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LOS SILENCIOS Y LAS VOCES EN AMÉRICA LATINA:

Notas sobre el pensamiento nacional y popular

EDICIONES DEL PENSAMIENTO NACIONAL

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<los grrtn<les malrices liberales tienden a ignorar los coslos sociales y nacionales que conlleva la implantnción de estos proyectos frente a una nuev;i r.pocn mundial. Nos prcgunlamos, por conlrasle, si desde esas matrices es posible pcnsnr el fuluro de Améric;1 Latina, agobiada por un colo.~al drenaje de capilalcs, con más de 300 millones de habitantes en condiciones de pobreza crítir:a y donde los consensos nrnyoritarios 111;Ís permanentes, han tendido ;¡ vertebrarse alrededor de olrns ideas.

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IV

LAS OTRAS IDEAS EN AMÉRICA LATINA

l. El. l'llNTO DE VISTA 1'01'\.IL/\R L/\llNOA~IERICANO

La evolución de la historia humana, signada por conflictos, gue­rras y antagonismos, impide que los hechos puednn ser relatados con objetividad. Más all;í de quiénes detenten el poder, del refinamiento de las interpretaciones. de la <lescaliricaeión <le vastas cultur;is, <le los triunfos y derrotas, de los predominios ideológicos o académicos, los grandes hechos históricos han dado siempre lugnr ;¡ distintas versio­nes 1• El ca níctcr polémico de la filosofía y las ciencias socia les es resultante de esas diversas perspectivas, que otorgan sustento a los marcos teóricos y a las propuestas políticlls; lo cual obliga a definir el f11gnr epistemológico desde el cua 1 se funda mentan .

En América Latina, el punto de vista popular recupera los rel<tlos de las alteridades excluidas por las corrientes eurocén­lricas. Impone el reconocimiento del otro históricamente mc­nosprecia<lo:, de los significados y tradiciones que alimentan la "visión de los vencidos"\ "la otra cnra de In conquista'"'. Considera que las concepciones de esos "bárbuos más fanáticamente hostiles a los extrnnjeros"5 contienen potenciales teóricos. emergentes

'fcimann, .José Pablo: Filosofía y Noción, [Juene>s Aires, Lcgasa, t 984. - Roig, Arturo Andrés: "La filosofía de la historia desde ei punto de vista tlel discum1

filosófico-político" (mimeo).

~Totlorov, Tzvetan: Lo co11quístn de América: el prohlemo del orro, México, Siglo XXI, 1987.

'Gari ba y, Ángel: \1isiñ11 de las vc11cídos: rclocio11es i11dígc11os de la co11q11isto, Buenos Aires, Cimarrón, 1971.

• Pla, Alberto: Lo otra coro de lo co11q11isro, 13ucnos Aires, Centro Etlilnr de América L1tina. Biblioteca fundamental del hombre moderno. 1972.

'Marx, Carlos; Engcls, Federico: Lo ideología a/emano, Mosctí. Progreso, 1976.

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AI.Cllv\ A!lGllMEDO

de las experiencias vilalcs y de las expresiones culluralcs de un sujeto social heterogéneo, que encuenlra sus puntos de unidad en una historia comú11 de rcsistcncias y desgarramienlos, Je sueltos de dig­nidad y aulonomía. Hisloría inlegrada por innumerables idcnlidadcs y saberes, que ha ido generando lineamícnlos comparlidos; una matriz dt: pt:nsamicnlo n1yos rasgos esenciales asumen lo que Arturo Ja u relc he ! lama ra u na posición nacional, que es ta mbié.n la linoa me­nea na:

La expresión "posición nacional" admite baslanle latilud, pero enlendemos por tal una línea política que obliga a ¡wnsar y dirigir el destino del país en vinculación directa con los intereses de las masas populares, la afirmación de nueslrn independencia política en el orden internacional v la asp,iraciún de una realizació11 económica sin sujeción ;1 intereses imperiales dominantes. Esta posición no es una doctrina sino el abecé, d planleo elemenlal y mínimo que requiere la realización de una nacio11alidad, es decir, la afinnación de su ser. No supone ni una doclrina económica o social de carácter universa lista, por nHÍS que no pueda ni deba prescindir de una visión de conjunlo en el mundo, ni lampoco una doctrina inslilucional, pues todas son contin­gentes al momenlo histórico y sus condiciones6

