James Salter_La Última Noche 001

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James Salter LA ÚLTIMA NOCHE Walter Such era traductor. Le gustaba escribir con una pluma verde que tenía la costumbre de levantar en el aire después de cada frase, casi como si su mano fuera un dispositivo mecánico. Podía recitar versos de Blok en ruso y luego ofrecer la traducción de Rilke al alemán, remarcando su belleza. Era un hombre sociable pero también picajoso, a veces. Tartamudeaba un poco al empezar a hablar y disfrutaba de la vida que llevaba con su esposa. Pero Marit, su esposa, estaba enferma. Estaba sentado junto a Susanna, una amiga de la familia, cuando escucharon a Marit por las escaleras. Finalmente, entró en la habitación. Llevaba un vestido de seda rojo que siempre le había dado un aire seductor, con sus pechos sueltos y el pelo liso y oscuro. En las cestas blancas de metal de su armario se apilaban sus vestidos doblados, la ropa interior, las cosas de deporte y los camisones, mientras los zapatos estaban desordenados en el suelo. Cosas que no necesitaría nunca más. También joyas, pulseras y collares y una caja lacada con todos sus anillos. Contempló con detalle la caja y cogió varios. No quería que sus dedos huesudos estuvieran ahora desnudos. — Tienes un aspecto magnífico —le dijo su marido. — Me siento como si fuera mi primera cita o algo parecido. ¿Estáis tomando algo? — Sí. — Creo que tomaré algo yo también. Con mucho hielo. Y se sentó. 1 James Salter / La última noche

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Cuento de James Salter

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James SalterLA LTIMA NOCHE

Walter Such era traductor. Le gustaba escribir con una pluma verde que tena la costumbre de levantar en el aire despus de cada frase, casi como si su mano fuera un dispositivo mecnico. Poda recitar versos de Blok en ruso y luego ofrecer la traduccin de Rilke al alemn, remarcando su belleza. Era un hombre sociable pero tambin picajoso, a veces. Tartamudeaba un poco al empezar a hablar y disfrutaba de la vida que llevaba con su esposa. Pero Marit, su esposa, estaba enferma.Estaba sentado junto a Susanna, una amiga de la familia, cuando escucharon a Marit por las escaleras. Finalmente, entr en la habitacin. Llevaba un vestido de seda rojo que siempre le haba dado un aire seductor, con sus pechos sueltos y el pelo liso y oscuro. En las cestas blancas de metal de su armario se apilaban sus vestidos doblados, la ropa interior, las cosas de deporte y los camisones, mientras los zapatos estaban desordenados en el suelo. Cosas que no necesitara nunca ms. Tambin joyas, pulseras y collares y una caja lacada con todos sus anillos. Contempl con detalle la caja y cogi varios. No quera que sus dedos huesudos estuvieran ahora desnudos. Tienes un aspecto magnficole dijo su marido. Me siento como si fuera mi primera cita o algo parecido. Estis tomando algo? S. Creo que tomar algo yo tambin. Con mucho hielo.Y se sent. No tengo fuerzas, dijo. Esto es lo ms difcil. Se han ido y ya no volvern. Me cuesta levantarme y caminar, incluso. Debe de ser muy difcildijo Susanna. No te lo puedes ni imaginar.Walter regres con la bebida y se la dio a su esposa. Bueno, das felicesdijo.Luego, como si de repente recordara algo, les sonri. Era una sonrisa aterradora, que pareca significar todo lo contrario.Esa fue la noche que haban escogido. En la nevera, sobre un pequeo plato, estaba la jeringa. Su mdico le haba proporcionado el contenido. Pero, si ella pudiera, celebraran antes una cena de despedida. No debe ser slo para ellos dos, haba dicho Marit. O haba sido su instinto. Se lo haba pedido a Susanna, en vez de a alguien ms cercano y doliente, como la hermana de Marit, por ejemplo, con quien, de todos modos, no se llevaba muy bien, o amigos de ms edad. Susanna era ms joven. Tena la cara ancha y la frente alta y pura. Pareca la hija de un profesor o de un banquero, ligeramente inestable. 