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Juan Carlos Bataller FUNDACION Con el aporte de Suplementos coleccionables BATALLER Había radicales que no querían dejar solo al gobernador Pasa a página siguiente 6 JONES V entura Lloveras era un médico ducho y apasionado en política. Se había recibido en 1902 en la Universidad de Buenos Aires y todo hacía suponer que se radicaría definitivamente en la Capital. Desde su época de estudiante Lloveras se perfilaba como un futuro profesional de alto nivel. Había hecho práctica hospitalaria y tenía a su cargo tres salas en los hospitales Rawson y Militar. Pero no bien recibió su título se despidió de colegas, profesores y amigos: —Disculpen pero yo me voy a San Juan. Allí está mi lugar. A principios del siglo XX el estado de la asistencia de salud era un desatre en la pro- vincia. En el Hospital de Hombres el sismo de 1894 había causado graves daños. Sólo había quedado en funcionamiento una especie de corredor, con paredes llenas de grietas en las que se había coloca- do alquitrán para sellarlas. Allí se hacinaban los enfermos. —Más que un hospital esto parece la antesala del cementerio—, pensó Lloveras. Tal era el estado de los nosocomios que no se podían realizar intervenciones quirúr- gicas en San Juan. A impulsos de Lloveras se fundaron las salas de cirugía de los hospitales San Roque y Rawson. Ventura Lloveras fue uno de los pocos dirigentes que permaneció hasta el final junto a Jones. S er médico en aquellos años no era simplemente esperar que llegara el paciente al consultorio. Había que luchar contra la ignorancia. Su iniciación —recordaba— fue con un enfermo de pleuresía purulenta y otro de ostiomiotitis de la tibia que rehusaba, terca- mente, toda operación. Inició una campaña profiláctica contra los “chavos”, los chicos que mostraban signos de “pie bola”, que eran muchísimos en San Juan. Lloveras salió a buscarlos, a convencerlos y a operarlos. Junto con la medicina, Lloveras tenía otras dos grandes pasiones. Una era la agricultura y a su trabajo se debe la disecación de pantanos y ciénagas en el sur de la provincia, en la zona de Guanacache. La otra pasión era la política. En 1907 ya formó parte de la revolución del coronel Sarmiento, que derrocó al goberna- dor Godoy. L a revolución del coronel Sarmiento y su partido Popular contra el gobierno conservador del goberna- dor Manuel Godoy fue muy pintoresca. Fue una revolución anunciada. Todo el mundo –oficialistas y opositores— estaban al tanto de ella. Y se habían preparado unos y otros. Tanto fue así que San Juan se trans- formó durante cuatro horas en un infierno.

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Historia politica de San Juan, Argentina

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Juan Carlos Bataller

FUNDACIONCon el aporte deSuplementos coleccionables

BATALLER

Había radicalesque no queríandejar soloal gobernador

Pasa a página siguiente

6

JONES

Ventura Lloveras era un médicoducho y apasionado en política.Se había recibido en 1902 en la

Universidad de Buenos Aires y todo hacíasuponer que se radicaría definitivamente enla Capital.Desde su época de estudiante Lloveras seperfilaba como un futuro profesional dealto nivel. Había hecho práctica hospitalaria y tenía asu cargo tres salas en los hospitalesRawson y Militar. Pero no bien recibió sutítulo se despidió de colegas, profesores yamigos:—Disculpen pero yo me voy a San Juan.

Allí está mi lugar.

A principios del siglo XX el estado de laasistencia de salud era un desatre en la pro-vincia.En el Hospital de Hombres el sismo de1894 había causado graves daños. Sólohabía quedado en funcionamiento una

especie de corredor, con paredes llenasde grietas en las que se había coloca-do alquitrán para sellarlas. Allí sehacinaban los enfermos.—Más que un hospital esto parece

la antesala del cementerio—, pensóLloveras.

Tal era el estado de los nosocomios queno se podían realizar intervenciones quirúr-gicas en San Juan. A impulsos de Lloveras se fundaron lassalas de cirugía de los hospitales SanRoque y Rawson.

Ventura Lloveras

fue uno de los

pocos dirigentes

que permaneció

hasta el final

junto a Jones.

Ser médico en aquellos años no erasimplemente esperar que llegara elpaciente al consultorio.

Había que luchar contra la ignorancia.Su iniciación —recordaba— fue con unenfermo de pleuresía purulenta y otro deostiomiotitis de la tibia que rehusaba, terca-mente, toda operación.Inició una campaña profiláctica contra los“chavos”, los chicos que mostraban signosde “pie bola”, que eran muchísimos en SanJuan. Lloveras salió a buscarlos, a convencerlos ya operarlos.

