Joaquín Huidobro - Arquetipos Antígona(Sobre Steiner)

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CAPÍTULO PRIMERO LOS ARQUETIPOS HUMANOS EN ANTÍGONA . . . . . 5 I. Creonte . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 II. Hem ón . . . . . . . . . . . . . . . . . 10 III. El guar dia . . . . . . . . . . . . . . . . 12 IV. Is me na . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 V. El co rif eo . . . . . . . . . . . . . . . . 15 VI. Tiresias . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 VI I. An gona . . . . . . . . . . . . . . . . 17

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    CAPTULO PRIMEROLOS ARQUETIPOS HUMANOS ENANTGONA. . . . . 5

    I. Creonte . . . . . . . . . . . . . . . . . 7II. Hemn . . . . . . . . . . . . . . . . . 10

    III. El guardia . . . . . . . . . . . . . . . . 12

    IV. Ismena . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

    V. El corifeo . . . . . . . . . . . . . . . . 15

    VI. Tiresias . . . . . . . . . . . . . . . . . 15VII. Antgona . . . . . . . . . . . . . . . . 17

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    CAPTULO PRIMERO

    LOS ARQUETIPOS HUMANOS EN ANTGONA

    George Steiner ha destacado cmo la inmensa mayora de lostipos humanos a partir de los cuales definimos nuestra culturahan sido aportados por los griegos. Icaro, Prometeo, Penlope,Ulises, Edipo y Antgona son quiz los principales. Despus de

    las tragedias y la mitologa griegas son pocas las figuras que tie-nen una importancia semejante. Steiner cree descubrir tan sloel caso de don Juan Tenorio.1 El juicio resulta probablementeexagerado. Don Quijote y Sancho definen no slo la cultura delbarroco, sino que constituyen paradigmas hasta el da de hoy. Yotro tanto habra que decir de Hamlet y Fausto, si bien estas fi-guras son, en buena medida, variaciones de un material propor-

    cionado por los griegos.En el caso de Sfocles, por influencia del psicoanlisis, la fi-

    gura de Edipo adquiri una importancia decisiva en nuestrotiempo. Este personaje est presente incluso en aquellas trage-dias que estn ambientadas despus de su muerte, como es elcaso de Antgona. l representa como nadie el trgico destino

    de la familia de los Labdcidas y muchos siglos antes queFreud Aristteles lo tuvo en mente a la hora de elaborar suteora de la tragedia.2Con todo, en este trabajo se busca volversobre la segunda de las ms famosas tragedias de Sfocles,An-tgona. Esta obra no slo ha merecido la atencin de los estu-diosos, desde Goethe, Hegel y Kirkegaard, hasta el propio Stei-

    5

    1 Steiner, G., Antgonas. Una potica y una filosofa de la lectura, Bar-celona, Gedisa, 1987, pp. 105-107.2 De poetica, 13, 1453a11; 26, 1462b2, etctera.

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    ner. Tambin ha servido como motivo de inspiracin para innu-merables versiones: Hlderlin, Anouilh, Cocteau, Brecht y, en

    nuestro medio hispanoamericano, Leopoldo Marechal han escri-to su Antgona. De este modo, aunque hay ms pginas escritassobre Edipo, son ms los que han querido recrear la historia desu hija, y todo hace pensar que este inters seguir creciendo.

    Si vamos a esta tragedia a buscar los arquetipos humanos quepresenta, nos encontramos con la sorpresa de que, junto con esasgrandiosas figuras centrales que son Creonte y Antgona, hay

    una serie de personajes secundarios que no slo son decisivosen la trama, sino que ponen una enorme densidad psicolgica:Ismena, Hemn, el anciano Tiresias, el guardia y las interven-ciones del coro nos proveen de un rico material para identificarlas formas de ser humano.

