hipnosis de ese atardecer se super el obstculo: al entrar haba divisado su plido rostro en el espejo prximo a la puerta, pero no se vio a s misma, sino a su padre con una calavera.A menudo hemos observado que el miedo a un recuerdo, como era el caso aqu, inhibe su afloramiento, que la enferma o el mdico se ven precisados a arrancar. La fuerza de esta lgica interna de sus estados puede mostrarla un ejemplo entre otros muchos: como se seal, en este perodo la paciente por las noches estaba siempre en su condition seconde, vale decir, en 1881. Cierta vez despert de noche afirmando que de nuevo la haban sacado de su casa, y cay en un estado de inquietud dscola que alarm a toda la casa. La razn era simple. El anochecer de la vspera su perturbacin de la vista haba desaparecido en virtud de una talking cure, desde luego que tambin para la condition seconde. Entonces, al despertar por la noche se hall en un dormitorio desconocido para ella, pues la familia se haba mudado de vivienda en la primavera de 1881. El modo de prevenir estas contingencias harto desagradables fue que yo (a su pedido) cada anochecer le cerrara los ojos con la sugestin de que no poda abrirlos hasta que yo mismo lo hiciera por la maana. Slo una vez se repiti el alboroto: la paciente ech a llorar en sueos y, despertndose, haba abierto los ojos.Como este laborioso anlisis de los sntomas se refera a los meses del verano de 1880, perodo en el cual se preparaba la enfermedad, obtuve una perspectiva completa de la incubacin y patognesis de esta histeria, que paso a exponer brevemente. En julio de 1880, hallndose en el campo, el padre de la paciente haba contrado un absceso subpleural grave; Anna particip con su madre en los cuidados. Cierta vez haca vigilancia nocturna con gran angustia por el enfermo, que padeca alta fiebre, y en estado de tensin porque se esperaba a un cirujano de Viena que practicara la operacin. La madre se haba alejado por un rato, y Anna estaba sentada junto al lecho del enfermo, con el brazo derecho sobre el respaldo de la silla. Cay en un estado de sueo despierto y vio cmo desde la pared una serpiente negra se acercaba al enfermo para morderlo. (Es muy probable que en el prado que se extenda detrs de la casa aparecieran de hecho algunas serpientes y ya antes hubieran provocado terror a la muchacha, proporcionando ahora el material de la alucinacin.) Quiso espantar al animal, pero estaba como paralizada; el brazo derecho, pendiente sobre el respaldo, se le haba dormido, volvindosele anestsico y pattico, y cuando lo observ, los dedos se mudaron en pequeas serpientes rematadas en calaveras (las uas). Probablemente hizo intentos por ahuyentar a la serpiente con la mano derecha paralizada, y por esa va su anestesia y parlisis entr en asociacin con la alucinacin de la serpiente. Cuando esta hubo desaparecido, quiso en su angustia rezar, pero se le deneg toda lengua, no pudo hablar en ninguna, hasta que por fin dio con un verso infantil en ingles y entonces pudo seguir pensando y orar en esa lengua. El silbido de la locomotora que traa al mdico esperado interrumpi la fantasmagora.Cuando al da siguiente quiso recoger entre la maleza un aro arrojado ah en medio del juego, una rama torcida le convoc otra vez la alucinacin de la serpiente y al mismo tiempo el brazo derecho le qued extendido y rgido. Y a partir de entonces esto se le repiti siempre que un objeto ms o menos serpentiforme le provocaba la alucinacin. Ahora bien, tanto esta como la contractura slo emergan en las breves ausencias que desde aquella noche se le hicieron cada vez ms frecuentes. (La contractura se volvi estable slo en diciembre, cuando la paciente, totalmente quebrantada, ya no pudo abandonar el lecho.) A raz de una ocasin que no hallo anotada y de la cual no me acuerdo, a la contractura del brazo se sum la de la pierna derecha. As se cre la inclinacin a las ausencias autohipnticas. El da que sigui a la noche aquella, a la espera del cirujano, cay en un estado de ausencia tal que cuando al fin este entr en la habitacin ella no lo oy llegar. El constante sentimiento de angustia la estorbaba al comer y poco a poco le produjo un asco intenso.Pero en todos los dems casos, los diversos sntomas histricos le sobrevinieron en estados afectivos. No es del todo claro si en ellos la paciente entraba en una ausencia momentnea total, pero es probable, pues en la vigilia no saba nada de la trama en su conjunto. Sin embargo, muchos sntomas parecen no haber emergido en estado de ausencia, sino en estados de afecto durante la vigilia despierta, repitindose luego como los otros. As, el conjunto de perturbaciones de la visin se recondujeron a ocasiones singulares, ms o menos claramente determinantes {determinieren}. Por ejemplo: la paciente estaba sentada, con lgrimas en los ojos, junto al lecho de enfermo de su padre, cuando este le pregunt de pronto qu hora