Jesucristo habría estado en podemos
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PEDRO SIMÓN MADRID
PABLO IGLESIAS:
«JESUCRISTO HABRÍA ESTADO EN PODEMOS» EN CAMISA DE ONCE VARAS. Se llama como el verdadero, se hizo verbo
con la religión catódica, tiene pintas de Cristo y ha venido a montar el ídem.
Podemos es plural, las siete letras del crucigrama del 15-M, el champú
anticasta que le pone los pelos como escarpias al poder.
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Toc, toc.
Pregunta.–¿Se puede?
Respuesta.–Claro que se puede.
(...)
Llega la hora acordada, son las
tres de la tarde en punto y
Pablo Iglesias renuncia al
segundo plato y al postre para
alimentar al periodista. Es un
hombre de palabra, fiel a ella: dice que no se ha comido ni una col en Bruselas.
P.–Le propongo un reto: no puede decir las palabras casta, oligarquía, bancos ni élites.
R.–Acepto. Hay muchos sinónimos.
P.–¿Y qué le decimos a la gente del CNI que escucha esta conversación con un micro en el
florero?
R.–Que se relajen, que se sirvan un café y que escuchen con calma. Desde que vi La vida de
los otros, siento mucha solidaridad con los que tienen que ganarse un salario escuchando las
conversaciones de los demás. Ablandar el corazón de un agente secreto es una de las
imágenes más bellas que uno puede encontrarse.
P.–Como dijo Joaquín Reyes, ¿su sentido arácnido social le avisa de que se está cometiendo
alguna injusticia en el Estado español?
R.–Joaquín Reyes me clavó imitándome, y fue un honor. Pero más que el sentido arácnido, yo
esto lo veo en la prensa: lo de que se están cometiendo injusticias todo el tiempo.
P.–¿Jesucristo era de cruces o más bien de círculos?
R.–Jesucristo sería de círculos, habría estado en Podemos.
P.–¿En qué es de derechas?
R.–¿En qué soy yo de derechas?
P.–Eso.
R.–Fíjate, me voy a mojar. Tengo algo en común con los conservadores: me gusta la mano
dura. Pero no me gusta la mano dura contra los débiles, sino contra los poderosos.
P.–¿Cómo ve que los agentes de movilidad acosen a las pobres sexagenarias que aparcan
mal?
R.–Me parece terrible. Las sexagenarias deberían organizarse en sindicatos y defender sus
derechos frente a los agentes de movilidad machistas que las acosan y las persiguen en la Gran
Vía.
P.–¿A qué se hincha en verano?
R.–A leer [con ansia]. Y a ver películas y series. Querría revisitar The Wire, Juego de Tronos,
Treme, la versión inglesa de House of Cards, Mad men... No sé si voy a tener tiempo para ver
todo...
P.–¿Qué pasará con su futuro si continúan sacándole su pasado?
R.–Nada. Mi pasado nunca ha sido secreto. Yo estoy tranquilo. Los que no lo están son los que
mandan y gobiernan sin haberse presentado a unas elecciones.
P.–Si boxeara le diría que tiene buen gancho pero poco encaje...
R.–A mí me gustaba mucho Ali, el primer Ali, el del juego de piernas, el que bailaba, el que era
más rápido, el que inventaba cosas que nadie había inventado en el boxeo. Hay que ser
prudente. De momento las encajo bien, pero todos somos humanos y los golpes nos pueden
llegar a doler.
P.–Decía Toynbee que el mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que
serán gobernados por personas que sí se interesan.
R.–Efectivamente. Si no haces política, te la hacen otros. Y cuando te la hacen otros, te pueden
robar los derechos, la democracia e incluso la cartera.
P.–La coleta de Pablo Iglesias más la barba de Anguita. Eso sí que sería un desmelene.
R.–¿Verdad? A Julio le admiro muchísimo, hablo con él con frecuencia y es una de las
opiniones que más tengo en cuenta. Pero él es, ante todo, un hombre leal, y aunque pueda
estar en desacuerdo con algunas cosas de IU, es de IU. Y yo admiro eso.
P.–¿Han venido a tomar el poder o el pelo?
R.–Nadie puede tomar el poder a nivel individual. Allende les decía a los jóvenes más radicales:
hemos tomado el gobierno pero no hemos tomado el poder. La Historia la cambian los pueblos.
P.–Y de pequeño, ¿a los reyes les pedía regalos o república?
R.–Regalos. Por supuesto. Recuerdo un regalo que mi padre se hizo a sí mismo: con cuatro
años me regaló un Scalextric que yo, con esa edad, no era capaz ni de montar ni de manejar. El
que jugaba era él.
P.–¿Qué le han ofrecido y ha rechazado?
R.–La verdad es que nada. Hay muchas personas que nos escriben y nos dicen que han
recuperado la ilusión. Y eso es maravilloso. Cada vez somos un actor político más ineludible.
Pero no nos vamos a conformar con ser una fuerza subalterna. Estamos aquí para formar parte
del cambio político que es necesario. Y para eso es pertinente seguir trabajando en fórmulas de
convergencia y empoderamiento de la gente.
P.–Amanece en una isla desierta y detrás de un palmera aparece Esperanza Aguirre. ¿Qué
hace?
R.–[Risas] Bueno, si estamos los dos en la isla desierta habría que tratar de convivir, habría que
organizarse para ver cómo nos alimentábamos y esas cosas. Seguro que habría humor. Allí no
podría regalarles contratos a sus amigos.
P.–¿Le habría gustado controlarme las preguntas en nombre de mi independencia?
R.–En ningún caso. Habría sido una entrevista mucho peor. Si en algo tienen que trabajar los
poderes públicos es en garantizar la independencia de los periodistas. Sería terrible que alguien
le condicionara a usted las preguntas.