Jade

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-Jade, basura, mi nombre es Jade. Sí, yo he sido quien te ha puesto en esta silla aquí en medio del puerto. Débil, ¿eh? Es normal, me costó mucho sintetizar mi sangre para que solo te paralizase y no te matara, pero ha merecido la pena. * * * -Siempre preguntáis el por que. ¿Porqué? ¿Porqué debo morir? Maldita escoria- recibe golpe en la cara- Sois patéticos, todos lo sois. Os las dais de importantes, de ser cazadores, de ser la flor y nata. Pero siempre hay un cazador mejor, ¿verdad? * * * -Tranquilízate a mi me ocurrió igual, la diferencia entre tú y yo es una. Al morir cambié mi forma de pensar y comencé a vivir, a cumplir el cometido para el que había nacido. Cazar a la élite. Tú seguiste cazando al rebaño, entretenido con manipular a la plebe. Por eso ahora tu vas a convertirte en polvo y yo saborearé sangre eternamente. * * * -No, te lo mereces. Te lo mereces por privarme de mi Silsila, uno de los dirigentes de mi clan. Oh, veo que recuerdas el assamita que falsamente contrataste, fuiste astuto, es verdad. No todos pueden engañar a un Rafiq, muchos menos salir con vida. Tu no estarás entre estos últimos como sabrás. ¿Sabes? Te he dejado con parte de sangre para que me escuches, eso le hiciste a mi maestro, ¿verdad? Le explicaste todos tus planes antes de darle muerte. Me encanta la justicia y eso es precisamente lo que voy a darte. Justicia. * * * - Cállate ahora mismo o me obligarás a privarte de tu mandíbula. Bien iba a contarte mi historia, ¿no? Claro que no soy toreador, estúpido kafir. Mi historia comienza allá por el año 1186, que fue cuando nací, en Nicea. Era la hija de un aristócrata con sangre imperial. Diocesano, mi padre, era hermano menor de Alejo III, el Emperador en aquellos días de Imperio de Bizancio.

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Vampira assamita

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-Jade, basura, mi nombre es Jade. Sí, yo he sido quien te ha puesto en esta silla aquí en medio del puerto. Débil, ¿eh? Es normal, me costó mucho sintetizar mi sangre para que solo te paralizase y no te matara, pero ha merecido la pena.* * *-Siempre preguntáis el por que. ¿Porqué? ¿Porqué debo morir? Maldita escoria- recibe golpe en la cara- Sois patéticos, todos lo sois. Os las dais de importantes, de ser cazadores, de ser la flor y nata. Pero siempre hay un cazador mejor, ¿verdad? * * *-Tranquilízate a mi me ocurrió igual, la diferencia entre tú y yo es una. Al morir cambié mi forma de pensar y comencé a vivir, a cumplir el cometido para el que había nacido. Cazar a la élite. Tú seguiste cazando al rebaño, entretenido con manipular a la plebe. Por eso ahora tu vas a convertirte en polvo y yo saborearé sangre eternamente.* * *-No, te lo mereces. Te lo mereces por privarme de mi Silsila, uno de los dirigentes de mi clan. Oh, veo que recuerdas el assamita que falsamente contrataste, fuiste astuto, es verdad. No todos pueden engañar a un Rafiq, muchos menos salir con vida. Tu no estarás entre estos últimos como sabrás.

¿Sabes? Te he dejado con parte de sangre para que me escuches, eso le hiciste a mi maestro, ¿verdad? Le explicaste todos tus planes antes de darle muerte. Me encanta la justicia y eso es precisamente lo que voy a darte. Justicia.* * *- Cállate ahora mismo o me obligarás a privarte de tu mandíbula. Bien iba a contarte mi historia, ¿no? Claro que no soy toreador, estúpido kafir.

Mi historia comienza allá por el año 1186, que fue cuando nací, en Nicea. Era la hija de un aristócrata con sangre imperial. Diocesano, mi padre, era hermano menor de Alejo III, el Emperador en aquellos días de Imperio de Bizancio.

Durante mi infancia disfruté del lujo y la pompa que suponía ser la hija de un noble tan bien situado, la vida en la pronoia era muy agradable y se me cultivó para las intrigas que se practicaban en palacio. Después supe que el Imperio estaba bajo la sombra de alimañas como tú, pero eso no importa ahora.

