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ECUADOR Debate CONSEJO EDITORIAL José Sánchez-Parga, Alberto Acosta, José Laso Ribadeneira, Simón Espinosa, Diego Cornejo Menacho, Manuel Chiriboga, Fredy Rivera Vélez, Marco Romero. Director: Francisco Rhon Dávila. Director Ejecutivo del CAAP Primer Director: José Sánchez Parga. 1982-1991 Editor: Hernán Ibarra Crespo Asistente General: Margarita Guachamín REVISTA ESPECIALIZADA EN CIENCIAS SOCIALES Publicación periódica que aparece tres veces al año. Los artículos y estudios impresos son canalizados a través de la Dirección y de los miembros del Consejo Editorial. Las opiniones, comentarios y análisis expresados en nuestras páginas son de exclusiva responsabilidad de quien los suscribe y no, necesariamente, de ECUADOR DEBATE. © ECUADOR DEBATE. CENTRO ANDINO DE ACCION POPULAR Se autoriza la reproducción total y parcial de nuestra información, siempre y cuando se cite expresamente como fuente a ECUADOR DEBATE. SUSCRIPCIONES Valor anual, tres números: EXTERIOR: US$ 45 ECUADOR: US$ 15,50 EJEMPLAR SUELTO: EXTERIOR US$. 15 EJEMPLAR SUELTO: ECUADOR US$ 5,50 ECUADOR DEBATE Apartado Aéreo 17-15-173B, Quito-Ecuador Telf: 2522763 . Fax: (5932) 2568452 E-mail: [email protected] Redacción: Diego Martín de Utreras 733 y Selva Alegre, Quito. PORTADA PuntoyMagenta DIAGRAMACION Martha Vinueza IMPRESION Albazul Offset I ISSN-1012-1498 I <a caap

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ECUADOR

Debate CONSEJO EDITORIAL José Sánchez-Parga, Alberto Acosta, José Laso Ribadeneira, Simón Espinosa, Diego Cornejo Menacho, Manuel Chiriboga, Fredy Rivera Vélez, Marco Romero.

Director: Francisco Rhon Dávila. Director Ejecutivo del CAAP Primer Director: José Sánchez Parga. 1982-1991 Editor: Hernán Ibarra Crespo Asistente General: Margarita Guachamín

REVISTA ESPECIALIZADA EN CIENCIAS SOCIALES Publicación periódica que aparece tres veces al año. Los artículos y estudios impresos son canalizados a través de la Dirección y de los miembros del Consejo Editorial. Las opiniones, comentarios y análisis expresados en nuestras páginas son de exclusiva responsabilidad de quien los suscribe y no, necesariamente, de ECUADOR DEBATE. © ECUADOR DEBATE. CENTRO ANDINO DE ACCION POPULAR Se autoriza la reproducción total y parcial de nuestra información, siempre y cuando se cite expresamente como fuente a ECUADOR DEBATE.

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PORTADA PuntoyMagenta

DIAGRAMACION Martha Vinueza

IMPRESION Albazul Offset

I ISSN-1012-1498 I<a caap

ECUAI DEBAl Quito-Ecuador, Abril del

PRESENTAClON / 3-6

COYUNTURA

Diálogo sobre la covunti del decisionismo /7-32 Conflictividad socio-polñ

TEMA CENTRAL

Ecuador: Unas reformas Alberto Acosta / 45-60 Alcances y contenidos d Eduardo Gudynas / 61-81 Desigualdad, medio ami de América Latina. Un e H.C.F. Mansilla / 81-98 Dinámicas delcapitalisn Julio Peña y LitIo E. /99· Tendencias de la mínerí,

.::) el caso peruano José de Echave C. / 113­Malos Vecinos: Las emp Liisa L. North / 129-136

DEBATE AGRARIO-RUR

El Agua yel futuro de la Carlos Larrea / 137-144 Percepciones de cambie en las comunidades agrí Kristin VanderMolen / 1·

ECUADORDEBATE 82Quito-Ecuador, Abril del 2011

PRESENTACION / 3-6

COyUnTURA

Diálogo sobre la coyuntura: La consulta popular y los conflictos del decisionismo / 7-32Conflictividad socio-política: Noviembre 2010-Febrero 2011 / 33-44

TEmA CEnTRAl

Ecuador: Unas reformas petroleras con muy poca reformaAlberto Acosta / 45-60Alcances y contenidos de las transiciones al Post-ExtractivismoEduardo Gudynas / 61-80Desigualdad, medio ambiente y desarrollo sostenible en el área andina de América Latina. Un esbozo interpretativo provisorioH.C.F. Mansilla / 81-98Dinámicas del capitalismo: escisión metabólica y sacrificio del valor de usoJulio Peña y Lillo E. / 99-112Tendencias de la minería y escenarios de transición al post extractivismo: el caso peruano José de Echave C. / 113-128Malos Vecinos: Las empresas mineras canadienses en América LatinaLiisa L. North / 129-136

DEBATE AgRARiO-RURAl

El Agua y el futuro de la alimentación mundialCarlos Larrea / 137-144Percepciones de cambio climático y estrategias de adaptación en las comunidades agrícolas de CotacachiKristin VanderMolen / 145-158

Análisis

Los conceptos de Política y Decisionismo político en Carl Schmitt. Su repercusión en el debate latinoamericanoSantiago C. Leiras / 159-174¿Cómo controlar a los líderes políticos?Rut Diamint y Laura Tedesco / 175-188

REsEÑAs

Democracia, participación y socialismo / 189-194In the Shadows of State and Capital. The United Fruit Company, Popular Struggle, and Agrarian Restructuring in Ecuador, 1900-1995 / 195-200

2 Índice

Preliminares

n vista de la complejidad deltema y de las paradojas que ge-nera, es imprescindible una re-

flexión político-filosófica en torno a losvínculos entre desigualdad social y de-sarreglos ecológicos en el área andina deAmérica Latina. En este texto la expre-sión región andina se limita al núcleohistórico de la misma, que es el territorioque ocupan actualmente las repúblicasde Ecuador, Perú y Bolivia. En las últimasdécadas se ha incrementado la relevan-cia de la problemática ecológica de ma-nera dramática a causa de la multipli-cación de los desarreglos medio-am-bientales en un lapso muy breve detiempo. Por otro lado, y pese a todas laspolíticas públicas de compensación so-cial, persiste en esta área un nivel muyacentuado de desigualdad en los campos

del ingreso, la educación, el acceso a laparticipación política y la calidad de lavida. Se puede adelantar una conclusiónprovisoria afirmando que en la zona an-dina las diferentes manifestaciones de lacrisis ecológica han incrementado diver-sos fenómenos de desigualdad social,consolidando, por otra parte, algunosrasgos centrales de las pautas de com-portamiento colectivo de las poblacio-nes involucradas, rasgos que no sonfavorables a la preservación de los eco-sistemas andinos y que son practicadospor casi todos los estratos sociales deestos países.

Para comprender adecuadamenteesta constelación compleja y contradic-toria, debemos primeramente examinarlos elementos más importantes del ca-rácter general del desarrollo que afectaal área andina en las dos últimas gene-raciones, más o menos a partir de 1950.

Desigualdad, medio ambiente y desarrollo sostenible en el área andina de América LatinaUn esbozo interpretativo provisorioH. C. F. Mansilla

Los vínculos complejos entre temas ambientales y desigualdad social pueden ser aclaradosmediante un esfuerzo de filosofía política. Los desarreglos medio-ambientales tienden a acen-tuar las desigualdades sociales preexistentes, siendo los campesinos indígenas y los habitantesde la selva tropical los más afectados. Casi todos los sectores y movimientos sociales fomen-tan una racionalidad instrumental de corto plazo, que no es favorable a la preservación de losecosistemas naturales.

