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PERFIL ECOLOGICO DE SUDAMERICA VOLUMEN 1

Características estructurales de Sudamérica

y su relación con espacios semejantes del planeta 

JORGE MORELLO

Edición preparada porJESUS MANUEL MARTINEZ

Edición Digital 2002Diseño y Producción Multimedia:

NATALIA [email protected]

Maquetación: Miguel OrtizCartografía: CartigolFotocomposición: TGSImpresión: IGOLProducción: Manuel Falgueras 

 Jorge MorelloISBN: 84-7232-340-4

Depósito Legal: B-29.179-1984

Industria Gráfica Offset Lito S.A.Luis Millet, 59-63Esplugues de Llobregat (Barcelona)

 AgradecimientosEl autor agradece: A las autoridades del CIFCA por el apoyo y el tiempo deespera para que esta obra pudiera ser concluida. A Fernando González Bernáldez,de la Universidad Autónoma de Madrid y a Nicolo Gligo, de CEPAL (Chile), por lalectura crítica de los manuscritos; a Gilberto Gallopín, de la Fundación Bariloche

 Argentina y a Juan Gastó, de la Universidad Católica de Chile, por numerosasideas ligadas al funcionamiento ecológico del continente; a Axel Durojeanni, de laUnidad Recursos Naturales de CEPAL (Chile), Sergio Salcedo de FAO (Chile) y

Gerardo Budowsky de CATIE (Costa Rica), por la bibliografía que me brindaron.Por último deseo agradecer a Claudia Natenzon de la SSMA (Argentina), por lacorrección de los originales y la elaboración de las ilustraciones.

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Desde la Conferencia de Estocolmo sobre el Medio Ambiente, organizada por las Naciones Unidas, en1972, los países en vía de desarrollo, en especial losde América Latina, han ido generando unpensamiento propio en torno a esta materia. De

este modo han ido superando la estrechaorientación conservacionista que caracterizaba porentonces el pensamiento ecologista en los paísesaltamente industrializados. En América Latina sebusca, desde el principio, la integración de dosconceptos que aparecían contradictorios: medioambiente y desarrollo.  Se persigue, además, unenfoque global, que no olvide los componentessociales de un entorno que se defineadecuadamente como medio ambiente humano. 

España contribuyó, desde el principio, a laformulación y difusión de ese pensamiento. Así

participó en la creación, junto con el PNUMA y condieciséis naciones latinoamericanas, del CentroInternacional de Formación en Ciencias Ambientales(CIFCA), por cuyas aulas han pasado más de dos milpost-graduados españoles y latinoamericanos.

Las necesidades de una docencia altamenteespecializada obligaron al CIFCA a impulsar, en lamedida de sus posibilidades, la investigación básica.La necesidad de confeccionar un Atlas Ecológico en

 América Latina se fue haciendo cada vez másapremiante, y nadie mejor que el investigadorargentino, Jorge Morello, con decenios de trabajo decampo en América del Sur, para sentar las bases detan trascendental proyecto.

El Perfil Ecológico de Sudamérica , cuyo primervolumen nos honramos en editar, pasa revista a losprincipales aportes que en este campo se han hechoa lo largo de los últimos decenios y analiza, concriterios actuales, los grandes rasgos de la ecologíadel subcontinente, comparándolos con otrosespacios del planeta. La novedad y trascendenciadel enfoque de Jorge Morello se hacen evidentesdesde la primera y rápida lectura del texto. Desde elrigor de un método científico intenta llegarmediante un necesario didactismo - a especialistas -

de otras disciplinas, a los estudiantes, y, sobre todo,al lector común.

Una cuidada cartografía, síntesis de los mejorestrabajos realizados en este campo, realza el valor deeste volumen y lo convierte en un instrumento deestudio y enseñanza que ojalá sea útil para laformación de universitarios latinoamericanos.

LUIS YAÑEZ - BARNUEVOPresidente del Instituto de Cooperación

Iberoamericana 

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Perfil Ecológico de Sudamérica 1

Jorge Morello Profesor Doctor Emérito.

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ÍndicePERFIL ECOLÓGICO DE SUDAMÉRICA VOLUMEN I

Presentación, 3

I. Introducción, 5

 A. Demanda y objetivos, 5B. Valor y limitaciones, 5

II. Metodología, 7 

 A. Marco conceptual, 7B. La dimensión continental y su tratamiento, 8C. Restricciones y decisiones operativas, 9

III. Tendencias en el tratamiento ecológico, 10

 A. Período 1927 – 1963, 10B. Período 1963 – 1983, 10

IV. El perfil ecológico del continente como referente comparativo, 14

 A. Rasgos esenciales, 14

1. Cambios en el sentido oeste – este, 152. Cambios en el sentido norte – sur, 173. La prepotencia de la influencia andina,184. Los sistemas morfoestructurales y su interdependencia, 225. El amosaicamiento del paisaje andino, 28

B. Sudamérica y el resto de la Biosfera, 291. Ámbitos naturales semejantes, 29

a. Similaridad de geosistemas y/o ecosistemas, 31b. Parecido climático y bioclimático, 34

b.1. Trópico húmedo, 35b.2. Todo el trópico, 38b.3. Zonas áridas y semiáridas, 41

b.3.1. Semejanzas entre Norte y Sudamérica, 43

b.3.2. Sudamérica y África, 45b.3.3. Sudamérica y Australia, 46c. Parecido en modelos de paisaje y unidades estructurales de primer orden, 48

2. Ámbitos naturales distintos, 54a. Asimetría entre hemisferio norte y sur, 54b. Asimetría inducida por el hombre, 61

 V. Heterogeneidad interna del continente, 63

Elementos y procesos que condicionan la diversidad subregional, 631. La cordillera como organizador, 64

2. La cordillera como espacio altamente diversificado y de fuertes contrastes biofísicos entre microáreas muycercanas, 653. La cordillera como banco genético, 65

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4. El macizo andino como generador de acontecimientos naturales drásticos, 675. Las relaciones de contigüidad de un sistema de montaña activo y llanuras jóvenes, 676. La continuidad hidrológica de las grandes llanuras, 687. La inexistencia de barreras orográficas significativas de dirección este – oeste, 68

a. Los corredores de migración y el bajo impacto de las glaciaciones, 68b. Avance de las masas de aire polar, 70

8. La vecindad de cuencas hidrográficas, 709. Fuertes contrastes en la distribución espacial de la oferta pluvial, 7010. Comportamientos naturales sorpresivos derivados de anomalías climáticas, 71

a. Huracanes, 72b. El fenómeno de “El Niño”, 72c. Las sequías, 72d. Fuego, 73e. Inundaciones, 75

11. Comportamientos biológicos sorpresivos derivados del manejo de los ecosistemas, 77a. Transformación de pastizales y sabanas en arbustales, 77b. Transformación de selvas diversificadas en palmares, 79

Índice Cartográfico, 80

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Presentación

Sudamérica posee una diversidad de situacionessocioeconómicas, políticas, étnicas y ecológicas muy

alta, y está sujeta a cambios en las situaciones decontorno - influencias extrarregionales - (a) drásticos,rápidos y de difícil predicción, que actúan diferen-cialmente de país a país.

No sólo no son homogéneas las realidades so-cioeconómicas, socioproductivas y físicas, sino que« las características del estilo de desarrollo ascen-dente varían a lo largo y a lo ancho de la región » (b).

Desde hace mucho tiempo los antropólogos so-ciales destacan, por ejemplo, que no se puede hablarde campesinado sudamericano en general (c)  ba-sándose exclusivamente en los estudios realizadosmayoritariamente en países con una importante po-blación campesina indígena, dado que Brasil, Ar-gentina, Venezuela, Chile y Uruguay, constituyen, engran medida, una neosociedad, surgida de unproceso poblacional, económico, cultural y político,que difiere en muchos aspectos del vivido por losotros países sudamericanos.

También los sociólogos y antropólogos destacan laheterogeneidad de concepciones del sistema pro-ductivo en los grandes sistemas físicos de Sudaméri-ca: las cordilleras, las llanuras inundables, las llanu-ras de tierra firme, las zonas áridas y las costas flu-viales y oceánicas. Así, por ejemplo, mientras el

universo andino fue concebido por sus habitantescomo un conjunto de pisos ordenados verticalmenteformando una macro - adaptación o sistema de rela-ciones ecológicas que podríamos llamar pan –cordillerano   (d), el universo de las llanuras fueconcebido como un conjunto de opciones productivasordenadas horizontalmente formando una macro-adaptación al sistema cuenca hidrográfica. 

El sistema productivo de la llanura define su es-trategia en función de su posición en la cuenca me-dia y baja de los grandes ríos sudamericanos. Porúltimo, el universo costero es asumido como una

« frontera » entre un subespacio conocido y utilizado(tierra firme costera) y otro menos conocido y aconquistar (el río y el mar).

Por otro lado, Sudamérica presenta colectivamentecaracterísticas que superan las desigualdadesintrarregionales y pueden ser asumidas como globa-les. En cuanto a medio físico, ellas son:

• Riqueza en recursos naturales energéticos, actua-les y potenciales.

• Riqueza en recursos acuáticos, continentales yoceánicos.

• Capacidad ecosistémica intrínseca para resolverlos problemas de nutrición de su población actual ypotencial, generando excedentes alimentarios

exportables.

• Carácter reciente o juventud de los procesos de

deterioro de los recursos naturales y de losecosistemas - soporte.

• Existencia de enormes superficies con ecosistemasintactos o poco modificados.

• Existencia de proyectos de desarrollo(megaproyectos) de una envergadura tal, que producenpreocupación regional y extra regional en cuanto a susconsecuencias sobre el soporte de la producción ysobre las sociedades que reciben o pueden recibir losimpactos negativos.

• Existencia de enormes superficies ocupadas yocupables por ecosistemas altamente productivos,fundamentalmente porque no tienen ni estacionalidadtérmica ni hídrica (los intertrópicos húmedos).

• Ubicación global a distancias importantes de losmercados solventes y de los países más poblados delmundo.

• Existencia de ecosistemas degradados donde en 150años la capacidad de carga poblacional y deagrosistemas se ha visto reducida drásticamente,especialmente en zonas áridas, semiáridas ysubhúmedas, y cuya ocupación presente es

extremadamente laxa y su uso potencial bajo, porquelas configuraciones ecológicas actuales son de muybaja capacidad de soporte (e).

• Existencia de grandes superficies de ecosistemasnaturales caracterizados por un alto potencialproductivo y baja estabilidad del soporte físico de laproducción, que son ocupados temporariamente (10 a70 años) y generan una altísima renta, a costa de ladestrucción del soporte de la producción rural (e).

• « La existencia de asentamientos urbanos y ruralescon muy altos niveles de desajustes entre la población,

la producción y el medio físico »(e)

.• Existencia de impactos ecológicos negativos cuya

influencia se ejerce mucho más lejos de su inmediataesfera de contigüidad o vecindad. El traslado o el viajea distancia de efectos ambientales es en Sudamérica decaracterísticas y propiedades totalmente distintas a lade los continentes o países desarrollados. Aquí viajanlos suelos, las plagas, las enfermedades, las malezas ylas ondas de creciente de los ríos, que cambianabruptamente de comportamiento.

• Bajo conocimiento de las leyes de comportamientode los ecosistemas que están siendo incorporados a laproducción silvoagropecuaria.

• Tomando una idea de Thomson (e, pág. 287)

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diríamos que uno de los mayores problemasambientales de Sudamérica es la degradación enfunción de un sistema silvoagropecuario subutilizadorde los recursos físicos. En la inmensa mayoría de losespacios semiáridos y áridos, una raquítica economíade subsistencia degrada sin llegar a producir

condiciones de vida medianamente aceptables paralos agentes sociales involucrados. Se trata de lo queThomson (e, pág. 295) llama « agricultura minera ».

• Se ha indicado (e)  que una de las« contradicciones ambientales más importantes deSudamérica » es la « excesiva concentración depoblación y el sobreuso degradante de algunosespacios, coexistiendo con enormes superficies deecosistemas naturales vacíos, los que están enpeligro de ser deteriorados aun antes de haber sidopuestos en producción efectiva».

• Existencia de riquísimos bancos genéticos, tantoen animales y plantas de domesticaciónprehispano - lusitana, como en formas silvestres,parientes o no de las especies cultivadas.

• Enorme importancia potencial de los llamadosrecursos naturales renovables desapercibidos, esdecir, aquellos que teniendo valor de uso estánpasando a tener valor de cambio.

• Específico potencial único y reserva mundial derecursos marinos de plataforma continental y deespacios del trópico húmedo donde son posibles,desde el punto de vista bioclimático, tres cosechaspor año.

Parece lógico pensar que frente a la dualidad desituaciones de contorno cambiantes y altaheterogeneidad intrarregional por un lado, y ciertascaracterísticas globales homogéneas por otro, elconocimiento pormenorizado de las condicionesnaturales del continente es central. Lo es en funciónde poder evaluar la oferta física real y los posiblescambios que ocurrirán en las configuracionesecológicas como consecuencia de las demandas muyconcretas de desarrollo que tiene todo el continente.

Estas demandas son, entre otras, industrializarse,resolver los desequilibrios en la distribución de lariqueza y los ingresos, alcanzar ciertos standards  mínimos de nutrición y vivienda, aumentar laproducción agrícola y los saldos exportables, resolverlas urgentes demandas de salud y educación, crearuna infraestructura de servicios, absorber lasdemandas de empleo permanente de una fuerza detrabajo creciente, aumentar la productividad general yfrenar las migraciones inter - urbanas, inter - rurales ydel campo a la ciudad, detener la fuga de suelos ynutrientes y todos los procesos de destrucción del

soporte de la producción. Actualmente,(f y g)  se va teniendo conciencia con-

tinental de que las « tasas actuales de explotacióndeteriorante no son sostenibles y son capaces deaplastar fácilmente las tendencias autoorganizadoras delos sistemas ecológicos sudamericanos »

Hace bastante tiempo que se vienen describiendonuevas configuraciones   ecológicas que surgen comoconsecuencia de la aplicación de determinados manejosa los ecosistemas latinoamericanos.

Los procesos que llevan a esas configuracionesnuevas se han llamado palmerización, arbustificación,gradualización, etc., en función de las formas biológicasque dominan en las nuevas configuraciones.

También se habla de africanización ymediterraneización en función del origen de lasespecies que controlan esas nuevas configuraciones.

En base a lo anterior, la elaboración de un «  perfil

ecológico  », además de necesaria, es también urgente,ya que la lectura de la naturaleza sudamericana sehace cada día más difícil y los cambios decomportamiento de los ecosistemas están ocurriendoante nuestros ojos

Por todo lo anterior, el CIFCA encargó este ejerciciode descripción de los grandes ecosistemassudamericanos, tanto como referente comparativo conotros ecosistemas del mundo como para explorar laspotencialidades y eficiencias ecológicas de cada unidadnatural del mismo.

Este perfil se adecúa al grado de conocimiento delmedio natural y al nivel de información disponiblesentre 1981 y 1983, los cuales en casi todos los casosson de índole cualitativa.

(a) García, R y Rijsberman, F., Conceptual framework for the ABCprogramme  ABC – D 82/005, Ginebra, 1982. Los autoresconsideran que lo externo de un sistema cuyas fronteras se handefinido, y que interactúa con él, son las condiciones del entorno.

(b) Gallopín, G., Impactos ecológicos de las actividades humanasen América Latina, Fundación Bariloche, Grupo de Análisis deSistemas Ecológicos, 1983.

(c)Hermitte, E., Antropología social, programa de investigación ycapacitación. Newsletter, Society for Latin American Anthropology,

1982.(d) Herrán, C., Antropología social en el proyecto de manejointegrado en la cordillera argentina. FLACSO, circ. restringida,Buenos Aires, 1983.

(e) Thomson, B., « Environment and development in South America », Vierteljahresberichte (70): 279-304, 1977

(f) Gallopín, G., « Development and environment: an illustrativemodel ». Journal of Policy Modeling, 2 (2), 1980.

(g) Gallopín, G., La incertidumbre, la planificación y el manejo delos recursos naturales renovables. Reunión internacional deEcodesarrollo Ecolombia, Bogotá, 1982.

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I. Introducción

 A. Demanda y objetivos

En 1972, en el taller de planificación sobre ecologíatropical, promovido por The Institue of Ecology (TIE)y la Universidad de Antioquia en Colombia (1), seestablece la necesidad de elaborar un mapaecológico del continente.

Desde 1976, en que se dicta en el CIFCA el primercurso general sobre Gestión Ambiental para elDesarrollo (GAD), se identifica la necesidad de undocumento ecológico (2)  sobre Latinoamérica, comoinstrumento docente.

En 1979 el equipo central del proyecto Estilos deDesarrollo y Medio Ambiente (CEPAL- PNUMA) (3) incorpora en su temática la necesidad de elaborar unperfil biofísico, como marco general de referenciapara trabajos integrados sobre la relaciónnaturaleza - sociedad.

En 1980 el CIFCA asume la tarea, encargando esteestudio.

En todos los casos, la demanda de un perfilecológico aparece ubicada en el marco de ciertosprincipios básicos que pueden resumirse así:

• La transferencia de conocimientos y experienciasambientales, al interior del continente y entreregiones, debe tener en cuenta las semejanzas ydiferencias del medio ecológico, es decir, lascondiciones de la oferta climática, de las formas delrelieve, de los suelos y de los sistemas biológicos quecon ellos interactúan.

• Los geosistemas, en su estructura y funciona-miento actual, son el resultado de un lento procesode adaptación evolutiva entre la oferta física y labiológica. Por ello, fijan límites e imponenrestricciones al desarrollo de distintas actividadeshumanas.

• Los distintos ecosistemas tienen atributosespacio - temporales y rangos de variación de los

mismos que les son específicos, lo que implicamodalidades singulares de comportamiento frente aacciones humanas.

La demanda queda pues, centrada en undocumento:

• explicativo de las características y distribución delos grandes ecosistemas del continente,

• síntesis de los conocimientos disponibles en la ac-tualidad, y

• referente para temas ambientales de interés con-

tinental y subcontinental.En este marco, el Perfil trata de llenar un vacíoexistente en el conocimiento de las potencialidades y

restricciones biofísicas, generalizadas y extensivas a lospaíses, y proporciona un instrumento útil para la

elaboración de una estrategia continental deplanificación territorial, formación, educación einvestigación ambientales, sobre una base deinformación ecológica.

Sus objetivos son:• producir un documento explicativo del sistema

natural del continente utilizable para programaractividades ambientales a nivel de una unidad terrestrede primer orden, continental;

• extraer conclusiones que permitan orientar laidentificación y selección de áreas y temas ambientalescríticos;

• motivar la discusión en torno al mismo, perfec-cionar su metodología e ir ajustándolo a las demandasambientales, en proceso de aproximaciones sucesivasal conocimiento de la organización del soporte naturalde la actividad humana.

B. Valor y limitaciones

El perfil proporciona un cuadro, lo másinterrelacionado posible, de la heterogeneidad espacialdel continente, y sus conclusiones analizan los elemen-

tos y procesos que se consideran más significativosdesde el punto de vista ambiental.Constituye una herramienta docente para distintos

cursos de formación ambiental vinculados con AméricaLatina.

En cuanto a las limitaciones, las más importantes son:

• Se trata de una primera aproximación y no puedeconsiderarse como un estudio acabado.

• No son tratados los ecosistemas marinos.

• Es el resultado del trabajo de una sola persona, loque conlleva restricciones; estas son tratadas en elcapítulo Metodología.

El tratamiento de los ecosistemas es asimétrico en elsentido de que algunos son tratados en profundidad yotros no. Los priorizados en el tratamiento son aquellosque son exclusivos de Sudamérica, que son fronteraagropecuaria o que han concentrado el esfuerzoreciente de programas internacionales de investigación,tales como el trópico húmedo o las zonas áridas.

Otra limitación es el tratamiento asimétrico de loscomponentes de los geosistemas; suelo y clima no sedescriben sistemáticamente por existir documentaciónreciente producida para todo el continente pororganismos internacionales.

En cuanto a su valor, cabe señalar:

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• Se incluye información poco conocida en la lite-ratura internacional, que surge de 30 años de in-vestigación original, propia y ajena, en ecosistemassudamericanos críticos: Chaco, Monte, selva pluvialtropical, geosistemas de alta montaña.

• Se evita la repetición de información fácilmenteobtenible en las publicaciones que cuantifican pe-riódicamente la realidad biofísica sudamericana ysus tendencias (FAO, PNUMA, UNESCO, CEPAL,OEA). 

• La información espacializada es de tratamientono tradicional, ya que se incorporan figuras pro-ducidas por investigadores de ciencias de la tierra,relativamente poco conocidas en las ciencias delhombre.

• Se pone un esfuerzo sustantivo en el análisis deequivalencias geosistemáticas, transoceánicas e

intercontinentales pasando después al continentecomo sistema y a sus regiones:

1. Nivel Transcontinental  

o Isomorfías F - F entre algunos espaciossudamericanos y determinadas áreas delplaneta.

o Lo que tienen de exclusivo determinadossubsistemas físico - naturales (F) deSudamérica cuando son comparados con el

espectro de ofertas de F del resto del planeta.

2. Nivel Continental

o Megaprocesos naturales derivados de lasrelaciones entre las grandes estructurasmorfológicas (cordillera, llanuras de deposición,relieves antiguos).

o Personalidad físico - natural de Sudaméricaderivada de su historia evolutiva sin influenciahumana.

o Personalidad de Sudamérica derivada de suposición planetaria.

3. Nivel Intrarregional

o Diversidad ecosistémica y su origen.

Descripción estructural - funcional de cada granecosistema, treinta y cuatro en total.

(1) TIE, Tropical ecology; the state of knowledge and oportunitiesfor research.  Conclusions of the workshop planning meeting. TheInstitute of Ecology (TIE), Medellin, Colombia, 1972.

(2) En la metodología se indica qué entendemos por enfoqueecológico y por geosistemas

(3) Sunkel, O. y N. Gligo, Estilos de desarrollo y medio ambienteen la América Latina. I. (El Trimestre Económico, Lectura 36) FCE,México, 1980.

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II. Metodología

 A. Marco conceptual

El ambiente humano es concebido, de acuerdo conCarrizosa(4), como « un gran sistema integral divididoen dos subsistemas principales: el subsistema noantrópico y el subsistema socioeconómico ».

En el subsistema natural, el relieve, las rocas delsoporte, el clima, el agua, el suelo y los seres vivosson conjuntos interrelacionados que actúan comoproductores, consumidores y transformadores deenergía, materia y cierta información (tal como laclimática, que regula procesos biológicos).

Tales conjuntos han interactuado durante tiemposvariables, con intensidades distintas, sobre espaciosgeográficos determinados, modelando áreas

identificables y provistas de límites operativos, dondese puede percibir un sistema de relacionesecológicas, es decir, un ambiente natural ogeosistema (5) (Fig. 1).

Este trabajo comprende el tratamiento de uncontinente como macroambiente natural ogeosistema de primera jerarquía, en el sentido dereferente comparativo con otros continentes, y el deunidades subregionales menores al interior delmismo (6).

En la perspectiva ambiental, el enfoque ecológicosignifica un tratamiento del medio natural como

condicionado y condicionante del subsistemasocioeconómico,Lo ecológico   está jerarquizando el examen de

propiedades de los geosistemas que no sondeducibles por e! análisis sectorial de suscomponentes aislados. Estos componentesconforman un sistema de relaciones naturales que sesupone afectan y son afectadas por el subsistemasocioeconómico.

En el análisis de las interrelaciones entre elsubsistema natural y el socioeconómico sólo se llegaal tratamiento sesgado   desde el punto de vistafísico - natural, de los siguientes procesos:extracción, transformación, translación o transporte eintroducción. (v. nota 4.)

Tratamiento sesgado   significa que lascontradicciones o tensiones de productividad quesurgen entre el subsistema natural y elsocioeconómico son consideradas desde el ángulo decambios de calidad y cantidad de la oferta natural, esdecir, en términos de disminución de la superficieforestal natural, desaparición de especies,incremento de la salinización secundaria, cambios detrayectoria o línea de comportamiento dedeterminados geosistemas.

Las propiedades de los geosistemas que se explicanson las perceptibles a un nivel de resolución muysintético y englobante, como es el de una región o

continente dentro de la biosfera.Otras propiedades crípticas (7)  u ocultas en su

manifestación sintética son incluidas cuando revelancomportamientos generalizados, como fuga denutrientes, carga sedimentaria de los ríos,etc.

 (4) J. Carrizosa, Metodología para la consideración de la

dimensión ambiental en los procesos de planeación nacional. Enasesoría ambiental para la planificación de! desarrollo, PNUD/PNP, Col./80/005/A/01/031.

(5) Geosistema es un concepto creado por Sochava para unsistema natural donde la relaciones geográficas – físicas sontratadas en equilibrio con las biológicas. Pareciera que ecosistemaes un concepto preferencial o esencialmente biológico. Ver F.González Bernáldez, Ecología y paisaje . H. Blume, 1981, pág. 19. 

(6) Se trata del enfoque asumido en varios trabajos de geografíacomparativa intercontinental por la escuela de Troll. Paffen. Lauery Jaeger de la Universidad de Bonn, Alemania.

(7) F. González Bernáldez, Ecología y paisaje . H. Blume, 1981.

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B. La dimensión continental y su tratamiento

El conocimiento del subsistema natural de uncontinente tiene ciertos requerimientos, entre los quedestacamos:

• La demanda de un nivel de resolución sintético yenglobante.

• La personalidad del continente debe ser utilizablecomo referente comparativo transoceánico ytranshemisférico.

• La necesidad de analizar procesos locales, paraluego jerarquizarlos en cuanto a importancia espacial(procesos tales como terremotos, inundaciones,medanización, sequías, lluvia de cenizas,arbustificación de pastizales, expansión de fronterasagrícolas, retracción de áreas forestales, etc.).

• La necesidad de conocer el soporte físico originalno influido por el hombre, sobre el que sedesenvuelven las actividades productivas.

• La necesidad de establecer relaciones e interde-pendencias entre macroambientes regionales odistantes (8) (p. ej. cordillera/grandes llanuras).

• El examen de los cambios graduales al interior delcontinente, regulados por la altitud, la latitud, ladistancia de la costa. Varios autores que enfrentaron la tarea de explicar

y sacar conclusiones de las singularidades de unaunidad de primer orden de la biosfera, como es uncontinente, concluyeron que el proceso deconocimiento consiste en alcanzar un nivel deresolución suficientemente sintético y englobantecomo para que los elementos fundamentales de laestructura biofísica surjan sin distorsionar por lasdiferenciaciones que inmediatamente aparecen alpasar a otras escalas.

La comparación entre estructuras generales deSudamérica con sus similares de otros continentes,sobre todo en su dinámica morfogenética, permitirásaber efectivamente cuáles son las característicassingulares del continente. Obviamente, si la unidad a

considerar es una enorme superficie terrestrerodeada de océano, su referente comparativo son losotros continentes.

Incluso la posición del continente dentro de labiosfera es ineludible como elemento a considerar,dado que el término de referencia final es justamentela biosfera.

Hay además un proceso de elaboración a partir defenómenos actuales y procesos evolutivoslocalizados, que permiten extraer aquellos elementosy procesos que se expresan sobre grandes áreas yque han modelado el sistema biofísico del continente.

Tales elementos y procesos hacen posible reconsi-derar algunos aspectos espaciales y sacarconclusiones de máxima generalización.

En cuanto a asentamientos humanos y comunidadesbióticas, nuestro marco de referencia es el siguientes:

Los asentamientos humanos, la infraestructuraconstruida, las comunidades vegetales y animales,naturales o modificadas, y los agrosistemas, sonelementos de primera jerarquía, formadores del paisaje

sudamericano.Su desarrollo y distribución en el tiempo y en el

espacio no pueden ser adecuadamente comprendidos sino se los considera en relación con otros elementos« heredados », que son de naturaleza geográfica.

Cada porción del continente y toda Sudamérica comounidad, constituyen sistemas de entidadesinterdependientes. Esa interdependencia, en el sentidode qué elementos son dadores, cuáles transportadoresy cuáles receptores, guiará el enfoque de este trabajo.

Los asentamientos humanos y las comunidadesbióticas naturales o modificadas son influidos de

distinta manera por las características del relieve, elclima y el suelo, los que a su vez son afectados porellos.

Las comunidades bióticas naturales y la sociedadestán también fuertemente vinculadas en función deluso del espacio.

Para tener una visión conjunta de un continente, losmétodos de observación y presentación deben ser nosólo analíticos, sino ecológicos (sintéticos), y en esesentido se tratará de explicar la oferta biofísica yalgunas pautas de cómo la maneja en función deldesarrollo económico .

