Jose Carlos Mariategui

12
La Revolución y los pueblos originarios Ponencia ante la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana Antimperialismo y frente único propuesta NUESTRA ediciones Selección de escritos JOSE CARLOS MARIATEGUI Socialismo creación heroica del pueblo

Transcript of Jose Carlos Mariategui

Page 1: Jose Carlos Mariategui

1

ediciones

Socialismocreación heroica

del pueblo

propuesta

NU

ESTR

ALa Revolución

y los pueblosoriginarios

Ponencia ante laPrimera

ConferenciaComunista

Latinoamericana

Antimperialismo yfrente único

propuesta

NU

ESTR

A

ediciones

Selección de escritos

JOSE CARLOS MARIATEGUI

Socialismocreación heroicadel pueblo

Page 2: Jose Carlos Mariategui

2

Casi con este mismo título, hace tresaños, la editorial argentina Quipo publi-caba una selección de escritos del granperuano. Decíamos entonces en el pró-logo que José Carlos Mariátegui ocupa

un lugar muy especial y que, con él, con su praxis y suteoría, el marxismo en Latinoamérica intentó abando-nar los límites en que lo encerraba la imitación demodelos europeos y rechazando también la absoluti-zación del ejemplo soviético (cuyos límites, agrega-mos, la historia y los hechos hicieron evidentes desdela muerte de Lenin y el abandono de sus concepcio-nes) tomó su propio rumbo de cara a la realidad delcontinente y a la búsqueda de una estrategia revolu-cionaria que a partir de esta realidad, y desde el mar-xismo, delinee su camino propio.

En un breve texto autobiográfico, Mariátegui relataasí los inicios de su trayectoria:

“Nací en el 85 (1885). A los catorce años entré dealcanza-rejones en un periódico. Hasta 1919 trabajéen el periodismo. Desde 1918, nauseado de la políticacriolla, me orienté resueltamente hacia el socialismo.Viajé por Europa, residí dos años en Italia, donde des-posé una mujer y algunas ideas. A mi vuelta al Perú, enreportajes, conferencias, artículos, inicié mi trabajo deinvestigación de la realidad nacional, conforme almétodo marxista. En 1924 estuve a punto de perder lavida. Perdí una pierna y quedé muy delicado. Me olvi-daba: soy un autodidacta”.

Estos son los comienzos, pero más tarde Mariátegui,con su única pierna y su salud endeble, fundó el Par-tido Socialista (adherido a la Tercera InternacionalComunista, y luego, después de su muerte, denomi-nado Partido Comunista), la paradigmática revistaAmauta y la Confederación General de Trabajadoresdel Perú. En la mencionada revista decía Mariáteguien 1928: “No queremos ciertamente que el socialis-mo sea en América calco y copia. Debe ser creaciónheroica. Tenemos que dar vida con nuestra propiarealidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismoindoamericano”.

En 1995, ante el centenario del nacimiento de Mariá-tegui, la Fisyp (Fundación de investigaciones socialesy políticas) publicó un volumen de textos dedicados él,firmados por Mario Alderete, Aníbal Quijano, MiguelMazzeo, Néstor Kohan, Alberto Plá, Ariel Bignami, JulioGambina y Daniel Campione. De la contribución deKohan extraemos estas líneas: “Para enfrentar la des-bandada ideológica, no se trata de estudiar a Mariáte-gui como un curioso espécimen disecado. No se tratade hacer arqueología. Por lo menos no con Mariátegui. El desafío es redescubrir la herejía del peruano paraseguir combatiendo en las actuales circunstanciascontra las nuevas ortodoxias, las nuevas catedrales,los nuevos dogmas. Mariátegui subversivo, ése es elque incomoda a los que se quieren adaptar. Ese es elMariátegui que nos interesa”.

Cuando se llevó a cabo la Primera Conferencia Co-munista Latinoamericana, Mariátegui, enfermo, nopudo participar personalmente, pero sus tesis -inclui-das en esta selección- fueron eje de un importantedebate donde sus contrincantes principales fueronVictorio Codovilla y J. Humbert-Droz, un bujarinistaque representó a la Internacional Comunista.

Con el tiempo (que suele poner orden en muchascosas, aunque no siempre) los que atacaron las con-cepciones de Mariátegui en aquella reunión cayeronen el anonimato o en el desprestigio, o ambos. Encambio el legado de Mariátegui, que entonces quedóaislado y hostigado, es recogido hoy por fuerzas revo-lucionarias y por nuevas generaciones de combatien-tes en América Latina y en el mundo. En Perú es unreferente nacional de masas, y varias fuerzas políticasde izquierda, así como la central obrera, reclaman suideario. El viraje revolucionario del 16 Congreso de loscomunistas argentinos enarboló su nombre junto con

los de Marx, Lenin, Gramsci y el Che. Como Gramsci,precisamente, Mariátegui protagonizó un serio esfuerzopor aplicar el marxismo a nuevas épocas y nuevosescenarios nacionales y continentales. Su concepciónclasista es la que hoy rescatamos en función de lastareas revolucionarias en nuestro país, en el continen-

LA IMAGINACIONSUBVERSIVA

te y el mundo. Con esta nueva entrega de EdicionesNuestra Propuesta nos proponemos contribuir a unmejor conocimiento de su vida, de su ejemplo ético ypolítico, y de su obra.

Ariel Bignami

Page 3: Jose Carlos Mariategui

3

ediciones

Socialismocreación heroica

del pueblo

propuesta

NU

ESTR

A

1En el final de la introducción a su obra cumbre: Siete

ensayos de interpretación de la realidad peruana, JoséCarlos Mariátegui anotó lo siguiente: “Otra vez repito queno soy un crítico imparcial y objetivo. Mis juicios se nutrende mis ideales, de mis sentimientos, de mis pasiones. Tengouna declarada y enérgica ambición: la de concurrir a lacreación del socialismo peruano. Estoy lo más lejos posi-ble de la técnica profesoral y del espíritu universitario”.Salvando las distancias, obvias y comprensibles, yo tam-bién quisiera destacar que mis reflexiones sobre la vigen-cia del pensamiento Mariáteguista no son las de un “pací-fico” profesor universitario o las de un neutro historiador delas ideas sociales latinoamericanas, sino las de un militan-te político, comunista desde 1967. Y debo decir que ellugar desde donde pienso a Mariátegui no es un lugarcómodo: se sabe que los dirigentes del Partido Comunistade la época mantuvieron con él diferencias sustancialesen cuestiones de fondo y que además practicaron contrasu obra el metodo del ocultamiento mediante el sencillo -y perverso- recurso de ignorarlo. Si la palabra no tuvieratantas implicancias para nosotros, podríamos decir que lo“desaparecieron” del debate, como a tantos otros que noencajaban en la supuesta “ortodoxia” de la Academia deCiencias de la Urss: Lukács, Luxemburg, Benjamin, ymás cercanos el salvadoreño Shafick Jorge Handal oManuel Piñeyro Lozada, comandante de la RevoluciónCubana.

Lo que se sabe menos, de lo que casi no se habla, essobre la influencia decisiva que tuvo para los comunistasargentinos la recuperación del pensamiento mariáteguistaen el proceso de viraje, integral y rotundo, iniciado en el 16Congreso y que llevó -en palabras de Patricio Echegaray-, a una verdadera refundación del Partido, o dicho de otromodo, a que el actual sea un nuevo Partido Comunista quese reconoce en la tradición iniciada en 1896 con la funda-ción del Partido Socialista, que valora la fundación delPartido Socialista Internacional de 1918, pero que consi-dera que los cambios iniciados en el 16 Congreso hanmodificado radicalmente su estrategia, su cultura políticay el modo de abordar el marxismo.

2Quisiera arrancar señalando algo obvio, pero que dema-

siadas veces se deja de lado: Mariátegui era un revolucio-nario marxista confeso que, por mero ejemplo, escribió enla declaración de principios del Partido Socialista: “La ideo-logía que adoptamos es la del marxismo-leninismo mili-tante y revolucionario, doctrina que aceptamos en todossus aspectos: filosófico, político y económico social. Losmétodos que sostenemos y propugnamos son los del so-cialismo revolucionario y ortodoxo”. Y que los debates quemantiene con el Secretariado Sudamericano de la Interna-cional Comunista en el marco de la Primera Conferenciade Partidos Comunistas de junio de 1929, a la que nopuede asistir por razones de salud, es un debate entrepares, entre revolucionarios que buscan los mejores cami-nos para abrir paso a la revolución socialista. En el prologoque Aníbal Quijano escribe a los Siete Ensayos para Bi-blioteca Ayacucho dice que “Mariátegui no fue ciertamenteni el primero ni el único que antes de 1930, contribuyó a laintroducción del marxismo en América Latina, y a la edu-cación y organización política de la clase obrera de estospaíses dentro del socialismo revolucionario. En la mismaépoca, actuaban Recabarren en Chile, Codovilla y Ponceen Argentina, Mella en Cuba, Pereyra en Brasil y las prime-ras ideas marxistas ya habían comenzado antes a circularen pequeños cenáculos en México, a través de Rhodaka-naty y otros. Inclusive, algunos de ellos, pudieron quizás,acceder a un conocimiento intelectual del marxismo máselaborado que el de Mariátegui. ¿Por qué, entonces, cuan-do todos los demás sólo pueden ser estudiados ante todopor razones históricas, Mariátegui sigue vigente? ¿Por qué,no obstante las insuficiencias y las incongruencias de su

formación de pensador marxista, ocupa un lugar decisivoen nuestro actual debate?”, a lo que se contesta más ade-lante: “al hecho de haber sido, entre todos los que contri-buyeron a la implantación del marxismo en la AméricaLatina de su tiempo, el que más profunda y certeramentelogró apropiarse -y no importa si de modo más intuitivo quesistemático y elaborado o cruzado con preocupacionesmetafísicas- aquello que, como Melis apunta “confiere unvalor auténticamente científico (revolucionario pues, A.Q.)al marxismo”. Esto es, su calidad de marco y punto departida para investigar, conocer, explicar, interpretar y cam-biar una realidad histórica concreta, desde adentro de ellamisma en lugar de ceñirse a la “aplicación” del aparatoconceptual marxista como una plantilla clasificatoria y no-minadora, adobada de retórica ideológica, sobre una rea-lidad social determinada.”

¿Qué es lo que se discutía en aquella reunión de 1929?El carácter de la revolución en América Latina, las fuerzasque pueden abrirle paso, la cuestión indígena, el modo deorganización del partido de los revolucionarios y la políticade alianzas que se debe desplegar. Mariátegui presentaen dicho evento dos ponencias que por la proximidad consu muerte (solo diez mesesantes de ella) pueden consi-derarse parte de su pensa-miento más maduro y comple-mento armónico de los SieteEnsayos: uno es El problemade las razas en América Lati-na y el otro es Punto de vistaAntimperialista.

3En la primera de ellas expo-

ne un balance lapidario sobrela colonización española y susupuesto progreso histórico:“La colonización de la Améri-ca Latina por la raza blancano ha tenido en tanto, comoes fácil probarlo, sino efectosretardatarios y deprimentes enla vida de las razas indígenas.La evolución natural de éstasha sido interrumpida por alopresión envilecedora delblanco y del mestizo”, paraluego definir desde una visión

MARIATEGUI YLOS COMUNISTASARGENTINOS

clasista la dimensión económica-social de la cuestión: “Lla-mamos problema indígena a la explotación feudal de losnativos en la gran propiedad agraria”, y denunciar el papelde las clases propietarias: “Los elementos feudales o bur-gueses, en nuestros países, sienten por los indios, comopor los negros y mulatos, el mismo desprecio que los im-perialistas blancos. El sentimiento racial actúa en esta clasedominante en un sentido absolutamente favorable a lapenetración imperialista. Entre el señor o el burgués criolloy sus peones de color, no hay nada de común. La solida-ridad de clase se suma a la solidaridad de raza o de pre-juicio, para hacer de las burguesías nacionales instrumen-tos dóciles del imperialismo yanqui o británico”.

Y lejos de cualquier idealización, aunque más lejos de lasubestimación, de las posibilidades de la liberación de losindios, afirma: “Las posibilidades de que el indio se elevematerial e intelectualmente dependen del cambio de lascondiciones económico-sociales. No están determinadaspor la raza sino por la economía y la política. La raza, porsí sola, no ha despertado ni despertaría al entendimientode una idea emancipadora. Sobre todo, no adquiriría nun-ca el poder de imponerla y realizarla”, por lo que propugnala incorporación de los indios a la lucha revolucionaria apesar de que “la barrera del idioma se interpone entre lasmasas campesina indias y los núcleos obreros revolucio-narios de raza blanca o mestiza. Pero a través de propa-gandistas indios, la doctrina socialista, por la naturalezade sus reivindicaciones, arraigará prontamente en lasmasas indígenas”, porque él piensa que “el realismo deuna política socialista segura, y precisa en la apreciacióny utilización de los hechos sobre los cuales le toca actuaren estos países, puede y debe convertir el factor raza enfactor revolucionario”. Y concluye la ponencia con un pro-nostico que hoy se pone a prueba en Chiapas, en Ecuador,en Bolivia, en el mismo Perú y la América nuestra toda:“Una conciencia revolucionaria indígena tardará quizás enformarse; pero una vez que el indio haya hecho suya laidea socialista, le servirá con una disciplina, una tenacidady una fuerza, en la que pocos proletarios de otros mediospodrán aventajarlo”.