E

Durante siglos o milenios han ocurridoenormes cambios en Asia, África y Amé-rica Latina: desde invasiones militaresprovenientes de otros continentes y cul-turas hasta revoluciones socio-políticas,pasando por el florecimiento de notablesculturas autóctonas. Pero el desarrolloque tiene lugar desde el fin de la Se-gunda Guerra Mundial sobrepasa todo loanterior de manera cuantitativa y cuali-tativa. En pocas décadas se ha produ-cido, por ejemplo, un crecimientodemográfico y un proceso de urbaniza-ción inusitados en toda la historia ante-rior de aquellos pueblos.1 Paralelamentese puede constatar una gigantesca des-trucción del medio ambiente, posibili-tada por la introducción de modernastecnologías y por un designio colectivoconsciente que se plantea un desarrolloacelerado y tecnificado como meta irre-nunciable, destrucción que era práctica-mente desconocida hasta 1950, sobretodo bajo la actual forma de un ritmovertiginoso de expansión. Todos estos fe-nómenos se han dado con gran intensi-dad en el ámbito andino, donde losprocesos de urbanización e industriali-zación a partir de 1950 han transfor-mando radicalmente a estas sociedades,dejando pocos resquicios geográficos yculturales libres de un genuino furor mo-

dernizante. Todo esto ha afectado de ma-nera intensa la identidad colectiva de lasnaciones andinas, identidad que se hallasumida en una crisis multifacética. Estacrisis ha generado diferentes respuestassociopolíticas y culturales, que puedenser vistas como formas originales de re-sistencia histórica frente al carácter mo-dernizador y capitalista de la evoluciónactual.2 Entre esas respuestas se hallauna reafirmación de las costumbres y losvalores de orientación prehispánicos, loque puede ser considerado parcialmentecomo una invención de la tradición. Esverdad que gran parte de este procesoacelerado de cambio tiene lugar en la es-fera técnico-económica y menos en losterrenos ideológico, cultural y familiar(que han generado interesantes meca-nismos de resistencia), pero, en con-junto, las modificaciones y los traumasvinculados al proceso de modernizaciónhan convertido a los países andinos enalgo substancialmente distinto de lo queexistía en esos territorios hasta la primeramitad del siglo XX. Ello se debe, en úl-tima instancia, al surgimiento de un mo-delo de desarrollo basado en el usomasivo de la tecnología occidental y enpautas de consumo del mismo origen.3En este contexto es indispensable insistiren el carácter ambiguo de la evolución

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1 Cf. por ejemplo Jared Diamond, Collapse: How Societies Choose to Fail or Survive, Londres: Allen Lane2005

2 Cf. Aldo Panfichi (comp.), Participación ciudadana en el Perú: disputas, confluencias y tensiones, Lima:PUC 2007; Rodrigo Montoya Rojas (comp.), Voces de la Tierra: reflexiones sobre los movimientos polí-ticos indígenas en Bolivia, Ecuador, México y Perú, Lima: Universidad de San Marcos 2008.

3 Eric J. Hobsbawm, Sobre la historia, Barcelona: Crítica 2002, p. 81: “Desde 1950 hemos vivido quizálas mayores transformaciones sociales y culturales de todos los tiempos y pocos dudarán de que se de-rivan de los avances económicos y tecnocientíficos”.- Sobre el “gran salto adelante, extraordinario, inau-dito y sin parangón”, que significó el tercer cuarto del siglo XX, cf. ibíd., p. 237, 256.

contemporánea del área andina y de lasrespuestas aparentemente autóctonas ala misma, lo que tiene una importanciadecisiva al estudiar los nexos entre desi-gualdad social y desarreglos ecológicos,donde no es posible una atribución sim-ple de responsabilidades y culpas ydonde los resultados del análisis puedenser relativamente inesperados.

Aunque suene a repetición, hay queenfatizar que más o menos a partir de1950 los países andinos han experimen-tado un cambio cualitativo que es únicoen el curso de toda su historia. Estas so-ciedades conocieron hasta entonces unagran cantidad de acontecimientos detodo tipo –como las otras áreas geográfi-cas–, pero pocas modificaciones profun-das de sus estructuras básicas. En losúltimos sesenta años, empero, han pa-sado de ser sociedades rurales, poco di-ferenciadas interiormente y con valoresde orientación determinados por sus pro-pios legados culturales, a ser nacionesmayoritariamente urbanas, con estructu-ras internas altamente complejas, par-cialmente industrializadas e influidasvigorosamente por el modelo civilizato-rio occidental. En lo que se refiere a sumedio ambiente, a su demografía y a laapertura económica de sus territorios, loscambios acaecidos en las dos últimas ge-neraciones abren paso a una época to-talmente nueva y distinta. Y esto tieneque ver directamente con la triplicaciónde la población en esta región, con elsurgimiento de inmensas aglomeracionesurbanas, con la expansión incesante de

la frontera agrícola, con la apertura dedilatados territorios a la actividad eco-nómica y, en resumen, con un procesoacelerado de modernización, el cual, sinembargo, no ha producido una cons-ciencia ecológica de relevancia público-política ni tampoco ha contribuido amitigar el fenómeno de las desigualda-des sociales.4

Es obvio que este complejo desarro-llo admite varias interpretaciones diver-gentes al mismo tiempo. Pese a laindudable persistencia de factores nega-tivos y de rezagos evolutivos en variasesferas, como la económica y la educa-tiva, no se puede negar que la región an-dina exhibe hoy avances respetables ensu proceso modernizador. Se puedeconstatar, por ejemplo, la construcciónde una enorme infraestructura en trans-portes y comunicaciones, que es apro-vechada por todos los estratos socialesde los países respectivos. La producciónmanufacturera de base urbana es consi-derable y de la más variada índole, loque vale asimismo para el campo de losservicios. En estos países la movilidad so-cial tiene un grado relativamente alto; laesperanza de vida es mucho mayor queantes de 1950, lo que se debe a un in-dudable progreso en el campo de lasalud pública. El acceso a todos los ni-veles educativos se ha democratizadofuertemente, lo que se manifiesta, entreotros aspectos, en la multiplicación deuniversidades estatales y privadas y en laimportancia que ahora se atribuye a laadquisición de conocimientos técnico-

ECUADOR DEBATE / TEMA CENTRAL 83

4 Dennis L. Meadows et al., Limits to Growth: The 30-Year Update, White River Junction: Chelsea Green2004.

científicos como mecanismo de ascensoy progreso social.5

Y, sin embargo, estos países no cons-tituyen necesariamente sociedades conuna calidad de vida más razonable que amediados del siglo XX. Su realidad coti-diana se halla hoy en día signada porfactores como la contaminación am-biental, la destrucción acelerada de labiodiversidad, la criminalidad alarmante,la pérdida de tiempo por congestionesde tráfico y por el mal funcionamientode todas las burocracias, la persistenciade una marcada desigualdad social y ladilución de las identidades premodernasde grupos e individuos. Estos costes dela modernización no afectan a todos losestratos sociales de la misma forma y conigual intensidad. De todas maneras estosaspectos empiezan a ser percibidoscomo negativos por algunos grupos so-ciales, que se preguntan si vale la pena“subirse en estos términos al carro de lamodernidad. Al punto que los términosde modernización y calidad de la vidaaparecen cada vez más, en las evalua-ciones silenciosas que hacemos todos,como términos en conflicto”.6 En elmundo andino las aglomeraciones urba-nas –de una expansión incesante– abar-can dilatadas barriadas donde imperanparcialmente el crimen y las drogas. Elciudadano común y corriente pierde unaparte importante de su tiempo en pro-blemas de transporte, en trámites admi-nistrativos enrevesados y superfluos y en

una lucha despiadada contra el prójimo.La distancia entre los más pobres y losmás ricos es mucho mayor que hacemedio siglo; en lugar de las antiguas di-ferencias de rango y origen hoy el dineroes el criterio que define claramente lascapas sociales, y que las separa de modobrutal.

