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José Manuel Lara creó en 1952 un Premio de Novela animado por el deseo de promocionar a los autores españoles

El Premio Planeta es el galardón literario con mejor dotación económica de las letras españolas

El Premio Planeta se ha convertido en un acontecimiento no sólo literario, sino social, que cumple fielmente la finalidad que se propuso: situar a los autores españoles galardonados en unos niveles de difusión y de popularidad jamás alcanzados.

La historia de los sesenta y dos años del más popular certamen literario de nuestro país se ha escrito con las ilusiones y las esperanzas de sus participantes y con el interés y la avidez de millones de lectores.

Un repaso al historial del Premio, nos permite contemplar la presencia de las más destacadas plumas de la novelística española e hispanoamericana en el cuadro de honor de ganadores y finalistas.

Esta sexagésimo segunda edición confirmó una vez más el gran interés que despierta este galardón en el ámbito de las letras en todo el mundo: se recibieron 478 originales, procedentes de todo el mundo.

A lo largo de estos sesenta y dos años han ido figurando en el jurado destacadísimas figuras de las letras (académicos, catedráticos, periodistas y críticos literarios).

El primer jurado estuvo formado por Bartolomé Soler, César González Ruano, Pedro de Lorenzo, José Romero de Tejada, Tristán La Rosa y José Manuel Lara. Actuó de secretario Gregorio del Toro.

En años sucesivos, han ido incorporándose a la labor discernidora los nombres de Wenceslao Fernández Flórez, Manuel Pombo Angulo, Juan Gich, José Luis Navasqüés, José María Gironella, Santiago Lorén, Alejandro Muñoz Alonso, Álvaro de Laiglesia, Ignacio Agustí, Carmen Laforet, Torcuato Luca de Tena, Sebastián Juan Arbó, Joaquín de Entrambasaguas, Manuel G. Cerezales, Ricardo Fernández de la Reguera, José Luis Vázquez Dodero, Baltasar Porcel, Martín de Riquer, Carlos Pujol, Antonio Iglesias Laguna, Antonio Prieto, José María Valverde, Alberto Blecua, Antonio Gala, Víctor García de la Concha, Zoé Valdés y Manuel Vázquez Montalbán.

En la actualidad el jurado está compuesto por Alberto Blecua, Ángeles Caso, Juan Eslava Galán, Pere Gimferrer, Carmen Posadas, Rosa Regàs y Emili Rosales, en calidad de secretario con voto.

Historia del Premio Planeta

Dotación económicaDe las 40.000 pesetas iniciales, y al compás del crecimiento lógico del país, se pasó a 100.000 pesetas en el segundo año, a 200.000 en 1959, a 250.000 en 1966 y a 1.100.000 pesetas en 1967. En 1973, la cuantía del Premio ascendió a 2.000.000, y para la edición de 1976, que constituyó su XXV aniversario, José Manuel Lara lo situó en 4.000.000. A ello debe añadirse el accésit de 500.0000 que, desde 1974, se vino otorgando al finalista. Pero la arrolladora aceptación del Premio Planeta por los lectores españoles e hispanoamericanos provocó un nuevo aumento en 1988 situando en 20.000.000 la asignación para la obra ganadora y en 5.000.000 la de la finalista. En 1991 el ganador recibió 25.000.000 de pesetas y 6.000.000 el finalista. En 1992 la cuantía del premio se elevó a 50.000.000 para la obra ganadora y 12.000.000 para la finalista.

En 2001, al cumplirse los 50 años del Premio, la dotación pasó a ser de 100.000.000 de pesetas para el ganador y de 25.000.000 para el finalista. Con la entrada en vigor del Euro, la cuantía del Premio ha quedado en 601.000 € para la obra ganadora y 250.000 para la finalista.

