Joey Skaggs Dery Rebelarsevende

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Entrevista con Joey Skaggs Por: Esteban Alvarez 1. Obviamente hay una intención política tras su trabajo ¿Qué nos puede decir al respecto? Desde la “Vietnamese Christmas Nativity Burning” en el Central Park el día de navidad, y las “Grotesque Statues of Liberty”el 4 de julio con los cuerpos desmembrados de los bebes, protestaba contra la guerra en Vietnam; al igual que con el esqueleto de un niño servido como plato el día de gracias frente a las Naciones Unidas. Hasta el caso en que los activistas de los derechos animales se enfurecieron por “Cat House for Dogs and Dog Meat Soup” donde dije que estaba comprando perros para cocinarlos y venderlos como comida, o la ira que provoque en algunos devotos católicos cuando intenté vender mi “Portofess confessional booth” al Democratic National Conventional; asumo que he traumatizado a varios. Incluso he recibido amenazas de muerte por mi “Dog Meat Soup” y he tenido que soportar a la policía golpeando mi puerta por “ComaCocoon” y “Hair Today Ltd”. El concepto de ‘lo políticamente correcto’ combinado con la sociedad litigante en la que vivimos es una parte del problema. Es como si la gente caminara dormida a través de la realidad, permitiendo guerras de ira ilegales y albergando otras enfermedades que plagan nuestra sociedad, haciendo y diciendo muy poco al respecto para conseguir un cambio. La evolución de la consciencia es un misterio gigantesco para mi. He intentado con el humor, y he intentado golpeándolos en la cabeza. 2. ¿Por qué decidió empezar a trabajar como artista ‘culture jammer’? En general, estaba frustrado por la falta de reconocimiento que mis primeros trabajos habían tenido considerando lo que estaba intentando comunicar. Ellos ciertamente no lo reconocían como “arte” y yo estaba en un conflicto personal por la manera como estaba siendo percibido y etiquetado como artista. Esencialmente, mi trabajo era descartado por completo o aparecía como una noticia aislada, ignorada por el mundo artístico. Nadie estaba haciendo las conexiones de que yo en realidad era una persona responsable por un trabajo que respondía a varios aspectos sociales. En ningún sitio parecían estar dispuestos a aceptar mis técnicas que eran radicales para ese momento. No había una categoría en la cual ese trabajo en particular pudiera entrar. En ese momento, seguía teniendo la necesidad de ser reconocido y comprendido como un artista por alguien. Sabía que era ridículo, pero la ida seguía molestándome. Me tomó algún tiempo llegar a la conclusión de que es tu propio conocimiento y aceptación del trabajo que haces el que cuenta. Sin embargo, recibí un estipendio de New York State Council on the Arts para mi trabajo, esto me asombró.

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Entrevista con Joey SkaggsPor: Esteban Alvarez

 

1. Obviamente hay una intención política tras su trabajo ¿Qué nos puede decir al respecto?

Desde la “Vietnamese Christmas Nativity Burning” en el Central Park el día de navidad, y las “Grotesque Statues of Liberty”el 4 de julio con los cuerpos desmembrados de los bebes, protestaba contra la guerra en Vietnam; al igual que con el esqueleto de un niño servido como plato el día de gracias frente a las Naciones Unidas. Hasta el caso en que los activistas de los derechos animales se enfurecieron por “Cat House for Dogs and Dog Meat Soup” donde dije que estaba comprando perros para cocinarlos y venderlos como comida, o la ira que provoque en algunos devotos católicos cuando intenté vender mi “Portofess confessional booth” al Democratic National Conventional; asumo que he traumatizado a varios. Incluso he recibido amenazas de muerte por mi “Dog Meat Soup” y he tenido que soportar a la policía golpeando mi puerta por “ComaCocoon” y “Hair Today Ltd”. El concepto de ‘lo políticamente correcto’ combinado con la sociedad litigante en la que vivimos es una parte del problema. Es como si la gente caminara dormida a través de la realidad, permitiendo guerras de ira ilegales y albergando otras enfermedades que plagan nuestra sociedad, haciendo y diciendo muy poco al respecto para conseguir un cambio. La evolución de la consciencia es un misterio gigantesco para mi. He intentado con el humor, y he intentado golpeándolos en la cabeza.