    La historia es conocida. Veamos el resumen que de ella nos

    hace un autor de la antigedad, Salustio:La obra debe su nombre a que es Antgona en quien se basa elargumento. En efecto, el cuerpo de Polinices yace insepulto yAntgona intenta enterrarlo, pero es impedida por Creonte. Y,sorprendida cuando lo enterraba, es muerta. Pero Hemn, el hijode Creonte, la amaba y, no pudiendo soportar semejante desgra-cia, se da la muerte. Tras esto, tambin su madre, Eurdice, ponefin a su vida con un lazo.3

    Hoy, nosotros la caracterizaramos de una manera un tantodistinta, como se puede ver en el famoso texto que Simon Weilescribi para una revista obrera relatando la tragedia.4Es posi-ble que apenas le disemos importancia a Hemn y su muerte, y

    en cambio pusiramos el nfasis dramtico en la lucha entre laley injusta y la conciencia. No es casual esta diferencia, pues en

    6 JOAQUN GARCA-HUIDOBRO

    3 Citado en Sfocles, Antgona, trad., introduccin y notas de L. Pinklery A. Vigo, Buenos Aires, Biblos, 1987, p. 68. Las traducciones se toman deeste texto.

    4 Antgona, en Sfocles,La fuente griega, Buenos Aires, Sudamerica-na, 1961.

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    un contexto judeocristiano la relacin del hombre con los crite-rios polticos dominantes adquiere un especial dramatismo, ya

    que se acepta que lapolis no es capaz de determinar el sentidoltimo de la existencia. Veamos, entonces, algunos de los perso-najes ms caractersticos.

    I. CREONTE

    La idea de que la polis agota el sentido ltimo de la existen-cia est representada paradigmticamente por Creonte. En estosu figura no es actual, ya que nuestros contemporneos parecen,a primera vista, muy poco dispuestos a aceptar un poder ante elcual deben someterse por completo. Es ms, al enaltecer los va-lores patrios por sobre todo, Creonte se hace particularmenteodioso a muchos hombres de nuestro tiempo.

    Sin embargo, hay un par de aspectos en la argumentacin deCreonte que la hacen muy actual. El primero es que toda su jus-tificacin est impregnada por lo que Max Weber llam una ti-ca de la responsabilidad.5 El criterio moral fundamental estdado, para Creonte, por los resultados. Es bueno aquello que, enltimo trmino, engrandece a la ciudad y malo lo que la debili-ta.6No se cuestionan o someten a valoracin las acciones en smismas, ni siquiera sus motivaciones, sino su aptitud para forta-lecer o arruinar la ciudad. Esta lgica del clculo es posible enla medida en que se acepte un supuesto no declarado, a saber, laexistencia de una comn medida de valor que permite juzgar losresultados de nuestras acciones. En efecto, en todos los razona-mientos prcticos de carcter utilitario est supuesta la existen-

    cia de una comn medida de valor que permita determinar elcurso de accin que maximice los beneficios y minimice loscostos. Sin embargo, este tipo de empeos, aparentemente tan

    FILOSOFA Y RETRICA DEL IUSNATURALISMO 7

    5 Cfr.El poltico y el cientfico, 3a. ed., Madrid, Alianza, 1972, p. 163.6 Cfr.vv. 665 y ss.

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    fciles, presenta algunos problemas, y la historia de Creonte losmuestra como pocos.

    De una parte, no conocemos el futuro y no tenemos una cla-ridad, ni siquiera mediana, de las consecuencias que se deriva-ran con el tiempo de nuestros actos. Difcilmente podra pensarCreonte que su decreto que impeda la sepultura de Polinices ibaa provocar, en ltimo trmino, la muerte de su hijo nico y de sumujer, sumindolo en la desgracia ms completa.7 Esto sucedeno slo porque somos libres y por la infinita suma de concausas

    que influyen en los sucesos que provocamos, sino tambin porotra razn, que es otra dificultad que se presenta a la tica de laresponsabilidad.

