Jesus y el bautista

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Jesú s El Enviado de Dios Su ministerio desde una perspectiva histórica

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JesúsEl

Enviado de Dios

Su ministerio desde una perspectiva histórica

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«...y fue bautizado por Juan en el Jordán» (Mc 1,9)

La relación entre Jesús y el Bautista

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Hacia el final la época del Segundo Templo el antiguo profetismo parecía extinguido en Israel.

En el lugar de la palabra viva del profeta se había introducido la autoridad de los grandes profetas del pasado.

Desde la desaparición de los últimos profetas escritores (Ageo, Zacarías y Malaquías)se fue haciendo cada vez más común la convicción de que los cielos se habían cerrado y el Espíritu se había extinguido.

Esto quería decir que había quedado interrumpida la comunicación tradicional entre Dios y su pueblo y que no bajaba ya el Espíritu para inspirar a los profetas.

Los cielos cerrados

Rollo de Isaías (Qumrán)

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Los cielos cerrados

«Zacarías, de Jerusalén, hijo de Yodaé, sacerdote, fue matado junto al altar, por Joás el rey de Judá; la casa de David derramó su sangre en el centro cerca del vestíbulo. Los sacerdotes lo recogieron y lo sepultaron junto a su padre. Desde entonces, hubo en el Templo prodigios extraños: los sacerdotes no pudieron ya ver en visión a los ángeles de Dios, dar oráculos desde el Santo de los Santos, ni echar suertes para dar respuestas al pueblo tal como se había hecho hasta entonces».

Vidas de los profetas 21,1-2

El don de la profecía se presentaba, desde entonces, cada vez más como un fenómeno que sólo reaparecería al final de los tiempos, y lo haría de una manera muy visible.

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El Profeta del tiempo final

La antigua profecía de Joel servía para animar esta esperanza:

«Sucederá después de esto que yo derramaré mi Espíritu en toda carne. Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Hasta en los siervos y las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días» (Joel 3,1-2).

También estaba extendida la idea de un único profeta: puesto que todos los profetas habían anunciado, en el fondo, la misma verdad divina, no debía haber más que un solo profeta que se venía manifestando sucesivamente en distintos personajes históricos.

El Profeta aparecería al final de los tiempos en su forma definitiva y plena, y la profecía llegaría entonces a su término y cumplimiento.

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El Profeta del tiempo final

También estaba extendida la idea de un único profeta: puesto que todos los profetas habían anunciado, en el fondo, la misma verdad divina, no debía haber más que un solo profeta que se venía manifestando sucesivamente en distintos personajes históricos.

El Profeta aparecería al final de los tiempos en su forma definitiva y plena, y la profecía llegaría entonces a su término y cumplimiento.

«Al Maestro de justicia ha hecho conocer Dios todos los misterios de las palabras de sus siervos los profetas».

1QpHab VII,4

«Yo[el Espíritu Santo] te he esperado en todos los profetas, a fin de que tú vinieras y yo reposara en ti».

Evangelio de los Hebreos 28

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El Profeta del tiempo final

Ese Profeta no era en la esperanza judía un desconocido. A partir de la profecía del Deuteronomio se esperaba el regreso de MOISÉS:

«El Señor tu Dios, te suscitará de entre tus hermanos un profeta como yo» (18,15).

Este Profeta realizaría milagros, restablecería la Ley y el culto verdadero en el pueblo y conduciría también a otros pueblos al conocimiento de Dios. Nuevamente moriría a los 120 años y se llamaría el Maestro o Ta=eb (restaurador). Así, según el Evangelio de Juan, la samaritana del pozo de Jacob le aseguraba a Jesús:

«Cuando venga, nos lo explicará todo» (Jn 4,25).

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En cambio, según otra profecía, se creía que sería ELÍAS:

Las figuras del mediador de la Alianza y del gran predicador de la conversión a ella eran las más adecuadas para que el Profeta se manifestaría en su forma definitiva.

Pero, a diferencia de los antiguos profetas, su mensaje anunciaría el fin del mundo y su llamada a la conversión sería la última oportunidad de salvación de parte de Dios para los hombres.

El Profeta del tiempo final

«He aquí que yo os envío al profeta Elías antes que llegue el día de YHWH, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres; no sea que yo venga a herir la tierra de anatema» (Mal 3,23-24).

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un profeta vivo había surgido nuevamente, como en los siglos anteriores.

