Jesus Silva Herzog - Breve historia de la Revolución mexicana

73
BREVE HISTORIA DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA LA ETAPA CONSTITUCIONALISTA Y LA LUCHA DE FACCIONES Jesús Silva Herzog CAPÍTULO II Los decretos de Victoriano Huerta tendientes a justificar la disolución de las cámaras. La lleva se generaliza en todo el país. Cambios y más cambios en el Gabinete huertista. Un manifiesto zapatista. Victorias militares de los revolucionarios, en el norte y sur de la nación. El caso del súbdito inglés William S. Benton, fusilado por órdenes de Villa. El incidente de Tampico originado por el desembarco y detención de marinos del acorazado “Dolphin”. El crimen de la ocupación de Veracruz por el ejército norteamericano después de vencer la resistencia heroica del pueblo. Argentina, Brasil y Chile intervienen para evitar la guerra entre México y los Estados Unidos. Las conferencias de Niagara Falls. Los ejércitos de Huerta sufren nuevos descalabros. Al fin Huerta renuncia y sale del país. Carranza se preocupa por lo problemas del petróleo y de la tenencia de la tierra. Los tratados de Teoloyucan y el licenciamiento del ejército federal. Los revolucionarios ocupan la capital de la República. Al días siguiente de la disolución de las cámaras el 11 de octubre de 1913, Victoriano Huerta expidió un manifiesto a la nación y tres decretos con la mira de justificar el golpe de Estado, hecho sin precedente tratándose de sistemas legislativos no parlamentarios como el de México y los Estados Unidos, según la opinión de personas versadas en tales achaques. El manifiesto es modelo de cinismo. Victoriano Huerta dice en dicho documento que está dispuesto a sacrificar su propia vida al servicio de la nación; que el fuero de diputados y senadores había sido patente de inmunidad penal, olvidando o pretendiendo olvidar con impudencia inaudita que a pesar del fuero había mandado asesinar a varios diputados y al senador Belisario Domínguez; dice también que ha podido organizar un ejército de 85 mil hombr4es para imponer la paz en la República. Con descaro difícil de concebir afirma que el Poder Legislativo usurpaba funciones de los otros dos poderes y que había dado muestras repetidas de hostilidad hacia el Ejecutivo. Esto era notoriamente falso, pues tanto la Cámara de Diputados como la de Senadores habían aprobado la mayor parte de las iniciativas de aquél, sin excluir los empréstitos onerosos contratados fuera y dentro del país. Silva Herzog, Jesús (1988), Breve historia de la Revolución mexicana, México, FCE. 1

Transcript of Jesus Silva Herzog - Breve historia de la Revolución mexicana

BREVE HISTORIA DE LA REVOLUCIN MEXICANALA ETAPA CONSTITUCIONALISTA Y LA LUCHA DE FACCIONES[footnoteRef:1] [1: Silva Herzog, Jess (1988), Breve historia de la Revolucin mexicana, Mxico, FCE.]

Jess Silva HerzogCAPTULO II

Los decretos de Victoriano Huerta tendientes a justificar la disolucin de las cmaras. La lleva se generaliza en todo el pas. Cambios y ms cambios en el Gabinete huertista. Un manifiesto zapatista. Victorias militares de los revolucionarios, en el norte y sur de la nacin. El caso del sbdito ingls William S. Benton, fusilado por rdenes de Villa. El incidente de Tampico originado por el desembarco y detencin de marinos del acorazado Dolphin. El crimen de la ocupacin de Veracruz por el ejrcito norteamericano despus de vencer la resistencia heroica del pueblo. Argentina, Brasil y Chile intervienen para evitar la guerra entre Mxico y los Estados Unidos. Las conferencias de Niagara Falls. Los ejrcitos de Huerta sufren nuevos descalabros. Al fin Huerta renuncia y sale del pas. Carranza se preocupa por lo problemas del petrleo y de la tenencia de la tierra. Los tratados de Teoloyucan y el licenciamiento del ejrcito federal. Los revolucionarios ocupan la capital de la Repblica.Al das siguiente de la disolucin de las cmaras el 11 de octubre de 1913, Victoriano Huerta expidi un manifiesto a la nacin y tres decretos con la mira de justificar el golpe de Estado, hecho sin precedente tratndose de sistemas legislativos no parlamentarios como el de Mxico y los Estados Unidos, segn la opinin de personas versadas en tales achaques.El manifiesto es modelo de cinismo. Victoriano Huerta dice en dicho documento que est dispuesto a sacrificar su propia vida al servicio de la nacin; que el fuero de diputados y senadores haba sido patente de inmunidad penal, olvidando o pretendiendo olvidar con impudencia inaudita que a pesar del fuero haba mandado asesinar a varios diputados y al senador Belisario Domnguez; dice tambin que ha podido organizar un ejrcito de 85 mil hombr4es para imponer la paz en la Repblica. Con descaro difcil de concebir afirma que el Poder Legislativo usurpaba funciones de los otros dos poderes y que haba dado muestras repetidas de hostilidad hacia el Ejecutivo. Esto era notoriamente falso, pues tanto la Cmara de Diputados como la de Senadores haban aprobado la mayor parte de las iniciativas de aqul, sin excluir los emprstitos onerosos contratados fuera y dentro del pas.En el primer decreto Huerta se erige asimismo en dictador, sin tapujos ni eufemismos, al privar del fuero a los miembros de la XXVI Legislatura, quedando stos en consecuencia sujetos a la jurisdiccin de los Tribunales, en caso de ser responsables de algn delito o falta. Se refiere que en la noche del da en que fue disuelto el Congreso corri por la ciudad el rumor de que varios diputados seran asesinados. El rumor no careca de fundamento y los temores de nuevos atentados los justificaba la comisin de hechos criminales recientes. Dos miembros del cuerpo diplomtico obligaron al ministro de Relaciones, Querido Moheno, a que los acompaara aquella noche a la penitenciara y a que juntos tomaran nota de todos los representantes populares ilegalmente encarcelados. Esto de seguro sirvi para detener la mano asesina del dipsmano.En el segundo decreto Victoriano Huerta se arroga la facultad de decidir desde la altura de su megalomana que el Poder Judicial de la Federacin contine funcionando en los trminos establecidos por la Constitucin General de la Repblica. Por otra parte, se concede por su propia autoridad facultades extraordinarias en los ramos de Gobernacin, Hacienda y Guerra, mientras se instala el nuevo Congreso que deba ser elegido el 26 de octubre, diecisis das despus del golpe de Estado. Uno se pregunta: Cmo iba a ser posible preparar una eleccin general en slo quince das? Sin embargo, la farsa fue consumada. Huerta, despus de la disolucin del Congreso, no iba a detenerse ante ningn obstculo que se opusiera a sus designios, a su capricho, a su ambicin. Su rgimen haba perdido desde el da anterior, 10 de octubre, la apariencia de Gobierno de jure para quedar simplemente como Gobierno de facto.El tercer decreto, que tiene fecha 10, est precedido de una serie de considerandos tendiente a justificar con malabarismos jurdicos el golpe de Estado; ordena la disolucin de las Cmaras y convoca, segn ya lo apuntamos en el prrafo anterior, a elecciones no slo para diputados y senadores sino al mismo tiempo para Presidente y Vicepresidente de la Repblica.Huerta arroja la tenue y desgarrada careta con la que cubra su ambicin y se postula l para Presidente, y para Vicepresidente a su compinche el general Aureliano Blanquet. Y efectivamente, las elecciones, o mejor dicho la farsa de elecciones, se realizan en la fecha indicada. El licenciado Jorge Vera Estaol, insospechable de haber sido partidario de la Revolucin constitucionalista, al referirse al acto electoral de que se trata, escribe en la obra ya citada, lo que sigue:Desde luego, la convocatoria a elecciones extraordinarias de diputados y senadores para el da 26 del mismo octubre es inmediatamente seguida de reformas a la ley electoral, que arrebatan de manos de los votantes y ponen discrecionalmente en las de las autoridades polticas el control de las casillas y colegios del cmputo de los sufragios, con el nico y exclusivo objeto de que el nuevo Congreso sea, sin salvedades, hechura huertista.A continuacin, Huerta y varios de sus ministros y adlteres, ya sin hipcritas disimulos, se dan a la tarea de hacer y rehacer la lista de los futuros diputados y senadores; tarea ciertamente difcil, pues esos puestos, antes tan codiciados, inspiran ahora temor o repugnancia, tan general es la creencias de que el rgimen huertista est en el principio de su fin, y tan preada de humillaciones se considera la perspectiva de servir al Dictador!Para hacer aceptar las ahora declinadas curules se emplean la persuasin, la splica y los halagos, y cuando tales empeos no vencen las resistencias, se acude a la amenaza: as, los pocos hombres serios que a la postre figuran en las listas oficiales van a la fuerza; los dems, o son militantes que se creen encadenados por la ordenanza o insignificantes maniques.Por ltimo, el usurpador arroja su ya intil disfraz y hace postular en las elecciones de Presidente y Vicepresidente, la frmula Huerta-Blanquet.El da 26 de octubre se consuma la impudente farsa; no hay fraude, superchera, presin o violencia que deje de utilizarse en los empadronamientos, instalacin de casillas, confeccin de cdulas, cmputo de votos y aprobacin de credenciales; no se cuidan siquiera las apariencias; la imposicin es brutal, desenmascarada, primitiva, y como resultado de ella, se anuncia la formacin de un Congreso exclusivamente huertista y el casi unnime sufragio por el Dictador y su lugarteniente para los dos ms elevados puestos del Poder Ejecutivo.A la distancia de tantos aos transcurridos, de tanta vergenza e ignominia tanta, es muy posible que el lector esboce una sonrisa amarga ante aquella mascarada trgica. Pobre Mxico, a veces tan infortunado y siempre tan digno de suerte mejor!Despus del 10 de octubre la arbitrariedad y el desenfreno no reconocen lmites en los territorios dominados por el huertismo. La leva est a la orden del da tanto en la capital como en otras ciudades y poblados. Ningn individuo mal vestido est a salvo de ser aprehendido aun cuando no haya cometido delito alguno para llevarlo al cuartel prximo o distante. All se le cortaba el pelo a rape, se le pona el uniforme de soldado y de prisa se le enseaba a manejar el rifle. Despus de dos o tres das de elementalsima enseanza militar era enviado a combatir contra los revolucionarios. Muchos pobres reclutas, centenares y miles, no volvieron a sus hogares; murieron sin gloria, annimamente, por defender ambiciones e intereses que no eran los suyos. Carne de can sacrificada por la insensatez y la maldad.Un testigo presencial de la leva de que eran vctimas en la ciudad de Mxico centenares de modestos ciudadanos refiere lo que copiamos a continuacin: El reclutamiento del soldado se hace por leva: se toma a los conscriptos de las prisiones, de las Inspecciones de Polica, de donde se puede. Solamente que ahora se opera en masa, por la necesidad de los grandes nmeros: de los curiosos que acuden al incendio de El Palacio de Hierro, un gran almacn de ropa de la capital, salen ms de mil reclutas; a setecientos ascienden los que se recogen a la salida de una funcin de toros, que por ser inaugural atrae numerosa concurrencia; y las batidas se repiten sin cesar en las puertas de los teatros, cinematgrafos y cantinas, en la va pblica, en dondequiera que promete abundante colecta.De all van directamente al cuartel a vestir el uniforme y cargar el arma y sin demora son incorporados a su batalln y enviados a la campaa.Por otra parte el Gobierno de Huerta se caracteriz por la constante desorganizacin y cambios en su Gabinete. En sus diecisiete meses de Gobierno o ms bien de desgobierno cambia cinco veces al ministro de Relaciones, cuatro al de Gobernacin, tres al de Justicia, cuatro al de Instruccin Pblica, cinco al de Fomento, dos al de Agricultura, tres al de Comunicaciones, tres al de Hacienda y dos al de Guerra. Y algo semejante ocurre con el gobernador del Distrito Federal y con los gobernadores de los Estados.A lo anterior hay que agregar el desbarajuste financiero; los onerosos emprstitos exteriores; los prstamos forzosos a los Bancos establecidos en el pas; la elevacin de los gravmenes fiscales; los negocios sucios; en fin, la ms completa inmoralidad administrativa. As