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    Latinoamricay su Literatura

    EDITORIAL

    Universidad Nacional de JujuyJujuy - Argentina

    2012

    JORNALEROSEstudios Literarios y Lingsticos

    1Conferencias de las III Jornadasdel Norte Argentinode Estudios Literarios y LingsticosOctubre de 2010

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    Latinoamricay s u L i t e r a t u r a

    Conferencias de las III Jornadas del Norte Argentinode Estudios Literarios y Lingsticos

    Octubre de 2010

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    Conferencias de las III Jornadas del Norte Argentino

    de Estudios Literarios y LingsticosOctubre de 2010

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    Latinoamrica y su Literatura / Coleccin JORNALEROS

    1a ed. - San Salvador de Jujuy: Universidad Nacional de Jujuy.

    Universitaria de Jujuy, 2012.

    1. Estudios de Literatura Latinoamericana.

    56 p.; 21x15 cm.

    ISBN 978-950-721-415-3

    2012 Jornadas del Norte Argentino

    de Estudios Literarios y Lingsticos

    2012 Editorial

    Universidad Nacional de Jujuy

    Av. Bolivia 1685 San Salvador de Jujuy

    Jujuy Argentina0388-4221511 [email protected]

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    PALABRAS PRELIMINARES

    Comisin Organizadora

    Jornadas del Norte Argentino de Es-tudios Literarios y Lingsticos

    Nuestras Jornadas del Norte Argentino nacieron comorespuesta a la necesidad de construir un espacio localde Estudios Literarios y Lingsticos, que permitiera a

    estudiantes, docentes e investigadores del mbito de lasLetras, conocerse y reflexionar crticamente sobre susexperiencias, investigaciones, inquietudes y proyectos.La iniciativa surgi en Jujuy en el ao 1999, de la manode un grupo de estudiantes de Letras de la Facultad deHumanidades, quienes con voluntad, trabajo y buenacuota de ingenio llevaron a cabo las 1 Jornadas de Lite-ratura, que lograron reeditar durante 7 aos consecuti-

    vos.Mientras tanto, los organizadores de entonces fueron

    gradundose e integrndose al mundo profesional, y lasJornadas crecieron a la par, expandindose, porque ca-da vez las convocatorias iban superando las expectati-vas. Con el tiempo las puertas se ensancharon pararecibir a docentes, investigadores y estudiantes del Nor-te, pero tambin llegaron los del Sur, los del Este y los

    del Oeste.

    As, en el ao 2006, nacen las Jornadas del Norte Ar-gentino de Estudios Literarios y Lingsticos, evento queorganizamos cada dos aos, cuyo propsito es generardesde la Universidad Nacional de Jujuy un espacioabierto hacia la regin NOA y hacia el resto de nuestropas y de Amrica.

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    Estas Jornadas son fruto del entusiasmo y del trabajoen equipo, tambin de las voluntades individuales y lo-cales, pues son ya un espacio establecido, situado y

    proyectado para intercambiar ideas y posicionamientos,para imaginar realidades ms abarcadoras pensadas,compartidas, discutidas desde aqu, Jujuy, periferia dela periferia. En un mundo que imaginamos conformadopor centros y mrgenes, nuestro territorio es un lugar defrontera que goza de una gran actividad cultural.

    Lotman nos ha enseado a pensar las fronteras como

    zonas semiticamente activas donde los signos de la cul-tura se vuelven ms inestables y dinmicos. En ellas elpeso de los discursos hegemnicos se aliviana, y el pen-samiento se permite asumir formas heterogneas, hbri-das, que tienen gran poder renovador. En la frontera louno y lo otro necesariamente deben entrar en dilogo,asumiendo las tensiones, contradicciones y cruces queun dilogo de tal naturaleza alienta. Esta impronta fron-teriza, dialgica, tensiva y plural marca el espritu denuestras Jornadas del Norte.

    Y as, habiendo expandidos sus lmites, muchos fue-ron los que acompaaron esta empresa a lo largo deltiempo; llegaron a esta casa desde otras latitudes dejn-donos sus palabras que vinieron a abrir nuevas polmi-cas y a promover as otros afanes y perspectivas, ytambin estn los que se quedaron, los que nos acom-

    paan desde la distancia desdibujada por el cario ycompromiso generosamente asumido: Eduardo Galeano,Mempo Giardinelli, Pampa Arn, Mara Teresa Andruet-to, Liliana Massara, Leonor Fleming, Zulma Palermo,Elena Altuna, Ricardo Kaliman, entre muchsimos otrosa los que no slo agradecemos sino que los conservamossiempre entre nuestros afectos.

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    LA MUERTE EN DIRECTO. EL TESTAMENTOLITERARIO DE JUANA MANUELA GORRITI

    Leonor Fleming

    Una vida de novela y la novela de una vida

    Con datos objetivos puede decirse que Juana Manue-la Gorriti tuvo una vida de novela y, tambin, que el re-lato de su vida es su ms acabada obra maestra, llevadoa la ficcin en varios libros: Sueos y realidades (1865),Panoramas de la vida(1876), El mundo de los recuerdos(1886), La tierra natal(1889), Lo ntimo (1898).

    La vida de esta mujer, que abarca todo el siglo dieci-nueve, tiene sustanciosos ingredientes literarios: exiliosy transtierros, amores ortodoxos y heterodoxos, peripe-cias que incluyen guerra y crimen, viajes por la cordille-ras y los mares del sur, y un final feliz de gloria literaria.

    Recordemos que naci en Salta, el 16 de julio de1816, con la Independencia; mientras su padre partici-paba en el Congreso de Tucumn. Hija de Jos IgnacioGorriti, general de la independencia y gobernador deSalta; sobrina del Pachi Gorriti, la primera lanza deMartn Miguel de Gemes1, y del cannigo Juan IgnacioGorriti, que bendijo en Jujuy, la bandera creada porManuel Belgrano. A raz de las guerras civiles debe exi-

    liarse en Bolivia junto a su familia que haba perdido lafortuna en las guerras de independencia y en las repre-salias posteriores.

    1Cuando San Martn pisaba territorio peruano con su ejrcito Libertador, Gemes

    fue el nico dirigente que quiso afanosamente privilegiar la guerra de la emancipa-

    cin por sobre los problemas internos. Bazn, Ral Armando. Historia del noroeste

    argentino, Buenos Aires, Plus Ultra, 1995, p. 206. Sobre el tema vanse los Cap.

    Quin era Martn Miguel de Gemes? y Quines eran los gauchos? en Mata,Sara Emilia. Los gauchos de Gemes. Buenos Aires, Sudamericana, 2008.

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    A los 16 aos la joven aristcrata se casa con ManuelIsidoro Belz, militar audaz de origen modesto que lle-gar a ser presidente de Bolivia y que muri asesinado.

    Con l tuvo dos hijas, una relacin turbulenta, y se se-pararon antes de que llegara a la presidencia. Divorcio,nueva emigracin, esta vez a Lima, pobreza, indepen-dencia ganada a pulso (funda una escuela para mante-nerse), escritura y vida literaria (tuvo un saln al queasista Ricardo Palma, quien prolog uno de sus libros).En Lima se asume como escritora y publica su primeranovela, La quena en 18512 , sealada como el primer

    antecedente de la literatura fantstica, que sita a laautora como una de las primeras novelistas de Sudam-rica.

    Regres a Buenos Aires despus de medio siglo y fuerecibida con honores, reconocida literariamente y asisti-da con una pensin. Viaj a Salta y narr esta experien-cia intensa en La tierra natal, una de sus mejores obras.Volvi varias veces a Lima donde haba pasado sus msduros y mejores aos, y a su muerte en Buenos Aires,recibi el homenaje de tres pases: Argentina, Bolivia yPer.

    Sus pginas combinan imaginacin y autobiografa, yhan sido la fuente principal de sus bigrafos. En ellas la

    2La quena, folletn romntico, es publicado por entregas, con una dedicatoria a las

    Hijas de Lima, en el peridico El Comerciodel 29 de enero de 1851 (y no en La

    Revista de Lima, en 1845, segn se consigna en la mayor parte de los trabajos sobre

    la escritora). Mientras El Comerciohace su aparicin el 4 de mayo de 1839; la pri-

    mera etapa de la Revista de Limase desarrolla entre junio de 1859 y julio de 1863;

    con lo que este peridico an no exista en 1845, cuando la reiteradamente citada

    publicacin. Sin embargo, los nmeros de la Revista de Lima correspondientes al

    ao 1860 incluyen numerosas colaboraciones de Gorriti, lo que podra haber lla-

    mado a confusin, seguramente basada en la repeticin de un error inicial. El inves-

    tigador peruano Luis Miguel Glave, da la referencia exacta de su publicacin en

    Juana Manuela Gorriti y la imaginacin nacional andina. Siglo XIX, Letras de mu-jer, en original consultado en la Biblioteca Armando Caro de Salta, pp.15-16.

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    escritora da su versinde los hechos, que a veces coin-cide y a veces no, con otros testimonios y documentos.Deliberadamente, Gorriti crea su propio personaje, no

    por narcisismo, sino por necesidad e inteligencia, comomedio para su realizacin personal que incluye vida yescritura.

    Con pericia, la escritora defiende a la mujer, preser-vando su libertad personal junto con el buen nombre,amenazados una y otro por las costumbres rigurosas desu poca. El relato de la escritora, tanto en los textos

    estrictamente autobiogrficos como en los deudores dela fantasa, va perfilando a la dama digna, patriota, la-boriosa y sufrida, que en parte coincide, y en parte no,con la mujer liberal y moderna que se abre paso entrelos prejuicios y rigideces de la buena sociedad sud-americana de su tiempo.

    Miembro de una dinasta de guerreros y letrados, nodebe sorprender que Gorriti resulte hbil estratega,

    tanto en el manejo de su vida, como en el relato que lacuenta. La mujer y la escritora se ayudan y complemen-tan. Y si hablo del relato de una vida, no me refiero auna construccin caprichosa, sino a la narracin queelige los ingredientes, que subraya u omite, pero cons-truye a partir de caractersticas autnticas de la perso-na. La libertad (tanto cvica como personal), laconciencia de su identidad latinoamericanay una ad-

    hesin decidida a la modernidadque trae su poca, sonsus rasgos de conducta ms genuinos, junto a su voca-cin de escritoraque ejerce hasta los ltimos das desu vida.