Este mirar desde el espacio social e histórico de las masas popu­lares lat111oan1cricanas, fundamenta una rilosofía y un conocimicnlo que mTcsariamcnlc piensa la hisloria y el devenir humano "lambíén desde la t·sdav1tud y la servidumhrc" 7

• Un lugar epistemológico que lleva a cva lua r críl íca mente las corrientes ideológicas del Norte ex­presadas en el escenario político e.Je nuestros países prcgunlando, en cada coyuntura h1slórica, por el papel que ellas fo olorgan a las mayorías sociales del continente. _!~l. pensar desde América Latina ~~:._quiere un í nslru menta 1 teórico-conceptual que recupere las resistcn­c.ias cu ltu rn les. las manil'eslacioncs políticas de masas, las geslas, la ltteralura. el ensayo, las formas de conocimiento y las menlalidadcs populares; los leslimonios, las microhislorias, las fiestas, los peque­iíos o grandes episodios de dignidad; los saberes que eslán en las "orí IJ;1s de la ciencia "8

• Un pensamiento crítico dirigido a cuestionar

".laurelchc. Arlurn: FO/U,\ y la J)Jcat/11 Infame, Buenos Aires. Peña Lillo, ! 973.

'Zca. l .c'<>pnldo: l.1111111111111ér1ca, Tercer 1H1111tlo, Méxicn, Extcmpor;íncos, ! 977. - Cha vez. l'crmín: 1.11 rcc11pcraclií11 de /11 co11c1c11cia 11ac1011al, Buenos Aires, l'ciia

l.illo. {983.

~ Ford. Aníbal: Desde la orí/lu de la c1e11cia: ensayos sobre itlenlidad, cultura y

Los SILENCIOS y LAS VOCES f:N AMERICA LATINA

los límiles y falencias del proyecto de la modernidad; a n;sallar los aspeclos silenciados de la historia y del presente, donde se enc·t;e;Í~· tran las claves y valores !'undantes de las propuestas alternativas !'rente a la modernización salvaje que nuevamente pretende consoli­darse en la región. La posición nacional latinoamericana, _significa enlonccs concebir la historia y el futuro desde un st1jeto colectivo, . compueslo por múltiples fragmentos sociales, rico en expresiones parlicularcs y en yuxtaposiciones. Es la mirada de los protagonistas de la otra historia de estas tierras, presente en las luchas·­independentistas, en los movimientos de resistencia, en ios proyectos políticos Je reivindicación nacional y social.

En esta perspectiva, el lema de la heterogeneidad socia 1 de Amé-n ca Latina no surge como consecuencia de la crisis de los Pª!:acl)g:_~ _. mas occidenlaics. Si se logra romper con la visión que reconoce _una única transepisteme curopcizanle y se mira la historia de los otros pcnsalllientos y experiencias políticas lalinoatllcricanas, se hará evi­dcnlc que desde hace varios siglos, para ellos esa problemática apa­rece como un dalo constitutivo. Ya en las proclamas de Tupac Amaru se reconoce la compleja diferem:iación social, étnica y cultural de las capas populares y Bolívar o Marlí remarcan la original composición de nuestros pueblos; el respeto a las identidades y la búsqueda de lineamientos de unidad; la aspiración de alcanzar una fusión de san­gres sin "elegidos" genéticos o cullurales que permitiera encontrar sendas cotllunes de justicia y libertad.

La metáfora hegeliana del atllo y el esclavo es útil para pregun­la rse acerca del lugar e pis lemológico de las mayo rías la tí noa merica­nas en la escena mundial. Sin penetrar en el complejo despliegue de esa dialél'lica'', inlercsa !elomar la potencialidad que Hegel olorga ni esclavo para percibir el desarrollo de la totalidad del proceso histó­rico, en lanlo la historia del esclavo sólo puede hacerse inteligible al incorporar la presencia del amo, mientras quien ocupa este últilllo lugar tiende a pensar su propia historia parcial como la historia. En la filosofía de Marx se reemplaza la figura del esclavo por la 'deT proletariado industrial, otorgándole el privilegió epistel116ló'gieo--de contemplar el devenir histórico sin distorsiones; como el sujeto .. social' que contiene la virtualidad de formular el único conocimiento válido y verdadero. El sujeto cuya existencia genera las condiciones para

1crn1onv, Uucnos Aires. Puntosur. 1987. - Albo, Xavícr: .. Nuestra identidad a parlir del pluralismo de base" en fm<Ígenes

desco11ocidas: la motla111<!11tl c11 la c11crucij11da pos/modcrmt, Buenos Aíres, CLACSO, l988.