En este contexto es indispensablemencionar lo siguiente, aunque perte-nece a la esfera de la reflexión futuroló-gica. Dentro de pocas décadas el bosquetropical será probablemente un mero re-cuerdo literario. La desertificación deuna buena porción del territorio del Es-tado andino respectivo será uno de losgrandes problemas cotidianos. Hasta sepuede aseverar que, a largo plazo, la es-peranza de un mejoramiento perma-nente del nivel de vida se podría revelarcomo ilusoria ante la dilapidación irres-ponsable de los recursos naturales, perotambién a causa de la acrecentada ano-mia socio-política.7 Subrayo particular-mente este fenómeno de largo plazoporque las desigualdades sociales, porun lado, y la dialéctica de ecología y po-lítica, por otro, deberían estar encuadra-das en una reflexión que tambiénconsidera críticamente los aspectos y re-sultados negativos de los procesos demodernización en el área andina.

Se trata, en el fondo, de postular unanálisis político-filosófico que examinalas ambigüedades de todos los esfuerzosmodernizadores y las ambivalencias del

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5 Cf. por ejemplo: Naciones Unidas [sin compilador], Informe sobre desarrollo humano Perú 2009: por unadensidad del Estado al servicio de la gente, Lima: PNUD / NNUU 2009.

6 Martin Hopenhayn, Respirar Santiago, en: Nueva Sociedad, Nº 136, marzo/abril de 1995, Caracas, p. 51.7 Sobre esta temática cf. la importante obra de Peter Waldmann, El Estado anómico. Derecho, seguridad

pública y vida cotidiana en América Latina, Madrid: Iberoamericana / Vervuert 2006.

progreso material, en cuyo marco el de-bate sobre las desigualdades sociales ob-tiene un lugar más sobrio dentro de unatemática mayor. Por ello este breve textoincluye algunas observaciones sobre elimaginario popular en el área andina re-ferente a las metas normativas de evolu-ción histórica y sobre la concepción deldesarrollo sostenible, que hoy en día esla base de ideologías que acompañan aamplios movimientos sociales y tambiéna refinadas concepciones intelectualesacerca de los nexos entre lo ecológico ylo político.

Desigualdad social y desarreglos ecoló-gicos

En la región andina que se extiendedesde el Ecuador hasta Bolivia, los fenó-menos más relevantes de la crisis ecoló-gica, como la contaminación general enzonas urbanas, la erosión de suelos agrí-colas y la destrucción del bosque tropi-cal, han consolidado e intensificadomodelos convencionales de desigualdadsocial. La zona andina se ha destacadotradicionalmente por índices muy eleva-dos de desigualdad en los terrenos del in-greso, la educación, la satisfacción de lasnecesidades básicas y la esperanza devida. Pero también en las esferas menosaccesibles a la comparación estadística,como el acceso a la participación polí-tica, la seguridad ciudadana y la calidadde la vida, se puede constatar en las últi-mas décadas una evolución proclive amayores diferencias sociales. Y ésta traeconsigo, en la temática aquí tratada, cla-ras desventajas para los estratos subalter-nos de las sociedades andinas, que hansido los más afectados tanto por el pro-

ceso general de modernización, comopor la crisis ecológica en particular.

Es necesario, sin embargo, mencio-nar varios aspectos de esta compleja pro-blemática, porque cuestiones como lageneración y la responsabilidad por losdaños medio-ambientales pueden serconsideradas como transversales conrespecto a todos los estratos sociales. Elimaginario popular, las últimas metasnormativas de desarrollo, y hasta el pre-cio que la nación respectiva está dis-puesta a pagar por la consecución deesas metas, constituyen factores en loscuales la similitud entre las diversascapas sociales es relativamente acen-tuada. Por ello es imprescindible echarun breve vistazo a la conformación his-tórica de la actual crisis ecológica en elárea andina. Ya mencioné que en los úl-timos sesenta años han sucedido más al-teraciones de la geografía física y másdesarreglos medio-ambientales que entoda la historia de la región, por lomenos en lo que se puede reconstruirdesde la época de la conquista española.Durante las últimas dos generaciones seha producido un complejo desarrolloque puede ser descrito como un procesoimitativo de modernización, al mismotiempo acelerado y caótico, que ha dadocomo resultado un grado notable de ur-banización, el desenvolvimiento de nue-vas capas sociales vinculadas a lasciudades y un imaginario generalizadoque visualiza la prosperidad individualcomo el destino y la justificación irre-nunciables de los esfuerzos moderniza-dores. Este desarrollo, unido a unamejoría sustancial de la salud pública yde los sistemas educativos, ha condu-cido, a veces por vías indirectas, a una

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constelación global que conlleva presio-nes enormes y crecientes sobre casitodos los ecosistemas de la zona andina.Esta situación no ha sido básicamente al-terada, sino más bien intensificada, porla aparición de vigorosos movimientosde protesta social y de reivindicacionesindigenistas. Se trata de un proceso com-plicado que permite diferentes interpre-taciones, pero no hay duda de que elprogreso material y social, anhelado porcasi todos los sectores relevantes en losAndes, ha vulnerado irremediablementelos frágiles ecosistemas de la región.

En otras palabras: el ingreso a la mo-dernidad, junto con la occidentalizaciónde las pautas de consumo masivo y laemergencia de nuevos sectores sociales,ha convertido a los ecosistemas de losAndes en algo precario y sometido a losdesignios humanos, los que, como sesabe, nunca son del todo racionales y ra-zonables. Por ello podemos adelantaruna paradójica conclusión general. Lacrisis medio-ambiental ha significadoclaras desventajas para los habitantesoriginales de las selvas tropicales, paracasi todos los sectores campesinos delárea andina (con excepción de los lla-mados cocaleros), para los colonizado-res de las tierras bajas y para ampliossectores urbanos, pero, con la notableexcepción de los habitantes originales dela selva, ningún sector social está dis-puesto a apoyar y soportar medidas con-servacionistas que signifiquen unalimitación sensible del progreso material,del nivel de vida y de las expectativas deingresos económicos. Es decir: ningúngrupo social permitiría una defensa delos ecosistemas andinos si esta defensaenglobaría una desaceleración del pro-ceso modernizador. Contra esta afirma-

ción se puede argüir que muchos secto-res que habitan en las zonas amazónicasestán generalmente representados pormovimientos sociales que se adscriben aideologías pro-ecologistas y conserva-cionistas. Estos movimientos han ganadoindudablemente en influencia política,resonancia pública y reconocimientoacadémico. Pero a esto se puede res-ponder que sus productos ideológicosjuegan en la realidad cotidiana un rolmarcadamente secundario. Estas ideolo-gías están dirigidas, en primer término, alas fuentes de financiamiento de la coo-peración internacional, y en segundolugar, a la opinión pública esclarecidadel ámbito universitario del país respec-tivo. Estamos, evidentemente, ante unenfoque en el fondo pragmático, cuya le-gitimidad es respetable, pero estamos almismo tiempo ante una realidad coti-diana que no es influida directamentepor productos intelectuales, por más bri-llantes que estos sean.

La situación del medio ambiente

Para comprender los nexos entre cri-sis ecológica y desigualdad social esconveniente observar el desarrollomedio-ambiental de los Andes de formamás detallada. Aquí mencionaremosmuy someramente tres zonas geográficasmuy diferenciadas del ámbito andino: lasplanicies amazónicas o tierras bajas, si-tuadas al Oriente de esta macrorregión;los valles mesotérmicos localizables enlas estribaciones de la cordillera de losAndes (zona central, llamada parcial-mente sierra); y las tierras altas de mon-taña, incluyendo los altiplanos, queconforman los territorios más elevadosde los Andes. En este contexto dejaremos

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de lado las zonas costeras del Ecuador yPerú (al Occidente de esta macrorre-gión), porque allí se puede constatar unnúmero relativamente reducido de gran-des desarreglos medio-ambientales.