    Aparte de sealarse que no conocemos el futuro, se puede po-ner en duda la suposicin utilitarista de que disponemos de unacomn medida de valor que nos permita comparar los cursos fu-

    turos de accin y determinar cules son los preferibles. Nosguste o no, no disponemos de una medida semejante. Creontepiensa que la tiene, y que el bien de la polis constituye aquellamedida comn de valor.8 El costo de esta suposicin es el em-pobrecimiento de la vida. En el caso en cuestin, aspectos tanimportantes como los religiosos y los familiares quedan desaten-didos, en cuanto no forman parte de dicho clculo. Bien puede

    decirse que el pensamiento de Creonte se caracteriza por su uni-dimensionalidad, por su incapacidad de sopesar argumentos queno entren en la lgica que se ha predeterminado. As se ve en eldilogo que mantiene con su propio hijo, Hemn, a pesar de losesfuerzos de ste por ser conciliador y presentar las cosas delmodo que mejor se presten para el beneficio de su padre. Ant-

    gona, en cierto sentido, se halla en una posicin ms sencilladesde un punto de vista intelectual. Desde el momento en queella se encuentra ante una exigencia no condicionada, en estecaso la de enterrar a los muertos, cesa todo clculo de conse-

    8 JOAQUN GARCA-HUIDOBRO

    7 Cfr.vv. 1307 y ss.8 Cfr.vv. 665 y ss.

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    cuencias. Hay cosas que no se pueden realizar y omisiones que re-sultan inaceptables para una persona correcta. Y percibir que

    uno se encuentra ante una prohibicin o una exigencia que noestn sujetas a compensacin es algo que est al alcance de to-dos los seres racionales, lo que no sucede con el poder calcularlos escenarios futuros de la accin, que pretenden las ticas dela responsabilidad.

    Junto a su utilitarismo, hay un segundo rasgo en la forma deactuar de Creonte que lo asemeja a muchos de nuestros contem-

    porneos: la desconfianza. Toda su argumentacin est supo-niendo que quienes piensan distinto estn movidos por interesesocultos y egostas. En particular, el apego por el dinero.9 Noexiste un bien comn a todos, al que se llegue por la coopera-cin de los distintos miembros de la sociedad. El bien comn esel bien de la organizacin, y su intrprete es slo Creonte. El

    juego poltico es para l un juego de suma cero, en el cual loque uno gana otro lo est perdiendo.Los argumentos del monarca no son balades, y puede decirse

    que sintetizan un modo de pensar que ha tenido una constantepresencia en la historia. Especial inters tiene su atribucin aldinero de los males de la sociedad, y su opinin de que el dine-ro muestra el real talante de las personas. La idea no es original

    de Sfocles. Ya Herclito haba dicho: Ojal que no os faltela riqueza, efesios, para que quede probado lo perversos quesois!.10

    Por qu el dinero muestra cmo son las personas? Porquemultiplica sus capacidades de obrar y, en esa misma medida,muestra aqullo que en otras ocasiones sera apenas perceptible.

    Sucede algo semejante a lo que hacemos cuando prolongamoslos extremos de un ngulo: entonces lo que pareca pequeo seaprecia en toda su magnitud. Lo que Creonte no advierte es quecon el poder pasa lo mismo que con el dinero. As, mientras

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    9 Cfr.vv. 293 y ss., y 1055.10 DK 22 B 125a.

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    Creonte en la tragedia Edipo rey se nos muestra como un con-sejero prudente, atento al bien de su cuado y de toda la ciudad,

    una vez que adquiere el poder se presenta con una aparienciatotalmente distinta. No significa necesariamente que haya cam-biado: simplemente que ahora se nos hacen manifiestas algunasfracturas que en un principio apenas se haban expresado. Lomismo ocurre con los hijos de Edipo. Eteocles acepta dividir elpoder con su hermano Polinices. Es posible que no haya tenidola menor intencin de gobernar ms all del ao que le corres-

    ponda, pero una vez que posee el poder las cosas cambian, yse aprecia un apego al mismo que su hermano no poda haberpercibido, pues si lo hubiese hecho jams habra aceptado eseacuerdo.

