Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

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un ataque de Lacidez

Un viaje personal hacia la superación

JILL B. TAYLOR

Traducción de luan Manuel Ibeas

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'r1t¡o arg d: MJ SttuA¿ tf la¿gtl

Prime edición ed Esprña: derq 2m9Pdde edición en México: ¡br4 2009

D R @ 2006,Jill Bolt T.¡orD ( @ 2009,Juú Mmud I¡eas Dclg¡dq lor l¿ t¡d!.ción

D L O 2009, de h FreMb cdiciór 6 c¿stldo pm todo d múdo:R.ndob Hoúe Mo¡dadoii S, A,Trmsú de Gdci., 47 49. 08{21 Barcelon¡

D ( @ 2009, d.r4hos de edició¡ mundir6 er lsgú aselan!Rindom Hoú. Mondadon, S A, dc C. YAr Homd nús, s44, col Cn¡pultp¡c ¡fo€lcs,D¿legr.ión Mgüel Hidalgq 1 1570, Mdicq D F:

Cómenúios sobe l¡ edición v el cooEodo dc ese lib¡o ¿üte¡ü@mdomhousmond¡do¡i,con,ñx

Qud¿ rigu$de¡e ¡ohibida sin aübriz¡ción ¿sftitr de ¡os tú-lÉs del ¡4l,¡r4 b.jo hs smcion€s €rablsidd por hs ley¿s, l¡¡etro.lu.ción bt¡r o pddal ¿e esú óbr¡ por cDdquiü ñe.tio o pócediniúb, coúpre.didos la reprogsfix, el dtmienb informíricq¡si cono la disdbuoón de €j¿npl¡res de h nisñ2 nedirte ¡lqniler

ISBN 973 607 429 306 ?

Iftprtso e¡MéÁc. / Ptktd i, Mb¿n

Este lib¡o está dedicado a G.G.Cracia:. memd. por ayrrd¡rme ¿ cu¡¡r rni mente.

Ser hija tuya ha sido mi primera y mayor bendición.Y a la memoria de Nie.

No hay amor como el de un cacho¡ro.

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1.2.3.4.5.6.1.8.9.

10.11

12.13.14.

Indice

Introducción

L¡ üd¿ ¿nres del ic¡us . . . . .

Ciencia simpleAsimetri¿shemisfé¡ica5 ... .l¡ m¿ñ¡n¿ del icrus . . . .

Orquestando mi resc¿le .

Mi retorno a l¿ quierud . .Pel¡d¡ h¡sta el hLreso .Cuidado neurológico inrensivo .Segundo día: la mañana siguienteTFrcer dia: C.C. lJega ¿ l¡ ciud¡d

Curándome y preparándome pare la opera(ión . . .

Cr¿neotomíaestereot icr ic¿,, , ,Lo que mjs necesi¡ab¿ .

Hi tos dela recuper¡c ión . . . . . .r r : - r -^, , - ,1- I - - : ,1^-

N{is mentes derech¿ e izquierda . .

A:ume tu poder

CéJulas y circuitos mutidimeruion¿lesCómo hallar Ia proñrnda paz interior

Cuida-ndo el jrrdin

11

172747ó17589

1011151.25133143

16918519720721.9225239259

15.16.17.18.19,20. l

I

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lNt)¡ol l

Reconrenclacioues para la recuperaciónApéndice A: Diez preg,rlrro, p"ro ,i .r".;" . . . . . . '. :Apéndice B: Las cuarenta cosas que más necesité . .

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I

De coÍazon ea

Introducción

coraz6n, de cerebrocerebro

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Cada cereb¡o tiene una historia, y la que sigue a continuaciónes l¿ míe. Hace diez años trabajaba en la Facultad de Medicinade Harward como invesúgadora y dando clase a médicos jóve-

nes sob¡e el cerebro humano. Pero el 10 de dicienbre de 1996,yo misma recibí una lección. Aquella mañana sufri un¿ formara¡a de ictus en el hemisGdo izquierdo del cerebro. Una granhemorragia, debida a una malformación congénita no diagnos-ticada de los vasos sanguíneos de mi cabeza, estalló inespeiada-mente. En cuat¡o breves horx, con los ojos curiosos de un¿neuroatomista, ü cómo se deteqioraba por completo la capaci-dad de procesar información de mi rnente. Al final de aquellamaña¡a ya no podía ¿qd¿r, hablar,leer, escribir ni reco¡dar nadade mi vida. Enroscada en forma Gtal, sentí que rni espíritu serendía a la muerte, y desde luego nunc¿ se me ocurrió que al-gún día sería capaz de cont¿rle a nadie rni histo¡ia.

Un ataque de luddez: Un víaje peronal hacia la slpewdón es !Ítestimonio cronológico del viaje que emprcndí hacia el abismosin fo¡ma de una mente callada, donde la esencia de mi se¡quedó e ,'uelt¿ en una p¡ofunda paz interior. Este libro entre-laza ¡ni fo¡mación ecadémica con la experiencia y la visiónpersonales. Que yo sepa, este es el p¡imer relato documentadode un neu¡oanatomista que se ha rccuperado por completo de

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oul gr: lvc hclrorr¡gi¡ ccrcl)11l. Mc crr()r i()r l qu( cstrr l)rLlbras salgan por fil al rnundo, y cspcro qrrc ptrccllrn hlccr nrtrcho bien-

Más que nada, doy gracias por estar viva y celebro el rie¡rpo que me queda aquí.Al principio,lo que me notivab¡ pasoportar la agonía dc la recuperación fueron las muchs pcrso-

nas maravillosas que me ofrecieron su amor inco¡rdicional. Conel pxo de los años, he seguido fiel a este prol'ecto gracias a lajoven que se püso en contacto conmigo, y que deseaba desespera-

damente comprender por qué su madre, que murió de ur ictus,no habí¿ telefoneado a urgencias.Y gracias al anciano caballeroatormentado porque su esposa hubiera sufiido horriblemente

mientras estaba en coma antes de morir. He seguido atada a miordenador (con mi fiel perra Nia en ¡ni reg¿zo) g¡¿cias a losnuchos interesados que han llamado en busca de consejos y es-peranza. He persistido en este trabajo por las setecie¡rtas núlperson¿s de nuestr¡ sociedad (y sus famiüas) que sufiirán un ic-tus este año. Si una sola persona gracias a lee¡ <La mañana delictus) (capítulo 4) reconoce los síntoll1as y pide ayud¿ cu¿nto¿nte\. nJs e(fuerzo( de l¿ úlr inr¿ decod¡ 'e verrn mi\ qrre recompensados.

Un ataque de lucidez se divide ea cuatro partes. L¿ prirlera,<La vida de Jill antes del ictusr, explica quién era 1'o antes deque nri cerebro se desactivare. Describo por qué me hice espe-cialista en el cercbro, unos pocos datos de mi carrera acadérrú-ca, mis caus¿s socieles y rr1i bílsquedá penonal.Vivía a lo gran-de. Era neuróloga en Halvard, nienrbro de lajunta Daciotal delaAlianza Nacional para las EnG¡medades Mentales (NAMI) yrecorría el país como la Cientifica Cantante. Después de urr brc-vísimo paso por mi vida viene urre pequeñ¡ y serrcill¡ int¡o-ducción científica, para a).udar a entender lo c¡ue ocuría bio-lógicarnente en mi cerebro la m¿ñ¿Da del ictus.

Si ¡ l la ¡r¡ vcz cl lcctor se ha pr-cgtrrrtado quó sc sicrrtc:r l

r|riiir u¡r ic¡.rs,los capítulos sobre (La mañen¿ del ictus, cstáo

rlcdic:rdos ¿ ustcd. Aquí le llevo en un viaje conpletamente

cxtraordinario que sigue p¿so a paso el deterioro de nris capa-

citlades cognitivas, visto con los ojos de un científico. A nedi

,h que la hemorragia en mi cerebro se hacía más y más gren

(1c., releciono los trastornos cognitivos que iba experimenrando

con la biología sub,vacente. Como neuroanetomista, debo decir

qlre durante áquel ictus aPrendí tanto sobre 111i cerebro y su

lirncionanúento como en rodos mis años de estudios.Al final

tle aquella mañana, mi concienci¿ entró en una fase en la qLre

scntí¡ que era t/rd con el unive¡so- Desde entonces, he llegado

,r enrender cómo 'ontos crP,rce\ de tener ul ir eryerien(iJ(mística) o (met¿fisicar relacionada con la alntomía de nuestro

cerebro.Si conoce a alguien que haya sufrido un ictus o cualquier

otro tipo de trauma cerebml, ios capítulos sobre la recupera-

ción pueden ofrecerle una ayuda valiosísima. En ellos relato

cronológic¡mente el proceso de recuperación, incluid¿s cua-

renta sugercncies sobre coses que necesité (o que no necesité)

par¡ recuperarme por comPleto.Al finai del libro expongo mis

<Reconendaciones pare la recuperacióD por si pueden ser úti-

les. Espero que cor-npartan cst¿ info¡mación con cualquier Pe¡sone que pueda beneficiarse de ell¡.

Por últirno, <Mi ataque de lucidezo explica lo que el ictus

me ha enseñado acerca de mi cerebro. Más ex¿ct¿mente, fue el

acontecimiento tr¡umático a través del cüal vino el conoci

miento. Este üb¡o trata de la belJeza y flexibilidad del cereb¡o

humano, con su capacidad innata para adapt¿rse constantenen-

te ¿ los canlbios y rccuperar sus funciones. En defioitíve, tr¡t¿

del viaje de mi cerebro a través de la consciencia de mi henis-

ferio derecho, donde quedé envuelta en una profunda paz in_

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uN Arl\{lun t)B LU(iI)1,

terior. He resucitado la consciencia de 1ni heüisferio izqüierdocon el 6n de ayud¿r ¡ otros a ¿lcanz¡r es¿ misnra paz i iteriorsin tener que experimenta¡ un ictus. Espero que el lector dis-frute con el viaje.

l

La vida de Ji l l anres del ictus

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I

Soy neurc¿netomista profesional, y tengo trabajos publicados.Me crié enTer:re Haute (Indiana).A uno de mis he¡manos ma-yores, que solo tiene dieciocho meses más que yo,le diagnosti-caron el trastorno cerebral llarnado esquizoñenia. Se lo diagnos-ticaron ofrcial¡nente a los treinta y un años de edad, pero desdemuchos años antes present¿ba clans señales de psicosis. Duran-te nuestra infancia, era muy diferente de mí en la manera de experimenar la realidad y la forrna de comportüse. Como conse-cuencia, desde muy pequeña sentí fascinación por el cerebrohumano. Me preguntaba cómo era posible que mi hermeno yyo pudiéramos compaftir l¡ mism¿ experiencia con inrerpreta.ciones completamente difetentes de 1o que h¿bía ocu¡¡ido. Es-tas diGrencias de percepción, procesanriento de la informacióny resultado final me motivaron para convertime en neuróloga.

Mi car¡e¡a académic¿ comenzó en la Universidad de In-diana, en Bloomington, e fnales de los años setente. Debido amis interacciones con nri hermano, estaba ansiosa por entetderqué era do normal> neurológicamente hablando. En aquellaépoca,la neurología era un campo de estudio tanjoven que to-davíe no se of¡ecía en la Universidad de Indiane como especia-üdad oficial. Esrudiando psicología fisiológica y biología huma-na, aprendí todo lo que pude sobre el cereb¡o humano.

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\r rN

^r^¡¡r r ' r rLt r rú,

Mi pnruer t lab.r jo dc vclt lrrd crr cl ir trbito r l t l l cie¡rci¡

médica resultó una gran bendición par':r rli. Mc cor)tr-rllloll

como técnica de leboratorio en el Centro dc Educación Médi

ca de Terre Haute (TCHMX), que es un¿ sucurs¿l de le FacLrl-

catl de Medicina de Indiana ifftelada er el campus de la Uni

versid¡d del Estedo de Indiana (ISLI) Mi tieDrpo se repartia a

p¿rtes iguales e¡tre el laboratorio de ¡natomiá médicA humana

general y el de investigación neuroanatómic¡. Durante dos

años estuve inmersa en los estúdios de medicina, y bajo la di

rección del docto¡ Robert C Murphy me inicié en l¿ disec-

ción del cuerpo humano.

S¡ltándome el máster, pasé los seis años sigulentes matllcu

lada ofici¿lmente en el programa de doctor¿do del Departa-

mento de Ciencias de laVida de la ISU. En mis esignaturas do-

minaban las de primer curso de medicina,y mi especialidad de

investig:ción era 1¿ neuroanatomia, bajo la dirección del doc

torVilliamJ.Anderson. En 1991 me doctoré y me sentí capa-

citada para enseñar anetomía humana general, neuroarultomia

humana e histología en le Facultad de Medicin¡.

En 1988, du¡ante mi estancia en eITHCME y la lSU, a mi

hermano se le diagnosticó oñcielmente le esquizofrenia. Bioló-

gicamente, él es 1o más parecido a mí que existe en el univer-

so. Necesit¿ba entender por qué yo podía tomar mis sueños

por 1o que eran y relacionarlos con la re¡lidad y hacer que mis

sueños se hicieran realidad ¿Qué era tan dife¡ente en el ccre

bro d. rni hernrano para que el no pudier, col lect¿r 'u' ' t leñ¡'con una ¡ealidad común, y en cambio se convirtieran en deli-

rios? Estaba ansiosa por emprender una investigación sobre la

esquizoftenia.Después de doctorarme por la ISU, me ofrecie¡on un

puesto de investigación posdoctoral en 1¿ Facultad de Medici-

na rle Harvard, en el Dep¿rtamento de Neurologí¡. Pasé dos

r^ v )^ r)r l t l

rrños nubujrndo cor el docbr l{ogcrTbotel l en l¡ loc¡l iz¡ciólrlc llt zorra M1-, situada en la parte de la corteza cerebral visu¡lquc sigue los movi,rientos. Me interesaba aquel proyecto porqueLrn gran porcentaje de los individuos a los que se les diagnosti-c¡ esquizofrenia muestran un funcionamiento anormal de losojos cuando miran objetos en movimiento. Después de ayudarr Roger a identificar anatómicamente ia situación de la zo-rra MT en el cerebro humano,lseguí una corazonada y mep¿sé al l)epartamento de Psiquiatría de la Facultad de Medici-ru de Harvard. Mi objetivo era Íabajar en el labo¡ato¡io de ladoctora Francine M. Benes en el Hospital Mclean. La docfora Benes es una reconocida expert¿ de fama mundial en lainvestigación post mortem del cerebro hum¡no en relacióncon la esqLrizofrenia. Creía que así podría contribuir ¿ ayudarl las personas aquejadas del mismo trascorno cerebral que mihermano,

lJn¡ seinana antes de empeza¡ rri nuevo trabajo en el Hos-pital Mcl-ean, mi padre Hal y yo volanos a Miami para asistiral congreso anual de 1993 de la Alianza Naciotal para las Enfermedades Mentales (NAMI).?.Ha1, pastor episcopaliano reúrado y doctorado en psicología asistencial, sienpre había abogado por la justicia social. Los dos asistimos ¿ ia convenciónco¡r la intención de saber más sobre la NAMI y ver qué podíamos hacer para colnbiner nüestra energía con ia suya. LaNAMI es la mayor organización popular dedicada a mejorar lasvidas de personas con enfermedades ment¡les g¡aves. En aque-lla época, los miembros de la NAMI sum¿ban aproximada-mente cuarenta rnil ñmilias con un¿ persona diagnosticada psi-

1. R. B- H.'Ibotell yJ. B.T¿ylor, iA¡atoñcil xlider.e for MT/V5 andAddirion¡] O)rti.al Visual Areas in Mu¡, Ce¿ür¡l c'dlf¿r, eneró-febrero de1995,rp.39-55.

2. ww.nami.org.

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l , l r l , r r r r r r ,1

quiátr icrlrente. Ahorá 1¡ NAMI t icrrc : l f i l j l t l ¡s :rploxirrtrcl,r-

mente doscientas mil famüas. La organización nacionrl de l¡

NAMI funcion¡ a nivel nacional, y las NAMI de c¿da estado ¡

nivel est¿t¿I.Además, existen más de ¡nil cien afiliados locales

¡epartidos por todo el país, que aPortan ¿yuda, información y

apoyo a las falnilias a través de 1¿ creación de comunidades-

Aquel viaje a Miami cambió nri vida. Un conjunto de unas

mil cluinientas personas, form¿do por pedres, hermanos, hijos e

individuos con diagnóstico de enfe¡medades mentales graves,

se reunió para tratar cuestiones de apoyo, información, defensa

e investigación. Hasta que conocí a otros hermanos de perso-

n¡s cor enGrmedades mentales, no me había d¿do cuenta del

profundo impacto que había ejercido en mi vida la enGrmedad

de mi hermano. En el curso de aquellos pocos día.s encontré

una familia que compre¡1día l¡ angustia que yo sentía por 1¿

pérdida de mi hermano a causa de la esquizolbni¿. Ellos com-

prendían los esfuerzos de mi familia por a1'uda¡le a obtener un

tr¿t¿miento de c¿lidad. Luch¿b¿n juntos colno una sole voz

contra la injusticia social y el estigma relacionado con las en-

G¡medades mentales. Contaban con programas educativos para

ellos y para el gran público ace¡ca de la naturaleza biológica de

estos tr¿stornos.Asimismo importante e¡a su alianz¿ con los in-

vestigadores del cerebro para ayudar a encontrar una cura Sen-

tí que estaba en el lugar adecuado en el momento oportuno.

Era hermana de un paciente, er¡ científica y dese¿ba fe¡viente-

mente ayudar a gente como mi he¡mano. Sentía en lo más pro-

fundo de rni alma que no solo había encontrado una causa dig-

na de mis esfuerzos, sino además una gran fanriüa

La semana siguiente a la convención de Miani, llegué al

Horpir¡ l McLe¿n rebo'Jnce d( energi, y an' i .A.t por emPel¿r

mi nuevo trabajo en el Labor¿torio de Neurología Estructural,

el área de investigación de la docto¡¿ F¡ancine Benes Estabe

r^ v )^ r ' r l t ¡ l

r | l | |y c r \r.r\Dt. l( i .r ¡, , ,r(. r¡rc¿Jr ruir ir r, . L.,rrgr I jur tr.c pu,t rDor._te¡n rcbrc' l¿ blse biológica de la esquizofrenia. Francine, a quienyo llanraba cariños:rmente Rcina de la Esquizo$enia, es una inv(fstigldora asomb¡osa. El sirr1ple hecho de tener la oportunidadrlc ver cómo pensaba, cómo investigaba y cómo reunía las pie-z¡s de los d¿tos excraídos em un verdadero gozo para mí. Era unprivilegio ser resrigo de su creatividad en el diseño de er.leri_nrentos, y su persntencia, precisión y eficiencia en la di¡eccióncle un laboratorio de investigación. Aquel trabajo era Lrn sueñohecho realidad. Estudiar los cerebros de personas diagnosticadascle esquizoñenia me daba la serrsación de tener un objetivo.

Sin embargo, en mi primer día de trabajo F¡ancine mecchó unjarro de agua liía al informarme de que, a causa de lapoca frecuencia de las donaciones de cerebros por parte de lasf¿milias de individuos con enfermedades mentales, sulíamosuna gran esc¿sez de tejido cerebral para la investig¿ción postmortem. No podía dar crédito a 1o que oía. Acababa de pasarcasi una semana en 1a NAMI nacional con cientos de familiascon algún miembro que padecia alguna enfermedad mentalgrave- El doctor LewJUdd, ex director delNational Insritute ofMental Health (NIMH), había moderado la sesión plenaria so-bre investigación, y varios prestigiosos cientíñcos habían pre-sentado sus investigaciones. A las famiüas de la NAMI les en-canta informar y aprender acerca de la investigación cerebral, asíque me pa¡eció inconcebible que pudiera escesear el tejido donado. Decidí que era una sirnple cuestión de concienciaciónpública. Creía que en cuanto las familias de la NAMI supieranque había escasez de tejido pera investigar fomenta¡í¿n la donación de ce¡eb¡os en la organización y se resolvería el problema.

Al aiio siguiente (1994) fui elegida para lajunta directivade la NAMI. Me emocionaba, aparte de ser para mí un granhonor y una gran responsabilid¿d, estar ¿1 servicio dc esta ne-

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tJN AI¡QI]I1 DI] LU(xI)I]Z

r¡villosa organización. Por supuesto, mi campaña se centró en

la importancia de las donaciones de cerebros y la esc¿sez de te

jidos con diagnóstico psiquiátrico para que los científicos pu-

dieran hacer su trabajo.Yo lo llamaba <la cuestión del tejido'r.

Xn aquel momento,la edad media de un ¡niemb¡o de la NAMI

era de sesenta y siete años.Yo solo tenía treinta y cinco. Me

sentía orgullosa de ser la persona más joven elegida para lajun-

ta. Tenía energí:r a raudales y estaba deseando empezar.

En mi nueva condición dentro de la orgnización nacional

de la NAMI, enpecé inmediatamente a info¡mar a l¿s conven-

ciones estatales de la NAMI en todo el país. Antes de que yo

empezare esta ca¡npaña, el Centro de Recursos de Tejido Ce-

rebral de Harlard (el Banco de Cerebros),r que esteb¿ situado

justo al lado del laboratorio de Benes, recibía menos de t¡es ce-

rebros de personas con diagnóstico de trastorno psiquiátrico

¿l año. Con esto apenas había tejido sufrciente para que el la-

boratorio de Benes trabajar¿, y mucho menos pala que el

Banco de Ce¡ebros suministrara tejido a los otros leüoatorios

de prestigío que 1o solicitaban.A los pocos meses de empezer

a viajar e informar ¿ las farnilias de la NAMI sobre la (cues-

tión del tejido), el número de doneciones empezó a aüüe[ter'

En la actuelidad, el número de donaciones de la población diag-

nosticada psiquiáfficamente oscila entre veinticinco y treinta y

cinco al año.A la comunid¿d científica le vend¡ían bien unos

cien ¿l ¿ño.Ya en rnis primeras presentaciones sobre 1¿ <cuestión del

tejido,r me di cuenta de que el tema de la donación de cerebrcs

hacía que algunos miembros del público se removie¡an incó-

modos. Llegaba ese momento predecible en el que ni púbüco

se percataba: <¡A¡ Dios mío, quiere MI ce¡ebrolr.Y yo les de-

l. ffi .bdnb¿nk.ñ.led.ors

r^v| | )^ In i J | t ^N

js t r l l . t . t (Js

ciu: <l)ucs sí, io quiero, pero no se pteocupen, no tengo pr¡D.P¿ra colnbati¡ su evidente aprensión, compuse la let¡a del Ban-co de Cereb¡os titulada <1 800-Banco de Cerebros> y empecéit viajar con rni guitarra como la Cientifrca Cantante.a Cuandosc acercaba el tema de la donación de cerebros y la tensión enla sala empezaba a creceqyo sacaba la guitarra y centaba. La touadilla del Banco de Cerebros parece lo bastaate toncr paI:I arnor-t iguar l .r rensrón. abrir lo" cor¿zoner y pernürirme comuni.arl11l mens¿Je.

Mis esfue¡zos en la NAMI dieron un profundo sentido ami vida, y mi trabajo en el labomto¡io tuvo sus frutos. Mi prin-cipal proyecto de investigación en el labo¡atorio de Benes im-plicaba trabajar con Francine para elaborar un protocolo con elque pudié¡arnos visualizar tres sistemas neurotDnsmiso¡es enel mismo fragnento de tejido. Los neurotransnisores son lassustancias químicas que usan las células cerebrales para comu-nicatse. Era un trabajo importante, porque las nuer.as y atipicasmedicaciones antipsicóticas están diseñadas para i¡fluir en múl-tiples sistemas neurotransmisores, y no solo en uno. La capaci-dad de visualizar tres sistefius diGrentes en el mismo fiagmentode tejido nos daría más posibilidades de comprender le delica-da interacción entre estos sistemas. Nuesffo objetivo era com-prcnder mejor los microcircuitos del cerebro: qué células dequé zonas del cerebro se comunican con qué sustancias, y conqué canridades de dichas sustancix. Cuanto mejor supiéramoscuáles er¿n las dife¡encias a nivel celula¡ ent¡e los ce¡ebros deindividuos a los que se les había diagnosticado una enfe¡medadmental grave y los cerebrcs normales que servían de control,más cerce esta¡ía la comunidad científica de ayudar a los nece-sitados con medic¿ciones apropiadas. En la p¡imave¡a de 1995,

4. www ddilit¿yloL.om.

lI

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! rN ^r^( lu l l

l r i l ,u( l l ) l i2

este tnbejo apareció en la port¡da dcl tsíollchniEus Journal,yen 1996 me hizo merecedora del prestigioso premio Mysell del

Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de

Harward. Me encantaba trabajar en el laboratorio y me encan-

taba compertir este trabajo con mi familia de la NAMI

Y entonces ocurrió lo impensable. Tenia treinta y tantos

años y estaba prospe¡ando profesional y personalmente. Pero de

un solo golpe, mi vida de color de rosa y mi prcmetedor futu

ro se evaporaron. El 10 de diciembre de 1996, cuando despe¡-

té descubrí que yo misma padecía un ffastotno cercbral. EÍ

cuatro breves horas vi cómo mi mente se deterioüba por com

pleto en su capacidad de procesar los estímulos que llegaban a

través de mis sentidos. Esta rara modalidad de ictus me incapa-

citó por completo: no podía andar, hablar, leer, escribir ni re-

cordar ningún aspecto de mi vida.

Supongo que el lector esta¡á atrsioso de empezar a leer el

¡elato en primera persona de la mañana del ictus. Pero para que

pueda entender coo más claridad lo que estaba pasando dentro

de mi cerebro, he preferido presentar una breve y sirnple intro-

ducción cientíñca en los capítulos 2 y 3 Por favor, no deje que

esta sección le disuada de seguir el relato He hecho todo lo

posible por hacerla inteligible, con muchos dibujos simples del

cerebro para que pueda entender la anatomía en la que se ba-

saban mis o'1>eriencias cognitivas, fsicas y espirituales. Si el lec-

tor no puede evitar saltarse estos capítulos, hágalo sabiendo que

están ahí como punto de referencia. Sin embargo, le anirno a

que lea antes esta sección, porque creo que faciüta¡á conside¡a-

blemente la con-rprensión del resto.

2

Ciencia simple

I

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I

Pan que dos personas poümos comunicarnos, debemos com-

Partir cierta cantidad de realidad. Esto signifrca que nuestros sis-temas nerviosos deben ser prácticamente idénticos en su cepa-cidad de percibir info¡nación del mundo extelio! procesar e

dicha info¡mación en nuestros cerebros, y después te-sistema (irni l¡res de !a1ida. que inclu¡en el pensamienro. h

y la acción.La aparición de la vida fue un acontecimiento extrao¡di-

rio. Con la llegada de los organismos unicelulares, naciónueva era del procesamien¡o de información ¿ nivel mo-

lecula¡. Mediante la manipulación de átomos y moléculas enncias de ADN yARN,la inforrnación se podía int¡odu-

i¡, codificar y almacenar para un uso futuro. Los momentosno llegaban y se iban sin quedar registrados, y a base de te-

e! un co[tinuo de momentos consecutivos con un mismohilo,la vide de la célula evolucio[ó corno ln prefite a tua1)¿s

tienpo.En poco tiempo, las célules enco¡traron la manera de

unirse y funcionar juntas, 10 que acabó dando lugar a usted y¡ mí.' Seg6t el Amerícan Heitage Díctionary, e\olrrcionar biológi-

camente signifrca (cambiar rnediante procesos evolutivos desde

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r r \ { l^ ' ¡ r r l t l lL, l l ¡ l

una for¡l¡a prirnitiva a otri tnás org¡llizi¡d¡t.L EI ccrcbro lDo-

lecular del ADN es un progr¿ma genético potente y muy efi_

caz, no solo porque se adapt¿ ¿ los constentes cambios, sino

también porque espera, percibe y aprovecha oportunidades de

t¡ansfo¡marse a sí mismo en algo aírn rnás magnífrco. Puede

que ¡1 lector le interese sabe¡ que nuestro código genético hu

mano está construido exact¿mente con los nismos cuatro nu

cleótidos (moléculas complejas)'que el de cualquier otra fornu

de vida del planeta. A nivel de ADN, estamos emparentados

con las aves, repttles, anfrbios, otros mamífe¡os e incluso 1¿ vida

vegetal- Desde un punto de vista puramente biológico,los seres

humanos somos una ntutación específica de la posibilidad ge-

nética de laTier¡a.

Aunque nos gustaría pensar que la vida hurn¿na ha alcen

zado la per{ección biológica, a pesar de Íuestrc sofisticado di-

seño no reprcsent¿mos un código genético definitivo y/o per

fecto. El cerebro humano existe en continuo estado de cambio-

Los cereb¡os de nuestros antepasados de hace dos mil o cuatro

Inil años no parecen idénticos a los cereb¡os humanos ectuales.

El desarrollo del lenguaje, por ejemplo, ha alterado le estructu-

ra a¡atómica y las redes celula¡es de nuestros ce¡ebros.

Casi todos los distintos tipos de células de nuestro cuerpo

nrucren y (on 'u\t iru,dr\ cJd¿ poc¿\ \ern¿ll¿\ o meses Srn em_

bargo, las neuronas, las células primarias del sistema nervioso,

no se multiplican (en general) después de nuestlo nacimiento.

Esto significa que la rnayoría de las neurcnas de su ce¡ebro tre-

nen los mismos aiios que usted. Esta longevidad de las neuro-

nas expüca en pa¡te que en nuesffo fuero interno nos sintamos

prácticamente los misrnos a los diez años que a los treinta o los

1. Sesu¡da edición udvebit¡riá, Houghton MiÍilin Compmy, Bostor,

1985.

30

( I lN(: t^ StMt ' i

*ltL¡rt¡ y $jctc. L¡s células de nuestro ce¡eb¡o son las mismas,pem cor cl tienlpo sus coneúones cambian, debido a nuestras$xpcrlcnc1es.

El sistema nervioso huma¡ro es una entidad maravillosa-lltcnte dinámica compuesta por aproxirnadamente un billón decélulas. Para que el lector se haga una idee de la eno¡me canti-dnd que es un billón, conside¡e que existen unos seis mil mi-üones de personas en el planeta, y que tendíamos que multi-plicar esa cartidad por 166 a ñn de llegar al númen¡ de célulasque re combtn¿n ptr. l cre¡r un solo sivema nervioso,

Por supuesto, nuestro cuerpo es mucho más que un sistema¡ervioso. De hecho, el cuerpo humano adulto medio está for-ltlado po¡ aproximadamente cincuenta billones de células,E,333 veces el número de personx en el planeta. Lo asombr.o-lo es que este enorme conglomerado de células óseas, muscu,hres, conjuntivas, sensoriales, etcéten, tienda a lleva¡se bien vfuncionar conjuntamenre p¿.ra gener¿r Lrna c¿lud perfect¿.

La evolución biológica suele ir desde un estado de menoromplejidad a otro de mayor complejidad. La naturaleza se

gura su eficiencia al no ¡einventar la ¡ueda con cada nuevaCspecie que prcduce. En general, una vez que la naturalezaldentifica un patrón del código genético que favorece la super-vivencia de la criatura, como una flor para trarxmitir polen, uncorazó[ pa¡a bombear sangre, una glándula sudoípara par? ayu-dar a regular la remperatum del cue¡po o un globo ocular para lavisión, tiende a incluir ese ¡asgo en las futu¡as permutaciones decse código específico.Añadiendo un nuevo nivel de programa-ción enci¡u de un conjunto de instr-ucciones ya establecido.c¡d¿ nuev? especie corxer-va una sólida base de secuencias deADN probadas por el tiempo. Esta es una de las maneras más¡encillas que tiene le naturaleze pa¡a trans111itir la experiencia y lambiduria legad.r, por l¿ vidr ¿nrerior e (u prcgenje.

Page 16: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

r rN^r^t¡rr I rL ' 1

()tra vertajl clc esra estratcgirt c{c ilgcrricríir gcrróticrr cott-

, i .renre en .onro rr ir ,obre lo que yr furrcrorrr L\ quc (, 'r r)t , l

nipulaciones muy peqtreñ¿s de las secuencix genéticas se pue-

de conseguir una gran transformación evolutiva, En nuestro

prcpio peúl genético, eunque les cLreste creerlo, l¿ evidencia

científica indica que los hununos conlpartimos el 99,4 por

ciento de nuestras secuencias deADN con el chinp¡ncé.':

Por supuesto, esto no significa que los humanos seamos

descendientes directos de nuestros a úgos arborícolas, pero sí

que pone de naniliesto que el genio de nuestro código mo

lecular se apoya en nrillones de años del míri¡no esfuerzo evo-

lutivo de la naturaleza. Nuestro código humáno no surgió por

azar, al menos no del todo, sino que l¡ás bien se fue constru-

yendo ¿ 1o largo de la eterna búsqueda de 1¿ naturaleza: un

cuerpo de pedección genétic¿.

Como miembros de la nisnra especie hum¿n¿, usted y yo

solo diferimos en un 0,01 por ciento (la centésinu pe¡te del

1 por ciento) de nuestras secuenci¡s genéticas. Biológicanente,

como especie, usted y yo somos prácticanrente idénticos a ni-

vel de genes (ün 99,99 por ciento). Obserwando la dive¡sidad

de la población humana, es evidente que un 0,01 por ciento

rcpreselta una glan difercncia en nuesffa apadenci¿ y en nues-

tra manera de pensar y actuar

La parte de nuestro cerebro que nos diferencia de todos los de

l1rás ¡rar¡íferos es la corteza cerebr¿l externa, ondulada y con

2. Derek x.IÍ¡ildnnn, rl,l.. Centu de Medicnú Moleculaf I Geréric¡,

Dep¿rtenento de AD¿tomí¿ y Biologlá Celul¡r, F¿cultad de Medici de la

Udversid¿d del Est¡do de W¿yne (10 de septiembrc de 200ó). http://ww:

pnás. orglcsilcoúrelt/ful/7At) / l2/7181 .

ci¡cunvoluciones.Aunque otros mamíferos también tienen unacorteza cerebral, la co¡teza humana tiene apn_rximadamente eldoble de espesor y se cree que aproximadamente el doble defunciones- Nuestr¿ corteza cerebral está dividida en dos gran-des hemisG¡ios cuyas funciones se complementet. (Noia: Entodos los dibujos de este libro,la parte frontal del cerebro estáapuntando a la izquierda.)

Los dos hemisferios se comunican ent¡e sí mediante la aucopista de rr¿nsferencia de info¡mación, el cuerpo calloso.Aunque ca¿l henisferio es único por el tipo conc¡eto de informa_

cueryo calloso(autopista d€ transrerencia de infomación)

T Co¡leza cerebral humana compt6la

i

32 33

Page 17: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

( rN Aln(¡r l 1r1111! l l r

ción quc procese, cuando los dos henrisLrri()r i csl i l l c()r)cch(los

entre sí funcionan juntos pare generar urra írnica pcrccpctólr

del mundo.

Cuando se llega a la inffinc¿da an¡tomía nicroscópica de

lx conexiones entre las dos partes de nuestr¿ corteza cercbral'

l¡ variación es la norma, no la excepción. Est¡ variación con-

tribuye a nuestres preferencias y personalidades individuales

Sin embargo,la anatomía gene¡el (macroscópica) de nuestros

cereb¡os es b¿stante consistente, y el celebro de usted es muy

parecido al mío. Las protuber¿ncias (circunvoluciones o giros)

y los surcos de la cortez¿ cereb¡al están organizados de manera

concreta, de modo que nuestros cerebros son prácticamente

iclénticos en apariencia, estructura y función. Por ejemplo, cada

he¡nisferio cerebml tiene una ci¡cunvolución temporal supe-

rior, circunvoluciones pre y poscentrales, una ci¡cunvolución

parietal superior y una circunvolución occipitel lateral, por

mencioner solo unas pocas, Cada una de est¿s circunvoluciones

está formada por co¡rjuntos de células muy especíñcos, que tie-

nen conexiones y funciones muy concretas.

Por ejemplo,las células de la circunvolución poscenftal nos

permiten ser conscientes de la estimulación sensorial, mientras

que las células de la circunvolución precenffal controlan nues-

tra capecidad de nover voluntariamente l¿s partes del cuerpo.

Les pri[cipeles rutas de ransGrencia de inform¿ción ent¡e los

direr'os grupo, de célul¿\ cort ic¿lc{ rn¿ctoc d( 6brJ') dc Io' do'

hemisGrios son también muy parecidas en todos nosotros y'

como consecuencia, por lo general somos capaces de pensar

y sentir de manera comParable.

También los vasos sanguíneos que llevan nutrientes a nues-

tros hemisferios cerebrales presentan un patrón definido Las

arterias cereb¡ales anterior, media y posterior llevan sangrc a los

dos henrisferios. Una lesión en cualquier rana cotcreta de una

(oido y leñguaje hablado)

de estas arteri¿s principales puede dar como result¿do síntomasbastante predecibles de incapacidad grave o eliminación com-pler.r de nucsrra , aprcid¡d de rr¿l iz¿r lunciones r ognirrr.rs concaetas. (Por supuesto, existen diferenci¿s características entre laslesiones en el hemisferio izquierdo y el derecho.) La siguienteilustración i¡rdica la zona de la a¡teri¿ ce¡ebra.l media del hemisferio izquierdo, incluyendo la localización de ¡ri de¡¡ame.Un¿ lesión en cualquiera de las ralnas primarias de la artedacercbrai media d¡ como ¡esultado unos síntoDlas relativarnentepredecibles, sea quien sea la persona aGctada.

Las cepas superliciales de la corteza, lo que vemos cuandomirenos la slrpeldcie exterior del cerebro, están ilenas de neu

Arlsr¡a cerebral mediazo¡a y ramas principales

P¡oblelnas para entender el lenguale

Circunvolución posceni| a(corleza sensorial) Cicunvoluc ón párlelal superior

(Percopc ón de contornos risicos)O rcunvo ución precéntral

Circunvolución occipital

34 35

Page 18: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

rt

(capácidad de pr€star atención)

roDas llue c¡ee¡nos que son excllrsivañente hum¿n¿s. Estas

neluonas (añedidasr muy recientemente forman circuitos que

gener¿n nuestra c¡p¿cidad de penser secuenciaLmente como en

el lenguaje complejo, y la capacidad de pensar en sistemas abs-

tr¿clos y sinbólicos como las nDternáticas. Las capas más pro-

fund¿s de la corteza cerebral están form¿d¿s por las células del

sistene límbico. Estas son l¡s céiul¿s cortic¡les que tenemos en

común con los denis mamíferos.

El siste¡¡a lí¡rbico funciona colocando un sentimiento o

emoción sob¡e la información que entra por nuestros sentidos.

Como estas estrLrctLrras las compartimos con otros aninales,l¿s

células del sistemá límbico se lla¡nan a veces <cerebro reptilia

noir o <cereb¡o enrocional¡. En los recién nacidos, estas células

se van conectando en respuesta a la estinrulación sensorial. IJn

aspecto interesAnte es qLre, aunque nuest¡o sistema límbico fun

ciona du¡¿nte coda nuestra vida, no madure. En consecúencia,

cuando se ¿prietan nuestros r,botoneso emocionales, conserva-

mos la capaciüd de reaccionar a los estímulos que enffen como

si tuvié¡amos dos años, aunque seamos adultos,

A medida que nuestr¡s células corticales superiores madu_

ran y se ven integrando en complejas redes con oftes neuronas,

vrmo' ad.1L' irrcrr, lo la c.rp:cid.,J de lormarno' nuer¿. irn: ige

LN^L^'¡ r , r ' r , r r I r r l

(s€.tim ento o emoción)G ro c ngulado

¡¡csr (lcl rxrncrrto prcscnte. Cu¡ndo comparalnos la itftrrna-aiórr l)ucv¡ de nuestra mente pentante con la re¿ctividad auto-nrítjca de nuestra nente límbica, podemos reevaluar la situ¿ción actual y elegir voluntariamente una respuesta más madura.

Tal vez sea de interés comentar que tod¡s las actúáles técnicasde oaprendizaje bas"do en el ce¡ebror utüzades en la enseñ¿nzaprimaria y secundaria se bas¿n en los conocimiencos neurológi-cos sobre las ñrnciones del sistema límbico. Coo estas técnicas deaprendizaje p¡ocuranos transformar nuest¡as aules en entornosque nos resulten seguros y fanriliares. El objetivo es crear un am-biente en el que no se dispare la respuesta miedo/furia del cere-bro (amígd.ala). La fuirción principal de la amígdala es inspecciona¡ toda la estintrlación que entm en ese momento y determinarel nivel de seguridad. Una de las funciones del giro cingulado delsist.-¡ra límbico consiste en enfocar la atención del cereb¡o.

Cuando los estínlulos que entnn se perciben como ñni-liares, la amígdala pernunece en calma, y el hipocampo, que seencuentra ¿ s lado, es capaz de aprender y memorizar nuevairfo¡¡nación. Pero en cu¿nto la amígdala es activ¿de por es-tírnulos desconocidos o tel vez .amenazantes, eleva el nivel deansiedad del cerebro y centra la atención de la mente en la siCuación inmediata, En estas circunstancias, nuestra atención seaparta del hipocampo y se centra en generar una conducte de-fensiva para el momento actual.

La información sensorial entra por los sistemas de los sen-lidos y es procesada inmedi¡tamente en nuesfto sistema lmbi-co. Cuando un mensaje llega a la cortez¿ cerebral encargadadel pensamiento superior,ya hemos colocado ln <sentimientoro <sensación> acerca de 1o que rros parece ese estimulo. ¿Esto esdoior o es placer? Aunque muchos nos considerenos rfid¡r¡alpensantes que sienten,biológicamente somos ciatutas sensibles que

36 31

Page 19: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

LrN ^

r^r¡ r , l '1, r ¡ r r i l l

Dado que le pallbla osc¡rt irD trcrrc rtrr sigrl i l iclrt lo rt l ty:tt t t-

plio, me gustaría acla¡¿r en qüé p¿¡les de ntlcstro ccrebro tie-

nen lugar las diferentes experiencias. En primer lugar, cuando

experimentamos r¿rrf imientos de trrsteza, tlegría, ira, fiustraciótr

o excitación, se trata de emociones generades por las células de

nuestm sistema límbico. En segundo luga¡ Je,?ilf algo en las m¿

nos tiene que ver con la experiencia táctil o cinestósica de sen-

tir mediante el acto de palpación.Este tipo de sensación se pro-

duce mediante el sistema sensorial del tacto, y en éi interviene

la circunvolución poscentral de la cortez¿ cerebral Por último,

cuando alguien contrasta 1() que rlrt?r¿ intuitivamente ace¡ca de

algo (<instinto viscerab) con lo que piensa sobre ello, esta con

ciel1cia irte]igente es una cognición superior que tiene su base

en el henrisfe¡io derecho de la corteza cerebral. (En el capítu-

1o 3 hablaré más extensamente de los diferentes modos de fun

cionar de los hemisferios izquierdo y derecho.)

Como si fué¡amos máquinas de procesamiento de info¡mación,

nuestra capacidad de proces¿r datos acerc¿ del mundo e>'te¡ior

empieza en la percepción sensorial. Aunque la mayoría de no-

sotros casi nunca es consciente de ello, nuesttos rcceptores sen-

so¡iales están diseñados P¡ra detectar información en 1o que a

energía se refiere. Dado que todo 1o que nos ¡odea <lesde el

aire que respiramos hasta los m¿teriales que utilizamos para

construir está compuesto de partículas atómícas que gir¿n y

vibran, usted y yo estanos litenlnente nadando en un tu¡bu-

lento mar de campos eleccromagnéticos, Estemos enl'rleltos en

él,y mediante nuestros ¡p¿ratos sensori¿les experinentamos lo

q e es.Cada uno de nuest¡os sistemas senso¡iales está formado por

una compleja cascada de neuronas que procesa el código neu

ral que entra desde el livel del receptor hasta zonas concretasdel cerebro.A lo largo de la cascada, cada grupo de células alte-ra o intensifica el código y 1o transmite al siguiente conjuntode células del sistema, que define y rcfina aún más el mensaje.Cuando el código llega a la zona más exte¡na de nuestnc cere-bro, los niveles supe¡iores de la corteza cerebral, somos conscieltes del estímulo. Pero si en alguna de las células a 1o largodel camino falla la capacided de funcion¿¡ normalmente, lapercepción final se aparta de la realid¿d normal.

Nuestro canpo visual, todo el conjunto de 1o que pode-mos ver cuando miramos el r4undo exterior, está dividido enmiles de millones de puntos diminutos o píxeles. Cada pixelestá lleno de átomos y noléculas que vibran. L¿s célul¿s de laretina, al fondo de nuestros ojos, detectan el movimiento de es-tás partículas ¿tónices. Los átomos que vibran a dife¡entes fte-cuenci¿s emiten energía de diGrentes iongitudes de onda, yesta información se codifica en forma de diGrentes colores enla corteza visual, situada en la región occipital de nuest¡o cerebro. La imagen visual se construye gracias a la capacidad del ce-rebro de agrupar conjuntos de píxeles en forma de bordes ocontornor, Dilerente' bordc. con dferenres orirnuciune! -verticales, horizontales y oblicuos- se combinan para fo.marimágenes complejas. La disiexia, que hace que algunas letras es-

' lt{

(ordo, aprendizaje, memor a)(visión)

0ntegración de roda la

38

Page 20: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

r rN ^ l^(?Lr l l

l ) l l L,( l ln lz

critas se perciben al revés de lo norrrral, cs un bueD cjcmplo de

anomelía funcional que puede ocurrir cuando se alte¡a l¡ cas-

cada norm¿l de entrada semodal

De manera similar a la visión, nuestre capacidad de oí¡ so-

nidos también depende de la detección de energía que se des

plaza con diferentes longitudes de onda. El sonido es el pro

ducto de los choques entrc pa¡tículas atómicas en el espacio,

que emiten patrones de energía. Las longitudes de onde de la

energía, creadas por el bombardeo de partículas, hacen vibrar

la membrana timpállica de nuestrc oído. Las diferentes longitu-

des de onda del sonido hacen vibrar el tímpeno de úna mene-

ra exclusiva. Como las células de nuestra retina, las células ci

liadas del órgano auditivo de Corti traducen esta vib¡ación

energética a un código neural. Xste código acabará por llegar a

la corteza auditiva (en la región temporal de nuestro cerebro),

procero grecias al cr.ral oimo" sonldos.

Nuestras capacidades más obvias de percibir información

atómica/molecular son las de nuestros senldos químicos: el ol-

fato y el gusto.Aunque estos ¡eceptores son sensibles a las Par-tículas electromagnéticas individuales que pasan por nuestra

nariz o ¿ctian nuest¡as papilas gustativas, somos muy diferen

tes en cuanto a la cantid¿d de estimulación que necesitamos

p¿ra poder oler o degustar algo. Cada r¡no de estos sistemas

sensori¿les está fo¡m¿do también por una compleja cascerJa de

células, y un desperGcto en cualquier parte del sistema puede

da¡ como resultedo una capacidad de percepción anor¡n¿l.

Por último, nuestra piel es nuesfo mayor órgaao serxorial,

a través de la cual hay receptores senso¡iales muy específicos,

diseñados para experimentar presión, vibración, roces, dolor o

temperatura. Estos rcceptores son muy prccisos lesPecto al tipo

de estímulo que perciben, de modo que un estímulo fiío solo

es percibido por los receptores sensoriales del frío, y la vibra-

40 4t

't( : rL lN( JA SrMt ' r t l

ciólr solo pucclc ser detectada por los detecto¡es de vibración.l)cbiclo a esta especi6cidad, nuestra piel es un mapa muy pre-(iso de recepción sensorial.

Las diferencias i¡rnates que cad¿ uno de nosoffos expe¡i-lrlent^ nuesho nivel de sensibiüdad a los diGrentes tipos dec$tímulos- contribuyen mucho a nuest¡a manera de percibircl mundo. Si tenemos problemas para oír cuando la gente ha-bJr, solo oiremos fragmentos de conversación, y tomaremosdecisiones ojuz¡¡aremos basándonos en una información míni-ma. Si nuestn vista es mala, enfocaremos menos detalles y esolf¿ctará e nuestra inte¡acción con el mundo. Si nuestro sentidodel olfato es defrciente, no seremos capaces de distinguir entreun entorno seguro y un pelignc pa¡a la salud, 1o que nos harámás v'ul¡erables. Xn el extremo opuesto, si somos hipersensiblest los estímulos, puede que evitemos interactuar con nuesffoÉnto¡no y nos perdamos los placeres sirnples de la vida.

En general,las patologías y enGrmedades del sistema ne¡vioso delos mamíferos tienen que ver col el tejido cercbral que distinguecada especie concrcta de bs dernás especies. En consecuencia, encl caso del sistema humano,las capas extedorcs de nuest¡e corte-¿a cerebml son las más l'ulnerables a la enfermedad. El ictus es laprimem causa de incapacidad en nuestra sociedad y la terceracausa de muefte Dado que los trastotnos neunclógicos aGctancon ñecuencia a las capas de cognición superior de nuestra cor-teza cerebral, y dado que los ictus son cuaffo veces más Éecuentes en el hemisfe¡io cerebnl izquiendo, nuestr¿ capacidad de crearo comprender el lenguaje se ve afectada con fecuencia. La pala-¡¡ra ictus se rcfierc a un problena en los vasos sanguíneos que IIe,van oigeno a las células del cer.ebro, y básicamente existen dostipos: isquémico y hemorrágico.

Page 21: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

t rN ^

A(¡rr l l r l l lJ l l l ) l r¿

Según la American Stroke Association, cl ictus iscluéntico

representa ¿prolrimadamente el 83 por ciento de todos los ca-

sos. Las arteries llevan sangre al cerebro y su fo¡ma se va adel

gazando cada vez más a medld¿ que se alejan del corazón. Es

tas arterias llevan el oígeno vital necesa¡io para que las células

-incluyendo las neuron¿s- sobrevivan. En un ictus isquémi-

co, un coágulo de sangre viaja por la arteria hasta que el diá

metro de esta se hace demasiado pequeño para que el coágulo

pueda seguir adelante. El coágulo de sangre bloquea el llujo de

s¿ng¡e rica en oxígeno hacia las células que están más ellá del

punto de obstrucción. En consecuencia, las células cerebrales

sufien un traunra y mLrchas de ellas mueren. Dedo que, por lo

general,las neuronas no se reproducen,las que aueren no son

sustituidas. La funció¡ de las células muertas se puede pe¡der

para siempre, a menos que otras neu¡onas se ad¿pten con el

tiempo para desempeña¡ su ñrnción. Dado que cada cercbro es

único en sus ci¡cuitos neurológicos, también es único en su ca

pacidad de recuperarse de un trauma.

