José Antonio Primo de Rivera. Antología (G. Torrente Ballester)

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    Jos Antonio Primo de Rivera (ANTOLOGA)

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    BREVIARIOS DEL PENSAMIENTO ESPAOL

    Jos Antonio Primo de Rivera

    (ANTOLOGA)

    Seleccin y prlogo de GONZALO TORRENTE BALLESTER

    Grficas Ramn Sopea, S. A. Provenza, 97, Barcelona.

    a PILAR PRIMO DE RIVERA

    SEGUNDA EDICIN

    EDICIONES FE-MCMXL

    1940

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    TABLA DE ABREVIATURAS

    A. A Azaa (Arriba)

    AaC Arenga a Catalua.

    AdR Acerca de la Revolucin.

    AlE Ante las Elecciones.

    BtD Bajo el tiempo difcil.

    C. I y II a L. de T. Cartas I y II a Luca de Tena.

    C. I y II Ms. . . . "Cartas I y II a los Militares de Espaa.

    CM. M Crculo Mercantil, Madrid (disc).

    DyP Derecho y Poltica (conferencia).

    EdS Mientras Espaa duerme la siesta.

    EIL Estado, Individuo, Libertad (conferencia).

    El? Euzcadi libre?

    EyB Espaa y la Barbarie.

    EsN Ensayo sobre el Nacionalismo.

    FaE La Falange ante las elecciones (discurso).

    FR El Frente Rojo.

    FyJ F. E. y J. O. N. S. (art.).

    GyL La Gaita y la Lira.

    HyR Homenaje y reproche a don Jos Ortega y Gasset.

    IaC Id al campo.

    J. I Juventudes a la intemperie.

    L. G. Leccin gritada.

    LnE Luz nueva en Espaa.

    MaE Un manifiesto a Espaa.

    M Madrid. Discursos fundamentales.

    PaF. Prieto se acerca a la Falange.

    P Parlamento (discursos).

    PuB A. B. C. Palabras de un bolchevique (art.).

    ShM El sentido heroico de la Milicia.

    St Seoritismo.

    TyR Tradicin y Revolucin.

    UmE Un manifiesto a Espaa.

    UoE Una ocasin de Espaa.

    UtO Una tarde de Octubre.

    V. Vd Valladolid (discursos).

    VsA La victoria sin alas.

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    NDICE

    Pginas.

    PRLOGO ..........................................................................................................................4

    PRIMERA PARTE ............................................................................................................11

    Las bases intelectuales

    El concepto del hombre

    Libertad humana

    Propiedad y trabajo como atributos humanos elementales

    Concepto de la vida

    Pueblo

    Historia

    Patria, patriotismo

    Teora de la Nacin

    El Estado

    La Poltica

    Teora de la Revolucin

    Mando

    SEGUNDA PARTE...........................................................................................................35

    Crtica del liberalismo poltico

    Crtica del liberalismo econmico

    Crtica del marxismo

    El liberalismo espaol

    Sobre el Estado corporativo y otras formas de Estado

    El Fascismo

    Crtica general de la poltica espaola

    TERCERA PARTE.............................................................................................................69

    La juventud a la intemperie

    El instrumento de la Revolucin

    La tarea de la Revolucin

    Consignas tcticas

    El hecho del Imperio, o doctrina de la ltima palabra

    Invocacin final

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    PRLOGO

    De tres maneras muy generales puede el escritor de hoy considerar la figura de ]osAntonio Primo de Rivera, de cuya obra escrita se ofrece, en este libro, un ordenado florilegio;tres maneras determinadas, de una parte, por el carcter de su figura; de la otra, por lascondiciones especiales del tiempo que sigui a su muerte, por la proximidad de sta, por su

    presencia innegable y sui gneris en las mentes y en los corazones espaoles.La primera manera es exclusiva de aquellos que le conocieron y trataron, de los que con l

    partieron, o la amistad, o la angustia de la lucha y la creacin poltica, y comprende todo gnerode descripcin personal y anecdtica, el relato de hechos y hazaas, y tambin la expresinemotiva de su trato y presencia. Manera es sta que hasta hoy slo frutos fragmentariosprodujo, pero que son de desear ms abundantes y completos, pues eludirlos supondra hurtara la historia datos que se creen importantes, preformando y deformando en consecuenciabiografas futuras.

    La segunda es la expresin del mito, es decir, del modo de estar operante con que fosAntonio vive en las conciencias juveniles contemporneas; manera que se considera propia depoetas, a cuyo trabajo y numen se entrega; entendiendo bien que importa al futuro que cantos

    bien timbrados y pulidos, subidos de acento y cautos y exactos en el concepto, acompaen lamemoria de Jos Antonio; por aquello de que la calidad de las emociones suscitadas entre loscontemporneos valen bien para calibrar el propio valor.

    La tercera es la histrica, entendiendo el adjetivo en toda su anchura, acaso msampliamente que lo usual. A ella se ha entregado, con pocos pero profundos aciertos, un sectormuy escueto y bien definido entre los que hoy escriben de modos y cosas de la Falange: todosaquellos que, en las horas perplejas y dudosas de la orfandad, procuraban hacer ms precisa yaccesible la figura del que, desde el otro lado entonces no sabamos bien el significado cruely definitivo de este otro lado, espiritualmente nos guiaba. Aislada, un poco anrquicamente,se fueron dando a la luz y a las imprentas, intuiciones, pensamientos de unos y de otros,dejando presentir en los casos mejores todo un sistema de valoraciones y de ideas que la

    urgencia de la guerra impidi cuajar en libro. (Libros, ni siquiera inditos, pensados y noescritos, que andan por la cabeza de muchos cantaradas cuyos nombres no se quiere, ni sedebe, recordar aqu; pero a los que estas pginas envan un ruego.)

    Debe advertirse que el colector de esta antologa, aunque como escape entre divertido yacongojado de su quehacer cotidiano practique la literatura, profesa en realidad la Historia.Parecera, pues, oportuno y puesto en su lugar, que en este prlogo ensayase un estudiohistrico de la figura extraordinaria de Jos Antonio Primo de Rivera. Pero no es, hic e nunc,empresa fcil. Ciertamente, el estudio de fos Antonio por quien no le conoci ni vio jams, siquiere ser algo, tiene que acogerse a los lmites y normas de lo estrictamente histrico; tieneque enfocar la figura tal y como es concebida por una generacin que, si en su mayora no laconoci directamente, vive y acta bajo su signo y en muy buena parte segn la direccin por

    l marcada. Pero esto no es lo bastante. No podemos decir que nuestra generacin viva yame el fos Antonio histrico, sino el Jos Antonio mtico por ella misma elaborado. El mito es,tambin, un elemento histrico de primera fuerza, pero no es todo- A su lado, importa eldocumento fiel, la referencia exacta; en el caso de un poltico, como es el nuestro, falta eldesarrollo total de la obra para que la figura cobre su exacto volumen, el volumen con que hade ser contemplada por la posteridad.

    Adems, el estudio histrico requiere la distancia; no la frialdad, que sin amor nada esfructfero ni positivo, ni el des apasionamiento, que sin pasin no hay crtica frtil; pero s lalejana sin la cual la perspectiva no es posible. Y hoy todos los jvenes de la Falange todoslos jvenes de Espaa estamos, quirase o no, atmosfricamente dentro de Jos Antonio,nutrindose de l nuestra savia y nuestra actividad poltica. Sus mismos recatados enemigosse nutren un poco de l.

    Para el estudio histrico,, pites, falta sazn y faltan documentos. Tenemos, eso s, muycercano, el mito; tenernos el comienzo de la obra poltica; tenemos un manojo de escritos y dediscursos; tenemos la Falange y tenemos una hazaa, gloriosa y trgicamente rematada. Pero,

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    amn de la distancia, faltan los datos que pueden aadir los que compartieron su intimidad, losque asistieron a su vida poltica en cooperacin y ayuda; falta un epistolario, falta un libro quesuministre datos suficientes para una reconstruccin psicolgica que sea algo ms que unahiptesis. Y sin esto, todo ejercicio histrico es prematuro, y condenado, antes de nacer, a flojoe incompleto.

    En consecuencia, este prlogo a una antologa de sus escritos y discursos, no puede pasarde ensayo muy ligero y sin la menor pretensin de trascendencia. Todo lo que aqu se diga notiene otro valor que el de opinin puramente individual, siempre sujeta a reforma yenderezamiento. Pero una cosa quedar en pie, seguramente, de las que aqu se sostengan, yes sta: la posteridad no ver en fos Antonio ni un poeta, ni un profeta, ni un terico de larevolucin, fos Antonio pasar exclusivamente como poltico, y su dimensin de grandeza laalcanzar como tal. fos Antonio fu el primer poltico espaol contemporneo, frustrado poranticipada muerte: por esa muerte que los honrados demcratas de todos los tiempos reservanpara quienes intentan restaurar formas polticas ambiciosas y de gran estilo, las formascreadoras y heroicas.

    ***

    Si leemos los peridicos de la Falange anteriores a la guerra aquellos semanariosheroicos cuya venta era de por s batalla, y los publicados, diaria o peridicamente, durantela guerra, una cosa sobre todas llama poderosamente la atencin: es la manera de tratarperiodsticamente a Jos Antonio. brase el ARRIBA su coleccin est hoy puesta atodos los alcances. Jos Antonio llena todas sus .pginas. En cada nmero, un artculo suyo,la resea de una conferencia, el texto de un discurso, el relato escueto de un episodioparlamentario o callejero. Se le llama siempre nuestro Jefe Nacional, o el Jefe Nacional de laFalange, o Jos Antonio Primo de Rivera. As, escuetamente, sin adjetivos, sin otrasdeterminaciones, sin definicin (1) ni metfora- El clich que de fos Antonio da la primeraPrensa falangista es sencillo, sobrio, elegante. Ni un solo vocablo valorativo, ni un elogio, ni unhalago.

    Debe interpretarse esto como muestra del distinto aprecio de Jos Antonio entonces yahora? De ningn modo, rotundamente. En primer lugar, ya en aquel tiempo es, para lajuventud que lo sigue, Jos Antonio, sin ms apellidos. En segundo lugar, es tambin figurapreeminente e indiscutible entre sus escuadristas, es el Jefe, resumen de una fe, smbolo deuna actitud, cabeza y gua de una accin.