    Su condicin femenina, aceptada con realismoaunque no sin protesta (Nada hay ms despiadado para

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    una mujer, como su sexo escribe en Lo ntimo3), laaparta de la posibilidad de seguir el modelo de lucha ycompromiso de los varones de su casa su padre, sus

    dos tos, su cuado, que lucharon junto a Gemes.Pero su acceso a la palabra escrita le permite recons-truirlo en sus textos como parte decidida de su progra-ma literario. No puede ser duea de una experienciaheroicaadmirada y no vivida, pero es duea de recrear-la a su antojo en la fantasa de sus relatos y en los tes-timonios de sus biografas.

    Be lz, el sueo del caudillo propio.La construccin romntica del mito

    Es el caso de la biografa de Belz, en la que contra-dice su propsito explcito de contar la intimidad, el ladooscuro del personaje, y ofrece a continuacin una histo-ria admirativa sobre ese carcter inquieto, aventurero ycaballeresco, junto a la narracin pormenorizada dehazaas que rayan lo inverosmil.

    Gorriti cumple el sueo del caudillo propio; se decidepor la construccin romntica del mito, del que tambinella forma parte (como esposa, madre de las hijas y viu-da del hroe), y guarda en la intimidad los rencores pri-vados4. Entre el menoscabado hombre concreto y el

    3 Gorriti, J. M. La tierra natal. Lo ntimo. Edicin y prlogo de Santiago Sylvester.

    Buenos Aires, Fondo Nacional de las Artes, s/fecha, (1998), p. 198. Todas las citas

    corresponden a la Obras completas (OC), Alicia Martorell, ed. Salta, Fundacin del

    Banco del Noroeste (tomos I a IV); Instituto de Investigaciones Dialectolgicas

    Berta Vidal de Battini (tomos V y VI), 1992-1999, con excepcin delas indicadas

    con las siglas(TN) La tierra natal y (LI) Lo ntimo, que se citan por la edicin del

    F.N.A.4 Cristina Iglesia desarrolla esta tesis: Duea absoluta de la historia del hroe,

    Gorriti apenas deja rastros de su pasional relacin con el personaje central de este

    relato y no se permite resquicios ni para la crtica ni para la queja personal. De estemodo Belz ser otra obra suya y su escritura biogrfica convertida en fuente de

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    caudillo ideal, opta por el personaje literario, por la figu-ra del hroe acorde con el propsito netamente romnti-co de fundar la patria sudamericana y de construir una

    historia ejemplar.

    No obstante, la esposa temperamental, no rectifica, nitacha (como hubiese podido hacerlo) ese arrepentimien-to inicial, insinuado en el propsito no cumplido, demostrar el lado turbio del personaje. Deja slo una hue-lla, quiz un tributo a ese realismo que detesta.

    La mujer moderna. La escritora profesional.Oas i s de l a v i da .

    Salta y Bolivia aportan temas y experiencias que se-rn su cantera literaria; en Lima publica por primera vezy se asume como escritora; y ser en Buenos Aires don-de se afirma como escritora profesional

    Llega a la Argentina en 1875, precedida por la famade novelista romntica y aunque el regreso se realizaescalonadamente con idas y vueltas al Per y Bolivia,abarca los ltimos 17 aos de su vida. Despus del l-timo viaje a Lima, a fines 1884 se instala definitivamen-te en Buenos Aires. Es una etapa ms sedentaria, por laedad y la poca salud de Gorriti, pero de una intensa ac-tividad literaria y editorial. Los tiempos vitales se acor-

    tan y la escritora trabaja sin descanso, a veces en dos otres obras a la vez: Aunque bastante achacosa y muymucho cansada de la vida estoy ocupndome de dostrabajos literarios: Perfiles contemporneos y Salta.

    la historia, valorizada por la proximidad con el personaje, ser un nuevo triunfo

    sobre la inacabada trama de las murmuraciones. Iglesia, Cristina. La escritora del

    destierro, en Varios autores, Mujeres argentinas, Buenos Aires, Extra Alfaguara,

    1998, p.245-246.

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    Siguiendo con un consejo de [Edmundo de] Amicis, elliterato italiano, escribo simultneamente, descansandodel uno en el otro. Y para que este descanso en la varie-

    dad sea mayor, lo tercio confeccionando un librode...cocina! (LI, p.183). Son anotaciones del 2 de abrilde 1887, en las que hace referencia a Perfiles, La tierranatal y Cocina eclctica, todos en preparacin y luegopublicados, casi a libro por ao, entre 1889 y1892.

    La escritura febril tiene adems el acicate de la publi-cacin y la gran demanda de novelas. En su correspon-

    dencia de esos aos registra que muchas veces tiene querechazar pedidos de colaboraciones porque el tiempo lefalta y la salud no la ayuda.

    Gorriti se integra a la capital argentina en plena mo-dernizacin, tiene un temperamento abierto y, con granlibertad, se anticipa a los nuevos usos que el cambioofrece para beneficio de la mujer y de la escritora. Viveausteramente de la pensin otorgada por el Estado y de

    sus colaboraciones, y resulta ser eficaz agente literariade s misma; consigue subvenciones oficiales para lapublicacin de sus obras, dos de las cuales, El mundode los Recuerdosy Cocina eclctica, se editan con apoyodel Gobierno de Salta y de la Nacin, respectivamente.

    Pero son dos proyectos editoriales de esta ltima eta-pa,Oasis de la viday Cocina eclctica, los que acreditanno slo su condicin de moderna que ejerce su escritu-ra con libertad y audacia, sino su habilidad para mover-se con solvencia en el difcil terreno del mercadoeditorial. Por distintos motivos, ambos libros resultanser bastante heterodoxos para la condicin de literatarespetable de la autora, y por eso los menciono. No loselijo por su calidad literaria, sino como confirmacin dela capacidad de una estratega que elige ser escritoraprofesional y concretar una obra deliberadamente la-tinoamericana.

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    El ao1888 es el del sustancioso contrato de Oasis enla vida, una novela de encargo de la que se tiran 10.000ejemplares por compra anticipada de La Buenos Aires,

    una compaa de seguros a la que la obra est dedicada

    Este curioso ejemplar resulta ser un precursor de loslibros de encargo de gnero masivo. La novela, de grantirada, incorpora propaganda para la empresa patroci-nadora en la dedicatoria, el argumento y varios avisosincluidos como al pasar en el relato.

    Originada seguramente en la oportunidad de la oferta

    y la necesidad de la autora, la transaccin convierte aGorriti en una pionera del marketing literario. Hay sinembargo una actitud moderna en el hecho de asumirsecomo escritora profesional que pretende vivir de su es-critura, alejada del prestigio romntico del artistabohemio incontaminado por el dinero. Por el contrario,en las memorias y cartas de Gorriti son frecuentes loscomentarios sobre negociacin de derechos y anticipos,

    franqueza que muestra un trato profesional y desprejui-ciado de los temas econmicos vinculados a su escritu-ra, cuando faltan todava dcadas para que HoracioQuiroga afirme sin tapujos: escribo por dinero, confe-sin recibida an con incomodidad por sus contempo-rneos.

    Coci n a eclct i ca . Un proyecto latinoamericano

    El otro libro es Cocina eclcticade1890. Tambin enun claro reflejo de estrategia editorial, cuenta en susmemorias que tuvo que posponer la publicacin de Perfi-les(biografas breves de notables), casi listo, para dedi-carse a la Cocina eclctica y anticiparse a la PardoBazn, que se haba anoticiado de la idea, y decidi es-cribirun libro de cocina espaola.

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    Cocina eclctica admite varias lecturas posibles, yquiz la gastronmica sea hoy la menos interesante yaque resulta difcil llevar a la prctica varias de sus rece-

    tas.

    Simblicamente Gorriti rene en el caldero domsticouna pluralidad de sabores, que son tambin saberes,costumbres y sobre todo lugares: dorado de Metn, mo-jarras de Salta, conejo de Cochabamba, pachamanca deLima, etc. El ncleo de las recetas lo constituye la coci-na criolla.

    El deliberado perfil sudamericano, al igual que en susficciones, est en muchas de sus recetas, en los ingre-dientes tanto culinarios como lingsticos y, sobre todo,en la carga cultural que asoma en sus pginas: unasformas de cocinar y de contar, que son maneras lati-noamericanas de ver el mundo.

    El hecho de publicarlo exponiendo su fama de nove-lista romntica, es otro dato de la libertad de la autoraque abre su escritura a una materia subestimada, peroes sobre todo una precoz afirmacin de la mujer moder-na que rene la cara domstica de madre, con la pblicade escritora profesional, sin renunciar a ninguna, femi-nista y femenina al mismo tiempo, en esa imagen noescindida por prejuicios y prohibiciones. Gorriti sita suescritura en una zona de inestabilidad, cruza fronteras ycorre un riesgo, pero el tiempo y el contexto, le dan larazn y confieren a este libro un valor literario.

    El mero recetario se convierte en literatura con sutilespero definitivos aadidos: un prlogo en el que Gorriti,con experiencia de escritora, condena la opcin errneaentre el hogar y los libros; el diseo que involucra a susamigas y lleva implcita la diversidad de voces; y final-mente, la identidad sudamericana de un proyecto que se

    desentiende de meridianos europeos al uso y descentra

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    el eje culinario de Francia para plantarlo en los pasesandinos de Sudamrica. El resultando es una obra coralde dilogo americanista, modesta en su temtica y sor-

    prendente en su originalidad.

    Por esa poca la escritora sufre una bronquitis agudade extrema gravedad que se presenta como anuncio dela muerte: En lo lgido de mi enfermedad y como unairona del destino se public Cocina eclctica. El pas haentrado en bancarrota: la escritora, que la haba antici-pado al sealar la fiebre especulativa del porteo, se

    lamenta: Qu tiempo tan poco a propsito para publi-car un libro de banquetes y comilonas, hoy que BuenosAires est sufriendo, y creo que por largo tiempo, loshorrores de la crisis (LI,p.207).

    Lo n t i m o. La muerte en directo.La estructura fragmentada

    Despus de haber sentido la proximidad del sepulcro,se aferra a la escritura como tabla de salvacin; no tienecasi fuerzas pero la urgencia por ver las obras publica-das se acrecienta.

    Su salud se deteriora cada vez ms, pero en enero de1892 aparecen Perfilesy tambin el primer y nico tomode Veladas literarias de Lima, 1876-1877, que recoge

    materiales de distintos autores ledos y discutidos en lassesiones del saln limeo, entre los que se incluyen an-ticipos de los libros que estaba preparando y que pre-sentaba en la tertulia de los mircoles. Entre ellos,varios fragmentos de Peregrinacin de una alma triste,junto a algunas otras narraciones. Ser el ltimo libropublicado en vida de la autora, ocupada por esa pocaen Lo ntimo, que terminar de compaginar su hijo yaparecer pstumo en 1898.

