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Entrevista a Josep M. Miró

EMPRENDEDORES SOCIALESCómo la emprendeduría social puede cambiar el mundo

(publicada en www.athanor.es)

Especialista en emprendimiento social y etnografía de la innovación, Josep Mª Miró es antropólogo, emprendedor, educador, agitador y observador de buenas y malas prácticas sobre cooperación al desarrollo, emprendedores sociales, innovación y responsabilidad social. También es director de Proyectos de Innovación Social del Área de Calidad de Vida, Equidad y Deporte del Ajuntament de Barcelona. Hablamos con él acerca de la emprendeduría social como solución para los actuales tiempos de crisis.

DEFINIENDO EL EMPRENDIMIENTO

-¿Qué es un emprendedor social?

-Una persona con una actitud vital para cambiar cosas, a partir de un fuerte componente ético. Va probando, por ensayo y error, hasta dar con la solución. El emprendedor social es el I+D del mundo social (lo que en una empresa es la Investigación y el Desarrollo es lo que es el emprendedor social en la sociedad).

“A diferencia de las ONG, al emprendedor social no le preocupan los recursos que tiene para tirar adelante, porque lo que le motiva es solucionar el problema. Si le financian o no le da lo mismo, porque lo va a hacer igual. Porque está en una misión, en un compromiso personal. La forma que toma su propuesta es bastante indiferente; lo que le preocupa es cómo la va a materializar, a diferencia de otros planteamientos que quizá son más ideológicos.

“El emprendedor social es una figura que emerge ahora con mucha fuerza, tal vez porque nos está fallando todo (los mercados, los estados…). Los emprendedores nos recuerdan a diario, tanto desde el mundo de la Administración, la empresa, las organizaciones y la sociedad civil, que tenemos que seguir avanzando buscando mejores propuestas, que nos hagan mejores como sociedad.

-¿Los emprendedores son siempre individuos?

-El emprendedor social normalmente es una persona, pero otras veces es una institución, o un colectivo, o una empresa (o hay una institución apoyando a una persona visible). O lo puedes encontrar dentro de una empresa: el intraemprendedor crea internamente bien común porque se salta un poco las normas y hace conexiones que aportan valor a la empresa; aporta algo más allá de sus propias responsabilidades. Incluso en la Administración hay gente que se salta su descripción de cargo, el protocolo, conscientes de que su responsabilidad es ante todo ante el ciudadano, ante el bien público. Así pues no busquemos al emprendedor solo en el sector social; también está en el empresarial, por ejemplo.

-¿Qué relación existe entre el emprendimiento social y las cooperativas?

-Pueden o no coincidir. Puede haber cooperativas muy poco innovadoras, muy poco emprendedoras, que no solucionen mucho más que el lugar de trabajo de unas pocas personas. El emprendedor social se caracteriza por su fuerza emprendedora, sus ganas de innovar, de resolver los temas... Hay algunas cooperativas que tienen esto, pero no

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podemos reducir al mundo cooperativista el movimiento del emprendimiento, de la innovación social. “Por otra parte, hay gente que pone mucho énfasis en lo tecnológico (en una buena base tecnológica, como por ejemplo una buena plataforma online). Es verdad que la tecnología es un acelerador; hay muchas propuestas que cuando les pones el toque tecnológico bien puesto cogen una velocidad impresionante. De todos modos, tampoco podemos reducir este tema a la tecnología. El tema principal es el impacto social: ¿se está solucionando algo a nivel social? (el paro juvenil, el fracaso escolar, y un largo etcétera.)

“Creo que este momento está preparado para la disrupción; necesitamos propuestas rompedoras. Y la innovación social, el emprendimiento social, por el hecho de mezclar lo que no mezcla ya es rompedor. Cuando tú mezclas dinero con social, esto no mezcla, pero es justamente esto lo que hay que hacer: buscar propuestas sostenibles que resuelvan los temas. Incluso el chico que ha estudiado románicas puede pensar en clave de emprendimiento y de mercado y así generar un modelo de negocio sostenible con lo que él sabe, con lo que generar un servicio que ayude a los demás, que la gente le va a comprar. Cada problema es una oportunidad para poner un emprendedor social a resolverlo.

-¿Puedes ahondar en la ‘mezcla’ que mencionas entre económico y social?

