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Actas XIV Congreso AIH (Vol. III). Raúl ILLESCAS. Jorge Semprún: «La escritura o la vida».... - Jorge Semprún: La escritura o la vida. Holocausto y literatura Raúl Illescas UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES EL PRESENTE TRABAJO SE propone como un acercamiento a la novela La escritura o la vida 1 (L ecriture ou la vie), de Jorge Semprún, editada en 1995. A través de este texto el autor trata de saldar su propia cuenta con esa lejana, aunque presente e inolvidable tragedia colectiva, en el campo de concentración de Buchenwald. La escritura o ... narra la estadía de Semprún desde el 29 de enero de 1944 hasta el 11 de abril de 1945, día en que se produce la liberación de esa sucursal del infierno y el proceso interior del protagonista y de escritura una vez finalizada la guerra. Escrita originalmente en francés, La escritura o ... constituye junto con otras novelas de este autor, el testimonio español de la matanza sistemática y organizada por el nazismo. La lectura de la novela de Semprún propone más de una entrada para su análisis. En principio, el estatuto discutible de novela que el autor le asigna. En segundo término, el lugar del «aparecido», la condición que se atribuye el narrador para poder exponer los hechos acaecidos en ese campo de concentración y en su vida posterior. Y en tercer lugar la presencia de la literatura. Una innumerable lista donde podemos destacar los nombres de L. Aragon, Baudelaire, Rafael Alberti, Nietszche, Kafka, Brecht; Paul Celan,. Wittgenstein, César Vallejo, René Char, André Malraux, Hegel, Schelling y Primo Levi, entre otros. Escritores, poetas y pensadores que le permiten una reflexión no sólo sobre su estadía en Buchenwald sino también sobre la posibilidad y el modo de narrar el holocausto. Sobre este tercer punto tratará esta comunicación, sin por ello dejar de considerar las dos primeras propuestas. Si algún lector tomara por primera vez el libro de Semprún, vería las innumerables incrustaciones que posee el texto, es decir la presencia de otras voces que son imprescindibles para la constitución del relato. Podemos hablar entonces, de la literatura próxima a Semprún o de un modo más preciso de su «enciclopedia». De allí surgen los autores, las citas recordadas por el 1 Semprún, Jorge (1995) La escritura o la vida, Barcelona, Tusquets Editores, 1997. (En adelante, las citas pertenecen a esta edición) 315 -t .. Centro Virtual Cervantes

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Jorge Semprún: La escritura o la vida. Holocausto y literatura

Raúl Illescas UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

EL PRESENTE TRABAJO SE propone como un acercamiento a la novela La escritura o la vida 1 (L ecriture ou la vie), de Jorge Semprún, editada en 1995. A través de este texto el autor trata de saldar su propia cuenta con esa lejana, aunque presente e inolvidable tragedia colectiva, en el campo de concentración de Buchenwald.

La escritura o ... narra la estadía de Semprún desde el 29 de enero de 1944 hasta el 11 de abril de 1945, día en que se produce la liberación de esa sucursal del infierno y el proceso interior del protagonista y de escritura una vez finalizada la guerra. Escrita originalmente en francés, La escritura o ... constituye junto con otras novelas de este autor, el testimonio español de la matanza sistemática y organizada por el nazismo. La lectura de la novela de Semprún propone más de una entrada para su análisis. En principio, el estatuto discutible de novela que el autor le asigna.

En segundo término, el lugar del «aparecido», la condición que se atribuye el narrador para poder exponer los hechos acaecidos en ese campo de concentración y en su vida posterior.

Y en tercer lugar la presencia de la literatura. Una innumerable lista donde podemos destacar los nombres de L. Aragon, Baudelaire, Rafael Alberti, Nietszche, Kafka, Brecht; Paul Celan,. Wittgenstein, César Vallejo, René Char, André Malraux, Hegel, Schelling y Primo Levi, entre otros. Escritores, poetas y pensadores que le permiten una reflexión no sólo sobre su estadía en Buchenwald sino también sobre la posibilidad y el modo de narrar el holocausto.

Sobre este tercer punto tratará esta comunicación, sin por ello dejar de considerar las dos primeras propuestas.

Si algún lector tomara por primera vez el libro de Semprún, vería las innumerables incrustaciones que posee el texto, es decir la presencia de otras voces que son imprescindibles para la constitución del relato.

