JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO

18
JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO Por Enrique Toral y Fernández de Peñaranda Consejero del I.E.G. E xcelentísimos e iiustrísimos señores, señoras y señores. La mayor honra que puede lograr un giennense, y yo lo soy de corazón y de sangre, es la concesión del premio «Cronista Cazabán», aquel hombre benemérito y bueno que en un ambiente a veces hostil y casi siempre incom- prensivo, supo luchar incesantemente, no sólo por el pasado del antiguo Reino de Jaén, sino también para la mejora de sus instituciones, el fomento de su riqueza y de la justicia social, y esto lo hizo desde su pequeño destino en la Diputación Provincial y fundamentalmente en el ejercicio del perio- dismo, claro es que con las limitaciones propias de su tiempo. Fue amigo de los míos antes de que yo naciera, y uno de los recuerdos de mi infancia era la puntual llegada de los fascículos mensuales de «Don Lope de Sosa», la revista que creó y sostuvo con verdadero sacrificio. Mi padre me los daba a leer, porque era un instrumento de su cariño por la tierra natal, ya que era y se sentía giennense hasta la médula, pues no en balde sus antepasados estaban ya en estas tierras antes del siglo XV. Yo no alcancé a conocer a Cazabán, pero sí tuve estrechísima amistad con un grupo selecto —selectos en rigor lo fueron todos— de sus colabora- dores y amigos. Sean estas pocas palabras de recuerdo cariñoso a aquellas personas que se llamaron Ángel Cruz Rueda, Santiago de Morales Talero (Eseme), Antonio Alcalá Venceslada, Juan Antonio Tamayo y don Luis Muñoz-Cobo y Arredondo, mis maestros y amigos.

Transcript of JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO

Page 1: JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO

JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCASDE IRANZO

Por Enrique Toral y Fernández de Peñaranda Consejero del I.E.G.

Ex c e l e n t ís im o s e iiustrísimos señores, señoras y señores.La mayor honra que puede lograr un giennense, y yo lo soy de corazón

y de sangre, es la concesión del premio «Cronista Cazabán», aquel hombre benemérito y bueno que en un ambiente a veces hostil y casi siempre incom­prensivo, supo luchar incesantemente, no sólo por el pasado del antiguo Reino de Jaén, sino también para la mejora de sus instituciones, el fomento de su riqueza y de la justicia social, y esto lo hizo desde su pequeño destino en la Diputación Provincial y fundamentalmente en el ejercicio del perio­dismo, claro es que con las limitaciones propias de su tiempo.

Fue amigo de los míos antes de que yo naciera, y uno de los recuerdos de mi infancia era la puntual llegada de los fascículos mensuales de «Don Lope de Sosa», la revista que creó y sostuvo con verdadero sacrificio. Mi padre me los daba a leer, porque era un instrumento de su cariño por la tierra natal, ya que era y se sentía giennense hasta la médula, pues no en balde sus antepasados estaban ya en estas tierras antes del siglo XV.

Yo no alcancé a conocer a Cazabán, pero sí tuve estrechísima amistad con un grupo selecto —selectos en rigor lo fueron todos— de sus colabora­dores y amigos. Sean estas pocas palabras de recuerdo cariñoso a aquellas personas que se llamaron Ángel Cruz Rueda, Santiago de Morales Talero (Eseme), Antonio Alcalá Venceslada, Juan Antonio Tamayo y don Luis Muñoz-Cobo y Arredondo, mis maestros y amigos.

Page 2: JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO

14 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES

A todos oí los mayores elogios hacia la figura y la obra de Cazabán, y muchísimas noticias sobre su vida, en especial a mi tío Lorenzo de Llau- der y de Bonilla, fácil poeta y persona excelentísima, no sólo por su título de marqués del Valle de Ribas, sino por su innato señorío giennense, que por cierto no es privativo de ninguna clase social en particular.

Cruz Rueda fue autor, a mi entender, de la mejor biografía de Caza­bán, en su sentido escrito «Cazabán, Maestro de Literatos», palabras de un discípulo en la velada necrológica que celebró la Real Sociedad Españo­la de Amigos del País, de Jaén, el 21 de marzo de 1931, reproducidos des­pués en «Horizontes espirituales», libro de amor a Jaén y sus gentes, y hoy Moreno Bravo en apologético y bien escrito estudio.

La muerte de Cazabán supuso la muerte de «Don Lope de Sosa», lo que era lógico, ya que era su trasunto.

Después de la guerra civil, González López quiso continuarlo; pero no pudo. Con buen acuerdo, la familia Cazabán no consintió en la recreación de la revista muerta definitivamente con su creador. Ante esta negativa na­ció «Paisaje», interesante publicación que no logró llenar su hueco por una simple razón: Le faltaba gracia.

Seguían en Jaén los amigos, los discípulos de Cazabán que tuvieron un designio común; la restauración de los estudios artísticos, literarios e his­tóricos, teniendo muy en cuenta el avance de la ciencia en todas sus mani­festaciones. Así, con el apoyo de la Excma. Diputación Provincial nació el Instituto de Estudios Giennenses, bajo la batuta, entre otros, de don Ra­món Espantaleón Molina, Antonio Alcalá Venceslada y Antonio Vázquez de la Torre, por no citar más que algunos fallecidos. Pronto había de con­tar el Instituto con un gran director, José Antonio de Bonilla y Mir, hom­bre fuente de contraste con el habitual erudito, hombre pozo. A todos aten­día; a todos proporcionaba los datos que se le solicitaban, y este que os ha­bla le debe infinidad de consejos y de alientos, uniendo a los vínculos de la sangre común, el afecto de una pura amistad.

Y en estas tierras conocí personalmente a Elvira Cazabán en 1946. La fiel secretaria de redacción de «Don Lope de Sosa», la compañera y admi­nistradora de su padre, me proporcionó gentilmente los números que me faltaban para completar mi colección, y por las mismas fechas en Úbeda, a Trini, la hija menor de don Alfredo y a su marido, don Pedro Bellón So­la, mis sinceros amigos. Con Trini vi por primera vez, en la antigua Corre­dera de San Fernando, el sencillo monumento que recuerda a las nuevas generaciones que en esa ciudad nació su hijo predilecto, autor, casi niño,

Page 3: JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO

__________ JAÉN y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO 15

de unos buenos para su época, «Apuntes para la Historia de Úbeda», en que tuvo en cuenta libros de tan reciente aparición por entonces como el de Rodríguez Villa sobre don Beltrán de la Cueva, y que habría de ser la primera de sus obras en volumen.