Por este enfoque sobre la cuestión indígena, y su valo-ración del comunismo primitivo de los incas, Mariátegui vaa ser acusado de romántico, en el sentido peyorativo debuscar en un pasado, imposible de retornar, la solución alos problemas actuales. Michel Lowy en un estudio delmarxismo romántico publicado en la revista América Librede abril de 1993 hace una defensa del romanticismo revo-lucionario de Mariátegui. Caracteriza al romanticismo comola crítica de la sociedad burguesa moderna a partir de

José Carlos Mariátegui, a los 10 años de edad. Allado de su hermano Julio César. 1904. FotoEspañola de A. Gomez Villalobos, Lima. En elreverso manuscrito de Amalia La Chira Vda. deMariátegui.

José Carlos Mariátegui, con su hermano Julio César, Angela Ramos, Carlos A.Velásquez, su hijo Sandro y Ricardo Martínez de la Torre, en la Fiesta delArbol, Vitarte 1929.

Page 4: Jose Carlos Mariategui

4

valores sociales, culturales, éticos, estéticos o religiososprecapitalistas y reconoce en él un amplio rango de varie-dades desde el conservador al revolucionario. Afirma quelos propios Marx y Engels son parte de dicha tradición alconcebir el comunismo moderno como el restablecimientode ciertos rasgos de las comunidades primitivas, por su-puesto que en las nuevas condiciones del desarrollo socialy económico. En una carta de Marx a Vera Zasúlich, en1881, se afirma que la abolición del capitalismo significaráel regreso de las sociedades modernas al tipo “arcaico” depropiedad comunal, un renacimiento del tipo de sociedadarcaico bajo una forma superior. Lowy afirma que desdefines del siglo 19º hay dos tendencias en el marxismo: unaes la corriente positivista y evolucionista de Plejanov, Kauts-ky, la 2ª y la 3ª internacionales bajo la hegemonía de Stalin,en la que se piensa al socialismo como continuación ycoronamiento de la civilización industrial burguesa desdeun determinismo que mucho tiene de positivismo. La otraes la romántica revolucionaria que critica las ilusiones delprogreso y formula una dialéctica utópica revolucionaria.Mariátegui y el Che, dos de los máximos exponentes delmarxismo latinoamericano, se inscriben nítidamente endicha tradición.

Mucho se ha escrito de la batalla de Mariátegui contra elpositivismo, que se fundamenta en el papel de dicha doc-trina en la justificación -en nombre del progreso y la moder-nización- del sistema de dominación liberal burgués delpresidente peruano Leguía (1919/1930) que él sufrió encarne propia durante casi toda su vida política activa, y enlucha contra quien apeló a todas las armas disponibles,incluidas algunas provistas por el idealismo de Bergson,poco se ha pensado en que, a la inversa, es la aceptaciónpasiva del positivismo por parte de los fundadores de latradición marxista entre nosotros una de las causas pro-fundas de los límites que nos atenazaron tempranamentey que desembocarían en que en aquellos debates del 29quedáramos del otro lado que Mariátegui.

También dirá Mariátegui: “A Lenin se le atribuye una fraseque enaltece Unamuno en su La agonía del cristianismo:la que pronunciara una vez, contradiciendo a alguien quele observaba que su esfuerzo iba contra la realidad: ¡Tantopeor para la realidad ! El marxismo, donde se ha mostradorevolucionario -vale decir donde ha sido marxismo- no haobedecido nunca a un determinismo pasivo y rígido” des-de un perfil antiposibilista que conviene destacarse por-que, así como la izquierda marxista de principios de sigloestuvo fuertemente inficionada por el positivismo y el libe-ralismo, desde la derrota estratégica de 1976 la izquierda

ha estado afectada fundamentalmente por el posibilismoque nos ha atacado en cuatro oleadas: la del alfonsinismode 1983, la de la supuesta renovación del peronismo de1987, la del chachismo que frustró al Frente Grande en1997 y la actual de Kirchner, que de algún modo asume ycontinúa a todas ellas. Mariátegui confiaba en la fuerzamoral de los revolucionarios, y su visión del papel del mitoes equiparable, en mi opinión, a la noción de factor subje-tivo que años más tarde practicaría el Che. Los dos valoranaltamente la subjetividad como esfera de disputa del podery como ámbito de construcción de fuerza revolucionaria.

4Como dice Mariátegui en su Punto de vista antimperialis-

ta: “(...) las burguesías nacionales, que ven en la coopera-ción con el imperialismo la mejor fuente de provechos, sesienten lo bastante dueñas del poder político para no pre-ocuparse seriamente de la soberanía nacional y que porello no tienen ninguna predisposición a admitir la necesi-dad de luchar por la segunda independencia”, como sos-tenían el Apra de Haya de la Torre y el Secretariado Sud-americano de la Internacional Comunista y la delegaciónargentina encabezada por Codovilla y Paulino GonzálezAlberdi. Se niega a aceptar el tratamiento de NuestraAmérica con el molde de las colonias asiáticas o africanascomo propone el Secretariado Sudamericano de la Inter-nacional, por boca de su secretario Humbert Droz: “Lospaíses de América Latina, a pesar de su independenciapolítica formal, son países semicoloniales, los cuales de-ben ser examinados del punto de vista de nuestra tácticaen los países coloniales y semicoloniales ”, por lo que el “elmovimiento revolucionario en América Latina puede sercaracterizado como una revolución campesina y antimpe-rialista” y, en consecuencia, “entra en la categoría de loque se ha convenido en llamar una revolución democráti-co burguesa”.

Mariátegui responde: “Pretender que en esta capa socialprenda un sentimiento de nacionalismo revolucionario,parecido al que en condiciones distintas representa un fac-tor de lucha antimperialista en los países semicolonialesavasallados por el imperialismo en los últimos decenios enAsia, sería un grave error” . “El antimperialismo, admitidoque pudiese movilizar al lado de las masas obreras y cam-pesinas, a la burguesía y pequeña burguesía nacionalistas(ya hemos negado terminantemente esa posibilidad) noanula el antagonismo entre las clases, no suprime su dife-rencia de intereses (...) El asalto del poder por el antimpe-rialismo, como movimiento demagógico populista, si fueseposible, no representaría nunca la conquista del poder porlas masas proletarias, por el socialismo”.

Enfrenta Mariátegui decididamente la concepción de quehay que completar el desarrollo capitalista en América La-tina, concepción que se defendía en el Partido Comunistaargentino todavía en 1942 delsiguiente modo: “Nosotros,comunistas, estamos dis-puestos a no plantear ningu-na demanda política o socialque trabe o impida el desarro-llo libre y progresista del capi-talismo. Por desarrollo progre-sista entendemos un desarro-llo que impulse y vivifique losrecursos naturales del país yque tome en consideraciónsus intereses y, en particular,los de su población laborio-sa”, en palabras de su secre-tario Arnedo Alvarez. Culto alprogreso, capitalismo “nor-mal”, nada nuevo bajo el solcomo se ve hay hoy en lostransversales kirchneristas.

Por el contrario, ya en 1929Mariátegui escribe que “lacreación de la pequeña pro-piedad, la expropiación de loslatifundios, la liquidación delos privilegios feudales, no soncontrarios a los intereses del imperialismo, de un modoinmediato. Por el contrario, en la medida en que los reza-gos de feudalidad entraban en el desenvolvimiento de unaeconomía capitalista, ese movimiento de liquidación de la

feudalidad, coincide con las exigencias del crecimientocapitalista, promovido por las inversiones y los técnicosdel imperialismo: que desaparezcan los grandes latifun-dios, que en su lugar se constituya una economía agrariabasada en lo que la demagogia burguesa llama la “demo-cratización” de la propiedad del suelo, que las viejas aris-tocracias se vean desplazadas por una burguesía y unapequeña burguesía más poderosa e influyente -y por lomismo más apta para garantizar la paz social- nada deesto es contrario a los intereses del imperialismo”. Y porello, afirma “...nuestra misión es explicar y demostrar a lasmasas que sólo la revolución socialista opondrá al avancedel imperialismo una valla definitiva y verdadera”. Y con-cluye con una síntesis brillante: “...somos antimperialistasporque somos marxistas, porque somos revolucionarios,porque oponemos al capitalismo el socialismo como siste-ma antagónico, llamado a sucederlo, porque en la luchacontra los imperialismos extranjeros cumplimos nuestrosdeberes de solidaridad con las masas revolucionarias deEuropa”.

Ahora bien, ¿cómo es que se llega a conclusiones con-trapuestas sobre la misma realidad en discusión por partede gente que tiene los mismos propósitos? Porque Mariá-tegui llega a las conclusiones expuestas después de estu-diar apasionadamente la historia del Perú y la realidadeconómica, social y cultural de los explotados y humilladosde su tierra (cuatro millones de indios sobre cinco millonesde peruanos) y Humbert Droz, y quienes lo apoyaban,recorren el camino inverso: trasladan un esquema supues-tamente valido para los países asiáticos a un continentedesconocido. Para Mariátegui el marxismo es una herra-mienta interpretativa, una guía para la acción; para Droz yCodovilla, una ideología omnipotente con respuestas paratodo, aun para lo no estudiado. Mariátegui analiza el sis-tema de dominación vigente en la época desde una pers-pectiva histórica: así va a demostrar que la república (frutode la independencia) va a contener rasgos de continuidaddel virreinato y éste de la conquista de América por laEspaña colonialista. “La revolución americana, en vez delconflicto entre la nobleza terrateniente y la burguesía co-merciante, produjo en muchos casos su colaboración, yapor la impregnación de ideas liberales que acusaba laaristocracia, ya porque ésta en muchos casos no veía enesa revolución sino un movimiento de emancipación de lacorona de España. La población campesina, que en elPerú era indígena, no tenía en la revolución una presenciadirecta, activa. El programa revolucionario no representa-ba sus reivindicaciones”. Es desde el análisis de la historiaamericana que Mariátegui va a negar potencialidad revo-lucionaria a las capas nativas de la burguesía (la así llama-da burguesía nacional) que nació pactando con la oligar-quía y creció del brazo del imperialismo, británico primero,yanqui después. Es en la historia que Mariátegui encuen-tra razones para que el socialismo tenga raíces america-

nas y por ello clamará “No queremos, ciertamente, que elsocialismo sea en América calco y copia. Debe ser crea-ción heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propiarealidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo in-

Foto de su credencial de prensa comocorresponsal de El Tiempo en Italia - 1921

José Carlos Mariátegui alrededor de la mesa del Restaurant Campestre Il PiccoloEden de la ciudad de Nervi (Genova)

Page 5: Jose Carlos Mariategui

5

ediciones

Socialismocreación heroica

del pueblo

propuesta

NU

ESTR

A

doamericano. He aquí una misión digna de una genera-ción nueva”.

Y ese llamado es el que escucharon los comunistas queprotagonizaron el viraje del Partido Comunista iniciadodesde el análisis de un hecho puntual: el apoyo a la formu-la del Partido Justicialista en las elecciones de 1983, cul-minación de una larga serie de actos de seguidismo afracciones civiles o militares de la burguesía. Una vez rotoel mito de la infalibilidad de las direcciones, el debate fueabordando todos y cada uno de los problemas acumula-dos en tantos años: del análisis del hecho electoral a latáctica durante la dictadura militar, luego al debate sobreel peronismo y de allí al Congreso del 29 para comprenderque no se podía discutir la política sin poner en cuestión elmodo de comprender el marxismo. En cada uno de estosdebates, la lectura de Mariátegui fue decisiva en la com-prensión del carácter de la revolución que madura enAmérica Latina, socialista y con tareas de liberación nacio-nal, sin dudar; en la descalificación de la vulgata del con-cepto de burguesía nacional que encadenado a la luchapor la revolución democrática burguesa y la subordinaciónde cada destacamento revolucionario nacional a la tácticade salvar el socialismo real, nos llevó a la Unión Democrá-tica en 1946 y que hoy lleva a los herederos de aquelladeformación teórica a apoyar el gobierno de Kirchner; enla valoración del carácter especifico del desarrollo históri-co de América Latina al que hemos calificado como el“continente de la esperanza” en 1990 cuando tantos aban-donaban el campo de la revolución para subirse al carro delos supuestos vencedores; en la comprensión de que lalucha por la revolución se hace más desde el corazón y lossentimientos que desde el bolsillo y el estomago; y acasomás que nada en esa lección extraordinaria del Mariáteguique se para frente a la realidad y la mira como un desafíoa transformar, nunca como un muro imposible de derribar.