El ictus hemorúgico ocurre cuendo la sangle escapa de las

arterias y se derrama en el cerebro. El 17 por ciento de todos los

ictus son henorrágicos. La sangrc es tóúca pam las neuronx

cuando ent¡a en contacto directo con ellx, así que cualquier de-

rrame o reventón rescular puede tener eGctos der,asadores en el

ce¡eb¡o. lJn¡ forma de derrame, el aneurisma, tiene luga¡_cuan

do la pared de un laso sanguíneo se debilita hasta el punto de in-

Coágulo de sangre isquém¡co

(la añeriaqueda obstruida y el oxígeno no pu6de ll€gar a las células)

12

1( l r iN( t^ Mt, l

(la parcd rina de un vaso sangufneoforma uñ globo)

(grosor nomdde a parcd delvaso sanguh€o)

fl¡rse. La zona debilitada se llena de sangre y puede rasgarse ñ-cilnente, expulsando grandes volúmenes de sangre dentro delcráneo. Cualquier tipo de hemorragia puede poner en peligro la

tída de una persona.IJn¿ malformación arteriovenosa (MA! puede causa¡ una

forma ¡a¡a de ictus hemorrágico. Es un trastorno congénito,

Consistente en que un individuo nace con una configuración

lrte¡ia] anómala. Normalmente, el corazón bonbea sangre a las¡fterias a alta presión, Irlientras que la sangre que regresa por las

Venes viaj¿ a baja presión. Un <colchón,r de capilares actúaCOmo amortiguador o zona neutre entre las arterias a alta pre-lión y las venas a baja presión.

Flujosanguineo no¡mal

Page 22: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

r rN Alh(¡ r l l r , r r l ( r ( l l )117

Malformación artor¡ovenosa(¡,4A\',)

En el caso de la MAV, una arteria está coüectada di¡ecta-

mente a una vena sin colchón ¿mortiguedor de capilares en

medio. Con el tiempo,la vena ya no puede hacerse cargo de la

alta presión de la arteria, y la conexión entre artetta y vena se

rompe, derramando s¿ngre en el cercbro.Aunque la MAV solo

representa el 2 por ciento de los ictus henorrágicos,3 es la for

ma más común en los años de plenitud de la vida (de los vein

ticinco a los cuarenta y cinco).Yo tenia treinta y siete cúando

mi MAV reventó.

Con independencia de la naturaleza mecánica del proble-

ma vascular, y¿ se¿ un coágulo de sangre o una hemorragia, no

hay dos ictus idénticos en su sintomatologia, porque no existen

dos ce¡ebros absolutamente idénticos en esffuctura, conexlones

o capacidad dc recuperación.Asimismo, es ilnposible hablar de

los síntomas causados por el ictus sin habla¡ ¿ntes de las dife_

rencies innatas entre los hemisG¡ios ce¡ebrales derecho e iz_

quierdo. Aunque la estructura anatómica de los dos hemisferios

es ¡elativ¿mente simétrica, son muy diferentes, no solo en el

modo de procesar la información, sino también en los tipos de

infotmación que procesan.

3. N¿tiohel lnstitute of Neúologic¿1 Ditórdets dd Stróke (10 de sep-

tlenbre de 2006), http://¡Á¡\Ñ.Dtuds.nih.gor www.feeneurologia. com

Icl lN( t^ s lMt¡ l

(luanto ¡nejor entendamos la organización funcional de losdos hel¡úsferios cerebrales, más fácil será p¡edecir qué trastor-nos pueden darse cuaodo se dañan zon¿s especificx.Y más im-portante todavía, podremos adquirir cierto conocimiento sob¡elo que podemos hacer para ayudar a los supervivientes de unictus a recuperar las funciones perdidas.

ICTUSLOS SÍNTOMAS

I = intenso, b¡usco e inusual dolo¡ de cabeza.

I =.a-ina. con dificultad; pérdida de coordineción o deequilibrio.

T = t."rtor,ro ..p.,rtino de la visión, en un ojo o en los dos.

lJ = uso defrciente del lenguaje; dificultad para hablar o com-prender.

S = serxibilidad y fuerza afeclda o disminuida en la cara, brazo o pierna, especialmente en un lado del cuerpo.

Si siente uno o varios de estos sintomas,se t¡ata de una ene¡gencia médica.

Llame de inmediato al 112

Para más información, contacte con laFundación Española de Enfermedades Neurológicas

Page 23: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

II

3

Asimetrías hemisféricas

J

Page 24: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

1

s científicos llevafl más de doscientos ¿ños estudiendo las asi-

funcion¿les de la co¡teza cerebral humana. Que yo

tpa, la primera perso¡u que consta que sugirió que cada he-

isGrio tenía su proDia (mente) fue Meine¡d Simon Du Pui

1780, Du Pui a6rmó que el ser humano era ÉIomo duplex,lo

significaba que tenía un cereb¡o doble con una mente do_I Casi un siglo después, a finales del xx,Arthur Ladbrcke

presenció la autopsia de un hombre que podía andar,

,leer, escribir y desenvolverse como un hombre normal.

al examinar su cerebro,Wigan descubrió que el hombre

tenía un hemisferio cerebral. Llegó a la conclusión de que,

que aquel hombre que solo tenía (medio) cercbro po-

una mente completa y podía desenvolve¡se como una per-

comoleta.los que tenemos dos hemisferios debemos tener

mentes.Wigan abogó con entusiasmo por esta teoría de la

id¿d de 1a menter."

Con el paso del tiempo se han sacado vadas conclusiones

de las diGrencias y similitudes en la manera eo que cede

1. G.J. C. Lokhorst, H¿n8¡heñe aÍeEta befote 1800 (10 de sePtieúbre

2006), http://\¡/\rytbm.tudeÍi.Dllwebstá7ge4ianl/bbs1985/htnn.

I

Page 25: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

l rN ^

l^(¡r l l l r i l l r ( r l l ) |

hemisferio procesa la informaciór'r y rprendc cos¡r ¡)ucvrt. E$tlcuestión adquirió una gran popularidad en Estados Unidos cD

le década de 1970, después de una serie de experimentos concerebrcs divididos, en los que el doctor RogerW Sperry cortóquirúrgicarnente las fibras del cuerpo calloso de personas qucpedecíen gr¿ves ateques epilépticos.En 1981, en su discurso dc'lPremio Nobel, Sperry comentó:

En las condiciones de comisurotomía donde los facto¡esde base estaban igualados y donde fireron posibles las compa-raciones en el núsmo sujeto t¡abajando sob¡e eI núsmo problema, hasta las pequeñes diferencias laterales adquiúan importancia. Se podía obserr,'ar que el mismo individuo enple¿baconsistentemente unr u ot¡a de las dos formas distintas de enfoque y estrategia mental, como si fuera dos person¡s drferentes, según usara el hemisfe¡io izquierdo o el derecho.s

De.de.rquelJos primero. esrudios de p¿cienre' con el cere

bro escindido,los neurólogos han aprendido que los dos hemisferios funcionan de manere diferente cuando están conectados

entre si y cuando están sepamdos quimrgicell1ente.a Si están co

nectados con normaüdad,los dos hemisfe¡ios se complelnenteD

y ¡ealzan mutuamente sus capacidades. Cuando están separadosquirúrgicamente, los dos hemisfeiios funcionan como dos cere-

bros independientes con personalidades prcpias,lo que se aueledescribir como el Gnómeno del Dr.Je$ll y Mr. Hyde.

3. Discurso de Roser\v Spe.ry,8 de diciembÉ de 1981 (10 de septie¡r

b¡e de 200ó), http://nobelprize.orgl¡obel,prjzes/nedicihe/leure¡tes/ 1981/

,1. R.W Sperry, M. S. G¿zzaDis¿ yJ. E. Bosen, (Inte¡¡emispheric Re]]-tiomhips. The Neurccortic¡l Colrmisuresi SyDdrcmes of Henisphere Dis-

comectioD, er P J.Vinken y G.W Bruyn. eds., Ha" dbook of Clinical Ne./rolost.

North-HoIand PublrhiDg,Arüterdam, 1969, pp. 177 184.

50 51

^stMl LI^S I tMtSt 'Ut{ tc^S

ios: simolemente. lo hacen de distinta manera. En conse-

izquierdo de lo que pas¿ en él de¡echo.

empezar, es impo¡tante comprender que no se debe con-

IUtiliza¡do noderlas técnicas no invasoras. cono la ima-

geD de ¡esonancia magnética funcional (1I4RI), los científicos

ion ya cap¿ces de visualizar en fiempo real qué neuroÍas con-

cretas pa¡ticipan en la realización de una función determin¿da.

Como nueshos dos hemisferios están illteglados neurona]rnen-

lc a través del cuerpo calloso, prácticamente todas las funciones

cognitivas que rceliza¡nos ill]plican actividad en los dos hemis-

encia, el mundo de la ciencia apoya la idea de que l¿ relación

los dos hemisferios cerebmles debeú¿ contempla¡se como

de dos mitades complementarias de un todo, y no como dos

tidades o identidades individuales.

Parece razonable suponer que el hecho de dispole¡ de dos

isferios cerebrales oue orocesan la información de dife¡en-

manera deberí¡ ¿c¡ecenta¡ la capacidad de nuestro cerebro

e¡.?e¡iment¿¡ el r¡undo que nos rodea, aumentando nues-posibilidades de supervivencia como especie. Como nues-

dos hemisfe¡ios son tan propensos a tejerjuntos y sin fisu-

una única percepción del mundo, nos resulta casi imposible

co¡scientemente lo que ocurre en nuestro henisfe-

i¡ la dominancia hemis{érica con le dominancia de una

sob¡e la otra. La dominaflcia en el cetebro depende de

je verbal. Aunque las estadísticas varían según el en-

estado, en p¡ácticameüte todas las personas diestras (más delpor ciento de la población estadounidense) el henrisferio

inante es el izquierdo. Pe¡o al mismo tiempo, en más delgor ciento de las Dersonas zur:das domina también el henris-

é hemisGrio posee la capacidad de crear y comprendet el

¡

Page 26: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

Grio izquierdo. Examinemos rnirs clc ce¡c¡ l¡s ¡sinlclri¡s dc l(x

dos hemisferios.Nuestro hemisfe¡io derecho (que controla la nit;rd iz'

quierda de nuestro cuerpo) funciona como un procesador elparalelo. Conientes independientes de información entr¡n el

mismo tiempo en nuestro cerebro a través de nuestros sisten¡s

sensoriales. Momento ¡ nlomento, nuestl? ¡ne¡rte derecha cre¡

un gran collage de ese instente en el tiempo: cómo lo ve, cómo

suena, a qué sabe, a qué huele y qué tacto tiene. Los nor¡entos

no vienen y se van de repente, sino que están repletos de sen-

saciones, pensarnientos, emociones y, muchas veces, respueslas

fisiológicas. La informacrón procesada de este modo nos per-

mite hacer un inventa¡io inmediato del espacio que nos rodeay nuestra relación con dicho espacio.

G¡acias a las habilidades de nuestra mente derecha, somoscapaces de reco¡dar momentos aislados con inrpresionante

claridad y precisión. Casi todos somos c¡p¿ces de recordar

dónde estábamos y qué sentimos cuando nos enteramos del

asesinato del presidente Kennedy o vimos el der¡umba¡nien-

to de las tores del World Trade Center. ¿Recuerdan el rlo

mento en que p¡onunciaro¡ las palabras (Sí, quiero,r o vieror,

la primera sonrisa de su hijo recién nacido? Nuestro hemisfe-rio derecho está diseñ¿do para recordar cosas rel¿cionando

unas con otras. Las fronteras entre entidades específrcas se ha-

cen borrosas, y los complejos collages mentales se pueden re-

cordar en su totalidad como combinaciones de imágenes, ci

nestesia y fisiología.Para la mente derecha, no exis[e más tjenlpo que e] mo-

mento presente, y cada momento está vibr¿nte de sensaciones.

La v'rda o la ¡¡uerte ocurren en el momento presente, La eqre

riencia gozosa ocu¡¡e en el momeDto presente- Nuestra per-

cepción y experiencia de la conexión con algo más grande que

^s Mr, r r l^s rrMr\r11r(r As

t)()sotros ocLr' r 'o clr cl rt loDrcnto prcscntc. P¡ra l lLrcstr¡ I l)cl)tc

tlcrccha, cl lrorrrento aÍora cs intemporal y abund¿nte,

A t'ilta cle todas l¿s no¡mas y ¡eglamentos que ya se han de-

fi¡ido como la maner¡ correcta de hace¡ las cosas, nuestra

r¡rente derech¿ es libre para pensar intuitivamente fuera de los

límites, y explora con creatividad las posibilidades de cada tue-

vo momento.l)ebido a su diseño, nuestra mente dercch¿ es es_

pontáne¿, despreocupada e imaginativa. Permite que nuestros

jugos artísticos fluyan libre¡¡ente sin inhibiciones nijuicios de

valor.El momento presente es un momento en el que todo y to

dos estanros conectados cor'¡o una sola rosa. Como resultado,

luestr¿ mente derecha nos percibe a cada uno de nosotros

como miembros iguales de la famiüa hum¿na. Identrfica nues-

tras sinilitudes y reconoce nuestr¿ relación con este maravillo-

so planeta que sustenta nuestre vid¡. Percibe la gran imagen, la

relación entre todas las cosas y cómo todos nos unimos para

fo¡mar el todo. Nuestta capacid¿d de ser empáticos, de meter-

nos en la piel de otros y sentir sus sentimientos, es producto de

nuestr¿ corteza frontal derccha.

En contraste, nuestro hemisfe¡lo izquierdo tiene una ma

nera completamente diferente de procesar la información To¡¡a

cada uno de esos ricos y complejos momentos cre¡dos por el

hemisferio derecho y.los va ordenando temporalnente. A con

tinuación, compara uno por uno los detalles que forman este

momento con los detalles que formaban el momento anterior'

Organizando los detalles en una conñguración lineal y metódi-

ca, nuestro cerebro izquierdo manifresta ese concepto del tiem-

po en el que nuestros momentos se dividen et pasado, presen-

te y futu¡o. Dentro de l¡ estructura de esta previsibie c¡dencia

temporal, podemos apreciar 1o que va a ocurrir antes de que

ocu¡¡a. Miro r,ris zapatos y mis calcetines, y es mi hemisfe-

I

52

Page 27: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

uN ^l^Qtxi

l ) l l l , r . r ( l ln lz

rio izquierdo el que comprende que debo porrer,nc los calcc

tines antes que los zapatos. Puede mi¡ar los detalles de urr

puzzle y utilizar las pistas de color, forrna y tamaño para reco-

nocer patr.ones de ordenación. Elabora una conprensión de hs

cosas utilizando razonandentos deductivos: s1A es más grendc

que B, y B es mayor que C, entonces A tiene que ser trás

grande que C.Al cont¡a¡io de nuest¡o hernisferio derecho, que piensa err

imágenes y percibe la imagen general del momento Presentc,nuestra mente izqu¡erda se recrea en los detelles, detailes y más

detalles sobre esos detalles. Los centros de lenguaje de nuestrc

hemisferio izquierdo utilizan palabras para describi¡, definir,

clasificar y comudcarlo todo. Fragmentan la percepción de h

gran imagen del momento presente en datos manejables y

comparables de los que se pueda hablar. Nuest¡o hemisferio iz-

quierdo mira una flor y va nombrando las diGrences partes quc

componen el conjunto: pétalos, tallo, estambres, polen... Di

secciona la imegen de un arco iris en el lenguaje de ro.jo, ana-

ranjado, amarillo, verde, azul, añil y violeta. Describe nuestro

cuerpo en términos de brazos, piernas, to¡so y todos los deta

lles anatórnicos, frsiológicos y bioquímicos que se puedan inrá

ginar. Le encanta entretejer datos y detalles para elaborar unr

historia. Se le da muy bien lo académico y, por eso nisrrro, r-r-l:l

nifresta un sentido de ¡uto¡idad sob¡e los detalles que donina.

A través de los centros de lenguaje del hemisferio izquier-

do, nuesüe mente nos habla constantemente, un fenómeno al

que yo llamo <charla cereb¡al,r. Es esa voz que te recuerda quc

compres plátanos de camino a casa y esa inteligencia calcula-

dora que sabe cuándo tienes que lever la rcpe. Existe una enor

me va¡ieción individual en la velocidad a la que funcionan

nuestras mentes. Para algunos, el diálogo de la charla cerebral v¡

tan rápido que apenas pueden seguir el curso de lo que val

54 55

^slM, i J Rl^\ I l iMJSrl i l t r ( :^s

pcns¡ldo. Otros piensan en un lenguaje tan lento que tardanmucho tiempo en cornprenderlo.Y otros tienen problemas a lahora de mantener la atención y la concentración el tiempo su-ficiente para actuar basándose en 1o que piensan. Estas varie-ciones en el procesamiento normal tienen su base en les célu-las cerebrales y en los circuitos int¡ínsecos de cada cereb¡o.

Una de las t¿¡ex de los centros de lenguaje de nuestro he-isferio izquierdo consiste en de6nir nuestro yo, diciendo <Yo

. Utiüzando la charla cerebral, nuesffo cereb¡o nos repitey otra vez los detalles de nuest¡e vida para que podamos re-

rdarlos. Ahí reside el centro del ego, que nos proporcionaconciencia inte¡ior de cuál es nuestro nombre. cuáles son

credenciale. y dónde viümo.. Si esr¿s célul¡s no hicie.su t¡abajo, olvidaríamos quiénes somos y perderíamos el

de nuestr¿ identid¡d.Además de peruar en forma de lenguaje, nuest¡o hernisfe-

o izquierdo piensa en paffones de respuestx a los estímulos. Est¡blece circuiros neurológicos que funcionán .¿si

te ante la info¡m¿ción senso¡ial. Estos crrcutrospermiten p¡ocesar g¡andes vo.lúrnenes de información sin

que perder mucho tiempo centrándonos en los pequeñostos individuales. Desde el punto de vista neurológico, cada

que se estimula ün circuito de neuronas se neceslta menosttimulación externa para que ese circuito particular funcione.

cor¡ecuenci¿ de este tipo de circuito reverbet?nte, nues-hemisferio izquierdo crea 1o que yo llamo <bucles de patro-de pensamiento>, los cuales le permiten interpretar úpida-

gnndes volúmenes de estimulación entrante con unirno de atención y cálculo.Como nuestro cerebro izquierdo está lleno de este tipo de

incorpo¡ados de reconocimiento de patrones, se lemuy bren predecir lo que perxaremos. cómo ¿c¡u¡remos o

\

Page 28: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

qué senti¡emos en el futuro, basándose eD lllicstrA cxpcricnci¡pesada.A mí, personalmente! me gusta el color rojo y tiendo ;racumula¡ muches cosas ¡ojas: conduzco un coche rojo y vist()de rojo. Me gusta el rojo porque en mi cercbro hay un circüito que se excita mucho y funcion¿ casi autornáticamente cuarldo algo rojo se cruza en mi camino. Desde un punto de virrlpuümente neurclógico, me gusta el rojo porque las células dt,mi cerebro izquierdo me dicen que me gusta el rojo.

Entre otras cosas, nuestro hemisferio izquierdo clasifica Jrrinforrnación enjerarquías que incluyen cosas que nos gustan ()

nos disgustan. Aplica un juicio de <buenor a las cosas que nosgustan y de <malor a las qr¡e no nos gustan. Mediante eljuicit,y el análisis cídcd, nuestro ce¡ebro izquierdo nos compara cons-tantemente con todos los demás. Nos mentiene al cor¡iente dcnuestra posición en le escala económica, en la escal¡ académi-ca, en la escala de honradez, en la escala de generosidad de es-píritü y en todas las escalas que uno pueda imaginar. Nuest()ego mental se ¡ecre¡ en nuestra individualid¿d, ensalza nuestr'()carácter único y se esfuerza por ser independiente.

Aunque cada uno de los hemisG¡ios cerebrales procesa la información de manera diG¡ente,los dos cooperan íntimarneukuno con ot¡o cuando se ffate de emprender una acción cua1,quier¿. Con el lenguaje, por ejemplo, nuesffo henrisferio izquierdo entiende los detalles que forman la estructura y semántica de la ftase, y el significado de las palabras. Es nuestlrmente izquie¡da le que comptende lo que son las letras y cónrtrse combinan pata crear un sonido (palabra) que tleva aparejadoun concepto (signi6cado). Después enlaza palabras una detri\de otra para crear ftxes y párrafos capaces de ffensmitir irrensa,jes muy complejos.

56 57

Nucstro hcmisferio derecbo conplenenta la acción de los

ccntros cie lcDguaje del hemisGrio izquierdo interpretando la

cornunicación no verbal. Nuestra mente de¡echa evalúa las se-¡lcs trrás sutiles del ienguaje, incluyendo el tono de voz,la

xpresión facial y el lenguaje corporal. Nuestro hemisferio de-cho mir¿ la imagen total de la comunicación y valora la con-

fuencia de la expresión general. Cualquier inconsistencia

ntre la postu¡a del cuerpo, la expresión facial, el tono de voz

cl mens¿je que nos están comunicando puede indicar una

^$Mrl I r ¡ ,1^s r I iMisr l1| | r (

^s

neurológica en la manera de exp¡esa$e, o bien pue

inar. i alguien e't; diciendo la verd.ad. gr.rr ia< r l :< celul.rs

ente el contenido emocional de un mensaje. Por ejemplo,

pidjendo que nre golpee f i \ ic¿menfe. en Iuger de enr.n-

Ia imagen general. el herni ' ferio izquierdo riende a rnrer-

ser un sig[o ¡evelado¡ de que la persona no está diciendo la

rdad.Con fecuencia,las penonas con un¿ lesión en el hemisfeizquierdo son incapaces de crear lengu¿je o comprenderlo,

las células de sus centros de lenguaje están daÍiadas. Sinmuchas veces son verdaderos genios a la hora de de

su henrisferio derecho. Por otra parte, si alguien tiene unaión en el hemñferio derccho, puede que no ¿precie adecua-

estoyjugando e las cartas en una reuniói y digo <dame>, unacon el hemisGrio derecho dañado puede pensar que

r qLre solo estoy pidiendo otra carta. Sin la capacidad del he-io derecho para evaluar la comunicación en el contexto

todo al pie de la letra.

La música es otro gran ejemplo de cómo se complementanfunciones de nuestros dos hernisferios- Cuando repetimosSdica y meticulosamente les escalas una y otra vez, cuando

lendenos e leer el lenguaje de las p¿rtituras y cu¿ndo merizamos qué digitación producir j crd¿ nor¿ en Lrn rnrtru-

Page 29: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

( rN ^¡¡{¡r t l

t r t l I I Í ] t ) t l¿

rnento, estamos uriliz¿l)clo prilrcipaLlrontc las lr.lbilid¡dcs (l(

nuestl! ce¡ebro izquierdo, Nuest¡o cereb¡o dc¡echo sc por)c iltoda máquin¿ cuendo hacemos cosas en el mornenlo prescrtr',como interpretar, imprcvisar o tocar de oído.

¿Algune vez el lector se ha parado a considera¡ cómo csque m¡estro cercbro sebe definir las dimensiones de nuestr()cuerpo en el espacio?Aunque paiezca asombroso, hay unas cólulas en la zona de o¡ientación y asociación de nuestro henrjsGrio izquierdo que definen los límites de nuestro cuerpo, dónde empezamos y dónde terminamos en ¡elación con el espaci{'que nos rcdex. Al mismo tiempo, hay células en la zona dcorientación y asociación de nuest¡o hemisftrio derecho qucorientan nuestro cuerpo en el espacio, El rcsult¿do es que nuest¡o hemisferio izquierdo nos dice dónde empieza y terminlnuestro cuerpo, y nuestro hernisferio derecho nos ayuda a si-tuarlo donde que¡emos.s

Arimo fervientemente al lector a que explore la abundante üteratura actual sobre la enseñanza y el cerebro, el aprendizaje y el cerebro, y las asimet¡ías de nuestros dos hernisGrioscorticales, Creo que cuanto más sepamos sobre córno cooperannuestros hemisfeios para cre¿r nuestr¿ percepción de la reali-dad, comprenderemos mejor las dotes naturales de nuestro ce-rebrc y podremos ayudar mejor a la gente a rccupera$e de untraume neurológico.

El tipo de ictus que yo sulií fue uÍa grave hemorragia en elhenrisferio izquierdo de mi cereb¡o debida a una MAV L¿ mañana del ictus, esta fue¡te hemorragia me dejó tan completa

5. AndÉw Newbe¡s, Eusene D'Aquili yvince R¿ue, llhy Cad Ilor'tCo ,4/,y, Ballantine, Nufl¿York, 2001 , p. 28.

58

A\tMt I t ( l^s I lMlst f | { r ( . \

nlfr)tc ioclprrihlh quc ¡nc dcscribo conro un bebé cD ul

ctrclpo clc nrujer. L)os senaÍas y nedia después del ictus fui

Eonlctid¡ a una impor[ante operación para extirpar un coágr

lo cle sangre ciel taln¿ño de una pelota de golf que obstrüía la

c.lpacidad de mi cerebro para transrnitir información.

Despuét d< 1., oper.,crón tardé ocho ¿ño. en recuper¿r por

co¡rpleto todás mis funciones fisicas y mentales. Creo que me

be recuperado por completo po¡que tenía una ventaja. Como

cxperta neu¡oanatomista, creía en la plasticidad de irli cerebro,

Él1 su c¿pacid¿d para reparar, sustitui¡ y volver a entrenar sus

circuitos neuron¡les. Además, gracias a mis estudios, teüía un

finapa de carreteras, para sabef cór]1o tenían que ser tr¿tadas

nis célul¿s cerebrales para que se lecuperaran.Lo que sigue a continuación es la histo¡ia del ataque de lu-

cidez que me hizo ver la belleza y la flexibiüdad del ce¡ebro

humano. Es una historia personal, vista con los ojos de una

neuróloge, que cuenta 10 qlre sentí ¿l experimentar el deterio-

de mi cerebro izquierdo y su poste¡ior rccupención. Tengo

enerar\ze de oue este lib¡o ofrezca una visión del funcione-

miento del cerebro t¿nto en le salud como en la enfermedad-

Aunque lo escdbí para el público en gene¡¿I, confio en que lo

comp¿rten tento con personas a las que quieran a¡rdar a recu

Derarse de un ffauna cercbul como con sus cuidadores.

't

Page 30: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

1

4

La ¡¡raíl.ena del ictus

1I

Page 31: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

I

las siete tle la trañana del 10 de diciembre de 1996 Me des-

el f¡nilia¡ tic-tic-tic de mi lector de discos compactos que se

a sona¡. Medio en sueños, apreté el botón de aplazemien-

iuato "

ti.rrrpo p^o .oga. la siguiente onda mentrl que me de_

iivería al paíde los sueños. Allí, en esa tierm mágica qrre yo lla-

, <Theá' eo -un lugar surreal de conciencia alte¡ada' a mitad

camino entre Io".Lleños y b realiüd- mi e"pr'ritu re"plende

bello, fluido y libre de los cor¡E¡res de 1¿ realidad no¡mal

Seis minutos después, cuando el tic-tic-tic del CD avivó

i recuerdo de que yo ela un mamífero terresfe' me desperté

rrezosamente, solo para sentir uri agudo dolor que taladraba

cerebro justo detr& del ojo izquierdo' Bizqueando a la luz

la mañana, desactivé la inminente ala¡m¿ con la ¡nano dere_

ha e instintiamente me ¿preté el costado de Ia cara con la

alm¿ de l¿ m¿no rzqurerda Como c¿ri nunc¿ me pongo en-

ma, pensé que era muy raro que me despertera coÍ ta[to

lo.. üi.nt ".

mi ojo izquierdo palpitabe con rimo lento y

lefberado, me sentí desconcerteda e irritada El dolor palpi-

tante detrás del ojo era agudo, como la sensación cáustrca que

a veces se siente al morder un helado'

.Al rodar fi¡era de mi cfida cama de agua' selí t¿mbaleante

al mundo con la pesadez de un soldado herido Bajé la persia-

Page 32: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

l rN ^1^(¡

r , LI I r ( I ) r11

na de la ventana de Dri cuarto para evitar quc cl r¡ucl¿l dc lLrzme diera en los ojos. Decidí que Lrn poco de ejercicio harí:rcicular la sarrgre y tal vez ayudeÍr a disipar el dolo¡. En un nomento monté en mi (catdio-gliderr (una máquina de ejerciciopara todo el cuerpo) y empecé ¿ moverme al ritmo de ShanirTwain, que cantaba <Whose bed have your boots been u¡der?t(n¿Bajo qué cama han estado tus zapatos?)). Inmediatamenrcsentí que una fuerte e imólita sensación de disocieción se apoderaba de mí. Me sentía tan rara que puse en ent¡edicho mi es-tado de salud.Aunque mis pensamientos parecían lúcidos, micuerpo se sentía e::traño. Mientras miraba rr1is m¿nos y bnzosqlre se movían adelante y atús, adelante y atrás, en sincroníaopue¡ta con rni torso, nre sentí extrañaflente desligada de misfunciones cognitivas no¡males. E¡a como si la integridad de miconexión mente/cuerpo estuvier¿ en peligro.

Sintiéndome separada de la ¡ealidad normal, me parecíaque estaba contemplando mi actividad, en lugar de sentimecomo una participante ¿ctiva que ¡eáliza una acción. Me sen-tir como 'i es¡uvier¿ ob:ervindomr a mi mismd en movimiento, como quien recupera un ¡ecuerdo. Mis dedos, aferrados almanillar, parecían garr¿s primitivas. Dumnte unos segundos va-cilé y obserwé,llena de asombrc, cómo mi cuerpo oscilaba útnrica y mecánicamente. Mi torso subía y bajab¿ en pe¡Gct¿ ca-dencia con la música, y la cabeza seguía doliéndome.

ris articul¿ciones.

65

l^ MANAN^ l t l l l nrrrrs \

Mc s, r r t i r r r r r ry rJrJ io l l lo s l l l r i l ) le l l lc col l \L l ( l l lc c\ t t lv ic-

ra suspcndida en elgún lügar entre rni reelidad normal y algúu

c\D¡cio e\otérlco Aunque e\¡ e\perlcnci¿ er¿ el l cierro modo

on, remini.cencia dc mi e\r¡ncl¿ en_l heteülle'erraba 'egura de

Ou" .r,, u", e"tab¿ de'piert¡ Sin emb¿rgo me sentj¿ como ' i

Jr,uui"rr r,roprd, dentro de l¡ percepción de un¡ rrredi¡¿ción

qu. ,to podí" d.teo.r y de la que no podía esc¡par'Aturdida'

s"rrtí qn. 1" fr..o.,taie de las punzadás áumenteba dent¡o de ü

".."b- y

-. ,li

".t.rtte de que, prcbáblemente' 1o del ejercicio

no era buen¿ ider'

Un poco nervio'r por mi condicrón f i( icJ de'monté de lr

máquina y atravesé tambaleándome el cuarto de estar' caÑno

d.lL"iio.A1 "rrd., -.

perceté de que mis movirúentos no eran

fluidos. Los sentíe P¿usados y casi ¿ sacudidas A falta de una

coordi¡Dción muscular noünal mis and¿res no tenían gncia y

mi equilibrio ere tan defectuoso que mi mente parecía e¡clu-

sivamente preocupada Por n¿ntenerme erguida

Al levantar la pierna para entral en la b¿ñera' me apoyé en

la pared par¡ sújetarme Parecía raro que pudier¿ sentir las ac-

tividades internas de mi cerebro, que ajustaba y reajustaba to-

Jos los .onjontos muscul¿res opüestos de mis extrer¡idades

inferiores para impedir que ñe cayera Mi Percepciór de estas

¡espuestas automrdc¡s del cuerpo ya no era un ejercicio de

coiceptualización intelectual Más bieÍ' tenía el privilegio mo-

mentáneo de e)'.perimentar con precisión lo mucho que se es-

taban eslo¿ando los cincuente billones de células de mr ce-

i'..1." y -i

cuerpo, tnbejando al unísono para mantener la

' n."tStit¿"¿ e integridad de mi estado ffsico Con los ojos de

un¿ ávida entusiasta de la magnificencia del diseño hum¿no'

contenplé sobrecogida e1 funcionamiento autónomo de ml

,*i"-" ".*".",

0"" calculaba y ¡ecalculab¿ cada ángulo de

Page 33: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

LrN At^(¿(] | t ) | t rx: ) tz

FibEs quo pasan por €l pu6ñt6 dsl ronco osrsbral

Ignorando el grado de peligro que corría mi cuerpo, eqLri

übré mi peso contra la pared de la ducha. Al inclinarme haci¡

delante para abrit el grifo, me sorprendió el brusco y exagera-

do estruendo del agua que caía en Ia bañera. Esta inesperad¡

ampli8cación del sonido ere a la vez ilustrativ'a y perturbadora.

Me revelaba que, además de tener problemas de coo¡di¡ación

y equilibrio, mi capacidad de procesar el sonido entrante (la in-

formación auditiva) era effática.

Sabía que, en el plano neuroanatómico, la coordinación, el

equilibrio,la audición y el acto de inspirar aire se procesaban a

ffavés del puente de mi t¡onco encefáüco. Por prirnera vez,

Zonadewe¡nicke(capacldad de entender el lensuaje)

(equilibrio, coord nación, sonidoe inhalación respiratorla)

(capacidad de cr€ar l6nsu¿j6)

67

l ,^ M^NAN^ l r l l , I ( : l Lrs

corsideré la posibilidad de estar sufriendo una grave disfunción

neurológica que podía poner en peligro mi vida.

Mientras rni mente cognitiva buscaba una explicación de

lo que estaba ocurriendo enatómicamente dent¡o de mi cere-

bro, me eché hacia atás en respuesta al rugido amplificado del

agua, ya que el inesperado ruido perforaba mi delicado y dolo-

rido cerebro. En aquel instante, de pronto me sentí vulnetable

y noté cómo la constante cherla mental que rutineriemente me

familiarizaba con mi entorno ya no era un flujo constante y

predecible de conversación. Aho¡a mis pensamiertos verbales

cran incoherentes, fragmentados e intefiumpidos por un silen-

cio intermitente.Cuando me di cuenta de que las sensaciones del exterior,

incluidos los lejanos sonidos de una ciudad bulliciosa al ot¡o

lado de las ventan¿s de mi piso, se habían desvanecido, supe

que rni anplio espectro de obse ación natu¡al se había redu-

cido. Cu¿ndo rni charla cerebral empezó a desintegrarse, sen-

tl ufla extraña sensación de aislamiento. Mi tensión arterid

debía de estar bajando a consecuencia del ictus, porque sentía

como si todos mis sistemas, incluida la capacidad de mi men-

te para inducir movimientos, se estaben r¿lentizando. Sin en1

bergo. aunque mt. pensamientos ya no er¿n un¿ corriente

constante de parloteo ecerca del mundo exterior y mi rela-

ción con é1, yo estaba consciente y constantemente prcsente

en II1i mente,

Confusa, busqué en los bancos de memoria de mi cuerpo

y mi cerebrc, comprcbando y analizairdo todo lo que recorda-

ba haber expetimentado en el pasado y que fuera ¡ernotamen-

te simil¿¡ a esa situación. ¿Qué está pasando?, me pregunt¿ba.

¿Alguna uez he experimentado algo parc¿i¿lo d esto? ¿AIg na wz me

he sentido asl? Esto parue una migtaña. ¿Qué está pdsdtu¡lo en fií .e-

tebto?

Page 34: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

UN ^t¡QUl i

t r l t .U( ¡ l ) l i l

Cuanto más me esfo¡z¿ba por concentramle, ¡tás volátilesp¿¡ecían lnis ideas. En luger de encontrar respuestas e infornl¡-ción, enconfé una creciente sensación de paz. En lugar tlcaquella chácha¡a constante que me hebia ligado a los detallt'sde mi vida, me sentí eñrelta en un manto de euforia tranqui-la. Qué suerte tuve de que la pate de mi cerebro que registrael miedo,la amígdala, no hubiera ¡eaccionedo con alarma a es-t¿s insólitas ci¡cunstencias, errastrándome a un estado de pánico. Mientras los cenfos de lenguaje de mi hernisGrio izquíer-do se iban silenci¿ndo y me iba desligando de los rccuerdos dcmi vida, me sentí¿ reconfortada por una c¡eciente sens¿cióde gracia. En este r,acío de cognición superior y detalles acerca dcmi vida normal, mi conciencia ascendió a un estado de (saber-

lo todo>, de (ser uno) con el universo, si se prefiere deci¡ ¿sí.De una manera fascinante,lo sentía como un buen canrino ac¿sa y me gusló.

A esas alturas, ya había perdido el contacto con gran partede la realidad lsica tridimensional que me rodeaba. Mi cuerpose apoyaba en la pared de la ducha y me pareció extraño serconsciente de que ya no podía discernir con claridad las f¡onteras fisicas, dónde empezaba y dónde terminaba yo. Sentía lacomposición de mi ser como si fuera fluida y no sólida.Ya nome percibía como un objeto completo, separado de todo 1o demás. Ahora me fundía con el espacio y fluía a mi alrededor.Mient¡as experimentaba una sens¿ción cada vez rnayor de distancianiento enffe rni mente cognitiva y mi capacidad parecontrolar l11is dedos y moverlos,la mas¿ de mi cue¡po se sintiópesada y mi energía disminuyó.

Curndo l^ gotitas de l¡ ducha chor¿ron cuntrr mi cuerpocono belas diminutas, volví de golpe a la realidad. Mient¡as le-vantaba las manos dela[te de la cala y movía los dedos, me sen-tía ala'¡ez perplej¿ e intrigada. Cammba, qué cosa nás flÍa !

ó8 69

l^ M^N^N^ r ' r1t . l ( : t r .Js

Zona d6 ssociación y orlentación(límit6s rrsicos, espacio y tiempo)

\

asombrcsa soy. Qué ser uit'o tan extfiño soy. ¡Vida! ¡Soy uiila! Soy unnat .le aguo cnrcÍrado pn psta bolsa mcmbranosa. Aqul. en $ta Iorma.soy una mefile ¿otlsaie te y este erpo es el uehículo gratias al cual es-toy VIVA. Soy bíllones de células que cotnparkrT una nente cotnúa.Aqul estoy, prosperando nmo tida. ¡Vaya! ¡Menudo concepto ínson-dable! Soy vída elulat... xo, soy uida molecular cofi destrezd manudly una mefite cotfittt|.,a,

En ese estado altemdo, mi mente ye no se preocupaba delos miles de millones de detalles que rni cerebro utiliz¿ba de ma-nem rutina¡ia pa¡a definir y dirigir mi vida en el mundo exterior Aquellas vocecitas, aquella charla cerebral que de costumb¡e me mantenía al corriente en relación con el mundo defuer", e.r¿b¡n delicios¿mente c¡l l¡dar.Y en ,u ausencie, mis re-cuerdos del pasado y nis sueiios para el futuro se evaporaron.Estaba sola. En aquel momento estab¡ sola, sin nada rrrás que ellatido únnico de mi co¡azón.

l)ebo reconocer que el crcciente vacío en mi dañado ce¡e-bro e¡a totalmente seductor Agradecí el alivio temporal que elsilencio proporcionab¿ respecto a la constante cháchara que mefelacio[aba con 10 que ahora percibía como los insignificantesasuntos de l¿ sociedad. Dirigí con ansiedad mi atención haciadentro, hacia el constante tamborileo de los billones de célulasbrillantes que trabajaban diligente y sincronizadamente para man

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l rN ^ l^ i ¡ r r i

l ) l l l . l r ( l l r l l

tener fijo mi cue¡po en estado de homeostas¡. MieDtras li s¡lr

gre se derramaba por rr1i cerebro, 111i conciencia se fue redtl

ciendo a un nivel sosegante y satisfactodo que abarcabe el vas_

to y maravilloso mundo interior. Estaba fascinada y a la vez

abtumada por lo mucho que trabajeben mis pequeñas células.

sin un momento de respiro, solo para mantener le integridaLl

de mi existenci¿ en esta fo¡ma fisica.

Por primera vez, me sentí verdaderamente identiúcada coll

mi cuerpo, como compleja comtrucción de organ¡mos vivos y

prósperos. Me enorgullecía ver que yo ere ese hotmigueante

conglomerado de vida celular que había surgido de la inteli-

gencia de un solo genio molecular.Agradecí la oportunidad de

trascender mis percepciones normales, de alejarme del perseve

rante dolor que palpitaba implacable en mi cabeza Mientras mi

conciencia se ¡etiraba a un estado de gracia apacible, n-re sentí

etérea. Aunque el latido del dolo¡ en el cerebro e¡a ineludible,

no era debilitante-

Estando dlí de pie, con el agua golpeando mi pecho, una

sens¡ción de hormigueo me surgió del tómx e irradió co1l

fuerza hacia la garganta. Sobresaltada, me di cuent¡ ¿l instante

de que estaba en grave peligro. El susto rne hizo regres¿r ¿ esca

reelid¿d exterior y de inmediato volví a evaluar las anomalías

de mis sistemas fisicos. Decidida a entender lo que estaba pa-

sando, rebusqué apresuradamente en mis ¿lmace[es de conoci-

miento en busca de un autodiagnóstico. ¿Qué está pasawlo con

mi cueryo? ¿Qul estáJallando en mi cercbn?

Aunque el flujo de cognición normal, esporádic nente dis-

continuo, me tenía casi incapacitada, de algún rnodo conseguí

mantener mi cuerpo en funcionaniento. Al salir de la ducha,

mi cerebro se senda embriagado. El cuerpo estaba ilest¿ble, se

sentía pesado y le costaba mucho moverse n1uy despacio. ¿Q,lestoy ink:ntufido haer? Vestirme, uestítme pdrd it t1 tnbdjar' Me est'of

r^ M^N^N^ Int / ( l l , ,

uisl|\tlo Nt¡t ir u ¡Ml)dfar Mc esforcé mecánicanence para elegirh ropa, y l las ocho y cua¡to de la maña¡a estaba lista para sa-lir. Dando zancadas por mi piso, pensé: Vale, uoy d ÍMbajat Voy a

a ttabajar ¿Sé cóno llegar al trabajo? ¿Puedo conducir? Mrentrxvisualiz¿ba el camino al Hospitel Mclean, perdí de repente elequilibrio cualdo el brazo derecho cayó completamente para-lizado cont¡a el costado. En aquel rnomento 1o supe: Dlos arío,estoy teniendo n ictrs. ¡Estoy teniexdo un irrrrlY al instantesiguiente, un pensamiento relampagueó eL rn cabez ¡Jo!¡Cómo mola!

Me sentía como si estuviera suspendida en un peculiar es-lupor eufórico, y sentí Lrn exffaño regocüo cuando comprendíque aquella inesperada peregrinación a las intrincadas funcio-nes de mi cerebrc tenía en ¡ealidad una base y una explic¿ción6siológicas. No dejaba de petsar Catamba, ¿cuántos dentftos hatrtenído la oportunidad de estuiliat elfuncionamiento y el deteiotu fien-tal de su propio rcrebro desde den*o? Toda mi vida habí¿ est¿dodedicada a comprende¡ cómo crea el ce¡ebro humano nuest¡apercepción de la realidad. ¡Y ahora estaba expedmentando elmás ext¡¿ordinario ataque de lucidez!

Cuando se me paralizó elbtazo detecho, sentí que explo-taba la fuerza l.ical dentro del miemb¡o. Cuando cayó muerto

Percepcjón sensoial y ds movimientos

Corteza sensorial(capacidad de senti¡ elmundo)

71

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u\ ^r^L¡ur

r)r ' u( I \r ,

confa rni cuerpo, me golpeó el torso. Fue una sens¿ción cle ]omás extraña. Me sentí como si me hubieran guillotinado clbrazo.

Comprendí neuro.rn.rtómic¿.¡nente que mi correz¿ motor. lestaba afectada y tuve 1á suerte de que, e los pocos 111inutos, elamortecimiento de ni br¿zo derecho fue remitiendo sutilmen-te. Mientras el miembro empezaba a ieclamar su vida, palpita

ba con un fo¡I¡idable dolor hormigue¿nte. Me sentía débil vhe¡ida. Sentía el b¡azo privedo por completo de su fuerza rn-trínseca, perc podía esgdmido como un gar¡ote. Me pregunté

si volvería a ser llo¡mal. Al posar los ojos en mi cáJida y acoge-dora cama de agua, me pareció que me llanaba en ¿quella ftíamañana de inüerno en Nueva Inglaterra. Ay, qué cansada esto1,.

Qué cansada. Solo qúerc desansax Solo quíen tunbarme | lelajatmen ratito. Pero er\ el fondo de mi ser, resonando como un true-

no, una voz autoita¡ia me habló cla¡amentei Sí te tumbas ahord,tro ,oh)etás a leuatxtatte.

Sobresaltada por esta ominosa revelación, sondeé la gÉve-dad de mi situación iÍmediata. Aunque una senseción de ur-gencia me inpulsaba a orquestar ni resc¿te, otra parte de mí serecreaba en la euforie de rni ir¡acionalidad. Crucé el umbral demi cuarto y, al mirar a los o.jos de nú imagen reflejede, hice unapeuse momentánea en busca de algun¿ orientación o inspi¡a-ción profunda. En la s¿biduúa de lni demencia, conprendí quemi cuerpo era, por la magniflcencia de su diseño biológico, undon precioso y frágil. Tenía cla¡o que este cuerpo funcionabacomo ún portal a través del cual podía irradiar la energía de rnise¡ a un especio exterior t¡idimensional

Esta masa celular de mi cuerpo me había propo¡cion¿doun mamvilloso hogar temporal. Este ¿sombroso ce¡ebro habíesido capaz de integrar lite¡alrlente millones de trillones de bitsde datos en cada instante, de crear para mí una percepción tri

72 '73

L^ M^N^N^ r) l l r l ( lUs

dirrcnrioll¡l dc cste elrtorno que no solo parecía reel y sin lisu-

ras, sino tarllbién se[¡rrro. Estaba sumida en el de]-irio, hipnoti_

zad¡ por l¡ eficiencia de esta matriz biológica que creaba rni

forma, y lre sobrecogía la sinplicidad de su diseño Me veía a

mí nisma como un complejo compuesto de sistemas dinámi-

cos, un conjunto de células interconectadas capeces de integmr

una mezcol¿nza de modalidades sensodales que entraban a

faudales desde el mundo exterior.Y cuando los sistemas fun_

cionaban bien, manifestaban de mane¡a natuml una conciencia

capaz de percibir úna rcalidad normal. Me preguntab¡ cómo

había podido pxar tantos años en este cuerpo, en esta fo¡ma de

vidA, y no haber comprendido nunca que solo estaba aquí

de visita.Aun en est¿ condición, la mente egoíst¿ de mi hemisG¡io

izquierdo nantenía arrogantemente 1¿ creenci¡ de que aunque

estaba er?erínentando una dramática incapacidad mental, mi

vid" er¿ rnvencible. OPlrmi' tr. creía ql le me recuper¿ljr por

completo de lo sucedido esa mañana.IJn poco irrit¿da Por est¡

Zona de lá hemori;gia de Jl I(zona ovalada sombeada)

(capacidad de movim enlo)

(capacidad de sentir elmlndo)

Zoná de Broca(capacidad de crear lenguate)

Zona de Wernicke(capacidad de entender el l€nguale)

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uN ^t^QUtl

t ) t1 t , tJcIr iz

repentina interrupción de mi plan de trabajo, uro burlé: Vafu,muf bíen, esloy tefiiendo ux ictus. Sl, atoy tcniendo un ictus.. . ¡perLtsoy una nujet huy odtpadd! De acüedo, ya que no puedo panr esfcictus, ttuf bien, entofices haté esto durante una semana. Aprenderé loque necesito saber sobre el modo en qre hí ú.rcbto crea mi percepciónde la tealidail y después seguiú ox mí tabajo la semana que viene.Ahora, ¿qué hago? Busmr ayuda. Debo contentralue y buscat 4yudd.

Y le rogué a mi reflejo en el espejo: Reru¿rda, potJavor, te-d.telda todo lo qre esth e^?eimentatudo. Que estc sea un ataque rje hl-ci¡lez dnte la desinte!ftción de mi mentt ngxitiva. 5

Orquestandom1 rescate

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No sabía exactamente qué tipo de ictus estaba sufriendo, pero

la malform¿ción arteriovenosa congénita (MA$ que había re-

lrcntado en mi c¡beza estaba derramando una gran cantidad de

sangre en el hemisferio izquierdo de mi cerebro A medida que

lle sangre se e)dendía por los centros de pensailento superlor

de mi cortez¿ cerebral izquierda, empecé a perder mis faculta

cognitivas superiores, una preciosa capacidad tras otra.

Suerte que pude recordar que lo mejor que se puede hacer con

una Dersona que sufte un ictus es llelarla al hospital lo más de-

, prisa posible. Pero conseguir ayuda era diúcil, porque me resul-'taba

casi imposible concentrermé o núntener la mente en urra

, tarea. Me vi cazando pensamientos al azar que enffeban y safan

da¡rzando de mi cerebro y, por desgracia, era Plenamente cons-

ciente de que era incapaz de retener en mi cabeza un plan el

tiempo suficiente PaIa ejecutado

Los dos hemisGrios de mi cerebro habían trabajado juntos

meticulos¿mente bien durante toda lr1i vida, permitiéndome

desenvolverme en el mundo- Pero ahora, debido a las diferen-

cias normales y a la asimetría de funciones entre mis hemisfe-

r rios derecho e izquierdo, me se[tía desconect¿da de las habi-

lidades lingiústicas y calculadorx de mi cereb¡o izquierdo. ¿Dónde

estaban mis números? ¿Dónde estaba mi lenguaje? ¿Qué había

77

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uN Ar^QUI lnt LU() lü i¿

lmágen tomográfica del ceebro d€ Jilla mañana d6l ictus

(hemofagia en ethemisfeno izquierclo de Ji[)

sido de la ch¿rla cerebml, que ¿hora había sido sustituida poruna penet¡ante y tentadora paz interior?

Privaü de la linealidad asociada con las constantes direcffi_ces cerebrales de mi hemisferio izquierdo, me esforcé por man-tener una conexión cognitiva con mi rea.lidad extedor. En lugarde un flujo continuo de experiencia que se pudiera dividi¡ enpxado, presente y futuro, cada momento parecía existir en per-fecto aislaniento.A i¡lta de pistas verbales, me sentí desprcüstade nú sabidu¡í: mundana y estaba desespe¡ada por nr:rntener uneDl¿ce cognitivo entrc nris momentos. Repetía obsesi\.rmente elúnico mensaje que nri cerebm podía manten er ¿eué estoy in-tentn do hdcet? Consegüb ay da. Estoy itrtenÍafido hacet tr plan !conseguh ayuda. ¿Qué estoy haciendo? Tatgo que elabonr un plan pataconsegtir a1uda. Vale.Tengo que onsegub ayuda.