    Por qu, pues, esa ausencia de adjetivos-, esa carencia absoluta de propaganda, esamodestia? Debe creerse que responde solamente a la voluntad personal del Jefe? No. JosAntonio es, desde su primera salida a la vida poltica, una figura histrica, algo ms que unafigura poltica. Es un hombre con un especial destino que lo distingue de otras figurascontemporneas en la accin y en la vida. Es, en poco tiempo, algo ms que el f efe de unpartido. No por decisin propia, naturalmente, sino por... llammosle fatalidad. Y una figura

    histrica es algo distinto de lo que puedan creer los contemporneos, siempre a riesgo deequivocacin o estimacin falsa. Expresemos, un poco indirectamente, una idea difcil: la figurahistrica, cuando lo es, va necesariamente acompaada de un bagaje de adjetivos: grande, oegregia, o genial por ejemplo, si de figura seera se trata. Y estos adjetivos no puedendiscernirse sino a la vista de una obra total, rematada, pero nunca ante la obra en marcha, antela personalidad en formacin, ante lo que se mueve o se gesta. El adjetivo que acompaa ydefine la obra o la persona histricas hace siempre referencia a lo pasado, definido y concluso,jams a lo presente y dudoso.

    Es natural que estas cosas no vivan muy claras en el alma popular, pero evidentemente sesiente, con cierta oscuridad, aunque con innegable eficacia. Cuanto ms amor, entusiasmo yesperanza despierta un hombre pblico en su generacin o en su pueblo, ms reacio se sienteste a la calificacin en vida. Entindase esto bien: hay un cierto tipo de honores, que sereciben en vida como fragmentos o partculas de gloria, que el hroe necesita, alimento de suheroicidad. Pero las honras definitivas, la definitiva gloria, es siempre post-morlem. Por lomenos, es posterior a la obra conclusa. El premio al militar victorioso se le da, justamente,

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    cuando es victorioso, pero no se otorga en pleno combate, cuando an es dudoso o aleatorio elresultado final. En este momento, los soldados no aclaman, sino que obedecen y prestan fe.

    Todo esto puede percibirse con claridad en los tiempos heroicos de la Falange. Tenia elJefe, de sus secuaces, la adhesin, la fe, la obediencia, la disciplina, y, muy destacadamente,el amor. Cuando un hombre y un equipo se relacionan de esta excepcional manera, ante una

    empresa tan importante como la que la Falange acometa, cosas ms urgentes hay que disiparel tiempo en pirotecnias de adjetivos. Sobre todo, cosas ms apremiantes rodean al Jefe quebuscarlos. Si el Jefe es el primer servidor, a la fe, al entusiasmo, a la obediencia y amor que sele dispensan debe corresponder con la ms perfecta funcin de conduccin y mando. Nadams, pero tampoco nada menos.

    Tas circunstancias cambian al iniciarse la guerra civil. El Jefe est en la crcel, y el destinoquiere a su prisin enclavada en el punto ms alejado de la zona de combate, en territoriohostil. La Falange toma parte en la guerra en orfandad, si provisional, no por eso menosefectiva. Del Jefe nada se sabe, salvo leyendas que corren por todas partes. Prcticamente,est ya perdido, aunque la idea desespere a los falangistas y se agarren a la ausencia comoa un clavo ardiente. Pero ya no es posible, sin Jefe, la actuacin poltica. No basta el mando

    interino: hay una calidad espiritual de la Jefatura que no admite provisionalidad, y es estacalidad espiritual la que ms echan de menos los falangistas. Y entonces acontece el milagrono hay palabra ms exacta de que la Falange recrea esa proyeccin espiritual de su Jefe,la exalta y propaga por toda Espaa: es cuando comienzan a decirse del Jefe cosas que nadiese atrevera a proclamar siendo l vivo y presente.

    Hay, todava, un segundo aspecto: la lucha poltica. No slo la Falange, sino otros grupos,con credos y personas diversas, toman parte en la guerra- El denominador comn es elpatriotismo, pero los numeradores son diversos y an opuestos. Cada grupo trae su Jefe conpretensiones de totalidad. Hay, indudablemente, una especie de miopa para los valores vivos,y ni unos ni otros coinciden en el que, finalmente, reunir a la romana todas lasmagistraturas, todos los mandos fragmentarios, todos los grupos. La Falangeobscura,ciegamente, como en toda obra colectiva adivina la superioridad de su Ausente sobreaquellas figuras estrictamente polticas que empiezan a brillar y bullir como fundamento, opretexto, o cabeza de esta o aquella direccin que los diversos grupos quieren dar alMovimiento. Entonces, fos Antonio es ms que el Jefe Nacional, ms an que ese Jefeespiritual y mtico que se ha ido forjando a golpes de palabra hablada o escrita: es una figurade combate: un smbolo y una bandera; un acicate y un ariete; es tambin la piedra decontraste de muchas glorias espontneas.

    De esta manera, por todas estas razones, se va inculcando en la mente de los espaolesun Jos Antonio que no es, exactamente, el histrico; pero que es el que promueve historia; esdecir: un Jos Antonio mtico. Como a aquel que muri, y cuya obra ha. tenido digno y cumplidoremate, no se le regatea el honor y la gloria. Sobre su persona y hechos se ensayandefiniciones y calificaciones. Su figura cobra todas las condiciones del hroe poltico, y, corona

    de todas ellas, preforma el ideal masculino popular, y muchos nios que nacen se llaman,como l, Jos Antonio.

    En honor a la verdad, digamos aqu que esto no se debe slo a la Falange. No cabe dudaque ella promueve el acontecimiento, pone sus cimientos, lo dirige; pero hay mucho de obrapopular y nacional. Jos Antonio, en poco tiempo, es ya algo ms que el mito de la Falange: esel mito nacional de Espaa. El burgus espaol conoce otros hombres y otros nombres; pero elpueblo, el pueblo que trabaja y que combate, el que muere en la guerra y pierde sus hombres,no conoce sino dos: uno, real, tangible, que a veces se ve o se oye: el Caudillo; otro, un pocoraro, que suena en las imaginaciones populares como un hroes de tiempos pretritos, del cualla gente tiene idntico saber que tiene de sus santos o de sus hroes espontneos y queridos:es Jos Antonio. Muy a ciencia cierta, las mujerucas humildes que pronuncian su nombre no

    saben ni quin fu, ni cundo, ni dnde. Saben de l un modo de ser intuido, no tanto en loque oyen como en lo que desean. Cada espaol honesto, sencillo y sincero, ve en JosAntonio lo que l querra que fuese el gobernante, el conductor. As, Jos Antonio no tieneparecidos en la imaginacin popular, porque en l van poniendo propiedades o cualidades

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    absolutamente opuestas a las que los espaoles conocieran o adivinaran en esa desdicha degobernantes que en tantos aos Espaa padeciera.

    Todo esto tiene sus inconvenientes, y no es el menor el haberse achacado a fos Antoniocualidades que, si no tuvo realmente, acaso tampoco convengan a la proyeccin mtica de sufigura- As por ejemplo, se habla, en ciertos medios poco rigurosos, de un fos Antonio poeta,

    o profeta o teorizante de la poltica.La primera afirmacin tiene origen bien conocido: es aquella frase del mismo f os Antonio:

    a los pueblos no los han movido..., etc. La palabra poeta est incluida en ella. Se a tomaall, indudablemente, en un sentido muy amplio, ms cerca de su significado original que deeste otro, ms restringido, que le damos habitualmente. Pero lo bueno del caso es que a nadiese le ocurre, cuando llama poeta a Jos Antonio, pensar en un modo de ser poeta comn,por ejemplo, a Csar, Napolen y Fernando el Catlico, o cualesquiera otros conductores depueblos. Es decir, en la poiesis inherente a todo poltico creador.

    Cuando se habla del Jos Antonio poeta, se relacionan, inmediatamente, determinadosprrafos de acusado lirismo, bien escasos por cierto en sus discursos, as como la perfeccinformal, literaria, de los mismos; y quirase o no, se pretende para ellos un puesto en la Historia

    de la literatura. Y no se crea que este modo de estimarlo, bien precario por cierto, pudiera serexclusivo de aficionados o irresponsables: por esos diarios de Dios anda el artculo de unprofesor de literatura, crtico notable, en que se estampan conceptos por este estilo. Como sila mayor virtud de esos discursos fuera su posible ejemplaridad en las futuras escuelas deretrica!

    La segunda afirmacin es de origen ms difuso; pero no cabe dudar que se debe a lasinnegables predicciones de orden poltico, cumplidas la casi totalidad de ellas por lo menos,todas las hechas de un modo riguroso, dispersas por las palabras de Jos Antonio.

    Y, sin embargo, afirmarlo como profeta daa extraordinariamente su figura.

    Pinsese bien qu es un profeta, y cul es su misin respecto del pueblo. Olvdense, si se

    quiere, los ejemplos suministrados por el Antiguo Testamento, y circunscrbase la meditacin aformas menores y ms modernas de profeca, y hasta de profeca poltica. Hay casos muypopulares y recientes. El profeta es siempre un hombre que, o por permisin divina en loscasos supremos, o por aguda mirada en los de andar por casa, tiene conocimiento anticipadode los hechos FUTUROS E INEVITABLES. Pero nada ms. El profeta predice, y si acasopredica; pero no se coloca a la cabeza del pueblo para oponerse a lo fatal, entre otras razonesporque sabe que es fatal; porque sabe que oponrsele sera intil y estril.

    La tarea poltica es absolutamente distinta. Todo buen poltico necesita mirada de largoalcance, no slo para los hechos presentes, sino para los futuros. El poltico, en parte por loque tiene de inspirado (de vate, no de poeta), adivina posibilidades; pero, y que esto quedebien claro, su adivinacin comprende no slo hechos fatales, inevitables, sino tambin muy

    principalmente hechos, si importantes, contingentes, y precisamente para evitarlos es para loque asume las funciones de capitana. Es, por lo tanto, profeta, en el mismo sentido en que loes un estratego o un financiero. Pero esto no es ser profeta. Llamarle, pues, profeta a unpoltico es siempre un contrasentido: son dos funciones irreconciliables.

    La tercera afirmacin se refiere a la capacidad terica de Jos Antonio, cifrando su mayorgloria en sus dotes de pensador poltico, es decir, de intelectual.