Sucedió que mi hermano mayor jugaba siempre conmigo, pues me tenía un especial cariño y me protegía siempre. Aunque solía hacerme rabiar y peleábamos, así fue como aprendí a defenderme, con las técnicas de combate que enseñaban a un futuro comandante de Bizancio.

Por supuesto había rivales, todos muy importantes pues al igual que tu Camarilla las luchas intestinas por el poder estaban a la orden del día. Enviaron a unos matones a por nosotros, unos auténticos chapuzas excombatientes del ejército. Y ocurrió que cuando planearon matar a mi madre y capturarnos a mi hermana y a mí para pedir rescate, o favores políticos; los necios no estaban a la altura. Les maté claro.

¿Porqué? Por que eran una amenaza, eran unos degenerados que buscaban sangre, sufrimiento y autorrealización en intimidar a los indefensos.* * *

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- Sí, a veces he pensado que yo soy igual que ellos. Pero yo lucho por algo y solo me gusta acabar con aquellos que les gusta hacer sufrir así que en cierto modo soy el otro lado de los inocentes, el lado que se cobra la justicia. La venganza.

Como te decía, les maté. Pero no estaba contenta, a pesar de lo satisfactorio que fue. Fui a casa del noble que lo había ordenado, con mi hermano y las cabezas de sus sicarios en un saco. Deberías ver la cara del tipo cuando las dejamos encima de su escritorio de cedro.

Lo primero que hizo fue jurar vasallaje a nuestra familia para después ofrecernos en bandeja de plata a sus socios de conspiración. Menudo idiota, dejé el tema a mi hermano, pues yo estaba en edad de merecer y debía dedicarme a ser una buena cortesana y esposa. Pero él siempre me mantuvo al corriente de la política imperial y las amenazas contra nuestra familia.

Para evitar un conflicto con Venecia me desposaron con un noble mercader de aquella tierra. Aunque hice lo propio como esposa, jamás llegó a gustarme aquel sucio bruto lombardo. Pero el matrimonio, para mi alivio, no duró apenas unos meses. Se supo los planes que la ciudad tenía con la cruzada que estaba en ciernes y el Imperio Bizantino se decretó neutral a la causa del Papa Inocencio III, los cruzados y los venecianos.

Se usó la cruzada como pretexto mercantil pues en lugar de combatir a los infieles, primero conquistaron Zara para Venecia y después se lanzaron a por Constantinopla, bajo los planes de Alejo, quien sería Alejo IV, co-emperador con su padre Isaac II Ángelo, quien estaba preso en las mazmorras del emperador.

Y así fue como los cruzados cristianos, aquellos que debían ayudarnos a luchar contra los otomanos herejes del Islam se lanzaron a por los tesoros de mi pueblo y la maravillosa ciudad en la que residía. Ah Constantinopla... deberías haberla visto en aquellos días, un auténtico espectáculo de ciencia, arte y fe.

Y mi bella ciudad sufrió asedio, los malditos venecianos dieron con el único punto flaco en las murallas y lo atravesaron. Alejo III huyó llevándose a su hija, mi prima y a mí de la ciudad. Huimos a... –un golpe. Un alarido rasga la noche.

Maldito haragán, no es hora aún será el sol quien te mate, primero debes oír mi historia. Te decía que huimos a Mosynópolis, donde posteriormente se refugiaría el mismo cateto que convenció al ejercito para asediar mi ciudad. Allí supimos que Alejo compartía gobierno con su padre y que ambos habían trazado un brutal impuesto para pagar su ascenso al trono.

También supimos que ni a los venecianos ni a los cruzados les agradaba la espera y que planeaban deponer a Alejo IV, a su padre e imponer un emperador latino. Malditas alimañas, saquearon la ciudad, atracaron sus arcas, corrompieron Santa Sofía.

“Destrozaron las santas imágenes y arrojaron las sagradas reliquias de los mártires a lugares que me avergüenza mencionar, esparciendo por doquier el cuerpo y la sangre del Salvador [...] En cuanto a la profanación de la Gran Iglesia, destruyeron el altar mayor y repartieron los trozos entre ellos [...] E introdujeron caballos y mulas a la iglesia para poder llevarse mejor los recipientes sagrados, el púlpito, las puertas y todo

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el mobiliario que encontraban; y cuando algunas de estas bestias se resbalaban y caían, las atravesaban con sus espadas, ensuciando la iglesia con su sangre y excrementos.Una vulgar ramera fue entronizada en la silla del patriarca para lanzar insultos a Jesucristo y cantaba canciones obscenas y bailaba inmodestamente en el lugar sagrado [...] tampoco mostraron misericordia con las matronas virtuosas, las doncellas inocentes e incluso las vírgenes consagradas a Dios.”