Relación de ganadores del Premio Planeta

2013 El cielo ha vuelto Clara Sánchez

2012 La marca del meridiano Lorenzo Silva

2011 El Imperio eres tú Javier Moro

2010 Riña de gatos. Madrid 1936 Eduardo Mendoza

2009 Contra el viento Ángeles Caso

2008 La Hermandad de la Buena Suerte Fernando Savater

2007 Juan José Millás El mundo

2006 La fortuna de Matilda Turpin Álvaro Pombo

2005 Pasiones romanas Maria de la Pau Janer

2004 Un milagro en equilibrio Lucía Etxebarria

2003 El baile de la Victoria Antonio Skármeta

2002 El huerto de mi amada Alfredo Bryce Echenique

2001 La canción de Dorotea Rosa Regàs

2000 Mientras vivimos Maruja Torres

1999 Melocotones helados Espido Freire

1998 Pequeñas infamias Carmen Posadas

1997 La tempestad Juan Manuel de Prada

1996 El desencuentro Fernando Schwartz

1995 La mirada del otro Fernando G. Delgado

1994 La cruz de San Andrés Camilo José Cela

1993 Lituma en los Andes Mario Vargas Llosa

1992 La prueba del laberinto Fernando Sánchez Dragó

1991 El jinete polaco Antonio Muñoz Molina

1990 El manuscrito carmesí Antonio Gala

1989 Queda la noche Soledad Puértolas

1988 Filomeno, a mi pesar Gonzalo Torrente Ballester

1987 En busca del unicornio Juan Eslava Galán

1986 No digas que fue un sueño Terenci Moix

1985 Yo, el rey Juan Antonio Vallejo-Nágera

1984 Crónica sentimental en rojo Francisco González Ledesma

1983 La guerra del general Escobar José Luis Olaizola

1982 Jaque a la Dama Jesús Fernández Santos

1981 Y Dios en la última playa Cristóbal Zaragoza

1980 Volavérunt Antonio Larreta

1979 Los mares del Sur Manuel Vázquez Montalbán

1978 La muchacha de las bragas de oro Juan Marsé

1977 Autobiografía de Federico Sánchez Jorge Semprún

1976 En el día de hoy Jesús Torbado

1975 La gangrena Mercedes Salisachs

1974 Icaria, Icaria ... Xavier Benguerel

1973 Azaña Carlos Rojas

1972 La cárcel Jesús Zárate

1971 Condenados a vivir José María Gironella

1970 La cruz invertida Marcos Aguinis

1969 En la vida de Ignacio Morel Ramón J. Sender

1968 Con la noche a cuestas Manuel Ferrand

1967 Las últimas banderas Ángel María de Lera

1966 A tientas y a ciegas Marta Portal

1965 Equipaje de amor para la tierra Rodrigo Rubio

1964 Las hogueras Concha Alós

1963 El cacique Luis Romero

1962 Se enciende y se apaga una luz Ángel Vázquez

1961 La mujer de otro Torcuato Luca de Tena

1960 El atentado Tomás Salvador

1959 La noche Andrés Bosch

1958 Pasos sin huellas Fernando Bermúdez de Castro

1957 La paz empieza nunca Emilio Romero

1956 El desconocido Carmen Kurtz

1955 Tres pisadas de hombre Antonio Prieto

1954 Pequeño teatro Ana María Matute

1953 Una casa con goteras Santiago Lorén

1952 En la noche no hay caminos Juan José Mira

Relación de finalistas Premio Planeta

2013 El buen hijo Ángeles González-Sinde

2012 La vida imaginaria Mara Torres

2011 Tiempo de arena Inma Chacón

2010 El tiempo mientras tanto Carmen Amoraga

2009 La bailarina y el inglés Emilio Calderón

2008 Muerte entre poetas Ángela Vallvey

2007 Villa Diamante Boris Izaguirre

2006 En tiempo de prodigios Marta Rivera de la Cruz

2005 Y de repente, un ángel Jaime Bayly

2004 La vida en el abismo Ferran Torrent

2003 El amante albanés Susana Fortes

2002 Las mujeres que hay en mí Maria de la Pau Janer

2001 Lo que está en mi corazón Marcela Serrano

2000 Cuaderno de viaje Salvador Compán

1999 El egoísta Nativel Preciado

1998 Pura vida José María Mendiluce

1997 Mi corazón que baila con espigas Carmen Rigalt

1996 Te di la vida entera Zoé Valdés

1995 La fuente de la vida Lourdes Ortiz

1994 El peso de las sombras Ángeles Caso

1993 El jardín de las dudas Fernando Savater

1992 La cruz de Santiago Eduardo Chamorro

1991 Los espejos paralelos Néstor Luján

1990 El camino del corazón Fernando Sánchez Dragó

1989 Las hogueras del rey Pedro Casals

1988 El triángulo. Alumna de la libertad Ricardo de la Cierva

1987 El mal amor Fernando Fernán-Gómez

1986 La jeringuilla Pedro Casals