En las últimas décadas se ha des-truido y se destruye una porción impor-tante de los bosques tropicales, lo queahora constituye probablemente el prin-cipal problema ecológico de la región.En los valles mesotérmicos y en las fal-das de las montañas el proceso de taladoha sido aun más intenso. Ya en la épocacolonial se destruyeron totalmente las ar-boledas de tierras altas (incluyendo losaltiplanos) en Perú y Bolivia a causa delas necesidades energéticas de la extrac-ción minera. De estas arboledas, men-cionadas ampliamente por los primeroscronistas españoles, no queda ni el másleve vestigio.

En el caso específico de la selva ama-zónica se puede aseverar lo siguiente.Con la excepción de grupos numérica-mente muy reducidos de indígenas quehabitan aun en medio de los bosques tro-picales y viven de ellos como cazadoresy recolectores, todos los otros sectoressociales contribuyen a la destrucciónmasiva y creciente de la selva. Los gran-des empresarios de la madera y de lasplantaciones comerciales, por un lado,

pero también dilatadas masas de cam-pesinos indígenas que migran de laszonas altas se dedican, con similarahínco y perseverancia, a la eliminaciónde la cubierta vegetal de esas áreas. EnPerú y Bolivia hay que mencionar a loscampesinos consagrados al cultivo de lacoca y a la elaboración de cocaína, loscuales coadyuvan en gran escala a la ex-pansión de la frontera agrícola.8 Otrossectores, como los colonizadores, losagricultores y ganaderos de subsistencia9

y los buscadores de oro y minerales va-liosos en ríos tropicales, hacen tambiénsu parte en la reducción de las arboledasen las tierras bajas. En suma: es difícil en-contrar un sector social que no preste suayuda a la progresiva eliminación de losbosques tropicales.

Los fenómenos de desigualdad socialse manifiestan, empero, de modo muydiferenciado. La destrucción de los eco-sistemas no afecta a todos los sectoressociales por igual. Se puede aseverar, porejemplo, que la destrucción de las selvasamazónicas y la erosión de suelos en lastierras altas andinas no influyen sobre lavida cotidiana y los patrones de con-sumo de las capas empresariales de estospaíses10. Los más perjudicados son,como era de esperar, las etnias indígenasde cazadores y recolectores que aun

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8 Cf. Harry Sanabria, The Coca Boom and Rural Social Change in Bolivia, Ann Arbor: Michigan Univer-sity Press 1993.

9 Eduardo Gudynas, Multifuncionalidad y desarrollo agropecuario sustentable, en: Nueva Sociedad, Nº174, julio / agosto de 2001, Caracas, pp. 95-106.

10 Sobre los empresarios en relación a la temática ecológica y a la concepción del desarrollo sostenible,cf. Consejo Empresarial para el Desarrollo Sostenible (comp.), Eco-eficiencia, Santafé de Bogotá: OvejaNegra 1992; Hernando de Soto / Stephan Schmidheiny, Las nuevas reglas del juego. Hacia un desarro-llo sostenible en América Latina, Santafé de Bogotá: FUNDES / Oveja Negra 1992.- Para una crítica aesta posición cf. Guillermo Foladori, Controversias sobre sustentabilidad. La coevolución sociedad-na-turaleza, México: Porrúa / UAZ 2001.

viven en el bosque húmedo tropical. Suhábitat se va reduciendo paulatinamenteen superficie y en recursos, lo que afectadirectamente a su estilo de vida, a susprácticas alimentarias y a sus perspecti-vas de futuro. En Ecuador y Bolivia lasnuevas constituciones actuales, de mar-cada naturaleza populista e indigenista,establecen una consulta obligatoria (víainformación, debate y referéndum) a laspoblaciones involucradas cuando gran-des proyectos de infraestructura, la pros-pección petrolera y la extracción mineralleguen a afectar las áreas tradicionalesde vivienda, trabajo y tránsito de las et-nias de tierras bajas. Lo que la experien-cia práctica ha demostrado en estospaíses es que esas consultas tienen unavalidez sólo teórica y una vigencia sóloprogramática cuando la necesidad deobtener petróleo y minerales entra enconfrontación con los mecanismos pro-tectores de los ecosistemas naturales.Ello se debe, en última instancia, a la de-bilidad numérica de las etnias amazóni-cas en los países andinos y a la preemi-nencia de los esfuerzos modernizadoressobre todo impulso conservacionista,aunque la retórica política adecuada a lamoda del día puede brindar ocasional-mente una impresión contraria.

La crisis ecológica también toca a loscolonizadores provenientes de tierrasaltas que tratan de encontrar una nuevaexistencia en las zonas húmedas de laAmazonía. Los suelos tropicales son al-tamente vulnerables por contener gene-ralmente una capa de humus muydelgada y frágil, que se deteriora de ma-nera irremisible después de que se des-truye la cubierta vegetal original. Ante elagotamiento relativamente rápido de laproductividad de los suelos tropicales y

el surgimiento de superficies erosiona-das, los colonizadores están obligados abuscar constantemente nuevas áreas decultivo y a ampliar sin cesar la fronteraagrícola. Este grupo social tiene una ca-pacidad de ahorro muy limitada. Su altamovilidad geográfica no es favorable alsurgimiento de comunidades estables.Esto repercute negativamente sobre elnivel educacional de las generacionesjóvenes. Pero lo más relevante es que loscolonizadores, mediante su sistema iti-nerante de cultivos, socavan y destruyenla propia base de su existencia futura. Eneste caso la crisis ecológica genera unasituación dramática de descomposiciónsocial a largo plazo.

En lo referente a las tierras altas de laregión andina se puede afirmar lo si-guiente. Las elevadas tasas de creci-miento demográfico y las mejoras de lasalud pública han generado un aumentoconsiderable de la población respectiva,que aun no ha sido limitado sustancial-mente por la constante migración delcampo a los centros urbanos. Este incre-mento demográfico ha significado, comoya se mencionó, una sobrecarga perma-nente sobre los ecosistemas de montaña,que también son altamente vulnerables,sobre todo los suelos agrícolas en de-clive. A esto se añade que la mayoría delos campesinos actuales de origen indí-gena ya han abandonado las técnicas in-caicas de cultivar la tierra medianteterrazas artificiales que siguen las curvasde nivel y todavía no han adoptado losprocedimientos modernos de agriculturaen medios precarios (como las carpas so-lares). Existen otras prácticas, como el so-brepastoreo, la tala de arboledas ycortavientos y la quema anual de pasti-zales, que han contribuido al erosiona-

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miento generalizado de suelos otroraagrícolas. Hay que recordar que la agri-cultura incaica requería de una planifi-cación centralizada y de amplios trabajoscomunitarios. Las reformas agrarias enBolivia (a partir de 1953) y en el Perú (apartir de 1968)11 han terminado con lagran propiedad agraria (latifundios) deblancos y mestizos en las regiones del al-tiplano y de la sierra, pero han causado almismo una extrema parcelación de la pe-queña propiedad agrícola (minifundio),que, como tal, se presta difícilmente auna tecnificación adecuada y a trabajoscolectivos de gran envergadura y planifi-cación de largo alcance. Entre los resul-tados de esta evolución se hallan eldescenso del nivel de ingresos, el estan-camiento del desarrollo social y educa-tivo y la reducción del rol político (porejemplo: pérdida de las iniciativas políti-cas en favor de los movimientos socialesque representan a los campesinos coca-leros de zonas subtropicales). En estemarco la crisis ecológica ha conllevadoun empeoramiento de las condiciones devida de los sectores campesinos de tierrasaltas, que se hallan tradicionalmenteentre los grupos sociales de ingresos másbajos en toda el área andina.