perdiendo cada vez ms, semana a semana, el apoyo no diremos del pueblo que jams lo tubo, sino de la grande y pequea burguesa que al principio le dieron su respaldo entusiasta, el Gobierno huertista lleg al mes de abril de 1914 con su precario prestigio inicial hecho trizas. Su flamante ejrcito haba ya sido derrotado en numerosas acciones de guerra, y los revolucionarios avanzaban victoriosos desde diferentes lugares del pas sobre la capital de la Repblica.Empero, es necesario retroceder un poco y hacer un resumen de la lucha revolucionaria. Con fecha 20 de octubre de 1913 el general Emiliano Zapata firm un manifiesto dirigido a la nacin, explicando una vez ms los principios que le animaban y los propsitos que persegua. El manifiesto est escrito en estilo oratorio, semejante a los documentos de igual o parecida ndole que por aquellos aos se acostumbraban. De manera obvia se ratifica el Plan de Ayala en la creencia de que resolvera todos los problemas de Mxico.Por supuesto que Zapata y sus consejeros ulicos estaban en este punto equivocados, ya que el susodicho Plan solamente se refera al problema agrario. Tambin continuaban creyendo en las fabulosas riquezas de nuestro pas; pero independientemente de las observaciones anteriores, debemos reconocer sin ambages la pureza del movimiento zapatista, su buena fe y la honradez de sus caudillos. Cabe agregar que los autores del manifiesto conocan bien la desigualdad irritante de los pocos inmensamente ricos y de los muchos inmensamente pobres. Y para conocimiento del lector vamos a transcribir cuatro prrafos, tomados de aqu y de all, del documento mencionado:La nacin mexicana es demasiado rica. Su riqueza, aunque virgen, es decir, todava no explotada, consiste en la agricultura y la minera; pero esa riqueza, ese caudal de oro inagotable, perteneciendo a ms de quince millones de habitantes, se halla en manos de unos cuantos miles de capitalistas y de ellos una gran parte no son mexicanos. Por un refinado y desastroso egosmo, el hacendado, el terrateniente y el minero, explotan una pequea parte de la tierra, del monte y de la veta, aprovechndose ellos de sus cuantiosos productos y conservando la mayor parte de sus propiedades enteramente vrgenes, mientras un cuadro de indescriptible miseria tiene lugar en toda la Repblica. Es ms, el burgus, no conforme con poseer grandes tesoros de los que a nadie participa, en su insaciable avaricia, roba el producto de su trabajo al obrero y al pen, despoja al indio de su pequea propiedad y no satisfecho an, lo insulta y golpea haciendo alarde del apoyo que le presentan los tribunales, porque el juez, nica esperanza del dbil, hyase tambin al servicio de la canalla; y ese desequilibrio econmico, ese desquiciamiento social, esa violacin flagrante de las leyes naturales y de las atribuciones humanas, es sostenida y proclamada por el Gobierno, que a su vez sostiene y proclama pasando por sobre su propia dignidad, la soldadesca execrable.All est la razn de por qu no reconoceremos a ningn Gobierno que no nos reconozca y, sobre todo, que no garantice el triunfo de nuestra causa.Puede haber elecciones cuantas veces se quiera; pueden asaltar, como Huerta, otros hombres la Silla Presidencial, valindose de la fuerza armada o de la farsa electoral, y el pueblo mexicano puede tambin tener la seguridad de que no arriaremos nuestra bandera ni cejaremos un instante en la lucha, hasta que, victoriosos, podamos garantizar con nuestra propia cabeza el advenimiento de una era de paz que tenga por base la justicia y como consecuencia la libertad econmica.Tngase, pues, presente, que no buscaremos el derrocamiento del actual Gobierno para asaltar los puestos pblicos y saquear los tesoros nacionales, como ha venido sucediendo con los impostores que logran encumbrarse a las primeras magistraturas; spase de una vez por todas, que no luchamos contra Huerta nicamente sino contra todos los gobernantes y los conservadores enemigos de la hueste reformista, y sobre todo, recurdese siempre que no buscamos honores, que no anhelamos recompensas, que vamos sencillamente a cumplir el compromiso solemne que hemos contrado dando pan a los desheredados y una patria libre, tranquila y civilizada a las generaciones del porvenir.El manifiesto est calzado con estas palabras: Reforma, Libertad, Justicia y Ley. No parecen an los vocablos Tierra y Libertad.En el norte, el centro y el sur del pas continuaban la pelea. El 23 de noviembre de 1913 fue tomada despus de rudos combates la ciudad de Culiacn, capital del Estado de Sinaloa, por las fuerzas al mando del general lvaro Obregn. En estos combates se distinguieron los generales Lucio Blanco, Manuel M. Diguez, Ramn F. Iturbe, Benjamn Hill y otros jefes y oficiales de la Divisin del Noroeste. A fines de abril de 1914, dicha Divisin Constitucionalista dominaba completamente todo el Estado de Sonora, con excepcin del Puerto de Guaymas ocupado por los federales, el cual desde haca varios meses se hallaba sitiado por las fuerzas al mando del general Salvador Alvarado. Adems, Obregn ya se haba adueado de casi todo el Estado de Sinaloa. La Divisin del Norte, comandada por el general Francisco Villa, haba luchado y continuaba luchando con notable actividad, obteniendo sobre el enemigo importantes y sonadas victorias. El 15 de noviembre de 1913, el famoso guerrillero norteo haba tomado por sorpresa la poblacin fronteriza de Ciudad Jurez, sin necesidad de disparar un solo tiro, obteniendo cuantioso botn de guerra en armas y parque. Siete semanas despus infligi tremenda derrota a las fuerzas federales en Ojinaga. En le mes de marzo, Villa era ya dueo de todo el Estado de Chihuahua y avanzaba hacia el sur, teniendo como objetivo la ciudad de Torren. El ataque a esta plaza, defendida por un poderoso ejrcito al mando del general Jos Refugio Velasco, se inici el 23 del mes precitado, y despus de rudsimos y sangrientos combates cay en poder de Francisco Villa y su Divisin aguerrida y hasta entonces invicta el 2 de abril de 1914. Las prdidas de los federales fueron considerables tanto en hombres como en toda clase de material de guerra. Los generales huertistas abandonaron Torren en derrota y se dirigieron con su diezmado ejrcito rumbo a San Pedro de las Colonias. Das ms tarde les esperaba otro nuevo y tremendo fracaso. En la batalla de Torren participaron la mayor parte de los generales pertenecientes a la Divisin del Norte. Entre ellos precisa recordar a Jos Isabel Robles, Eugenio Aguirre Benavides, Toms Urbina, Ral Madero y otros. Tambin particip el general Eulalio Gutirrez, con parte de su brigada.Por otro lado, en los Estados de Nuevo Len, Tamaulipas y parte de Coahuila y San Luis Potos, tambin luchaban sin tregua los jefes, oficiales y tropa pertenecientes a la Divisin del Noreste al mando del general Pablo Gonzlez. Ciudad Victoria, capital del Estado de Tamaulipas, fue tomada por lo ms granado del Ejrcito Constitucionalista del Noreste al mando de los generales Pablo Gonzlez, Francisco Murgua y Antonio I. Villarreal. El 12 de enero de 1914, una brigada de la misma Divisin del Noreste al mando del general Eulalio Gutirrez, se adueo despus de reidsimo combate de la poblacin de Matehuala, perteneciente a San Luis Potos.Puede decirse que Monterrey, la tercera ciudad de la Republica en importancia, tanto por su desarrollo econmico cuanto por el nmero de sus habitantes, fue repetidas veces amagada por los revolucionarios casi desde el principio de la lucha contra el rgimen de Huerta. Poco a poco la Divisin del general Gonzlez se fue apoderando de los Estados de Tamaulipas, Nuevo Len y del norte de Coahuila. Desde principios de abril de 1914, la capital de Nuevo Len estaba seriamente amenazada por fuerte concentracin de los mejores elementos de la Divisin del Noreste. Al fin se orden el asalto formal, y el 24 de dicho mes fue tomada, venciendo la tenaz resistencia de la poderosa guarnicin federal. Entre los generales que participaron en esta importantsima accin de armas mencionamos a Antonio I. Villarreal, Cesreo Castro y Teodoro Elizondo.Inevitablemente el hecho de que dos ciudades tan importantes como Torren y Monterrey hubieran cado en poder de la Revolucin en el curso del mes de abril, produjo en la capital de la Repblica desaliento y pesimismo entre los partidarios del Gobierno espurio, a la vez que optimismo y aliento entre sus enemigos, cada da ms numerosos.Mientras tanto continuaban en Michoacn la guerra de guerrillas los revolucionarios Amaro, Garca Aragn y Rentera Luviano; no dejaban ni por un momento tranquilas a las guarniciones federales de las principales plazas de aquel Estado. El general Cndido Aguilar ya se haba apoderado de una parte de la zona petrolera de Veracruz, por supuesto con disgusto sin disimulos de las empresas petroleras extranjeras que vean obstaculizada la extraccin del oro negro que aquel ao de 1914 ya acusaba su inmensa potencialidad.Y no debemos olvidar en este esquema de la lucha armada a los surianos que reconocan como jefe supremo al general Emiliano Zapata. Todos los esfuerzos de Huerta y de su sanguinario lugarteniente Juvencio Robles fracasaron en su propsito de aniquilar a los zapatistas. A Zapata lo llamaban los peridicos nada menos que el Atila del Sur aumentaba constantemente sus efectivos y ensanchaba su esfera de accin. El Plan de Ayala era imn poderoso que atraa a millares de campesinos a las filas batalladoras del caudillo agrarista. El mes de abril de 1914 fue fatal para Huerta. El da 8 de dicho mes las fuerzas zapatistas se aduearon de la poblacin de Iguala, Gro., y el da 24 de Chilpancigo, capital del Estado. De suerte que a fines de abril de 1914 prcticamente el norte del pas se hallaba en poder de la Revolucin, as como tambin los Estados de Morelos y Guerrero y parte de Puebla, Veracruz, San Luis Potos y otras entidades de la Repblica. Seis o siete capitales de Estado, con flamantes gobernadores revolucionarios, haban sido sustradas del dominio de Huerta.Aqu se impone una breve digresin. El general Francisco Villa, hasta el mes de abril de 1914, haba obtenido victorias de incuestionable significacin sobre el ejrcito federal. Se haba adueado de todo el Estado de Chihuahua y vencido a la poderosa fuerza federal que defenda la plaza de Torren. Mas de igual manera tuvieron importancia indudable los triunfos del general lvaro Obregn en las batallas que libr contra los huertistas en Sonora y Sinaloa, ganando para la Revolucin esos dilatados territorios. Y en cuanto al general Pablo Gonzlez, que si bien es cierto no demostr las dotes estratgicas de Villa y Obregn, cierto es tambin que haba hecho su parte ayudado por activos y valientes generales subalternos, tales como Murgua, Villarreal, Cesreo, Castro, Teodoro Elizondo, Luis Caballero y los hermanos Eulalio y Luis Gutirrez. Entre otros hechos de armas que debemos acreditar a la Divisin del Noreste, por la significacin militar y poltica que tuvieron, estn los triunfos alcanzados al aduearse de las capitales de Nuevo Len y Tamaulipas. Adems, no hay que desdear las operaciones de los zapatistas, ni de los guerrilleros que al mando de pequeas partidas revolucionarias obligaban a Huerta a distraer en su persecucin o en defensa de poblaciones asediadas regimientos y batallones que de otra suerte hubiera concentrado para combatir a los ncleos ms poderosos. Por lo tanto, queremos afirmar que a ninguno de los jefes de las tres divisiones o ejrcitos del Noreste, del Norte o del Noroeste, debe atriburseles el triunfo exclusivo de la Revolucin o una absoluta supremaca sobre los dems. Todos los revolucionarios que lucharon contra el huertismo tienen sus propios mritos, que deber reconocer la historia. Decir, como se deca entonces y suele decirse todava, que la cada de Huerta se debi a las victorias alcanzadas por la Divisin Norte, exclusiva o casi exclusivamente, es una afirmacin desorbitada, superficial e injusta. No queremos escatimar mritos guerreros a Francisco Villa, a quien la prensa de los Estados Unidos hizo famoso internacionalmente, atribuyndole hechos y hazaas fabulosas; pero s queremos tratar de destruir exageraciones y juicios simplistas; queremos dar a cada quien lo que en justicia le corresponde. A la distancia de ms de medio siglo, precisa