El Mariátegui que nosotros vemos vigente es el de lalucha por el socialismo que lleva adelante el pueblo cuba-no, el de la Revolución Bolivariana en Venezuela, el deldesafío al poder que protagonizan las Fuerzas ArmadasRevolucionarias de Colombia, el de la búsqueda de cami-nos propios para construir poder popular en Brasil, Bolivia,Uruguay y casi toda Nuestra América. Y con toda humildadcreemos que la recuperación del Che y de Mariátegui porparte de los revolucionarios argentinos es un buen antído-to para tanta predica posibilista y de claudicación que emanade las lujosas usinas de la Tercera Vía, la antítesis másabsoluta de dicho pensamiento.

José Ernesto Schulman

Punto de vistaantimperialistaTesis presentada a la Primera ConferenciaComunista Latinoamericana (Buenos Aires,junio de 1929).

1°- ¿Hasta qué punto puede asimilarse la sitaución delas repúblicas latinoamericanas a la de los países semico-loniales? La condición económica de esas repúblicas es,sin duda, semicolonial, y, a medida que crezca su capita-lismo y, en consecuencia, la penetración imperilista, tiene

que acentuarse este carácter de su eco-nomía. Pero las burguesías nacionales,que ven en la cooperación con el imperia-lismo la mejor fuente de provechos, sesienten lo bastante dueñas del poder po-lítico para no preocuparse seriamente dela soberanía nacional. Estas burguesías,en Sudamérica, que no conoce todavía,salvo Panamá, la ocupación militar yan-qui, no tienen ninguna predisposición aadmitir la necesidad de luchar por la se-gunda independencia, como suponía in-genuamente la propaganda aprista. Elestado, o mejor la clase dominante, noecha de menos un grado más amplio ycierto de autonomía nacional. La revolu-ción de la independencia está relativamen-te demasiado próxima, sus mitos y símbo-los demasiado vivos, en la conciencia dela burguesía y la pequeña burguesía. La

ilusión de la soberanía nacional se conserva en sus prin-cipales efectos. Pretender que en esta capa social prendaun sentimiento de nacionalismo revolucionario, parecidoal que en condiciones distintas representa un factor de lalucha antimperialista en los países semicoloniales avasa-llados por el imperialismo en los últimos decenios en Asia,sería un grave error.

Ya en nuestra discusión con los dirigentes del aprismo,reprobando su tendencia a proponer a la América Latinaun Kuo Min Tang, como modo de evitar la imitación euro-peísta y acomodar la acción revolucionaria a una aprecia-ción exacta de nuestra propia realidad, sosteníamos hacemás de un año la siguiente tesis:

“La colaboración con la burguesía, y aun de muchos ele-mentos feudales, en la lucha antimperialista china, seexplica por razones de raza, de civilización nacional queentre nosotros no existen. El chino noble o burgués sesiente entrañablemente chino. Al desprecio del blanco porsu cultura estratificada y decrépita, corresponde con eldesprecio y el orgullo de su tradición milenaria. El antim-perialismo en la China puede, por tanto, descansar en elsentimiento y en el factor nacionalista. En Indoamérica lascircunstancias no son las mismas. La aristocracia y laburguesía criollas no se sienten solidarizadas con el pue-blo por el lazo de una historia y de una cultura comunes.En el Perú, el aristócrata y el burgués blancos, desperre-cian lo popular, lo nacional. Se sienten, ante todo, blancos.El pequeño burgués mestizo imita este ejemplo. La bur-guesía limeña fraterniza con los capitalistas yanquis, y auncon sus simples empleados, en el Country Club, en elTennis y en las calles. El yanqui desposa sin inconvenientede raza ni de religión a la señorita criolla, y ésta no sienteescrúpulos de nacionalidad ni de cultura en preferir el ma-trimonio con un individuo de la raza invasora. Tampocotiene este escrúpulo la muchacha de la clase media. La“huchafita” que puede atrapar un yanqui empleado de Graceo de la Foundation lo hace con la satisfacción de quiensiente elevarse su condición social. El factor nacionalista,por estas razones objetivas que a ninguno de ustedes

escapa seguramente, no es decisivo ni fundamental en lalucha antimperialista en nuestro medio. Sólo en los paísescomo la Argentina, donde existe una burguesía numerosay rica, orgullosa del grado de riqueza y poder en su patria,y donde la personalidad nacional tiene por estas razonescontornos más claros y netos que en estos países retarda-dos, el antimperialismo puede (tal vez) penetrar fácilmneteen los elementos burgueses; pero por razones de expan-sión y crecimiento capitalistas y no por razonbes de justiciasocial y doctrina socialista como es nuestro caso”.

La traición de la burguesía china, la quiebra del Kuo MinTang, no eran todavía conocidas en toda su magnitud. Unconocimiento capitalista, y no por razones de justicia so-cial y doctrinaria, demostró cuán poco se podía confiar,aun en países como la China, en el sentimiento naciona-lista revolucionario de la burguesía.

Mientras la política imperialista logre “manéger” los sen-timientos y formalidades de la soberanía nacional de estosestados, mientras no se vea obligada a recurrir a la inter-vención armada y a la ocupación militar, contará absoluta-mente con la colaboración de las burguesías. Aunqueenfeudados a la economía imperialista, estos países, omás bien sus burguesías, se considerarán tan dueños desus destinos como Rumania, Bulgaria, Polonia y demáspaíses “dependientes” de Europa.

Este factor de la sicología políti-ca no debe ser descuidado en laestimación precisa de las posibi-lidades de la acción antimperia-lista en la América Latina. Su rele-gamiento, su olvido, ha sido unade las características de la teori-zación aprista.

2°- La divergencia fundamentalentre los elementos que en el Perúaceptaron en principio el Apra -como un plan de frente único, nun-ca como partido y ni siquiera comoorganización en marcha efectiva-y los que fuera del Perú la definie-ron luego como un Kuo Min Tanglatinoamericano, consiste en quelos primeros permanecen fieles ala concepción económico-socialrevolucionaria del antimperialis-mo, mientras que los segundosexplican así su posición: “Somosde izquierda (o socialistas) por-

que somos antimperialistas”. El antimperialismo resultaasí elevado a la categoría de un programa, de una actitudpolítica, de un movimiento que se basta a sí mismo y queconduce, espontáneamente, no sabemos en virtud de quéproceso, al socialismo, a la revolución social. Este concep-to lleva a una desorbitada superestimación del movimien-to antimperilaista, a la exageración del mito de la lucha porla “segunda independencia”, al romanticismo de que esta-mos viviendo ya las jornadas de una nueva emancipación.De aquí la tendencia a reemplazar las ligas antimperialis-tas con un organismo político. Del Apra, concebida inicial-mente como frenteúnico, como alianza popular, como blo-que de clases oprimidas, se pasa al Apra definida como elKuo Min Tang latinoamericano.

El antimperialismo, para nosotros, no constituye ni pue-de constituir, por sí solo, un programa político, un movi-miento de masas apto para la conquista del poder. El an-timperialismo, admitido que pudiese movilizar al lado delas masas obreras y campesinas, a la burguesía y peque-ña burguesía nacionalistas (ya hemos negado terminante-mente esta posibilidad) no anula el antagonismo entre lasclases, no suprime su diferencia de intereses.

Ni la burguesía, ni la pequeña burguesía en el poderpueden hacer una política antimperialista. Tenemos laexperiencia de México, donde la pequeña burguesía haacabado por pactar con el imperialismo yanqui. Un gobierno

José Carlos Mariátegui y sus cuatro hijos, Lima, 1929

Anna Chiappe y José Carlos Mariátegui. Patio de la Casa deWashington. Foto de José Malanca, Lima, 1929

Page 6: Jose Carlos Mariategui

6

“nacionalista” puede usar, en sus relaciones en los EstadosUnidos, un lenguajem distinto que el gobierno de Leguía enel Perú. Este gobierno es francamente, desenfadadamentepanamericanista, monroísta; pero cualquier otro gobiernoburgués haría, prácticamente, lo mismo que él, en materiade empréstitos y concesiones. Las inversiones del capitalextranjero en el Perú crecen en estrecha y directa relacióncon el desarrollo económico del país, con la explotación desus riquezas naturales, con la población de su territorio, conel aumento de las vías de comunicación. ¿Qué cosa puedeoponer a la penetración capitalista la más demagógicapequeña burguesía? Nada, sino palabras. Nada, sino unatemporal borrachera naciconalista. El asalto del poder porel antimperialismo, como movimiento demagógico populis-ta, si fuese posible, no representaría nunca la conquista delpoder por las masas proletarias, por el socialismo. La revo-lución socialista encontraría su más encarnizado y peligro-sos enemigo -peligroso por su confusionismo, por la dema-gogia-, en la pequeña burguesía afirmada en el poder, ga-nado mediante sus voces de orden.

Sin prescindir del empleo de ningún elemento de agita-ción antimperialista, ni de ningún medio de movilización delos sectores sociales que eventualmente pueden concurrira esta lucha, nuestra misión es explicar y demostrar a lasmasas que sólo la revolución socialista opondrá al avancedel imperialismo una valla definitiva y verdadera.

3°- Estos hechos diferencias la situación de los paísessudamericanos de la situación de los países centroameri-canos, donde el imperialismo yanqui, recurriendo a la in-tervención armada sin ningún reparo, provoca una reac-ción patriótica que puede fácilmnete ganar al antimperia-lismo a una parte de la burguesía y la pequeña burguesía.La propaganda aprista, conducida personalmente por Hayade la Torre, no parece haber obtenido en ninguna otraparte de América mayores resultados. Sus prédicas con-fusionistas y mesiánicas, que, aunque pretenden situarseen el plano de la lucha económica, apelan, en realidad,particularmente a los factores raciales y sentimentales,reúnen las condiciones necesariras para impresionar a lapequeña burguesía intelectual. La formación de partidosde clase y poderosas organizaciones sindicales, con claraconciencia clasistas, no se presenta destinada en esospaíses al mismo desenvolvimiento inmediato que en SudAmérica. En nuestros países el factor clasista es másdecisivo, está más desarrollado. No hay razón para recu-rrir a vagas fórmulas populistas tras de las cuales no pue-den dejar de prosperar tendencias reaccionarias. Actual-mente el aprismo, como propaganda, está circunscripto aCentro América; en Sud América, a consecuencia de ladesviación populista, caudillista, pequeño-burguesa, quelo definía como Kuo Min Tang latinoamerciano, está en unaetapa de liquidación total. Lo que resuelva al respecto elpróximo Congreso Antimperialista de París, cuyo voto tie-ne que definir la unificación de los organismos antimperia-listas y establecer la distinción entre las plataformas yagitaciones antimperialistas y las tareas de la competen-cia de los partidos de clase y las organizaciones sindica-les, pondrá término absolutamente a la cuestión.

4- ¿Los intereses del capitalismo imperialista coincidennecesaria y fatalmente en nuestros países con los intere-ses feudales y semifeudales de la clase terrateniente? ¿Lalucha contra la feudalidad se identifica forzosa y comple-tamente con la lucha antimperialista? Ciertamente; el ca-pitalismo imperialista utiliza el poder de la clase feudal, entanto que la considera la clase políticamente dominante.Pero, sus intereses económicos no son los mismos. Lapequeña burguesía, sin exceptuar a la más demagógica,si atenúa en la práctica sus impulsos más marcadamentenacionalistas, puede llegar a la misma estrecha alianzacon el capitalismo imperialista. El capital financiero sesentirá más seguro, si el poder está en manos de una clasesocial más numerosa, que, satisfaciendo ciertas reivindi-caciones apremiosas y estorbando la orientación clasistade las masas, está en mejores condiciones que la vieja yodiada clase feudal de defender los intereses del capita-lismo, de ser su custodio y su ujier. La creación de la pe-queña propiedad, la expropiación de los latifundios, la li-quidación de los privilegios feudales, no son contrarios alos intereses del imperialismo, de un modo inmediato. Porel contrario, en la medida en que los rezagos de feudalidadentraban el desenvolvimiento de una economía capitalis-ta, ese movimiento de la liquidación de la feudalidad coin-

cide con las exigencias del crecimiento capitalista, promo-vido por las inversiones y los técnicos del imperialismo;que desaparezcan los grandes latifundios, que en su lugarse construya una economía agraria basada en lo que lademagogia burguesa llama la “democratización” de la pro-piedad del suelo, que las viejas aristocracias se vean des-plazadas por una burguesía más poderosa e influyentes -y por lo mismo más apta para garantizar la paz social-,nada de esto es contrario a los intereses del imperialismo.En el Perú, el régimen leguiísta, aunque tímido en la prác-tica ante los intereses de los latifundistas y gamonales,que en gran parte le prestan su apoyo, no tiene ningúninconveniente en recurrir a la demagogia, en reclamarcontra la feudalidad y sus privilegios, en tronar contra lasantiguas oligarquías, en promover la distribución del sueloque hará de cada peón agrícola un pequeño propietario.De esta demagogia saca el leguiísmo, precisamente, susmayores fuerzas. El leguiísmo no se atreve a tocar la granpropiedad. Pero el movimiento natural del desarrollo capi-talista -obras de irrigación, explotación de nuevas minas,etcétera- va contra los intereses y privilegios de la feuda-lidad. Los latifundistas, a medida que crecen las áreascultivables, que surgen nuevos focos de trabajo, pierdensu principal fuerza: la disposición absoluta e incondicionalde la mano de obra. En Lambayeque, donde se efectúanactualmente obras de regadío, la actividad capitalista de lacomisión técnica que las dirige, y que preside un expertonorteamericano, el ingeniero Sutton, ha entrado pronta-mente en conflicto con las conveniencias de los grandesterratenientes feudales. Estos grandes terratenientes son,principalmente, azucareros. La amenaza de que se lesarrebate el monopolio de la tierra y del agua, y con él elmedio de disponer a su anotojo de la población de traba-jadores saca de quicio a esta gente y la empuja a unaactitud que el gobierno, aunque muy vinculado a muchosde sus elementos, califica de subversiva o antigobiernista.Sutton tiene las características del hombre de empresacapitalista norteamericano. Su mentalidad, su trabajo,chocan al espíritu feudal de los latifundistas. Sutton haestablecido, por ejemplo, un sistema de distribución de lasaguas, que reposa en el principio de que el dominio deellas pertenece al estado; los latifundistas consideraban elderecho sobre las aguas anexo a su derecho sobre latierra. Según su tesis, las aguas eran suyas; eran y sonpropiedad absoluta de sus fundos.