El rito bautismal por él practicado pudo haber sido estimado como un gesto profético, como era el caso de las acciones simbólicas que habían acompañado la predicación de Jeremías, Isaías o Ezequiel.

«En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene; en el pontificado de Anás y Caifás,

fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto» (Lc 3,1-2)

Dedido a estas expectativas la aparición de Juan el Bautista en el Jordán podía ser considerada como un acontecimiento que manifestaba el fin:

Los cielos otras vez abiertos

Año 27-28 EC

Fórmula con la que se narra la vocación de los profetas bíblicos

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«Sucedió que, mientras oficiaba delante de Dios, en el turno de su grupo, le tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del incienso. Se le apareció el Angel de Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verle Zacarías, se turbó, y el temor se apoderó de él» (Lc 1,8-12).

La visión que tuvo su padre en el Santuario es una experiencia que no se había dado desde los días en que el profeta Zacarías había sido martirizado en el Templo:

Concluyó el periodo del silencio de Dios

Los cielos otras vez abiertos

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Según todos los evangelios, la entrada en escena de Juan el Bautista y su actividad precedieron la historia de Jesús. Juan aparece súbitamente, sin ninguna preparación. Los narradores no se detuvieron en ningún detalle biográfico. Sólo Lucas llenó este hueco con un relato de su infancia.

Distancia respecto al sacerdocio

«Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel» (Lc 1,5).

En este sentido el bautismo por él administrado podría implicar la ruptura expresa de un miembro del sacerdocio con respecto a las prácticas cultuales del Templo de Jerusalén.

Porque el bautismo de Juan tenía la misma finalidad que los sacrificios, ofrecidos para perdón de los pecados.

Una actitud semejante mantenían los esenios de Qumrán

«[Los esenios] envían ofrendas al Templo, pero no hacen allí sacrificios, ya que son diferentes las purificaciones que suelen practicar; por eso se abstienen de entrar en el Recinto común y realizan sus sacrificios entre ellos»

Josefo, Antigüedades XVIII,17

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El lugar de su actividad

«Conforme está escrito en Isaías el profeta: Mira, envío mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino. Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas [Is 40,3], apareció Juan bautizando en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados» (Mc 1,2-4).

El desierto era el lugar vinculado a la salvación de Israel ya que, según una antigua creencia, los últimos tiempos serían como el comienzo de la historia salvífica

«¿No os acordáis de lo pasado, ni caéis en la cuenta de lo antiguo? Pues bien, he aquí que yo lo renuevo: ya está en marcha, ¿no lo reconocéis? Sí, pongo en el desierto un camino, ríos en el páramo» (Is 43,19).

En la soledad del desierto Israel se preparaba, como en los tiempos del Éxodo, a la revelación de Dios. Allí había de predicar un nuevo profeta

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El lugar de su actividad

Según el Evangelio de Juan fue en «Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando» (1,28).

No debe confundirse esta localidad con la Betania «cerca de Jerusalén» (11,18), el pueblo de Lázaro.

Pero más adelante se señala era en «Ainón cerca de Salim», donde Juan bautizaba (Jn 3,23). Un mapa bizantino en la ciudad de Madaba (Jordania) señala ese lugar, ubicado en la región de la Decápolis.

Según este Evangelio Jesús continuó, al menos por algún tiempo, con la práctica bautismal de Juan. Pero lo hizo más al sur, en «el país de Judea» (Jn 3,22).

Betania, al otro lado del Jordán

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Si nos atenemos únicamente al testimonio que Josefo nos ofrece, no se ve en Juan más que un maestro de la virtud según el modelo helenístico.

Tal presentación responde a la costumbre de Josefo de comparar a los grupos judíos con las escuelas filosóficas helenísticas, en atención a la comprensión de sus lectores.

Pero de este modo silencia totalmente los rasgos mesiánicos de la predicación del Bautista. Tal vez se deba a que a los romanos le disgustaba el pensamiento mesiánico judío, especialmente a partir de la reciente guerra (66-73 EC).

Una descripción helenística del Bautista

«Exhortaba a los judíos a practicar la virtud, a actuar con justicia unos con otros y con piedad para con Dios, para estar unidos por un bautismo. Porque así seguramente es como el bautismo resultaría agradable a Dios, si servía no ya para hacerse absolver de ciertos pecados, sino para purificar el cuerpo después de que el alma había quedado previamente purificada por la justicia».

Josefo, Antigüedades XVIII,116ss

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«Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego» (Mt 3,10).