    Los que lo afirman, as, sin distingos, parecen no haber ledo lo muy substancioso que elmismo Jos Antonio escribi en el famoso artculo Homenaje y reproche a don Jos Ortega yGasset. All qued claramente sentada la distincin que a su juicio exista entre el intelectual yel poltico en trminos tales, que necesariamente hay que encasillar a Jos Antonio en el grupode los ltimos. Estbamos en Espaa tan acostumbrados a la incultura enciclopdica de los

    que a oficios polticos se dedican, que no pudimos menos de sorprendernos ante la finuramental de Jos Antonio. No es aqu oportuno hacer un anlisis de su formacin intelectualsegn se infiere de su obra escrita; un da se har, y por quien tenga datos seguros y pulsofirme para ello (las obras de aficionados, mejor es que permanezcan inditas); quedar

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    aclarado el mapa de sus lecturas y el de sus ideas generales; habr, indudablemente, muchassorpresas. Se ver tambin que el estilo intelectual de fos Antonio no pertenece a esa largatradicin de escritores que va desde Maquiavelo a Ramiro Ledesma Ramos: hombres queinquirieron el hecho poltico y sobre sus observaciones levantaron tericas arquitecturas. JosAntonio saba lo que quera, porque su voluntad poltica y revolucionaria era posterior alconocimiento y al estudio; lo saba claramente, y adems lo expresaba con elegancia y firmeza.Como hombre rigurosamente formado en las disciplinas intelectuales, saba el valor de laspalabras. Sus intuiciones de poltico eran formuladas agudamente. Ahora bien: lo menos deque tienen aire sus escritos, sus discursos, es de teora poltica. Sus discursos critican, atacano defienden, proponen o destruyen. Buscan un efecto inmediato y activo en el auditorio. Separecen lo menos posible a una conferencia. Aun aquellos ms alejados del mitin y de lapropaganda, como el discurso del Crculo Mercantil de Madrid, no buscan tanto aclarar lasmentes de los oyentes en materia econmica, cuanto convencerlos de que la solucin de unosproblemas muy sabidos que acaba de exponer est, precisamente, y en lo que a Espaa serefiere, en el nacional-sindicalismo. Sus frases tienen un carcter parecido. Aslense a guisade experiencia de discursos, de artculos de semanario. Sea, por ejemplo, aquella tanconocida: Ea revolucin es la tarea de una resuelta minora inasequible al desaliento.

    Contiene una serie muy apreciable de virtudes intelectuales y literarias. Es una definicinperfecta formulada concisamente, acertadamente. Pero no es ste el mrito mayor de la frase.Cuando uno la lee, no slo asiste a una verdad de orden intelectual, sino que inmediatamentese cree obligado a esa inasequibilidad, a esa resolucin. Es una frase que mueve, que empuja.Es decir, la frase de un conductor, de un poltico; no la de un intelectual.

    Jos Antonio era un hombre culto, lo que, como sabemos, no quiere decir que haya ledoms o menos, sino que su cabeza y su corazn contienen un sistema completo y ordenado desu mundo. Sera fcil, leyendo sus obras, reconstruir ese sistema- Pero es un error creer queel resultado sera una nueva doctrina poltica. Se encontrara, en cambio, que sus convicciones,sus ideas polticas, y su accin, estaban ntimamente relacionadas, consecuentemente ligadasal complejo de sus ideas y de sus sentimientos. Esto, en Espaa, era un espectculo desusadoen nuestros hombres polticos. No es de extraar que se hayan confundido con una doctrinapoltica un cerebro y un corazn bien organizados.

    Quiere esto decir que Jos Antonio careca de doctrina? No. Era un nacional-sindicalista,y al edificio total de la teora contribuy con buena parte de sus ideas. En otras fu subsidiariode las JONS y los primeros jonsistas. Pero hay dos cosas en Jos Antonio, que constituyen eleje de su pensamiento y de su accin, anteriores a sus relaciones con los jonsistas, anterioresacaso a su misma formacin universitaria. No sera extrao que se tratase de ideas recibidaspor educacin, o por tradicin, de las que constituan el acervo familiar. Una es la idea de lagrandeza de Espaa; la otra, el respeto al hombre portador de valores eternos. Como se ve,son tan generales que nadie puede atribuirse pruritos de originalidad: ellas constituyen eltutano del pensamiento de Jos Antonio y los motivos ms ntimos y fundamentales de suaccin.

    Parece que con esto queda bien sentado que tampoco fu un terico de la poltica, unelaborador de doctrinas.

    Qu fu, pues, Jos Antonio?

    Un poltico. Nada menos- Que no es ser poco. Mejor an: que es ser una de las msdifciles y gloriosas cosas que se puede ser en el mundo.

    Al colector de esta Antologa le hubiera gustado escribir un libro con el ttulo de El Polticofos Antonio. Este libro no es posible hoy: sera, por todos conceptos, prematuro- Requierebastantes aos de historia y una bibliografa copiosa. Podra concebirse en varias partes ocaptulos, y, en la primera de ellas, una reconstruccin psicolgica del protagonista basndoseen todos los datos posibles, desde los iconogrficos hasta los grafolgicos. Su culminacinsera la descripcin del conflicto ntimo de fos Antonio, no tan ntimo que no pueda adivinarsehoy, a pesar de la escasez de datos personales e histricos que se padece. Los que loconocieron tienen la palabra, pero ese conflicto aparece como una pugna entre vocacin y

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    destino. Repetidas veces, desde su primer documento pblico una hoja de propagandaelectoral pidiendo al pueblo de Madrid un puesto en las Cortes Constituyentes para defender lamemoria de su padre, insiste fos Antonio en que, si las circunstancias de la Patria no se loexigieran, l permanecera recluido entre sus libros y sus ocupaciones intelectuales. Todo enl, hasta la eleccin de amistades, revela una fuerte vocacin intelectual. Pero, ni su cortemental es de hombre de gabinete y biblioteca, ni su destino permiti que la vocacin cuajara.La familia forma parte del destino del hombre, y por su familia, fos Antonio se encaja en unaestirpe dedicada al servicio de la Patria y del Estado. Es una familia ascendente que se glorificaa la antigua en el servicio del Rey. De vieja sangre hidalga, un Primo de Rivera gana laGrandeza de Espaa y el Marquesado de Estella defendiendo al Estado y a la Reina. Elservicio se aquilata con don Miguel, que pasa de la servidumbre de las armas a la mscompleja y grande servidumbre de la poltica, f os Antonio seala la cumbre. Esta cosafamiliar, este deber heredado, le obliga a abandonar sus dilectas ocupaciones y lanzarse alcampo de la poltica activa. Al principio, como ocupando un puesto vacante con cierto aire deprovisionalidad; como esperando otro mejor que le substituya. Por fin, entregado totalmente asu destino, asumido el puesto de Jefe con carcter definitivo, irrevocable e indiscutible. Nadasabemos del proceso ntimo, de la lucha -personal de Jos Antonio antes de decidirse a la

    asuncin de su papel culminante, sino ciertas frases significativas dispersas por su obra escrita.Pero s se puede afirmar que en esta pugna interior y esta decisin final, que le condujo arecibir la muerte con la mayor gallarda, es donde reside su mayor valor humano.

    Otro captulo sera el estudio de su carrera poltica. Los primeros pasos carecen deimportancia. Pese a ciertas afirmaciones contrarias, hechas con ocasin de su segundoaniversario, el fos Antonio propagandista monrquico de 1930 no tiene el menor inters, salvoel anecdtico. Ni siquiera el prefascista de los primeros aos de la Repblica. Jos Antoniocomienza su actuacin el 29 de octubre de 1933, en el Teatro de la Comedia. All se marca,con caracteres definitivos, su camino, y all contrae decididamente un compromiso trgico. En1933 hay muchos grupos polticos enemigos del rumbo republicano. Algunos de ellos se haceneco de la salida de Jos Antonio a la vida pblica. Destaquemos dos reacciones: una, la de lasJONS: puede verse en tino de los primeros nmeros de la revista que llevaba el mismo ttulo.Ante (da bandera que se alza los jonsistas hacen notar cmo Jos Antonio ha recogidomuchas de sus consignas, lo cual les parece bueno y legtimo; pero exigen, en nombre de susentido real de la poltica, hechos. Si no engaa el recuerdo, la frase era algo as como esto:actitudes como la del seor Primo de Rivera son voraces de hechos-. Otro eco puede verseen la revista Accin Espaola. El articulista se limitaba a afirmar que lo proclamado por fosAntonio era conocido, si no hasta la saciedad, muy poco menos, y desde luego, coincidentecasi en su totalidad con lo sostenido por cierta doctrina poltica. Nosotros los falangistas, desdeluego, no vimos esa coincidencia tan literal, ni debi verla tampoco Jos Antonio, pues, situadoen un momento entre ambas actitudes, se decidi, por la primera, dando muestras de autnticosentido poltico: porque aquel grupo mnimo y casi indigente de las primeras JONS, aquellasconsignas estridentes y catilinarias de Ramiro eran llamadas a ser las nicas con porvenir

    poltico en Espaa.La historia de Jos Antonio poltico contina con su actividad parlamentaria. El captulo

    podra titularse Voz que grita en el desierto. Hoy, que conocemos el texto de sus discursos,no podemos explicarnos los espaoles jvenes los viejos s se lo explicarn cmo fuposible su silenciamiento por la Prensa de uno y otro lado, hasta el punto de ser totalmenteignorados- Jos Antonio pas varios aos en el Parlamento diciendo verdades de a puo;pronunciando estupendos discursos; peleando contra la cerril incomprensin de las izquierdasy la irona de las derechas; respondiendo con la mayor elegancia irnica tambin a unos ya otros, salvo cuando responda a puetazos. Sus discursos son la Categora; iodos los demspronunciados en el Parlamento durante la Repblica son pura ancdota. Pero vayan ustedescon Categoras a aquellas gentes... Las soluciones que ahora, despus de la guerra, daremosa los problemas nacionales, fueron predicadas a voz y en grito, con la mayor claridad y con lamayor energa, por Jos Antonio en el Parlamento. Su voz subray los grandes temas tratadosen aquella magistratura, a veces de manera tan definitiva no menos definitiva porque no le

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    hayan hecho caso en la legislacin, a veces tan definitiva como con ocasin de la ReformaAgraria.

    Viene despus un captulo oscuro. Un escrito nuestro le llam la locura de Jos Antonio.Se trata del intento de revolucin tramado en 1935. Algn da se historiar debidamente. Por loque ahora se sabe, de haberse llevado a cabo, hubiera fracasado. Esto se le reprocha a os

    Antonio, embarcarse en una aventura condenada al fracaso. Pero, efectivamente hubiera sidoas? Y de fracasar, no sera bastante para conmover y despertar a los espaoles, evitando losmales que vinieron despus? No puede prejuzgarse, ni conviene echar adivinaciones sobre unsuceso pasado... que no lleg a pasar. Lo que s importa esclarecer es que el haberloproyectado no merma la grandeza poltica de nuestro primer Jefe.

    Se acercan los das ms duros. Los ltimos discursos de 1935, los de 1936 anteriores altriunfo de las Izquierdas, estn llenos de previsiones angustiosas y certeras. Jos Antonio hamedido sus fuerzas, y las fuerzas afines, y las contrarias. Sabe mucho de estrategia poltica ymucho de revoluciones. Y conoce que no hay ms que una solucin para nuestros males. Enmayo de 1936, desde la crcel, escribe la segunda de sus cartas a los militares, invitando a larebelin- Mientras tanto, grandes polticos espaoles tontean solemnemente, buscando y

    esperando soluciones legales...La prisin y la muerte frustraron un gran poltico; al aceptarlas, os Antonio coron su

    heroica figura humana, pero priv a Espaa de un cerebro y de un brazo de primera magnitud.Su ltima obra, su testamento, es un conmovedor documento personal, una manifestacin, porltima ms emocionante, de su elevada grandeza.