5º- ¿Y la pequeña burguesía, cuyo papel en la luchacontra el imperialismo se superestima tanto, es como sedice, por razones de explotación económica, necesaria-mente opuesta a la penetración imperialista? La pequeñaburguesía es, sin duda, la clase social más sensible alprestigio de los mitos nacionalistas. Pero el hecho econó-mico que domina la cuestión, es el siguiente: en paísesde pauperismo español, donde la pequeña burguesía,por sus arraigados prejuicios de decencia, se resiste a laproletarización; donde ésta misma, por la miseria de lossalarios no tiene fuerza económica para transformarla enparte en clase obrera; donde imperan la empleomanía, elrecurso al pequeño puesto del estado, la caza del sueldoy del puesto “decente”; el establecimiento de grandesempresas que, aunque explotan enormemente a sus em-pleados nacionales, representan siempre para esta cla-se un trabajo mejor remunerado, es recibido y considera-do favorablemente por la gente de clase media. La em-presa yanqui representa mejor sueldo, posibilidad de as-cención, emancipación de la empleomanía del estado,donde no hay porvenir sino para los especuladores. Estehecho actúa, con una fuerza decisiva, sobre la concien-cia del pequeño burgués, en busca o en goce de un pues-to. En estos países, de pauperismo español, repetimos,la situación de las clases medias no es la constatada enlos países donde estas clases han pasado un período delibre concurrencia, de crecimiento capitalista propicio a lainiciativa y al éxito individuales, a la opresión de los gran-des monopolios.

En conclusión, somos antimperialistas, porque somosmarxistas, porque somos revolucionarios, porque opone-mos al capitalismo el socialismo como sistema antagóni-co, llamado a sucederlo, porque en la lucha contra losimperialismos extranjeros cumplimos nuestros deberes desolidaridad con las masas revolucionarias de Europa.

Lima, 21 de mayo de 1929

Antecedentes ydesarrollo dela accion clasistaEscrito para el Congreso Constituyente dela Confederación Síndical Latinoamericana,Montevideo, mayo de 1929.

Las primeras manifestaciones de propaganda ideológicarevolucionaria son en el Perú las que suscita, a principiosdel siglo actual, el pensamiento radical de González Pra-da. Poco después de que González Prada se separa de-nitivamente de la política, fracasado el intento del PartidoRadical, aparecen los primeros grupos libertarios. Algunosobreros, que se interesan por estas ideas entran en con-tacto con González Prada, a quien su decepción en lalucha política empuja a una posición anárquica. Se cons-tituyen pequeñas agrupaciones libertarias que se limitan ainiciar la propaganda de sus ideas, sin proponerse por elmomento ninguna otra acción. González Prada colabora,con seudónimo o sin firma, en eventuales hojas acrátas:Los Parias, El Hambriento. Algunos radicales y masones,amigos de Gonzáles Prada, simpatizan con esta propa-ganda, sin comprometerse de frente en ella. Aparecenotras hojas efímeras: Simiente Roja, etcétera. La únicaque llega a adquirir permanencia es La Protesta que da sunombre al primer grupo anárquico de acción persistente.

La Federación de Panaderos Estrella del Perú, se pre-senta como el primer gremio en el cual influyen las ideasrevolucionarias. Es en una actuación de los panaderosdonde González Prada pronuncia, el 1º de Mayo de 1905,su discurso sobre los intelectuales y el proletariado, repro-ducido en el Nº 8 de Labor.

El movimiento billinghurista obtiene la adhesión de algu-nos elementos participantes en estas escaramuzas ideo-lógicas; el más importante de ellos es un ex libertario, Carlosdel Barzo, artesano que más tarde interviene en el intentode organización de un Partido Socialista y que figura algu-na vez como candidato obrero a una diputación por Lima.El billinghurismo tuvo a su lado, asimismo, al líder de lashuelgas portuarias de esa época, Fernando Vera; pero, alasimilárselo, hizo de él un “capitulero”. Bajo el gobierno deBillinghurst el mutualismo amarillo, al servicio de todos losgobiernos se prestó a una actitud de cordialidad con losobreros chilenos. Una comisión de estas sociedades obre-ras, asupiciada por el gobierno, visitó Chile, donde secambiaron entre representantes más o menos falsos deuno y otro proletariado palabras de reonciliación y amis-tad. El grupo anárquico del Perú que trabajaba entoncespor dar vida a una Federación Regional Obrera Peruanaenvió a Chile, desconociendo a la delegacion oficial, visa-da por el billinghurismo, al obrero Otazú, que en el país delsur fue recibido por trabajadores de la misma filiación. Sepuede decir, pues, que las primeras manifestaciones deinternacionalismo de los peruanos corresponde a este tiem-po. Y hay que tener siempre en cuenta, en el primer caso,su carácter de manifestaciones conectadas con la políticade la cancillería, en tratos con la de Chile para arreglar lacustión de Tacna y Arica.

Derribado Billinghurst, contra el gobierno militar de Be-navides, González Prada publica un semanario: La Lucha;y Carlos del Barzo, El Motín; pero ambos periódicos repre-sentan sólo una protesta contra el régimen militar, unarequisitoria contra sus abusos. Por la filiación ideológicade sus directores, cabe sin embargo relacionarlos con elmovimiento social. Del Barzo sufre prisión y deportación;y González Prada un juicio de imprenta.

Bajo el gobierno de Pardo, los efectos de la guerra euro-pea en la situación económica influyen en la agitaciónsocial y en el orientamiento ideológico. Un grupo sindica-lista predomina sobre los ácratas en la labor entre las masas.Barzo dirige algunas huelgas de zapateros y organiza elsindicato de trabajadores de esta industria en la capital. Lapropaganda anarco-sindicalista penetra en la campiña deHuacho, produciendo una agitación sangrientamente re-primida por las autoridades de Pardo. La lucha por lasocho horas en 1918 consiente a los anarco-sindicalistasllevar su propaganda a las masas en forma intensa. Elgremio textil, animador la lucha, adquiere un papel influ-yente en la acción clasista. Son ya varios los estudiantesque han entrado en relación con los grupos obreros avan-

Page 7: Jose Carlos Mariategui

7

ediciones

Socialismocreación heroica

del pueblo

propuesta

NU

ESTR

A

zados. Frente a la lucha por las ocho horas se produce unadeclaración oficial de la Federación de Estudiantes de sim-patía con las reividicaciones obreras. La masa de los es-tudiantes no tenía la menor idea del alcance de estas re-vindicaciones y creía que el papel de los universitarios erael de orientar y dirigir a los obreros.

En este tiempo, se inicia en la redacción del diarió opo-sicionista El Tiempo, muy popular entonces, un esfuerzopor dar vida a un grupo de propaganda y concentraciónsocialistas. La dirección del periódico, ligada a los grupospolíticos de oposición, es extraña a este esfuerzo, querepresenta exclusivamente el orientamiento hacia el so-cialismo de algunos jóvenes escritores, ajenos a la políti-ca, que tienden a imprimir a las campañas del diario uncarácter social. Estos escritores son César Falcón, JoséCarlos Mariáteguí, Humberto del Aguila y algún otro que,unidos a otros jóvenes intelectuales afines, publican amediados de 1918 una revista de combate: Nuestra Epo-ca. Un artículo antiarmamentista de Mariátegui provocauna violenta protesta de los oficia1es del ejército que, ennumeroso grupo, invaden la redacción de El Tiempo don-de trabaja el articulista para agredirlo. Nuestra Epoca notrae un programa socialista, pero aparece como un esfuer-zo ideológico y propagandístico en este sentido. A los dosnúmeros, cesa de publicarse, desaprobada por la empre-sa periodística a la que prestan sus servicios sus principa-les redactores; pero éstos prosiguen en sus gestiones porcrear un Comité de Propaganda Socialista. Se une a ellosotro redactor de El Tiempo, Luis Ulloa, procedente delantiguo Partido Radical, quien con motivo de sus campa-ñas periodísticas contra los “hambreadores del pueblo” serelaciona con los sindicalistas. Se constituye el Comitécon la adhesión de Del Barzo y algunos obreros próximosa él y de los dos grupos de estudiantes, (ya profesionalesalgunos) que han tomado parte hasta entonces en agita-ción obrera. El grupo tiende a asimilarse todos los elemen-tos capaces de reclamarse del socialismo sin exceptuaraquellos que provienen del radicalismo gonzález-pradistay se conservan fuera de los partidos políticos. Una parte delos elementos que lo componen, dirigida por Luis Ulloa, sepropone la inmediata transformación del grupo en partido;la otra parte, en la que se cuentan precisamente los inicia-dores de su fundación, sostienen que debe ser mantenidocomo Comité de Propaganda y Organización Socialistas,mientras su presencia no tenga arraigo en las masas. Elperíodo no es propio para la organización socialista; algu-nos de los elementos del comité redactan un periódico:Germinal, que adhiere al movimiento leguiísta; Mariátegui,Falcón y sus compañeros se separan, finalmente, del gru-po que acuerda su aparición como partido el l° de Mayo de1919.

Al mismo tiempo que estas gestiones, algunos elemen-tos procedentes del billinghurismo y otros, por cuenta deun ex demócrata, presunto candidato a la presidencia dela república, efectúan otras por crear un Partido Obrero.Propuesta al comité socialista la fusión de ambos grupos,la rechaza. El acto inaugural del Partido es fijado para el 1°de Mayo de 1918; pero reunida una asamblea popular,convocada por los promotores de este partido en un teatrode la capital, Gutarra orador sindicalista denuncia la tras-tienda política y eleccionaria de sus gestiones y saca a lamultitud a la calle en son de demostración clasista.

La tentativa de partido socialista fracasa porque a lamanifestación del l° de Mayo de 1919 sigue la gran huelgageneral del mismo mes en la que los dirigentes de esegrupo evitan toda acción, abandonando a las masas y,tomando, más bien, una actitud contraria a su acción revo-lucionaria. Ausente Luis Ulloa del país y muerto Carlos delBarzo, el comité del partido se disuelve sin dejar huellaalguna de su actividad en la conciencia obrera.