«Yo os bautizo con agua para conversión; pero Aquel que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Tiene en su mano la horquilla y limpiará su era: recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en un fuego inextinguible» (Mt 3,11-12).

Exhortación a la conversión

«Dad, pues, fruto digno de conversión, y no creáis que basta con decir en vuestro interior: «Tenemos por padre a Abraham» (Mt 3,8-9).

Esta llamada la dirigía a todos, porque ante Aquel que iba a juzgar al mundo no podía invocarse privilegios

La urgencia de la conversión exigida por Juan estaba motivada por la llegada del juicio inminente de Dios, cuyo resultado sería la salvación o la condenación de los hombres

Una ERA para limpiar el trigo

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Perspectiva de un autor judío«Ya nos podemos imaginar la santa emoción de aquellas gentes al escuchar la ardiente palabra del Bautista. Después de confesar sus pecados, sumergían sus cuerpos manchados en el agua purificadora del río, esperando recibir el don del Espíritu Santo, que limpiaría su alma de la inmundicia del mal. No es de extrañar que algunos tuviesen especiales experiencias de carácter pneumático-extático en el momento en que el Espíritu de Dios actuaba en ellos».

David Flusser, Jesús, Madrid 1975, p.42.

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Juan y los esenios

Es tal vez más acertado buscar una semejanza con ciertos ritos practicados por las comunidades judías marginales de Judea y de Siria de aquella época, como la de los esenios.

El bautismo de Juan no puede ser comparado con el bautismo que acompañaba a la circuncisión en la ceremonia de iniciación de los gentiles al judaísmo. Porque Juan no consideraba a sus oyentes judíos como si fuesen gentiles.

Conocemos a los Esenios a partir de múltiples testimonios. Plinio el Viejo los ubicó al oeste del Mar Muerto, a cierta distancia de la costa.

«Pueblo solitario, el más extraordinario que exista; sin mujeres, sin hijos, sin dinero, viven en la soledad del desierto. Pero se renuevan contínuamente, y los adeptos les llegan en masa»

Plinio el Viejo, Historia Natural V,72

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Juan y los esenios

Filón refiere la comunidad de bienes mantenida por ellos.

«Nadie se permite poseer nada como propio, ni casa ni esclavo ni campo ni rebaños ni cosa que produzca riqueza abundante, sino que todas las cosas las ponen en común y en común disfrutan del provecho de todas ellas».

Filón de Alejandría. Citado por Eusebio, Preparación evangélica

VIII,11,12

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Juan y los esenios

Josefo resaltó en ellos su insistencia en la necesidad de una conversión total y su preocupación extrema de pureza obtenida mediante reiterados baños rituales.

«[Los esenios] Se complacen en enseñar que hay que entregarse a Dios en todas las cosas. Declaran también que las almas son inmortales y opinan que hay que luchar por obtener la recompensa de la justicia»

Josefo, Antigüedades XVIII,17

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Escritorio

ComedorPiscina ritual

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De la comparación surge alguna SEMEJANZA

sus prácticas de purificación la cercanía del asentamiento

esenio respecto al lugar donde Juan realizaba su actividad.

Probablemente pudo conocerlos.

Juan y los esenios

Pero existe también una importante DIFERENCIA entre ellos.

La predicación de Juan era pública y no privada.

El juicio anunciado por los esenios llegaría en un futuro indeterminado y no de manera inminente.

«Juan está tan cerca de los esenios que es posible que haya pertenecido a su comunidad. Pero debió de abandonarla, porque rechazaba el separatismo sectario de los esenios y quería que todo Israel hiciese penitencia para obtener el perdón de los pecados. Por eso acudían gentes de todas partes al austero profeta del desierto, escuchaban atentamente sus amenazantes exhortaciones a la penitencia, confesaban sus pecados y se hacían bautizar por él en el Jordán».

David Flusser, Jesús, Madrid 1975, p.40.

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«Habiendo oído hablar de un tal Bannus que vivía en el desierto, contentándose para vestir con lo que le proporcionaban los árboles y para comer con lo que la tierra produce espontáneamente, usando frecuentes abluciones de día y de noche por amor a la pureza, me convertí en émulo suyo».