Junto con la medicina, Lloveras tenía otrasdos grandes pasiones.Una era la agricultura y a su trabajo se debela disecación de pantanos y ciénagas en elsur de la provincia, en la zona deGuanacache.La otra pasión era la política.En 1907 ya formó parte de la revolución delcoronel Sarmiento, que derrocó al goberna-dor Godoy.

La revolución del coronel Sarmientoy su partido Popular contra elgobierno conservador del goberna-

dor Manuel Godoy fue muy pintoresca.Fue una revolución anunciada. Todo elmundo –oficialistas y opositores— estaban altanto de ella. Y se habían preparado unos yotros. Tanto fue así que San Juan se trans-formó durante cuatro horas en un infierno.

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JONES

Gobernaba San Juan don Manuel José Godoy, quienintegrando fórmula con don Ramón Moyano habíatriunfado sin oposición en las elecciones de 1905, apo-yado por el oficialismo, el Partido Constitucional y elClub Unión Nacional.El Partido Popular, sucesor del Partido Constitucional,que conducía el coronel Carlos Sarmiento sostenía queGodoy no había cumplido con los acuerdos que lo

llevaron al gobierno.

—Nosotros podemos vencer sólo con piedras al

gobierno —, decían los sarmientistas.Pero en realidad, preparaban algo más que piedras.El jefe de la Revolución, el coronel Carlos Sarmiento,había llegado desde Buenos Aires, donde residía y losrevolucionarios tenían ya todo preparado.No eran hombres de armas. Había profesionales comolos doctores Ventura Lloveras, Domingo Cortínez,Carlos Conforti, Mario Videla, Victorino Ortega –queaños más tarde sería gobernador— Javier Garramuñoy Augusto Echegaray. Había además gente de distintossectores que militaban en el Partido Popular, el PartidoIndependiente, el Club de la Juventud y el ClubLibertad.

El coronel Sarmiento tenía buenos contactos enBuenos Aires y logró que “un político muy impor-

tante” enviara a un grupo de milicianos uruguayos–en general jóvenes románticos dispuestos a luchardonde se los convocara— al mando del capitán JuanEstomba. Lo integraban Eloy Pinazzo, AlbertoPereyra, José Crispino, M. Rodriguez Prado, ElbioLópez, Wilson Arago y Aparicio Saravia. Llegaronvarias semanas antes del hecho y transmitieron susexperiencias.

Las armas habían llegado desde BuenosAires y Chile. Contaban con 180 fusilesWinchester o Mauser y 30 mil tiros, traidos

en paquetes dentro de los camarotes del tren por laesposa de don Nilamón Balaguer. Los rifles se fueronbajando en estaciones intermedias para luego llevar-los a la ciudad en carros cubiertos con verdura.Desde ahí se repartían a los revolucionarios por losmedios más inverosímiles, como un ramo de flores.

Se habían preparado también rudimentarias bombasen frascos de 200 mm. A los que se les colocaba unpoco de nitroglicerina unida a un fulminante y una

Había radicales...mecha. Luego se rellenaba el frasco con parafina paraimpedir la entrada de aire y se recubría con algodón ytela para que no se rompiera al lanzarlo. Se encendíala mecha y se tiraba el frasco que, por no tener pro-yectiles, más que un efecto letal causaba ruido, incen-dios y tenían algún poder destructivo.

Los revolucionarios se organizaron en canto-nes cuya acción respondía a un plan estraté-gico.

La Junta Revolucionaria, integrada por Sarmiento,Augusto Echegaray, Guillermo Yanzi Oro, EleodoroSanchez, Juan R. Cambas, Saturnino de Oro, VenturaLloveras, Remigio Ferrer Oro, Victorino Ortega,Nilamón Balaguer, Estanislao Albarracín y CarlosConforti dispuso que el movimiento se produciría enla noche del 6 al 7 de febrero.

Se formaron los cantones.A las 12 en punto el coronel Sarmiento mandó aBenjamín Segundo de la Vega a recorrer los cantones,a los que debía pasar el santo y seña —la palabra

“libertad”—. El hombre regresó una hora mas tarde.—Permiso coronel. Aun falta que llegue gente a los can-

tones pues la policía está haciendo un severo control.

Esta foto fue tomada en 1907 cuando la revolución del

Partido Popular contra el gobierno de Manuel Godoy.

Años después la mayor parte de quienes participaron

en ese alzamiento —Ventura Lloveras, Remigio Ferrer

Oro, Balaguer, Albarracín— se incorporaron al radi-

calismo y eran apodados los “Orejudos

Viene de página anterior

43Colabora con esta obra

—¿Cuál es la situación?

—El cantón de Agenor Benitez no se ha reunido por el

arresto de su jefe y tampoco se ha podido organizar el

de Francisco E. Aguilar por detenciones que ha hecho

la policía.