era; ella no vea claro, hizo un esfuerzo, acerc el reloj a sus ojos y entonces la esfera se le apareci muy grande (macropsia y strabismus convergens); o bien se esforz por sofocar las lgrimas para que el padre no las viera. Una reyerta en la que sofoc su respuesta le caus un espasmo de glotis que se repeta a raz de todo ocasionamiento parecido. El lenguaje se le denegaba:a) por angustia, desde la primera alucinacin nocturna;b) desde una vez en que volvi a sofocar una exteriorizacin (inhibicin activa);c) desde una vez que la reprendieron injustamente;d) a raz de todas las ocasiones anlogas (afrentas).La tos le sobrevino por primera vez cuidando ella al enfermo; le llegaron los sones de una msica bailable desde una casa vecina y le creci el deseo de encontrarse ah, deseo que despert sus autorreproches. Desde entonces, y por el tiempo que dur su enfermedad, reaccionaba con tussis nervosa frente a cualquier msica de ritmo marcado. No lamento demasiado que lo incompleto de mis notas me impida aqu reconducir cada rasgo histrico a sus ocasionamientos. La paciente lo hizo en todos los casos, con la excepcin antes mencionada y, segn ya lo he descrito, cada sntoma desapareca tras el relato de la primera ocasin.De esta manera lleg a su trmino la histeria ntegra. La propia enferma se haba trazado el firme designio de terminar con todo para el aniversario de su traslado al campo. Por eso a comienzos de junio cultiv la talking cure con grande, emocionante energa. El ltimo da reprodujo, con el expediente de disponer la habitacin como lo estuvo la de su padre, la alucinacin angustiosa antes referida y que haba sido la raz de toda su enfermedad: aquella en que slo pudo pensar y rezar en ingls; inmediatamente despus habl en alemn y qued libre de las incontables perturbaciones a que antes estuviera expuesta. Dej entonces Viena para efectuar un viaje, pero hizo falta ms tiempo todava para que recuperara por completo su equilibrio psquico. A partir de ese momento goz de una salud perfecta. Aunque he omitido numerosos detalles no carentes de inters, el historial clnico de Anna 0. ha cobrado una extensin mayor de la que parece merecer la contraccin de una histeria, cosa en verdad no inslita. Pero era imposible exponer el caso sin entrar en los detalles, y atribuyo a sus peculiaridades una importancia tal que disculpa la prolijidad del informe. Tampoco los huevos de equinodermo son interesantes para la embriologa porque lo sea en particular el erizo de mar, sino porque su protoplasma es trasparente y lo que en l se ve permite inferir lo que acaso suceda en huevos de protoplasma opaco. El inters de este caso reside sobre todo, a mi entender, en la notable trasparencia y el carcter explicable de su patognesis. Como predisponentes a contraer histeria hallamos en la muchacha todava completamente sana dos peculiaridades psquicas: (1) El excedente de movilidad {Regsamkeit} y de energa psquicas no empleado en la montona vida familiar y sin correspondiente en un trabajo espiritual, sobrante que se aligera en el continuado y progresivo trabajar de la fantasa, y que produce (2) el soar despierto habitual (teatro privado), con lo cual se crea el terreno para la disociacin de la personalidad mental. Sin embargo, ese soar permanece todava dentro de las fronteras de lo normal; el ensoar, como el meditar mientras se realiza una tarea ms o menos mecnica, en s mismos no condicionan ninguna escisin patolgica de la conciencia, puesto que cualquier perturbacin de ellos, un llamado por ejemplo, restablece la unidad normal de aquella y, adems, no subsiste amnesia alguna. Pero en Anna 0. creaba el terreno sobre el cual, de la manera descrita, se estableca el afecto de angustia y de expectativa, despus que este hubiera recreado la ensoacin habitual como ausencia alucinatoria.Es notable cun acabadamente afloraron ya, en esta primera manifestacin de la enfermedad incipiente, los rasgos capitales que luego permaneceran constantes a lo largo de casi dos aos: la existencia de un estado de conciencia segunda, que, habiendo emergido primero como ausencia pasajera, se organizara ms tarde como double consciente; la inhibicin del lenguaje, condicionada por el afecto de angustia, con el aligeramiento contingente a travs de un verso infantil en ingls; luego, parafasia y prdida de la lengua materna, sustituida por un excelente ingls; por ltimo, la parlisis casual del brazo derecho por opresin, que ms tarde se desarrolla en una paresia por contractura y anestesia del lado derecho. El mecanismo de la gnesis de esta ltima afeccin responde por entero a la teora de Charcot sobre la histeria traumtica: estado hipntico en el que sobreviene un trauma leve. Pero mientras que en los pacientes en quienes Charcot produjo experimentalmente la parlisis histrica esta -ltima qued enseguida estabilizada, y en los afectados de neurosis traumtica, conmovidos por