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JAVIER GURRUCHAGA NO CONSIGUE MANTENER RELACIONES ESTABLES Javier se lia cansado de recibir a la prensa en U suite del hotel que su nueva discogràfica había reservado para las en- trevistas y sugiere que nos veamos en su casa. Hacia allí subimos, por escalones in- creíblemente desgastados y pasillos som- bríos. Javier tiene los dos pisos de una planta, uno reservado para almacén y otro habilitado como residencia. Habitaciones inmensas, de suelo ondulante, con decora- ción ecléctica: un mueble-televisor de los cincuenta, alacenas del siglo XVIIl, mani- quíes, art déco. En las paredes, grabados eróticos, carteles cinematográficos, publi- cidad añeja, fotografías y carteles de Ta- mara de Lempicka. Buen anfitrión, Javier muestra su sancta sanctorura: un enorme dormitorio, donde la cama está rodeada de hardware audiovisual; aunque el orgullo principal del propietario es la bibhoteca, una estancia aprovechada hasta el techo, cuidadosamente ordenada, donde predo- minan los libros antiguos y los volúmenes gráficos. Hay un aire a casa recién insta- lada. Pilar, una señora atareadísima, se mueve de un rincón a otro, controlando la lavadora, limpiando los rincones y solici- tando instrucciones urgentes. Javier consi- gue que los visitantes se sientan a gusto en tan pintoresco espacio. —¿Puedes definir tu situación res- pecto a la Mondragón? -N o prescindo de la Orquesta; han sido 14 años de dar vueltas. La que pasa es que quería cantar algo más propio, me- ne» supeditado a lo teatral, así que decié' sacar el nuevo LP bajo mi nombre, ya que contiene historias más personales, de amo- res y desamores, olvidiidome del circo, -¿Y actuarás como Javier Gurru* chaga? —Claro, me lo pide el cuerpo. En cuanto termine el Mundial, saldré a la ca- rretera. Haré canciones de este LP y lo más rockero del repertorio de la Mondra- gón. Para mí, esta etapa es un relax, una vuelta a las raíces. Hay muchas referencias a Elvis, los Beatles, L¿u Reed, los Doors. Eric Qapton... todas intencionadas, que conste. —Has cambiado de multinacionai. De EMI a CBS... -L a ley de la oferta y la demanda. En CBS me pom'an mejores condiciones, ha- bía mayor entusiasmo y... —¿Pieu-sas aprovechar su infraestruc - tura para saltar a Hispanoamérica? -Y a he estado en Argentina, Perú, Chile y México. Pero no me quedé muy satisfecho: fuimos Popotxo y yo, y nos pu- sieron unos músicos cuya ¿dad media era de 65 años. ¡Tremendo! Quiero volver, pero con todos los medios a mi favor. —¿Alguna sorpresa en los nuevos conciertos? -S í, la chica que canta, Michelle Mac- Cain. ¡Imagínate encontrarte a una Aretha Franklin que vive en Mallorca! Está ca- sada con un chico de a E Una voz increí- ble, además de una profesional tremenda. Estábamos en Londres grabando el vídeo para “Ganaré” y resulta que hubo que ha- cerle la ropa sobre la marcha: a las siete de la mañana terminaban de vestirla y a las ocho empezábamos a grabar. Para mí, ella ha sido un gran estímulo: siempre he que- rido tener ese punto negro en la música que tanto me fascinó en los años sesenta. —¿IVIaquinas algo en cine o teatro? -Estoy hablando con M ipel Narros para montar “El mercader de Venecia” o “La viuda alegre’', este último con Ana Be- lén y Miguel Bosé, un musical que me ape- tecería muchísimo, pero depende de com- patibilizar las fechas libres de cada uno. En cine, Gonzalo Suárez quiere hacer algo conmigo, tal vez una versión de “Dr. Jel^U y Mr. Hyde”. Me encantaría. Espero que no quede como otra charla más en un bar. —¿Te dejó mal recuerdo ei pinchazo de “Bésame, tonta”? —Desde luego. Era un crío y no me daba cuenta de muchas cosas. Por ejem- plo, aunque tengas un guión de Rafael Az- cona y actores fabulosos como Femando Fernán Gómez o Esperanza Roy, es inútil querer filmar una película musical su- pliendo la ausencia de dinero con primeros planos. También hubo mala suerte: musi- cahnente, las canciones iban de «swing», pero nos adelantamos. Dos años después empezaron a triunfar Joe Jackson o Kid TEXTO DIEGO A. MANRIQUE FOTOS JOSE ANTONIO ROJO, DOMINGO J. CASAS FUERA DEL ESCENARIO, ES UN PERSONAJE RETRAIDO Y SUSPICAZ. LE MOLESTA QUE LE TRATEN COMO A UN GRACIOSO PROFESIONAL Y QUIERE SER RECONOCIDO COMO CANTANTE. SIN EMBARGO, UNO DIRIA QUE LE INTERESA MAS LA LITERATURA Y LAS ARTES VISUALES QUE LA MUSICA, DONDE SIGUE FIEL A LOS CLASICOS DE DE- CADAS PASADAS. EN SU CASA DE MADRID, CONVERTIDA EN UN VERDADERO ALMA- CEN DE FETICHES, JAVIER GURRUCHAGA NOS HABLO DE SU VIDA Y DE SU CARRERA.