Además de Trini y Pedro Bellón, mantuve estrecha amistad con otros ubetenses preocupados por la cultura, el arte, las costumbres y la historia, a que habían contribuido con la celebración de la reconquista de la ciudad por San Fernando, en 1934. Eran Juan de Dios Peña Bellón, finísimo poeta y excelso médico, Lorenzo Lechuga, Juanito, entonces era Juanito, Pas- quau, y la familia entera del alcalde don Pedro Sola Muñoz, toda desapare­cida de esta vida, pero no de mi emocionado recuerdo. Así apareció Úbeda.

Mención aparte merece Antonio Vera León, que preparaba un índice de «Don Lope de Sosa», que se quedó en proyecto, hoy felizmente realiza­do por Ramón Espantaleón, hijo primogénito de nuestro inolvidable secre­tario general, y del que hablábamos en nuestros paseos al caer de la tarde por la antigua Plaza del Mercado, y es de señalar que Cazabán tomó el for­mato de su revista, de la que con el título de «La Alhambra», publicaba en Granada su gran amigo, don Francisco de Paula Valladar, en su segun­da época, bien que la giennense supera a la granadina, porque Cazabán, además de publicar valiosos artículos de historia, arte o literatura, cultiva­ba con singular gracejo la sección de «Direte Inés la Cosa», que hoy consti­tuye una página importantísima para la historia de la provincia de Jaén. A ella dedicó toda su vida, visitando sus ciudades, villas, pueblos y parajes pintorescos con igual generosidad que a su nativa Úbeda y su adoptiva Jaén, que siempre ocuparon lugar preferente en su gran corazón.

El maestro Cazabán, hoy, sigue vivo y actual en el corazón de los su­yos y en la memoria de los que amamos su obra, no exenta, ¡qué obra hu­mana no los tiene!, de pequeños errores y equivocaciones.

Pero, y esto es así, se ha convertido en mito. Cazabán, por suerte para él, y sobre todo para Jaén, es un mito de trabajo, de perseverancia, de hon­radez, de amor a su tierra chica, a Andalucía y, en fin, a su España.

Por eso, el recibir de vuestras manos el premio Cazaban es la mejor ventura y el mejor pago a la desinteresada labor que en pro de Jaén y de su historia, vengo realizando con mejor o peor fortuna; labor que no es mía, sino vuestra, porque a vosotros va dedicada, en memoria de mis antepasa­dos que vivieron, lucharon o fracasaron en esta tierra.

Page 4: JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO

16 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES

JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS

El reinado de Enrique IV está y quizá estará por mucho tiempo envuel­to en sombras contradictorias, ya que su historia fue escrita —salvo por Enríquez del Castillo— por sus detractores e interesados apologistas de la gran Reina Católica. A medida que se van dando a luz documentos, y se perfilan y esclarecen, aunque en parte sus actos no es posible darnos cuenta de que no todo fue tan perfecto, habiéndose iniciado una reacción en este sentido en que tiene tanta parte Torres Fontes.

Enrique IV reinó casi veinte años, de julio de 1454 a diciembre de 1474, de ellos, los diez primeros de abierta expansión y los postreros de un peno­so sobrevivir.

Para Jaén, este reinado empezó antes, ya que su padre Juan II le dio en señorío sus ciudades y villas en 10 de febrero de 1444, y precisamente con esta donación concluye Argote de Molina su monumental e incompleta «Nobleza de Andalucía». En su casa de su muy amada ciudad de Segovia se educaron muchachos giennenses que fueron primero sus pajes, luego sus donceles y caballeros y al fin sus más leales servidores en un momento, al­gunos, otros para siempre. Argote cita Beltrán de la Cueva, Juan de Pare­ja, Fernando de Pareja, Miguel Lucas, Juan de Valenzuela. Nosotros po­demos agregar muchos más, el comendador Fernando de Quesada, el co­mendador y capitán Sancho de Alfaro, Alfón Díaz del Rincón, su copero mayor, Diego Fernández de Iranzo, comendador de Montizón y Fernando de Cerezo, su camarero de los paños, medio hermanos de Miguel Lucas.

En su guardia mora, el Capitán García de Jaén, que había de mandar trescientos ginetes en la primera entrada de don Enrique como Rey hozo en la Vega granadina, y tantos y tantos otros.

En este llamado por algunos «Principado de Jaén» puso don Enrique mucha ilusión, frecuentó como Príncipe sus caminos y logró la pacifica­ción de los bandos de Baeza y la invasión de los calatravos en la propia ca­pital, en la que fue protagonista de la tradición de la Casa de los Rincones, malamente atribuida al Rey don Pedro.

Prueba de este afecto por Jaén es la merced que siendo Príncipe hizo a la ciudad en 28 de junio de 1453, prorrogando por cinco días la feria de agosto que concluía el día quince, porque ese día se alzaba la Verónica y convenía que la gente no se fuese, ni cometiese desmanes, y ello para que la feria fuera más noble y honrada y porque la ciudad fuese más ennobleci­da y acrecentada, como era siempre su deseo.

Page 5: JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO

JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO 17

Tuvo don Enrique dos validos: los hermanos Juan Pacheco, marqués de Villena y maestre de Santiago, y don Pedro Girón, maestre de Calatra- va. Ambos le traicionaron, pasándose al bando del Príncipe don Alfonso, efímero Rey de Castilla, volviendo después a su servicio el marqués, ya muer­to su hermano el poderoso maestre.

Y en este contexto surge don Miguel Lucas, criado por el Príncipe des­de su más tierna edad y que fuera el único de los personajes por él encum­brados que le fue siempre absolutamente fiel.