4 lloig, 1\rluro Andrt.!s: Teoría y crílícn de:/ ¡nJnn11r1ic11to loti11oamencano. México, Fondo de Cultura Económica. Colccciú11 Tierra Firme. 1981.

J\i.CIRA ARG\IMEDO

develar las formas no distorsionadas del des;irrollo de lo social y, desde las contradicciones del presente, dar cuenta al mismo tiempo de una interprctación distinta de la historia y de una propuesta reso­lutiva hacia el futuro. Marx ennrnrca esta metMora en una concep­ción histórica y de la 1rnturaleza del hombre que se desplegarían -a través del desarrollo universal de las fuerzas productivas y de la constitución del mercado mundial- eliminando las diferencias nacio­nales y las identidades culturales, como aspectos regresivos, secunda­rios, no constitutivos de lo humano.

Por el contrnrio, al situ;ir en la figurn del esclavo a las cJ;ises populares de Amé.rica L1tina se hace evidente la presencia ele una doble ch111lictualic.lad, de un doble acoso: la expoliación social y la suborclinacion cultural. La pérclicla ele autonomía en el "tener" -como participa\·ícín justa en las riquezas y los beneficios socialcs­y en el "ser" entendido como la pertenencia a una co1111111idad cul­tural10. Las resistencias a este doble sometimiento implantado en el continente, que adquiriera innumerables rormas en los dircrcntcs períoclos y coyunturas, clan cuenta del conflicto en las versiones de l;i historia:

Por eso mismo vendrá ;¡ poner en entredicho aquella "historia mundial" que se organizó sobre una divisicín de hombres que habían "entraclo" en ella y de hombres, en algunos casos simplemente subhombres , que no lo lwbían hecho ni t;il vez lo podrían Jrncer. Y de la mísnrn manern ha !mí de quedu en cuestión la tesis segÍI n J;i eua 1 había un cierto grupo privilegiado perteneciente a una cleterminad;i cultura, y dentro ele ell;i a ciertas naciones, que h;ibían recibido la misión de hacer entrar a los dc1rnís hombres en ;iquella histori;i .11

E5ta posición no pretende invertir el espqo excluyente del etnocentrismo europeo. No se plantean sistemas cerrados, de una lógica implacable c¡ue, a partir de la clefinición del sujeto ele la historia y del privilegio epistemológico, afirman un concepto de ver­dad cuyo portador exclusivo es ese sujeto y justil'ican J;i opresión de quienes no ingresan en el círculo de los selectos. Pero es evidente

'" Cullcn, C;i rlos: Ser y c.1·rnr: el proh/r:mn de In culflrrn. Rosario. f-1111<.l;iciún Ross , t 986. -Slavcnhagcn, Adoll"o: "'L;i cullura populu y l;i cre;icicín i111elccl11al"" en Colombres,

Adolro (comp.): l,n culrurn populnr, PremiMLa red de Jon~s. l'uchla. !987. -Kusch, Rnunlfo: l,n scducci611 de In barbarie: análisis herético de 1111 co11ti11c11tc

mcstí~o. Rosario. founuaci6n Ross. 1986. 11 Roig. Arturo Anurés : Teorírr y crítrcn, op. cit.

Los SILENCIOS y LAS V<XT~ EN J\M('.RICA LATINA

que el período de la modernidad no ha significado lo mismo p;ira J;is m;is;is desheredadas ele Amé.rica L;1tina que para el mundo centr;il de Occidente. Una visión crítica de la modernidad desde el nosotros popular la tinoa me rica no obliga ;i incorporar tnmlJién J;is experiencias presentes en la cultura, los sentimientos y la vida cotidi;ina de las mayorfas sociales, con un criterio distinto para establecer los hechos que lrnn ele ser consideraclos en la interpretación de los procesos históricos .

De esta manera , );¡ evaluación de la moderniclad requiere algo 111;ís que una autocríticn ele las concepciones curope;is. El b;ilance debería escuchar las versiones larga mente negad;is, reconocer a esos otros c¡ue portan un pensamiento distinto; una matriz autónoma con disímiles significantes y entra nrndos conceptu;i les; con va lores, aspi­raciones y creencias que se cliferencian de las corrienlcs hegemónicas del saber y el conocimiento occidental. Se !rala, en síntesis, de in­rnrporar la tolalidad de los relatos, el conjunto de las ideas y dis­pulas que emergieron como rcsistenci;is y como una crítica profunda a ese otro rostro de );¡ modernidad.