—¿Qué pasó?

—Los descubrieron repartiendo los distintivos.

Los distintivos eran boinas vascas de color rojo. Entre

los detenidos del día anterior figuraba también el

médico Ventura Lloveras.

—¿Qué ocurre con el cantón de Balaguer?

—No pudimos comunicarle el santo y seña porque la

casa está rodeada de agentes de policía.

—¿Algo más?

—Sí señor, parece que se viene una tormenta bárba-

ra...

Alas 3 de la mañana debía estallar la revolu-ción.A esa hora en punto el comandante Cambas

y Alberto Cuello, que contaban con 30 hombres–quince cada uno— comenzó a marchar por la avenida9 de julio y dobló hacia el norte por General Acha.Al llegar a la calle Córdoba divisaron a un policía.—¡Alto. Quién vive! –, se escuchó en la noche.La respuesta fue una cerrada descarga que se sintió entoda la ciudad. Hicieron prisionero al policía al que lequitaron el Remington y cien tiros.

Nilamón Balaguer había llegado a las 12 de la nochecon dos hombres y sus cinco hijos. Esperaban contarcon cien efectivos y solo estaban amigos de otros can-tones. Poco antes de las 3 fue descubierto el cantón ydebieron huir por los fondos a la cochería de LuisArévalo. Allí escucharon las descargas de fusilería ycomenzaron a marchar hacia la cárcel.Llovía a cántaros y las ropas empapadas dificultabanlos movimientos. Pero experimentaron una sensaciónde alivio al encontrar en el camino la caballada delescuadrón de seguridad de la policía sin jinetes yhuyendo.Los integrantes del grupo se abrieron en abanico parareencontrarse en el atrio de la Merced y dirigirse haciala calle para tomar la guardia de cárcel. Pero se lleva-ron una gran sorpresa. El jefe de la cárcel había acor-dado con los revolucionarios entregarse sin ofrecerresistencia. En lugar de eso, los recibió una cerrada

descarga.

Al jefe lo habían descubierto y estaba encerrado en uncalabozo de la Central de Policía.

Quisieron volar la puerta de la cárcel con bombaspero... ¡con la lluvia se habían mojado las mechas!

Y no pudieron encenderlas.Para colmo desde los techos de la Merced les dispara-

El grupo que presidíaVentura Lloveras queríadefender el gobiernoradical y decidió sacar

un periódico.

Pasa a página siguiente

ba. Y también desde la cárcel y desde una viviendaubicada frente a la cárcel.

Atodo esto, Sarmiento y sus seguidores nohabían tenido problemas en tomar la Casade Gobierno y ya estaban instalados allí.

Pero no era fácil la situación. Los grupos deCambas y Cuello se tiroteaban furiosamente con lossoldados de la policía y amigos del gobernadorquiénes ocupaban la Central con mas de 150 hom-bres.Desde la parte alta de la Escuela Normal deVarones, que funcionaba en el edificio de la EscuelaSarmiento ubicado al lado de la Cárcel, también dis-paraba la Policía. Y en la otra cuadra, Mitre yTucumán, el tiroteo era sin cuartel.

Salió el sol y la situación era desesperantepara los revolucionarios. Una idea salvadoracambió el panorama:

—Hay que incendiar la Escuela.

La escuela Normal de Varones funcionaba en eledificio de la escuela Sarmiento, en la esquina de lo

Los revolucionarios en la casa de gobierno, después del triunfo de la revolución de 1907.

que hoy es General Acha y Santa Fe, donde actual-mente funciona la escuela Antonio Torres. Es decir, eledificio estaba pegado al antiguo cuartel de SanClemente, ocupado por la Central de policía. Era junto a la catedral y la casa de gobierno uno delos tres mejores edificios de la ciudad. Había sidoconstruida por Camilo Rojo 40 años antes y en elfrente tenía columnas con capiteles y rejas de hierro. Las llamas pronto cubrieron las paredes.—Basta, esto no puede seguir. Esta gente está dis-

puesta a todo.

El gobernador Godoy había dispuesto rendirse.Sólo quedaba un paso formal: negociar las condicio-nes de la rendiciónLlamó a su ministro Dario Quiroga y conversaronalgunos minutos.Luego Quiroga buscó al doctor Ventura Lloveras queestaba detenido en la cárcel desde el día anterior.—Doctor Lloveras, el gobernador le solicita que me

acompañe para ofrecer la rendición del gobierno a

las fuerzas que usted integra.

Quiroga y Lloveras salieron del edificio de la cárcelcon una bandera blanca.Cesaron los disparos.Los hombres llegaron a la esquina de General Acha ydoblaron hacia el norte, rumbo a la casa de Gobierno.El edificio en llamas, el silencio que se produce despuésde una batalla y los pasos de Lloveras y Quiroga cami-nando por el medio de la calle con la bandera blanca enalto, constituían una escena digna de una película sobreel lejano oeste.En la Casa de Gobierno se pactó la rendición y entrega-ron los cuarteles con sus armamentos.