'Dirty girl', haba comentado sobre ella uno de sus amigos, con un cierto grado de admiracin.Susanna llevaba una falda corta y estaba ya un poco nerviosa. Resultaba difcil pretender que aquello fuera simplemente una cena normal. Sera difcil mostrarse espontnea y ser ella misma a la vez. Haba llegado al caer la tarde. La casa, con sus ventanas iluminadas todas las habitaciones parecan estar encendidas, destacaba entre todas las dems como un lugar en el que algo festivo estaba sucediendo.Marit miraba los objetos de la habitacin, las fotografas con sus marcos de plata, las lmparas, los grandes libros sobre surrealismo, diseo de paisajes, o casas, con los que tantas veces se haba sentado a leer, las sillas, incluso la alfombra con su hermoso color desvado. Lo miraba todo como si le prestara atencin, cuando, en realidad, ya no significaba nada para ella. El pelo largo y la frescura de Susanna s tenan un significado, aunque no estaba segura de cul.Pens que quera llevarse consigo ciertos recuerdos, recuerdos de antes de Walter, de cuando ella era una nia. Un hogar, pero no ste, sino el original, con su cama de la infancia, la ventana en el rellano desde la que haba contemplado las turbulentas tormentas de los inviernos de hace mucho tiempo, su padre agachndose para decirle buenas noches, la luz de la lmpara bajo la que su madre se sostena la mueca, tratando de ponerse una pulsera.Ese hogar. El resto era menos denso. El resto era una larga novela, como si fuera su vida; pasabas por ella sin darte cuenta y entonces una maana termin: haba manchas de sangre. He tomado muchasreflexiona Marit. Copas?pregunt Susanna. S. Durante aos, quieres decir. S, durante aos. Qu hora ser? Las ocho menos cuartodijo su marido. Vamos? Cuando quieras dijo. No tenemos prisa. No quiero prisas.De hecho, ella tena pocas ganas de ir. Era dar un paso ms, ir acercndose. A qu hora has reservado?pregunt ella. Podemos ir cuando queramos. Vamos, entonces.Fue en el tero y haba viajado desde all a los pulmones. Al final, ella lo haba aceptado. De la piel plida del escote cuadrado de su vestido pareca emanar la oscuridad. Ella dej de parecerse a s misma. Lo que ella haba sido desapareci; se haba desprendido de ella. El cambio daba miedo, especialmente en su rostro. Tena una cara como para el ms all, para aquellos con los que se reunira. Era difcil para Walter recordar cmo haba sido ella. Ahora era una mujer diferente de aquella a quien le haba hecho la promesa solemne de auxiliarla cuando sea llegado el momento.Susanna se sent en la parte posterior del coche. Las calles estaban vacas. Iban dejando atrs casas que mostraban una luz cambiante, azulada en la planta baja. Marit iba sentada en silencio. Sinti tristeza y tambin una cierta confusin. Trataba de imaginar todo maana, sin su presencia aqu para verlo. No poda imaginarlo. Era difcil pensar que el mundo todava estara all.En el hotel, esperaron cerca del ruidoso bar. Hombres sin chaquetas, chicas que hablan o ren ruidosamente, chicas que no saben nada. En las paredes haba grandes carteles franceses, antiguas litografas, en marcos oscurecidos. No reconozco a nadiecoment Marit. Por suerteaadi.Walter haba visto a una pareja muy habladora a la que conocan, los Apthalls. No miresdijo. No nos han visto. Pedir una mesa en el otro saln. No nos vieron?pregunt Marit mientras estaban sentados. No tengo ganas de hablar con nadie. Est bien.El camarero llevaba un delantal blanco y una corbata de lazo negro. Les dio el men y una carta de vinos. Desean algo de beber? S, por supuestodijo Walter. Estaba mirando la lista de precios que era, ms o menos, ascendente. Haba un Cheval