-Antes se ganaba dinero por una parte y con la otra mano se daba caridad, pero esta manera, que es la tradicional del statu quo, tiene sus problemas, porque en realidad es mejor ser empresariales y ganar dinero y a la vez mejorar cuestiones sociales. Lo que pasa es que estamos adoctrinados en que no podemos hacer las dos cosas a la vez; es como que disociamos la vida en dos momentos. Por ejemplo, Bill Gates por una parte gana mucho dinero, y por otra tiene una fundación para ayudar a África. Me parece fantástico, pero lo que necesitamos son negocios justos y éticos, que permitan cambiar el mundo en el día a día, con lo que hacemos.

“Esto es lo que nos demuestran los emprendedores sociales; apuntan a la sociedad del futuro. En esta economía de la especulación, nos vuelven a anclar en la economía de la proximidad de las personas y basada en la sostenibilidad (vamos a generar nuestros negocios, pero vamos a hacerlo de una manera ética, responsable, sostenible en el tiempo, que genere beneficios para la comunidad y para uno mismo).

-¿Cómo empezar si no dispones de recursos?

-Los principios del emprendimiento siempre son difíciles (tal vez sólo partes del apoyo de la familia y de algunos amigos que te dan el dinero para empezar), pero te puedo asegurar que la sociedad y los mercados reaccionan en positivo, con reconocimiento, ante las personas que aportan valor a la sociedad y cambian cosas. No se trata tanto de pensar en cómo lo vas a hacer como en aportar un valor añadido con tu propuesta.

“Por otra parte, están surgiendo muchos programas de apoyo al emprendimiento desde la Administración local, desde escuelas de negocios, desde los propios emprendedores… Si a alguien le hierve la sangre y quiere meterse en esto, en Barcelona por ejemplo hay diez o doce instituciones que están moviendo este tema. Cada vez lo vamos a ir viendo más, en ámbitos donde antes no entraba. Va a llegar seguro a las escuelas; algunas ya están dando una asignatura sobre emprendimiento en un momento dado del currículo escolar. Va a ir a más también en el mundo del periodismo, de las grandes cadenas, en el mundo médico… De momento, ya es muy distinto el contexto actual que el que había hace cinco años. Creo que esto no tiene vuelta atrás.

“La Unión Europea está muy interesada en el emprendimiento social, a nivel de política pública. Pero también hay que tener presente que los estados ni lo saben todo ni pueden con todo. Yo trabajo en una unidad del Ayuntamiento de Barcelona en que básicamente cogemos cuatro o cinco propuestas que nos parece que pueden tener una cierta visibilidad y las impulsamos. Por otra parte, hemos lanzado una medida de contratación responsable que consiste en incluir cláusulas sociales en toda la contratación de la Administración del Ayuntamiento. Es decir, cada vez que sale un

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nuevo concurso obligas a las empresas a contratar a un 5% de personas con riesgo de exclusión, o a que tengan que subcontratar un centro especial de trabajo para tareas de limpieza, por ejemplo.

-¿No debería la Administración ser socialmente responsable per se?

-La Administración, no por ser la Administración ya está en la postura de lo ético o responsable, sino que también lo tiene que demostrar; como tú o como yo cuando vamos a comprar. Próximamente, un decreto de alcaldía va a formalizar esta propuesta, la cual es, actualmente, el proyecto estrella que impulsamos desde mi departamento.

“También hemos lanzado otra idea, que está por Internet, que es La Casa de las Ideas; es un reto de innovación abierto en que lanzamos a la ciudadanía la pregunta de qué podemos hacer para mejorar el acceso a la vivienda al ciudadano, o para que este pueda conservarla. En La Casa de las Ideas se siguen una serie de fases muy clásicas de innovación abierta: primero hay una fase de excitación (los ciudadanos nos dicen cosas); después de ideación (acogemos ideas); una tercera fase de conceptualización; y al final obtenemos propuestas. De esta manera, como en forma de embudo, vamos bajando las propuestas más interesantes. Vemos cuáles están recibiendo más apoyos por parte de la gente; cuando hay algunas que son muy parecidas se juntan, y de ello resultan propuestas nuevas. Es un típico proyecto de inteligencia colectiva en que buscas que la gente hable, comparta, se una…, y lo ofreces a la ciudad.