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JAVIERGURRUCHAGA

NO CONSIGUE MANTENER RELACIONES ESTABLESJavier se lia cansado de recibir a la

prensa en U suite del hotel que su nueva discogràfica había reservado para las en­trevistas y sugiere que nos veamos en su casa. Hacia allí subimos, por escalones in­creíblemente desgastados y pasillos som­bríos. Javier tiene los dos pisos de una planta, uno reservado para almacén y otro habilitado como residencia. Habitaciones inmensas, de suelo ondulante, con decora­ción ecléctica: un mueble-televisor de los cincuenta, alacenas del siglo XVIIl, mani­quíes, art déco. En las paredes, grabados eróticos, carteles cinematográficos, publi­cidad añeja, fotografías y carteles de T a­mara de Lempicka. Buen anfitrión, Javier muestra su sancta sanctorura: un enorme dormitorio, donde la cama está rodeada de hardware audiovisual; aunque el orgullo principal del propietario es la bibhoteca, una estancia aprovechada hasta el techo, cuidadosamente ordenada, donde predo­minan los libros antiguos y los volúmenes gráficos. Hay un aire a casa recién insta­lada. P ilar, una señora ataread ísim a, se mueve de un rincón a otro, controlando la lavadora, limpiando los rincones y solici­tando instrucciones urgentes. Javier consi­gue que los visitantes se sientan a gusto en tan pintoresco espacio.

—¿P u edes d e fin ir tu s ituac ió n re s ­pecto a la Mondragón?

- N o prescindo de la Orquesta; han sido 14 años de dar vueltas. L a que pasa

es que quería cantar algo más propio, me­ne» supeditado a lo teatral, así que decié' sacar el nuevo LP bajo mi nombre, ya que contiene historias más personales, de amo­res y desamores, olvidiidom e del circo,

- ¿ Y ac tu a rá s com o Ja v ie r G urru* chaga?

—C la ro , m e lo p id e el c u e rp o . En cuanto termine el Mundial, saldré a la ca­rretera. Haré canciones de este LP y lo más rockero del repertorio de la Mondra- gón. Para mí, esta etapa es un relax, una vuelta a las raíces. Hay muchas referencias a Elvis, los Beatles, L¿u Reed, los Doors. Eric Q apton... todas intencionadas, que conste.

—Has cambiado de multinacionai. De EMI a CBS...

- L a ley de la oferta y la demanda. En CBS me pom'an mejores condiciones, ha­bía mayor entusiasmo y...

—¿Pieu-sas aprovechar su infraestruc­tura para saltar a Hispanoamérica?

- Y a he e stad o en A rgen tin a , Perú , Chile y México. Pero no m e quedé muy satisfecho: fuimos Popotxo y yo, y nos pu­sieron unos músicos cuya ¿dad media era de 65 años. ¡Tremendo! Quiero volver, pero con todos los medios a mi favor.

—¿A lg un a so rp re sa en lo s nuevos conciertos?