* * *

En la paterna biblioteca, entre miles de volúmenes de literatura, ensa­yo y crítica literaria, filosófica o historia, y al lado de los 71 tomos de la biblioteca de autores españoles de Rivadeneyra, magno documento de la cultura española en el siglo x ix , existía un tomo de cerca de 400 páginas en cuarto. Se trataba de la relación de los hechos del condestable don Mi­guel Lucas, publicada por la Real Academia de la Historia en 1855, y debi­da a la diligencia del arabista don Pascual de Gayangos.

Lo leí a muy tierna edad cautivándome su sencillo lenguaje, el amor con que su incógnito autor hablaba del condestable don Miguel Lucas, siem­pre con el trasunto de Jaén, una ciudad pequeña, amurallada, habitada por hombres y mujeres de recia condición, avezados a las luchas con los moros, sus seculares enemigos, por la que desfilan hijos dalgos, ganaderos, labra­dores, curtidores, etc., etc., en un entresijo de clases sociales que la confi­guraban de forma excepcional entre las de su tiempo.

Especial importancia revestían las eruditas notas que cerraban el volu­men, especialmente bien impreso.

Habían de pasar muchos años para que se publicase una segunda y de­finitiva edición debida al maestro de tantas disciplinas, el catedrático y hoy académico de la Real de la Historia, Juan de Mata Carriazo, dentro de la inconclusa por desgracia, «Colección de Crónicas Españolas», de Espasa Calpe, y aunque esta edición fue severamente criticada, y por supuesto sin razón, por don Antonio Ballesteros, lo cierto es que es pieza clave para nues­tros estudios y modelo de transcripción de un texto medieval, siendo ahora tan rara esta edición como la primera, siendo dificilísimo encontrar un ejem­plar en comercio.

Comparando una y otra edición, hay que,dar la razón al maestro Ca­rriazo de los defectos de la primera, pues existe una abismal diferencia en-

Page 6: JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO

18 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES

tre la pureza de la segunda y los errores de la primera.

La Crónica del Condestable, en la versión de Carriazo que utilizo, es ciclópea. En ella está todo, fuera de ella no existe nada. En una pequeña aproximación las gentes de Jaén se dividen en dos bandos; los amigos y los enemigos de don Miguel Lucas. Los primeros son buenos y leales, servido­res del condestable y por ende del Rey don Enrique; los segundos son trai­dores al condestable y, por tanto, al Rey. Allí están todos para mayor glo­ria del vencedor no otro que el propio condestable.

Empero, la realidad es mucho más rica y a medida que iba leyendo, y transcribiendo viejas ejecutorias de nobleza, expedientes de ingreso en Ór­denes Militares, y documentos del archivo general de Segovia, surgía la idea de que la crónica era parcial e incompleta. Que había hechos y personas de que no trataba, y cuyo estudio podía aclarar la conducta del condestable tan diáfana a primera vista y la de sus oponentes, y de cómo el castigo a éstos no era igual ni justo.

A esto se agregó la lectura y transcripción para la imprenta ya prepara­da del «Sumario de Proezas y casos de Guerra, acontecidos en Jaén y Rey- nos de España y de Italia y Flandes y Grandeza de ellos, desde el año 1353 hasta el de 1590», debido a la pluma del soldado aventurero del Tercio de Nápoles, Juan de Arquellada, natural y vecino de Jaén, que aportaban in­finidad de datos para los años de estancia en Jaén del condestable don Mi­guel Lucas, imponiéndose su utilización, y la de otros muchos documentos para, no sólo una revisión de la Crónica, sino el estudio acerca de las rela­ciones entre Jaén y el condestable, que es el presentado al premio Cazabán.

Dar idea de su contenido es muy difícil.

Si lo consideramos dividido en grandes apartados, puedo decir inicial­mente que en él se trata de los sucesos de la vida de don Miguel Lucas desde sus inicios en la casa del Príncipe don Enrique de Segovia, anteriores al ca­pítulo l.° de la crónica, con mención de los puestos y donaciones que le hiciera el Príncipe y de cómo le casó con doña Teresa de Torres, señora del Villar don Pardo y Escañuela, y la principal dueña de aquel Jaén por su riqueza, hermosura y parientes cualificados.

Se rectifican los errores que sobre la genealogía de doña Teresa, da Mo- sén Diego de Valera en su memorial de diversas hazañas, estableciéndolo con todo rigor científico, glosando la imparable ascensión de don Miguel Lucas que de hombre bueno, paje del Príncipe, pasó sucesivamente a ser noble, varón, conde y condestable, estas tres últimas distinciones, de una sola vez, en la solemne ceremonia en el Alcázar de Madrid en que comienza

Page 7: JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO

JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO 19

la crónica.

Se establecen los verdaderos nombres de los hermanos de madre del condestable, el comendador de Montizón, Diego Fernández de Iranzo y el comendador de Oreja, Fernando del Cerezo, dejando para siempre los de Nicolás y Francisco con que figuran en alguna crónica.

Siguen los hechos del condestable desde su confinamiento en Jaén, fra­casado ya definitivamente en su aspiración de convertirse en el primer hombre del Reino, y la situación en que estaba Jaén como consecuencia de las de­rrotas infligidas por los moros, narrando con apoyo de nuevos documentos la muerte del alcaide de La Guardia, Hernán Sánchez de Vilches, del co­mendador Juan Fernández de Pareja y del capitán Hernando de Nogueras, y sobre todo la derrota del conde de Castañeda en que murieron y fueron cautivos tantos giennenses.

Se estudia a continuación el gobierno de la ciudad y de sus clases socia­les, completando y rectificando en lo procedente los datos expuestos por Rodríguez Molina en su libro sobre el Jaén Medieval, excelente por muchos conceptos, pero demasiado rígido al establecer un carácter diferenciador ab­soluto a las clases sociales.

El Gobierno democrático de Jaén empezaba ya a desintegrarse. A los nombramientos que correspondía por los privilegios de la ciudad a su con­cejo para la designación de jurados, escribanos y otros oficios, interfería en más de un caso la designación por el Rey, iniciada ya por Enrique IV cuando era Príncipe, señor de la ciudad, con olvido de estos privilegios. De uno y otro caso se citan ejemplos ilustrativos.

