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Jesús, El Profeta Profeta Erwin Cano Escuela para Profetas Guatemala, 10 de agosto del Año De La Revelación www.ebenezer.org.gt 1 La escritura nos deja ver en los evangelios cómo el Señor Jesús se movió en el ministerio profético, lo cual nos deja un parámetro de cómo debe ser nuestro desarrollo en este ministerio. Juan 6:14 (LBLA) La gente entonces, al ver la señal que Jesús había hecho, decía: Verdaderamente este es el Profeta que había de venir al mundo. Al leer los versos anteriores a este, vemos que se había dado el milagro de la multiplicación de los panes, esto quiere decir que el Señor multiplicará el rhema que nos dé para compartir, de tal forma que alcanzará a todos los que nos escuchen, según su necesidad. La abundancia de pan (palabra) debe ser una señal del ministerio profético. Lucas 7:39 (LBLA) Pero al ver esto el fariseo que le había invitado, dijo para sí: Si éste fuera un profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, que es una pecadora. El Señor conociendo los pensamientos de aquel hombre no se defendió porque sabía quién lo había llamado, más bien defendió a la que estaba adorándole. Cuando adoramos al Señor, Él es el que nos defiende. Un verdadero profeta no utiliza el don que Dios le ha dado para sus fines propios, de tal forma que si Dios ha depositado ese don sobre nuestra vida, es necesario que lo usemos para darle la gloria a Él, y no para manipular a nadie, pues el don de Dios fue dado para capacitar a los santos y edificar al cuerpo de Cristo. Mateo 21:11 (BMN) Y la gente respondía: "Éste es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea". Esta gente reconoció a Jesús como profeta luego de que entrara en Jerusalén, y toda la ciudad le alabó. Es necesario que alabemos y adoremos al Señor, que le demos la gloria solo a Él. Si Cristo fue reconocido como enviado del Señor, también nos pueden reconocer de esa forma, si nos conducimos como a Él le agrada, pues el verdadero profeta es reconocido como vaso de Dios porque edifica al Cuerpo de Cristo, sin embargo el falso tiene fama humana, que él mismo ha propiciado conforme a sus intereses. Juan 12:14-15 (LBLA) Jesús, hallando un asnillo, se montó en él; como está escrito: [15] NO TEMAS, HIJA DE SION; HE AQUI, TU REY VIENE, MONTADO EN UN POLLINO DE ASNA. Para que Jesús entrara en Jerusalén y fuera reconocido como profeta, se montó en un asnillo. Sabemos que el asno es figura de nuestro carácter, el cual Dios debe domar en nosotros para que no sea nuestra voluntad quien nos gobierne, sino Él. Lucas 7:16 (LBLA) El temor se apoderó de todos, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta ha surgido entre nosotros, y: Dios ha visitado a su pueblo. Reconocemos que Dios nos está visitado pero debemos cuidarnos y no sonreírle al pecado, pues debemos buscar constantemente la santidad, sin la cual no veremos al Señor. El oficio profético debe cumplir con lo que cumplió el Señor Jesús. El Profeta debe cumplir con las cosas que Jesús como profeta hizo, una de ella fue resucitar a los que están dormidos (Lucas

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La escritura nos deja ver en los evangelios cómo el Señor Jesús se movió en el ministerio profético, lo cual nos deja un parámetro de cómo debe ser nuestro desarrollo en este ministerio. Juan 6:14 (LBLA) La gente entonces, al ver la señal que Jesús había hecho, decía: Verdaderamente este es el Profeta que había de venir al mundo. Al leer los versos anteriores a este, vemos que se había dado el milagro de la multiplicación de los panes, esto quiere decir que el Señor multiplicará el rhema que nos dé para compartir, de tal forma que alcanzará a todos los que nos escuchen, según su necesidad. La abundancia de pan (palabra) debe ser una señal del ministerio profético. Lucas 7:39 (LBLA) Pero al ver esto el fariseo que le había invitado, dijo para sí: Si éste fuera un profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, que es una pecadora. El Señor conociendo los pensamientos de aquel hombre no se defendió porque sabía quién lo había llamado, más bien defendió a la que estaba adorándole. Cuando adoramos al Señor, Él es el que nos defiende. Un verdadero profeta no utiliza el don que Dios