- S í , la chica que canta, Michelle Mac- Cain. ¡Imagínate encontrarte a una Aretha Franklin que vive en Mallorca! Está ca­

sada con un chico de a E U na voz increí­ble, además de una profesional tremenda. Estábamos en Londres grabando el vídeo para “Ganaré” y resulta que hubo que ha­cerle la ropa sobre la marcha: a las siete de la mañana terminaban de vestirla y a las ocho empezábamos a grabar. Para mí, ella ha sido un gran estímulo: siempre he que­rido tener ese punto negro en la música que tanto me fascinó en los años sesenta.

—¿IVIaquinas algo en cine o teatro?-E s to y hablando con M ip e l Narros

para montar “El mercader de Venecia” o “La viuda alegre’', este último con Ana Be­lén y Miguel Bosé, un musical que me ape­tecería muchísimo, pero depende de com- patibilizar las fechas libres de cada uno. En cine, G onzalo Suárez quiere h acer algo conmigo, tal vez una versión de “Dr. Jel^U y Mr. Hyde”. Me encantaría. Espero que no quede como otra charla más en un bar.

—¿Te dejó mal recuerdo ei pinchazo de “Bésame, tonta” ?

—Desde luego. E ra un crío y no me daba cuenta de muchas cosas. Por ejem­plo, aunque tengas un guión de Rafael Az­cona y actores fabulosos como Femando Fernán Gómez o Esperanza Roy, es inútil q u e re r film ar una pelícu la m usical su ­pliendo la ausencia de dinero con primeros planos. También hubo mala suerte: musi- cahnente, las canciones iban de «swing», pero nos adelantamos. Dos años después empezaron a triunfar Joe Jackson o Kid

TEXTO DIEGO A. M ANR IQ UE FOTOS JO SE A N T O N IO ROJO, D O M INGO J. C A SA S

FUERA DEL ESCENARIO, ES UN PERSONAJE RETRAIDO Y SUSPICAZ. LE MOLESTA QUE LE TRATEN COMO A UN GRACIOSO PROFESIONAL Y QUIERE SER RECONOCIDO COMO CANTANTE. SIN EMBARGO, UNO DIRIA QUE LE INTERESA MAS LA LITERATURA Y LAS ARTES VISUALES QUE LA MUSICA, DONDE SIGUE FIEL A LOS CLASICOS DE DE­CADAS PASADAS. EN SU CASA DE MADRID, CONVERTIDA EN UN VERDADERO ALMA­CEN DE FETICHES, JAVIER GURRUCHAGA NOS HABLO DE SU VIDA Y DE SU CARRERA.

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Creole con sonidos similares. Bueno, perdí mucho dinero que había invertido en el proyecto, pero, ya se sabe, en esto pasas por baches y luego le remontas...

—¿Te sigue tentando la teleTÍsión?-C la ro . Tuve verdadera suerte en tra­

ba jar con Pilar M iró , que d ab a m ucho margen de libertad. Luego, llegó un señor que despreciaba lo que yo hacía, «dema­siado fuerte para su sensibilidad!. Ahora ba llegado García Candau y me alegró leer que era un fan de mi música, que tema una coincidencia generacional conm igo. A sí que espero volver, aunque no hay nada fijo; también he tenido conversaciones con televisiones privadas. Tengo mono cató- dio) y muchas ideas en reserva.

—¿Se (e ocurre alguna carrera de otro artista que te resulte particularmente mo­délica, digna de envidia?

—No sé. Las biografías de mis ídolos están llenas de altibajos. F rank S inatra pasó años terribles. Cuando quena hacer cine y se llevaba mal con su discogràfica, tuvo que pelearse para que le dieran un papel en “De aquí a la eternidad”, que le pagaron con una miseria, pero consiguió el Oscar y luego hizo buenas películas como protagonista. En lo musicai, los RoUing Stones son ejemplares: pueden tener cerca de cincuenta años pero ahí están, espléndi­dos de forma. Muy envidiable.

—¿Has tenido ta sensación de que no te toman del lodo en serio, que la repu­tación de showman hace que se menos* precie tu talento » p e a fic o como voca­lista o como actor?