En cuanto a las clases sociales se documenta la no existencia de una tajante distinción y mucho menos en el aspecto económico, ya que vemos que hay hidalgos pobres, algunos tan pobres que lo eran de solemnidad, en contraste con la riqueza que ostentaban algunos hombres buenos, utili­zando para ello los padrones de 1485 de las collaciones de San Pedro y La Magdalena, únicas de que hemos podido disponer.

Otro de los grandes apartados de la obra trata de la lucha emprendida por el condestable para lograr todo el poder local, para lo que contaba con ser alguacil mayor de Jaén, cargo que le daba gran preponderancia en el Concejo y que ejercía a través de su fiel Gonzalo Mesía, caballero baezano, que estaba de largo tiempo atrás en su servicio, porque es de saber que el poder estaba repartido entre el condestable, el obispo y los alcaides de los castillos de Jaén y de Pegalajar, los comendadores Fernando de Quesada y Juan Fernández de Pareja, hijo este último del comendador de su mismo

Page 8: JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO

20 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES

nombre muerto en lucha con los moros.

Esta tarea, iniciada ya por el condestable al establecer en 1461 su resi­dencia en Jaén, por su contienda con el obispo don Alonso Vázquez, sufrió una interrupción con la guerra particular entablada con el maestre de Cala- trava don Pedro Girón, en que se ventilaban no sólo odios personales naci­dos ya en su estancia en Segovia, en la casa del entonces Príncipe don Enrique-Lucas niño y Girón, ya personas de importancia, sino la primera disensión dinástica al apoyar al condestable Enrique IV y el Maestre al Prín­cipe don Alfonso, ya proclamado en Ávila, Rey de Castilla.

Esta lucha tuvo repercusiones internas en Jaén con el ajusticiamiento de Alonso Garrido, aquel buen adalid, y de Andrés García, que siendo ser­vidores del condestable, intentaron levantar la ciudad a favor del Maestre, con curiosas incidencias que sólo constan en el Sumario de Arquellada, y fueron el prólogo de otras rebeldías contra su poderío.

La primera la acaudilló Fernando de Quesada, comendador de Villa- rrubia en la Orden de Santiago, y alcaide de los Alcázares viejo y nuevo de Jaén, cargo en que había sucedido al propio condestable, cuando el Rey don Enrique, estando en Úbeda en 1457, le privó de ellos, y terminó des­pués de varias vicisitudes, con la carta del Rey para que entregase el Alcá­zar nuevo a la ciudad de Jaén, en definitiva, al condestable, y con el casa­miento de su hijo Fernando con doña Juana del Cerezo, hermana de madre de don Miguel Lucas.

Se aportan nuevos datos sobre estos avatares, tomados unos del suma­rio de Arquellada y otros de la ejecutoria de nobleza de los descendientes de Diego de Quesada, también hijo del comendador.

La segunda rebelión fue dirigida por Fernán Mesía y el comendador Juan Fernández de Pareja, en la que figuraban los caballeros Palomino de Andújar y varias personas de los linajes de Alfaro y Peralta.

Nos preguntamos si realmente fueron traidores como afirma la cróni­ca, ya que traidores sólo podían serlo al Rey y no al condestable, y su adhe­sión en estos años a la figura del Rey era de absoluta lealtad.

La reacción del condestable al tener conocimiento por delación de es­tos propósitos, fue fulminante, llevándolos a su palacio y ordenando su de­tención, lo que lograra tan sólo Fernán Mesía, ya que como nos dice gráfi­camente la crónica, el comendador Pareja en vez de descabalgar en el patín del palacio de los Torres, volvió grupas a su caballo y se fue a Pegalajar, desde donde hiciera cruel guerra a las huestes del condestable y a los veci­nos y moradores de Jaén, con robos de ganado, quema de sembrados y pri-

Page 9: JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO

JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO 21

sión de contrarios, lo que movió al condestable a poner sitio al castillo de Pegalajar, como único medio de sofocar la rebelión, lo que no logró del todo, pues se lo impidió el propio Rey don Enrique, al que servía Fernando de Pareja, hermano del comendador, que fuerá poco después nombrado adelantado de Galicia, al presentarse ante Pegalajar y ordenar la salida del Reino de Jaén de los insurrectos más señalados, y el perdón para los demás.

Lograda la rendición del castillo, en vez de dárselo al condestable, y a la ciudad de Jaén a la que pertenecía, lo entregó en pleito homenaje al capitán García de Jaén, de su escolta y regidor de la ciudad, hecho oculta­do por el cronista y que garantizaba por el momento la vida y las haciendas de los sitiados.

Con ello llegó el condestable a la cima de su poder al desaparecer los dos comendadores que limitaban su autoridad. Quedaba Fernán Mesía en prisión solamente.

Y de la prisión de éste y de su puesta en libertad con la presión de sus valedores y su cercano parentesco con la condesa doña Teresa de Torres, no se dice nada en la crónica y sí con abundantes datos en el sumario de Arquellada, que narra por menudo cómo se le soltó de la prisión bajo la vigilancia del bachiller Juan de Vergara, y cómo pasado cierto tiempo se le puso en libertad.

En qué tiempo fuera ésta, hay datos no sólo en el sumario de Arquella­da, sino en las pruebas de ingreso en la Orden de Santiago de su nieto Fer­nán Mesía de la Cerda, en que una testigo afirma que el condestable le ora­do estando preso un brazo o la mano, añadiendo otro testigo de la ejecuto­ria de nobleza de los Mesías Mercadillo, también sus nietos, que se había hallado con el Rey don Fernando cuando éste entró en Castilla y que la Rei­na doña Isabel le llamaba tío.

Ya ha alcanzado don Miguel Lucas el cénit de su poder. A sus numero­sos títulos añade la alcaldía de los Alcázares de Jaén y de Pegalajar, que le diera poco después de estos sucesos el Rey, pero ahora que no tiene ene­migos declarados surge su mayor fracaso, la invasión del Rey de Granada que no pudo reprimir y que motivara su patética carta al Papa, paladina confesión de su impotencia y de solicitud de que se allegaran recursos.