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    Lo ntimo, su obra final, es un rejunte de variado ori-gen y distintas pocas que aprovecha fragmentos deun diario discontinuo, materiales y sobrantes de otras

    escrituras, completado con trozos de cartas, junto a lasnotas impactantes del ltimo tramo de su vida. Unaobra hecha con saldos y retazos (y, como se ver, pordistintas manos) que, sin embargo, constituye uno desus libros ms interesantes gracias a la potencia narra-tiva de la autora, y a una estructura fragmentada queanticipa la modernidad.

    El libro no es estrictamente una autobiografa; tienehuecos o vacos que, contra lo que teme su autora (ysu hijo, que la ayuda y se encarga de terminar la tarea),no cercena el relato de una vida sino que, por el contra-rio, la presenta a travs de sus fragmentos ms inten-sos, y los variados materiales van construyendo el frisode la poca, escenario que enmarca el perfil singular dela escritora.

    Interesan especialmente los avatares de la redaccin yla publicacin de sus textos, la modernidad de sus jui-cios, los testimonios sobre la soledad, la vejez y la llega-da de la muerte. En el conjunto no importa tanto laexactitud de los datos como la temperatura, el clima deuna poca, de la que la escritora es juez, cronista y pro-tagonista.

    Hacia el final, que coincide con la narracin de susltimos aos, el libro adquiere una especial intensidadgracias al contrapunto entre su salud que declina y lasganas de escribir y publicar que la vuelven a la vida: lonico que a m me queda escribe en enero del ao desu muerte es esta pluma y los tres dedos que la sostie-nen en la obra de hacer libros. Ms adelante predice:Mas esto se acaba, pues quien est hablando con tantoaplomo de las cosas de la vida, se halla en ella con el pie

    en sus umbrales; el 92 va a ser el aerosttico que me

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    llevar a las regiones eternas (LI, p.226), lo que efecti-vamente ocurre, en noviembre de ese ao.

    La muerte es el hecho ms ntimo, personal, intrans-ferible. Gorriti la ve llegar: le ofrece pelea y la corteja enla escritura de las ltimas pginas. El relato fragmenta-do tiene el ritmo entrecortado de la agona: la enfermaclaudica y enmudece y una chispa literaria la reanima:Hoy quisiera compaginar algunos originales de Lo nti-mo para darlos a la copia Tengo que llenar muchos,muchsimos vacos entre ellos: no s si lo podr hacer,

    escribe en la entrada del 15 de septiembre.El libro en el que trabaja hasta el ltimo aliento, es

    organizado con la ayuda de su hijo, Julio Sandoval, se-gn ella misma lo apunta en el texto. Pero hoy se sabetambin, gracias a la investigacin de Graciela Batticuo-re, que el hijo sigui trabajando en el texto luego de lamuerte de su madre y realiz un viaje a Lima para con-sultar el epistolario que guardaba Ricardo Palma, con el

    propsito de llenar los vacos que la preocupaban. Sesabe tambin que, en ausencia de Palma de viaje porEuropa, y gracias a la gran confianza y amistad entreambas familias5, Cristina Palma, la esposa, le facilit lascartas que Julio Sandoval revis y censur con tachadu-ras, lo que hace presumir a la crtica que tambin pudohaber aadido y tachado en el original materno: Juliono slo censura lo inadecuado, sino que corta y pega,

    es decir, selecciona del epistolario los fragmentos queconsidera, comenta Batticuore, y luego opina sobre elresultado: Proceso de reescritura o recomposicin en elque es a veces aliado y a veces traidor [] una suerte de

    5En la correspondencia con Palma, Gorriti escribe para los nacimientos de sus hijos

    y aparece reiterado el afecto hacia Cristina, la esposa y las palmeritas, referencia

    cariosa a los hijos del matrimonio; como tambin a la inversa, a la muerte de la

    escritora, Julio Sandoval y luego su mujer, Urcina Ponce, siguen teniendo a Palmacomo referente autorizado para las decisiones sobre las ediciones pstumas.

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    editor presente en el texto y no slo en el libro (objeto)que imprime a la obra su sello e impronta6.

    Finalmente, las cartas de Urcina Ponce, la viuda deSandoval, dirigidas a Palma, confirman que el libro apa-rece pstumo en Buenos Aires, publicado por RamnEspasa en 1898, luego de la muerte de su marido, ocu-rrida en 1894, y seis aos despus de la de Gorriti. Hoyse sabe la fecha cierta de publicacin que, al no estarimpresa en el libro, movi a ms de un equvoco, y lleva la compiladora de las Obras Completas,a situarla en

    1942, fecha de una copia que se guardaba en la biblio-teca de la Facultad de Letras de la Universidad de Bue-nos Aires.

    Un sino trgico.

    Este dilogo cara a cara con la muerte tiene su expli-cacin. Las muertes prematuras o violentas que rodean

    desde muy nia a Juana Manuela Gorriti, recuerdan elsino trgico de Horacio Quiroga. Como en el cuentistade la selva, tambin en la saltea, el gusto por la natu-raleza y el aura de las prdidas impregnan su vida y suescritura.

    La lista numerosa de los casos llama la atencin. EnGemes. Recuerdos de infancia cuenta que su llanto

    infantil desconsolado, cuando es tomada en brazos porel apuesto general, predice la muerte prxima del hroe.

    Sus dos hermanos mayores, Ramn y Pedro GorritiZuvira, fallecen jvenes, de dieciocho y veinte aos res-pectivamente; Tadeo, el tercero, hbil para los negocios,es asesinado por sus compaeros para robarle; el cuar-to, Rafael, al parecer su preferido, tambin muere asesi-

    6Batticuore, Op. Cit. 2004, p. XXXII.

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    nado por un protegido que result ser el amante de susegunda esposa. Mariana, la quinta hermana, fea y en-cantadora, que se casa tardamente cuando iba para

    solterona, muere repentinamente, hecho que la escritoraasocia con una supersticin del jilguero negro.

    Su to Pachi, fallece a los cincuenta aos en plena ac-tividad, el ao anterior al exilio de la familia que quizl, respetado federal, hubiese podido evitar o morigerar.Su propio padre fallece en el exilio a los pocos aos dedejar su patria; su ex-marido es asesinado el da que

    asume su tercer mandato como presidente, y ella recogeel cadver, lidera al pueblo devoto del caudillo y encabe-za las honras fnebres.

    El fin prematuro tambin alcanz a varios de sus hi-jos; Clorinda, nacida de una relacin posterior al matri-monio, muri en la adolescencia, y la madre conservabaen una urna su rubia cabellera, como macabra compa-a en el escritorio de su casa de Lima. Tambin acom-

    paa impotente la agona de Mercedes Belz de Dorado,su hija ms prxima y cmplice en las letras, que fallecea los cuarenta y cuatro aos. Su yerno, Jorge Crdovamarido de Edelmira, tambin fugaz presidente de Boli-via, cae ajusticiado por un militar sanguinario cuandoregresaba de su exilio protegido por una amnista. Hayadems noticias inciertas sobre otros dos hijos fallecidosinfantes: Mara Delfina Belz Gorriti7, y un nio que

    muere en Lima luego de los acontecimientos del 2 deMayo de 1866, segn alusiones de Efrn8.

    La muerte no fue para Gorriti una presencia lejanasino un hecho que acontece. Pareciera que esa frecuen-cia hubiese producido una familiaridad con la muerte

    7Bautizada en Sucre en 1834, segn la genealoga de Saravia Toledo, Rogelio. Op.

    Cit. p.28.8Efrn, Anala. Op. Cit. p.174.

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    y, cuando ya anciana la ve venir, va dando cuenta de suavance en cada entrada de su diario. Podra decirse quela mira sin miedo ni resignacin, con curiosidad y hasta

    con impaciencia. La escritora se sobrepone a la ancianapostrada, que con tres dedos y su pluma sigue regis-trando la novela de su vida y da entrada, con el ltimoaliento, al personaje final y definitivo que se le avecina:Tanto mejor, llega en tiempo en que la vida pesa comoropa mojada que es preciso cambiar (LI, p.207).

    En esa escritura teraputica, con humor ligeramente

    macabro, cuenta que en una ocasin el mdico, sin ad-vertirlo, escribe la receta sobre uno de sus textos apenaslegible por la debilidad del trazo de su ya rgida mano.

    Ante la propia muerte no hay lugar para la indiferen-cia. Gorriti la ve llegar y la espera con atencin paraauscultarla en su propio relato; un relato valiente, queconsigue detener, con el esfuerzo de escritura, el decliveapresurado de un cuerpo que se apaga. Y muere a su

    medida, con la pluma en la mano, contando lo que lepasa; la propia muerte es su ltimo argumento:

    mis ojos se dirigen involuntariamente alocaso para el que voy caminando.El corazn en esta poca de la existencia, pordecirlo as, est sombreado por una nube queavanza rpidamente sobre el cielo de la vida.Algunos das ms y la luz se apagar parasiempre.

    Son stas sus ltimas lneas escritas antes del 6 denoviembre de 1892.

    Es el testamento literario de una mujer que no deser-t de la vida, ni de la escritura, porque supo muy prontoy lo escribi en sus memorias que Una vez que se haentrado en el camino de las letras, es necesario mar-

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    char, marchar siempre, cualquier descanso parece unaclaudicacin.

    Bibliografa

    Libros de la autora9

    Sueos y realidades. Obras completas, 2 tomos, Buenos Aires,Imprenta de Mayo de C. Casavalle, 1865.

    Biografa del general don Dionisio de Puch. Pars, ImprentaHispano-Americana de A. E. Rochette 1868, (31p.). Vida mili-tar y poltica del general don Dionisio de Puch. 2. ed. corregida

    y aumentada (72 p.). Paris, Imprenta Hispanoamericana deRouge Hermanos y Comp. 1869.

    Panoramas de la vida. Coleccin de novelas, fantasas, leyen-das y descripciones americanas, 2 tomos, Buenos Aires, Im-prenta y Libreras de Mayo, 1876.

    Miscelnea. Coleccin de leyendas, juicios, pensamientos, dis-

    cursos, impresiones de viaje y descripciones americanas. Bue-nos Aires, Imprenta de M. Biedma, 1878.

    El mundo de los recuerdos. Buenos Aires, Flix Lajouane,1886.

    Oasis en la vida. Buenos Aires, Flix Lajouane, 1888.