le ha dado para sus fines propios, de tal forma que si Dios ha depositado ese don sobre nuestra vida, es necesario que lo usemos para darle la gloria a Él, y no para manipular a nadie, pues el don de Dios fue dado para capacitar a los santos y edificar al cuerpo de Cristo. Mateo 21:11 (BMN) Y la gente respondía: "Éste es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea". Esta gente reconoció a Jesús como profeta luego de que entrara en Jerusalén, y toda la ciudad le alabó. Es necesario que alabemos y adoremos al Señor, que le demos la gloria solo a Él. Si Cristo fue reconocido como enviado del Señor, también nos pueden reconocer de esa forma, si nos conducimos como a Él le agrada, pues el verdadero profeta es reconocido como vaso de Dios porque edifica al Cuerpo de Cristo, sin embargo el falso tiene fama humana, que él mismo ha propiciado conforme a sus intereses. Juan 12:14-15 (LBLA) Jesús, hallando un asnillo, se montó en él; como está escrito: [15] NO TEMAS, HIJA DE SION; HE AQUI, TU REY VIENE, MONTADO EN UN POLLINO DE ASNA. Para que Jesús entrara en Jerusalén y fuera reconocido como profeta, se montó en un asnillo. Sabemos que el asno es figura de nuestro carácter, el cual Dios debe domar en nosotros para que no sea nuestra voluntad quien nos gobierne, sino Él. Lucas 7:16 (LBLA) El temor se apoderó de todos, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta ha surgido entre nosotros, y: Dios ha visitado a su pueblo. Reconocemos que Dios nos está visitado pero debemos cuidarnos y no sonreírle al pecado, pues debemos buscar constantemente la santidad, sin la cual no veremos al Señor. El oficio profético debe cumplir con lo que cumplió el Señor Jesús. El Profeta debe cumplir con las cosas que Jesús como profeta hizo, una de ella fue resucitar a los que están dormidos (Lucas

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7:14). Esas manifestaciones que el Señor hizo se deben derramar en nuestra vida. Jesús El Profeta nos resucitó, pues estábamos muertos en nuestro delitos y pecados, sin embargo debemos creer que también el milagro físico de la resurrección es posible que se manifieste en nuestros tiempos. La resurrección también se refiere a que el profeta debe resucitar las iglesias dormidas, pues a Jesús los reconocieron como profeta porque resucitó al hijo de la viuda y a la hija de Jairo (Lucas 8:54). Juan 4:19 (LBLA) La mujer le dijo: Señor, me parece que tú eres profeta. Cuando leemos el contexto de este verso podemos observar que la mujer que lo reconoció (la Samaritana), estaba necesitada del agua del Espíritu. Juan 4:16 (LBLA) El le dijo: Ve, llama a tu marido y ven acá. En este verso vemos que Jesús el Profeta tiene interés en la restauración familiar, por lo cual el ministerio profético también debe manifestar esa inclinación. Juan 6:14 (LBLA) La gente entonces, al ver la señal que Jesús había hecho, decía: Verdaderamente este es el Profeta que había de venir al mundo. Esta gente fue la que Cristo alimentó después de la multiplicación de los panes y los peces. Los que vieron esos milagros estaban reposados, y fueron saciados, nada de lo que les dieron se desperdició sino que recogieron lo que sobró. Los cinco panes nos hablan de la autoridad de los cinco ministerios que Dios dejó y que deben trabajar juntos en este tiempo final. Juan 7:40 (LBLA) Entonces algunos de la multitud, cuando oyeron estas palabras, decían: Verdaderamente este es el Profeta. En esta ocasión la multitud reconoció a Jesús como profeta, luego de que el hablara de la llenura del Espíritu Santo; necesitamos que el Espíritu fluya como ríos de agua de vida desde nuestro interior y que cuando profeticemos se manifieste esa llenura, de tal forma que lo que hablemos provenga de Dios. Juan 9:17 (LBLA) Entonces dijeron otra vez al ciego: ¿Qué dices tú de El, ya que te abrió los ojos? Y él dijo: Es un profeta. Necesitamos que Dios nos abra los ojos espirituales, pues es el único que lo puede hacer para que la revelación del Señor venga sobre nosotros. El Señor también es capaz de restaurar nuestra visión física. Pidamos al Señor que todas las manifestaciones que Jesús tuvo como profeta vengan sobre nosotros para que nos desarrollemos adecuadamente en el ministerio que Cristo nos ha confiado.