1985 Pío XII, la escolta mora y un general sin un ojo Francisco Umbral

1984 El año del wolfram Raúl Guerra Garrido

1983 La canción del pirata Fernando Quiñones

1982 La conspiración del Golfo Fernando Schwartz

1981 Llegará tarde a Hendaya José María del Val

1980 El aire de un crimen Juan Benet

1979 Las mil noches de Hortesia Romero Fernando Quiñones

1978 Los invitados Alfonso Grosso

1977 Divorcio para una virgen rota Ángel Palomino

1976 La buena muerte Alfonso Grosso

1975 El pájaro africano Víctor Alba

1974 Gran café Pedro de Lorenzo

1973 Adagio confidencial Mercedes Salisachs

1972 El sitio de nadie Hilda Perera

1971 Seno Ramiro Pinilla

1970 Retrato de una bruja Luis de Castresana

1969 Redoble por rancas Manuel Scorza

1968 No hay aceras Pedro Entenza

1967 Tiempo de morir Eugenio Juan Zappietro

1966 El stress Santiago Moncada

1965 Spanish Show Julio Manegat

1964 El adúltero y Dios Vizarco

1963 El santo y el demonio Víctor Chamorro

1962 El pozo de los monos Juan Antonio Usero

1961 La oración del diablo Andrés Avelino Artís (Sempronio)

1960 El borrador Manuel San Martín

1959 El grito de la paloma José Maria Castillo

1958 La ciudad amarilla Julio Manegat

1957 Siete puertas Elisa Brufal

1956 A fuego lento Raúl Grien

1955 Carretera intermedia Mercedes Salisachs

1954 El fulgor y la sangre Ignacio Aldecoa

1953 Otros son los caminos Antonio Ortiz Muñoz

1952 Tierra de promisión Severiano Fernández Nicolás

Para más información visita

www.premioplaneta.es

Dossier de prensa PVP: 20.50 €Nº Págs.: 384

El cielo ha vueltoClara Sánchez

Premio Planeta 2013Una intriga subyugante y sutil que nos habla del precio del triunfo

y de cómo en ocasiones las personas más cercanas pueden ser las más dañinas.

A través de la vida de una modelo de éxito, esta novela es una inteligente reflexión sobre la desconfianza y la mentira y sobre la capacidad del amor para fortalecernos o debilitarnos

“A mis veintiséis años tenía dinero en fondos de inversión, una moto, un Mercedes, un 4x4 y un chalé en una de las zonas más exclusivas y caras, a diez kilómetros de Madrid, rodeada de futbolistas y famosos. A los dieciséis años firmé mi primer contrato como modelo y a los diecisiete, antes de abandonar el instituto, cancelé la hipoteca del piso de mis padres.”

Sí, Patricia tiene mucha suerte. Es una modelo cotizada y está casada con un pintor al que adora. Todo el mundo la quiere: su marido, su hermana y sus padres; incluso los dueños de la agencia donde trabaja y sus compañeros de profesión. Por eso, durante unas turbulencias en el vuelo que la trae de la India, cuando se agarra a la mano de su vecina de asiento y esta le dice que ha percibido que alguien quiere matarla, Patricia lo toma como una excentricidad de la desconocida y lo olvida en cuanto sale del aeropuerto y se encuentra con Elías, su marido, su gran amor.

Elías es un joven artista, cada vez menos joven; un artista que no termina de despegar y que se desespera porque su momento no llega, aunque Patricia intenta animarlo por todos los medios. Incluso, ha llegado a comprar y guardar alguno de sus cuadros a través de su agente como inversor anónimo, a la espera de que su firma adquiera la fama que merece. Porque Patricia vive para su marido; se angustia con su frustración, intenta por todos los medios hacerle la vida fácil, aunque él cada día se muestra más deprimido, más rabioso. Sobre todo ahora que Jorge, su agente, ha decidido dejar de representarlo.

“Elías tenía algo huidizo, inconquistable, y daban ganas de luchar a muerte por una mirada suya. Después de tanto tiempo, en momentos como este, aún no podía creerme que fuese mi marido.”

Días después de su vuelta de la India, Patricia viaja a Berlín para un desfile y allí le ocurre algo sorprendente: se queda paralizada en la pasarela, no puede moverse, los zapatos se convierten en bloques de cemento que no la dejan avanzar. Y así está dos minutos hasta que puede volver a andar. Dos minutos que, sobre una pasarela, son una eternidad.