Podemos hablar entonces, de la literatura próxima a Semprún o de un modo más preciso de su «enciclopedia». De allí surgen los autores, las citas recordadas por el

1 Semprún, Jorge (1995) La escritura o la vida, Barcelona, Tusquets Editores, 1997. (En adelante, las citas pertenecen a esta edición)

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narrador, las compartidas o mencionadas por sus compañeros en el campo de concentración, los descubrimientos o recomendaciones de lecturas durante y después de la guerra. Es un corpus fragmentario donde la memoria y la oralidad tienen un papel preponderante, donde las bibliotecas visitadas de un modo furtivo reavivan diálogos con lecturas conocidas o propician el descubrimiento de otras .. Pensemos en la biblioteca de Frick, en París, donde descubre Los sonámbulos de Broch; en Anton, el obsesivo y reflexivo bibliotecario de Buchenwald; en la biblioteca de Lucien Herr; en la biblioteca de la casa de Lorene en ocasión de la anécdota del paraguas de Bakunin; en la de los Banfi, en Milán, donde descubrió La Tregua de Primo Levi; y en la biblioteca particular del narrador donde reencuentra su Carlota en Weimar, de Thomas Mann, en ocasión de la vuelta a Buchenwald, en 1992.

Hay además una literatura in praesentia, como es el caso de Leon Blum, Juan Larrea, Maurice Halbwachs, su viejo profesor de la Sorbona, que muere en sus brazos.

Una referencia mínima nos permite preguntamos si Maurice Halbwachs, autor de Les cadres sociaux de la mémoire2 donde propone la noción de memoria colectiva, pudo interrogarse por la memoria de la barbarie de la cual fue víctima durante su agonía en Buchenwald.

Por este motivo las lecturas permitirán leer, no sólo el gusto literario del autor, reconocer sus afinidades literarias, sino también pensar en el lugar de colocación literario de Semprún en aquel momento.

Entonces para sacamos de esta situación molesta, fui yo quien empezó a preguntar cosas. Un montón de cosas. Hay que decir que tenía casi un año de retraso desde la liberación de París. Sin duda habían acaecido acontecimientos considerables, de los que yo lo ignoraba todo. Libros publicados, obras representa-das, periódicos nuevos.

Pero escuchando al joven oficial francés-que probablemente trataba de redimirse y ahora era prolijo y preciso en sus respuestas-, no parecía que se hubieran producido en París, durante mi ausencia, novedades relevantes.

Albert Camus era el hombre del día, pero la cosa no tenía nada de particular. El extranjero era una de las novelas que más me había intrigado en aquellos años anteriores.

Y El mito de Sísifo había provocado encendidas discusiones en el círculo de mis amistades, bajo la Ocupación. Camus, por lo tanto, no tenía nada de extraordi-nario.

Al parecer André Malraux había dejado de escribir.( ... ) Estaba Sartre ,por supuesto. Pero Sartre ya ocupaba antes el terreno. Habíamos

engullido en 1943 El ser y la nada, nos sabíamos de carrerilla páginas enteras de La Náusea.( ... )

Junto a este último, me informaba, meticuloso, el joven francés, estaba Maurice

2 Halbwachs, Maurice (1925) Les cadres sociaux de la mémoire, París, Albín Michel, 1994; (1950), La mémoire collective, París, PUF, 1968

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Merleau-Ponty. De acuerdo, pero no me asombraba nada: yo ya había leído La estructura del comportamiento.

Estaba Aragon, flanqueado por su Elsa. Pero en aquella época Aragon no me interesaba lo más mínimo. Su poesía cívica y patriotera de la Ocupación me había dejado indiferente. (88-89)

En suma, salvo algunas desapariciones, naturales o provocadas por los acontecimientos, no parecía que el Parnaso de la literatura francesa hubiese sido saqueado o revuelto. Ninguna revelación, ninguna sorpresa auténtica: la rutina de un crecimiento previsible, prácticamente orgánico. Resultaba a primera vista, sorprendente, tras semejante cataclismo histórico, pero era así. Ponía de manifiesto una vez más que el ritmo de las maduraciones y de las rupturas no es el mismo de la historia política que en la historia de las artes y de las letras. (91)

En cuanto al lugar de colocación de Semprún sólo basta mencionar el episodio de complicidad de sus editores por la novela El viaje largo censurada durante el franquismo. 3

Y comprobar además cómo la totalidad de las citas o presencias literarias son referencias fundamentales para la progresión del texto.