Josefo, Autobiografía II,9-11

Juan y otros ascetas

Por otro lado, existen también individuos ajenos a los esenios con los cuales se podría comparar a Juan. Puesto que la soledad ayudaba a la oración y al sacrificio en medio de una vida muy austera, muchos elegían el desierto como morada para procurarse sabiduría y santidad. Por ejemplo, Josefo menciona a un maestro con quien compartió un tiempo en la soledad. Su aspereza de vida se asemejaría mucho a la de Juan

«Tenía Juan su vestido hecho de pelos de camello, con un cinturón de cuero a sus lomos, y su comida eran langostas y miel silvestre» (Mt 3,4).

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Las fuentes cristianas presentaron el rito practicado por Juan como «un bautismo de conversión para el perdón de los pecados» (Mc 1,4). Aquí hay una diferencia importante respecto a la descripción que hacía Josefo.

Representaba una oferta de gracia divina. Permitía acceder a la salvación cuando no quedaba ya ninguna oportunidad a través de otros ritos de penitencia u obras de misericordia a causa de la inminencia del juicio.

Juan y los esenios

Por otro lado el bautismo esenio era un rito de incorporación a la secta para los nuevos miembros y el primero de una continua serie de baños rituales.

En cambio, el bautismo de Juan era único y definitivo. En el contexto de su predicación del tiempo final y de la llegada del Reino de Dios, el bautismo había que entenderlo como la última preparación. Sería como un sello que habría de encontrar en cada uno el Juez que estaba por llegar para ser hallados dignos del Espíritu renovador y no del fuego de la condena.

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Juan el Bautista y Jesús

El bautismo que Jesús recibió de Juan resultó difícil de explicar a la comunidad cristiana, ya que su fe proclamaba la ausencia de pecado en Jesús.

Por eso en la transmisión del relato se intentó dejar en claro que Jesús no fue bautizado como un pecador.

Bautismo de Jesús. Marfil del s. VI

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¿Por qué se bautizó Jesús?

«Entonces aparece Jesús, que viene de Galilea al Jordán donde Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: «Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?». Jesús le respondió: «Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia». Entonces le dejó» (Mt 3,13-15).

«He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Este es por quien yo dije: Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo» (Jn 1,29-30).

«¿En qué he pecado yo para acudir a él y ser bautizado? A menos que haya dicho algo por ignorancia» (Evangelio de los Nazarenos fragm.2).

Para Mateo el gesto de Jesús destacaría que el tiempo del bautismo preparatorio se había cumplido y que había llegado ya el tiempo de la plenitud, con el bautismo definitivo.

Según el IV Evangelio los pecados con los que Jesús llega al bautismo no son suyos, sino que él los carga de una manera vicaria.

En el Evangelio de los Nazarenos los familiares de Jesús habían sido los que lo invitaron a recibir el bautismo, pero él deja bien claro que ninguna conciencia de pecado lo había motivado a aceptarlo.

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Notas comunes en la trayectoria de sus vidas.

¿Qué tipo de relación los unió?

PRECURSORSEGUIDOR

un grupo de discípulos los rodeó

la oposición de los dirigentes religiosos

la ferviente adhesión del pueblo.

[Juan] proclamaba: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias» (Mc 1,7).

Jesús les dijo: «Venid detrás de mí, y os haré llegar a ser

pescadores de hombres» (Mc 1,17).

opiso mou

Fórmula de seguimiento

JUAN Jesús Juan JESÚS

Durante la predicación de Juan Después de la muerte de Juan

«en medio de vosotros está uno a quien no conocéis… Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí» (Jn 1,26.30).

«Es preciso que él crezca y que yo disminuya» (Jn 3,30).

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Precursor y sucesor

Herodes Antipas habría llegado a reconocer en la actividad de Jesús la prolongación de la obra del Bautista

«Aquel Juan, a quien yo decapité, ése ha resucitado» (Mc 6,16).

De hecho, Jesús mantuvo la misma firmeza que había llevado a Juan a denunciar el divorcio y posterior desposorio de Herodes (cf. Mc 6,18)

«Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra ella» ( Mc 10,11).

Algunos discípulos dejaron al Bautista y siguieron a Jesús

«Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús» (Jn 1,37).

Y Jesús continuó, al menos por algún tiempo, con la práctica bautismal de Juan

«se fue Jesús con sus discípulos al país de Judea; allí estaba con ellos y bautizaba. Juan también estaba bautizando en Ainón, cerca de Salim, porque había allí mucha agua, y la gente acudía y se bautizaba» (Jn 3,22-23).

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Precursor y sucesor

En su actividad Jesús habría tenido aún más éxito que Juan.

Sin embargo el evangelista hace una aclaración importante.