En las zonas montañosas de losAndes los estratos altos y medios, que sonexclusivamente urbanos, no han sidoafectados directamente por los desarre-glos medio-ambientales, por lo menos en

sus niveles de ingresos y educación. Son,como todas las capas sociales, víctimasde la creciente contaminación de aire yagua en las ciudades, pero la verdad esque en las naciones andinas los estratosmedios y altos no atribuyen gran impor-tancia a fenómenos como la contamina-ción ambiental y, por consiguiente,tampoco promueven políticas públicascon metas conservacionistas. Hay que se-ñalar que debido a su nivel de conoci-mientos y a las urgencias de la vidacotidiana, las políticas públicas pro-eco-logistas tampoco representan una priori-dad para los estratos subalternos tanto delámbito urbano como del rural en las tie-rras altas de los Andes.

En los llamados valles mesotérmicosde la región andina ha ocurrido una evo-lución demográfica muy similar a la yareseñada, agravada por la constante in-migración procedente de las zonas altas.En estos valles se hallan algunos de loscentros urbanos más importantes y conel crecimiento más acentuado del Ecua-dor, Perú y Bolivia, lo que conlleva unaclara pérdida de suelos agrícolas y unaeliminación acelerada de las arboledasde clima moderado. En Perú y Bolivia seconstata la existencia de un dilatado sec-tor campesino dedicado al cultivo de lacoca y a la elaboración de las primerasetapas de la cocaína.12 Esta actividad,excepcionalmente rentable, significatambién la destrucción de la cubierta ve-

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11 Fernando Eguren, La reforma agraria en el Perú, Santiago de Chile: FAO / NNUU 2006; José María Ca-ballero, Agricultura, reforma agraria y pobreza campesina, Lima: IEP 1984; y la obra clásica: José MatosMar / José Mejía, La reforma agraria en el Perú, Lima: IEP 1980.

12 Cf. Nueva Sociedad, No. 222, julio/agosto 2009, Buenos Aires (número monográfico dedicado al tema:“Drogas en América Latina”); José Blanes / H. C. F. Mansilla, Cinco tesis sobre el trasfondo del complejococa / cocaína en Bolivia, en: Nueva Sociedad, No. 142, marzo/abril de 1996, Caracas, pp. 65-71.

getal original, por un lado, y la utilizaciónmasiva de productos químicos perjudi-ciales para los ecosistemas (como elácido sulfúrico), por otro. Los llamadoscampesinos cocaleros conforman en Bo-livia el movimiento social mejor organi-zado y con el mayor peso político en laactualidad. A nivel local y regional sontambién muy influyentes en el Perú. Estoscampesinos constituyen el grupo organi-zado más agresivo que ha invadido va-rios parques naturales y zonas protegidaspor ley en toda la región andina, convir-tiendo estas reservas ecológicas en zonasde producción privilegiada de coca y co-caína, sin que se registre ninguna actua-ción estatal para hacer cumplir elordenamiento legal del país respectivodestinado a proteger algunas zonas dealto interés ecológico. Esta alusión al mo-vimiento cocalero no es superflua porquenos muestra un fenómeno reiterativo enla historia contemporánea del área an-dina. Los campesinos cocaleros repre-sentan intereses sectoriales estrictamenteparticulares, que, como tales, demandanpolíticas públicas específicas. Esto es to-talmente legítimo. El movimiento coca-lero utiliza una estrategia convencional:hace pasar intereses particulares como sifuesen los intereses generales de la na-ción. El accionar de este movimiento so-cial es instructivo, porque muestra elcomplejo carácter de los movimientos so-ciales en la región andina, que no siem-

pre poseen las características positivas ypromisorias que les atribuyen acrítica-mente algunas tendencias académicas yuniversitarias. Los campesinos cocalerosno ayudan precisamente a la preserva-ción de los frágiles ecosistemas de la re-gión mesotérmica y con sus ingresosrelativamente altos han contribuido aacentuar las desigualdades sociales. Estono significa, obviamente, que todos losmovimientos sociales sean similares ensu defensa de intereses particulares, peroes un llamado a seguir aplicando un es-crutinio estrictamente crítico, y no unoromántico, a todos estos fenómenos.13

Diversos movimientos sociales del áreaandina (los campesinos cocaleros, los co-lonizadores, los buscadores de minera-les) influyen simultáneamente sobre losecosistemas incrementando su vulnera-bilidad y sobre el nivel de ingresos, au-mentando la desigualdad social.

Crítica del imaginario popular

Todos estos factores dispares debenser considerados para calibrar de formamás o menos adecuada la dialéctica dedesigualdad social y contexto ecológico.Sólo desde una perspectiva unilateral ehistóricamente ingenua de la moderni-zación se puede sostener que la amplia-ción de la frontera agrícola es unamuestra evidente de progreso social y untestimonio fehaciente del triunfo delHombre sobre la naturaleza. Esta es pa-

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13 Cf. José Seoane, Movimientos sociales y conflicto en América Latina, Buenos Aires: CLACSO 2003; M.Chiriboga et al., Movimientos sociales en el Ecuador, Quito: CLACSO 1986; Xavier Albó, Movimientosy poder indígena en Bolivia, Ecuador y Perú, La Paz: CIPCA 2008; María Isabel Remy Simartovic, Mo-vimientos sociales en el Perú, Lima: Instituto de Investigación y Debate sobre la Gobernanza 2007; Fer-nando Guerrero / Pablo Ospina, El poder de la comunidad. Ajuste estructural y movimiento indígena enlos Andes ecuatorianos, Buenos Aires: CLACSO 2003.

radójicamente la opinión mayoritaria dela población en las naciones andinas, ex-tendiéndose desde las élites empresaria-les hasta gran parte de los sectorescampesinos indígenas, pasando por los“nuevos” estratos medios urbanos. Encontra de lo que conciben importantescorrientes académicas, sobre todo en elámbito universitario europeo, las ten-dencias pro-ecológicas dentro de los paí -ses andinos son relativamente pequeñasy sin relevancia política. Esto vale preci-samente para las etnias indígenas mayo-ritarias en los Andes. Aquí no hay unimportante Partido Verde como en elBrasil. Existen todavía prácticas conser-vacionistas en el seno de algunos secto-res indígenas de la selva amazónica,cazadores y recolectores, sobre todo enaquellos que no han tenido un contactopermanente con el impulso moderniza-dor que configura mayoritariamente lavida cotidiana en toda la región. Estasprácticas conservacionistas han sido pre-servadas hasta hoy por sectores pobla-cionales muy reducidos y en proceso depaulatina disolución ante el avance real-mente avasallador de fuerzas moderni-zadoras, del cual forman parte losindígenas de tierras altas andinas y pro-venientes de los valles mesotérmicosque, de modo creciente, han migrado alas zonas amazónicas y hoy en día con-figuran la mayoría de la población en lasáreas selváticas de los Andes. Otra cosa

muy diferente es la presencia de teoríase ideologías conservacionistas, que conayuda gubernamental contribuyen acrear la impresión de que una mayoríade los indígenas del país respectivo seconsagrarían con verdadero ahínco alcuidado exhaustivo de la Madre Tierra.A nivel internacional estas construccio-nes ideológicas han redituado un enor -me prestigio a los gobiernos populistasde Ecuador y Bolivia. Oficinas estatales yorganizaciones no gubernamentales,conducidas por intelectuales urbanosque hablan a nombre de las etnias indí-genas, han recreado la imagen clásicadel buen salvaje que vive en armonía ín-tima con la naturaleza y que protege losecosistemas naturales de la región selvá-tica amazónica14, cuando en realidad setrata, en la mayoría de los casos, de unabrillante operación de relaciones públi-cas que genera también un buen finan-ciamiento externo y una porción depoder político a favor de sus autores in-telectuales.

Estas ideologías han construido unaoposición binaria elemental entre unaconcepción llamada occidental y otraatribuida a las etnias indígenas de losAndes. Pero la realidad nos muestra quelos grandes imaginarios colectivos –eloccidental y el indígena– se han entre-mezclado de tal manera, que ya no exis-ten como factores incontaminados eluno del otro.15 Por ello la contraposición

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14 Algunas indicaciones en: José Sánchez Parga, El movimiento indígena ecuatoriano, Quito: CAAP 2007,passim.