    El libro tendra una segunda parte, destinada a valorar el perfil poltico del protagonista.Conocida la trabazn, los motivos y consecuencias, sus actos cobrarn el debido volumen, ypodra llegarse al adjetivo justo, a la justa medida. Al juicio sin error, pero apasionado, con lapasin que despierta la noble grandeza humana.

    Acaso como eplogo, la expresin del amor que le tuvo la Falange. Ese amor que prendien la mejor juventud espaola, desesperada y sin gua en los das ms duros, refugiadaansiosamente en el hermoso mito de la ausencia. Por este amor tan extraamente despertado,y que prendi, acaso con mayor fuerza, en los que le haban manifestado hostilidad oindiferencia, podr medirse su dimensin espiritual. Haca muchos aos que Espaa nopresenciaba amor tan hermoso y tan cargado de promesas.

    ***

    Aqu van, de alguna manera ordenados, trozos de su obra escrita. Escogiendo de aqu y deall, se intenta dar cohesin y presentar un pensamiento completo, o, por lo menos, lo mscompleto posible. Tiene el florilegio, entre otras deficiencias, la de no haber repasado latotalidad de sus discursos, sino aquellos que hasta este momento pudieron ser recogidos.Acaso tambin algn escrito de otro gnero se haya olvidado.

    De sus afirmaciones e ideas se rechazaron todas aquellas que carecen de un valorpermanente. Todo pensamiento circunstancial ha sido eliminado de la antologa, que sedistribuy en tres partes. En la primera, se exponen las bases espirituales del pensamiento ydel sistema, es decir, aquello que entre su obra puede interpretarse como respuesta o actitudante los problemas fundamentales del Hombre, de la Patria, de la Cultura o de la Historia. En lasegunda, sus ideas polticas generales, y en la tercera, su pensamiento ante la Espaa actual,as como sus ideas polticas concretamente nacional-sindicalistas.

    Quiere el colector de esta Antologa que se interprete su trabajo como manifestacin delamor que l, miembro de una generacin con diez aos de protagonismo poltico, profesa aJos Antonio, nuestro primer Jefe Nacional.

    Ferrol del Caudillo, agosto de 1939, Ao de la Victoria.

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    PRIMERA PARTE

    En esta primera parte se renen aquellos pensamientos que pueden considerarse como

    fundamentales, como formando parte de una concepcin del mundo. No se pretenda hallar enellos profundidad metafsica, originalidad filosfica, sistema. El poltico, como el poeta, tomansu concepcin del mundo de la cultura en que se hallan sumergidos; pero no es lcito exigirlesque la produzcan o creen ellos mismos. Sera sacar las cosas de su quicio, y confundirlamentablemente ocupaciones y tareas.

    Se ver se ha visto ya, y comentado mucho la posicin rigurosamente antimodernade JOS ANTONIO: si la cultura moderna es decir, la anterior a la guerra europea giraalrededor de una frase de Pascal El corazn tiene sus razones que la razn nocomprende y de una frase de Goethe En el principio era la Accin, JOS ANTONIO,proclamando la supremaca de la Inteligencia, del Verbo del Logos, y proclamando sumodo de amor intelectual, aparece bien claramente opuesto al principio fustico de la Accin

    y ala obscuridad pascaliana de las razones sentimentales.Las nociones del Hombre, de la Historia, de la Patria, de la Nacin y del Estado, as como

    las de Poltica, Revolucin y Mando, no son sino el desenvolvimiento consecuente y orgnicode aquella postura inicial que profesa y mantiene la supremaca de la Inteligencia.

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    I

    LAS BASES INTELECTUALES

    1.Junto a esta piedra milenaria de nuestro camino, se nos exige, ya de cara a la Historia,un rigor de precisin y emplazamiento.

    M 19-5-35

    2....El bien y la verdad son categoras permanentes de razn, y para saber si se tienerazn, no basta preguntar al rey cuya voluntad para los partidarios de la monarqua absolutaera siempre justa, ni basta preguntar al pueblo cuya voluntad para los ruso-nianos essiempre acertada, sino que hay que ver en cada instante si nuestros actos estn de acuerdocon una aspiracin permanente.

    P 19-12-33

    3....se puede llegar al entusiasmo y al amor por el camino de la inteligencia.

    P 3-7-34

    4.El corazn tiene sus razones que la razn no comprende. Pero tambin la inteligenciatiene su manera de amar como acaso no sabe el corazn.

    EsN

    5.El juego impasible de las normas es siempre ms seguro que nuestra apreciacinpersonal, lo mismo que la balanza pesa con ms rigor que nuestra mano.

    DyP

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    II

    EL CONCEPTO DEL HOMBRE

    A)

    6.Nosotros consideramos al individuo como unidad fundamental, porque ese es elsentido de Espaa, que siempre ha considerado al hombre como portador de valores eternos.

    EyB

    7....slo se respeta la libertad del hombre cuando se le estima, como nosotros leestimamos, portador de valores eternos; cuando se le estima envoltura corporal de un alma quees capaz de condenarse y de salvarse. Slo cuando se le considera as, se puede decir que serespeta de veras su libertad...

    M 29-10-33

    8.El individuo es, respecto de la persona, lo que el pueblo respecto de la sociedadpoltica.

    EsN

    9.Nadie es uno sino cuando pueden existir otros. No es nuestra interna armadurafsica lo que nos hace ser personas, sino la existencia de otros de los que el ser personas nosdiferencia.

    El?

    10--.-la verdadera realidad jurdica es la persona; esto es, el individuo considerado, noen su realidad vital, sino como portador activo o pasivo de relaciones sociales que el Derechoregula; como capaz de exigir, de ser compelido, de atacar y de transgredir.

    EsN

    11.No se es persona sino en cuanto se es otro; es decir, uno frente a los otros,posible acreedor o deudor respecto de otros, titular de posiciones que no son las de otros. Lapersonalidad, pues, no se determina desde dentro, por ser agregado de clulas, sino desdefuera, por ser portador de relaciones.

    EsN

    12.Nadie ha nacido miembro de un partido poltico; en cambio, nacemos todos miembrosde una familia; somos todos vecinos de un Municipio; nos afanamos todos en el ejercicio de untrabajo.

    M 29-10-33

    13.Slo se alcanza dignidad humana cuando se sirve. Slo es grande quien se sujeta allenar un sitio en el cumplimiento de una empresa grande. Este punto esencial, la grandeza delfin a que se aspira, es lo que no quieres considerar.

    C. II a L. de T.

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    14.El seoritismo es la degeneracin del seor, del hidalgo, que escribi, y hastabien poco hace, las mejores pginas de nuestra historia. El seor era tal seor porque eracapaz de renunciar, esto es, dimitir privilegios, comodidades y placeres en homenaje a unaalta idea de servicio. Nobleza obliga, pensaban los seores, los hidalgos; es decir, nobleza

    exige. Cuanto ms se es, ms hay que ser capaz de dejar de ser- Y as de los patronos de lahidalgua salieron los ms de los nombres que se engalanaron en el sacrificio.

    Smo.

    B)

    15.Pensar en lo que ha venido a quedar reducido el hombre europeo por obra delcapitalismo. Ya no tiene casa, ya no tiene individualidad, ya no tiene habilidad artesana, ya esun simple nmero de aglomeraciones.

    M 19-3-35

    16....la caracterstica de la tragedia espaola y de la tragedia europea... (es esta): elhombre ha sido desintegrado, ha sido desarraigado, se ha convertido... en un nmero en laslistas electorales y en un nmero en la cola de la puerta de las fbricas; este hombredesintegrado lo que est pidiendo a voces es que le vuelvan a poner los pies en la tierra, quese le vuelva a armonizar con un destino colectivo, con un destino comn, sencillamente llamando a las cosas con su nombre con el destino de la Patria.

    CM.M

    C)

    17.El hombre en la ciudad casi no ve. Est siempre escondido detrs de su cargo, detrsde su traje. En la ciudad se ve al comerciante, al electricista, al abogado, etc. En el campo seve siempre al hombre.

    IrC

    18.Los que vamos de la Ciudad siempre nos sentimos un poco inferiores ante ellos (losdel campo), que casi no nos encuentran entre la ropa.

    IrC

    C)

    19.Cuando el mundo se desquicia, no se puede remediar con parches tcnicos; necesitatodo un nuevo orden. Y este orden ha de arrancar otra vez del individuo.

    EyB

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    III

    LIBERTAD HUMANA

    20.Frente al desdeoso Libertad, para qu?, de Lenin, nosotros comenzamos por

    afirmar la libertad del individuo, por reconocer al individuo. Nosotros, tachados de defender unpantesmo estatal, empezamos por aceptar la realidad del individuo libre, portador de valoreseternos.

    EIL

    21.El hombre tiene que ser libre; pero no existe libertad sino dentro de un orden.

    EyB

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    IV

    PROPIEDAD Y TRABAJO

    COMO ATRIBUTOS HUMANOS

    ELEMENTALES

    22.La propiedad es la proyeccin directa del hombre sobre sus cosas; es un atributoelemental humano. El capitalismo ha ido substituyendo esta propiedad del hombre por lapropiedad del capital, del instrumento tcnico de dominacin econmica.

    M 19-12-35

    23.El trabajo es una funcin humana, como es un atributo humano la propiedad.

    Qu es esto de armonizar el capital con el trabajo ?

    EyB

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    V

    CONCEPTO DE LA VIDA

    24.Lo religioso y lo militar son los dos nicos modos enteros y serios de entender la vida.

    M 17-11-35

    25.Toda existencia humana de individuo o de pueblo es una pugna trgica entre loespontneo y lo difcil.

    EsN

    26.Las posiciones espirituales ganadas as, en lucha heroica contra lo espontneo, sonlas que luego se instalan ms hondamente en nuestra autenticidad.

    EsN

    27.Tal es, entre otras, la dulce recompensa que se gana con el esfuerzo por mejorar: sise pierden goces elementales, se encuentran, al final del camino, otros tan caros y tan intensosque hasta invaden el mbito de los viejos afectos, extirpados al comenzar la empresasuperadora.

    EsN

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    VI

    PUEBLO

    28....un pueblo es... una integridad de destino, de esfuerzo, de sacrificio y de lucha, que

    ha de mirarse entera y que entera avanza en la Historia y entera ha de servirse.P 19-12-33

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    VII

    HISTORIA

    29.La vida de todos los pueblos es una lucha trgica entre lo espontneo y lo histrico.