Mi forma de procesamiento para acceder normalmente a lainformación de mi cerebro antes de lo ocurrido esa m¿ñanaere algo parecido a esto: me visualizo e mí misma sentada enmedio de rr1i cercbro, que está complet¡mente lleno de arma-rios con a¡chivadores. Cuando tengo que busca¡ un pensa-miento, una idea o un recuerdo, miro los a¡me¡ios e identiñco

78 79

\dtr(¡( ] ls lANtx) Mt t { ¡ lsc^ l

cajírlr ¡clecuado. (luando encuentro el archivo que busco,

¿cceso e tod¿ la información contenida en dicho archi-

Si no encuentro de inmediato lo que busco,l'uelvo a poner

cerebro en modo de búsqueda y tarde o temprano encuen-

los datos que necesito.Pero aquella nañana, ni procesamiento de información

completamente aberrante. Aunque mi cerebro seguía lleno

erchivadores, eIa como si todos los cajones se hubienn ce-

de golpe y los muebles se hubieran ¡etindo fue¡a de mi

cc. !.r.r contcrenre de que 'ábí¿ rodás rquell¿' co.¿s. de que

ce¡ebrc contenía Lrn montón de información. Dero idónde

? Si la información seguía allí, yo ya no podía recuperar-

nmiento lingüístico y si podúa rccupemr las inúgenes mentales

mi vida. Me entristecia la posibilidad de que aquellas por-

ne\ dc mi m(n(c 'e hubrerrn prrdjdo para siempre.

Desprovista de lenguaje y de procesamrento üneal, me sen-

desconectada de la vida que habia vivido, y al carece¡ de mis

ígenes cognitivas y mis ideas e¡pansivas, el tiempo se me es-

Me preguntaba si alguna vez volverí¿ :l conectar con el pen-

. Los recuerdos del pasado ya no estaban accesibles y ¡e-

ién era y qué estaba haciendo aquí como forn-ra de vida.

los límites de mi cue¡po terrcnal se disolvieron y me fundí

iperables, 1o que me dejaba envuelta en la imagen general de

entmdo por completo en el momento presente, rni palpitan-

cetebro se sentía como sujeto en un torno,Y estando así su-

ida en las profundidades de la falta de ternpo¡elidad munda'

on el universo.Mientras la saogre de la henorragia interrumpia el funcio

iento normal de mi mente izquierda, nri percepción se li-

eró de su epego a la categorización y los detalles. Cuando las

dominantes de mi hemisferio izquierdo se cerraron, de-

de i¡hibir a mi hemr' lerio derrcho. ) mr percepción que-

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uN ^r^(¡)r

rnr r.rr( r )rz

dó übre para cambiar de tal manera que mi conciencia puclic-

ra encarnar la tranquilidad de mi mente de¡echa. Sumida e¡runa envolvente sensación de liberación y transformación, l:resencia de mi conciencia pasó a un estado que resultaba asom-brosamente simila¡ a mi experiencia enThetaville. No soy ninguna autoridad en la materia, pero creo que los budist¿s diría¡que había entrado en el modo de existencia que ellos llaman

nlr na.Sin juicios analíticos en mi hemisferio izquierdo, estabe

completarnente cautivada por las sensaciones de tranquilidad,seguridad, felicidad, euforia y omdsciencia. IJna parte de míanlelaba liberarse por completo del cautive¡io de esta forme úsica, que palpitaba de dolor. Pero, providencialmente, a pesar

del poder de esa incesante tentación, algo dentro de mí seguíacomprcmetido en la t¿rea de orquestar rrli rescate, y perseveróhasta el ñnal, salvándome la vida.

Tambaleándome en el espacio de mi cuarto, reduje las luces porque la estimuleción luminosa quemaba nri cerebro

cono un fuego. Cuanto más me esfo¡zaba por mantenermeconcenffada en lo que estaba haciendo aquí y ahora, más intensas emn las palpit¿ciones que reverberaban en lri cabeza- Me

col¡ba mu(hjsimo eslLler/o maolcnermc at(nta. y mi mentebuscaba a tientas un asidero para ¡ecordar: ¿Qué estoy haciendo?

¿Qué estoy hdciendo? Udmar pidiendo ayuda, estoy íntentdndo llafixdrpdtu pedil qtuda,Vacllaba entre momentos en los que era capazde pensar con claridad (yo los llarno <oleadas de claridad,r) y laincapacidad absoluta de perxar.

Sintiendo que había perdido la sinc¡onización con la vidaque conocí¿, estaba a la vez fascinada y asustada por lo qlre y¿veía como la descomposición sistemática de ni nente coglliti-va. El tiempo se había detenido porque aquel reloj que hacíatictac al fondo de mi ce¡eb¡o izquierdo, aquel reloj que me

80 8l

{ ) r r ( ¡ ( |1s t^N¡n ) Mt R¡ is l^ | l

ityutllba r cstabJcccr la sccuencia de mis pensamientos, ahoraestaba parado. Sin el concepto interior de relatividad ni la acti-vidad cereb¡al complementaria que me ayudaba a navegar li-nealnente, me encontraba flotando de un momento aislado aotro momento aislado. (A) ya no tenía ninguna relación con(B', y (uno) ya no gu¿rdabe relación con <dos>. Estos tipos desecuencias rcqueúan una conexión intelectual que rni menteya no podía realizar. Hasta para el cfculo más simple, por defi-nición, es necesa¡io ¡econocer la relación ent¡e diGrentes enti-dades, y rni mente ya no era capaz de c¡ear combinaciones.Asíque una vez más me senté ¿turdide, esperando el próxino pen-samiento intermitente u oleada de claridad. Anticipando laeventual llegada de una idea que me conectara con algo de larealidad objetiva, mi mente seguía repitiendol. ¿Qué estoy ifiten-

¿Por qué no llamaba simplemente al 911, el teléfono de u¡-gencias? La hemorr¿gia que crecía dentnc de mi cráneo estabasituada directamente sobre la porción de mi cerebro izquierdoque comprendía lo que era un núme¡o. Las neurcnas que codr-lcaban 9-1-1 estab¿n ¿hora nadendo en ün charco de sangre,de modo que el.mero concepto 1a no existía para mí. ¿Por quéno bajaba por la escalera y pedía ayuda a rni casera? Estaba encasa con un permiso de meternidad y me había llevado debuena gana. Pero su archivo, un det¡lle en la gran inagen de nivida en relación con los que me rode¿ban, tampoco existía ya.

¿Por qué no salía a la calle y le pedía ayuü a un desconocido?Ni se me pasó por la cabeza. En semejante incapacitación, laúnica opción que teoía era la que procuraba recordar desespe-radamente: ¿córno se pide ayuda?

Lo único que podía hacer em sentarme y espe¡ar; sentarmepacientemente con el teléfono a nú lado y esper¿r en silencio-Asi que me scnté. rola con ¿quello\ pensJmienros p¡\{ero\ quc

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LrN ArA( lUr l r ' | I t i { l l ) r i1

me eludian, casi burlándose de mi cu¿ndo entraban y selian rc-voloteando de rni mente. Me senté esperando u¡a oleada dcclaidad que petmitiera a mi mente conectar dos pensamientos

y darrne la oportunidad de formar una idea,la oporrunidad drejecutar un plan. Me senté en silencio, entolando ¿Qr.il esro¡hacientlo? Llamar pidiendo dyuda. Llafial pidíendo qudd. lj,Jtoy i,i-tentando pedit ayuda.

Con la esperanza de poder invocar conscrentemente otrioleada de claridad, coloqué el teléfono sobre la mesa, delanrcde mí, y miré su teclado. Buscendo algún recuerdo de un nú-rne¡o que nurcer, rni errabundo cerebro se sentía vacío y afli-gido mienttas me esforzaba por concent¡arme y p¡estar atención. Pulsar, pulsar, pulsar. Dios, cómo me dolía el cerebro. Ellun instente, un númerc Glampagueó ante el ojo de mi mente.Era el número de mi mad¡e. iQué emocion¿nte poder recordarlo! ¡Qué manvilloso era que no solo pudiera rccordar ü1)núnero, sino que además supiera de qüién e¡a ese númerolY qué curioso, aunque lamentable, que incluso en aquella pre

ca¡ia condición, me diere cuenta de que mi madre vivía a másde rnil quinientos kilómetros de distancia y no te¡dr:ía sentidoIlamarla ahora. Pensé para mí misma: Ni lraúlarj no p edo llanar lmamá y decírle que estoy tenienilo n ídus. Eso seria hortible,le datiaufi susto de fiuerte.Tengo que ttuzaÍ un platu.

En un momento de claridad, supe que si ll¿maba al t¡abajo, mis cornpañeros del Centro de Tejido Cerebral de Harvarclme conseguiúan ayuda. Si t'aú solo p díetu lecordor el fllrnero d?ltnbajo.y qué iránico era que hubie¡a pasado los dos ¿ños anre¡iores cantando le tonada del Banco de Cerebms ante públicosde todo el país, incluyendo los versos nSir¡plemente marque el1-800 para infornación, por favorD. Pero aquella mañana, contodos aquellos recuerdos fuer¿ de mi ¿lcance, solo retenía unaveg:r idea de quién era yo y lo que estaba intentando hacer.

82

(n( l ¡ r ls t^ND() Mt t { ls( ^ l1]

Pl¡nt¡rla ¡ltc ¡rri mes¡ en una extraña niebla rnental, seguí forzaDdo Dri nrente obsesivamente: ¿Crll er el númetu del t%bajo?

¿Dónde trabajo? En el Banco de Cerebros.Tiabajo en el Banco de Ce-tcbros. ¿Cltál es el número del Banco de Cerebros? ¿Qué estoy ha-ciendo? Llamar pan pedfu ayuda. Estoy llamaxdo aI trabajo. Vale,

¿cuál es el número del ttabajo?Mi percepción norrn¿l de este mundo exterior se había es-

tablecido con éxito mediante el const¿nte intercambio de información entre nris hemisGrios de¡echo e izquierdo. Debido¡ la lateralidad cortical, cada mitad de mi cerebro estaba espe-

en funciones ligera¡lente diGrentes; y cuando se com-inaban, rni r,rente podía elabo¡ar con precisión Lrne percep-ión realista del mundo er.terior. Aunque había sido una niñauy ürta. <on un trenrendo putencial de rprendizajr. ni, dos

isfe¡ios nunca habían sido isuáles en sus habilidades na-es. Mi hemisG¡io de¡echo era buenísimo entendiendo laimagen de ideas y conceptos, perc rni henisGrio izquier

tenía qlre esforzarse muchísimo para aprende¡ de mernoriay detalles. En consecuencia, yo era una de esas personas

ue rara vez deciden codiñcar un número de teléfoDo comoseclrenci¿ de cifras elegidas ¿1 eze¡. EÍ lugar de eso, mi

creaba automáticamente algún tipo de patrón, por loerál un patrón visual, al que asignaba la secuencia. En el

de números de teléfono, por 1o general me aprendia deia el patrón al marcar en un teléfono de tecledo. En pri-

siempre me p¡eguntab¿ cómo me las había apañado enmundo de teléfonos de disco, donde esos trucos esquemáú-habden rcsultado mucho más diffciles.Durante toda mi juventud, mi mente se había interesado

ucho nrás en la releción intuitiva entre las cosas (hemisferioo) que en sus diferencias de categoría (hemisGrio iz-o). Mi mente prefería pensar en imágenes (heniGrio

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t rN ^ l^( l ( r l l

l ) l l I r r ( : l l )1, / .

t lererho) y no en p¿labras rherrr¡ ' l i r iu Izqu,crJur. l-us clc\pLrt.\

de graduarme en secundaria y quedar fascinada po¡ la anato-

mía cuando ni mente empezó a progrcsar en la menorizecióu

y rccupereción de detalles.Tras una infancia de procesamiento

de información medi¿nte estrategias de asociación sensorial,vi-

sual y de patrones, el tapiz de mis conocimientos estaba entre

tejido muy íniimamente.Por supuesto, el inconveniente de este tipo de sistema de

aprendizaje es que solo funciona cuando todas las piezas de la

red están funcionando e intemctuando cor¡ectamente. Aquelh

nañena, 1nienffas permalecía se[tada pensando en el número

de teléfono de mi tr¿bajo, recordé que había algo peculiar en el

p¿trón de los códigos de nuestms despachos.Algo así como quc

111i teléfooo te¡minaba en 1-0,justo al cont¡ario que el nú-

mero de mijefa, que termin¿b¿ en 0-l.Y el de un compañero

estaba a micad de camino de los dos. Pero como mi hemisferio

izquierdo se estaba ahogando en un charco de sangre, no podía

acceder a los datos concretos de mi búsqueda mental, y el ca

rácter lineal de las matemáticas me confundía. No paraba de

pensat ¿Qué está a mitad de cdmino ebfrc 01 y 10? Deciü que uJ

vez resulta$ útil rnir¡r el teclado del teléfono.

Sent¿da ante mi nlesa, coloqué el teléfonojusto delante de

mí y esperé pacientemente unos momentos a que llegara la si

guiente oleada de clarid¿d.lJna vez más entoné ¿Cuá| es el nú

mero del tabajo? ¿Cutl es el xúmero del *abaio2 Después de varios

minutos de sujetar el teléfono y no sacar nada en linpio, un¡

se¡ie de cuat¡o digitos apareció de pronto en rni mente...

¡2,+05! ¡2405! Me lo rcpetí une y offa vez... i2405!Pararo ol

vidarlo, cogí un bolígrafo y con la mano izquierda (no domi

nante) apunté a toda prisa la imagen que veía en la mente. El

<2r ya no era un r,2ir, sino un garabato que se parecía a un (2'.

Por suerte, el <2> del teléfono era exactamente igual al r,2o dc

r ) l t r ¡ r l ¡ ANr)( , Mrrur,r ^r l

rrr i r; jo nrct]t l l , rsí que crlcé los garab:ros ( l . t l ' l t t( \cnt,r lrr¡ I lc¡rc vcír.. . 2405. Comprendía de algún urodo qrri . .rrr l trr, l Ir r.r,rsolo parte del número. ¿Cómo era el resto? Habia uD prt.tijo .itJgo venía antes.IJna vez más, ernpecé a entonar ¿Cuál es d pn,-

Jiio? ¿Cuál es el ptcjjo del tnbajo?Enfrentada a este problenu, se me ocurrió que no era ne-

cesariamente una ventaj¿ que, estando en el trabajo, solo tuvié-fAmos que m¿rcar los núr¡e¡os de la.s extensiones. Debido a lafi¡lta de uso rutinario, el patrón de reconocinriento del prefijono est¿ba codificedo exactalnente en el mismo archivo que elfesto de los números,los de las extensiones.Así que reempren-dí la misión de recuperar infornación y rrre p¡egunté ¿Cr¿l cJcl prejjo? ¿Cwtl es el ptefio rlel ttabajo?

Du¡ante toda mi vida había estado rode¿da de núme¡os deéfono con prefrjos muy bajos: 232, 23,1, 332, 335, etcéter¿.

intenta¡rdo egarrarme a cualquier cosa que revolotearaor mr mente, a cualquier posibilidad, el código 855 relampa-

como una imagen visual. Al principio pensé que era eljo mfu absurdo que había visto en nri vid.:r, porque el nú-

parecía demasiado alto. Pery a esas altur¡s, valía l¿ penabar cualquier cosa. En espera de Ia siguiente oleada de cla,

despejé la mesa delante de nrí. Como eran solo las nue-y cuarto de la mañana y solo hacía quince minutos que te-que estar en el trabajo, nadie me habría echado de menos

ía. Con un plan en mente, segtí adelante con esfue¡zo.Estab¿ cansada. Me sentía vulnerable y fiagmentada por

mpleto, esperando allí sentada.Aunque constantemente 1neía u¡¿ envolvente sensación de ser ulla misma cosa con el

iverso, estaba desesperada por llerar a cabo mi plan para ob-r ayuda. Ensayé mentalmente una y otr¿ vez lo que teiía

e hacer y 1o que iba a decir Pero ma.ntener la mente sintocon lo que pretendía hacer era cor¡o intcnrar aga¡rar un

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UN ^r^¡11J.

l ¡ r r . ,1r¡ / .

pez resbaladizo. Tare¿ primer¿, nuntener el peNanúento e¡ |lmente; tare¿ segunda, ejecuta¡ la percepción interio¡ en clmundo extetior. Prestar atención. Agar¡ar el pescado. Agarrarse al conocimiento de que esto es un teléfono. Esperar. Espe-rar el siguiente momento funcional de claridad. Seguí ensayando mentalmente. Soy Jill. ¡Necesito ayuda! Soy Jill ¡Necesito

E'te proce<o ya me habi¿ l lev¡do cu¡renu ) crnco mrnuro\.solo para decidir a quién y cómo llamar pidiendo ayuda. Durante la siguiente oleada de claridad, ma¡qué el nún1erc cote-jando los garabatos del papel con los garabatos del teclado delteléfono.Tüve la gran suerte de que mi compañero y amigo, eldoctor StepheuVincent, estuvie¡a sentado ante su mes¿. Cuan-do cogió el teléfono le oí hablar, pero mi mente no pudo des,ciñer sus palabras. Per\séa,4y, Dios, suend como un peno de Mzd.Comprendí que mi hemisferio izquierdo est¿ba t¿n lesionadoque ya no podí¿ entender el lenguaje. Pero sentí tanto alivio alesta¡ conecdada con otro ser humano que solté: <Soy Jill. ¡Necesito a¡rda!}. Bueno, a1 menos eso era 1o que intentaba decir.Lo que salió en realidad de mi boca era más parecido a gruñi-dos y gemidos, penc por suerte Steve reconoció ¡ni voz. Comprendió claramente que yo tenía algún problema. (Al parecer,todos aquellos años de chillar por los pasillos en el trabajo ha-bían logrado que mi graznido fuera reconocible.)

Sin embargo, me sobresalté al darme cuent¡ de que ye nopodía hablar de manera inteligible. Aunque dentro de mi men-te me oia hablar con claridad Soylll. ¡Neresito ayudal,lossonidos que salían de rni garganta no se co¡respondian con lespalabras que tenía en mi cerebro. Me preocupó darne cuentade que mi hemisferio izquierdo estaba aún más incapacitado delo que había creído.Aunque mi hemisfedo izquierdo no pudo

descifrar el significado de las palabrx de Steve, mi hemisGrio

86

r n((¡J l ls l^NL¡ ) Ml Rr ls( rAl l l

Zona de ls h€moragLá d6 Jill(zona ovalada sombroada)

(capácidaddomovimiento) Cortgzasensoral(Óapacidad de sentir e mundo)

zoñadewerñ¡cks(capacidad de entender el lensuaje)

cho interpretó que los tonos suaves de su voz significaban

uc me conseguiie ayuda.

Por fin, en aquel momento, pude rel¿jalme. No necesit¿ba

render los detalles de 1o que haría Steve. Sabía que yo hebía

cho todo lo que podía, todo lo que se Podía esperar que hí-

ra, para s¿lvarme.

Page 44: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

\

6

Mi retorno a la quietud

Page 45: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

permanecía senlade á11í, con la meote en silencio, sa-cha porque Steve me conseguiría ay11da, me sentí aliviadahaber podido orquestar adecuadamente mi resc¿te. El

paralizado estaba parcialmente recuperado y, aunquedolía, tenía la esperanza de que se recupera¡a por comple-Sin embargo, aun en ese estado de desorientación, sentí la

iante obligeción de ponerme ell contacto con mi doc-

empecé a buscar asociaciones. Mi ojo mental recordabael símbolo del escudo de Harward en la parte su-

.central de su tarjeta profesional. Satisfecha de mi capaci-de recordar exectamente cómo e¡a la tarjeta, pensé: May

Era evidente que iba a necesitar un tratamiento de e¡ner-ia que probablemente seúa muy caro, y qué triste es

er que incluso con aquella.mentalidad descoyuntadaque ten.tda que preocupa¡me porque mi seguro podía

cubr los gastos en caso de que acudiera al cent¡o de sa-eqúiwco¡lo.Todavía serltada ante rni mesa. alcancé con el bt¿zo iz-

le pila dé tarjetas, de ocho centímerros de altura, queido acumulando en los últinos años. Solo había acudido

vez a mi docror¿. uno. sci. me.es a¡te,. pero recordrbr que'nombre tenía algo de irlandés: San algo... San algo... así

91

Page 46: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

( rN ^

l^( . ] t ] t l Int l t r ( ! , /

bien, esto va a sali bien;h) tttíco que fengo que htúf t\ utufltn1r ltttarjeta y hater Ia llamada.

Pero para mi sorpresa, cuando miré la carjeta de encirrr.r,me di cuenta de que, aunque conservaba en nú mente tt),|imagen clara de lo que estaba buscando, no podía discerrrrrnada de la info¡rnación de la tarjeta que tenía delante. Mi cercbto ya no podía distinguir la esc¡itura como escdtLrm, ni l(^símbolos como símbolos, ni siquiera el fondo como tal fonc ,La tadeta parecía un diseño abstracto de pireles.Toda la imagcrre¡a una mezcla uniforme de las partes que la componían. L()spuntos que formaban los símbolos del lenguaje se nezclabr¡lpefectamente con los puntos del fondo. Las distinciones dt.color y contornos ya no se regisffaban en mi ce¡ebro.

Consternad¿, me di cuenta de que ni capacidad de inter¿ctua¡ con el mundo exte¡ior se había deteriorado mucho mírde lo que había imaginado. Mi conexió¡r con la ¡ea.lidad nor-mal se había hecho pedazos.ya no era capaz de percibir las pistas mentales de las que había dependido para distinguir visual_mente unos objetos de otros.y adem¿is de mi incapacidad par:ridentificar mis p¡opios límites ffsicos, a falta de mi reloj intetior, me percibía a mí misma como en estado de fluidez. Si ;resto añadiamos la pétdida de memoria a largo y co¡to plazo, y,rno me sentía anclada ni segura cn el mu[do exterio¿

Qué intimidante tarea era el simple hecho de esrar allí se¡tada, en el centro de mi mente silenciosa, sosteniendo Ia pila drtadetas e intentando ¡e cordar ¿euíén soy? ¿eué estoy haciendo?Buscando alguna conexión con mi realidad exterio¡ había perdido toda sensación de urgencia. pero, asombrosamente, mi lóbulo f¡ontal se esforzaba a fondo por aferrarse a le ta¡ea, y to-davía me venía alguna que otra oleada de claridad que nrt,dirigía de nuevo a este mundo te¡¡enal a través de mi dolor fisico. Durante aquellos momentos de claridad, podía ver, podi:r

Mr lu i ro l rNo ^

r ,^ QLJl l l ru l )

rtific.r, podía recordar 1o que esteba haciendo y podía dis-

inar una vez rr-rás entre los diversos estí¡rrulos entrantes.Así

seguí adelante con entercz . Esttl ,xo es Ia taieta' esta no es ltl

iela, estli fio es la tadetd. Terdé lnás de treinte y cmco mlnutos

avanzar un par de centímetros en la pila de tadetas hasta que

r fin reconocí el emblena de Harvard.

Pero a esas alturas, el concepto mismo del teléfono era una

muy interesante y muy insólita. Me sentía extrañamente prl-

de rni capacidad de comprender de algún modo lo que se

ía que iba a hacer con é1. Sabía de alguna manera que aque

(cosaD situada en mi espacio ibá a conecterme mediante un

con un espacio completame[te diferente.Y al offo extre-

del cable había una persora con la que podría hablar y que

comprendeía. ¡Pufl ¡lmagínate!Como tenía miedo de perder la atención y que la tarjeta de

doctora se confundie¡a con les ot¡as, despejé la lnesa y colo-

é la t{eta justo delante. Ler''anté el teléfono y coloqué el te-

sobre 1¿ mesa, ¡ l¿ de¡echa de la tarjeta. Dado que mi cerc-

se enconfaba en ün estado de continu¿ desintegración, el

cto del teclado me parccía comp.letamente exffaño y ajeno.

sentada, entrando y saliendo de mi insubordinad¿ mente iz-

ierda. me lnantenía tranquila. De vez en cuando, e¡¿ capaz de

jar el grabato numérico de la tarjeta con los gar¿batos nu

icos del tecl¿do del teléfono. Para no perder la Pista de los

eros que y¿ había marcado, t¿paba el númerc en la te{eta

el dedo índice izquierdo en cuento pülsaba el número en el

no con mi torpe índice derecho.Tenía que hacerlo así por-

que no podía recordar de un momento e otIo qué números ha-

bía pulsado ya. Repetí ese estrategia h:sta h¿be¡ rru¡cado todos

los números, y después me llevé el teléfono a la orcja y escuché'

Me sentia agotada y desorientadá,y tenía niedo de olvidar

lo que estaba haciendo, de modo que seguí repitiéndome men-

Page 47: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

r ' \ ^

r^r¡ 1 rn r(1rf ,

tllrnentet Soy JillTaylol. Estoy suÍiendo úrr icttls. Soy lill'lhylot I\.

toy slfriendo n ictus. Pero cuando respondieron al teléfono y

traté de hablar, me quedé abrumada al descubrir que, aunqLtc

dentro de mi mente yo me oía hablar con claridad, de mi g:rr

ganta no salía ningún sonido. Ni siquiera los gruñidos que hu

bía podido producir antes. Me quedé pasrnaü. ¡Dios mío! ¡Nt'puedo hablar, no puedo hablarlY hasta el preciso momento qüc

intenté hablar en voz alta no tení¿ ni idea de que no podía. Mis

cue¡des vocales estaban inopemntes y no salia nada, ni el menor

sonido.Como si estuviera cebando una bornba, expulsé el aire dc

mi pecho e inhalé a fondo, una y otra vez, intengndo prcducir

algún sonido, intentando que saliera algún sonido. Dándomc

cuenta de lo que hacía, pensé: Van a pensar que es tna llamatll

obstena. ¡No cuelgue! ¡PotJatot, no cuelguel Pero como cuando sc

ceba una bomba, haciendo entrar y salir el aire, obligando a rnr

pecho y mi garganta a vibr¿r, al fin salió un <Uhhhh, uhhhh,

thhhi, thlrhhe, thhhhili:izzzxaaa , . La rccepcionista pasó inme

diatamente la llamad¿ a rni doctora, que milagrcsamente estab¡

haciendo ho¡as de oficina. Con la paciencia de un alma ama-

ble, escuchó mientras yo me esfo¡zaba por pronunciar <SoyJill

Taylor Estoy sufriendo un ictus).

A1fin la doctora entendió 1o ssfciente de nú mensaje para

comprender quién era y qué necesitaba. Me dio instrucciones:

<Vaya al Hospital Mount Auburnir. Cuando me habló, aunqúc

yo podía oír las palabras, era incapaz de captar su significaclo.

Desalentada, pensé: <, Si me hablarc más despacio y pronunciara cot

mlt clatídad, tal uez podría entendetla>. Esperanzada, Ie rogué dc

une m¿nera medio inteligible <Repitar. Xlla, preocupada, me

repitió despacio sus instrucciones: <Vaya al Hospital Mount

Auburn>. Pe¡o una vez más, no la entendí. Con paciencia y

¿uténtica compasión por mi evidente descomposición neuro-

94

tióndome exasperada pot mi incapacidad de comprender su

Mi Rl i l t t tN(, A L^ {¡Jrr l r t r r )

cr, lo repitió de nuevo. fjna y otra vez, no em capaz de co-

r tur significado a los sonidos y encender 1o que me decía.

e lenguaje, preparé de nuevo ni bomba vocal y de algún

media-posterior de la cortez¡ cerebr¿l del hemisferio iz-

icke en la posterio¡ p. 66), yo no podda crear y exprcser

ie ni entendedo. Perc en aquel momento,lo que más me

cupaba era que nris cuerdas vocales no estaban respon-

logré comunicarle que la ayuda estaba en cenino y que

veúa. Aunque la MAV reventó en ui prillcipio cerca de la

volveúamos a llamar

A era. ¿lrur¿t. no h¡cra l¿it¿ ser un e\peci¿l i(t¿ pr¡¿ corn-

der lo que estaba ocu¡riendo en mr cerel:ro. Cuanto más

la hemorragia que se der¡enaba en mi corteza, mayor

ría el daño en los tejidos y más cognitivamente inepta nre

ierdo, ahora ya también estaban afectad¿s l¿s células de mi

bulo ñontal izquierdo, responsable de mi capacidad para ge-

lenguaje. Xri previsible que cu¿ndo la sangte inte¡¡um-

el flujo de translrisión de ¡nformación entre mis dos cen-

s de lenguaje (la zona de Broca en la región anterior y la de

a mis indicaciones mentales.Tod¿vía temía que estuvie

en peligro lo' centro. del puente del t¿l lo cerebr¿l. jnclu-

el cento responrable de la respiracrón.

Sintiéndome derrotada y cansada, colgué el auriculer. Me

ara que el raudal de luz no me diera en los ojos.Visualizando

pomo de la puerta, moví mi cuerpo lentamente, bajando pel-

a peldaño por el primer tramo de escaleras, a base de des-

sobre el trasero. Esperando compañía y sin p¡eocupar-

té de mi asiento y me envolví la cabez¿ en un pañuelo

ya por 1o que me sentía oblig¿da a hacer, me a¡r¿stré de

escale¡as a¡rib¿ hasta el cuarto de estar, donde me acu

é en el sofá para apaciguar mi cansada mente.

Page 48: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

UN AlAi¡LJl l l ) l l I t i ( r l l ) l iZ

Abatida y sola, sencía Ia incomodidad de mi pdpitante cabc

za y me comuniqué con mi herida mientras reconocía la degr

neración de mi conexión con esta vide. Sentía que, con carll

momento que p¿seba, mi conexión con mi cuerpo se iba debi|

tando. Sentí que mi energía escapaba de este fágil recipientc

amorteciendo Ias puntas de los dedos de manos y pies. Podía oir

la maqurn:ria de rni cuerpo hrciendo grrar 'u. engranajes micrt

tras mis células febricaban sistemáticemente mi vida, y temía quc

mi mente cognitiva se qued¿ra tan deterio¡¿da, tán prived¡ de sll

capacidad normal de funcionar, que yo quedaría permanentc

mente incapacitada. Por primera vez en mi vida, comprendí quc

no ere invencible. A diGrencia de un ordenador, que se puedc

apagar y después reiniciar, la ríqueza de mi vida dependia pol

completo no solo de l¿ salud de mi estructura celul¿r, sino tan]_

bién de 1¿ integridad de la capacidad de mi ceÉb¡l pue trans

mitir eléctricamente y comunicar sus instrucciones.

Humillada por lo te¡rible de mi situación, lloré la pédidl

de rni vida, anticipando la muerte y degene¡ación de ni m¿tri7

celular. A pesar de la abrumado¡¿ presencia de la envolventc

be¿titud de nri mente derecha, luché con desesperación por

agarr¿r[1e a ]as poc¿s conexiones conscientes que aún conser_

vaba en mi mente izquierda. Para entonces, comprendía cort

claridad que ya no era un ser humano nornral. Mi concienci¡

ya no conservaba les funciones discriminatorias de mi domi-

nante y anaftico cerebro izquierdo. Sin aquellos pensanrientos

inhibidores, había traspasado los ümites de la percepción de ni

misma como individuo. Sin disponer de mi cerebro izquierdo

prr, que me d)ud¡r¿,r identi6r¿rme como r-rn organisnto cotrl

plejo formado por múltiples sistemas interdependientes, o parr

definirme como un conjunto defrnido de funciones ñagmen-

tadas, rni conciencia se aventuió sin rcstdcciones en la apaciblc

beatitud de mi divi¡a mente de¡echa.

96

ñ1r lL l l l l ) l {N() ^

rA ( l tJ l l r ln )--l

Mjentras permanecía sentada en silencio, considerando

Duev¡s percepciones, me pregunté hasta dónde podría

uedar incapacitada antes de que la pérdida fuera perm¿nente

é e4 cuántos circuitos podría perder y cuánto podúa se-

rlTre de l-t1is capacidade¡ cognitives superro¡es, y aun tener

na esperanza de recuperar algún día las íirnciones norme-

r. ¡No había llegado tan lejos solo pera morrr o quecle¡me

alrnente vegetativa! Me cogí la cabeze con las manos y

oré. En r¡edio del llanto, cerré los puños y recé. Recé pi-

do paz en mi corazón. Recé pidiendo paz en mi mente y

é: Por favot, Gnn Espíitu, no apagues mi vída,Y et ¡nedio

silencio, mi mente implottba: Aguanta Qtédate quieta.Tian'

Agua ta.

Permanecí allí sentada, en el centro de mi cuarto de estar,

e lo que me pareció una eternid¿d. Cuando Steve apare-

en el umbral, no hubo intercambio de palabras. Le di la tar-

de mi doctora y é! llemó inmediatalnente para pedir ins-

ciones. Enseguida me a¡rdó a bajar las escaleras y salir de

casa. Me guió con suavidad hesta su coche, me puso el cin-

y reclinó el esiento. Me env.olvió le cabeza con un pa-

para proteger rnis ojos de la luz. Hablaba en voz baja, me

be la rodilla para d¿rme ánirnos y puso mmbo al Hospi-

MountAuburn.Cuando llegamos, yo todavía esteba corisciente pero delir¿_

abiert¿mente. Me sentaron en una silla de ruedas y nos lle-

a la sala de espera. Er¿ evidente que Steve estaba disgus-

por aquella indiferenci¿ a la gravedad de mi situación,

ro rellenó obedientemente los papeles y me ayudó a ñrmar'

ientras esperábamos nuestro turno, senti que la energía de mi

se escapaba y me desinflé como un globo sobre mi pro-

rcgazo, pasando a un estado semiconsciente. Steve insistió

que recibiera atención inmediata

Page 49: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

(JN At.^QUll t)l Luc¡t)tiz

Me llev¿ron a hacerme una tomograffa del ccrcbr¡r. Me le-

vantaron de la silla de ruedas y me colocarcn en la camilla del

aparato.A pesar del dolor palpitante de mi cerebro, al que ha-

cían eco los golpeteos del motor de la m,íquina, yo estaba lo

bastante consciente para encontrar algo de satisfacción en la

confi¡mación de que mi autodiagnóstico había sido correcto.

Estaba experimentando una forma rara de icrus.Aunque no lo

recuerdo, mi historial médico indica que me dieron una dosis

inicial de esteroides pa¡a ¡educir la inflarnación.El plan de acción era trasleda¡me de inmediato al Hospi-

tal General de Massachusetts. Leva¡tarcn l1li camilla y le ator-nilla¡on en una ambulancia para hacer el t¡ayecto a ffavés deBoston. Recuerdo que un amable enG¡me¡o me acornpañó

en el viaje. Con ternura, me envohló en.una mantá y me co-

locó una chaqueta sobre la cara para protegerme los ojos. Sumano en mi espalda era reconfortante; su arnabilidad no teníaprecio.

Po¡ fin estab¿ libre de preocupaciones. Me enrosqué enposición fetal y esperé. Comprendi que aquella mañana había

sido testigo del deterioro paso a paso de mis intrincados circui-tos neurológicos. Siempre había celebrado mi vida como una

magnífrca manifestación ffsica de mi ADN, y hay que ver quépintoresco era el fondo genético del que había salido. Durantc

treinta y siete años había gozado de un ágil mosaico de bioquí-mica electrificada.Y como mucha gente, había tenido la fanta

sía de querer estar despieta al mori¡ porque quería presenciar

es¿ not¿ble t¡¿nsición final.

Justo antes del mediodía del 10 de diciembre de 1996,1¿

vitalidad eléctrica de mi masa molecular se fue apagando, y

cuando 'enti que mi energía se eleraba. mi nrerrte cognrt i '"a re-

nunció a su conexión con, y a su dominio sobre, la mecánica

fisica de mi cuerpo.Aceptada dentro de un capullo sagrado con

98

Mt Rl i l ( ) t {N() ^

¡ ,^ { . )u i lL | )

una mente e¡ silencio y el corazón tranquilo, sentí que la fuer-za de mi energía se elevaba. Mi cuerpo cayó ine¡te y rni con-ciencia ascendió a un¿ vib¡¿ción más lenta. Comprendí conclaridad que yo ya no era la coreógrafa de mi vida. En ausenci¿de visión, sonidos, tacto, olfato, gusto y miedo, sentí que mi es-píritu rcnunciaba a su unión con este cuerpo y quedé liberadadel dolor

Page 50: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

7

Pelada hasta el hueso

Page 51: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

A1 llegar a urgencias del Hospital General de Massachusetts,fui a parar al centro de un torbellino de energía que solopude describir como una colmena bulliciosa. Sentía el cuer-po flácido, pesado y te¡riblemente débil. Se me había agotadotoda la ene¡gía, como un globo que se ha desinflado despe-cio y por completo. Había un enjamb¡e de personal médicoalrededot de mi ca¡nilla. Las intensas luces y los fuertes soni-dos me golpeaban el cerebro como una muchedumbre queexigiera más atención de la que yo podía conjurar para apa-ciguarlos.

<Responda a esto, apriete esto, firme aquío, exigían de misemiconsciente pe$ona, y yo pensaba ¡ Qr é absurdo! ¿Es que novetx que tengo un ptoblema aquí? ¿Qué os pasa, tíos? ¡Más despaeio!

INo os efitiendo! ¡T¿t ed pa¿iercia! iQxíefo! ¡Eso d ele! ¿Q é es estecdor¡ Cuanta más tenacidad ponían en sonsacerme, meyor eremi a¡helo de buscar err mi inte¡ior mi fuente oenonal de man-tenjmiento. Me sent¡¿ ¿sedi¿d¡ por <us roq;eLeos. sondeos ypinchezos. Como un caracol al que le echan sal, me reto¡cí amodo de respuesta. Quena gritar ¡Dejadme en paz!,peto mivozhabía quedado muda: Ellos no me oían porque no podían leer-me la ¡nente. Me desvanecí como un anim¡l he¡ido. desesoe¡a

da por escapar de sus manipulaciones.

103

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UN ^r^(1rr1

In l r . r r ( I ) r1 l .

()rrarclo clcspcrtó ¡quella tarde, rr)0 asolrrhrír rlcsctrbrir cltrc

tocüvía estaba viva. (G¡¿cias de codo co¡azón a los profesionales

D)écücos que es!¿biüzarcn ¡1ú cuerpo y me dieron otra oportu

nidad de vivi¡... aunque nadie tenía ni idea de si me recupere-

rí¿ o hasta qué punto 1o haúa.) Mi cuerpo estaba e¡fundado en

la habitual b¿ta de hospital y yo estaba descansando en un cu-

bículo privado. La cama estaba un poco levantad.r y mi dolori-

d¡ cabeza elel'ada sobre una alrrohada. Privado de mi habitual

fondo de energía, mi cuerpo se hundió en la cana conto un

bloque de metal pesado que yo no podía mover. Era ilcapaz de

reconocer la posición de rni cuerpo, dónde empezada y dónde

terminaba. Sin la tradicional conciencia de mis límites ffsicos,

me sentía ,rd con toda la inmensidad del universo.

La cabeza me palpitaba con un dolor intenso que resonaba

como un trueno, y dentro de mis párp¿dos rugía una especta

cula¡ to¡mente de ¡elámpagos. Cada pequeño cambio de pos-

tl¡ra que intentaba exigía rnás energía que ia que habia en mis

reservas. Solo con inhala¡ me dolían las costillas, y la luz que

ent¡aba a mudales a t¡avés de mis o-jos me quemaba el cerebro

como si fuera fuego. lncapaz de hablar, supliqué que suavizaran

ias luces escondiendo el rostro bajo la sábana.

No oía nada, aparte del ma¡tilleo útmico de mi corazón,

que palpitaba con tanto ruido que los huesos me vibraba¡r de

dolor y los músculos se me retorcían angustiados. N4i eguda

mente ciendfrca ye no estaba disponible para registrar, relacio-

nar, detallar y clasificar la info¡mación acerca del especio exte_

rior tridimensional que me rodeaba. Quería clullar como el re

cién nacido con cólico que es lanzado de golpe a un mundo de

estímulos caóticos. Con la mente despojada de su capacr'dad

de recuperar ¡ecuerdos y detalles de mi vida ante¡ior, estaba

claro que ahora era como un bebé necido con el cuerpo de

una mujer adulta. Ah, sí, y con un cerebro que no funcionaba.

104 105

t ,ut ,^t) ^s1^

| l t . ¡ tu¡ is()

Allí, en aquel cubículo de urgencias, podía senrir sobre mihombro izquierdo la presencia de dos conocidos que mirabanlas imágenes de la tomograffa, colocadx sobre una pantalla luminosa en la pared. La imagen mostraba una se¡ie de seccionesde rni cerebro y, aunque yo no podía descifrar las palabras quemis colegas intercambiaban en voz baja, su lenguaje corporalme comunicaba la gravedad de la situación. No hacía ñlta serdoctor en neu¡oanatomía para deducir que el gran agujeroblanco en mitad de la imagen del ce¡eb¡o no tenía que estarallí. Mi hemisferio izquierdo estaba flotando en un cha¡co desangre y todo mi cereb¡o se había hinch¿do como reacción altfaum¿.

Como en una oración silenciosa, pensé Yo ya no tendid queesttu aquí. Abandon. Mi energía sefue y la esencia ile mi ser ha esu-pddo. Esto fio esfá bien. Este la fio es mí sitio. Clan Esphitu, ahora soyuaa @n el unire$o. Me he 4nido alflujo ete%o y ya xo puedo rcgresato este plano de Ia dda... y, sit embaryo, sigo anda aquí.1nfrágil men-te de este rc.ipietxte orgánio se ha cetrado y ya no puede set oupada porId inteligeficía. ¡EsteYA ro er ,1ri ririol Desprovisto de toda cone-xión emocional con pe$onas o cosas fueÍa de mí mism4 mi es-píritu era libre pa¡a tonur una ola en el úo de la bienaventu-tanza. ¡Dejddme salh!, gtité dent¡o de mi mente. ¡Abandono,abafidnfio ! Q'reúe escapar de ese recipiente de la forma Éúca queirradiaba caos y dolor. En aquellos breves momentos me sentífemendamente desesperada por haber sobrevivido.

Sentía el cuerpo frío, pesado y lleno de dolor. Las señ¡lescntre el cerebro y el cuerpo elan tan deGctuosas que no podíareconoce¡ mi forma fisica. Me sentía como si fuera un ser eléc-trico. Una aparición de energía ardiendo a fuego lento alrede-dor de una masa orgánic¿. Me había convertido en un montónde desperdicios, de sotiras, peto aún conser\"¡ba una conciencie.Pero una conciencia que e¡a diGrente de la que habia conoci-

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uN fl^QUIi l)li l,Lr(xlnlz

do antes, porque antes mi hemisferio izquierdo había estado

lleno de detalles que permitían encontrarle sentido al mundo

exterior.Aquellos detalles había¡ estado qrganizados e integra-

dos en mi cerebro en forma de circuitos neurcnales. Ahora, a

falta de dichos circuitos, me sentía inanimada e incapacitada.

Mi conciencia había cambiado.Yo todavía estaba ¿llí, todavía

era yo, pero sin la dciueza de las conexiones emocionales y

cognitivas que mi vida h¿bía conocido. Entonces, ¿seguía sien-

do yo? ¿Cómo podía seguir siendo 1¿ doctoraJill Bolte Taylor,

si ya no compartía sus experiencias, pensamientos y apegos

emocionales?

Recuerdo aquel primer día del ictus con una extraoldinaria

sensación agridulce. Privad¿ del funcionamiento normal de mi

zona izquierda de asociación y orientación, mi percepción de

las fronteras fisicas ya no se ümiteba a la superfrcie de contacto

de mi piel con el aire. Me sentía como un gerúo übe¡ado de su

botella. La energía de mi espíritu parecía lluir como un¿ gran

ballena deslizándose a través de un mar de eufo¡ia silenciosa

Esa ausencia de límites úsicos,mejor que el mejor de los place-

res que podemos expe¡imenta¡ como seres ñsicos, era una be-

atitud gloriosa. Mientras mi conciencia se instalaba en un flujo

de agradable tranquiüdad, se me hizo evidente que nunca seúa

capaz de volver e inffoducir la enormidad de mi espíritu en esa

diminuta natriz celular.

Mi evasión a la felicidad era una magnífic¿ ¿lteroativa a la

intimidante sersación de duelo y devastación que sentía cada

vez que me veía forzada a algún tipo de interacción con lo que

se fltr¿ba del mundo e)'terior. Existía en algún espacio remoto

que parecíe esta¡ muy lejos de mi procesamiento no¡¡¡al de in-

formación, y estaba claro que el <ryo> que había llegado a ser no

106 107

¡,uL^l)A [^sl¡ l¡¡" ||ul]so

había sobrevivido a aquella catást¡ofe neu¡ológica. Estaba segu-ra de que la doctora Jill Bolte Taylor había muerto aquella ma-ñana y, sin embargo, dicho eso, ¿quién quedaba? Aunque, conrni hemisferio izquierdo destruido, tal vez debería decir: ¿quiéntenía el derecho?

Sin un cenfo de lenguaje que me dijera: <Soy la doctora

Jill Bolte Taylor. Soy neurcanatomista.Vivo en esta dirección yse me puede llamar a este número de teléfonor, no me sentíaobligada a seguir siendo ella. Era un cambio de percepción ver-daderamente ext¡año, pero sin sus circuitos emocionales pararecordarme lo que le gustaba o disgustabe, sin su centro del egopara recordarme sus pautas de juicio crítico, ya no pensabacomo ella. Desde un punto de viste p¡áctico, considerando lacantidad de daño biológico, volver a ser ella ni siquiera era unaopción. En mi mente, en mi nueva pe¡spectiva, aquella docto-ra Jill Bolte T:rylor murió aquell¿ mañana y ya no eistía. Aho-ra que ya no conocía su vida, sus relaciones, sus éxitos y e¡io-fes, ya no estaba atada.a sus decisiones ni a sus limitacionesautoinducidas.

Aunque sentía una enorme gena por la muerte de le corr-ciencia de mi he¡nisferio izquierdo, y de la mujer que yo habíasido, sentía al nrismo tiempo un gran alivio.Aquella doctoraJillBolte Taylor había crecido con mucha rabia y con toda unaüd: de cargr emocion:J. cuyo nu¡tenimiento ruvo que nece-sitar un montón de energia. Le apasionaban su trabajo y suscausas. Estaba frrmemente empeñada en vivir una vid¿ dinámi-qa. Perc a pesa¡ de sus características agradables y tal vez inclu-so admi¡ables, en mi fo¡¡na presente no había heredado su hos-tilidad funda¡nental. Me había olüdado de mi hermano y suenfermedad. Me había olvidado de mis padres y su divorcio.Habla olvidado mi trabajo y todas las cosas de mi vida que meprovocabaa tensión,.. y con esa pérdida de recuerdos, sentía a

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LJN ^l^¡¡n1

l r l l , ( l ( l l t1z

la vez alivio y alegría. Había pasado treinta y siclc ¡ños de mi

vida empeñada con entusiasmo en hacer y hacer montones de

coses ¿ toda velocidad.Aquel día especial aprendí el significado

de simplemente <seo.

Cuando perdí mi hemisferio izquierdo y sus centros de

lenguaje, perdí tembién el reloj que dividía mis momentos en

breves instantes consecutivos. En lugar de tene¡ mis momentos

previamente anunciados, quedaron abiertos por los extremos y

ya no tenía prisa por hacer nada- Como si caminara por la playa,

o simplemente me recreara en el esplendor de la naturaleza,

pasé de la conciencia del hacer propia de mi hemisferio iz-

quierdo a Ia conciencia de ser de mi cerebro derecho. Dejé de

sentirme pequeña y aislada para sentirme g¡a[de y expensiv¿.

Dejé de pensar en Jengurje y pa'é a Cormarme nuevas imige-

nes de 1o que estab¿ p¿sando en el momento presente.Ye no

era capaz de deliberar ace¡ca de ideas ¡elecionadas con el pasa_

do o con el futuro, porque aquellas células estab¿n incapacita-

das. Lo único que podía percibir era el aquí y el ahora, y era

hermoso.Toda rni concepción del yo cambió, porque ya no me per-

cibía a mí misma como un individuo, un sólido, un¿ entidad

con contornos que me separaban de las entidades que me rc

deaban. Cornprendí que en 1o más elemental soy un fluido.

¡Pues claro que soy un 0uido!Todo 1o que nos rodea,lo que

somos, 1o que hay entre nosotros y dentro de nosotros está

compuesto por átomos y moléculas que vibran en el espacio.

Aunque el centro del ego de nuestro centro de lenguaje prefie-

re defrnir nuestnc yo como individual y sólido, la mayoría de

nosoffos es consciente de que estamos fomados por billones

de células, litros de agua y de quq en último término, todo lo

que somos existe en un estado de actividad constante y diná

mico. Mi hemisferio izquierdo había estado entrenado para

108

: los bordes se difuminan.

109

l¡liL^l)^ Il^¡ir'^ r]L l|unso

percibirme como un sólido separado de los demás. Aiora,libe-rado de aquellos circuitos resftictivos, mi hemisfe¡io de¡echosaboreaba su unión con el flujo eterno.Ya no estaba aislada y

sola. Mi alma era tan grande como el universo y se regocijabaalegremente en un mar sin límites.

Par¿ muchos de nosotros. pensJr en uno mismo como unfluido, o como un ser con un alma tan grande como el unive¡-so, conectada al flujo de energía de todo 1o que existe, nos hacesalir de nuestra zona de comodidad. Pero sin eijuicio de mi ce-rebro izquierdo para decir que soy un sólido, mi percepción dede mí misma volvió a su estado natu¡al de fluidez. Es evidenteque cada uno de nosot¡os es ffillones y ffillones de partículasen suave vib¡ación. Exi¡timos en fo¡¡na de sacos llenos de flui-do, en un mundo fluido donde todo 1o que existe está en mo-

ümiento. Las diG¡entes entidedes están compuestas por diG-¡entes densidades de moléculas, pero en último té¡mino cadapíxel está fo¡mado por electrones, protones y neuffones que

ejecutan una delicada d¡.nza. Cada píxel, cada parte ín6ma deusred y yo. y c¿d¿ mrnúscul¿ parte del espacio dparentemenceintermedio, es materia atómica y.energía. Mis ojos ya no po-

dían percibir las cos¿s como cosas separadas unas de otras. Laenergía de todo se mezclaba. Mi procesamiento visual ya noera normal. (Yo comparo esta perspectiva püelada con las pin-

puntillistas.)