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“Es imposible trabajar con gente caprichosa

que considera al gobierno cual cosa

propia, de la que puededisponer en beneficio de

unos cuantos”.

Viene de página anterior

Se había combatido durante varias horas. Sehabían disparado miles de tiros. Se habían tiradobombas e incendiado un edificio símbolo, todoen un radio de una manzana. Sólo hubo 16 muer-tos, gracias a la mala puntería de policías y revo-lucionarios. Y no quedaban detenidos.

Pero sigamos con la historia de Ventura

Lloveras.

De esa experiencia revolucionaria venía.Durante algunos años militó en el Partido Popular.Fue ministro, legislador y finalmente se incorpo-

ró al radicalismo, en el sector nacionalista.

Por aquellos días de agosto de 1920 Lloveraspresidía el comité provincial del Partido Radical.Y estaba preocupado, como le explicaba a sucorreligionario y senador Remigio Ferrer Oro,mientras tomaban un café en el Grao de

Valencia, la confitería ubicada en la calle Mitre,frente a la Plaza 25.—Advierto que esto que está pasando le va a

hacer mucho daño al partido—, dijo Lloveras.—Coincido con usted. Los legisladores no van

a dejar a Jones que gobierne y tarde o tem-

prano el bloque —y en una de esas también el

partido— se va a romper.

—Quiero contarle que vamos a sacar un periódi-co al que llamaremos Nueva Era. Debemos tenerun voz que fije las posiciones del partido en estahora. Y que, de alguna manera, defienda la ges-tión del gobierno radical.—Cuente con todo mi apoyo, doctor —respon-dió Ferrer Oro— Pero... tendríamos que hablar

más seguido con el gobernador. Está trayendo

demasiada gente de Buenos Aires, que no

comprende el medio. Y eso no es bueno.

El grupo revolucionario. A. Elizondo, E. Zapata,César Aguilar, Eugenio Flores, Eusebio Dojorti, D.Varela, Remulo Rodríguez, Juan de D. Bravo, M. L.

Sugasti, Carlos D. Cánepa, Domingo Echegaray,Landeau Keller, Manuel G. Quiroga, D. Aubone, A.Jámeson de la Presilla. Muchos de ellos se incor-

poraron años después al radicalismo.

El Poder Judicial de la provinciasiempre estuvo cuestionado.La causa era muy sencilla: la justicia

estaba al servicio de los sectores más podero-sos.Cuando Jones llegó al gobierno, habíanrenunciado los jueces nombrados en comisiónpor Escobar.El 14 de julio, antes que empezaran a sesionarlas cámaras, nombró en comisión a dos cama-ristas, José Flores Perramón y FranklinVarela.

Flores Perramón era doctor en jurisprudenciay ciencias sociales. Tenía 30 añoscuando fue designado y había ocupadovarios cargos en la justicia.Varela tenía mayor antigüedad queFlores Perramón, por lo que se consti-tuyó la Corte bajo su presidencia. Eltercer miembro, el doctor PedroManrique, fue convocado como con-juez por los dos camaristas comisio-nados.

A los treinta días exactos venció lacomisión.Ya Jones había enviado a laLegislatura la lista de miembros de lacorte y jueces que quería designar.Para la Corte había propuesto a FloresPerramón, Alberto Echegaray yEnrique Rojo.

El Senado aprobó la designación de FloresPerramón pero rechazó las de Echegaray yRojo.

Los argumentos del Senado eran que ningunode los dos había ejercido la profesión de abo-

gado en la provincia en los dos años anteriores. Jones propuso a otro juez en reemplazo deEchegaray, Alejandro Zaldarriaga e insistió conRojo.Nuevamente se lo rechazaron.

—No van a dejar pasar a ninguno, hasta

que no proponga un hombre del sector de

ellos—, comentaba Jones en aquellos días aHonorio Guiñazú.—Querido gobernador, sostener esos juecesconstituye un gran peligro social. Todo elmundo sabe a qué personas se les ha despojadode su fortuna y a qué infelices se les ha puestoen cárcel por ser honrados.

Guiñazú le pintaba a Jones un panorama

realmente negro.

—La justicia no existe en San Juan. Está enmanos de jueces que sentencian sin control,que viven en la ruleta y que eran ratificados ensus procederes por los cortistas. Jueces en laJusticia del Crimen que amparan a cualquierbandido que hace alarde del cuchillo. Jueces

El Senado se empecinaba enrechazar los jueces propuestos

José Flores

Perramón,

ministro de

la Corte.