    II. HEMN

    Muy distinto al de Creonte es el caso de su hijo, Hemn. Enel pasaje en el que procura convencer a su padre para que de-ponga su propsito, toda la argumentacin va encaminada amostrar al monarca que, al hacerlo, est no slo siguiendo loque es ms justo, sino, al mismo tiempo, obteniendo su bien yel de los habitantes de la ciudad:11para m, padre mo, no haybien mayor que t te encuentres dichoso; pues, qu mayor glo-ria para los hijos que un padre floreciente en prestigio? Demodo que no tengas en tu corazn tan slo un modo de ver lascosas, creyendo que lo que t dices y nada ms es lo correc-to.12La aproximacin de Hemn es radicalmente optimista: esconveniente ser justo, y lo es respecto de todos. Cuando Creonte

    le dice que todo su discurso es por Antgona, Hemn no dudaen agregar que es verdad, pero que tambin es por ti y por my por los dioses infernales.13 La justicia representa un inters

    10 JOAQUN GARCA-HUIDOBRO

    11 Cfr.vv. 634-638 y 683-723.12 Vv. 701-706.13 V. 755.

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    para todos, incluso para aqullos que hasta ese momento tenanotra opinin:

    Vamos, cede en tu corazn, permtete un cambio. Pues, si cum-ple un consejo de mi parte, aunque soy ms joven, yo afirmo quelo primordial es que un hombre est por entero repleto de saber;y, de no ser as, pues las cosas no suelen tomar ese rumbo, tam-bin es noble aprender de los que hablan con razn.14

    Por otra parte, aunque el lector puede adivinar con facilidadcul es la posicin de Hemn, en el dilogo con Creonte ocultaparte de su pensamiento y esgrime, para comenzar, razones deconveniencia. Esto no debera extraar a nadie. Es cierto que lamoral no coincide siempre con la utilidad, pero no cabe duda deque existe un amplio campo en el que convergen. Por tanto, re-sulta legtimo esgrimir razones que quiz no son las ltimas o

    las ms profundas, pero que tienen el mrito de ser ms acepta-bles para el interlocutor. La argumentacin tica no se dirige aun individuo abstracto, sino a personas concretas, con pasionesy determinadas disposiciones que les facilitan entender un ciertotipo de argumentos y no otros. En la argumentacin tica sebusca que la verdad no slo lo sea, sino que tambin loparezca:lo verdadero debe tornarse verosmil para el interlocutor. De ahla importancia de los ejemplos, las historias y los razonamientosque argumentan por reduccin al absurdo.

    Muy diferente es la situacin cuando Hemn ve que no lograconmover a su padre. Aqu las razones se presentan de mododirecto, y no elude la confrontacin. Es ms, busca expresamen-te marcar las diferencias. Los sucesos finales no son ms que el

    desenlace de las posturas que se han asumido previamente. Elsuicidio de Hemn, al ver que su prometida estaba muerta, es laforma de dar a Creonte el castigo que le resultaba ms doloroso,y de mostrarle los lmites de su poder, incapaz de alcanzarlo enel reino de Hades.

    FILOSOFA Y RETRICA DEL IUSNATURALISMO 11

    14 Vv. 718-723.

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    III. EL GUARDIA

    Tanto Hemn como Creonte razonan y argumentan con loque podramos llamar una lgica aristocrtica. Es decir, comoquien sabe que ha recibido ms que el resto y tiene, por tanto,ms de qu responder. Ambos consideran que deben contribuirpara el mejor orden de cosas y viven sus exigencias con un es-pecial dramatismo, como quien sabe que est desempeando unpapel en una trama ms amplia que la que ve a su alrededor. En

    cambio, hay otros personajes que no se sienten afectados por lopblico. Lo suyo no es vivir bien, sino tan slo vivir. Es el casodel guardia que est encargado de custodiar el cuerpo muerto dePolinices. Su preocupacin fundamental no es la justicia o injus-ticia de una situacin, sino sobrevivir.