Pocos sucesos guerreros refieren tanto la crónica como el sumario des­pués de estos sucesos, reduciéndose en realidad a alguna expedición en tie­rra de moros con don Alonso de Aguilar, con resultado infructuoso y al envío, bajo el mando de su hermano Diego Fernández de Iranzo, de un grupo de soldados, para terciar en Sevilla en la lucha entre el duque de Medina

Page 10: JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO

22 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES

y el conde de Arcos, a favor del primero, lucha que tuvo su epílogo con la toma de Bailén que ordenara el condestable como venganza contra don Juan Ponce, conde de Arcos y señor de Bailén.

Y así, abruptamente, termina la crónica en 1471, dejando en la som­bra los hechos posteriores de la vida del condestable.

Éste, si hemos de creer a los cronistas, se hizo con tanto rigor que se enajenó el afecto de los habitantes de Jaén.

Del domingo 21 de marzo de 1473 es el último documento conocido del condestable. Ha llegado a la ciudad un emisario de la ciudad de Andú- jar dando conocimiento de la revuelta acaecida en el día anterior contra los conversos con muerte y robo a muchos de ellos. Como los días de fiesta el condestable «no libra», extiende la contestación su fiel secretario, el hon­rado caballero Juan de Olid, que la sella y firma. En ella el condestable ex­presa su repulsa por la acción del pueblo, tumultuaria, que de haber causa para ello debía haber sido así a título individual y ante la justicia. Ya que no ha sido así, se congratula de que el bullicio y el escándalo hayan pasado y que no se reproduzcan, y piensa que lo Sucedido fue por permisión de Dios.

Esta carta se publicó por primera vez por Michel García en el Boletín del Instituto de Estudios Giennenses en 1967, lo que no fue obstáculo para que se insertase como inédita y gran descubrimiento en 1972 por Juan Bau­tista Avalle-Arce en su conocido y buen estudio sobre el alcaide Pedro de Escavias, a su juicio y al de Carriazo verdadero autor de la Crónica del Con­destable, y es el último documento que dio don Miguel Lucas, asesinado al día siguiente, lunes 22, mientras oía misa en la Iglesia Mayor de Santa María.

Este asesinato y sus varias versiones se prestan a un detenido estudio. Por lo pronto el capítulo 84 que a ello dedica Mosen Diego de Valera, en su «Memorial de diversas hazañas», contiene casi tantos errores como pa­labras, ya que hace coetáneos a sucesos distintos en el tiempo, y achaca la rebelión nada menos que a Gonzalo Mesía, absurda suposición, dada la es­trecha amistad que le unía al condestable y que mantuvo después de la muerte de éste con la condesa doña Teresa de Torres, afirmaciones que copiadas sin discernimiento por otros, han llegado hasta nosotros, con visos, que hoy desmentimos, de verdad.

Mencionamos a continuación las primeras consecuencias del asesinato del condestable. Mientras la viuda con su hijo y sus cuñados se refugia en El Alcázar, un grupo de regidores —pocos— bajo el mando de Alfon Díaz del Rincón, como alguacil mayor, pacifican la ciudad y cesan las muertes

Page 11: JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO

__________ JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO__________ 23

y robos a los conversos que se habían producido después de la del condesta­ble, y entre otras medidas, en sesión del concejo del siguiente viernes día 25, privaron de sus oficios, casi todos de escrivanías, y los repartieron entre vecinos de la ciudad, incluso entre ellos mismos, apresurándose además en la tarde de ese mismo día en otra reunión del concejo, a la firma de la paz con el comendador Diego de Aguayo, que por la Orden de Calatrava, tenía el mando de la ciudad de Baeza, en medio obedecimiento al Rey Enrique IV.

En el intermedio entre la muerte del condestable y la del Rey, se fue gestando la sucesión de la corona a favor de la princesa doña Isabel, que ya se venía preparando gracias a las gestiones del conde de Paredes, don Rodrigo Manrique, desde Úbeda, que mantenía por la princesa con el con­de de Cabra y el de Santisteban del Puerto.

Fruto de esta labor preparatoria fue la firma de una Confederación entre el conde de Cabra, el de Paredes y otros, entre ellos Martín Alfonso de Mon- temayor para resistir las tropelías que venía realizando don Alfonso de Agui- lar, vinculado por su matrimonio con el Maestre de Santiago y con la Or­den de Calatrava.

La ciudad de Jaén firmó esta Confederación en 27 de junio de 1473, y el mismo día y en instrumento aparte doña Teresa de Torres y sus cuña­dos, los comendadores Diego Fernández de Iranzo y Fernando del Cerezo, tenedor este último de los Alcázares de Jaén.

Jaén exceptuó a tres o cuatro señores y la villa de Huelma, y por parte de la condesa al duque de Medina, a don Rodrigo Manrique y al honrado caballero don Juan de la Cueva.

Claro es que en esta Confederación no se habla expresamente de la Prin­cesa doña Isabel, sino sólo de las vejaciones que don Alfonso de Aguilar y que todos los firmantes querían guardar el servicio al Rey don Enrique, pero hay que tener en cuenta que ya el conde de Cabra y su yerno Martín Alfonso de Montemayor, habían hecho su sumisión a la Princesa en 26 de mayo de aquel año.

Promulgada doña Isabel, a la muerte de su hermano, Reina de Casti­lla, se la prestó inmediata obediencia en el Obispado de Jaén, con la única excepción de las ciudades y villas que señoreaba la Orden de Calatrava, y como lógica consecuencia, se apresuraron tanto la ciudad de Jaén como doña Teresa de Torres, a pedir, en compensación de su lealtad, la confirmación de sus privilegios.

La primera contestación de la Reina fue a la condesa, y gracias a esta contestación conocemos sus peticiones.

Page 12: JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO

24 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES

Confirmar y aprobar las mercedes de vasallos e oficios de alcaidías de Jaén y el alguacilazgo mayor que tenía el condestable por juro de heredad.

Las mercedes de juros, aunque no existiese el privilegio.

— Carta de finiquito de todos los maravedís que se habían tomado por el condestable y después de su muerte por la condesa, de las rentas de alcabalas y tercias y pechos y derechos de Jaén y Andújar y de sus tierras hasta fin de 1474, es decir, la fecha de la muerte del Rey.