L1 supuesta clispersión de los conocimienlos; los planteos que reivindican las frngmentaciones de la totalidad, eluden las preguntas sobre las grn ndes confrontaciones de la historia y pla nlea n nuevos silencios acerca de quienes legítimamente se integran o no en las socieclades humanas. Hacen referencia a un todo c¡ue nunca incorporó a todos los hombres en su carfrter de tales. La realidacl de la ex­plotación no se dispersa, las relaciones de dominio se concentran cada vez m;ís rígiclamente sobre sujetos que buscan revertir un pre­sente insoportable. La "crisis de los paradigm;is" cslablccc así una antinomia: como evitar "los deseos de totaliz;ición que sie:mpre han contribuido a aumentar la inlolcranci;1 bajo el pretexto de la superación enriquecedora de lo <lil"crente" 12 y al mismo liempo cvit;1r los silen­cios como otra forma de totalización ahsolutizante y represiva.

Los fenómenos de la historia desbordan las opciones entre Kant y Hegel o entre Weber y Marx si se incorporan otras voces . Si se asume una perspectiva y un concepto diferente de totalidad que in­cluye en el concepto de lo hunwno a vastas capas sociales de las regiones perirérirns.

Li crítica a la Razón marxista tolalizante , desplegada en el debate europeo , lrnbililó cl resurgimiento de las vertientes liberales y sus

'º l'isci lclli. J\lcjnndrQ: '·Poslmoucrnid;id e ídcnlíund In tí1ni;1111erica na ·· en Cuadernos de In Co111r111n NºIO, Snnln Fe, Municip;iliuau Je l'uerln (ir;il. San Mar1í11. !988.

-Quijann. J\níb;il: "Moucrnidnd , iuenlid;id y ulopín en J\múica L;ilina"" en lmá¡;c11cs dc:sconocidns .. . op. cit.

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ALCIRA AIUil!Mt:DO

rundamenlos epislenwlógicos. Pero el conl1iclo enlre saber parcializado o lolalización sólo se reformula a partir del reconocimiento e.le Ja legilimidac.l de olros saberes, que significa una ruptura con la tulela cienlificisla 13 y lambién con la tra11sepis1e111e eurocénlrica.

Sólo a parlir de la! ruptura es posible eslableccr Jos límiles de una visión abslraclamenle homogeneizante de Ja "naturaleza humana universal", de la "cullura universal", del clnocentrismo occidenlal que, en nombre del progreso y la civilización, reclamara para sí el c.lcrecho ck imponer sus inlereses a los pueblos de ullramar:

E~la idea del universalismo es cara ai nacionalismo de los países imperialislas cuya c.lominación es seguida en loe.los los casos por el desarme cullural de los pueblos somclidos y la lransferencia de las valoraciones del país colonizador a las arislocracias posternadas de las colonias. Es imposible que un pueblo se conciba a sí mismo a través e.le olras rn lt u ras-ni las capas coloniza e.las lo logran ple na mcntc­y cuando n¡¡Ís, los valores universales se ven siempre desde una pe rspccliva rn llura 1 propia. Tal vez sea posible vivirlos, pero siempre c.lt'.Sde el "nosolros" cullural al que se perte­nect· .... por eso los pueblos jamás son extranjerizantes ... 14

El proceso tic la conquisla y la colonización planteó a Jos pueblos precolo111bi nos y a los conlingenles esclavos una solución de conli­nuidad_ de lal 1uagnítud con su existencia anterior que, para las 111ayor1as sociales que ltcnen sus raíces en ellos, se hace imposible pensar el desarrollo hislórico en lérmínos lineales, como una evolu­ción conlinu;1 y asccndcnle . Esa experiencia fundacional y lra11nHític;1 --c¡ue sení al mismo líempo un impulso para la paulatina arliculación de las historias parc iales dcsarroll;1das en las dislinlas regiones- se reproduce en los interrogantes y contradicciones más sustantivos del prcscnle . En un punlo e.le vista que recoge la experiencia de cinco siglos y cuestiona scveramenle la lógica de las relaciones impueslas a .las clases populares lalinoamericanas por e! Occidenlc cenlral y sus aliados locales. Que se pregunta si es ésle el resullado necesario del progreso, si es ésle el único papel que le cabe a América Latina en el despliegue de la hisloria universal 15•

'' Pisci1clli. i\lt:jan<lrn: op. cit.