    Dos son sus intervenciones. La primera de ellas parece saca-da de la picaresca espaola. En ella da cuenta a Creonte de quealguien ha intentado dar honras fnebres al difunto Polinices,aunque sin lograr acabarlas; en la segunda, informa que hancapturado a Antgona, que intentaba enterrar a su hermano. To-das sus palabras son las de un hombre que sabe que su papel selimita a obedecer y a tratar de salvar la vida en el mundo de lospoderosos. No hay el ms mnimo asomo de cuestionamiento de

    los propios actos:

    Nosotros, al verla, nos aproximamos y con ello le dimos caza deinmediato, sin que se perturbara siquiera. Y as la interrogamosacerca de los anteriores hechos y los actuales, y no mostr nega-tiva, lo que a m al menos me result grato y penoso juntamente:por cierto que el quedar uno mismo libre de desgracias es lo ms

    confortante; en cambio, doloroso el conducir a quien se quierehacia una funesta suerte. Pero est en mi naturaleza tomar enmenos lo que no sea mi propia salvacin.15

    12 JOAQUN GARCA-HUIDOBRO

    15 Vv. 431-440.

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    Es decir, se ve como espontneamente ms natural el salvarla vida evitando un castigo que el abstenerse de denunciar a un

    inocente. En la disyuntiva entre cometer o sufrir una injusticiase prefiere la primera posibilidad, por ms que resulte doloroso.Mientras Creonte pretende situarse por encima de la moralidad,este hombre se halla por debajo de ella.

    IV. ISMENA

    Este modo, llammoslo plebeyo, de razonar no es patrimoniodel guardia. Tambin Ismena, la hermana de Antgona, argu-menta en forma semejante, aunque ella no puede escapar al con-flicto entre lo que hace y lo que cabra hacer. Al comienzo mis-mo de la tragedia, intenta disuadir a su hermana Antgona conun argumento que se ha odo muchas veces en la historia:

    Ahora que solas hemos quedado, piensa cunto ms infortunadasmoriremos, si con violencia de la ley transgredimos el decreto deun tirano o su autoridad; por otra parte, es menester tener presen-te ante todo que nacimos mujeres, de modo de no trabarnos enlucha contra hombres; y adems, dado que estamos gobernadaspor quienes son ms poderosos, debemos obedecerlos en esto, e

    incluso en cosas ms dolorosas. Por tanto yo, pidiendo a los queestn bajo tierra que tengan indulgencia, ya que estoy forzada aello, me someter a los que tienen el poder absoluto. Pues elobrar por encima de lo que es posible no tiene sentido alguno.16

    Las palabras de Ismena se pueden interpretar de muchas ma-neras, pero parece subyacer a ellas la idea de que el derecho, en

    ltimo trmino, se identifica con la voluntad del ms fuerte.Frente a ella slo cabe el pesar y la lamentacin, pero no es exi-gible un obrar contrario al querer de los poderosos. Ismena ra-

    FILOSOFA Y RETRICA DEL IUSNATURALISMO 13

    16 Vv. 58-68. Este tema de la debilidad de la mujer y su sometimiento alos poderosos es recogido por Sfocles tambin enElectra, donde Cristemisdesempea un papel muy semejante a Ismena (cfr.vv. 995 y ss., 1010 y ss.),y Electra a Antgona.

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    zona a partir de las pasiones, en este caso del miedo, y todoqueda teido por lo que siente. En este sentido, puede decirse

    que es esencialmente pasiva, reactiva. Sus sentimientos para consu hermana son contradictorios. Por momentos parece admirarla.En otras ocasiones, en cambio, atribuye a la locura o a la arro-gancia la determinacin de Antgona. Aristteles ensea en latica a Nicmacoque es propio del cobarde el ver los peligrosms grandes de lo que son y el considerar, como consecuencia,que el valiente no es tal, sino temerario.17 Esto se cumple a la

    letra en el caso de Ismena. No se sugiere aqu que el peligro queenfrentan no sea grave. Lo es y en grado mximo. La diferenciade perspectivas entre una y otra hermana es que Ismena consi-dera que lo que intenta Antgona es imposible, juicio que nocomparte su hermana. Ismena piensa que es imposible que unamujer haga algo heroico contrariando el querer de los podero-

    sos. Antgona simplemente lo hace. Al hacerlo, muestra el errorde juicio de su hermana.Ms adelante, cuando los hechos se han cumplido y Antgona

    marcha hacia la muerte, Ismena pretende compartir el destino desu hermana. Resulta difcil saber si aqu estamos en presenciade una conversin o si ms bien se trata de un nuevo juicio ba-sado en el temor, en este caso en la poco placentera perspectiva

    de quedarse sola. Los escasos textos de su intervencin dan laimpresin de que, nuevamente, lo radical es la cobarda. Pero setrate de una u otra causa, la respuesta de Antgona no admitedudas y rechaza terminantemente recibir esa colaboracin. Lamuerte corresponde a la vida y quien no ha vivido con valor nomerece participar de una muerte semejante.