2. ¿Por qué decidió empezar a trabajar como artista ‘culture jammer’?

En general, estaba frustrado por la falta de reconocimiento que mis primeros trabajos habían tenido considerando lo que estaba intentando comunicar. Ellos ciertamente no lo reconocían como “arte” y yo estaba en un conflicto personal por la manera como estaba siendo percibido y etiquetado como artista. Esencialmente, mi trabajo era descartado por completo o aparecía como una noticia aislada, ignorada por el mundo artístico. Nadie estaba haciendo las conexiones de que yo en realidad era una persona responsable por un trabajo que respondía a varios aspectos sociales. En ningún sitio parecían estar dispuestos a aceptar mis técnicas que eran radicales para ese momento. No había una categoría en la cual ese trabajo en particular pudiera entrar. En ese momento, seguía teniendo la necesidad de ser reconocido y comprendido como un artista por alguien. Sabía que era ridículo, pero la ida seguía molestándome. Me tomó algún tiempo llegar a la conclusión de que es tu propio conocimiento y aceptación del trabajo que haces el que cuenta. Sin embargo, recibí un estipendio de New York State Council on the Arts para mi trabajo, esto me asombró.

3. ¿Cree que hay una dimensión estética en el concepto de ‘broma’? Me refiero a que sus bromas no son chistes sin sentido, sino que de hecho son comentarios sociopolíticos.

Como en todo, hay conceptos buenos, malos, mediocres y profundos, dependiendo de quien esté evaluando, yo, por supuesto, tengo mi propio criterio sobre mi trabajo. Claro que comprendo que sería ridículo superponer mi criterio al de todo el mundo. Ciertamente dirijo mi mirada sobre varios elementos en el trabajo de otras personas para imaginarme si es exitoso, por qué es exitoso, o cómo podría ser más exitoso. He pasado años haciendo esto con varios estudiantes, de hecho creé la primera clase de Activismo Mediático en la historia, en School of Visual Arts. 

En pranks.com estábamos intentando no sólo darle la oportunidad a otros artistas y practicantes de tener un lugar donde compartieran su trabajo, sino también de permitir a la curiosidad ser expuesta a una amplia gama de ideas y técnicas. No trató de que mis preferencias personales lo que aparece en la página Web. Nosotros cubrimos lo bueno, lo malo y lo feo. Pero también procuramos hacer algunas llamadas discrecionales para poner la cosas en contexto.

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Personalmente cuando miro un trabajo, busco su propósito, su contenido y su técnico, que finalmente son elementos criticos de cualquier forma de arte. También busco por esa ‘magia’ que hace que un trabajo esté vivo. Ciertamente hay una proliferación de gente haciendo bromas. Eso no significa que ellas sean bien pensadas o ejecutadas brillantemente. Eso obviamente no quiere decir que no aparecerán en la prensa, pero aparecer en los medios no es el único criterio que mide el éxito de un concepto.

4. ¿Cree que su trabajo es capaz de transformar la sociedad a la que crítica?

Para mi, una broma no es sólo un intento de traer a la luz los asuntos en los que está insertada la broma, una gran parte del mensaje está relacionado con cierta intelección de medios, creando un conocimiento más grande sobre la naturaleza del negocio de la información. Si mis bromas tuvieran una sola finalidad, espero que esa sea ayudar a la gente a notar que los medios constantemente les están mintiendo.No es algo que debiese preocuparle a los ‘pranksters’. Los ‘pranksters’ están sólo llamando la atención sobre el problema más obvio. Esa es la razón por la cual prefiero exponer mi trabajo de la manera más publica posible en vez de revelarlas. He descubierto que la mayoría de estos trabajos tienen un periodo prolongado de vida, y son reutilizados por los medios convencionales y alternativos de cuando en cuando.