"lkrn<in<lcz 1\rrcgui . .luan Josc : ¿Q11é es el ser 1111cio1111l?. Buenos i\ ircs, Plus Ultra . (1)73.

"Wilncr. Norhcno : l.11 rcc11pcracitÍ11 de /11 historia, Buenos Aires, Cimarrón, [1)73.

- l'o<lclli, i\111clia : " llac:iun;iliUa<l , irrac:iunali<la<l y Tercer Munuo ... Prólogo a Wilner. Norhcrlo: Ser socrnl y Tercer M1111do. Buenos Aires. Galerna, J 969.

!.os S11.1.':\<'I'.'' y 1.,\S Yrr1 ·~ l :S A~ll ' lllCA LATINA

2. ÜRÍGENES DE LAS IDEAS NACIONAL-l'Ol'lJLARES EN AMÉRICA LATINA

En líneas generales, i~na mirada histórica de las fuenles y _Jo?_ principales procesos c¡ue influye.ron en la conformación de las ideas nai.:ionalcs y populares en nueslro conlinenle, pem1iiiría seüalar cua­tro grandes períodos.

a. Las culturas precolombinas

En primer lugar, la existencia de m1merosos pueblos que habían alcanzado diverso grado ele desarrollo y refinamiento según las zonas en el momento de la llegadú de espaüolcs y portugueses. Las grandes culluras azleca, 111aya o incaica mostraban por enlonces un disímil esplendor, asentadas en estrucluras productivas, 111odos de organiza­ción social, conslruccioncs de riego y 11uviales, desarrollo urbano y arquileclónico, expresiones a rtísl icas y artesa na les, que podían ser comparadas. y en 111uchos casos superaban, ios alcances contemporá­neos de la cullurn europea. En olras iÍreas, las etnias lupí-guaraní. chibchas , mapuches. caribes, charrúas, lobas. huarpcs -por mencio­nar sólo algunas- con menor evolución en delerminados aspeclos, habían alcanzado importantes niveles de adaplación tecnológica al medio en el cual se desarrollaban. Pero !al vez en ellos lo m;ís significalivo fueran sus paulas socio-culturales marcadamente igualilarias, las lradiciones religiosas de gran belleza y poesía y un sentic.lo de la solidaridati y las actividades colectivas, que daba a cslos grupos humanos una fuerle cohesión social 1

" . Y s1 los mayas conocían la bóveda celeste y crearon un calcntia rio llliÍS exacto que el gregoriano . poseían un sistema numérico c¡ue incluía el cero y una escrilura parcíalmenlc t'onética 17

• Si la ciudad de Tcnochtilliín podía considerarse de una eslt;lica lan deslumbranlc como Vcneeia o la imponencia del Cuzco se: equiparaba a las c iudades ele la anligua Grecia; no menos sulilcs eran las creencia s , la música y las coslum­brcs guaraníes, aco111paiiadas de un desarrollo de la rarn111copea ve­gelal cuy'o valor es reconocido por la ciencia moderna. La búsqueda de la Tierra Sin Mal de los mbyit en el Brasil; los rilos del nguillalún -rogaliva anual en la que toda la comunidad hace el balance, co­leclivo e¡ individual del aüo lranscurrido- o el milo de la creacmn en ese diálogo enlre Chachao y Gualicho que lleva a las genles a

1• llihciro. Darcy : /."·'· 1\m.Jnc11s y /" cfrili:11c1ó11 . !luc11os t\ircs . Ccn1ro E<lilor Jc

t\mcr1ca La1ina. 1964. 1

' J\11s:il<li . Wal<lo : ··1;1 nos1algia <lt: la héala por 1:1 virgini<la<l no pcr<li<la: ;i propósito Jci quinlo cc111cnano <l e 1111 (des) t:11cuc111ro··. en J)111·ul y Goliath t\iio XVIII N'54, llucnns 1\ircs. CL/\CSO, febrero de 1989.