-¿Está pensada La Casa de las Ideas solamente para el tema de la vivienda o acoge también otros ámbitos?

-Se ciñe a la vivienda, pero la idea es extrapolable a cualquier cosa. Lo importante es reconocer que la Administración no lo sabe todo, no lo puede arreglar todo; ya no es el referente que va a tirar del carro, si alguna vez lo fue. Lo que puede la Administración es posibilitar cosas. Hay muchos motores por ahí que deberían estar activados.

-¿Podríamos decir pues que el Estado y los emprendedores son de alguna manera complementarios a la hora de construir o conservar el estado del bienestar?

-En estos momentos el estado del bienestar está demasiado cómodo; es necesario que los emprendedores nos sacudan un poco, que nos hagan ver que lo que funcionó durante un tiempo ya no puede funcionar. Tenemos que reinventarnos como estado del bienestar. El emprendedor social es idóneo para mostrar las deficiencias del estado del bienestar y las posibles soluciones. Además, testea hipótesis con gran cantidad de riesgo a su espalda, cosa que nunca hará el Estado, el cual se suma solo a cosas bien probadas. El emprendedor social es como el I+D social del Estado, por decirlo de alguna manera; hace las pruebas. El Estado es bueno escalando; cogiendo cosas que han sido pruebas piloto en algún lugar para llevarlas a escala a todos los ciudadanos.

ESPÍRITU EMPRENDEDOR

-¿Cualquier persona puede emprender y hacerlo hacia el bien común?

-No lo sé; no todos tenemos el mismo carácter. Hay un emprendedor social canadiense que tiene un método para enseñar matemáticas en las escuelas. Siempre nos han dicho que unos chicos servían para las matemáticas y otros no, pero esta persona demostró que las matemáticas son para todo el mundo, sólo que las hemos enseñado mal. Con el emprendimiento podría estar pasando algo parecido. Es posible que algunos estén más predispuestos, que sean más fuertes o más valientes, que tengan más garra, creatividad e innovación, pero esto podría ser insertado en tu chip de conocimiento, de actitud. Si puedes conseguir que treinta alumnos de tu clase salgan encendidos como el fuego, motivados a ver lo que pueden hacer, aportar y solucionar, es fantástico.

-¿Hay alguna cultura que veas más como el referente, en tema de emprendimiento?

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-Clarísimamente, la de corte anglosajón: los británicos, los norteamericanos…, además de los israelíes. Después hay otras más de tipo latinoamericano, en que podríamos decir que el emprendimiento surge más por necesidad que por cultura. Es un poco el emprendimiento que nos estamos encontrando ahora nosotros, que es ponernos a emprender cuando no hay otra. A mí me gusta más el otro emprendimiento, el que surge del convencimiento. Todos tenemos que tener esta actitud para salir adelante en la vida. Es una actitud que no solo sirve para el emprendimiento social con retorno económico sino que también podemos pensar en clave emprendedora en los ámbitos de la salud, de la educación, de la cultura…

“También está la versión del emprendimiento más del sur de Europa, como la francesa, que es un poco más de contexto protegido; el Estado está más presente, otorgando subvenciones. Veo cosas interesantes en este modelo, pero me parece que tiene sus limitaciones, porque no deja emerger con toda la fuerza soluciones que sí están emergiendo en las culturas más emprendedoras.

-Has mencionado a los israelíes; ¿por qué es Israel un referente?

-Hay un libro que se llama Start up nation que plantea cómo puede ser que Israel, un país con siete millones de habitantes, rodeado por personas con las que no hay una buena relación (con lo cual no harán muchos negocios con sus vecinos), en un contexto de desierto puro, sin recursos naturales, sea el segundo lugar del mundo, después de Silicon Valley, en que hay más start ups (empresas de emprendedores). Por ejemplo, sacan unas naranjas impresionantes del desierto, donde solo había arena… ¿Cómo es que Israel tiene esta mentalidad de supervivencia, de tirar adelante? El libro dice que la clave de este éxito es la innovación; es decir, es un país mentalizado en cuanto a todo lo que es buscar soluciones a temas. Ahí las universidades están pensadas en clave de generar soluciones.