“Era lo más terrorífico que me había ocurrido nunca. Fueron unos minutos que me invadieron de un miedo nuevo, desconocido, no miedo a la muerte como cuando el avión de Nueva Delhi casi se estrella, ni miedo a perder a Elías, ni a que le sucediese algo malo a mi familia. Era miedo a mí misma, a una Patricia que había dentro de mí indefensa y fuera de control.”

Tras esta angustiosa experiencia, Patricia vuelve a pensar en lo que le dijo Viviana, la mujer del avión; decide buscarla y la encuentra en Barcelona. Viviana vive en un feo edificio del extrarradio en una casa oscura, llena de plantas puestas a secar y olores herbales. Allí, tras contemplar a Patricia, la mujer afirma que le ronda una sombra muy grande que intentar tragársela. Algo absurdo, dice Patricia, porque ella no tiene enemigos. Es solo una modelo aspirante a actriz que hace lo que le dicen, que dejó los estudios porque no le interesa demasiado saber cosas y solo quiere vivir bien, que los suyos vivan bien y no pasarse de peso.

“Nada más decir esto me quedé vacía, con el estómago triste como cuando no he comido lo suficiente o he comido demasiado.”

Viviana le da un amuleto para que lo lleve siempre consigo y le dice que investigue quién puede querer hacerle daño. A los pocos días, alguien intenta atropellarla, o eso parece, porque después el conductor sale del coche muy confundido y se ofrece a ayudarla. Todo es muy extraño y Patricia cada vez está más asustada.

A partir de aquí, comienzan a producirse pequeños accidentes que no la dejan vivir y que cada vez la aterrorizan más: en un viaje a Roma, donde va a hacer un pequeño papel en una película, se tuerce un tobillo, algo que no le había pasado nunca, lo que le impide actuar como hubiera querido. En casa de sus padres, al subirse a una butaca para alcanzar un libro, la butaca se desarma y ella se disloca un hombro por lo que tiene que llevarlo un mes inmovilizado. Y, ya en su domicilio, mientras baja las escaleras para coger el teléfono, siente una mano invisible que la empuja. Se hace un gran hematoma y una herida en la pierna. Y, también, en la casa que han alquilado en el mar para pasar el verano y que Elías encuentre la inspiración que no siente en Madrid, se corta el dedo con un cuchillo y tienen que darle varios puntos.

Patricia, convencida ya de que alguien desea su mal, no deja de pensar quién puede estar detrás de todos estos incidentes. Y, para su sorpresa, se da cuenta de que hay muchas personas a su alrededor que podrían tener razones para ello.

¿Sería Manuela, una compañera, más joven y ambiciosa, que busca ser la estrella de la agencia de modelos? ¿Sería la mujer de Roberto, un fotógrafo con el que tuvo un amago de romance hace años? ¿O quizá Antonio, el dueño de la agencia, o Irina, su mano derecha, para evitar la renovación de su contrato? ¿O tal vez Jorge, el agente de su marido, al que humilló una noche en que, borracho, intentó propasarse? ¿O, lo que sería más doloroso aún, su hermana Carolina, la intelectual de la familia, envidiosa de su belleza, que tiene que soportar que Patricia la mantenga hasta que ella consiga terminar su novela? ¿O, finalmente, Daniela, la criada rumana que ha desaparecido precipitadamente sin ninguna explicación a pesar de que siempre la ha cuidado como una madre?

Patricia está cada vez más desesperada. Casi no ve a su marido, que se ha instalado en la casa de la playa para pintar. Y Viviana no puede hacer demasiado por ayudarla hasta que ella no descubra quién es la persona que quiere hacerle daño.

Además, en la agencia se empieza a notar una especie de corriente negativa, algo impreciso, sutil, que parece avecinar algún cambio. Antonio, el dueño, no muestra ya la seguridad que le caracterizaba y se empiezan a oír rumores de que está implicado en algún turbio negocio en Bangladesh. Irina, su socia, desaparece del hospital después de que fuera agredida en la calle por un ladrón. Y a Patricia hace tiempo que no la llaman para ningún trabajo.

Pero todo va a dar un giro inesperado, todas las piezas van a encajar cuando la nueva criada rumana encuentra un diario escrito en su idioma dejado por Daniela, su antigua empleada. En él, como le cuenta a Patricia, Daniela deja por escrito toda la verdad: que Elías la engaña desde hace mucho, que está liado con la mujer de Jorge, su agente, y que piensa abandonarla.