reconocer que a mediados de 1914, las figuras de mayor estatura revolucionaria eran las de Carranza, Villa, Obregn y Zapata. Carranza en primer lugar y despus los otros tres. Y no hay balanzas de precisin histrica para saber cul de ellos pesaba ms en la conciencia popular de la nacin. Incuestionablemente cada uno de los tres generales revolucionarios mencionados era ms conocido en las regiones de sus andanzas guerreras.El 21 de febrero de 1914, el general Villa dirigi desde Chihuahua al seor Carranza, en Nogales, Sonora, el telegrama siguiente:Martes 16 del corriente, ingls William S. Benton, trat asesinarme en Ciudad Jurez, pero debido a la violencia con que obr pude desarmarlo personalmente y lo entregu a un consejo de guerra para que lo juzgara, el cual lo conden a muerte. Con este motivo prensa enemiga en Estados Unidos est haciendo gran escndalo. El citado Benton, adems del atentado contra mi persona, ha cometido varios crmenes amparado por Terrazas y creo sinceramente que el fallo del jurado fue absolutamente justificado. Lo comunico a usted para que no se deje sorprender con falsas informaciones. Saldolo respetuosamente.En efecto, la prensa norteamericana hizo un gran escndalo con motivo de la muerte del sbdito ingls, presionando a su Gobierno para que tomara medidas enrgicas contra Mxico. Algunos peridicos sugeran sin disimulo la conveniencia de la intervencin armada. El seor Roberto Pesqueira, agente confidencial del Gobierno Constitucionalista en Washington, dirigi extensos telegramas informando a Carranza de la gravedad de la situacin, as como tambin que el Gobierno ingls Haba pedido al de los Estado Unidos que exigiera a su nombre se hiciese amplia investigacin sobre el caso. Don Venustiano esper serenamente la representacin del secretario de Estado, Bryan, lo cual hizo por medio del cnsul Simpich, de Nogales, Sonora. El Primer Jefe del Ejrcito Constitucionalista contest negando al Gobierno de Washington, por supuesto en mesurado estilo diplomtico, la facultad de la representacin que se arrogaba, aadiendo que deba ser el Gobierno de Inglaterra el que tratara el enojoso asunto directamente con l. Esta respuesta evidentemente patritica porque implicaba el desconocimiento de la famosa doctrina de Monroe, produjo mayor descontento en los sectores intervensionistas norteamericanos y arreci la campaa de prensa contra nuestro pas. Sin embargo, la tal campaa se fue debilitando y las cosas no llegaron a mayores por aquellos das.En relacin con el caso Benton, jams se supo si Villa haba dicho o no la verdad; si Benton haba sido juzgado por un consejo de guerra o simplemente asesinado por rdenes de l.Ahora bien, es menester recordar que el Presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, retir al embajador Henry Lane Wilson pocos das despus de haberse hecho cargo de la primera magistratura de su pas, pues era del dominio pblico lo mismo en Mxico que en el extranjero, la participacin del embajador y aunque en los sucesos que culminaron con los asesinatos de los seores Madero y Pino Surez. El presidente Wilson, ex profesor de la Universidad de Princeton, puritano por abolengo y por hondas convicciones, se senta defensor de la democracia en el mundo y por lo mismo adversario decidido de los gobiernos dictatoriales. Lgicamente se declar desde luego enemigo de Victoriano Huerta, sobre todo a partir de la disolucin de las Cmaras el 10 de octubre de 1913. Jams reconoci al Gobierno de Huerta, aun cuando dej instalada la Embajada en la ciudad de Mxico y un encargado de negocios al frente de ella.No puede negarse la intervencin por todos conceptos condenable del mandatario norteamericano en los asuntos interiores de Mxico. Es obvio que tuvo derecho pleno para no reconocer al Gobierno del magnicida dictador; pero no lo tuvo para exigirle que renunciara a la presidencia, como lo hizo por medio de dos notas que su encargado de negocios entreg a la Secretara de Relaciones Exteriores en el mes de noviembre de 1913, tan cargado de infortunios para la nacin. Esa intromisin, de igual manera que las anteriores de la Casa Blanca y las posteriores de Wilson en Mxico y otras naciones latinoamericanas, nunca podr justificarse ante la historia.En una parte del mensaje que el presidente Woodrow Wilson dirigi el 2 de diciembre al Congreso de los Estados Unidos, dijo que no puede haber perspectivas ciertas de paz en Amrica hasta que el general Huerta haya entregado la autoridad por l usurpada en Mxico; hasta que quede entendido por todos, efectivamente, que pretendidos gobiernos como se, no sern tolerados ni reconocidos por el Gobierno de los Estados Unidos; que el conato de mantener un Gobierno en la ciudad de Mxico ha fracasado y que se ha establecido un despotismo militar que apenas si tiene la apariencia de autoridad nacional. Originse en la usurpacin de Victoriano Huerta, quien despus de un breve intento de aparecer como Presidente constitucional, ha acabado finalmente por prescindir de sus pretensiones de legitimidad y se ha declarado dictador. Existe, en consecuencia, ahora en Mxico una situacin que hace dudar de si podrn ser efectivamente protegidos por largo tiempo siquiera los ms elementales y fundamentales derechos de sus propios nacionales o de los ciudadanos de otros pases residentes en su territorio, y que, de continuar por largo tiempo, amenaza poner en peligro los intereses pacficos, el orden y una existencia tolerable en las tierras que colindan con nosotros al Sur. Das despus de la lectura del mensaje, el Gobierno de los Estados Unidos orden a sus nacionales que salieran del territorio de Mxico. Despus de todo esto pareca inminente la intervencin armada. Slo faltaba un pretexto para que el atentado fuera cometido.Y el pretexto al fin se present. El 9 de abril de 1914 siete soldados y un oficial norteamericanos, pertenecientes a la infantera de marina del acorazado Dolphin que estaba frente al puerto de Tampico desembarcaron de una ancha que enarbolaba la bandera de los Estados Unidos en un sector bajo control militar. Tampico estaba sitiado por fuerzas revolucionarias y defendido por tropas federales al mando del general Ignacio Morelos Zaragoza. Los siete soldados y el oficial fueron obligados a salir de la lancha por el coronel Ramn H. Hinojosa, a quien seguan diez saldados perfectamente armados. Los yanquis fueron detenidos; pero al saberlo Morelos Zaragoza los puso en libertad y dio cumplida disculpa al almirante Mayo, jefe de la flota extranjera surta en aguas territoriales mexicanas. El almirante no estuvo conforme con la disculpa, considerando la breve detencin de sus subordinados como gravsima ofensa a la dignidad del Gobierno y del pueblo de los Estados Unidos. Mayo exigi una disculpa oficial, seguridades de que Hinojosa sera castigado y que la bandera de los Estados Unidos fuera izada y saludada con veintin caonazos. El incidente que en realidad careca de importancia pas a las cancilleras. El departamento de Estado ratific las exigencias del marino. Huerta dijo que aceptaba siempre que inmediatamente despus fuera tambin saludada con veintin caonazos la bandera mexicana. No hubo acuerdo, y el presidente Wilson solicit del Congreso facultades para utilizar las fuerzas de mar y tierra contra nuestro pas en los trminos siguientes: Vengo a pediros vuestra aprobacin para que pueda emplear las fuerzas armadas de los Estados Unidos tan ampliamente como pueda ser necesario para obtener del general Huerta y de sus secuaces el ms completo reconocimiento de los derechos y dignidad de los Estados Unidos aun en medio de las angustiosas condiciones que ahora prevalecen en Mxico... En lo que hacemos no puede haber pensamiento de agresin o de engrandecimiento egosta... Deseamos conservar inclume nuestra gran influencia por el servicio de la libertad tanto en los Estados Unidos como en cualquiera otra parte donde pueda emplearse en beneficio de la humanidad. Y la infamia iba a consumarse horas ms tarde.Frente al puerto de Veracruz se hallaba una poderosa flota de los Estados Unidos. Se hallaba tambin el vapor Ipiranga que traa fuerte cargamento de armas y parque para el Gobierno de Victoriano Huerta. Fletcher, comandante de la flota, recibi instrucciones de evitar el desembarque del navo alemn y de ocupar Veracruz. El da 21 sin previo aviso, sin declaracin de guerra, varias lanchas ocupadas por marinos yanquis perfectamente armados se dirigieron a tierra con el propsito de ocupar la plaza. Inmediatamente los alumnos de la Escuela Naval y el pueblo se aprestaron a la defensa del puerto, rechazando en ms de una ocasin a los marinos. La lucha desigual dur varias horas. Al fin tuvieron que ceder los mexicanos ante el caoneo de los acorazados, la superioridad numrica y armamento de los intrusos. Sin embargo, ese pueblo y esos cadetes lograron con su valor y herosmo poner a salvo el honor nacional. Muchos cayeron e la desigual pelea. Entre todos los combatientes nuestros se cita el caso del cadete Jos Azueta, quien con una ametralladora detuvo durante varias horas el ataque enemigo. Herido gravemente fue retirado del lugar de su hazaa. Hay la versin de que ya ocupado el puerto por el invasor, el almirante Fletcher, impresionado por el herosmo de Azueta, fue personalmente a ofrecerle los servicios de un cirujano norteamericano. Y se dice que el joven hroe contest: De los invasores no quiero ni la vida! Das despus dej de existir.En contraste con la conducta irreprochable de los cadetes de la Escuela Naval y del pueblo veracruzano, el general Gustavo Max que guarneca la ciudad al mando de algunos cientos de soldados federales, al darse cuenta del ataque enemigo, se retir prudentemente de la plaza para estacionarse en Tejera, lugar cercano al puerto. No se sabe bien si lo que hizo fue por propia iniciativa o por instrucciones de la Secretara de Guerra y Marina.El internacionalista Isidro Fabela escribe en su libro titulado Historia diplomtica de la Revolucin Mexicana lo siguiente:La ocupacin militar de Veracruz por la infantera de marina de los Estados Unidos, el ao de 1914, fue un delito internacional que constituy, por parte de su autor principal, el presidente Woodrow Wilson, no slo un desconocimiento evidente de los principios del derecho de gentes, sino un gravsimo error poltico que puso en claro su incomprensin absoluta de la Revolucin Mexicana y de la psicologa de nuestro pueblo...Y nosotros agregamos que la ocupacin de Veracruz fue como una mancha negra que oscurece con otras manchas negras la poltica de los Estados Unidos con las naciones latinoamericanas: Mxico, Cuba, Filipinas, panam, Nicaragua, Santo Domingo, Guatemala y en 1965 otra vez Santo Domingo.Miguel Alessio Robles escribi en 1938 a propsito de la ocupacin de Veracruz: La grandeza de un pueblo se mide por las ideas que defiende, por la excelsitud de sus artistas, de sus poetas, de sus pensadores, de sus hroes, de sus mrtires. Cuando se habla de Atenas recordamos a sus artistas, cuando se habla de Roma recordamos a sus jurisconsultos, cuando se habla de Espaa recordamos a sus poetas, cuando se habla de Francia recordamos a sus escritores, cuando se habla de Alemania recordamos a sus filsofos, cuando se habla de Estados Unidos, tan fuertes, tan ricos, tan poderosos, recordamos sus atropellos.Y nosotros los mexicanos no debemos olvidar el ultraje del 21 de abril de 1914, en que contra toda razn y todo derecho fue hollado por segunda vez el suelo patrio por los invasores norteamericanos.El mismo da en que fue ocupado Veracruz, el cnsul norteamericano Carothers entreg al seor Carranza una nota del Departamento de Estado, asegurndole que el presidente Wilson no intentaba hacer la guerra a Mxico; que si Veracruz haba sido ocupado era por la negativa de Huerta de dar satisfaccin por agravios recibidos; que estaba con el pueblo de Mxico y que lo nico que deseaba era el restablecimiento del orden constitucional en la Repblica. Adems se peda la opinin del propio seor Carranza sobre la situacin. El primer Jefe del Ejrcito Constitucionalista contest inmediatamente sosteniendo que el Gobierno ilegtimo de Huerta no representaba a la nacin y que l, Carranza, era la nica autoridad legtima a la cual debi y deba dirigirse para cualquier reclamacin el Gobierno de los