15 Fernando Mayorga / Eduardo Córdova, El movimiento antiglobalización en Bolivia. Procesos globales einiciativas locales en tiempos de crisis y cambio, La Paz: CESU/UMSS-Plural 2008; Thérèse Bouysse-Cassagne et al., Tres reflexiones sobre el pensamiento andino, La Paz: HISBOL 1987; Esteban Ticona /Gonzalo Rojas Ortuste / Xavier Albó, Votos y wiphalas. Campesinos y pueblos originarios en democra-cia, La Paz: CIPCA 1995.

tajante entre ambas culturas puede serconsiderada como una operación inte-lectual, es decir como una interpretaciónhistórica relativamente arbitraria con unaintencionalidad política, que en cuantotal no es compartida por el grueso de lapoblación. Y hay que señalar que lospuntos de coincidencia entre los dosimaginarios colectivos son mucho másimportantes que los elementos de dis-cordia e incomprensión. En este contextoes indispensable señalar que todo pro-ceso sincretista y toda corriente moder-nizadora requieren de elementos decompensación para hacer digerible estostránsitos socialmente dolorosos. Y allí seencuentra la necesidad de revitalizar losmitos profundos16 de un país, de rein-ventar y consolidar sus tradiciones.17

Crítica de la teoría del desarrollo soste-nible

En el caso andino la crítica actual dela modernidad, propagada por algunosmovimientos sociales y grupos indige-nistas no ha contribuido a cuestionar laactual economización de la política, esdecir la tendencia a ver lo razonable ex-clusivamente en el incre mento de los ín-dices de producción, productividad yconsumo y a considerar el llamado cre-

cimiento cero, por ejemplo, como algoinaceptablemente negativo. Lo cierto esque las exigencias de la población a par-tir de mediados del siglo XX han tomadouna naturaleza tal que es imposible sa-tisfacerlas sin una expansión constantede la esfera económica. Por ello es queen el área andina existe todavía una am-plia noción de legitimidad en torno a lanecesidad y al ritmo de la moderniza-ción, consenso que abarca a muy dife-rentes sectores sociales y partidospolíticos. También en los sectores políti-cos izquierdistas y progresistas se suponeque el desarrollo llamado integral debeacortar la distancia frente a los países yaaltamente industrializados y, al mismotiempo, promover la paz social mediantela incorporación pacífica de los estratosmenos favorecidos a la estructura pro-ductiva y distributiva.18

Ahora bien, la casi totalidad de estosbuenos propósitos, empezando por el demejorar el ingreso promedio de los ha-bitantes de modo persistente, conllevamayores cargas sobre el medio ambientey presiones crecientes sobre los recursosnaturales y energéticos; ya sea para ase-gurar el empleo pleno o para mejorar lasalud, la vivienda y la educación pú-blica, se requiere indiscutiblemente deun incremento continuado –y hasta ex-

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16 Guillermo Francovich, Los mitos profundos de Bolivia, La Paz: Amigos del Libro 1980.17 Ramón Pajuelo Teves, Reinventando comunidades imaginarias. Movimientos indígenas, nación y pro-

cesos sociopolíticos en los países centro-andinos, Lima: IFEA 2007. Cf. las obras clásicas: Benedict An-derson, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, México:FCE 1993; Eric Hobsbawm / Terence Ranger, La invención de la tradición, Barcelona: Crítica 2002.

18 Guillermo Foladori, Paradojas de la sustentabilidad: ecológica versus social, en: Trayectorias. Revista deCiencias Sociales, vol. 3, Nº 6, mayo / agosto de 2001, Monterrey, pp. 20-30. Cf. también Karl-WernerBrand (comp.), Nachhaltige Entwicklung. Eine Herausforderung an die Soziologie (Desarrollo sustenta-ble. Un reto para la sociología), Opladen: Leske + Budrich 1999.

ponencial– del conjunto de la economíadel país respectivo.19 La realidad de unmundo finito con recursos decrecientes ylimitaciones acrecentadas constante-mente, manifestadas por la capacidadcada vez más reducida de autorregene-ración de los ecosistemas naturales(como es el caso dramático de los bos-ques tropicales), sugiere la muy alta pro-babilidad de que todos los intentos de undesarrollo pleno y una modernizacióncompleta para las naciones del TercerMundo permanezcan en el terreno de loilusorio o conduzcan a una catástrofeecológica universal. Todas la ideas bási-cas subyacentes a estos grandes proyec-tos históricos provienen del acervo de lamodernidad –la bondad liminar de la in-dustrialización y la urbanización, la ín-dole no problemática del crecimientoeconómico incesante, la perspectiva deun progreso perenne–, y lo que ahoraestá en crisis es el fundamento mismo deesa modernidad, que ha mostrado serpoco crítica consigo misma y contenerlos elementos para la autodestruccióndel género humano.

Esta problemática puede ser parcial-mente esclarecida mediante el análisisde la teoría del desarrollo sostenible,adoptada como ideología propia por unnúmero creciente de movimientos so-ciales, partidos políticos e institucionesestatales y privadas del área andina. Lasversiones teóricamente más sofisticadasdel desarrollo sustentable siguen siendolas primeras elaboraciones programáti-cas de este enfoque, como el InformeBrundtland, la Propuesta Económica dela CEPAL y el Llamado de la Internacio-nal Socialista a detener la degradaciónecológica.20 Todas ellas carecen de unacredibilidad liminar porque los gruposque consuetudinariamente las han sus-tentado (planificadores de las burocra-cias estatales, partidos socialistas ysocialdemocráticos, sindicatos e institu-ciones afines, movimientos sociales enAmérica Latina, empresarios privados),han pertenecido durante largas décadasa los partidarios del progreso materialirrestricto, de la industrialización acele-rada y de la modernización y porque suslineamientos teóricos fundamentales han

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19 No han perdido vigencia los excelentes ensayos de Hans-Jürgen Harborth, Die Diskussion um dauerhafteEntwicklung (sustainable development): Basis für eine umweltorientierte Weltentwicklungspolitik? (Ladiscusión sobre el desarrollo sustentable: base para una política mundial de desarrollo orientada haciael medio ambiente?), en: Wolfgang Hein (comp.), Umweltorientierte Entwicklungspolitik (Política de de-sarrollo orientada al medio ambiente), Hamburgo: Deutsches Übersee-Institut 1991, pp. 39-51; Har-borth, Dauerhafte Entwicklung statt globaler Selbstzerstörung. Einführung in das Konzept des “SustainableDevelopment” (Desarrollo duradero en lugar de autodestrucción global. Una introducción al conceptodel desarrollo sostenible), Berlin: Sigma 1991.