Destrozada pero con los ojos abiertos y consciente por primera vez de lo que la rodea, Patricia tomará por fin las riendas de su vida y se enfrentará a su marido y a su futuro profesional sin miedos ni falsedades.

En torno a la autora

Clara Sánchez nació en Guadalajara, pasó su infancia en Valencia y acabó estableciéndose en Madrid. Estudió Filología Hispánica en la Universidad Complutense y enseñó durante muchos años en la universidad. Ha sido colaboradora habitual de el diario El País y participó regularmente en el programa de TVE Qué grande es el cine, así como en distintos medios. En 1989 publicó la novela Piedras preciosas, a la que siguieron No es distinta la noche (1990), El palacio varado (1993), Desde el mirador (1996), El misterio de todos los días (1999), Últimas noticias del paraíso, (Premio Alfaguara de Novela 2000), Un millón de luces (2004), Presentimientos (2008, cuya versión cinematográfica la ha sido dirigida por Santiago Tabernero), Lo que esconde tu nombre, que obtuvo en 2010 el Premio Nadal de Novela y el premio Mandarache (votado 3000 jóvenes estudiantes) y que la lanzó con gran éxito al mercado internacional, y Entra en mi vida(2012), cuyos méritos literarios le valieron el legendario premio Cartelera Turia. También ha sido galardonada con el premio Germán Sánchez Ruipérez al mejor artículo sobre Lectura publicado en 2006 en el diario El País. Y la Comunidad de Castilla-La Mancha le concedió la Medalla de Oro en 2012.Su obra se ha traducido a más de veinte países con más de un millón de ejemplares vendidos.

© Javier Palacios

Una metáfora de la ceguera y el miedo de nuestra sociedad

“—Pero ¿qué puedo hacer para que no me pase nada?—Debes rebajar el miedo al mínimo, porque el miedo es caníbal, se alimenta de la inteligencia,

la devora y no te quedará suficiente para aprender y existir en toda tu plenitud. Cuando tengas miedo expulsa todo el aire que puedas en una bolsa de plástico, ciérrala fuerte y tírala lejos.”

Patricia es una mujer ingenua cuya vida está marcada por la apariencia, por las falsas verdades, por el miedo a no ser lo suficientemente delgada, lo suficientemente guapa. Le aterra enfrentase a la verdad y este miedo es contra el que la protagonista deberá luchar a lo largo de la novela para poder seguir viviendo.

Clara Sánchez ha creado con este libro y este personaje una magnífica metáfora de nuestros días, de la desconfianza que impera en nuestra sociedad, de los personajes malignos que la destruyen, de nuestra propia ceguera y la cobardía colectiva para descubrir la verdad y luchar contra quienes nos hacen daño. Y todo esto enmarcado en el mundo de la moda, quizá uno de los ambientes donde esta ceguera colectiva es más evidente.

La novela habla también de los vampiros emocionales, de esos personajes capaces de absorber la energía, que obligan a quienes tienen a su lado a cumplir sus deseos, a someterse a su voluntad. Es el caso de Elías, el marido de Patricia, un personaje que apenas aparece en la novela y que, sin embargo, la sobrevuela como un ave de mal agüero. El amor del que se habla en esta novela es un sentimiento destructivo, una especie de adicción.

Combinando con gran habilidad varios géneros narrativos, El cielo ha vuelto podría definirse como una historia intimista narrada con ritmo y elementos de thriller al que se le añaden ciertos toques esotéricos. Como contrapunto de una historia muy actual, muy pegada a la realidad, la autora toca aspectos de la sabiduría ancestral: símbolos, mensajes ocultos en objetos, elixires, personajes, como Viviana, cercanos a lo mágico, que crean un ambiente turbador y sorprendente.

La autora utiliza un narrador, la propia protagonista, tan ignorante de lo que le rodea que el lector sabe que falta algo, que hay algo que no encaja, algo que irá descubriendo a la vez que lo hace la propia narradora. En el fondo, Patricia sabe que su marido es un pintor de segunda, que nunca tendrá éxito; sabe que sus padres la explotan, que su hermana la utiliza, pero sus palabras dicen lo contrario. Se engaña, enmascara la realidad que se cierne a su alrededor como una tela de araña invisible y que ella se niega a reconocer. Así, lo que parecía maravilloso comienza a ser amenazante, todas sus estupendas relaciones con la gente que la rodea, y que antes consideraba perfectas, empiezan a mostrar aspectos oscuros en los que antes no había reflexionado. Todo se desmorona. Su confianza en la gente, su seguridad en sí misma.