Estados Unidos. La nota del Primer Jefe es mesurada, enrgica y patriota; es una protesta por la violacin de la soberana nacional. Para conocimiento del lector copiamos aqu dos prrafos de dicho documento: ...Mas la invasin de nuestro territorio, la permanencia de vuestras fuerzas en el puerto de Veracruz, o la violacin de los derechos que informan nuestra existencia como Estado soberano, libre e independiente, s nos arrastraran a una guerra desigual, pero digna, que hasta hoy queremos evitar.Ante esta situacin real por que atraviesa Mxico, dbil, hoy ms que nunca, despus de tres aos de sangrienta lucha, comparada con la formidable de la nacin americana; y considerando los hechos acaecidos en Veracruz como atentatorios en el ms alto grado para la dignidad e independencia de Mxico y en pugna con vuestras reiteradas declaraciones de no desear romper el estado de paz y amistad con la nacin mexicana, y en contradiccin tambin con la resolucin del Senado de vuestro pas, que acaba de declarar que los Estados Unidos no asumen ninguna actitud contra el pueblo mexicano ni tienen propsito de hacerle la guerra; considerando igualmente que los actos de hostilidad ya cumplidos exceden a lo que la equidad exige para el fin perseguido, el cual puede considerarse satisfecho, no siendo por otra parte el usurpador de Mxico a quien en todo caso competera otorgar una reparacin; interpreto los sentimientos de la gran mayora del pueblo mexicano que es tan celoso de sus derechos como respetuoso ante los derechos ajenos, y os invito a suspender los actos de hostilidad ya iniciados, ordenando a vuestras fuerzas la desocupacin de los lugares que se encuentran en su poder, en el puerto de Veracruz...A nuestro juicio la respuesta de Carranza fue congruente con su posicin de jefe de la Revolucin, pues Huerta estaba ya casi perdido y hubiera sido torpe negociar con l para formar un frente nico contra los invasores, sin esperar con serenidad el desarrollo de los acontecimientos. Precisemos que la respuesta a que estamos haciendo referencia est fechada en la ciudad de Chihuahua el 22 de abril, un da despus del atentado contra nuestra soberana.Bien pronto se vio que la intervencin de los norteamericanos se limitaba a permanecer en el puerto de Veracruz, lo cual contribuy a que fracasaran los propsitos de Victoriano Huerta, de utilizar en su provecho la intervencin extranjera. El fuego patritico de millares de ciudadanos que se manifest durante los primeros das, se apag poco a poco, al saberse que continuaba la lucha revolucionaria contra el Gobierno de Huerta y la mediacin amistosa de Argentina, Brasil y Chile para evitar la guerra entre los Estados Unidos y Mxico.As fue en efecto. El da 25 de abril los representantes diplomticos de las tres naciones mencionadas acreditadas en Washington, ofrecieron sus buenos oficios al Gobierno de Wilson y al de Huerta, con el fin de solucionar pacficamente el lamentable conflicto. Tanto el primero como el segundo aceptaron inmediatamente y de buen grado la mediacin, procediendo a designar plenipotenciarios, quienes iniciaron las negociaciones el 20 de mayo de Niagara Falls, del lado canadiense. El Gobierno de Huerta design tres representantes, los seores Emilio Rabasa, Agustn Rodrguez y Luis Elguero, todos ellos juristas distinguidos y de excelente reputacin. El Gobierno de Washington nombr a los seores Joseph R. Lamar, magistrado de la Suprema Corte de Justicia y Frederick W. Lehmann, consultor del Departamento de Estado. Y mientras cambiaban impresiones orales y escritas en presencia de los ministros de Argentina, Brasil y Chile los flamantes plenipotenciarios, en Mxico se tambaleaba el rgimen de Huerta, por el empuje de los ejrcitos revolucionarios. Los federales sufran tremendas derrotas y perdan las ciudades ms importantes, ya no slo del norte sino tambin del centro y del sur del pas. Lgicamente las conferencias de Niagara Falls resultaban cada vez ms difciles e inoperantes. No se necesitaba ser profeta para augurarles el ms completo fracaso.La historia ha recogido dos memoranda que reflejan la posicin de los plenipotenciarios de Huerta y de Wilson. El memorndum de los mexicanos de 12 de junio, debemos reconocerlo, es claro y patriota, rechaza con energa la osada actitud intervensionista del Gobierno norteamericano, pero ignorando o ms bien aparentando ignorar la comprometida situacin en que se hallaba el rgimen huertista en aquellos momentos, por lo triunfos repetidos y cada vez de mayor importancia de los constitucionalistas. Los delegados mexicanos estaban de acuerdo con el retiro de Victoriano Huerta y proponan la formacin de un Gobierno neutral que convocara a elecciones. Los norteamericanos estaban por supuesto conformes con la eliminacin del soldado usurpador; mas proponan que el Gobierno que convocara a elecciones se integrara con una mayora absoluta de constitucionalistas, apoyndose en que stos ya dominaban buena parte del territorio nacional. No ocultaban estar interviniendo en los asuntos internos de Mxico. Pero aseguraban con insistencia en que lo nico que deseaba el presidente Wilson era el restablecimiento de la paz y la prosperidad de nuestro pas. El antiguo y puritano profesor de la Universidad de Princeton se eriga en nuestro protector sin ms apoyo que la fuerza y su propia voluntad.El acuerdo, ya lo apuntamos antes, fue imposible. Las conferencias de Niagara Falls llegaron a su trmino el 25 de junio, firmndose un protocolo simplemente para salir del paso. Vera Estaol al referirse al tal protocolo dice que es un curioso ejemplar de teratologa diplomtica, refractario a toda clasificacin tcnica... Uno no puede explicarse por qu el Gobierno de Wilson acept tratar con representantes de un rgimen poltico que nunca haba reconocido y con el cual haba roto relaciones diplomticas a raz del incidente de Tampico. La nica explicacin que se ocurre es que quiso dar tiempo al Ejrcito Constitucionalista, cuyo podero creciente auguraba el completo y rpido triunfo. En cuanto a Huerta es fcil pensar que acept las conferencias de Niagara Falls como la nica posibilidad de salir de la muy difcil situacin en que se encontraba.El 25 de junio de 1914, fecha de la firma del protocolo, estaban contados los das del Gobierno emanado de la traicin y el crimen.Las constantes derrotas del ejrcito federal durante los primero meses de 1914 y la ocupacin de Veracruz por los norteamericanos el 21 de abril, no quebrantaron la voluntad de Victoriano Huerta, quien segua creyendo en la posibilidad de dominar la situacin con los elementos que an le quedaban. Para llenar las bajas de su ejrcito continu la leva de abril en adelante, lo mismo en la capital de la Repblica que en otras ciudades y pequeos centros de poblacin. Con excepcin de la gente decente, o mejor dicho de los individuos del sexo masculino bien vestidos, ms o menos en buenas relaciones con las autoridades, nadie estaba a salvo de ser aprehendido y llevado al cuartel prximo o distante para engrosar el diezmado ejrcito de forzados. As, como ya se dijo en otra parte, miles de ciudadanos pacficos, alistados contra su voluntad y convicciones fueron a morir en las batallas de San Pedro de las Colonias, Zacatecas y Orendin.La Casa del Obrero Mundial fue clausurada con lujo de fuerza el 27 de mayo de 1914, encarcelando a los dirigentes. Huerta no se deba por vencido y continuaba sembrando el terror en todas las zonas por l todava dominadas.Los triunfos revolucionarios, de abril de 1914 en adelante, se multiplicaron por todas partes. A continuacin vamos a dar las fechas en que fueron tomadas por los constitucionalistas varias plazas de enorme importancia en el norte y el centro del pas; unas despus de reidas y sangrientas batallas; otras porque los federales las evacuaban sin combatir retirndose hacia el Sur.Despus de la toma de Torren las fuerzas de la Divisin del Norte comandadas por Villa avanzaron hacia San Pedro de las Colonias donde se haban hecho fuertes los huertistas. Se libr una tremenda batalla en la que los federales fueron casi completamente aniquilados, no obstante que sumaban algo ms de doce mil hombres. Fue uno de los mayores reveses que sufrieron. La diezmada columna se dirigi a Saltillo, plaza que bien pronto evacuaron marchando hacia San Luis Potos. Saltillo fue ocupado, por supuesto sin disparar un tiro, por la brigada del general Jos Isabel Robles el 20 de mayo. Siete das antes de la ocupacin de la capital de Coahuila, el puerto de Tampico cay en poder de los constitucionalistas, despus de largo sitio y reidos combates. Los federales se vieron obligados a evacuar las ciudades. Las fuerzas atacantes estuvieron a las rdenes del general Pablo Gonzlez y de otros jefes de la Divisin del Noreste.Los generales Lucio Blanco y Rafael Buelna, pertenecientes a la divisin del general lvaro Obregn tomaron e 16 del mismo mes de mayo la poblacin de Tepic, entonces capital del territorio del mismo nombre.La batalla de Zacatecas fue tal vez la ms tremenda en que se empearon revolucionarios y huertistas. Se refiere que la ciudad estaba defendida por alrededor de doce mil hombres. La brigada del general Pnfilo Natera inici el ataque pero sin resultado satisfactorio. No tena a su disposicin sino seis mil hombres. El enemigo era mucho ms poderoso. Ante este hecho el general Villa con parte de la Divisin del Norte, fuerte en diez mil individuos, avanz rpidamente de Torren a las inmediaciones de la plaza asediada. La lucha terrible dur varios das con prdidas considerables para unos y otros. Por fin el 23 de junio la plaza que pareca inexpugnable fue ocupada por los revolucionarios. El general Felipe ngeles fue quien tuvo a su cargo el mando supremo de la artillera, y se cuenta que a l se debi en gran parte la victoria. El botn fue considerable. En el libro del general Juan Barragn, que ya hemos citado, se lee en relacin con la batalla de Zacatecas lo que sigue:Zacatecas cay en poder de Villa el da 23 de junio, despus de varios das de tremendos combates. Defenda la plaza el general federal Luis Medina Barrn, que tena a sus rdenes doce mil soldados, no diez mil como se supona, numerosa artillera y ametralladoras, perfectamente fortificado, tanto en las posiciones naturales de la ciudad como en las obras de defensa que expresamente haban construido los federales. En el ataque tomaron participacin: la Divisin del Norte, las fuerzas de Natera y Arrieta y la Brigada Triana, estimndose el efectivo de las tropas revolucionarias en diecisis mil hombres. El enemigo dej en poder de los vencedores doce mil rifles muser, doce caones, varias ametralladoras y seis mil prisioneros, habindose recogido del campo de batalla cuatro mil ochocientos treinta y siete cadveres federales. Puede decirse que toda la guarnicin federal sucumbi, pues Medina Barrn, Argumedo y otros generales apenas pudieron escapar con trescientos hombres rumbo a Aguascalientes. Por parte de las fuerzas constitucionalistas hubo que lamentarse la muerte, en uno de los combates, del general Trinidad Rodrguez, y la del general Toribio Ortega, quien sucumbi en Chihuahua a los pocos das de la cada de Zacatecas, vctima del tifus que se desarroll en la ciudad como consecuencia de la terrible mortandad.Tambin debemos mencionar la batalla de Orendin en que las fuerzas constitucionalistas de Obregn aniquilaron a una columna federal de ocho mil hombres. Esta batalla tuvo lugar los das 6 y 7 de julio e hizo posible que al da siguiente ocuparan los revolucionarios, ya sin combatir, la ciudad de Guadalajara, la ms importante despus de la de Mxico, pues los federales la haban evacuado la noche anterior.La capital de San Luis Potos la ocuparon los constitucionalistas el 18 de junio, sin necesidad de combatir. Primero entraron las fuerzas del general Alberto Carrera Torres y muy poco despus las del general Eulalio Gutirrez.El mismo Carrera Torres se adueo de la capital de Guanajuato el 29 del mes antes citado.Dos das antes las avanzadas de la Divisin del Noreste mandadas por el general Francisco Murgua ocuparon la ciudad de Quertaro, que como es bien sabido se encuentra solamente a un poco ms de 200 kilmetros de la capital de la Repblica por carretera.Debemos agregar que ya para mediados de julio de 1914 todas las ciudades fronterizas de