En la contestación se dice que no se han hecho hasta el momento seme­jantes mercedes, pero que la asegura y promete como Reina, que luego co­mo en ello se diere orden «yo haré y mandaré hacer con vos, cerca de lo susodicho, como con la más principal persona de estos mismos reinos que mejor se hiciere».

A la ciudad de Jaén la contesta desde Olmedo en 23 siguiente que no se enajenará ni apartará de la Corona Real la ciudad, ni el castillo, ni los lugares de ella para darlos a Príncipe, Princesa, Infante, ni a persona algu­na, por cuanto la dicha ciudad es cabeza de reinado e título de la corona.

Y esto promete como Reina y señora, y bajo su fe real, lo que no será obstáculo para que después se la diera a su hijo el Príncipe don Juan, en señorío.

Y poco a poco va concediendo a doña Teresa sus peticiones, que ha­bían de culminar con dos documentos. Por el primero fechado en el Real de Tordesillas en 26 de diciembre de 1476, la encarga que de acuerdo con la justicia y regimiento de la ciudad, se pongan personas capaces, que ten­gan las fortalezas de Jaén y Pegalajar en buena guardia por estar tan cerca de la frontera de los moros.

El segundo documento, dado en Sevilla en 15 de febrero de 1468, es la carta de perdón al condestable y a sus servidores, por los robos, homici­dios, toma y derrocamientos de casas y fortalezas, sucedidos durante el man­dato del condestable en Jaén, prohibiendo toda reclamación contra las per­sonas que se mencionan, que comprende a la condesa, el comendador Die­go Fernández de Iranzo, el alguacil mayor Gonzalo Mesía y los escribanos Diego Fernández y Bartolomé del Alcázar, todos de la casa del condestable.

A sus buenos amigos el comendador don Juan de la Cueva, el alcaide de Andújar Pedro de Escavias y su hijo Francisco, Teresa Rodríguez de Es- cavias y Juan de Valenzuela, es decir, la familia de Pedro de Escávias.

Comprende también el perdón a los caballeros de Andújar y Baeza, y en cuanto al tiempo, abarca desde 1465 hasta el 22 de marzo de 1473 en

Page 13: JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO

JAÉN y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO 25

«que el dicho condestable fallesció desta presente vida».

Ahora que ha pasado el tiempo y se ha olvidado el efímero reinado del Príncipe don Alfonso, no importa ya reconocer la lealtad del condesta­ble al Rey Enrique IV, no dudando en decirse oficialmente que al tiempo que el Maestre de Calatrava se levantó contra el servicio del Rey, le resistió don Miguel Lucas, que tenía a su gobernación las ciudades de Jaén y Andú- jar, y que ella estaba informada de todos los robos y excesos fueron hechos por mandato del Rey para guardar y defender la ciudad de Jaén para su corona real, por lo que concede el perdón solicitado.

Como complemento damos a luz una importante galería de personajes giennenses, amigos y enemigos del condestable, muchos de los cuales no aparecen en la crónica, y cuyos hechos y acciones son dignos de que se res­cate su nombre de quinientos años de olvido. Por esta galería desfila la no­ble figura de don Carlos de Navarra, hijo del conde de Cortes y nieto del Rey Carlos III, El Noble de Navarra. Se relatan los dos matrimonios del comendador de Montizón, Diego Fernández de Iranzo, el primero con do­ña Argenta de la Cueva, hija del comendador don Juan de la Cueva, y el segundo con doña Isabel de Navarra, siempre en el favor de los Reyes Ca­tólicos, de los que fuera fiel servidor. Se escribe la novelesca historia del capitán de Enrique IV, García de Jaén, y la del comendador Sancho de Al- faro, sin olvidar al también comendador Diego Fernández de Ulloa, y tan­tos otros.

Finaliza el libro por los actos celebrados en Jaén, en las honras fúne­bres del Príncipe don Juan, señor de la ciudad por cesión de su madre, la Reina doña Isabel. Allí vemos cómo arrastra la bandera por el suelo en se­ñal de duelo el ya anciano Fernán Mesía, al que tocara sobrevivir a todos sus contrincantes, y quien quizá se hiciera a sí mismo la vana pregunta de cuál inútil había sido tanta lucha para tan pequeño resultado.

MUERTE DEL CATALÁN (ARQUELLADA)

«En el año del Señor de mil y cuatrocientos y cincuenta y seis años, en el mes de mayo, vinieron los moros de Granada a correr a Martos, y salió a ellos el Catalán, alcaide de Martos, con otros caballeros y peones, y fueron en pos de ellos, hasta que llegaron a los Molinos de Cazalla, y allí tenían los moros su celada, y salieron a ellos y mataron al Catalán y a mu­chos caballeros y peones, y los cristianos mataron muchos moros, y le ma-

Page 14: JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO

26 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES

taron a un moro que era hijo de un gran señor, y ansí se despartieron los unos de los otros con mucha pérdida de ambas partes».

MUERTE DE LOS TRES CAPITANES (ARQUELLADA)

En el año del Señor de mil y cuatrocientos y cincuenta y seis años, a seis días del mes de junio, fueron caballeros de Jaén y de La Guardia a co­rrer a Cambil, y llegados a cerca de Cambil, fueron sentidos de los moros que tenían puestas sus atalayas fuera de Cambil, y contaron toda la gente que iba de Jaén, y visto que era poca gente salieron a ellos otro día por la mañana y los cercaron los que salieron de Cambil y los que estaban en la calada junto a Cambil y cuando los cristianos vieron tantos moros de una parte y de la otra, comenzaron a pelear, y cargaron tantos moros sobre ellos, que los desbarataron y mataron a Juan Fernández de Pareja, comendador de la Orden de Santiago, y al alcaide de Pegalajar y a Hernando de Vilches, alcaide de la villa de La Guardia y al bachiller Hernando de Noguera, y otros caballeros que fueron hasta treinta muertos y veintiocho cautivos, aun­que fueron harta mortandad de los moros que fueron muchos más que los cristianos.