Blanc por quinientos setenta y cinco dlares. Tienen este Cheval Blanc? Cul, el de 1989?pregunt el camarero. Triganos una botella. Qu es el Cheval Blanc? Es un blanco?pregunt Susanna cundo se fue el camarero. No, es tintodijo Walter. Sabes? Has sido muy amable acompandonos esta nochele dijo Marit a Susanna. Es una noche especial. S. Generalmente no pedimos un vino tan buenoexplic.Los dos haban comido a menudo aqu, generalmente cerca del bar, con sus relucientes filas de botellas, pero nunca haban pedido un vino de ms de treinta y cinco dlares.Walter le pregunt, mientras esperaban.Te sientes bien? No s cmo expresar cmo me siento. Estoy tomando morfinale dijo Marit a Susanna. Est haciendo su efecto, pero...se detuvo. Hay un montn de cosas que no deberan pasarte.La cena fue tranquila. Era difcil hablar con indiferencia. Tomaron dos botellas de vino. Aunque Walter nunca se haba sentido tan bien bebiendo, no poda dejar de pensar. Sirvi el final de la segunda botella en la copa de Susanna. No, tmalo tdijo ella. Realmente es para ti. l ha bebido suficientedijo Marit. Era bueno, verdad? Fabulosamente bueno. Hace que te des cuenta que hay cosas... oh, no s, cosas diferentes. Sera estupendo tener siempre la posibilidad de beber algo as.Lo dijo de un modo enormemente conmovedor.Todos se sintieron mejor. Estuvieron sentados durante un rato y finalmente se marcharon, mientas el bar permaneca bullicioso.Marit miraba por la ventana del coche. Estaba cansada. Iban a casa. El viento mova las inquietantes copas de los rboles. En el cielo nocturno haba nubes azules que brillaban como si fuera de da. Es una noche muy hermosa, verdad?dijo Marit. Me llama la atencin. Estoy equivocada? No.Walter carraspe. Es preciosa.Te has dado cuenta?le pregunt a Susanna. Estoy seguro de que s. Cuntos aos tienes? Se me ha olvidado. Veintinueve. Veintinuevedijo Marit y se call por un instante. Nunca tuvimos hijosdijo. Te gustara tener hijos? Oh, a veces, supongo. No lo he pensado demasiado. Es una de esas cosas que tienes que estar casada para pensarlo de verdad. Te casars. S, tal vez. Podras casarse en un minutodijo Marit.Al llegar a casa se sinti cansada. Se sentaron juntos en el saln como si vinieran de una gran fiesta, pero no estaban preparados para acostarse todava. Walter estaba pensando en lo que vendra, en la luz que se enciende en el refrigerador cuando se abre la puerta. La aguja de la jeringa era aguda, la punta de acero inoxidable est cortada en un ngulo, como una navaja de afeitar. Iba a tener que insertarla en su vena. Trat de no obsesionarse. Ya se las arreglara. Pero se estaba poniendo cada vez ms nervioso. Me acuerdo de mi madredijo Marit. Quera decirme cosas al final, las cosas que haban sucedido cuando yo era joven. Rae Mahin se haba acostado con Teddy Hudner. Anne Herring, tambin. Ambas eran mujeres casadas. Teddy Hudner no estaba casado. Trabaj en publicidad y siempre estaba jugando al golf. Mi madre sigui as, contndome quin se acost con quin. Eso es lo que quera decirme, por fin. Por supuesto, Rae Mahin era alguien en ese momento.Entonces dijo Marit:Creo que me voy a subir.Se puso de pie.Estoy bienle dijo a su marido. No subas todava. Buenas noches, Susanna.Cuando se quedaron solos, dijo Susanna:Me tengo que ir.No, por favor, no te vayas. Qudate aqu.Ella neg con la cabeza.No puedodijo.Por favor, tienes que quedarte. Voy a subir dentro de poco, pero cuando baje no puedo estar solo. Por favor.Se hizo el silencio.Susanna.Se sentaron en silencio.S que has pensado todo estodijo ella.S, por supuesto.Despus de unos minutos, Walter mir el reloj; empez a decir algo, pero se call. Un poco ms tarde lo mir de nuevo y entonces sali de la habitacin.La cocina tena forma de L, era anticuada y no pareca obedecer a un orden previamente planeado. Tena un