Sudamérica posee una personalidad ecológica cuyoselementos pueden ser ordenados de manera muydiversa. Se ha organizado el tratamiento presentandoseparadamente algunos factores (capítulo IV ) y luegoreuniéndolos en grandes regiones naturales(volumen II). En cada caso se jugará con lossiguientes tipos de cambios más o menos gradualesque controlan las variaciones fundamentales del mediobiofísico del continente (10):

• Un cambio planetario o norte - sur (para nuestrohemisferio);

• otro oeste - este, es decir, desde el ámbito andino a

las llanuras de deposición;• otro periferia - centro o desde la costa hacia el

interior del continente, que es de este a oeste, ya queen el Pacífico la cordillera está pegada al mar;

• un cambio hipsométrico, por último, ligadofundamentalmente al sistema andino.

(8) Monasterio, Maximina, Estudios en los Páramos andinos, Universidad de Mérida, Venezuela, 1980. Ver el excelente capítulo 1sobre afinidades del Páramo con otras regiones andinas

(9) Schwabe, G.H., « Toward an ecological characterization of theSouth American continent ». En: Biogeography and Ecology in South

 America, Dr. W. Junk Publ., 1968.(10) Wolf – Dieter Sick, « Geographical Substance ». En:Biogeography and Ecology in South America, Dr. W. Junk Publ., 1968.

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Finalmente habrá un capítulo de conclusiones yrecomendaciones en donde se destacan, por un lado,aquellos geosistemas donde el hombre estáproduciendo cambios más profundos, y, por otro,aquellos temas y problemas ambientales que se con-sideran críticos para Sudamérica.

C. Restricciones y decisiones operativas

Dado que este trabajo representa el esfuerzo deuna sola persona, de formación biológica - ecológica,se ha partido de las siguientes restricciones ydecisiones:

• Se trabajaría exclusivamente con informaciónsecundaria;

• la cartografía temática se basaría enreinterpretación de mapas preexistentes.

• texto y mapas auxiliares constituirían una primeraaproximación necesariamente mejorable, en elclásico proceso de acercamientos sucesivos utilizadoen este tipo de trabajos;

• las noticias explicativas de los mapas no serían deelaboración propia, sino que se modificarían allídonde fuera necesario, a fin de rescatar solamente lainformación que se considerara relevante osignificativa desde el punto de vista ambiental;

• lo fundamental del aporte original deberíaaparecer en la explicación de la personalidad

ecológico - biofísica del continente, en lasconclusiones y en las recomendaciones, incorporandoanálisis subjetivos que informan respecto depotencialidades, restricciones, estado, tendencia ycondición de distintos espacios.

De estas decisiones operativas se desprende que esfundamental el texto; los mapas lo complementanpara explicar la personalidad del continente.

La obra no contiene información cuantitativa pordos razones: porque las estimaciones periódicas deFAO, CEPAL y UNESCO - PNUMA  son fácilmenteaccesibles y porque hay una obra reciente de

excelente factura(11)

, donde se pone el énfasis enevaluar las limitaciones de las estimaciones hechassobre la base de información proporcionada por losgobiernos y se hacen estimaciones propiascorrectivas y/o sustitutivas.

El lector interesado debe considerar la obra deDourojeanni como un marco referencialcomplementario y de alta seriedad en informaciónestadística, recursos naturales y su manejo ypropuestas conservación.

La obra no repite información preexistente salvocuando es relevante para sus objetivos.

En síntesis: el documento explicativo del sistemanatural del continente será utilizable para programaractividades ambientales a nivel de unidad terrestre

de primer orden y contendrá, en sus conclusiones yrecomendaciones, elementos que permitirán guiar laidentificación y selección de áreas y temas críticos deoperación, indicando en cada caso el porqué de esacriticidad.

No hemos considerado de interés en esta obra hacer

una revisión exhaustiva de la información publicada,pero sí seleccionar subjetivamente ejemplos queinforman respecto de tendencias y enfoques deltratamiento del sistema natural haciendo un cruceentre la tarea de los organismos internacionales, lageneración y/o consolidación de centros deinvestigación locales y la aparición de obras ecológicassignificativas.

Desde la publicación de la obra de Denis (12) en 1927,que puede considerarse un clásico, han aparecido otroslibros geográficos regionales sobre el continente quepueden agruparse en tres tipos: los que consideran a

Sudamérica como globalidad y tratan de explicar su« sustancia »; los que sectorializan la información encapítulos de débil conexión entre sí (un capítulo para lageología, otro para el clima, otro para el relieve, otropara los suelos, etc.); y los que dedican un espacio yun énfasis central al tratamiento país por país.

Si bien estas tendencias de enfoque existen aún hoy,en la segunda mitad de la década del 60 comienzan aaparecer trabajos de síntesis que están relacionadoscon una lectura integrada de los recursos naturales ycon un tratamiento más o menos sistemático depotencialidades y restricciones de espacioshomogéneos en cuanto a determinados factoresasumidos como relevantes desde el ángulo ambiental.Es el período que consideramos de elaboración desíntesis ecológicas, y coincide con la aparición de cartastemáticas precisas, a una escala comparable, dedeterminados bienes de la naturaleza (vegetación,clima, suelos), el avance de la elaboración de otras(geología) y la consolidación de equipos deinvestigación en el campo ecológico - natural yambiental.

(11) Dourojeanni, Marc J., Recursos naturales y desarrollo en América Latina y el Caribe. Univ. de Lima, 1982 (hay también unaversión en inglés publicada en WWF).

(12) Denis, P.,  Amérique du Sud.  En: Géographie Universelle,15, 1927.

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III. Tendencias en el tratamiento ecológico

 A. Período 1927-1963

Se inicia con Denis(12)

, y entre las obras que tratanSudamérica como globalidad se destacan las deJames (13) y de Schmieder (14), consideradas como lasmejores interpretaciones geográfico - regionales deun supercontinente; América Latina en el primer casoy toda América en el segundo.

Un adecuado tratamiento de la región en distintosniveles de integración aparece en obras mundialescomo las de King (15), Umbgrove (16), Eyre (17) y en laGéographie Universelle Larousse, dirigida porDesffontains (18).

Por último, hay dos obras de este período que encierta medida pueden ser tomadas como un puenteentre lo geográfico - regional y lo ecológico. Se tratadel libro de Roseveare (19)  sobre pastizales y el deRich (20), en el que se usa extensivamente la aptitudsintetizante de la imagen fotográfica.

B. Período 1963-1983

Cobra vigencia con la aparición de la obra deMann (21)  y se caracteriza por un esfuerzo paraanalizar las propiedades que surgen de la interacciónde distintos componentes del geosistema.

Tiene una impronta ecológico - biológica y surge de

trabajos de ecólogos - biólogos, por lo que losprotagonistas esenciales de los sistemas son losseres vivos. En este sentido, en los trabajos deMann, por ejemplo, ecosistema es casi sinónimo de« sistema de relaciones » donde lo biológico escentral y se lo subraya hasta en las ilustraciones, endonde aparecen los dibujos de los animales que seconsideran de alta fidelidad o representatividad deese ambiente al lado de la distribución espacial de untipo de vegetación dominante determinado.

Cronológicamente se suceden los siguienteseventos significativos.

En 1966 aparece el libro de Mann(21)

, al que suautor define como un « estudio de las basesbiológicas que pudieran llevar a un planeamientoacertado de sistemas de explotación de los recursosnaturales latinoamericanos para proponer unrendimiento caracterizado por máximos niveles deproducción compatibles con su renovaciónindefinida ».

Mann, utilizando su   herramienta, la bioecología,identifica y delimita cuatro macroambientes: lamontaña, el desierto y la estepa, la sabana y elbosque. En cada uno de ellos evalúa « los problemasmás sobresalientes que plantea su complejaorganización frente a actividades humanas deexplotación », a nivel de producción (qué tipo

de actividades silvoagropecuarias predominan),productividad natural (que en este caso es biomasa

expresada en kg / ha de peso seco animal y vegetal)y uso.Llama la atención que Mann se plantee objetivos y

maneje criterios ambientales ligados a los recursosnaturales que sólo se generalizaron años más tardeen la literatura internacional. La obra, que debe ser

 juzgada en un contexto histórico, es el trabajo deuna persona que desde hacía tiempo había logradosuperar los límites entre ecología vegetal y ecologíaanimal, barrera que frenó el desarrollo de la ecologíabiológica en nuestro continente.

En el mismo año aparece otra obra unipersonal,biogeográfica, la de K. Hueck (22), donde se hace unesfuerzo sistemático para relacionar tipos forestales,análisis del proceso de expansión de la fronteraagrícola en tierras forestales, especies de importanciaeconómica y uso actual.

(13) James, P., Latin America, Mc. Graw – Hill, 1942.

(14) Schmieder, O., Geografía de América , FCE, 1942.

(15) King, L.C., The Morphology of the earth, Oliver and Boyd,1962.

(16) Umbgrove, J.H.F., The pulse of earth, Nijhoff, 1947.

(17) Eyre, S.R., Vegetation and Soils. A world picture, E. Arnold,

1963.

(18) Desffontains, P., Géographie Universelle Larousse , 3, 1950.

(19) Roseveare, G.M., The Grassland of Latina America. Imp. Bur.of Pastures and Fields Crops, 36, 1948.

(20) Rich, J.L., The face of South America, an aerial traverse . Am.Geogr. Soc., 1942.

(21) Mann, G., Bases ecológicas de la explotación agropecuariaen Sudamérica. En: OEA, Serie Biol., Monogr. 2, 1966.

(22) Hueck, K., Die Waelder Sudamerikas, Gustav Fischer Verlag,

1966.

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En 1968 aparece Biogeography and Ecology inSouth América   (23), que incluye contribuciones deautores europeos con larga experiencia latinoameri-cana y de investigadores del continente. A pesar de su selectividad temática y la superpo-

sición de varios subtemas encarados por distintos

autores desde ópticas diferentes, la obra es un « clá-sico » referencial. Incluye el tratamiento pormenori-zado del trópico húmedo, y en ella algunos autoresque participaban en la elaboración de las primerasaproximaciones del mapa de suelos de Sudaméricade FAO - UNESCO, presentan sus conclusionespreliminares. Se incluyen temas nuevos en obrasmonográficas de este tipo, como recursos naturalesdesapercibidos o subutilizados por la economía demercado, fuego como técnica de manejo, fuga denutrientes en los suelos más fértiles del continente ycambios de intensidad y frecuencia de eventos

drásticos naturales como consecuencia de laactividad humana. Si bien la obra incluyepresentaciones sectoriales excelentes, éstas no hanpasado por un proceso de armonización yorganización transdisciplinaria.

En la década del 70, la UNESCO, la FAO y la OMS publican el  Atlas Climático de América del Sur , aescalas 1:10 y 1:5 millones, y FAO - UNESCO editanel Volumen IV, referido a nuestro continente, delMapa de Suelos del Mundo , a escala 1:5 millones. Setrata de obras centrales en el conocimiento biofísicode la región.

En la misma década, Hueck (24) publica su Mapa deVegetación ; aparece el Libro del Profesor de Biologíade las Poblaciones Humanas , de la UNESCO (25); laBiogeografía   de Cabrera y Willink (26); el ModeloMundial Latinoamericano (27)  y el estudio de laCEPAL  sobre El medio ambiente en AméricaLatina (28).

El mapa de vegetación de Hueck es probablementeuno de los últimos esfuerzos individuales a nivel detodo un continente de un maestro de la cartografíaeuropea. Está concebido como modo de expresión deconjunto que sugiere características de distribución,ligazón y estructura de la vegetación, apelando

inteligentemente a la clásica gama de posibilidadesque brinda el fondo topográfico: los símbolos, lasnumeraciones, las siglas, el color, el tono y la trama.Se publica a escala 1:8.000.000 y la leyenda incluye88 tipos de unidades.

El Libro del Profesor de Biología   responde alprograma de UNESCO  para la enseñanzapreuniversitaria de las ciencias y la tecnología. En élse incluye un capítulo (Parte II), que se refiere al« medio de las poblaciones humanas », queincorpora información tabulada y espacializada muybien seleccionada. Además aporta ciertos aspectos

humanos (actividades productivas, enfermedades,alimentación) y aún socioproductivos, para unapercepción organizada del continente en sus

relaciones naturaleza - sociedad.La obra de Cabrera y Willink es biogeográfica, pero

su mapa posee una leyenda que, al utilizar términosde origen vernáculo para sus unidadesbiogeográficas, facilita a los no biólogos la rápidaubicación espacial y la imagen - síntesis del espacio

del que se está hablando (29). Si bien el tratamientode la leyenda es ajustado para grandes entidadesespaciales tradicionalmente reconocidas con términosmás o menos inequívocos, como la Caatinga, elPáramo, la Puna, la Pampa, etc., hay otrosambientes cuyos nombres aluden a países (unidades

 Venezolana, Chilena, Guayanas) que son realmenteporciones de los mismos, y su valor como guía paraidentificación - caracterización rápida es bajo.

(23) Fittkau, E.J.; Illies, J.; Klinge, H.; Schwabe, G. y Sioli, H.,Biogeography and Ecology in South America.  Mon. Biol. 18, W.Junk Publ., 1968.

(24) Hueck, K., Vegetationskarte von Sudamerika , Gustav Fischer Verlag, 1972.

(25) UNESCO, Libro del Profesor de Biología de las PoblacionesHumanas. América Latina y El Caribe. Of. Reg. Am. Lat. UNESCO,1977.

(26) Cabrera, A. y Willink, A., Biogeografía de América Latina,

OEA, Serie de Biología, número 14, 1973.

(27) Herrera, A.; Scholnik, D.; Chichilnisky, G.; Gallopín, G.;Hardoy, J.; Mosovich, D. Oteiza, E.; L. de Romero Brest, H.;Suárez, C. y Talavera, L., Catástrofe o Nueva Sociedad . IDRC064s, 1977.

(28) CEPAL, El medio ambiente en América Latina , E/CEPAL/1018,docum. 76-8-1661-650, 1976.

(29) Gligo, N., y Morello, J., Perspectivas de la expansión de lafrontera agropecuaria en el espacio Sudamericano, E/CEPAL/Proy.6/R.8, 1981.

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El libro Catástrofe o Nueva Sociedad  es una versiónsimplificada del Modelo Mundial Latinoamericano  realizado por la Fundación Bariloche de Ar-gentina. Independientemente de sus rasgos cono-cidos en cuanto a calidad, organización e integración,profundiza temas cuya información debe procesarse

para elaborar las conclusiones de un perfil biofísicodel continente, como el Capítulo 4, sobre los límitesfísicos del desarrollo, y el 6, sobre alimentación.

La obra de la CEPAL  es un esfuerzo por« identificar los principales problemas ambientales dela región, conocer las condiciones generales dentrode las cuales los países de América Latina hacenfrente a esos problemas y aclarar en lo posiblealgunas relaciones de causa y efecto en losproblemas observados ».

En las conclusiones de este estudio se han tenidoen cuenta especialmente los subcapítulos: rasgos

comunes de la perspectiva latinoamericana de losproblemas ambientales, el sector agrícola moderno yel sector agrícola tradicional, y la nueva frontera delos asentamientos rurales.

Esta década se destaca fundamentalmente porquese consolidan instituciones tradicionalmente de-dicadas a la investigación de recursos naturales ysurgen otras inéditas para el continente, donde eltema central, o uno de los centrales, es el medioambiente.

También se desarrollan - endógenamente o conparticipación sudamericana - nuevas metodologías yconceptos relativos a medio ambiente humano, cali-dad de vida, áreas de ambiente natural homogéneas,gestión ambiental de asentamientos humanos,desarrollo y medio ambiente, usos alternativos ycomplementarios de recursos naturales, evaluaciónambiental permanente, contrastación científica de laexperiencia empírica rural, evaluación deldesaprovechamiento y la dilapidación de recursosnaturales, ecocultivos, etc.

La lista de instituciones involucradas en la creaciónde metodologías, conceptos medioambientales ygeneración de conocimiento ecológico - regionalcrece exponencialmente con ayuda financiera

nacional e internacional. Cinco agencias de NacionesUnidas desempeñan un papel central en estedesarollo: OEA, UNESCO, FAO, PNUMA y CEPAL.El CIFCA  asume también en esta década un papelprotagónico en la formación en ciencias ambientalesen Sudamérica, y UICN - WWF  refuerzan suactividad e influencia en el subcontinente. Al finalizar esta década se inicia un proyecto

venezolano con apoyo internacional (Proyecto Ven/79/001/B), llamado Macrosistemas  Ambientales de Venezuela, cuyas implicaciones metodológicas yconceptuales en cuanto a trabajo interdisciplinario y

determinación de áreas homogéneas paraplanificación y gestión del desarrollo estánapareciendo como muy significativas (30)  para el

continente, y por ello se tratan en esta sección.Como ejemplos subjetivamente seleccionados, y

sólo para destacar tendencias, cabe indicar que laOficina Regional del PNUMA  inicia un trabajosistemático del estado del medio ambiente porpaíses, que va proporcionando bases para el análisis

del estado, tendencia y condición de los grandesecosistemas latinoamericanos. Esta tarea seenriquece con la elaboración de una guía en1981 (31).

El programa MAB  de UNESCO  implementainvestigaciones sobre estructura y funcionamiento deecosistemas inadecuadamente conocidos,especialmente en el trópico húmedo y en la altamontaña, y la serie de investigaciones sobre recursosnaturales de la UNESCO  se enriquece con trabajoscartográficos básicos (31)  y obras sobre bosquestropicales y pastizales que incluyen ecosistemas

sudaméricanos(32 y 33)

.La OEA desarrolla actividades en espacios y temascríticos, especialmente en cuencas hidrográficas yáreas productivas sujetas a erosión catastrófica; laFAO, además de sus actividades tradicionales,prioriza el estudio de suelos en espacios críticos,vecinos a grandes obras hidroeléctricas enconstrucción o construidas, y el análisis de lasconsecuencias de la deforestación (34).

(30) Grupo de Análisis de Sistemas Ecológicos, Determinación deáreas de ambiente natural homogéneas, un caso de estudio,GASE (asociada Fundación Bariloche), 1980: Ministerio del Medio Ambiente y los Recursos Naturales Renovables, Documentos delProyecto Macrosistemas Ambientales de Venezuela.  Variosvolúmenes y continúa, 1980 – 1982.

(31) UNESCO, Vegetation map of South America,  Institut de laCarte Internationale du Tapis Végétal. Ser. Invest. sobre Recur.Nat. XV, 1978.

(32) UNESCO/CIFCA, Ecosistemas de los bosques tropicales. Ser.Invest. Sobre Recursos. Nat. XIV, 1978 (versión castellana 1980).

(33) UNESCO, Tropical Grasslands ecosystems. Ser. Invest. Rec.Nat., 1980.

(34) Salcedo, S. y Leyton, J.I., « El sector forestal latinoamericanoy sus relaciones con el medio ambiente », en Estilos de desarrolloy medio ambiente en A. Latina, FCE, 1980.

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En 1976 se crea en Venezuela el CentroInternacional de Ecología Tropical  (CIET) conapoyo de UNESCO  y sede en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) y en fechas vecinas aparecen o se consolidannumerosos centros de investigación ecológica en el

continente. Algunos priorizan los estudios del mediobiofísico, mientras que otros, como el Instituto Argentino de Investigaciones en Zonas Áridas (IADIZA) y el Grupo de Análisis de SistemasEcológicos  (GASE), asociado a la FundaciónBariloche, van incorporando el tratamiento de ladimensión social a los tradicionales enfoquesecológico – biológicos (35, 36, 37, 38).

En la década del 80, se edita una obra denumerosos autores sobre estilos de desarrollo ymedio ambiente (38), donde el medio biofísico aparecebajo tratamiento múltiple, como recurso, como

regulador, como línea de base. Sus contenidosreferenciales para este trabajo aparecen en lasconsideraciones generales de estilos de desarrollo ymedio ambiente y de desarrollo del sectorsilvoagropecuario.

En 1981, aparece una obra sobre ecología y sub-desarrollo (39)  en la que se tratan sistemáticamenteen cada capítulo lo biofísico y lo social. En la parteatinente al marco ecológico de referencia para

 América Latina, además de un tratamiento de cadagran ambiente al « estilo Mann » (producción y uso),analiza el medio ambiente humano de los ámbitosrurales de monocultivo, policultivo y los ecosistemasurbanos. Es un análisis de las relacionesnaturaleza - sociedad exclusivamente regional, y losejemplos, las ilustraciones, mapas y tablas, tienen suorigen en estudios latinoamericanos.

En este sentido cobran relevancia los aportes delProyecto Macrosistemas Ambientales de Venezuela,al que ya se hizo referencia (30), con la aparición deuna serie de publicaciones agrupadas bajo el título Aspectos Conceptuales y Metodológicos , en tressecciones:

• Bases conceptuales , donde se incluyen«... estudios que proponen perspectivas parainterpretar la relación entre ambiente natural ysocial, entre ambiente y desarrollo...».

• Metodológica , que incluye perspectivas metodo-lógicas nuevas, en «... temas tales como delimitaciónde áreas homogéneas...».

• Sistema de Información , que presenta temas«... relacionados con la implementación de un Bancode Datos, en especial la incorporación de informacióncartográfica y su utilización...».

El trabajo Metodología para la definición de áreasnaturales homogéneas   vol. 2 II.1. de la serie 2,

sección II, ha sido consultado para la elaboración denuestra metodología así como también el del GASE,que es un estudio de caso: el del Noroeste argentinodonde se aplica la metodología propuesta porGallopín et al  (40).

Por último, aparecen las  Actas   de la 18a  Reunión

sobre Parques Nacionales y Áreas Protegidas delIUCN  (41)  y el trabajo de Dourojeanni (10 bis)  yacomentado. Las Actas , por su parte, reflejan la nuevaóptica del IUCN  con un incremento notable en elesfuerzo por incorporar efectivamente al hombre ensus modelos de áreas protegidas e incluso usarlascomo refugio de culturas menores en retracción osometidas a presiones intolerables por el proceso deexpansión de la frontera agropecuaria en espaciosvecinos.

Para nuestros fines es una obra referencialactualizada sobre procesos de deterioro,

desaprovechamiento, dilapidación de los recursosvivos del continente y políticas de conservación,temas que serán tratados en las Conclusiones.

(35) IADIZA, Primera Reunión Nacional de Ciencias del Hombre enZonas Áridas, 1982.

(36) Gallopín, G., El medio ambiente humano. E/CEPAL/Proy. 2/R32, 1979; Gallopín, G., The abstract concept of environment , Int.J. General Systems, I, 1981.

(37) Gallopín, G., « Development and environment: an illustrativemodel », Journal of Policy Modeling, 2 (2), 1980.

(38) Sunkel. O. y Gligo, N., Estilos de desarrollo y medio ambienteen la América Latina . Fondo de Cultura Económica, 1980.

(39) Olivier, S., Ecología y Subdesarrollo en América Latina, SigloXXI, 1981.

(40) Gallopín, G. C.; Gazzia, N. N.; Gross, M.; Barrera, C. y Gómez.I. A., Insumos preparados para la confección del InformeMetodológico en cumplimiento de la Actividad 5.1. del ProyectoVEN/79/001/A, « Macrosistemas Ambientales de Venezuela ».Grupo de Análisis de Sistemas Ecológicos, 1979. 

(41) IUCN, Conservar el patrimonio natural de América Latina y elCaribe: la planificación y administración de las áreas protegidas dela región neotropical.  Actas de la 18 Sesión de trabajo de laCNPNAP. IUCN, 1981.

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IV. El perfil ecológico del continente como referente comparativo 

 A. Rasgos esenciales

Sudamérica, con una superficie de 18.000.000 dekm2, duplica el tamaño de Europa (9.700.000 km2) yes decididamente mucho más pequeña queNorteamérica, Asia y África.

Tiene en común con África y Australia unalocalización sur, una enorme superficieárida - semiárida, escasas líneas de costa elaboradaspor procesos glaciares (42), una forma que seenangosta hacia el sur, dominancia areal de laagricultura intensiva en la vecindad de las costasmarítimas y la presencia de sistemas de montaña deorientación norte - sur. Estas montañas informanrespecto de sus paleohistorias cuaternarias y sus

respectivas configuraciones climáticas.Las tres grandes masas formaron parte de unsupercontinente, el de Gondwana, desde elcarbonífero hasta el cretácico superior, época en quela continuidad África - Sudamérica se rompió,sobreviviendo un puente Sudamérica – Antártida -

 Australia, responsable de los últimos intercambios demáquinas biológicas - respuesta evolutiva adeterminadas exigencias ambientales- entre los dosextremos del puente (43) -.

Interesa destacar que esta reunión paleogeográficade continentes actuales en un supercontinente es

explicativa de algunas similitudes y diferenciasimportantes en cuanto a la oferta de bienes yservicios de la naturaleza en África, Sudamérica y

 Australia. Básicamente se trata de similitudes enrocas madres de suelos, yacimientos mineros, y

elencos de seres vivos (44), es decir, lo que se suelellamar « linaje » litológico y biológico.

Durante largos períodos del Terciario, Sudaméricafue un continente aislado, hasta que en la Edad delHielo, debido a la elevación del norte de los Andes, elestrecho de Panamá pasó a ser tierra firme (45).

La personalidad de Sudamérica, en cuanto a faunade mamíferos, se modela definitivamente sólo en elPlioceno superior, época en que los intercambios conNorteamérica se efectúan por el istmo de Panamá yse produce un complejo proceso de extinciones,invasiones e intercambios, documentado porSimpson (46).

En comparación con África, Sudamérica tiene unárea mucho más pequeña ubicada en el hemisferio

norte y comparte con ella un 65 % de la superficiede los trópicos húmedos del globo (fig. 2). La fajatropical es mucho más extensa en África que enSudamérica.

(42) En Sudamérica hay costas de fjörds en Chile desde los 42 alos 55° de Lat. Sur.

(43) B. Cox, « Vertebrate paleodistribution patterns andcontinental drift », Journ. of Biogeography, 1, 1974.

(44) Dalziel, I. W. P.; Kligfield, R.; Lowrie, W. y Obdyke, N.;« Paleomagnetic data from the Southernmost Andes and Antarctandes ». En: Implications of continental drift in the earthsciences, Academic Press, 1973.

(45) Müller, P.; Aspects of Zoogeography . W.Junk Publ., 1979.

(46) Simpson, G. G., « History of the fauna of Latin America  », Amer. Scient . 38, 1950.

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En Australia continental, el carácter transhemis-férico de las fajas tropicales sudamericana y africanase pierde y su superficie es pequeña.

Con una muy angosta conexión con Centroamérica,cuya anchura mínima es de 82 km, debe consi-derarse a Sudamérica un continente - isla tipo

 Australia, en el sentido de que está rodeado porocéanos abiertos. Asociado a ello hay un cambio degeosistemas desde la periferia de influencia oceánicaal interior continental. Este cambio es más gradual ytratable en las costas del Atlántico y aún del Caribeque en las del Pacífico.

Como continente - isla es desde e! punto de vistageosistémico una unidad de máxima jerarquía dentrode la biosfera, embutida dentro de una matriz deocéanos abiertos. Desde el punto de vistabiogeográfico, Sudamérica puede considerarse másaislada que África de sus continentes vecinos del

norte, a pesar de que esta última tiene una conexiónterrestre mucho más angosta con Eurasia, que la quetiene Sudamérica con Norteamérica (47).

Su posición latitudinal determina que el grantriángulo continental que se va enangostandogradualmente hacia el sur aparezca como el únicoespacio del hemisferio austral donde se puedenestudiar cambios de trópico o subtrópico y de éste atierra templada y fría hasta el borde mismo de lasregiones subpolares.

Lo central, desde el punto de vista planetario, esque Sudamérica abarca 65° de latitud (desde 12° N a55° S) y avanza hacia el sur más que cualquier otramasa de tierra no cubierta permanentemente porhielos.

Más de la mitad de su superficie se ubica en losintertrópicos y es justamente sobre el Ecuadorastronómico donde tiene su máximo desarrollooeste - este, que es de 45° (desde los 35° a los 80°O).

Sudamérica tiene la mayor extensión de selvaspluviales tropicales húmedas del globo (fig. 2) yaloja un espacio tropical - subtropical dos veces ymedio más amplio que el de tierras templadas y frías,lo que explica el interés de nuestro continente en

procesos y estructuras de « tierras calientes ».El gradiente de angostamiento hacia el sur del

continente comienza en la vecindad del Ecuador,pero sufre una brusca acentuación desde el Trópicode Capricornio, de modo que en las latitudes mediasel ancho es de apenas 15° y en la punta austral depoco más de 5°.