    Los pueblos en estado primitivo saben percibir casi vegetalmente las caractersticas de la tierra.Los pueblos, cuando superan este estado primitivo, saben ya que lo que les configura no sonlas caractersticas terrenas, sino la misin que en lo universal los diferencia de los demspueblos. Cuando se produce una poca de decadencia de este sentido de misin universal,empiezan a florecer, otra vez, los separatismos; empieza otra vez la gente a volverse a susuelo, a su msica, a su tierra, a su habla, y otra vez se pone en peligro esta gloriosa integridadque fu la Espaa de otros tiempos.

    V 4-3-34

    30.El sentido entero de la historia y de la poltica, como dije en el mitin de la Comedia, es

    como una ley de amor; hay que tener un entendimiento de amor, que sin necesidad de unprograma escrito, con artculos y prrafos numerados, nos diga, en cada instante, cundodebemos abrazarnos y cundo debemos reir.

    31.Que asistimos al final de una poca, es cosa que ya casi nadie, como no sea pormiras interesadas, se atreve a negar. Ha sido una poca, sta que ahora agoniza, corta ybrillante : su nacimiento se puede sealar en la tercera dcada del siglo xvm; su motor internoacaso se expresa con una palabra: el optimismo. El siglo xix desarrollado bajo las sombrastutelares de Smith y de Rousseau crey en efecto que dejando las cosas a s mismasproduciran los resultados mejores, en lo econmico y en lo poltico.

    TyR

    32.Nuestro tiempo no da cuartel. Nos ha correspondido un destino de guerra en el quehay que dejarse sin regateos la piel y las entraas. Por fidelidad a nuestro destino andamos delugar en lugar soportando el rubor de las exhibiciones; teniendo que proferir a gritos lo queelaboramos en la ms silenciosa austeridad; padeciendo la deformidad de los que no nosentienden y de los que no nos quieren entender; derrengndonos en este absurdo simulacroconsuetudinario de conquistar la opinin pblica, como si el pueblo, que es capaz de amor yde clera, pudiera ser colectivamente sujeto de opinin.

    HyR

    33.Todas las juventudes conscientes de su responsabilidad se afanan en reajustar elmundo. Se afanan por el camino de la accin y, lo que importa ms, por el camino delpensamiento, sin cuya constante vigilancia la accin es pura barbarie. Mal podramossubstraernos a esa universal preocupacin nosotros, los hombres espaoles cuya juventudvino a abrirse en las perplejidades de la tras-guerra-

    TyR

    34.Nosotros, los jvenes, los que nos movemos por impulsos espirituales, libres delegosmo zafio de los viejos caciques, nosotros aspirbamos a una Espaa grande y justa,

    ordenada y creyente.J. I.

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    35.A qu aguardan ahora las juventudes a la intemperie? Renunciarn a terciaesperanza? Se retraern a las torres de marfil? Aguardarn a confiar de nuevo en vocespartidistas, que otra vez las seduzcan para desencantarlas?

    J. I.

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    VIII

    PATRIA, PATRIOTISMO

    A)

    36.La Patria es aquello que en el mundo configur una gran empresa colectiva. Sinempresa no hay Patria; sin la presencia de la fe en un destino comn, todo se disuelve encomarcas nativas, en sabores y colores locales.

    GyL

    37.La Patria es una unidad, total, en que se integran todos los individuos y todas lasclases; la Patria no puede estar en manos de la clase ms fuerte ni del partido mejororganizado. La Patria es una sntesis trascendente, una sntesis indivisible, con fines propiosque cumplir.

    M 29-10-33

    38.Sueo de unidad y de comn tarea, frente al angosto particularismo y al paso atrs delas fragmentaciones suicidas.

    ArC

    39.La Patria es el nico destino colectivo posible. Si lo reducimos a algo ms pequeo, ala casa, al terruo, entonces nos quedamos con una relacin casi fsica; si lo extendemos al

    Universo nos perdemos en una vaguedad inasequible. La Patria es, justamente, lo queconfigura sobre una base fsica una diferenciacin en lo universal; la Patria es, cabalmente, loque une y diferencia en lo universal el destino de todo un pueblo; es, como decimos nosotrossiempre, una unidad de destino en lo universal.

    C. M. M.

    B)

    40.Queremos que la Patria se entienda como realidad armnica e indivisible, superior alas pugnas de los individuos, las clases, los partidos y las diferencias naturales.

    41.Una Patria exacta, ligera, emprendedora, limpia de chafarrinones zarzueleros y demuchas roas consuetudinarias. No una Patria para ensalzarla con gruesas efusiones, sinopara entendida y sentida como ejecutora de un gran destino.

    42.Patria, que no es meramente el territorio donde se despedazan aunque slo seacon las armas de la injuria varios partidos rivales ganosos todos del Poder. Ni el campoindiferente donde se desarrolla la eterna pugna entre una burguesa que trata de explotar a unproletariado y un proletariado que trata de tiranizar a una burguesa. Sino la unidad entraablede todos al servicio de una misin histrica, de un supremo destino comn, que asigna a cadacual su tarea, sus derechos y sus sacrificios.

    C. I a L. de T.

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    C)

    43....Espaa es ms que una forma constitucional; ...Espaa es ms que una

    circunstancia histrica; ...Espaa no puede ser nunca nada que se oponga al conjunto de sustierras y a cada una de sus tierras.

    P. 2-1-34

    44.Espaa, no como vana invocacin de falsas cosas hinchadas, sino como expresinentera de un contenido espiritual y humano: la patria, el pan y la justicia.

    45.Espaa, desde que existe, es y ser siempre un quehacer; ...Espaa se justifica poruna misin que cumplir; ...a Espaa no se la puede entregar a temporadas inacabables de ocio,de dispersin, de falta de explicacin vital.

    P. 25-1-35

    D)

    46.Espaa se justifica por una vocacin imperial para unir lenguas, para unir razas, paraunir pueblos y para unir costumbres en un destino universal.

    47.Espaa es irrevocable. Los espaoles podrn decidir acerca de cosas secundarias;

    pero acerca de la esencia misma de Espaa no tienen nada que decidir. Espaa no esnuestra, como objeto patrimonial: nuestra generacin no es duea absoluta de Espaa: la harecibido del esfuerzo de generaciones y generaciones anteriores y ha de entregarla, comodepsito sagrado, a las que la sucedan. Si aprovechara este momento de su paso por lacontinuidad de los siglos para dividir a Espaa en pedazos, nuestra generacin cometera paracon las siguientes el ms abusivo fraude, la ms alevosa traicin que es posible imaginar.

    E)

    48.Si el patriotismo fuera la ternura afectiva, no sera el mejor de los humanos amores.

    Los hombres cederan en patriotismo a las plantas, que les ganan en apego a la tierra. Nopuede ser llamado patriotismo lo primero que en nuestro espritu hallamos a mano: esaelemental impregnacin en lo telrico. Tiene que ser para que gane la mejor calidad lo queest cabalmente al otro extremo; lo ms difcil; lo ms depurado de gangas terrenas; l msagudo y limpio de contornos; lo ms invariable.

    Es decir: tiene que clavar sus puntales no en lo sensible, sino en lo intelectual.

    Gyh

    49....no hay patriotismo fecundo si no llega a travs del camino de la crtica. Y os dirque el patriotismo nuestro tambin ha llegado por el camino de la crtica. A nosotros no nosemociona, ni poco ni mucho, esa patriotera zarzuelera que se regodea con la mediocridad, conlas mezquindades presentes de Espaa y con las interpretaciones gruesas del pasado.Nosotros amamos a Espaa porque no nos gusta. Los que aman a su Patria porque les gusta,

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    la aman con una voluntad de contacto, la aman fsica, sensualmente. Nosotros la amamos conuna voluntad de perfeccin. Nosotros no amamos a esta ruina, a esta decadencia de nuestraEspaa fsica de ahora. Nosotros amamos a la eterna e inconmovible metafsica de Espaa.

    M. 15-5-35

    50....esta suerte de patriotismo es ms difcil de sentir; pero en su dificultad est sugrandeza... Por lo mismo que el patriotismo de la tierra nativa se siente sin esfuerzo, y hastacon una sensualidad venenosa, es bella empresa humana desenlazarse de l y superarle en elpatriotismo de la misin inteligente y dura. Tal ser la tarea de un nuevo nacionalismo:reemplazar el dbil intento de combatir movimientos romnticos con armas romnticas, por lafirmeza de levantar contra desbordamientos romnticos firmes reductos clsicos,inexpugnables. Emplazar los soportes del patriotismo, no en lo afectivo, sino en lo intelectual.Hacer del patriotismo, no un vago sentimiento que cualquiera veleidad marchita, sino unaverdad tan inconmovible como las verdades matemticas. No por ello quedar el patriotismo enrido producto intelectual-

    EsN

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    IX

    TEORA DE LA NACIN

    51.La nacin no es una realidad geogrfica, ni tnica, ni lingstica; es esencialmente

    una unidad histrica. Un agregado de hombres sobre un trozo de tierra, slo es nacin si lo esen funcin de universalidad; si cumple un destino propio en la Historia; un destino que no es elde los dems. Siempre los dems son quienes nos dicen que somos uno.

    En la convivencia con los hombres, soy el que no es ninguno de los otros. En laconvivencia universal es cada nacin lo que no son las otras. Por eso las naciones sedeterminan desde fuera; se las conoce desde los contornos en que cumplen un propio,universal destino.

    El?

    52....Nosotros entendemos que una nacin no es meramente el atractivo de la tierra

    donde nacimos, no es esa emocin directa y sentimental que sentimos todos en la proximidadde nuestro terruo, sino que una nacin es una unidad de destino en lo universal, es el grado aque se remonta un pueblo cuando cumple un destino universal en la Historia...

    P. 4-1-34

    53.Las naciones no son contratos rescindiles por la voluntad de quienes los otorgan:son fundaciones, con substantividad propia, no dependiente de la voluntad de pocos ni demuchos.

    54.Para entenderse, conviene usar ya la palabra nacin significando con ellaprecisamente eso: la sociedad poltica capaz de hallar en el Estado su mquina operante. Ycon ello queda precisado el tema: esclarecer qu es la nacin; si la realidad espontnea de unpueblo, como piensan los nacionalismos romnticos, o si algo que no se determina por loscaracteres nativos.

    EsN

    55.La tesis romntica iba encaminada a la descalificacin, esto es: a la supresin detodo lo aadido por el esfuerzo (Derecho e Historia) a las entidades primarias, individuo ypueblo. El Derecho haba transformado al individuo en persona; la Historia habatransformado al pueblo en polis, en rgimen de Estado. ...Para la tesis romntica urgaregresar a lo primario, a lo espontneo, tanto en un caso como en otro.