fregadero de esmalte blanco y muebles de madera con muchas capas de pintura. Ellos haban hecho conservas aqu en los veranos, cuando vendan cajas de fresas en las escaleras que bajan al andn del tren en la ciudad, inolvidables fresas, cuyo aroma parece perfume. Todava haba algunos frascos. Fue a la nevera y abri la puerta.All estaba, con esas pequeas lneas grabadas en el lateral. Haba diez cc. Trat de pensar en una manera de no seguir adelante. Si se le cayera la jeringa, se rompera y, de alguna manera, dira que su mano haba empezado a temblar. . .Cogi el plato y lo cubri con un pao de cocina. Era peor de esa manera. Lo dej y cogi la jeringa, sostenindola de diversas maneras y, por ltimo, casi oculta contra su pierna. Se senta ligero como una hoja de papel, carente de fuerza.Marit se haba preparado. Se haba maquillado los ojos y se haba puesto un camisn de satn de color marfil, con la espalda al aire. Ser el vestido que llevar en el otro mundo. Haba hecho un esfuerzo para creer en el ms all. La travesa sera en barco, algo que los antiguos conocan con certeza. Sobre sus clavculas se posaban las hebras de un collar de plata. Estaba muy cansada. El vino haba hecho su efecto, pero no estaba tranquila.En la puerta, Walter estaba de pie, como pidiendo permiso. Ella lo mir sin decir nada. Lo tena en la mano, ella lo vio. Su corazn se le sala por el nerviosismo, pero estaba decidida a no demostrarlo.Bueno, queridodijo.l trat de responder. Not el fresco carmn de sus labios; su boca pareca oscura. Haba algunas fotografas que ella haba dispuesto a su alrededor en la cama.Ven.No, ahora vuelvodijo con apenas un hilo de voz.Corri escaleras abajo. Iba a fallar; tena que tomarse una copa. El saln estaba vaco. Susanna se haba ido. Nunca se haba sentido tan completamente solo. Entr en la cocina y se sirvi un poco de vodka, inodoro y claro, en un vaso y se lo bebi rpidamente. Subi lentamente las escaleras y se sent en la cama junto a su esposa. Estaba ebrio por el vodka. Sinti que no era l mismo.Walterdijo ella.S?Es lo correcto.Ella cogi su mano. De alguna manera, lo asust, como si le hiciera un ruego de que partiera con ella.Sabes?dijo sin alterar la voz. Te he amado tanto como no he amado a nadie en el mundo. Sueno sensiblera, ya lo s.Ah, Marit! -exclam.Me amas?Su estmago se revolva en la desesperacin.S -dijo-. S!Cudate.S.l tena buena salud, pero le sobraba algo de peso, aunque Su entendido estmago redondeado estaba cubierto con una capa de suave pelo negro y tena las manos y las uas bien cuidadas.Ella se inclin hacia delante, lo abraz y lo bes. Por un instante no sinti miedo. Volvera a vivir, sera de nuevo joven como antes lo haba sido. Extendi el brazo. En el interior eran visibles dos venas de color crdeno. l comenz a presionarlas para que se mostraran claramente. Ella gir la cabeza.Te acuerdasle dijocuando estaba trabajando en Bates y nos encontramos por primera vez? Lo supe de inmediato.La aguja se tambaleaba mientras l intentaba colocarla.Tuve suertedijo. Tuve mucha suerte.l apenas respiraba. Esper, pero ella no dijo nada ms. Apenas poda creer lo que estaba haciendo, empuj la aguja -era fcil- e inyect lentamente su contenido. La oy suspirar. Sus ojos se cerraron mientras se echaba hacia atrs. Su rostro estaba tranquilo. Ella haba embarcado. Dios mo, pens, Dios mo. La haba conocido a sus veinte aos, con sus piernas largas y su inocencia. Ahora l la haba deslizado bajo el flujo del tiempo, como en un entierro en el mar. Su mano an estaba caliente. La tom y se la llev a los labios. Tir de la colcha para cubrir sus piernas. La casa estaba increblemente tranquila. Haba cado en el silencio, el silencio de un acto fatal. No se poda or ni el viento.Baj lentamente las escaleras. Una sensacin de alivio se apoder de l, un alivioenormey triste. Fuera, monumentales