    La tierra natal. Buenos Aires, Flix Lajouane, 1889.

    Cocina eclctica. Buenos Aires, Flix Lajouane, 1890.

    Perfiles. (Primera parte). Buenos Aires, Flix Lajouane, 1892.

    Veladas Literarias de Lima, 1876-1877, Tomo primero, Vela-das I a X. julio19 de 1876 a setiembre 21 de 1876. BuenosAires, Imprenta Europea, 1892.

    Lo ntimo. (Pstumo), Buenos Aires, Ramn Espasa, 1898.

    9Se consigna slo la primera edicin de cada libro, salvo en el caso sealado.

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    Obras completas. Alicia Martorell, ed. Salta, Fundacin delBanco del Noroeste (tomos I a IV); Instituto de InvestigacionesDialectolgicas Berta Vidal de Battini (tomos V y VI), 1992-

    1999.

    Obras crticas e histricas

    Aroz Anzotegui, Ral. Semblanza de Juana Manuela Gorri-ti, en OC, Tomo I, pp. 5-11, y en Por el ojo de la cerra-dura, Salta, Del Robledal, 1999.

    Batticuore, Graciela, ed. Juana Manuela Gorriti. Cincuenta ytres cartas inditas a Ricardo Palma.Fragmentos de Lontimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Lima, Univ. deSan Matn de Porres, 2004.

    Batticuore, Graciela. El taller de la escritora. Veladas literariasde Juana Manuela Gorriti. Lima - Buenos Aires(1876/1877-1892).Rosario, Beatriz Viterbo, 1999.

    Bazn, Ral Armando. La cultura del noroeste argentino, Bue-

    nos Aires, Plus Ultra, 2000.Bazn, Ral Armando. Historia del noroeste argentino, Buenos

    Aires, Plus Ultra, 1995.

    Chaca, Dionisio. Historia de Juana Manuela Gorriti. BuenosAires, Imprenta El Centenario, 1940.

    Efrn, Anala. Juana Manuela Gorriti. Una biografa ntima,Buenos Aires, Sudamericana, 1998.

    Glave, Luis Miguel Juana Manuela Gorriti y la imaginacinnacional andina. Siglo XIX, Letras de mujer, en origi-nal del crtico peruano, consultado en la BibliotecaArmando Caro de Salta.

    Sylvester, Santiago, Exilio y pertenencia (Juana ManuelaGorriti), La tierra natal. Lo ntimo,de Juana ManuelaGorriti. Buenos Aires, Fondo Nacional de las Artes,s/fecha, (1998). Y en Oficio de lector,Crdoba, Alcin,

    2003.

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    Guzmn, Flora. Lo ntimode Juana Manuela Gorriti, La mi-rada secreta, Buenos Aires, Taurus, en prensa.

    Iglesia, Cristina, comp. El ajuar de la patria. Ensayos crticossobre Juana Manuela Gorriti, Buenos Aires, Feminaria,1993.

    Iglesia, Cristina. La escritora del destierro, en VVAA, Mujeresargentinas, prlogo de Mara Esther de Miguel. BuenosAires, Extra Alfaguara, 1998.

    Lojo, Mara Rosa. Exorcismos culinarios para un alma triste,Cocina Eclcticade Juana Manuela Gorriti, Buenos Ai-

    res, Aguilar, 1999.Martorell, Alicia. Juana Manuela Gorriti y Lo ntimo. Ensayo

    biogrfico. Limache, Salta, Instituto de Fundacin delBanco del Noroeste Coop. Ltdo., Vol. N 12, 1991.

    Mata, Sara Emilia. Los gauchos de Gemes. Buenos Aires,Sudamericana, 2008.

    Mercader, Martha: Juanamanuela, mucha mujer. Buenos Ai-

    res: Sudamericana, 1980.Molina, Hebe. La narrativa dialgica de Juana Manuela Gorriti,

    Mendoza, Facultad de Filosofa y letras de la Universi-dad Nacional de Cuyo, 1999,

    Osn de Prez Senz, Ma. Fanny. Juana Manuela Gorriti ylos orgenes de la narrativa, VVAA, Los primeros cua-tro siglos de Salta: 1582 16 de abril 1982. Salta,UNSa, 1982.

    Rojas, Ricardo, Historia de la literatura argentina, cuarta par-te: Los modernos I y II, Buenos aires, Losada, 1948.

    Royo, Amelia, comp. Juanamnuela, mucho papel. Salta, DelRobledal, 1999.

    Royo, Amelia. Verdad histrica, realidad novelesca en la viday en la literatura. El caso J. M. Gorrti, Ha-blar/escribir: (trans) formaciones culturales. Crdenas,

    Rodrguez y Sosa Coord. Salta, UNSa, 2005.

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    Saravia Toledo, Rogelio W. Los Gorriti (1726-2000), Salta, Cen-tro de Investigaciones Genealgicas, Gofica, 2000.

    Torino, Luis Arturo, Los Gorriti, Salta, Talleres grficos Cen-tergraf SRL, 1992.

    Vergara, Miguel ngel. Papeles del doctor Juan Ignacio de Go-rriti. Autobiografa poltica pp. 21-86, Jujuy, Impren-ta B. Buttazzoni, 1936.

    Wyland, W. G. Prlogo a Narraciones de J. M. Gorriti, colec-cin Clsicos argentinos, Buenos Aires, Estrada,1946.

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    LA PROXIMIDAD ESCONDIDA: BUSCAS YVISIONES DE EDUARDO GALEANO

    Romn Cortzar Aranda

    Por fin tengo derecho a saludar a seres que noconozco.

    Guillaume Apollinaire

    Si hay poesa en nuestra Amrica, ella est enlas cosas viejas, en Palenque y en Utatln, en el

    indio legendario, y en el inca sensual y fino, y enel gran Moctezuma de la silla de oro. Lo demses tuyo, demcrata Walt Whitman.

    Rubn Daro

    Eduardo Galeano sale de s, aprehende al tiempo ylos caminos que nadie ya recorre, salvo el crepsculo.

    Su canto, cabalmente nacido de meditaciones, incapazde esconder a la historia, la deja escaparse de su boca,como aire clido. Mas su melancola se traspone a smisma. Es una llovizna que se despliega en las formas ylos paisajes, que recobra una sorprendente alegra: la deestar vivos y ser hombres. Como se dijo de Antonio Ma-chado: su vida no sustenta a su obra, mezcla de refle-xin y canto; ms bien a la inversa. Como siempre, la

    explicacin biogrfica es insuficiente. En el caso de Ga-leano, el taqugrafo, cobrador, mensajero y pen en unafbrica de insecticidas, el editor y peregrinoporque hahecho de todo, provienen de sus propias ideas y canta-res. Y, adems, de una impertrrita agonaen el senti-do original de la palabra griegacontra el olvido.

    Poesa y pensamiento. La obra de Galeano es indivisi-ble. Slo es inteligible a la luz de su dualidad. Es una

    creacin suya. Para entender este lenguaje debemos en-

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    trar en la corriente alterna que lo circula. Cada fragmen-to es la alusin de una secreta totalidad. En apariencia,cuenta lo que vio y vivi, y lo reduce a su imagen, sin

    embargo, la extraeza del mundo no es invencin delautor: es imagen de la realidad. Y ofrece esta particula-ridad: a partir de ciertos principios se llega a ciertasverdades, surgidas de ruinas y llamas.

    Escritor del tiempo, Galeano aspira a la palabra vivaen la irrefutable conjuracin del poema. Ahora bien, po-demos decir que el tiempo se le escapa, y ms: su clara

    conciencia de la situacin del escritor latinoamericanocrtico y utpico en el mundo moderno se proponeanular la separacin entre historia y literatura. Suscomposiciones son, simultneamente, descomposicionesy recomposiciones. Examinan, con cierta osada, el prin-cipio de identidad y muestran, con hondura, que la de-molicin del presente coincide con las aspiraciones msaltas de la literatura. As, la desconfianza de Galeanofrente a los relatos que han forjado el mundo tal y comolo conocemos procede no del capricho o el delirio sino deun instinto libertario, ardiente y leonino. La verdad esque se trat de algo an ms enigmtico, visible slocomo culminacin de una potica. Ese algo, supervivien-te de las explicaciones, nace, vive, muere y renace en lahistoria: son las vueltas y revueltas del amor.

    Las venas abiertas de Eduardo Galeano

    Escribi Galeano que un poeta negro del interior deBaha escribi: Primero me robaron del frica. Des-pus, robaron el frica de m. La poesa mueve hacia lodesconocido porque entabla un dilogo con el mundo. Elntimo deslumbramiento lleva a la revelacin y a la co-munin. No, la busca del otro no enfila la propia salva-

    cin, sino la verdadera vida. En realidad, esto lo supo

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    Galeano siempre. En 1976, cuando su nombre fue in-cluido en la lista del escuadrn de la muerte y se exilien Espaa, su palabra cobr plena significacin; o ms

    exactamente: para vivir de veras la vida y la poesa, elpoeta debi afirmar el nosotros. Ante la bancarrota de lalibertad y bajo las llamas purificadoras, en Defensa de la

    palabra, Galeano anunci: Uno escribe a partir de unanecesidad de comunicacin y de comunin con los de-ms, para denunciar lo que duele y compartir lo que daalegra. Uno escribe contra la propia soledad y la sole-dad de los otros. Uno supone que la literatura transmite

    conocimiento y acta sobre el lenguaje y la conducta dequien la recibe; que nos ayuda a conocernos mejor parasalvarnos juntos. Machado se dio cuenta de la contra-diccin entre su pensamiento y su canto. Y as se justifi-c: el poeta moderno se canta a s mismo porque noencuentra temas de comunin. Pero la obra de Galeanoofrece una va para alcanzar el futuro: desemboca en lahistoria.