Estaba consciente y alerta, y mi percepción era qué yo es-taba en el flujo. En mi mundo visual todo se mezclaba, y con

píxel que irradiaba energía todos fluíamos e,? m¿Jse,juntosmo una misma cosa. Me resultaba imposible distinguir las

teras fi.ic¿s ent¡e objetos. porque rodo irr¿di¿b¿ con simi-

energía. Probablemente, era algo comparable a 1o que ocu-cuando alguien se quita las gafas o se echa colirio en los

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( ,N dlAQUll l ) ! l l .u( nnlZ

Er ese cstado mental, yo no podía percibir crl trcs dimen-

sio¡es. Nada destacaba po¡ estar más cerca o más lejos. Si había

una persona en la puerta, yo no podía distinguir su presencia

hasta que se movía. Era preciso que hubiera actividad para que

yo presta¡a especial atención a un grupo particular de molécu-

las. Además, el color no se registraba en ini ce¡eb¡o como co-

lor Simplemente, no podía distingufulo.

Antes de aquella mañana, cuando me sentía a mí rnisma

como un sólido, había poseído 1á capacidad de experimentar le

pétdida: tanto la pérdida fisica, en forma de muerte o heridas,

como la pérdida emocional, en forma de pesar. Pero en esa per-

cepción alterada me resultaba imposible percibir la pérdida fisi-

ca o emocional, porque no era capaz de e>'lerimentar la separa-

ción ni la indiüdualidad. A pesar de mi trauma neurológico, una

inolvidable sensación de paz invadía todo mi ser, y me sentía en

calm¿,Aunque me regocijaba por percibir mi conexión con todo

lo que ex¡te, me est¡emecía el conocimiento de que 1a no era

un se¡ huma¡o normal. ¿Cómo era posible que pudlem ex¡tir

como miernb¡o de la especie humana con esa percepción exel-

tada de que todos somos palte de todo,y que la energía vital que

hay dentro de cada uno de nosobos contiene el poder del uni

verso? ¿Cómo podía yo encajar en nuestra sociedad cuando an-

daba por el mundo sin miedo? Según todos los criterios, yo ya

no em normal. A mi rnaneÉ pafticuler, padecía una grave enfer_

medad mental.Y debo decir que me senda a la vez übre y desa-

fiante al reconocer que nuestra percepción del mundo exterior y

nuestra relación con é1 son u¡l producto de nuesttos circuitos

neurológicos. Durante todos aquellos años de mi vida, yo había

sido en re¿lidad una invención de mi propia imaginación.

Cuando el reloj de mi hemisferio izquierdo se paró,la ca-

dencia temporal natural de mi vida se hizo t¿n l-e-n-t-a como

110 111

t ¡ [L^D ^S¡^ ' ] l

Hul ls()

un caracol. Al c¿¡rbiar mi percepción del tiempo, perdí la sin-cronización con el enjambre que zumbaba a rni al¡ededor. Miconciencia quedó encerrada en un pliegue temporal, dejando-me incapaz de comunicarme y de funciona¡ a1 rinno habitualo aceptable de las relaciones sociales.Aio¡a existía en un mun-do ent¡e mundos.Ya no podía relacionatme con gente de fue-ra, y sin embargo rni vida no se había extinguido. No solo erauna rareza para los que me rodeabal, sino que por dentro era.unarareza prrr mi misma,

Me sentía tan prilada de la capacidad de mover rni cuerpocon un mínimo de soltura que creí de verdad que nunca con-seguiría que este conjunto de célul¿s volviera a funcionar_ ¿Noera interesante que aunque no pudiera andar, hablar, entenderel lenguaje, leer y escribir, y ni siquiera darme la I'uelta, supie-ra que estaba bien? Le inactivada mente intelectual de rni he-misferio izquierdo ya ¡o inhibía mi conciencia i¡rnara de se¡ elpoder milagroso de la vida. Sabía que ahora era diferente, peroni u¡ra sola vez mi mente derecha indicó que fue¡a <menosir de

' lo que había sido antes. E¡¿ simplemente un ser luminoso queir¡adiaba üda al mundo. Con independencia de si tenía o noun cuerpo o un cercbnc que pudiera conecta¡me al mundo delos demás, me veía cor¡io una obra m¡estra celular. A1 ca¡ece¡de los juicios negativos de rni hemisGrio izquierdo, me perci-bíe como perGcta, entera y bella ta1 como era.

El lector se preguntará cómo es que puedo reco¡dar todo 1oque ocu¡¡ió. Le recuerdo que, aunque estaba mentalmente in,capacitada, no estaba inconsciente. Nuestra consciencia la creannumerosos progtamas que funcionan al mismo tiempo. Cadaprograma aiiade una nuev¿ dimensión a nuestra capacidad depercibir cos¿s en el mundo tridimensional. Aunque había per-

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( \41^i¡Lr l l ' | L l \ l l t l ,

clido la co¡cie¡rcia de mi hcmisGrio izquierclo, que contenía el

centro del ego y mi capacidad de ver mi yo con1o una entided

individual y sólida separada de usted, conservaba la conciencia

de mi hemisferio derecho y la conciencia de las células que

formaban mi cuerpo.Aunque un conjunto de prograrnas ya no

funcionab¿ -el que me ¡eco¡daba momento a momentoquién era yo, dónde vivía, etcéte1?-,las otms partes de mí per-

manecían alerta y seguían procesando información instentánee.

Al carecer del t¡adicional control de mi hemisferio izquierdo

sobre mi mente derecha, salieron a ia luz otras pa¡tes de mi ce-

rebro. Programas que habían estado inhibidos podían ahora

funcioner libremente, y yo ya no estaba encadenada a ¡r¡ ante-rior interpretación de la percepción. Con ese cambio que me

alejaba de la conciencia de mi hemisferio izquierdo y de la per-

soná que yo había sido, el carácter de mi hemisferio de¡echo

emergió con renovada lucidez.

Sin embargo, si hacemos caso a lo que cuentan los demás,

yo estaba hecha un asco aquel día. Era como un ¡ecién nacido

incapaz de enconffar senhdo a la estimulación sensorial en el

espacio fisico que me rodeaba. E¡a evidente que percibía la en-trada de estímulos como algo doloroso. El sonido que entraba

a raudales por mis oídos me dejaba el cerebro insensible, de

modo que cuando la gente hablaba, yo no podía distinguir sus

voces del est¡uendo de fondo. Desde mi punto de vista, todosgritaban en masa y resonaban como un rebaño discordante de

animales inquietos. Dent¡o de mi cabeza sentía que mis oídosya no estaban estrech¿mente conectados con mi cerebro, y sen-

tía que la información importante se escapeba ent¡e las fisuras.

Quería decir: Ctitdr fiás f eúe ,No me dyuda a entefi¡lelos fie-jor. No tengak miedo de mí. Acetcaos mk a mí.Iiae¡lme rüestuo esp[-

itu dmable- Hablad mas ilespacio. Enuncíad con mas clarídad. Otra

vez. Por favo4 íntentadlo otta rc2. Más d-e+-p-a-c-i-o. Sed amables

112

t l i tAi)A t i^stA t i l tJ l isv

ot¡otilo. Srd ,tr lugar segtro pata ml. Daos a,rcúa de que soy utr ani-mal hetido, no un animal estúpido. Estoy vulxerable y mnJusa. Seaual sea mi edad, sean uales sean uís credenciabg at¿tcaos a mí. Res-petadme. Estoy aquí dentrc.Vefiid a encofitraftE,

Floras antes, aquella mañana, ni se me pasó por la cabeza I¿posibilidad de que estuviera orquest¡¡do mi salvación pata pa,sa¡me el resto de mi üde incapacitad¿ por completo. Sin em-bargo, en el fondo de 111i se¡ mi rnente consciente se sentía tanseparada de mi forma fisica que creía sinceramente que nuncasería capaz de volver a meter mi energía dentro de esta piel, nique podría volver a hacer funciona¡ las intrincadas tramas deltapiz celular y molecular de mi cuerpo. Me sentía suspendidaentre dos mundos, atrapada entre dos planos de realidad perfectamente opuestos- Para mí, el inie¡no era el dolo¡ de estecuerpo herido que ftacasaba miserablemente en todo intentode i¡rte¡actuar con el mundo exterio¡ mientns que el cielo erauna conciencia que ascendía a le beatitud eterna.Y sin embar-go, en algún lugar en el fondo de mí había un serjubiloso, con-tentísimo de que yo hubiera sob¡evivido.

I

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!n

8

Cuidado neufológico intensivo

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\

Cuendo mis médicos decidiencn que mi ca¡o ya no e¡a unaemergenci¿, me t¡aslada¡on a la Unidad de Cuidados Intensivosde Neurología. Lo único que yo sabia era que tenía un compañe-ro de habitación ¿ lá izquierda, que mis pies apuntaban e la puer-ta y que mi lado izquierdo estaba cerca de una pared.Aparte deeso, no e1? collsciente de muchx cosas, excepto de mi cabeza ymi brazo derecho, que seguian doüéndome.

Percibia a la gente como p¿quetes concentrados de ener-gía. Los médicos y las enferme¡as eran gnndes conglomeradosde potentes rayos de energía que iban y venían. Me sentía acu-ciada po¡ Lrn nundo e>.terior que no sabía cómo comunica¡secoffrigo- Como no podía hablar ni entender lo que me de-cíen, permaneci¿ en silencio a la orilla de la vida. Ojalá me die-tan un dólar por cada examen neurológico que me hicieron enaquellas primeras cuarenta y ocho horas. La gente entraba zum-bando, pinchaba, sondeaba y buscaba sin cesa¡ irrformación neu-rológica. Esas actividades constantes agoteban mi ene¡#a. Leshabría agradecido que hubieran unido sus esfuerzos y compartido l¡ inform¿ción.

Con aquel cambio en rni hemisGrio derecho, me voMempática a 1o que los demás sentían. Aunque no podía enten,der las palabras que decían, podia sacat un nontón de infor-

¡

1r7

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uN Al^QLrl l ln l lu( l r ) l l /

n¿ción de su expresión facial y lenguaje corporel Presté mu-

cha atención al modo en que me afectaba la dinámica energé

tica. Me daba cuenta de que algunas personas me aportaban

energía, mient¡as qLre otras me la quitaban. Una enfermera es_

taba muy atenta a mis necesidedes ¿Estabe abrigada? ¿Necesi-taba agua? ¿Me dolía algo? NaturalmeDte, me se[da segura en

sus m¿nos. Esteblecía contacto lrsu¿l conmigo y estaba clarc

que ne estaba proporcionando un espacio para curume Otm

enfermera, que nunce establecía contacto visLral, a¡rastraba los

pies como si tuüera dolores. Esa mujer me traía una bandeja

con leche y gelatina, pe¡o no se daba cuent¿ de que mis manos

y nris dedos no podían ebrir los recipieltes.Yo quería desespe-

radamente consurnir algo, pero ella no se daba cuenta de rnis

necesidades. Levantaba la voz cuando me hablaba, sin com-

prender que yo no estaba sorda. Dad¿s las circunstancias, su f1l-

ta de interés por comunicerse conmigo me asustó. No nre sen-

tía segura cuando me cuidaba ell¿

El doctor David Greer era un joveu amable y dulce. Era

sincenmente sensible a mi situación y se tomaba tiempo du

Énte su ejetreada rutin¿ parir inclinarse cerca de nú cara y ha-

blarme en voz baja. Me tocaba el brazo para infundirme con-

fianza en que me pondúa bien. Aunque yo no entendía lo que

decía, estaba claro que el doctor G¡eer cuidaba de mí. Com-

prendía que yo. no eta tonta, sino que estaba d¿ñada Me trata-

ba con respeto. Siempre le estaré agradecida por su amabilidad.

l)uranre:c¡rel primer ch¿. mi l l turclón progre'ó y mejoró con

rapidez en algunos campos, pero en otros nada.Aunque la re-

cuperación iba a durat años, ciertas paftes de mi cercbro esta-

b¿n ¡r. in int¡cr¿. y 'e pusieron inmedi¡r¿mcn¡e en dcción p¿r¿

intentar descifrar los miles de millones de bits de datos que for-

118 119

r i lJ | ,^¡x ) Nt iUt( l ,axi¡(x) tNl t lNstv()

¡r¡ban el momér'¡to presente. La diferencia más not¿ble entremi experiencia cog$itiva anterior y posterio¡ al ictus era el dra-rnático silencio que se había instalado en mi cabeza. No es queya no pudiera perxar, pero no pensaba de la misma manera. Lacomunicación con el mundo exterior estaba co¡tada. Xl len-guaje con procesamiento üneal, suprimido. Pero pensar en imá-genes sí funcionaba. Reunir flashes de información momento amomento y después tomarse úelnpo pam considerar la expe-riencia, también fu ncionaba.

IJno de rnis médicos me preguntó: (¿Quién es el presidente de Estados Unidos?r. Par¿ que yo p¡ocesara esa prcgunte yenconffara una respuest¿, p¡imero tenía que darme cuenta deque me estaban haciendo una pregunte. lJna vez que me d.:rbacuenta de que alguien requería mi atención, necesitaba que rc-pitieran la pregunta para que pudiera concent¡arme en los so-nidos que hacían, y después tenía que p¡estar mucha atenciónal movimiento de sus labios. Como a rnis oídos les resultabamuy dificil distinguir una voz particular del ruido de fondo,necesitaba que rcpitieran la pregunta despacio y pronunciandocon cla¡idad. Necesitaba un¿.comunicación pausada y clara.Puede que tuviera una expresión estupida en la cara y que pa-reciera ignor¿nte, pero mi mente estab¿ muy ocüpada concentrándose en l.e adquisición de nueva información. Mis respues-tas eran lentas. Demasiado lentas para el rnundo real.

P¡esta¡ atención a lo que alguien me decia implicaba unenorme esfuerzo, y descubrí que aquello me cansaba. En pd-mer lugar, tenía que p¡est¿¡ atención con los ojos y los oídos,ninguno de los cuales funcionaba normalmente. Mi ce¡eb¡otenía que capter el sonido y luego emparejar ese sonido conun movi¡niento específico de los labios. Después tenía quebuscar y ver si en alguna parte de rni dañado cerebro habíaguardado algún signifcado para aquellas combin¿ciones de so-

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uNdlAQUll I t i l ,u( I ) l iz

¡idos. Cuando descifraba una palabra, tenía que buscar combi-

laciones de palabras, y con una mente dañada aquello llevaba

horas.El esfue¡zo que me costaba prcstar atenpión a 1o que al-

guien decia era como el e.fuerzo que se necesita p¡r¿ Prest¡ratención a alguien que te habla por un teléfono móvil con pro-

blemes de cobertura. Hay que esforzarse tanto pa¡a oír lo que

Ia persona te dice que te impacientas, te sientes fi'ustmdo y cor-

t¿s la comunicación. Ese era el tipo de problema que experi-

ment¿ba al oír un¿ voz en un fondo ruidoso. Se necesitaban

grandes dosis de volunted y determinación por mi P¿rte, e in-

frnita paciencia por parte del que hablaba.

Para mi procesamiento de info¡mación, tom¿ba los sonidos

de las palabras clave y los repetía una y otra vez en mr cereb¡o

para no olvidarrne de cómo sonaba¡. Entonces emprendía un

proceso de er'ploración para identificar un significado que se co_

rrespondiera con el sonido de aquellas palab€sl- Presidente, ptesi-

dente, ¿qué es un prcsideflfe? ¿Qué signfita eso? Cuando ya tenía un

concepto (imagen) de 1o que era un presidente, pasaba a io de

Estados Unidos. -Est¿dos Unidos, Estados Unídos, ¿4ué es un Esfados

IJnidos? ¿Qué sígnfu ao2 (Jna vez mfu, cuando encontrabe el ar-

chivo de Estados Unidos, era una imagen en mi mente. Después

tenía que juntar las dos imágenes: la de un presidente y la de Es-

tados Unidos. Pero mi médico no me p¡eguntaba en ¡ealidad

nad¿ sobre Estados lJnidos o sobre un presidente. Me pedía que

identiñca¡a a rur hombrc concreto, y eso era u]l archivo comple-

tamente diferente. Como mi cercbrc no podía pa¡a¡ de qresi-

denter y nEstados Unidos) e (8i11 Clintoo, me rcndía... pero

solo después de horas de sondeos y un agotador ejercicio mental

Mi capacidad de cognición se medía er!óneamente por

el úernpo que tardaba en recuperat información, y no por el

modo en que mi mente d¡eñab¿ estrategias para recuperar la

t20 127

( ! r^tx) Nt lL|{() taxj t ( ( l tN t .¿Nstv{)

inforrrraciót que contenía. Después de todo el esfuerzo quehabía dedicado a la ta¡ea de encontrar 1¿ respuesta a la pregun-ta inicial, rcsultaba que había dem¿siadas asoci¿cio¡es pe¡a queyo eligiera. Como estaba pensando en imágenes, tenía que em,pezar por una única imagen e ir ampliando a partir de ella. Nopodía empezar por 1o general y encontrar 10 más conc¡eto sine:,1lorar los miles de nrillones de posibiüdades, y eso e¡a agota-dor Puede que si me hubierao hecho una pregunra concretaace¡ca de Bill Clinton, hubiera encontrado una imagen de Billy después habría podido pr.ogresar a partir de ahí. Si me hubie-ran preguntado: <¿Con quién está casado Bill Clinton?>, yo ha-bía encontrado primero una imagen de Bill CJinton, despuésuna inDgen de matrimonio y después, posiblemente, una ima-gen de Hillary al lado de su ma¡ido. Cuando se utiJizan imáge-nes para navegar rumbo al lenguaje, es imposible i¡ de un ar-chivo general a un detalle concreto.

Cualquiera que me hobiera visto habríajuzgado que ya noera la que había sido antes, porque no podía procesar informa-ción como una persone normal. Me entdstecía la incapacidadde la comunidadiiédica para cor¡unica¡se cofl alguien en miscondiciones. El ictus,es la primem causa de incapacidad en nues-tra sociedad, y se dan cuatn¡ veces más ictus en el hemisferio iz,quierdo, lo que afecta al lenguaje. Creo que es impofiantísimoque los supervivientes de un ictus comuniquen y expiiquen lasestr¿tegias de recuperación de cada üno de sus cerebrcs. Si lohicieran, nuestros profesionales médicos poddan se¡ más efica_ces dur¿nte esas ho¡es iniciales de tratemiento y veloración.]¿oquería que rnis médicos se concentreran en cómo funcionabami cerebro, y no en si funcionabe de ¿cuerdo con sus criteriosu horados. Todavía disponía de montones de información ysimplemente iba ¿ tener que encontrar la maner¿ de acceder denuevo a ella.

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uN ^

l . / \ ( ¡u l l l ) l l lu( : l l ) l ,z

Me resultaba ve¡d¡deramente fascinante observarlne y ex-

pe¡imentarme a rú nisIna durante aquellas Primeras fases de la

recuperación. Debido ¿ mis estudios, conceptualiz¡b¿ intelec

tual¡1ente mi cuerpo como un conjunto $e diversos progra-

mas neurológrcos, pe¡o hasta que tuve la experiencia con el

ictus no comprendí de verdad que todos tenemos la capacidad

de perder ftagmentos de nosotros mismos, programa e prog¡a-

ma. Nunc¿ me había planteado de verdad cómo sería perder

mi mente, y más en concreto mi mente izquierda. Ojalá exis

tiera une manera segura de inducir ese conocimiento en la

gente. Podrí¿ result¿r ¡evelado¡.

Imagine el lector cómo se sentiúa si sl¡ conciencia se v'rera des-

pojada de manera sistemática de sus facultades naturales' una

por una. Primero, imagine que pierde la capacidad de encon-

t¡ar sentido a los sonidos que enfan por sus oídos. No está sor_

do, simplemente oye todos los sonidos como caos y ruldo

Después, prescinda de su capacidad de ver las formas defrnidas

de los objetos que hay en su espacio. No está ciego, simple-

mente no puede ver en t¡es dimensiones ni identific¿r los co

lores. Ca¡ece de la capacidacl de seguir un objeto en movi-

miento y distinguir ftonteras cla¡as enüe objetos Adenás, los

olores comunes se anplifican tanto que le abrumen' haciendo

dificil la respiración.

Cuando e¡es incapaz de percibir la temperatu¡a' la vib¡a

ción, el dolor o la pmpiocepción (a posición de los mienrb¡os

del cuerpo), tu conciencia de los propios límites lsicos cambia

La esencia de tu energía se er.aande y se funde con la energía

que te rodea, y sientes que eres tan granrle como el universo.

Aquellas vocecitas que había denffo de tu cabeza, que te recor_

daban quién eras y dónde vivías, se han callado. Se han perdido

122 123

( Lr | t ) txr Nt iL|r( l ( r ¡ (x) JNtt iNslv()

l¡s concxiones dc nlemo¡i¡ con tu antiguo 1o ernocional, y lariqueza de ese momento, aquí y ahora, cautiva tu percepción.Todo, incluida la fuerza vital que eres, irradia energía pura. ConIa curiosidad de un niño, ei corazón se eiela en pa2 y la menteexplora nuevas maneras de nadar en un ma¡ de euforia. P¡e-gúntese el lector ahora si se sentiúa muy motivado pa¡¿ regre-sar ¿ una ruúne sumamente estructurad..

Dormí mucho aquella tarde del día del ictus. Bueno, tantocomo se puede dorlnil en un hospital. Cuando estaba do¡midapodía bloquear el constante chorrc de energía que bombardea-be mis sentidos.Al cerrar los ojos,podía cerrar gran parte de ndmente. La luz rcsukaba incómoda y el cerebro me palpitab¿ dedolor cuando encer, dían aquella btillante linternita para com-probar mi reflejo papila¿ La vía int¡¿venosa en el dorso de lamano dolía como la sal en una herida abierta, y deseaba ser in-sensible a sus manipulaciones ffsicas. Por eso escapaba sumet-giéndome en el santuario de mi mente silenciosa... bueno, almenos h¿st¡ el siguiente exameq neurológico.

Entre bastidoies, Steve ll¿mó a mi madre, G.G. (G.G. es elapodo de rrri madre, derivado de su nomb¡e de soltera, GladysGillman) para informarla de lo sucedido. G.G.y Steve se cono-cían desde hacía muchos años porque asistían a los congresosanuales de la NAMI nacional. Se caían rruy bien. Estoy segurode que aquella fue una llamada de teléfono muy dificil para losdos. Según cuerta Steve, él la llamó y le dijo que se sentare. Leexpücó que yo había su6ido una grave hemorragia cerebal enel hemisferio izquierdo de mi cerebm, y que me encontraba en elHospital General de Me.tsachusetts. Le aseguró que los médicoshabían estabilizado mi cuerpo y que estaba ¡ecibiendo el mejor cuidado posible.

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LJN Alt\(¡Utl r)ti LU(j nr

Aquel rTrismo dia, más tarde, mi jefa Francine llanó a G.G.y la ánimó a tomarse un par de días libres para pone! en orden

sus ¿suntos y así poder venir a Boston para una larga visita.

Francine tenía cla¡o que seguramente tendfan que operarme.

Esperaba que G.G. pudiera venir y cuidar de mí en la zo¡a de

Boston. G.G. no vaciló. Había pxado diez años de su vida in-

tentando ayudar a mi he¡m¿no ¿ cu¡ar su mente sin éxito. Sin

embargo, sentía que podía ayudar a su otra hija a rccupeÍa¡se

de su trauma neurológico. G.G. convirtió todos aquefos años de

frusración por no haber podido curar la esquizotenie de ni

hermano en un plan para ayudarme a recupe¡ar mi mente.9

Segundo día: la mañana siguiente

Page 63: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

A la mañana siguiente, a primera hora, me despertó una estu-diante de medicina que veníe con pdsas pa¡a hacer un histo-rial médico. Me pareció extraño que no la hubie¡an informa-do de que yo había sobrevivido a un ictus y no podía habl¿r ni

el lelguaje hablado.Aquella mañana me di clrenta dela primera responsabiüdad de un hospital debería ser pro-

los niveles de energía de sus pacientes.Aquella chica eralampiro energético. Queía algo de mí, a pesar de mi frágil

ición, y no tenía nada que darme a carnbio. Estaba t¡abe-a contrarreloj y e¡a evidente. que iba pe¡diendo la carre-

. En sus prisas, fue brusc¿ en su treto conmigo y me sentíun ¡ecluta al que le echan una b¡onca; Habl¿ba a ¡nil

hora y me gritaba como si yo fuera sorda. Me quedé ob-c¡va¡do su comportamiento absurdo y su ignorancia. Ella te-

prrsa y yo acababa de sobrcvivir a un ictus. No estábamosla misrna sintonía. Podría h¿ber obtenido aleo rnÁ de mí si seie¡a acercado amablemente, con paciencia y deücadeza, pero

insistía en que yo respo[diera a su aire y a su velocidad,fue satisfactorio pare ninguna de las dos. Sus demandas eranlestas y el encuentro me dejó fatigada. Me di cuenr¿ deiba a tener que prcteger mi preciosa ene¡gía con mucho

127

Page 64: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

r rN Ar¡(¡ | | | l ) ]1 r . ( ( l1, l iz

La principal lección que aprendí aquella mairaur luc qrrc,

en lo referente ¿ mi ¡ehabilitación, yo era en defrnitiva la que tt'

nía el control del éxito o fr¿caso de los que me cuidab¿n. Er;r

yo quien decidía comparecer o no- Decidí comparecer ante l()s

ptofesionales que me aportabaü energía ál conectar conmig(),

tocándome con suavidad y del modo adecuado, estableciendo

contacto visual directo conrnigo y hablándome con calma.Y,

respondía positivamente al tratamiento positivo. Los profesio

nales que no conect¿ban conmigo minaban mi energía, así quc

me protegía haciendo caso omiso de sus peticiones.

Toma¡ la decisión de recuperarme fue un paso dificil, conr-

plicado y cognitivo. Po¡ una parte, me encantaba la dich¿ de se

guir la corriente del flujo eterno. ¿A quién no le gustaía? E¡¡

marevilloso esta¡ allí. Mi espíritu estaba radiante,libre, formida-

ble y en paz. En el arrebato de beatitud que nre envolvía, tuvt

que plantearme qué significaba en realidad la recuperaciórr.

Evidentemente, poseer un hemisGrio izquierdo funcion¿l tenía

algunas ventajas. Me proporcionaría la capacidad de interactu¿r

de nuevo con el mundo e¡.1erior Pe¡o en ese estado de incapa-

cidad, teniendo en cuenta que lo que yo percibi¿ como caos

era puro dolor, el esfuerzo que tendría que hacer para recupe

rarme, ¿era esa mi prioridad?

Sinceramente, había algunos aspectos de rni nueva existen-

cia que me parecían preferibles al modo en <¡ue había üüdo

antes. No estaba dispuesta a poner en peligro mi nuer,a lucidez

en aras de la recuperación. Me gurtaba saber que era un fluido.

Me gustaba saber que mi espíritu estaba en armonía con el

universo y lluyendo con todo 10 que me rodeaba. Me ¡esulta-

ba ñscinante estar t¿n sintonizada con la dinámica energética y

el lenguaje corporal. Pero sob¡e todo, me encantaba l¡ sensa

ción de profunda paz interior que inundab¿ el núcleo m¡rrro

de rr1i ser

t2a 129

srf i l rNln ) r ) lAr l^ M^NAN^ Sl{X l l lN l l l

L)csc¡b¡ cstar eD on lugar donde la gente estuvícr¡ tran-

quila y valorar¡ mi experiencia de paz interior' Debido a rni

emp"úa "mplifi."da,

descubri que era sumamente sensible a 1¿

tensión de los demás. Si recuperarme significaba que tenía que

¡entirme como se sentían ellos todo el tiempo' no me lntetesa-

b¿. Me re.uh¿b¿ láci l .ep¿r¡r mi' ' rol lo'- y emocrone: de lo'

nrollosr y emociones de otras personas, optando por observar

pero sin participar Como dijo Marianne Willianson: <3od11

lei[corponrme a la carre¡a de ¡atas sin converírme otra vez

en una lata?).

Andrew otro estudiante de ¡nedicina, vino aquella misma

iana a hacerme ot¡o exarnen neurológico Yo estaba matea-

increíblemente débi1 y no podía incorporarme sola en la

, y rnucho menos ponerme de pie Pero como e¡a ¿mable

.ra fir-., -.

senti segura con él Hablaba despacio' me

directamente a los ojos,y rcpetía todo lo que fuera ne-

sario. Me respetaba como persona' incluso en aquell¿s con-

ciones.Tuve i seguridad de que llegaúa a ser un buen médi-

Espero que lo sea Ya.La doctora A¡¡eYoung, que ere por entonces la directora

Departamento de Neurología del Hospítal General de Mas-

rusetts (yo ta llamo la Rein¿ de la Neurología)' era mi neu-

Yo habí¿ oído hablar de la f¿mosa AnneYoung durante

, cuando trabajaba en el Banco de Cerebros de Harvard'

Cerebro' de¡ p.rrte del comlte J\esor oel Dr¡rLU u

y, do, ..-"rta, *,.r, había tenido el privilegio de sen-

me a su l¿do el1 un almúerzo oficial del comité asesor que

tuvo lugar en el Encuentro Anual de Neurología enNueva Or-

l4ns. En aquel almuerzo expliqué los g¡andes esluerzos que

crab" h""i.ndo p"t" q.,e ar¡mentara el nú¡nero de ce¡eb¡os do-

nados a 1¿ investigación por personas con dieglósticos psiquiá-

tricos. La doctoraYoung me había conocido como profesional

Page 65: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

' 'N^¡^\¡ l l ' l l t r l l '1 ,

aquel día, de modo que cuando me encontró en su lista dc

¿quella Írañana ya habíamos establecido un¿ relación especial.

Ent¡e los muchos ci¡cuitos de mi cerebro que habían que-

dado desectivados, tuve le suerte de que tanlbién se hubie¡e es-

tropeado el circuito de la vergüenza. Como una madre pato se

guida por una larga hilera de patitos, la doctora Young y su

séquito de estudiantes de medicina llegaron a mi puerta en

su ronda matutina. Pa¡a mi horro¡ retlospectivamente hablan

do, yo estaba desnuda con el tmsero al aire y me estaban lim-

piando con una esponja cuando llegó la Reina de la Neurolo-

gía con su tropa.Los ojos de la doctoraYoung eran dulces y amables, y son-

¡eía mi¡ándome a los ojos. Cuando se acercó, me tocó inme-

diatamente el pie, más o menos como un experto en caballos

toca a un caballo en el lomo al paser junto a é1. L¿ doctora

Young me ayudó a ponerme en una postu¡a cómod¿. Después

se situó junto a mi hombro, apolando con suavidad las manos

en mi brazo, y me habló en voz baja; no a sus estudientes, sino

a mí. Se inclinó sobre la cama y se acercó a mi cara lo suflcien

te para que yo pudiera oírle- Aunque no entendía casi nade de

1o que decía, comprendí su intención. Aquella mujer sabía que

yo no era idiota, sino que estaba daiada, y estaba claro que sa

bía que su trabajo era averigu¿r cufes de mis ci¡cuitos estaban

aún activos y qué partes necesitaban curarse.

I a doctora Young mc preguntó re\Petuosamente si me pa_

recía bien que les er?ücara a sus alumnos el examen neuroló-

gico, y yo accedí. Resultó que yo era la científica cereb¡al que

había fallado en todas las pruebas de la Jista, y la doctora no se

separó de rni cama hasta estar segura de que yo no la necesita

ba más. Camino de la puerta, me estrechó la meno y después

los dedos del pie. Sentí una enorme se¡xación de alivio el saber

que ella era ni doctora. Sentia que me entendía.

130 l3 l

stf i l rNlx ) t ) t^r t^ M^NAN^ st( i (J |1N t

Más t¡rde, aquella misma r,rañana,llegó la hora de que mehicieren un angiograma que permitiría ver los vxos sanguíneosde ¡ri cerebro. Necesitábamos una imagen ve¡daderamentebuena del tipo exacto de hemotngia que había sufrido, y elangiograma era lo más indicado.Aunque me pareció absurdoque alguien me pidiera que firmara un impreso de corxenti-miento en aquellx condiciones, comprendí que las normas sonlas normas. Pero ¿cómo definirnos (en su sanojuicio)?

Las rnalas noúcias viajan deprisa. La de mi ictus corrió por lasredes del Hospital Mclean y de la NAMI. Allí estabe yo, elmiembro rnásjoven de lajunta nacional quejamás se había elegido, suúiendo un ictus ¿ los treint¿ y siete años-

Dos de rnis cornpañe¡os del Banco de Cereb¡os vinier¡¡n avisita¡me aquella tarde a la UCI de Neurología. Mark y Pamme trajeron un osito de peluche para que lo abrazara, y yo leslgradecí su allrabilidad. Aunque pude sentir su temor inicial,me diercn energi¿ positiva y me dijeron: <Eres Jill, te vas a poner bienir. Aquella confranza en mi completa recuperación eravaliosísima para nú.

Al final del segundo día, había acumulado en rni cuerpotnergía suficiente pata darme iá .v'uelta, senta¡me en el bordede la cam¿ con ayuda y ponerme de pie apoyada en alguien.¡{unque descubrí que aquella actividad consumía toda la energía que yo tenía, estaba haciendo grandes prog¡esos fisicos. El

derecho seguía muy débil y continuaba doliéndome,pero podía moverlo utilizando los músculos del hombro.

De maner¿ inte¡mitente, a lo largo del día,la energía de miCuerpo aumeotaba y disminuía, desde un poquito de energía

un depó. i to !o¡nplerdmenre r¿cro. Cu¿ndo dormi¡ , mjpósito se llenaba un poco y después gastaba ese energía en

Page 66: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

uN A|¡QUD lr l l -U( l l l )11, ,

intentar hacet o pensar algo. Cuando mi rese¡va sc algotaba, tenía

que volver a dormir.Aprcndí enseguida que carecía de resis_

tencia, y cuando se agotaba mi energía me quedaba sin fuerzas.

Comprendí que tenía que prestar mucha ¿tención al grifo de la

energía. Tenía que aprender a econonriza¡la y estar dispuesta ¿r^--r- -^- - -^- -,1^uu'

' ru, Pd,d, !Pvn\J¡4

El segundo día terminó con une visita de Steve con la no-

ticia de que G.G.llegeú¿ a Boston a prirnera hora de la mañ¿-

na siguiente.Al principio, no entendí qué significaba G.G., in-

cluso había perdido el concepto de lo que es úna m¿d¡e.

Aquella noche me pxé el ¡esto de mis momentos de vigilia in-

tentando encontrar el sentido de tuadrc, fla¡\rc, madte, G,G,,

C.G.. G.C. segui reprriendo hs palabras para encontrar dque-

llos archivos, abdrlos y recordar.Al 6na1, medio entendí lo que

e¡a una mad¡e y lo que representaba G.G. 1() suficieote pala

sentirme emocionada porque iba a venir al día siguiente.

't

Tercer

10

día: G.G. llega a la ciudad

Page 67: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

\

El tercer día por la mañana me.sacaron de la IJCI de Neu¡olo-gía y acabé compartiendo habitación con un personaje muy in-tercsante. Aquella mujer padecía ataques epilépticos, de modoque los médicos le habían envrelto la cabeza en una g1?n toallablanca, y tenía nurnelosos electrcdos v cables saliendo de su ca-beza en todas di¡ecciones. Los cables estaban conectados ¿ todaclase de apaetos regishadores que ocupaban g¡an parte de lahabitación; y aunque podía moverse de la carra a la silla y albaño, era todo un espectáculo. Seguro que quienes me visitabanpensaron que se parecí¿ ¿ Medusa. Como se abu¡¡ía, entablabasiemprc conversación con tgdos los que entreball a verme.Yo,en cambio, ¿nhelaba con toda mi alma el silencio v un estímuloser¡orial mínimo. El ruido del televiso¡ de sü mitad de la habi-tación absorbí¿ dolo¡osamente mi e¡rergía. Chocaba por com,pleto con rni idea de 1o que podía contribuir a mi curación.

Había mucha exciteción flotando en el airc aquella maña-na. Mis colegas Francine y Steve ya estaban allí, y varios médi-cos se arlemolinaban por las inmediaciones. Habían üegado losresultados del angiograme y era ho¡a de pone¡se en serio a ela-bora¡ mi plan de tntamiento. Recuerdo muy bien el momen-to en que G.G. ent¡ó en mi habitació¿. Me miró directamentea los ojos y se acercó al lado de mi carna. Apareció elegente y

135

Page 68: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

uN ^r1\(?ul i

l ) l i l l r ( lDl lz

tnr)quila, saludó ¡ los que estaban en la habiteción y despuós

lcvantó la sábana y se metió en la cema conmigo. Me rodeó ir-

nrecliatamente con los brezos y yo me fundi en la familiarid¡d

dc su contacto. Fue un momento asomb¡oso d9 rni vida. De al-

gírn modo, ella había comprendido que ya no era su hija la

doctora de Harvard, sino offa vez su niñe. Dice que hizo lo que

cualquier madre habría hecho. Pero no estoy tan segura. filaber

nacido de mi madre fue, verdaderamente, mi prirrrera y mayor

bendición.Volver a nacer de eüa por segunda vez ha sido mi

nayor suerte.

Me sentí a las mil ma¡avillas, envuelta en el amor de mi

madre. Era dulce y cariños¿ y obviamente estaba un poco ner

viosa, pero en general pienso que estuvo muy bien y me gus

tó. Fue un momento perGcto para mí. ¿Quién podria pedir

¡nás?Yo estaba entubada, de rnodo que nunca podía saür de la

cama, y aquella mujer tan agradable había entrado en mi vida y

me rodeaba de amor.

Y entonces empezó la conferencia. Se hicieron presenta

ciones, se pasaron informes y todos los par[cipantes de impor-

ta¡¡cia estabafl presentes. La doctoraYoung impuso el tono y

¡ne habló directar¡ente a mí, como si yo pudiera entendeda

Agradecí que no se limita¡a a habla¡les de mí a los otros. En

p¡imer lugar, prcsentó al doctor Christopher Ogihy, neuroci-

rujano especializado en malfo¡maciones a¡teriovenosas (MAV).

El doctor OgihT eralicó que el ¿ngiognme co¡firmaba que

mi cereb¡o había contenido una MA! y que esta malforma-

ción congénita era la responsable de mi hemorragia.Yo tenía

un historial dejaquecas qüe nunc¿ respondían a la ¡nedicación

Ahora mis médicos predecían que ya no iba a tene¡ j¿quecas,

pero que experimentaría pequeñas hemorragias con los años.

Aunque yo no entendía la mayor parte de 1o que se de-

cía en ese coloquio ¿lrededor de mi c¿ma, estaba pendiente

136

t I r r ( ln\ t tAr( l . ( ; . _t( i^ ^

t .^ ( : t ( ] t )^t)

de lo que se comunicaba no ve¡balmente. Las expresiones delas cams, los tonos de las voces, las posturas de los cuerposcuando intercambiaban información... todo aquello me re-sultaba fascinante. De un modo curioso, me rcconfo¡taba sa-ber que la gravedad de mi situación justificaba todo aquel¡lbo¡oto. Nedie que¡tía causa¡ tanta conmoción solo patacíteraIse de que no, en realidad no ha sido un ataque al corazón, ¡solo gases!

El ambiente en la habit¿ción era tenso cuando el docto¡Ogihy describió los p¡oblemas con los vasos sanguíneos de micerebro. Cuando sugirió hacerme una craneotomía para ex-traer los restos de la MÁV y un coágulo del tamaño de una pe-lota de golf, G.G. se despegó de mí y su ner-viosismo se hizoparente. El do, tor Ogil lry explicó rumbién que , i no se exrir-

Peba quirúrgicamente la MAV, tenía muchas posibilidades delufrir otr¿ hemor¡¿gia y quizá la próxima vez no I u,v.iera rdnrrBuerte consiguiendo a)-uda.

Sinceramente, no entendí todos los detalles de 1o que se

Proponían hacer, en parte porque las células de mi cerebro quecomprenden el lenguaje estaban flotagdo en un charco de sen-gre, y en perte por la rapidez de su conve¡sación. En mis cou-diciones, me pareció entender que planeaban introduci¡ uninstrumento de succión por mi arteria femoral hasta el cerebrcpara absorber el exceso de sangre y la peligrosa ma¡aña de va-6os sanguíneos. Me quedé ho¡io¡izada cuando me di cuenta deque su plan consistía en abrirme la cabeza. ¡Ningún neuroana-tomista que se prccie permitrÁa, jamás que alguien le abriera lacábezal Intuitivamente, aunque no académicelnente, comprcndí que la dinámica de presión enÍe las cavidades to¡ácica, ab-dominal y craneal está equübrada con anta delicadeza que unagran invasión, como uoa craneotomía, dejaría destartalada contotal seguridad mi dinámica de energía.Temía que si me abúan

Page 69: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

l rN ^r^r¡r l r

l , l l l t ! l l )1, /

l¡ cuhczl cst¡rrdo yo ya muy mal de energía, rlo scrir capaz de

fcfrrpcrirr rrri cucrpo ni rni cognición.

l)ejé muy claro a todos que bajo ninguna circunstencia les

pcruritiría que me abrie¡an la cabeza. Nedie parecía compren

rlcr clue mi cuerpo estaba ya exhausto y que no pod¡ia sobre-

vivir ¿ otro golpe ten duro, aunque estuviera metlculosemente

cirlculado. No obstante, sabia que era r,'ulnerable y estaba a ner

r'ctl de las personas que se hallaban en aquella habit¿ción

L¿ reuníón te¡minó con Ia opción de la craneotomía tenr-

foralmente aplazada, aunque estaba claro para todos (menos

plra mí) que le tocaba a G.G. convencerme de que me dejare

opcrer. Con enortrre cotnpartón. C,G, inruló ni\ temores y

procuró reconfortarme. <Tranqula, cariño, no es necesario que

fc operen. P¿se 1() que pxe, cuidaré de ti. Pe¡o si no te quiten

cm MAV siempre ex¡tirá la posibiüdad de que tu cerebro l'uel-

va a sangrar. En ese caso, puedes venir ¿ vivir conmigo y estaré

pcgada a ti du¡¡nte el resto de tu vida.D Aunque mi madre es

uua mujer maravillosa, vivir toda una vida con ella pegaü a mí

no era 1l> que más nre apetecía.Al cabo de un par de días, acce

dí a que me operunn para extirpar la MAVA partir de enton-

oes, mi tarea consistiría en fortalece¡ mi cuerpo dumnte las se-

tnanas siguientes, 1() sufrciente para sobrevivir al iniinente

8olpe.

l)urante los dias posteriores al ictus, mi energí¿ aumentaba y

clisminuía proporcionalmente a las horas de sueño y a los es-

fuerzos. Aprendí pronto que cada esfue¡zo que hacía era el

único esfue¡zo inportante. El pdmer día, por ejemplo, tuve

que rodar y rodar, y rodar un poco más, entes de tener sufi-

ciente energía para incorpo¡arme. Mienffas estabe en la fase de

rodar, tenía que aceptar que ese acto era la única actividad que

138 139

illport¡b¿. Collccnt¡arme en el éxito del objetivo frnal, ser,tar-rne, Do era convemente porque estaba muy por encina de mic¿pacidad actual. Si hubiera decidido que el objetivo era sen-rarme, y después fracasaba y volvía a Sacasar cada vez que lointentaba, habría quedado decepcionada por mi incapacidad yhabría dejado de intentarlo. Descomponiendo el esfuezo deincotporarme en los pasos más pequeños de rodar a un lado ydespués balancearme hacia arriba, conseguía much¿s veces rniobjetivo por el camino... y 1o celebraba como era debido: dur-miendo. Así pues, 111i estrategia era rodar y después rodar unpoco más. En cuanto dominé la técnica de roda¡ con frecuen-cia, me esforcé con entusiasmo en balancearme. Cuando pudebala¡cearme con facilidad, mi cuerpo pasó al siguiente movi-miento nrtural. empu¡r¡ h¿ci¡ ¡rr ib¡.Y como siempre. mis es-fuerzos se concentraban en empuj¡r hacia ¿rriba, con frecuen,cia y con el vigor del entusiasmo. Empujar hacia a¡¡iba conentusiesmo me llevó direct¿mente a sentarme, y sentí que meinvadía la satisfacción del éxito.

En esencia, tenía que dominar por completo el nivel de ca-pacidad que pudiera lograr, antes de dar el siguiente paso. Paraadquirir una nueva habilidad, tenía que ser capaz de repetir elesfuezo anterior con gracia y control antes de dar el siguientepaso. Cada pequeiio intento corxumía tiempo y energia, y cadaesfuerzo se reflejab¿ en la necesidad de do¡mi¡ más.

El cuarto día, todavía pasaba la mayor parte del tiempodurmiendo, ya que rrri cerebro ansiaba que los estímulos fueranmir¡mos. No es que estuviera deprimida, pero 111i cerebro su-fría una sobrecarga sensorial y no podía procesar la avalanchade información ent¡anre. G.G. y yo estábamos de ecr¡erdo enque mi cerebro era el que mejor sabía lo que tenía que hacerpara recuperarse, Por desgracia, no es co¡riente que a los su-pervivientes de un ictus se les pe¡mita do¡mir tanto como a

1

Page 70: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

l i \Al^!¡ l l : I ' i l r r l l '1 .

cllos les gustaría, Pero en mi caso, nos parecía que el sucño cra

el rnodo que tenía nx cerebro de tomarse un respiro ante los

Duevos estímulos. Nos dábamos cuenta de que mi cerebrc to

davía estaba ffsicamente traumatizado yera evidente que esti-

ba confuso por completo respecto a la información que entra

ba por rnis sistemas sensoriales. Acordamos que mi cerebro

necesitabe tiempo y tranquüdad para encontrarle sentido a hr

que acababa de experimentar. Para mí, el sueño e¡a la hora dc

archivar. ¿Sabe el lector lo caólca que se puede poner una ofi

cina si no se to¡na uno tiempo para archirar? Lo mismo le pa-

saba r mi cerebro: necesiteba riempo para organiza.. procesar v

archilar la carga de cada hora.Tenia que elegú entre erfuerzos Esicos y cognirJvor. porqu,

los dos me dejaban agotada. En el f¡ente ffsico, estaba haciendo

grandes progresos recuperando mi estabilided básica.Ya podír

sentarme en la cama con cierta facilidad, ponerme en pie e in

cluso andar un poquito por el pasillo sin demasiada a1'uda. Mi

voz, en cambio, era débil porque no tenía fuerza para expeler'

aire. En consecuencia, hablaba en un susurro bajo, y mi habl:r

era fiagmentada y labo¡iosa. Me costaba encontrar la palabrr

adecuada y muchas veces confundía los significedos. Recuerdo

que pensabe (eguaD y decía <leche>.

En el plano cognitivo, me costaba comprende¡ mi existen-

cia. Aún no podía pensar en términos de pxado o futuro, asi

que gasté muchísima energía mental t¡atando de componer cl

momento prcsente. Aunque penser me resultabe muy dificil, eF

taba mejorando cognitivamente. Me había acosturnbrado a quc

rni rnédico me dijera que recordaú tres cosas y después, al frnal

de su visita, me preguntara cufes eran esas t¡es cosas. G.G. diccque supo que me iba a poner bien el dia que me pidió que re-

cordara bombero, manzana y avenida Whippoorwill 33. Hastr

entonces había f¡ecasado rotundamente, pero decidí que aqucl

14{)

Lrrct l t { t ^ : ( i . ( i

. l ic^^ t^ ( (Jt)^t)

día tro ibr a prestar atención a ninguna otra cosa que él dije-ra, y solo repetiría las pa.labras una y otra vez en mi cabeza, re-tcniéndolas en la memo¡ia hasta que llegara el momento desoltarlas. AI fina.l de la visita, me pidió que recordara las trcscos¿\. Con confanzr. pronuncié "Bombero. m¿nz¿n¿ y ¿veni-daWhippoorwill nosecuantoe. Después añadí que, aunque nopodía recordar la dirección exacta, recorreúa la calle de a¡ribaabajo llamando a cad¿ puerta hasta encont¡ar la casa cor¡ecta.G.G. soltó un enorme suspiro de ¿livio al oír esto. Según ella,indicaba que mi habiüdoso cerebro estaba ot¡a vez en marcha,y se convenció de que seúa capaz de encontrar el camino paravolver a entrar en el mundo.

Aquel mismo día, Andrew llegó para hacer su visita diaria, yuno de losjuegos que utilizaba para determinar nri aptitud cog-itir,e consistía en pedime que contam hacia atrás desde cien de

liete e¡ siete. Aquella tarea era particularmente di6cil para nú,ue las célu.las de mi cerebro que entendían matemáticas he-quedado permanentemente destrridas. Le pregunté a al-

ien las primeras respuestas a la pregunta, y la siguiente vez queme preguntó,le solté tres o.cu¿tro rcspuestas co¡rectas.

irurediato conGsé que había hecho trampa y que no tenía nide cómo empezar aquella tarea. Pero era importante para rní

ue Andrcw comprendier¿ que, aunque ciertas potciones dei cerebro no funcionaban, otr?s p¿rtes de mi cerebro, en este

mi mente astuta, compensarían las habüdades perdidas.El quinto día,llegó el momento de i¡ a casa a fottalece¡me

sufciente para soportar la cirugía. Un fisiote¡apeuta me en-ñó a subir una escalera con ayuda, y después me dejaron al

de G.G. Me sentí ffsicamente en peligro mientras rniconducía como un paleto en pleno centro de Boston.

tapé la cara para evita¡ la luz del sol- Recé dunnte todo el

I

ri

Page 71: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

1.1

Curándome Y PreParándomePara 1a oPeración

Page 72: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

El 15 de diciembre de 1996 regresé a mi piso de Wincheste¡

donde disponía de menos de dos sema:ras pe¡a prcpererñe pare

la operación.Vivía en el segundo piso de una casa para dos fa-

rnilias, así que tuve que sentarme el los escalones e ir botendo

gobre el tmse¡o paIa subir las escale¡as (no, no era esa la mane-

¡a en que el fisioterapeuta me enseñó a hacerlo). Cuando lle-

gué al ultimo escalón, estaba agotada y mi cerebrc ansiaba dor-

inir. Estabe en casa. Por fin. En casa, donde podtia meterme en

ul agujero e hibernar sin interrupciones ajenas.Toda yo suspi-

raba por la quietud curadóra. Me dejé caer en mi cama de agua

perdí el conocimiento.