    Con todo, quiz haya que reconocer que su papel era el nicoque cabra esperar de una mujer de su poca. Lejos de hacerladigna de reproche, este hecho sirve para enaltecer el valor deAntgona.

    14 JOAQUN GARCA-HUIDOBRO

    17 Cfr.tica a Nicmaco, II 8, 1108b20 ss.

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    V. EL CORIFEO

    Con todas sus deficiencias, Ismena es todava un personajetrgico, desgarrado por una serie de conflictos. El corifeo, encambio, cuyos dichos se intercalan a lo largo de toda la obra,mantiene una actitud particularmente ambigua. Representa muybien esa mezcla entre sentido comn y actitud acomodaticia quesuele caracterizar al pueblo en todas las pocas. Su papel esaprobar cuando hay que aprobar y reprochar cuando las circuns-

    tancias as lo aconsejan. Es un general despus de la victoria. Enun principio, cuando el triunfo de Tebas es reciente, su parecerest del lado de Creonte y atribuye a la desmesura los intentosde oponerse al orden establecido. Con el correr del tiempo, encambio, cuando la cada del rey se hace inminente, toma las de-bidas distancias y empieza a tratar con simpata a Antgona, lavctima inocente. Al final, termina por aconsejar a Creonte queceda, que libere a Antgona y d sepultura al muerto, tal comolo indica el anciano Tiresias. Su presencia, en todo caso, intro-duce en la obra un carcter muy humano, una indefinicin ymediocridad que sirve de teln de fondo para recalcar el herois-mo de Antgona, la obstinacin de Creonte y la firmeza de Ti-resias, personajes que, si bien son centrales en la tragedia, estn

    lejos de constituir la regla en cuanto a la psicologa de los hom-bres.

    VI. TIRESIAS

    Muy distinto, en cambio, es el caso de Tiresias. Su ceguera

    fsica va acompaada de una extraordinaria penetracin del esp-ritu. Llega a donde Creonte acompaado de su lazarillo, incapazde valerse por s solo, encarnando la debilidad completa frenteal poder. Y sin embargo, esa misma debilidad es su fortaleza,porque lo predispone a acoger lo ultraterreno, a ser instrumentode designios que exceden la fuerza de los hombres.

    FILOSOFA Y RETRICA DEL IUSNATURALISMO 15

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    Tiresias no slo est cerca de los dioses, sino que muestrauna especial cercana con el mundo natural, que para l se pre-

    senta como un espejo de voluntades ms altas.Hallndome sentado en el solaz que desde antiguo es destinado alos augures, donde tengo un lugar de reunin de todo tipo deaves, oigo un desconocido canto de pjaros, un chillido funesto eindescifrable. Y al punto me di cuenta de que se estaban despe-dazando unos a otros con asesinas garras, pues el estrpito dealas result inconfundible. Y en seguida, con temor, me puse arealizar mis sortilegios con vctimas, en los altares cubiertos dehogueras. Pero no resplandeca Hefesto en las ofrendas, sino quela grasa de los muslos se consuma, goteando sobre la ceniza yahumaba y salpicaba: la hiel se esparca por los aires y los mus-los, gota a gota, quedaban libres de la grasa que los cubra.18

    El mundo de Tiresias es mucho ms amplio que el de Creon-te, y no se deja modelar por los dictados de los hombres. Lascosas tienen su propia lgica, que no est cubierta por los dicta-dos del poder, tal como lo entiende el racionalista Creonte.Como todo lo humano, el poder tiene lmites. Si se transgreden,la restauracin del orden exige un castigo.