    Paradjicamente, el libro que le dio fama a Galeanofue un ensayo. No es extrao que la poesa lo haya pro-vocado. La llamo poesa porque cristaliza en situacionesextremas: una, de soledad; otra, de comunin. Y el poe-ta, que principia con un ntimo deslumbramiento, quieredarnos el testimonio de su disidencia. La actitud de Lasvenas abiertas de Amrica Latina puede reducirse a lapostura del hombre frente a la realidad: La causa na-cional latinoamericana es, ante todo, una causa social:para que Amrica Latina pueda renacer de nuevo, habrque empezar por derribar a sus dueos, pas por pas.Se abren tiempos de rebelin y de cambio. Hay quienescreen que el destino descansa en las rodillas de los dio-ses, pero la verdad es que trabaja, como un desafo can-dente, sobre las conciencias de los hombres. El poetaaqu revela el sueo de ciertos hombres de cierta por-

    cin del mundo. Otro poeta, que hizo convivir la maqui-

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    naria de su pensamiento con la de su poesa, nos diceque la rebelin no alude al cielo sino al infierno. Aadeque tambin es melancola e irona. Para Paz, el arte y el

    amor fueron rebeldes; la poltica y la filosofa, revolucio-narias. Su gravitacin por el malditismo y la soledad lepermite al rebelde desafiar al mundo. Es cierto que du-rante el siglo XIX los revolucionarios y los reformistas loven con desconfianza. Tambin es cierto que la protestafrente al poder aloja, en el rebelde, una oscura palpita-cin: la restauracin del ngel cado, el misterio de lalibertad. Su tiempo es el circular del mito. No el tiempo

    rectilneo de la historia.En el interior de cada palabra lo ms importante no

    es lo dicho sino lo que siempre est a punto de decirse.As los significados reverberan. Por eso las palabrasabrazan y abrasan. Las de Galeano abrasan la realidadpara abrazar el futuro. Paz nos dice que las minorasson rebeldes y las mayoras revolucionarias. Creo questa es la clave para entender la fuerza vital que se pa-sea por las descarnaciones de Las venas abiertas deAmrica Latina. La rebelin, ntima discordia, llaga incu-rable, lleva a la revolucin, los otros que somos noso-tros. No obstante, para padecer la otredad hay quepadecer el amor, y viceversa. Por esto Miguel Hernndez,arrasado por relmpagos, dice:

    A lo lejos t, sintiendoen tus brazos mi prisinen tus brazos donde latela libertad de los dos.Libre soy. Sinteme libre.Slo por amor.

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    El amor, cristalizacin de la densidad espiritual, nosdescubre la forma ms alta de la libertad. Aqu la sub-

    versin es un punto de partida, peligroso y radical. Y asse inicia una vasta transformacin de la realidad. Her-nndez lo dice con claridad en un emotivo poema: Des-

    pus del amor. El final une, a su vibrante factura, elrescoldo de la proximidad escondida: Despus delamor, la tierra. / Despus de la tierra, todo. Pues bien,si el hombre, alzado sobre sus rodillas de humo y sitiadopor el s mismo, no puede transformar su propio mon-

    logo, aturdido por el desamor, el resultado es el silencioy la conciencia se disuelve en el aire.

    El verbo canoro de Galeano, en el fondo, busca rein-ventar los hechos, combatiendo sus marchas fantasma-les. Cada texto pretende resolver la oposicin entrehistoria y poesa, hecho y mito. Quiere redimir el len-guaje para que no se estrelle en la nada. No se resigna alquerer decir. Porque, adems, la poesa no quiere decir:

    dice. En una palabra: no hay poesa sin historia pero lapoesa se inclina irresistiblemente por cantar para tras-mutar la historia. Es natural que, ante el quehacer des-ptico de los hechos y la injusticia del ordenimperante, la actividad potica, para no degradarse has-ta los andrajos, apague sus antorchas y vuelve a las ca-tacumbas. Porque ah el poeta se reconcilia con lointocable. Es decir: tropieza consigo mismo. Pero esto es

    verdad a medias: su utopa abarca a los otros y en ellosse anega; as exorciza a la sociedad contempornea quese ostenta como un conjunto de objetos homogeneiza-dos. El rebelde, su lucha, acumula fuerzas en el subsue-lo. Su corazn espera, como escribi Machado, otromilagro de la primavera. En 1980 Galeano escribi Diezerrores o mentiras frecuentes sobre literatura y cultura enAmrica Latina. Este ensayo prolonga aqul de 1976.

    Vistos de cerca, ambos constituyen un manifiesto. Mien-

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    tras el primero se inclina por una literatura que encien-de conciencias y revela la realidad, y se hunde en elabismo del ser condenado a la libertad bajo palabra; el

    segundo nace de los vertebrales espejos de la realidad ya ellos les aplica la lucidez de su crtica. Tiene un pro-yecto: la conciencia de las palabras, con todos sus es-plendores y rarezas, lleva a la conciencia de uno mismo.

    El hombre, al enfrentarse con la realidad, la descubreen su fuerza secreta. A la palabra prendida de este vrti-go le brota un albor en medio de la tiniebla. Armado de

    la conciencia, con el sol en los labios, el poeta rehsalas apariencias. Galeano expresa este estado: Revelar larealidad no significa copiarla. Copiarla sera traicionarla,sobre todo en pases como los nuestros, donde la reali-dad est enmascarada por un sistema que obliga a men-tir para sobrevivir y que cotidianamente prohbe llamara las cosas por su nombre. Podra agregarse: la crea-cin consiste en sacar a la luz la parte ms secreta denosotros mismos y, simultneamente, someter la reali-dad a un orden que no es el de la naturaleza. As, no esla realidad lo que realmente conocemos, sino esa partede la realidad que puede ser trastornada por el lenguaje.Muchos poetas modernos, deseosos de salvarse del va-co, pretendieron regresar a la fuente original para beberde ella. Slo que ya no hay fuente orginal. Al tratar dehablar de la realidad, los poetas se remontaron a losgriegos, al milagro del arte griego. Y ms: a sus sabios

    y filsofos. Sin Aristteles, no est dems decirlo, elmundo no sera lo que es. Impresionada por aquellosvuelos metafsicos, la crticasobre todo literaria petri-fic el dialecto de Aristteles. Su filosofa, que explotaprincipalmente la distincin entre el ser y los entes, fuedegradada hasta una totalidad insoportable. Esta exage-racin culmin en su revisin. Segn explica GarcaBacca en su Introduccin a la Potica, imitar no signifi-

    ca ponerse a copiar un original. La alteracin de las

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    causas eficiente y final por obra de la tcnica pone acircular en el mundo nuevas entidades. Los entes sonmodos de ser. El oficio del poeta, al derramarse en lo

    visible y lo invisible, se encuentra fatalmente entre dosextremos: termina lo natural y empieza lo humano. Elmodelo del poeta es la realidad, pero no copia nada alpie de la letra. En rigor, la imitacin es creacin original.No es eso todo. En el esplndido Poesa de soledad y

    poesa de comunin, apogeo de su reflexin apasionada,Paz advierte que en nuestra poca la poesa no puedevivir dentro de lo que la sociedad capitalista llama sus

    ideales: las vidas de Shelley, Rimbaud, Baudelaire o B-quer son pruebas que ahorran todo razonamiento. Elporqu: la rebelin del poeta quiere romper con sumundo. Y el efecto es que si hasta fines del siglo pasadoMallarm por ejemplo pudo crear su poesa fuera dela sociedad, ahora toda actividad potica, si lo es de ver-dad, tendr que ir en contra de ella. O sea: el yo, pri-sionero de las reglas del poder, se decide a derribarlo.

    Esta ambicin, su densidad sangunea y psquica, noturba a los Pierre Cardin de las letras. Abogados de larevolucin de la sintaxis, estos artistas dejan atrs laviolencia de los significados: su propensin a la insumi-sin. Su palabra se vuelve disimulo y aceptacin. El or-den permanece intacto. En fin, este tipo de escritor,apstata de la poesa, sirve fielmente a la realidad. Es suparsito. La reduccin de la literatura dice Galeano

    a la pura pirotecnia revela, en el plano esttico, un cultopor las formas equivalente al que en el campo polticomanifiestan quienes confunden democracia con eleccio-nes, y una confusin de medios y de fines similiar a lade los tecncratas que creen que el desarrollo econmicoes el objetivo nico y ltimo de toda sociedad. Sin du-da, las palabras del poeta son las palabras de la tribu, ysi se enfrentan a ella es para transformarla. Gracias a la

    poesa el lenguaje se purifica y reconquista su verdor: la

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    significacin pasa de balbuceo a sol quemante. O paradecirlo con otras palabras, las de Basho:

    Tregua de vidrio:el son de la cigarrataladra rocas.

    La (re)invencin de Amrica

    Y simplemente, y para siempre, la batalla finaliz.Cdice de Florencia, cap. XXXVIII

    Dice Todorov que no hay hechos, sino slo discursossobre los hechos. Todo poema encarna una forma sin-gular del ser histrico. Porque la sociedad rodea al crea-dor de poemas. Y as es: el poeta consagra unaexperiencia: o personal o social o ambas cosas. Cuandotodava la gloria le era indiferente, Aristteles deca no

    que los poetas eran ms verdaderos que los historiado-res sino ms filosficos. Aqu nos ocupa la significacinde la verdad. El poeta puede acceder a una verdad supe-rior porque no tiene esta supersticin de la palabraverdadera. Hay que desmenuzar esta reflexin de MarcAug. El historiador est obligado a hundirse en aquelloque ha sucedido. Su futuro es el pasado y el relato, undiscurso nico y homogneo. Por su parte, el poeta, en-

    raizado en la tradicin, se propone la crtica de la socie-dad, es decir, del poder y de las pasiones. La tradicinse transforma en ruptura. Triunfo de las disyunciones:criaturas mltiples y heterogneas. La literatura no re-presenta: presenta. Valry tambin pens sobre esteasunto. En Regards sur le mond actuel escribi que nohay razn para distinguir entre los poetas y los histo-riadores, entre los libros de testigos verdaderos y los detestigos imaginarios. Para Todorov, estudioso de la ver-dad y de Valry, lo que apreciamos es la verosimilitud,

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    no la verdad; el efecto de verdad, el efecto de realidad,no lo real y la verdad en s mismos. Quiere decir: nohay verdad del mundo, sino slo interpretaciones del

    mundo.