Fue una absoluta bendición tener a G.G. como cuidadora.

rSi le preguna, le dirá que no tenía ni idea de 1o que debía ha-

er; simplemente, dejó que las cosas se desa¡rollaün de me.l1e_

fa natural, p¿so a paso. Co.n¡prendió de manera intuitiva que

pata il de A a C, yo tenía que -aprender A, después B y después

C. E¡a como si tüviera otra vez el cerebrc de un bebé y tuvie-

fa que aprcnderlo prácticamente todo a p¿rtir de cero.Volví e

básico: cómo andar, cómo hablar, cómo leer, cómo escribir

Óó*o -orrt",

,r,t ,ompecabezas. El P¡oceso de recuperación

ásica era como las fases del desa¡rollo no¡mal.Tenía que reco-

rter cada etapa, dominar ese nivel de habilidad, y entonces el si-

145

Page 73: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

t rN ^ l^( lut i

t r l I u( : ) t1¿

guiente paso se clesarrollabe de manera natLrr¡1. Motóclicancrr

te, tuve que aprender a oscilar y balancearme antes de poder

incorporarne y sentarme en la cama.Tuve que sentarme y os-

cila¡ hacia delante antes de poder ponerme en pie.Tuve que sr

ber ponerme en pie ¡n(er de der el primer p¿\o. ) tLrve qrr(

mantenerrne ¡elatilamente estable sobre los pies antes de podcr

subir una escalera yo sola.

Y 1o más importante de todo, tenía grre qrreret ínten.Ídrln.

bltefitaio es todo.Intentatlo es decirle al cerebro: Oye, uta conr

xiófi tue ífipotÍa y quierc que oalttu.Pnede que teng¿ que inten

tarlo y volverlo a intentar une y offa vez sin resultado, haste rúl

veces antes de tene¡ siquiera un atisbo de resultado, pero si no

1o inlento, 1r'c^ ocürriri.

G.G. empezó el proceso de hacerme andar llevándome y

trayéndome de la cama al cuarto de baño.Aquello era suficien-

te ejercicio para un dia. Después, a dormir ot¡a vez duranle seis

horas. Los primeros días fueron ¿sí. Mucho sueño, mucho gas

to de energía para ir al baño o comer, y un ütito de mimos.

Y después, otra vez a dormir hasta el siguiente tu¡no. En cuan

to dominé el camino al baño, me dirigí al soñ del cuarto de es

tar, donde podía sentarme ergurd¡ y comer un poco.Aprcqder

a utiüzar una cuchara con elegancia me costó bastante esfue¡zo.

Una de la¡ claves de rni exitosa recuperación fue que tento

G.G. como yo terríamos mucha paciencia conmigo. Ningun¡

de las dos se quejaba de lo que yo no podía hacer;en cambio,

siempre nos matarellaba lo que conseguía hacer. La expresión

favorit¿ de ¡ni mad¡e en los momentos de c¡isis había sido

siempre: <Podia ser peo¡o.Y las dos estábamos de ecuerdo en

que, por grave que pereciera mi situación super{cialmente, po

d¡ía habe¡ sido mucho peorTengo que decir que G.G. fue ma

ravillosa durante este proceso.Yo era la menor de tres hijos y mi

mad¡e habia sido una mujer muy ocupada durante lr1i primera

146 t17

{ rR^NrrrM¡i y t ' t { l i t '^ j t^Ntx)MI t , t {^ t ,^ ( ) l , t i t (^( t f )N

nrf¡ncia. Me resl taba verdaderamente agradable iener la opor-tu¡idad de tenerla de nuevo como mad¡e en ese nivel de de,pendencia. G.G. era tenaz y amable. Nunca me levantó la vozni me criticó.Yo estaba herida y ella lo comprendía. Era ama-ble y cariñosa,y no importaba si yo entendía las cosas o ¡ro. Es-tábamos inme$as en el proceso de recuperación y cada mo-lTtento nos traía nuevas espe¡anzas y nuevas posibiüdades.

Pa¡a celebra¡lo, mamá y ro hablábamos de mis habiüdades.Era estupenda ¡eco¡dándome lo que ayer no podía hacer y lotnucho que había adelantado hoy.Tenía ojo de águila p¿1e reco-nocer 1o que yo podía hacer y qué obstáculos encontraía para aJ-canzar el úguiente nivel rumbo a mi objetilo. Celebúbamos to-dos mis logros. Ella me ayrdaba a defnir claramente qué venia acontinuación, y me ayudaba a comprender lo que tenia que ha-cer para llegar allí. Me mantenía al corriente prestando atención amis deuJJer. Mucha: penona. que sobreüven a un ictus se quejrnde que han dejado de recuperarse. Muchas veces me pregunto siel verdadero problema será que nadie presta atención a los pe-queños logros que se consiguen. Si no se de6ne con claridad lafrontera entre 1o que puedes lúcer y lo que no puedes hace¡ nosabes qué tienes que intenta¡ a continueción. Ia recuperación sepuede fiustrar por falta de esperanza.

Yo tenía un colchón hinchable que maná inló para hacerseuna especie de pequeña alcoba en el suelo de ¡ni cua¡to de es-tar. Ella se ocupaba de todo: la list¿ de le compr4las llamadasde teléfono, incluso las f¿cturas. Era considerada y me dejabadormir y dorrnir y seguir durmiendo. También en esto, las dosconfiábanos en que mi cerebro sabía 1o que le hacía falta paracura¡se. Mientras no me echam a dormir por dep¡esión, respe-tábamos el poder curativo del sueño.

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LN^ \ , ¡ t t r t r l ( [ /

Ul¡ v(.2 c¡t . , ts¡, ( l( . i l ¡ l l ()s ( luc l) i r ! .rcbR) f l i .rr,r ! l l ,rr¡ i lfLrt ir)1. l)ornrí i l rrnlrs scis hons y dcsprrós rDc t lcspc,rt,rb.r , Irr,rr i .te L¡i los veinte nl i l l l r tos. Én gctrcral, J.r cluraciórr ructi irr ,1,. rrr , I .clo de sueño compleco es de novent¿ ¡ ciento cl icz rrrrrrLr,, i ,¡ ir r re de.perrrb.r pfcmJturrmcntc por \¿u\r \ (xf t . f l ¡ . r . . t ( , r , r , , t ,volver a dormirnre y enpezar de nuevo el ciclo. I)¡: l¡, r,,rrk rrio, me despertabe con un fue¡te tloior de cabez¡, <ir. ¡r rl llrDror e l¡c¿paz de discdminar los estímülos y centrar lil ,rtcrrr r,,tlPara proteger nri sueño, doünía con tapones eD los oij(^ \ ( ; r ¡bajaba el volumen del teievisor y del rimbre del teléfo¡ro

Después de unos días de sueño inrensrvo, l¡rs rcscr\,.rr ,l,ie[ergía me permitiercn perma¡ece¡ despierte dr]rentc l)(.r,¡dos más largos. Mamá era muy buena organizadora y lri rrr.rlgestáb¡mos tiempo ni energía. Cuando est¿ba despierte, vi, ,,r,1una esponja para apre¡der, y n1amá me ponía a hacer alg(, ii,las manos o ejerciteba mi cue¡po. pero cuando yo quería rl,,rni¡, l¿s dos reconocíamos qüe mi cerebro había llegado al rrr,rr'lmo nivel de estimulación y lo ilevábamos a la came p¿r;l ( l|||pudiera descensa¡ y ¡epo¡e¡se.

Explorar la vida y recuperar archivos co¡ C.G. fue fabu|,sanente divertido. Aprendió ensegui<la qüe no tenía seDrr(l,lhacerme preguntas del tipo <Sí o No,r cuando queia saber lilque yo estaba pensando. Era facilísirno para mí dcseotenderl).de algo que no me inlportaba y limit¡rme a responder a slclrestionado. Para ¿segLr¡arse de que le prestaba atención y tlcverdad estaba hacie[do trabajar a mi menre, me hacla pregürtas de mírltiples opciones. (Para comer --decía* puedes tornrrsope núnestrone), y entonces yo me ponía a busca¡ en lr1i cercbro para averiguar qué era una sopa nrinestrone. Cuando yrentendía 1() que e¡a esa opción, ella me presentaba otra. <Opuedes tomar un sándwich de queso a la plancha., Otra vez !enía que explorar mi cerebrc para saber qué era un sándwich de

l.l8 1,19

I Ul(^Nrr iMrl Y,rüirhk^Nr!rMr, !^r{A tA otr l r^{ | l iN

¡ l¡ lr l l r¡rt lr ;¡. ( lL¡¡rrt lo rnc l lcg.bur) la irnagcu y la cortr-t, cl lx c(nrt i ,)rrrbrr( l)ero también puedes tom¡r ensali ,

¡ffirlD. Mc rccucrdo pensando r4tllrr at1$, alú,1, siÍ qúe

Yillicri¡ r h rncnte ningLrna imagen ni comprensión.Así queÍtl¡ (¿Atúr)?).Y nla1ná responüó: <Atún, un pez marino

rlc ¡túu, eso fue lo que elegirnos para comerAquella era

ftt¡¡( bl i l ¡rcx, mezclado con mayonesa, cebolla y apio,r.r r¡rrL yo nc, habra podido encontr¿¡ el ¡rchivo de l¡ en-

cstrategi¿ si yo no podía encontrar el antiguo archivo:Étl|cfi¡ll¡nos en cfear uno nuevo,

lll tclófbno sonaba constantemente, y G.G- se encargaba de

tc cr a todos al co¡riente de nuestros progresos diarios.Erar,tl¡r)te que elle tuviera gente con la que hablar de 1o bienibrtrr las cosas, y a mí me ayudab¿ tener su actitud positir,a

nuirnarme. Dí¿ tras día, contaba historias que me record¿kr lejos que habíamos llegado. De vez en cLrando venían

s de visita, pero G.G. se daba cuenta de que el trato social

¡irt inierés en ffabajar.Tomó la decisión de que rccuperar rni

ba mi reserva de energía y me dejaba totalmente exhausta

lle ela nlás importante que las visitás, ¡sí que se erigió entrdiana de mi puerta v linitó estrictamente mi horario so-

las pistas visuales de la lectu¡¿ de labios. Los dos respetába-

al.Tembién la televisión era un terrible gasto de energía, y yo

o podía hablar por teléfono porque dependía por completo

os lo que yo necesitab: hacer, o no hace¡ para recuperarme.De á.lgún modo, comprcndíamos instintivanente que ne-

ccsitaba curarme el cerebro y poner a prueb¿ nis sistemas neu-

tológicos 1o antes posible. Aunque mis neuronas estaban atur-üdas, técnicarnente muy pocas de ellas habían muerto.Yo no

iba ¿ someterme a ninguna lerapia de lenguaje, ocup¿cional olsica hasta un par de sem¿nas después de la operación, y mien-

tras tanto mis neurones estaban ansiosas oor aorender, Las neu

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UN Ar^(¡rJr ¡ r , ¡ lJ( lDl i¿

ronas o bien prcsperan cuando están co[ect¡d:rs en circlril(l

con otras neuronas, o bien mueren cuando están aisladas sin cs

dmulación. G.G. y yo estábamos muy motivadas para recupc

rar mi cerebro, así que aprovechábarnoq cada momento y cadrr

precioso grarno de energía.

Mi ¿migo Steve tenía dos hijas pequeñas, y rne trajo urr:r

selección de sus libros yjuguetes. El lote incluía puzzles yjuc

gos infantiles. Ahora G.G. contab¿ con un repertorio de cosrts

que yo podía hacer, adecuadas para rni edad, y su política errr

que si yo estaba despierta y tenía algo de energía, había que ha

cerme túbajar.Mi ¡eserva de energía no distinguía entre activid¿d cogni-

tir.a y ffsica. Si la energia se gasta, se gesta, de modo que tuvi

mos que elaborer una estretegia ecluilibrada para recupemr

todo. En cuanto fui capaz de andar por mi piso con algo dc

ayrda, G.G. me hizo un recorrido de mi vida. Empezarnos en

la zona de arte, ya que yo tenia toda una habitación acondicio

nada para cortar cristal para vidrieras. Me quedé asombrada al

mirar la habitación. ¡Cuánto cristal y qué bello! ¡Qué preciosi

dad! Era una ¿rtista.Y después me llevó a mi sala de música

Cuando rasgueé l¿s cuerdas de rni guitarra y después de mi

chelo, me maravilló la magia que había en mi vida. Quería re

cupelafme.

Abrir viejos archivos en rni mente era un proceso delicado. Me

preguntaba qué haría falta para recuperar todos aquellos archi-

vadores que llenaban mi cerebro y que contenían los detalles

de rni vida ante¡ior. Sabía que yo sabía todas aquellas cosas;solo

tenía que encontrar la manera de acceder de nuevo a la info¡

mación. Había pasado más de una semana desde que mi cere-

bro experimentó el gmve trauma de le hemorragia, pero las cé_

150 151

( r | {^Ntx)Mtl y t , lu i t ,^ t {^Ntx )Ml l ,^ t ¡^ , A r) t , t f (^( : t i )N

lulas dc mi cereb¡o tod¿vía no etan capaces de funcionar co-rrcct¿lrrente a causa del coágulo de sangre del tamaño de unapelota de goJf. Desde mi punto de v¡ta, sentía que cada momento presente estaba lleno de experiencia y existía en com-pleto aislamiento. Perc en cuanto volvíe la espalda, me encon-traba en un nuevo momento igual de rico, y los detalles del¡nterior pernanecían en una imagen o una sensación que nolardeb¿n en desaparecer.

Una mañana, G.G. decidió que yo ya estaba prepatada paragnfrentarme a un puzzle infantil, así que me puso la caja en lasnenos y me hizo mi.ar la imagen de la tapa. Después me eyu-dó a abrir la caja levantando la tapa y colocó una bandeja en miregazo para que pudiera volcar ellí todas las piezas.Yo tenía losdedos débiles y muy poca destreza, de modo que aquella tareaaería una prueba excelente. Se me d¿ba muy bien imitar.

G.G. me erplicó r¡ue aquellx piezas del rompecabezas en-cajaban unas corr obas pera formar la irnagen que hebía en laüapa de la caja. Me enseñó a volver todas las piezas para verlaspor el lado bueno. Pregunté cuál era el lado bueno, y ella cogióuna pieza del puzzle y me enseñó-a disringuir un lado del otro.Cuando entendí la diferencia, pasé algo de tiempo inspeccio-nando cada pieza del pv,zz7e,y al cabo de un rato las doce piezas estaban hacia a¡riba. ¡Viva! ¡Qué sensación de t¡iunfo! Rea-üzar aquella sencilla tarea mental y fisica era sumamente diffcil,y aunque me sentía agotada por haber soportado aquel nivel deconcenffación, estaba excitada y deseando continuar.

Pera la siguiente ta¡ea, G.G, me dijo: <Ahora elige todas las

Piezas que se¿n de un borde>.Yo pregunté: (¿Qué es un bor-de?r. IJna vez más, con rnucha paciencia, eügió un par de pie-zas del borde y me enseñó el corte ¡ecto. Entonces plocedí eseparar todas las piezas de los bordes.Y una vez más, me sentírealizada por completo y mentaLnente fatigada.

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uN ^rA(¡(rr1

l )11 l ( ¡ : l l r l l l

Entonces, G.G. me d!jo: <Quiero que coj^s cstas piczas "dc

fuera" y las encajes con estas piezes "de dent¡o".Y fijate en quc

algunas de estas piezas de dentro y de fuera tienen diferentes t¡

maños¡. Mi mano derecha esteba sumampnte débil, y solo co

ger las piezas y hacer comparaciones representaba muchísinrt,

esfuerzo. Mamá me mi¡aba con mucha atención y se dio cuert

ta de que yo estaba intentando encajar piezas que obviament('

no encajaban, basándome en la irregen de la ca¡a de aüiba Corr

la intención de ayudarme, G.G. dijo: {ill, puedes usar el cobr

como pistar.Yo pensé Color, eolo¡y como si se me encendierrl

un¿ bombilla en la cabeza, ide pronto pude ver el color! Pens¡:

Oh, Dios mío, desde htego que así w a ser uutho ma Jácíl.Estaba catt

agotada que tuve que irme a dormir' Pen¡ al día siguiente, rrlc

fui derecha al puzzle yjunté todas las piezas u¡lizando el color

como pista. Todos los días nos rcgocijábanos porque pudierir

hacer lo que no había podido hacer el día anterior'

Todavía vuela mi mente (es un decir) al penser que no

pude ver el color hasta que se me dljo que el colo¡ era un ins

trumento que podía utilizar. ¿Quién habia pensado que ntr

hemisferio derecho necesitaba que le hablaran del color parrr

registrarlo? Descubú que 1o mismo ocurúa con ver en tres di

mensiones. G.G. tuvo que enseñ¿rme que se podían ver las co

sas en drferentes planos. Me indicó que algunos objetos estabarl

más cerce y ot¡os más lejos, y que se podían po¡le¡ unes cosss

delante de otas.Tirvo que enseñarme que los objetos que estárr

situados detrás de ot¡os objetos pueden tene¡ ocultas ¿lgunas dc

sus partes,y que se podían hacer suposiciones acerca de las for-

úas de las cosas que no se podian vet enteres.

Al final de mi primera semena en casa deenbulaba bás-

tante bien por mi epartamento y estaba rnuy notiv¿da parrr

encont¡¿¡ 1¿ manera de ejercitar mi cuerpo para hacerlo más

fuerte. IJna de rl1is t¿reas favorit¿s, }? desde antes del ictus, err

152

1 l rR^NtX)Mtl Y t ' ¡U1t^ lL^N

lrcgar platos. Sin embargo, en mi nueva condición, resultó serrrro de mis me_jores maestros. Equilibrarme delante del frega-dcro y manejar platos delicados y cuchillos peligrosos era bas-tante des¿fio por sí mismo, pero ¿quién habia pensado que or-ganizar el escurrepl¿tos exigía la capacidad de calcula¡?l\esulta que las únicas neu¡onas de mi ce¡ebro que realmentemurieron la mañana del ictus fueron las capaces de entenderlas matemáticas. (¡Qué ironía que mi rnadrc se hubiera pasadotoda la vida dando clases de matemáticas!)Yo podía con la ta-rea de ftegar platos, pero calcular có¡¡o encajar todos aquellosplatos limpios en aquel pequeño escurridor... Bueno, aquellome superaba por completo. Tardé casi un año en aprender ahacerlo.

Me encantaba recoger el correo de mi buzón. Todos losdías, durante seis sernanas, recibía de cinco a qui[ce tarjetas de

Personas que me daban ánimos. Aunque no podía leer 1o quehabían escrito, me sentaba en el colchón de G.G. y rniraba lasimágenes, tocaba las tarjetas y sentía, ütenlmente, el amor queir¡adiaba de cada mensaje. G.G. me leía las tarjetas cad¡ tarde.Las colgábamos por todo el piso, p4ra que yo estuviera rodeadapor todo aquel amor: en las puertas, en las paredes, en el baño,por todas partes. Era verdaderamente maravilloso recibi aque-llas tarjetas cüyo mensaje fundamental era algo parecido a:(DoctoraJill, usted no sabe quién soy, pero la conocí en su po-

nencia en Phoenix. Por favor, vuelva con nosotros. L¿ querc-mos y su trabajo es muy importante para nosotroy.Todos losdías recibía este conmovedor refuerzo del recuerdo de quién

había sido yo antes del ictus. No tengo ninguna duda de quefue el poder de aquel apoyo y aquel amor incondicionales loque me dio el valor para enfrentarme a los desaffos de la recu-peración. Siempre estaré agradecida a mis amigos y a mi fami-lia de la NAMI por tenderme los br zos y creer en mí.

ii

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N ^r^r . r

t l t ' t l | l r ( r t l l

Aprender a lecr dc rrucvo tüc, corr glrrr t l i f i .rcnci;r, Io rrr,r, .diffcil que tuve que hacer. No sé si equellas célul$ dc nri ccrrb¡o habían muerto o no, pero no recordaba en absoluto qrrt. .rlguna vez hubiera leído, y el concepto,nismo me perecí¡ ridículo. Leer era una idee tar¡ absffacte que no podía creer qrr,,a alguien se le hubiera ocurrido tal cosa,y rnucho menos hrr r.rel esfuerzo de averiguar cómo hacerlo. Aunque G.G. era rrr.rjefa amable, imistió rnucho en que aprendiera y me puso en l,rsmanos un libro titulad,o El cachorro que quería ar, r?l,io.Jun!¿s l)(,\embarcamos en la tarea más ardua que yo podía imaginar: crrseñarme a entende¡ el significado de la escritur¿. Me desco¡rcertaba que ella pudiera pensar qoe aquellos ganbatos tuvier:ulun signifrcado. Recuerdo que me enseñaba una <Sr y me deci,r:r,Esto es una Sr, y yo Ie decía: <No, mamá, eso es un gar.abator.Y ella insistía: (Este gerxbato es una S y suena SSSSSST.Yo pen-saba que la pobre se había vuelto loca. Un garabato es un gar¡-bato y no hace sonidos.

Mi cerebro siguió atotmentado durante bastante tiempopor la tarea de aprender a lee¡. Era un auténtico problema concentrarme en algo tan complicado. En ¡quellas primeras fases,pensar üteralneüte era bastante dilcil para mi cerebro, pero sal-tar a algo abstncto estaba por encima de nis posibüdades. Necesité mucho tiempo y mucha persuasión para aprender a leer.Primero tuve que comprender que cada garabato tenía urrnombre, y que cada garabato tenía asociado un sonido. Des-pués, que las combinaciones de garabatos perdón, de letras-representaban combinacioDes particulares de sonidos (la M conla A, ma). Cuando engarzamos todes aquellas combinaciones desonidos, jhacen un solo sonido (palabra) que tiene un significado concreto! ¡Caramba! ¿Se han parado alguna vez a pensarcuántas pequeñas tarces está realizando su cerebro er¡ este ¡r1is-mo instante solo para que puedan ustedes leer este libro?

154 155

( l r r r^Nr¡ )Ml l t l , lu l r^ l {?\Nl¡()Mrl r ' R^ r ^

( ) r , r i r {^( r i )N

rlque yo seguía sin comprender A medida que pasaban los

Arrncluc rrre costaba muchísimo aprencler a leer de nuevo,cc¡cbro mostraba evidentes progresos cada día. Lo celebra

os cuaDdo por fin pude leer en voz alta los sonidos (palabras),

, mi recuerdo del contenido general de la historia mejora-y G.G. y yo nos se[tíamos motivadas para seguir adelante.El siguiente paso,por supuesto, era asociar un significado alido. Esto resultaba particularmente diñcil porque ya melaba mucho recordar mi vocabulario ve¡bal. El coáeulo de

gcntros de lenguaje, de modo que ninguno de los dos funcio-ttaba bien. La zona de Broca, en la pa¡te anterior del cercbro,

estaba ¿o¡etando las fibr¿s que discur¡en entre rnis dos

problema' para crear ronido(. mientras que la zon¡ de

ión. I mucha" reces no erd c¿paz de rrt jcul¿r lo que es

formara en la mente la imagen de un vaso de agua, de misalia la pal,bra' leche". Si bien era una ryudr que l¡ genfe

Wernicke, en la parte posterior, confundía 1os sustantivos. Pare-que existía un importante l?cío en mi p¡oces¿miento de in-

ba pensando.Aunque pensara que quería un vaso de agua y

me corrigierar era irnportantísirrrg que nadie terminara mis fra-

,es o me apuntara constantemente. si queú¿ recupefar algúndía aquellas facultades, necesiteba encontr¿r el circuito denffo

de mi mente, a mi aire, y ejercitarlo.

Día a día, me fui poniendo más fuerte y más capaz de hace¡

ejercicio ffsico. La primera vez que G.G. me sacó al patio fueuna expe¡iencia de aprendizaje fascinante. De pie en el sende-ro, necesité que me enseñ¿ran qub les líneas en el cemento dela vereda no tení¡n impofiancia y que podía pisadas. Necesitéque me 1o dijeran porque si no, no lo habría sabido. Despuésnecesité que me dljeran que la línea del borde de la vereda sí

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LrN At^( l l l l tx l t . lJ( l ) l lz

que era inpoftante, porque había un desnivel de allí al c¿spr(ly, si no tenía cuid¿do, podía to¡ce¡me un tobillo. Eso tafipo(olo sabía, y necesité que me lo dijerarr.Y después estaba la hiclba. Tuviemn que erxeñarme que la text¡:ra de la hie¡ba e¡a diferente de la textu¡e del pavimento, y que no importaba qucme hundiera en la hierba; solo tenía que poner atención y ajustar el equübrio. G.G. me hizo senti¡ lo que era andar sobre l.lnieve, y me sujetó mientras mis pies resbalaban en el hielo. Siíbamos a hacer ejercicio fuera de casa, yo tenia que aprendcr.que cada una de aquellas texturas tenía ca¡¿cteísticas diG¡en.tes, propias, y peligros perticulares. G.G. no paraba de recordarme: <¿Qué es 1o primero que hace un niño cuando le d:rsalgo?>. La respuesta, pot supuesto, es que se 1o lleva a la bocrr

Para sentilo. G.G. sabía que yo necesitaba tenet contacto fisicodirecto con el mundo para aprender cinestésicamente. Era umrmaestH magnífica.

L¿ inrrinente operación iba a ser un duro golpe para mienergía, y yo estaba empeñada en ser fisicamente capaz de so-portarlo. Sentía que había perdido mi <b¡illo> cuando tuve lxhemorragia, y sentía el cuerpo torpe y fatigado. E¡a como siexistiem ün velo que me separara del mundo exterior La doc-tonYoung nos aseguró que 1¿ extracción quirurgica del coágu,lo de sangre de mi cerebro tal vez podía cambiar mi percepcióny hacer que me sintien (órillante) de nuevo. Pensé que si podírrecuperar el brillo de mi espí¡itu, entonces ya no importabacuánto me recüpera¡a, y podría se¡ Gliz con lo que me tocara.

Mi piso estaba situado en una bulliciosa calle de Winchester (Massachusetts), y mi pario trasero daba a un complejo deapartamentos para person¿s mayores. La calzada para cochesque ah?vesaba el complejo hacía una curva cerrada, y G.G. mellevaba a pasear por aqueüa pist¿ natural pera hace¡ eje¡cicio_Los primero" dirs no llegaba mr.ry le¡or. pero con perrever¿ncid

156 757

1(rt^Nrr)Mlry r ,Rr l r '^ l t^Nrx)Mrlr , R^ r^ ()r¡r i r \^( ]a 'N

citbiruros lccorricnclo la curva completa.A veces h¿cíamos dosidos, si el ciempo lo permitía.

Lcrs Jr¡. que h¿ci¿ mucho Sio o ¡c¿b¡b¿ de nev¿r. G.G. me¿ la tienda de conlestibles Dara rni eiercicio dierio. Ella

ettraba y hacía la compra, y yo andaba pasillo arriba y pasiüo

¡b¡jo. Era un entorno doloroso para mí, por r,arias razones. Enlugar, la intensidad de las luces fluorescentes ere tan

crte que tenia que mira¡ constantemente hacia abajo. G.G.

me animó a ponerme gafx de sol para mitigar el resplandor,cro no servi¿ de nede ante la abrumadora enormidad del lo-

, En segundo luga¡ había tant¿ inforneción escrita que me

llcgaba desde todos los ¿rtículos elimenticios, que me sentíambardead¿ con estímulos. En teice¡ lugar, estar a la viste de

txtraños me rcsultaba dificil emocionalmente. Para los demás

cra fácil ver que yo era una mujer con algún tipo de p¡oblema.

!l

deübe¡ados v a cámara lenta en comDaración con los declientes normales. Muchas personas se apresunban al pasar

con sus cestes junto a mí. Alguuas hasta gruñían y refunfuñaban

tl verme,lo cual interpretaba yo co-mo un desprecio. Me resul-

t¡ba dilcil escuda¡me de lx vibraciones negatñas del entorno.De vez en cuando, un espíritu amable me ofiecia ayuda o una

¡oDlise. Enfrentarme a aquel mundo bullicioso em intimidantey me daba miedo.

Me intmduje en la mecánica de la vida coúdiana acompa-

ñando ¡ C.C. cu¿ndo tenir que hrcer recados. Me conrern en8u patrto para formarme, y cuando tenía suficiente energía la se-guía a todas p¿rtes. ¿Quién iba a pensar que un viaje a la lavan-dería fuera una excelente rehabilitación? Después de pasar unbuen rato en mi piso separ¿ndo la rope de color clarc de la os-cura, las metíamos en bolsas con cuidado.Al üegar a la lavande-ría, vaciábamos las bolsas en las laradoras. G.G. me ponía en la

t ca¡a te¡u¿ ese esDecto v1allloso. v liüs mov1lruentos elen

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LrN Ar) \Qtr l l l ) ¡ i L l , { ¡Dl iz

rnano un cu¡rto de dólar y después u|a monccl¡ clc diez ccrlt;l

vos y otra de cinco.Yo no sabía nad¿ de dinero, así r¡ue aqut ll,r

em su oportunidad de enseñ¿¡me. Como de costumbre, Jas ci

lulas de mi cerebro que entendían de matemálcas no funcion r

ban, y mis intentos de manejar algo tan abstrrcto como el dirrc

ro emn penosos. Cuando G.G. me preguntebe: (¿Cuánto es urr('

más uno?), me quedaba parada, eraloraba el contenido de rrrr

mente y respondía: (¿Qué es uno?r. No comprendía los núnc

ros, y mucho menos el dinero. Me sentíe como si estuviera crl

un pais extnnjero con una moneda que no entendia.

IJna y ot¡a vez, G.G. y yo practicábamos juegos de imit;r

ción. Las lav¡doras termineban su ciclo tan seguidas que yrr

pasaba de pronto de no hacer neda a tener una abrumadorrt

cantidad de cosas que hacer. Primero teníamos que vaciar hr

lavadoras. Después, antes de llenar las secadoras, teníamos quc

separar las prendx más pesadx de las más ligeras. G.G. me ex-

plicaba su estrategia sobre la marcha. Con mi nivel de energía,

las lavado¡as ¡esultaban manejables, pero, 6ancamente, el colo-

fon de las secado¡¿s exigía más de 1o que yo podía hacer cogni

tivamente. Me resultaba imposible ejecutar la (danza de le se

cadoro, consistente en sacar prendas secas sob¡e la marcha y

cerrar la pue¡t¿ 1o bastante depdse pera que la secadore no de

jara de girar Me sentía confusa y desespe¡ada y queúa meter

me en un agujero, esconder la cabeza y lamerrne las he¡idas.

¿Quién habría pensado que la colada podía Provocerle tanto

pánico a alguien?

La Navidad se acercaba rápidamente y G.G. invitó a mi anriga

Kelly a pasar las fiestas con nosotros. lntre las t¡es decoramos

mi piso. El día de Nochebuena encontramos un arboüto de

Navidad, y el día de Navidad 1o celebramos yendo a cenar al

158 159

1 ! t {^Ntr)M,r y t , ¡ t i l 'A l {^Nt¡)Mt l t ,^R^ tA ol , t l tLA( i t ( )N

pcrrny',s. Ftrc Ja Naviclad más sencilla pero más rraravillosa que(i,(i. y yo bernos pasado juntas.Yo estaba vive y recuperándo-

¡tc, y .rquello era lo único que importaba.

I-a Navidad es un día para Gstejar, pero dos días después yo

lbr r ent¡a¡ en el Hospital Gene¡al de Massachusetts para que

nlc ab¡ie¡¿n la cabeza. Desde mi punto de vista, había dos co-

t¡$ que todavíe tenía que lograr antes de la operación. lJna era

DrcDtal y la otra ffsica. Mi lenguaje iba volviendo poco a poco

y p:lre mí era importante dar las gracias a los cientos de perso-

ttis que me habían enviado postales, cartas y flores. Sentí un i¡-

tc¡so deseo de hacerles saber que estabe bien, darles las gracias

por su amor y pedirles que siguieran rezando por lo que venía

n continuación. Gente de todo el país me había apuntado en

listas de oraciones y cítculos de oraciones, desde iglesias locales

hasta la lista del Papa. Sentía un amo¡ increíble que venía hacia

nú y quería expresar mi gratitud mientras aún tuviera algo de

capacidad lingúística.El mayor peügro de la operación no era solo Ia pérdida del

lenguaje que había recuperado, sino también la pérdida de toda

capacidad futura de volver a tener.un lenguaje fluido. Dado que

el coágulo de sangre del tamaño de una pelota de golf estaba

pegado a las fibras que drscurden enffe los dos cent¡os de len-guaje de mi hemisfetio izquierdo, era posible que rne extirpa-

ra.n el lenguaje durante el proceso quirúrgico. Si los cirujanos

tenían que o,lirpar algo de tejido cerebral sano al cortar la

MA! la consecuencia podría ser la pérdida permanente del

lenguaje. Había llegado tan lejos en mi recuperación que la

mera posibilidad de aquella rccaíde er¿ estremecedora, pero en

el fondo sabía que el resultado, con lenguaje o sin é1, seguiría

siendo yo y que empezaríamos de nuevo.

Aunque hebía fr¿cas¡do ¡otundame[te en la cuestión de

leer y escribir con un bolígrafo (hemisferio izquie¡do/mano

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LrN ^r^(¡r l

r ) r l rLr In lz

clerccha), podía sentarne ante el ordenado¡ y Drec¡nogrlfirl

una carta se[cilla (os dos hemisferios/las dos r,rarros) cltrc si

guiera el curso de mis pensamientos. Me costó nucho del)rP(),

buscando y picoteando por el teclado, pero de algún modo Irri

conexión cuerpo/mente lo logró. Lo más interesante de la cx

periencia es que, cuando terminé de esc¡ibir la carta, no era crr

paz de leer 1o que acababa de escribir (hemisferio izquierdo)

G.C. corrigió b c,rrru y h envió la noche ' igriente a mi oprl

ción, junto con una nota esc¡ita a mano, Desde que rne recr.r

peré, he tenido noticias de muchos supervivientes de un ictus

que, aunque no podían hablar (hemisferio derecho), eran capa-

ces de c¿nta¡ sus mensajes (os dos hemisferios). No deja dc

asombrarme 1¡ flexibilidad y la abundancia de recutsos de estc

m¡ravilloso cerebro para encontrar un modo de comunica¡se.

Me esforzaba día tras día por fortalecer mi cuerpo 10 strfi

ciente para soportar el calculadísimo golpe de la cirugía. Pero

había una tarea núLs que queúa lograr antes de entregar mi ca-

beze a 1¡ sierra.A cinco minutos de mi casa, calle arriba, est¿b¿

el Fellsway, un magnífico ¡e¡¡eno arbolado con un par de pe-

queños lagos que parecí¡n de montaña. El Fellsway había sido

un país mágico pan mí. Casi todos los días, después del rabajo,

me relajaba reco¡riendo los se¡deros entre los pinos, y casi

nunca me encontraba con nadie.Allí cantaba, bailaba, hacía ca-

briolas y rezaba. Para mí era un sitio sagrado donde podia co

mulgar con la naruraleza y rejuvenecer.

Deseaba desesperadamente subir aquella empinaü y resba_

ladiza colina que llevaba al Fellsway antes de la operación. Arr-

helaba subirme ¿ 1o alto de las gigantescas rocas, extender los

brazos al v'rento y sentir cómo se reponía lni fuerza vital. El día

ante¡ior a la opención, con Kelly a mi lado, subí despacio la

colina e hice ¡e¿lidad mi sueño. Subid¿ a las ¡ocas que domina

ban las luces de Boston, me balanceé al viento y aspiré largas e

160

¡ rr| l^Nrn)Mr v r 'r{r ir ,^r¡,\Nrr)M]rr '^|r^ r.^ (,r,rutA( r()N

It¡tr¡r¡s:rs bocrr¡cl¡s dc aire que me daban fuerzas. Pasara lo que

pitsrtsc en la operación del día siguiente, este cue¡po mío tenia

l¡ flcrza vital de billones de células sanas. Por primera vez des-

dc cl ictus, sentí que mi cuerpo estaba 1o bastante fuerte para

hrport¿r la inminente craneotomia.

I

Page 81: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

1a

(-raneotomla estereotact lca

Page 82: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

A las seis de la mañana del 27 de diciembre de 1996, flanquea-da por G.G. y Kelly, entré en el Hospital Gene¡al de Massachusetts pala que me abriera¡ la cabeza. Cuando pienso en lo quees tener valor, pienso en aquella mañana.

Desde que era pequeña había tenido el cabello rubio y lar-go. Lo último que recuerdo que le dije a1 doctor Ogilr,y antes deque inyectara sus medicamentos fue: riOiga, doctor, tengo trcintay siete años y soy soltera. Por favor, no me deje totelrnente cal-

'"a".Y tr¡s decir estas p:1abras. él me dcjó inconscienre.G.G. y Kelly estaban muy preocupadas por la duración de

la operación. Hasta ulti¡na ho¡a de la tarde no les infor¡na¡onpor fin de que yo estaba en la sala de recuperacióü. Cuendodesperté, me di cuenta de que me sentí¿ diferente. De nuevohabía brillo en mi espíritu y me sentía Gliz. Hasta aquel mo,mento, mis emociones habían sido relatñ'arnente planas. Habiaestado observando el mundo, pero sin comp¡omete¡me emo-cionalmente con é1. Desde la hemorragia, había perdido rni en-tusiasmo infantil, y me alivió sentirme de nuevo <yo>. Sabíaque, pasara lo que pasase en el futuro, podría afrontarlo con elcorazón alegre y me pondría bien.. Poco después de despertar tras la operación, descubrí queme habían afeitado el tercio izquierdo de la cabeza. IJn¿ ci-

Nfl

I

165

Page 83: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

l ¡ c ca'r i¿ de 23 cm de,.

catriz en forma de IJ invertid¡ de 23 centímetros, que subía7,5 centímet¡os por delente de la oreja, corría. otros 7,5 centímetros en horizontal sobre la oreja y bajaba otro tanto pordetrás de la oreja, estaba cubierta por un enorne parche degasa. Qué amable había sido el doctor al deja¡¡re el cabello enla mitad derech¡ de la cabeza. En cuanto G.G. llegó junto ami cama, soltó: (¡L)i algolr. Su mayor terno¡, por supuesto, er:aque los cirujanos hubieran tenido que extirperme algunasneurouas de mi centro del lenguaje, dejándome muda. Pudehablarle en voz baja. Las dos lloramos a lágrima viva. La ope-¡ación había sido todo un éxito.

Después de la operación, me cluedé en el hospiral los cincodías siguientes. Dusnte las primeres cuarenta y ocho horas,pedí que me aplicaran bolsas de hielo a la cabeza. No sé porqué,pero sentía el cercbro conlo si estLrviera ardiendo, y el hielo aliviaba el intenso calor y ne permitía dormir.

Mi última noche en el hospital fue la Nochevieja.In rni-tad de la noche me senté ¿nte la ventana, sola, mirando las luces del centro de Boston. Me pregunté quó me traeía el nue-

( rN ^

r^r¡ /1 r)r , rLr( I ) r ,7

166

t R^Nrr )r .Mi^ l , \ L ' r t r ( ) ^(

l r ( r^

vo rrño. Mccli t i sobrc lo irónico dc nri cxpcricncra: un¡ cspc-

ciilli$t¡ cll cl ccrebro sufriendo un trauma cerebral Celebré la

llcgríu que sentía y las lecciones que había aprendido Me

((¡rn1oví¿ la intinúdante realidad: ela un¿ superviviente de un

l(tus.

1

Page 84: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

1,3

Lo que más necesitaba

Page 85: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

Fljese el lector, porJarct, en que he elabotado una lista de <rccomenila-cíones paw la tecuperación,t omo resumen de los comentaios y rcco-thenila.iones ile este &pltúlo sobrc lo que había que detctmixat y loqre fiNás necesitaba paÍa recupera/fie. Estd lista se efiruentrd en losapéndíces A y B, y está pensada para uso persofial del lector.

Recuperarme fue una decisión que tuve que tomar un mi-Ilón de veces al día. ¿Estaba dispuesta a hacer el esfuerzo de irl-tentaio? ¿Estaba disptresta a abandonar nome[táneamente nrirecién adquirida beatitud extática para intenta¡ comprender or""olver a relecionarme con algo del mundo exte¡ior? Habl¿ndoen plata, ¿estaba dispuesta a soportar el su$imiento de la recu-peración? En aquel nivel de procesamiento de la información,era plenamente consciente de la diferencia entre 1o que rneproducía dolor y 1o que me producía placer.Vivir en el país en-cantado de mi hemisGrio derecho era tentador y ma¡avilloso.Intentar re¿ctivar mi analitica mente izquierda era dolo¡oso.Puesto que había tomado la decisión consciente de ifitentatlo,era irnportantísirno estar rcdeada por cuidadores cornpetentesy atefltos. De offo modo, con ñanqueza, probablemente no mehabría molestado en hacer el esfuerzo.

Para poder elegir el caos de la recuperació[ sobre la apaci-ble tranquiüdad de la divina dicha <¡ue había enconfado en

171

Page 86: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

LrN AIA( ¡ r l l L) l : L l I r r r r r ,

i l scrlci¡ dcl juicio dc lni nrcrltc izql¡ icrd¿, tuvc qirc rcPli l l r l( r l

rli postura desde <¿Por qué tengo que volver?r :r <¿l)ol qró lrr

llcgado a este lugar de silencio?o Me di cuentx de que la btrl

dición que habia recibido con aquella eraeriencia era el corrrr

cinriento de que la Paz interior es accesible para cualquiera t rr

cualquier nomento. Creo que la experiencia del1ú ana cxi\

te en la conciencia de nuestro hemisferio derecho, y clue ctr

cualquier momento Podemos decidir conectar con esa parte (lr

nuesÍo cercbro. Con este conocimiento, me excit¡ba pens¡r cll

la diGrencia que podí¿ reprcsentar ni recuperación para la vit|r

de otms pe$onas... no solo de las que se esBban ¡ecupemndo clc

un traürn¿ cereb¡al, síno de todo el que tuvien un cerebr'()

Imaginé un mundo lleno de gente Gliz y apacible, y eso nc

motivó pa¡a soporiar la agonía que tendrí¿ que sufri en aras dc

la recuperación. Mi ataque de lucidez seúe: I'4 paz esh soLo d ut)

petlsdmietxto de distantia, y lo únio que tenemos que harct pala att

det a eIIa es aullar la uoz de üEstrd doflifiante Mente ízquieña

La recuperación, como quiem que se defrna, no es algo qlre

uno hace solo, y mi recuperación dependía pot cor-r-rpleto de

todos los que me rode¿ban. Necesitaba desesper¿damente quc

la gente me tratara como si me fuera a recuperar por conple-

to. Daba igual que tardara tres meses, dos eños, veinte años o

roda la vida, necesiteb¿ que le gente tuviera fe en mi continua

capacidad de aprcnder, curarme y crecer. El cerebro es un ór-

gáno malavillosamente dináIllico en constante cambio Mi ce

rebro se excitaba con los nuevos estímulos, y si se equiübraba

co¡ una ca¡lld¿d adecuada de sueño, ere capaz de cure¡se mi-

lagrosamente,He oído ¿ médicos decir: <Si no ha recuperado sus facul

tades seis meses después del ictus, no las recuperará nunco

Créarule, eso no es verdad. Noté rnejoras significativas en la

capacidad de mi cerebro para aprender y funcionar durante

172 173

ro (¡r lM^s Nrf r*rr^r t^

txrho :rños ctl tcros después clcl ictus, y fue cntol lces cu¡ndo

tlccidí rluc nri meflte y ni cuerpo estaban curados pot com-

¡rlcro. Lt>s cieltificos son plenamente conscientes de que el

rctcbro tiene un¡ increíble capacidad para cambiar sus cone_

xiorrcs, basándose en los estímulos que le enffan. Esta (plasti-

cidrcü del ce¡eb¡o es la b¿se de su capecidad para recuperar las

firnciones perdidas.

Desde mi punto de vista, el cerebrc es como un patio de

rccreo lleno de niños.Todos esos niños están deseosos de agra-

r{arte y hacerte fe1iz. (No, no estoy confundiendo a los niños

con cachorros.) Mims el patio de recreo y ves a un grupo de

rriños.jugando al fútbol, a otro grupo actuando colno monos

cl los aparatos de hepar, y e otro grupo rondando por el foso

cle arena. Cada uno de estos grupos de niños está haciendo co

sas diferentes pero similares, más o menos como los diferentes

conjLrntos de célul¿s del cerebro. Si quitas los apairtos de trepar,

esos niños no se van a mafchar; se juntarán con ottos niños y

empezarán ¡ hace¡ cualquier otra cos¡ que Pued¿n hace!. Lo

misno ocurre con las ner¡ronas. Si borras la función genética-

mente programada de una neurona, esas células morirán por

falta de estimulos o encontnr.ín algo nuevo que hacer Por ejen1

plo, en el caso de la visión, si te pones un parche en un ojo,

bloqueando la estimulación visual clue llega a las células de la

corteza üsu¿l, esas células contacterán con las células adyacen

tes para ver si pueden cont¡ibui¡ con sus esfuerzos a una nueva

función. Yo ¡recesiteba que la gente que me ¡odea¡a creyer¿ en

la pl¡'cicid¡d de mi cereb¡o r en 'u c¡p4!44!!SIIS!S!!-PISI

der y ¡ecupera¡se.En la cuestión de la curación lsica de células, nunca insis-

tiré b¿st¿nte en la importancie de dormir mucho. Creo fr¡me-

mente que el cerebrc es la única autoridad que sabe lo clue ne

cesita para curarse. Como ya he dicho antes, para mi cercbrc, el

Page 87: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

uN ^l^(¡Lr l i

l ) r r r tJ¡ r r l ) r /

sueño er¿ (la hora de a¡chivarir. Mientras estaba despicrtr, los

estímulos de energía entraban a raudales por mis sister¡as sclr -

'oriales. 1 yr- ' .uÉ-ir l ;s quem.rdur.rs de lo' prolones que esti l l lu

laban las células de mi retina y las ondas d,e sonido que golpcr'

ban caóticamente en mi membrana timpánica. Mis neuronrs

no podían estar a la altura de la demanda y pronto se volvíarr

incap¡ces de encontra¡le sentido a la info¡mación que ent¡¿ba.

Al nivel más elemental de procesamiento de información,la es-

timulación es energía, y ¡ni cereb¡o necesitaba esta¡ protegido

y aislado de la estimulación senso¡i¿l molesta, que se percibe

como ruido.

A Io largo de varios años, si no rcspetaba l¡ necesidad de

sueño de mi cerebro, mis sistem¿s sensoriales experimentaban

un dolor agónico y me quedaba ffsica y psicológicamente ex-

hausta. Creo con firmeza que si me hubieran llevado a un cen-

tro de ¡ehabilitación convencional, donde me hubiesen obliga-

do a estar despierta con un telev¡or delente de la cara, tratade

con Ritalin y sometida ¿l ho¡a¡io de rehabiütación de cual-

quier enfermo, habría preferido dejarme ir mes e ifitentarlo me

nos. Par¿ rni recuperación era fundamental que reconociéra-

¡nos el poder cu¡ativo del sueño. Sé que en los distintos centlls

de rehabilitación se practican diversas metodologías, pero sigo

abogando a gritos po¡ los beneficios de dormir, dormit, dornrir

y dornrir todavía más, intercalando períodos de aprendizaje y

retos cognltlvos.Desde el principio, era de vital importancia que mis cuida-

dores me dieran la libertad de prescindir de mis logros pasados

para poder identifica¡ nuevas zon¿s de interés. Necesiteba que

la gente me quisiera, ¡o por la person¿ que yo había sido, sinopor la pe¡sona en la que podía converti¡me. Cuando mi viejo

y conocido hemisferio izquietdo retiró sus inhibiciones sobre

mi más artístico, musical y creativo hemisferio derccho, todo

| { ) ( ¡ r l1 M^s Nri( r l ls l l^r !^

c,r : rhr , i . y yLr nei(s i r rbe que nr i lami l ia. mis amigo\ y com-

p¡ñeros apoyaran mis esfuerzos por reinventa¡me. En la esen-

cia de mi alma, yo era el mismo espíritu que ellos amaban.

Pero debido al t¡auma, ahora los circuitos de r¡i cereb¡o eran

diferentes, y con ello ca¡nbió rni percepción del mundo.

Aunque parecía la misma y al ñnal llegaúa a andar y hablar

igual que antes del ictus, ahora el cableado de rni cereb¡o era

diGrente, y también lo eran muchos de mis intereses, gustos

y aversiones.Mi mente estaba muy deteriorada. Recuerdo que pensé:

¿Puedefi Eitdffile mí título de doctota? ¡Ya no recueilo nada de ana-

tomía! Sabía que tendría que encont¡ar una nueva profesión

que fuera más adecuada pam los recién descubiertos talentos de

¡ni hemisferio de¡echo. Dado que siempre me había gustado la

jardineúa,1o consideré una opción viable pa¡a el futuro. Nece-

sitaba desesperada.nlente que la gente me aceptara como la per-

son¿ que era en aquel momento, y me concedie¡a la libertad de

evolucionar como una personalidad con predorninio del he

misGrio derecho. Necesitaba que los que rne rodeaban me a¡i-

maran. Necesitaba saber que lodavía valía algo. Necesiteba te-

ne¡ sueños en los que al'anzar.

Como he dicho antes, G.G. y yo comprendíamos instinti-

vamente que era iaprescindible pone¡ a prueba inmediata-

mente mrs sr\ lem¡s cerebr.¡ les, H¡bia coneüones rol¡\ en mi

cerebro y era importantísimo que las reestimuláramos antes de

que las neuronas murieran u olvidaran por completo cómo ha-

cer 1o que estaban diseñadas para hacer. Nuestro éxito en la re-

cuperación dependía por completo de encontrar un equilibrio

saludable entre mis esfuerzos de vigilia y el reposo del sueño.

Dunnte verios meses, después de la operación, tuve prohibidos

la televisión, el teléfono y la radio. No contab¿n como relaj¿-

ción propi¡mente dicha, porque me chupaban la energía, de-

Page 88: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

UN ^r^(¡Dl

r , r1 r ¡x I ) r1 l

játdome letárgica y sin interés por uprcndc¡. Aclcrrrís, (1.(;. sc

dio cuenta muy ptonto d. qr. b4¡3_g¡9_p]g!!93¡1qg jgb_p$guntas de múltiples opciones,y nunca hace¡rne preguntas dc Sio No. La elección forzada exigía que yo abriera viejos archivoso creafa otros nuevos, Las preguntas de <Sí o No¡ no me heci¡rrpensar de verdad, y G.G. rara vez dejaba pasar la oportunidrtlde activar una neurona.