    EsN

    56.El romanticismo es una actitud endeble que, precisamente, viene a colocar todos lospilares fundamentales en terreno pantanoso; el romanticismo es una escuela sin lneasconstantes, que encomienda en cada minuto, en cada trance, a la sensibilidad la resolucin deaquellos problemas que no pueden encomendarse sino a la razn.

    p. 3-7-34

    57.El romanticismo era afecto a la naturalidad. La vuelta a la Naturaleza fu suconsigna. Con esto, la nacin vino a identificarse con lo nativo. Lo que determinaba unanacin era los caracteres tnicos, lingsticos, topogrficos, climatolgicos. En ltimo extremo,

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    la comunidad de usos, costumbres y tradicin; pero tomada la tradicin poco ms que como elrecuerdo de los mismos usos reiterados, no como referencia a un proceso histrico que fueracomo una situacin de partida hacia un tal vez inasequible punto de llegada.

    Los nacionalismos ms peligrosos por lo disgregadores son los que han entendido lanacin de esta manera. Como se acepte que la nacin est determinada por lo espontneo, los

    nacionalismos particulares ganan una posicin inexpugnable. No cabe duda de que loespontneo les da la razn. As es tan fcil de sentir el patriotismo local. As se encienden tanpronto los pueblos en el frenes jubiloso de sus cantos, de sus fiestas, de su tierra. Hay en todoeso como una llamada sensual, que se percibe hasta en el aroma del suelo: una corrientefsica, primitiva y encandilante; algo parecido a la embriaguez y a la plenitud de las plantas enla poca de la fecundacin. A esa condicin rstica y primaria deben los nacionalismos de tiporomntico su extremada vidriosidad.

    Nada irrita ms a los hombres y a los pueblos que el ver estorbos en el camino de susmovimientos elementales.

    Cuando se ofende uno de esos sentimientos primarios instalados en lo profundo de laespontaneidad de un pueblo, la reaccin elemental en contra es inevitable, aun por parte de los

    menos ganados por el espritu nacionalista. Casi se trata de un fenmeno biolgico. Pero no esmucho ms aguda la actitud de los que se han esforzado en despertar directamente, frente alsentimiento patritico localista, el mero sentimiento patritico unitario. Sentimiento porsentimiento, el ms simple puede en todo caso ms. Descender con el patriotismo unitario alterreno de lo afectivo, perceptible por una sensibilidad casi vegetal, es ms intenso cuanto msprximo. Cmo, pues, revivificar el patriotismo de las grandes unidades heterogneas ? Nadamenos que revisando el concepto de nacin, para construirlo sobre otras bases- Y aqu puedeservirnos de pauta lo que se dijo respecto de la diferencia entre individuo y persona. Ascomo la persona es el individuo considerado en funcin de sociedad, la nacin es el puebloconsiderado en funcin de universalidad. Un pueblo no es nacin por ninguna suerte dejustificaciones fsicas, colores o sabores locales, sino ser otro en lo universal, es decir, portener un destino que no es el de las otras naciones. As no todo pueblo ni todo agregado depueblos es una nacin, sino slo aquellos que cumplen un destino histrico diferenciado en louniversal.

    De aqu que sea superfluo poner en claro si en una nacin se dan los requisitos de unidadde geografa, de raza o de lengua; lo importante es esclarecer si existe, en lo universal, launidad de destino histrico.

    Los tiempos clsicos vieron esto con su claridad acostumbrada. Por eso no usaron nuncalas palabras patria y nacin en el sentido romntico, ni clavaron las anclas del patriotismo enel obscuro amor a la tierra. Antes bien, prefirieron las expresiones como Imperio o serviciodel rey; es decir, las expresiones alusivas al instrumento histrico. La palabra Espaa, quees por s misma enunciado de una empresa, siempre tendr mucho ms sentido que la frase

    nacin espaola. Y en Inglaterra, que es acaso el pas de patriotismo ms clsico, no slo noexiste el vocablo patria, sino que muy pocos son capaces de separar la palabra king (rey),smbolo de unidad operante en la historia, de la palabra country, referencia al soporteterritorial de la unidad misma.

    Llegamos al final del camino. Slo el nacionalismo de la nacin entendida as puedesuperar el efecto disgregador de los nacionalismos locales. Hay que reconocer todo lo questos tienen de autntico; pero hay que suscitar frente a ellos un movimiento enrgico, deaspiracin al nacionalismo misional, al que concibe a la Patria como unidad histrica dedestino.

    EsN

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    X

    EL ESTADO

    A)

    58.Nosotros queremos que el Estado sea siempre instrumento al servicio de un destinohistrico, al servicio de una misin histrica de unidad; encontramos que el Estado se portabien si cree en ese total destino histrico, si considera al pueblo como una integridad deaspiraciones, porque entendemos que un pueblo es eso: una integridad de destino, deesfuerzo, de sacrificio y de lucha, que ha de mirarse entera y que entera avanza en la Historia yentera ha de servirse.

    P. 19-12-33

    59-Nosotros consideramos que el Estado no justifica en cada momento su conducta,como no la justifica un individuo ni la justifica una clase, sino en tanto se amolda en cadainstante a una norma permanente.

    R 19-12-33

    60- Qu es eso de un Estado fuerte ? Un Estado puede ser fuerte cuando sirve un grandestino, cuando se siente ejecutor del destino de un pueblo. Si no, el Estado es tirnico.

    C.M M

    61....slo puede ser fuerte, sin ser tirnico, el Estado que sirve a una unidad de destino.He ah cmo el Estado fuerte, servidor de la conciencia de la unidad, es la verdadera garantade la libertad del individuo. En cambio, el Estado que no se siente servidor de una unidadsuprema, teme constantemente pasar por tirnico.

    EyB

    B)

    62....la divinizacin del Estado es cabalmente lo contrario de lo que nosotrosapetecemos.

    P19-12-33

    63....es falso el punto de vista que coloca al individuo en oposicin al Estado, y queconcibe como antagnicas las soberanas de ambos. Este concepto soberana ha costadomucha sangre al mundo y la seguir costando. Porque esa soberana es el principio quelegitima cualquier accin nada ms que por ser quien es. Naturalmente, frente al derecho delsoberano a hacer lo que quiere, se alzar el del individuo a hacer lo que quiere. El pleito es asirresoluble...

    EIL

    64.El Estado se encastilla en su soberana; el individuo en la suya; los dos luchan por suderecho a hacer lo que les venga en gana. El pleito no tiene solucin. Pero hay una salida justa

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    y fecunda para esa pugna, si se plantea sobre bases diferentes. Desaparece ese antagonismodestructor en cuanto se concibe el problema del individuo frente al Estado, no slo como unacompetencia de poderes y derechos, sino como un cumplimiento de fines, de destinos- LaPatria es una unidad de destino en lo universal y el individuo el portador de una misinpeculiar en la armona del Estado. No caben as disputas de ningn gnero; el Estado nopuede ser traidor a su tarea ni el individuo puede dejar de ser colaborador con la suya en elorden perfecto de la vida de su nacin...

    ...La idea del destino, justificador de la existencia de una construccin (Estado o sistema)llen la poca ms alta que ha gozado Europa: el siglo xm, el siglo de Santo Toms. Y naci enmentes de frailes. Los frailes se encararon con el poder de los reyes y le negaron ese poder entanto no estuviese justificado por el cumplimiento de un gran fin...

    Aceptada esta definicin del ser portador de una misin, unidad cumplidora de undestino, florece la noble, grande, robusta concepcin del servicio. Si nadie existe sino comoejecutor de una tarea, se alcanza precisamente la personalidad, la unidad y la libertad propiassirviendo en la armona total... Nadie se siente doble, disperso, contradictorio entre lo que esen realidad y lo que en la vida pblica representa. Interviene, pues, el individuo en el Estado

    como cumplidor de una funcin, y no por medio de los partidos polticos; no comorepresentante de una falsa soberana, sino por tener un oficio, una familia, por pertenecer a unMunicipio. Se es as, a la vez que laborioso operario, depositario del poder...

    ...El Estado, sntesis de tantas actividades fecundas, cuida de su destino universal. Y comoel Jefe es el que tiene encomendada la magistratura ms alta, es l el que ms sirve.Coordinador de los mltiples destinos particulares, rector del rumbo de la gran nave de laPatria, es el primer servidor; es, como quien encarna la ms alta magistratura de la tierra,siervo de los siervos de Dios.

    EIL

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    XI

    LA POLTICA

    A)

    65-Si una poltica no es exigente en sus planteamientos es decir, rigurosa en lointelectual, probablemente se reduce a un aleteo pesado sobre la superficie de lo mediocre.

    HyR a O.y G. B)

    66-La poltica es, ante todo, temporal. La poltica es una partida con el tiempo en la queno es lcito demorar ninguna jugada. En poltica hay obligacin de llegar, y de llegar a la hora.

    HyR a O. y G.

    67....Ningn rgimen se sostiene si no consigue reclutar a su alrededor a la generacin joven en cuyo momento nace, y para reclutar a la generacin joven hay que dar con laspalabras iustas, hay que dar con la frmula justa de la expresin conceptual.

    P. 6-6-34

    68-Cuando se llega a una posicin poltica a travs de este camino bastante dramticoque yo he tenido que seguir, de este camino donde he tenido que ir sufriendo muchas cosas enlo ms vivo de mi intimidad, no se sale al mundo exterior, no deja uno su tranquilidad, suvocacin, sus medios normales de vida, la posibilidad de cultivar el espritu, la posibilidad de

    vivir fuera del ruido, de ese silencio de donde se sacan las nicas obras fecundas, no se salede todo eso, digo, para darse el gusto de levantar el brazo por ah. Se hace porque nuestrageneracin, que tiene tal vez por delante treinta o cuarenta aos de vida, no se resigna a seguirotra vez viviendo en aquella capa chata incluida entre una falta de inters histrico y una faltade justicia social.

    P. 6-6-34

    69.Hay que creer en algo. Cundo se ha llegado a. nada en actitud liberal? Yo,francamente, slo conozco ejemplos fecundos de poltica creyente, en un sentido o en otro.

    Cuando un Estado se deja ganar por la conviccin de que nada es bueno ni malo, y de que

    slo le incumbe una misin de polica, ese Estado perece al primer soplo encendido de fe, enunas elecciones municipales.

    C.IaL. de T.