* * *¿Reconoces las palabras? Las grabé a fuego en mi mente, las dijo un coetáneo mío, Nicetas Coniates. Eres un idiota, de verdad, ¿creías que alguien como yo era una chiquilla? No, soy tan vieja como un Antiguo, he bebido sangre de vampiros de todos los clanes deleitándome en ella. Tú y tu patético maestro, junto a vuestros perros aliados los Bruja, aniquilasteis al mío. De tu maestro y sus aliados se ha encargado mi orden, pero pedí la exclusividad de matarte yo personalmente, cosas de honor, cosas de venganza, cosas del Kahbar.* * *Si, ahora que ves la verdad proseguiré. Como decía fuimos obligados a huir de nuestro hogar. Y los otomanos dieron con nosotros, mataron a Alejo y nos llevaron de concubinas a su señor, como un presente.

Idiotas, me subestimaron, como habían hecho los enviados a capturarnos cuando era una cría. Me deshice de los guardias y junto a mi prima iniciamos una travesía. Una travesía destinada al fracaso. Pues no sabía nada sobre orientarme, nada sobre el golfo pérsico a parte de algunos mapas y mosaicos. Así que estábamos perdidas y condenadas. Persepone mi prima falleció de desnutrición e iba a seguirla en breve. Pero apareció el Rafik, al que yo llamaría maestro, Abdel Rashîd.

El dijo que se había fijado en mi, en mi odio, en mi pasión por la justicia, en las ganas que poseía de hacer pagar a los poderosos con la ira de los débiles. Le gusté y me llevó con él, pues era diferente. Muy diferente de las sumisas mujeres árabes con las que él solía tratar.

Me adiestró durante siete años en solitario, para dar la talla como guerrero. No solo preparación física, también mental. Me está prohibido revelar información de mi clan, pero como tú vas a morir en breves minutos, lo haré igualmente. Tras el entrenamiento se nos tiene otros siete años a prueba, sí dirás que me pasé a los infieles contra los que peleaba. No, lo que hice es ver el auténtico enemigo, vosotros los hijos de Caín que manejáis a los pobres mortales como si fueran escoria.* * *Nosotros los rafiki les protegemos de vosotros y vuestros tejemanejes políticos. Así que, llegó el día en que bebí de la sangre del Corazón de Sangre del Clan. Pues los nuestros bebemos sangre del clan y no la de un sire. Y el resto de aspirantes formaron parte del festín posterior tras la subida al rango de Fida’i.

Pasaron siete años más en Alamut, la fortaleza Assamita, donde aprendí a usar mis fuerzas como vampiro y a respetar la voluntad de Haqim, la voluntad de erradicaros a todos del mapa. Y transcurrido el tiempo acompañé a mi señor en la cruzada de borraros del mapa.

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Así nos unimos a las guerras que desde occidente lanzabais contra oriente y fuisteis muy astutos, es cierto, gobernando naciones pero no lo suficiente, nos protegían los seguidores del Islam y nunca lograsteis dar con nuestro paradero.

Era muy divertido, oh sí. Nos contratabais con sangre para matar a otros de los vuestros. Que ignorantes, pues nosotros bebíamos de todas las sangres y os debilitábamos mientras creíais que nos usabais a placer.

He derrocado gobernantes, he bebido muchas sangres y depuesto a muchos idiotas, dándoles la muerte adecuada a cada uno. Por aquellos días era joven y las noches eran nuestro dominio, la inquisición os perseguía, vosotros os perseguíais, nosotros os perseguíamos. Pero entonces despertasteis.

Si, nos mirasteis como la amenaza que realmente éramos y contraatacasteis en concordancia a la amenaza que siempre fuimos. Y los malditos brujos Tremere nos maldijeron, vuestra sangre se volvió venenosa para nuestro legado y nos debilitamos.* * *Pero sois completamente idiotas, te diré que ahora mismo hemos capturado a un Antiguo Tremere, uno de esos que conjuró la maldición y vamos a deshacerla. Pero no aplacemos tu ejecución. Tu acabaste con mi maestro, ¿ves esto? Sí, es un transmisor, en media hora saldrá el sol. Hoy dormiré con tus gritos meciéndome. Créeme, voy a disfrutar cada aullido.