    Nunca como ahora haba sido la historia lo que es: undiscurso de poder. Galeano le ha dedicado pginas inol-vidables. Las primeras palabras de ese riqusimo e in-trincado universo que es Memoria del fuego hacenluminoso lo oscuro: se proponen, entre otras cosas,abominar de los despotismos para, como dira Quevedo,

    sacarlos a la vergenza. El acento personal de Galeanose transparenta desde el prlogo de Los nacimientos: Alo largo de los siglos, Amrica Latina no slo ha sufridoel despojo del oro y la plata, del salitre y del caucho, delcobre y del petrleo: tambin ha sufrido la usurpacinde la memoria. Desde temprano ha sido condenada a laamnesia por quienes le han impedido ser. La historiaoficial latinoamericana se reduce a un desfile militar deprceres con uniformes recin salidos de la tintorera.Yo no soy historiador. Soy un escritor que quiere contri-buir al rescate de la memoria secuestrada de toda Am-rica, pero sobre todo de Amrica Latina, tierradespreciada y entraable: quiero conversar con ella,compartirle los secretos, preguntarle de qu diversosbarros fue nacida, de qu actos de amor y violacionesviene. El poeta afirma que sus palabras nos dicen algosobre el mundo y sobre nosotros y que ese algo le arran-

    ca al no-ser lo que de veras somos: despierta lo dormido.Segn Corominas la historia de la palabra fuego tieneque ver con el hogar. Empez a usarse indistintamentecomo hogar, hoguera y brasero. No es fcil determinarcundo se ali a la acepcin latina ignis, esa materiahecha de brasas o llamas. En espaol aparece en Berceopero, todava en 1528, Antonio de Guevara la emplea ensu sentido etimolgico de hogar: Thebas lleg a tener

    ducientos mil fuegos. No es extrao que Galeano resu-

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    citara este significado porque no podemos escapar de laspalabras. Nada ms natural que en su lenguaje, concen-tracin de materia inflamable, se incendiara el lenguaje:

    Ignoro a qu gnero pertenece esta voz de voces. Memo-ria del fuego no es una antologa, claro que no; pero nos si es novela o ensayo o poesa pica o testimonio ocrnica o Averiguarlo no me quita el sueo. No creo enlas fronteras que, segn los aduaneros de la literatura,separan los gneros. Nada ms deslumbrante que esteprograma. Galeano quiso decir que las palabras arden.Luego son cenizas. Mas son incapaces de no guardar su

    fuego. En primer trmino, debemos abandonar la con-cepcin esttica de los llamados gneros literarios. No sepuede hablar de ellos como suspendidos en un arroboinmvil. La ruptura de la rgida divisin no se qued amedio camino. Los fragmentos escritos por Galeano antela complicacin de las reglas a que deban someterse nohacen ms que subrayar la vitalidad del lenguaje. Suinmersin en los hechos, dueos de nombres propios y

    de leyes histricas y sociales, cobra aqu un inmensovalor: el silencio mismo se vuelve activo. De ah que yadesde 1980, en sus Diez errores, el torrente supieradnde desembocar: Escritor es quien escribe libros,dice el pensamiento burgus, que descuartiza lo quetoca. La compartimentacin de la actividad creadoratiene ideolgos especializados en levantar murallas ycavar fosas. Hasta aqu, se nos dice, llega el gnero no-

    vela; ste es el lmite del ensayo; all comienza la poesa.Y sobre todo, no confundirse: he ah la frontera que se-para la literatura de sus bajos fondos, los gneros me-nores, el periodismo, la cancin, los guiones de cine,televisin o radio. En cada palabra estn presentes to-das las otras y la poesa, escondida en los suburbios dellenguaje, rebela una cierta fuerza dispuesta a estallar.Todos sabemos hasta qu punto la petrificacin de las

    palabras es una disposicin de nimo hacia la muerte.

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    Los partidos polticos modernos usan as el lenguaje, ylo degradan. La democracia, por decir algo, tiene un ra-dio de interpretacin muy reducido; disemina, de arriba

    abajo, la visin de los dueos de la democracia. El poe-ta, en cambio, es un alzado, opera de abajo para arriba.Quiero decir: cambia el ajuar de las palabras. Es elmundo de siempre, bajo otra luz. Cito uno de los frag-mentos de El siglo del viento:

    La metralla le rompe las piernas. Sentado, sigue pe-leando, hasta que le vuelan el fusil de las manos.Los soldados disputan a manotazos el reloj, la can-

    timplora, el cinturn, la pipa. Varios oficiales lo inte-rrogan, uno tras otro. El Che calla y mana sangre.El contralmirante Ugarteche, osado lobo de tierra,jefe de la Marina de un pas sin mar, lo insulta y loamenza. El Che le escupe la cara.Desde La Paz, llega la orden de liquidar al prisione-ro. Una rfaga lo acribilla. El Che muere de bala,muere a traicin, poco antes de cumplir cuarentaaos, exactamente a la misma edad a la que murie-

    ron, tambin de bala, tambin a traicin, Zapata ySandino.En el pueblito de Higueras, el general Barrientosexhibe su trofeo a los periodistas. El Che yace so-bre una pileta de lavar ropa. Despus de las balas,lo acribillan los flashes. Esta ltima cara tiene ojosque acusan y una sonrisa melanclica.

    Es difcil hablar de Memoria del fuego. Este poderoso

    texto, llamado Quebrada del Yuro, est impregnado deirona y consecuencias paradjicas. Su claridad aluci-nante, sus cicatrices picas y su crtica se proponen ne-gar el estado de cosas poniendo en entredicho el orden.As, la ancdota deja de ser historia: los hechos, las fe-chas, se vuelven ejemplares no en su sentido moralsino en el de modelo. Y tambin algo ms que retrica:una esttica y una visin del mundo.

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    muchos estudiosos de la literatura le sigue escamotean-do su condicin de escritor.

    No es sta ocasin para hacer un anlisis de sus cau-sas, porque ellas no interesan aqu. Lo decisivo fue elhaber insertado la concepcin fundamental de que en laliteratura se hospeda una preciosa revelacin: la memo-ria es el hogar de todos los hombres, y ms: perpetuaposibilidad de metamorfosis.

    El desconocido volvi a tocar su aire de flautaEn un libro reciente Galeano vuelve sobre el tema:

    Los espejos estn llenos de gente.Los invisibles nos ven.Los olvidados nos recuerdan.Cuando nos vemos, los vemos.Cuando nos vamos, se van?

    Espejos. Una historia casi universal contina Memoriadel fuego. Su tremendo subttulo encubre lo nunca vistoy lo ya visto. Nadie ignora su renuncia a la grandilo-cuencia. Esta obra, como las anteriores, acomete laprescindencia de las narraciones de los vencedores pero,sobre todo, de su estilo. Estas portentosas omisiones lollevan a averiguar, de nuevo, el idioma de los nadies.Sobre esta visin se edifica. Una y otra vez: extraeza,

    reconocimiento; deseo de penetrar en aquello que ocul-tan las apariencias. Para limitarme a lo inmediato: en laera burguesa, la contradiccin entre capital y trabajo.Para ir ms all: la memoria existencial en el sentidoque le atribuy Kundera y los impulsos centrfugos dela libertad.

    El otro, nuestro doble, no una mera invencin verbal,es indefinible porque es cambiante y por esta razn

    tambin es histrico. Escribir implica decir para revelar

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    lo escondido. Un verso de Apollinaire dice: Te pareces am, desgraciadamente te pareces. Lo realmente caracte-rstico de la otredad es que naci del mismo barro. Apo-

    llinaire es un rebelde que examina la realidad bajo losojos no de la tradicin sino del futuro. Galeano un revo-lucionario o sea: rebelde trascendido que combate larealidad histrica como sofisma de sangre y muerte. Poreso, contra viento y marea, a la palabra imperial le opo-ne la palabra de la pluralidad. Cualquier lector de Espe-

    jos advierte sus vasos comunicantes con Memoria delfuego. El procedimiento es el mismo, slo que ahora se

    ocupa de los despreciados, los condenados y los olvida-dos de Amrica y ms all. En ellos aprende a penetraren s mismo. La originalidad de Galeano consiste no enpartir del lenguaje hacia la realidad, sino que se sumer-ge casi a tientas en los hechos y los extrae de la retricaen que se hallan envueltos. La tentativa se estrella conel trueno: no le queda ms remedio que el decir, en elsentido especial de la comunin. Porque la palabra es

    espejo.La imaginacin est regida por el deseo en accin. El

    que habita este libro busca la raz. Sera excesivo exten-derse en el asunto de la identidad y sus fantasmas. Mebasta con sealar lo ms notable: sin extremar sus pa-labras, la visin de Galeano nos entrega lo ardiente ydramtico ya sin afona. Es decir: ostensiblemente bus-ca la aparicin de lo invisible. Acude a la historia uni-versal y la interroga. Todo mundo lo sabe: hay variasmaneras de decir una misma cosa. El sentido de las pa-labras no est ms all de ellas, sino en ellas. Y el decirpotico es irrevocable: no habla del mundo, lo muestra.Pero algo ms; y tambin, algo esencialmente distinto:linda con un recomienzo total, el de la historia. Pgina120 de Espejos, fragmento titulado Americanos, porejemplo:

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    Cuenta la historia oficial que Vasco Nez de Bal-boa fue el primer hombre que vio, desde una cum-bre de Panam, los dos ocanos. Los que all

    vivan, eran ciegos?

    Quines pusieron sus primeros nombres al maz ya la papa y al tomate y al chocolate y a las monta-as y a los ros de Amrica? Hernn Corts, Fran-cisco Pizarro? Los que all vivan, eran mudos?

    Lo escucharon los peregrinos del Mayflower: Diosdeca que Amrica era la Tierra Prometida. Los queall vivan, eran sordos?

    Despus, los nietos de aquellos peregrinos del nortese apoderaron del nombre y de todo lo dems. Aho-ra, americanos son ellos. Los que vivimos en lasotras Amricas, qu somos?

    No quisiera terminar sin recordar que el otro hechodecisivo en la poesa de Galeano es el amor. Al contactode su lectura la extraeza ante el otro se vuelve expe-

    riencia de unidad y sta es la rutina del amor. Es elMarqus de Santillana quien us, con mayor intimidad,el verbo adamar. O sea: amar con vehemencia. Lo hizoen el siglo XV. En el nuestro sobrevive como savia. Msall del valor intrnseco de la obra de Galeano, su lec-cin consiste en la bsqueda y el hallazgo que, por fuer-za de adamor, se resuelve en lo universal a travs de lopropio.

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    FORO-TALLERSABERES FUERA DE LUGAR: UNA

    PERSPECTIVA DECOLONIAL

    Zulma PalermoSonia Abed

    Matilde Almada(Coordinadoras)

    La propuesta de concrecin de un Foro-Taller surgi

    con la finalidad de generar un espacio abierto de parti-cipacin horizontal con estudiantes y graduados quepor fuera de la estructura propia de la lectura encade-nada de ponencias, resultado stas de posiciones ya to-madas incitara al dilogo participativo abriendoalternativas al pensamiento nico de la modernidad.