«Jesús se enteró de que había llegado a oídos de los fariseos que él hacía más discípulos y bautizaba más que Juan» (Jn 4,1)

«aunque no era Jesús mismo el que bautizaba, sino sus discípulos » (Jn 4,2)

Continuidad Jesús sintonizó con la predicación del Bautista: con la fe en el juicio con la necesidad de la conversión y del bautismo para el perdón de los pecados.

diferencias noción judía de Dios

JUSTO - MISERICORDIOSO

Juan Jesúsdestacó el aspecto del rigor destacó el aspecto del amor

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Juan Jesúspredicaba el temor al juicio inminente y la oferta salvadora del bautismo

acentuó la certeza de la salvación manifestada en la

presencia ya actual del Reinado de Dios

Precursor y sucesor

diferencias

El juicio quedaba aplazado para un futuro desconocido (pero igualmente sorpresivo) y así se daba al hombre

tiempo para confirmar con buenas obras su conversión

era un asceta que llevaba una vida muy austera

Él y sus discípulos no ayunan (Mt 9,14).

Juan evocaba a un Juez celestial y no a un hombre de esta tierra

Eso no correspondía con exactitud con el mensaje y las actitudes que Jesús

ofreció en su ministerio

¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro? (Mt 11,3).

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Juan Jesús

¿Quién es el más grande?

«Se suscitó una discusión entre los discípulos de Juan y un judío acerca de la purificación. Fueron, pues, donde Juan y le dijeron: «Rabbí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, aquel de quien diste testimonio, mira, está bautizando y todos se van a él». Juan respondió: «Nadie puede recibir nada si no se le ha dado del cielo. Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de él» (Jn 3,25-28).

«Y he aquí que uno de los discípulos de Juan afirmó que Juan era el Cristo, y no Jesús, ya que el propio Jesús declaró que Juan era mayor que todos los hombres y todos los profetas (Mt. 11,9-11). «Si, entonces -dijo él- él es mayor que todos, debe sostenerse que es mayor que Moisés, y que el mismo.  Y si él es el más grande de todos, entonces él debe ser el Cristo».

Reconocimientos pseudo-clementinos I,60

Pablo encontró en Efeso 20 años después a discípulos de Juan (Hch 19,3).

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Juan Jesús

¿Quién es el más grande?

«Se suscitó una discusión entre los discípulos de Juan y un judío acerca de la purificación. Fueron, pues, donde Juan y le dijeron: «Rabbí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, aquel de quien diste testimonio, mira, está bautizando y todos se van a él». Juan respondió: «Nadie puede recibir nada si no se le ha dado del cielo. Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de él» (Jn 3,25-28).

«A esto respondió Simón el Cananeo, afirmando que Juan era de hecho mayor que todos los profetas, y que todos los nacidos de mujer, aunque no mayor que el Hijo del hombre. De acuerdo a esto Jesús es el Cristo, considerando que Juan es sólo un profeta. Y que hay tanta diferencia entre él y Jesús, como entre el precursor y Aquel de quien él es precursor; o como entre quien da la ley, y el que guarda la Ley».

Reconocimientos pseudo-clementinos I,60

«Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz» (Jn 1,6-8).

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Valoración del Bautista

«¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué salisteis a ver, si no? ¿Un hombre elegantemente vestido? ¡No! Los que visten con elegancia están en los palacios de los reyes. Entonces ¿a qué salisteis? ¿A ver un profeta? Sí, os digo, y más que un profeta. Este es de quien está escrito: He aquí que yo envío mi mensajero delante de ti, que preparará por delante tu camino. «En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él» (Mt 11,7-11).

«Jesús se dirige a hombres que habían salido al desierto para ver al nuevo profeta. No es éste el lugar de los cortesanos, que visten con elegancia y habitan los palacios de los reyes y se doblan como una caña agitada por el viento. Esta imagen, como se sabe, está tomada de la célebre fábula de Esopo, que conocían también los rabinos: la caña resiste a la tempestad, porque se inclina según el viento, mientras que un árbol robusto, que no quiere doblegarse ante el viento, suele ser arrancado de raíz por la tempestad. Ahora sabemos cuál es el blanco de la ironía de Jesús: Herodes Antipas y sus cortesanos afeminados. A éstos dirige su predicación amenazadora el inflexible e intrépido profeta del desierto, vestido con pelos de camello».