un terror intenso, ella se instal enseguida, el sistema nervioso de nuestra joven ofreci resistencia exitosa por unos cuatro meses todava. La contractura, como las otras perturbaciones que poco a poco se le aliaron, advenan slo en las ausencias momentneas dentro de la condition seconde y dejaban a la paciente, mientras duraba su estado normal, en plena posesin de su cuerpo y de sus sentidos, de suerte que ni ella misma saba nada de eso, ni tampoco vieron nada los allegados, cuya atencin, por lo dems, estaba concentrada en el padre gravemente enfermo, y as desviada de ella.Ahora bien, en la medida en que desde aquella primera autohipnosis alucinatoria se acumularon las ausencias con amnesia total y fenmenos histricos concomitantes, se multiplicaron las oportunidades para que se formaran nuevos sntomas de esta ndole y para que los ya formados se afianzaran en una repeticin frecuente. A ello se sum que, cada vez ms, cualquier afecto penoso y repentino le produca los mismos efectos que una ausencia (si es que no produca siempre una ausencia momentnea); coincidencias casuales formaban asociaciones patolgicas, perturbaciones sensoriales o motrices, que desde entonces reaparecan simultneamente con el afecto, pero todava de manera slo momentnea y pasajera. Antes de caer en cama, la paciente ya haba desarrollado toda esa gran coleccin de fenmenos histricos sin que nadie lo supiese. Slo cuando la enferma, debilitada en extremo por la inanicin, el insomnio y el permanente afecto de angustia, sufri un total quebranto, encontrndose ms tiempo en la condition seconde que en estado normal, los fenmenos histricos desbordaron tambin sobre este ltimo y, de unos fenmenos que sobrevenan en forma de ataques, se mudaron en sntomas permanentes. Cabe preguntarse ahora si las indicaciones de la enferma son confiables y si los fenmenos tuvieron realmente la gnesis y el ocasionamiento sealados por ella. Por lo que atae a los procesos ms importantes y bsicos, para m est fuera de duda la confiabilidad de su informe. No aduzco aqu la desaparicin de los sntomas despus que ella los aventaba relatndolos {aberzhlen}; se la podra explicar como mero resultado de la sugestin. Es que yo hall a la enferma siempre enteramente veraz y confiable; las cosas relatadas se entramaban de la manera ms ntima con lo que era ms sagrado para ella; se corrobor por completo todo cuanto admita el control de otras personas. Ni aun la muchacha ms talentosa sera capaz de edificar un sistema de indicaciones caracterizado por una lgica interna tan grande como la presentada aqu en el historial de desarrollo de su enfermedad. Pero no se puede rechazar de antemano la posibilidad de que justamente por el rigor de esa lgica atribuyera a muchos sntomas (con la mejor buena fe) un ocasionamiento que en verdad no existi. No obstante, tampoco creo correcta esta conjetura. El carcter nimio de tantas ocasiones, lo irracional de muchas tramas, abogan por su realidad. La enferma no entenda cmo la msica bailable poda hacerla toser: algo demasiado disparatado para ser una construccin deliberada. Para m, en cambio, era bien concebible que cualquier escrpulo de su conciencia moral le causara su notorio espasmo de glotis y que los impulsos motores que senta esta muchacha muy amante del baile se mudaran en una tussis nervosa. Considero, pues, enteramente confiables y veraces las indicaciones de la enferma.Ahora bien, hasta dnde est justificada la conjetura de que tambin en otros enfermos el desarrollo de la histeria sera anlogo, y ocurriran cosas semejantes aun donde no se organizara con tal relieve y nitidez una condition seconde? Quiero hacer notar que ni la enferma ni el mdico habran llegado a conocer este historial de desarrollo patolgico de no haber presentado ella la peculiaridad de recordar en la hipnosis de la manera descrita, y de relatar lo recordado. En la vigilia, nada saba de todo eso. Por tanto, en los otros casos el examen clnico de la persona despierta no puede determinar cmo sucedieron las cosas, pues, aun mediando su mejor buena voluntad, el paciente en estado de vigilia es incapaz de proporcionar informacin. Y ya he sealado cun poco pudieron los allegados observar todos aquellos procesos.Entonces, slo con un procedimiento semejante al que las autohipnosis brindaron en el caso de Anna O. se podra discernir lo sucedido en otros pacientes. Por ahora slo es lcita esta conjetura: acaso procesos de esta ndole sean ms frecuentes de lo que permita suponer nuestra ignorancia del mecanismo patgeno. Cuando la enferma cay postrada en cama y su conciencia oscilaba de continuo entre el estado normal y el estado segundo, y el ejrcito de sntomas histricos generados separadamente y latentes hasta entonces se manifest como un conjunto de sntomas permanentes, a este grupo de fenmenos se le reuni otro. Parecan de diverso origen: la parlisis por contractura de las