Este estrechamiento violento a latitudes templadasy frías acentúa la influencia marítima sobre la tierra,atenuando las temperaturas extremas de verano einvierno, cosa que siempre se destaca comparandoclimas térmicos ubicados en latitudes semejantes en

el hemisferio norte y en el sur. Así, tanto en el trópico de llanura como en latitudesmedias y altas, las diferencias entre las temperaturas

extremas de los meses más calientes y más fríos sonbajas. Exceptuando la cordillera no hay climastropicales continentales y su presencia en ambientesextratropicales es proporcionalmente escasa.

De este modo, Sudamérica es un continente dondelas nevadas invernales y la formación de una cubierta

de nieve de cierta duración es un fenómenoexclusivo de montaña, es decir ligado a lahipsometría.

Las grandes planicies y los paisajes colmadoscubiertos estacionalmente por una capa de nieve decierta permanencia, tipo estepa rusa o Great Plains  de EE.UU., son paisajes totalmente ausentes denuestro continente.

La situación de oceanidad en el sentido de bajapresencia areal de climas con estaciones térmicasmuy contrastadas es un fenómeno abarcador de todoel continente y define una de sus singularidades más

importantes.

1. Cambios en el sentido oeste - este

Los procesos de organización del espaciocontinental son dominantemente oeste - este. Los

 Andes dividen el mundo sudamericano en un sistemaandino y otro extra andino fuertemente contrastadose interdependientes (fig. 3).

En el sistema andino podemos distinguir:• Un subsistema Pacífico , en el sentido en que la

interdependencia funcional se da con el océano por

intermediación de las corrientes marinas, lascorrientes eólicas y la dirección del desagüe fluvial.

• Un subsistema Andino - atlántico , que en elintertrópico y el subtrópico recibe humedad atlánticatransformándola en precipitaciones orográficas.

 Además actúa como alta cuenca para parte de lossistemas fluviales del Orinoco, Amazonas y Río de laPlata y para los ríos patagónicos.

En la cuenca del Amazonas los vientos tropicalesdel océano, que soplan río arriba, se combinan conlos levantamientos orientales de la cordilleragenerando lluvias orográficas importantes y todo un

sistema de selvas de neblina que caracteriza la « cejade montaña » desde los 26° S hasta el borde delCaribe.

(47) Schwabe, G. H., op. cit., pág. 113.

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• Entre los subsistemas pacífico y atlántico quedauna ancha faja cuya personalidad ecológica se defineen función del macizo y no de sus bordes y espacioscontiguos. La llamamos subsistema Andino ensentido estricto . Este subsistema se enangosta enel Ecuador, con una anchura mínima de 100 km y se

amplía hasta casi 700 km en Bolivia, encerrando lacuenca del altiplano desde el sur de Perú hasta elnorte chileno - argentino, con alturas variables entre2.800 y 4.200 m. La cuenca no tiene desagüeexterno y los ríos desembocan en los lagos Titicaca yPoopó, de 6.200 y 2.800 km2 respectivamente. En laparte más árida de la cuenca los cursos de agua decaudal episódico desembocan en los grandes salares.El subsistema andino en sentido estricto se extiendedesde Copiapó en Chile y Antofagasta de la Sierra en

 Argentina hasta el norte de la sabana de Bogotá enColombia, englobando altiplanos, valles y sierras

interiores.• Por último, distinguimos un subsistema

 Andino - caribe  que se corresponde con la fracciónandina de recorrido oeste - este y se extiendeaproximadamente desde Cúcuta en Colombia hastael extremo oriental de la península de Paria en

 Venezuela. Este subsistema organiza el espaciocircundante en sentido norte - sur, lo que constituyela excepción en cuanto a influencias orográficasimportantes en Sudamérica. Así, detiene y organizalos alisios orientales, produciendo inviernos secos asotavento.

Este subsistema ha sido también llamadoandino - mediterráneo, entendiendo que susinteracciones más importantes se dan con el Caribe,lo que incluye fenómenos tan importantes como lallegada de los huracanes. El límite sur de los ciclonestropicales de los que se tiene registros es subparaleloal subsistema andino - caribe y sólo pasa la cordilleraen la península de Paria.

El sistema extra - andino se caracteriza por laausencia de influencias eólicas pacíficas, lacopresencia de influencias andinas (climáticas y deorganización fluvial) y atlánticas (fundamentalmente

climáticas), la presencia generalizada de grandesllanuras y de relieves poco enérgicos y la ausenciaactual de fenómenos sísmicos, volcánicos y glaciares.

La influencia sedimentaria atlántica se ejerció en elTerciario y Cuaternario, cuando las ingresionesmarinas penetraron profundamente en la cuenca del

 Amazonas (fig. 3), del Río de la Plata y, en menormedida, en la cuenca del Orinoco.

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 Actualmente la influencia atlántica se ejerce víacorrientes célicas producidas por dos centros de altapresión, uno ubicado en el hemisferio norte y otro enel hemisferio sur.

En la porción austral del continente la influenciaclimática atlántica como generadora de humedad es

baja a nula, lo que hace difícil trazar un deslindeentre lo andino y lo extra andino. Además, un grupoimportante de elementos y procesos que afectan atoda la Patagonia son o fueron generados en lacordillera. Ellos incluyen glaciaciones, erupcionesvolcánicas, generación de corrientes fluviales ycreación de climas áridos a sotavento de los Andes.

En el sistema extra andino podemos distinguir:• La depresión subandina , organizada como una

extensa faja de llanuras subparalelas al eje andino dela que se desprenden hacia el Atlántico dosembudos: el del Amazonas y el del Orinoco.

 Así la influencia andina como organizadora de unaorientación de cambio continental oeste - este se vereforzada por parte de la depresión subandina, cuyafaja oriental, paralela a la cordillera, se extiendedesde los 38° S hasta los 10° N.

• El subsistema de llanuras costeras de lasGuayanas   ocupa el borde marítimo de Guyana,Surinam y la Guayana francesa, estando fuertementeinfluido por el océano en cuanto a procesosacumulativos de sedimentos y a conformaciónclimática.

• Los subsistemas de plataformas antiguasintertropicales   incluyen la plataforma de laGuayana y la de Brasil, cuyas conformacionesclimáticas son originadas en el Atlántico.

• El subsistema de los montes o sierraspampeanos   está sometido a influencias tantoandinas como atlánticas. Por ejemplo, su antigüedadlitológica es semejante a la de las plataformas deBrasil y Guayanas, su clima es de linaje atlántico,pero su altura actual está vinculada con la orogeniaandina, lo mismo que los depósitos de loess   concenizas volcánicas de sus valles y llanuras circundan-tes.

• Subsistema de la Patagonia extra andina .Se trata del espacio no andino más influido por lacordillera.

2. Cambios en sentido Norte-Sur

La propia forma del continente precondiciona laexistencia de ciertos gradientes, como el deoceanidad creciente o el de distancias bioceánicasdecrecientes (las que desde los 40° de latitud hacia

el sur se hacen menores de 600 km) o los desimplicidad ecosistémica y morfoestructuralcrecientes.

El paso de lo tropical a lo subtropical y templadofrío podría incluso ser explicativo de gradientes deeuropeización creciente (fig. 4) y africanizacióndecreciente en cuanto a grupos humanos dominantesy pautas culturales.

En el sistema extra andino hay también un

gradiente de africanización decreciente en cuanto aposturas implantadas y europeización creciente encuanto a pasturas, cultivos y malezas.

El gradiente de simplicidad estructural crecientepuede verse en la figura 5. Por ejemplo, en un corteoeste - este a 10° N se pasa de lo andino costero alo andino de relieve energético; luego a la depresióndel Orinoco para subir a la plataforma de la Guayanay bajar de nuevo al Orinoco para llegar a la costa.

La diversidad de morfoestructuras y de sualternancia oeste - este es máxima en el Ecuador(fig. 5) y desde los 35° S se va simplificando

gradualmente hasta que en Tierra del Fuego loandino se extiende de océano a océano, sin que sepueda hablar de una diferenciación andino costera,ya que los relieves enérgicos se extienden delPacífico al Atlántico. Varios autores indican que en Sudamérica se

pueden seguir mejor que en cualquier otro conti-nente del hemisferio sur los cambios norte - sur. Sinembargo, tales cambios están parcialmente enmas-carados por la influencia dominante oeste - este delos Andes. Así, una ancha faja de tierras áridas de recorrido

noroeste - sureste (la llamada, por De Martonne,diagonal arreica de América del Sur) separa losbosques del subtrópico de los de clima templado frío,formando un hiatus de ecosistemas forestales que enla pendiente oriental de los Andes va desde los 28 alos 37° S.

Desde el ángulo geográfico la vinculación deSudamérica con la Antártida es de fuerte vecindad,mediatizada por el avance de la península de SanMartín que prolonga el continente antártico hasta los62° 40' S.

Sudamérica se prolonga hacia el sur 20° más que África (fig. 6), pero aún así el Cabo de Hornos (55°

57') está a 1.100 km del círculo polar.Esto explica que no aparezcan condiciones

climáticas y ecológicas estrictamente subpolares, loque se refleja en la ausencia de geosistemas detundra y en el hecho de que los bosques lleguenhasta la punta austral del continente. Lo anteriorinvalida ciertos nombres de uso generalizado parareferirse a ecosistemas andino - patagónicos, comolos de subantártico y antártico.

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3. La prepotencia de la influencia andina

La influencia de la cordillera es tan profunda,continua y homogénea en todo el recorridonorte - sur de Sudamérica que podemos considerarloun continente asimétrico y netamente diferenciado

en sentido oeste - este, y los contrastes en esadirección tienen prioridad en cualquier proceso desubdivisión jerarquizada del mismo, como, porejemplo, la de Wolf Dieter Sick (48)  y la divisiónecológica de Schwabe (49).

El último autor indica que « The thing that strikesone most in a map of South América, is the unbrokenmountain chain of the Andes running along the westcoast...».

Esta montaña corre casi subparalela al meridiano70° de long. O desde el paralelo 18° S hasta elconfín austral del continente. Su recorrido desde

Trinidad hasta Tierra del Fuego supera los 7.000 km

y forma una barrera física entre un hemisferio deagua dominante y uno de tierra (49). Schwabeconsidera que la cordillera frena los vientos del oestecomo un enorme dique y divide nuestro planeta enun hemisferio oceánico (que incluye los océanosPacífico e Índico y áreas vecinas) y un hemisferio de

tierra (que concentra el grueso de las superficiesemergidas y el Atlántico).

Schwabe ubica entonces a la cordillera, desdeBering a Tierra del Fuego, como el elementomorfológico más importante del globo, por lo menosen su papel de modelador de la circulaciónatmosférica, ya que en determinados lugares llega ala altura de la troposfera.

(48) Sick, W. D., op. cit., pág. 451.

(49) Schwabe, G. H., op. cit., pág 115.

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En esa división del globo en un hemisferio de agua yotro de tierra, con un dique de 15.000 km comobarrera, el hemisferio de tierra tiene como casi únicodador de humedad al Atlántico, lo que explicaríaalgunos rasgos climáticos regionales como las bajastemperaturas de Canadá y Siberia Oriental, e incluso

el advenimiento de eventos modeladoresfundamentales tales como las glaciaciones.

Schwabe (49), citando a Albrecht, indica que de noser por el dique andino, tanto Norteamérica comoEurosiberia tendrían climas más lluviosos en inviernoy consecuentemente temperaturas más altas; esa fuela situación hasta fines del Terciario. La elevación delos Andes provocó, entre otros efectos, un descensode las temperaturas invernales y ello parece estarligado con la ocurrencia de las glaciaciones en laEdad del Hielo.

La influencia de la cordillera en el diseño de los

climas de Sudamérica puede verse en los mapas deTroll (50)  y Papadakis (51)  y afecta a una variabledependiente muy importante, la productividadprimaria, es decir, la de la vegetación.

Los diversos mapas de productividad primariaelaborados por Lieth y colaboradores (52)  muestranfajas paralelas a los Andes desde el Caribe hastaTierra del Fuego.

Tal organización latitudinal subparalela de las fajasde distinta productividad vegetal se repite de maneramuy parcial en el este de Australia y de África y estáausente en el hemisferio norte. Allí domina laorganización a lo largo de los paralelos y laorganización en el sentido de los paralelos, mientrasque en América del Norte las Rocallosas no logranestructurar gradientes netos oeste - este de largorecorrido. En Australia hay dos gradientes, unoeste - oeste y otro norte - sur.

Usando la información de Lieth (52)  y de Lieth yWhittaker (53)  hemos indicado en la figura 7  lasecuencia de fajas de diferentes rangos deproductividad primaria neta expresada en gramos decarbono / m2 /año a distintas latitudes. La extensiónoeste - este de las fajas está en escala.

Se ha indicado además el ancho, en sentido

longitudinal, de las influencias andinas o atlánticassobre el clima regional y puede verse que desde los20° S hacia la Antártida la influencia andina crecehasta hacerse absolutamente dominante en laPatagonia.Resumiendo, en Sudamérica dominan los cambios

oeste – este porque la montaña andina reorganiza nosólo los vientos del Pacífico sino numerosos procesosclimáticos de control orográfico.En los espacios extra andinos la cordillera modeló enel pasado la Patagonia y los montes pampeanos yactualmente ejerce influencia a distancias enormes

por transportes de agua y célicos y, a distanciasmenores, por sismicidad lateral (movimientosverticales en masas rígidas originadas por presiones

laterales), generación de acuíferos, lluviasorográficas, etc.

La contrastación climática oeste - este es reforzadapor el alineamiento sur - norte de las corrientesmarinas (de Humboldt y de las Malvinas) y por laforma triangular isóce!es del continente.

(50) Troll, K., « Jahreszeitenklimate der Erde ». En World MapsClimatology, Springer Verlag, 1965.

(51) Papadakis, J., « Regiones Climáticas ». En Mapa Mundial deSuelos, 4, América del Sur, UNESCO – FAO, 1971.

(52) Lieth, H., Present knowledge of productive patterns is best intemperate zones and poorest in the tropics, UNASYLVIA, 28(114), 1976.

(53) Lieth, H., y Whittaker, R. H., edit., The primary productivity ofthe biosphere, Springer Verlag, 1975.

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Los transportes a distancia pueden llegar a unos6.000 km al este de la cordillera en el caso de aguasfluviales (el largo del río Amazonas es de 6.280 km).La influencia hídrica superficial tiene rasgosparticulares pero no exclusivos; por ejemplo, lacordillera genera ríos de curso noroeste - sureste u

oeste - este que aportan grandes volúmenes de aguaa la zona árida y semiárida extra andina.

Estos volúmenes crean condiciones de alta ofertahídrica concentrada en oasis en el espacio árido y susexcedentes se vuelcan hasta 1.000 km al sureste, enel Atlántico (ríos Limay - Negro, Bermejo - Colorado).

La influencia sedimentaria de transportes eólicos seejerce hasta distancias de 700 - 800 km de susfuentes (los volcanes) por las lluvias de cenizas. Aigual distancia se ejerce también el efecto pantalla,creador de climas áridos a sotavento de la cordillera.Influencias a distancias menores son las sísmicas

(400 - 500 km como máximo), la recarga deacuíferos (150 - 200 km en el Chaco semiáridoargentino), la generación de lluvias orográficas(40 - 60 km) y las neblinas (10 - 20 km).

4. Los sistemas morfoestructurales y suinterdependencia

Hay acuerdo entre los distintos autores (54 y 55)  enque la imagen simplificada del continente tiene tresestructuras fundamentales: los Andes, la cuencasubandina y los macizos antiguos. Estos últimos sonagrupados con distinta jerarquía. Personalmente heseguido a Scholten (54) que basó su clasificación en laconstitución interna y el relieve externo, lo queaparece en la figura 8.

En la figura 5  se ha diagramado la forma depresentación de cada estructura fundamental y sussubestructuras en distintos cortes oeste - este.

En cambio, aquí se ha querido analizar qué tipo derelaciones hay entre ellas en cuanto a generación deagua, sedimentos y nutrientes; su transporte ydeposición o evacuación, y en cuanto a procesostales como terremotos, inundaciones, barreras a lacirculación eólica y erosión.

En ese sentido el « dador » fundamental es lamontaña andina, a partir de la cual comenzamos elanálisis. Veamos primero la influencia sedimentaria de los

 Andes. El efecto constructivo de transportes fluvialesde sedimentos predominantemente cordilleranos hagenerado tres de los más importantes deltas delglobo, los del Orinoco, el Amazonas y el Paraná.

Por otro lado, ya se indicó que las Pampasrecibieron y reciben cenizas volcánicas que sonresponsables, junto con el clima regional, de laextraordinaria fertilidad de sus suelos.

Con ese criterio surge que el sistema andino (5 enla fig. 8) y la depresión subandina conforman unsupersistema fuertemente interdependiente en el que

el primero se puede considerar origen de elementosy procesos que han modelado y modelan los paisajesdel segundo, hasta el borde del mar y a distanciasvariables al interior del ambiente marítimo.

Digamos, por ejemplo, que el colector final de lacuenca del Plata, que cubre una superficie de 3,1 x

106  km2, extendiéndose desde los 14°5' S hasta los35°26' S y desde los 43°30' O hasta los 66°50'O (56), vuelca al Océano Atlántico 23.000 m3 /seg deagua, con una carga de sólidos disueltos de 96 ppmy de sólidos en suspensión de 176 ppm (57), lo quesignifica 70 x 106 toneladas / año de sólidos disueltosy 129 x 106 toneladas / año de sólidos en suspensiónintroducidos por el Río de la Plata al océano.

Por otro lado, debe indicarse que estudios reali-zados en la cuenca del Amazonas (58) comprobaron laimportancia suprema de los Andes comosuministrador de sedimentos al Océano Atlántico

ecuatorial, al determinar que la composiciónmineralógica de los sólidos en suspensión estudiadosen la desembocadura difiere ligeramente de la de lossedimentos erodados en la cordillera (59).

La comprobación de Gibbs (58)  para el Amazonasfue confirmada para la cuenca del Plata (57) « dondeun solo río andino, el Bermejo, contribuyeaproximadamente con un 49 % de las fases sólidasprovistas por el Río de la Plata al Atlánticosur – occidental ».

(54) Scholten, J. J., « Geomorfología y litología » En Mapa de Suelos, 4, América del Sur , FAO – UNESCO, 1971.

(55) Putzer, H., « Überblick über die geologische entwicklungSüdamerikas », en Biogeography and Ecology, Junk Publ., 1968.

(56) Tossini, L., « El sistema hidrográfico de la cuenca del Río de laPlata ». An. Soc. Cient. Argentina, 167, 41 – 64,1959.

(57) Depetris, P. J., Algunas consideraciones sobre la velocidad de laerosión en la República Argentina. YNALI, comunic. (44), 1969.

(58) Gibbs, R. J., « The geochemistry of the Amazon river system »,Geol. Soc. Amer. Bull (78) 1203 – 1232, 1967.

(59) Para un marco referencial de los aportes hídricos y desedimentos del Amazonas, debe considerarse que su caudal es de 5,5x 1012  m3 / año contra 0,7 del Plata, 0,5 del Mississippi y 1,2 delCongo.

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En la figura 9  se han espacializado algunasinfluencias andinas sobre las estructuras orientales.En ella se destacan cuatro áreas de deposicióngeneralizada de loess   pleistocénico conteniendocenizas volcánicas, que son: el área de los llanoscolombianos (1 en fig. 9) ubicada al norte del río

Meta, el área ecuatoriana cubierta hoy por selvapluvial tropical (2 en la fig. 9)., la llanurachaco - pampeana y las depresiones fluviales alinterior de las mesetas patagónicas (3 y 4 en la fig.9).

La actividad volcánica pleistocénica, vía lluvias decenizas, parece haber influido profundamente en lascomunidades de animales de las áreas afectadas,diezmando o extinguiendo particularmente la faunade herbívoros pampeanos (60).

Ello explicaría en parte la muy baja diversidad demamíferos herbívoros que posee actualmente la

llanura pampeana y la veloz ocupación del espacio depastizales por el vacuno introducido por losespañoles.

En el mapa aparecen los volcanes andinos, cuyaactividad subactual y actual se concentra en treszonas (54): la cordillera central de Colombia y lasorientales y occidentales de Ecuador, el sur de Perúhasta el norte chileno argentino y Chile Central.

 Vulcanismo activo actual hay en Ecuador y en Chile,en una línea central de los Andes.

También se han indicado los depósitos glaciaresextra andinos, que en el sur del continente llegaronal Atlántico (6 en la fig. 9). Actualmente el paisajeglaciar se encuentra en toda la cordillera por encimadel límite de nieve permanente. Hoy en día sólo haycubiertas de hielo y nieve en ambienteandino - patagónico, particularmente en el área de« hielo continental » ubicada entre 48 y 52° S, conuna longitud de 330 km y un ancho de 40 (54). Allí laextrema oceanidad del clima permite que tres tiposde bosque de Nothofagus   se puedan acercar hastadistancias de 50 m de los glaciares. Aún en lagos que reciben glaciares y que poseen

témpanos todo el año como en el Parque Nacional delos Glaciares en la Argentina, las masas forestales

llegan hasta sus márgenes. Esto ha llevado aSchwabe (61) a indicar que: «... the woodland refugesof Patagonia and Tierra del Fuego lie, not in thenorth, but in the inmediate vicinity of mountain gla-ciers fed by oceanic precipitation ».

Evidencias recientes (62) pueban que en períodosglaciares hubo migraciones de bosques australeshacia el norte hasta los 30° S en lo que hoy es ChileCentral, es decir, en movimientos de retroceso en elsentido de los meridianos parecidos a los delhemisferio norte.

La misma autora rescata la idea de Schwabe, de

que en el mismo centro de la glaciación « a fewareas within the zone of maximun glaciation musthave served as refugia for floristic elements » (62).

Lo que interesa rescatar es que la oceanidad de lapunta del continente admite hoy la copresencia degrandes masas de hielo perpetuo y bosques adistancias despreciables, fenómeno casi exclusivo deSudamérica.

En la figura 10  aparece un mapa síntesis de las

presiones selectivas a que estuvieron sujetosecosistemas sudamericanos en determinadas áreascríticas donde se produjeron varios eventoscatastróficos como consecuencia del juego deperíodos glaciares e intergiaciares. Los eventospueden datarse hacia 10 a 12.000 años ycorresponden a la glaciación de Würm.

La no coincidencia entre los mapas deWuilleumier (62) de la figura 10 y de Scholten (54) dela figura 8 en cuanto a superficies de hielo glaciar yde ingresiones marinas, puede deberse al tipo deevidencias usadas por cada autor; es decir,

biológicas en el primer caso y geológicas en elsegundo, lo que abre un rico campo de contrastaciónde evidencias.

Todo ese juego de eventos tectónicos, volcánicos,de glaciaciones e ingresiones marinas, modelaron nosólo los Andes sino las llanuras de la depresiónsubandina y ciertos espacios de la costa. En lafigura 11  aparecen los espacios receptores desedimentos jóvenes poco o nada consolidados, queson una adecuada síntesis de las llanuras actuales deSudamérica, sean ellas de alta y media montaña,planicies mesetiformes bajas, paisajes suavementecolinados, llanuras costeras o grandes llanurasinteriores en sentido estricto.

En ellas se ubican los espacios rurales másproductivos del continente, como la Puna húmeda,parte de la costa del Ecuador y las Guayanas, lasabana de Bogotá, la llanura pampeana y el vallelongitudinal de Chile y también los menosproductivos por razones climáticas, como los salaresde Uyani en Bolivia y las depresiones patagónicas. Allí también se ubican todos los grandes espacios

anegadizos del continente, sean estos continentaleso de tipo albufera de litoral marítimo. Tanto lastierras anegadizas costeras como las interiores son

de enorme valor productivo potencial y pocas deellas están siendo usadas actualmente con eficienciaecológico – económica, en el largo plazo.

(60) Menghin, U., « Vaino Auer und die Prähistorische Forschungin Fuego Patagonien »,  Acta Geogr.. Helsingt.  14 (1): 7 – 14,1955.

(61) Schwabe G. H., op. cit., pág. 116.

(62) Wuilleumier, B. S., « Pleistocene changes in the fauna andflora of South America », Science 173 (3999), 1971.

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Bajo el nombre colectivo de plataformas, reco-nocemos las estructuras de relieve positivo ubicadasal oriente de Sudamérica, que fueron las que primeroemergieron del mar y son litológicamente muyantiguas.

Dos de ellas, la plataforma de las Guayanas y la del

Brasil (fig. 8), están muy alejadas del macizo andinoy reciben influencia climática atlántica. Se trata deespacios estables tectónicamente hablando, talladospor varios ciclos erosivos, el último de los cuales es

 joven (plio-pleistoceno). Los ciclos se originan conlevantamientos de la zona, los que no parecen estarrelacionados con las etapas de la orogenia andina.Cada ciclo erosivo fue seguido por la acumulación deareniscas continentales, que son en parte de origeneólico (54) y han dado origen a las muy fértiles terrasroxas , de Sao Paulo y Paraná en Brasil.

En el espacio extra andino, la llanura pampeana y

los planaltos austrobrasileros con suelos originadosde areniscas, son las áreas de mayor desarrollosilvoagropecuario y más alta tecnificación sobregrandes superficies homogéneas.

Según Scholten (54), en la actualidad, los procesoserosivos naturales parecen activos solamente en laCaatinga semiárida del nordeste brasileño, donde ladébil cobertura vegetal y el régimen de lluvias favo-recen la denudación y la formación de pedillanuras.

Más adelante veremos que tanto en la porciónsemiárida como en la húmeda de los planaltos, laactividad agrícola ha desencadenado procesosfulminantes de fuga de suelos, que han afectadoincluso a centros urbanos de importancia.

Los otros dos espacios con estructuras antiguas sonlos montes pampeanos y la Patagonia extra andina(fig. 8), que tienen relaciones de contigüidad con lacordillera.

La creación moderna de la cordillera se produjo alfinal de un levantamiento tectónico que se vioacompañado por fallamientos y fracturación de blo-ques en macizos antiguos como son los montespampeanos. Estos procesos crearon los bolsones ylos montes pampeanos con la energía de relieve y lacomfiguración que hoy poseen, por movimientos

verticales a lo largo de las líneas de fracturación yfallamiento. Aún hoy los Andes siguen influenciando a los

montes pampeanos vía fenómenos sísmicos derelativamente baja intensidad y por lluvias decenizas.

La Patagonia extra andina está cubierta en granparte por rocas volcánicas de distinta edad y lainfluencia actual del macizo andino se ejerce sobreella bajo la forma de pantalla de los vientoshúmedos del Pacífico, por aporte de masas de aguamuy importantes (Río Negro 1.010 m3 /seg, Santa

Cruz 706 m3

 /seg), que han creado grandes oasisfrutihortícolas en medio del desierto, y por las lluviasde cenizas.

Todavía se está debatiendo (62) cómo afectaron a laPatagonia extra andina los cambios climáticospleistocénicos. Lo que se sabe en concreto es que lasuperficie de tierra firme se duplicó al emergergrandes áreas de su plataforma continental, lo quefacilitó los intercambios de animales y plantas entre

la Patagonia y las Malvinas, y que se formaran tur-beras y pantanos con aguas de derretimiento de gla-ciares.

5. El amosaicamiento del paisaje andino

 Al interior de Sudamérica hay distintas jerarquíasde heterogeneidades o amosaicamiento y distintosgradientes de cambio entre un espacio y su vecino.Digamos que en la llanura subandina elamosaicamiento del ambiente es referente deanegamiento o no anegamiento, y de pastizales o

bosques, todo ello dentro de un marco de relievegeneral poco enérgico y climas locales muyhomogéneos.

En las plataformas de la Guayana y del Brasil,además de las dualidades anegadizo / no anegadizo,bosque y pastizal, la heterogeneidad de relievepuede ser muy fuerte y de hecho la caída de aguamás alta del mundo está en el paisaje de altas mesaso tepuis   de la Guayana Venezolana. En lasplataformas las diferencias entre climas locales sonpequeñas.

En la Cordillera, el juego del relieve y los climaslocales crean mosaicos abigarrados de ecosistemasmuy distintos, ubicados a muy corta distancia unodel otro. Este incremento de la diversidad en dosdimensiones, oeste - este y altitudinal. tiene sumáxima expresión en los Andes peruanos.