45Colabora con esta obra Sé que te tengo

“¿Sabe Lloveras...?En esta provincia hay unsolo enemigo: la mentira.Este pueblo está enfermode mentiras. Necesitamosun San Juan nuevo, con hombres e ideas nuevas”.

civiles y comerciales que dejan los expedientesde trámite durmiendo en los estantes de los juz-gados y que arrojan a los litigantes a la calle sidemandan una resolución. Personas malas aso-ciadas a las aves negras y los mas descalificadosprocuradores. ¡Y a eso se le llama justicia!¡Justicia! En San Juan durante mucho tiempo nose ha conocido. A muchos de los jueces exone-rados los interesados les escribían las sentenciascon las que se enriquecían...

Y concluía Guiñazú:—Gobernador, sólo usted puede cambiar

estas cosas...

—De acuerdo Guiñazú. Pero ¿sabe? Es imposi-ble hacer gobierno con gente que quiere ir máslejos que las leyes. Imposible hacer gobiernocon gente empequeñecida, empecinada en pre-dominar con sus errores; gente caprichosa queconsidera al gobierno cual cosa propia, de laque puede disponer en beneficio de unos cuan-tos. Esa gente considera al gobierno como unmodus operandi. Y a un pueblo que tiene aun elespíritu de los conquistadores, es necesario insi-nuarle el camino de otras orientaciones. Es pre-ciso decirle que para que una oposición se tomeen cuenta es indispensable no ser difamador.

—En esta provincia, doctor Jones, los medio-cres tienen envidia de su capacidad. Con ustedestán haciendo lo mismo que hacen con cual-quier persona que llega a San Juan que no seade la estrechez del círculo provincial... ¡lo com-baten!. Miento. No lo combaten. Lo difaman.Le hacen el proceso de su moralidad, sea o noconocida. La inventan. Son tan estrechos que noquieren que los argentinos educados en una cul-tura superior, contribuyan con su capacidad alennoblecimiento de los intereses morales de lainteligencia. Prefieren extranjeros alquilados.Con razón Sarmiento dividía en dos zonas laescuela política... ¡civilización o barbarie! Claroestá.

(Fuente: conceptos vertidos por Honorio Guiñazú

en su libro “Dr. A. Jones, un hombre, un

pensamiento y un gobernante”, escrito en 1921).

El Partido Radical decidetomar la iniciativa política

—Tenemos que tomar la iniciativa política,

doctor.

Ventura Lloveras expresaba sus preocupacio-nes al gobernador.—Creo que esta gente no va a entender

nunca—, contestó Jones.—El accionar del gobierno comienza a trabar-se. Debe ser el primer caso en la políticaargentina en la que un gobierno no puede san-cionar leyes porque prácticamente todos losdiputados de su propio partido han formadoun block para oponérsele.

—Así es.

—Eso ha hecho que la justicia esté práctica-mente acéfala. Con los municipios en comi-sión, sin diálogo con los partidos políticos ybuena parte de la prensa en contra, es indis-pensable fortalecer al gobierno y eso tenemosque hacerlo nosotros, los radicales.

—¿Sabe, Lloveras? En esta provincia hay

un sólo enemigo: la mentira. Este pueblo

está enfermo de mentiras hay que hacerlo

reaccionar. Hay que luchar contra esta

gente corrompida en esta escuela de la fal-

sedad. Para hacer una obra grande, digna,

necesitamos un San Juan nuevo, con hom-

bres nuevos, con ideas nuevas, que hagan

escuela de democracia y de justicia.

—Son los políticos que tenemos, doctor, nohay otros...—Estos no son políticos. Son logreros

audaces de los accidentes electorales,

improvisados en conductores de pueblos,

sin más título que un cúmulo de traiciones

al propio partido que los hizo conocer.

Jones estaba realmente enojado:—Son personas sin moral, que le quitan a

la conciencia el derecho a un noble pensa-

miento para proclamar con osadía inaudita

una inexactitud cobarde, que ejercitan

todas las malas prácticas en contra de la

cultura republicana y en favor de mezqui-

nos intereses...

—Lo que a mi me extraña, doctor, es que enpueblos como este aparezcan caudillos a losque el pueblo entrega sus destinos...—Los pueblos sometidos a este caudillaje

son la consecuencia de sociedades vencidas

por la ignorancia y por los grandes hipócri-

tas que se titulan intérpretes del derecho y

la justicia. Cuando los pueblos dan a estos

caudillos una representación parlamenta-

ria, estos personajes se transforman en

estafadores de su soberanía, porque desco-

nocen el carácter fundamental de las insti-

tuciones.

Honorio Guiñazú escuchaba en silencio.