El movimiento estudiantil de la Reforma Universitariaacerca, en la misma forma que en otros países latinoame-ricanos, la vanguardia estudiantil al proletariado. El PrimerCongreso de Estudiantes del Cuzco, celebrado en 1919,acuerda la creación de las universidades populares; y en1921 el grupo de vanguardia de este congreso, encabeza-do por Haya de la Torre, funda la Universidad PopularGonzález Prada en Lima y Vitarte. El Congreso Obrero deLima aprueba un voto de adhesión a la obra de culturapopular de estas universidades. Pero los obreros no con-fían mucho en la perseverancia de los estudiantes; y parano suscitar ningún recelo, las universidades populares seabstienen de todo trabajo de orientación ideológica delproletariado. De otro lado, la mayoría de los estudiantes de

las universidades populares carece de esta orientación;en lo tocante a la cuestión social va a aprender, más bienque a enseñar, al lado del proletariado. Un cambio se iniciacon la acción del 23 de Mayo, dirigida y animada por laUniversidad Popular con el concurso de los obreros orga-nizados. Mariátegui regresa en este tiempo de Europa conel propósitode trabajar por la organización de un partido declase. Las universidades populares, queestán en su apogeo, con motivo de las jor-nadas del 23 de Mayo, le ofrecen su tribunay él la acepta. Desarrolla un curso de con-ferencias sobre la crisis mundial, en la queexplica el carácter revolucionario de estacrisis. Los anarquistas se muestran hosti-les a esta propaganda, sóbre todo por ladefensa de la Revolución Rusa a que enparte se contrae; pero Mariátegui obtienela solidaridad de la Universidad Popular yde sus adherentes más entusiastas de lasorganizaciones obreras. Como órgano dela juventud libre, pero más exactamente delas universidades populares comienza a pu-blicarse en abril de 1923 Claridad. Su orien-tación es “clartista”; corresponde, sobretodo, al espíritu de lá agitación estudiantil.Deportado Haya de la Torre, con ocasióndel descubrimiento de una conspiración delos partidarios de don Germán Leguía yMartínez, que sirve de pretexto para casti-gar su acción del 23 de Mayo acusándolefalsamente de relación con políticos delviejo régimen, en los días en que se cajea-ba el N° 4 de Claridad, Mariátegui asumesu dirección. El N° 5 señala el principio deun franco orientamiento doctrinario en elque Claridad abandona el tono estudiantil.Desde ese número, Claridad aparece comoórgano de la Federación Obrera Local. Per-seguida por la policía, el proletariadó orga-nizado ha querido ampararla con su solida-ridad formal. Mariátegui inicia la organiza-ción de una sociedad editora obrera para lapublicación de la revista, y con vistas a lade un diario; pero en este tiempo se enfer-ma gravemente y escapa a la muerte a costade la amputación de la pierna derecha.

De fines de 1924 a principios de 1925 larepresión de la vanguardia estudiantil seacentúa. Son deportados los más activosde los elementos de la Universidad Popu-lar y la Federación de Estudiantes: Herre-ra, Bustamante, Rabines, Hurwitz, Terreros, Lecaros,Seoane, Heysen, Cornejo, Pavletich, etcétera. También sedeporta al secretario de la Federación Obrera Local, Arce-lles, y a dos de los dirigentes de la organización indígena.Las actividades de la Universidad Popular son, sin embar-go, mantenidas por un grupo animoso y perseverante.Empieza, en este periodo, a discutirse la fundación delApra, a instancias de su iniciador Haya de al Torre, quedesde Europa se dirige en este sentido a los elementos devanguardia del Perú. Estos elementos aceptan, en princi-pio, el Apra, que hasta por su título se presenta como unaalianza o frente único.

En setiembre de 1926, como órgano de este movimiento,como tribuna de “definición ideológica”, aparece Amauta.La Federación Obrera Local convoca a un segundo Con-greso Obrero. Mariátegui, director de Amauta, en una cartaa este congreso, que carece de un trabajo serio de prepa-ración, advierte la inoportunidad de un debate de tenden-cias doctrinarias, proponiendo la organización de los tra-bajadores con un programa de “unidad proletaria”, la cons-titución de una central nacional basada en el principio de“lucha de clases”. Pero las tendencias llevan al congresosus puntos de vista, empeñándose una discusión desor-denada sobre la doctrina clasista a la que debía adherir elproletariado organizado. Es este el instante que el ministrode Gobierno de entonces, interesado en aumentar su im-portancia política, amenazada por las rivalidades de círcu-los, con una actuación sensacional, escoge para una re-presión en gran estilo. En la noche del 5 de junio, se sor-prende aparatosamente una reunión de la sociedad edito-ra obrera Claridad, a la que se había citado como de ordi-nario por los periódicos. La misma noche se apresa en susdomicilios a los más conocidos y activos militantes de las

organizaciones obreras y algunos intelectuales y universi-tarios. Una información oficial anuncia, en todos los dia-rios, la detención de todas estas personas en una reunión,presentada como clandestina. El ministro de Gobierno,Manchego Muñoz, afirma, sin empacho, que ha descu-bierto nada menos que un complot comunista. El órganocivilista El Comercio, reducido al silencio desde los prime-ros tiempos del gobierno leguiísta, y conocido por sus vin-culaciones con la plutocracia del antiguo régimen, aprue-ba editorialmente esta represión así como las medidasque le siguen: clausura de Amauta, cierre de los talleres dela Editorial Minerva donde se imprimía por cuenta particu-lar de sus redactores-editores, detención de José CarlosMariátegui a quien, dadas sus condiciones de salud, sealoja en el Hospital Militar de San Bartolomé. Cerca decincuenta militantes fueron llevados a la isla de San Loren-zo; muchos más sufrieron breve detención en los calabo-zos de la policía; otros, perseguidos, tuvieron que ocultar-se. La policía notificó a los que quedaban en libertad quela Federación Obrera Local, la Federación Textil y otrasorganizaciones del mismo carácter, debían ser considera-das disueltas y que toda actividad sindicalista estaba se-veramente prohibida. No dejaron de manifestar su aplau-so a estas medidas, igual que El Comercio, que no tuvoreparo en complacerse expresamente de la supresión deAmauta, los elementos mutualistas amarillos, incondicio-nalmente a órdenes de éste como de todos los gobiernos,así como un sedicente y flamante “partido laborista”, fun-dado por algunos empleados cesantes y arribistas, con lacooperación de unos pocos artesanos. Pero era tan des-proporcionada, respecto de los vaguísimos e individualespapeles que pretendía documentarla, la especie de la “cons-

Page 8: Jose Carlos Mariategui

8

piración comunista para destruir el orden social”, que pocoa poco, no obstante estar cerrados los periódicos a todainformación imparcial, se desvaneció la impresión que enlos primeros instantes produjera. Solo encontró acogidaen la prensa una breve carta dirigida por Mariátegui desdeel Hospital Militar desmintiendo rotunda y precisamente,en todas sus partes, la invención policial.

Dos profesores de la Universidad Popular, Carlos M. Coxy Manuel Vásquez Díaz fueron deportados al norte. En lamisma dirección habían sido embarcados antes MagdaPortal y Serafín Delmar. Y cuatro meses más tarde, cuan-do no quedaba en el público vestigio de recuerdo del com-plot, se puso en libertad a los presos de San Lorenzo. Endiciembre de 1927, reapareció Amauta, que de otro modoabría reanudado su publicación en Buenos Aires.

La represión de junio entre otros efectos tiene el de pro-mover una revisión de métodos y conceptos y una elimina-ción de los elementos débiles y desorientados, en el mo-vimiento social. De un lado se acentúa en el Perú la ten-dencia a una organización, exenta de los residuos anarco-sindicales, purgada de “bohemia subversiva”, de otro ladoaparece clara la desviación aprista. Uno de los grupos dedeportados peruanos, el de México, propugna la constitu-ción de un Partido Nacionalista Libertador; Haya define alApra como el Kuo Min Tang latinoamericano. Se produceuna discusión en la que se afirma definitivamente la ten-dencia socialista doctrinaria adversa a toda fórmula depopulismo demagógico e inconcluyente y de caudillaje per-sonalista. Los documentos adjuntos ilustran los términosy resultados de este debate, a partir del cual el movimientoizquierdista peruano entra en una etapa de definitiva orien-tación. Amauta, en su N° 17, el de su segundo aniversario,declara cumplido el proceso de “definición ideológica”,afirmándose categóricamente, marxista. En noviembre del918, aparece Labor como periódico de extensión de laobra de Amauta, para convertirse gradualmente en órganode la reorganización sindical.

El 1° de Mayo yel frente unicoEscrito en 1924

El 1° de Mayo es, en todo el mundo, un día de unidad delproletariado revolucionario, una fecha que reúne en uninmenso frente único internacional a todos los trabajado-res organizados. En esta fecha resuenan, unánimementeobedecidas y acatadas, las palabras de Carlos Marx: “Pro-letarios de todos los países, uníos”. En esta fecha caenespontáneamente todas las barreras que diferencian yseparan en varios grupos y varias escuelas a la vanguar-dia proletaria.

El 1° de Mayo no pertenece a una Internacional, es lafecha de todas las Internacionales. Socialistas, comunis-tas y libertarios de todos los matices se confunden y semezclan hoy en un solo ejército que marcha hacia la luchafinal. Esta fecha, en suma, es una afirmación y una insta-

tación de que el frente único proletario es posible y espracticable y de que a su realizacion no se opone ningúninterés, ninguna exigencia del presente.

A muchas meditaciones invita esta fecha internacional.Pero para los trabajadores peruanos la más actual, la másoportuna, es la que concierne a la necesidad y a la posi-bilidad del frente único. Ultimamente se han producidoalgunos intentos seccionistas. Y urge entenderse, urgeconcretarse para impedir que estos intentos prosperen,evitando que socaven y que minen la naciente vanguardiaproletaria del Perú.

Mi actitud, desde mi incorporación en esta vanguardia,ha sido siempre la de un autor convencido, la de un propa-gandista fervoroso del frente único. Recuerdo haberlodeclarado en una de las conferencias iniciales de mi cursode historia de la crisis mundial. Respondiendo a los prime-ros gestos de resistencia y de aprensión de algunos anti-guos y hieráticos libertarios, más preocupados de la rigi-dez del dogma que de la eficacia y la fecundidad de laacción, dije entonces desde la tribuna de la UniversidadPopular: “Somos todavía pocos para dividirnos. No haga-mos cuestión de etiquetas ni de títulos”.

Posteriormente he repetido estas o análogas palabras. Yno me cansaré de reiterarlas. El movimiento clasista, entrenosotros, es aún muy incipiente, muy limitado, para quepensemos en fraccionarle y escindirle. Antes de que lleguela hora, inevitable acaso, de una división, nos corresponderealizar mucha obra común, mucha labor solidaria. Tene-mos que emprender juntos muchas largas jornadas. Nostoca, por ejemplo, suscitar en la mayoría del proletariadoperuáno, conciencia de clase y sentimiento de clase. Estafaena pertenece por igual a socialistas y sindicalistas, acomunistas y libertarios. Todos tenemos el deber de sem-brar gérmenes de renovación y de difundir ideas clasistas.Todos tenemos el deber de alejar al proletariado de lasasambleas amarillas y de las falsas “instituciones repre-sentativas”. Todos tenemos el deber de luchar contra losataques y las represiones reaccionarias. Todos tenemosel deber de defender la tribuna, la prensa y la organizaciónproletaria. Todos tenemos el deber de sostener las reivin-dicaciones de la esclavizada y oprimida raza indígena. Enel cumplimiento de estos deberes históricos, de estosdeberes elementales, se encontrarán y juntarán nuestroscaminos, cualquiera que sea nuestra meta última.

El frente único no anula la personalidad, no anula la filia-ción de ninguno de los que lo componen. No significa laconfusión ni la amalgama de todas las doctrinas en unadoctrina única. Es una acción contingente, concreta, prác-tica. El programa del frente único considera exclusivamen-te la realidad inmediata, fuera de toda abstracción y detoda utopía. Preconizar el frente único no es, pues, preco-nizar el confusionismo ideológico. Dentro del frente únicocada cual debe conservar su propia filiación y su propioideario. Cada cual debe trabajar por su propio credo. Perotodos deben sentirse unidos por la solidaridad de clase,vinculados por la lucha contra el adversario común, liga-dos por la misma voluntad revolucionaria, y la misma pa-sión renovadora. Formar un frente único es tener una ac-titud solidaria ante un problema concreto, ante una nece-sidad urgente. No es renunciar a la doctrina que cada unosirve ni a la posición que cada uno ocupa en la vanguardia,la variedad de tendencias y la diversidad de matices ideo-lógicos es inevitable en esa inmensa legión humana quese llama el proletariado. La existencia de tendencias ygrupos definidos y precisos no es un mal; es por el contra-rio la señal de un periodo avanzado del proceso revolucio-nario. Lo que importa es que esos grupos y esas tendenciassepan entenderse ante la realidad concreta del día. Que nose esterilicen bizantinamente en exconfesiones y excomu-niones reciprocas. Que no alejen a las masas de la revolu-ción con el espectáculo de las querellas dogmáticas de suspredicadores. Que no empleen sus armas ni dilapiden sutiempo en herirse unos a otros, sino en combatir el ordensocial y sus instituciones, sus injusticias y sus crímenes.

Tratemos de sentir cordialmente el lazo histórico que nosune a todos los hombres de la vanguardia, a todos los ac-tores de la renovación. Los ejemplos que a diario nos vienende fuera son innumerables y magníficos. El más reciente yemocionante de estos ejemplos es el de Germaine Berthon.Germaine Berthon, anarquista, disparó certeramente su re-vólver contra un organizador y conductor del terror blancopor vengar el asesinato del socialista Jean Jaurés. Losespíritus nobles, elevados y sinceros de la revolución, per-ciben y respetan, así, por encirna de toda barrera teórica, la

solidaridad histórica de sus esfuerzos y de sus obras. Per-tenece a los espíritus mezquinos, sin horizontes y sin alas,a las mentalidades dogmáticas que quieren petrificar e in-movilizar la vida en una fórmula rígida, el privilegio de laincomprensión y del egoismo sectarios.