extremidades del lado izquierdo y la paresia del cuello. Los aparto porque, tras desaparecer en cierto momento, nunca volvieron a aflorar, ni como ataques ni en forma indicativa, ni tampoco en la fase de cierre y de curacin en que todos los dems sntomas revivieron despus de un prolongado letargo. Y en consonancia con ello, no se presentaron en los anlisis hipnticos ni fueron reconducidos a ocasiones afectivas o fantaseadas. Por eso me inclinara a creer que no debieron su existencia al mismo proceso psquico que los otros sntomas, sino a la propagacin secundaria de aquel estado desconocido que constituye la base somtica de los fenmenos histricos. Durante todo el trayecto de la enfermedad subsistieron uno junto al otro los dos estados de conciencia: el primario, en el cual la paciente era por entero normal psquicamente, y el estado segundo, que bien podemos comparar con el sueo por su riqueza en fantasmas {Phantasme] y alucinaciones, por las grandes lagunas que presentaba su recuerdo, y por el hecho de que sus ocurrencias carecan de inhibicin y de control. En ese estado segundo la paciente era alienada. El estado psquico de la enferma dependa por entero de la intrusin de ese estado segundo en el estado normal, y esto, a mi parecer, brinda una buena visin sobre la esencia de una variedad, al menos, de psicosis histricas. Cada hipnosis del anochecer ofreca la prueba de que la enferma tena total claridad y orden mentales, y era normal en su sentir y su querer, siempre que en lo inconsciente no obrara como estmulo algn producto del estado segundo; la psicosis franca cada vez que un intervalo ms largo separaba entre s las aplicaciones de ese procedimiento aligerador era prueba de lo mucho que esos productos influan sobre los procesos psquicos del estado normal.Es difcil no avenirse a esta formulacin: la enferma estaba fragmentada en dos personalidades, una de las cuales era psquicamente normal, y la otra, enferma mental. Opino que la ntida divisin de ambos estados en nuestra enferma no hace ms que patentizar una relacin que tambin en muchos otros histricos ha de ser la causa de tantsimos enigmas. En Anna O. era particularmente llamativa la gran influencia de los productos del yo dscolo, como ella misma lo design, sobre su habtus moral. De no habrselos removido a medida que surgan, se habra vuelto una histrica de lo ms turbulenta, terca, desagradable, mala; pero tras el alejamiento de esos estmulos, una y otra vez sala a la luz, y de inmediato, su verdadero carcter, lo contrario de todo aquello. Pero, por divorciados que estuvieran ambos estados, no slo el estado segundo se introduca en el primero, sino que, como la paciente misma lo expresaba, en algn rincn de su cerebro tena su asiento un observador agudo y calmo que contemplaba los locos desvaros incluso de sus peores estados, o al menos lo haca con frecuencia aun en estos. Tal persistencia de un pensar claro durante el reinado de la psicosis cobr una expresin harto curiosa; cuando, al trmino de los fenmenos histricos, la enferma caa en una depresin pasajera, entre otros temores y autoacusaciones infantiles deca que ella no estaba enferma, sino que todo haba sido simulado. Como se sabe, ya muchas veces se han observado situaciones parecidas. Cuando ya transcurrida la enfermedad los dos estados de conciencia vuelven a fusionarse en uno solo, los pacientes, en ojeada retrospectiva, se ven como una personalidad no dividida que supo de todos los dislates y creen que, con slo quererlo, los habran impedido; es decir que habran perpetrado adrede esas locuras,Por lo dems, acaso esa persistencia de un pensar normal en el curso del estado segundo est enormemente debilitada desde un punto de vista cuantitativo, y en buena parte ni siquiera haya existido. En cuanto al hecho asombroso de que, desde el comienzo de la enfermedad hasta su trmino, todos los estmulos provenientes del estado segundo, as como sus consecuencias se eliminaran duraderamente al ser declarados en la hipnosis, ya lo he descrito y no tengo nada que aadir sobre l, como no sea asegurar que no fue una invencin ma sugerida a la paciente; al contrario, me sorprendi en grado mximo, y slo despus de haberse producido una serie de tramitaciones espontneas desarroll a partir de ah una tcnica teraputica. La curacin final de la histeria merece todava algunas palabras. Sobrevino de la manera descrita, con una inquietud notable de la enferma y el agravamiento de su estado psquico. Se tena toda la impresin de que la multitud de productos del estado segundo, que haban permanecido en letargo, esforzaban ahora su ingreso a la conciencia y eran recordados, es cierto que al comienzo slo en la condition seconde, pero gravitaban sobre el estado normal y lo intranquilizaban. Cabe considerar la posibilidad de que en otros casos una psicosis, punto terminal de una histeria crnica, pueda tener igual origen.