En la parte subtropical y tropical, la variedadecológica permite una alta diversificación en loscalendarios y en los tipos de cultivos en distanciascortas, entre valles y en sentido altitudinal. Laestacionalidad, que en Sudamérica extra andina sepresenta en función de la latitud, en los Andessubtropicales e intertropicales aparece en pisosaltitudinales y con variantes propias (63), lo que crea

una trama compleja de interrelaciones einterdependencias entre cada elemento del mosaicogeosistémico.

(63) Warman, A., « Tendencia y uso el suelo: una visión histórica ».En  Agricultura de ladera en América Tropical, Mem. Sem. Int.

Turrialba, CATIE – Rockefeller Foundation, 1981.

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Esta diversidad, que condicionó la domesticación deun amplio repertorio de plantas en períodosprehispánicos es otro rasgo singular de Sudamérica.ligado al desarrollo de las estructuras socio - políticasde alta organización que encontraron los españoles alconquistar el espacio andino.

La riqueza de geosistemas andinos, aunque másaparente en latitudes tropicales, es un carácterbásico de toda la Cordillera (54).

B. Sudamérica y el resto de la biosfera

1. Ámbitos naturales similares

Desde los clásicos naturalistas del siglopasado (64) hasta hoy (65)  las comparaciones entreespacios similares o parecidos, ubicados a muchadistancia entre sí han ocupado un lugar relevante en

los estudios ecológicos y de geografía ecológica.La racionalidad subyacente en este esfuerzo estribaen que siempre se consideró que similaridad deaspectos naturales  era indicadora de similaridadde oferta de bienes y servicios de lanaturaleza   y, sobre todo, de similaridad decomportamientos frente a acciones de manejoy uso de los geosistemas. Aun cuando ciertas aproximaciones metodológicas

han sido y son objeto de controversia, las ampliasgeneralizaciones que surgen de trabajos recientesprueban que efectivamente la similaridad deambientes naturales va asociada con la similaridadde oferta de alternativas y opciones para la actividadhumana. Si lo anterior es correcto, la transferenciaanalógica del resultado de experiencias de manejo deun ambiente a otro similar ubicado muy lejos(disyunto) tiene rigor científico y justifica el esfuerzorealizado en estudios comparados de ecosistemas yecosistemas similares o parecidos, destinados aevaluar el grado de convergencia de los mismos.

En trabajos recientes el esfuerzo comparativo hasido dirigido a tres preguntas básicas, teniendo, cadauna, una serie de componentes (66), a saber:

1. ¿Cuál es la naturaleza de la convergencia de losecosistemas?, es decir, ¿cuál es la similitud enestructura y funcionamiento?:

a) Estructura (fisonomía, morfología, diversidad deespecies, patrones de distribución de losindividuos en la comunidad biótica).

b) Función (ciclos fenológicos, mecanismosreguladores, caminos energéticos, modosadaptativos, interacción de especies, cicloshidrológicos)

2. ¿Hasta dónde son similares los geosistemas?

a) Patrones climáticos.b) Génesis y evolución de suelos.

c) Historia geológica y paleohistoria de losecosistemas.

d) Formas de relieve y morfogénesis.

e) Ciclos hidrológicos.

f) Eventos catastróficos naturales.3. ¿Hasta dónde son similares ciertos patrones de

uso humano del espacio y los recursos?

a) Aprovechamiento de recursos renovables.

b) Generación de tecnologías endógenas.

c) Tipos de productos elaborados por las co-munidades naturales y sus patrones de uso porel hombre.

La determinación de esos factores y unacomparación sintética de las similaridades ydiferencias evaluadas, permiten contestar ciertaspreguntas ambientales básicas como:

• La posibilidad de transferir ciertos pronósticos decomportamientos de un ecosistema sujeto a manejohumano a su similar que se encuentra en otra etapamenos avanzada de artificialización.

• La posibilidad de predecir lo que va a pasar si elhombre hace tal o cual cosa en un geosistema, enbase a lo que está pasando en su análogo.

• Dicho de otro modo, estudios muy costososhechos en un geosistema dado pueden servir destandards   comparativos para otro espacio análogo,de ubicación planetaria disyunta (separada).

Corresponde aclarar que lo que proporciona estosestudios es exclusivamente una visión precisa decuan semejante son estructural y funcionalmente losámbitos naturales   tenidos como parecidos. Nadadicen estos estudios sobre el comportamiento de losdistintos actores socio - económicos ni sobre laformación social, lo que obviamente es decisivo paraevaluar los distintos tipos de relacionesnaturaleza - sociedad que se establecen en espaciosnaturales semejantes.

(64) Humboldt, A. von, Ideen zu einer Physiognomick derGewasche, Tubingen, 1806.

(65) Mooney, H. A., et al., « Vegetation Comparisons between theMediterranean climatic areas of California and Chile », Flora , 149,1970. 

(66) United States International Biological Program, Convergentevolution program. Reunión del programa US – IPB, de EvoluciónConvergente en Medellín, 1970, min.

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Distintas sociedades actuando con distinta racio-nalidad en contextos naturales semejantes, puedenhacer un uso totalmente diferente de los recursosnaturales y potenciar respuestas ecosistémicas quedesdibujan totalmente la similaridad inicial de losmismos.

Sin embargo, si se planifican espacios sobre ciertosacuerdos básicos, digamos, por ejemplo, el diseño deuna alternativa de ecodesarrollo, es deciraprovechamiento diversificado, producción sinaltibajos a largo plazo, dirigida a satisfacer lasnecesidades básicas de la población local, adecuaciónde los ciclos económicos a los ecológicos, lassimilaridades naturales y los conocimientosadquiridos en un ecosistema, transferibles a susimilar, cobran relevancia suprema.

De cualquier modo, un « programa regionalorientado a la interpretación de las formas y alter-

nativas de interacción entre la sociedad y la natura-leza » (67) debe capitalizar el conocimiento que se tie-ne del funcionamiento de ecosistemas semejantes encualquier parte del planeta.

Si se tiene claro « que las estructuras económicas yregionales y las dinámicas que ellas crean » catalizandiferencialmente el impacto ambiental sobre sistemasnaturales semejantes (68), el valor de lastransferencias de conocimientos muestra su realriqueza.

a. Similaridad de geosistemas y/o ecosistemas

La convergencia, la identidad y la similaridad de losgeosistemas y ecosistemas han sido definidas devarias maneras por distintos autores y existenfórmulas para cuantificarlas. Aquí sólo buscamosindicar que convergencia   es entendida comoproceso evolutivo de larga duración en el cual ciertossistemas de tierra (land systems o geosistemas) ociertos ecosistemas, van adquiriendo similaridadescrecientes (69).

Similaridad   es el grado de parecido actual entredos geosistemas o ecosistemas separadosgeográficamente, en función de ciertos atributos

estudiados.Identidad   es entendida como absoluta igualdad

en los atributos estudiados.En todos estos estudios comparados de ambientes

sudamericanos con sus similares de otroscontinentes, el parecido físico (clima, relieve, rocasmadres) es la base de la selección de los ambientesnaturales a confrontar. La similaridad de ambientesfísicos es la base de las hipótesis sobre convergencia(70); la figura 12  muestra cómo fue imaginado elproceso evolutivo de convergencia de ecosistemas dedos grandes ambientes disyuntos, físicamente muy

parecidos y con seres vivos de muy distinto origen.

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Se trata de los semidesiertos del Monte enSudamérica y de Sonora en Norteamérica (fig. 13)que conformaron uno de los dos pares deecosistemas de distribución disyunta transhemisféricaconfrontados en un estudio del subprogramaEstructura de Ecosistemas del US/IBP entre 1970 y

1975.El supuesto de partida era que si esos ambientes

físicos similares habían podido operar como fuerzasselectivas durante tiempos evolutivos suficientes,deberían haber producido ecosistemas con ciertaspropiedades muy semejantes; es decir, lascaracterísticas iniciales de los mismos habríancambiado y se habría producido convergencia enatributos importantes.

Por otro lado no todas las propiedades habríancambiado, ya que quedarían algunas heredadas osurgidas como consecuencia de interacciones

biológicas diferenciales, las que se indican en lafigura 12 como divergencias.Este tipo de comparación permitió afinar la

metodología para el estudio ecosistémico de espaciossimilares ubicados a muy larga distancia yproporcionó información científica sobre qué es loque converge y qué es lo que se mantienedivergente.

Como el estudio comparativo US/IBP eligió dosambientes sudamericanos, el ya indicado arbustalsubtropical semidesértico llamado Monte y además elespinal mediterráneo de Chile Central (figs. 13 y14), destacaremos algunas de sus conclusiones, quesurgen de la comparación de ecosistemas áridos: elMonte en Sudamérica y el desierto de Sonora (17) enNorteamérica.

• La convergencia de estructuras de comunidadesnaturales es fuertemente dependiente de lapresencia de ambientes físicos equivalentes. Maticesclimáticos distintos, por tenues que sean, provocan laaparición de diferencias importantes en losecosistemas, sobre todo en el comportamientofenológico de los vegetales a través de las estacionesy en el comportamiento de los animales.

(67) Gutman, P., Perfiles socio – económicos en la utilización derecursos naturales en América Latina . Primer informe parcial, CIFCA,1982.

(68) Hecht, S., Deforestation in the Amazon Basin.  Anale, Semin.Frontera Agropecuaria. Univ. De Brasilia, 1982. CIFCA, Madrid, 1983.

(69)Convergencia natural se usa también como sinónimo desimilaridad actual, pero el resultado es descifrado en función deeventos ocurridos en el pasado. Se trata de lo contrario de una «predicción » y por ello Simpson le ha llamado « postdicción ».Simpson, J., The meaning of evolution. Yale Univ. Press, 1949.

(70) Orians, G. H., y Solbrig, O., « An Evolutionary approach toecosystems ». En Convergent evolution in warm deserts,  US/IBPSynthesis Ser. I. 3, 1977.

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• Para que los organismos puedan converger, nosólo debe haber ambientes físicos similares sino quelos otros organismos con los cuales interactúandeben afectarlos de manera similar. Es decir, que si,por ejemplo, la competencia y la predación funcionande distinta manera, ciertos atributos de la comunidadbiótica convergerán y otros no.

• Similaridades climáticas absolutas en latitudessubtropicales y templadas ubicadas en el hemisferionorte y en el sur, no existen, ya que casi siempre losclimas del primero son más continentales que los delsegundo. Sin embargo las diferencias de marchaanual de temperaturas, derivadas de los climas másmarítimos del hemisferio sur, parecen ser pocosignificativas en el modelado de ecosistemasdistintos.

• Las divergencias que no son explicadas por

disimilaridades físicas abren un amplio campo a lainvestigación en cuanto a aquellos procesos queactúan como barrera o freno a la libre evolución desimilaridades bióticas. Ya se dijo que la convergenciaa nivel de funcionamiento de ecosistemas depende,no sólo del ambiente físico, sino también de lasinteracciones biológicas en el ecosistema.

• En el componente vivo del ecosistema la conver-gencia se expresa a varios niveles de complejidad:

o estructuras simples por separado, tipos de alas,tipos morfofuncionales de patas, color y secuenciaestacional de cambios de color de pelaje, follaje y

flores;o grupos de estructuras, órganos aéreos y subte-

rráneos suculentos, hojas pequeñas, formas decrecimiento de los plantas;

o comportamiento de especies y grupos de espe-cies; ritmo estacional de apareamiento, compor-tamiento alimenticio;

o rasgos ecofisiológicos; funcionamiento de losríñones, mimetismo, balance de agua, fenología,patrón de distribución de la energía a distintasactividades: crecimiento, reproducción, defensacontra predadores;

o estructura de las comunidades, riqueza de es-pecies, productividad, distancia entre individuos,organización de los sistemas de raíces, patrones deproducción vegetal de estructuras físicas y químicasantiherhívoros, patrones de producción vegetal deestructuras y sustancias que son alimento paraherbívoros (tejidos, savia, polen, néctar, frutos,semillas y detritus) y patrones de uso de los mismos.

• Lo anterior abre una poderosa herramienta paraextrapolar el comportamiento de un ecosistema

frente a determinadas acciones humanas a suanálogo donde tales acciones están por hacerse. Allíreside la posibilidad de poder realizar planificaciones

ambientales adaptativas en base a informaciónrecogida en espacios semejantes.

La similaridad de aspectos muy generales, siempredestacada, va acortándose, para dar lugar a unaprecisa explicación de elementos y procesos que sonconvergentes y otros que divergen, lo que admite unuso cada vez más preciso de la herramienta detransferencia analógica del conocimiento empírico ycientífico entre espacios análogos. Hoy es posiblehacer ciertas predicciones sobre dónde seencontrarán analogías en geosistemas parecidos ypor qué se las encontrará; hay además teorías sobreconvergencia y metodologías para el estudio decasos y para la transferencia extrapolativa derespuestas ecosistémica a distintos tipos de uso de lanaturaleza en ámbitos análogos.

En el caso de las comparaciones entre el chaparralcaliforniano y el espinal chileno hay una rica

información previa que surge del hecho de que lospaíses tradicionales desarrollados tienen grandesespacios de climas mediterráneos y losrecientemente desarrollados también.

La evolución convergente de los climasmediterráneos comienza a estudiarse en Europa y

 África del Norte, luego se comparan espaciosmediterráneos europeos con los de los países dedesarrollo reciente (72); más tarde espaciosnorteamericanos, europeos, australianos eisraelíes (73)  y se culmina con el par de ambientesanálogos California – Chile (74).

Los pasos metodológicos y algunas conclusionesrelevantes de este análisis del trabajoCalifornia – Chile (75) pueden resumirse así:

(71) Orians, G. H. Y Soldrig, O., « Degree of convergence of ecosystemcharacteristics ». En Convergent Evolution in warm deserts, US/IBP,Synthesis series, I, 3, 1977.

(72) Specht, R. L., « A comparison of the sclerophyllous vegetationcharacteristic of Mediterranean climate in France, California andSouthern Australia (I y II) »,  Austr. J. Bot., 17, 1969. 

(73) Naveh, Z., « Mediterranean ecosystem and vegetation types inCalifornia and Israel », Ecology, 48, 1967.

(74) Mooney, A. y Dunn E. L., « Convergent evolution of Mediterraneanclimate evergreen sclerophy shrubs », Evolution  24, 1970.

(75) Mooney, A. y Dunn E. L., Shrospshire, F. y Song, L.; « Vegetationcomparison between the Mediterranean climate areas of California andChile », Flora , 159, 1970.

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• Se ajusta la comparabilidad climática en términosde historia de uso de la tierra, gradientes climáticos yconfiguraciones topográficas. Así surge que laviabilidad de transferencias analógicas es máspredictible entre California y Chile que entrecualquiera de estas áreas y las de clima

mediterráneo de Sudáfrica, sudoeste de Australia yEuropa, Nordáfrica, Asia Menor. Las tres últimastienen historias de uso de la tierra drásticamentediferentes y configuraciones de relieve distintas a lasdos primeras. Se ajusta, pues, la comparabilidadposible entre los cinco espacios tradicionalmentetenidos como semejantes simplemente en base alclima regional.

• Se analizan las distribuciones espaciales de higro-termoclimas claramente definidos (mediterráneoseco, subhúmedo y húmedo) en el par americano ysus relaciones con desiertos vecinos, los tipos y

series de suelos y los gradientes topográficos, lo quelleva a una mucho más precisa definición de cuansimilares son los soportes físicos de los ecosistemas.

• Habiendo definido la similaridad física, se pasa aexplicar las respuestas biológicas en términos de queen ambos ambientes hay un determinado paquete desoluciones posibles (estrategias adaptativas) a laslimitaciones que impone un clima mediterráneo,donde la óptima combinación higrotérmica para laproductividad biológica se da en dos cortos períodosdel año (parte de la primavera y parte del otoño).

• Por ultimo, analizando la respuesta biológica através: de gradientes higrotérmicos de climamediterráneo húmedo o seco, se descubrendiscordancias fuertes solo allí donde ciertasactividades humanas diferenciales (prácticas de usode la tierra) se habían sobreimpuesto, ocultando lalibre expresión de la convergencia entrecomunidades bióticas ubicadas en climasanálogos (76)

Esto es muy importante y alerta sobre el riesgo debasar el análisis de similaridades geosistémicas enlecturas parciales o sectoriales de la naturaleza,

sobre todo en base a situaciones actuales deecosistemas fuertemente modificados. Si se com-paran los ámbitos mediterráneos del mundo:California, sudoeste de Australia, Chile Central,Sudáfrica, Europa, Nordáfrica y Asia Menor, surge (77) que en el último el impacto del hombre comomodificador de los geosistemas superaabrumadoramente los efectos del ambiente físico yde la historia evolutiva pasada del mismo.

• Además, aún comparando espacios de ocupaciónde raza blanca reciente, es decir, con una cortainfluencia del hombre dotado de herramientas

poderosas de modificación del hábitat, parece que setrata de ecosistemas muy frágiles en el sentido deque las estructuras y atributos que hoy medimos

fueron totalmente cambiados en función dedeterminados patrones de uso.

• En los ecosistemas de clima mediterráneo lo bási-co como modelador natural es el impacto recurrentedel fuego y el del bajo contenido de nutrientes de

sus suelos.• La actividad agrícola ha distribuido desde el área

Europa – Nordáfrica - Asia Menor un banco de ma-lezas que ha homogeneizado los ecosistemasfuertemente deteriorados de los grandes espacios declima mediterráneo del globo.

• Ciertas formas de manipuleo de la naturalezatales como el sistema « dehesa » de adjudicación defunciones productivas óptimas a cada microespaciodel paisaje mediterráneo español, los « ecocultivos »experimentados en Chile, los manejos de cuencas, devida silvestre y del fuego en California, aparecen

como actividades productivas ambientalmenteadecuadas cuya transferencia analógica debe serestudiada prioritariamente, ya que hasta ahora estánconfinadas en uno o dos de los cincomacroambientes mediterráneos subhúmedos delmundo.

b. Parecido climático y bioclimático

Todos los mapas climáticos del mundo se basan enla determinación de isoáreas donde se combinan

factores ligados a la temperatura y a la humedad enlos que se da distinto peso relativo a cada uno deellos y se los define de una manera diferente. Eltrabajo climático reciente se ha desenvuelto encuatro líneas principales: la que pone el énfasis en laestacionalidad hídrica y térmica (78, 79), la que priorizael tratamiento de las corrientes de aire (80), la que lohace con el balance calórico (81), y la que jerarquizalos balances de humedad (82 y 83).

(76) Covarrubias, R.; Rubio, I. y Di Castri, F., « Observacionesecológicas cuantitativas sobre la fauna edáfica de zonassemiáridas del norte de Chile », Bol. Prod. An. Ser. A, 2, 1964.

(77) Di Castri, F.; Mooney, H. A., edit, « The Mediterranean scrubof California and Chile ». Ecological Studies. Analysis andSynthesis, 7, 1973.

(78) Lauer, W., « Humide und aride jahreszeiten in Afrika undSudamérica und ihre Beziehung zu Vegetations gurteln », BonnerGeogr. Abh. 9, 1952.(79) Troll, K. y Paffen, K., « Die jahreszeiten Klimate der Erde »,Erkunde, 18, (1): 1964.(80) Bryson, R. y Hare, F. K., edit., « Climate of North America  ».En World Survey of Climatology, 1974.(81) Budyko, M. I., The heat balance of the earth’s surface. Off. OfTech. Serv. USDC, 1958.(82) Bailey, H. P., « A simple moisture index based upon theprimary law of evaporation », Geografiska Annaler 3 – 4, 1958.

(83) Pennan, H., « Natural evaporation from open water, bare soiland grass », Proc. Royal Soc., Ser. A., 193, 1947.

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Todos estos autores han coincidido en ciertos as-pectos de isomorfia de los climas que informan res-pecto de Sudamérica y que resumimos aquí. Hay unapropiedad de simetría en la arquitectura climática dela tierra que se hace adecuadamente aparente en laimagen de espejo (mirror image ) que se despliega a

ambos lados del Ecuador. Esta se debe a situacionesisomorfas de la circulación general de la atmósfera yse refleja en varios tipos climáticos incluyendo losecuatoriales siempre húmedos, los tropicales siemprehúmedos basados en lluvias orográficas, lostropicales estacionales y los tropicales secos.

La simetría de espejo es exclusivamenteintertropical y aún allí la posición del Caribe oscurecelas isomorfias desde los 12° N hacia el norte.

El caso del trópico húmedo es el primero queanalizaremos, y pone al descubierto una dualidadbastante generalizada en la investigación de

analogías entre Sudamérica y el resto del mundo:por un lado se usan herramientas muy precisas paraestudiar analogías agrobioclimáticas cuando se haidentificado puntos o unidades de paisaje disyuntos ymuy parecidos. Por otro lado, hay ausencia oimperfección de métodos adecuados para orientar labúsqueda de aquellas organizaciones espaciales ocomplejos de geosistemas disyuntos que poseanatributos de semejanza relevantes para apoyar enellos estudios más puntuales.

Nos estamos refiriendo a propiedades tales comorelaciones de contigüidad, energía del relieve y

 juventud o senectud del mismo, organizaciónplanetaria (en el sentido de los meridianos o losparalelos) del relieve, viabilidad de comparación desecuencias equipotenciales completas (digamos delmar a la nieve eterna), dimensiones de lascuencas, organización del drenaje superficial,presencia - ausencia de eventos naturalescatastróficos, etc.

Las figuras 17, 20, 22, etc., ilustran laaproximación que se ha utilizado en los acápites quesiguen, a falta de tales herramientas. Los criteriosque se han seleccionado son:

• Revisar las espacializaciones existentes a pequeñaescala basadas en criterios físicos o biológicos y suscombinaciones. Ello incluye discriminacionescaracterizadas por índices, fórmulas o coeficientesclimáticos (Transseau, Penk, Koeppen, Lang, DeMartone, Thornthwaite, Nuttonson), o esquemasclimáticos (Chaptal, Taylor, Bagnouls y Gaussen) oesquemas climáticos y fórmulas ecológicas,definiendo bioclimas (Meher - Homji, Holdridge) otipos de vegetación (UNESCO, CNRS, Hueck, FAO).

• Elegir por conveniencia aquellas que producenmás información en función de la experiencia del

autor y las preferencias, bastante netas, pordeterminadas cartas temáticas que tienen losprofesionales del medio ambiente en Sudamérica.

• Romper las disyunciones (separación); es decir,acercar las configuraciones semejantes, respetandoúnicamente la posición latitudinal de los bloques oconjuntos de geosistemas. Se conserva siempre laposición latitudinal porque ella destaca una de laspropiedades fundamentales de los geosistemas

distribuidos en el espacio: su estructura en « serieszonales » o « bandas » (estructura equipotencial)desde el Ecuador al círculo polar.

• Enfatizar las semejanzas entre espaciospertenecientes a países en vías de desarrollo, ya queson las menos conocidas y exploradas. En páginasposteriores, se hace un comentario crítico de losmapas de vegetación a muy pequeña escala hechospara Sudamérica y África, por el CNRS-ICITV (v. nota87). De ese comentario se rescata el hecho de quelos países desarrollados poseen y producen muybuena información sobre aquellos continentes dondeestuvo o está el centro de sus intereses en cuanto aabastecimiento de materias primas (Europa - África,Norteamérica - Sudamérica). Lo que falta esinformación analógica (y de todo tipo) entre regionesen vías de desarrollo, digamos Sudamérica y África.La educación y formación técnica en medio ambienteque se da en Sudamérica - África ySudamérica - Sudeste asiático, se hacen difíciles,simplemente porque no conocemos simétricamentelos perfiles ecológico - biofísicos de las regiones quepretendemos estudiar.

• Introducir al interior de los bloques o conjuntosde geosistemas análogos el análisis de cuatroatributos de los geosistemas: orientacionalidad en elsentido de organización a lo largo de los meridianoso paralelos; vectorialidad en el sentido de si englobao no espacios dadores, transportadores, aceptores,acumuladores y distribuidores de materia y energía;variedad, concebida en el sentido de si son pocos omuchos los ambientes diferenciados que aparecencomo semejantes; y contigüidad en el sentido de silos ambientes vecinos de una unidad diferenciadason también semejantes o no (vecindad de altamontaña, del mar, de grandes sistemas fluviales).

b.1. El trópico húmedo

En el análisis del macroambiente climático quecubre la máxima superficie en este espacio isomorfointertropical: el trópico húmedo, seguiremos doscriterios, el estrictamente climático de Garnier y elvegetacional de Küchler (84). Esta necesidad surge delhecho de que si la definición climática del trópicohúmedo incluye la temperatura, automáticamentequedan excluidas las tierras que no tienentemperaturas altas, es decir, todo lo húmedo

montano - tropical de tierra templada y fría, a pesarde que se trata de ambientes con característicasexclusivamente tropicales en el sentido locacional y

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ecológico (bosques de neblina, páramo y punahúmeda).

En su delimitación climática, Garnier (fig. 15)definió como trópico húmedo el espacio donde latemperatura media anual iguala o supera los 20 ° Cdurante 8 meses o más, donde la presión de vapor y

la humedad relativa promedio anual iguala o superalos 20 milibares y el 65 % respectivamente durante 6meses o más y donde iguala o supera los 75 mmmensuales durante 6 meses.

Usando esos valores construyó el mapa mundial dela figura 15. Así reconoció un trópico húmedodonde las condiciones de temperatura y humedadatmosférica se dan durante 12 meses, que es lasubzona no estacional, y otra donde esas condicionesse dan entre 8 y 11 meses, y que es el trópicohúmedo estacional.

Luego subdivide en tres categorías en base al

número de meses lluviosos (75 mm o más) y almonto anual de la precipitación (1.000 mm o más, ymenos de 1.000 mm). Como resultado se separancinco tipos de áreas en el trópico húmedo del mun-do.

El mapa de Küchler de la figura 16, preparado ypublicado simultáneamente con el de Garnier, a lamisma escala y proyección (1:60 millones) se basaexclusivamente en información de la vegetacióncomo indicadora de condiciones húmedas ytropicales.

Con el criterio vegetacional se considera trópicohúmedo al espacio donde están ausentes las caracte-rísticas adaptativas de la vegetación que indicansequía.

Küchler ha distinguido dos tipos de trópico hú-medo: el permanentemente húmedo donde la vege-tación no muestra ninguna característica xeromórficay donde abundan las estrategias adaptativas a unaoferta constante de humedad (helechos sin epi-dermis, diversidad de lianas y epífitas); y áreas condos estaciones hígricas contrastadas, en las que laexistencia de un período menos húmedo se expresasolamente en caída parcial o total del follaje o en unpaisaje vegetal en el que los pastizales forman

mosaico con las masas forestales. La leyenda delmapa distingue, pues, una selva pluvial tropicalsiempre verde y áreas con bosque semideciduo odeciduo y/o un paisaje amosaicado de bosques ysabanas en los que no aparecen estrategiasxeromórficas netas como hojas muy pequeñas(microfilia), cortezas verdes fotosintetizadoras,espinas, suculencia, etc.

Estos dos criterios, usados simultáneamente paraproducir dos documentos cartográficos a la mismaescala, adquieren especial relevancia, ya que fueronelaborados tratando de responder a una pregunta

que se hizo la UNESCO en la reunión de Kandy, SriLanka, en 1956: ¿qué se entiende por trópicohúmedo? Los mapas fueron sometidos al escrutinio

de dos reuniones internacionales promovidas por laUNESCO en las que participaron expertos en distintasdisciplinas (Bloomington, Indiana, EE.UU., y Abidjan,Costa de Marfil, ambas en 1959). Destacamosaquellas conclusiones que dicen respecto del valor deuso de los mapas temáticos, ya que son

generalizables a muchas espacializaciones del mediobiofísico que se manejan como información de baseen trabajos medioambientales.

En cuanto a utilidad práctica, los dos mapas deltrópico húmedo cumplen funciones distintas. El quese basa en criterios de la vegetación, expresa unconcepto de trópico húmedo que se refiere acondiciones óptimas o subóptimas para elcrecimiento vegetal y todo lo que ello implica enagricultura pecuaria y silvicultura: rápidos procesosde crecimiento, descomposición de materia orgánicay desarrollo de plagas y malezas; alta diversidad,

gran biomasa, producción y productividadsilvoagropecuaria potencial alta, etc. Se trata pues deun mapa que es adecuado para usuarios interesadosen elementos y procesos dependientes delcrecimiento vegetal. El mapa de Küchler dice, pues,con respecto a la temática de agrosistemastropicales.

El mapa de Garnier está más vinculado al conforthumano. Dice con respecto a alta humedadpermanente o estacional, a ausencia de una estaciónque permita un máximo de eficiencia en la actividadcotidiana del hombre; es, en síntesis, unacaracterización del trópico húmedo apropiado para eltratamiento de temas de ecología humana.