nubes azules llenaban la noche. Estuvo de pie durante unos minutos y entonces vio, sentada en su coche, inmvil, a Susanna. Ella baj la ventanilla mientras l se acercaba.No te fuistedijo.No poda quedarme all.Se acabdijo. Ven. Voy a tomar una copa.Estaba de pie en la cocina con l, con los brazos cruzados y una mano en cada codo.No fue terribledijo. Es slo que me siento... No s.Bebieron de pie.De verdad quiso ella que viniera?dijo Susanna.Querida, ella lo sugiri. No saba nada.Me pregunto.Creme. Nada.Solt la copa.Nobebe, dijo l. Te ayudar.Me siento rara.Rara? No te sientes mal?No lo s.No ests mal. Ven aqu conmigo. Espera, quiero un poco de agua.Estaba concentrada respirando acompasadamente.Ser mejor que te acuestes un ratodijo l.No, estoy bien.Ven.La condujo, con su falda corta y su blusa, a una habitacin a un lado de la puerta principal y la hizo sentarse en la cama. Ella respiraba lentamente.Susanna.S.Te necesito.Ella apenas lo escuchaba. Tena la cabeza echada hacia atrs, como una mujer implorando a Dios.No debera haber bebido tanto, murmur.l empez a desabrocharle la blusa.Nodijo ella, tratando de abrochrsela.Le desabroch el sujetador y surgieron sus esplndidos pechos. No poda apartar los ojos de ellos. Los bes apasionadamente. Ella sinti que se mova hacia un lado mientras l tiraba hacia abajo la cubierta de sbanas blancas. Trat de hablar, pero l puso su mano sobre su boca y la empuj hacia abajo. La devor, estremecindose como si temiera que todo se acabara y la abraz con fuerza. Cayeron en un profundo sueo.Por la maana temprano la luz era clara e intensamente brillante. La casa, enhiesta en el camino, pareca an ms blanca. Destacaba entre sus vecinas, ms pura y serena. A su lado, la sombra de un alto olmo se trazaba sobre ella tan finamente como dibujada con un lpiz. Las cortinas plidas colgaban inmviles. Nada se mova en su interior. En la parte de atrs estaba el amplio jardn de csped, en el que Susana paseaba distradamente el da en el que l la haba visto por primera vez, alta y bien proporcionada. Era una visin que l no haba sido capaz de borrar, aunque el resto haba comenzado ms tarde, cuando ella vino a rehacer el jardn con Marit.Se sentaron a la mesa a tomar un caf. Eran cmplices y, a pesar de haber compartido la cama hasta hace un instante, no se sentan cerca el uno del otro. Walter la miraba embelesado. Sin maquillaje era an ms atractiva. Su largo cabello no estaba peinado. Pareca muy accesible. Haba algunas llamadas que hacer, pero l no estaba pensando en ello. Todava era demasiado pronto. Estaba pensando ms all de ese da. En las maanas venideras. Al principio casi no oy el sonido detrs de l. Fue un paso y luego, lentamente, otro. Susanna se qued blanca al ver a Marit tambalendose por las escaleras. El maquillaje en su rostro estaba pasado y su pintura de labios oscura mostraba grietas. l se la qued mirando atnito.Algo sali maldijo. Te encuentras bien?pregunt l estpidamente.No, debes haberlo hecho mal.OhDios, murmur Walter.Se sent dbilmente en el primer escaln. No pareci darse cuenta de la presencia de Susanna.Pens que ibas a ayudarmele dijo, y empez a llorar.No lo entiendodijo l.Todo sali mal, repeta Marit.Luego, dirigindose a Susanna:Todava ests aqu?Ya me ibadijo Susanna.No lo entiendodijo Walter de nuevo.Tengo que terminarlo todo yosolloz Marit.Lo sientodijo l. Lo siento mucho.No se le ocurra nada ms que decir. Susanna haba ido a buscar su ropa y sali por la puerta principal.As fue como ella y Walter se separaron, al ser descubiertos por su esposa. Se vieron dos o tres veces ms, despus, ante su insistencia, pero fue en vano. Lo que mantiene unidas a las personas haba desaparecido. Ella le dijo que no poda evitarlo. Esa fue la manera en que ocurri todo.

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