- H a y equivocaciones conmigo. Mucha gente me descubrió con “Viaje con noso­tros” , y piensa que soy un payaso, sin más. Ante todo, soy músico: tengo estudios de música, compongo, toco el saxofón (pero m qor que no me oigas). Creo que soy un buen cantante, sobre todo si me comparas con lo que se oye ahora por la radio. Sí, a veces me da cabreo que no se me reco­nozca, que se olvide que tengo muchas canciones que no son específicamente hu­morísticas. El personaje Javier Gurruchaga ha superado al artista Javier Gurruchaga...

—Sé que te molesta el hecho de que te llamen a programas de TV o radío con el deseo impUdto de que hagas chistes...

—Claro, yo voy de normal y esperan que haga gracias. Trato de estar simpático y afable, pero es un poco terrible... a mí me gustan las coñas preparadas, con guión trabajado. Puedo improvisar pero lo paso mal, psicológicamente me cuesta mucho. Quiero decir, no creo que a Lawrence Oli­vier le exigieran que hiciera de Hamlet en la calle, en los restaurantes, en los retre­tes. A mí me pasa todos los días, Supongo que es el precio que tengo que pagar por ser un showman y un cantante a la v c l

«SE EXAGERA MI GUSTO POR LO EROTICO. LO QUE SI

HAGO ES ALGUNA ESCAPADITAAUN SEX

SHOP. PERO ME ARRUINO. TENGO QUE IR COMO UN

USURERO, CON UNA BOLSA LLENA DE MONEDAS... ALLI

ME HE ENCONTRADO A GENTE MUY INTERESANTE».

Hay gente que me dice: «Cuida tu Imea, no hagas dem asiadas cosas diferentes» . Pero yo soy así

—¿Podemos afirm ar que Ja \ic r G u­rruchaga es eminentemente serio?

- N o , tampoco es eso. Los que me co­nocen saben que puedo ser muy divertido fuera del escenario. Pero no siempre estoy con la risa puesta.

- M e da la sensación de que tus ami* gos pertenecen más a la literatura o las artes escénicas que a la música.

—Lo que pasa es que yo soy un gran ignorante; tengo una cultura básica y ele­mental. Sinceramente, he aprendido más de la gente que hace las letras conmigo que de los músicos. Les quiero mucho a los músicos, pero son más... monotemáti- cos. Sin embargo, con un Gerardo Vera o un Juan Carlos Eguillor descubres mundos insospechados.

—¿Sales mucho por las noches?- E n la líltima temporada, poco: tenía

que terminar el disco. U n disco, por cierto, en el que la noche está muy presente. Ahora vuelvo a salir: las terrazas, el cine. Acabo de ver de nuevo “Senda tenebrosa" e “Imitación de la vida”, espléndidas. Pero todavía no estoy centrado: cuando terminé el disco, decià' que lo que me apetecía era estar solo, sin escuchar música, en silencio.

—A veces, p laceres dom ésticos: el vídeo...

—Me gusta para las cintas musicales, no para el cine. Para mí, el cine es pantalla grande, prefiero guardar las peh'cui^ en la memoria. V er “Quo Vadis" con un Peter Ustinov perdido en el televisor..,

—Lecturas...—Estoy releyendo “Otras voces, otros

ámbitos” . Me gusta mucho Truman Ca­pote, ya sabes que el título del LP, “Mú­sica para camaleones”, es suyo. Después de todo, siempre he jugado al camaleo- nismo... y hay una cita de Capote: «Cama­leones, qué bellas criaturas, qué facilidad para cambiar de color: rojo, lima, rosa, es­pliego. ¿Y sabían ustedes que además les gusta mucho la música?». Creo que mi pú­blico y yo apreciamos a los camaleones, el no ir de piñón fijo por la vida.

—¿Es cierta tu fama de erotómano?—¡Se exagera! T engo cu rio sidades,

como unos cortrometrajes pom o de los años veinte muy divertidos, donde todo va muy rápido. Lo que sí hago es alguna es- capadita a un sex shop. Por qem plo, uno inmenso que han abierto en Atocha, todo muy limpio, en plan supermercado. Ade­más, aUí me he encontrado con Berlanga y gente de lo más internante. Pero te arrui­nas, tienes que ir como un usurero, con una bolsa llena de monedas. Mi pasión son los libros, libros de todo tipo. Colecciono, por ejemplo, las diferentes ediciones de Gulliver...