“El libro habla de los factores culturales que lo posibilitan, y te dice que un factor clave es el ejército: el ejército israelí está compuesto en gran medida por ciudadanos que se activan un mes al año, lo que posibilita que durante este mes personas de diferente índole estén en unos contextos en que las jerarquías que tienen en su vida normal no valen. Ello posibilita que tengan lugar unas conversaciones entre personas de distinta jerarquía que normalmente nosotros no tenemos: tanto el jefe como el portero, durante ese mes, se hablan de tú a tú, y esto se inscribe en una cultura que permite cuestionarlo todo. Los jóvenes cuestionan la autoridad de una manera muy natural.

“No estoy muy seguro de que todo esto deba pasar por la participación en el ejército, pero el tema de la autoridad sí que lo veo clave. La autoridad que tenemos aquí no nos ayuda a sacar las cosas adelante, porque no se escucha a los jóvenes. Hace poco una chica me lo expresaba de esta manera: “No damos miedo.” Yo no estoy diciendo que nuestros jóvenes tengan toda la razón, ni mucho menos, pero sí que deberían poder decir la suya. En España hay una jerarquía muy fuerte, y esto no es bueno para dar a luz nuevas ideas.

-¿Cómo podría lograrse este compartir fuera de un contexto propiciado por el ejército?

-Necesitamos crear contextos en que haya menos jerarquía, que faciliten más las conversaciones entre pares desiguales; la horizontalidad hace que la innovación surja o fluya con más ímpetu. En Cataluña, una de las cosas que consiguen los castellers es justamente esto mismo que consigue el ejército israelí: entre lo que sería la ‘tropa’ tienes a un tipo que está forrado de billetes con el último inmigrante que acaba de llegar, uno montado encima del otro. Esto no lo puedes encontrar en ningún otro sitio sino en la plaza; en ningún otro momento dos individuos de clase social absolutamente dispar tendrán este roce. Esto posibilita hacer grandes cosas; en este caso, levantar un castillo humano. Un poco por ahí va el símil.

-Antes has dicho que los jóvenes no dan miedo; ¿no preparan nuestras universidades a los estudiantes con espíritu emprendedor?

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-Los jóvenes pasan cuatro o cinco años estudiando una carrera y hoy día no encuentran trabajo; muchos se van al extranjero. Pero no fueron preparados para emprender, para crearse su propio trabajo. Recientemente hablé con un muchacho que estaba acabando su grado de sociología en la Universidad, y tenían como trabajo de fin de carrera hacer un estudio. Les dan un listado con una serie de temas entre los que escoger… Vamos mal: si los temas los da el profesor, no hay ninguna responsabilidad para el chaval. El tema del estudio era: ‘¿Por qué hace gracia el Polonia?’ No es que el tema no me parezca interesante, se necesita mucha ciencia para hacer reír a la gente, pero esa pregunta se queda a medio camino. Ese muchacho después de hacer el estudio debería ser capaz de hacer un Polonia, un programa para hacer reír. Pero no sabe ni por dónde empezar; no tiene ni idea. Es más, el profesor que ha puesto el trabajo tampoco sabe hacerlo. Este es el tipo de universidad que tenemos.

“Estamos preparando a la gente con unas habilidades que no tienen nada que ver con el mundo real. Esto afecta a miles de jóvenes, con lo cual tenemos un problema con la universidad y con la escuela. Ahí tenemos un campo de cultivo para la innovación y el emprendimiento social, para ir con propuestas disruptivas. De hecho, este tipo de propuestas están viniendo. Tenemos por ejemplo los MOOC (Massive Open Online Courses -Cursos en Línea Masivos y Abiertos), que están lanzando universidades como la de Harvard, donde se enseña a 15.000 personas a la vez; es algo magistral. Se acabó lo de tener que desplazarse cada día hasta el aula para tomar apuntes, lo cual es una manera anacrónica de funcionar.

-En el caso de personas que tienen 40 ó 50 años, ¿cómo pueden emprender por primera vez; de dónde pueden sacar la fuerza necesaria?

-Personas de 50 años con experiencia y algunos ahorros pueden asociarse con jóvenes sin recursos pero con mucha energía, con muchas ganas; jóvenes que quieren comerse el mundo, pero que a veces les faltan un par de conceptos bien dados.