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ALClllA ;\RGUMEDO

juntarse en comunidades, los relatos épicos, las leyendas y la digni­dad rebelde de los nrnpuches 18•

h. l~'l conmoción del "encuentro"

L1s guerras de conquista iniciaron un período de aniquilamiento y degradación, donde convergieron derrotas devastadoras y formas de expoli;ición de los pueblos ;iu!óctonos que, junto con las pestes y la desestructuración de los equilibrios ecológicos y sociales, producirían la muerte de una proporción alucinante de la población originaria. La implantación del dominio colonial h;ibr~ de ser largamente resistida por los habit;intes del Nuevo Mundo. Luego de los primeros contac­tos, el enfrcntamicnlo con las expediciones hispanas y portuguesas que comenzaron a penetrar en el continenle adquirió diversas formas.

Superada 1~ sorpresa inicial y la capacidad de arción e.le los conquisladores, que produjo un;1 in111nviliz;1ci<Ín de las capas dirigen­tes -en especial enlre las grandes cul!uras, ro111n succdiern con Moctezunrn y Atahualpa- nuevos lídr.rcs inlen!ar;ín la resistencia: Cuillahuac y Cuauhll:moc en México; Manco Inca, Titu Cusí y Tupac Amaru en el Perú. Con los chibchas de la región e.le Colombia -divididos al llegar los espaííoles entre dos jefes rivales, el zipe e.le Bogot~ al sur y el zaque o Hunsa al norte- se repetiría la experien­cia de los inC"as y los azlecas y ambos jefes son sucesivamente derrotados: el incendio del lempln de Suganrnxi y la muerte del sacerdote Tiquezuza en Faculativ~, marcan el fin del imperio chibcha. No obstante, diversns grupos que habían pertenecido a él, comn Jos pijaos de !;1 región de Tolima, recién serían vencidns cuHenta aííos 1rnís tarde en una guerra intermitente que sóln finaliza cnn la muerte e.le! jefe Calcarr..

Las tribus de la familia lingüística maya-quiché se encontraban pnr entonces divic.lidos en gran número de grupos independientes, que constituían frng111cntos e.le Ja legendaria confederación Nachán , Colhuadn n Xibalba, fundada por el semidiós Votán en sus peregri­naciones mesi~ nicas. Lns 111ayas-quichés sostuvieron una defensa acé­rrima de sus tierrns y su cultura. Entre otros, d cacique Urraca impediría durante aííos a p;irtir de 1520 Ja penetración espaí10Ja en la actual Cosla Rica. Pero Pedro de Alvarndo logra actuar sobre los conllictos entre las divers;is fracciones y establecer ;ilianzas con al­gunas de ellas para doblegar a los rebeldes: al igual que en otros sitios, en la ciudad de Utal!;1n en Guatemala el rey y los principales

"Colomlircs. /\dol[o : "Lns perros del l'araiso"cnS11p/c111c1110/'ñgi11a 12 , llucnns;\ircs, O de ncluhrc de 1988.

-Macicl, Nahucl : "Dos oídos y una lengua·· en idcm.

Los SILENCIOS y LAS Voci::; EN AMÉRICA LATINA

111iemhros de la nobleza indígena fueron quemados vivos como cas­tigo ejemplar. fato no impediría la continuidad de las hostilid;ides, crdndose entre ambos bandos una siltrnción de irreversible nclio re­cíproco y de guerrn sin cuartel que, en el c;iso de los y;iquis y los mayos, durnría clesde 1529 h;is(;i 1902.

Un ensayo diferente, de niloniz;ición y evangelización pacífica, inicia Fray Bartolomé de las Casas ;i partir de 1537 en Tezulutlán, JJ:imada "tierrn de guerrn" por lo inclómito de sus habitantes . En ese mismo año, el Papa Pablo III en su Sublimm; Deus lrnbía establecido que los indios estaban capacitados para recibir la fe cristiana aunque 110 se dudaba de que eran seres amentes, inferiores a la gente de razón. Los látigos, cadalsos y arcabuces fueron reemplazados en Tezulutlán por cantares religiosos, compuestos en lengua quiché con una música apropiada a los instrumentos indígenas, que acompaííaban Ja l;1 bor eva ngé.lica de los c.lo111iniros; medidas co111plcmentadas ron la prohibición al ingreso de soldac.lns y encomenderos. Junio con las misiones jesuítk;1s, que asimismo pretendían realizar una conversi<Ín pacífica al cristianismo; Tezulutlán sería una de las pocas excepcio­nes de la conquista.