Patricia se convertirá en una especie de detective de su propia vida sin tener ni idea de todo lo que desconoce de cuantos la rodean. Y, por primera vez mira la realidad cara a cara, sin los subterfugios que ella misma se inventaba.

Clara Sánchez ha creado un personaje muy bien elaborado, muy complejo, lleno de inseguridades y matices, pero con una gran fuerza narrativa, y una trama sin fisuras, donde todo encaja a la perfección. El cielo ha vuelto es una novela inquietante porque enfrenta al lector a sus propios miedos cotidianos. Una historia muy bien elaborada, con múltiples lecturas, desde la reflexión casi filosófica hasta la trama detectivesca y con un estilo y un ritmo que atrapan desde el primer momento.

“Le dije que prefería no saber cómo funciona el mundo, porque antes de saberlo era feliz.—Antes serías feliz —dijo Irina con algo parecido a la bondad en sus ojos—, pero ahora eres

mejor.”

Dossier de prensa PVP: 19,50 €Nº Págs.: 320

El buen hijoÁngeles González-Sinde

Finalista premio planeta 2013

Una comedia agridulce en la que el protagonista quiere que su vida cambiepero se preguntará ¿quién te enseña a vivir de otra manera?

¿dónde se aprende a madurar?

El brillante debut literario en la literatura para adultos de la cineasta Ángeles González-Sinde es una gran comedia de sentimientos, perplejidad y desconcierto frente al mundo que nos ha tocado vivir.

Vicente tiene treinta y seis años y lleva una vida tranquila, junto a su madre, atendiendo la clientela de la papelería de la familia en una zona no demasiado comercial de un barrio de una gran ciudad. El padre de Vicente murió de un infarto cuando este tenía diecisiete años, y sus planes de estudiar Filología Inglesa y viajar por el mundo quedaron en nada. Vicente vive con su madre y tiene una hermana, Nuria, que trabaja en una multinacional de productos de limpieza ya que nunca se quiso ocupar del negocio de la familia. La vida sentimental de Nuria es caótica. Tiene tres hijos de tres padres distintos y acaba de comenzar una relación con Jorge, un hombre algo más joven que ella. La vida sentimental de Vicente tampoco ha sido exitosa: ha tenido algunas novias pero todas le dejaron sin que él haya conseguido averiguar la causa. Su última novia fue Blanca, una mujer algo mayor que él a la que Vicente admira y en la que confía mucho.

Vicente adora a su perro, Parker y, sobre todo, a su gran amigo, José Carlos, un hombre fuerte y decidido, todo lo contrario a Vicente, con una discapacidad que le obliga a ir en silla de ruedas y que mantiene desde hace años una apasionada relación con una mujer casada. Todos sus amigos opinan que Vicente debe casarse, tener hijos, madurar… ¿pero cómo se hace eso si no lo has hecho nunca antes? A Vicente la sola idea le da bastante pereza.

Así están las cosas cuando la madre de Vicente se cae de un taburete en la trastienda de la papelería y se rompe un brazo. Una circunstancia nimia que, sin embargo, hará que el rumbo regular, apacible y confortable de Vicente de un giro sustancial y cambie para siempre.

La ausencia de su madre en la papelería y un extraño sueño en el que su padre le pregunta qué ha hecho con su alma, le sirven de revulsivo. Tiene que hacer algo con su vida y decide proponer a su madre comprarle su parte de la papelería, asunto con el que ella no parece estar muy de acuerdo.

El día siguiente al enfrentamiento con su madre, a Vicente nada le sale bien. Su organizada rutina

de poner el café en la trastienda se ve trastocada por una serie de casualidades que terminan por

llevarle a desayunar a una cafetería. Y allí, una chica rumana le entrega un papel escrito a mano en el que se ofrece para trabajar. Sin pensárselo dos veces, Vicenta la llama para que ayude a su madre en la casa mientras esté con el brazo escayolado. Pero su madre, una mujer independiente y un poco gruñona no la quiere en casa y la manda a la papelería para que ayude a Vicente.