Cada uno de los autores citados o mencionados es producto de una situación especial: acompañar la muerte de algún compañero del campo (Baudelaire, Vallejo), describir el espacio asfixiante de Buchenwald (Goethe, Brecht), reflexionar sobre las posibilidades de escritura (Dostoievski, Kant, Malraux, Levi).

Las presencias literarias resultan infinitas y a simple vista aparecerían desordenadas. Una cuidadosa lectura nos muestra que podemos distinguir dos zonas fundamentales de referencia, de lecturas. La primera corresponde al universo filosófico, espacio que le permite al narrador preguntarse una y otra vez por la condición del Mal Absoluto, «das radikal Bose», y por el horror planificado en el que estuvo inmerso.

Presencias como las de Kant, Heidegger, Levinas, San Agustín y Wittgenstein (que para algún crítico fue un filósofo inventado para la novela El desvanecimiento.) son autoridades ante aquellos interrogantes y para reflexionar sobre la condición de sobreviviente del narrador.

La segunda, la zona de su biblioteca tan querida como trajinada, corresponde al mundo de la poesía. Los poetas operan en el relato de modo curativo o al menos, como un momentáneo bálsamo. Dialogan Aragon, Apollinaire, Brecht, Vallejo, Darío,

3 Premio Formentor: Carlos Barral (España), Joaquín Mortiz (México), Giulio Einaudi (Italia).

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Baudelaire, Y el kaddish4 explicita aún más, la relación entre oralidad y poesía Esta última depara también el descubrimiento de nuevas voces como la de René Char a través de Seuls demeurent y del rumano Celan, a quien reconoce en cada una de las traducciones. La poesía organiza la memoria del narrador y es compañía en todos los momentos.

Con la narrativa no ocurre lo mismo. La referencia es el autor. André Malraux y Primo Levi, por distintos motivos, son referentes indiscutibles de Semprún. El primero, probablemente su escritor preferido, es la especularidad buscada en ese hombre de letras. y su modelo como hombre de acción5 La escritura o ... pone de manifiesto la relación de conocimiento que el narrador tiene del autor de La esperanza y aquellas cualidades con la que se identifica.

Llevaba un buen rato pensando en la última novela de André Malraux. Escuchaba el relato de las cámaras de gas de Auschwitzs y me acordaba de la última novela de Malraux, La lutte avec l ange. En 1943, unas semanas antes de mi detención, algunos ejemplares de la edición suiza habían llegado a París. Michel H. Había conseguido hacerse con uno, que pude leer. Discutimos al respecto apasionadamente.

Lo esencial de la obra de Malraux es una meditación sobre la muerte, una retahíla de reflexiones y de diálogos sobre el sentido de la vida, por tanto. En La lutte ave l ange-novela inacabada, de la que sólo se ha publicado la primera parte, Les noyers del ílttenburg---esta reflexión alcanza uno de sus puntos extremos, más cargados de significado, con la descripción del ataque con gas lanzado en 1916 por los alemanes en el frente ruso del Vístula.

Al final de su vida, en Le miroir des limbes, Malraux recupera algunos fragmentos de la novela inacabada para integrarlos en sus escritos autobiográficos. Siempre me ha parecido una empresa fascinante y fastuosa la de Malraux trabajando una y otra vez la materia de su obra y de su vida, ilustrando la realidad mediante la ficción u ésta mediante la densidad de destino de aquélla, con el fin de destacar sus constantes, sus contradicciones, su sentido fundamental, a menudo oculto, enigmático o fugaz.

Para conseguirlo hace falta, sin duda, tener una obra y tener una biografía. Los profesionales de la escritura, cuya vida se resume y se consume en la propia escritura, que no tiene más biografía que la de sus textos, serían del todo incapaces de hacerlo. La empresa misma debe parecerles incongruente. Hasta tal vez indecente. Pero no estoy emitiendo aquí ningún juicio de valor. No pretendo qué es

4 La plegaria especial de recordación a los fallecidos es el «Kadish». Esta plegaria escrita en arameo es recitada por los familiares directos, hijos, padres, hermanos y esposos. Durante 11 meses el contenido del Kadish es la aceptación del veredicto divino, de haber llevado a la muerte 8morada eterna) al familiar, aceptando así lo que Job nos enseña: «Dios dio y dio quitó, bendito sea su nombre». Resumiendo, el kadish es la aceptación del doliente de los designios divinos y termina diciendo« ... el que hace la paz en las alturas nos dará la paz a nosotros ... »

5 Recordemos que Semprún, al igual que Malraux fue ministro de cultura de su país.

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lo mejor o lo que no está tan bien. Me limito a constatar, a proclamar una evidencia .. (65)

El conocimiento del personaje Malraux es preciso, minucioso, exhaustivo. Alcanza hasta el Malraux de la resistencia.