    Entre las diversas propuestas circulantes desde lasltimas dcadas del s. XX, se eligi tomar como lnea de

    lectura y discusin la opcin decolonial, desde la que seindaga en los procesos de construccin de las subjetivi-dades histricamente afectadas por procesos de colonia-lidad, en particular las de Amrica Latina. Talesprocesos llevaron a invisibilizar a quienes no formaranparte de la cultura blanca-masculina-letrada y, en con-secuencia a sus formas de conocer; de all el enunciadosaberes fuera de lugar.

    Para ello se ofreci con antelacin un escueto cuerpode lecturas que sirvieran como ejes ordenadores del di-logo:

    Universidades, Movimientos Sociales y Redes Deco-loniales en Amrica Latina, entrevista a CatherineWalsh por Pablo Quintero, realizada en la Universi-dad Andina Simn Bolvar (Quito) en el ao 2008.

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    Fragmentos de la Introduccin de Walter Mignolo alCuaderno N 7 de la Coleccin El Desprendimiento:pensamiento crtico y opcin decolonial, de Ed.

    del Signo, Pensamiento argentino y opcin decolonial,coordinado por Zulma Palermo.

    Un texto fundacional de Anbal Quijano, Moderni-dad, Identidad y Utopa en Amrica Latina, confe-rencia dictada en el XX Aniversario de CLACSO, enla ciudad de Buenos Aires en el ao 1987 y publica-da en Lima por Ediciones Sociedad y Poltica en

    1988.Las sesiones se desarrollaron los das 21 y 22 de oc-

    tubre en horas de la tarde con la participacin de msde 30 interlocutores1que fueron planteando dudas, ex-periencias y expectativas, dando cuenta de la existenciade un piso de bsquedas intelectuales y sociales frtilpara la generacin de espacios de pensamiento y accintransformadores. De esa interlocucin ofrecemos ac

    una sntesis.

    SABERES FUERA DE LUGAR: UNA PERSPECTIVADECOLONIAL

    1 . Opc in Decol on i a l , L i t er a t u r a , Razn Mode r n a

    Una de las primeras cuestiones emergentes de las lec-

    turas es la manifiesta inquietud o molestia por elcorte poltico e histrico de sus desarrollos y por la pre-sencia slo circunstancial en alguna de ellas de la litera-

    * Agradecemos muy especialmente la colaboracin de Brbara Aguer.1 Partiparon en los encuentros, entre otros, Ana Angulo, Eleonora Neme, Martn

    Marquez, Ral Quispe, Brbara Aguer, Enzo Cabana, Camila Garca Reina, Luca

    Faln, Mnica Paz, Adriana Murillo, Adriana Luna, Andrea Chaile, Eliana Alarcn,

    Natalia Caares, Daniel Mendez, Sandra Pamela Stemberger, Florencia Dorado,Patricia Calvelo.

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    tura y sta slo como forma de expresin pero no de losestudios literarios disciplinares. Esto genera la necesi-dad de encontrar de qu manera la opcin decolonial

    puede ser operativa para esos fines especficos. La inda-gacin en los textos y los aportes del grupo permiten irproponiendo un conjunto de respuestas abiertas en dis-tintos rdenes.

    En primer lugar, se aclara que la opcin decolonialpropone un camino de reflexin que procede por fuerade los lmites disciplinares, desde el momento en que se

    persigue una finalidad y objetivos comunes por distintasvas: la liberacin de las sociedades y los grupos coloni-zados por el pensamiento nico. En este orden, recaeuna fuerte sospecha sobre el rol que jug la academia atravs de las disciplinas con pretensin cientfica y rigu-rosamente estamentarias del conocimiento en el controlejercido por elpoder colonial.

    Para comprender el funcionamiento de este poder re-

    currimos al texto de A. Quijano explicitado tambin porWalsh y Mignolo desde los que entendemos se trata deuna estructura compleja, propia del sistema-mundomoderno/capitalista, originado con el colonialismo eu-ropeo a principios del siglo XVI, y que se sostiene en elpoder como una relacin social de dominacin, explota-cin y conflicto por el control de cada uno de los mbi-tos de la experiencia social humana. Esos

    funcionamientos, controlados por el poder de la mono-cultura occidental, se diseminan en distintos mbitos dela vida colectiva e individual: control de la economa y dela autoridad, institucionalizadas por la teora poltica yeconmica; control de la naturaleza y sus recursos, atravs del aparato cientfico y tecnolgico; control delgnero, la sexualidad y la racialidad bajo la sujecin delas subjetividades; control del conocimiento a partir de

    la imposicin de una sola forma de racionalidad.

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    La cuestin, entonces, es tratar de advertir la funcinque jugaron en ello las disciplinas y, en particular losestudios literarios. Se genera as la necesidad de ejercer

    una reflexin crtica sobre la literatura como disciplinade conocimiento, sus cnones y sus exigencias metodo-lgicas en culturas colonizadas. Tales cnonesconstruidos por las culturas centrales y tenidos comomodelos a imitar han cerrado toda posibilidad de reco-nocimiento a las expresiones circulantes por fuera deellos. De este modo, se est siempre a la saga de las co-rrientes literarias, los movimientos estticos, las es-

    cuelas, tal como se lee en las historias literarias en lasque, por lo general, se entiende que tales modelos hanllegado siempre tarde produciendo asincronas disfun-cionales.

    Pensar la literatura desde otro lugar es buscar lasvas para su decolonialidad, es decir, no solamente dan-do validez a otros cdigos como la oralidad (ya bastanteestudiada desde distintos lugares de enunciacion)2, sinoentendiendo que se trata de una forma de expresin en-tre otras, cuya manipulacin del lenguaje facilita su ma-yor penetracin, moldea los imaginarios y producesubjetividades. Por eso se hace necesario volver la mira-da crtica hacia manifestaciones como el boom, sus acto-res y su contexto, sobre categoras como la de transcul-turacin (ya Cornejo Polar sealaba los peligros de lasmetforas derivadas de otros lenguajes especializados)

    o lo real maravilloso como representacin de lo lati-noamericano homogeneizado, discutiendo tambin conla mirada de A. Quijano quien exhibe a sus mximosrepresentantes localizados en la resistencia.

    2No se manifiestan de la misma manera Walter Ong, Martin Lienhard o JALLA y los

    estudios andinos en universidades del rea, que aquellos que son concretados por

    quienes producen esas formas de expresin no letrada. Vale recordar la asercin

    de J.C. Maritegui en el sentido de que no habr literatura indgena hasta que nosea escrita por ellos.

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    Ms atrs, la literatura formadora de la nacionalidad,en la que jug un papel fuertemente institucionalizado,incluyendo a los clsicos de la literatura nacional tales

    como Sarmiento y su extendida dicotoma civilizacin/barbarie o Hernndez y su incidencia en la formacinde las mentalidades hasta nuestros das. Junto a ellas,las manifestaciones de la resistencia a la colonizacin yla colonialidad, desde Waman Poma de Ayala, pasandopor Jos Mart, hasta Jos Mara Arguedas y las bs-quedas propias de los distintos indigenismos. No obs-tante, sabemos que ocupan un lugar relativo dentro del

    canon.Por otro lado, surge el inters sobre la designacin de

    esta propuesta como una opcin, explicitada en losmismos documentos a partir de entenderse como unaalternativa entre otras contemporneas a ella (poscolo-nidad, subalternidad), alternativa que no se plantea co-mo una verdad nica e indubitable, sino como unaeleccin desde cada lugar de enunciacin. Se trata de lareunin de diversas lneas de aproximacin a las pro-blemticas de las sociedades latinoamericanas en suheterogeneidad, con su propia genealoga, distinta deaquellas en las que surgen el pensamiento poscolonial yla subalternidad. Si bien todas las sociedades en las quesurgen estas lneas han pasado por la experiencia colo-nial, las rupturas con sus respectivos troncos de depen-dencia y sus memorias culturales tienen distintos

    tiempos y arraigos (desde el punto de vista geogrfico, elsur del planisferio; desde el punto de vista social, dentrodel primer mundo, los sectores marginados por raza,sexualidad, etc.).

    Desde el momento en que se propone una crtica a larazn moderna, al logos cartesiano, surge un importantesealamiento: los documentos ledos responden a esa

    misma racionalidad, a referencias localizadas en la tra-

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    dicin del cocimiento universal, por lo que parecieraque no es sencillo escapar del lugar de la razn nica.Del mismo modo que no escapa la cuestin vinculada a

    las lenguas en las que se construye el conocimiento. Sise parte de entender que una de las estrategias de lacolonizacin del conocimiento es la imposicin de unalengua, habra que preguntarse si al dar forma a lossaberes procedentes de genealogas originarias de Lati-noamrica habr que hacerlo tambin en esas lenguasen su mltiple variedad.

    Nos encontramos con una propuesta utpica as loseala A. Quijano no exenta de riesgos porque puedeconducir a fundamentalismos esencialistas. Por eso nose trata de dejar de teorizar, sino de hacerlo desde otrolugar, an utilizando las herramientas del pensamientologocntrico, para dar lugar a las bsquedas emergen-tes. As el anlisis del discurso social o la semitica de lacultura que surgen de la experiencia con las culturaspopulares, pueden ser herramientas de anlisis vlidaspara la interpretacin de las culturas locales.

    Logos y lenguaje, entonces, como problemas pendien-tes para los que hay algunas respuestas parciales y to-dava relativas. Hay conocimiento acadmico alternativoproducido en quechua, aymara, macugumdum, guaranpero que no se encuentra en simetra con el portado porlas lenguas de conocimiento hegemnicas. Hay, tam-

    bin, algunas incursiones en el uso del lenguaje de lacalle con localizaciones especficas para nombrar cate-goras nuevas o preexistentes como propone Torres Rog-gero3 el crtico cordobs quien, remitiendo a RodolfoKush, reclama volver al cdigo latente que permite lainteligibilidad general para tomar la palabra.

    3

    Se orienta a su prolfica obra y a su blog. Para lo que aqu se discute, en particular,La donosa barbarie, Ed. Alcin, 1998.

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    2. Educacin, poltica, movimientos sociales

    La imposicin de un pensamiento nico ejercida por

    la colonialidad epistmica impregna todos los mbitosde la vida cotidiana y, sobre todo, se concreta y sistema-tiza en el terreno de la educacin en todos sus niveles.Desde el jardn maternal hasta la posgraduacin, el sis-tema se retroalimenta a s mismo, fortaleciendo en dis-tintas dimensiones y con diversas estrategias elconocimiento nico, una idea de nacin y de ciudadanaque excluye a amplios sectores de la sociedad y que si-

    gue como en tiempos coloniales controlando con lacruz, el lenguaje y el valor econmico.