Corina, así se llama la chica rumana, tiene buena voluntad. Es dispuesta y trabajadora pero tiene un defecto: es muy terca, niega sistemáticamente cualquier error y eso, unido a su curioso uso del idioma, acabará crispando bastante a Vicente, acostumbrado a estar solo y a su aire. Sin embargo, un día todo va a cambiar. Un pequeño golpe de cadera de Corina da al traste con la indiferencia de Vicente, que adora las caderas femeninas. Ese sutil roce, ese movimiento de la dependienta despertará en Vicente emociones muy poco profesionales. Y en eso está cuando Corina le cuenta que ese día es su cumpleaños y que cumple treinta y seis, la misma edad que Vicente. Y Vicente, cómo no, la invita a comer. En la comida, Corina habla mucho, de su país, de su hija adolescente que sigue en Rumanía y, sobre todo, de lo que le parece España, un país de derrochones y quejicas. Como era inevitable, después de la comida, cuando Vicente se ofrece para llevarla a su trabajo de la tarde, se besan en el coche.

“La poderosa onda expansiva de este beso me hizo pasar la tarde nerviosísimo, con un grado de agita ción que si me hubiera tomado la tensión seguro que la hubiera encontrado disparada. Y de pronto se me ocurrió: el cambio que necesi taba en mi vida, el despegue, no empezaría por cam biar las escrituras de la tienda y ponerla a mi nombre, sino que empezaría por lo sentimental. ¿Cómo no me había dado cuenta antes?”

Vicente se lanza a la conquista de Corina, hasta que una noche consigue llevarla a un hotel porque ella, según dice, vive con unos compatriotas y no pueden ir a su casa, como tampoco a la de Vicente, claro. Muy pronto, las creencias religiosas de Corina empiezan a darle quebraderos de cabeza: no puede quedar con ella los fines de semana; es tiempo de su iglesia.

“Pertenece a un culto de estos que no sé si son protestantes o qué son, que, además de prohibirle comer cerdo o marisco (qué tiene que ver el marisco con Dios nunca lo en tenderé), por lo visto prohíben beber alcohol.”

Pero eso no es lo peor. Tras su primera noche, que deja a Vicente enamorado y dispuesto a todo, Corina da marcha atrás, parece que nada ha pasado y no hace caso de la insistencia de Vicente para verse otra vez. Él no quiere agobiarla, pero no entiende nada y tampoco qué ha pasado para que Corina haya dado un frenazo brusco a la relación.

Vicente está desesperado por la indiferencia de Corina y decide ir hasta su casa para hablar con ella. La espera dentro del coche, pero para su asombro, la ve llegar en otro vehículo con otro hombre y sacar del maletero las cajas de material desaparecido de la papelería además de un pedido “extraviado” del centro de belleza junto a su tienda, que pertenece a su amiga Laura. Pero Vicente está completamente enamorado y decide cerrar los ojos a la realidad y no decirle nada.

“Yo estaría más vigilan te para ayudarla a no robar. Bueno, que no era ni un robo. Se trataba de un hurto, que legalmente no puedes ni denunciar una cosa así, todos los comer ciantes lo sabemos.

Porque si seguíamos hablando y besándonos durante el tiempo suficiente, estaba seguro de que ella iría contándome lo que le pasaba. Porque algo muy grave te tenía que pasar para hacer algo tan horrible como robar a un amigo que te dio trabajo sin conocerte porque le gustó tu letra.”

Hasta que de repente, Corina desaparece, y cuando Vicente va en busca de la verdad, lo que encuentra le deja estupefacto y comprende que su relación con Corina pertenece más a su imaginación que a la realidad.

“Pasé una semana como alma en pena en la que fui consciente de que lo único que me debía importar era sobrevivir, llegar a la noche y al sueño.”

Sin embargo, algo ha cambiado en Vicente: el deseo de hacer cosas, de no dejarse llevar por la inercia, de seguir sus sueños.

“Entendí entonces que dejar la casa de mi ma dre, comprar la papelería, irme de viaje o echarme una novia, cualquier opción que eligiera, de poco me iba a servir si no liquidaba al sheriff deshonesto que no es otra cosa que el miedo. Miedo era lo que yo sentía, lo que me acompañaba en ese momento. Me había acostum brado de tal manera a ese miedo que ya no le daba ese nombre, su materia se había convertido en mi ma teria y vivía en mi piel y en mi musculatura, que se habían adaptado a él como un traje de neopreno.”