(84) Fosberg, F. R.; Garnier, B. J. y Küchler, A. W., « Delimitationof the humid tropics », The Geographic Review, 60 (3), 1961.

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El criterio vegetacional de delimitación del trópicohúmedo tiene, además, precisión cartográfica a unaescala tan sintética como 1:60.000.000. Permite, porejemplo, separar los cuatro espacios tropicales delnorte del continente que poseen tipos de vegetaciónadaptadas a climas semiáridos y áridos (fig. 16), y

que, de oeste a este, son: el valle del Sinú y la costacaribe colombiana, el área de Barcelona - Cumaná enla costa caribe venezolana, y el « polígono de lassecas » o Caatinga del nordeste brasileño.

Del análisis de los dos mapas surge:• Que el espacio continuo hiperhúmedo más

extenso del globo, en el sentido de Garnier, está enSudamérica y corresponde a dos grandes cuencashidrográficas, las del Orinoco y del Amazonas. Ambascuencas están totalmente incluidas en el trópico muyhúmedo. En África habría una única cuencahidrográfica casi exclusivamente hiperhúmeda, la del

río Congo, pero sus nacientes estarían, segúnGarnier, fuera del trópico húmedo (85).• Que el trópico hiperhúmedo de llanura aluvial

tiene fuertes homologías entre las cuencas del Amazonas y del Congo. La conformación global delos trópicos húmedos de Sudamérica y África loshace fuertemente semejantes y comparables. Enambos el macroambiente húmedo tropical cruza elcontinente de oeste a este, sobre 4.000 km de tierraecuatorial; en ambos hay enormes espaciosanegadizos insertos al interior del mismo y en amboshay una organización altitudinal completa de pisos devegetación superhúmedos de montaña hasta el límitede las nieves eternas (Kilimanjaro en Tanzania ySierra Nevada de Santa Marta en Colombia, porejemplo). Esa organización es de presencia« insular » en África y « continua » y orientada enlos Andes sudamericanos. En Sudamérica y Áfricahay un continuum   tropical de estacionalidad hídricacreciente y una respuesta adaptativa de sabanizaciónque puede ser estudiada comparativamente enTanzania y Kenya versus el nordeste brasilero ensentido oeste - este y en Zambia - Botswana versusel Gran Chaco en sentido norte - sur.

• Por último el carácter peninsular e insular con re-lación al océano del trópico húmedo asiático imponerestricciones importantes al análisis comparativo de

 Asia y Sudamérica.Nos hemos detenido en estos dos mapas temáticos

porque parecen particularmente útiles, sencillos y

precisos para un primer acercamiento a los am-bientes isomorfos del trópico húmedo en el mundo.Ello no implica desconocer que hay espacializacionesa escalas equivalentes mucho más recientes. Algunosde estos mapas aportan nuevas perspectivas a labúsqueda de semejanzas geosistémicas y otros, ennuestra opinión, oscurecen o deforman lascomparaciones.

Por ejemplo, en una publicación reciente de laUNESCO (v. nota 87) aparecen enfrentados paracomparación dos mapas de grandes tipos devegetación, uno de África y otro de Sudamérica. En

ellos no solo hay barreras cartográficas que dificultanla comparación (uno se presenta a escala 1:50 y otroa 1:60 millones, y los sistemas de proyeccióncartográfica utilizados son distintos), sino que lasleyendas de los tipos de vegetación no soncomparables, e inmediatamente se descubre que laexperiencia francesa en los dos continentes estotalmente distinta. El imperio francés acumuló vastainformación africana y escasa sudamericana, y asíresultan un par de mapas totalmente asimétricos,donde el tratamiento de Sudamérica aparece comouna síntesis poco feliz del excelente mapa devegetación de Hueck (v. nota 23).

(85) Lo que se confirma en el excelente mapa de tipos devegetación de África, elaborado por el CNRS – ICITV de Francia (v.nota 87) a 1:50.000.000

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Para enriquecer el análisis del trópico húmedousando espacializaciones a escala muy pequeña in-teresa el mapa de selvas tropicales aparecido en laWorld Conservation Strategy   (IUCN  – UNEP  -WWF, 1980), basado en Schmithusen (86). En él sedistinguen cuatro grandes tipos: selva pluvial tropical

de llanura, selva pluvial tropical de montaña, bosquetropical semideciduo y deciduo y bosque anfibio decosta marítima (manglares). De dicho mapa se hahecho un collage  que es la figura 17. Se trata de unacercamiento de Asia y América excluyendo el con-tinente africano y conservando la posición latitudinalque acentúa los paradigmas de semejanza Suda-mérica - Asia, discutidos en el Congreso Mundial Fo-restal reunido en Jakarta en 1978, que son:

• Las comparaciones de selva pluvial tropical demontaña entre los Andes colombianos, venezolanos yecuatorianos, por un lado, y las de Java, Borneo, las

Célebes y Nueva Guinea, aparecen como muysignificativas por las dimensiones de las cadenas demontañas, por su orientación, su ubicación planetariay sus relaciones de contigüidad con tierras bajascubiertas de selva pluvial tropical.

• En Java, Borneo y Nueva Guinea aparece unasecuencia de pisos de vegetación siemprehúmedosdesde el mar hasta la selva de neblina, semejante ala del Pacífico colombiano - ecuatoriano.

• Las selvas orientales del Brasil tienen su contra-parte en las del nordeste de Australia y sus vincu-laciones con costas marinas orientales son parecidas.

• Indochina, Thailandia, Sri Lanka y el sudoeste dela India poseen geosistemas de trópico húmedo queaparecen como referentes comparativos para elanálisis de bosques tropicales de Colombia extraandina, Venezuela y las Guayanas.

• El espacio de selva pluvial tropical de montañamás extenso del mundo, en el sentido de losparalelos, corresponde a los Andes, y puedeconsiderarse un referente analógico para situacionesde relieve enérgico de las grandes islas del sudestede Asia.

b.2. Todo el trópico

En el mapa a escala 1:100 millones de la figura18, elaborado por el CNRS de Francia (87) se definenlos climas tropicales como aquellos donde las lluviasse concentran en el período caliente del año.

Cuando las lluvias se distribuyen más o menosregularmente se pasa a los climas templados, ycuando se concentran en invierno, a losmediterráneos.

Dado el conocimiento actual sobre bioproductividad

en climas donde los máximos de oferta hídrica ytérmica coinciden, nos parece una adecuadacaracterización para fines silvoagropecuarios; rica eninformación para establecer analogías vinculadas aproducción rural.

Para los fines de investigación y formaciónambiental, deben indicarse las observaciones quesurgen del análisis de la distribución espacial dedistintos tipos de climas tropicales, no importa quesean obvias y muy generales. Estas son:

• Ningún país desarrollado tiene superficies signifi-cativas de climas tropicales. Ello acentúa el hecho deque su tecnología tiene un linaje templado ymediterráneo en lo que dice a la generada enespacios metropolitanos.

(86) Schmithusen, J., Atlas zur Biogeographie, Bibliographies chesInstitut Mannhein / Wien / Zurich, 1976.

(87) UNESCO / UNEP / FAO, « Tropical grazing land ecosystems »,Natural Resources Research, 14,1979.

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 Aún Estados Unidos, que tiene muestras de trópico,las posee en sólo dos de las 8 categorías definidaspor el CNRS-CITV.

• Sudamérica es el único continente que posee to-dos los tipos climáticos tropicales definidos porCNRS-CITV para su mapa de la figura 18.

• Tanto en Sudamérica como en África los espaciostropicales se organizan en relación de dos contrastessiempre destacados. Una es la relación mar y tierra,entre el Ecuador y el Trópico de Cáncer (gran masacontinental en África y un mar interior en América) yla otra es la asimetría de la influencia de las altasmontañas (generalizada en América, puntual en

 África).La facie extensa de alta montaña tropical es

exclusiva de Sudamérica.

• El trópico « subhúmedo, subseco y caliente » (ver

leyenda de la fig. 18) está exageradamente repre-sentado en África y tiene continuidad prácticamentede Cáncer a Capricornio. Esta amplia distribuciónparece estar ligada con procesos evolutivos degeosistemas que resultan de intercambios al interiorde grandes espacios homogéneos tales comotrashumancia o nomadismo, oportunismo comoestrategia para explotar picos de producción vegetal,diversidad de mamíferos ungulados y dentro de elloslos rumiantes, etc.

• El trópico « subhúmedo, subseco y caliente » de África (llueve anualmente menos de 1.500 mm y más

de 500 y puede haber entre 4 y 6 mesesecológicamente secos) (88) es la porción continua másgrande del globo; va de océano a océano e incluyeislas de montañas, con estructura equipotencialexpresada en toda la gama de pisos térmicospresentes en la tierra.

• En Sudamérica idéntica jerarquía en cuanto aárea ocupada, vinculación transoceánica y con-tinuidad, corresponde al trópico húmedo y caliente.

• Ambos continentes poseen un eje de zonaciónmás o menos equivalente desde el Ecuador hacia el

sur, que hace de interfase con los climas medi-terráneos y templados, los que no son tropicales.Hacia el norte la zonación es totalmente diferente.Sudamérica sigue como clima cálido húmedo tropicalhasta Veracruz (México) y en África el Sahara formauna amplia zona de transición entre los trópicos y losclimas mediterráneos.

• Los climas « tropicales húmedos y frescos » (verleyenda fig. 18) están muy bien representados enSudamérica y faltan casi por completo en África. Lagran área equivalente a las Pampas de

 Argentina - Uruguay y sur del Brasil, no está en

 África sino en el hemisferio norte, en el sur de China.• Los gradientes de aridez tropical se organizan en

 África desde el Ecuador hacia los dos trópicos,mientras que en Sudamérica son subparalelos a lacordillera.

b.3. Las zonas áridas y semiáridas

 Yendo al otro extremo higroclimático, en Sudamé-rica hay tres grandes áreas continuas (fig. 19)donde distintos índices de aridez (89)  indican que lasprecipitaciones son inferiores a la evapotranspiraciónpotencial. Una está ubicada en la costa caribe deColombia y Venezuela, por encima del Ecuadorgeográfico y en la vecindad de los 10° de latitudnorte. Otra es la Caatinga del extremo NE deSudamérica, cortada en este caso por el paralelo delos 10° S. La tercera está organizada claramente ensentido norte - sur y se extiende desde el Ecuador alos 54° S, habiendo sido llamada desde los clásicos

trabajos de los geógrafos franceses « diagonalarreica de América del Sur » o diagonal árida de

 América del Sur.Para el análisis he elegido la carta de Meigs de

1952 (90) , después de haberla comparado con la másreciente de Hemming (91).

Es obvio que el mapa de Hemming incorpora unconsiderable volumen de datos climáticos nuevos y,además, información sobre suelos, relieve,distribución de las precipitaciones locales, especiesvegetales consideradas adecuados indicadores dearidez y tipos de vegetación. No obstante, el mapa

temático de Meigs se presta más a nuestro trabajopor haber sido usado exitosamente durante 25 años,por la simplicidad de sus siglas y porque hay sólodesajustes de detalle entre los espacios dejados enblanco por Meigs y los límites del trópico húmedoestablecidos por Küchler en el mapa de la figura 16.

(88) El criterio de mes seco , usado para el mapa de la fig. 18,considera como tal a aquel en que las lluvias caídas expresadas enmm son inferiores al doble de la temperatura media mensual. Es elllamado cociente ombrotérmico de Bagnouls y Gaussen.(89) Los mapas mundiales de zonas áridas más conocidos usantres índices para calcular clases de aridez, el de Thornthwaite de1948, el de Penman de 1947 y el de Budyko, llamado « radiationalíndex of dryness ». El primero fue usado por Peveril Meigs para laelaboración de su mapa homoclimático, aparecido en Reviews ofresearch on arid zone hydrology, UNESCO, 1953.El segundo fue usado por D. Henning para preparar un mapa dela distribución mundial de las regiones áridas, publicado porUNESCO en 1977, acompañado de una nota explicativa aparecidaen Notas técnicas del MAB,  7 y sirvió de fondo bioclimático almapa mundial de la desertificación, preparado por FAO y UNESCOpara la Conferencia de las Naciones Unidas sobre desertificación,celebrada también en 1977. El de Budyko se usó para laelaboración del mapa de índice climático de aridez, presentadotambién en la conferencia de desertificación de Nairobi.(90) Meigs, P., Repartition des zones climatiques arides , UNESCO,E/ 2191/Add. 1, mapas 392 y 393 (F), 1952.

(91) Hemming, D., Mapa de distribución mundial de la regionesáridas, UNESCO (escala 1: 25.000.000), 1977.

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Teniendo en cuenta que hay una adecuadacorrelación entre los tres grados de aridez de Meigs(árido extremo, árido y semiárido) y las zonashiperáridas, áridas y semiáridas de Hemming,podemos incorporar criterios de este autor ydefinirlas de manera más accesible, de la siguiente

manera:• En los ambientes áridos extremos  puede haber

más de un año sin lluvia; no tienen vegetaciónpermanente, excepto arbustos fuertemente espe-cializados para incorporar agua de la atmósfera queles llega en forma de rocíos o neblinas. La estrategiavegetal dominante es la de efímeras, es decir,plantas oportunistas que cumplen su ciclo biológicoen cortísimo tiempo aprovechando picos de humedadque aparecen en cualquier época del año. Laganadería mayor y menor es imposible, salvo enoasis; los árboles y arbustos aparecen

exclusivamente en ambientes donde hay aguasubterránea accesible a sus raíces.

• Lo árido   comprende ambientes dominados porarbustos. Los árboles siguen vinculados a la exis-tencia de agua subterránea accesible. En los ar-bustales hay pastos perennes y anuales, dominandolos últimos. La ganadería mayor se practica comoactividad nómada y la menor, básicamente caprina,puede sobrevivir sin trashumancia, pero con fuertesdescensos de peso animal en la estación seca ymortandad de individuos jóvenes y enfermos. Laagricultura de secano es imposible.

• La zona semiárida   admite bosques abiertos enlos que la fitomasa de árboles es igual o menor quela de arbustos. El pastizal es discontinuo, dominandolas especies perennes sobre las anuales, encondiciones de pastoreo moderado. Puede haberganadería a campo sobre pasturas naturales e im-plantadas con riego suplementario y de secano ypuede haber agricultura de secano. Analizaremos ahora los conjuntos o bloques de

geosistemas áridos y semiáridos del mundo en rela-ción con Sudamérica.

b.3.1. (Fig. 20.) Semejanzas entre Norte ySudamérica

• En Norteamérica la zona árida - semiárida avanzahacia latitudes frías en situación netamente conti-nental, mientras que en Sudamérica el avance haciael sur se hace al lado del océano.

• Tanto en Norte como en Sudamérica los espaciosdeficitarios de lluvias se extienden ininterrumpi-damente del Pacífico al Atlántico, y en amboscontinentes el desierto absoluto corresponde a lacosta pacífica.

En los dos territorios hay cierta diversidad de climasmediterráneos, pero mientras en el norte hay doce

subtipos (sensu  Meigs) en el sur aparecen solo cinco,faltando totalmente los muy fríos (ACO).

Los subtipos con lluvias en el período frío del añoestán representados en los dos continentes y son:árido templado (Ac22), árido con invierno fresco(Ac13), semiárido templado (Sc22) y semiárido con

invierno fresco (Sc12 y Sc13).En los dos continentes las fajas de clima medite-

rráneo son transcordilleranas y en los dos se distin-gue un área costera pacífica (espinal de Chile Centraly matorral californiano, respectivamente) y otracontinental (Gran Cuenca y norte de la Patagoniaargentina).

En cuanto a los climas estacionalmente tropicales,entendidos como aquellos donde hay una tendencianeta a la concentración de las precipitaciones en elperíodo caliente del año, ellos ocupan el grueso delespacio árido - semiárido en ambos continentes. En

esos climas con lluvias de verano dominan dos tiposde secuencia árido - semiárido, la de inviernosfrescos y la templada.

En cuanto a desiertos absolutos, el de BajaCalifornia es caliente (Ea24), mientras que el chileno-peruano es templado (Ea23). Analizando similitudes globales, es decir secuencias

de cambio en el sentido de los paralelos y meri-dianos, continuidades, discordancias, secuencias enfunción de gradientes de continentalidad y aún rela-ciones entre macrorrelieve y clima (alta montaña,grandes cuencas intermontanas y grandes planicies)surge que las zonas áridas de Norte y Sudaméricason espacios comparables especialmente ricos paradiferentes tipos de análisis de isomorfías. En esesentido el mapa de Meigs es un adecuadoinstrumento comparativo inicial.

Por ejemplo, para la elaboración del diagrama desimilaridades norte - sur, que aparece en la figura21, se usó el mapa de Meigs como referente isocli-mático. Los isoclimas semejantes fueron sometidos alescrutinio de dos criterios vegetacionales: tipo devegetación dominante y combinación de formasbiológicas (plantas suculentas, áfilas, con espinas,con ceras, con cortezas asimiladoras, etc.).

El diagrama indica simplemente que en cada par demacrounidades áridas o semiáridas señaladas comosemejantes (Sonora y El Monte, Chihuahua y ElMonte, etc.) se pueden circunscribir espacios « iso »con el mismo subtipo climático, el mismo tipo devegetación dominante y la misma combinación deformas biológicas (92).

(92) Morello, J., Los biomas del Monte y de Sonora, estudiocomparativo. Inédito, 1979.

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b.3.2. Sudamérica y África

En la figura 22 aparece el par de grandes espacioscuya configuración y ordenamiento norte - sur yeste - oeste ha despertado el interés de los estudioscomparados de África con América, desde los clásicos

estudios climáticos de Lauer (93).De este par de espacios isomorfos se han hecho

estudios parciales con objetivos distintos. Por un ladoestán los vinculados al fenómeno de desiertoscosteros extremos (Namib y chileno - peruano) resul-tantes de la influencia de corrientes frías; por otro,los que compararon los ecosistemas de climamediterráneo del mundo (94)  y, finalmente, lostrabajos climáticos y edafológicos que sirven de basepara la transferencia de « procedencias » de pastosnaturales y cultivares entre organismosagropecuarios de Sudáfrica, Argentina y Chile.

Las características de orientacionalidad, variedad ycontigüidad de este par transatlántico de espaciosáridos y semiáridos son:

• Una organización costera occidental que se ex-tiende por 32° de latitud en Sudamérica y 28° en

 África, de neta orientación norte - sur. Las dos an-gostas fajas de desierto nacen en el Golfo deGuayaquil en Sudamérica y al sur de ladesembocadura del río Congo en Luanda (Angola).

En el norte son contiguos a climas semiáridos,cálidos, con lluvias estivales (Sb33). Los desiertosterminan en la Bahía de Lambert (Sudáfrica) y enSan Antonio (Chile) en una interfase suave hacia unclima semiárido, que en este caso es templado ymediterráneo (Sc22). La secuencia de desierto (árido

extremo) a semiárido desde el Trópico de Capricorniohacia el sur, es idéntica, mientras que hacia el nortela costa de Angola tiene un diseño de zonasclimáticas muy diferente a la costa peruana yecuatoriana.

(93) Lauer, W., « Humide und aride Jahreszeiten in Afrika undSüdamerika und ihre Beziehung zu den Vegetationsgürtein »,Bonner Geogr. Abhandlungen, 9, 1952.

(94) Mooney, A. y Dunn, A., Convergent evolution ofmediterranean climate. San Diego workshop, Mediterranean scrubproposal outline, 1972.

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• El bloque de climas mediterráneos está represen-tado en ambos espacios por los mismos subtipos(igual variedad) de invierno fresco y templado, peromientras en África austral tienen relaciones decontigüidad muy claras, en Sudamérica estánseparados en dos subespacios trasandinos, uno

chileno y otro argentino. Sin embargo, en mapasrecientes basados en una trama más densa de es-taciones meteorológicas, aparece en Sudamérica uneslabón cordillerano semiárido que une los climasmediterráneos de la costa pacífica con losargentinos (95-96).

Es probable que densificando la red meteorológicade la cordillera de los Andes a ambos lados delparalelo 30° S aparezcan climas mediterráneos fríostipo Sc02, totalmente ausentes en Sudáfrica.

• Las secuencias oeste-este de climasáridos - semiáridos tropicales templados (Ab23 a

Sb23) está muy bien representada espacialmente enambos continentes. Lo anterior resulta mássignificativo cuando incorporamos al análisis el mantovegetal (97 y 98). Agregando el criterio vegetacional esposible descubrir en la interfase árido – semiárido -tropical un suave deslinde o continuum  oeste - esteque vincula la estepa arbustiva con la estepaarbolada y ésta con la sabana.

Ello abre perspectivas comparativas hasta ahorapoco exploradas entre los grandes geosistemas delMonte y el Chaco en Sudamérica y los de Nuwato(Botswana) y Transvaal (Sudáfrica) en su equivalentetransatlántico.

El avance producido por los mapas de Henning (v.nota 91) y de Henning y Flohn (v. nota 95) hapermitido descubrir espacios homoclimáticos deSudamérica y África, no incluidos como áridos osemiáridos por Meigs o inadecuadamente carac-terizados. Entre ellos destacamos las homologíasentre el Chaco Boreal semiárido de Paraguay yBolivia (Sb24, usando las siglas de Meigs) y el nor-este de Botswana y el sur de Zimbabwe en África.

• Por último, en la figura 23  aparece el espacioárido del centro-este de África insertado equilatitu-dinalmente en Sudamérica para destacar el parecidode patrones climáticos de la costa caribe con losclimas áridos y semiáridos de Sudán, Etiopía ySomalia y de la Caatinga del Nordeste brasileño conel oeste de Etiopía.

Igual parecido, incluso en vecindad del mar, serescata entre la zona árida de Ecuador y la costa surde Somalia y del norte de Kenya.

b.3.3. Sudamérica y Australia

La figura 24  es un acercamiento de amboscontinentes que destaca un hecho conocido, que esla enorme oferta espacial de distintos patrones declimas áridos y semiáridos de Australia, coincidentes

con el cono sur de Sudamérica.Entre las costas sudoestes de Chile y Australia hay

modelos de climas mediterráneos extremadamenteparecidos ubicados exactamente a la misma latitud ylos intercambios tecnológicos a nivel de actividadesrurales son de antigua data y muy intensos. Lo

mismo vale para los climas semiáridos templados conlluvias de verano (Sb23) del Chaco argentino y elnoreste de Australia.

Los intercambios entre Australia, Argentina y Chile,tienen la modalidad tradicional de los que ocurrenentre un país desarrollado y dos en vías dedesarrollo. Hasta 1978 Australia preparabameticulosamente exploraciones de recolección deplantas (especialmente forrajeras) en base a labúsqueda de isomorfías climáticas y edáficas. Esepaís cuenta con un banco de información de primernivel y permanente actualización sobre ambientes

sudamericanos semejantes a los australianos.Las colecciones de plantas vivas y semillassudamericanas se incorporan a las estacionesexperimentales del CSIRO y / o de Universidadesaustralianas. Allí son estudiadas, seleccionadas,mejoradas y sometidas a manipulaciones deingeniería genética y luego distribuidas a los grandes« semilleros - criaderos » privados, los quereproducen los cultivares y los venden en el propiopaís en África y Sudamérica

(95) Henning, D., y Flohn, H., Climatic aridity index (Budyko –ratio)  (escala 1: 25.000.000), FAO – UNESCO, 1977.

(96) UNEP/FAO/UNESCO/OMN, Desertification map of the world  (escala 1: 25.000.000), 1977. (97) Eyre, S. R., « Vegetation types of the world ». En Vegetationand soils, Arnold, 1968.

(98) FAO, The grass cover of Africa  (escala 1: 10.000.000), 1960.

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Por otro lado Australia ha entrenado agrónomoschilenos y argentinos y proporcionado asistenciatécnica en numerosos planes de desarrollo silvoa-gropecuarios de Chile y Argentina.

Como consecuencia de todo ello, se ha establecidoun intercambio asimétrico, pero muy sólido y

permanente, entre esos dos espaciosáridos / semiáridos isomorfos del mundo.

La asimetría del intercambio es inevitable enfunción de los diferentes grados de desarrollo de lospaíses que interactúan.

El valor agregado del desarrollo de los cultivares yrazas y todo el trabajo de reproducción en los« semilleros – criaderos » queda en Australia. En esesentido el cono sur de Sudamérica es proveedor de« materia prima » (las especies silvestres) para eltrabajo de mejoramiento australiano. Esa materia pri-ma transformada en sus propiedades, homogeneiza-

da y estandarizada, vuelve a Sudamérica comoinvención tecnológica y sofisticada y a muy altoprecio.

El modelo de intercambio científico - tecnológico enbase a isomorfías de geosistemas, desarrollado entre

 Australia y Sudamérica, es semejante al de NuevaZelandia y Fuegopatagonia húmeda (pastizalessubandinos y bosques andinopatagónicos). Estemodelo, a pesar de su asimetría , tiene enormes

ventajas. Por ejemplo, el intercambio científicotécnico entre Australia y Sudamérica ha potenciadoun eficiente desarrollo tecnológico en variosorganismos nacionales de Argentina y Chile,dedicados a producción silvoagropecuaria. Lo quecreemos más importante es que Sudaméricasubtropical y templada posee otra opcióncientífico - técnica, distinta a la generada en elhemisferio norte. No es casual que la clasificación desuelos que se usa en ciertas partes de Chile y

 Argentina sea la australiana y que las pasturasdominantes en esos espacios sean de origen

africano, australiano o sudamericano, peromejoradas y probadas previamente en Australia.

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En este contexto es preciso indicar que las zonasáridas y semiáridas netamente ecuatoriales deSudamérica no han sido comparadas con lasafricanas, ni se ha generado ningún canal decooperación transoceánico permanente.

En la figura 25  se han ubicado equilatitudinal-

mente los tres espacios latinoamericanos quepresentan fuertes isomorfías: el Pacífico árido norte,el Caribe y el nordeste brasilero. Deseamos destacarque, aún en el interior del continente, esos tresespacios no han sido considerados como referentescomparativos mutuos, y lo que se sabe y se hace enlos estados de Falcón y Lara en Venezuela, porejemplo, se ignora en Ceará y Pernambuco en Brasil,y viceversa. En los tres ecosistemas hay enormeexperiencia científica y empírica intercambiable que,lamentablemente, no ha sido comparada.

c. Parecido en modelos de paisajes yunidades estructurales de primer orden

Hay información no profundizada sobre conjuntosde paisajes sudamericanos modelados por factoresnaturales « inusuales » y sus áreas equivalentes enotros continentes (v. nota 9). Por ejemplo:

• Líneas de costa fuertemente diferenciadas acom-pañadas de rosarios de islas vecinas al continente, enclimas templado - fríos (Patagonia chilena al sur deChiloé, la costa Pacífica de la Columbia Británica enCanadá, la costa de Noruega, la península de

 Auckland en la isla norte de Nueva Zelanda y la costa

norte y sur oeste de la isla sur de Nueva Zelanda).Grandes islas oceánicas de altas latitudes sometidas

a fuertes vientos oestes, con historias de glaciaciónsemejantes, actualmente desprovistas de bosquespor efecto de esas glaciaciones, donde llueve casitodos los días del año, con congelamientos de suelode poca duración y bajo impacto (Islas Malvinas enSudamérica, Faroe y Shetland en el mar de Noruega;Lord Auckland y Macquarie en el sur del mar deTasmania).

• Espacios con anomalías en la economía mineralde los suelos condicionadas por actividad volcánica y

acentuadas por sobrelavado en climas de los máslluviosos del mundo (Chile y Nueva Zelanda).

En algunos casos estas similaridades hanestimulado investigaciones comparativas profundas ygenerado transferencias unidireccionales. Así haocurrido con el par Islas Faroe (Dinamarca) e IslasMalvinas (Argentina). La expedición danesa de

 

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1978 – 1979 (99)  orientó su investigación forestal atres espacios comparables: las ya indicadas islasFaroe y Malvinas, sin bosques pero con indiciospaleontológicos de su presencia hasta la penúltimaglaciación (hace 11.000 años aproximadamente), y laisla Grande de Tierra del Fuego (muy similar a los

dos anteriores), donde el bosque se salvó porqueexistieron refugios y los árboles pudieron recolonizaral retirarse los hielos.

El razonamiento del trabajo de los daneses, iniciadoen 1975, fue el siguiente: si las Faroe tienen climas,suelos y tipos de vegetación semejantes a los de lasMalvinas y si las Malvinas tienen polen fósil queindica que poseyeron cubierta forestal con lasmismas especies que existen en Tierra del Fuego,puedo esperar que árboles procedentes del extremosur de Argentina y Chile se aclimaten en las Faroe.