20 World Comission on Environment and Development (comp.), Our Common Future, Oxford / New York:Oxford U. P. 1987; Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe, Trans-formación productiva con equidad, en: Nueva Sociedad, Nº 108, julio / agosto de 1990, Caracas, pp. 38-45; Internacional Socialista, Nueva misión para el movimiento socialista. Seguridad para el medioambiente; supervivencia a largo plazo, en: Nueva Sociedad, Nº 104, noviembre / diciembre de 1989, pp.62-73 y Nº 105, enero / febrero de 1990, pp. 64-79.- Para una breve visión de conjunto cf. Edgar J. Gon-zález Gaudiano, La construcción de la sustentabilidad, en: Trayectorias Revista de Ciencias Sociales,vol. 3, Nº 6, mayo / agosto de 2001, Monterrey, pp. 5-6.

exhibido paradójicamente un cierto me-nosprecio por la temática del medio am-biente. Las alusiones al medio ambienteen estos informes son periféricos; susapelaciones a la protección de los eco-sistemas son francamente marginales yestán supeditados al crecimiento econó-mico ilimitado a nivel mundial (para quelos frutos del progreso material lleguenalguna vez a todos los pueblos del pla-neta).21

El ejemplo más claro de todo esto esel Informe Brundtland, que afirma taxati-vamente que el “crecimiento económicono tiene límites fijos”22 y que examina latemática de la explosión demográficacon una ambigüedad digna de las orga-nizaciones burocráticas internacionalesque soslayan deliberadamente la toma deposición acerca de problemas candentes.Además, estos documentos propician uncrecimiento constante de las economíasde los países centrales para que hagan de“motor” con respecto al resto del mundo,

sin considerar las enormes sobrecargasque todo ello significaría para los ecosis-temas. La solidaridad con las generacio-nes futuras, que por suerte dejan entreverestas declaraciones, entra en contradic-ción con programas de desarrollo que nocontemplan las limitaciones ecológicas yde recursos ya citadas, máxime si la metanormativa explícitamente pretendidapara todo el mundo es un grado de bie-nestar básicamente similar al ya existenteen los países metropolitanos y el caminohacia tal fin resulta ser el muy conven-cional del desenvolvimiento acelerado.23

Por otra parte, estos informes bieninten-cionados no despliegan una estrategiaclara y enérgica contra la expansión de-mográfica, que junto al rol depredadorde toda modernización, acorta sensible-mente el horizonte temporal dentro delcual se podría aún formular algún desig-nio viable para salvar los ecosistemas enpeligro.

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21 Es interesante mencionar el paralelismo existente con algunas teorías marxistas sobre el medio ambiente:Michael Löwy, De Marx al ecosocialismo, en: Trayectorias. Revista de Ciencias Sociales, vol. 3, Nº 6,mayo / agosto de 2001, Monterrey, pp. 86-96; Löwy, La crítica marxista de la modernidad, en: Ecologíapolítica, Nº 1, 1990, Barcelona, p. 88.- Las obras teóricamente más ambiciosas de esta corriente son: JohnBellamy Foster, Marx’s Ecology. Materialism and Nature, New York: Monthly Review Press 2000; IringFetscher, Überlebensbedingungen der Menschheit. Zur Dialektik des Fortschritts (Las condiciones parala supervivencia de la humanidad. Sobre la dialéctica del progeso), Munich: Piper 1980, quien trató dedemostrar que Karl Marx fue un auténtico ecologista avant la lettre.

22 Nuestro futuro común, Madrid: Alianza 1988, p. 69.- Con el mismo contenido: Declaración de princi-pios sobre población y desarrollo sostenible, La Paz: Ministerio de Desarrollo Humano / PROSEPO /UNFPA 1994.

23 José Manuel Naredo, La economía y su medio ambiente, en: Ekonomiaz. Revista de Economía, Nº 17,abril / junio de 1990, Bilbao, p. 15: “[...] por simples consideraciones físicas y de espacio, la hipótesisde un crecimiento indefinido es insostenible a la luz de la lógica matemática aplicada a los conoci-mientos geográficos y cosmológicos actuales [...]: el crecimiento de la población y sus consumos [...],referido al conjunto de la especie humana, no podrá ser nunca un proceso sostenido a largo plazo”. Cf.los ensayos críticos de Eduardo Gudynas, Ecología, mercado y desarrollo, Montevideo: Vintén 1996;Gudynas, Paradigmas del desarrollo latinoamericano y sus visiones de la naturaleza, en: Multiversidad,Nº 5, vol. 1995, Montevideo, pp. 31-61; Eduardo Gudynas, Ecología, desarrollo y neoliberalismo, La Paz:CEBEM 1995.

El desarrollo sustentable a gran es-cala erosiona tanto las riquezas renova-bles como los bienes de fondo de índolefinita e inelástica; de ahí que resulta unafalacia la opinión tan generalizada deque primeramente se debería forzar aunmás la explotación de los recursos natu-rales y los procesos de modernización eindustrialización, para luego ocuparsede la conservación de los recursos y dela protección al medio ambiente.24

Todos estos ensayos de desarrollo soste-nible se destacan por declaraciones alti-sonantes con respecto a los enunciadosteóricos generales y simultáneamentepor estrategias específicas bastante con-fusas, tanto más cuanto más se acercanal nivel de la praxis cotidiana, donde elconsenso sobre lo que se debe protegery lo que aun se puede depredar se diluyerápidamente. Se trata, en el fondo, de en-foques armonicistas que presuponen in-genuamente que todos los dilemasmundiales y, por lo tanto, los problemasde desarrollo, aun los más graves, pue-den ser integrados en una gran síntesisdonde todo se resuelve finalmente enfavor de la evolución expansiva del gé-nero humano. No es de extrañar que en

todo el mundo la teoría del desarrollosostenible se haya convertido entretantoen la concepción favorita de los empre-sarios privados y de las grandes organi-zaciones que inspiran la evolución de lasfinanzas internacionales.

Aunque propaguen consignas iz-quierdistas radicales o indigenistas, losllamados movimientos sociales se plie-gan a una versión simplificada de la teo-ría del desarrollo sostenible. Sin unaconsciencia clara de la temática, seguían por los siguientes principios, a losque consideran verdades indubitables:(a) el crecimiento económico no tiene lí-mites fijos; (b) la explosión demográficay los desarreglos ecológicos no signifi-can amenazas de gran envergadura parala región andina; (c) es posible y desea-ble un crecimiento integral que no cesenunca; (d) el ingreso per cápita de la po-blación debe elevarse sin término; y (e)los servicios educativos y de salud debencrecer también de modo indefinido.25

Esta concepción, extremadamentepopular, no es proclive a pensar en lími-tes y limitaciones realmente serias.26

Aunque los movimientos sociales, y par-ticularmente los étnico-culturales, sien-

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24 Naredo, ibid., p. 16. Cf. también la gran obra de José Manuel Naredo, La economía en evolución. His-toria y perspectivas de las categorías básicas del pensamiento económico, Madrid: Siglo XXI 1987; cf.también Amartya Sen, Resources, Values, and Development, Oxford: Blackwell 1984.

25 Para el caso peruano cf. [sin compilador], Pobreza, desigualdad y desarrollo en el Perú, Lima: Oxfam2008; Efraín González de Olarte, Medio ambiente y pobreza en el Perú, Lima: IEP 1997; Martín Beau-mont, Pobreza y medio ambiente: una visión general, Lima: IEP 2000.

26 Sobre esta temática cf. los brillantes ensayos de Ernest García, Los límites desbordados. Sustentabilidady decrecimiento, en: Trayectorias. Revista de Ciencias Sociales, vol. IX, Nº 24, mayo-agosto de 2007,Monterrey, pp. 7-19 (número monográfico dedicado al tema: “Sustentabilidad: un debate a fondo”); Er-nest García, Medio ambiente y sociedad: la civilización industrial y los límites del planeta, Madrid:Alianza 2004. Cf. también el compendio más completo: Ernst Ulrich von Weizsäcker (comp.), Grenzen-los? Jedes System braucht Grenzen –aber wie durchlässig müssen diese sein? (Sin límites? Todo sistemarequiere de límites– pero cuán porosos deben ser estos?), Berlin / Boston: Birkäuser 1997.

tan una repugnancia explícita por el im-perialismo norteamericano, la últimameta normativa pretendida por todosellos es un grado de bienestar básica-mente similar al ya existente en los paí-ses metropolitanos. Los movimientossociales no tienen ninguna estrategiacontra los desastres ecológicos y la ex-pansión demográfica. No se imaginan si-quiera que la sagrada trilogía decrecimiento, progreso y desarrollo juegaun rol altamente depredador con res-pecto al medio ambiente y los recursosnaturales.