“Tenemos que ser innovadores en los planteamientos que hacemos. Innovación y emprendimiento no son lo mismo, pero ambos son necesarios. Hay gente que es muy emprendedora pero que no es innovadora; acaba haciendo siempre lo mismo. En cambio el innovador es disruptivo, busca siempre lo novedoso, pero puede no tener emprendimiento; no sabe generar un modelo de negocio. Me parece que la combinación de las dos cosas es lo que hace que estas propuestas sean absolutamente potentes; la fuerza de los emprendedores más la ideación que tienen los innovadores. A la gente que tiene una cierta edad le diría lo mismo que a los jóvenes: que vean todo lo que tenemos alrededor no tanto como problemas como oportunidades, y vamos a ver qué es lo que podemos aportar de valor en estos esquemas.

-¿Qué frena más a la persona cuando quiere emprender, sus propios miedos o el entorno?

-El entorno es básico, y el entorno que tenemos en este país no ayuda. Estamos en la sociedad del no fracaso; aquí nadie admite que fracasa. Y el primer elemento del emprendedor es que tiene que fracasar. Los americanos dicen: “fracasa pronto, porque es más barato”. Hay una ONG que hace un informe anual de sus fallos. Esta idea de desnudarse en público, explicando lo que no te va tan bien, la encuentro potente; porque solo de los fracasos podemos aprender. Trabajar este contexto cultural es muy importante. Otra cosa son los miedos personales, el vértigo al salto…

-¿Se necesita una cierta educación emocional para poder emprender?

-Hay que mirar dentro y buscar la fuerza interior. De todas maneras, el cambio es cultural. Antes en mi pueblo el ideal de trabajo era llegar a trabajar en “La Caixa”; ahora ya no existe este horizonte para ningún joven. Antes no nos pedían o no nos forzaban a que saliéramos de nuestra zona de confort, y el sistema educativo debería hacer esto.

“Podemos hallarnos en tres zonas posibles: una zona en que estamos muy cómodos, en la cual hay poco aprendizaje, porque siempre hacemos lo mismo; después está la zona en que el reto es demasiado grande, de modo que no sabemos cómo manejarlo y sufrimos; y está la zona intermedia, que quizá es la más positiva: la persona sale de su

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zona de confort y busca esos retos y emprendimientos que podemos decir que reflejan lo que esa persona ya es, más uno. Siempre se trata de ir sumando +1 a lo que ya eres. Ahí es donde estás aprendiendo, donde estás evolucionando como persona.

“El emprendimiento no es otra cosa que esto: ponerte en la predisposición del +1, en una zona de no confort pero que a la vez sea una zona tranquila, donde no haya mucha disrupción pero sí que te veas forzado a levantarte de la silla, al tener ante ti una nueva oportunidad. Si culturalmente se hubiesen dado, hace un tiempo, estas condiciones, estaríamos ahora, como país, en otra situación.

“Necesitamos smart citizens; ‘ciudadanos smart’. ¿Has oído hablar de las smart cities?, son las ciudades equipadas con sensores y otros gadgets tecnológicos que hacen que la vida nos sea más fácil (o más complicada): la luz se enciende cuando pasas por la calle, o tenemos unos contenedores para la basura que cuando están llenos emiten una señal y alguien sabe que tiene que ir a recogerlos, o tienes un aparato en el coche que te indica que cien metros más adelante tienes un lugar donde poder aparcar… Estos son rasgos de las smart cities y es fantástico, no tengo nada contra esto, pero creo que tenemos el reto de los ciudadanos smart; es decir, los ciudadanos que saben que en una ciudad solo podemos avanzar todos.

“Los smart citizens son esos ciudadanos que piensan en clave de sostenibilidad, de sentido común, de ética, de cohesión social… El smart citizen es consciente de que si a él le va bien y a ti no te va bien, él tiene un problema. Porque a mí no me puede ir bien si a ti no te va bien. Si no tenemos esto en cuenta creamos unas sociedades muy polarizadas, que nos obligan a protegernos detrás de rejas, a necesitar mucha policía y, en definitiva, a llevar estilos de vida que no son saludables. La idea de la cohesión social, que tiene que ver con oportunidades para todos, con emprendimiento social, con una política pública adecuada, etc., es muy importante.