Los ensayos de plantación con ejemplares jóvenes

de especies de Sudamérica han dado excelentesresultados; ya crecen 10.000 ejemplares jóvenes deñire, lenga y guindo , tres especies de haya del sur o Nothofagus.

Se debe destacar que casos como el descrito noson frecuentes y que hay un fuerte déficit en cuantoa un tratamiento sistemático y profundo de lasanalogías paisajísticas o geosistémicas entreSudamérica y el resto del mundo. Ese déficit es másagudo en el tratamiento de similaridades entre

regiones sub-desarrolladas, digamos Sudamérica – África - Sudoeste de Asia – India - Madagascar.

Es necesario indicar, sin embargo, que Carl Trollinició una escuela geográfica comparativa y que elInstituto de Geografía de la Universidad de Bonn hanproducido los trabajos más relevantes de« geoecología regional comparativa » de los últimos30 años. En muchos de ellos determinados espaciossudamericanos, particularmente la alta montaña,aparecen como referentes comparativos.

(99) Anónimo, The Danish Scientific Expedition to Patagonia andTierra del Fuego, 1978 – 1979. En Proc. XXIV Inter. Geogr.Congress, Japan, 1980.

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La geoecología como disciplina ha sido asimilada ala Landschaftsökologie   de los alemanes y a la« geobiocenología » de los geógrafos rusos (100). Seocupa de las interacciones entre macroclima, formasde la superficie terrestre, subsuelo, suelo des-compuesto, agua subterránea, suelo, vegetación,

fauna, plagas y malezas, topoclima, microclima yclima del suelo. Pensamos que los geosistemas, en elsentido de Sochava (101), son las unidadesfuncionales - estructurales que maneja la geo-ecología, ya que él la define como « un sistema derelaciones geográficas ».

La geoecología parece ser una disciplina espe-cialmente apta para dar una visiónsintético - geográfica de paisajes naturalesanalógicos.

En este sentido deseamos señalar la presencia detres conjuntos de macropaisajes análogos ubicados

en el Norte y Sudamérica (fig. 26), que Troll destacócon criterio geoecológico (102). Los tres sonconfiguraciones espaciales vinculadas al sistemaandino.

El primero es un par cuya geomorfología es deabolengo glaciar, pero tiene muchos otros atributosgeosistémicos comunes: se trata de la costa defiordos del sur de Alaska y British Columbia enCanadá y su correspondiente analógico en la costadel sur de Chile.

El diseño del macropaisaje semejante incluye lapresencia de grandes islas pegadas al continente enel extremo menos frío de ambos modelos.

El par de grandes islas son la de Vancouver en elhemisferio norte y la de Chiloé en Chile. Los factoresmodeladores semejantes son: un clima fuertemente

oceánico, un higroclima extremadamente lluvioso conprecipitaciones concentradas en los períodos fríos delaño, gran efecto selectivo de la nieve, vientospermanentes del oeste e influencia glaciar pasada yactual.

Los ecosistemas forestales resultantes son par-cialmente semejantes, a pesar de que el « linaje » uorigen de los seres vivos es totalmente distinto(holártico en uno y antártico en otro).

(100) Troll, C., Discurso de introducción. Geoecología de lasregiones montañosas de las Américas tropicales, Proceed. MexicanSymposium, UNESCO, 1968.

(101) Sochava, V. B., « Definición de algunos conceptos ytérminos de geografía física » (en ruso), Dokladi In – ta GhegrafiiSibiri i Dal’niego Vostoka , 3, 1963.

(102) Troll, C., « The cordilleras of the tropical Americas ». EnGeoecology of the tropical Americas, Proc. UNESCO Symp;Colloquium Geographicum, 9, 1968.

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El segundo par disyunto de modelos de paisajessemejantes se refiere a las regiones de climamediterráneo de California y de Chile Central. No setrata sólo de similaridad climática y de estrategiasadaptativas de animales y plantas, sino que incluyesituaciones orográfico - tectónicas parecidas. Estas

abarcan montañas vecinas y paralelas al mar (laCoast Range ): el valle longitudinal o valle de SanJoaquín en California, que es un valle tectónico, y lasierra Nevada, ubicada tierra adentro ennorteamérica. Sus equivalentes sudamericanos son:la Cordillera de la Costa, el Valle Longitudinal deChile y el macizo andino.

Un tercer modelo de macropaisajes similares loconstituyen los altiplanos bisectados por los trópicosde Cáncer y de Capricornio: la meseta de México y el

 Altiplano de Perú, Bolivia, Argentina y Chile. Estasmesetas son sólo un elemento de un conjunto de

paisajes similares.Por un lado están las pendientes orientales de lastierras altas que reciben lluvias orográficasabundantes. En México, la humedad proviene de losalisios del NE y en Bolivia y Perú, de los alisios del

SE. Por otro lado están los « bolsones »intermontanos con aridez creciente hacia los polos.Las precipitaciones en la Mesa mexicana son tanaltas como en la cuenca del Titicaca.Hacia el nortede la Mesa mexicana aparecen las cuencas dedesagüe interno y los bolsones áridos del norte de

México y Sudoeste de EE.UU., hasta llegar a la GranCuenca. En Sudamérica, la cuenca del Titicaca secomunica hacia el sur con altiplanos cada vez mássecos hasta llegar a la Puna de Atacama. que es elmacroespacio de alta montaña más árido del mundo(Troll, op. cit ., p. 17). En ambos espacios el límitesuperior de la aridez se toca con las nieves eternas.

La analogía incluye la presencia de dos grandeslagos (Texcoco y Titicaca) en el epicentro de ambasáreas y el desarrollo de dos culturas lacustres, lallamada chinanpera  en el valle de México y la de latotora   (una planta graminiforme que es el material

de construcción básico) de los indios Uru en elTiticaca. Por último, ambos (conjuntos alojaban lasdos culturas más evolucionadas de América Latina ala llegada de los españoles.

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 A nivel de unidades estructurales de primer ordenllama la atención que mientras las llanuras y losrelieves antiguos han sido estudiadoscomparativamente, sólo desde el punto de vistageológico y paleontológico, las altas montañasposeen una rica información vinculada a geosistemasanálogos (103). A nivel de regiones, Lauer (v. nota 78) trató África

y Sudamérica desde el punto de vista ecoclimático enfunción de la duración de las estaciones húmedas ysecas. Su mapa muestra la distribución espacial deáreas con distinto número de meses húmedos yáridos de los dos continentes.

En ese trabajo hay una adecuada descripción de lostipos de vegetación analógicos en cada par degrandes ambientes definidos por la estacionalidad

hídrica. Se trata, hasta donde sabemos, de la únicavisión analógica sintética entre ambos continentes;lamentablemente ha perdido vigencia, porque desde

su aparición en 1952, la información climática yvegetacional ha pegado un salto cualitativo, tanto en

 África como en Sudamérica. En nuestra opinión, laactualización del mapa de tipos climáticosombrotérmicos de Lauer, hecho hace 30 años, es unpaso imprescindible para comenzar a estudiaranalogías geoecológicas entre África y Sudamérica.

Lauer es el único que trató simultáneamente losmacizos montañosos, las grandes llanuras y los re-lieves antiguo: de ambos continentes y lo hizo a dosniveles, clima estacional y tipo de vegetación.

(103) Ver por ejemplo, Gómez Molina, E. y Little, A., « Geoecologyof the Andes », Mount. Res. and Develop. 1 (2), 1981.

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En cuanto a los análisis comparativos que se hanhecho de los sistemas de altas montañas del mundo,dos de ellos aparecen en las figuras 27 y 28.

En la figura 27  se ha actualizado la imagensimplificada que hizo Humboldt en su GemälderderTropenländer  para mostrar la zonación vertical de los

factores físicos y biológicos. Troll probó que esazonación es válida solamente para las montañasecuatoriales que tienen climas húmedos durante todoel año. Es únicamente en dichas montañas donde sepuede hablar de tierra caliente, templada, fría,helada y nevada (104).

En la figura 27 se establecen las equivalencias depisos altitudinales o zonación vertical de lavegetación en sistemas montañosos altos, tropicalesy húmedos, de Malasia, África Oriental, Colombia,Perú, Bolivia, México, el Himlaya oriental y Hawai. Alrecorrer las equivalencias aparecen analogías muy

fuertes entre Colombia y Perú - Bolivia por un lado yel Himalaya Oriental por otro. En otro nivel desemejanza aparecen el par de perfilessudamericanos, Colombia, Perú, Bolivia, México yMalasia.

Las analogías del par sudamericano con ÁfricaOriental sólo pueden establecerse desde los1.700 - 2.300 m de altura para arriba. No obstante,son impresionantes las similaridades de formas devida entre el arbustal de Ceja de Sudamérica y elarbustal de Ericáceas de África y el Páramo defrailejones (Espeletia ) y su equivalente africano del« bosque de Lobelia y Senecio  ».

La figura 28  a pesar de su simplicidad, es riquí-sima en sugerencias comparativas. En ella se pre-sentan perfiles transhemisféricos de los espaciosmontañosos más importantes del globo y la ubicaciónde la línea de nieve eterna (snow line ). A los finescomparativos deben destacarse ciertas conclusiones.

• En cuanto a ubicación planetaria y posición dellímite de nieve, surge que el conjuntoDhaulag - Everest del Himalaya admite comparacióncon el conjunto Tres Cruces - Llullaillaco, del macizoandino y que los altos volcanes Lanin y Tronador deSudamérica son comparables con el Monte Cook de

 Australia.

• Surge también una bastante baja viabilidad com-parativa entre el Altiplano peruano - boliviano y el delTibet. Esta baja comparabilidad es conocida por losgeógrafos y ecólogos peruanos (Peñaherrera del

 Águila, in litt .), pero siempre despertó el interéscomparativo de algunos autores europeos (Schwabe,nota 78, fig. 1, pág. 115). Los perfiles de la figura28  orientan la búsqueda de un referentecomparativo del Tibet hacia el extremo sur del

 Altiplano sudamericano, digamos hacia la Puna de

 Argentina, específicamente en la provincia deCatamarca.

• El propio Troll ha destacado que en las altas me-

setas del Asia central y en la Puna argentino - chi-lena, es donde el límite de la nieve eterna alcanza lasalturas mayores del globo (alrededor de los 6.000m), lo que coincide también con los dos limites másaltos de las fajas áridas. En ambos espacios elgeosistema árido trepa hasta ponerse directamente

en contacto con la nieve eterna.Por último queremos referirnos a una analogía de

« sistemas de vinculación » norte - sur. Se trata delos dos puentes que permitieron intercambios demáquinas biológicas de linaje Antártico, Subantárticoy Holártico entre los dos hemisferios. Estos puentestranshemisféricos son responsables de que hoyencontremos robles (Quercus ) en Colombia, nogales(Juglans ) en Catamarca (Argentina) y aún pinos(Pinus ) por debajo del Ecuador en Sumatra.

(104) Tierra caliente: es aquella donde los geosistemas son

idénticos a los de la llanura vecina. La única influencia montanaderiva de la energía del relieve. Tierra templada:  Es aquella dondela montaña, además de la energía del relieve, incorpora unainfluencia térmica neta. No se dan los cultivos hipermegatérmicos,tipo cacao, Hevea,  chicle; admite cultivos tropicales,fundamentalmente caña de azúcar, plátano, café, arábigo y citrus.Nunca hiela. Tierra fría: hay temperatura por debajo de 0°. Entrela tierra templada y la fría aparece lo que Holdridge llama línea deescarcha o templada crítica. Como fenómeno orográfico seincorporan las nieblas diarias (como factor ecológico prepotente) yse habla de bosques siempreverdes de neblina. Tierra helada:  Presencia de procesos de congelamiento y descongelamientonictodiurnos del agua y del suelo. Entre la tierra fría y la heladaestá el límite altitudinal del bosque como ecosistema dedistribución continua. Tierra nival:  con nieve perpetua.

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En la figura 29 aparecen los dos sistemas de vin-culación las Cordilleras del Norte, Centro ySudamérica y la cadena de montañas peninsulares einsulares que se extiende desde Indochina hacia elsur, pasando por Nueva Guinea, Nueva Caledonia yNueva Zelanda. Ambos puentes son geológicamente

muy jóvenes y conforman sistemas de montaña quecomunican las regiones norteñas, llamadasHolárticas, con las Antárticas y Subantárticas.

Según Troll (105), en ambos puentes terrestres seprodujeron migraciones de plantas y animales desdeel sur y el norte hacia las altas montañas tropicales.

2. Ámbitos naturales distintos

a. Asimetría natural entre los hemisferiosnorte y sur

Para rescatar lo singular de la geoecologíasudamericana es importante hacer una evaluaciónmuy sintética de la asimetría existente entre elHemisferio « continental » y el « oceánico ».

Una reflexión de Troll (105)  hecha hace más de 2años, es central a este análisis. Este autor indicó quelas ciencias de la naturaleza se desarrollaron enEuropa central y occidental, es decir, en el « polosólido de la tierra », lo que hace difícil lacomprensión y aún la elaboración teórica de

elementos y procesos que ocurren en el continenteque penetra más profundamente en el « hemisferiolíquido de planeta », es decir, Sudamérica.

Que Sudamérica sea una península que penetra enel continente oceánico, parece haberprecondicionado un arreglo físico de la regiónabsolutamente distinto al de los continentespertenecientes al hemisferio « terrestre ».

(105) Troll, C., « Die tropischen Gebirge », Bonner Geogr. Abh.Heft 25, 1959.

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Por otro lado el hecho de que las ciencias de latierra hayan evolucionado interpretando elementos yprocesos en un hemisferio continental y luegotrasladado sus hipótesis al hemisferio oceánico, haconducido a graves simplificaciones y sobre todo ahomologaciones equivocadas que aún hoy oscurecenel conocimiento de las singularidades de Sudamérica. Veamos algún ejemplo: el paradigma de que la

altitud   simula o compensa la latitud , surge de lacomparación de los pisos altitudinales de los Alpescon las zonas de vegetación organizadashorizontalmente hacia el polo norte. Más tarde esteparadigma se traslada a Norteamérica, donde resultafuncional. Así surge, entre otras, la tipología dezonas latitudinales norteamericanas de Merrian, en1898, en la que los términos Zona Canadiense, Zona

Hudsoniana y Zona Ártico Alpina se usanindistintamente para fajas equipotenciales degeosistemas organizadas en sentido latitudinal yaltitudinal.

Ese paradigma se traslada a las altas montañastropicales de Sudamérica. En ese traslado acrítico nose tiene en cuenta que la montaña tropical denuestro continente es un elemento estructural ygeoecológico único en el globo. Lo singular denuestra montaña aparece en la fig. 28, donde, en elbloque central, se han colocado de arriba abajo losperfiles de montaña intertropical de Asia, África y

Latinoamérica.En ella se ve que desde el borde Caribe deSudamérica la sierra Nevada de Santa Marta en Co-

lombia inicia un universo único de montaña altadonde casi sin interrupciones se pasa el trópico deCapricornio con masas que se elevan por encima delas nieves eternas y tienen la secuencia completa depisos altitérmicos. En África esas secuencias sólo sedan de manera importante en el Monte Kenya y en elKilimajaro, y en Asia en el Karstensz (cf. fig. 23.) Al trasladar acríticamente el paradigma equivalencia

latitud - altitud, se oscurece el hecho fundamental deque en las latitudes altas hay climas térmicosexclusivamente estacionales mientras que en lasmontañas ecuatoriales hay exclusivamente climastérmicos diarios o nictodiurnos en todos los pisosaltitudinales. Eso es fundamental para Sudamérica,porque es el único continente que tiene alta montañacontinua desde los 11° N hasta el trópico de

Capricornio (cf. fig. 28).En textos antiguos - y no tan antiguos - aparecenmontañas tropicales con un piso llamado alpinetundra   (106). que es casi como si en la llanura y abajas altitudes nosotros nos refiriéramos al complejo« selva Amazónica - selva Subantártica ». Elparadigma ha sido asumido por autoressudamericanos y en la literatura aparecen perfilescomparativos entre pisos altitudinales del Ecuador y

(106) Alle, W., y Emerson, A. et. al., Principles of animal ecology. Philadelphia, 1949.

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fajas latitudinales como el de la figura 30, queresultan en un « wrong conception of the ecology ofthe region » (107).

(107) Troll, C. « The cordilleras of the tropical Americas ». EnGeoecology of the mountainous regions of the tropical Americas, Colloquium Geographicum, Bonn, 1968, p. 17.

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La clasificación de zonas de vida de Holdridge y eldiagrama bioclimático que la guía (108) adolece de lamisma limitación. Así, en el Mapa Ecológico del Perúse establece (pág. 8): « La región latitudinal tropicales la única región donde es posible encontrar todaslas fajas o pisos altitudinales equivalentes a las

regiones latitudinales a nivel del mar, que sedistinguiría desde el Ecuador o línea ecuatorial hastacualquiera de los polos » (109).

Lo anterior nos lleva a analizar las propiedades quese suelen llamar equipotenciales  de los geosistemasy su forma de presentarse en Sudamérica. Noslimitaremos a las bandas latitudinales.

Una propiedad general de los geosistemas consisteen su capacidad de organizarse en fajas o bandas,respondiendo a gradientes térmicos altitudinales ylatitudinales. Esas secuencias o pautas de asociaciónreflejan aspectos equipotenciales o zonales de la

estructura geosistémica. Aquí tienen cabida laszonaciones altitudinales (pisos) y latitudinales(bandas) debidas a efectos climáticos (nota 7, pág.83).

Si se construye un continente - síntesis en cadahemisferio como el de la figura 31, aparececlarísimo que todas las asimetrías biofísicasexistentes entre el hemisferio norte y el sur (110)  encuanto a arreglo de fajas de vegetación (y aún depisos altitudinales) se deben fundamentalmente auna distribución asimétrica de tierra y agua, enlatitudes altas.

Independientemente de que el hemisferio norteestá ocupado en un 40 % por tierra firme, mientrasque en el sur los océanos hacen el 85 % del espaciohemisférico, la figura 31  rescata el hecho obviopero pocas veces visualizado de que mientras en elhemisferio norte el gradiente del Ecuador a los poloses de continentalidad creciente, en el hemisferio surlo es de oceanidad creciente. Analizados los dos continentes « resumen », apa-

rece que mientras en el hemisferio norte loscinturones geosistémicos tienen una clara orientacióneste-oeste, en el sur, desde los 25° de latitud haciael polo, la organización dominante es de recorrido

aproximadamente norte - sur. A pesar de la sobresimplificación de los

« continentes – síntesis » podemos identificar cuálesson los grandes geosistemas del norte que estánpobremente representados en el sur y viceversa.

Los cinturones geosistémicos arealmente relevantesen el norte que no aparecen o están pobrementerepresentados en el sur son:

• Grandes desiertos calientes , tipo Sahara, Arabia. El símil ecológico del sur es de área reduciday se ubica en Australia.

• Desiertos continentales templados coninviernos fríos , tipo Asia central. Totalmenteausentes en el sur.

• Pastizales continentales con inviernos fríos  (cubierta de nieve), tipo Ucrania y Grandes Llanurasde Norteamérica y Canadá. Totalmente ausentes enel hemisferio sur.

• Bosques oceánicos y suboceánicos de clima

templado frío, siempreverdes caducifolios  (tipoEste de EE.UU., Japón). Ausentes en el sur.

• Bosque boreal de coníferas . Ausente en el sur.

• Tundra subártica . Ausente en el sur.

Las fajas geosistémicas presentes en el sur yausentes o escasamente representadas en el norteson:

• Desiertos costeros   con veranosmoderadamente calientes, tipo Namibia. Ausentes enel norte.

• Desiertos costeros con « garúa »   (neblinasbajas que se condensan frente a obstáculos), tipo« loma » peruana. Ausentes en el norte.

• Pastizales subtropicales, tipo Veld sudafricanoo Pampas. Ausente en el norte.

• Selva pluvial subtropical , tipoargentino - boliviano. Ausente en el norte.

• Bosque pluvial de clima templado , tipo selvavaldiviana de Chile. Totalmente ausente en el norte.(Es necesario aclarar que bajo el nombre de bosqueandino - patagónico o subantártico se incluyen

geosistemas forestales totalmente distintos, desdelos caducifolios que hacen el límite forestal en los Andes patagónicos, hasta una verdadera selva conlianas, epífitas y bambúes de clara estructura tropicalde montaña, como lo es la selva valdiviana.)

• Pastizales templado - fríos con inviernossuaves , tipo Patagonia subandina, - tanto del ladochileno como argentino - y Nueva Zelanda.

• Pastizales en manojo o fasciculados conplantas en cojín y turberas , tipoFuego - Patagonia e islas Crozet, Kerguelen, Lord

 Auckland y Malvinas. Ausentes en el norte a latitudessemejantes.

(108) ONERM, Mapa ecológico del Perú. ONERM, Perú, 1976.

(109) Este es un de los déficits del Sistema de Zonas de Vida deHoldridge que motivaron la exclusión de los llamados « MapasEcológicos » de este tratamiento ecológico – biofísico de Sudamérica.No obstante, debe indicarse que con este sistema se ha espacializadobioclimáticamente el 25% del continente, que su uso es generalizadoen los países andinos con excepción de Chile y Argentina y quenumerosos autores lo consideran una herramienta de discriminaciónvaliosa en espacios con baja información climática y ecológica.

(110) En la fig. 31 hemos colocado lado a lado los « continentes –síntesis » de cada hemisferio, haciendo coincidir su posiciónlatitudinal, para tener una visión espacial de cuánto se « oceaniza »

el hemisferio sur hacia el Polo sur y cuánto se « continentaliza »elhemisferio norte hacia el Polo norte.

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Si analizamos el ordenamiento tridimensional de lostipos de vegetación de clima húmedo del mundo(fig. 32), descubrimos las siguientes diferenciasentre los dos hemisferios:

• Ausencia de geosistemas de Tundra en el hemis-ferio sur, porque falta un espacio con inviernos muyfríos y veranos relativamente calientes de altaluminosidad y prácticamente libres de heladas.

• Por la continentalidad, el límite de la nieveperpetua en el hemisferio norte llega al nivel del marmucho más cerca del polo (86 grados de latitudnorte) que en el hemisferio sur.

• Los bosques boreales de coníferas que comienzanen México como bosques de montaña y se hacen dellanura en Canadá y en el norte de EE.UU., estánausentes en Sudamérica.

• Igual ausencia ocurre con los bosques mixtos de-ciduos y los de coníferas y los bosques deciduos ysiempreverdes de hoja ancha tan característicos delHimalaya Oriental.

• El geosistema Páramo está a caballo de los doshemisferios, llegando por el norte hasta Costa Rica.

 Además, una superficie sustantiva del mismo está enla porción correspondiente al hemisferio norte deSudamérica.

• El geosistema Puna es exclusivamente sudameri-cano, lo mismo que la selva pluvial subtropical, elbosque pluvial de clima fresco-templado y el cin-

turón subantártico de pastizales fasciculados(tussock grassland ).

• El ordenamiento de la figura 32  permitedestacar el hecho muy importante de que en elinterior de Sudamérica hay condiciones ecológicascomparables entre geosistemas muy distantes. Lostipos de vegetación y la arquitectura de las plantas(formas biológicas) que aparecen en la Ceja demontaña o selva de neblina, ubicada a los2.700 - 3.400 m en Perú y Bolivia, sonabsolutamente comparables a los del bosque pluvialfresco - templado del sur de Chile, casi al nivel delmar.

También son semejantes la arquitecturas de lasplantas del Páramo con las de las islas de granoceanidad de altas latitudes y que se engloban en elcinturón subantártico de pastos fasciculados.

Las arquitecturas tan particulares de ciertas plantasde! Páramo como los pastos fasciculados o pajonales(ichu  en idioma quechua), las plantas arrosetadas ycubiertas de pelos y los cojines duros (Cushionplants ), aparecen tanto en el Páramo como en laPuna húmeda para reaparecer en las islas

Kuerguelen, Lord Auckland, Croizet, la isla Grande deTierra del Fuego y las Malvinas, que son los espaciosterrestres más oceánicos del mundo.

Queda así incorporado un paradigma geoecológicoque es válido para el hemisferio sur, la analogíageosistémica entre las altas montañas tropicales y losespacios subantárticos fuertemente oceánicos. 

Si en el hemisferio norte la organización vertical delos geosistemas se corresponde con la latitudinal, en

el sur hay una organización en pisos en la montañatropical que tiene su símil con los ecosistemas queevolucionaron bajo condiciones de fuerte oceanidad.Hay efectiva compensación de factores y losgeosistemas evolucionaron bajo presiones selectivasdel medio ambiente que dieron por resultadosoluciones adaptativas semejantes.

En la figura 32  se han indicado con los mismosgrafismos estos geosistemas análogos: Páramo ybosque de neblina o ceja, en la alta montañatropical; y pastizal fasciculado y bosque pluvialfresco - templado en altas latitudes.

Troll fue el descubridor de este tipo decompensación de factores y de lo que podríamosllamar la oceanidad de altas latitudes compensandola altitud en el trópico húmedo sudamericano. Actualmente sabemos que existen analogías

semejantes entre los geosistemas áridos de la Punatropical y el extremo más oceánico de la Patagoniaárida en Santa Cruz, Argentina, lo que amplía lavalidez del paradigma de la analogía de montaña altatropical y espacios oceánicos subantárticos.

El hecho de que Sudamérica sea el continente másoceánico del planeta (su forma lo hace más oceánicoque el continente - isla de Australia) sumado a lasinfluencias de primer orden de la cordillera y lacorriente de Humboldt - El Niño, hace que laestructura equipotencial en cinturones o fajaslatitudinales aparezca oculta o deformada, es decir,que sea críptica. Veamos algunas consecuencias del juego entre la

oceanidad, presencia de alta montaña continua ycorrientes marinas Pacíficas.

• En primer lugar, el hemisferio norte comoglobalidad es más caliente que el hemisferio sur. Elprimero tiene una temperatura media de 15,2 gradoscentígrados y el segundo 13,3.

• El hemisferio sur es obviamente menoscontrastado entre invierno y verano, sus diferenciasentre las medias de enero y julio son de 7,4 gradoscentígrados, mientras que en el norte son de 14,3. Simiramos las isotermas a nivel del mar de los doscontinentes en sus respectivos veranos (fig. 33),vemos que el 80 % del continente queda ubicado porencima de la isoterma de 25 grados (promedio de

 julio y agosto para el hemisferio norte y enero yfebrero para el hemisferio sur), 65 % de la tierrafirme está ubicada por debajo de dicha isoterma.

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• En Sudamérica las isotermas menores de 15grados incluyen superficies muy pequeñas delcontinente, mientras que en el hemisferio norte se daexactamente la inversa. Por último, la isoterma de 5grados ya no alcanza Sudamérica, es oceánica; en elnorte ocupa superficies importantes en Groenlandia y

Norteamérica.• Por otro lado, la influencia de las corrientes

Humboldt y de las Malvinas crea penetraciones haciael norte de las isotermas de 20 y 25 grados llevandotemperaturas frescas a latitudes tropicales ysubtropicales.

• En invierno (fig. 34) la diferencia entre los conti-nentes de ambos hemisferios es dramática. Elcontinente sudamericano se ubica totalmente porencima de la isoterma de 5 grados (la isoterma de 0grados es oceánica y pasa por el Canal de Drake quesepara Fuego - Patagonia de la Antártida).En el norte

la isoterma de 5 grados bisecta las porciones másextensas de Eurasia y Norteamérica y la de O gradosengloba casi el 70 % de las masas continentales declimas templado - fríos. Debe destacarse además queel invierno es la única época del año en queSudamérica se organiza en fajas térmicas derecorrido oeste - este. Si miramos el mapa de ladistribución mundial del número de días con heladaspor año (fig. 35) vemos que mientras en elhemisferio norte hay amplias superficies ocupadaspor suelos permanentemente congelados(permafrost ) y grandes espacios donde hay menosde 90 días sin heladas al año, tales situaciones faltanen Sudamérica.

• La mitad de Sudamérica se ubica en el espaciodonde nunca hay helada, situación compartida con

 África y Asia Sudoriental, donde la situación es aúnmás favorable.

• En nuestro continente una combinación deprocesos derivados de la circulación general de la

atmósfera (avance de masas de aire de la Antártida einfluencia de la cordillera) hace que la faja deheladas esporádicas penetre profundamente en eltrópico en el planalto brasileño y en los espacioscordilleranos.