Por otra parte hay que observar conescepticismo a algunos ideólogos de losmovimientos sociales que establecen unestrecho nexo entre la diversidad culturalde origen premoderno, por un lado, y undesarrollo sustentable, por otro. La espe-ranza de detectar una “racionalidad am-biental” y “estrategias alternativas parael desarrollo sustentable” en regímenespremodernos de producción agrícola es-triba en una simple ilusión: la confusióndeliberada al identificar formas tradicio-nales de agricultura de subsistencia (ge-neralmente estáticas) con el desarrollosustentable (que posee implicaciones al-tamente dinámicas). Se afirma, por ejem-plo, que la cultura indígena tradicionaldebería ser vista como un paradigma al-ternativo de sustentabilidad. La defensade las culturas indígenas sería equiva-lente a la defensa de la naturaleza. Estaes una visión romántica e idealizada de

las técnicas agrícolas originarias. En elpresente la mayoría de los indígenastiende a las usanzas comerciales de todaagricultura contemporánea, dejando delado las precauciones conservacionistasque sus antepasados practicaron en laépoca precolombina. Por consiguiente,hay que observar con escepticismo lasnuevas teorías que establecen un “estre-cho” nexo entre la diversidad cultural deorigen premoderno y la autonomía local,por un lado, y un desarrollo sustentableconvencional, por otro. La esperanza dedetectar una “racionalidad ambiental” y“estrategias alternativas para el desarro-llo sustentable”27 en modelos premoder-nos de producción agrícola estriba enuna simple ilusión: la confusión delibe-rada al identificar (a) formas tradicionalesde agricultura de subsistencia (general-mente estáticas) con (b) el discurso con-temporáneo del desarrollo sustentable yel crecimiento incesante (con sus impli-caciones altamente dinámicas). Para En-rique Leff la cultura indígena tradicionaldebe ser vista ahora como un “recursopara el desarrollo sustentable” y como“un paradigma alternativo de sustentabi-lidad”.28 Similar es el postulado de Víc-tor M. Toledo, para quien la defensa delas culturas indígenas es equivalente a ladefensa de la naturaleza. Toledo ha rea-lizado una notable investigación sobrelos nexos entre aspectos étnicos y cues-tiones ecológicas, pero su obra exhibeuna visión romántica e idealizada de las

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27 Enrique Leff, Espacio, lugar y tiempo. La reapropiación social de la naturaleza y la construcción local dela racionalidad ambiental, en: Nueva Sociedad, Nº 175, septiembre/octubre de 2001, p. 28 sq.

28 Ibid., p. 30-33; cf. también Enrique Leff, Ecología y capital. Racionalidad ambiental, democracia parti-cipativa y desarrollo sustentable, México: Siglo XXI / UNAM 1994; Enrique Leff, Saber ambiental: sus-tentabilidad, racionalidad, complejidad, poder, México: Siglo XXI / UNAM / PNUMA 1998.

técnicas agrícolas indígenas, que en elpresente tienden a equipararse a lasusanzas comerciales de toda agriculturacontemporánea, dejando de lado las pre-cauciones conservacionistas que sus an-tepasados practicaron en la épocaprecolombina.29 La propuesta de unaagricultura sostenible basada en los as-pectos presuntamente positivos y pro-gresistas de la “multifuncionalidadagropecuaria” latinoamericana (EduardoGudynas), reproduce designios pareci-dos, y, ante todo, la ilusión de combinarun desarrollo siempre creciente con unacierta protección del medio ambiente.30

Conclusiones provisorias

Uno de los componentes básicos dela legitimidad democrática es la promesade brindar un nivel de vida decoroso ala masa de la población, nivel que estádeterminado en gran proporción por lasexigencias siempre crecientes del pú-blico y éstas, a su vez, por lo ya alcan-zado en las naciones altamentedesarrolladas. Los postulados de desa-rrollo de casi todos los movimientos so-ciales en el área andina son demandaselásticas (hacia arriba), que presuponenun aumento incesante de las actividadeseconómicas de toda índole y, por consi-guiente, sobrecargas cada vez mayoressobre los frágiles ecosistemas de todo el

planeta. En vista del carácter finito de laTierra y los recursos naturales estas vi-siones del mundo están edificadas sobresimples ilusiones, que los políticos, losresponsables de los medios masivos decomunicación y casi todos los intelec-tuales se esfuerzan en mantener comomitos colectivos de gran efectividad. Enrealidad la idea de un crecimiento irres-tricto es un mecanismo de auto-engaño,que parte de presupuestos falsos, peroque tiene la función de tranquilizar lasconsciencias. Como resultado vemosque en el ámbito andino no hay sectoressociales relevantes que representen larazón global de los fines a largo plazo,sino únicamente grupos y estratos que seapoyan en la racionalidad instrumentalde corto plazo.

Todo esto puede terminar en unairreversible entropía social, que se mani-fiesta en la disipación continua de todaenergía, en la desintegración de las ins-tituciones que garantizan el orden, en elincremento de una descomposición denormativas estructurantes, en el descré-dito incipiente de actividades investiga-tivas, en formas exorbitantes de consumomasivo (insostenibles a largo plazo) y fi-nalmente en tendencias autodestructivascomo el incremento de la criminalidady la destrucción incesante del medio am-biente.31

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29 Cf. Víctor M. Toledo, Utopía y naturaleza. El nuevo movimiento ecológico de los campesinos e indíge-nas de América Latina, en: Nueva Sociedad, Nº 122, noviembre/diciembre de 1992, Caracas, pp. 72-85;Toledo, Los campesinos, la sociedad rural y la cuestión ecológica, en: Ecología Política, Nº 1, vol. 1992,Barcelona, pp. 11-18.

30 Eduardo Gudynas, Multifuncionalidad y desarrollo agropecuario sustentable, en: Nueva Sociedad, Nº174, julio / agosto de 2001, pp. 95-106.

31 Manfred Wöhlcke, Soziale Entropie (Entropía social), Munich: dtv 1996

Lo cierto es que las exigencias de losmovimientos sociales han tomado unanaturaleza tal que es imposible satisfa-cerlas sin un aumento constante de todala esfera económica. Y este proceso decrecimiento continuo goza de una clarasuperioridad frente a restricciones con-servacionistas y limitaciones dictadas porpreceptos ecológicos. Dicho de otra ma-nera: el desarrollo económico incesantetiene hoy una fuerza normativa tan po-derosa que hace inviable una concep-ción de ordenamiento social que sesometa a consideraciones medio-am-bientales efectivas. La improbabilidaddel desarrollo sostenible tiene que vercon la realidad de un mundo finito conrecursos decrecientes y limitacionesacentuadas, que se manifiestan en la ca-pacidad cada vez más reducida de auto-rregeneración de los ecosistemasnaturales (como es el caso dramático delos bosques tropicales). Esto sugiere laprobabilidad de que todos los intentos deun desarrollo sostenible permanezcan enel terreno de lo ilusorio. Todas las ideasbásicas subyacentes a estos grandes pro-yectos sociales provienen del acervo dela modernidad occidental –la bondadbásica de la industrialización y la urba-

nización, la índole no problemática delcrecimiento económico incesante, laperspectiva de un progreso perenne–, ylo que ahora está en crisis es el funda-mento mismo del desarrollo moderni-zante, lo que los movimientos socialesen el área andina y sus ideólogos se nie-gan a percibir en toda su envergadura eintensidad. Por otra parte, hoy en día seexpande en el ambiente académico(tanto en ciencias naturales como en lassociales) la concepción de que todo sis-tema biológico o social requiere de lími-tes para poder sobrevivir y que nuestrascapacidades para entender y manejarestos sistemas denotan limitaciones quedifícilmente puedan ser superadas deltodo. Estos dilemas parecen no inquietara los movimientos sociales, que, si-guiendo fielmente las tradiciones de lacultura política convencional y rutinaria,se preocupan por lo inmediato y visible.Lo probable es, por consiguiente, que elproceso modernizador imitativo en elárea andina continúe generando gravesdesarreglos ecológicos y que éstos con-soliden las desigualdades sociales que searrastran desde hace mucho tiempo, in-dependientemente de la acción de parti-dos políticos y movimientos sociales.

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