 

Acepción estética del humor negroPor: Esteban Álvarez

El comentario político contemporáneo, post-histórico necesariamente, suele relacionarse de manera errada con el nihilismo productivo y la pasividad estética, sin embargo, siempre hay un momento en el que de la nada emerge un objeto que condensa el espíritu de la época.

Joey Skaggs es un artista norteamericano que encarna el desencanto político contemporáneo. Es temido y odiado tanto en el “establishment” como en los grupos de presión social. De hecho, ya una vez fue amenazado de muerte por un grupo de activistas de los derechos animales.

Es eso sin duda lo que hace de Skaggs un artista pleno de la época. Su desencanto, el desmerecimiento con el que enfrenta una u otra ideología y su capacidad infinita de satirizar cualquier situación. Bien sea la hambruna mundial o los malos hábitos discursivos de personajes públicos notables.

“El concepto de ‘lo políticamente correcto’ combinado con la sociedad litigante en la que vivimos es parte del problema. Es como si la gente caminara dormida a través de la realidad, permitiendo guerras ilegales y albergando otras enfermedades que plagan nuestra sociedad, haciendo y diciendo muy poco al respecto para conseguir un cambio. La evolución de la consciencia es un misterio gigantesco para mi. He intentado con el humor, y he intentado golpeándolos en la cabeza”.

Podría decirse que este norteamericano es movido por cierto activismo existencial que procura la transformación del inconsciente colectivo, sin embargo, el trabajo de Skaggs se aleja de cualquier pretensión pomposa, y aboca en cambio a la sátira como estrategia discursiva.

Un ejemplo claro es “Universal Bullshit Detector” (Detector Universal de Verborrea), artilugio con el que pretende echarse por tierra las pretensiones discursivas de ‘políticos’ y ‘artistas’. Su operación es tan sencillo como el slogan que lo define “Arm yourself… disarm others” (Ármate… desarma a los otros). Simple como un reloj que emite el sonido de una flatulencia bovina cada vez que alguien está hablando mierda.

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No obstante, más allá de la capacidad explicativa de sus ‘comentarios políticos’, el trabajo de este artista se distingue porque inauguró una nueva línea de trabajo en la estética contemporánea. Sólo Skaggs le dio un status artístico a la posibilidad crítica del humor negro.

“Para mi, una broma no es sólo un intento de traer a la luz los asuntos en los que está insertada la broma, una gran parte del mensaje está relacionado con cierta intelección de medios, creando un conocimiento más grande sobre la naturaleza del negocio de la información. Si mis bromas tuvieran una sola finalidad, espero que esa sea ayudar a la gente a notar que los medios constantemente les están mintiendo”.

 

Interview with Andrew Potter “The Rebel Sells” Coauthor

By: Gabriel Vanegas1. Cree que el cinismo mediático es capaz de transformar la sociedad de alguna manera? Me refiero a que la sensibilidad de los nuevos medios no tiene una orientación clara… Si rebelarse vende… todo vende ¿Qué puede hacerse al respecto?

Para empezar, usted necesita preguntarse qué esta mal en el hecho de comprar cosas. Gran parte del daño es causado por una hostilidad subyacente de comprar, lo cual tiene un numero de razones de fondo como el ambientalismo, el calentamiento global, o quizás la idea de que contribuye a la injusticia global y cosas por el estilo. Pero mucha de la oposición al consumismo tiene raíces más profundas en la cultura occidental, por lo menos la religión cristiana y las demás dicen que hay más en la vida que comprar cosas. Pero si rechazamos esta asunción, entonces, no es claro porque algo debería hacerse al respecto.Esto quiere decir que si usted realmente quiere hacer algo con respecto al consumismo, le tomará un esfuerzo considerable llevarlo a cabo. Mantenga en mente que esa suerte de ‘búsqueda de status’ que vemos en nuestra cultura a través del consumismo rebelde, es básicamente una carrera armamentista, es decir, lo que los consumidores necesitan es un tratado de limites armados. Podríamos pasar leyes limitando las deducciones de impuestos a las corporaciones por sus gastos en publicidad, podríamos hacer que todos vistieran uniformes, o podríamos implementar progresivamente un impuesto al consumo. Todas estas medidas reducirían el consumo en alguna medida, pero no lo harían desaparecer. En la medida en que uno viva en una economía de mercado erguida por individuos que se definen a sí mismos en parte por lo que compran, uno vivirá en una sociedad de consumo.