En síntesis, la oceanidad, la cordillera de los Andesy las corrientes marinas han codiseñado   uncontinente sudamericano donde la propiedad equi-potencial de los geosistemas en el sentido de orde-narse latitudinalmente en bandas o fajas, apareceoculta, lo que hace difícil su interpretación porinvestigadores tradicionalmente familiarizados con las

zonaciones de Eurasia y Norteamérica.Desiertos desde el nivel del mar hasta los 6.000 m,

altiplanos siempre húmedos tropicales, nieve eternatropical tocándose con el desierto, bosques pluvialesfrescos con estrategias adaptativas de selva pluvialtropical (picaflores, bambuseas, lianas, epífitas) yzonas áridas costeras a latitudes de 50 grados sur,son algunos de los geosistemas únicos de Suda-mérica, que no tienen contraparte comparativa en elhemisferio norte.

Por último, cabe indicar que la simetría entre loshemisferios también se hace evidente cuando

analizamos las relaciones entre tierras emergidas ylas características físicas de los océanos contiguos.

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Por ejemplo, en la figura 36 vemos que el gruesode las tierras emergidas del hemisferio norte tienenrelaciones de contigüidad con aguas oceánicas desuperficie fría (0 a 10°). En el hemisferio sur, por elcontrario, las grandes masas continentales estánrodeadas fundamentalmente de aguas calientes (más

de 20° de temperatura media anual en la superficie).Conviene destacar también que Sudamérica es el

único continente del hemisferio sur (exceptuando la Antártida) que penetra efectivamente en aguas frías(0 a 10° en la superficie).

b. Asimetría inducida por el hombre

En la actualidad, el rango diferencial más importan-te parece residir en los cambios operados en latierra, el agua y el aire como consecuencia deldesarrollo industrial asimétrico de los doshemisferios.

Por ejemplo, ya se sabe que el cambio de lastemperaturas medias del aire del hemisferio norte,en el sentido de calentamiento general ocurridodurante la era industrial, es muy superior al del

hemisferio sur

(111)

.También se sabe que la proporción de CO2  en laatmósfera del hemisferio sur, es inferior a la delnorte. En cálculos efectuados con el uso de modelosmatemáticos (nota 111, pág. 6) se indica que si seduplicase la proporción de CO2  en el planeta, cosaque se estima puede ocurrir a mediados del próximosiglo, el calentamiento del hemisferio sur será menorque el promedio mundial, y mucho menor que el queocurrirá en el hemisferio norte.

La figura 37  ilustra otra asimetría notable entrelos dos hemisferios: el enturbiamiento de laatmósfera por el polvo. En el hemisferio sur los

espacios con polvo en suspensión se ubican en lainmediata vecindad de los desiertos y su origen es

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natural. En el hemisferio boreal, en el mar del Nortey en el este de los Estados Unidos, el enturbiamientose debe casi exclusivamente a material procedentede humos de la industria.

Los programas de vigilancia de la atmósfera y de lacalidad de las aguas (ambos incluidos en el SistemaMundial de Vigilancia del Medio Ambiente, iniciadopor el Programa de las Naciones Unidas para elMedio Ambiente) están produciendo informaciónpermanente que revela que los problemas de lapolución, es decir, cambios de propiedades yconcentraciones de los dos fluidos básicos de labiosfera, tienen una dimensión y una gravedad en elhemisferio norte y otra muy distinta en el hemisferioaustral.

Para citar sólo un ejemplo, podemos indicar que la

presencia de plomo y mercurio en la atmósfera,medida por la acumulación de estos dos elementosen las capas de los glaciares del norte y del sur,«atestigua un incremento reciente rápido, mayor enel hemisferio norte que en el austral» (112).

En un futuro muy cercano, las distintas redes querealizan labores de vigilancia ecológica dentro delSistema Mundial de Vigilancia del Medio Ambiente,habrán producido datos que permitirán evaluar en su

real magnitud las diferencias existentes entre los doshemisferios en cuanto a los contaminantes másimportantes.

La extrema juventud de las redes de vigilancia haceimposible tener en la actualidad una adecuadainformación al respecto. Baste recordar que elproyecto relativo a la vigilancia mundial de la calidaddel agua (GEMS / WATER) se puso en marcha reciénen 1976, y que actualmente tiene constituido unesqueleto de estaciones de muestreo que es tresveces más reducido que el previsto (400 estacionesde las 1.200 programadas).

(112) Margalef, R., Ecología, Omega, Barcelona, 1974, p. 805.

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 V. Heterogeneidad interna del continente

Elementos y procesos que condicionan ladiversidad regional

En los próximos capítulos se identifican los rasgosestructurales – funcionales que condicionan laheterogeneidad interna de la región, y se delimitan ydescriben los grandes ecosistemas tradicionalesreconocidos.

Para subregionalizar se ha procedido de la siguientemanera: en un acápite inicial se explican once rasgosde la región a los que se les atribuye importancia enla estructuración y el funcionamiento de losmacroambientes de la misma. Es una manera de ver,lo más dinámicamente posible, la interacción entreestructuras naturales y sus consecuencias pasadas,presentes y futuras; éstas últimas en relación con elproceso de humanización del paisaje, el que hastaahora se ha realizado para « satisfacer lasnecesidades de un modelo de crecimiento anárquicoy descontrolado (113) ».

Más adelante se hará una descripción de lasgrandes unidades biogeográficas de la región. Es unadelimitación de base fuertemente biológica, es decir,

de grandes ecosistemas (114), tradicionalmente usadacomo « fondo » espacial por numerosas disciplinas

no biológicas que se ocupan de problemassubregionales.El significado de los nombres de las unidades no

necesita decodificación o desciframiento ya que seusa habitualmente, por ejemplo, en las oficinasregionales de la UNESCO, la FAO y el PNUMA y endistintas unidades de la CEPAL.

(113) Olivier, S. R., Ecología y subdesarrollo en América Latina ,Siglo XXI, 1981.

(114) En todo el texto el término ecosistema   aparece cuando eltratamiento de los sistemas naturales se centra en los seres vivos.El término geosistema  se centra en lo físico y espacial (v. nota 5).Esta distinción se hace cada vez más necesaria, ya que muchasdisciplinas que se ocupan de la tierra   adjudican al componenteabiótico un papel protagónico esencial, mientras que elcomponente biótico tiene un papel más modesto.

(115) Ver nota 29.

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Lo que puede perderse en rigor científico por laheterogeneidad interna de cada unidad se gana encomunicación interdisciplinaria (116).

Los rasgos esenciales de Sudamérica fuerontratados en el capítulo IV . Aquí se identifican ycomentan elementos y procesos estructurantes queexplican el funcionamiento subregional delcontinente, es decir, su heterogeneidad interna.

En algunos casos se recurre al pasado para explicarla diversidad biológica presente, como en el de lasglaciaciones. En otros se utiliza lo biofísico naturalpara interpretar el uso que el hombre ha hecho deuna oferta subregional amosaicada y diversificada,como en el caso stock   genético de la cordilleraandina. Por último, cuando corresponde, se

introducen reflexiones sobre el dinamismo deeventos naturales que explican el funcionamientosubregional, como en los casos de las inundaciones,

los terremotos, deslizamientos de tierra, etc.Con estos criterios consideramos que los elementos

y procesos estructurantes de la diversidad de

Sudamérica son los que siguen.

1. La cordillera como organizador

 Ya se indicó en el capítulo IV , punto a, que elsistema andino conforma la estructura fluvial ydetermina el régimen de lluvias de gran parte delcontinente.

(116) Morello, J., « Ecorregión del Macizo de Santa Marta,Colombia ». En Proyecto piloto de ecodesarrollo en Colombia, UNEP, ORLA, 1976.

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2. La cordillera como espacio altamentediversificado y de fuerte contrastesbiofísicos entre microáreas muy cercanas

En Sudamérica tropical se puede acceder desde elocéano hasta la nieve eterna en distancias verticales

de 5 a 6 km y horizontales de 40 a 50 km, pasandopor todos los ecosistemas de la montañasiemprehúmeda (Sierra Nevada de Santa Marta, enColombia) o de la montaña árida - semiárida(Ecuador).

La variedad de climas locales o topoclimas ,condicionados por la altitud y exposición, se reflejaen la aparición de geosistemas muy distintosubicados a cortas distancias verticales y horizontales.Digamos que en la montaña del trópico húmedoentre un geosistema apto para cultivo de cacao yuno para cultivo de trigo hay una distancia vertical

de 1,5 a 2 km (fig. 38)(116)

.Lo anterior permite una amplísima diversificaciónagroproductiva, tanto en los calendarios como en lostipos de cultivo. A título de ejemplos, en las figuras 38 y 39 

aparecen los rangos altitudinales en los que serealizan, con viabilidad ecológica y económica, ciertasactividades de caza, pesca, cría y cultivo en los

 Andes húmedos tropicales del norte de Sudamérica(Colombia).

En el cuadro 1  aparece la distribución cualitativadel ganado doméstico en fincas de laderas andinasde América Tropical según Fernández Baca (117),combinando la oferta térmica, la oferta de lluvias ylos factores de compensación que determina laaltitud.

Un ejemplo de heterogeneidad e integraciónvertical de subsistemas pecuarios y agrícolas en losaltos Andes ecuatoriales aparece en la figura 40. Setrata de las laderas orientales del valle interandino enla provincia de Chimborazo, en Ecuador (118). Suszonas productoras se distribuyen a lo largo de ungradiente vertical que se extiende desde el fondo delaltivalle interandino, a los 2.300 m sobre el nivel delmar, hasta los páramos, por encima de los 4.000 m,

conformando así una serie de zonas agroecológicasdistintas, muy cercanas unas a otras.

(117) Fernández Baca, Saul, « La producción pecuaria comocomponente del desarrollo agrícola en las zonas de ladera de América Tropical ». En Agricultura de Ladera en América Tropical, CATIE, 1981.

(118) Cornick, T. R. y Kirby, R. A., « Interacciones de cultivos yproducción animal en la generación de tecnología en zonas deladera ». En  Agricultura de Ladera en América Tropical, CATIE,1981.

(119) Blanco Galdós, O. B., « Recursos genéticos y tecnología de

los altos Andes ». En  Agricultura de ladera en América Tropical ,CATIE, 1981.

3. La cordillera como banco genético

Es residencia de un amplio repertorio de plantascultivadas en la época prehispánica y en la

actualidad, de animales domesticados y de parientessilvestres de los mismos.

La base del éxito de la agricultura en la cordillerareside en un esfuerzo humano permanente, en la« gran variabilidad genética de las plantascorrespondientes a la multiplicidad de microclimas yen la prolija evolución tecnológica del pobladorandino, fruto de milenios de experiencia (119) ».

Esta variabilidad genética natural no sólo sematerializó en el número de especies domesticadassino también en la diversidad de cultivares ygenotipos especializados a cada uno de los

microambientes o nichos biofísicos andinos. Así florecieron civilizaciones donde el grueso de lapoblación era prácticamente vegetariana, ya que laganadería mayor (llama y alpaca) estaba másdestinada a producción de lana y transporte de cargaque a producción de carne.

El maíz y la papa fueron los cultivos centrales, perode ninguna manera los únicos. Como lo indica Galdós(nota 115, pág. 298) durante muchos siglos se hansembrado y aún se siembran granos, tubérculos yraíces mucho menos conocidos y difundidos que lapapa y el maíz, pero de igual o mayor valor

alimenticio y adaptativo.Por ejemplo, hay tres especies de tubérculosalimenticios muy parecidos a la papa - tanto en sus

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hábitos de crecimiento como en sus productosutilizables (120) - con los que se puede avanzar en elcultivo, hasta más arriba de los 3.800 m.

Con las papas « amargas », que pertenecen aespecies distintas de la papa común (121), se puedencultivar áreas extremadamente heladoras, con

temperaturas vecinas a 10 ° C bajo cero. Su carácterde « amargas » las hace consumibles sólo despuésde que han sido sometidas a procesos decongelamiento y desecación, dando un productollamado localmente chuño, moraya o tunta .

Los cultivos de granos, además del maíz y el porotoo frijol (Phaseolus ) incluyen cuatro especies de altaimportancia nutricional (122)  de las que la qañiwa   esde gran resistencia a las heladas (igual que las papasamargas). Por otro lado, el tarwi  aparece como unode los cultivos de mayores perspectivas por el valorproteínico y energético de sus semillas.

Por último, existe un vasto material genéticodisponible de los dos camélidos sudamericanosdomesticados, la llama y la alpaca, que puedeproporcionar mediante mejoramiento zootécnicorazas de carne, de lana y carne, y aún razas de triplepropósito en el caso de la llama (carne, lana ycarga). El cuye  o conejito de Indias es otro banco degermoplasma andino para ganadería de solar oganadería doméstica.

Integrando variedad de ambientes y repertorio deplantas y animales podemos considerar el sistemaandino como un macroespacio de altísima diversidadbiofísica y de recursos genéticos igualmente variadostanto en especies silvestres como cultivadas y / odomesticadas.

Prácticamente cada valle o grupo de valles, cadaladera o grupo de laderas, es distinto a su vecino.Los Andes, y muy particularmente los Andestropicales, aparecen como uno de los mosaicosfísicos y biológicos más abigarrados y diversos delmundo, a la par que poseen un banco de tecnologíasrurales apropiadas de alta montaña casi único y sólocomparable con los altiplanos asiáticos.

(120) Se trata de la « oca » (Oxalis tuberosa ), el « olluco »(Ullucus tuberosus ) y el « añu » (Tropaeolum tuberosum ).

(121) La papa común es Solanum tuberosum y las papas « amargas »pertenecen a dos especies: S. juzepczuckii y S. curtilobum.

(122) « Quinoa » (Chenopodium quinoa ), « qañiwa » (Ch.pallidicaule ), « kiwicha » ( Amaranthus caudatus ) y « tarwi » ( Lupinusmutabilis ).

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4. El macizo andino como generador deacontecimientos naturales drásticos

La juventud de la cordillera es causa de eventostectónicos actuales, tales como ascensos

diferenciales de bloques, vulcanismo activo,terremotos, etc. Estos procesos son llamados« movimientos póstumos de la orogenia andina » enla literatura geotectónica que se ocupa del pasadoreciente de la cordillera.

Lo anterior hace que los geosistemas de lamontaña y de una enorme área de influencia en lallanura circundante, estén sujetos a pulsos naturalesdrásticos originados o sinergizados por la cordillera. Algunos de estos pulsos son considerados

catastróficos porque desarticulan sistemas urbanos yrurales y se cobran vidas humanas. En realidad, la

mayoría de los pulsos naturales drásticos que no sondecididamente letales para el hombre, producentanto efectos deseables como indeseables y se hacepoco operativo valorizar sus consecuencias sinintroducir una escala temporal.

Tanto las lluvias de cenizas como las inundacionestienen efectos inmediatos y una serie de efectosencadenados en el tiempo, algunos previsibles yotros no; algunos son positivos para el hombre, otrosdecididamente negativos.

Por ejemplo, en la Argentina, algunas inundacionesoriginadas en las altas cuencas cordilleranas tuvieronun efecto inmediato destructor de los cultivos. Sinembargo, con cierto tiempo de retraso apareció unefecto inesperado de recarga de acuíferos quehabían descendido o se habían agotado por el cultivocontinuo de alfalfa (123)  y un efecto de lavado desuelos con salinización secundaria. Tanto el lavadode los suelos como la recarga de acuíferos fueronefectos positivos de las inundaciones, que aparecenasí con un efecto catastrófico   inmediato y otromediato positivo que podemos llamar anastrófico ,tomando un térmico que Gallopín (124)  usa en otrocontexto.

Los procesos originados por la cordillera

considerados como los más destructivos yespectaculares son los terremotos; los menosconocidos en su efecto sobre los geosistemas son laslluvias de cenizas y los más frecuentes son losaluviones, torrentes de barro y deslizamientos detierra. Con los años estos últimos pueden haberprovocado mayores pérdidas materiales quecualquier otro tipo de accidente geológico generadoen la cordillera (125).

No siempre es posible separar los daños producidospor efectos tectónicos combinados; por ejemplo, elterremoto de 1970 en Perú se cobró 70.000 víctimas,

de las que 20.000 murieron a causa de losescombros desprendidos de la cima norte del nevadode Huascarán.

Las lluvias generalizadas de cenizas a miles dekilómetros de su origen han actuado probablementecon más incidencia que las glaciaciones en la

extinción de la fauna de las grandes llanurassudamericanas. Se trata de un tema que comienza aestudiarse y que puede partir del análisis desituaciones casi actuales. Nos estamos refiriendo alas lluvias de cenizas volcánicas que ocurrieron en1936 (originadas por el volcán Descabezado en lacordillera argentino – chilena), que provocaronmortandades locales de animales domésticos yefectos no evaluados en la fauna nativa.

5. Las relaciones de contigüidad de unsistema de montaña activo y llanuras jóvenes

Esta relación tiene su correlato en el hemisferionorte en Norteamérica y prácticamente no se repiteen otros lugares del globo.

La vecindad entre dador y receptor activos seexpresa funcionalmente en la gran dependencia queposeen las llanuras respecto a eventos generados enla montaña. Los procesos de morfogénesis (creaciónde relieve) que se dan en las llanuras sudamericanas,son dinamizados o directamente originados (en granparte), en los Andes. Estos procesos incluyen, entreotros, el rediseño de redes de desagüe superficial entributarios de los grandes ríos; por ejemplo, un cauceque se tapona y otro que se reactiva, la captura deun tributario de una subcuenca por otra subcuenca yla formación de deltas interiores en cuerpos de aguatranquilos. Tales procesos incluyen entradassorpresivas de grandes volúmenes de agua dulce ysedimentos a los estuarios, cambiando drásticamenteel contenido salino de los mismos.

(123) En lugares donde se hace alfalfa de secano, con napa deagua accesibles a las raíces, cada planta actúa como un

microbombeador. Si el acuífero no se recarga naturalmente, elcultivo contínuo de esta especie (llamada freatófita porque escapaz de usar agua de la freática hasta profundidades de 7 a 8 m)hace descender el nivel hidrostático y los rendimientos comienzana decaer.

(124) Gallopín, G., La incertidumbre, la planificación y el manejode los recursos naturales renovables. En Reunión Internacional deEcodesarrollo « Ecolombia », 1982.

(125) Fukiaka, M., « Los deslizamientos de tierra, una fuerza conla que hay que contar ». En La naturaleza y sus recursos, UNESCO, 17 (1), 1981.

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Este es el caso de los comportamientoscatastróficos del río Magdalena en Colombia, enrelación al estuario llamado Ciénaga Grande de SantaMarta. En 1978 (126), una crecida excepcional del ríoMagdalena endulzó durante largo tiempo el estuariollamado Ciénaga Grande de Santa Marta en el norte

de Colombia, provocando efectos profundos en lafauna de peces y mariscos que son la base de la acti-vidad económica local, efectos que se hicieron sentirpor lo menos hasta 1977, desarticulando la actividadpesquera y aniquilando la marisquería.

El ejemplo del Magdalena es el de una pulsaciónhídrica exclusivamente andina; en las cuencas delOrinoco, Amazonas y del Plata, las inundacionesexcepcionales no dependen exclusivamente deaportes fluviales cordilleranos, ya que los planaltos orelieves antiguos de Guayana y del Brasil son altacuenca de numerosos tributarios de los mismos.

En cuanto a crecimiento de deltas, hoy se sabe quela influencia sedimentaria andina es muy importanteen las bocas del Orinoco, Amazonas y Paraná.

Por último, interesa destacar que las característicasfuncionales de la montaña andina, como dadora   deenergía material, ha cambiado como consecuencia dela actividad humana reciente. Los volúmenes de losaportes son distintos, sus cronogramas son distintosy sus efectos también.

6. La continuidad hidrológica de lasgrandes llanuras

En el capítulo IV   se habla de un sistema dellanuras integrado por tres macrocuencas: la delOrinoco, del Amazonas y la del Plata. En realidad, losdivisores de agua no son barreras potentes y enépocas de creciente los sistemas tradicionalmenteseparados pueden aparecer como efectivamenteconectados por trasfluencias. Agua de los afluentesdel Orinoco puede fluir a los afluentes del Amazonasaunque sea algunas horas por día, y lo mismo ocurreentre el Amazonas y los afluentes de la cuenca delPlata. En la práctica se trata de sistemas de llanuraconectados hidrológica y biológicamente.

Entre las cuencas del Plata y del Amazonas hanocurrido trasfluencias y capturas significativasbastante recientes. El ejemplo más conocido es el delrío Parapety en Bolivia, que pertenecía a la cuencadel Plata (127) y fue capturado por el Guaporé hacia lacuenca del Amazonas.

7. La inexistencia de barreras orográficassignificativas de dirección este - oeste

El hecho de que la barrera orográfica vertebral estéorientada de norte a sur y que las montañas

organizadas en e! sentido de los paralelos conformenrelieves bajos y discontinuos (fig. 41) se vincula condos aspectos biofísicos importantes: las relaciones

pasadas y actuales entre ecosistemas tropicales ytemplado - fríos y las posibilidades de avance demasas de aire polares hacia el corazón del espaciotropical.

a. Los corredores de migración y el bajo

impacto de las glaciaciones

La inexistencia de barreras orográficas este - oestesuficientemente altas como para que pudierandesarrollarse glaciares en períodos nivales (fig. 41)explica que hoy encontremos reliquias biológicas delinaje tropical en plena Patagonia y de abolengosubantártico en pleno Amazonas.

Corresponde hacer un breve comentario sobre larelación que tuvo esta ausencia de barrerasorientadas de este a oeste con el bajo impactonegativo (en cuanto a extinción de especies) que

tuvieron las glaciaciones más recientes, es decir lasdel pleistoceno, que son las mejor estudiadas. Nosreferimos al impacto sobre el elenco de plantas yanimales que conformaban el stock   biológicosudamericano.

Se considera que los glaciares que descendieron delos Andes sólo llegaron hasta el mar en la Patagonia.En Chile ocurrió desde la isla de Chiloé hacia el sur yen Argentina, apenas en la isla Grande de Tierra delFuego. Sudamérica solo fue cortada por lenguasglaciares de costa a costa en su porción más austral,desde los 51° de latitud sur. En el continente siemprequedaron corredores capaces de permitir la retiraday posterior recolonización por parte de lascomunidades animales y vegetales, de las tierrassujetas al avance de los hielos.

(126) Morello, J., Ecorregion del complejo Estuario del RioMagdalena. Proyecto piloto de ecodesarrollo en Colombia. UNEP,Oficina Regional para América Latina, 1976.

(127) Gorham, R., « The paraguayan Chaco and its rainfall ». EnParaguay Ecological Essays,  Acad. Arts and Sciences of the Americas, Miami, 1973.

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En Eurasia, la situación fue totalmente distinta. Alos avances de los hielos continentales desde lospolos se le sumó el descenso de lenguas glaciaresdesde las montañas orientadas en sentido oeste-este, lo que creó una trampa letal para numerosas

especies y aún para ecosistemas completos.En Sudamérica el sistema pulsativo glaciacióninterglaciación (por lo menos en el pleistoceno) tuvouna amplia faja de amortiguación en las llanuras dealta continuidad ubicadas entre el trópico y climatemplado - fresco (desde el norte del Amazonas alnorte de la Patagonia). Cada interglacial dejó susrastros de « tropicalidad » en los valles y llanurasaustrales (las palmeras del Uruguay, Chile y

 Argentina, que hoy aparecen a 35° de latitud sur, ylos algarrobos del género Prosopis   en la Patagoniaárida). Por otro lado, cada glaciación permitió laentrada en el corazón del trópico de coníferas

subantárticas que avanzaron por la llanura. Tal es elcaso de la  Araucaria   que hoy encontramos en el

norte de Argentina (Misiones) y en los estados delParaná, São Paulo y Minas Gerais en Brasil, en lavecindad del trópico de Capricornio; y el de losbosques de una conífera (Podocarpus ) descubiertosen pleno Amazonas hace 25 años.

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b. Avance de las masas de aire polar

La ausencia ya indicada de tabiques orográficoseste - oeste suficientemente altos, permite que lasmasas de aire polares penetren profundamente en eltrópico, introduciendo un elemento de incertidumbre

en aquellos espacios donde los cultivos dominantesson sensibles a las heladas. Tal es el caso de losgrandes espacios cubiertos de cafetales del Estadode Paraná en Brasil (fig. 42.)

Temperaturas vecinas a cero grados durante unasemana han sido registradas en Santa Cruz de laSierra en Bolivia, ubicada a 17°30' de latitud sur.

8. La vecindad de grandes cuencashidrográficas

Se trata de aquellas cuyos colectores poseen

caudales medios anuales entre 1.000 y 500 m3

 / segy regímenes hidrológicos semejantes ocomplementarios. Esto es especialmente válido paralos ríos potentes de la plataforma antigua de Brasil(ver cap. IV. A. 1.). Las contigüidades más relevantesson las de la cuenca del río San Francisco con la delParaná (figs. 43 y 44) y las del Uruguay con elParaná.

Lo anterior abre un campo de posibilidades deregulación de caudales en sentido amplio, es decir,construcción de presas, interconexiones otransfluencias entre cuencas, y sobre todo ampliacióny rediseño del sistema de navegación fluvial, en unenorme espacio continental que se extiendelatitudinalmente desde la boca del Amazonas en laBahía de Marajó hasta el estuario del Río de la Plata.Grandes áreas y grandes centros urbanos (inclusoBrasilia), considerados y pensados siempre comomediterráneos, pueden pasar a tener salida al mar,vía transporte fluvial; hay estudios de prefactibilidadavanzados al respecto (128).

La reciente y acelerada producción de cambiosdrásticos en importantes sistemas fluviales sudame-ricanos (nota 129, pág. 46) abre un espectro muyamplio de incertidumbre sobre lo que

CEPAL - PNUMA llama « las repercusionesambientales directas o indirectas de las actividadesreguladoras de los regímenes hidrológicos ».

En esa obra se destaca que «... es evidente quedicha regulación aumenta a un ritmo que exigirárespuestas adecuadas por parte del sistema demanejo; y así, por ejemplo, la capacidad dealmacenamiento ha venido aumentando a más de10 % al año ».

(128) Por ejemplo: Estudio de la cuenca del Araguaia – Tocantins,OEA – Gobierno de Brasil; Estudio de navegabilidad del Río Bermejo. Comisión Nacional del Río Bermejo, Argentina, entre muchos

(129) CEPAL – PNUMA,  Agua, desarrollo y medio ambiente en América Latina, Santiago de Chile, 1980.

9. Fuertes contrastes en la distribuciónespacial de la oferta pluvial

Esto determina que haya países extremadamentedependientes del recurso hídrico para producciónagrícola y para usos urbanos e industriales. Dos deellos tienen sus capitales ubicadas en situaciones ex-tremas: Lima-Callao y Santiago de Chile tienen más

de 3 millones de habitantes y reciben unaprecipitación promedio de 29 y 322 mm anuales,respectivamente. Aún países que globalmente son considerados

hiperhúmedos, como Brasil, Venezuela y Colombia,poseen economías regionales vigorosas totalmentedependientes del agua de riego.

Exceptuando los cultivos de pantano, tipo arroz, losúnicos países que no tienen cierta dependencia delagua de riego para producción silvoagropecuaria sonUruguay, Guyana, Surinam y la Guayana Francesa.

Es interesante destacar que tanto en lugares bien

dotados de agua pluvial y fluvial, como en espaciosde escasez, la relación entre el medio ambiente y elmanejo del agua es un tema crucial para la región.

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El trabajo de CEPAL-PNUMA (nota 129, pág. 4)separa dos ámbitos de interés medioambiental enrelación con el manejo del agua, según se trate desistemas hídricos regidos o influenciados por grandescomplejos urbanos (São Paulo, Santiago, Bogotá) opor estructuras reguladoras de caudales.

En el primer caso el deterioro de la calidad delagua, debido fundamentalmente a la contaminaciónbiológica, ha creado conflictos cada vez más gravesen relación con su uso.

En cuanto a los sistemas hídricos regidos porestructuras de regulación, el estudio CEPAL - PNUMAestablece que « las características esenciales quedistinguen a estos sistemas son la íntima relaciónentre el uso de la tierra y del agua, la granvinculación entre las zonas situadas aguas arriba yaguas abajo de las obras de regulación y laimportancia de la ecología para entender el carácter

de dichas relaciones ».La intensidad de las alteraciones que ocurren y vana ocurrir en los sistemas fluviales sudamericanospuede apreciarse si se tiene en cuenta la siguienteinformación de CEPAL - PNUMA: «... el tamañomedio de los embalses ha tendido a quintuplicarse enel decenio del 60 y el 70. En el Amazonas se hanprogramado 6 proyectos hidroeléctricos y hay 45 másen estudio. En la cuenca del Río de la Plata seejecutarán 18 proyectos dentro de los próximos 10 a15 años, algunos de los cuales ya están enconstrucción, lo que bastará para aumentar lacapacidad hidroelectrolítica actual en alrededor del150 %. En la cuenca del Orinoco se han programado30 grandes presas ».