    70-Toda gran poltica se apoya en el alumbramiento de una gran fe. De cara hacia fuerapueblo, historia la funcin del poltico es religiosa y potica. Los hilos de comunicacin delconductor con su pueblo no son ya escuetamente mentales, sino poticos y religiosos.Precisamente para que un pueblo no se diluya en lo amorfo para que no se desvertebre, lamasa tiene que seguir a sus jefes como a profetas. Esta compenetracin de la masa con susjefes se logra por proceso semejante al del amor.

    De ah la imponente gravedad del instante en que se acepta una misin de capitana. Conslo asumirla se contrae el ingente compromiso ineludible de revelar a un pueblo incapaz deencontrarlo por si en cuanto masa su autntico destino. El que acierta con la primera notacon la msica misteriosa de cada tiempo, ya no puede eximirse de terminar la meloda. Ya lleva

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    sobre s la ilusin de un pueblo, y abierta, la cuenta tremenda de cmo la administre. Cul noha de ser su responsabilidad si, como en el poema de Browning, arrastra a una turba infantildetrs del caramillo, para sepultarla bajo una montaa de la que no se vuelve!

    HyR a O. y G.

    71.Se ha encendido en Europa, y arde ya en Espaa, la llama de una fe nueva. De unafe que ve, en lo terreno y civil, como primera verdad, esta: un pueblo es una entidad total,indivisible, viva, con un destino propio que cumplir en lo universal. El bienestar de cada uno delos que integran el pueblo, no es inters individual, sino inters colectivo, que la comunidad hade asumir como suyo, hasta el fondo, decididamente. Ningn inters particular justo es ajeno alinters de la comunidad, y, por consiguiente, no es lcito a nadie tirotear los fundamentos de lacomunidad por estmulos de inters privado, por capricho intelectual o por soberbia.

    LnE

    72.He aqu la tarea de nuestro tiempo: devolver a los hombres los sabores antiguos de lanorma y el pan. Hacerles ver que la norma es mejor que el desenfreno; que hasta paradesenfrenarse alguna vez hay que estar seguro de que es posible la vuelta a un asidero fijo. Y,por otra parte, en lo econmico, volver a poner al hombre los pies sobre la tierra, ligarle de unamanera ms profunda a sus cosas: al hogar en que vive y a la obra diaria de sus manos.

    TyR

    C)

    73.El hombre es el sistema; y sta es una de las profundas verdades humanas que ha

    vuelto a poner en valor el fascismo. Todo el siglo xix se gast en idear mquinas de buengobierno. Tanto vale como proponerse dar con la mquina de pensar o de amar. Ninguna cosaautntica, eterna y difcil, como es el gobernar, se ha podido hacer a mquina; siempre hatenido que recurrirse a ltima hora a aquello que, desde el origen del mundo, es el nicoaparato capaz de dirigir hombres: el hombre. Es decir: el jefe, el hroe.

    TO

    74.Qu aparato de gobernar, qu sistema de pesos y balanzas, consejos y asambleas,puede reemplazar a esa imagen del Hroe hecho Padre, que vigila junto a una lucecita perenneel afn y el descanso de su pueblo ?

    TO

    75-...este jefe volver a encarnar el sistema para muchos aos. Mas l (Duce,conductor), seguir la fe de su pueblo en comunicacin de hombre a hombre en esa forma decomunicacin elemental, humana y eterna que ha dejado su rastro por todos los caminos de laHistoria.

    TO

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    XII

    TEORA DE LA REVOLUCIN

    A)

    76-...una sociedad que sabe que tiene que reformarse es que tiene la nocin de supropia injusticia, y una sociedad que se cree injusta no es capaz de defenderse con bro.

    P. 6-11-34

    B)

    77.Nadie se juega nunca la vida por un bien material- Los bienes materiales,comparados unos con otros, se posponen siempre al bien superior de la vida. Cuando searriesga una vida cmoda, cuando se arriesgan unas ventajas econmicas es cuando se sienteuno lleno de fervor mstico por una religin, por una patria, por una honra o por un sentidonuevo de la sociedad en que se vive.

    P. 6-11-34

    78.Las rebeliones son siempre el resultado, por lo menos, de dos ingredientes: el primeringrediente, difuso, es una explicacin interior, una falta de razn interna en el rgimen vigente.Tiene que haber eso para que una rebelin se produzca con probabilidades de triunfo;simplemente para que algunos se lancen a intentar una rebelin, tiene que haber un ciertodescontento, una falta de razn vital de existencia en el rgimen contra el cual la rebelin

    estalla. Esto es indudable; nunca han estallado rebeliones sino contra regmenes queempezaban a caducar. De otra parte, es necesario que exista una historia enrgica queaprovechando, que captando este estado de desaliento; esta falta de razn interna desubsistencia en el estado poltico que pretende atacar, se lance al ataque con ms o menosfortuna.

    P. 25-1-35

    C)

    79.Esto de querer echarlo todo a rodar, salga lo que salga, es una actitud caractersticade las pocas fatigadas, degeneradas; echarlo todo a rodar es ms fcil que recoger los cabossueltos, anudarlos, separar lo aprovechable de lo caduco... No ser la pereza la musa demuchas revoluciones?

    TyR

    D)

    80-...todo hecho histrico, todo rgimen histrico que se impone por un acto de violencia,se puede considerar de dos modos: o bien como coleccin de ancdotas, de datos locales, dedatos individuales, o bien como fenmeno total, desde el punto de vista total, en orden al propiodestino que ese orden histrico se asign a s mismo al advenir.

    p. 6-6-34

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    E)

    81..Una revolucin es siempre, en principio, una cosa anticlsica. Toda.revolucin rompe

    al paso, por justa que sea, muchas unidades armnicas. Pero una revolucin puesta en marchaslo tiene dos salidas: o lo anega todo o se la encauza. Lo que no se puede hacer es eludirla:hacer como si se la ignorase.

    VsA

    F)

    82.Se necesita la revolucin cuando, al final de un proceso de decadencia, el pueblo haperdido ya, o est a punto de perder, toda forma histrica.

    A A 31-10-35

    83.Una revolucin -si ha de ser fecunda y no ha de dispersarse en alborotosefmeros exige la conciencia clara de una norma nueva y una voluntad resuelta paraaplicarla.

    AIR H

    84.La revolucin es necesaria, no precisamente cuando el pueblo est corrompido, sinocuando sus instituciones, sus ideas, sus gustos, han llegado a la esterilidad o estn prximos a

    alcanzarla. En estos momentos se produce la degeneracin histrica. No la muerte porcatstrofe, sino el encharcamiento en una existencia sin gracia ni esperanza. Todas lasactitudes colectivas nacen enclenques, como producto de parejas reproductivas casi agotadas.La vida de la comunidad se achata, se entontece, se hunde en el mal gusto y la mediocridad.Aquello no tiene remedio sino mediante un corte y un nuevo principio. Los surcos necesitansimiente nueva, simiente histrica, porque la antigua ya ha apurado la fecundidad.

    Pero, quin ha de ser el sembrador? , Quin ha de elegir la semilla y el instante paralargarla a la tierra? Esto es lo difcil.

    AIR H

    85-A nadie que medite estos minutos puede ocultrsele esta verdad: al final de unperodo histrico estril, cuando un pueblo-por culpa suya o por culpa ajena ha dejadoenmohecer todos los grandes resortes, cmo va a llevar a cabo por s mismo la inmensa tareade regenerarse?

    ...Un pueblo hundido es incapaz de percibir y aplicar la norma: en eso mismo consiste sudesastre. Tener a punto los resortes precisos para llevar a cabo una revolucin fecunda, esseal inequvoca de que la revolucin no es necesaria. Y al contrario: necesitar la revolucin,es carecer de la claridad y el mpetu necesarios para amarla y realizarla. En una palabra: lospueblos no pueden salvarse en masa a s mismos, porque el hecho de ser apto para realizar lasalvacin es prueba de que se est a salvo.

    AIR H

    86-La masa de un pueblo que necesita una revolucin no puede hacer la revolucin.

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    AIR H

    87.A los pueblos no los han movido nunca ms que los poetas, y, ay del que no sepalevantar, frente a la poesa que destruye. la poesa que promete!

    M 29-10-33

    G)

    88.Todo el que se lanza a hacer una revolucin se compromete a concluirla; lo que nopuede hacer es escamotearla.

    P 25-1-35

    89....desgraciados los que no se llegan -al torrente ronco de la revolucin hoy ms omenos extendido y encauzan para bien todo el mpetu suyo.

    VsA

    90....la nica manera de que la revolucin se salve consiste en que encuentre lo que lasmasas no tardarn en llamar un traidor. Las masas, en su ingenua insolvencia, siempreconsideran tibio lo que hacen sus jefes: siempre se consideran traicionadas. Es vano quererevitar esta reprobacin de las masas cediendo ms y ms a sus gritos. Slo los hombres deuna especie se salvaron del castigo impuesto por las masas a los que creyeron traidores:aquellos que, sin preocuparse de ser fieles al perifollo de la revolucin, supieron adivinar susentido profundo y desenlazarla por los caminos no sospechados por la masa.

    Paradjicamente, estos traidores a las masas-son los nicos leales y eficaces servidores deldestino del pueblo.

    A A 31-10-35

    91.Los guas de un movimiento revolucionario tienen obligacin de soportar incluso laacusacin de traidores. La masa cree siempre que se la traiciona. Nada ms intil que tratar dehalagarla para eludir la acusacin.

    AIR H

    92.Ninguna revolucin produce resultados estables si no alumbra su Csar. Slo l escapaz de adivinar el curso histrico enterrado bajo el clamor efmero de la masa. La masa talvez no lo entienda ni lo agradezca; pero slo l la sirve.

    A A 31-10-35

    93-La revolucin es la tarea de una resuelta minora inasequible al desaliento. De unaminora cuyos primeros pasos no entender la masa porque la luz interior fu lo ms caro queperdi, vctima de un perodo de decadencia.

    AIR H

    H)

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    94.Ningn hecho revolucionario se justifica ni se ha justificado nunca con arreglo al orden jurdico anterior. Todo sistema poltico que existe en el mundo, sin ninguna excepcin, hanacido en pugna abierta con el orden poltico que rega a su advenimiento; porque una de lascosas que no estn incluidas en las facultades de los rdenes polticos es la facultad de testar.

    P 6-6-34

    95-...un rgimen revolucionario se justifica siempre por su hoja de servicios, y esta hojade servicios considerada siempre bajo especie de historia, no bajo especie de ancdota; estahoja de servicios considerada precisamente por un cotejo entre lo que se propuso el rgimenrevolucionario al romper con el sistema anterior y lo que dej tras s al terminar su ciclo.

    P 6-6-34

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    XIII

    MANDO

    96-La jefatura es la suprema carga, la que obliga a todos los sacrificios, incluso a la

    prdida de la intimidad, la que exige a diario adivinar cosas no sujetas a pauta, con laacongojante responsabilidad de obrar.