2. ¿Qué piensan sobre los nuevos medios, los medios hechos por uno mismo, como blogs, wikis? ¿Son ellos un manera de liberarse del consumo?

Ambos somos grandes consumidores de los medios de toda clase, y hay muchas maneras en la que esto puede ser bueno. Ellos nos liberaron de las restricciones y limitaciones de los viejos medios, e hicieron posible nuevas y más poderosas formas de recopilar y compartir información. Esfuerzos de tipo colaborativo como las wikis, el crowdsourcing en periodismo, el rol de la blogosfera diciendo la verdad frente a los regimenes dictatoriales, son increíblemente benéficos para la sociedad. Pero si ellos han aumentado algo, sin duda ha sido el consumo del medio por sí mismo, lo cual fue obvio durante la década pasada. Pero ellos también hicieron posibles nuevos estilos, nuevas manera de lucir, nuevos sonidos musicales, y bien, ellos lo hicieron mucho más rápido que los viejos medios. Como resultado su principal efecto fue incrementar la velocidad en la que cambia lo ‘Cool’ para la cultura, en ese sentido, ellos no ayudaron a “liberarnos de la rueda del consumo”. De hecho hicieron lo opuesto.

3. ¿Están trabajando en algún proyecto relacionado con su libro? ¿Podrían decirnos algo sobre esto?

Joe ha terminado un libro de economía llamado “Filthy Lucre” (Lucro Sucio) saldrá en primavera. Andrew está escribiendo un libro llamado “The cult of authenticity” (El culto a lo autentico) el cual saldrá el próximo otoño.

4. ¿Cuál es su perspectiva con respecto a la creación artística contemporánea?

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Depende de a qué se este refiriendo. El arte contemporáneo es ciertamente entretenido, y somos grandes fanáticos de artistas como Richard Serra o Willem de Kooning. Pero en general, el arte contemporáneo es sólo entretenimiento para las personas muy ricas. Además la función primaria de eso “marcado” como arte contemporáneo (Ejemplo Damien Hirst) es aliviar la ansiedad de la gente, especialmente de los inversionistas bancarios, quienes son ricos económicamente, pero tienen un gusto pobre. No es una sorpresa ver como el mercado de arte contemporáneo se destruye de manera conjunta con el declive de Wall Street. La gente en Wall Street tiende a ser que son la único que piensa que el arte contemporáneo de hecho, valor propio.

 

 The World Turned Upside Down: Culture Jamming, 15 Years After

Mark Dery

Mark Dery is a cultural critic. He is the author of The Pyrotechnic Insanitarium: American Culture on the Brink and Escape Velocity: Cyberculture at the End of the Century, which was translated into eight languages. He edited Flame Wars: The Discourse of Cyberculture (1994), the anthology that inaugurated cyberstudies as an academic field and kick-started the academic interest in techno-feminism and black technoculture (through Dery's trailblazing essay "Black to the Future," in which he coined the term "Afrofuturism").

(Versión en Español)

Traducción: Viviana Mayor.

Ahora que el “culture jamming” – el cual teoricé en un ensayo de 1993 que popularizó el término1, como activismo cultural que utiliza la semiotica subversiva y medios hágalo-usted-mismo- ha sido absorbido por la cultura oficial, promovido sin descanso por la revista ADBUSTERS y secuestrado por anunciantes subversivos para embaucar a consumidores desprevenidos, es el momento de preguntarnos si, tal como en el medioevo la Fiesta de los Tontos se constituía solamente en una valvula de escape, socialmente sancionada; un canalizador táctico de los resentimientos de clase, un represor de los desacuerdos sobre las injusticias sociales e inequidades económicas, que probablemente hubieran encontrado una expresión profundamente más política sino hubieran sido inofensivamente exorcizados via carnavales o, en el caso del “culture jamming”, bandalismo de valla, burlas a los medios y similares.