David Flusser, Jesús, Madrid 1975, p.51

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Muerte del Bautista

Josefo atribuyó un móvil político a la ejecución: Juan era un hombre que reunía mucha gente en torno suyo y, por lo tanto, representaba un peligro potencial.

Juan acabó trágicamente, asesinado por mandato de Herodes Antipas.

La tradición evangélica atribuye, en cambio, un motivo de índole personal

«Herodes había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: No te está permitido tener la mujer de tu hermano» (Mc 6,17-18).

«Herodes tuvo miedo de que aquella fuerza de persuación los incitase a la revuelta; todos parecían estar dispuestos a hacer cualquier cosa por consejo de ese hombre. Por eso creyó preferible adelantarse a los acontecimientos y suprimirlo antes de que surgiera algún conflicto de parte de Juan, en vez de encontrarse él mismo en apuros si se produjera aquella revuelta y no pudiera ya hacer nada entonces. Víctima de las sospechas de Herodes, Juan fue enviado preso a la fortaleza de Maqueros y allí fue ejecutado».

Josefo, Antigüedades XVIII 118-119

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Sin embargo, el marco político que Josefo describió para referirse a la ejecución del Bautista no estaba separado del divorcio de Antipas.

Porque la esposa por él repudiada era hija de Aretas IV, rey de los nabateos. En este contexto, la crítica de Juan al nuevo casamiento del Tetrarca pudo haber sido interpretada por éste no sólo como una descalificación moral de su vida privada, sino como un apoyo del influyente profeta en favor de los enemigos nabateos.

Por su parte la opinión pública vinculó la posterior derrota militar de Antipas ante su suegro con la muerte del Bautista, que había denunciado su divorcio.

Muerte del Bautista

«Aretas consideró aquello [el repudio de su hija] como el fundamento de un odio personal; tenía además un problema en la región de Gabalis... Cada uno de los dos reyes movilizó sus tropas y entraron en guerra enviando generales en su lugar. En el curso de una batalla quedó destrozado todo el ejército de Herodes, debido a la traición de unos desertores... Algunos judíos opinaron que el ejército de Herodes había sucumbido por obra de Dios, que de esta forma -se trataba de una expiación muy justificada- vengaba la muerte de Juan apodado el Bautista».

Josefo, Antigüedades XVIII,114-116

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Muerte del Bautista

«Siendo rey Herodes le pareció que era el lugar más apropiado, que merecía sus cuidados y una construcción sólida, especialmente a causa de la vecindad de los árabes. Estaba muy bien ubicado frente a su tierra».

Josefo, Guerra VII,172

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Perspectiva de un autor judío

«Juan no vacilaba en reprocharle [a Antipas] su casamiento ilegítimo con Herodías; también en esto imitaba a Elías, interviniendo en cuestiones políticas. Así como Elías reprobó a Acab y Jezabel por el culto a Baal y por su conducta en el caso de la viña de Nabot, Juan reprochó a Antipas y Herodías su unión por levirato ilegítima.Las dos cosas -el temor a la rebelión y los reproches del Bautista- llevaron a Antipas a encarcelarlo en la fortaleza cercana al lugar donde Juan predicaba (la fortaleza de Maquero) y allí hacerlo ajusticiar. Es muy probable que lo matara por instigación de Herodías, de quien sabemos que era arrogante y ambiciosa (condición que terminó provocando la caída de su esposo); ella no podía tolerar en paz las injurias de ese nazareno transjordano que excitaba al pueblo contra ella y su marido».

Joseph Klausner, Jesús de NazaretBarcelona 1991, p.242

Muerte del Bautista

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Esta valoración de Juan muestra que las diferencias en la predicación de ambos profetas no implicaban necesariamente una ruptura sino, más bien, una nueva certeza de parte de Jesús respecto a la salvación esperada.

Los milagros obrados en su presencia por Dios, por los discípulos o por él mismo le habrían ido mostrando que había comenzado el tiempo de salvación, que Satanás estaba vencido y que él era Aquel que había de venir anunciado por Juan.

En la medida en que Juan evocaba la figura de Elías, el precursor mesiánico, la consciencia mesiánica de Jesús se iba acrecentando.

Síntesis«Ciertamente, Elías ha de venir a restaurarlo todo. Os digo, sin embargo: Elías vino ya, pero no le reconocieron sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos». Entonces los discípulos comprendieron que se refería a Juan el Bautista» (Mt 17,11-13).

«Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres» (Lc 2,52)

«He visto a Satanás caer del cielo como un rayo» (Lc 10,18)