—Una rata de librería...—Sí. Por ejemplo, acabo de venir de

Londres y aquello es un paraíso. Amargo la vida a los que están conmigo: se van a un pub, yo me pierdo en una librería y aparezco luego con un par de maletas car­gadas de libros. Siento una atracción muy fuerte: delante de un libro apetwiible, pue­do ponerme a sudar, a jadear, me excito. Es como una enfermedad, me gusta estar solo en la librería y descubrirlo todo por mi cuenta. La bibliofilia es un vicio que anastro desde 1981, un contagio de ami­gos como Luis Alberto de Cuenca. En re­alidad, uso el dinero para viajar y comprar libros viejos.

—¿Eres una persona morí)osa?- N o sé si más que el resto de la huma­

nidad. Todos tenemos fascinación por lo raro, lo feo, lo que se sale de lo normal. Hay un accidente en la calle y se forma una multitud esperando ver sangre, cuer­pos rotos, lo que sea.

—¿T e ha ch ocad o a lg o q u e hayas ^isto recientemente en tus viajes?

—Estuve en Estados Unidos y me pare­ció horroroso; incluso en Nueva York se veía la mano del conservadurismo de Rea­gan. Adoro los productos culturales esta­dounidenses, pero prefiero que me lleguen por radio o por televisión. No tengo ganas de vivir de primera mano toda esa porque­ría reaccionaría que los republicanc» han puesto en pie. Tampoco me gusta üiglate- rra: parece una sociedad muy vibrante, pero llegan las ocho de la tarde y se acaba la vida, aquello es un cementerio. Prefiero el Este. Fui con Vicente (Molina Foix) a Budapwt y Praga... ¡fabuloso! Volví car­gado de libros, además baratísimos. Vi ex­posiciones increíbles en unos museos casi dniertos. Y en la calle, un enorme deseo de cambio, un poco como España en la época de Arias Navarro. Además, la gente puede ir vestida pobremente, pero tiene una enorme belleza. ¿Que si hicimos tu­rismo guarro? Sí, fuimos a algunos lugares de «ambiente». Pero fue más emocionante ver la casa natal de Kafka...

—¿Cómo lo haces para m antenerte en

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forma? No veo por aquí ningún aparato de gimnasia...

- D e eso , nada.Todo lo n ás, tomo vitaminas, Pero soy poco c o n s ta n te en e so d e c u id a rm e .A unque tengo m u­chos problemas, a i- mo el insomnio...

—D e b e d e s e r cosa de la soledad.¿ C ó m o a n d a s de amor?

- L a v e rd a d es que llevo varios años sin una relación es­ta b le . Y h ay m o ­mentos en que echo d e m eno s la c o m ­p a ñ ía d e a lg u ie n , aunque también me ev ita m ucho su fri­miento.

—¿Te consideras pasional?

-U h ... no sé que decirte. La verdad es ^ que uno no termina de conocerse. Recuer­do lo que me reí con “El”, aquella peh'aila de Buñuel sobre los celos. Luego, te ves haciendo cosas igual de disparatadas {ges­to de asombro).

—¿Q ué cualidades valoras m is en las mujeres?

- E n las mujeres y los hombres, la sin­ceridad. La disposición para la comunica­ción, el no fingimiento, la capacidad para sintonizar y mantener una agradable con­versación. Me gusta conversar...

—Hablo de cualidades espedficas fe­meninas. Por ejemplo, esa legendaria ca­pacidad para la observación...

—Q aro, claro. Son hstísimas. U n golpe de vista y ya te tienen controlado. A de­más, pueden ser tremendamente crueles. Hablan con una persona y, cuando se va, se dedican a triturarla sin piedad. Impre­sionante, impresionante,

—¿Te imaginas con mi hijo?—Sí, claro, no soy un monstruo. Me

imagino llevándole al cine, comprándole palomitas (pausa). Pero no ahora. No es­toy lo bastante equilibrado.