    Sus palabras no obedecen a una simple apreciacin personal,

    sino que reflejan la situacin del hombre en el orden csmico.Esta conviccin le entrega una enorme seguridad:

    Y estas cosas que la ciudad padece provienen de tu determina-cin. Pues, todos nuestros altares y nuestras aras familiares man-chados estn del infeliz hijo muerto de Edipo, a causa del cebotrado por aves y perros. Y por eso no acogen los dioses nuestras

    splicas sacramentales, ni encienden las llamas que consumenlos muslos; tampoco las aves lanzan gritos de buen augurio, trasdevorar la grasa de la sangre de un muerto.19

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    18 Vv. 999-1011.19 Vv. 1015-1022.

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    Con todo, Tiresias se acerca al rey no como quien sabe quetiene un poder incomparable, sino como un auxiliar y consejero.

    Da razones y no amenazas. Slo cuando Creonte, adems demostrar obstinacin, lo ofende, Tiresias le da a conocer los cas-tigos que le aguardan y se muestra con todo su poder, un poderque no es suyo sino que le viene de su carcter de intrprete devoluntades ms altas:20

    ...porque enviaste all abajo a un alma de las que pertenecen a

    arriba sepultndola deshonrosamente en una tumba; y a un muer-to que corresponde a los dioses de all abajo retienes aqu, priva-do de su destino, insepulto y sin purificacin. Sobre estas cosasni t ni los dioses de arriba tenis derecho, pero t has hechoviolencia en este caso.21

    VII. ANTGONA

    Nos queda para el final el ms importante de los personajes:Antgona. Cuando alguien lee la tragedia, resulta difcil que notermine cautivado por su figura. Sin embargo, tambin hay ex-cepciones. Particularmente en el siglo XX, han sido numerosaslas voces que se han enfrentado a Antgona descalificando su

    proceder. En el ya mencionado Antgonas, de Steiner, se mues-tra cmo en la Alemania nacionalsocialista, y en general en elnacionalismo germano, la figura de nuestra herona es vistacomo un elemento disolvente del Estado, como un factor pertur-bador de la moralidad social.22 Otros, en cambio, le reprochansu determinacin inquebrantable. La atribuyen a la arrogancia oa una falta de flexibilidad a la hora de compaginar las exigen-

    cias del Estado y los deberes familiares. Por ltimo, algunossostienen que sus relaciones familiares son unilaterales, puestoque slo concibe los deberes fraternales pero es incapaz de

    FILOSOFA Y RETRICA DEL IUSNATURALISMO 17

    20 Cfr.vv. 1064 y ss.21 Vv. 1068-1073.22 Cfr.Steiner, G., op. cit., nota 1, pp. 145-147.

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    abrirse a otros lazos para con un varn. En este sentido, desta-can que en todas sus palabras apenas hay una referencia a He-

    mn. En suma, le reprochan su unidimensionalidad.23

    Partamos por la ltima de las crticas. Es cierto que en suspalabras no alude a su prometido (el nico pasaje en que lo hacees atribuido por muchos editores a Ismena).24Sin embargo, estobien puede deberse a su deseo de no poner sobre hombros aje-nos una carga que slo ella est obligada a soportar. Estaraaplicando la misma lgica que utiliza cuando le dice a su her-

    mana que, puesto que no va a colaborar, se abstenga de toda in-tervencin en este asunto. Basta ya con la muerte propia. La his-toria conoce muchos casos semejantes, como el de Moro, que seniega a revelar a sus familiares y amigos las razones por las queno suscribe el Acta de Supremaca, y las de propio Cristo en elhuerto de los olivos, cuando dice a sus captores que puesto que lo

    buscaban a l, corresponde que dejen ir libres a sus discpulos.Pero hay tambin otras razones que llevan a pensar que es in-justa la acusacin que se hace a Antgona, en orden a no estarabierta a las exigencias del corazn. Cuando Antgona va lloran-do a la muerte, lo que lamenta no es la muerte misma, sino el ira ella sin haber conocido el lecho nupcial y sin dejar descenden-cia. Llora por ir a la tumba virgen, sin bodas y sin conocer la

    maternidad.25Lo dicho nos da pistas tambin para desechar algunas de las

    otras crticas. No parece ser arrogante quien va entre lgrimas acumplir su pena. Simplemente no ve otro camino posible sintraicionar a su conciencia. La flexibilidad es importante no sloen poltica, sino en toda la vida moral de las personas. Pero la

    misma flexibilidad tiene lmites, y bien cabe pensar que en estecaso estamos ante uno de ellos. Tal como el cobarde considera