los Estados Unidos estaban en poder de la Revolucin, lo mismo que todo el Norte, casi todo el Centro y una parte del Sur. En estas condiciones Victoriano Huerta, el soldado traidor, ya no pudo resistir ms; y con fecha 15 de ese mes de julio, trgico para l, present su renuncia a la Presidencia de la Repblica ante el Congreso ilegal que haba nombrado a fines de octubre de 1913. Un da antes parti rumbo a Puerto Mxico a fin de embarcarse y abandonar para siempre el territorio nacional.Queremos insistir en algo que ya se ha escrito en captulos anteriores. Nos referimos a la afirmacin de que en la etapa constitucionalista del movimiento revolucionario, es decir, en la pugna contra el Gobierno de Huerta, se vio desde luego que asuma las caractersticas de una lucha de clases. Y por estimarlo necesario y oportuno queremos repetir que apoyaron al Gobierno Huerta inmediatamente despus del cuartelazo de la Ciudadela, el ejrcito pretoriano del general Daz, el Clero y la grande mediana burguesa nacional y extranjera. Con Carranza, Zapata y los dems caudillos se fueron sumando individuos de la clase popular y unos cuantos intelectuales pertenecientes a la clase media. En consecuencia, los dos campos quedaron desde un principio deslindados con claridad meridiana. Y siguiendo al doctor Jos Mara Luis Mora, podemos decir que del lado de Huerta estaban los partidarios del retroceso y del de Carranza los amigos del progreso. En lenguaje contemporneo cabe usar los vocablos derecha e izquierda; la derecha apoyada a la dictadura huertista y la izquierda a la Revolucin.Alguna vez el escritor dominicano Pedro Henrquez Urea, dijo que la historia de Mxico haba sido siempre una lucha entre el peladsimo honrado y el decentismo ladrn. Nosotros agregamos que el mal ha consistido en que muy a menudo los pelados se han vuelto personas decentes con todas sus consecuencias.Ahora bien, al ocupar los revolucionarios al principio de la contienda un pequeo poblado o una poblacin de cinto a diez mil habitantes, muchas veces despus de sangrienta lucha, se enteraban de que los ricos y los miembros del Clero haban sido sus ms enconados enemigos. Esto se repiti en todas partes desde marzo de 1913 hasta el mes de agosto de 1914. Inevitablemente fue creciendo cada vez ms el odio de las huestes revolucionarias hacia unos y otros. Por su parte, las personas ricas al saber que los constitucionalistas o los zapatistas se aproximaban en nmero considerable a las poblaciones medianas o pequeas en que habitaban, huan a la capital de Estado o de la capital del Estado a la de la Repblica, segn los casos. Y por regla general al apoderarse los soldados de la Revolucin de los centros urbanos, sus jefes y oficiales ocupaban, para vivir en ellas, las casas ms o menos suntuosas, los palacetes o palacios de la minora acaudalada. En no 36 pocas ciudades importantes, como Monterrey y San Luis, todos o casi todos los componentes del Clero fueron expulsados del pas.Empero, es pertinente aclarar aqu despacio y con el mayor nfasis, porque presenciamos los hechos, que no es cierto que los revolucionarios eran contrarios a la doctrina de Cristo. Nada de eso. Millares de soldados al entrar triunfantes a una plaza ostentaban en los sombreros la imagen de la Virgen de Guadalupe o de algn santo consagrado por la Iglesia Catlica. Los revolucionarios, o mejor dicho para ser precisos los jefes y oficiales revolucionarios eran anticlericales por la simple razn de que los clrigos los haban combatido con saa, y porque algunos de estos jefes y oficiales conocan ms o menos bien la historia de Mxico. Saban que lo mismo en las guerras por la Independencia que en las de la Reforma, el Clero mexicano estuvo siempre del lado de la riqueza y en contra de la case econmicamente ms dbil. No podemos negar que las pasiones muchas veces se desbordaron como siempre ha ocurrido y ocurre en las guerras civiles. De los crmenes y arbitrariedades del huertismo ya nos hemos ocupado; mas ahora debemos agregar que tambin los hubo en el campo revolucionario, sin que podamos dictaminar si en mayor o en menor escala. En ocasiones al ocupar una plaza los caudillos de la Revolucin con sus tropas, eran fusilados los enemigos reconocidos que no haban podido escapar. Sin embargo, con excepciones lamentables, no se torturaba al adversario ni hubo actos sistemticos de crueldad como ha sucedido en otros pases en aos posteriores. Adems, bueno es apuntarlo, siempre se respet la vida de la mujer. En conclusin puede asegurarse que las torturas como sistema y la sistematizacin de la crueldad no se emplearon en Mxico durante la Revolucin.Pasando a otro asunto nos parece de inters recordar que el Primer Jefe del Ejrcito Constitucionalista, antes de llegar a la capital de la Repblica, demostr su preocupacin por dos problemas fundamentales: el del petrleo y el agrario. Con respecto al primer problema, orden el 21 de julio de 1914 que se cobrara un derecho de $0.10 en oro por cada tonelada de petrleo que se exportara; y en relacin con el segundo problema, dispuso con fecha 6 de agosto del ao mencionado, que los gobernadores constitucionalistas de los Estados en poder de la Revolucin, reunieran el mayor nmero de datos e informes sobre la cuestin agraria, pues deba reconocerse que era un arduo problema de urgente necesidad que deba resolverse al triunfo de la causa revolucionaria. Estas dos disposiciones de la primera jefatura desmienten una vez ms a quienes han escrito que al seor Carranza no le importaban los problemas vitales de la nacin, los de carcter econmico y social.Victoriano Huerta, ocupmonos una vez ms de este personaje sombro, acudi, antes de renunciar a la Presidencia, al conocido expediente de nombrar secretario de Relaciones al licenciado Francisco Carvajal, quien de conformidad con la Constitucin de 1857, ocup la silla presidencial pensando en la posibilidad de llegar a una transaccin con los victoriosos caudillos revolucionarios. stos dominaban ya a fines de julio y comienzos de agosto ms de las dos terceras partes de la Repblica, y hubiera sido estupidez inaudita tomar en serio a un Gobierno sin ningn arraigo popular y prcticamente vencido. Los generales lvaro Obregn y Lucio Blanco se situaron en Teoloyucan, a 30 kilmetros de la capital, con el propsito de tomarla si era menester a sangre y fuego. Carvajal tambin renunci, y se dio prisa para escapar al extranjero. De suerte que el Gobierno originado en el Pacto de la Embajada se qued acfalo y sin ms camino que pactar su rendicin incondicional. Con este propsito salieron de la ciudad de Mxico para Teoloyucan los seores general Gustavo Salas, vicealmirante Otn Blanco, Eduardo Iturbide, Alfredo Robles Domnguez y varios representantes diplomticos. Pero dejemos una vez ms la palabra al licenciado Jorge Vera Estaol. De su libro ya citado tomamos lo que a continuacin se transcribe:Carvajal intenta de nuevo obtener garantas; Gustavo Salas, comisionado de la Secretara de Guerra, y Eduardo Iturbide, gobernador del Distrito Federal, acompaados de los representantes diplomticos del Brasil, Guatemala, Francia e Inglaterra y del agente revolucionario Alfredo Robles Domnguez, se encaminan rumbo a Teoloyucan a conferenciar con Carranza y con los dos jefes militares lvaro Obregn y Lucio Blanco.Salas lleva el encargo de proponer, por va de capitulacin, que los federales evacuaran la plaza de Mxico, dirigindose sobre la lnea del Ferrocarril Mexicano, rumbo a Puebla, con armas y pertrechos, para que al establecerse el nuevo Gobierno con la Presidencia provisional de Carranza, todos los contingentes federales queden a sus rdenes, bajo la condicin de una amnista general por razn de delitos polticos.Iturbide va a solicitar garantas para la poblacin civil y a concertar la forma de hacer el servicio de polica urbana y de proteger a la ciudad contra la temida onda zapatista.Despus de humillantes esperas y desaires, que se extienden a los agentes diplomticos del squito, y de mantener preso a Iturbide, al fin se abren las Plticas, interrumpindose por algunas horas para que los comisionados puedan dar cuenta de que los revolucionarios exigen que las fuerzas evacuantes no lleven consigo artillera, ni parque de reserva.Carvajal resuelve en esta sazn abandonar el puesto y dirigirse a Veracruz, a cuyo efecto nombra a Refugio Velasco comandante general del Ejrcito y le entrega la situacin. Bajo estos auspicios se celebra ese mismo da el convenio de Teoloyucan.El gobernador del Distrito con la gendarmera a sus rdenes cuidar del orden en la ciudad de Mxico, hasta que las fuerzas revolucionarias entren a tomar posesin.Los federales evacuarn inmediatamente la capital con rumbo a Puebla, en grupos no mayores de 5000 hombres, sin artillera ni parque de reserva; se reconocern sus grados a los jefes y oficiales del Ejrcito, quedando stos y aqullos bajo las rdenes del Gobierno que se organice por la Revolucin; las guarniciones de Manzanillo, Crdoba, Jalapa, Chiapas, Tabasco, Campeche y Yucatn sern disueltas y desarmadas; los buques de guerra en el Golfo de Mxico y en el Pacfico se concentrarn respectivamente en Coatzacoalcos y Manzanillo.Tal es el convenio que generalmente se conoce como el origen de la disolucin del Gobierno claudicante y del Ejrcito y de cuyas consecuencias alternativamente se hacen responsables a Carvajal y a Velasco.El relato de Vera Estaol es fiel en trminos generales, aun cuando no oculta su filiacin poltica reaccionaria. Desde luego, segn otros informes que tenemos a la vista, no es cierto lo de la descortesa de los jefes del ejrcito triunfante. Empero si por falta de cortesa se entiende la actitud tajante de don Venustiano Carranza ante la impertinencia del ministro del Brasil que exiga garantas no slo para los extranjeros sino tambin para los mexicanos radicados en la ciudad de Mxico, entonces tenemos que dar la razn al referido letrado. A este propsito el general Juan Barragn, muy probablemente testigo presencial de los hechos, cuenta el siguiente dilogo entre el seor Carranza y el seor J.M. Cardoso de Oliveira, decano del cuerpo diplomtico acreditado ante el Gobierno de Huerta:Cambiados los saludos de rigor, el seor Cardoso Oliveira inici la pltica diciendo al seor Carranza: En representacin de mis colegas exijo de usted amplias garantas para los extranjeros y para los nacionales de la ciudad de Mxico. Si usted se compromete formalmente a otorgarlas, yo pondr toda mi influencia para que se rinda la capital...-Un momento, seor Ministro interrumpi el seor Carranza-: puede usted contar con toda clase de garantas para los extranjeros que residen en la ciudad de Mxico; pero respecto a los nacionales, no le reconozco a usted ningn derecho para venir a pedir garantas para ellos, ni para que en su calidad de representante extranjero venga usted a inmiscuirse en asuntos que son nicamente de la competencia de nosotros, los mexicanos.Como el seor Cardoso de Oliveira tratara de insistir, el Primer Jefe lo interrumpi dicindole: Hemos terminado la conferencia, seor Ministro, lo que oblig al impertinente diplomtico a retirarse...Aqu debemos reconocer que la prenda ms sobresaliente de don Venustiano Carranza en toda su actitud poltica e independientemente de sus errores, fue defender sin vacilacin la dignidad y la soberana de la nacin.Al fin, el 15 de agosto de 1914, entr a la ciudad de Mxico el general lvaro Obregn, comandando una parte de su ejrcito, sin haber perdido l jams una batalla. Cinco das despus lleg a la capital el Primer Jefe del Ejrcito Constitucionalista.Victoriano Huerta haba fracasado en su intento de establecer la paz sin ms recursos que la fuerza militar, la violencia, la arbitrariedad y el asesinato; haba fracasado en su intento de retroceder en la historia. l despreci al pueblo y el pueblo en armas lo venci. Y ya no mencionaremos ms el nombre de ese personaje siniestro que es mancha indeleble en la historia doliente de nuestro Mxico.El seor Carranza y los principales jefes de su ejrcito que le acompaaron fueron recibidos con entusiasmo desbordante entre vtores y aplausos por los capitalinos.Es fama que siempre han recibido as a todos los triunfadores. Ignoraban que gruesas nubes se acumulaban en el horizonte, anuncio de nuevas tormentas, de nuevas desgracias para Mxico.