MUERTE DE LOS TRES CAPITANES. INFORMACIÓN DE 10 DE ABRIL DE 1492

FERNÁN MESÍA, veinte y quatro desta ciudad de Jaén el qual abien- do jurado su cargo del dicho juramento, siendo preguntado por el pedimento dijo ser de 68 años.

Que conoció al dicho Juan Fernández de Pareja e a Ysabel Alfaro su mujer e sabe quel dicho Juan Fernández de Pareja es su hijo legítimo y por tal a sido y es ávido e tenido e sabe que el dicho comendador Pareja e Fer­nando Noguera salieron de la dicha ciudad, cada uno de ellos con su com­pañía de caballeros, e en La Guardia, se juntaron con la compañía de caba­llos de Fernán Sánchez de Vilches, alcayde de allí, y se fueron a correr la tierra de Cambil, porque otras veces avían echo muy grandes entradas los moros.

Allegados a la cabeza del enterio, salió a ellos tan grande muchedum­bre de moros de a caballo e de a pié que los desbarataron, y murieron pe­leando el dicho comendador y Fernando de Noguera, e un moro que se de-

Page 15: JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO

__________ JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO 27

cía Abenamar desafió a el alcayde Fernán Sánchez Vilches que pelearon a caballo, e peleando el dicho alcayde sacó al dicho moro de la silla y cayó en el suelo, y estando sobre él Fernán Sánchez, llegó un moro mudo y le mató, e así todos tres capitanes murieron en un día e dieron gran dolor y lástima en toda aquella tierra, porque eran muy valerosos y esforzados ca­pitanes y muy buenos y valientes caballeros.

GÓMEZ FERNÁNDEZ COELLO, de 60 años, so cargo del juramen­to,. siendo preguntado por el dicho pedimento, dijo que sabe quel dicho Juan Fernández de Pareja, es hijo legítimo de Juan Fernández de Pareja e Ysa- bel de Alfaro, su mujer, porque los conoció y trató, y por tal su hijo legíti­mo es y ha sido tenido, y sabe que el dicho comendador Pareja y Fernando de Noguera, salieron de la dicha ciudad de Jaén, con sus compañías de ca­ballos, e fueron a la villa de La Guardia, e se juntaron con el alcaide Fer­nán Sánchez de Vilches, e su compañía, y todos tres, fueron a hacer una entrada en los moros, como otras muchas veces lo habían hecho, que los seguían brevemente y los temían gravemente porque eran valerosas perso­nas, e salieron a ellos tantos moros, de a pié e de a caballo, que los desbara­taron, porque se dijo que una espía de los moros los había apercibido, e mataron a él dicho comendador Pareja e a Fernando de Noguera, e un mo­ro que se decía Abenamar, defendió a Fernán Sánchez de Vilches, que era muy valiente, porque deseaba pelear con él a caballo, y pidióle campo, e salieron a él alcaide de un encuentro le sacó de la silla, y estando sobre él, se llegó un moro mudo por detrás, y le entró el alfange por entre las armas e lo mató. E así murieron todos tres en un día.

DERROTA DEL CONDE DE CASTAÑEDA (VERSIÓN DE ARQUELLADA. INÉDITA)

En el año de mil y cuatrocientos y cincuenta y seis fué desbaratado el conde de Castañeda y caballeros de Jaén, y estaba aquí por frontero en esta ciudad, y pasó desta manera; que vinieron a correr moros del Reino de Gra­nada a tierra de Úbeda y Baeza, y como vino arrebato a Jaén, luego salió el conde de Castañeda con toda la gente de Jaén, y tomó la delantera a los moros en la Matabexis, y llegado allí, había muchos moros en guarda de Puerto de Torres, y ansí llegados comenzaron a pelear los cristianos con los moros, y estando en la pelea llegaron los moros que habían ido a Baeza y Úbeda con mucha caballería y peonaje, y cercaron a los cristianos por todas partes, y des que se vieron tan cercados comenzaron a huir y mataron

Page 16: JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO

28 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES

muchos, y prendieron al conde de Castañeda, y con él veintiocho caballe­ros y peones, y murieron de la ciudad de Jaén ochenta caballeros y peones, y de los del conde de Castañeda ciento ochenta escuderos y pajes y de otros hombres de su compañía, lo cual sucedió, día de San Lorencio.

PREPARATIVOS EN JAÉN PARA EL CERCO DE LOS CASTILLOS DE CAMBIL Y ALHABAR

«En la noble famosa y muy leal ciudad de Jaén, guarda y defendimien- to de los Reinos de Castilla a cuatro días del mes de Septiembre y año del nacimiento de nuestro salvador Jesucristo de mil cuatrocientos ochenta y cinco, este día, estando en las casas donde hace su morada el Muy Reveren­do en Cristo padre el señor don Luis Osorio, por la Gracia de Dios y de la Santa Iglesia de Roma, Obispo de Jaén y del Consejo del Rey y de la Reina, nuestros señores, estando ende el señor Obispo y el nombre señor Francisco de Bobadilla, contino de la casa del Rey y de la Reina nuestros señores, Corregidor y Justicia Mayor de esta ciudad y de la de Andújar y sus tierras por el Rey y la Reina nuestros señores; y el muy magnífico caba­llero el señor Gonzalo Mesia Carrillo, señor de la Villa de La Guardia y del castillo de Santa Eufemia y sus tierras, y el señor don Rodrigo Mesia su hijo, y los honrados caballeros, Gonzalo Mesia, Alguacil mayor de esta ciudad por el señor don Luis de Torres, y Diego Hernández de Iranzo, Co­mendador de Montizón, y Fernán Mesia, Hernando de Torres, el Capitán García de Jaén, Juan Fernández de Pareja, Pedro de Alfaro, Sancho de Alfaro, Diego de Ulloa, Pero Sánchez de Berrio hijo de Hernando de Be- rrio, Pedro de Leyva, Rodrigo de Sotomayor, Gómez Coello, Alfon Diaz del Rincón, Rui López de Mendoza, Luis de Peralta, Juan Cerezo, Juan Dolid, veinticuatro de esta ciudad y Pedro de Alfaro, Juan de Berrio, Her­nando de Contreras, Juan de las Bacas, Miguel de Pareja, Rui Gutiérrez, Diego Sánchez del Corral, Juan de la Fuente, Martin de Tapia y Alonso de Grañon, Jurados de esta ciudad en mi presencia Hernán Gómez de Mo­lina, escribano del Rey y de la Reina nuestros señores, y publico del núme­ro de esta ciudad, y de Francisco de Ojeda, escribano del Rey y de la Reina nuestros señores, que fuimos ende llamados por los dichos señores, y el di­cho señor Obispo, y el señor Gonzalo Mesia, le dieron, al dicho Hernán Gómez, una carta del Rey y de la Reina nuestros señores, firmada de sus reales nombres y de Fernando de Zafra su secretario, en que en ella les dan cuenta como dentro de ocho días estarán en esta ciudad, con otros grandes