¿Tú sabes qué se ha hecho de Malraux? - me pregunta Albert, tras ese largo silencio. ( ... )«Actúa bajo el nombre de coronel Berger», me dijo Frager. Solté una carcajada, me preguntó cuál era el motivo. «Berger» era el nombre del héroe de su última novela, le expliqué. Pero Frager no conocía La lutte avec l ange. Tampoco cabía tenérselo en cuenta. Había organizado y dirigía una de las redes Buckmaster más activas de Francia, podían perdonársele sus lagunas literarias.(70)

Por último aparece el lector voraz de Malraux:

Una meditación, por decirlo con otras palabras que André Malraux no escribiría hasta treinta años más tarde, sobre «la región crucial del alma donde el Mal absoluto se opone a la fraternidad.» (69)

Esta última referencia es una de los epígrafes en el comienzo del texto. André Malraux es para el narrador el modelo del intelectual comprometido. En cuanto a Primo Levi es el escritor que realizó el camino inverso a Semprún,

aunque en él reconocía a un par.

Desde octubre de 1945, sin embrago, tras la larga odisea de su regreso de Auschwitz, narrada en La tregua, había empezado a escribir, Si esto es un hombre. Lo había hecho con apresuramiento, con fervor, con una especie de alegría. «Las cosas que había vivido, padecido, me quemaban por dentro», escribió más tarde .. (267)

Mi experiencia había sido diferente. Así como la escritura liberaba a Primo Levi del pasado, a apaciguaba su

memoria( ... ), a mí me hundía otra vez en la muerte, me sumergía en ella.(268)

Pero yo experimentaba la necesidad de conocer a Primo Levi. Quiero decir: de conocerlo fuera, en la realidad exterior de este sueño que, de nuestro regreso, era la vida. Me parecía que entre nosotros estaba todo dicho. O que, desde entonces, era imposible de decir. No me parecía necesario, tal vez ni siquiera conveniente, que tuviéramos una conversación un diálogo de supervivientes. (265)

El suicidio del escritor italiano constituye la posibilidad latente expresada una y otra vez en La Escritura o ... , y es el motor de la escritura de este libro.

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Este libro es fruto de la alucinación de mi memoria, el 11 de abril de 1987, el día del aniversario de mi liberación de Buchenwald. El día de la muerte de Primo Levi: aquel en la muerte le había dado alcance. (299)

Además la curiosidad como una condición indispensable, era compartida por Levi y Semprún.

Al igual que Primo Levi, en su notable entrevista con Roth, añadiría a esos elementos objetivos (salud y saber alemán) un factor subjetivo: la curiosidad. Le ayuda a uno a resistir de una forma no evaluable, por supuesto, pero sin duda decisiva. (320)

Por último, la lectura de la tercera parte de la novela, precisamente, «La muerte de Primo Levi», nos permite observar cómo los fragmentos citados del autor de Si esto es un hombre dialogan y confirman las últimas reflexiones del narrador.

«E un sogno entro un altro sogno, vario nei particolari, unico nella sostanza ... » Un sueño dentro de otro sueño, sin duda. El sueño de la muerte dentro del

sueño e la vida. O mejor dicho: el sueño de la muerte única realidad de una vida que tan sólo es en sí misma un sueño. Primo Levi formulaba esta angustia que compartíamos con una concisión inigualable Nada era verdad sino el campo, eso es .... (261).

De este modo, Malraux y Primo Levi son dos figuras decisivas en la constitución del relato.

Los autores, los textos citados nos conducen a la presencia de las distintas lenguas. Francés, alemán, español, italiano y en menor medida inglés.