LA NOTA DEL SEOR CARRANZA AL PRESIDENTE WILSON CON MOTIVO DE LA OCUPACIN DE VERACRUZChihuahua, 22 de abril de 1914. Seor cnsul J. C. Carothers. C. Jurez. En contestacin al mensaje del seor secretario Bryan, que me fue comunicado por su conducto, srvase usted transcribir a dicho seor Bryan la siguiente nota dirigida al seor Presidente Wilson:En espera de la resolucin que el Senado americano diera al mensaje que Vuestra Excelencia le dirigi con motivo del lamentable incidente ocurrido entre la tripulacin de una lancha del acorazado Dolphin y soldados del usurpador Victoriano Huerta, se han ejecutado actos de hostilidad por las fuerzas de mar, bajo el mando del almirante Fletcher, en el puerto de Veracruz. Y ante esta violacin de la soberana nacional, que el Gobierno constitucionalista no esperaba de un Gobierno que ha reiterado sus deseos de mantener la paz con el pueblo de Mxico, cumplo con un deber de elevado patriotismo al dirigiros la presente nota para agotar todos los medios honorables, antes de que dos pueblos honrados rompan las relaciones pacficas que todava los unen.La nacin mexicana, el verdadero pueblo de Mxico, no ha reconocido como a su mandatario al hombre que ha pretendido lanzar una afrenta sobre su vida nacional, ahogando en sangre sus libres instituciones. En consecuencia, los hechos del usurpador Huerta y sus cmplices no significan actos legtimos de soberana; no constituyen funciones verdaderas de derecho pblico interior ni exterior, y menos an representan los sentimientos de la nacin mexicana, que son de confraternidad hacia el pueblo norteamericano.La posicin de Victoriano Huerta en lo que concierne a las relaciones de Mxico con los Estados Unidos, as como con la Argentina, Chile, Brasil y Cuba, ha quedado firmemente establecida con la actitud justiciera de los gobiernos de estas naciones, al negar su reconocimiento al usurpador, prestando de este modo a la noble causa que represento un valioso apoyo moral.El ttulo usurpado de Presidente de la Repblica no puede investir al general Huerta de la facultad de recibir una demanda de reparacin de parte del Gobierno de los Estados Unidos, ni de otorgar una satisfaccin si ella es debida.Victoriano Huerta es un delincuente que cae bajo la jurisdiccin del Gobierno constitucionalista, hoy el nico, por las circunstancias anormales del pas, que representa la soberana nacional de acuerdo con el espritu del artculo 128 de la Constitucin Poltica Mexicana. Los actos ilegales cometidos por el usurpador y sus parciales y los que an pueden perpetrar, ya sean de carcter internacional, como los acaecidos en el puerto de Tampico, ya sean de orden interior, sern juzgados y castigados con inflexibilidad y en breve plazo por los tribunales del Gobierno constitucionalista. Los actos propios de Victoriano Huerta nunca sern suficientes para envolver al pueblo mexicano en una guerra desastrosa con los Estados Unidos, por que no hay solidaridad alguna entre el llamado Gobierno de Victoriano Huerta y la nacin mexicana, por la razn fundamental de que l no es el rgano legtimo de la soberana nacional. Mas la invasin de nuestro territorio, la permanencia de vuestras fuerzas en el puerto de Veracruz, o la violacin de los derechos que informan nuestra existencia como Estado soberano, libre e independiente, s nos arrastrara a una guerra desigual pero digna, que hasta hoy queremos evitar.Ante esta situacin real por que atraviesa Mxico, dbil, hoy ms que nunca, despus de tres aos de sangrienta lucha, comparada con la formidable de la nacin americana; y considerando los hechos acaecidos en Veracruz como atentatorios en el ms alto grado para la dignidad e independencia de Mxico y en pugna con vuestras reiteradas declaraciones de no desear romper el estado de paz y amistad con la nacin mexicana, y en contradiccin tambin con la resolucin del Senado de vuestro pas que acaba de declarar que los Estados Unidos no asumen ninguna actitud contra el pueblo mexicano ni tienen propsito de hacerle la guerra; considerando igualmente que los actos de hostilidad ya cumplidos exceden a lo que la equidad exige para el fin perseguido, el cual puede considerarse satisfecho; no siendo por otra parte el usurpador de Mxico a quien en todo caso competera otorgar una reparacin, interpreto los sentimientos de la gran mayora del pueblo mexicano que es tan celoso de sus derechos como respetuoso ante los derechos ajenos, y os invito a suspender los actos de hostilidad ya iniciados, ordenando a vuestras fuerzas la desocupacin de los lugares que se encuentran en su poder, en el puerto de Veracruz, y a formular ante el Gobierno constitucionalista que represento, como Gobernador Constitucional del Estado de Coahuila y jefe del Ejrcito Constitucionalista, la demanda del Gobierno de los Estado Unidos originada por sucesos acaecidos en el puerto de Tampico, en la seguridad de que esa demanda ser considerada con un espritu de la ms alta justicia y conciliacin. El Gobernador Constitucional del Estado de Coahuila y Primer Jefe del Ejrcito Constitucionalista, V. Carranza.