(Lo mismo ocurrió con la versión Americana de la Navidad, una Saturnalia sutilmente disfrazada en la cual los rufianes de la clase trabajadora invadían los hogares de los ricos, pidiendo bebida y dinero. En el siglo 19, Washington Irving, Clement Moore y otros miembros de una ansiosa élite, fabricaron la Navidad Americana “tradicional”, re-imaginando el ritual de un mal gobierno en una observación gentíl de la armonía doméstica y como un frenesí del consumo conspicuo.)

El critico de arte y teórico cultural Brian Holmes ha custionado la utilidad del “activismo semiótico” (rubro bajo el que clasifica el “culture jamming”). “Cambiar el significado de los signos es muy interesante y prometedor” escribe, “ pero sólo es relevante cuando se da en el marco de movimientoos sociales con dimensiones organizacionales, políticas, legales y experienciales. El activismo semiótico puro no es especialmente irritante para el capitalismo… Es demasiado fácil, desde mi punto de vista, hacerlo desde una revista2. Pero tiene significado e importancia en la medida en que participe de movimientos más grandes”

Seguramente, el “culture jamming” y otras formas de subversión semiótica no va a poner de rodillas al capitalismo. ¿Quiéren provocar un infarto al estado? ¿Hacer que un hombre se confine con terror detrás de los muros fortificados de su comunidad? Deslicen un saco de paño sobre su chaleco explosivo, infiltrénse en la zona lounge del próximo “Bohemian Grove”, aprieten el detonador y conviertan a la clase americana dirigente en comida para peces. Seamos francos: la intervención cultural subversiva es ellevantamiento de un recién graduado. No lo llaman resistencia simbólica por nada. No va a reducir el costo de los medicamentos ni reducir el nivel de clorofluorocarbonos en la atmósfera ni a provocar una afección miocardial a Bush. Es un complemento de, no un sustitito del duro y poco glamoroso trabajo para lograr un verdadero cambio politico-hacer “lobby”, redactar legislaciones, lanzar el cuerpo contra los engranajes del poder.

No obstante, en una Sociedad del Espectáculo, donde el poder es cada vez más ejercido por medio de conexiones entre formas narrativas de los medios y eventos (piensen en la infame foto de Bush “Misión Cumplida”, en un traje tipo Top Gun), usar

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contrasimbolismo en la lucha contra el simbolismo se convierte en una parte esencial de cualquier estrategia activista. Si un árbol cae en el bósque de los signos y no hay un noticiero que lo registre o un “blogger” que lo suba a su blog o una persona del común que lo capture con su celular, ¿aún así genera ruido? En este momento desesperadamente mediático, no es necesario ser Baudrillard para saber la respuesta: un rotundo “NO”. En 1943, en una lectura de Harvard, Winston Churchill advirtió a los herederos de la clase dirigente americana que “los imperios del futuro son los imperios de la mente.” Actualmente, el mundo pararelo de las narrativas de los medios, el simbolismo de la publicidad, las fábulas de Hollywood y los imaginarios de videojuegos se enmarcan en una guerra donde se compite por las formas narrativas – la lucha por el control del significado de las cosas y por lo tanto por el control de la mente del público-.

Claramente, esto no significa que la realidad ser un camino mortal. Por ejemplo, Robert McChesney un activista reformador de medios, que constituyó una organización que ejerce presión para lograr cambios radicales en las regulaciones de la FCC y las políticas de telecomunicaciones, es significativamente importante. Pero también lo son los “bandidos de vallas” que secuestran el sistema público de la publicidad , deconstruyendo su retórica visual para exponer el materialismo aváro, el sexismo de la Edad de Piedra, la ansiedad de clases, la aversión del cuerpo y la falsa rebelión que aceitan casi todas las campañas. Quienes se burlan de los medios, tales como “The Yes Men” y Joey Skaggs, evidencian la incuestionble credulidad de los medios de prensa corporativos en las maniobras del gobierno y en las relaciones públicas corporativas, muestran una impaciencia de perro faldero por servir a sus amos políticos y económicos. Con cada intervención, “The Yes Men” , el “Frente para la liberación de Vallas” (Billboard Liberation Front), Ron English o Joey Skaggs sacan a la luz las agendas secretas y la maquinaria manipuladora detrás de de las estrategías de relaciones públicas de Karl Rove, de las campañas corporativas o del noticiero nocturno, recordándonos que estamos siendo empujados y persuadidos para “Obeceder el Gigante” (tomando prestado el término del artista del graffiti Shepherd Fairey, para describir nuestra complicidad sin inteligencia con la agenda de las élites).