IDEAS PARA CAMBIAR EL MUNDO

-Hemos hablado de cómo los emprendedores consiguen mezclar lo social con lo económico; coméntanos por favor algunos ejemplos que puedan ser inspiradores.

-Por ejemplo, La Fageda es una empresa catalana que vende yogures construida a partir del emprendimiento social. Es un centro especial de trabajo; recibe una parte de subsidio procedente de la Administración y el resto de la financiación la obtiene de vender los yogures. En este caso resuelven el problema de la inserción laboral de personas con discapacidad en la comarca de la Garrotxa (prov. de Gerona). Afirman que todas las personas que hay en la comarca con temas de salud mental tienen un lugar de trabajo en La Fageda. No está nada mal.

“Hay otro ejemplo que puede ser un poco parecido; una iniciativa que estamos intentando traer a Barcelona. Tiene que ver con una empresa de testeo de software que trabaja con chicos autistas. Un señor de Dinamarca se dio cuenta de que su hijo autista tenía una atención espectacular a los detalles; más que cualquier persona corriente. Este hombre, que era programador, creó una empresa de comprobación de código con chicos autistas. Es una iniciativa escalable, porque es un negocio fantástico, y porque vende servicio. Aquí no estás vendiendo caridad ni autismo, sino que estás vendiendo el mejor testeo de software de Dinamarca. Este señor está escalando su modelo a Estados Unidos, Israel, Australia, etc. Está haciendo dos cosas: está generando negocio y está resolviendo un tema social (el de colocar laboralmente a los autistas, que así ya no tienen que entrar por los Servicios Sociales, con el consiguiente gasto para la Administración). Hay que buscar lo óptimo para cada uno; no es café para todos: por ejemplo, los autistas son excepcionales con los detalles, pero tienen un problema a la hora de relacionarse.

“Hay otra iniciativa que estamos intentando traer a Barcelona: hay un señor en Alemania que trabaja con personas ciegas y lo que hace es detección de bultos mamarios, para evitar que las mujeres tengan que hacerse una mamografía. Las

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personas ciegas tienen una sensibilidad extra en sus dedos y pueden detectar estos bultos de una manera temprana. Este servicio es más barato que las mamografías para las empresas de seguros, y además la mujer se siente cómoda al saber que quien la toca no la está viendo.

“Hay muchas soluciones fantásticas como estas, altamente escalables; es decir, que pueden viajar, igual que viajan las mercancías o el conocimiento. No tenemos que tener una innovación al día; hay muchas cosas que ya están inventadas. Adoptémoslas, adaptémoslas a nuestros contextos locales.

-¿Qué otras soluciones te gustaría ver por España?

-Hay muchas que me gustan. Una de ellas es una plataforma que está en Canadá que quiere resolver el tema de las personas mayores o que tienen algún tipo de discapacidad. Son personas que, si se quiere evitar que estén en una residencia, se ven relegadas a quedarse en casa. Esta plataforma posibilita un contexto de confianza en que personas allegadas a esa persona, el entorno cuidador, está en permanente contacto con la persona a través de las nuevas tecnologías. Es, digamos, un grupo de Facebook privado, para diez o quince personas. Se incluyen informaciones como por ejemplo el calendario de visitas al médico de esa persona, y así es posible coordinar qué persona será la encargada de llevarla… Este entorno de confianza da seguridad a la persona, que puede estar sola en su casa pero a la vez se siente absolutamente acompañada.

“Creo que por tres o cinco euros al mes se puede gozar de esta plataforma. Esto es irrisorio, pero para una Administración el ahorro que una plataforma así le puede dar es brutal. Porque la alternativa a esto es la residencia, que es inmensamente más cara. En todo caso no estamos diciendo que la plataforma sustituye al cuidado: si alguien tiene que levantar a esa persona mayor, o lavarla, o darle de comer, alguien tiene que hacerlo. Pero la teoría que hay detrás de este emprendimiento es que, en Canadá, a este tipo de personas (mayores o con algún tipo de discapacidad) normalmente el 80% del cuidado se lo da un entorno informal; y el otro 20% se lo da el entorno formal de la Administración (el sistema de salud, etc.). Nosotros en España siempre estamos poniendo el énfasis en el entorno formal; en que el Estado pague y vele. Pero lo que puede hacer el Estado es solo una pequeña parte; lo más importante para la persona es lo que tiene que ver con sus vecinos, con su familia, con su comunidad…

“Esto que he explicado es el emprendimiento típico de un emprendedor social: te rompe los esquemas mentales, te cambia el sentido de las cosas, te busca la solución para un problema social y además te genera un modelo de negocio.