10. Comportamientos naturales sorpresivosderivados de anomalías climáticas

Nos referimos a huracanes, inundaciones derivadasde lluvias extraordinarias, sequías extraordinarias,incendios de pastizales y bosques, heladas en áreasintertropicales, incluyendo también los incendiosgeneralizados sobre grandes superficies, los cualesno dependen necesariamente de anomalías

climáticas.Estos pulsos, en condiciones naturales, tienen las

siguientes características en común:• Ocurren con intensidad aproximadamente

semejante y sobre los mismos espacios en ciclos quesuperan en mucho el año calendario (cada 5,10 yhasta 25 años).

• En el estado actual de nuestros conocimientos supronóstico es imposible.

• Su impacto es profundo, modificando durantetiempos variables la línea de comportamiento de los

geosistemas.• Pueden coincidir sobre los mismos espacios y

aparecer uno al lado del otro en el tiempo,provocando cambios irreversibles   en la línea decomportamiento de algunos geosistemas. Digamospor ejemplo, un período de sequía de varios añoscon lluvias inferiores a las normales al que sigue otrocon precipitaciones muy superiores a las normales,

caso conocido en el Chaco.• La humanización de los paisajes acentúa los

efectos negativos de tales anomalías climáticas. Porejemplo, las heladas extraordinarias en el planaltobrasilero (fig. 42) determinan el colapso del espacioproductivo de la zona cafetera de los estados de Ríode Janeiro, São Paulo y Paraná, como consecuenciade que el cultivo se ha extendido ampliamente alinterior del área con riesgo de ocurrencia de heladasocasionales fuertes. Por otro lado, la selvasemidecidua austrobasilera, que es el tipo devegetación natural del área, se recomponerápidamente del impacto de las heladas porque hacoevolucionado con ese evento traumático.

• Ciertas modalidades de la periodicidad y / o laintensidad con que se presenta el pulso natural engeneral, sinergizan sus efectos negativos. Porejemplo, uno de los pocos pulsos adecuadamentedocumentados (130)  es el ciclo de sequía ocurridoentre 1914 y 1936 en el Chaco paraguayo yargentino.

Lo anterior nos lleva a destacar que los eventoscasuales o de muy difícil predicción dominan la

conducta de numerosos geosistemas de la región, loque no es, de manera alguna, una exclusividadsudamericana.

En el ya clásico mapa mundial de anomalíasclimática de MacKay (v. nota 111) puede reconocerseque más de la mitad del planeta está sujeto a taleseventos.

Sin embargo, Sudamérica y África sonespecialmente vulnerables por su condición decontinentes en desarrollo  y por la enorme superficieque en ellos ocupan las zonas semiáridas y las muylluviosas (v. nota 111. pág. 7) las que, según losclimatólogos, son de alta probabilidad de ocurrenciade anomalías climáticas.

(130) Morello, J., Modelo de relaciones entre pastizales y leñosascolonizadoras en el Chaco argentino, INTA, IDIA (276), 1970.

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a. Huracanes

Los huracanes, especialmente activos en el bordeCaribe de Colombia y Venezuela, aparecen tambiénen numerosos espacios sudamericanos,especialmente en el Chaco y en el borde semiárido

de La Pampa.Los tifones y su correlato en tierra firme azotan los

mares y las tierras densamente pobladas del Caribe yafectan profundamente la industria petrolera marina.Debido a ello, en la costa Caribe de Sudamérica seposee no sólo una adecuada información sobre lagénesis y el desarrollo del proceso, sino un ajustadosistema de detección, seguimiento espacial y aúngestión antes, durante y después de ocurrida lacatástrofe. Incluso el diseño o arquitectura dealgunos cultivos ha dirigido el trabajo de mejora-miento de cultivares hacia variedades capaces de

soportar fuertes vientos instantáneos. Tal es el casode la actividad bananera en la costa caribecolombiana, donde se han reemplazado lasvariedades altas por las enanas de alta resistencia alvuelco.

Otras áreas, donde la presencia de huracanes esmenos frecuente, están totalmente desprovistos deherramientas científicas y técnicas para convivir coneste evento catastrófico. Recién hoy comienza adescubrirse que numerosas anomalías descubiertasen imágenes de áreas del Chaco absolutamentedespobladas y de la selva amazónica (claros abiertosen el bosque, manchones de bosque muy joven)pueden deber su origen al efecto de huracanes (131).

b. El fenómeno de «El Niño»

 Aunque esta obra no trata el espacio oceánico esapropiado hacer un breve comentario sobre laanomalía de El Niño, que se repite plurianualmentecon cierta regularidad frente a la costa del Perú,donde se ubica la « surgencia » (upwelling ) más ricaen pesca comercial del continente.

Las aguas frías de la corriente de Humboldt alojanuna riqueza de peces que hace que Perú tenga una

de las más importantes economías pesqueras delmundo. Cuando se produce la anomalía llamada ElNiño (cada 5 a 10 años) se invierte la corrienteascendente (surgencia) que lleva a la superficieaguas frías, ricas en nutrientes; entonces lascapturas de peces comerciales bajan dramáticamentey el hambre diezma las enormes colonias de avesguaneras. Paralelamente Lima y el Callao, ciudadesplanificadas para un clima donde nunca llueve, sonazotadas por lluvias torrenciales y todo el sistemaurbano se desarticula por inundaciones de muy difícilevacuación.

c. Las sequías

De una manera aproximada se puede estimar quela superficie del continente sujeta a sequíasextraordinarias cubre más de 3.500.000 km2.

Los desvíos pluviométricos anuales en relación a las

normales son características del Chaco, la Caatingadel nordeste brasileño, el borde semiárido de laPampa y la zona semiárida de los estados de Lara yFalcón en Venezuela. El mecanismo atmosférico delos cuatro grandes espacios semiáridos y subhú-medos se caracteriza por su notable irregularidad. Sudinámica está sujeta a comportamientos biendistintos cuando se la compara de un año a otro.

La Caatinga, en su totalidad, presenta un desvíomedio de las precipitaciones (positivo o negativo), enrelación a la normal, superior al 25 % y en algunosespacios de una de las regiones sujetas a

irregularidades pluviométricas de las más altas delmundo, sólo comparable con el Sahel en el África.Cada vez que se produce una sequía extraordinaria,

determinados ecosistemas que durante muchotiempo funcionaron de una manera estable, digamoscomo ecosistemas de pastizales, pueden serempujados hacia otra línea de comportamientototalmente distinta, relativamente irreversible.

Cierto balance competitivo entre pastos y arbustoses roto por la sequía y se dispara un proceso dearbustificación. Esto produce rápidamente unadominancia de los arbustos, que es estable a partirde ese momento y difícilmente reversible aún cuandoaparezcan varios años llovedores.

El cambio drástico de línea de comportamiento deun ecosistema ha sido atribuido hasta ahora al juegosimultáneo de sobrepastoreo por vacuno y sequíasextraordinarias, pero es probable que haya ocurridoaún antes del desarrollo de la actividad pecuaria deorigen europeo, dado que muchos sistemasecológicos son multiestables y una sequíaextraordinaria puede haber cambiado totalmente sulínea de comportamiento.

Con la llegada del vacuno, el caballo y el burro, seproduce un explosivo proceso de asilvestramiento y

ajuste funcional (fittness ) de enormes rodeos quecomienzan a presionar sobre sabanas, pastizales ybosques, que habían coevolucionado con un tipo deanimales pacedores mucho más pequeños,básicamente cérvidos y camélidos sudamericanos. Elimpacto de ese ganado « cimarrón » (asilvestrado) yde la ganadería tradicional sudamericana que lesiguió, sin pastor y sin alambrados, debe haber sidomuy intenso en período de sequías extraordinarias,sinergizando el efecto de las mismas (v. Fuego ).

(131) Interpretación del autor de fotos de anomalías de vegetación de

la selva amazónica cedidas por Eitel Gross Braun de EMBRAPA, Brasil

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El efecto positivo fue el desarrollo de ecotiposespecialmente adaptados a geosistemas específicosde Sudamérica. Por ejemplo, la raza de vacunocimarrón llamada localmente « tucura », queevolucionó en el Pantanal de Matto Grosso, y elvacuno « criollo chaqueño » que está

particularmente adaptado al ramoneo (ingestión dehojas y brotes de arbustos y árboles).

Otro ejemplo es el caso ya mencionado del Chacoentre 1914 y 1936 (v. nota 130). Durante eseperíodo, que coincidió en su fase final con la guerradel Chaco, librada entre Paraguay y Bolivia entre1929 y 1935, interactuaron los siguientesacontecimientos:

• En el Chaco argentino, proveedor de carnevacuna para los dos ejércitos combatientes, seconcentraron enormes rodeos para la venta deganado en pie.

• En las retaguardias del teatro de operacionesbélicas también se concentraron grandes rodeos devacunos arriados desde la Argentina y tropas decaballo y mular.

• Esa concentración inusual ocurrió justamente enla parte final del período seco iniciado en 1914.

• El pastizal sobrepastoreado no pudo serincendiado como era habitual, por falta decombustible vegetal (v. Fuego ).

Esta consecuencia provocó un sobrepastoreogeneralizado sobre enormes superficies y empujó losecosistemas de pastizales de un dominio deestabilidad mantenido por efectos del fuegorecurrente a otro donde la conducta del sistemanatural era totalmente independiente de larecurrencia del incendio.

El resultado fue que los ecosistemas de pastizalesfueron catapultados a ecosistemas de arbustalesimproductivos sin que nunca más se pudiera volver alpastizal natural y artificialmente pulsado por e!fuego. El autor no conoce otro espacio sudamericanodonde se hayan producido cambios tan bruscos enlos ecosistemas naturales como consecuencia del

sobrepastoreo y el pulso de la sequía. En la literaturase citan ejemplos parecidos ocurridos en África. En elChaco el área que pasó de pastizal o sabana aarbustal es del orden de los 300.000 km2.

d. Fuego

Los incendios son otro elemento natural desorpresa, cuya ocurrencia natural impredecible afectóy afecta todas las sabanas y bosques de climapluviométrico estacional.

Las marcas de los incendios aparecen en los suelos

(material leñoso carbonizado) tanto de la sabanacomo del bosque. Aún bosques muy húmedos con muy cortos pe-

ríodos de sequía estacional, como los Andino - pata-gónicos, han coevolucionado con el pulso del fuegorecurrente. Antes de la llegada del hombre blanco la coevo-

lución entre distintos ecosistemas y el fuegorecurrente estuvo regulada por incendios naturales y

por incendios provocados por los nativos para cazary / o cultivar.

Con el advenimiento de la ganadería europea,basada en pasturas naturales, ocurrieron lossiguientes eventos:

• Al principio los incendios que ocurríannaturalmente cada 25 o 30 años en un mismo lugarpasaron a ser bianuales y / o anuales, por laincorporación del fuego como instrumento de manejode los ecosistemas pastoriles.

• La hojarasca que se acumulaba como combustible

durante años hasta ser consumida rápidamente porun incendio natural, de cacería o de rocería (limpiezadel boques con uso del fuego para hacer agriculturade tipo itinerante) comenzó a ser consumida enestado fresco y / o seco por el ganado y / o porincendios anuales.

• Como resultado del sobrepastoreo la oferta decombustible natural bajó dramáticamente en losespacios subhúmedos y semiáridos. Aparecieronmanchones de suelo desnudo que actuaron comoguardafuegos naturales impidiendo la generalizaciónde la onda de inflamación de un incendio provocado

por el hombre o natural.• Los incendios no originados por el hombre

dejaron de ser un pulso natural y los fuegosprovocados siguieron operativos en pastizaleshúmedos. En pastizales semiáridos y subhúmedos elincendio difícilmente se pudo generalizar y suresultado fue un mosaico de espacios con áreas dealta inflamabilidad (mucho combustible) y otras deinflamabilidad nula porque todo el materialcombustible era comido por el ganado.

• En períodos de sequías extraordinarias seagotaron las pasturas y comenzó a aparecer elclásico arbustal sudamericano de leguminosasinvasoras (Prosopis, Acacia, Geoffroea ).

• La sustitución de pastizal por arbustal se hizoirreversible y enormes superficies de la regiónpasaron de ecosistemas sabánicos a ecosistemasforestales.

Lo anterior está adecuadamente estudiado en laCaatinga, en la zona semiárida del Caribe, en elChaco y en el Monte, pero hay otros lugares que enla actualidad están ubicados en medio de bosquesestacionales, donde los nombres de los parajes

(topónimos) aluden a pastizales. Ello nos lleva a laconclusión de que el proceso de arbustificación depastizales fue generalizado en los climas semiáridos y

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subhúmedos de toda la región.Pienso que en toda la temática vinculada con

sequías extraordinarias y con incendios, Sudaméricatiene muchísimo que aprender y comparar con África,donde se han volcado ingentes recursos humanos yde apoyo internacional para profundizar su

conocimiento (el caso del Sahel para sequías y de lasabana centroafricana para manejo del fuego).

e. Inundaciones

Las inundaciones catastróficas son comunes atodas las grandes cuencas sudamericanas (fig. 43).En los tres casos mejor estudiados (Amazonas,Orinoco y del Plata), las crecidas excepcionales « nose presentan como un fenómeno cíclico y, por serdependientes de la interacción de diversos factoresvariables del clima, son imprevisibles  (132) ».

En una estimación exploratoria se puede indicarque unos cuatro millones de km2  de Sudaméricaestán sujetos a inundaciones cíclicas difícilmentepredecibles en el estado actual de nuestroconocimiento.

Como lo indica Gallopín (v. nota 124), además de laincertidumbre en cuanto al comportamiento naturalde los eventos como las sequías e inundaciones hayotra derivada de la escasez de información. Porejemplo, para la cuenca del Amazonas, Soares (133) indica que « la carencia de datos hidrológicosnecesarios para comprender el comportamientoestacional del Amazonas, lamentada por variosautores, todavía perdura a despecho de lasmediciones llevadas a efecto en cerca de 70estaciones fluviométricas esparcidas por la enormeárea brasileña de la cuenca ».

Lo anterior es válido para los tres sistemas fluvialesmás grandes de la región, el Amazonas, el Orinoco yel Río de la Plata, cuyos caudales combinadosrepresentan más de dos tercios del escurrimientototal del área, y que en su totalidad fluyen al

 Atlántico.Los comportamientos fluviales mejor conocidos son

los de los sistemas de la vertiente del Pacífico,

debido a que sus cuencas son mucho más pequeñas(figs. 43 y 44) y porque los ríos que corresponden ala zona árida y semiárida de Chile, Perú y Ecuadorson regulados y usados para riego.

Los caudales más variables de la región seencuentran en la Caatinga, ocupando con suscuencas una superficie de 700.000 km2. « Los ríos dela Caatinga o Nordeste brasilero se caracterizan porla gran irregularidad de su régimen, no sólo entre lasestaciones lluviosas y secas, ,sino también de un añoa otro. » (nota 129, pág. 35.)

Se trata del espacio de mayores contrastes entre

sequía y humedad y donde los déficit hídricos sonmás altos. Por ejemplo, a veces el déficit anual de laregión alcanza, en promedio, a más de 1.000 mm,

mientras que casi toda la Caatinga tiene un déficit demás de 600 mm (134).

Lo anterior nos lleva a comentar algunos conflictosprofundos que están apareciendo como consecuenciade inundaciones extraordinarias en áreas de altadensidad poblacional rural (fig. 44). Los espacios

más críticos parecen ser la cuenca media y baja delrío Magdalena en Colombia, la baja cuenca del ríoParaguay, la cuenca media y baja del río Paraná y lacuenca del río Salado en el corazón de la Pampaargentina.

En el caso de la cuenca del Salado las inundacionesdesarticulan la relación entre los dos espaciospampeanos agrícolas: la Pampa Ondulada, sobre lasque están ubicados los grandes puertos fluvialesargentinos de ultramar (Rosario, Buenos Aires y LaPlata) y la Pampa Alta, donde se ubican los dospuertos marítimos de ultramar más importantes que

son Bahía Blanca y Mar del Plata (las cinco ciudadesaparecen en el mapa de la figura 44).Las catástrofes de las crecidas del Magdalena, del

Paraguay y del Paraná, colocan a Colombia y Argentina en situaciones de emergencia y lossiempre raquíticos recursos económicos oficiales sonderivados a paliar sus consecuencias, restandorapidez y eficiencia en la gestión de la administraciónde los fondos nacionales y paralizando temporal odefinitivamente determinados proyectos de desarrollode los respectivos países.

Catástrofes parecidas afectan también a los es-pacios semiáridos de Venezuela, país exportador depetróleo, miembro de la OPEP, con alta decisión ycapacidad económica y técnica para planificar sudesarrollo. Así, las lluvias extraordinarias ocurridas en1981 en los estados de Lara y Falcón obligaron a lasautoridades nacionales a replantearse prioridades deasignación de fondos a distintos proyectos enejecución.

(132) IBGE, Geografía do Brasil, Tomo I, Região Norte, 1977.

(133) De Castro Soares, « Hidrografía ». En Geografía do Brasil,Região Norte,  IBGE, 1977. 

(134) Min. de Agricultura, Depto. Nacional de Meteorología,Balanço Hídrico do Brasil, Río de Janeiro, 1972.

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La importancia de las catástrofes producidas por lasinundaciones será un tema de interés creciente enSudamérica. ya que en el estado actual de ocupaciónproductiva del espacio sudamericano todavía haygrandes áreas afectadas por inundaciones que tienenbajísima densidad de población y prácticamente no

poseen infraestructura construida. Las catástrofespor inundaciones afectan a tres o cuatro países,fundamentalmente a Brasil, Argentina y Colombiaporque sus mejores tierras, su mayor concentraciónde infraestructura y su mayor densidad rural estánubicadas en sistemas fluviales con caudalesextremadamente variables. Analizando el tema en función de los proyectos de

desarrollo de frontera agropecuaria, mineros, y degeneración de energía hidroeléctrica, no esaventurado pensar que el problema de lasinundaciones extraordinarias será uno de los más

importantes del continente.Por otro lado las operaciones generalizadas dedesmonte y cultivo que se realizan en las altascuencas de casi todos los ríos importantes, hacenprever que las crecientes cambiarán de ritmo eintensidad y que su efecto será cada vez más grave.

11. Comportamientos biológicos sorpresivosderivados del manejo de los ecosistemas 

Nos referimos exclusivamente a enmalezamientosde amplias superficies. En Sudamérica se llamaenmalezamiento al incremento más o menos rápido(en número de individuos) de una o más especiesvegetales que cambian completamente lascaracterísticas del ecosistema como consecuencia delos usos dados por el hombre.

Nos referimos, por ejemplo, a selvas que setransforman en palmares y a pastizales que devienenarbustales.

a. Transformación de pastizales y sabanas enarbustales

Es un fenómeno generalizado en los espacios

subhúmedos y semiáridos del Chaco, la Caatinga, lasáreas deficitarias de agua de la costa Caribe y losvalles interandinos de Perú y Bolivia.

Ciertas estrategias adaptativas de algunas malezasleñosas las hacen especialmente exitosas en lugaressobrepastoreados por ganado europeo. Entre estasestrategias anotamos su baja palatabilidad o« apetitosidad » y el hecho de que sus semillasmejoran su germinación cuando pasan por el tractodigestivo de los animales domésticos.

Tales semillas son sembradas en !a propiadeyección, es decir, con humedad y nutrientes

suficientes para costear la germinación y el primercrecimiento. Además son diseminadas a muy largasdistancias, pudiendo permanecer en el sistema

digestivo del vacuno hasta 7 días. Se trata decondiciones adaptativas más que ideales para que unpastizal deteriorado se transforme explosivamente enarbustal.

Este tipo de enmalezamiento ha ocurrido enespacios poco poblados y poco tecnificados donde se

hace lo que en Sudamérica se llama « ganadería demonte », es decir una actividad pecuaria donde sedeja vagabundear libremente al vacuno sinestablecer límites físicos a su territorio.

No se ha hecho una evaluación precisa de todos losespacios sudamericanos arbustificados, pero una solamaleza leñosa, el vinal (Prosopis ruscifolia ), cubreactualmente 170.000 km2  en el Chaco argentino yparaguayo.

Los nombres de parajes (topónimos) constituyenuno de los indicadores que se suelen usar paraevaluar el proceso de arbustificación. Así un paraje

llamado « pampa » o « campo » alude a un pastizalo sabana y es frecuente encontrar que tales lugaresestán hoy ubicados en áreas donde dominaabsolutamente el arbustal y el bosque.

En la figura 45 aparece el proceso de evolución dela vegetación en pastizales naturales sometidos apastoreo de fauna nativa y con presión desobrepastoreo por vacuno, de varios tipos desabanas subhúmedas y semiáridas del continente.

Cuando al sobrepastoreo por vacuno se le suma unperíodo de sequía extraordinaria, el sistema esempujado a otra línea de comportamiento y pasa depastizal a arbustal y / o a bosque.

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b. Transformación de selvas diversificadas enpalmares

Ciertas características funcionales de la palmera lahacen especialmente apta para recolonizar y / otransformarse explosivamente en malezas, en

lugares tales como selva sobreexploladas y / oincendiadas, especialmente por su resistencia alfuego: no se quema totalmente ni muere porincendios.

Debe indicarse que en numerosos espaciosinundables selváticos de la cuenca del Amazonas haypalmares puros que deben su existencia a limitantesedáficas y no tienen origen antrópico. Tales son loscasos de los bosques compuestos casiexclusivamente por palmeras de 6 a 10 m de alturaque acompañan los afluentes de los grandes ríos enla región de Belém en Brasil, donde domina el

palmito (Euterpe oleracea ). Estos palmares aparecentambién en la porción occidental de la isla de Marajóy en distintas áreas de la región del río Negro.

Típicos palmares muy diversificados indicadores dedisturbio humano aparecen en numerosos espaciosde la cuenca del Amazonas y son particularmenteimportantes en las selvas colombianas del Pacífico, laselva hiperhúmeda del Pacífico colombiano y delnorte del Ecuador, en la porción húmeda del Chacoparaguayo - argentino, en varios tipos de selva

 Amazónica y en la selva austrobrasilerasemicaducifolia, que cubre el sur de dicho país, eléste de Paraguay y el nordeste de la Argentina.

En el amplísimo espacio de transición entre la selvaamazónica y las sabanas es muy frecuente encontrarpalmares sometidos a incendios todos los años,donde es difícil establecer si se trata efectivamentede selvas degradadas por incendios recurrentesdonde sobreviven las palmeras por serpiropersistentes o si se trata de comunidadesedáficas tales son los casos de los « morichales » deMauritia minor   en las sabanas de los llanos delOrinoco, de los « totaisales » de  Acrocomia totai   ylos « motacutales » de  Attalea princeps   en lassabanas de Santa Cruz y Trinidad en Bolivia.

De todos los palmares del borde de la selva los másimportantes son las « matas do babaçú »,« babaçuais » o « cocais » de la zona de transiciónentre la selva amazónica y la Caatinga, ubicada enlos estados de Maranhão y Piauí, en el norte deBrasil, donde puede haber hasta 3.000 ejemplarespor hectárea de babaçú (Orbignia martiana ).Información reciente indica que estos palmares soninvasores en espacios incendiados para pastoreo devacuno.

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Índice cartográfico

Fig. 1. Esquema de la evolución de ungeosistema, 7

Fig. 2. Distribución de la selva pluvial segúnRichards modificada por Hueck, 14

Fig. 3. Sistemas andino y extra andino, 16

Fig. 4. Distribución de grupos raciales enLatinoamérica, 18

Fig. 5. Distribución latitudinal de las regionesestructurales de Sudamérica, 19

Fig. 6. Latitudes australes de Sudamérica y África, 20

Fig. 7. Distribución latitudinal de las fajas deproductividad neta, expresada en gr. decarbono / m2 / año, 21

Fig. 8. Macroambientes estructurales deSudamérica, 23

Fig. 9.  Algunas influencias cuaternarias de los Andes en cuanto a material dedeposición, 24

Fig. 10. Eventos de la glaciación de Würm y un

período interglacial, 26Fig. 11. Espacios receptores de sedimentos jóvenes

poco o nada consolidados, 27

Fig. 12. Diagrama explicativo de la hipótesis inicialde un estudio de convergencia entreecosistemas muy alejados. El caso de losarbustales desérticos subtropicales delMonte en Sudamérica y de Sonora enNorteamérica, 30

Fig. 13. El par de ambientes semidesérticos

comparado en el Subprograma Estructurade Ecosistemas del US / IBP, 31

Fig. 14. El par de ambientes mediterráneossemiáridos comparado en el SubprogramaEstructura de Ecosistemas del US / IBP, 32

Fig. 15. Los trópicos húmedos desde el punto devista climático, 37

Fig. 16. Los trópicos húmedos delimitados concriterios vegetacionales, 38

Fig. 17. Selvas tropicales. AcercamientoSudamérica – Asia, conservandoinvariantes las latitudes, 39

Fig. 18. Principales tipos climáticos tropicales, 40

Fig. 19. Repartición de las zonas climáticas áridas y

semiáridas de Sudamérica, 42Fig. 20. La imagen especular de las zonas áridas y

semiáridas de Norte y Sudaméricahomogeneizando la posición latitudinal deambos continentes, 44

Fig. 21. Parecido entre grandes geosistemas áridosy semiáridos de Norte y Sudamérica, enbase a criterios de la vegetación, 45

Fig. 22.  Acercamiento de Sudamérica y África paramostrar los patrones isomorfos de climas

áridos y semiáridos de las costasoccidentales de los dos continentes yMadagascar, 47

Fig. 23.  Acercamiento comparativo de 3 espaciosisomorfos árido – semiáridos, 48

Fig. 24.  Acercamiento de espacios áridos ysemiáridos isomorfos de Sudamérica y

 Australia, 49

Fig. 25. Los tres espacios áridos y semiáridos delnorte de Sudamérica ordenados en un solo

hemisferio, respetando las latitudes, 50Fig. 26. Grandes modelos de paisajes semejantes

transhemisféricos, 51

Fig. 27. Pisos altitudinales de vegetación endistintas regiones montañosas tropicalesdel globo, 52

Fig. 28. Perfil hipsométrico de las tierrasmontañosas del mundo, en tressecciones, 54

Fig. 29. Caminos de dispersión de animales yplantas de abolengo Holártico (norte) y Antártico – Subantártico, hacia las altasmontañas tropicales, 55

Fig. 30. Comparación entre los pisos térmicos delEcuador y las fajas latitudinales delhemisferio norte (criterio de AndradeMarín), 56

Fig. 31. Fajas geosistémicas del mundoorganizadas en un continente sintético, 56

Fig. 32. Ordenamiento tridimensional de los tiposde vegetación húmedos del mundo, 59

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Perfil Ecológico de Sudamérica 81

Fig. 33. Isotermas a nivel del mar para el veranode ambos hemisferios, 59

Fig. 34. Isotermas a nivel del mar para el inviernode ambos hemisferios, 60

Fig. 35. Distribución mundial del número de días dehelada al año, 61

Fig. 36. Isolíneas de igual temperatura de lasuperficie del océano (promedios anualesen grados centígrados), 61

Fig. 37. Distribución de valores relativos deenturbiamiento de la atmósfera pormateriales sólidos durante el verano, 62

Fig. 38. Rangos de viabilidad ecológico –económica de algunos cultivos en los

 Andes colombianos, 63Fig. 39. Rangos de viabilidad ecológico –

económica de actividades de caza, pesca ypecuaria en los Andes colombianos, 64

Fig. 40. Combinaciones de ganado y cultivos en ungradiente vertical en la provincia deChimborazo en Ecuador, 66

Fig. 41. Los cuatro umbrales hipsométricosfundamentales, 69

Fig. 42. Período libre de heladas, 70Fig. 43. Las grandes cuencas hidrográficas de

 América Latina y sus caudales mediosanuales en metros cúbicos por segundo, 75

Fig. 44. Las cuencas hidrográficas de AméricaLatina y su relación con densidad rural ycentros urbanos de más de 100.000habitantes (datos de 1975), 76

Fig. 45. Trayectoria de comportamientos depastizales y sabanas chaqueños sometidos

al pulso natural de incendios, 78