El frente único proletario, por fortuna, es entre nosotrosuna decisión y un anhelo evidente del proletariado. Lasmasas reclaman la unidad. Las masas quieren fe. Y, poreso, su alma rechaza la voz corrosiva, disolvente y pesimis-ta de los que niegan y de los que dudan, y busca la vozoptimista, cordial, juvenil y fecunda de los que afirman y delos que creen.

Programa del PartidoSocialista PeruanoRedactado por José Carlos Mariátegui en octu-bre de 1928, y aprobado en el Comité Centraldel Partido, a comienzos de 1929.

El programa debe ser una declaración doctrinal queafirme:

1.- El carácter internacional de la economía contempo-ránea que no consiente a ningún país evadirse de las co-rrientes de transformación surgidas de las actuales condi-ciones de producción.

2.- El carácter internacional del movimiento revoluciona-rio del proletariado. El Partido Socialista adapta su praxisa las circunstancias concretas del país, pero obedece auna amplia visión de clase, y las mismas circunstanciasnacionales están subordinadas al ritmo de la historia mun-dial. La revolución de la independencia hace más de unsiglo fue un movimiento solidario de todos los pueblossubyugados por España; la revolución socialista es unmovimiento mancomunado de todos los pueblos oprimi-dos por el capitalismo. Si la revolución liberal, nacionalistapor sus principios, no pudo ser actuada sin una estrechaunión entre los países sudamericanos, fácil es compren-der la ley histórica que, en una época más acentuada deinterdependencia y vinculación de las naciones, imponeque la revolución social, internacionalista en sus princi-pios, se opere con una coordinación mucho más discipli-nada e intensa de los partidos proletarios. El Manifiesto deMarx y Engels condensó el primer principio de la revolu-ción proletaria en la frase histórica: “¡Proletarios de todoslos países, unios!”.

3.- El agudizamiento de las contradicciones de la econo-mía capitalista. El capitalismo se desarrolla en un pueblosemifeudal como el nuestro en instantes en que, llegadoa la etapa de los monopolios y del imperialismo, toda laideología liberal, correspondiente a la etapa de la libreconcurrencia, ha cesado de ser válida. El imperialismo noconsiente a ninguno de estos pueblos semicoloniales, queexplota como mercados de su capital y sus mercancías ycomo depósitos de materias primas, un programa econó-mico de nacionálización e industrialismo; los obliga a laespecialización, a la monocultura (petróleo, cobre, azúcar,algodón, en el Perú), sufriendo una permanente crisis deartículos manufacturados, crisis que se deriva de esta rí-gida determinación de la producción nacional, por factoresdel mercado mundial capitalista.

4.- El capitalismo se encuentra en su estadio imperialis-ta. Es el capitalismo de los monopolios, del capital finan-ciero, de las guerras imperialistas por el acaparamiento delos mercados y de las fuentes de materias brutas. La praxisdel socialismo marxista en este período es la del marxis-mo-leninismo. El marxismo-leninismo es el método revo-lucionario de la etapa del imperialismó, y de los mono-poilos. El Partido Socialista del Perú lo adopta como mé-todo de lucha.

5.- La economía precapitalista del Perú republicano que,por la ausencia de una clase burguesa vigorosa y por lascondiciones nacionales e internacionales que han deter-minado el lento avance del país por la vía capitalista, nopuede liberarse bajo el régimen burgués, enfeudado a losintereses capitalistas, coludido con la feudalidad gamona-

Page 9: Jose Carlos Mariategui

9

ediciones

Socialismocreación heroica

del pueblo

propuesta

NU

ESTR

A

lista y clerical, de las taras y rezagos de la feudalidad co-lonial. El destino colonial del país reanuda su proceso. Laemancipación de la economía del país es posible única-mente por la acción de las masas proletarias, solidariascon la lucha antimperialista mundial. Sólo la acción prole-taria puede estimular primero y rea lizar después las ta-reas de la revolución democráticoburguesa que el régi-men burgués es incompetente para desarrollar y cumplir.

6.-El socialismo encuentra, lo mismo en la subsistenciade las comunidades que en las grandes empresas agríco-las, los elementos de una solución socialista de la cuestiónagraria, solución que tolerará en parte la explotación de latierra por los pequeños agricultores, ahí donde el yanaco-nazgo o la pequeña propiedad recomienden dejar a lagestión individual, en tanto que se avanza en la gestióncolectiva de la agricultura, las zonas donde ese género deexplotación prevalece. Pero esto, lo mismo que el estímuloque se presta al libre resurgimiento del pueblo indígena, ala manifestación creadora de sus fuerzas y espíritu nativo,no significa en lo absoluto una romántica y antihistóricatendencia de construcción o resurrección del socialismoincaico, que corresppndió a condiciones históricas com-pletamente superadas y del cual sólo quedan como factoraprovechable dentro de una técnica de producción perfec-tamente científica, los hábitos de cooperación y socialis-mo de los campesinos indígenas. El socialismo presupo-ne la técnica, la ciencia, la etapa capitalista, y no puedeimportar el menor retroceso en la adquisición de las con-quistas de la civilización moderna, sino, por el contrario, lamáxima y metódica aceleración de la incorporación deestas conquistas en la vida nacional.7.- Sólo el socialismo puede resolver el problema de una

educación efectivamente democrática e igualitaria, en vir-tud de la cual cada miembro de la sociedad reciba toda lainstrucción a que su capacidad le dé derecho. El régimeneducacional socialista es el único que puede aplicar plenay sistemáticamente los principios de la escuela única, dela escuela del trabajo, de las comunidades escolares y, engeneral, de todos los ideales de la pedagogía revoluciona-ria contemporánea, incompatible con los privilegios de laescuela capitalista, que condena a las clases pobres a lainferioridad cultural y hace de la instrucción superior elmonopolio de la riqueza.

8.- Cumplida su etapa democrático-burguesa, la revolu-ción deviene, en sus objetivos y su doctrina, revoluciónproletaria. El partido del proletariado, capacitado por lalucha para el ejercicio del poder y el desarrollo de su propioprograma, realiza en esta etapa las tareas de la organiza-ción y defensa del orden socialista.

9.- El Partido Socialista del Perú es la vanguardia delproletariado, la fuerza política que asume la tarea de suorientación y dirección en la lucha por la realización de susideales de clase.

Anexos al programa se publicarán proyectos de tesissobre la cuestión indígena, la situación económica, la lu-cha antimperialista, que, después del debate de las sec-ciones y de las enmiendas que en su texto introduzca elComité Central, quedarán definitivamente formuladas enel Primer Congreso del Partido.

Desde el manifiesto, el partido dirigirá un llamamiento atodos sus adherentes, a las masas trabajadoras, para tra-bajar por las siguientes reivindicaciones inmediatas:• Reconocimiento amplio de la libertad de asociación,

reunión y prensa obreras.• Reconocimiento del derecho de huelga para todos los

trabajadores. Abolición de la conscripción vial.• Sustitución de la ley de la vagancia por los artículos que

consideraban específicamente la cuestión de la vaganciaen el anteproyecto del Código Penal puesto en vigor por elestado, con la sola excepción de esos artículos incompa-tibles con el espíritu y el criterio penal de la ley especial.• Establecimiento de los seguros sociales y de la asisten-

cia social del estado.• Cumplimiento de las leyes de accidentes de trabajo, de

protección del trabajo de las mujeres y menores, de lasjornadas de ocho horas en las faenas de la agricultura.• Asimilación del paludismo en los valles de la costa a la

condición de enfermedad profesional con las consiguien-tes responsabilidades de asistencia para el hacendado.• Establecimiento de la jornada de siete horas en las

minas y en los trabajos insalubres, peligrosos y nocivospara la salud de los trabajadores.

• Obligación de las empresas mineras y petroleras dereconocer a sus trabajadores de modo permanente y efec-tivo, todos los derechos que le garantizan las leyes delpaís.• Aumento de los salarios en la industria, la agricultura, las

minas, los transportes marítimos y terrestres y las islasguaneras, en proporción con el costo de vida y con el dere-cho de los trabajadores a un tenor de vida más elevado.• Abolición efectiva de todo trabajo forzado o gratuito, y

abolición o punición del régimen semi-esclavista en lamontaña• Dotación a las comunidades de tierras de latifundios

para la distribución entre sus miembros en proporción su-ficiente a sus necesidades.• Expropiación, sin indemnización, a favor de las comu-

nidades, de todos los fundos de los conventos y congrega-ciones religiosas.• Derecho de los yanaconas, arrendatarios, etcétera, que

trabajen un terreno más de tres años consecutivos, a ob-tener la adjudicación definitiva del uso de sus parcelas,mediante anualidades no superiores al sesenta por cientodel canon actual de arrendamiento.• Rebaja al menos en un cincuenta por ciento de este

canon, para todos los que continúen en su condición deaparceros o arrendatarios.• Adjudicación a las cooperativas y a los campesinos

pobres, de las tierras ganadas al cultivo por las obras agrí-colas de irrigación.• Mantenimiento, en todas partes, de los derechos reco-

nocidos a los empleados por la ley respectiva.• Reglamentación, por una comisión paritaria, de los de-

rechos de jubilación en forma que no implique el menormenoscabo de los establecidos por la ley.• Implantación del salario y del sueldo mínimo.• Ratificación de la libertad de cultos y enseñanza religio-

sa al menos en los términos del artículo constitucional yconsiguiente derogatoria del último decreto contra las igle-sias no católicas. Gratuidad de la enseñanza en todos susgrados.

Estas son las principales reivindicaciones por las cualesel Partido Socialista luchará de inmediato. Todas ellasresponden a perentorias exigencias de la emancipaciónmaterial e intelectual de las masas. Todas ellas tienen queser activamente sostenidas por el proletariado y por loselementos conscientes de la clase media.

La libertad del partido para actuar públicamente, al am-paro de la constitución y de las garantías que ésta acuerdaa los ciudadanos para crear y difundir sin restricciones suprensa, para realizar sus congresos y debates, es un de-recho reivindicado por el acto mismo de la fundación pú-blica de esta agrupación.

Los grupos estrechamente ligados que se dirigen hoy alpueblo por medio de este manifiesto, asumen resuelta-mente, con la conciencia de un deber y una responsabili-dad históricos, la misión de defender y propagar sus prin-cipios y mantener y acrecentar su organización, a costa decualquier sacrificio. Y las masas trabajadoras de la ciudad,el campo y las minas y el campesinado indígena, cuyosintereses y aspiraciones representamos en la lucha políti-ca, sabrán apropiarse de estas reivindicaciones y de estadoctrina, combatir perseverante y esforzadamente por ellasy encontrar, a través de esta lucha, la vía que conduce ala victoria final del socialismo.

¡Viva la clase obrera del Perú!¡Viva el proletariado mundial!

¡Viva la revolución social!

El proletariadocontra la guerraEn el 15 aniversario de la declaraciónde la Guerra de 1914.

La vanguardia obrera no ha querido que la conmemora-ción de la declaratoria de guerra de 1914 se redujese esteaño a las insólitas paradas del pacifismo internacional, alas inocuas efusiones de lágrimas y palabras de los retó-ricos de la fraternidad humana sobre la tumba de JeanJaurès. Las amenazas de la guerra se han mostrado, enel último año, demasiado próximas para que el realismo de

una vanguardia operante, que mira de frente a los hechos,sin temor de llamarlos por su nombre, se acomode a la fácilrepetición de esas vaguísimas declaraciones pacifistas. Elproletariado mundial ha sentido el deber de hacer esta vezde la conmemoración de la trágica fecha una unánime,disciplinada, multitudinaria demostración contra la guerra.

Y la represión que el franco anuncio del carácter que esteaño tendría la movilización del proletariado contra la gue-rra ha suscitado en diversos países es la prueba más ter-minante de las respuestas que las burguesías se propo-nen dar, en caso de inminencia bélica, a la protesta obrera.Dirigir un llamamiento a las masas trabajadoras para quevigilen alertas contra la insidia imperialista, contra el arma-mentismo, contra la explotación de las querellas y de losrecelos entre los pueblos, significa para la burguesía inter-nacional complotar contra el orden, incitar a la rebelión.¿Qué mejor confesión podían hacer los estados burgue-ses de lo que verdaderamente representan sus pactos ypalabras de paz y de solidaridad entre la política arma-mentista y belicosa, apenas disimulada por uno que otropostizo, y los intereses y los propósitos el capitalismo im-perialista?

El proletariado mundial sabe que los votos platónicos depaz, que las condenaciones genéricas de la guerra, denada sirven. Innumerables había pronunciado la SegundaInternacional, en sus congresos y manifiestos, antes de1914. Ninguna estorbó la deserción de los jefes reformis-tas, la traición a los solemnes pactos a que hasta la vísperade la declaratoria de guerra se había adherido. Los parti-dos socialistas y las agrupaciones sindicales no pudieronhacer nada contra la gran masacre.