Simultáneamente, el “culture jamming” ofrece necesarias lecciones en literatura de medios, sugiriendo formas en que podemos leer las narratives visuales que usan los publicistas, vendedores, expertos en marcas y en relaciones públicas y otros miembros de las industrias persuasivas, para decidir por nosotros.

Finalmente, las actos aleatorios de resistencia son inspiradores; recuerdan como una nación televisiva abatida y cínica, lanzando un ladrillo en llamas a la industria cultural por medio de bromas políticas, puede otorgar poder tanto al “subversivo” como a la audiencia televisiva, sin mencionar la diversión salvaje.

Sobre lo cual es importante recordar que intervenir la cultura proviene tanto de la tradición medieval de carnaval (definitivamente teorizada por Mikhail Bakhtin en El Mundo de Rabelais) como del circo de los activistas políticos de los años 60´s, como Abbie Hoffman o las provocaciones mediáticas del “movimiento situacionista”. Así como la muchedumbre desfilaba con cerdos dentro de las mitras de los papas, los subversivos culturales ofrecen una visión de lo que Bakhtin llamó “El Mundo al Revés”. Sus bromas nos proporcionan una revisión de la realidad, recordándonos que las relaciones de poder que estructuran nuestra sociedad son hechas por el hombre y no un designio divino. Su argumento es que el Status Quo es provisional. Su gesto es hacía un mundo mejor, donde los ciudadanos son más que simples consumidores – un billetra hambrienta perfecta para usar la frase hipnotizadora publicitaria- y donde la sociedad trasciende los nexos del dinero y la falsa ilusión de ser el menor de los males políticos.

Dicho lo anterior, necesitamos periodistas investigadores, que sean obstinados y adversarios (una especie en vía de extinción en los medios corporativos) como Walter Pincus, Lowell Bergman, Seymour Hersh, Robert Fisk y Greg Palast, más de lo que necesitamos “subversivos culturales” en estos tiempos desesperados. Aquí, estoy de acuerdo con Holmes: en este momento que se torna cada vez más Orwelliano, una exposición temeraria de los intentos del gobierno de E.E.U.U. por mostrar las voces criticas como antipatriotas, sus J. Edgar Hoover y sus infiltraciones en los grupos activistas y sus McCarthy con sus tácticas de intimidación hacía los ciudadanos americanos (como un golpe en la puerta de parte del FBI), hace que valga la pena una docena de vallas “volteadas” cuando se trata de un impacto político amplio y profundo.

Consideremos Yomango, que me impresionó con el resurgimiento de la criocongelada lógica de “roba el libro, fastidia al hombre” perteneciente a los comienzos de Abbie Hoffman. El manifiesto del grupo “ 10 consejos para una vida más Yomango”3 es un brutal puré de estrategias contraculturales vintage con las que se “promueve… el robo a tiendas como una forma de desobediencia y acción directa contra las multinacionales”, un anticonsumismo seudo-marxista que reemplaza los lazos monetarios por una “política de la felicidad, de poner el cuerpo primero” (sea lo que eso signifique), una visión suedo-situacionista del centro comercial como un espacio para el juego subversivo y un saludo seudo-Batailleano sobre el robo de tiendas como un Potlatch postmoderno- ideas a medias que caducadron tiempo atrás y de forma peligrosa. “‘Robar’ es entendido como un crimen, pero YOMANGO no reconoce legalidades o ilegalidades”, dice le manifiesto. “ Más aún, habla de una legitimidad más profunda, la de la vida diaria, la de querer vivir libremente, creativamente.” ¿Qué tipo de legitimidad es esa? Ya sabes, hermano, de algún tipo. Es vago, una cosa

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paranormal – la autenticidad inefable que brota de La Gente, amigo. No me fastidies preguntando por cuestiones específicas. Cuando el hombre me acuse de robar tiendas, le diré que yo no reconozco la legalidad o la ilegalidad. Eso hará elevar su pentagono! Y en cuanto al desafortunado vendedor al cual le robo sus artículos, ofrendas en el altar de mi rebelión de clase media, bueno, es un mundo duro, amigo!