Como mi ce¡ebro había perdido la facultad de pensar lineal¡nente, tuve que reaprender el cuidado personal básico, incluyendo cómo vestirme. Nece.¡¡é que me en\eñ¿r¡n ¿ poncr-me los calcetines antes que los zapatos y por qué.Aunque nopodía recordar la función de los a¡ticulos cordentes del hogár,ere muy creativa en lo que elegía para cada propósito. Aquelproceso de exploración e¡a apasionante. Quién iba a decir queun tenedor era fabuloso p¿re rascerse la espalde.

Yo tenía una energía limitada, así que cada día elegíamoscon mucho cuidado en qué iba a inverú¡ mis esfuerzos. Teníaque defrnir mis prioridades p¿ra reclrperu 1() que más me inte-resaba y no malgastar energía en otras cosas, Aunque nuncapensé que recuperaúa el intelecto suficiente pa¡a volver ¿ sercientífica y proGsor¿, me daba cuenta de que teníe una histo-ria asombrosa que contar acerca de la belleza y flexibilidad delce¡ebro... siemprc que pudiera reactivar el mío. Decidí con-centrar mi reh¿bilitación en un proyecto artístico que me a}1rdara a recuperar rni energía fsica, mi destreza manual y mi pro-

cesamiento cognitivo. Para ello, opté por crear un cereb¡o devidrio de colores anatómicamente correcto.El primer p¿so requeia hacer Lrn diseño.Tres pe¡der todos rnis recuerdos acadé-micos, desenterré los libros de neurcanatomía, los extendí por

el suelo y elaboté una imagen de lo que me parecía que sedaun cereb¡o ¡elativamente exacto (y atr¿ctivo). El proyecto ejer-citaba mis facultades motoras generales, el equilibrio y también

176 177

( ) ( .nJI M^S Nrl( rSrL^rA

h¡tl¡ilit1:¡dcs nrotor¡s rlclic¿clrs, como recortar y manipuJar el vi-

tlrio. Me llcvó ocho meses enteros c¡ear aquel p¡ime¡ ce¡ebro(lc vidrio de colores. Cuando estuvo terminado, em ün deleitep¡ril la vista y me sentí motivada para hacer ot¡o, que ahora está

colgado en el Banco de Cerebrcs de Harvard.

Varios meses antes del ictus, me había comprometido a unapresentación pública en la Universidad Estatal de Fitchburg.

Estaba prograrnada para el 10 de abril, cuando se cumplían

cuaffo meses de 111i ataque. Como necesit¡be un objeúvo para

trabajar, decidí que aquella sería mi primera present¿ción enpúblico después del ictus, ya que mi náxima pdoddad era re-

cupere¡ la fluidez en el lenguaje.Tomé la decisión de asisti¡ al

acto de Fitchburg y hablar durante veinte minutos. Mi objeti-

vo era presentarme de tal mane¡a que el público no se diera

cuenta de que era une superviviente de un icius,Aunque era

una empresa ambiciosa, me pareció lazoneble. Emprendí múl

tiples estrategias para lograr aquella proeza.

Primero, tenía que hace¡ algo con rni cabello. Dunnte losprimcro\ mesc. de.puéc de la oper:ción esruve promocion¡n

do une nueva moda de peinado. Como los cirujanos solo me

habían afeitado el tercio izquierdo de la cabeza, tenía un aspec-

to muy raro. Sin embargo, si me peinaba por encima lo que

quedaba a la derecha, podía tapar la cicatriz de veintitrés centí-

metros. Le parte divertida ere encont¡ar una nu[lera de disi-

mular los pelos cortos que asomeban a t¡avés del peinado. Era

bastante evidente que me faltaba pelo, pero en abril ya lucía

une especie de bonita co6a. No sé si mi cabello me delató

aquella tarde o no, ni si elguien se prcguntó por aquellas dos

abolladuras este¡eotáctrcas de mi frente, al estilo Frankenstein.(El aparato este¡eotáctico es ese dispositivo grande que los

.)

IJ

Page 89: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

uN ^

¡ A(. l l r l i In1 Iu( l ln l

médicos utiliz¿n para m¿ntene¡ la cabeza totalmente in¡Ii)vil

nientras operan.)

Trabajé rnuchísimo para prep¿r¿rme pare aquella presellt r

ción de Fitchburg. Mi priner ptoblema consistía en hablrrr

clara e inteligentemente en público, y rni segundo problelrr.r

era ser una experta en el cerebro. Por suerte, había presentat|'

una ponencia importante, grabada por profesionales, en el

congreso nacional de la NAMI, pocos meses antes de la hc

morragia. Mi principel estrategia para recuperar mis facultadcr

parlantes consistió en ver aquel vídeo una y otm vez Estüdi¡

cór,ro manejaba el micrófono aquella mujer (yo) del estrado

Observé la posture de su cuerpo y su cabeza, y cómo andabrr

por el escenado. Escuché su voz,la cadencia con que enlazebil

palabras, y cómo alce¡aba el volumen pam emocionar alpúbli'

co. Aprendí a hacer 1o que ella hacía observándola. Aprendí rr

se¡ yo, a actuar como yo y a hablar como yo de nuevo, miran

do aquel vídeo.En cuanto a la parte de Ia experta en el cerebro, aprcndi

¡nucho sobre el cerebro con aquella presentación, pero ya no

era una experta. La misma presentación grabada contení¿ de

masiada información y estaba muy por encima de mis posibili

d¡des. Tuve que plantearme si el público pensaría 1o mismo

Pero aprendí e pronunciar aquellas palabras científicx, y des-

pués de ver el vídeo muchas veces entendí la historia que aque

lla mujer estaba contando. Me gustó enterarme de 1o de la do

nación de cerebros, y me prcgunté en secrcto si G.G. habría

donado rni cerebro a la ciencia si yo hubiera nuelto la nuña

na del ictus. Me ¡eía a carcajadas cada vez que oí¿ la canción

del Banco de Ce¡ebros y sentí punzadas de dolor porque aque-

lla mujer ya no existien.

Con el mejor estilo del que fui capaz, monté una actuación

de veinte minutos que ensayé un día sí y ot¡o también durarte

17s 179

t l r r ¡ r f MAs Nrx l i \ ^ l^

ulís dc un nrcs, Micntras nadic me interrunrpiera o rne hiciera

¡rcgrrntas sobre el cerebro, pensaba que podria s¿li¡me con la mía

$iD que nadie detecta$ las señales del nri reciente ictus.A pesar de

que mis movimientos eran algo robóticos, no di ni un paso en

flüso y salí de Fitchburg con ur-ra sensación de triunfo.

Aun<¡ue no necesitaba terapia ocupacional o ffsica, pasé

bastante tiempo en terapia de lenguaje durante cuatro meses

después de la operación. Hablar era menos problemático para

ní que leer. G.G. ya me había emeñado las letras del allabeto y

los sonidos que corresponden a cada uno de esos garabatos,

pero enlazarlos en forma de palabras y después añadir un signi-

ficado era más de lo <¡ue mi cerebro se atrevía a intentar. Leer y

lrat¿r de entender er¿ un de': 'r .re. En miprimera \e\rón con mi

terapeuta de lenguaje, Amy Rader, tuve que leer una historiaque contenía veintikés datos. Ella me hizo lee¡ la historia en

voz alta y después me hizo preguntas. De las veintitrés pregrn-

tas, acerté dos.Cuando empecé a ffabajat con Amy, podía leer lx palabras

en voz alta pero no asignar un significado a los sonidos que sa-

lían de mi boca. Con el tiernpo podia leer un¿ palab¡a cada vez,

asignarle un significado a aquel sonido y después pasar a la si-

guiente palabra. Creo que gran parte del problema consistía en

que no podía relacion¿r un momento con el siguiente ni pen-

sa¡ [nealmente. Mienffas cada momento existier¿ en ais]amien-

to, yo no podi¿ engarzar ideas ni palabras. Por dentro me sen-

tía como si la parte lectora de mi ce¡ebro se encont¡arap¡ácticamente muerta y no estuviera interesad¿ en volve¡ a

aprender. Semana tras semana, guiada por Amy y G.G., di los

pasos necesados pere alcanzar rnis objetivos. Era muy emocio-

nante, porque recuperar el vocabulario signiñcaba recuperar al-

gunos de los archivos pe¡didos de mi cerebro. Me quedaba ago

tada solo con intentarlo, pero poco a poco, palabra dificil a

ffI

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r . , r^r \ ' ¡ , I L)r 'Lrr I r r ,

palabra diffcil, se fueron abriendo archivos y rrre reenco¡rtré cotr

la vida de la mujer que había sido antes. Con G.G. pacientc'

mente al timón, encontré el camino de vuelta a los recovecori

rel¡do. de mi materi¡ gri ' .

Para recuperarme con éxito, e¡a importante que nos centrí¡-

mos en mi c¿pacidad, no en rni incapacidad. A b¿se de celebral

mis logros cada día, permanecía centrada en lo bien que 1o es

tabe haciendo. Decidí que no impoltaba si era capaz de andar,

hablar o ¡ecorda¡ mi nombre. Aunque lo único que hicierr

bien fuer.r re'pirrr. celeb¡jb¿mo' que esruriera vivr.. . y re\Pi

rábamos hondo junt¿s. Si me tambaleeba, podíamos celebra¡

que estuviera erguida. Si babeaba, podíamos celebmr que traga-

¡a. Era delnasi¿do ñcil centrarse en nds incapacidades, porque

eran muchísimx. Necesitaba que la gente celeb¡a¡a los triunfosque logr¡b¿ cada día,porque mis éxitos, por pequeños que fi¡e-

ran, me inspilaban.

A rnediados de enero, pocas semanas después de la opera-

ción, el centro de lenguaje de rni hernisferio izquierdo empe-

zó a volver a conectarse y hablarme de nuevo.Aunque 1o cier

to er¿ que me encantaba 1¿ dich¿ de una mente en silencio, e

un alivio saber que mi cerebro izquierdo tenía la capacidad de

recuperar su diálogo interior. Hasta aquel momento, me había

e'forz¿do con dese.peración por enlrzrr mis pen'amiento' y

pensar secuencialnente. La linealidad de mi difogo intetno

contribuí¿ ¿ establecer una base y una estructura para nis pen-

samientos.Uno de los secretos fundamentales de 111i éxito era que

tomé l¡ decisión cognitiva de no pone¡me trabas a mí misma

durante el proceso de recuperación. Con una actitud agndeci

da se llega muy lejos en cuestiones de curación fisica y emo-

180 l8 l

r ( , ( l l r r1 M^s NrnxN|1hu^ Tcion¡l.l)isfruré mucho con la experiencia de mi recuperaciónporque cada prcceso fluía de manera natural hacia el siguiente.f)escubrí que a medida que ¡nis habiüdades mejoraban, también lo hacía mi percepción del mundo. En poco tiempo, meconvertí en una niña deseosa de s¿lir a er?lorat... siempte quemi mamá no estuviera muy lejos. P¡obé un montón de cosas[uevas, tuve un montón de éxitos, e intenté unas cuantas co-ras para las que aún no estaba preparada. Pero tomé la decisiónde no ponerme trabas emocionalrnente, y eso irnpJicaba teneruucho cuidado con mi ch¿rla interior Había sido muy fácil.mil veces al día, sentirme menos de 1o que había sido antes.Alfln y al cabo, había perdido la mente, y por consiguiente teníarazones legítimas para sentir lástima de mí misma. Pe¡o, porsuerte,la alegría y la celebración de mi mente derecha eran tanfuertes que no querían dejarse desplazar por la sensación queacompañaba a la autodesaprobación, la autoconpasión y la de-presrón.

lJna parte de no pone¡me t¡¿bas consistia en que necesita-ba aceptar el apoyo, el amor y la ayuda de otros. Le ¡ecupera-ción es un p¡oceso a largo plazq y pasaúan años antes de quetuviéramos cierta idea de 1o que iba a r.ecupera¡. Necesitaba de,jar que mi cerebro se curara, y para eso tenía que permitir yagradecer que me ayudaran. Antes del ictus, yo habia sido inde-pendiente en extremo.Trabajaba durante la se¡nana como cien-tíflca investigadora, iba de gira los lines de semana como laCientífica Cantante y me las arreglaba complet¿mente sola enmis asuntos domésticos y personales. Me incomodaba aceptarayuda, pero en aquel estado de incapacidad mental necesitabadejar que la gente hiciera cosas por mí. En muchos aspectos,tuve suerte de que el lesionado fue¡a mi hemisGrio izquierdo,porque sin la parte del ego de rni centro de lenguaje pude aceptar l¿ al'uda de oüos.

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uN At^(¡( ] | l ) l l I t ] ( xxl l

El éxito de mi recupe¡¿ción dependía por conrplcro cl9 rrrrcapacidad de descomponer cada tarea en pasos o ¿ctos nús l)cqueños y simples. G.G. e¡a una maga que sabía 1o que yo Dcccsitaba hacer antes de pasar al siguiente,nivel de complejitl;r,lTanto si se trataba del f¡enético en[rsiasmo que sentia tntes (lr

podef sencarme en le cema, como de enterarme de que no irrrportaba pisar las rayas del pavimento al andar por la acera, crtl runo de aquellos pequeños pasos determinó mi éxito final.

Como no podía pensar Jinealmente, necesitaba que todtxasumier¿n que yo no sabía nada, par¿ poder rcaprcndedo to(l()desde el principio. Los ftagmentos de información y¿ no encljaban unos con otros en rni cerebro. Por ejemplo, podía no srrber utilizar un tenedor y podía necesitar que me lo enseña¡alen va¡ias ocasiones diferentes. Necesitaba que mis cuidador.tsme enseñaÍan con peciencia. A veces necesitaba que me enscñaran algo una y otra vez, hasta que rlri cuerpo y mi cerebf('pudieran entender qué estaba aprendiendo. Si no 1o <pillab.u,era porque aquella parte de mi cereb¡o tenia un agujero y nopodía entender o absorber la información. Cuando la gente levantaba la voz aI enseña¡me, yo tendia a cefrarme, Como ul)cachorro inocente al que le gritan, sentía miedo de aquella per-sona, me repelía su energía y tendía a no fiarme de ella. E¡¡imprescindible que mis cuid¿dores recordaran que yo no erasorda; simplemente, mi cereb¡o estaba dañado.Y lo más impor-tante, necesit¿b¿ que 111is cuidado¡es me enseñaran la enésimavez con la misma paciencia que habian tenido la prirnera.

Necesitaba que la gente se me acercara v no tuvie¡e miedode mí. Necesitaba desesperadanrente su bondad. Necesitabaque me toca¡en, que me Aotaran el bmzo, que me cogieran lemano o que me linpiaran con amabilidad la ca¡a si babeaba.Casi todo el mundo conoce a alguien que ha sufrido un trau-ma. Si su centro de lenguaje está afectado, es probable que el

782 183

_ --!

t ( r i ¡Jr lM^s Nrr r lsf rAlrA

ct vivicntc uo pucda m¿Dtener unA conversación con las vi-

. Só quc puede se¡ muy incómodo Pa¡e una pe$ona sana

rt¡r comunicarse con alguien que ha tenido un ictus, pero

tecesiteba que mis visitantes me aport¿raD energí¿ positive.

tdo que la conversación estaba obviamente descartada, agta-

ía que las personas se quedaran solo unos minútos, me co-

gr¡n las manos y me dljeren despacio y en voz baja cómo les

qué pensaba¡ y que confiab¿n e¡ mi capacidad de recupe-

. Me resultaba muy diffcil tratar con gente que llegaba

Co¡r energía de mucha ansiedad Necesitaba de verdad gente

e se responsabilizar¿ del tipo de enerúa que me traía. Ani-

¡Dáb¿mos a todo el mundo a desfruncir el entreceio, abrt el

CoraTón y n¡el me ¿mor.l ¡ gente muy ncrvio'¡. ¿¡15ios¿ o irr i-

era contraproducente pare mi cu¡ación.

na de las principales cosa¡ que aprendí fue a senti¡ el compo_

fisico de l¿ emoción. L¿ rlegría err unr sen<:ción en mi

. La paz era un¿ sensación en mi cuerpo. Me pareció in-

tetesante podet sentir cuándo se disparaba una nueva emoción.

Podía sentir las nuevas emociones fluyendo dentro de ní y des-

puér seliendo.Tirve que aprcnder nuevas palabras pata designar

csas experiencias (sensoriales,r, y lo más interesante es que des-

cubrí que poseía el poder de elegir entre concentl?rme en un

sentiriento y prolongar su p¡esencia en mi cuerpo, o bie11 de-

jarlo salir de mí rápidamente.

Tomaba mis decisiones basándome en lo que se¡tía por

dent¡o. Había cie¡tas emociones, como la i12,la frustración o el

rniedo, que me resultaban incómodas cuando fluían a través de

mi cuerpo. Así que le decía a mi cerebro que no me gustaba

aquella senseción y no queúa conectarme a aquellos circuitos

neuron¡les. Descubrí que podía utüzar mi mente izquierda'

T

Page 92: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

uN ^rAQUl

inl LU()l)llz

por medjo del lengueje. Para h¡bl¡r direct¿mente con mi \(r '

bro y decirle 1o que queúa y lo que no queúa Cuando dcrcrr

brí esto, supe que nunca volvede a tener la personalidad dc ¡ I I

tes. De pronto tenía mucho más dominio sgbre lo que se¡tiil y

durante cuánto tiempo, y me oponía rctlrndamente a re¿ctivrrl

viejos circuitos emocionales dolorosos.

Presta¡ atención a cómo se sienten las emociones en r'l

cuerpo ha sido un factor completamente determinante en rrri

recuperación. Me pasé ocho años observando cómo mi me¡rtr'

analizaba todo lo que ocuría en lr1i cerebro. Cada nuevo clíil

me t¡aía nuevos retos y descubrimientos. Cuanto más rccuPr

rabe mis viejos archivos, más a la superdcie salía mi viejo bagr-

je emocional, y más necesitaba evalu¿¡ la utlidad de conserv¡l

los circuitos neu¡onales en que se basabe.

La cu¡ación emocional era un proceso tediosamente lent(),

pero el esfuerzolqfe la pena.A medida que mi hemisGrio iz

quierdo se fortalecía, me empezó a parccer natural querer <cu]_

paD ¿ otras penon¿s o a f¿ctores externos de mis seltimientos o

circumtancias. Peo, siendo realisa, sabía que nadie tenía el poder'

de hace¡me senti¡ nada, excepto yo y mi cerebro. Nad¡ e)'terior

a mí tenía el poder de arrebatárme mi paz de conzón y mente.

Aquello dependía por completo de mí. Puede que no tenga urr

control total de 1o que ocuÍe en mi vide, pero desde luego soy

yo quien decido cómo qüero percibir mi erperiencia

1

Hitos de la

1,4

recuperaclon

. ¡

Page 93: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

pregqnta que me hacen con más frecuencia es: (¿Cuánto

ó en recuperarse?o. Mi respuesta, y no pretendo ser flvola,

tuele ser: <¿En recuperar qué?). Si definimos la recuperación

éomo volver a tener ¿cceso a los antiguos plogramas, entonces

estoy parcialmente recupelada. Esta vez he sido muy exr-

gente en 1() referente a qué p¡og¡ames emocionales me intere-

3a consenar y cuáles no me inte¡esa que 1'uelvan a tener voz

(impaciencia, cútica, groseúa). Qué maravilloso don ha sido

, este "t"que

qrre m. ha permitido elegir y decidir quién y cómo

quierc ser en el mundo. Antes del ictus, creía ser un prodl¡cto

de este cérebro, con un poder mlrrimo para decidir qué sentía

o qué pensaba. Desde la hemorragia' se me han abie¡to los ojos

a la mucha capacidad de decisión que tengo en re¿lidad sobre

1o que ocutre entre rnis ore¡as.

La recuperación fisica después de la operación del cerebro

fue una insignificancia en comperación con la tarea de reco¡ls-

nuir mi mente y recuperar la conciencir de mi cuerpo Después

de la operación, G.G. me mantuvo limpia la herida de la cabeza,

y los trei.ntr ¡ cjnco punro' se curaron Perfect$ente L¿ mayor

dificultad que tuve que afronar fue un problema con la altrcula-

ción mándibuler-temporal izquierda debido a la operación, pero

se resolüó úpidamente utiüzando un sistema de cur¿ción llama-

187

Page 94: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

dr¡ técnica dc Feldcnktlis. En canrbio, ta crcatnz cstuvo irrscnsi_ble duran¡e cinco años,y creo que los tres orifcios de r¡l¡tlru clel cráneo se cer¡a.ron po¡ completo h¡cia el sexco ¿ilo.

Mi madre era una cuidadora muy sabia y, aunque er¿ pro_tectoEr no se mterponía en mi progreio. A nedi¡clos cle feb¡e_ro, dos raeses después del ictus, enp¡endí ,ni primer:r avcnturaen solitario por el nrundo. Mi lenguaje verbal era lo bastinteDueno pa¡a no meterme en p¡oblenus (confiábamos) y estuveun tlenpo mínimo por ahí sola. G.G. me llevó en coche alaeropuerto y nre acomptñó a mi asiento e¡r el ¿vión. Un amigo rne recogió en el punto de desCino, así que no tuve que ¡r¿_vegar mucho tiempo yo sola por el ancho mundo. Sabo¡eéaquel pdmer salto fLrera del nido, considerándolo un grandísi-mo paso en mi búsqueda de independencia. Animada por elelqto, me affevi a aceptat riesgos aún rlayores.

Al cumplirse los tres meses, G.G_ me enseñó de nuevo ¿conducir. Manej¡r una enor¡re caja metáüca co¡r ¡uedas ¿ ve_locidades notablei¡re¡te altas, con un monron de gente ata¡ea_da haciendo lo mismo mienffas cornen, beben, fu-man y, ah, sí,hablan con sus teléfonos móviles, rne recordó qu" ,oy ,r, f.ágiiser vivo v que la vid¡ e. un <lon precio.o. Mr ccrebro rún crro_b¡ luch¿ndo con la lecruru.1 la p.rrre mi. di6, i l de rprender Jenuevo a conducir un coche fue acordarr¡e de mimr las señalesescrltas. Lo cual, evidentemente, era un proble¡na. E iDclusocuando veía alguna señel, mi comprensión era dolorosamenteIett^. A-ve\ ¿qué dice ese letrcn grd\¡le y uelile? ¡M#&%! ¡Me hepasado de la salida!

A mediados de marzo, G.G. decidió que ya estaba prepara_da para intentar volver e vivir sola.Aunque estab¿ muy lejos depoder reincorporarme aljuego de Ja vida,le parecía que, con elapoyo de mis amigos, ya estaba lht¡ para probar nis alas. Measegu¡ó que si l¿ necesitaba, solo tenía que üamarla y ella ven-

rlr i :r crr cl prirucr vuclo. Ura partc clc lni estaba enlocion¡d¿

l)()r rrri n)ryor- il)dcpendencia, mientras clue otr¿ p¿rte de rrrí es-

lxl)ll ¡terr¿d¿.

Ai c¡bo de pocas semanas,l¡ primera gran prueba de mi

prcpiración pera re¡nud¿r mi vida em el ¿cto de Fitchbury.

Aqtrel lo me drbr.r lgo en lo quc corrc(nrnrme mientr"\ (mpe-

|lirba ¿ válerme por mí nrisma. Mi amigaJulie me llevó a la pre_

scntación y salió tan bien clue el éxito se me subió a la cabeza

(cl chiste es intencionado). De algírn modo conse¡pí no solo

robrevivit sino prosperar de nuevo. Empecé a dedic¿r tiempo a

irsuntos del Beoco de Cerebrcs desde c¿s¿, con el ordenador.Al

principio, solo podía hecerlo un par de ho¡es cada varios días.

Con el tiempo, empecé a despl¿zarme al Hospital Mclean un

rlía o dos a la semana.A decir verdad, el desplazamiento era más

cliñcil que el trabajo.

Para complicar aún más las cosas, después de la operación

los médicos insistie¡on en que tonuü Dilantin como prc61ác-

tico para evitar que ni cerebro sufiiera une crisis con'ulsiva.Yo

¡'lunca 1¿ había sufrido, pero rccetar medicación es un¿ p¡áctica

conún cuendo se ha interveniclo quirúrgicanente le región

temporal del cercbro. Como cualquier otro paciente, odiaba mi

nedic¡ción porque hacíe que me sintiera cansada y letárgica.

Pero nú mayor queja ei:a que el nedicamento redücía ni capa-

cidad de raber qué se sentía al ser yo.Ya ere una extraña per¿ ní

misma debido al ictus, pero si añadíamos la medicación, me

sentía eún más desorientada. Debido ¿ esc¿ experiencie, ahora

entieüdo nrrcho mejor que algun¡s personas prefieran la de-

mencia a los eGctos secundarios de sus medicaciones antipsi-

cótices.Yo tuve la suerte de que mis médicos accedie¡an a que

tomara tod¡ la dosis por Ia noche, antes de irme a la cama, de

modo que por l¡ mañana tenía la mente rl1ucho más clar¿.

Tomé Dilantin durante casi dos años después de la operación.

I

1l l8 189

Page 95: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

uN Ar ' qt i l i l ) l l LU(l ln iz

Al cumplirse los seis meses, volé a mi pueblo de l¡cli¡rrrr

pera asistir a la reunión del veinte aniversario de mi institu¡o

Era un¿ oportunidad perfecta para abrir ¿rchivos de mi p¿s¡

do. Dos de mis mejores amigos me acompeñ¡ron en todo nto

mento, y me cont¿¡on historias de nuest¡a época en el Terlc

Haute SouthVigo. La reunión llegó en un momento ide¿l Mi

cerebro se h¿bía curado 10 suficiente Pa¡e ¿bsorber nueva in

fo¡mación y ebrÍ antiguos archivos. Asistir a la reunió¡l mc

ayudó a recomponer recuerdos de mi juventud. Pero t¿mbiér)

en esa situación, dado que había sobrevivido a un ictlls, er¡

imprescindible que no me viera a mí misma como menos dc

1o que había sido antes. Los amigos del pasado fueron muy

amables conmigo y al final lo pasé muy bien recuperando re

cuerdos.Poco después de la reurión dejunio, enjulio asisti al con-

greso anual de la NAML Se terminaba mi peúodo de tres años

en la junta necional de directores y me iba a despedir oficial-

mente. Había preparado un discurso de cinco m¡nutos p¿ra un

público de rnás de dos mil miembros de la NAMI. Con la gu1-

tarÉ en la neno,lág¡imas en los ojos y gratitud en el corazón,

di las gracias a aquella gente maravillos¿ por habe¡me d¿do va-

lor para volver. Siempre atesoraré esa caja de postales que me

enviaron dándome ánimos. Sé que hoy no estaría ¿quí, y en es_

tas condiciones, de no haber sido por mi familia de la NAMI.

Andar se conü¡tió en una parte muy importante de mi nrtina

Cuando te sientes como un fluido es imposible saber dónde

ernpiezan y terminan tus línrites fisicos. Caminar me ayuüba a

fortalecerne de nuevo, y dur¿nte aquel pimer año me las arr:e-

g1é para andar cuatro o cinco kilómetros al día varias veces a la

semana.Aadaba con pequeñx pesas en las manos, balanceando

190 191

| | t t ( )s tn i t .A t t | i ( iuPu{^(: tÓN

los l'ui¡zos dc vcz cn cuando, gesticulando cono un dño salva-jc pero con ritmo. Me hice el propósito de ejercitar todos mis

lnírsculos, hacie[do trabajar las ar[culaciones de los hombros,

los codos y las muñecas. Mucha gente me miraba como si fue-

r¡ un bicho rarc, perc como había perdido el centro del ego de

rli hemisferio izquierdo, me daba igual su aprobación o desa-

probación. And¿r con pesas me ayudaba a recuperar fuerza,

equilibrio y co¡¡ección postural. Además, trabajaba con un

amigo que, a base de nasajes y acupuntu¡a, lne a1'udaba a iden-

tífica¡ mis límites fisicos.Al octavo mes volví a trabajar ajornada completa, pero se-

guía sin ser competente del todo, ni mental ni fisicamente. Mi

ce¡eb¡o había caído en una especie de pereza de la que no era

capaz de desprenderme. Por desgracia, mi trabajo incluía algu-

n¡s tareas complejas con la base de datos del ordenador, que yo

sabía que mi mente no era capaz de realizar.Además, debido al

ictus, me había r''uelto rnuy consciente de lo precioso que es el

poco tiempo que tenemos aquí, en este planeta. Quería volver

a casa, en Indiana. Pasar tiempo con ¡ni madre y rni padre

mientras todavía,los tuviera aquí.se convirtió en una prioridad

en mi vida. Por suerte, nri jefa decidió que podía viajar para el

Banco de Cereb¡os como portavoz nacional para los enGrmos

menr¡ler de cuJquier parre. y me dio permiso p¿ra regrc\rr ¡

Indiana.Un año después del ictr¡s volví a rni tiena del Medio Oes-

te. Mi lugar favorito en todo el mundo es tsloomington (ln-

diana). Es una ciudad universit¿ria de tamaño pe¡fecto,llena de

gente inte¡esante y creati\a... y, ah, sí, állí está 1¿ Universidad de

IndJanr. Sentia que volver ¿ Indian¿ e¡¿ conto conect¿r con mi

tierra, y supe que estaba ex¿ctamente donde debía estar cuan

do mi nuevo númelo de teléfono resultó se¡ la Gcha exacta de

mi nacimiento: ¡día, mes y año! Fue una de esas coincidencias

I

Page 96: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

uN ^l^QUl i

l r i LU(xlniz

de la vida que te hacen saber que estás en el sitio correc¡o e¡t el

momento oportllno.

El segundo año lo pasé reconstrrryendo, lo mejor que pudc.

la mañana del ictus. T¡abajé con un terePeuta gestalt qLre nlc

ayudó a verbalizar la er'aeriencia de mi hemisferio derecho

aquella mañana. Creía que aludando a la gente a comprender

lo que sentí al experimentar el dete¡ioro neurológico de mi

mente podría ayud¿r ¿ los cuid¡dores a relacionane mejor con

los supervivientes.También tenía le espelanza de que si alguien

leía rni relato y después experimentaba alguno de aquellos sín-

tomas, llamaría inmedi¿tamente pidiendo ayuda. Tiabajé con

Jane Nevirs y Sandra Ackerma¡, de la Fundeción Dana, en un

proyecto de librc para contar la historia. Aunque ntrestros es

fuerzos fueroo prematuros, siempre les estaré agmdecida por su

interés y cooperación en a¡ldarne a esbozar lo que me pare

cia lmportante.Con el tiempo, cuando ¡ni mente fue capaz de aprender

de nuevo grandes volúmenes de información, llegó el momen-

to de reanudar la viü académica. En el segundo año posterior

al ictus me contrató el Rose Hulman Institute of Techno-

logy (RHIT) de Terrc Haute (lndi¿na), para dar cutsos de ana-

tomia/frsiologia y neurología.Thl como yo lo veía, me estaban

pagando por volver a aprender los detalles de mi proGsión.

Descubrí que aunque había perdido la terminología académica

(hemisferio izquierdo), todavía rcco¡daba qué especto teníe

cada cosa y las relaciones de unas con otras (hemisferio dere-

cho). Acabé llevando al límite mi capacidad de aprcndizeje día

tms día,y du¡ante todo el trimesre sentí que el ce¡ebro me iba

a explota¡ por exceso de uso. Estoy convencida de que poner a

prueba mi cerebro de aquella manera era exactamente lo que

necesit¿ba. Mantener una clase de adelanto respecto a los

¿lumnos er¿ muy trabajoso. Durante doce semanas equilibré el

792t93

Itara dar una idea de la cronología de mi recuperación' he aquí

ufl breve resumen de los pasos rnás destacados de mi progreso

año t¡¡s año. Antes del ictus, yo había sido una ávida jugadora

del sol i t¿rio Free Cell. pero l¿rdé tres áños en poder roJver a

dedicar mi mente a estejuego de cartas En el plano fisico' es-

tuve cualro año\ andantlo con las pesa' en l¡s mano'' cinco ll-

lómetro' ¿l día v¡¡ias vece\ ¿ l¿ \efiran¿' ¡nle" de poder crminar

con un ri tmo f luido Dur¡nre el cu¿rto ¡ño mi mence fue ¿d-

ouiriendo la capacided de hacer tareas simultáneas' aunque fue-

rt "o.".

,i-pl". .o-o háblar por teléfono mientras cocía pas-

t¡. Haste entonces, tenía que hacer una sola cosa cada vez' lo

que sigriEcabe que todo requería mi ¡rención completr 'Y a lo

largo del proceso, quejarme nunca fue mi estilo Siempre re-

.o.d^ba .ámo habí" estado inrnediatamente desPués del ictus'

y contrba los xpecto' posrivo, y dabr las gr¿ci¿5 ¡ ml cerebro

,rril .r".., "l

dí" po, ,.sponder tan bien a mis intentos de revi-

ü¡lo. H¡bjendo renido oc¡. ión de problr la áltern¿trv¡ p¿sábr

mucho tiempo dando gracies por estar vrva

Lo único que pensabi que había perdido para siempre era

la crpacidad de comprender todo lo relJcion¡do con la' máte-

mátilcas. Pero, para mi asombro, cuatro años después del ictus

mi cerebto ya estaba preparado para hacer sumas L¿ resta y le

mult ipl ic.rción te re(one.trron aproxjm¡d¿mente a los cLl¡tro

años y medio, pero la división se me resistió hasta bien pasado

.1 q,rir-tto "Ao-i| "br¡"r

con chuletas me ayrdó a rcintroducir la

aritmética básica en mi cerebro. Ahora trabajo cofl los Progra-

f l | ] ( ,s t , l l t Rl l ( l r l ' l l l l^(r lL)N

ajo con el stteño,y nri cerebro funcio¡ó de ma¡¿villa Sie¡r_

Átaré agtadecida al Departamento Rose Hulman de Bio-

a Aplicada e Ingeniería Biomecánica por su confianza en

capacidad de dar clases de nuevo'

Page 97: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

(JN At^(1r ' l l t r r tLr( l l ) t lz

mas Brain Training y Big l3rain Academy de Nintcndo. ()r'o

que a todos los que pasan de los cuarenta, y a todo supe'rvrviente a un t¡auma cereb¡al,le vendría bien utilizar instrLü)lcrltos de este tipo para ejercitar el ce¡ebro

Al final del quinto año podía saltai de roca en roca por |rsplayas de Cancún sin mirar dónde ponía los pies. Este fLre rlavance muy importante, porque hasta entonces tenía que narrtener los ojos mi¡ando al suelo. El momento culminente de rrlsexto año t¡as el ictus fue cuando vi cumplido mi sueño de tcner vigor su6ciente pa¡a subir escalones de dos en dos. La im:rginería ha sido un insffumento efrcaz para recuperer funcioncsffsicas. Estoy convencida de que cenffarme en 1o que se sienttal ejecutar tareas concretas me ha a¡rdado a recuperatlas nisdeprisa. Desde el ictus, todos los días había soñado con saltar-me escalones. Mantenía el ¡ecuerdo de 1o que se sentía al co-¡rer escale¡as arriba con abandono. Reproduciendo esa escenluna y otra vez en rni mente, mantuve vivo ese circuito hast¡que pude conseguir que el cuerpo y la mente se coordinaran 10sufrciente para hacerla realidad.

A lo largo de los años, muchas personas de mi mundo profesional han sido muy generosás y amables conmigo.Al principio,tenía miedo de que los colegas pudieran pensar que después delictus ye no ''ilía tanto, y nle ffata1?n peternalmente o tal vez incluso me discriminaran. Por fortuna, no ha ocurrido así. Aquelictus no solo me ab¡ió los ojos a la belleza y fledbilidad del ce-rebro humano, sino también a la generosidad del espiritu humano. Muchas personas ¡¡aravillosas me han alimentado el corazón y estoy agradecida por toda la bondad que he rccibido.

Aunque había estado viajando de vez en cuendo como laCientífica Caltante pam el Banco de Cerebros de Ha¡va¡d desde el segundo año después del ictus, durante el séptimo airoacepté un puesto de profesora adjunta en el Deparr¿mento de

194 195

l l l l { ,s l ¡ l l ^

l ( l (xrL ' l i l rA( la)N

Oircsiologí.r dc h Univcrsidad de lndiana.Además, dar clases dc

t¡DLrk)nía geteral ha sido siempre mi mayor placer, y empecé a

trrbajar como voluntaria en el laboratoio de anatomía general

rlc Ia Facultad de Medicina de la Universidad de Indiana. Reen-

contrarme con el cuerpo y dar clases a los futurcs médlcos sobre

Bu milagroso diseño ha sido para mí un apasionante privJlegio.

Támbién en el séptimo año después del ictus, rni necesidad

de dormir por la noche se había reducido de once horas a nue-

ve y media. Hast¿ entonces, además de dormir toda la noche,

c'ch¿br b¿stantet siesr¿s. Dur¡nte lor siere Primeros ¿ños. mi'

sueños habían sido un extra gante ¡eflejo de lo que paseba en

mi cerebro. En lugar de tener sueños con personajes e histori¿s,

mí mente desplegeba Pequeños fragmentos de datos sin rela-

ción enffe sí. Supongo que eso rcflej¿ba el modo en que mi ce-

rebrc juntaba información pixelada para formar una imagen

complel¡. Fue \en'ecional cu¡ndo en mit \ueños empel.rron ¡

ap¿recer penonajes e histo¡ias de nuevo. Al principio,las esce-

nas er¿ll f¡agmenterias y sin sentido. Pero al final del séptimo

¿ño, mi mente estaba tan ocupeda durante 1¿ noche que des-

pert¿r me .esultaba Poco reftescante.

Durante el oct¿vo aiio de reiuperación,la percepción de mí

misma cambió por 6n, p¿sé de sentirme un fluido a ser de nue-

vo un sólido. EmPecé a practicar esquí acuático -slelom-

frecuentemente, y creo que fo¡zat mi cuerpo todo lo que po-

día ayudó a consolidar úis conexiones cerebro/cuerpo. Con-

ñeso que aunque celeb¡o ser de nuevo un só1ido, echo rnucho

de menos percibirme como un fluido.Echo de menos el cons_

tente recordatofio de que todos somos ,/ro.

Ahora vivo 1o que yo llamaú¿ una vida pefecta. Sigo via-

jando para el Banco de Cerebros de Ha¡va¡d como la Científi-

ca Cantante, sigo est¿ndo afiliada a la Facultad de Medicina de

l¡ Universidad de lndiena en lndi¿nápolis. P¿so bastente tiem-

Page 98: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

LrN Al^( lut l l , l t l_1,1] l l ¡1,

po como consultora de ¡euroanatonrí¡ en el Midwest P¡oto¡lRadiothenpy Institute (MPRI), situado en el Ciclotrón de l¡Unive¡sidad de Indiana, donde utilizamos un haz de protonesdi¡igido con gran precisión para combatir el cáncer. Para ayu-dar a otros supervivientes de traumas, fibajo en la creeción deun sistema de reaüdad virtual con el que los individuos puedanrehrbilirarse neurológic¿menre ¡ si mrsmos. medianre lo que 1ollemo <intención visualmente dirigido.

En el aspecto ffsico, me gusta esquiar en el lego Monroe aprime¡a hora de la mañana, y po¡ las tardes paseo condada-mente por rni be¡rio. Pa¡a desar¡olla¡ 1¿ creatividad, juego enmi espacio de arte creando maravill¿s de cristal de colores (sobre todo, cerebros), y mi guitar¡a es une continua fuente deplacer. Sigo hablando con mi madrc todos los días, y como pre-sidente de la filial de c¡eater Bloomingtor de la NAMI, sigoactive en la causa de los enfermos mentales.A¡zudar a la gente aliberar su paz inte¡ior, su alegría y su magnífica belleza se haconvertido en mi prcgrama personal.

A 1o largo de estos años, he tenido ocasión de contar ¡nihistoria a todo tipo de público, desde los lectores de DismyerMagazíne y los televide\tes del O Mdgazine de Oprah Winñeyhasta los del St¡o&e Connedíon Magazine de la Ame¡ican StrokeAssociation (ASA) y del Stuohe Süaft Magazine de la NsrionalSt¡oke Association (NSA). La historia de mi recuperación se hapublicado en The Inf.nite Mind, de la PBS, y todavía se puedeoír en el programa Profles de laWFIU.'Además, existe un ma-mvilloso programa de la PBS fiíllado Underctandíng:The Ama-zitrg Btuifl, qve se emite internacionalmente. Les enimo a sin-tonizarlo, }? que hicieron un excelente babajo que instruyesobre la plasticidad del cerebro.

1. \¡/1mi¡did¡.edu/-üdu/proÉ1es.htm.

15

Mi ataque de lucidez

Page 99: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

Tras haber ¡ealizado este inesperado viaje a las prcfundidades de

mi ce¡ebrc, estoy agradecida y asornbrada por haberme recupe-

rado por completo, ffsica, cognitiva, emocional y espiritualmen-

te, Durante años, la recuperación de las habiüdades de mi he-

misferio izquierdo ha sido tremendamente diffcil por muchas

razones diferentes. Cuando perdí las funciones de las redes neu-

rológicas de mi cerebro izquierdo, no solo perdí algunas firncio-

nes, sino también larias ca¡acterísticas de personalidad, que alparecer estaban asociadas a aquellos circuitos de aptitud. Recu-perar células de función que estatarr anatórnicamente conecta-das a toda una vida de ¡eactividad emocional y pensamiento oe-gativo ha sido una erperiencia que me ha abierto la mente.

Aunque yo queía recuperar las habiJidades de mi hemisferio iz-quierdo, debo decir que había rasgos de iersonalidad que in-tentaban alzane sob¡e las cenizas de rni nente izquierda que,

francamente, ya no rcsultaban aceptables para el concepto quetenía mi hemisferio izquierdo de quién quería ser yo aho¡a.Thnto desde el punto de vista neu¡oanatómico como desde elpsicológico, han sido unos a.ños fa¡cinantes.

La pregú4ta que tuve que plantearme una y otfa vez era:

¿Téngo que recuperar el afecto, la emo¿ión o el rasgo de personalidatlque estaba neurológicamette cofie¿tado al rc.uetdo o Jacuhad que quie-

199

Page 100: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

r rN^r^ ' ¡1 rrr r r r r r .

tu rccuperdr? Por eiernplo, ¿me sería posiblc rccupcrit la pcrccl)

ción de mi ¡o, en la que existo colno un sólido único y sepirrrr

do del todo, sin recupe¡ar las células relacionadas con rni egoís

mo, el intenso deseo de discutir,la necesidad de tener ¡azó¡, ,,

el miedo a la separación y la muerte? ¿Podrí¿ valorar el dinen'

sin conectarme a los lazos neurológicos de la carencia,la codi

cia o el interés? ¿Podría restablecer las rclacio¡es con nri fanri-

lia y no conservar las meníx rel¿cion¿das con ser una he¡manrrpequeña?Y 1o rnás importante, ¿podría conserv¿¡ mi recién ad

quirida sensación de conexión con el universo en presencia dc

la indiüdualidad de mi hemisferio izquierdo?

Me preguntaba cuánto tendría que sacrifica¡ de nri nuevr

conciencia del hemisferio derecho, con su sistema de valorcs y

la personalidad resultante, para poder recupe¡a¡ las habilidades

de mi mente izquierda. No queúa perder mi conexión con el

unive¡so. No queia sentirme como un sólido separado de

todo. No quería que rni mente girara tan deprisa que 1a no es-

tuvier¿ en contacto con mi auténtico 1,0. Francamente, no que-

úa renunciar al nirvana. ¿Qué precio tendúa que pagar la con-

ciencia de rni hemisGrio derecho para que se me pudiera

corrsideIa nomúl otta vez?Los neurólogos modernos parecen darse por satisfechos

con intelectualiz¿r acerca de las asimetúas funcionales de nues

tros dos hemisGrios desde un punto de vista neurológico, pero

casi no se ha hablado de las diferencias psicológicas o de perso-

nalidad contenidas en estas dos estructuras. A menudo, el carác-

ter de nuestra mente derecha se ha ridiculizado, presentándolo

de un modo muy poco halagüeño, simplemente porque no

comprende el lenguaje verbal ni el pensamiento lineal. En el

caso de la analogía con el Dr-Jekyll y Mr. Hyde,la personalidad

de nuestro hemirlerio derecho sc presenu como un iglro¡?nte

incont¡olable, potencialmente violento, estúpido y casi despre-

200 201

Mr ^r^( l { r l l

l r l r ¡ lJ l l l t lz

cirblc, <¡uc apenas es conscienle,y sin cl cu¿l ptobableme¡rte cs-

taáamos mucho mejor, En tremendo contraste, nuestra mente

izquierda se ha presentado rutinariemente como üngiiista, se_

cuencial, metódica, racional, intelígente y sede de nuestra con-

ciencla,Antes de esta experiencia con el ictus,las células de mi he-

lnisferio izquierdo habían sido capaces de dominar a las células

de rni he¡nisferio derecho. Xl caúcterjuzgador y analítico de

mi mente izquierda dominaba mi personalidad. Cuando suftí

la hemorragia y perdí las células del centro de lenguaje del

hemisferio izquierdo que definían mi yo, dichas células ya no

pudieron inhibir a las células de mi mente derecha. Como

consecuencia, he adquirido una clar¿ deüneación de los dos

personejes tan distintos que cohabitan en mi c¡áneo. Las dos

mitades de mi cerebro no solo perciben y piensan de d¡ferente

manera neu¡ológicamente, sino que demuestran tener valorcs

muy diGreÍtes, b¿sedos en los tipos de información que perci-

ben, y por eso manifrestan diGrentes personalidades Mi ataque

de lucidez me hizo ver que en el núcleo de la conciencia de mi

hernisGrio derecho hay un personaje directamente conectado

a mi sensación de profunda pai interior. Está comprometido a

fondo con la eraresión de paz, ar:ror, alegría y compasión por

el mundo.

Esto no quiere deci¡ por supuesto, que crce que tengo un

trxtorno de múltiple personalidad. Eso es mucho más compli-

cado que lo que yo he observado.T¡adicionalmente, nos ha re-

sultado dificil, si no imposible, distinguir entre los caracteres de

nuestra mente izquierda y delecha, simplemente porque nos

experimentamos a nosot¡cs mismos como una sola persona

con un¡ sol¿ conciencia. Sin embargo. con muv poquir¿ orien-

tación, a la mayoía de la ge[te le rcsulta fácil identiñcar a esos

dos personajes, si no den[o de sí mismos, al menos en sus Pa-

Page 101: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

I r \ \ r^¡ ¡ r r . r t r r r , r r ¡ r .

dres u otra persona importante. Mi objetivo es ¡yud¡r d encorr

trar un hogar hemisférico para cada uno de sus penonajes, a fil

de poder honrar sus identidades y tal vez tener más capacid:d

de decisión sobre cómo quercmos estar en el mundo. Recono-

ciendo quién es quién dentro de nuest¡o cráneo, podemos apli-

car un enfoque ce¡ebral más equilibrado al modo de llevar

nuest¡¿ vida.Parece que muchos de nosotros luchamos habitualmentc

con personalidades polares opuestas que residen en nuestras

c¿bezas. De hecho, casi todas las pe$onas con las que hablo

son del todo conscientes de que existen partes conflictivas eD

su personalidad. Muchos de no'otros decimo\ que nue\tr¿ c<r.

beza (el hemisferio izquierdo) nos dice que hagamos una cosa

mientrx el corazón (el hemisferio derecho) nos dice que haga-

mos exactarnente lo contrario. Algunos distinguimos entre lo

que pensamos (hemisferio izquierdo) y lo que sentimos (he

misferio derecho). Otras hablan de la mente consciente (hemis-

Grio izquierdo) frente a l¿ conciencia instúrtiva de nuestro

cuerpo (hemisferio derecho). Algunos hablan de la pequeña

mente del ego ftremisferio izquietdo) Aente a la mente capital

del ego ftemisGrio derecho), o de nuest¡o pequeño yo (he-

misGrio izquierdo) frente a nuestro yo interior o euténtico

ftremisGrio derecho). Algunos distingueÍ enffe nuesffa mente

de trabajo (hemisGrio izquierdo) y nuestra mente de \,?cacio-

nes (hemisGrio derecho), y otros hablan de su mente investiga-

dora (hemisferio izquierdo) y su mente diplomática (hernisfe-

rio derecho). Y, por supuesto, está nuestra mente masculine(hemisferio izquierdo) enfrentada a la mente femenina (hemis-

ferio derecho),y nuestra conciencia yang (llemisferio derecho)

contrarrestada po¡ nuest¡a conciencia yin (hemisferio dere-

cho). Y si el lector es un fan de Carl Jung, ahí tiene nuestra

mente sensata (henúsGrio izquierdo) fiente a nuestra mente rn

202 203

Ml ^r^( I r i

l r l r lL,r ¡ l t lz

tr.ricivl (hcnrisicrio dcrccho),y nuesrra nrente juzgante (hcrlris-

ficrio izc¡uierdo) frente a nuestra mente perceptiva (hemisferio

tlerecho). Sea cual sea el lenguaje que usemos para describir

nuestras dos partes, particularmente creo, basándome en tri ex-

periencia, que se corresponden anatómicamente con los dos

hemisfe¡ios tan distintos que hay dentro de nuesha cabez¿.

Mi objetivo durante el proceso de recuperación no ha sido

solo encontra¡ un equilibrio saludable ent¡e las capacidades

funcionales de mis dos hemisferios, sino también tener más ce-

pacidad de decisión acerca de qué personalidad domina mi

punto de vista en cualquier momento dedo Esto me parece

importante porque les caracteústicas más fundamentales de la

personüdad de mi hemisferio derecho son la profunda paz in-

terior y la compasión b¿sada en el amor Creo que cu¿nto más

tiempo pasemos con el circuito interior de pazlcompasión,

más paz y conpasión proyectaremos d mundo, y el result¿do

será que tendremos más paz y compasión en el planeta. Por

consiguiente, cuanto más claro tengamos qué lado de nuestro

cerebro procesa determinados tipos de información, más capa

cid¿d tend¡emos de decidrr cómo pensamos. sentimo' y nos

comportemos, no solo como individuos sino como miembros

de la famü¿ humana.