    Por eso hay que entender la jefatura humildemente, como un puesto de servicio, y, pase loque pase, no se puede desertar ni por impaciencia ni por desaliento ni por cobarda.

    97.El jefe no debe obedecer al pueblo; debe servirlo, que es cosa distinta; servirlo esordenar el ejercicio del mando hacia el bien del pueblo, procurando el bien del pueblo regido,aunque el pueblo mismo desconozca cul es su bien; es decir: sentirse acorde con el destinohistrico popular, aunque se disienta de lo que la masa apetece.

    AIR H

    98.Ser jefe, triunfar, y decir al da siguiente a la masa: S t la que mande; aqu estoypara obedecerte, es evadir de un modo cobarde la gloriosa pesadumbre del mando.

    AIR H

    99.Los conductores no tienen disculpa si desertan.

    AIR H

    100-Los conductores no tienen derecho al desencanto. No pueden entregar encapitulaciones la ilusin maltrecha de tantos como 1-e fueron a la zaga.

    HyR a O. y G.

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    SEGUNDA PARTE

    Esta segunda parte contiene la parte crtica, probablemente la de mayor volumen, de la

    obra escrita de JOSE ANTONIO.No slo la poltica nacional desde la Dictadura, sino los sistemas econmico-polticos

    vigentes en la actualidad universal, los que justamente han contribuido al desorden presente otrabajan por una nueva aurora, fueron por l comentados y criticados, siempre buscando herirde frente y muy en lo profundo alguno de los compartimentos estancos de la faramalla polticanacional, buscando siempre, por el duro camino de la crtica, la salvacin de la Patria, enaquellas horas amenazadoras de hundimiento, cuando ya hasta las ratas abandonaban ladesbaratada nave.

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    I

    CRITICA DEL LIBERALISMO POLTICO

    A)

    101-El liberalismo es, por una parte, el rgimen sin fe; el rgimen que entrega todo,hasta las cosas esenciales del destino patrio a la libre discusin. Para el liberalismo nada esabsolutamente verdad ni mentira. La verdad es, en cada caso, lo que dice el mayor nmero devotos. As, al liberalismo no le importa que un pueblo acuerde el suicidio, con tal de que elpropsito de suicidarse se tramite con arreglo a la ley electoral.

    ... Y como para que funcione la ley electoral tiene que estimularse la existencia de bandosy azuzarse la lucha entre ellos, el sistema liberal es el sistema de la perpetua desunin, de laperpetua ausencia de una fe popular en la comunidad profunda de destinos.

    LnE

    102.El liberalismo nos divide y agita por las ideas; el socialismo taja la sima entrenosotros, an ms feroz, de la lucha econmica. Qu se hace, en uno y otro rgimen, de launidad de destino, sin la que ningn pueblo es propiamente un pueblo?

    LnE

    103.El Estado no cree en nada; el Estado no cree en la libertad ni cree en la soberanadel pueblo, porque las suspende cada vez que hace falta. El Estado no se cree siquieradepositario ni cumplidor de un fin supremo.

    P.6-11-34

    104.El Estado liberal no cree en nada, ni siquiera en s propio. Asiste con los brazoscruzados a todo gnero de experimentos, incluso a los encaminados a la destruccin delEstado mismo. Le basta con que todo se desarrolle segn ciertos trmites reglamentarios.Puede imaginarse nada tan tonto? Un Estado para el que nada es verdad, slo erige enabsoluta, indiscutible verdad, esa posicin de duda. Hace dogma del antidogma. De ah que losliberales estn dispuestos a dejarse matar por sostener que ninguna idea vale la pena de quelos hombres se maten.

    C. I a L. de T.

    105-El liberalismo es la burla de los infortunados; declara maravillosos derechos: lalibertad de pensamiento, la libertad de propaganda, la libertad de trabajo... Pero esos derechosson meros lujos para los favorecidos por la fortuna. A los pobres, en rgimen liberal, no se leshar trabajar a palos, pero se les sitia por hambre. El obrero aislado, titular de todos losderechos en el papel, tiene que optar entre morirse de hambre o aceptar las condiciones que leofrezca el capitalista, por duras que sean. Bajo el rgimen liberal se asisti al cruel sarcasmode hombres y mujeres que trabajaban hasta la extenuacin durante doce horas al da, por unjornal msero, ya quienes, sin embargo, declaraba la ley hombres y mujeres libres.

    LnE

    B)

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    106-Cuando en marzo de 1762 un hombre nefasto, que se llamaba Juan JacoboRousseau, public El contrato social, dej de ser la verdad poltica una entidad permanente.Antes, en otras pocas ms profundas, los Estados, que eran ejecutores de misioneshistricas, tenan inscritas sobre sus frentes, y an sobre los astros, la justicia y la verdad. JuanJacobo Rousseau vino a decirnos que la justicia y la verdad no eran categoras permanentesde razn, sino que eran, en cada instante, decisiones de voluntad.

    M 29-10-33

    107.El filsofo ginebrino es un hombre enfermizo, delicado, refinado; es un filsofo alque, como dice Spengler que acontece a todos los romnticos y ste era un precursor yadirecto del romanticismo, fatiga el sentirse viviendo en una sociedad demasiado sana,demasiado viril, demasiado robusta. Le acongoja la pesadumbre de esa sociedad ya tanformada y siente como el apremio de ausentarse, de volver a la naturaleza, de liberarse de ladisciplina, de la armona, de la norma.

    Esta angustia de la naturaleza es como la nota constante en todos sus escritos: la vuelta a

    la libertad. El ms famoso de sus libros, el libro que va a influir durante todo el siglo xix y que vaa venir a desenlazarse casi ya en nuestros das, no empieza exactamente como habis ledoen muchas partes, pero s casi empieza en una frase que es un suspiro. Dice: El hombre nacelibre y por doquiera se encuentra encadenado. Este filsofo ya lo sabis todos se llamabaJuan Jacobo Rousseau; el libro se llamaba El contrato social.

    El contrato social quiere negar la justificacin de aquellas autoridades recibidastradicionalmente o por una designacin que se supona divina o por una designacin que en latradicin se apoyaba. l quiere negar la justificacin de esos poderes y quiere empezar laconstruccin de nuevo sobre su nostalgia de la libertad. Dice: el hombre es libre; el hombre pornaturaleza es libre y no puede renunciar de ninguna manera a ser libre; no puede haber otrosistema que el que l acepte por su libre voluntad; a la libertad no puede renunciarse nunca,porque equivale a renunciar a la cualidad humana; adems, si se renunciara a la libertad, seconcluira un pacto nulo por falta de contraprestacin; no se puede ms que ser libre eirrenuncia-blemente libre; por consecuencia, contra las libres voluntades de los que integranuna sociedad, no puede levantarse ninguna forma de Estado; tiene que haber sido el contratoel origen de las sociedades polticas; este contrato, el concurso de estas voluntades, engendrauna voluntad superior, una voluntad que no es la suma de las otras, sino que es consistente pors misma, es un yo diferente, superior e independiente de las personalidades que lo formaroncon su asistencia. Pues bien, esta voluntad soberana, esta voluntad desprendida ya de lasotras voluntades, es la nica que puede legislar; sta es la que tiene siempre razn; sta esla nica que puede imponerse a los hombres sin que los hombres tengan nunca razn contraella, porque si se volvieran contra ella, se volveran contra ellos mismos; esta voluntadsoberana ni puede equivocarse, ni puede querer el mal de sus subditos-

    CM M

    108.Juan Jacobo Rousseau supona que el conjunto de los que vivimos en un pueblotiene un alma superior, de jerarqua diferente a cada una de nuestras almas, y que ese. yosuperior est dotado de una voluntad infalible, capaz de definir en cada instante lo justo y loinjusto, el bien y el mal. Y como esa voluntad colectiva, esa voluntad soberana, slo se expresapor medio del sufragio conjetura de los ms que triunfa sobre la de los menos en laadivinacin de la voluntad superior, vena a resultar que el sufragio, esa farsa de laspapeletas entradas en una urna de cristal, tena la virtud de decirnos en cada instante si Diosexista o no exista, si la verdad era la verdad o no era la verdad, si la Patria deba permanecero si era mejor que, en un momento, se suicidase.

    M 29-10-33

  • 8/14/2019 Jos Antonio Primo de Rivera. Antologa (G. Torrente Ballester)

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    Jos Antonio Primo de Rivera (ANTOLOGA)

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    109.La revolucin se encuentra con los principios roussonianos ya elaborados, y losacepta. En la Constitucin de 1789, en la del 91, en la del 93, en la del ao tercero, en la delao octavo, se formula, casi con las mismas palabras usadas por Rousseau, el principio de lasoberana nacional: El principio de toda soberana reside, esencialmente, en la nacin.Ninguna corporacin, ningn individuo, puede ejercer autoridad que no emane de ellaexpresamente. No creis que siempre se da entrada, al mismo tiempo que se declara esto, alsufragio universal. Slo en una de las Constituciones revolucionarias francesas, en la de 1793,que no lleg a aplicarse, se establece ese sufragio; en las dems, no; en las dems, el sufragioes restringido, y an en la del ao octavo, desaparece; pero el principio siempre se formula:Toda soberana reside, esencialmente, en la nacin.

    Sin embargo, hay algo en las Constituciones revolucionarias que no estaba en el Contratosocial, y es la declaracin de los derechos del hombre. Ya os dije que Rousseau no admitaque el individuo se reservase nada frente a esta voluntad soberana, a este yo soberano,constituido por la voluntad nacional. Rousseau, no lo admita; las Constitucionesrevolucionarias., s. Pero era Rousseau el que tena razn. Haba de llegar, con el tiempo, elpoder de las Asambleas a ser tal, que, en realidad, la personalidad del hombre desapareciera,que fuera ilusorio querer alegar contra aquel poder ninguna suerte de derechos que el individuo

    se hubiese reservado.CM M

    110.Como el Estado liberal fu un servidor de esa doctrina, vino a constituirse, no ya enel ejecutor resuelto de los destinos patrios, sino en el espectador de las luchas electorales.Para el Estado liberal slo era lo importante que en las mesas de votacin hubiera sentado undeterminado nmero de seores; que las elecciones empezaran a las ocho y acabaran a lascuatro; que no se rompieran las urnas..., cuando el ser rotas es el ms noble destino de todaslas urnas. Despus, a respetar tranquilamente lo que de las urnas saliera, como si a l no leimportase nada. Es decir, que los gobernantes liberales no crean ni siquiera en su misin

    propia; no crean que ellos mismos estuviesen all cumpliendo un respetable deber, sino quetodo el que pensara lo contrario y se propusiera asaltar el Estado, por las buenas o por lasmalas, tena igual derech