En torno a la autora

Ángeles González-Sinde (Madrid, 1965) lleva dedicándose a la escritura desde 1991. Ha escrito más de quince largometrajes y muchas horas de ficción televisiva. También ha escrito obras de teatro y publicado cuatro novelas infantiles. Estudió Filología Clásica en la Universidad Complutense, aprendió escritura cinematográfica en distintas universidades españolas y culminó su formación cinematográfica en el American Film Institute de Los Ángeles con una beca Fullbright. Antes de dedicarse profesionalmente al cine, González-Sinde trabajó como traductora, promotora de conciertos, redactora de prensa femenina, profesora en escuelas de cine y en una editorial literaria. Tiene dos Premios Goyas -uno como guionista por La buena estrella y otro como directora novel por La suerte dormida- así como el Premio Edebé de Literatura infantil por Rosanda y el arte de birli birloque.

Ha sido Presidenta de la Asociación de Guionistas, ALMA, miembro de la Junta Directiva de DAMA, entidad de gestión de autores audiovisuales, Presidenta de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España y Ministra de Cultura del Gobierno de España del 2009 al 2011.

El buen hijo es su primera novela.

©Elena López de La Madrid

Caída y ascenso del antihéroe

“A mí Dios no me dice nada, y las religiones organizadas, mu cho menos. Será también parte del legado de esos militantes del PCE que me criaron. Pero, aunque no crea en Dios, sí creo en las almas. Creo en el rastro que los humanos dejamos en los objetos que tocamos, creo en la huella que unas personas imprimimos en otras, a veces positiva, a veces negativa, en ocasiones porque nos conoce mos y otras sin conocernos de nada a través de una canción o un libro o una pluma bien diseñada y gra ta a la mano.”

Contada en primera persona y con estilo ágil, directo y muy visual, Ángeles González-Sinde da voz a un treintañero pusilánime, conformista y algo patético que ve pasar la vida sin enfrentarla. Un hombre al que le da miedo arriesgar y deja que sean los demás los que decidan por él, un hombre corriente que decide, por primera vez en su vida, ser responsable de su destino y enfrentarse a la vida sin dejarse llevar por la inercia, porque, como él mismo protagonista dice, las vidas corrientes no se forman a base de grandes actos, sino de minucias. Y eso es de lo que trata esta novela, de las aparentes minucias que son la esencia de la vida.

González-Sinde utiliza un estilo muy realista y un sentido del humor muy sutil que impregna todo el relato, donde la música tiene un papel muy importante, casi como si fuera la banda sonora de la historia del protagonista. El lector se identifica con Vicente en sus miedos, sus debilidades e inseguridades; es un antihéroe tan bien dibujado que despierta la empatía del lector y también, como buen antihéroe, las ganas de darle alguna que otra sacudida. Vicente es un hombre que, como ejemplo, tiene Canal Plus por el fútbol aunque no le gusta, pero, como todo el mundo habla de fútbol, pues hay que saber de fútbol. Así es Vicente, contempla la vida desde la barrera hasta que el encuentro con Corina, una mujer con toda la fuerza que le falta a él, se convierte en un revulsivo contra su inacción y su miedo a vivir.

El buen hijo es también una curiosa historia de amor, un amor en una sola dirección, o tal vez no. Es, más bien, la historia de un enamoramiento excéntrico que se sustenta en los silencios y el miedo a la verdad.

El lector asiste a un momento fundamental en la vida de un ser humano: ese momento en que se descubre con deseos de avanzar, de dejar atrás la monotonía, lo ya sabido, lo cómodo, lo previsible y adentrarse en un mundo distinto, más peligroso pero mucho más atractivo.

Es una novela intimista sustentada en una primera persona honesta, que no se deja nada en el tintero, que es sincera incluso para confesar lo peor de sí mismo. Una novela llena de inteligentes reflexiones sobre la vida, la muerte, la familia, el paso del tiempo, el miedo a vivir y el miedo a defraudar a los otros. Una novela cargada de emoción y también de ironía. Es una historia fundamentalmente optimista, que confía en la capacidad del ser humano para reinventarse y seguir sus sueños a pesar de las dificultades. Aparentemente sencilla, cotidiana,

guarda, sin embargo, en su interior una gran carga de profundidad porque trata de la esencia más íntima del ser humano.

“Y me dije: así es como me gustaría ser siempre, un tipo alegre, con planes, un tipo que siempre está inventando, me gustaría poder zambullirme en ese estado de ánimo igual que te tiras a una piscina, que te da repelús el agua fría pero luego nadas, igual que te pones un disco y, según la voz te va cantando al oído y la guitarra te va meciendo en la melodía, te sientes hondo y ardien te.”