Pero seriamente: pueden los ladrones de tiendas anticonsumistas de Yomango derribar el poder? Dejénme responde esa pregunta con otra pregunta: ¿realmente importa? Cuando (y es un cuando enorme) esos gestos micropolíticos capten la atención de los medios importantes y si (es un si enorme)éstos entienden la broma de los subversivos culturales (lo que significa hacer un reportaje serio sobre la historia, en vez de ser condenscendiente de forma ofensiva y mediocre hacía todo lo que no está dentro de la visión imperante), entonces tal vez, solo tal vez, el acto subversivo hacía la cultura en cuestión, pueda golpear a través de la maraña mediática que obstuye la mentalidad global.

Pero hay demasiada saturación afuera. En estos días, la vida promedio de cualquier evento mediático es de unos 15 minutos. Y eso incluye eventos importantes. Durante mucho tiempo, la interminable pesadilla en Afganistan desapareció del radar de las pantallas, desplazado por la cuenta sangrienta diaria de cuerpos en Bagdag, la guerra Israeli-Hezbollah en el Líbano y el implacable bombo publicitario sobre el último gallo dorado de Hollywood. Si una bomba política como Afganistan es relegado de la mente del público por cuenta del picadillo célebre, ¿cómo pueden las útlimas sátiras de “The Yes Men” obtener la atención del mundo?

Especificamente, por qué seguimos aferrandonos a éste estandar? Si una valla reformada o una publicidad pirata solo capta la atención de uno de cada cien trasnseúntes, sembrando la semillas de la consciencia crítica, no es eso suficiente? Claro, los útlimos cambios en política pública, la ley de tierra y el conocimiento nacional son los logros más recientes de los impulsos progresistas expresados por la organización reformista de McChesney o el movimiento de “No Logo” de Naomi Klein o las políticas ecológicas anticonsumistas de la revista Adbusters. Pero eso no signfica que debamos descartar el activismo micropolítico que saca de su trance consumista al feliz comprador o inspira a un conductor de largas distancias a cuestionar la voluntad de los medios de servir como megáfono personal de Karl Rove. Si todo lo que la subversión cultural hace es liberar una mente a la vez, uniendo las semillas de una alienación Marcusiana del Espéctaculo o exponiendo la manipulación de las industrias persuasivas de las “imágenes en nuestras cabezas” (Walter Lippman) para fabricar nuestro consentimiento hacía la agenda de la élite, entonces la recompensa será mayor que el costo, en mi libro. Como Umberto Eco escribe, en su ensayo “Hacía una lucha subersiva semiótica” (1967),

 

Lo que debe ocuparse, en cada parte del mundo, es la primera silla delante de cada TV (y naturalmente la silla del líder del grupo en frente de cada pantalla de cine, cada radio y cada periódico). Si quieren una descripción menos paradójica, lo pondré de esta manera: la batalla por la supervivencia del hombre como un ser responsable en la Era de las Comunicaciones no podrá ser ganada donde la comunicación se origina, sino donde llega.

Esta es una teoría de respuesta directa del lector, claramente, la pendiente resbaladiza que lleva a estudios culturales para localizar la subversión subcultural en cada episodio de “Buffy la Cazavampiros”, pero sin embargo, es un llamado a las armas. Por esa razón, todavía soy un creyente verdadero (si acaso equívoco) en una revolución subversiva de un público letrado en medios – un público que consuma la pastilla roja y vea nuestra Matrix tal como es.

 

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- Mark Dery