Jesús no estés tan cerca de mí

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JESÚS NO ESTÉS TAN CERCA DE MÍ (Extraído del libro Quiero que crean en mí de P. Tomás Lorente) La ofrenda de la viuda Les aseguro que esta viuda pobre ha dado más que todas ellas (Marcos 12, 43B)

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JESÚS NO ESTÉS TAN CERCA DE MÍ(Extraído del libro Quiero que crean en mí de P. Tomás Lorente)

La ofrenda de la viudaLes aseguro que esta viuda pobre ha dado más que todas ellas (Marcos 12, 43B)

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Ante la lectura del evangelio estamos tentados a tirar la toalla. No creíamos, Maestro, que eras capaz de estar ahí, justo en la puerta y mirando dónde la gente echa las monedas. Miras a todos. Ves al rico que cree que se compra el Templo y, como siempre, miras al que nada tiene, ves a esa pobre viuda. Dio dos moneditas. Nada para el que no sabe mirar y todo para el que mira como tú.

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Me gustaría saber para donde miraban tus discípulos. Puede ser que no se dieran cuenta. Es cierto que si algo ellos saben es dar, pero aún no están convencidos del por qué dan. Jesús se para frente a ellos. Les enseña mirar las pequeñas cosas, historias de hombres, Jesús aprovecha la circunstancia para dejarnos una lección: Aprendan a observar antes de emitir juicios.

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Aprendan a mirar como yo he mirado y ¿saben lo que vi? A una pobre viuda que ha puesto dos moneditas. Era todo lo que tenía para comer. No dio de lo que le sobraba. Dio lo que tenía. No lo hizo para que la viesen y la reconociesen como santa, lo hizo porque se fiaba de Dios. Y Dios ¿qué solución tendrá? Es cierto que no debemos mirar a la Providencia como un seguro de vida pero sí podemos mirar a Dios para que nos aseguremos la felicidad en esta tierra y la Vida eterna.

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Dos actitudes en dos personajes bien extremos nos muestran nuestra realidad. Los maestros de la ley, que saben mucho del amor a Dios y al prójimo pero ignoran que con mucho saber no es suficiente. Es más, creen que con poner el diezmo, que es mucho, han cumplido. Es cierto que cumplían con la ley, pero no con Dios Amor, que ha sido tan generoso con su pueblo elegido. No advirtieron que quien estaba en la puerta mirando era Jesús que ve los corazones y no lo engañan los ruidos de las monedas sino el latir del corazón que se desgasta amando.

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Aquí está la viuda, la que nada tiene, la pobre, la que es excluida y, además, la no bendecida por Dios. No tenía planes de trabajar, vivía de la limosna. Pertenecía al grupo de los totalmente excluidos de lo material. Hasta parece mentira que una viuda anciana se acerque al Templo. No lleva vistosas vestimentas sino sólo vestidos gastados. Qué lástima que no fue a Prüne para que la mirasen todos y posiblemente, aunque la limosna era pequeña, quedaría bien ante todos, ante una sociedad “careta”.

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¿Pero saben una cosa? Hay una persona que la miró y la miró muy bien y puede ser que sin darse cuenta, volviese a casa con el gran vestido del amor y, como la viuda de Sarepta, tendría el pan que llene su vida y estará sin nada que le impida volar a la casa del Padre. No nos suena nada más que a una historia y como una vez me dijo una abuela al contarle esto: Está loca. Es cierto que parece eso pero en la historia ha habido muchos locos. Miremos a Francisco de Asís cuando se quita la ropa para regalársela a su padre. Le manifiesta que nada de él le queda sino que todo lo que tiene es de Dios.

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No quería que alguien esté pensando que hoy digo

esto para tener una buena colecta. Qué pobres

seríamos si eso fuese lo que aprendemos de una

viuda. Qué necios, porque seríamos como el

maestro de la ley. No es una homilía para moverles

el corazón y conseguir que corran a mí para darme

todo.

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Estoy hablando de lo que dijo al principio, que tenemos miedo de que Jesús esté tan cerca de nosotros. Él sabe dónde tengo el corazón y eso, a veces, me asusta. Sabe que me gusta que me vean los demás pero no él. Me cuesta dar y más si es algo costoso. Doy de lo que me sobra o lo que ni siquiera me importa. Tengo que ser una persona más generosa con lo que Dios me ha dado. Él es el dueño.

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Él se quedará en la puerta de nuestras vidas y mirará nuestros corazones con lo poco que tenemos, con lo poco que somos, con lo poco que hacemos, y como la viuda, lo pondremos todo en nuestras manos para que Él vea que es todo lo que tenemos.Ojalá entre en nuestro corazón para que nos haga generosos en el dar y grandes a la hora de agradecer. Como el anciano jubilado que vivía en una pobre pensión, y el resto lo ponía en el banco del cielo, como solía decir, o sea en los Fondos de Inversión del Reino De Dios, para destinarlo a los pobres. La lección es dar de lo que necesitamos y dar gratis, sin esperar nada a cambio.

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Toma, hermano, sin medidacuanto quieras para ti,que cuando salga de aquí,para comprarme otra vida,sólo tendré lo que te di.

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