A esta altura no pudo aguantarse más e inter-vino.—Doctor Lloveras... Acá se hace política concohetes voladores y plebiscitos de groserías einsultos. Tienen un vocabulario de cloaca...Los oradores que educan a la multitud con unvocabulario de cloaca pertenecen al gremio delas inmundicias sociales y no pueden aspiraral respeto de los gobiernos ni de los pueblos.La difamación se ha convertido en oratoria ylos oradores en criminales del vocabulario.

A Lloveras le caía mal Guiñazú. Una cosa eraJones, un hombre bueno y deseoso de contri-buir al progreso de su provincia aunque aveces por su falta de experiencia confundía lapolítica con el ámbito serio y formal de unasociedad científica. Y otra muy distinta estepersonaje venido de Buenos Aires que todo losabía y de todo opinaba.

Guiñazú seguía hablando:

—A la sociedad no se la ultraja con estos pro-pagandistas insultadores de oficio. No es posi-ble considerar a la ciencia del gobierno en lapolítica como a una charca que sirva de revol-cadero a los caimanes. Para llegar al poder esindispensable tener el bagaje de las responsa-bilidades. No es posible que las institucionesserias caigan en estos círculos sin valor algu-no.

Jones había permanecido en silencio, sin con-tradecir a Guiñazú. De pronto dijo:—¿Qué sugiere usted, doctor Lloveras?

—Como presidente del comité provincial voya convocar a un gran acto en apoyo delgobierno. Creo que ha llegado la hora dedemostrar a propios y extraños que el gober-nador no está solo.—Me parece bien. Avance, tiene todo mi

apoyo.

sesiones sin que haya vencido el plazo para lacual ha sido convocada, llegaría a establecer enesta forma la práctica consagrada por las cámaraslegislativas de los Estados Unidos. ......Acto seguido el ministro citó a “Mr. Bryce, cuya

autoridad en derecho constitucional es recono-

cida en todas partes del mundo y a varios

constitucionalistas argentinos, como González

Calderón, Montes de Oca, González y Araya”

avalando su tesis.

Cantoni: Es una característica del poder ejecuti-vo de la provincia el citar siempre las constitu-ciones de todas partes del mundo sin recordar la

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JONES

Eran las 23,30 del 27 de noviembre de 1920 ycon la presidencia de Juan Estrella sesiona-ba la Asamblea Legislativa. Se reanudaba el

cuarto intermedio dispuesto para recibir a los minis-tros del Ejecutivo. El titular de Gobierno, BarreraCordón, estaba de licencia por lo que la cartera estabacargo del subsecretario Justo P. Zavalla.

Señor presidente: Continúa la sesión. Se va a dar lec-tura al despacho de la comisión especial nombrada.

La comisión estaba integrada por los legisladoresCantoni, Moya y Arturo y había sido formada paraanalizar lo que se haría con la nota enviada por elPoder Ejecutivo.

Sr. Cantoni: La comisión ha creído necesario decla-rar que encuentra muy bien el decreto de clausura delas sesiones ordinarias e inmediatamente inaugurarlas sesiones extraordinarias para tratar esos asuntosque están en cartera.

Sr. ministro de Gobierno e Instrucción Pública

(Justo P. Zavalla): El Poder Ejecutivo ha enviado ala H. Cámara de Senadores un mensaje convocando aambas cámaras legislativas para sesiones extraordina-rias que deben inaugurarse el día 29 de enero de1921. Al enviar este mensaje, el Ejecutivo hace usode las facultades que le acuerda la Constitución. Encuanto a la convocatoria a extraordinarias, el inciso6º dice que debe enviar la Ley de Presupuesto, cálcu-lo de gastos y recursos, etc.Las sesiones ordinarias de la Legislatura vencen el 30de noviembre. Y hasta que eso no se produzca lascámaras no pueden convocar a extraordinarias. Poreso y haciendo uso de esa facultad privativa y exclu-siva del Poder Ejecutivo, se ha enviado el mensaje.

El ministro había dejado en claro cuál era laposición del Ejecutivo. La Cámara no podíaconvocar a extraordinarias hasta no terminar

el periodo ordinario. Por lo tanto no era válida la con-vocatoria legislativa y -según su criterio- sólo queda-ba en pie la del Ejecutivo, convocada para el 29 deenero.Justo P. Zavalla abundó en citas constitucionales. Yagregó:-En caso de que no hubiera receso, en caso de que seestableciera la continuidad de las sesiones, esta hono-rable asamblea subvertirá en cierta forma la ley fun-damental de la Nación que establece que las provin-cias dictarán su constitución en un todo de acuerdo ala carta magna. Es más, con esta forma de clausurar

La sesión en la que surgeel conflicto de poderes

constitución de nuestra provincia. Al venir el gober-nador a jurar ante este cuerpo respetar la constitu-ción y las leyes, no vino a jurar que respetaría laconstitución y las leyes de Norte América, de Rusiao Alemania sino las de la provincia. En ese caso