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    23 Cfr. Nussbaum, M. C., La fragilidad del bien. Fortuna y tica en latragedia y la filosofa griega, Madrid, Visor, 1995 (trad. de A. Ballesteros,Cambridge, Cambridge University Press, 1985), pp. 105 y ss.

    24 Cfr.572.25 Cfr.vv. 867, 876, 917-8.

  • 5/24/2018 Joaqu n Huidobro - Arquetipos Ant gona(Sobre Steiner)

    que el valiente es temerario, es posible que tambin en las crti-cas a la actitud decidida de Antgona se esconda ya una menta-

    lidad en la que todo es objeto de transaccin, ya una en la queel supremo bien est determinado por los dictados de los pode-rosos.

    La actuacin de Antgona no es el fruto de una aplicacinmecnica de ciertos imperativos abstractos. Ella mantiene losojos abiertos para las exigencias divinas precisamente porqueest movida por algo tan concreto como el amor a su hermano

    muerto. Por otra parte, la aceptacin de las leyes no escritas estambin un acto de piedad. Se trata de leyes que no hemos in-ventado nosotros, sino que hemos recibido de nuestros antepasa-dos. Cuando las reconocemos y cumplimos estamos dando testi-monio de que somos parte de una historia, de una tradicin.Seguir la tradicin es cualquier cosa menos arrogancia. Por el

    contrario, es una seal de modestia y sensatez, que implica reco-nocer el valor y la racionalidad de lo que han hecho los dems(la tradicin es la democracia de los muertos, deca Chester-ton).26Diversos estudiosos han sealado que, en la disputa entreAntgona y Creonte, el revolucionario es el monarca. Antgona,en cambio, representa la continuidad, la historia.

    Al invocar estas leyes no escritas, cuyo origen es inmemorial,

    Antgona est reconociendo que hay en el mundo humano unorden que no est puesto por el hombre, aunque est a su alcan-ce el transgredirlo.27 La idea de un orden moral cuyo valor nodepende del poder o el consenso vigentes, es uno de los elemen-tos fundamentales de lo que Berlin ha llamado la tradicincentral de occidente.28 Otras convicciones que forman el n-

    FILOSOFA Y RETRICA DEL IUSNATURALISMO 19

    26 Cfr.Chesterton, G. K., Ortodoxia, Santiago de Chile, Editorial Gabrie-la Mistral, 1975, p. 70.

    27 Para el tema de las leyes no escritas, resulta ilustrativo: Pinkler, L., Elproblema de la ley en la Antgona de Sfocles , Persona y derecho, nm.39, 1998, pp. 165-171.

    28 Cfr.George, R. P.,Making Men Moral. Civil Liberties and Public Mo-rality, Oxford, Clarendon Press, 1993, p. 19, nota 2.

  • 5/24/2018 Joaqu n Huidobro - Arquetipos Ant gona(Sobre Steiner)

    cleo de esta tradicin son: el reconocimiento de la existencia dela divinidad, la afirmacin de la libertad del hombre y la creen-

    cia en la inmortalidad del alma. Si esto es as, estamos entoncesen condiciones de sealar que Antgona de Sfocles constituyeuno de los momentos fundacionales de la herencia moral de Oc-cidente. Y aunque hoy son muchos los que la someten a crtica,no somos menos los que nos sentimos tributarios de ella y, portanto, muy agradecidos de Sfocles. Por otra parte, el anlisis delos personajes de esta tragedia nos muestra las muy variadas

    formas de ser humanos; el percibir los conflictos en que se de-bate cada uno de ellos nos lleva a ser comprensivos, y el cono-cer el valor de esa mujer nos hace conscientes de la extraordina-ria fuerza que en algunos momentos llega a tener la debilidad.

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