CAMBIO DE NOTAS ENTRE REPRESENTANTES DEL GOBIERNO DE HUERTA Y EL DE WASHINGTON DE 12 Y 15 DE JUNIO DE 1914, RESPECTIVAMENTEMemorndum del 12 de junio de 1914 presentado por la delegacin mexicana a la delegacin americana en Niagara Falls.Las proposiciones presentadas por la delegacin americana demuestran que el fin de su poltica es dar el triunfo incondicional y absoluto a la Revolucin, con lo cual toma a su cargo la direccin de los asuntos interiores de Mxico, adopta resueltamente el cambio de la intervencin inmediata en su direccin y por consiguiente acepta la responsabilidad del nuevo orden de cosas.El gobierno americano, por medio de su delegacin, quiere: primero, que el Presidente provisional sea un constitucionalista; segundo, que la junta electoral tenga mayora de constitucionalistas; tercero, que las fuerzas de mar y tierra americanas permanezcan en territorio y aguas jurisdiccionales de Mxico por un tiempo que el Gobierno de Washington puede hacer indefinido y prolongar hasta la poca de la eleccin. Todo esto significa el derecho de imponer un Presidente en la eleccin prxima; porque si todos los elementos del Gobierno provisional han de ser revolucionarios, la libertad electoral ser una superchera.Por este motivo la delegacin mexicana ha declarado a los mediadores, desde luego, que rechaza la proposicin de entregar el Gobierno de Mxico a un constitucionalista, y que la rechaza por su propia cuenta sin consultar al Gobierno de Mxico, porque no consiente tomar participacin ninguna en los manejos necesarios para que el Gobierno de Washington imponga un Presidente en Mxico.Por qu el Gobierno de Washington objeta el establecimiento de un Gobierno provisorio neutral que los mediadores propusieron y la delegacin mexicana acept desde luego? Todos contestarn a esta pregunta, diciendo que es porque que es porque el Gobierno de Washington no quiere la libertad electoral en Mxico. Es evidente que una eleccin libre en un pueblo no ejercitado en el sufragio slo puede realizarse presidida por un Gobierno imparcial. El establecimiento del Gobierno neutral es lo nico que puede proponerse con lealtad para con el pueblo mexicano, cuyo beneficio ha alegado constantemente el Presidente Wilson como motivo de su actitud. Si se trata realmente del bien del pueblo mexicano, hay que preguntarle a ese pueblo cmo lo entiende y no imponrselo a la fuerza.Si el sentimiento nacional favorece a Carranza, no hay para qu manchar su eleccin con la sospecha de la superchera o de la violencia, ni con la ostentacin de la intervencin americana. Carranza elevado a la primera magistratura por el sentimiento nacional, manifestado en la eleccin libre, podr ser un Presidente respetable, capaz de unificar el espritu pblico y de asentar las bases de la pacificacin definitiva de Mxico; elevado por una maniobra convencional de Washington, ser un Presidente con el peor desprestigio, imposibilitado para el bien y contra el cual se alzar el clamor popular para acusarlo de traicin y de sumisin perpetua a las rdenes de la Casa Blanca.En resumen, la cuestin es de poca importancia, segn las concepciones del Gobierno americano, porque es de forma: Carranza llegar a la Presidencia de Mxico, segn se afirma, de todas maneras; la forma que se discute es, si se llega a ese fin por medio de un Gobierno provisional rebelde que imponga la eleccin o por medio de un Gobierno provisional neutral que presida honrada e imparcialmente la eleccin. Y si la cuestin es de mera forma, es inconcebible que baste para romper la conferencia y para empujar a los combatientes en luchas sangrientas que seguirn desolando a Mxico.Estas razones nos impiden tambin aceptar la proposicin que establece una junta electoral con mayora constitucionalista y por tanto creada expresamente para dar el triunfo a un partido determinado.Las mismas razones nos impiden aceptar la proposicin que prolonga indefinidamente la permanencia de las fuerzas navales en aguas de Mxico y las que tiene en la ciudad de Veracruz. Las elecciones de Mxico no pueden ni deben hacerse bajo un aparato de presin material sobre un pueblo.[Carta del 15 de junio de 1914 del delegado americano J. R. Lamar al delegado mexicano Emilio Rabasa, en respuesta al memorndum precedente]:Se recibi su nota de 12 de junio con el memorndum anexo. Consigna usted en l ampliamente sus objeciones al plan que los representantes americanos presentaron a la junta de mediadores.El presidente [Wilson] reconoce hechos y ve en los xitos pasados del ejrcito constitucionalista la prueba indisputable de la aprobacin de la nacin mexicana.Nuestro Gobierno slo desea ayudar a conseguir la pacificacin de Mxico. No tiene inters especial en el procedimiento o en la persona que sirva para realizar su gran propsito; y si insiste en algn procedimiento especial o en la seleccin de una clase determinada de hombres, es solamente porque cree que ellos son el nico medio para llegar al fin que desean el pas de ustedes, el nuestro, el de los mediadores y todo el mundo civilizado.De la misma manera, nuestras objeciones al plan propuesto por lo mediadores y aprobado por ustedes se han basado en la profunda conviccin de que la adopcin de ese plan no detendr los progresos del ejrcito victorioso, ni producir esa pronta paz que el Gobierno americano desea tan sinceramente.Conducir esa guerra [la civil de Mxico] a su trmino y restaurar la paz y el Gobierno constitucional son los anhelos del Presidente; y tal fin puede realizarse nicamente consultando los justos deseos de los constitucionalistas, que no slo estn en mayora numrica, sino que son ahora la fuerza dominante en el pas.Si las personas escogidas por lo mediadores para desempear el Gobierno provisional cuentan con la confianza de los constitucionalistas, se dar un gran paso hacia la pacificacin de Mxico y a la vez no ser causa de alarma para quienes ustedes representan, pues que se tiene el propsito de ofrecer una amnista general para todos los delitos polticos y sus conexos. De aceptarse el plan tanto por el general Huerta como por el general Carranza, vendr la cesacin de la lucha. El Gobierno provisional se establecer para mantener el orden, proteger la vida y la propiedad y convocar a una eleccin en la que todo ciudadano con derecho a sufragar puede depositar su voto por el Presidente que quiera.Por otra parte, si se aceptara el plan que ustedes sostienen y se eligiese un neutral como Presidente interino, no habramos logrado ningn resultado prctico, sino que tendramos que enfrentarnos con el hecho insuperable de que los constitucionalistas, ahora casi completamente triunfantes, rechazarn el plan, repudiarn al hombre y seguirn adelante con renovado celo hacia la ciudad de Mxico, con toda la prdida consiguiente de sangre y vidas.Es tan evidente la conveniencia de elegir un constitucionalista, que parece aceptarse como necesario y expeditivo que el Presidente provisional provenga de dicha faccin, aunque ustedes agregan que debiera ser alguno que, aunque miembro de ella, haya sido de tal modo inactivo que deba clasificarse como neutral. Pero evidentemente, en una contienda como la que se ha entablado en Mxico por varios aos, debe suponerse racionalmente y aun necesariamente que todos los hombres inteligentes de cierta prominencia estn de corazn de uno o del otro lado y el pas tendr razn para cuestionar el patriotismo de cualquier mexicano que no haya dado color en semejante contienda... Por tanto, debe procurarse, no encontrar un neutral, sino alguno cuya actitud en las cuestiones fundamentales lo haga aceptable a los constitucionalistas, a la vez que por su carcter, reputacin y conducta sea aceptable al partido opuesto. Ese hombre, y slo ese hombre, puede racionalmente tener expectativas de gozar de la confianza y respeto del pas entero...Al objetar la proposicin de la proyectada junta electoral ustedes olvidan completamente el hecho de que todas las precedentes elecciones en Mxico se han llevado a cabo bajo la vigilancia de un solo miembro del Gabinete, representante del partido dominante. Por analoga la prxima eleccin debiera ser vigilada por un funcionario nico, representante del partido constitucionalista. A evitar las justas crticas contra este procedimiento tiende el plan de los representantes americanos; cuyo intento es que esta eleccin, la ms importante en la historia de Mxico, sea vigilada por una junta compuesta de representantes de ambos partidos polticos.Es cierto que en el plan americano se propone que la mayora de la junta sea constitucionalista, pero tal cosa se debe a que este ltimo partido representa ahora el sentimiento de la mayora del pueblo de Mxico...Los Estados Unidos han entrado a la mediacin con la esperanza de que ella conduzca a la paz y la paz a la prosperidad. Con ese solo fin a la vista ha sido formulado el plan que proponen los representantes americanos y sobre el cal debemos insistir...

CAPTULO III

Las dificultades entre Carranza y Villa y el Pacto de Torren Fracasan los intentos de advenimiento entre constitucionalistas y zapatistas. El general Obregn a punto de ser asesinado por Villa, quien desconoce la autoridad del seor Carranza el 22 de septiembre de 1914. Decretos de varios gobernadores constitucionalistas a favor del proletariado de las ciudades y de los campos. Propaganda socialista y del sindicalismo revolucionario. La convencin de Mxico y la de Aguascalientes. En sta se desconoce a Carranza y comienza la lucha de las facciones. Anarqua en la ciudad de Mxico. El presidente provisional Eulalio Gutirrez huye de la capital rumbo al Norte, es derrotado y se rinde a Carranza. El primer Jefe legisla desde Veracruz. La ley de 6 de enero de 1915. Obregn ocupa de nuevo la capital de la Repblica y despus se dirige al Norte con poderoso ejrcito a combatir a Villa. Los batallones rojos de la Casa del Obrero Mundial.Desde el once de marzo de 1914 surgieron dificultades entre el seor Carranza y el general villa. ste haba ordenado el fusilamiento, por algn motivo balad, del general Manuel Chao, gobernador de Chihuahua. Al saberlo el Primer Jefe llam a Villa e impidi el atentado. Se refiere que la escena fue violenta y que Villa obedeci a regaadientes. Posteriormente, sobre todo despus de la toma de Torren, el jefe de la Divisin del Norte sola ser descorts con don Venustiano y poner objeciones a sus rdenes. Por lo tanto, puede decirse que a principios de junio de 1914 las relaciones entre Carranza y Villa no eran del todo amigables.Villa era un hombre violento, impulsivo rudo e inculto. Lo de su rudeza e incultura le consta al autor de este libro personalmente por haberlo tratado en dos ocasiones: una en la poblacin de Aguascalientes y la otra en la de Len. Al efe de la aguerrida Divisin del Norte lo haban mareado sus victorias militares y el grupo de polticos que le rodeaba, hacindole creer que su significacin en la guerra civil superaba en mucho a la del Primer Jefe del Ejrcito Constitucionalista. Por otra lado, los peridicos de los Estados Unidos, como ya se hizo notar en captulo anterior, se haban ocupado y se ocupaban de Villa en trminos hiperblicos, presentndolo a sus lectores con elogios desorbitados cual si se tratara de uno de esos personajes fabulosos de que se habla en antiguas leyendas. Si a lo anterior se agrega que mandaba un ejrcito de ms de 20,000 soldados, fcilmente se comprender su soberbia sin medida y el despertar de su ambicin.En cambio don Venustiano Carranza posea una buena cultura, particularmente histrica, y perteneca a la clase media acomodada de su Estado natal. Era un hombre reposado, sereno, enrgico y muy celoso de su autoridad de Primer Jefe; tal vez pueda decirse que en ocasiones era inflexible y obstinado. Es un viejo terco, solan decir aun sus ms cercanos partidarios y amigos.Entre estos dos hombres tan dismbolos, tan opuestos, no era posible que durara la armona. Carranza desconfiaba de Villa y Villa de Carranza.Las dificultades se agudizaron en el curso de la primera quincena de junio con motivo del ataque a la ciudad de Zacatecas. Carranza no quera que Villa tomara la plaza al frente de sus fuerzas y Villa quera ser el hroe, quera aadir una victoria ms a sus laureles. Hubo varias conferencias telegrficas entre el uno y el otro. Don Venustiano estaba en Saltillo y el General Villa en Torren. El resultado fue gravsimo: la insubordinacin de todos los jefes de la Divisin del Norte. Zacatecas, ya lo sabemos, fue tomada a sangre y fuego el 23 de junio, gracias a la estrategia y al empuje de los que se haban insubordinado a la Primera Jefatura. Sin embargo, el general Villa dio al seor Carranza parte de la toma de la plaza; permiti que quedara en ella como gobernador y comandante militar el general Pnfilo Natera, designado por el Primer Jefe, y regres con sus tropas a Torren.Ahora bien, como por entonces todava el constitucionalismo tena enemigo al frente y de seguro tambin por razones de patriotismo, los jefes de la Divisin del Norte, de igual manera que los de la Divisin del Noreste, interpusieron sus buenos oficios para zanjar las dificultades existentes entre el Primer Jefe del Ejrcito Constitucionalista y el jefe de la Divisin del Norte. Por fortuna la gestin tuvo xito y se