Por eso hoy se trata de organizar la resistencia a la gue-rra, a base de la experiencia aleccionadora de 1914-1918,advirtiendo a las masas respecto a todos y cada uno de lospeligros de guerra, denunciando la impotencia y la ficciónde los tratados y convenios imperialistas de desarme y noagresión, oponiendo a la práctica armamentista -que des-miente tan inmediatamente la bella teoría antibélica y pa-cifista- la más vigorosa y metódica crítica, acrecentandolos lazos de fraternidad y solidaridad entre los pueblos,defendiendo contra todas las acechanzas y maquinacio-nes al primer estado socialista, la primera unión de repú-blicas obreras y campesinas.

Nada más contagioso que la tendencia a eludir la seria yobjetiva estimación de los peligros bélicos. La experienciade 1914, a este respecto, parece haber sido completa-mente inútil. Son muchos los que imaginan que por el solohecho de haber sido demasiado destructora y horrible yestar reprobada por una nueva conciencia moral, entrecuyos signos habría que contar el Pacto Kellog y el espíritude Locarno, la guerra no puede desencadenarse más enel mundo.

Pero el examen de la política y la economía mundialescondena inapelablemente esta pasiva confianza en vagaso ficticias fuerzas morales. La lucha entre los imperialis-mos rivales mantiene viva la amenaza bélica en el mundo.Y el odio a la URSS hará que se olviden todas las protestaspacifistas apenas recién llegado el instante de atacarlamilitarmente.

Acabamos de asistir, con ocasión de la ruptura entre laRusia revolucionaria y la China militarista y feudal -rupturapreparada por el imperialismo capitalista-, a la espontáneacaída de las máscaras del legalismo, del pacifismo y del“patriotismo” burgueses. Las potencias que, en respuestaa la violencia de los “boxers”, de las que no podía serresponsable el estado y menos aun el pueblo chino, envia-ron a China la expedición punitiva del general Waldreseey le impusieron enseguida la oprobiosa obligación de pa-gar el costo de la guerra criminal, han hecho esta vez loque han podido para excusar la violación de un tratadointernacional, el desconocimiento de la inmunidad consu-lar, la apropiación violenta de un ferrocarril, la prisión y laexpulsión en masa de funcionarios y huéspedes de unanación amiga. El grueso, fácil, barato pretexto de la propa-ganda comunista ha servido una vez más para justificar

Page 10: Jose Carlos Mariategui

10

algo que, si hubiese estado dirigido contra alguno de losgrandes estados capitalistas de Europa no se habría de-jado de calificar como un acto de lesa civilización, comouna muestra de la barbarie china. Y los oficiales rusos“blancos”, que se han declarado dispuestos a combatir lalado de los chinos contra Rusia, han descubierto lo quevale la palabra “patriotismo” para estos miserables deshe-chos de la guardia zarista. La Santa Rusia era, para ellos,el zar y su vergonzoso régimen; no es la patria del puebloruso que, liquidando una autocracia degenerada, vencidaen 1904 por Japón, y en 1917 por los austroalemanes, seha dado el gobierno más conforme con sus intereses y susideales y ha realizado con su revolución, el esfuerzo másgrandioso de la historia contemporánea.

El año trascurrido después de la última conmemora-ción de la guerra ha sido un año de evidente yclamoroso recrudecimiento de la amenaza gue-rrera. La guerra ha estado a punto de estallaren Sur América, entre Bolivia y Paraguay. Yahora, con el conflicto ruso-chino, fomen-tado por los intereses imperialistas, re-aparece el peligro bélico en Oriente. Elproletariado, por lo tanto, hace bienen velar porque no sorprenda a lospueblos, inertes e ilusionados conun 1914, la guerra reaccionaria, laguerra imperialista.

Indigenismoy socialismoBajo el título “Indigenismo ysocialismo” reunió José Car-los Mariátegui las dos notaspolémicas con Luis AlbertoSánchez (“Intermezzo polémi-co” y “Réplica a Luis AlbertoSánchez”). Agregó, además,una breve respuesta a José A.Escalante, “Polémica Finita”,que reproducimos a continua-ción y que pone fin al diálogopolémico. Publicado en Amau-ta, marzo de 1927.

No me tocaría responder a la críti-ca de Luis Alberto Sánchez -que enel último número de Mundial arre-mete contra el indigenismo de loscosteños- si en uno de sus acápitesno me mencionara y -refiriéndose sinduda a lo que he dicho a veces enMundial- no me atribuyera la diver-sión teorética de oponer, como ga-llos o boxeadores, colonialismo eindigenismo. Y si, además no citarala revista de doctrina y polémica quedirijo. Porque, en verdad, no me sien-to responsable de las contradicciones y ambigüe- d a -des que Sánchez denuncia, ni he asumido, en general, laactitud que mi colega condena, uniformando inexactamenteen ella a todos los escritores costeños, sin excluirse élmismo, acaso porque de otro modo su artículo no habríapodido empezar con la palabra “nosotros”.

Con la impaciencia y nerviosidad peculiares a “nosotroslos costeños”, Sánchez reclama absoluta coherencia y ri-gurosa unidad -tal vez si hasta unanimidad- en algo que noes todavía un programa sino apenas un debate, en el cualcaben voces e ideas diversas, que se reconozca anima-das del mismo espíritu de renovación. La crítica de Sán-chez mezcla y confunde todas las expresiones positivas ynegativas del movimiento indigenista. Sin distinguir al me-nos las expresiones teoréticas de las estéticas y de lasprácticas, exige una perfecta congruencia entre las espe-culaciones críticas, afirmaciones doctrinales e imágenespoéticas, de todo lo cual hace previamente una ensaladapara enfadarse, luego, de encontrar juntas tantas cosas.Mi estimado colega me permitirá que le diga que la confu-sión está más en el sujeto que en el objeto. Los indigenis-tas o seudoindigenistas, a su juicio, adoptan simultánea-mente los puntos de vista de Valcárcel y López Albújar.Pero éste es un error de visión. Que se contraste, que se

confronte dos puntos de vista, no quiere decir que se lesadopte. La crítica, el examen de esa confrontación, sin lacual ningún seguro criterio puede elaborarse. Las tenden-cias o los grupos renovadores no tienen todavía un progra-ma cabalmente formulado ni uniformemente aceptado.Como he escrito, polemizando con Falcón, mi esfuerzo notiende a imponer un criterio, sino a contribuir a su forma-ción. Y, a riesgo de resultar demasiado lapalissiano, deborecordar a Sánchez que un programa no es anterior a undebate sino posterior a él.

El conflicto entre la tesis de Valcárcel y López Albújar, porotra parte, no está esclarecido. No es cierto, como Sán-chez pretende, que del estudio de López Albújar “surja la

necesidad de ir a la raza indí-gena, pero para extermi-

narla”. No, queridoSánchez. Segu-

ramente, Ló-pez Albú-

jar -c u y a

a p -

titud para opinar sobre las con-secuencias de su propio estudio es inobjetable-, no piensa de este modo.

Sánchez llega a una conclusión precipitada, sim-plista, dogmática, como las que reprocha a los indigenis-tas de la hora undécima. Si relée “con la calma y la honduraprecisa”, el estudio de López Albújar, encontrará que elnovelista piurano hace preceder sus observaciones sobrela “psicología del indio huanuqueño” por una prudente ad-vertencia. “El indio -escribe- es un esfinge de dos caras:con la una mira al pasado y con la otra al presente, sincuidarse del porvenir. La primera le sirve para vivir entrelos suyos; la segunda para tratar con los extraños. Ante losprimeros se manifiesta como es; ante los segundos, comono querría ser”. “Esta dualidad -agrega- es la que norma suvida, la que lo exhibe bajo esta doble personalidad, queunas veces desorienta e induce al error y otras hace renun-ciar a la observación por creerlo impenetrable. Una cosa espues, el indio en su ayllu, en su comunidad, en su vida íntimay otra en la urbe del misti, en sus relaciones con él, comocriado suyo o como hombre libre”. La mayor parte de lasobservaciones de López Albújar corresponde a la actituddel indio ante el blanco, ante el misti. Retratan la cara queLópez Albújar, desde su posición, pudo enfocar mejor.

La llamada hipocresía del indio, según Valcárcel, es unaactitud defensiva. Esto, López Albújar no lo ha contradichoen ninguna parte. El autor de Cuentos Andinos se ha limi-

tado a registrar las manifestaciones de esta actitud defen-siva. En cambio, su cuento “Ushanan Jampi” es una confir-mación de la tesis de Valcárcel sobre la nostalgía indígena.

De otro lado, el trabajo de Valcárcel es de índole distintadel trabajo de López Albújar. Valcárcel hace síntesis; Ló-pez Albújar, análisis. Valcárcel es lírico; López Albújar, crí-tico. Hay en Valcárcel el misticismo, el mesianismo de lageneración posbélica; hay en López Albújar el naturalis-mo, el criticismo, tal vez hasta el escepticismo, de la gene-ración anterior. Los planos en que ambos actúan son, enfin, diversos. No trataré, por mi parte, de conciliarlos. Peroniego a su diferencia -más que oposición- el alcance queSánchez le supone.

El “indigenismo” de los vanguardistas no le parece since-ro a Luis Alberto Sánchez. No tengo por qué convertirmeen fiador de la sinceridad de ninguno. Es a Sánchez, ade-más, a quién le toca precisar su acusación, especificandolos casos en que se apoya. Lo que afirmo, por mi cuenta,es que de la confluencia o aleación de “indigenismo” ysocialismo, nadie que mire al contenido y a la esencia delas cosas puede sorprenderse. El socialismo ordena ydefine las reivindicaciones de las masas, de la clase traba-jadora. Y en el Perú las masas -la clase trabajadora- sonen sus cuatro quintas partes indígenas. Nuestro socialis-mo no sería, pues, peruano -ni siquiera socialismo-, si nose solidarizase, primeramente, con las reivindicacionesindígenas. En esta actitud no se esconde nada de artificio,si se reflexiona dos minutos en lo que es socialismo. Estaactitud no es postiza, ni fingida, ni astuta. No es más quesocialista.

Y en este “indigenismo” vanguardista, que tantas apren-siones le produce a Luis Alberto Sánchez, no existe abso-lutamente ningún calco de “nacionalismo exótico”; no exis-te, en todo caso, sino la creación de un “nacionalismoperuano”.

Pero, para ahorrarse todo equívoco -que no es lo msimoque equivocación como pretende alguién-, en lo que meconcierne, no me llame Luis Alberto Sánchez “nacionalis-ta”, ni “indigenista”, ni “seudoingenista”, pues para clasifi-carme no hacen falta estos términos. Llámeme, simple-mente, socialista. Toda la clave de mis actitudes -y, por

ende, toda su coherencia, esa coherencia que lo pre-ocupa a usted tanto, querido Alberto Sánchez- está en

esta sencilla y explícita palabra. Confieso haber lle-gado a la comprensión, al entendimiento del valor yel sentido de lo indígena, en nuestro tiempo, no porel camino de la erudición libresca, ni de la intuiciónestética, ni siquiera de la especulación teórica, sinopor el camino -a la vez intelectual, sentimental ypráctico- del socialismo.“El indigenismo”, contra el cual reacciona belico-

samente el espíritu de Sánchez, no aparece, exclusi-va, ni aun principalmente, como una elaboración de la

inteligencia o el sentimiento costeños. Su mensaje viene,sobre todo, de la sierra. No somos “nosotros los costeños”los que agitamos, presentemente, la bandera de las reivin-dicaciones indígenas. Son los serranos; son, particular-mente, los cuzqueños. Son los serranos más auténticos.Y, además, los más insospechables. El “Grupo Resurgi-miento” no ha sido inventado en Lima. Ha nacido, espon-táneamente, en el Cuzco. Y es él, con su primer manifies-to, el que se ha encargado de responder al señor JoséAngel Escalante.

No hay en mi dogmatismo alguno. Lo que sí hay es con-vicción, pasión, fervor. Esto creo que el propio Luis AlbertoSánchez lo ha dicho, generosamente, más de una vez. Miespíritu no es dogmático; pero si afirmativo. Creo queespíritus constructivos son los que se apoyan en una afir-mación, sin temor exagerado a su responsabilidad y a susconsecuencias. Mi posición ideológica está esclarecida.La que está aún por esclarecer es, en todo caso, la de LuisAlberto. Si nos atenemos a su último artículo, tendremosque considerarlo, en este debate, un “espectador”. Yo soyun combatiente, un agonista. Seguramente, es, ante todo,por esto, que no coincidimos.

Polémica finitaLuis Alberto Sánchez, en un diálogo polémico que ha

sostenido conmigo en Mundial, pretende que Amauta noha respondido a su programa ni sus ideas porque yo, se-gún él, “he dado cabida a artículos de la más variada índo-le, a escritores de los más encontrados matices, perfecta-

Page 11: Jose Carlos Mariategui

11

ediciones

Socialismocreación heroica

del pueblo

propuesta

NU

ESTR

A

mente distantes de mi idología” y hasta “he hecho tribunaacadémica de mi revista”. El colega Sánchez no cita esosartículos ni esos escritores, aunque probablemente no lehabrían faltado ganas de citarse él mismo, disidente yheterodoxo por excelencia. Su aserción tiene que parecer-le apasionada y arbitraria hasta a los lectores más indife-rentes a la cuestión en debate. Llamar acedémica a Amau-ta, que ha sido unánimemente calificada como una revistade “vanguardia” es una demasía y un capricho verbales,tan subjetivos, tan exclusivos de Sánchez, que no vale lapena controvertirlos. Esta revista, académica según Sán-chez, tiene ya algunos millares de lectores, hecho que bastapara desmentir su afirmación.