La convocatoria de los legisladores a sesiones extraordinarias

San Juan, noviembre 23 de 1920

Al Señor presidente del Honorable SenadoS,/D.Haciendo uso del derecho que nos acuerda elartículo 46 de la Constitución de la provincia,solicitamos al señor presidente convoque a lahonorable Cámara de Diputados y al honora-ble Senado, a sesiones extraordinarias con elobjeto de tratar los asuntos que la asamblealegislativa o cada cámara en su caso resuelva.Dios guarde al señor presidente del honorableSenadoFederico Cantoni, Ernesto Reinoso, José A.Correa, Lisandro Lozano, Estanislao Vera,Juan A. Arturo, Diógenes Perramón, P.Mercado S.

Atento a lo solicitado y lo dispuesto por losartículos 46 y 82, inciso 1º de la Constituciónde la provincia, convócase al honorable sena-do y honorable cámara de diputados, a sesio-nes extraordinarias y se designa el 27 denoviembre a las 22 horas (10 p.m.), para quetenga lugar la asamblea legislativa al objetode su apertura, haciéndose la citación corres-pondiente por secretaría. San Juan, noviem-bre veintiseis de mil novecientos veinte,

Juan Estrella, presidente - Florencio Videla, secretario

Juan Estrella en una caricatura

publicada en la revista

“Páginas intelectuales” en 1914.

47Colabora con esta obra Minería Responsable

deben respetar la constitución que han jurado eimportarles un comino de “mister briche”.

Justo P. Zavalla: Mister Brye, señor senador...Cantoni: Bien. Braice, como quiera; no soy inglés.Continúo. Lo que nosotros hemos sostenido es que

tenemos el derecho de continuar las sesiones ordi-narias y el que tiene el derecho de continuarlastiene el dereho de suprimirlas cuándo le dé la gana.Y el que puede hacer lo más puede hacer lo menos.Yo no sé si será la opinión de Montes de Oca, deAraya o de otro. Lo que sé es que no debemos

tener en cuenta la opinión de esos jurisconsultos.Debemos respetar la constitución de San Juan. Ala par de esos jurisconsultos que han interpretadola constitución nacional, nosotros tenemos elderecho de interpretar la nuestra y el artículo 46nos autoriza.

Los aplausos de un público adepto coronaron laspalabras de Cantoni pero este ya continuaba:Cantoni: El señor presidente que está sentado enese sitio (señalando a Estrella) es tan presidentecomo el vicegobernador de la provincia, que estáde licencia, y está desempeñando en este momen-to el papel de vicegobernador porque los queestán con permiso no pueden convocar.

La sesión se prolongó durante más de una hora.Pero las posiciones estaban bien claras y dividi-das. Intervinieron Mallea Gil, Ferrer Oro y otros. Finalmente se votó el proyecto de la comisión.

Eran las 12,20, según pidió que constara en elacta Cantoni.La guerra de los diputados al Poder Ejecutivo,

estaba declarada.

San Juan, noviembre 27 de 1.920

Debiendo terminar el periodo de sesiones ordinarias de la Honorable Legislatura eldía 30 del corriente mes, como lo dispone de una manera expresa el artículo 44 dela constitución de la provincia y siendo necesario tratar la ley de presupuesto y cál-culo de recursos de la administración para el ejercicio económico del año 1921, elPoder Ejecutivo, en uso de las atribuciones que le confiere el artículo 115 de laconstitución en sus incisos 5 y 7, en acuerdo general de ministros, decreta:Art.1º - Convócase a ambas cámaras legislativas a sesiones extraordinarias para eldía 29 de enero de 1921, al sólo efecto de tratar el presupuesto.Art. 2 - A los efectos del artículo anterior, comuníquese al señor presidente delhonorable SenadoArt. 3 - Publíquese e insértese en el Boletín Ofiial

Amable Jones, Justo P. Zavalla, Abraham Tapia

El decreto del gobierno convocando a las cámaras para fines de enero

Citación a senadores y diputados para que

participaran al día siguiente de la

Asamblea Legislativa.

Facsimil del original de la sesión de la Asamblea Legislativa con las correccio-

nes hechas en puño y letra por el presidente del Senado, Juan Estrella.

La designación delos dos cortistas

“Presidente de la Corte de Justicia”. ¿Cómopuede ser presidente de sí mismo....? El es elúnico miembro...

—Está bien. Designemos entonces a los res-

tantes miembros. Yo quisiera que el doctor

Enrique Rojo y el doctor Alejandro

Zaldarriaga integren la Corte y también

nombraremos en comisión como procurador

general de la provincia al doctor Félix

Alberto Echegaray.