-¿Más soluciones?

-Pues está Fundación Paraguaya, que básicamente promueve el emprendimiento social en jóvenes de familias muy modestas de Paraguay. Fundación Paraguaya sería un modelo muy adecuado para la Formación Profesional aquí, por ejemplo. Es una escuela sostenible en el ámbito rural, más un pequeño hotel con una granja, que vende leche, verduras, frutas, miel, queso… Pusieron emprendimiento a una escuela pública que se estaba cayendo y le dieron un vuelco. Estos chicos están consiguiendo ingresar 500.000 dólares al año para el funcionamiento de la escuela. Pagan el sueldo del director y el de los profesores, pagan a los proveedores… Es una escuela de learning by doing, ‘aprender por medio de hacer’, a la vez que se están pagando sus estudios. Hay críticas a este proyecto, como que es el Estado el que debe hacerse cargo de la educación, pero mientras el Estado va llegando estos chicos tienen un modelo que están exportando por América Latina e incluso África.

“Por otra parte, un emprendedor clásico es Jean Claude Rodríguez, que trajo a Barcelona una solución latinoamericana consistente en crear lo que se llaman comunidades de autofinanciación. Básicamente es una metodología para que grupos, en este caso de inmigrantes, se reúnan y creen unos pequeños bancos comunales. Son pequeños bancos que básicamente consisten en una caja fuerte donde la gente va poniendo dinero mensualmente, y esta caja sirve como mecanismo de seguridad en tiempos de

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calamidades o de problemas. Cuando a alguien le pasa algo pide un crédito a este banco comunal, cuyo importe paulatinamente irá devolviendo.

“Las personas que participan en estos bancos normalmente están fuera del sistema financiero reglado normal, por muchos motivos (falta de acceso, de dinero, de inversión, de conocimiento, motivos legales…). Este mecanismo de comunidades de autofinanciamiento es potente; se está reproduciendo con rapidez. Las mismas personas controlan el banco, en el sentido de que fijan el tipo de interés; lo pueden subir y bajar dependiendo de cómo van las cosas. Como que el sistema se basa en la confianza hay un control absoluto; no hay gente que no devuelva los créditos, porque la gente se conoce, son vecinos y paisanos.

“Esto que se replicó en Barcelona, dando lugar a 40 ó 50 grupos, ha sido llevado por Jean Claude a California y ya lo está lanzando por todo EE. UU., añadiéndole el factor tecnológico, para que la gente pueda operar online. Es, de nuevo, un pequeño Facebook, en este caso alrededor del dinero en base a la confianza, que lo podemos usar tú o yo, o colectivos en riesgo de exclusión, etc. Es una solución que empieza en el ámbito social y de repente se mueve al ámbito de la sociedad; es decir, acaba siendo algo válido para todos: pobres, no pobres, excluidos, no excluidos…

-En este tipo de cosas ¿puede haber palos a las ruedas, como la necesidad de tributar a Hacienda…?

-Palos a las ruedas, todos. Voy a decir algo con lo que haré pocos amigos: para mí el tema no es derechas o izquierdas, sino que el tema es: innovadores o statu quo. A menudo las derechas y las izquierdas están en el mismo sitio, porque no quieren que nada cambie. Para hacer un símil futbolístico, hay gente que defiende y hay gente que ataca. Los innovadores atacan, quieren mover las cosas, y después hay gente encargada de parar estas cosas. En la Administración, en las empresas, en todos los sitios, hay gente que quiere defender sus posiciones y echan el freno de mano. Cuando quieras impulsar una solución, tienes que tener siempre presente quién va a salir ganando y quién va a salir perdiendo: si entras con una solución que remueve el piso de una manera importante, no esperes amigos; espera encontrarte con dificultades. Pero algo que caracteriza al emprendedor es su espíritu terco; no se detiene hasta ver materializada la solución requerida en cada caso.

Entrevista por Francesc Prims y Ricardo Galarza.

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