—¿Te da miedo envejecer?- N o , creo que lo asumo perfectamen­

te. Quiero decir, no pienso en hacerme la dnig ía estética o teñirme el pelo. Me gus­taría ser... más sabio. Calculo que seguiré siendo el mismo: un mirón que extrae in- form adón de todo lo que le rodea.

—¿Un disco para la seducción?—Uh... “Nice’n’easy”, de Frank Sina-

tra. Facilita mucho las cosas.

«DELANTE DE UN LIBRO APETECIBLE, PUEDO PONERME A SUDAR, A

JADEAR, ME EXCITO. ES COMO UNA ENFERMEDAD. ME GUSTA ESTAR SOLO EN

U LIBRERIA Y DESCUBRIRLO TODO POR MI CUENTA. EN REALIDAD, USO EL DINERO PARA VIAJAR Y COMPRAR LIBROS VIEJOS».

9 /Vació en San Sebastián hace 32 años, hijo de ferroviario republicano y madre cocinera. Esludió en un colegio humilde y trabajó en un banco. En 1976, después de ver a los Rolling Sto- nes en Barcelona, fundó la Orquesta Mondragón, agrupación de rock tea- trai que le catapultó a la fama. Hizo una película ( “Bésame, tonta", 1982) de escaso éxito; ha actuado a /av órde­nes de Pedro A Imodóvar y Vicente Arando. Ha sido actor de teatro ( “Los abrazos del pulpo”, de Vicente Molina Foix) y debutó en televisión en “La bola de cristal”, programa infantil-ju- veniL Ya como estrella total, protago­nizó “Viaje con nosotros”, programa que rompió moldes en TVE, y “La úl­tima cena”, un especial fin de año que despertó polémica. En 1990, ha edi­tado el primer disco bajo su propio nombre, “Música para camaleones”. Colecciona gafas, zapatos, camisetas, libros y revistas. Consulta a una bruja y considera que el siete es su número de la suerte.

—¿Te excita al­g u n a c a n ta n te en especial? P o r ejem­plo, Madonna...

—¡O h ! , es u n a chica muy lista, tiene un maravilloso cuer­po, pero... no es bue­na cantante. Prefiero a Tina Tum er, Tma por encima de todo, O a Neneh Cherry, q u e p o se e m u c h a frescura. También a C hrissie H ynde, la de Pretenders.

—¿ Q u é h a r ía s con ellas?

—¡Ah!, no voy a decirte lo que espe­ras. Me gustaría ha­cer una obra musi­cal. P o rq e m p lo ,“El fantasma de la Ope­ra” , pero no con la p a r titu ra de Lloyd Weber, la verdad es que odio a ese hom­b re . Y o a p o s ta r ía

por Elton John como compositor.—¿Vas con regularidad a tu ciudad

n a ta l San Sebastián? ¿Cómo te conside­ran en tu tierra?

—Vuelvo con frecuencia. Es una ciu­d ad m uy h erm o sa y m uy p ro v inc ian a . Quiero decir, que hay gente que me quiere y gente que considera que vivir en Madrid es poco menos que una traición. Pero yo n e ce s ito el a n o n im a to d e u n a c iu d ad grande. Y como te he dicho, incluso en M adrid es d ifícil pasar inadvertido . Es como una pesadilla: el otro é 'a , estaba en Piccadilly Circus y de repente, un grito: «¡Gurruchaaaaaaga!». Eché a correr y me metí en el metro como un loco: si voy a Londres, no quiero ni oír hablar caste­llano. Me niego.

—¿Te preocupa el problema vasco?-T e n g o mis ideas, pero el asunto está

tan enguarrado que me parece inútil ha­blar de ello. Cuando abro el periódico, me salto la política y voy a las páginas de cul­tura. O a las crónicas de toros: me gustan mucho ios toros, el colorido, el ritual, el público...

—Puedes haber huido de San Sebas* tíán, pero yo le veo en el fondo muy nor­teño... cierta timidez, introspección, des­confianza ante el extraño, tormentas en el interior...

-(R isas .) N o sé si hago honor a ese re­trato. Lo cierto es que tengo el carácter de un «casero», el vasco que vive perdido a i el campo. Sí, soy un casero instalado en la capital por los azares de la vida. •