convino en celebrar negociaciones en la ciudad de Torren. Don Venustiano nombr como representantes de la Divisin del Noreste a los generales Antonio I. Villarreal, Cesreo Castro y Luis Caballero; Villa design con el mismo carcter al general Jos Isabel Robles, al doctor Manuel Silva y al ingeniero Manuel Bonilla. Despus de arduas discusiones durante cinco das se firm el 8 de julio de 1914 el documento denominado Pacto de Torren. En este documento la Divisin del Norte reiter solemnemente su adhesin a la Primera Jefatura, rectificando en consecuencia su actitud anterior, con lo cual qued resuelto el grave problema suscitado semanas antes. En tal virtud se lleg de nuevo a la unidad del Ejrcito Constitucionalista bajo el mando supremo de don Venustiano Carranza, por lo menos transitoriamente.Entre las varias clusulas aprobadas, a nosotros nos importa de manera especial, por su contenido econmico, social y poltico, destacar las que a continuacin transcribimos:Siendo la actual contienda una lucha de los desheredados contra los abusos de los poderosos, y comprendiendo que las causas de las desgracias que afligen al pas emanan del pretorianismo, de la plutocracia y de la clereca, las divisiones del Norte y del Noreste se comprometen solemnemente a combatir hasta que desaparezca por completo el Ejrcito ex federal, el que ser sustituido por el Ejrcito Constitucionalista, a implantar en nuestra nacin el rgimen democrtico; a procurar el bienestar de los obreros; a emancipar econmicamente a los campesinos, haciendo una distribucin equitativa de las tierras o por otros medios que tiendan a la resolucin del problema agrario, y a corregir, castigar y exigir las debidas responsabilidades a los miembros del Clero catlico romano que material e intelectualmente hayan ayudado al usurpador Victoriano Huerta. Se ve con claridad, una vez ms, el hondo inters de los revolucionarios por resolver, al llegar el triunfo decisivo, los problemas fundamentales que agitaban a la nacin.El seor Carranza sin ocultar a sus amigos ms prximos su escepticismo sobre la conducta futura de Villa, aprob tcitamente, de seguro por razones polticas y estratgicas del momento, el Pacto de Torren.Segn las clusulas 5 y 6 del Plan de Guadalupe, al tomar los constitucionalistas la capital de la Repblica, el seor Carranza o quien lo sustituyera en el mando supremo deba asumir el poder como Presidente interino. Carranza, por razones que desconocemos, no quiso que se llamara Presidente, sino Primer Jefe del Ejecutivo Constitucionalista Encargado del Poder Ejecutivo de la Unin. Pero desde luego se instal en el Palacio Nacional y designo a sus ms cercanos colaboradores con el carcter de Subsecretarios u Oficiales Mayores encargados de las diferentes Secretaras. He aqu su Gabinete:Relaciones, licenciado Isidro Fabela; Gobernacin, licenciado Eliseo Arredondo; Hacienda, ingeniero Felcitos Villarreal; Comunicaciones, ingeniero Ignacio Bonillas; Instruccin Pblica y Bellas Artes, ingeniero Flix F. Palavicini; Fomento, Colonizacin e Industria, ingeniero Pastor Rouaix; Guerra y Marina, general Jacinto B. Trevio, y Justicia, licenciado Manuel Escudero Verdugo. Uno de los primeros pasos que dio don Venustiano fue procurar entenderse con los zapatistas. Con tal objeto comision a los seores general Antonio I. Villarreal y licenciado Luis Cabrera para trasladarse a Cuernavaca a conferenciar con el general Zapata y sus consejeros. Las conferencias se iniciaron el 28 de agosto de 1914 en la poblacin mencionada. Del lado de los surianos, adems de Zapata, estuvieron presentes entre otros los generales Manuel V. Palafox, Alfredo Serratos y el licenciado Antonio Daz Soto y Gama. Los zapatistas se mostraron intransigentes, manifestando que la nica base de paz entre los revolucionarios del Norte y los del Sur deba consistir en la absoluta sumisin de los constitucionalistas al Plan de Ayala en todas sus partes, tanto en lo relativo a los principios como en cuanto a los procedimientos polticos de su idealizacin y en cuanto a la jefatura de la Revolucin. Las pretensiones resultaban desorbitadas y absurdas, entre otras razones porque la derrota del ejrcito federal y la huida del soldado traidor que usurp el poder no fue obra de los surianos sino de los constitucionalistas, veinte veces ms fuertes en nmero de soldados y pertrechos de guerra que aqullos. Apenas el 13 de agosto los zapatistas tomaron Cuernavaca, precisamente el mismo da en que se firmaban los tratados de Teoloyucan y cuando los constitucionalistas eran dueos de dos tercios del pas. Cmo iba a someterse Carranza a Zapata en tales condiciones? El Primer Jefe del Ejrcito Constitucionalista estaba dispuesto a tomar en consideracin el Plan de Ayala y buscar la solucin del problema de la tenencia de la tierra en todo el territorio nacional; mas no estaba dispuesto, lgicamente, a subordinarse a un campesino iletrado, dbil, debilsimo desde el punto de vista militar frente a las poderosas divisiones que haban hecho trizas al no menos poderoso ejrcito huertista. Tampoco poda aceptar incondicionalmente el Plan de Ayala, cuyas deficiencias e impracticabilidad hicimos notar en uno de los captulos precedentes. En fin, la ruda intransigencia de Manuel V. Palafox y de su jefe fueron la causa desdichada del fracaso de las negociaciones. Pocos das despus comenzaron las hostilidades entre constitucionalistas y zapatistas.El 15 de septiembre al anochecer se recibi en Mxico nota telegrfica del Departamento de Estado anunciando la pronta desocupacin de Veracruz por las tropas norteamericanas. A las 11 de la noche en la tradicional ceremonia del Grito, ceremonia que como es bien sabido recuerda el principio de la lucha por nuestra independencia, el seor Carranza, con apoyo en dicha nota, la anunci al pueblo reunido en la inmensa plaza desde el balcn central del Palacio Nacional. La noticia produjo desbordante alegra, aplausos entusiastas y gritos alborozados de la muchedumbre. Iba a concluir la infamia perpetrada el 21 de abril. Desgraciadamente todava transcurrieron algo ms de dos meses. Los invasores abandonaron el puerto el 23 de noviembre, siete meses despus de haber hollado nuestro suelo.En vista de que no obstante los arreglos de Torren a que hizo mencin en prrafos anteriores, la conducta del jefe de la Divisin del Norte apareca cada vez ms sospechosa, el general lvaro Obregn se traslad a la ciudad de Chihuahua para conversar con el famoso guerrillero. En la primera visita las relaciones entre los dos militares fueron amistosas y juntos pasaron al Estado de Sonora con el objeto de resolver las dificultades existentes entre el gobernador Maytorena, que se haba tornado villista, y el coronel Plutarco Elas Calles, carrancista. El arreglo fracas a la postre por la perfidia de Maytorena. No obstante, por lo menos en apariencia Villa continu mostrndose amigo de Obregn. ste, despus de pasar unas horas en Mxico regres a Chihuahua a mediados de septiembre con el fin patritico de ejercer presin en Villa para que aceptara la invitacin del seor Carranza a concurrir acompaado de sus generales a la Convencin de jefes constitucionalistas que habra de iniciar sus labores en la capital el 1 de octubre de ese ao de 1914.El conflicto sonorense se agudizaba. Ahora entre Maytorena, Calles y el general Benjamn Hill. Francisco Villa, siempre suspicaz y con frecuencia violento y colrico, crey que Obregn azuzaba contra el gobernador de Sonora a Hill y a Calles; y el 17 de septiembre y en los das subsecuentes estuvo en varias ocasiones a punto de asesinar al divisionario sonorense. Pero este episodio tiene caracteres tan dramticos y pinta con tal fidelidad el carcter de Francisco Villa, que nos parece conveniente dejar el relato de los sucesos al propio Obregn, tomndolo de su libro Ocho mil Kilmetros en campaa. Dice As:Al entrar en la habitacin e que Villa se encontraba, ste se levant de su asiento, sin ocultar su indignacin, desde luego me dijo:- El general Hill est creyendo que conmigo van a jugar... es usted un traidor, a quien voy a mandar pasar por las armas en este momento.Y dirigindose entonces a su secretario, seor Aguirre Benavides, que estaba en la pieza contigua presenciando estos hechos, le dijo:- Telegrafe usted al general Hill, en nombre de Obregn, que salga inmediatamente para Casas Grandes.Luego se dirigi nuevamente a m, y me pregunt:- Pasamos ese telegrama? A lo que contest:- Pueden pasarlo.En seguida de obtener mi respuesta, Villa se dirigi a uno de sus escribientes ordenndole:- Pida por telfono veinte hombres de la escolta de Dorados, al mando del mayorCaedo, para fusilar a este traidor.Entonces mi dirig a Villa dicindole:- Desde que puse mi vida al servicio de la Revolucin, he considerado que ser una fortuna para m perderla.Aguirre Benavides, que haba previsto los acontecimientos, haba llamado violentamente al general Madero, y ste se encontraba ya tambin en la pieza contigua, dndose cuenta de los hechos relatados.A propsito del mayor Caedo, que debera mandar la escolta para mi ejecucin, debo consignar que anteriormente haba pertenecido al Cuerpo de Ejrcito de mi mando, del que por disposicin ma, fue dado de baja, expulsndolo de Sonora, por indigno de pertenecer a nuestro ejrcito.En los momentos que yo replicaba al amago de Villa, y cuando quiz estuve en peligro de ser asesinado por l mismo, como en muchos casos lleg a hacerlo con otros, se introdujo en la pieza contigua el llamado general y doctor Felipe Dussart individuo a quien yo en Sonora haba destituido de nuestras filas, por indigno de pertenecer al Ejrcito Constitucionalista-, quien haciendo a Villa una seal, empez a aplaudirlo, dando algunos saltos, para demostrar su regocijo por mi prxima ejecucin, y exclamando: -Bravo, bravo, mi general...!; as se necesita que obre usted.Fue tal la indignacin que Villa experiment contra aquel ser despreciable que iba a festejarse de mi ejecucin, que llev sobre l su furia dicindole:-Largo de aqu, bribn, fantoche, porque lo corro a patadas!Mientras se registraba aquel sainete entre Villa y Dussart, yo continuaba paseando a lo largo del cuarto.Cuando Villa hubo lanzado fuera a Dussart, volvi a mi compaa, y los dos seguimos dando vueltas por la pieza.La furia de aquel hombre lo estaba haciendo perder el control de sus nervios, y a cada momento haca movimientos que denunciaban su excitacin.A m no me quedaba ms recurso que llevar al nimo de Villa la idea de que me causara un bien con asesinarme, y con este propsito, cada vez que l me deca: Ahorita lo voy a fusilar, yo le contestaba:- A m, personalmente, me hace un bien, porque con esa muerte me van a dar una personalidad que no tengo, y el nico perjudicado en este caso ser usted.La escolta haba llegado ya.A mis oficiales los tenan detenidos en la pieza que se me haba preparado como recmara, y slo faltaba la ltima palabra de Villa.ste continuaba, a mi lado, pasendose por la pieza, cuando repentinamente se separ, dirigindose hacia el interior de la casa.Al cuarto contiguo, donde se encontraban al principio Aguirre Benavides y el general Madero, haban llegado Fierro y algunos otros satlites de Villa, de los que como Fierro- se distinguieron siempre por su aficin al crimen.El tiempo transcurra, y nuestra situacin no variaba en nada.Cuando todo estaba listo para nuestra ejecucin, lleg el agente especial del Gobierno de los Estados Unidos, Mr. Canova, seguramente con intencin de entrevistar a Villa; pero tuvo que regresarse sin hacerlo, porque no le permitieron franquear la puerta de la casa.La noticia de la orden para nuestro fusilamiento haba cundido ya por toda la ciudad, y grupos de curiosos se reunan en los contornos de la casa de Villa para presenciar las ejecuciones.Haba transcurrido una hora, cando Villa hizo retirar la escolta y levantar la guardia que tenamos a la puerta.Como a las 6:30p.m. entr a la pieza y, tomando asiento, me invit a que me sentara a su lado.Nunca haba estado yo ms consecuente en atender una invitacin. En seguida tom asiento en el sof que Villa me sealo al invitarme.Villa con una emocin que cualquiera hubiera credo real, en tono compungido, me dijo: -Francisco Villa no es un traidor; Francisco Villa no mata a hombres indefensos, y menos a ti, compaerito, que eres un husped mo. Yo te voy a probar que Pancho Villa es hombre, y si Carranza no lo respeta, sabr cumplir con los deberes de la patria.Aquella emocin tan bien fingida continu en creciente, hasta que el llanto apag su voz por completo, siguindose a esto un silencio prolongado, el que vino a turbar un mozo, que de improviso entr en la habitacin y dijo: -Ya est la cena.Villa se levant y, enjugando su llanto, me dijo: -Vente a cenar, compaerito, que ya todo pas. Confieso que yo no participaba de la opinin de Villa de que todo haba pasado, pues en m no suceda lo mismo, porque el miedo ni siquiera empezaba a declinar.No obstante aquella escena finalmente emotiva, Villa tuvo en jaque a Obregn durante los ocho das posteriores, resultado de las encontradas influencias que en l ejercan sus amigos ms cercanos, una veces volva a pensar en fusilar al divisionario sonorense, otras en ponerlo en libertad. Del 17 al 24 de septiembre, Obregn estuvo en manos de Vill