Desde el punto de vista neu¡o¿natórnico, tlrve acceso a la

experiencia de la pmfunda paz interior en la conciencia de mi

mente derech¿ cuando las zonas de lenguaje y asoci¿ción y

orientació¡ del hemisferio izquierdo de mi cerebro quedaron

inactivadas. Le investigación cerebnl realizad¿ por el doctor

Andrew Newberg y el difunto doctor Eugene D'Aquiü' a

principios de esta década me han ay_udado a comprender exac-

tamente 10 que estaba ocurriendo en rni cereb¡o. IJtilizando

L Why Cadwók'r Co AtNdl, B.lantine, Nuev¿York' 2001

I

Page 102: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

I rN At¡r¡Jt l t ) t1 f i r ( : | | ) t lz

tecnología SPECT (tomog¡afi¡ conrputcrizada por emisiírrr rleun solo fotón), estos científrcos identific¡ron l¡ base neu¡o¡r¡¡¡tómica de nuestra capacidad de tener una experiencia religios,ro espi¡itual (mística). Querían saber qué regiones del cercbruintervenían en nuestra capacidad de exlerimentar un canrbiode conciencia: pasar de ser un individuo a sentir que somos ,r,,,con el Lrniverro {Dios. nirvana. euforir).

Invitaron a meditadorcs tibetanos y monjes ñanciscanas ,rmeditar o rez¿r dent¡o del aparato SPECT. Se les indicó quc riraran de un cordel de algodón cuando llegaran al clí¡ra-r de slmeditación o se sintie¡an unidas con Dios. Estos expetimentosidentifica¡on cembios en la actividad neurológica de regioncrmuy específicas del cerebro. En primer luga¡ hubo una disminucióri de activided en los centros de lenguaje del hemisGrioizquierdo, que dio como resultado el silenciamiento de sucha¡la ce¡ebral. En segundo lugar, disminuyó la actividad en lazona de asociación y orientación, situada en la circunvoluciólrparietal posterior del hemisfe¡io izquietdo. Esta región denuestro cerebro derecho nos a1'uda a identificar nuest¡os límites ffsicos pe¡sonales. Cuando esta zona es inhibida o disrninu-ye la entrada de estímu.los desde nuestros sistenus sensoriales,perdemos de vista dónde empezamos y dónde terminamos enrelación con el espacio que nós rodea.

Zona de asociación y o¡ientación(límiles fFicos, espacio y tiempo)

204

Ml ^ l^r lLr l l

l t l l r r r { r l l ' l lZ

(;nci:ls l csta i¡)vcstig¿ción rccienlc, ticne scnticlo dcsde el

punto clc vist¡ Deurológico que cuando lnis cenffos de lengua

jc dcl lado izquierdo quedaron silenciados y se interrumpió la

Éutrada sensorial normal en mi zona de asocieción y orienta-

ción, mi conciencia pasara de sentirme como un sólido a una

percepción de mi misma como un flllido en unidad con el

tlliverso.

I

Page 103: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

16

Mis mentes derecha e izquierda

I i

-{

Page 104: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

lndependtentemente de la inforrnación que se est¿ prccesanoo

1o qu" no .. "u;

procesandol en mis dos hemislerio\' conlinúo

experim.nt ndo el colectivo que soy yo como una sola entidad

"á u.r" ,ota m.r'rte. Creo que la conciencia que marifestamos

", 1"

"o.t"i.a"i" "ol".tiva de las células que están funcion¿ndo'

y que 1luestlls dos hemisferios se complel¡entan uno a otro'

lr.'*do rrn" o"r."p.ión del mundo única y sin fisuras Si las

.é1r.1", y airaa,i o, qr.. teconocen los ¡ostros están funcionando

correctalnente, seré capaz de leconocerte po¡ tu cafa si no'

utilizaré otra información para reconocerte' como tu voz' tu

eesruJidrd o tu modo de ¿ndar' Si el cücuito celuJrr que com -

i..rri. a f."g""j. está intacto, pod¡é entenderte cuando ha-

it".. tt * a"it"t"" las célulx y circuitos que me recuerdan

constantemente quién soy y dónde vivo' mi concePto de ml

misma quedará permanentemente alte¡ado' Es decir' a rnenos

qu. ot.as .élrrla, de mi cerebro aprendan a encalgarse de esas

iunciones particulares. De manera sinilar a un ordenador' si no

tengo un pigrama p¿ra proces¿r P¡lablas' no podlé ¡ealizer esa

función.Cuando evaluamos las caractedsticas propias de los dos he-

misferios cerebrales y sus diferentes modos de prccesar rntor-

,.rción. par.c. eüdente que m¿ni6etr"n sistem¿c de v¿lore:

209

Page 105: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

UN ^r^(¡rr

r ) r l r ( r r ) r /

distintos, que, por consiguientc, deberían dar conlo rcsoltr(l()personalid¿des muy diGrentes. Algunos de nosot¡os han culti

vado sus dos personalidades y se les da muy bien utiliz¡r las h¡

bilidades y caracteres de los dos lados del cerebro,lo que per'-

mite que se apoyen. inluyan y moderen uno a otro al vir ir su

üda. Otros, en cambio, son bastante unilaterales en su mane¡lr

de pensar, o bien porque presentan patrones de pensamiento

muy rígidos y analíticamente críticos (cerebro izquierdo extremo), o bien porque casi nunc¿ conectan con la realidad comúlry se pasan la mayor parte del tiempo ocon la cabeza en las nubes,(cerebro derecho e>,-tremo). Xstablecer un equilibrio saludableentre nuestrx dos personalidades nos proporciona la capacidad

de r¡antenernos lo bastante flexibles para aceptar los cambios(hernisGrio derecho) y al mismo tiempo lo bastante concretospara seguir un camino (hemisferio izquierdo).Aprender a valo-rar y utilizar todos nuestros dones cognitivos abre nuestras vi-

das a la ob¡a maest¡a vital que en realidad somos. lmagine é1lector el mundo rrn empático que podrirmo. crc¡r . i pusiér¡ -mos nuest¡as mentes a la tarea.

Por desgracia,la maniGstación de empatía suele se¡ una rareza en nuest¡a socied¿d. Muchos de nosot¡os perdemos una

cantidad exagerada de tiempo y energía riñéndonos, insultán-donos y criticándonos (a nosotros mismos y a los demás) por

h¿ber tom¿do un¿ decisión <equivocadar o <malo. Cuendo us-

ted se regaña a sí mismo, ¿se ha prcguntado alguna vez quién ensu inte¡io¡ está chillando y a quién le chilla? ¿Alguna vez se ha6jado en que eltor patrone\ de penrarúento negativos r ienerrtendencia a generar niveles cada vez nás altos de hostilidad in-terior y/o mayores niveles de a¡siedad?Y pa¡a complic¿¡ aúnmás las cosas, ¿se ha frjado en que el difogo interior negativopuede influir negativamente en la manera de tratar a los demás,y lo que eso le acarrea?

2lLl 2l l

{

Mls Ml lN r l l l i r ) r l r t r1( r r^ r l rz(¡ l r l r l { ¡ t^

Conro criaturas biológicas, somos muy poderosos. Dado

que ¡rucslras redes neurales están fo¡madas por neu¡onas que se

comunican con otfas neuronas en ci¡cuitos, su funcionamiento

llega a ser bxtante predecible. Cuante más atención consciente

prestemos a un cicuito perticulat o más tiempo pasemos pen-

sando pensamientos concretos, más impulso tend¡án esos ci¡-

cuitos o patrones de perisanlento pere empez¿r a funcionar de

nuevo con un mínimo de estimulación

Además, nuestras mentes son inst¡umentos muy sofistic¿_

dos del tipo <busca y encontraráo. Estamos diseñados para con-

centrarnos en 1rl que sea que estemos buscando. Si buscamos el

color rojo en el mundo, lo encontraremos por todes pertes.

Quizá solo un poco al principio, pero clranto más tiempo nos

ma¡tengamos buscendo el rojo, antes de darnos cuenta lo vere-

mos por todos lados.Mis dos personalidades hemisfédcas no solo piensan en les

cosas de manera diGrente; además, procesan las ernociones y

dirigen mi cuerpo de una manera ñcilrnente distinguible.A es-

tas alturas, hxta mis anigos son capaces de reconocer quién de

las dos ent¡a en la habitación, por la postura de los hombros y las

arrugx de la frente. Mi hemisG¡io de¡echo solo está interesado

en el a4ur y ahoro.Sa)t¿ de un l¡do r ot lo con entusir5mo lrre-

frenable y no le preocupa nada en el mundo. Sonúe mucho y

es suÍramente amistoso. En cambio, a mi hernisGrio izquierdo

le preocupan los detalles y dirige mi vida siguiendo un progra-

na estricto. Es mi lado más serio.Aprieta la mandíbula y toma

decisiones basándose en 1o que aprendió en el pasado. Defrne

fronteras y lo juzga todo en términos de cie¡to/falso o bue-

nolrnalo. Ah, sí, y hace eso con rni ñente-

Mi mente derech¿ solo está interesada en la riqueza del

momento presente. Está llena de gratitud por ni vida y por to

das las cosas y personas que hay en ella. Está contenta, es sim-

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uN / | l^( l l l ¡1 In i l , r r (xrr lz

pática, genercse y eternamente optimista. P¿ra la pcrson¡lid.l(lde mi mente de¡echa no hayjuicios de bueno/malo o cor¡cc-tolincorrecto, y todo existe en un todo continuo de relativi-dad. Acepta las cosas tal como son y reconoce 10 que bay en elpresente. Hoy la temper¿tura es más fresca que ayer. No le im-porta. Hoy va a llover'. Le da lo mismo. Puede observar que u.apersona es más ¿lta que ot¡a, o que esta persona tiene más dinero que aquella, pero hace estas observaciones si¡juzgar. Pammi mente derecha, todos somos rniembros iguales de la farniliahumana. Mi mente derecha no percibe ni hace caso de territorios o ftonteras artificiales, como la raza o la religión.

Una de las mayores bendiciones que rccibí cono conse-cuencia de la hemorragia fue la oportunidad de rcjuvenecer yreforza¡ mis neurocircuitos de inocencia y alegría interior Gra-cix al ictus, adquiú la übertad de explorar de nuevo el mundocon la curiosidad de un niño. Si no hay peJigros obvios e inme-diatos, rne siento segura en el mundo y camino por él como sifuera mi patio. En la conciencia de mi mente derecha, todos es-tamos entrelaz¿dos en el tapü universal del potencial humano, yla vida es bella y todos somos guapos, tal como somos.

El carácter de rni mente derecha es aventurero, celebra laabundancia y es muy sociable.Es sensible ¿ la comunicación noverbal, empático y muy preciso descodificando emociones. Mimente derecha está abierta al flujo eterno donde estoy en aa!dad con el univeno. Es la sede de mi mente divina,la que sabe,la mujer sabia y la observado¡a. Es ¡¡i intuición y mi concien-cia.uperior. Mi menre derechr esLá siempre pre<ente y se pier-de en el tiempo.

IJna de las funciones naturales de mi mente derecha con-slste en traerme nueva penetración en este momento, par¿ quepueda poner al día viejos archivos que contienen info¡maciónanticuada. Por ejemplo, durante toda mi infancia me negué a

212 213

Mls Ml lNl¡$ Inf( l l ( : l l^ l l l /Qt l l ¡ r l ( l )

cor¡ler calab¡zi¡ C;rrci¡s a mi he¡risferio derecho' estuvc dls-

puesta a dade a la calabaza una segund¿ oPortunidad' y ¿hora

Le .rrcanta. M.tchos de nosotros hacemos juicíos con el he-

nisferio izquierdo y después no estamos dispuestos a dal 't?

paso a Ia derecha (es d'ecir, a la conciencia de nuesfo hemisferio

derecho) para actlralizar archivos Para muchos de nosotros'

una vez que hemos tomedo una decisión, nos ¿ferramos a esa

decisión para siempre. He descubierto que 1o que menos de-

sea (]n hemisGrio izquierdo verdederamente dominante es com-

partir su limitado espacio cnüeal con un compañero derecho

imparcial.Mi mente derecha está abierta a mrevas posibilidades y

piensa sin encasillamientos. No está limitada por las normas

y reglamentos establecidos por mi mente izquierda' l¡ que creó

1", ár hr. E, .orrr.auencia, ni mente derecha es muy creatila

en su dlsposición a prcbar cosas nue s Comprende que el

caos es el primer paso del proceso creativo Es cinestésica' ágil y

le gusta la c¿pacidad de mi cuerpo pala move$e fluidamente

en el mundo. Está sintonizada con los sutiles mensajes que mis

céh¡las co¡nunican a base de sensaciones viscerales' y aprende

mediante el tacto y la e4reriéncia

Mi mente derecha celeb¡a su libe¡tad en el universo y no

se atasca en mi pesado ni tiene miedo de lo que t¡ae¡á o no trae-

rá el futurc. Hace honor a mi vida y a la salud de todas mis cé-

lulas.Y no solo se preocupa por mi cuerpo;se Preocupa por el

de todos nosotros, por nuestra salud me¡1tal como sociedad y

por [uestre rclación con la madre Tietre'

La conciencia de nlresüa mente derecha percibe que cada

célula de nuestros cuerpos (exceptuando los glóbulos rojos de

la sangrQ contiene el mismo genio molecular que el zigoto

origiml que se creó cuando el óvulo ¡le Íl¡estra Í1adrc se fu-

.ionó con .1 e.per-"tozoide de nuestro padre' Mi mente dere-

J

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rJN r ' ir^(¡rrr r)r l I rr( rrnlz

cha comprende qúe soy la fuerza vital de los cincucnta billoncs

de genios moleculares que forman mi cuerpo (y canta de ale-

gría por ello de rnanera habitual). Comprende que todos es-

tamos conectados unos con oüos en el intrincado tejido del

cosmos, y desfrl¿ con entusiasmo al ¡itmo de su propio tambor.

Libre de toda pércepción de fronte¡as, mi mente derecha

proclama: <Soy una parte del todo. Somos hermanos en este

planeta. Estamos aquí para ayud.er a hacer de este mundo un lu

gar más pacífico y amable>. Mi mente derecha ve 1¿ unidad en-

t¡e todos los seres vivos y tengo la esperanza de que también el

lector se haga íntimamente consciente de este persona-je que

lleva dentro.

Por mucho y muy obviamente que adore la actitud, la impar-

cialidad y el entusiasmo cotl que mi mente de¡ech¿ abr¿za la

vida, rni mente izquierda es igual de asombrosa. Recuerde, por

favo¡ que a esta últirna le dediqué casi una década para resuci-

tarl¿. Mi mente izquierda es resporsable de tomar toda esa

energía, toda esa iflformación sobre el momento presente, to-

das esas magríficas posibilidades percibidas por mi ¡nente dere-

cha, y moldearlas en forma de algo manejable.

Mi mente izquierde es el instrumento que udlizo para co-

municarme con el mundo ertedor. Mientras que mi mente

derecha piensa en collages de imágenes, mi nrente izquierda

piensa en lenguaje y me h¿ble constantemente. Mediante ese

charla mental, no solo me mentiene al cordente de mi vida,

sino que además rnanifiest¡ mi identidad. Gracias a la capacid.ed

del centro de lenguaje de mi cerebro izquierdo de decir <Yo

soy), me convierto en una entidad independiente separada del

flujo eterno.Y como tal, me conüerto en una unidad sólid¿, se-

parada del todo.

274 215

Mrs MrNf l ls rür1( | |^ 1r rz(¡r | |1| lu^

Nttcst¡o ccrcbro izquierdo es, verdaderanente, üno dc losnrcjorcs instrulrentos del universo para organiza¡ info¡mació¡r,La personalidad de mi hemisferio izquierdo se enorgullece de

su habilidad para clasificar, organiza¡ describir,júzgat y ^nahzat

cúticamente todo, absolutamente todo. Se recrea en su cons-tante contemplación y sus clculos. Independientemente de si

mi boca está funcionando o no, mi mente izquierda no deja de

teorizar, racionalizar y memorizar. Xs una perGccionista y unaasombrosa gerente de empresas y hogares. Dice constantemen-

te: <Un sitio para cada cosa, y cada cosa en su sitro). La peno-

nalidad de nuest¡a mente de¡echa valo¡a la humanidad, mien-tras que la de nuestra mente izquierda se ocupa de las frnanzasy la economía.

En cuestión de hacer, rni mente izquierda es asombrosa-mente polifacótica y le encanta realiza¡ al mismo tiempo tantas

funciones como pueda. Es una verdadera ebejita laboriosa, y enparte mide su valía por la cantidad de cosas que tacha de mi iis-

ta dia¡ia de cosas que hacer Como piensa secuenciaLnente, se

le da muy bien la manipulación mecánica. Su capacidad decentl?rse en las diferencias y.distinguir cúacterísticas la con-üerte en una const¡uctor¿ nata.

Lo que mejor se le da a mi mente izquierda es identificarpatrones. Como conseclrencia, es adepta a procesar rápidamen-

te grandes volúmenes de info¡mación. Pa¡a mantene¡se al día

de las experiencias de la vida en el mundo exterior, mi mente

izquierda procesa información con notable rapidez, mucho r¡ásdeprisa que mi hemisGrio izquierdo, que en comparación tien-

de a drstraerse por el camino.A veces, mi mente izquierda puede

volverse maníaca, mientras que mi mente derecha tiende a vol-velse Pefezosa,

Esta diferencia en la velocidad de pensamiento, procesa

miento de información y resultados en forna de ideas, palabras

Page 108: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

t rN At^r¡r t i I r l l I r r Í r l lz

o ecciones ent¡e nuestros dos be¡risfcrios cstá rchcionadr clparte con sus facultades exclusivas para procesar diferences cipos

de información senso¡ial. Nuestro cerebro derecho percibe las

longitudes de onda de luz nús largas. Como consecuencia, Japercepción visual de nuest¡a mente derecha es algo difusa o

blanda. Esta dificultad para percibir los contornos le permite

concentrarse en la imagen general de cómo se ¡elacion¿n unascosas con otras. De manera sirnilar, nuestra mente de¡echa sin

toniza las frecuencias de sonido más bajas, generadas por nues-

t¡os rumores corporales y oftos tonos natufales. En consecuen-cia, nuestra mente derecha está biológicamente diseñada para

' intonrz¡r f ici lmenre con nuesrr¡ 6.rologi¿.

En cambio, nuestro cerebro izquierdo percibe las longitu-des de onda ¡nís cortas de la luz,lo que hace aumentar su capacidad de delinear claramente fronteras definidas. En conse-

cuencia, nuestra mente izquierda es biológicamente adepta aidentific¿r líneas de separación entre entidades adyacentes. Almismo tiempo, los centros de lenguaje de nuestro hemisferio

izquierdo sintonizan las f¡ecuencias de sonido más altas, lo que

les ayuda a detectar, discriminar e interpretar sonidos normalr¡)enle rsociedo\ J lengurje verb.r l .

IJna de las ca¡acterísticas más p¡ominentes de nuest¡o cerc-bro izquierdo es su capacidad para hilar historias. Esta parte

cuentacuentos del cent¡o de lenguaje de nuestra mente iz-quierda está especílicamente drseñada para entender el mundo

exterior, basándose en mínim¿s cantidades de info¡mación.Funciona tomando los detalles que tenga para trabajar, y después los teje en forma de uÍa historia. Lo más impresionante esque nuestro cerebro izquierdo es magnífrco en su capacidad deinventar cosx y llena¡ los huecos cuando hay vacios en sus datos. Además, durante su proceso de genem¡ una línea argu-

mental, nuestra mente izquierda es todo un geúio en su capa-

216 217

Mts MrlN l t ls t ) { ¡ i ( 1r^ t i ¡z(¡ | t i l r | )^

citficl de fibricar guiones alternativos.Y si se trat¿ de un te¡naquc verdirderamente te apasiona, para bien o para mal, es par-

licularmente propenso a conectarse a esos circuitos de emo-ción y agotar todas las posibilidades de <1o que pasaría si.. . r.

A medida que los centros de lenguaje de rni cerebro iz-quierdo se recuperaban y volvían a ser funcionales, me pasaba

mucho tiernpo obser-vando cómo el cuent¿cuentos que llevabadentro sacab¡ conclusiones basándose en información nrínima.Durante la mayor parte del tiempo, estas gracias de mi cuenta-cuentos me pa¡ecían b¿stante cómicas,Al menos hasta que medi cuenta de que mi rTrente izquierda esperaba de todo corazónque el resto de mi cerebro se cteyera las histoiias que estaba in-ventando. Dunnte tod¡ esta ¡esu¡rección del carácter y las ha-biüd¿des de mi mente izquierda, ha tenido surna importancia

conser'var el conocimiento de que mi cerebro izquierdo hace1o mejor que puede con la información de que dispo[e. Peroes preciso recordar que eiste una gr:n diferencia entre 1o que

sé y 1o que creo saberAprendí que tenía que ser muy cautelo-sa con el potencial de mi cuentacuentos para desatar dramas y

tralun¿s.De manem sirnilar, además de inventar con entusiasmo his-

torias que presentab¿ como la verdad, mi cerebro izquierdo te-nía tendencia a ser ¡edundante, maniGstando bucles de pensa-

nriento que reverberaban una y otra vez en rni mente. En

muchos de nosotros, estos bucles funcionan desenf¡enadamen-te y nos vemos con frecuencia imaginando posibilidades devastadores. Por desgracia, cor,ro sociedad, no enseñ¿mos e nuestr¡¡s

hijos que es preciso qne tuiden con aten ión el jañln de srs fiefifes.Sin e ' t ructur¿. cen'ura o di 'c ip l ina. nuescro\ pen\¿mien(o\correrr desen6enad¿mente de r¡¿nera automática. Como nohemos aprendido a gestionar con Inás cuidado 1o que pasa den-

t¡o de nuest¡os ce¡ebros, seguimos siendo vul¡e¡ables no solo a

Page 109: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

uN AIA(¡Ul l l ) l l l .u( l l l ) l lz

1o que oros piensan de nosottos, sino también a la publicidacl

y/o la manipulación política.

La parte de mi mente izquierda que decidí no recuper¡r

fue esa parte de la personalidad de mi hemisferio izquierdo quc

tenía el porencial de rer mezquina. preocuparse sin cesar o in

sult¿r verbalmente a mí misma o a ot¡os. Fmncamente, no ne

gustaba la sensación fisiológica que provocaban es¿s actitudes

dentrc de mi cuerpo. Sentía el pecho oprimido, me subia la

tensión a¡terial, y la tensión de mi fiente me p¡ovocaba dolor

de cabeza. Además, quería dejar atrás todos aquellos viejos cir-

cuitos emocionales que estimulaban de mane¡a automática la

repetición instantánea de recue¡dos dolorosos. He descubierto

que la vida es demasiado corte pa¡a preocuparse por dolores

del pasado.

Durante el proceso de recuperación descubú que la parte

de mi caúcter que era testaruda, arrogante, sarcástica y/o celo-

sa ¡esidía en el centro del ego del lastimado cerebro izquierdo.

Esta porción de rni ego poseía la capacidad de hacerme ser

mala perdedora, guardat rencor, decir mentiras e incluso buscar

venganza. Despe¡tar esos rasgos de pe$onalidad era muy per

turbador para la recién hallada inocencia de rni mente derecha.

Con muchísimo esfuerzo, he decidido conscientemente recu-

perar el centro del ego del hemisferio izquierdo sin ¡evivir al-

gunos de aquellos viejos circuitos.

-T

77

Asume tu poder

Page 110: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

1

Defino la responsabilidad (habilidad para responder) como la

capacidad de elegir cómo respondemos a los estímrdos que en-

tran por nuestros sistenus sensoriales en un momento dado.

Aunque existe[ ciertos programas del sistema límbico (emo-

cional) que se pueden activa¡ autor¡láticamente, se tarda menos

de noventa segundos en activa¡ uno de estos p¡ogramas, haceÍ

que ¡eco¡ra nuestro cuerpo y después expulsailo por completo

de nuestra corriente sanguínea. Mi respuesta de ira, por ejem-plo, es una respuesta programada que se puede disparar auto-

máticamente. Una vez activada,la sustancia química segreg¿da

por rr1i cerebro recorre mi cue¡po y yo tengo una expedencia

fisiológica. A los noventa segundos de la actiwción, el compo-

nente químico de mi i¡a se ha disipado po¡ completo de rrli

sengrc y rni respuesta automática ha terminado. Penc si sigo es-

tando irritada después de haber pasado esos noventa segundos,

es porque he elegído dejar que ese ci¡cuito siga funcionando.

Momento a momento, tomo la decisión de permanecer co-

nectada a mi neurocircuito o volve¡ al momento presente, de-jando que la reacción se dlula como un fenómeno fisiológico

effme¡o.. Lo verdaderamente apasionante de recoíocer mis persona-

üdades derecha e izquierü es que siempre tengo una manera

¿

Page 111: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

LrN ^r^t¡

r t l t ) t l l r k ' t1?/

rkcrrr¡t ivr clc conleDrpl¡r cu.lqoicr situ¡cióu: ¿teugo cl v¡sonredio lleno o nredio vacío? Si te acercas a nrí con i¡a y frus-tración, puedo elegir entre reflejar tu ira e inicier una discusjón(cerebro izquierdo) o mostrarme empática y acercarme a !i collun corazón comp¿sivo (cergbro derecho). De 1o que muchosno se dan cLrent¿ es de que estamos constantemente tomandodecisiones inconscientes sobre 1¿ m¡nera de responde¡. Es tanfácil quedar atrapado en los circuitos de nuestra ¡e¿ctividadpreprogrurad¿ (sistema límbico) que nos pas¿mos la vida cir-cul¿ndo con el piloto autonácico. He aprendido que cuantamás atención presten rnis células corticales superiores a lo quees!á pasando en nri sistema límbico, más capacidad tengo dedecidir acerca de lo que pienso y siento. Al prestar atención ¿las decisiones qLre toman rnis circuitos automáticos, soy dueñade mi poder y tomo r¡ás decisiones conscienternente. A largoplazo, me hago responsable de 1o que atraigo a n vida.

En la actualidad pxo mucho tiempo pensando en pensar,solo porque mi cerebnc me parece fascinante.Tál conio dijo Só-cr¿tes: (La l¡ida que no se examina, 11o vale la pena vivirlar. Noha habido nada que me haya dado más poder que darme cuen-ta de que no tengo que pensar pensamientos que me prcdlrzcandolor. Por supuesto, no riene nad¿ de malo pensar en cosas quene causan dolor, siemprc que sea coÍsciette de que he elegidometernle en ese circuito emocional.Al mismo tiempo, es libe-rador saber que poseo el poder consciente de dejar de pensaresos pensamientos en cuanto esté saciada. Es liberador saber quetengo la capacidad de elegir un¿ mente apacible y amable (mimente derecha), sean cuales sean mis ci¡cunstancias Iisicas o men,teles, con solo dectdir dar un paso a la detecha y iacer quc mispensamientos vuelv¿n al n1omento presente,

Con r¡ucha frecuencia, prefiero observar mi ento¡no a tra,vés de los ojos no juzgadores de mi mente derecha,lo que me

222 223

^slrMrl l t r L ' ¡ ) l ) l l l

pcrDlite lrr)tL. l lr i l rDi ¡ lcgrí¡ interior y seguir desligade de los

circlritos con crrga emocional. Solo yo decido si algo tiene in_

fluencia positiva o negativa en mi psique. Hace poco, iba con-

duciendo por la carretera cantafldo a pleno pulrnón con mi CD

favorito de Ginger Curryi <¡Tengo AIEGRÍAAA en mi cora-

zónlr. Pa¡a ¡ni constern¿ción, me hicieron parar por exceso de

velocidad (al patecer, ne había entusiasnado dem¿siado yendo

al volante). Desde que ne pusieron aquella nulta, he tenido

que decidir más de cieÍ veces no tomármelo a mal. La voceci-

ta de la negatividad seguía intentando asomar su fee cabeza y

f¿.t idr¿rme. Queri¡ rumi¿r el drrmJ unr y otrd ve/ en mi men

te, desde todos los ángulos, pero por mucho que teflexionere,la

situación h¡bría tenido el mismo resultado. F¡ancamente, este

tipo de obsesión ment¿l del cuentacuentos de mi hemisferio

izquierdo me parece una pérdida de tiempo y un despilfarro

emocion:rl. Gracias al ictus, he aprendido que puedo cont¡oler

nri poder y dejar de pensar en cos¿s que ocurdercn en el pasa-

do, reintcgrirdonre al presente.

Dicho esto, hay sin emba¡go algunei ocasio¡res en les que

decido entrar en el mundo cono centro del ego indiüdual y

sólido, separado de los demásrA veces es solo pura satisfacción

h¡ce¡ choca¡ los contenidos y actitudes de rni cercbro izquier-

do con los contenidos y actitudes de v'uestro cerebro izquierdo,

en discusiones o debates apasionados. En gener¿l, no me gusta

lo que la agresividad le hace ¿ mi cuerpo, de modo que eludo

la confront¡cióo hostil y elljo la empatía.

Para mí es muy fácil ser amable con los demás, recoründo

que ninguno de nosot¡os vino al mundo con un manual b¿jo

el brazo que e;'plique cómo hacer que todo vaya bien. En últi-

mo !érmino, somos prcducto de nuesffa biología y nuesüo en

1 . úaNg1ngercuÍy.com.

1

Page 112: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

uN df QUl l l ¡ l l ,u(r¡¡ /

torno. Por consiguiente, prefiero se¡ empática coll los dclrris,

co¡rsidera¡rdo que estamos Prcgramados para caxga¡ con mucho

equipaje emocio[al. Reconozco que cometeré errores, pe¡o

eso no significa que tenga que hacerme la víctima o tomanc

como cuestión personel lo¡ Tctos y errores de los denás Tus co-

sas son tus cosas y r¡lis cosx son mis cosas. Sentir una profunda

paz irterior y comparrir ¿m¡bilid¡d es siempre una oPción P¿r¿todos nosotlos. Perdonar a los demás y perdo¡rarme a mí mis-

ma es siempre una opción.Ver este momento cono un mo-

mento perfecto es siemprc una opción. 18

Céiulas y circuitos multidimensionales

{

Page 113: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

Mi buen amigo el doctorJerryJesseph vive siguiendo la máxi-

rna frlosófica de: <La paz debeúa sel el punto de partida'y no el

lugar al que intentamos llegao. Personalmente, lo interpreto

como que deberíamos paltir de la coflciencie apacible de nues-

tra mente derecha y utiliza¡ las habfidades de nuesffa mente rz-

quierda para interaccionar cofl el mundo exterior'Jerry es ta¡¡-

bién el autor de la expresión <conciencia dual inte¡penetrante)'

para describil la relación entre lx dos mitades de nuestro cere-

t-. A -í -.

parece un Punto de vista Prcfundo y acertado'

Cr¿ci¿s ¿ nue.tro cuerpo calloso. nuesuos dos hemislerios están

t¿n intrinc¿damente intercoriectados que nos percibimos a no-

sotlos mismos como un único individuo Si¡ embargo' sabien-

do que tenemo' dos m¿nerar mu¡ drferentes de est¿¡ en.el

mundo, podemos decidr¡ de manera delibemda teler mucho

rnás poder del que jamás habíarnos imaginado sobrc lo que

ocurre dentro de nuesü'os cerebfos'

l\{i cerebro izquietdo rolüó ¿ cer competente cu¿ndo re-

cuperó la capacidad de procesar información a gran velocidad

Ahora que vuelve a ester conectado del todo, tiende a compro-

mererse de nuevo con [¿ vida ¿ un¿'"'e]ocidad que parece de un

milJón de kilómerros por hora Ni que decir ciene que la com-

petición natural entre los centros de lenguaje de mi hemisfe¡io

Page 114: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

( ]N at^( , ¡uI J) l l t ,u( l ¡ l l2

izquierdo y la experiencia de paz interior de mi hemisferio de_recho me ha vuelto a situar en la condición humana no¡mal.A un¿ pa¡te de mí le enírsiasma ser otra vez tan funcional,mientras que otia perte está aterorizada.

Esta erperiencia de perder rni cerebro izquierdo me haabierto la mente, que ahora oira más positivamente a las perso-nas que han sufiido diversas forÍras de tr?uina ce¡eb¡al. Muchasveces me pregunto: en ausencia de lenguaje y de la capacidad decomunica.rse con otros de manem normal, ¿qué conocirnientoso habilidades ha ganado esa perso¡a? No me da lástima la gen_te que es diferente de rní o a la que ya no se percibe como nor_mal. Me doy cuenta de que senti¡ perr¿ no es una ¡espuest¿adecuada. En lugar de sentirme repelide por los que son dife_rentes, me acerco a ellos con afecto y curiosidad.Me fascina sucondición única y me aprcsurc ¿ establecer uo¿ conexión sig-nilicativa, aunque solo sea una mi¡ada dircct¿, una sondsa an1a_ble o un gesro adecuado.

Cu¿ndo acepro la ¡espons¿bilidad de las circunstancias deI¡i vida, me coloco en el asiento del conductor y domino rnipoder En un intento de m¿ntener rni cordura (paz de corazón)en un mundo qr¡e a veces siento que gira peligrosamente de-prisa, sigo esforándome mucho en mantene¡ una ¡elación sa-ludeble enffe lo que pasa en mi mente derecha y lo que ocurreen la izquierda. Me gusta saber que soy ¿ la vez (dependiendode a.qué hemisferio le pregunte) tan g¡ande como el universoy, srn enbargo, un simple puñado de polvo estelar.

Cad¿ ce¡eb¡o es dife¡ente de los demás, perc pe¡mítame com_partir con usted algunas de las cosx más simples que he descu_bierto en el mío. Pa¡ece que cuaüto más corxciente soy decómo influyo en las energías que me rodean, más capacidad

228 229

( ln,( l l ^s

Y (x l t { lLr l l l ts MU¡i l l l ) lM¡ lNsl()N^Ll ls

de c{ecisión tcngo sobre lo que encuentro en el camino Pata

sllpervisar cómo van las cosas en mi vida, presto mucha aten-

ción al flujo de las cosas, o a Ia ausencia de flujo, en el mundo

que me rodea. Según lo que heya atrúdo, acepto l¿ responsabi-

üdad de cómo van 1as cosas y el mismo tiempo hago ajustes

conscientes sobre 1¿ marcha Esto no significa que tenge abso-

luto conÍol de todo lo que me ocure. Pe¡o sí que controlo lo

que decido penser y senti acerca de esas cosas. lncluso los

acontecimientos negatrYos se pueden percibir como v¿üosas

lecciones sobre la vida, siemprc qúe esté disprTest^ ^

¡lat un paso

d Ia detetha y expeimentar la situación con empaÍa'

Aiora que los centros de lenguaje y el cuentacuentos de

mi mente izquierda vuelven a fúncionar con norrralidad, ob-

servo que mi mente no solo elebora histories dispa¡atada's' sino

que además tiene tendencia a recrea¡se en Pautas de pensa-

miento negativas. He descubierto que el primer paso para es-

cepa¡ de esos bucles reverberantes de pensamiento o emoción

negativos consiste en reconocer que estoy conectada ¿ dichos

bucles. Para algunos de nosotros, prestar etención a 1o que el

cerebrc nos está diciendo es algo que surge de manera natu¡al'

Sin embargo, muchos estudiántes de mi unive$idad se queJ¿n

vehementemente de que les cuetta muchisimo esfuerzo men-

tal el simple acto de observar lo que su cerebro les está dicien-

do. Puede que se necesite algo de práctica y paciencia p¿ra

aprender a escuchar ¿ nuestro cerebro desde la posición de un

testigo que no juzga, pe¡o cuando se domina este conscren-

cia, uno queda libre para saür de los inquietaates dramas y

t¡aum¿s de su cuent¿ctrentos.

Cuando tengo conciencia de los bucles cognitivos que mi

cercbro está poniendo en mercha, lo siguiente que hago es

centr¿rme en la sensación fisiológica que provocan dichos bu-

cles dentro de mi cuerpo. ¿Me siento alerta? ¿Se están dil¿tan-

Page 115: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

' uN Ar.^Qt-r¡l tt1 ¡,u(i¡t) z

do mis ojos? ¿Respiro hondo? ¿Siento opresión er el pecbo?

¿Siento la cabeza ügera? ¿Se me revuelve el estómago? ¿Sientoangustia o arxiedad? ¿Me tiemblan lx piernas? Los bucles (cir-

cuitos) neuronales del miedo,la an¡iedad o la ira se pueden ac-

tiva¡ con muchas clases dife¡entes de estímulos. Pero una vezactivadas, estas diferentes emociones provocan una rcspuesta fi-

siológica predecible, y uno se puede entrenar para observarla

consctentemente,Cuando mi cerebro pone en marcha circuitos que me pa-

recen excesivamente críticos, contraproducentes o desconffo-

lados, espero noveüta segundos a que la respuesta emocio-nJl6siológice se disipe. y después le hablo a mi cerebro como

si se trata¡a de un grupo de niños. Le digo con sinceridad:<Agradezco tu habilidad para pensar pensamientos y sentir

emociones, pero en realidad ya no estoy interesada en pensar

esos pensamientos o senti¡ esas emociones, Por favor, deja de

sacar estas cuestionesD. 3á.sicamente, le estoy diciendo cons-

cientemente a mi ce¡ebro que deje de conectarse a patrones depensamiento conc¡etos. Por supuesto, otras personas lo hacen

de diferente maaera.Algunos se lilrritan a usa¡ la ñase <¡Cance

lar, cancelarlr, o le gritan a su ce¡ebro <¡Estoy muy ocupado!>,

o dicen <¡Ya basa! ¡Déjalo ya!>.

Sin embargo, a mí no me suele bastar con pensm esos pen

samientos coIl mi auténtica voz interior para lograr que el

mensaje llegue a mi cuentacuentos, que está empeñado en rea-

lizar su función normal. He descubierto que cuando ¿ñado un

sentimiento adecuado a estas frases, y las pienso con verdadero

¿fecro. mi cuent¿cuentor es mÁ receptivo ¿ este tlpo de comu-

nicación. Si de ve¡dad tengo problernas para lograr que mi ce-

rebro escuche, añado ün componente cinestésico a mi me¡xa-je, como agitar el dedo índice en el aire o ponerme fumes conlas manos en las caderas.IJna madre que regaña es más efectila

230 231

(fn,ut,As v (11,(cul tus MUUTtDIMMS¡()NAt,lls

cu¡ndo dice lo que tiene que decir con pasión y comuúica su

mensaje multidimensionelnente.

Creo de todo corazón que el 99,999 por ciento de las cé-

lulas de rni cerebro y mi cuerpo quieren que yo sea feü2, esté

sena y tenga éxito. Sin embargo una pequeñe perte del cuenta-

cuentos no parece partida¡ie incondicional de mi alegría, y es

eficacísrna cuando se trata de er'plorar pautas de pensamiento

que tienen el potencial de desca¡rila¡ rni sensación de paz inte-

rior A este grupo de células le han llamado muchas cosas; al-

gunas de mis favorias son la Galeú¿ de Pequeñeces,leJunta de

Di¡ectores y el Comité de Minucias de M... Son las células

de nuestra mente verbal que destacan por su habüdad para ac-

tivar nuesEos circl¡itos de perdición y tristeza. Est¿s células ha-

cen aflorar nuestros atributos negativos de envidia, miedo y

rabia. Se lo pasaa en gr¿nde gimoteando, quejándose y contán-

dole a todo el mundo lo ter¡ible que es todo.

En situaciones extIemas de desatención cehilar, utilizo mi

¿uténtica voz par¿ imponer a la Galería de Pequeñeces de mi cen-

tro de lenguaje un horario estricto. Le doy a mi cuentecuentos

pleno permiso para quejarse a voz en grito de nueve a nueve y

media de la mañana y de nuevé a oueve y media de la noche.

Si se sale accident¡lmette de l^ hord ile llota¡to se le permtte

reanudar ese conducta hasta su próxima cita conce¡tade. Mis

células captan con repidez el mensaje de que voy en serio

cuando digo que no hay que conectarse a esos circuitos nega-

tivos de pensemiento negativo.. - pero solo si soy lo bastante

persistente y firme para ptestar atención a qué circuitos están

funcio¡rando en mi cereb¡o.

Creo firmemente que prestar ¿tención a nuesta chada in-

terior tiene una importancia vitál pa1? nuestra salud mental. En

mi opinióq tornar le decisión de que el insulto ve¡bal interior

no es une conducta aceptable es el primer paso para encontrar

1

Page 116: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

( rN ^ l^()r . r l r

lx i I r r 11!17

la profunda paz interior. A mí me ha dado Lrn cxlrrordirrlfi('

poder darme cuenta de que la porción cuent¿cuentos nc!¡rltlvil

de mi cerebro solo tiene el tamaío de un guisante. Imagirrcs,'

el lector lo agradable que era la vida cuando aquellas maniÍti

cas células estaban calladas. Recuperar rni mente izquierde lr;r

significado que he tenido que dar voz de nuevo e todas mis có

lulas. No obstante, he aprendido que, pa¡a proteger mi s¿lu{l

mentel general, es necesa¡io cuidar el jardín de mi mente y

mantener bajo control a esas células. He descubierto que nri

cuentacuentos necesita simplemente un poco de disciplina im

puesta por mi mente conscieíte acerca de 1o que deseo y lo

que considero inaceptable. Gracias a nuestra línee abiert¿ dc

comunicación, mi auténtico yo tiene mucha más capacidad

de decisión acerca de 1o que hace este grupo concreto de célu

las, y pierdo muy poco tiempo anclada en pautas de pensa_

miento no deseed¡s o inadecuadas.

Sin embargo, una vez dicho esto, a veces me divierten las

triquiñuelas intrigantes de rni cuentacuentos cono rcspuesta a

este tipo de disciplina. He descubierto que estas célulx, como

si fueran niños pequeños, pueden er$entarse a 1¿ autoridad de

mi auténtica voz y poner a prueba mi convicción. Cuando se

les pide que se callen, tienden a hacer un momento de paus¿ y

de iDrnediato reanudan los circuitos prohibidos. Si no soy per-

sisrente en mi deseo de pens¡r en olr¡5 cor¿s e inicio conscien-

temente nuevos circuitos de pensamiento, esos bucles no invi_

tados pueden adquiri nueva fueza y empezar a monopoüzar

otra vez mi mente. Par¿ contrarresta! sus actividades, teÍgo a

mano une list¿ de tres cosas a las que puedo dirigir mi con-

ciencia cuando estoy en estado de necesidad: 1) recordar algo

que me resulte fascinante y en lo que me gusteda pensar más

a fondo;2) pensar en algo que me p¡oduzca una eno¡me ale-

gría; o 3) penser en algo que me gustaría hacer. Cuando es

233

l l lnMrrN\!{)N^rr$

|

r, '1 ,1,^, 'perrJ; por cambiar mr mente. rrcurro ¿ e.t,¡ ' inttrt l

Ti¡mbién he descubierto que cuando nenos me lo espero

-cuando estoy fsicamente cansada o emocionalfllente vulne_

rable-, esos circuitos negativos tienen tendencia a lemntar sus

dafiin¿s cabezas. Cuanto más consciente soy de lo que mi cere-

bro está diciendo y de 1¡ sensación qlre provocan esos pensa-

mientos en ni cuerpo, más dueña soy de mi poder para elegir

en qué quiero pensar y cómo quiero senti¡me. Si quiero man-

tener rrú paz inr<rior. debo etr¿r consi ' tente y persi:rentemen-

te dispuesta a culdar el jañín de mi mente l.nomento a momento'

y estar dispuesta a tomat la decisión mil veces al díe

Nuestros patrones de pensamiento se basan en complejos cir-

cuitos multidimensionales que podemos aprender a escrutar.

En primer lugar, cada patrón de pens¿miento tiene un tema,

algo en lo que estoy pensando cognitivamente. Por ejemplo, di-

gamos que estoy pensando en mi pe¡rita Nia, que se pasó bue_

n¿ parte de sus ultimos ocho ¿ños en mi regazo, ayrdándome a

escribir este libro. Pensa¡ en Ni¿ es u¡ cicuito concreto de t¡i

cerebro. En segundo lugar, cada patrón de pens¿miento puede

estar o no acompañado por un circuito emocional ¿dyacente

dei que soy consciente. En el caso de Nia, por )o general expe-

rimento un gran gozo cuando pienso en ella, porque ere una

c¡i¿tura extraordina¡iamente cariiiosa. En mi cerebro, el circui-

to que tiene como tema a Nie y el circuito emocional del gozo

están íntiremente conectados. Por último, estos ci¡cultos con-

cretos de pensamiento y emoción pueden estar conectados

también a aigunos de mis circuitos fisiológicos más complejos,

que al ser estirnulados dan como resultado una conducta pre-

decible.

Page 117: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

uN Al^QUl l l )1r l ,u( : ¡ ¡ r lz

Por ejemplo, cuando pienso en Nia (circuito de pensr-

miento), experimento l¡ sens¿ción de gozo (circuito emocio-

nal) y con muchá ftecuencia siento gran excitación (circuito

fisiológico) y rne empiezo a comportar como un cachorro (cir-

cuito multidimensional). Adppto al instante una voz infantil y

rnis ojos se dilatan. Mi alegría se hace palpable, y agito espon-

táneamente mi cuerpo como si estuviera meneando la cola.

Pero además de estos circuitos de excitación y aaimación, hay

ocasiones en las que también tiendo a responder al pensarnien-

to de Nia con une tristeza que me consume, ya que lloro la

pérdida de mi querida emiga de cuaüo petas. Con la velocided

del pensamiento y sus circuitos emocionales y frsiológicos aso-

ciados, se me pueden llenar los ojos de lágrimas.Atrapada en el

bucle de la pena, siento el pecho oprimido, se me entrecorta

la respiración y me siento emocionalmente deprimida. Se me

aflojan las rodillas, pierdo energía y sucumbo a los circuitos te-

nebfosos.Estos pensemientos y sentimientos apasion¿dos tienen la

capacidad de saltar a1 instante a mi mente, pero, como de cos-

tumbre, cuando han ffanscurrido los noventa segundos regla-

mentarios tengo el poder de elegir conscientemente a qué cil-

cuitos emocionales y fisiológicos quiero conecta¡me. Crco que

es imprescindible par¿ nuestra salud que prestemos mucha

¿rención ¿ l¡ c¿nrid¡d de tiempo que pxemos en cone{ón con

el ci¡cuito de la ira o en los abismos de la desesperación. Que-dar atrapado durante largos períodos de tiempo en estos bucles

con tant¿ ca¡ga emocional puede tener consecuencias devast¿-

do¡as en nuestro bienestar ffsico y menal, debido al poder que

tienen sobre nuestros ci¡cuitos emocionales y fisiológicos. Sin

ernbargo, dicho esto, es ¿simismo impo¡tante que apreciemos

estas emociones cuando coüen a través de nosotros. Cuando

mi circuito automático me enocion¿, doy las gracias a mis cé-

234 235

( f r l - tJL.^s Y ( : l l t ( :u l l ( )s MUl l l l l ) lMl lNs()N^1,! ls

lulas por su capacidad de experimentar esa emoción, y después

tomo la decisión de hacer volver mis pensamientos al momen-

to presente.

Encontrar el equilibrio ent¡e oúser¿t nuestros circuitos y de-

jatnos llevar por nuest¡os circu¡tos es fundamental para nuestra

curación. Aunque celebro la capacidad de mi cercbro para ex-

perimentar todás m¡ emociones, soy muy ceutelosa rcspecto aI

tiempo que permanezco en conexión haciendo funcionar un

bucle conc¡eto. La r¡anera más sana que conozco de pasar efi-

cazrnente a t¡avés de una emoción e! rendfume por completo a

dicha emoción cuando su bucle de ñsiología se apodera de mí.

Simplemente me rindo y dejo que el bucle siga su curso duran-

te noventa segundos. Como los niños, las emociones se cuta¡

cuando las escuchamos y les damos validez. Con el tiempo, la

intensidad y frecuencia de estos circuitos suelen disminuir

Los pensamientos verdaderamente poderosos se perciben

como tal porque activan a la vez múltiples circuitos de emo-

ción y fisiología. Los pensamientos que definiríamos como

neut¡os se perciben como neutros potque no estimulan ci¡cui-

tos complejos. Prester atención al conjunto conc¡éto de ci¡cuitos

que estj funcionando simulúneamente no5 proporcjonr un

importantísimo conocimiento sob¡e el cable¿do básico de nr¡es-

tras mentes y, en consecuencia, sobre el modo más eficaz de

cu rda r nue*rojardín.

Además de pasar mucho tiemPo conversando con las células de

rni cerebro, estoy celebrando un gran festial del amor con los

cincuenta billones de genios moleculares que forman mi cuer-

po. Estoy tan agradecida porque estén vilas y funcionando jun-

tas en pefecta a¡monía que conffo implícitamente en que me

traerán salud. Lo primero que hago cada mañana y 1o ultimo

Page 118: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

LrN ArAr lL] | l t , | ¡ tx )r1z

cada noche es abnzar con fue¡za mi alnrohada, cruzar hs

manos y dar conscientemente las gracias ¿ nis células por otft)

gran día. Me tomo la molestia de decirlo en voz alla. <Gracias,

chicas. Gracias por otro gr¿n díar, y lo digo con un intenso

sentimiento de gratitud en el corazón. Después imploro a mis

céh:Jas: PorJauor, utadme, y acto seguido visualizo a ¡nis células

inmunitarias respondiendo.

Amo de mane¡a incondicional ¿ mis células, cotr el corezón

abierto y la mente agradecida.A 1o largo del dia, reconozco es-

pontáneamente su existencia y las aauno con entusiesmo. Soy

Lrn ma¡aviüoso ser !'rvo, capaz de irradiar mi energía al mundo,

y solo gracias a ellas. Cuando mis intestinos ev¿cuan, aplaudo a

mis células por elirnina¡ esos désechos de mi cuerpo. Cuando

mi orina fluye, admto el volumen que las células de rni vejiga

son capaces de almacena¡. Cua¡do siento punzadas de halnbre

y no tengo comida a mano, recuerdo a mis células que tengo

combustible (grasa) almacenado en mis c¿de¡as. Cuando me

siento en peligro, doy gracias a mis células por su capacidad de

Iuchar, huil o hacerse el rnuerto.

Al mismo tiempo, escucho a mi cuerpo cuando él me h¿

bla. Si me siento cansada,les doy sueño a mis células. Cuando

me siento perezosa, les doy movimiento ¿ mis células. Cu¿n-

do siento dolor, me quedo quieta, cuido la herida y me rindo

conscientemente al dolor, 1o que ayudo a disiparlo. El dolor es

el instrumento que utilizan nuestras célu.las para comunicar a

nuestro cercbro que hay un t¡euma en alguna parte del cue¡po.

Nuestras células estimulan los receptores del dolor con el fn de

hacer que el cerebro se concentre y preste atención. En cuanto

mi cereb¡o rcconoce la existencia del dolor, este ha curnplido

su propósito y pierde intensidad o desaparece.