La otra afirmación, la de que Amauta no ha cumplido suprograma, porque ha acogido escritores diversos, tampocoes más fundada. El público a este respecto muestra tam-bién más instinto que el crítico. Desde el primer número hareconocido en Amauta una ideología, un espíritu.

Amauta ha publicado artículos de índole diversa porqueno es solo una revista de doctrina (social, económia, políti-ca, etcétera) sino también una revista de arte y literatura. Lafiliación o la posición doctrinal no nos preocupan, funda-mentalmente, sino en el terreno doctrinal. En el terrenopuramnte artístico, literario y científico, aceptamos la cola-boración de artistas, literatos, técnicos, considerando solosu mérito respectivo, si no tienen una posición militante enotro campo ideológico. Pero preferimos y distinguimos, porsupuesto, la de los artistas y escritores que están integral-mente en nuestra misma dirección. La presencia subsidia-ria, o solo episódica, de un intelectual sin posición comba-tiente, en esta revista, no representa una prueba contra suespíritu, porque para afirmar y definir esto existen pruebasmucho más numerosas y fehacientes. Podemos usarla, porejemplo, como reactivo. Amauta tiene demasiada persona-lidad para inquietarse por la fortuita presencia de una ideao un sentimiento heterodoxos en sus páginas. Es una revis-ta de definición ideológica, de concentración izquierdista,que asimila o elimina, seguramente, sin perjuicio para susalud, cualquier elemento errante. Tiene el carácter de uncampo de gravitación y polarización. Los que arriban, tran-sitoriamente, a este campo, pueden escaparnos, pero sinrestarnos sustancia ni energía. Los que damos a Amautatonalidad, fisonomía y orientación, somos los que tenemosuna filiación y una fe, no quienes no las tienen y que admi-timos, sin peligro para nuestra integridad y nuestra homoge-nidad, como accidentales compañeros de viaje. Somos losvanguardistas, los revolucionarios, los que tenemos unameta, los que sabemos adónde vamos. En el camino no nosalarma discutir con quienes no andan aún definitivamenteorientados. Estamos dispuestos todos los días a confrontarnuestros puntos de vista con los afines o próximos.

Que Amauta rechace todo lo contrario a su ideología nosignifica que lo excluya sistemáticamente de sus páginas,imponiendo a sus colaboardores una ortodoxia rigurosa.Este principio, que reafirmamos, nos obliga solo a denun-ciar y controvertir las ideas discrepantes peligrosas.

Amauta, por otra parte, en cuanto concierne a los proble-mas peruanos, ha venido para inaugurar y organizar undebate, no para clausurarlo. Es un comienzo y no un fin.Yo, personalmente, traigo a este debate mis proposicio-nes. Trabajaré, por supuesto, porque prevalezcan, perome conformaré con que influyan , en la acción, en loshechos, prácticamente, en la medida de su coincidenciacon el sentimiento de mi generación y con el ritmo de lahistoria.

Esto es muy claro y muy simple, pero por lo visto, hay querepetirlo, aunque no sea sino para confutar los reparos, nosiempre benévolos, de quienes se imaginan que una re-vista de doctrina y polémica debe expurgar su material,que constituye los elementos de un debate de izquierda,claro está, con un terror supersticioso e inquisitorial a todaidea más o menos alógena. No, nuestra ideología, nuestroespíritu, tiene que aceptar precisamente un trabajo decontrastación constante. Este es el único medio de con-centrar y polarizar fuerzas, y nosotros, no lo ocultamos,nos proponemos precisamente este resultado. Tenemosconfianza en nuestra obra, no por lo iluminado o taumatúr-gico o personal de su inspiración, sino por su carácter deinterpretación y coordinación de un sentimiento colectivoy de un ideal histórico.

Una obra finalmente se juzga por sus elementos positi-vos, creadores, esenciales, afirmativos. Este es siempreel juicio de la historia y de la opinión. Pertenece al espíritupequeño burgués de los críticos orgánicamente individua-

listas, secesionistas y centrífugos, el juicio de juzgar unaobra por sus elementos pasivos, subsidiarios, formales oepisódicos.

Publicado en Amauta en marzo de 1927

Aniversario y balanceEscrito con motivo del segundo aniversario de larevista Amauta que Mariátegui dirigía. Lima,setiembre de 1928.

Amauta llega con este número a su segundo cumplea-ños. Estuvo a punto de naufragar al noveno número, antesdel primer aniversario. La admonición de Unamuno -”re-vista que envejece, degenera”- habría sido el epitafio deuna obra resonante, pero efímera. Pero Amauta no habíanacido para quedarse en episodio, sino para ser historia ypara hacerla. Encarar con esperanza el porvenir. De hom-bres y de ideas, es nuestra fuerza.

La primera obligación de toda obra, del género de la queAmauta se ha impuesto, es esta: durar. La historia es du-ración. No vale el grito aislado, por muy largo que sea sueco; vale la prédica constante, continua, persistente. Novale la idea perfecta, absoluta, abstracta, indiferente a loshechos, a la realidad cambiante y móvil; vale la idea ger-minal, concreta, dialéctica, operante, rica en potencia ycapaz de movimiento. Amauta no es una diversión ni unjuego de intelectuales puros: profesa una idea histórica,confiesa una fe activa y multitudinaria, obedece a un mo-vimiento social contemporáneo. En la lucha entre dos sis-temas, entre dos ideas, no se nos ocurre sentirnos espec-tadores ni inventar un tercer término. La originalidad aultranza es una preocupación literaria y anárquica. Ennuestra bandera inscribimos esta sola, sencilla y grandepalabra: Socialismo (Con este lema afirmamos nuestraabsoluta independencia frente a la idea de un partido na-cionalista, pequeño burgués y demagógico.)

Hemos querido que Amauta tuviese un desarrollo orgá-nico, autónomo, individual, nacional. Por esto, empeza-mos por buscar su título en la tradición peruana. Amautano debía ser un plagio, ni una traducción. Tomábamos unapalabra incaica, para crearla de nuevo. Para que el Perúindio, la América indígena, sintieran que esta revista erasuya. Y presentamos a Amauta como la voz de un movi-miento y de una generación. Amauta ha sido, en estos dosaños, una revista de definición ideológica, que ha recogidoen sus páginas las proposiciones de cuantos, con títulosde sinceridad y competencia, han querido hablar a nombrede esta generación y de este movimiento.

El trabajo de definición ideológica nos parece cumplido.En todo caso, hemos oído ya las opiniones categóricas ysolícitas en expresarse. Todo debate se abre para los queopinan, no para los que callan. La primera jornada deAmauta ha concluido. En la segunda jornada, no necesitaya llamarse revista de la “nueva generación”, de la “van-guardia”, de las “izquierdas”. Para ser fiel a la revolución,le basta ser una revista socialista.

“Nuestra generación”, “nuestro espíritu”, “nuestra sensi-bilidad”, todos estos términos han envejecido. Lo mismohay que decir de estos otros rótulos: “vanguardia”, “iz-quierda”, “renovación”. Fueron nuevos y buenos en su hora.Nos hemos servido de ellos para establecer demarcacio-nes provisionales, por razones contingentes de topografíay orientación. Hoy resultan ya demasiado genéricos yanfibológicos. Bajo estos rótulos, empiezan a pasar grue-sos contrabandos. La nueva generación no será efectiva-mente nueva sino en la medida en que sepa ser, en fin,adulta, creadora. La misma palabra revolución, en estaAmérica de las pequeñas revoluciones, se presta bastanteal equívoco. Tenemos que reivindicarla rigurosa e intran-sigentemente. Tenemos que restituirle su sentido estrictoy cabal. La revolución latinoamericana será nada más ynada menos que una etapa, una fase de la revoluciónmundial. Será simple y puramente la revolución socialista.A esta palabra agregad, según los casos, todos los adje-tivos que queráis: “antimperialista”, “agrarista”, “naciona-lista-revolucionaria”. El socialismo los supone, los antece-de, los abarca a todos.

A Norteamérica capitalista, plutocrática, imperialista, sóloes posible oponer eficazmente una América Latina o íberasocialista. La época de la libre concurrencia en la econo-

mía capitalista ha terminado en todos los campos y todoslos aspectos. Estamos en la época de los monopolios,vale decir de los imperios. Los países latinoamericanosllegan con retardo a la competencia capitalista. Los pri-meros puestos están ya definitivamente asignados. Eldestino de estos países, dentro del orden capitalista, esde simples colonias. La oposición de idiomas, de razas,de espíritus no tiene ningún sentido decisivo. Es ridículohablar todavía del contraste entre una América sajonamaterialista y una América Latina idealista, entre una Romarubia y una Grecia pálida. Todos estos son tópicos irremi-siblemente desacreditados. El mito de Rodó no obra ya -no ha obrado nunca- útil y fecundamente sobre las almas.Descartemos, inexorablemente, todas estas caricaturasy simulacros de ideologías y hagamos las cuentas, seriay francamente, con la realidad.

El socialismo no es, ciertamente, una doctrina indoame-ricana. Pero ninguna doctrina, ningún sistema contempo-ráneo lo es ni puede serlo. Y el socialismo, aunque hayanacido en Europa, como el capitalismo, no es tampocoespecífico ni particularmente europeo. Es un movimientomundial, al cual no sustrae ninguno de los países que semueven dentro de la órbita de la civilización occidental.Esta civilización conduce, con una fuerza y unos mediosde que ninguna civilización dispuso, a la universalidad.Indoamérica en este orden mundial, puede y debe tenerindividualidad y estilo; pero no una cultura ni un sino par-ticulares. Hace cien años debimos nuestra independen-cia como naciones al ritmo de la historia de Occidente,que desde la colonización nos impuso ineluctablementesu compás. Libertad, democracia, parlamento, soberaníadel pueblo, todas las grandes palabras que pronunciaronnuestros hombres de entonces procedían del repertorioeuropeo. La historia, sin embargo, no mide la grandeza deesos hombres por la originalidad de estas ideas, sino porla eficacia y genio con que las sirvieron. Y los pueblos quemás adelante marchan en el continente son aquellos don-de arraigaron mejor y más pronto. La interdependencia, lasolidaridad de los pueblos y de los continentes, eran sinembargo, en aquel tiempo, mucho menores que en éste.El socialismo, en fin, está en la tradición americana. Lamás avanzada organización comunista, primitiva, que re-gistra la historia, es la incaica. No queremos, ciertamen-te, que el socialismo sea en América calco y copia. Debeser creación heróica. Tenemos que dar vida, con nuestrapropia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismoindoamericano. He aquí una misión digna de una genera-ción nueva.

En Europa, la degeneración parlamentaria y reformistadel socialismo ha impuesto, después de la guerra, desig-naciones específicas. En los pueblos donde ese fenóme-no no se ha producido, porque el socialismo aparece re-cién en su proceso histórico, la vieja y grande palabraconserva intacta su grandeza. Lo guardará también en lahistoria, mañana, cuando las necesidades contingentes yconvencionales de demarcación que hoy distinguen prác-ticas y métodos, hayan desaparecido.

Capitalismo o socialismo. Este es el problema de nues-tra época. No nos anticipamos a la síntesis, a las transac-ciones, que sólo pueden operarse en la historia. Pensamosy sentimos como Gobetti que la historia es un reformismomas a condición de que los revolucionarios operen comotales. Marx, Sorel, Lenin, he ahí los hombres que hacen lahistoria. Es posible que muchos artistas e intelectualesapunten que acatamos absolutamente la autoridad demaestros irremisiblemente comprendidos en el procesopor la “trahison des clercs”. Confesamos sin escrúpulo, quenos sentimos en los dominios de lo temporal, de lo históri-co, y que no tenemos ninguna intención de abandonarlos.Dejemos con sus cuitas estériles y sus lacrimosas metafí-sicas a los espíritus incapaces de aceptar y comprender laépoca. El materialismo socialista encierra todas las posibi-lidades de ascención espiritual, ética y filosófica. Y nuncanos sentimos más rabiosa y eficaz y religiosamente idea-listas que al asentar bien la idea y los pies en la materia.

Page 12: Jose Carlos Mariategui

12

Socialismo creación heroica del pueblo - Selección de escritos de José Carlos MariáteguiEdiciones Nuestra Propuesta, Partido Comunista de la Argentina.Av. Entre Ríos 1039, Buenos Aires, Argentina. Año 2004

propuesta

NU

ESTR

A

ediciones

Socialismocreación heroica

del pueblo