—Si usted está de acuerdo podrían asumir en unpar de dias.

—Muy bien. ¿Donde se hará el acto?

—En la Casa de Gobierno. Ellos son designadosen comisión por lo que es suficiente que jurenante quien los designa.

Aquiles Damianovich se venía desempeñan-do como agente fiscal del crimen, nombra-do por el Poder Ejecutivo sin acuerdo del

Senado.Hacía mucho calor en San Juan aquella mañana demediados de diciembre cuando muy temprano el abo-gado concurrió a la casa de Jones, ubicada en las cer-canías de la Plaza Aberastain.

—Doctor Jones, tenemos que darle un corte defin-

tivo a este tema de la Justicia.

El gobernador se acomodó su infaltable monóculo.—¿Qué sugiere usted?

—Estando las cámaras en receso, podemos nombraren comisión a los dos integrantes que faltan en laCorte.

—Los diputados van a poner el grito en el cielo...

JONES

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—Doctor, las cámaras están en receso y ante ello, elPoder Ejecutivo puede designar en comisión a losjueces por un plazo que se estira hasta 30 días des-pués que comiencen las sesiones ordinarias. Así lodispone el artículo 115 de la Constitución.

—Si usted cree que esa es la solución, vamos a

avanzar en ese sentido. Lamentablemente,

vamos a tener que dejar en su puesto a Flores

Perramón pues ya tiene acuerdo del Senado...

—¿Se acuerda cuando afirmó que estaba a su dis-posición “para los fines que usted considere conve-niente”?

—Sí, lo recuerdo. Lamentablemente ahora está

en una posición crítica hacia nosotros.

—¿Crítica? Yo diría que recibe órdenes directamen-te del bloque. Y para colmo se hace llamar

San Juan, 21 de diciembre de 1.920

Habiéndose presentado en el día de la

fecha al recinto de la Excelentísima Corte

de Justicia, los señores Enrique Rojo y

Alejandro Zadarriaga, con el objeto de

constituir tribunal, y no resultando de su

respectivos nombramientos que se haya

cumplido en ellos el requisito del acuerdo

del Senado que prescribe el artículo 115,

inciso 4º de la Constitución de la provincia

que es indispensable, dado que las cáma-

ras legislativas no se encuentran en receso;

y reputando también ilegal el juramento

prestado por los nombrados señores ante el

señor gobernador de la provincia por ser

ello violatorio del artículo 8º de la ley

orgánica de los tribunales, y no deseando

por último el suscripto incurrir en respon-

sabilidades penales, resuelve:

Dejar constancia que no reconoce a los

nombrados señores Rojo y Zaldarriaga

como miembros de esta Corte de Justicia,

absteniéndose en consecuencia de integrar

tribunal con ellos.

José Flores Perramón — Solano Vargas,

secretario.

En la provincia comenzaba a vivirse

un clima de máxima tensión.

El 19 de diciembre el Poder Ejecutivo nombró encomisión a los doctores Enrique Rojo yAlejandro Zaldarriaga como integrantes de la

Corte.Para Jones, el Poder Legislativo estaba en receso y laConstitución le permitía, en ese caso, nombrar magistra-dos en comisión por un plazo determinado.

Al día siguente, a primera hora, el subsecretario deGobierno, Justo P. Zavalla, a cargo del ministerio deGobierno, envió a los jueces una nota que decía:‘En nombre de su excelencia el señor gobernador de

la provincia, tengo el agrado de invitar a usted a

presenciar la ceremonia del juramento que

prestarán hoy a la 11 horas ante el Poder

Ejecutivo los ministros de la Suprema Corte de

Justicia. San Juan, diciembre 20 de 1920”.

Los magistrados juraron en la Casa deGobierno y anunciaron que asumirían sus fun-ciones al día siguiente.A partir de ese momento se suceden unaserie de hechos que, aunque independien-tes, forman parte de una misma historia.Ocurrió que el día 21 de diciembre, comienzo del vera-no, se presentaron a primera hora Rojo y Zadarriaga. Yse encontraron con una sorpresa que, al decir demuchos, no era tan sorpresa pues era previsible quehubiera reacciones. Aunque quizás no esperaron unaposición tan firme de parte de Flores Perramón.

—Desconozco el nombramiento de ustedes. De ningunamanera voy a prestarme a conformar el tribunal de estaforma—, dijo Flores Perramón.

Los flamantes designados, consultaron a Damianovihsobre los pasos a seguir.—Ustedes son ahora la Corte. Sepárenlo a Flores

Perramón.

Los magistrados dieron la orden al jefe de Policía paraque actuara.A todo esto, Flores Perramón daba un comunicado enel que expresaba:

José Flores Perramón, ilustrado

por Miguel Camporro

Flores Perramón desconocelos nombramientos del Ejecutivo