    Ante esta situacin de hecho reconocida por todos lospresentes, surgen algunas propuestas que se piensanconsecuentes con un proyecto decolonial transferible alas estrategias escolares. Si la opcin decolonial buscareconstruir las genealogas locales, puede ser positivopartir de un re-conocimiento del mundo en que se vive

    y que generalmente no se mira buscando el perfilsociocultural de pertenencia.

    Esta sugerencia produce una serie de respuestas per-sonales en las que se releva la persistencia de una so-ciedad clasista coincidente con las diferencias tnicas ycon efectos de fuerte discriminacin de los distintos yque estn tambin explicitados por Quijano:

    Es un concepto que da cuenta de uno de los elemen-tos fundantes del actual patrn de poder, la clasificacinbsica y universal de la poblacin del planeta en torno ala idea de raza. Esta idea y la clasificacin social en ellafundada (o racista) fueron originadas hace 500 aosjunto con Amrica, Europa y el capitalismo. Son la msprofunda y perdurable expresin de la dominacin colo-nial, y fueron impuestas sobre toda la poblacin del pla-

    neta en el curso de la expansin del colonialismo

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    europeo. Desde entonces, en el actual patrn mundialde poder impregnan todas y cada una de las reas deexistencia social y constituyen la ms profunda y eficaz

    forma de dominacin social, material e intersubjetiva yson, por eso mismo, la base intersubjetiva ms universalde dominacin poltica dentro del actual patrn de po-der4.

    Es la pervivencia de la diferencia colonialque clasificapara controlar generando distinciones sostenidas en laoposicin superioridad / inferioridad, tal como sintetiza

    C. Walsh. La naturalizacin de estas diferencias incor-poradas como valores culturales lleva a los procesos deblanqueamiento de aquellos que aspiran a ser comolos otros, en lugar de repitiendo una expresin deAnbal Quijano dejar de querer ser lo que nunca he-mos sido, ni llegaremos a ser.

    La literatura latinoamericana ha dado cuenta de estasdiferencias y contradicciones reiteradamente. Llega as

    al dilogo la escritura de Alejo Carpentier referido porMignolo como una clara expresin de la colonialidad delsaber y que, sin embargo, tambin puede ser ledo co-mo la puesta en texto de las grandes contradicciones deun lugar sin retorno: la bsqueda de la propia genealo-ga obturada por la heredada de occidente, en particularen la novela Los Pasos Perdidos, y su percepcin de lasgrandes revoluciones occidentales: la francesa y la rusa

    en El Siglo de las Lucesy La Consagracin de la Primave-ra.

    4 Recurrimos ac a otro texto del autor: Colonialidad del poder, globalizacin y

    democracia, en Tendencias Bsicas de Nuestra Era, Caracas: Instituto de Altos

    Estudios Internacionales. Reproducido en Trayectorias, Revista de CCSS, Mxico:

    Univ. Autnoma de Nuevo Len, Mxico, Ao 4, Nos. 7/8, setiembre, 2001-2002:

    58-91.

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    Al localizarse en la opcin decolonial, sera funcin dela educacin formal en toda su extensin invertir esteestado de situacin, proponiendo desde la universidad

    investigaciones que indaguen en la propia genealoga,que construyan una historia de los olvidados y que vali-den las formas de conocimiento no occidentales. Desdeall, intervenir en los otros niveles del sistema garanti-zando la validez de esos conocimientos otros. Ello nosignifica que se dejen de considerar las formas propiasde otras culturas, en particular de la occidental quetambin nos constituye, pero colocando en el centro los

    conocimientos locales.Pensar desde lo local, desde la pertenencia, es cons-

    truir un lugar epistmico que incluya las diferencias,que reconozca a los silenciados ms all de los discur-sos que hablan en su nombre o que hacen del silenciouna metfora potica. La gente de la Puna habla en so-ledad, con el viento, consigo misma; en la escuela, encambio, los nios callan por temor y por vergenza a lacensura del maestro que les ensea a escribir y a leerpero que no acepta su lenguaje. Esa gente que calla,cuando habla, lo hace para exigir y su lenguaje es te-rrible.

    El dilogo en torno al silencio, cuando se pone encuestin la palabra, creci en profundidad. As se escu-charon distintas voces que dieron curso a la puesta en

    comn de las propias experiencias. Una de esas vocesde un docente oriundo de la puna, cuestion la idea delsilencio de los pueblos originarios como un productoms de la historia oficial, cuya finalidad no es otra queprofundizar la invisibilizacin. Tal operacin propia dela colonialidad del poder es tambin verbalizada al se-alar que el silencio de los pueblos esa construccinresponde a una sordera hegemnica indiferente a

    cualquier demanda o voz subalterna.

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    Otras voces manifiestan, por el contrario, que en elespacio rural la palabra es vivida en un para s mismo,ya que la gente habla para s, por lo que los silencios

    son importantes. Es desde esa experiencia que algunosdocentes locales comprendieron despus de intentarinfructuosamente una respuesta de sus alumnos quelo que se necesitaba era hablarles como ellos hablan.Dejar de lado la currcula oficial, el lenguaje del otro, lostextos homogneos que invisibilizan las diferencias. Ha-blar con los estudiantes como ellos hablan y de lo queellos saben, es decir, localizar la voz fue lo que los auto-

    riz a tomar la palabra dentro del aula. De all tambinque el silencio puneo sea tanto de vergenza como deresistencia. Vergenza que se les ha impuesto por lafalta de permeabilidad a las formas de la cultura hege-mnica y resistencia a ceder, a aceptarlas.

    De esa resistencia, de ese lenguaje terrible se hacecargo muchas veces la literatura, pero entendida de otromodo del que fue concebida en sus orgenes europeos enel s. XVIII en los procesos de occidentalizacin, sustitu-yendo a la antigua potica. Al tomar estatuto cientficodej de lado un factor central: la afectividadvinculadacon la memoria personal y sociocultural de pertenencia.Es decir, dando forma a una subjetividad colectiva quese encuentra en esos textos de alguna manera represen-tada. Por eso, y en primer lugar, la lectura permite laemergencia de sentimientos desde los que toman forma

    representaciones que inciden directamente en la forma-cin de los imaginarios.

    Englobando a la expresin literaria dentro del campode las expresiones estticas en general, es posible pen-sar que stas, partiendo de los sentimientos, llevan a laproduccin de conceptualizaciones, de all que en algu-nos espacios latinoamericanos, se empiece a hablar de

    un tipo de razn otra, de la necesidad de contraponer a

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    la lgica cartesiana, la del sentipensamiento.En el cam-po literario vuelve a aparecer como exponente de estosalcances solitaria dentro del canon la produccin de

    Jos Mara Arguedas.

    Otras voces llevan la cuestin a desmitificar las ver-siones idealizadas de la literatura, haciendo explcita sunecesidad, en tanto se trata tambin de una mercancaque responde sobre todo en las actuales polticas eco-nmicas a las leyes del mercado. Se recuerda otra vezel fenmeno del boomque se canoniza como instrumen-

    to de liberacin en las luchas sesentistas, pero que tam-bin alcanzan su estatus porque se publica y secanoniza desde Europa, para un cierto pblico, alcanza-do un alto valor econmico agregado (y all caben tantolas obras de Garca Mrquez como las de Vargas Llosa,equidistantes hoy entre s polticamente).

    Volvemos, entonces, a la funcin de la educacin eneste campo; las preguntas que deberan responderse se

    centran en algunas cuestiones decisivas: cmo incidetodo esto en la enseanza de la literatura en nuestraslocalizaciones?; quien ensea lo que ella es o deberaser y qu selecciona dentro de ese criterio?; qu hace launiversidad en esa direccin?: repite cnones o ayudaa pensar crticamente?; cul es la vinculacin de estosconocimientos con la sociedad en la que se vive?; acer-ca respuestas para el buen vivir o incentiva los manda-

    tos del mercado?5

    5 Se trae ac a colacin algunos aportes sobre la cuestin efectuados por Walter

    Mignolo en los momentos de sus primeras incursiones en el pensamiento decolo-

    nial: Teorizar a travs de fronteras culturales, en RCLL, 33, 2003: 103-112; Crti-

    ca, historia y poltica cultural: agendas para la prxima dcada, en Memorias, Jalla

    II, U.N.T, 1997.: 147-150; Los cnones y (ms all de) las fronteras culturales (o

    de quin es el canon de que hablamos?) en VVAA El canon literario, Madrid:Arco, 1998: 237-269.

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    La existencia de estas preguntas orienta la atencinhacia una crtica compartida: las polticas acadmicasse encuentran totalmente alejadas de las problemticas

    sociales lo que genera una peligrosa ceguera; la convic-cin es que el conocimiento impartido y recibido se cie-rra sobre s mismo sin importar lo que pasa a susextramuros. Se seala la existencia de algunos peque-os sectores a los que se considera en general politi-zados con insercin en los movimientos sociales, peroen general proceden de otros campos disciplinares (an-tropologa, sociologa); las letras tienen un espacio par-

    ticularmente autocomplaciente y ajeno a lasproblemticas que atraviesan al conjunto social.

    Otra es la perspectiva y la experiencia alcanzada porquienes participan de la opcin decolonial pues se tratade un posicionamiento a la vez que epistmico, poltico ytico. Lo vemos en la entrevista a C. Walsh quien llevaadelante su prctica acadmica en ntima vinculacincon los movimientos aborgenes y de afrodescientes enEducador, pero tambin en Bolivia. Las transformacio-nes que en el plano institucional se viven en esos pasesno son ajenos a una toma de posicin decolonial cuyosefectos son visibles en sus reformas constitucionales.

    Se recurre as a la actualizacin de lneas de pensa-miento alterantitas y resistentes al conocimiento nico,por lo que vuelven al dilogo los posicionamientos de

    Waman Poma de Ayala y toda la lnea que incluye a J.C. Maritegui y a estudiosos como Rodolfo Kush. Este,como tantos otros pensadores latinoamericanos han si-do condenados al ostracismo por el discurso oficial de laacademia consecuente con su concepcin poltica delconocimiento dejando de lado una lnea genealgicaque no se reconoce heredera de la cultura grecolatina.Esta va que forma parte de la construccin histrica

    de la opcin decolonial recala en las luchas por la libe-

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    racin de los aos 60 y 70 que, en el orden de la pro-duccin de conocimiento cuenta con desarrollos comolos realizados por Enrique Dussel quien sigue generando

    un pensamiento crtico y alternativo, plenamente deco-lonial.

    3. Historias mnimas. E