Page 17: JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO

__________ JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO 2Í

caballeros de estos Reinos, y otras muchas gentes de a caballo, y de a pie, para ir a poner cerco a los castillos de Cambil y Alhabar.

Y para ello mandan que llegado a esta ciudad las dichas gentes, el se­ñor Francisco de Bobadilla con la orden que trujeren del señor Duque de Escalona, Capitán General de la Frontera, se párta luego a poner el dicho cerco y para ello lleve de esta ciudad y sus tierras, trescientos cincuenta ca­ballos, y los caballeros de gracia y de contia, los más diestros y dispuestos que hallare, y dos mil peones lanceros, espingarderos y ballesteros escogi­dos de la misma manera, de tal manera que no haya falta en cosa alguna.

Y asimismo manda que le vayan a servir a el dicho cerco todos los ca­balleros hijosdalgo de esta ciudad, con sus caballos y armas, como más bien y mejor pudieren, en una cosa tan del servicio de Dios nuestro Señor, y bien de estos reinos, y principalmente de esta ciudad.

El dicho señor Gonzalo Mesia dijo, que el Rey y la reina nuestros se­ñores le mandan que les vaya a servir, por capitán de los caballeros hijos­dalgo de esta ciudad y su tierra, acompañando al dicho señor Obispo, y que confia en Dios, nuestro Señor, mediante su santo celo y tan grandes obras de cristiano, les ha de dar nuestro Señor muy buen suceso en esa jornada.

Y que además de servir con su persona y la del señor don Rodrigo su hijo, servirá con cincuenta escuderos de a caballo, con sus armas, y de su villa de La Guardia, veinte fanegas de trigo en pan amasado, y veinte reses de ganado de carneros, y ocho ovejas, cuatro reses de ganado de cerda, to­do el tiempo que durare el cerco, y pagará la fiesta del Santísimo Sacra­mento en la dicha su villa, todos los días en el Convento del Señor San Fran­cisco de esta ciudad, y porque el señor Duque de Escalona, Capitán Gene­ral de la Frontera, le escribió, como más sus Altezas mandaban le fuese a servir a este cerco, el honrado caballero Juan de Vilches, alcaide de La Guar­dia con su compañía de caballos, y que ha tenido noticia que el Rey de Gra­nada, envía gran cantidad de moros en defensa de los dichos castillos, le parece que una compañía de infantería se ponga en la dicha villa y corra la villa de Pegalajar, y a todos aquellos montes, previniendo lo que podrá suceder, y veinte hombres en el atalaya de la Torre el Moral, y que todo esté muy bien prevenido, y que los dichos señores veinticuatro y jurados vean en todo lo que puedan acudir a servir a sus Altezas, como a los dichos señores, que lo hará con grandes veras y voluntad, de más que el señor don Fadrique Osorio y el señor don Pedro de Cárdenas, sus yernos, y todos sus criados vienen a esta ciudad para ir con el señor Obispo, y que había que hablar más, el señor don Pedro Fernández de Córdoba, su yerno, y le nom-

Page 18: JAÉN Y EL CONDESTABLE DON MIGUEL LUCAS DE IRANZO

30 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES

bra por capitán de los dichos trecientos hombres y para que se quede en guarda y custodia de la su villa de La Guardia».

EL ALCAIDE MORO DE CAMBIL Y ALHABAR, MOHAMAD LENTIN Y EL ALCALDE DE LA GUARDIA, JUAN DE VILCHES

Declaración del testigo Alonso López de Diego Ruiz, labrador, horte-- laño, vecino de la villa de La Guardia, de cerca de ochenta años en 1530.

Dijo:

«Que había conocido a Juan de Vilches, Alcaide que fue de la dicha villa de La Guardia muchos años, a el cual había conocido y tratado de con­versación mucho tiempo antes que falleciese, y siempre le había conocido casado, y tener casa y mujer en la dicha villa de La Guardia... y que estaba enterrado en la Iglesia Mayor de la dicha villa, donde tenía su Capilla y en­terramiento... que este testigo había visto que el dicho Alcaide Juan de Vil- ches había sido casado y velado con María de Bogas, su primera mujer...

Que este testigo le había tenido y conocido en reputación de hijodalgo notorio, que así lo parecía y pareció, y se había visto en el trato de su perso­na y casa, que había tenido en toda su vida, muy honrado y había manteni­do armas y caballos y mozos.

Y como tal hijodalgo los señores Reyes Católicos... habían tenido con él y con sus cosas y hechos, mucha cuenta y razón, porque había sido y fue muy valerosa persona, y, como tal, cuando los dichos señores Reyes habían tenido cerco en la villa de Cambil y Alhabar, los Alcaides de las for­talezas de ellas no se habían querido dar ni entregar, sino solamente al di­cho Alcaide Juan de Vilches, y así había sido que porque los dichos Alcai­des de las dichas fortalezas se dieron a el dicho Alcaide, el señor Rey don Fernando nuestro señor, de gloriosa memoria, había enviado a llamar al dicho Alcaide, y fue a los dichos Alcaides, y había hecho contrato con Ma- homa Lentin, Alcaide que fue de Cambil, y hecho, le habían dado las llaves de las dichas fortalezas... y el mismo de su mano, había dado las dichas llaves a el dicho señor Rey, a lo cual se había hallado presente, y a todo ello este testigo, y vido todo lo susodicho siendo este testigo harto mozo».