Recordamos-como mencionamos al comienzo---que La escritura o ... fue escrita originalmente en francés. Al respecto Semprún reflexiona:

Tanto como el español, en efecto, el francés era mi lengua materna. Se había vuelto mi lengua materna, por lo menos. No había escogido mi lugar de nacimiento, el terruño de mi lengua originaria. Esta cosa-idea, realidad-por lo tanto se ha combatido, por que tanta sangre se habrá derramado, los orígenes, es la que menos le pertenece a uno, es donde la parte de uno mismo es más aleatoria, más aventurada: más burra, también. Burra por lo necia y por lo animal. Por lo tanto no había escogido mis orígenes, ni mi lengua francesa. O mejor dicho, había escogido una, el francés. (193)

(En la continuidad de la cita comprobamos cómo es una elección que hace el autor.)

En lo que a mí respecta, había escogido el francés, lengua del exilio, como otra lengua materna, originaria. Me había escogido nuevos orígenes. Había hecho del

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exilio una patria. En suma, ya no tenía realmente lengua materna. O entonces tenía dos, lo que

constituye una situación delicada desde el punto de vista de las filiaciones, hay que reconocerlo. Tener dos madres, como tener dos patrias, no simplifica realmente la vida. Pero sin duda no siento ninguna inclinación por las cosas demasiado sencillas. (293)6

Sin embargo el español es para el narrador la lengua de la libertad.

Y también había numerosos soldados procedentes de Nueva México, cuyo español melodioso me encantaba. O me perturbaba: que la lengua de mi infancia fuera la de la libertad, no sólo la del exilio y del recuerdo angustiado, resultaba perturbador. (177)

En cuanto al alemán aunque el narrador no lo vive de modo conflictivo, hay una tensión manifiesta. Es en principio la lengua de la filosofía. La de las referencias filosóficas y de la poesía. Nietszche, Wittgenstein, Paul Celan y Char entre otros. Es la voz dorada de Zarah Leander interpretando canciones de amor, a través de los altoparlantes de Buchenwald. Y son las conversaciones con el teniente Rosenfeld durante la visita a Weimar.

Pero el alemán es también, el idioma del nazismo sintetizado en esa frase imperativa que el narrador repite a lo largo del relato: Krematorium, ausmachen!

Me recito en voz alta el poema de Celan y pienso en destino de la lengua alemana: lengua de mando y de ladrido SS y la lengua de Kafka, de Husserl, de Freud, de Benjamín, de Canetti, del propio Paul Celan, y de tantos otros intelectuales judíos que han hecho la grandeza y la riqueza de la cultura alemana de los años treinta de este siglo: lengua de subversión, por lo tanto de afirmación universal de la razón crítica. (310)

Sin embargo es sólo un término en alemán el que puede otorgarle verdadera significación a su situación.

Había atravesado la muerte, ésta había sido una experiencia de mi vida. Hay lenguas en la que existe una palabra para este tipo de experiencia. En alemán se dice Erlebnis. En español: vivencia. Pero no hay palabra francesa para expresar en un único término la vida como experiencia de sí misma. Hay que emplear perífrasis.

6 La relación de esta dos lenguas establece un juego entre las patrias lingüísticas, la literatura y la traducción cuando Carlos Fuentes en ocasión de la traducción al español de El largo viaje le plantea: «( ... )deberías haber hecho tu mismo la versión española. No te habrías limitado a traducir, te podrías haber permitido traicionarte. Traicionar tu texto original para tratar de ir más lejos. Con ello habría surgido un libro diferente, del cual podrías haber hecho una nueva versión francesa, ¡un nuevo libro! Como dices tú mismo, esta experiencia es inagotable ... » (pg. 294)

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O entonces recurrir a la palabra «vecú», que es aproximativa. Y discutible. Es un término insulso y blando. En primer lugar y por encima de todo, es pasivo, lo vecú. Y además, está en pasado. (155)

Al respecto cabe destacar que el narrador prácticamente no traduce del alemán salvo las voces de mando de los soldados alemanes.

Como se dijo al comienzo, este trabajo propuso un acercamiento a las lecturas del narrador de w escritura o ... Música, pintura y de otras artes completan el sentido de este texto. No obstante ello podemos señalar para finalizar, que la presencia de escritores, poetas, filósofos, de obras y de lenguas en w escritura o .. , logra reproducir la babel lingüística del campo de concentración de Buchenwald y le ayuda a responder al Rotspanier la angustiada pregunta adorniana después de Auschwitz.

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