Desde mi punto de vista,la rnente humana concentrada es

el instrumento más poderoso del unive¡so y, mediante el uso

236 237

( : f , l . l r l .As t { r l l tcUl l l )s MLrl l t l ) lMl lNs()N^l , l is

del ler,guajc, ruestro cerebro izquierdo es capaz de dirigir (o

impedir) nuestra curación y recuperación {ísica. Mi mente iz-

quierda, con su capacidad verbal y su ego, hace la¡ funciones de

animadora de rnis cincuenta billones de genios moleculares,

cuando a¡imo periódicamente a mis células con rn ¡Ánimo,cúriasl, no puedo evitar pensar que esto induce a algún tipo devibración dentro de mi cuerpo que fomenta un entorno salu-

üble. Estoy convencida de que cuando mis células están sanes

y Güces, yo estoy sana y feliz.Todo esto no quiere decir que las personas con auténticaj

enfermedades mentales tengan la capacidad de decidir por

completo 10 que ocurre dent¡o de sus cerebros. Sin embargo,creo que todos los síntomas de una enGrmedad mental g¡ave

tienen una base biológica: qué célu1as se comunic¿n con cuá-

les, con qué sustancias químicx y qué cantidades de dichas sus-t¿ncias. La investigación sobre el ce¡ebro está muy cerca de

descub¡ir los neunccircuitos que son la base de las enG¡meda-

des rnentales, y a medida que aumente nuestro conocl¡niento,

sabremos cómo a1'udar más eficazmente a la gente a supervisaty procurar la salud de sus mentes.

En cuanto a opciones de tratamiento, tenemos la capacidadde influir químicamente en nuestras células ce¡eb¡ales con tne-

dicación, eléctricamente con estimulación eléctrica, y cogniti-

vamerte mediante psicoterapia. En mi opinión, el objetivo del

tret¿miento médico es aumenta¡ nuestra capacidad de compar-

tir una ¡ealidad común. Estoy a favor de que la gente explore

los recursos que puedan ayrdarla a conecta¡ con ¡nás efic¡cia

con los demás. Por desgracia, el 60 por ciento de las pe$o[as alas que se ha diagnosticado esquizoñenia no ¡econocen que es-

tán enfermas. Por consiguiente, ni buscan tratamiento ni lo

loran, y en muchos casos recurren a la automedicación me-

diante el ebuso de drogas o alcohol. Hasta el uso metamente

I

Page 119: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

uN ^1^Qllll

l]ll l.u(tl)l1z

recreativo de estas sustancias (por cualquier persona) hace dis-

minuir nuestra capacidad de compartir una reálidad comíur.

por lo que puede ser contraproducente pera Ia salud.

Aunque algunos individuos abogan por el derecho a Ia de-

rnencia, opino que todos ti-enen el derecho civil de experi_

rnentar la cordura y compartjr u¡ra realidad común, sea cual sea

1a causa de la enfe¡medad o trauma de su ce¡ebro.

1,9

Cómo hal lar la orofunda Daz interior

Page 120: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

Este ataque de lucidez me ha hecho el valiosísimo regalo de

hacerme saber que la profunda paz interior está solo a un pen-

samiento/senseción de distancia. E).?erimentar la paz no quie-

re decir que tu vida sea siempre dichosa. Significa que eres ca-

paz de conectar con un estado mentel beatífico en medio del

caos norma1 de un¿ vida turbulenta. Me doy cuenta de que,

para rnuchos de nosofos,le dist¿ncia entre nuestra mente pen-

sante y nuesffo corazón empático pe¡ece se¡ de muchos kló-

metros. Algunos recorren esa distancia a voluntad. Ot¡os están

tan comp¡ometidos con la desesperarza,la ira y el sufrirniento

que el mero concepto de la paz interior les parece ajeno y

poco seguro.Basándome en rni experiencia de perder mi mente iz-

quierda, creo de todo corazón que la sensación de profunda

paz interior se debe a un circuito neurológico situado en

nuestro ce¡ebro derecho. Este circuito está funcionando cons-

tantemente y siempre está a nuestr¿ disposicíón para conectar

nos a é1. La sensación de paz es algo que ocurre en el mo-

mento p¡esente. No es algo que hagamos venir del pasado o

que proyectemos hacr¿ el fururo. El primer prso p¿rá exper¡-

mentar la paz inte¡ior es la voluntad de estar presente en el

aquí y el ahora.

241

Page 121: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

r rN AIA(¡rr l r l r lLr l l rLr l

Cuanto rrrás conscientes scx¡))os clo cuir)! l() sc i lct iv¡ r)ucstro circuito de profunda paz interior, r'nás fácil tros rcsLtlt¡¡.i sirrtonizar volunlariamente con ese circuito.A algunos tros cucslrrmucho reconocer cuándo estamos haciendo funcionar el cilcuito porque nuestra mente está distr¿ida por otros pensanricrr-tos. Esco es lógico, ya que nuestra sociedad occidental valora yrecompensa lx habilid¿des de nuestro cerebro izquierdo, e1 dcl<haceo, rnás que l¿s del cerebro derecho, eJ del <sen.y :rsi, srtienes dificultades para acceder a la concienci¿ de los ci¡cuitosde tu mente derecha, es probablemente porqüe h¿s hecho urlexcelente traba_jo aprendiendo con exactitud lo que te enseña-¡on cu¿ndo c¡ecías. Felicita a tus células por su éxito, y datecuenta de que, conro asegura mi buena amiga la doctora KatDomingo, rila iluminación no es un proceso de aprende¿ es unproceso de desaprenden.

Dado que nuest¡os dos hemisGrios trabajanjuncos para gener¿r nuesffa percepción de 1¿ realidad momento a momento!estamos ejercitando nuestra mente derecha todo el tiempo. Encuanto aprendes a reconoce¡ las sutles sensaciones (y la fisiolo_gla) que recoren tu cuerpo cuando estás conectado al circuitodel mornento presente, puedes entrenarte par¿ reactivar ese cir-cuito a placerVoy a compartit con el lector las diversas mane¡¿sque tengo de sintonizar mi mente co¡r la concrencn y pefiotr¡-lidad de rni apacible cereb¡o de¡echo, el del aquí y el ahora.

Lo primero que hago para expedment¿r nri paz interior esrecordar que formo perte de r¡na estructura mfu grande: urr flu-jo eterno de energía y moléculas del que no me püedo sepa¡ar(véase el capítulo 2). Saber que formo parte del flujo cósmicome hace sentir innatamente segura y experimetta¡ ¡ni vidacomo el cielo en la tierra. ¿Cómo puedo sentirme vulne¡¿ble sino me puedo separar del todo más grande? Mi mente izquierda piensa que soy un individuo frágiJ, capaz de perder la vida.

242 2l l

r oM( ¡ ^r

r^R r^ r , ¡ l l r LrNlrA r 'AZ lN l l f r ¡ )L¡

Mi ¡rc¡rtc rlcrcch¡ sc dr cueDta de clue l¡ eseDcia de mi ser tie-

r)c vicli ctcnr¡.Aunque pLredo pe¡der esas células y mi cepaci

dad de percibír este mundo t¡idimensional, mi energra se reab-

sorberá simplemente en el tranquilo mar de eufori¿. S¿ber esto

nre hace estar agmdecida por el tiempo del que dispongo ¡quí,

y comprometida entusiastamente con el bienestar de las células

que constituyen mi vida.Para volver al momento presente debemos frenar cons

cientemente nuestra mente. Pa¡¿ hacer esto, hay que decidi¡pril11erc que no tenemos prisa. Nuestra mente izquierda puede

estar ecele¡ada, pensendo, deliberando y analizando, pero nues

tla mente derecha es muy r-eJ-a-j a d a.

Ahora mismo, aparte de leer este libro, ¿qué está usted ha-

ciendo? ¿Tiene en m¿rch¿ algunos circuitos cognitivos, además

de los de la lectura? ¿Está miando el reloj o sentado en un lu-

gar ajetreado? Hágase consciente de sus otros pensamientos,

deles las gracias por sus servicios y pídales que se cellen un rato.

No les estamos diciendo que se marchen, solo que aprieten el

botón de pausa durante unos minutos- Teng¿ 1¿ segurid.rd de

que no irán a ninglrn¿ parle.guando esté usted listo pare sin-

tonizar otra vez con su cuent¿coentos, este se conectará mme-

dietalrrente.Cu¿ndo e't¿mos en Lonexión (on pen\¿mientor cognit j \o\

y haciendo funcionar bucles ment¿les, técnicamente no esta-

mos en el momento p¡esente. Podemos estar pensando en algo

qüe ya ha ocurido o en aigo que todavía no ha ocurrido, y

aunque nuestro cuerpo está ¿quí y ¿hora, nuesffa mente está en

otr¿ p¿rte. Para rcgresar a la eliperiencia del momento p¡esen-

re. deje que \u con( iencia 'e aleje de e'o' circuiror cognit i !o\

que Ie distraen de lo que está ocur¡iendo ahon mismo.

Si quiere, piense en su rcspir¿ción. Dado que está leyendo

este libro, es probable que esté sentado en una situ¡ción relaja-

I

Page 122: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

uN AlhQUri l )11 r . l l ( l l ) r lz

da. Respire hondo. Adelante, no pasa nada. Llene de re su pe-cho y obse¡ve cómo se le hincha la barriga. ¿Qué está ocu-r¡iendo dentro de su cuerpo? ¿Está en una postura cómoda?

¿Su estómago está tranquilo o algo delicado? ¿Tiene hambre?

¿Córno tiene de llena la vejigal ¿Tiene la boca seca? ¿Sus célu-las están ca¡¡sadas o frescas? ¿Qué tal el cuello? Haga una pausaen los pensamientos que puedan distraetle y observe su vidadunnte un momento. ¿Dónde está sentado? ¿Qué iluminacióntiene? ¿Qué le parece el sitio donde está sentado? Respire hon-do una vez más, y otra. Relaje el cuerpo: afloje la mandíbula yesa arrug¿ de la 6ente. Rec¡éese en el hecho de que en estemomento es usted un se¡ humano vivo y sano. Deje que esasensación de celebración y gratirud inunde su conciencia.

Para ayudarme a encont¡a¡ el camino de regreso a mi apaciblemente derecha, mirc cómo rni cuerpo organiza la informeciónen sistemas y aprovecha los circuitos ya establecidos. He descu-bierto que p¡esta¡ ¿tención a la información sensorial que en-tra a ¡audales en 111i cuerpo es un inst¡umento muy útil. Perono solo me concentro en la info¡mación sensorial; me recreoconscientemente en la erperiencia fisiológica que hay bajo esoscitcuitos sensoriales. Me pregunto una y otra vez'. ¿Qué se sierx-te al estal aqu[ hacien¡lo esto?

Come¡ beber y estar eleg¡e son cosas que ocu¡ren en elmomento prcsente- Nuestras bocas contienen vados tipos dereceptorcs sensoriales que no solo nos confreren la capacidadde distinguir diferentes sabores, sino de percibir texturas ca¡ac-terísticas y diveñas temperatura¡. P¡ocute observar más atenta-mente cómo seben los diferentes ¿limentos. Preste atención al¿s texturas de los distintos alimentos y a la sensación que pro,ducen en la boca. ¿Qué alimentos clasiÉcada como dive¡tidos

241 245

( r { iM(, r lAl . l^ l { l .^ l ' l (n rrNl ,^ l4z IN1l l l { ¡ ( ) l (

y pol quú? A rní nre eDcanta Perseguir esas bolitas individuales

de gcl.rtioa en el pudín de tepioca. Los espaguetis tarnbién tie-

nen una textr¡ra muy buena para jugar. Pe¡o cu¡ndo más me

divierto con la comida es despachurrando los guisantes semi

congeládos, o haciendo pesar puré de patatas entre los dien-

tes. Me doy cuente de que 1o más probable es que su madle

eliminara estas práctices de su repertorio de comedor cuando

era usted niño, pero en la intimidad de su hogar seguramente

está bien, creo yo. Es verdaderemente dilcil tracer caso a pen-

samientos que ilducen estrés cuando uno se está divifiiendo

con la comida.

Además de los at¡ibutos fisicos del consumo de comida' es

de vital importancia que consideremos el impacto fisiológico

que la comida ejerce en nuestro cr¡e¡po y nuestra mente. De-

jando aparte los tópicos tradicionales sobre el valor nutritivo,

intente prestar atención a cómo se siente su cuerpo con cada

¿hmenro.Tan¡o el ¿"úc¡r como l¡ cafeí¡u me hacen s¿lir ¿ ra.

tras de mi piel a los pocos minutos de haberlos ingerido. Es una

sensación que no me gusta y por 1o tanto p¡ocum evitarla. Co-

mer ali1l1entos que contengan el aminoácido triptófano (leche,

plátanos y pavo) hace que en mi cerebro aumenten rápida-

mente los niveles del neurotransmisor serotonin¿, lo que me

hace sentirme relajada. Elijo deliberadamente esos alimentos

cuando quiero concentrarme y sentirme tranquila

Xn general, Ios hidratos de calbono se transforman inme-

diatamente en azúcar y hacen que mi cuerpo se sienta letárgi-

co y mi cerebro espástico. Tampoco me gusta Ia menela en

que espoleen mi rcspuesta de azúcarlinsulina, que me deja an-

siose. Me gusta la trlenera en que las proteínas me recargen y

me d¿n energía sin estimular eltibajos emocioneles. Puede

que usted tenga una respuesta diferente a estos alimentos, y eso

es normal. ljna dieta equilibrada es importante, pero prestar

Page 123: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

I N \ t^ , ¡ ) t ¡ | l { ,

atenció[ a.i modo de quenar encrgí¡ y a lo que rc hiccrr $c¡)ti¡ los alimentos por debajo de la piel debería ser una priori.dad máxima.

IJna de las maneras más fáciles de cambia¡ el estado de hurmor de cu¿lquier persona (para me.jor o pare peor) es estinnr-lándole a través del olfato. Si uno es hipersensible, la vida en clmundo real puede resultar iosoportable. Es fácil utilizar el oll¡to para hacernos volver al monento presente. Encienda un:rvela aromática y deje que la vainilla,la rosa o la almend¡a le h;r-gan elevarse por encima de sus ¡ecuerdos de est¡és. Cuendo elaire haga pasar ¿nte usted arornas al azar, agircse a ese buclccog¡litivo y dedique tiempo y atención a identificar el o1or.Puntúelo en una escala del uno al diez, según el placer o la re,puJsión que le produzca. Acuérdese de sentir la fisiología queestá en la base de los diGrentes olo¡es. Deje que ellos le sitúenen el aquí y el ahora.

Si uno tiene un prcblem¿ con su capacidad olfativa, estoyconvenciü de que, a menos que los circuitos se hayan cortadoperm¿nentemente, es posible aumentar la se¡xibilidad. Cuandouno presta atención a los olores que le rodean, está enviandoun mensaje al cerebro diciendo que aprecia dicha conexión. Siusted quiere mejorar su sentido del olfeto, dedique más tiempoa aspirar diferentes olores y hablar con sus células. Hágales saberque quiere que nejoren sus ñcultades. Si está usted dispuesto acambiar de comportamiento y pasar más tiempo pensandoconscientemente en lo que está oliendo, y si está dispuesto econcentrar su mente en el acto de ole¡ las conexiones neuro-nales se rcfozarán y pueden hacerse mís potentes.

En el ca¡o de la visión, existen básicamente dos mane¡as deutüzar los ojos.Tór'nese un momento ahora mismo para mirarlo que tiene delante. ¿Qué ve? Su mente derecha capta la ima-gen general.Ve Ia escena cono un conjunto en el que todo es

246 247

( r )M() | |Ar l .Alr rA l ¡ l ( ) rUNr) r ,^ / rN i r r (n{

rcl.rr ivo. ()b'(rvr r, ' . lo cl prnoranrr y no sc concentú rn ni l l-guno de los det¿lles. Su mente izquie¡da enfoca inmediata-mente los contornos de los objetos individuales y delinea las

entidades concretas que componen la escena.Cuando me planto en lo alto de una montaña y dejo que

mis ojos se relajen, mi mente derecha capta la magnificencia

del paisaje. Fisiológicamente, siento la majestuosidad de la vis-

ta general en lo más profundo de mi ser, y me inclino ante labelleza de nuestro pl¿neta. Puedo recordar este momento de

dos maneras: ¡econst¡uyendo la visión o evocando la sensaciónque provoca. Mi mente izquierda es diferente por completo.Cent¡a ansios¿mente rni atención en los tipos concretos de árboles, los colores del cielo, y analiza los divenos sonidos de lospájaros. Distingue los tipos de nubes, perfila la línea de árbolesy regish? 1¿ temperatur¿ del ¿ir:e.

Ahora rTrisr,ro, haga ot1? p¿usa en su lectul?- Cierre los ojos

e identifique ttes sonidos que oye.Adelante. Relaje la mente y

er,aanda la percepción. ¿Qué oye? Escuche con ¿tención y a

distancia. Aquí sent¿dá en la cabaña dei Centro Musical deRocky Ridge, en las Montañal Rocosas, cerca de Estes Park,mis oídos captan los sonidos jorgot."trt.. de un arroyo quepase por delante de 111i ventana. Si centn¡ la mente en sonidos

lejanos, oigo ñagnentos de música clásica, procedentes de unosniños que ensayan con sus instrumenlos. Si fue¡zo aún más losoídos, oigo el zumbido de la calefacción que me calienta aquí

mismo, en la cabaña.

Escuchar música que le guste, sin ningún aná.lisis nijuicio cog-nitivo, es otra excelente manera de volver al aquí y el aho¡a.Deje que el sonido le conmueva, no solo emocionalmente sinofsicamente. Deje que su cuerpo se bálencee o bafe yjuegue si-

I

Page 124: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

UN Al^( l lJ l l l ) l l l t r ( : l l )11¿

gLriendo el r i tmo. Ab¿ndone \uJ inhibrcioncs y dcJc quc \r l

cuerpo quede atrapado en el flujo.

Por supuesto,la ausencia de sonido puede ser igual de be-

lla. A mí me gusta meter las o¡ejas bajo el agua de la bañera

para crear un espacio de auseqcia de sonido.También me con-

celt¡o en los gorgoteos de mi cue¡po (cuando los hay) y envío

elogios a rnis células por sus incesantes esfuerzos. He descu

bierto que rni mente se distrae con facilidad cuando hay de-

masiada estimulación auditiva, y por eso suelo trabajar y viajar

con tepones en los oídos. Creo que evitar la sobrecarga de es-

tímulos en rni cerebro es responsabilidad mía, y los tapones me

han salvado la corduta en muchas ocasiorcs.

Nuest¡o órg¿no sensorial naás grande y más dive¡so es la

piel. Así corno nuestro cerebro hace funcionar diferentes cir-

cuitos que pieman, sienten emociones o inplican combinacio-

nes concretas de reactiüdad fisiológica, nuestra piel está puntea-

da con receptores muy especíñcos, capaces de detectar formas

muy específicas de estimulación. Como ocu¡re con los demás

sentidos, cada penona es única en su sensibiüdad al roce,la pre

sión, el calor y el frío,la vibración y el dolor.Algunos se adap-

tan más rápidamente que otros.Aunque le mayoría no dedica

mucho tiempo a pensa¡ en su rcpa después de habérsela pues

to, hay personas tan sensibles que su mente se obsesione con l¿

textura o el peso de la ropa.Yo doy constantemente las gracias

a rnis células por su capacidad de adaptarse a los estírnulos que

les llegan. Imaginese el lector 1o preocupadas que est¡úan nues-

t¡as mentes todo el tiempo si no pudiénmos adaptarnos.

Sígame la corriente una vez más, si no le molesta, y haga

offa pause en su lectura. Esta vez, cierre los ojos y pielxe en la

información que está capt¿ndo ell este momento a traves cte

la piel. ¿Cómo es la tempelatula del aire? ¿Cómo es la textura

de su ropa?: ¿suave o áspera?, ¿ligeta o pesada? ¿Hay algo apre

244 249

( ( tM( t l l^r r^ l t l ,^ l ' l t ( ¡ 'LrNl ,^ l '^z lN l l l l ( ( t (

t¡do contra ustcd, t¡l vcz un cojín o un pernc? Piense en su piel

un momento. ¿Puede sentir el reloj de pulsera, o las gafas sobre

la nariz? ¿Y el cabello cayéndole sobre los hombros?

Desde el punto de vista terapéutico, puede que no exista

nada más íntimo que el tacto, ye sea un contacto fsico con otr¿

pe$oÍla, con un animal de compañía o incluso con lx plantas

de inte¡ior. Los beneficios ffsicos de acariciar y ser acariciados

no tienen precio. El simple hecho de darse una ducha y sentir

el agua cayendo sobre el cuerpo es un magnífico modo de pa-

sa¡ de un s¿lto al momento presente. Sentir la presión del agua

contrr l ; prel al darse un baño ojugrr en una piscina e. una ex

celente estirnulación a bese de p¡esión ügera y temperatura.

Conceda a estx fo¡mas de actividad el poder de atnerle hacia

el aquí y el ahora.Acostúmbrcse a presta¡ más atención a los di-

Grentes circuitos que se estimulan.Al hacerlo, favorcce su fun-

c10l1allüento.

También un masaje corporal vigoroso es excelente por

muchas ¡azones. No solo ayuda a alivia¡ la tensión en los

músculos; además, favorece el movimiento de los fluidos en el

entorno celula¡ el rnundo inlerno del cuerpo donde las célu-

las obtienen nutdentes y vierten sus desechos.Apoyo con en-

tusixrno cualquier tipo de estimulación que mejore su calidad

de vida.

IJna de mis mane¡as favoritas de utilizar el tacto para vol-

ver al aqui y ahora es la lluvia. Pasear bajo la lluvia es una ex-

periencia nultidimensional que me conmueve muchísimo. Las

gotas de agua que me s¿lpican en la cxla me llevan al instante a

la bellez¿ e inocencia de.rni mente derecha y me siento en-

¡"uelta en una intensa sensación de pu¡iflcación. Senti¡ el calor

del sol en la cara o la caricia de la b¡isa en las mejillas también.me conecta direct¿nente con una perte de mí misma que se

siente unida a todo 1o que existe. Me encanta estar de pie a Ia

Page 125: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

uN dt) \Qut i t ) | tu( : r r¿

ori l lá del m¿r con los brazos en cruz, volando en la brisx. R(-cord¿ndo los olores. sonidos. \abores ) ,ensacione\ inreriore,.puedo cran<port.rrme de regreto aJ nirv¿n¿ en un in.r¡nre.

Cuanta más atención prestemos a los detalles de imagen,sonido, sabor, olor, sensación-en la piel y sensación fisiológicadentro del cuerpo, más fácil le resulta¡á a nuest¡o ce¡ebro recreatun momento. Sustituir los patrones de pensamiento no deseadospor imágenes vívidas puede ayudarnos a que nuesüa concienciapase a un estado de pmñrnda paz interior Aunque es estupendoLrtiüzer los sentidos para reconstuir une experiencia, creo que elautéÍ¡tico poder de 1¿ recreación está en Íuestra capacidad derecordar la sensación de la flsiología interna.

No puedo poner fin a esta sección sobre el Lrso de estinulaciónsensorial para situarse en el momento p¡esente sin aborda¡ lascuestrones de la dinámice de energía y la intuición. Sé queaquellos de ustedes que tienen hemisGdos derechos muy sen-sibles saben de lo que estoy h¿blando. Al mismo tiempo, medoy cuenta de que para muchos de nosot¡os, si la mente izquie¡da no puede olerlo, saborearlo, oírlo, verlo o tocarlo, so-mos escépticos acerca de si algo existe o no. Nuestro cereb¡oderecho es capaz de detectar energía muy por encima de las li,mit¿ciones de la mente izquierda, debido al modo en que estádiseñado. Tengo la esperanza de que el grado de incomodidaddel lector ante fenómenos como la dinámica de energía y la intuición haya disninuido a medida que aumentaba su conoci-miento sobre las dife¡encias flrndamentales en la manera en quenuestrcs dos he¡nisGrios colaboran para crear nuestra pe¡cepción ú¡ica de la realidad.

Recordar que somos seres de energía diseñ¿dos para perci-bir y traducir la energía a un código neural puede a)'udarnos a

250 251

( ( )M() ^t , t ,^ [

t .^ pR()¡ 'uN¡r^ l ' z tN,I t ( | ( ) ta

h¡ccr¡os ¡¡ás conscientes de nuestra dinámica de energía ynucstra iDtuición. ¿Puede usted sentir el aura de una habitaciónla primera vez que entra en ella? ¿Alguna vez se ha p¡eguntadopor qué podemos parecer contentos en un momento dedo ymue¡tos de miedo al siguiente? Nuestro hemisferio de¡echoesá diseñado para percibir y descifar la sutil dinámica de ener-gia que percibimos intuitivamente.

Desde que sufti el ictus, dirijo mi vida casi por completoprest¿ndo atención e le sensación energética que me prcduce lagente,los lugares y las cosas. Perc pa¡a poder oír la sabiduúe in-tuitiva de mi mente derccha tengo que fienar conscientemen-te mi mente üquierda para no dejarrne ller,ar por la corriente demi chadatán cuentacuentos. Intuiti%mente, no me planteo porqué me siento subco¡rscientemente atmída por elgunas pe¡sonasy situaciones y por qué, en cambio, me repelen ot¡as. Simple-mente, escucho a mi cuerpo y me lo impfcitamente de mis i¡rs-tintos.

Al mismo tiempo, rni mente de¡echa acepta por completoel feÍómeno de c¡usa y efecto. En un mundo de energí¡, don-de todo inlluye en todo, parqce una ingenuidad no tener encuenta l¿s percepciones de rni mente derecha. Si voy a dispararuna llecha con un arco, po¡ ejemplo, no me limito ¿ concen-trarnte en el centro de la diana, sino que ffazo un¿ ffeyecto¡iaentre l¿ punta de la flecha y el centro del blanco.Visualizo lacantidad perGcta de fuerza e.jercida por mis músculos cu¿ndotiran de la cuerda y concenffo la mente en la fluidez del proce-so, y no en la frnalidad del producto final. He comprobado quecuando mi percepción se expande e imagino la e4)eriencia, mip¡ecisión aumenta. Si practica usted deportes, tiene la fecultadde poder elegir cómo quie¡e percibirse e sí mismo en relacióncon el blanco o el objetivo: puede verse como algo separado

-yo estoy en el punto A y el blanco en el punto Z-, o ptte-

Page 126: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

uN ^tAr¿u¡i

trr t-u(lt)uz

de ve¡se como uno con el blanco y en el flujo con todos los

átomos y moléculas del espacio intermedio.

Nuest¡o cereb¡o derecho percibe la imagen general y re-conoce que todo 1o que hay a nuestro alrededor, entre noso

tros y en nosotros está formado por partículas de energía en-trelazadas en un tapiz universal.Y como todo está co[ectado,existe una rel¿ción íntima entre el espacio etómico que h¿y ámi alrededor y dentro de mí,y el espacio atónrico que hay a sualrededor y dentro de usted, estenos donde estemos. A nivelenergético, si pienso en usted, envío buenas vibreciones en sudirección, siento aprecio por usted o rezo por usted, le estoyenviando conscienteme[te mi energía con intención sanado-rá. si medito pen!¡ndo en usted o pongo mis m¿nos en su

herida, estoy dirigiendo intencionadamente la energia de rni

ser pa¡a ayudarle a curarse. Cón1o funcionan las a¡tes del rei-ki, el feng shui, la acupuntura y la oración (por mencionarsolo unes poc¿s) sig¡¡e siendo en gmn medida un misterio

médico. Esto se debe sobre todo a que nuestro cerebro iz-quierdo y la ciencia todavía no se hen puesto a l¿ elture de 1llque ye sebemos sobre las funciones de nuestro hemisfe¡io de-recho. Sin embargo, crco que nuestra mente derecha tienemuy claro cómo percibe e interpreta intuitivamente la diná-mica de energí¿.

Dejando aparte el tem¿ de los sistemas sensodales, ta-rnbién po-denlos uri l iz¡r l¡s h¡búd¡des de nuesor¡r si.rem¡s motores para

cambiar nuestra perspectiva al aquí y ahora. Relajar intencio-nadamente músculos que se suelen tener en terxión puede¿)'ud¡r a liberar energía contenida, y por tanto a senürnos me-jor Compmebo a menudo la tensión en mi frente, y es infali-ble: si no puedo dormir por la noche, aflojo conscientemente

252 253

( l)Mo tt^t,1.^l¡ l,^ l)¡()l\rNl)^ l¡^z lNl lll{¡()¡t

la urandíbula y me duermo eDseguida. Pensar e¡ lo quc está

pasando en tus músculos es una excelente manera de hacer

volver la mente al presente. Contraerlos y rclajarlos de manera

sistemática puede a1'udar a volver al aquí y ahora.

Mucha gente se v¿le del movimiento y el ejercicio para

cambiar de estado mental. El yoga, el Gldenkra¡ y el tai chi son

instumentos asombrosos para el desa¡mllo personáI, la relaja-

ción y el crecimiento. También los deportes no competihvds

son una bueru IrDne(I de entrar en el cuerpo y salir del cerebro

izquierdo. Caminar por la naturaleza, cantar, crear y tocar músi-

ca o pe¡deAe en les a¡tes puede hacer cambiar con f¿ciüdad

luestra perspectiva y hacernos volver al momento prese¡lte.

Otro método para cambiar de enfoque y apartarlo de los

agitedos circuitos de la cognitiva mente izquierda consiste en

utilizar intencionadamente la voz par¿ interrumpir esos bucles

de pensarniento que nos resultan penosos o nos dist¡aen. He

comprobado que es muy útil user pautas de sonido repetitivas,

como el n-rant¡a (que, literalmente, significa (poner la mente en

reposo)). Respilando a fondo y repitiendo las frases En este mo-

mento reclaño míALECRL4, o-En este momento soy petfectdi com-

pletd I belk, o Soy una inocente ! pacífca hiia riel tníuetso, e'f,trs en

le conciencia de mi mente derecha.

E'cuch¿r una medit¡crón verb¿l que me guie a un patrón

de perxaniento con ernoción y frsiología es otra excelente rrLI-

nera de apartar ñi mente de circuitos no deseados. La o¡ación,

en la que utilizamos delibered¿mente nuestra mente p¿ra sustl-

tuir pat¡ones de pensamiento no deseados por otro conjunto

de patrones de pensamiento, es ot¡a maÍela de guiar conscien-

temente la mente y alejarla de la incesantejaula de ardilla de la

reperición verbal para llevarla a un lugar nrás apacible.. Me encanta afrner la voz con cuencos sonoros. Son cuen-

cos grandes, hechos de exquisito cristal de cuarzo. Cuando los

Page 127: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

uN At^QUri ttt t.u(i )ltz

golpeo, los cuencos resuenan con tal potencia que puedo sen-

tir la vibración en los huesos. Mis preocupaciones no tienen 1¿

menor posibilidad de permanecer en mi mente cuando los

cuencos sonoros están en acción.También saco Angel Cards (Ta{etas de Ángeles)' varias ve-

ces al día para mantene¡me concentr¿da en lo que creo que es

import¿nte en la vida. Las Angel Cards originales vienen enjuegos de diversos tanaños, y en cada tarjeta hey escrita una

sola palabra. Cada maiiana, en cuaato me levanto, invito ritual-

mente a r-rn ángel a que venga a mi vida y saco una terjet¡. Des-

pués, cenffo mi atención en ese ángel paticular durante todo

el día. Muchas veces, si me siento estresada o tengo que hacer

u¡a llamada te1e6ónice inportante, saco otro ángel para que me

a¡rde a cambiar de mente. Siemprc estoy dispuesta a abrirme a

lo que el universo me traiga. Utfizo las Algel Cards para cam-

biar a un estado de generosidad de espíritu, ya que me gusta lo

que atraigo cuando estoy abierta. Algunos de los ángeles son:

entusiasmo, abundancia, educación, claridad, integridad, juego,

libettad, resporxabilidad, armonía, gracia y nacimiento. Sacar

ángeles es uno de los irxt¡umentos más simples y efectivos que

he encontrado para ayrdarme a liberar mi mente de los juicios

del hemisGrio izquierdo.Si tuviera que elegir una palabm para el producto (acción)

de mi mente derecha, tendría que optar por empafía.Le ani:mo

a que se pregunte qué signi6ca para usted ser empático. ¿En qué

circunstanci¿s se inclina a ser empático y qué sensación produ-

ce la empatía en su interiot?En general, la mayoría de nosotros somos empáticos con

los que consideramos nuestros iguales. Cuanto menos apegedos

estemos a la tendencia de nuestro ego a la superioridad, rnás

1. wime¡Li¡ks.com.

251 255

r llM() l.l^l.L^lt l,^ l,lt()l uNl)^ ltz lN lllltl(Jl{

gencn:sos de espíritu seremos con los demás. Cu¡ndo sonros

empáticos consideramos las circunstancias del otro con al¡or,

en lugar dejuzgar.Vemos una persona sin hogar o una persona

psicótica y nos acercamo\ r el l¿\ con lranquezr. y no con mie

do, disgusto o agresividad. Piense en la última vez que se acer-

có usted a alguien o a algo con auténtice empatía. ¿Qué sintió

en su interior? Ser empático es pxar al aquí y ahore con con

ciencia ñanca y dispuestos a ayudar.

Si tuviera que elegir una palabra para describir la sensación

que siento en el fondo de mi mente derecha, tendria que decir

aleg a. A rrit rnente derecha le entusiasma estar viva. Experi-

mento una sensación de emoción reverencial cuando conside-

ro que soy capaz de se¡ urur con el unive$o y al mismo tiempo

tener una identidad individual con la que me muevo por el

mundo y mani6esto cambios positivos.

Si ha perdido usted su capacidad de experimentar alegría,

tenga por seguro que el circuito todavía está ahí. Sirnplemente,

está siendo inhibido por otros circuitos más aqsiosos y/o ate-

moriz¿dos. ¡Ojalá pudiera usted perder su equipaje emocional

como me ocu¡¡ió a mí y volver a su estado natural de alegríal

El secreto para conectar con uno de estos estados de paz es la

disposición a detener los bucles cognitivos de perxamiento,

preocupación e ideas que nos distraen de la experiencia cines-

tésica y sensori¿l de estar en el aqui y ahora. Pero lo más im-

port¿nte es qúe nuest¡o deseo de paz sea más fuerte que nues-

tro apego al suftimiento, nuesffo e¡lo o nuestra necesidad de

tener razón. Me gusta ese antiguo dicho que reza: (¿Quieres te-

ner r¿zón o qurere\ \er fel iz?".

Person¿lmente, me encanta có¡no se siente la Glicidad den

tro del cuerpo, y por eso decido conectar con ese circuito de

mane¡a habitual. Muchas veces me he preguntado: Sl es lru

cosa que se puede decidh, ¿por qué habia alSuien de elegir oba cosa

Page 128: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

uN Aii\(¡Lltl t)l I tJ{ I)UZ

q e no sea la felícidad? Solo puedo especular, perc supongo quc

muchos de nosotros simplemente no nos damos cuente de

que podemos elegir y, po¡ lo tanto, no ejercitamos nuestra ca-pacidad de decisión.Antes del ictus, yo crcía ser un producto

de mi cerebro y no tenía ni idea de que poseía alguna capeci-

dad de decisión sob¡e mi respuesta a las emociones que sur-gían en mí.En el plano intelectual, nle daba cuenta de que po-

día seguir y alterar mis pensamientos cognitivos, pero jamás se

me ocurrió que pudiera inluir en el modo de percibir mis

emociones. Nadle me había dicho que solo se ta¡da noveüta se-

gundos en que mi bioquírnica se apodere de mi y después me

suelte. Qué eno¡¡ne diG¡encia ha representado este conoci-mienro en mi m¿nera de üür la vida.

Otra razón por la que muchos de nosot¡os no eügen la fe-

l icidad er que cuando sentimor emociones negáriv¿s inrens¿s.

como la ira, la envidia o la fiustración, ponemos en marcha

coinplejos circuitos de nuestro cerebro que nos result¿n t¿n fa-

miliares que nos sentimos fuertes y poderosos. He conocidopersonas que eligen conscientemente activa¡ de mane¡a habi-

tual sus circrútos de im, sifnplemente porque les ayuda a recor-

d¿r cómo se sienten siendo ellos mismos.Para mi es tan fácil activa¡ hebitualnente el ci¡cuito de la

feJicidad corno para ellos poner en marcha el ci¡cuito de la i¡a.

De hecho, desde el punto de vista biológico,le felicidad es el es-

tedo de existenci¿ normal para mi mente derecha. Por eso este

circuito está fr¡¡cionando todo el tiempo y siempre está accesi-

ble para que yo me conecte.En cambio, rni ci¡cuito de la ira nociempre funciona. Ferc 'e puede disparar cuando experrmenfo

algún tipo de amenaza. En cuanto la respuesta fisiológica se di-

sipa de mi corriente sanguínea, puedo volver a mi alegría.

256

( iLrM() I t^¡ ,LAt{ t ,^ l ) t { ( r ,uNl) ¡ 'Az ¡Nl Í { t ( ) l t

Por últinro, todo lo que experimentamos es un p¡oducto dcnuestras células y sus circuitos. una vez que has sintonizado

con la sensación que producen en el cuerpo los diferentes cir-cuitos, puedes elegir y decidir cómo quieres estar en el mun-

do. Personalmente, me considero alérgica a la sensación que

me producen en el cuerpo el miedo y/o la ansiedad. Cuando

estas emociones me invaden, me siento tan incómoda que qui-

siera salirme de la piel. Como no me gusta la sensación fisioló-gic¡ de es(as emociones. no rengo rendenci¿ ¿ conect)r con ese

circuito de mane¡a habitual.Mi definición favo¡ita del miedo es <falsas expectaúvas que

parecen realeso, y cuando me permito rccordar que todos nrispensamientos son mera fsiología eñmem, me siento menos

conmovida cuando rni cuentacuentos se dispara y mi circuito

se acflva. A.l mismo tiempo, cuando recuerdo que soy r/r¿ con

el universo, el concepto de rniedo pierde su poder Para a1'udare protegerme contra una respuesta de ira o miedo que se dis-pare con demasiada facilidad, asumo la responsabiüdad de los

circuitos que ejercito y estimulo voluntariamente. Con la in-

tención de disminuir el poder de mi respuesta de miedo/i¡a,procurc de manera deliberada no ver películ¿s de terror ni tra-

tar mucho con gente cuyo circuito de ira se dispara con faciü-

dad. Tomo decisiones conscientes que influyen directamente

en l11is circuitos. Como me gusta estar alegre, t¡ato con gente

^, , - . , - t^-- - l ^ t^-- i^

Como he dicho ¿nies, el dolor 6sico e' un Gnómeno bsro-lógico específicamente diseñado para avisar a nuestro cerebro

de que se ha producido un daño en algún tejido de nuestro

cuerpo. Es importante que nos demos cuenta de que somos ca-paces de sentir dolo¡ ñsico sin quedar atrapados en el bucle

emocional del sufiimiento. Siempre me acuerdo de 1o valientes

que pueden ser los niños pequeños cuando se ponen muy en-

Page 129: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

rJN ATAQUII D! ¡,U(lllflz

ferrnos. Puede que sus padres se conecten al circuito emocio-

nal del sufrimiento y el miedo, mientras que los niños parecen

¡daptarse ¿ su enGrmedad sin el mis¡no dtama emocional ne-

g¿tivo. Experimentar dolor no se elige, pero suftir es una deci-

sión cogniti€. Cuendo los niños están enfermos, suele resultar

más dificil para ellos hacerse cargo del dolor de sus padres que

soportar la enfermedad

Lo mismo se podría decir de todos los enfermos Por favor,

tenga mucho cuid¿do con los circuitos que estimula cuando

visita a alguien que no está bien. La muerte es un proceso na-

tural que todos debemos expedmentar. Sea consciente de que

en las profundidades de su mente derecha (en el fondo de la

conciencia del co¡azón) está la paz eterna. La mane¡a más fácil

que he encontrado para ser humilde y volve¡ a un estado de

gracia apacible es mediante un acto de gratitud. Cuando estoy

simplemente agradecide, la üda es simplemente bella.

I

20

Cuidando el j ardín

Page 130: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

I

He aprendido tanto de esta experiencia coo el ictus que 1<lcierto es que me sieflto afortunada por haber emprendido esteviaje. Gracias a aquel trauma, he tenido la oportunidad de sertestigo presencial de unas cuantas coses de r¡i cercbro que deotro modo nunca había imaginado que fueran verdad. Siem-pre estaré agradecida por estes simples revelaciones, no solo pormí misrna sino por la esperanza que estas posibilidades puedenaportar al modo en que, como personas, decidimos ver y po-tenci¿r nue\tro cerebro y. en consecuenci¿. comporLarnos eneste planeta.

Estoy agradeciü por su disposición a acompañarme en esteintenso viaje. Confo sinceramente en que, fuera lo que fuese loque le llevó a este libro,lo deje habiendo logrado algún atisbode su propio cerebro o del ce¡ebro de ot¡o. Confo, con la con-ciencia del corazón de nri hemisferio de¡echo, en que este libropase ahora de sus manos a las manos de elguien que pueda be-neficia$e de é1.

Siempre te¡mino mis e-mails con un¿ cita de Einstein.Creo que acertó de pleno cuando dijo: <Debo estar dispuesto arenunciar a lo que soy si quiero convertirme erl lo que seré).Yoaprendí de una manera di6ci1 que mi capacidad para existir enel mundo depende por completo de la integridad de mis neu-

267

Page 131: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

(JN ^l¡ ( ¡ r i

ln l I lJ( l l , l l7

rocircuitos. Célula a célul¡, circuito a ci¡cuito,la conciencia quc

experimento dentro de mi cereb¡o es la conciencra colectiva

establecida por esas pequeñas y maravillosas entidades que te-jen la red que yo llamo mi mente. Gncias a su plasticidad neu-

r.r l . su crprcid:d prrr alter.u y cambiar sus cone¡ones con

otras células, usted y yo andarnos por el mundo con la facultad

de se¡ flexibles en nuesffo pensamiento, adaptables a nuestro

entorno y capaces de elegir quiénes y cómo queremos ser en el

mundo. Por forruna, lo que decidamos ser hoy no está prede-

terminado po¡ cómo éramos ayer.

Veo el jardín de mi rnente como una parcela sagrada de

terreno cósmico que el universo me ha confiado para que la

cuide durante los aios de rni vida. Como agente independien-

te, yo y solo yo -en conjunción con el genio molecular de mi

ADN y los factores ambientales a los que estoy expuesta- de-

coraré este espacio que hay dentro de mi cráneo. En los pdme-

ros años, puede que tenga muy poca in{uencia en los circuitos

que crecen dentrc de mi cerebro, porque soy el producto de la

tierra y las semillas que he heredado. Per.o, por suerte, el genio

de nuestro ADN no es un dictador y, gracias a la plxticidad de

nuestras neuronas, al poder del pensamiento y a las maravillas

de la medicina moderna, muy pocos result¿dos son absolutos.

Sea como sea eljardín que haya heredado, en cu¿nto ecep-

to coriscientemente la responsabilidad de cuida¡ de mi mente,

decido aümentar los circuitos que quiero cultivar y recortar

conscientemente los circuitos de los que prefiero prcscindir.

Aunque resulta más fácil a¡¡anca¡ una mala hierba cuando es

solo un brcte, con determinación y perseve¡ancia hasta la vid

más retorcida, si se le prir'a de abono, ecabará perdiendo su fuer-

za y cayendo al suelo.La salud mental de nuestra sociedad viene deternxíada por

la salud mental de los cerebros que componen nuestm socie-

262

(1,¡ l )^Ntx) t l t l^ t r l ) lN

dad, y dcbo rcconocer que la civilización occidertal es un en-

torno particularmente dificil para que viva en é1 el cariñoso y

apacible personaje de mi hemisferio derccho. Evidentemente,

no soy la única que siente eso, ya que veo en nuesffe sociedad

millones de personas nunvillosas que han decidido escapar de

nuestra realidad común automeücándose con drogas ilegales y

alcohol.

Creo que Gandhi tenía razón cuando dijo: <Tenemos que

ser nosotros el cambio que quelemos ver en el mundo). He

comprobado que la conciencia de mi hemisferio derecho está

deseosa de que demos el siguiente paso de gigante para la hu-

mantdad, el paso a la derecúa para lograr que este planeta evolu-

cione y se co*'rerta en el lugar de paz y amor que anhelamos

que see.Nuestro cuerpo es la fue¡za vital de unos cincuenta billo-

nes de genios molecular.es. Nosotros y solo nosotros decidimos

en cada momento quiénes y cómo querer:ros se¡ en el mundo.

Aaimo al lector a que preste atención a lo que ocurre en su ce-

rebro, que asuma su propio poder y se apunte e l¿ vida. ¡Hagabrillar su luz!

Y cuando su fuerza v'rtal deceiga, espero que nos haga el regalo

de la esperanza y done su ma¡avilloso ce¡eb¡o a Halvard.

Page 132: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

f (ecom en oaclo n es para la recuperacton

Page 133: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

l .

2.J.4.5.6.7.

Apéndice ADiez preguntas para situarse

¿Han exarninado mis ojos y mis oídos para asegurarse de

que saben si puedo ver y oír?

¿Puedo distinguir los colores?

¿Percibo tres dirnensiones?

¿Tengo sentido del tiempo?

¿Puedo identificar como mías tod¿s las Partes de mi cuerpo?

¿Puedo distinguir une voz entre el ruido de fondo?

¿Puedo acceder a mi comida? ¿Pueden mis rn¿nos abdr los

recipientes? ¿Tengo fuerza y destreza suficientes para co-

mer solo?

8. ¿Estoy cómodo? ¿Estoy bien abrigado? ¿Tengo sed? ¿Meduele algo?

9. ¿Soy hipersensible a la estimulación sensorial (luz o soni-

do)? Si es así, tráiganme tapones Para que pueda dormir y

gafas de sol para pode¡ mantener abiertos los ojos.

10. ¿Puedo pensar linealmente? ¿Sé lo que son los calcetines y

los zapatos? ¿Sé que hay que pone$e los calcetines antes

que los zapatos?

267

Page 134: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

APéndice B

Las cuarenta cosas que más necesité

1. No soy idiota, estoy herida. Por favor, respétenme,

2. Acérquense, hablen despacio y vocalicen con clarídad

3. Repítanse que deben suponer que no sé nada, y empiecen

por el pdnciPio, una y otra vez.

4. Sea¡ tan pacientes conmigo Ia enésima vez que me ense_

ñen algo como lo fueron la primer-

5. Acérquense a mí con fanqueza y pongan fteno a su ener-

gía. Tómense tiempo.

6. Sean conscientes de lo que rne comunica¡ su lenguale

corponl y sus o\:presiones faciales

7. Mirenme a los ojo\. EJtoy aqui Vengan ¿ mi encuencro

Anímenme.

8. Por favor, no levanten la voz. No estoy sorda, estoy dañada.

9. Tó,luenme adccurdamente y conecten .onnigo.

10. Respeten el poder currr ivo deJ sueño

11. Prctej¿n mi energía. Ni radio, ni teleüsión ni visita tes

nerviosos. Sean brcves en las üsitas (cinco minutot.

12. Estimulen mi ce¡ebro cuando tengo energía pera ap¡ender

algo nuevo, pero sepan que una pequeñez puede dejarme

agotada ráPidamente.

13- Para enseñarme, utilicen juguetes y übros educativos para

la edad adecuada (niño pequeño).

269

Page 135: Jill Taylor- Un Ataque de Lucidez

uN ^

t ¡ ( ¡ t j l l t ) t l t t ) ( : ) t iz

14. Preséntenme el rnundo cinestésicamentc. Déjennre sentir-

lo todo. (Soy otre vez un niño pequeño.)

15. Enséñenme con tareas de visualización e imitación.

16. Conlen en que me estoy esforzando, solo que no con su

grado de hab-üdad ni siguiendo su horario.

17. Hágarrme p¡eguntas de múltiples opciones. Eüten las pre-

guntas de Sí o No. ,

18. Háganme prcgunt¿s con respuestas concretas. Y dennre

lempo para buscar una respuesta.

19. No juzguen mi capacidad cognitiva por la repidez con que

puedo pensar.

20. Trátenme con suavidad, como harían con un recién nacido.

21. Háblenne directamente, no hablen entre ustedes de mí.

22. A¡ímenme. Conffen en qué me recuperaré por completo,

aunque tarde veinte años.

23. Confien en que mi cerebrc siemprc puede seguir apren

diendo.

24. Descompongan rod¿s l¿. ¿ccione: en pequeños pasos.

25. Averigüen qué obstáculos me impiden hacer bien une te1ea.

26. Aclienme cuál es el siguiente nivel o el siguiente paso,

para que sepa ¡ qué aspuo.

27. Recuerden que tengo que dominar bien un nivel de ac-

ción antes de pasar al siguiente.28. Celebren todos mis pequeños logros. Eso me inspira.

29. Por favor, no terninen por mí mis ñases ni digan las palabras

que no encuenffo. Necesito hacer trabajar mi cerebro.Jo. Si no puedo encontrar un ¿rchivo \ iejo. invst¿n en crea¡

31. Es posible que quiera pensar que entiendo más de lo que

entiendo en realidad.

32. Céntrepse en 1o que puedo hacer, en lugar de lamentarsepol lo que no puedo hacer.

270

35.

37.

33.

36.

t{t{(t,M¡tNt) (t{)Nlls t^tt^ t-^ t{¡(;uPUt^ctóN

l{iglrnnrc conocer n,i antigua vida. No supongan quc

como ya no puedo tocaf como tocaba antes, ya no me \,1¡

a seguir gustando la rnúsica o un instrumento, etcétera.Recuerden que, a falta de algunx funciones, he adquirido

otras habilidades.

Manténganme en contacto con mi familia, mis amigos y la

gente que me apoya con cariño. Hagan un collage mural

de tarjetas y fotos para que yo 1o vea. Etiquétenlas para quepueda repasarlas.

¡Movilicen a las tropes! Formen un equipo para curarme.Avisen a todo el mundo para que puedan enviarme su

amor. Manténganlos a.l corriente de mi situación y pídan-

les que hagan cosa\ concretds p¿rd ayudarme. como üsu.r-Jizarme tragando con facilidad o b¿lanceando mi cuerpopara sentarme,

Quiéranme por lo que toy ahora. No se empeñen en que

sea la persona que era antes.Ahora tengo un cereb¡o dife-

rente,

39.

4U.

38. Sean protectores conmigo, pero no obstaculicen mi pro-

grcso.Enséñenme vídeos en los que aparezca haciendo cosas,para recordarne cómo hablaba, andaba y gesticulaba.Recuerden que es probable que rni medicación me dejefatigada, además de reducir rni capacidad de saber qué sesiente al ser yo.