Tambié.n el dominio sobre Venezuela costó largo tiempo ante Ja valentía e.le los guerreros y la estrategia de sus líderes, entre quienes se destaca Guiacaipuru. Los nalivos de M;icarao, los mariches o los lcques, lucharon sin desmayos y con una dignidad que admiró a los hispanos. Los cumanagotos y los ijdisos de Chacotapa juntaron sus fuerzas para fretrnr el avance de los invasnres y los c;iribes que poblaban ];is costas de Valencia se unieron a sus hermanos del inte­rinr para resistir. En el Río de Ja Plata, los charrúas y queranc.líes sostuvieron un acoso sistemáticn contra los intentos de ocupar sus !erritorios e.Jurante mr.s de medio siglo, obligando a despoblar el fuerte de Buenos Aires, que había sido fundado en 1521. Al sur del río Bío-Bío en Chile -que los incas no se animaran a cruzar en los dos siglos anteriores- Caupolidn y L1utaro enfrentan a los espaííoles con gran astucia y coraje; y llevará otros trescientos años derrotar a los mapuches 1

Q.

A diferencia de las áreas conquisladas por fapaíía, en el Brasil los portugueses se encontraron con una cultura inc.lígena uniforme a

'º lbarrn y Rodríguez, Eduardo (coordinauor): Ifistoria del 111111ulo r:11 la Edad M~dcma, Tomo XXV, Universidad de Caml>riugc/Universidad uc 7.arag1>7.a, IJucnos Aires, La Nación, 1912.

- Rihciro. Darcy: op. cit. - S1avcnhage11, Auolío: op. cir. -Durán, l.,concl: "Cultura popular y mentalidades populares .. en Colomhrcs, Adolfo:

op. cit.

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Al.ClltA AIHill~ll!lltl

lo largo de todu el territorio, donde la _ín.nuem:ia tupí~gu~raní abar~ .. .. t. I· d de tribus con hab1tos y eonoc11n1cntos s1m1 caba una g1 .111 c,m IL ,1 · . . . . . . . . . • .

l .. •s tiue hablaban variantes de una misma lengua. Las 1c1.~c1u1ws .ue.. · 1 t ·1rt·· hvore­. · · 1 · ru ·ron rehtiv·1menle cordia es por am )as P• es, •

1111c1a es e ' ' - ' hijos de cicndo el mest izajc dc madre india y . padre __ portugu~s. LtJ.s. . , · . _ estas Ul\IOl\eS rucn>Jl los /l/illllefllCIJS, 1dent1hcados p1edOlllltl,llltel~'.el: . t' ·on hs nadres, pero conservando la lengua y los rasgos cultu1,1ks e I,.; '. • l . d s· emlnrgo lui.:uo

maternos i.:n cuyas comunidades ha 11a.n nac1. _º· 111 • . .' . . "'. de las primeras décadas de eomcrcia!1zac1on del p:~l.o. b.1.isd: _d desarrollo dcl cultivo de la caña de azucar. en el nordeste c01:11cn1:'.' . degradar esas relaciones. Lus rcquer11111entos de mano dc ob1.i .¡ . . · . · · r· J • ·01neterlos COll\0 originan una pi.:rsi.:cui.:1011 de los n.1t1vns ,\ 111 _ e s , .. esclavos y para esa tarea !ns ponugues~s tend.ran ~n ~-º.s . '.11t1111~ 1111 º:1 ·u. principales aliados: una de las 111anllcstac1oncs 1n.1s so1J1d.1s dd ~n~stiz.ajc Jurante los primi.:ros tie1npos de la i.:o_nquista. No obstantc_. .. la reb~ldía del - indio contra la esclavillld. se lun<laba en su p1op1_'.' estructura social igualitaria que. al no dllerenciar u~1a cara .~uu:1_s:1 lÍ un estrato superior . volvía imposible su dom1n'.1cmn global . Est,1 1 - 1·1 a partir di.: dificultad para someter a los pueblos autoctonos, 1mpu s; i.:ntonces la intrmlucciún :.:n gran escala de esclavos negros. que hacia la misma época si.: reproduce en otras ürcas del c'.>1\l1ne~1_1t: aptas para la produccHín azucarera. Sustentado en la al 1r.m•:c1on teológica de que los negros no tenían alm:~ .. ya en 1454 e1 . Sa'.1_t.'.> Padre había autorizado la esclavitud di.: los alneanos y ello pe1m1_u~1.1 a los católicos y müs tarde a los prot~stantes someterlos a cond1c10-ni.:s infrahumanas sin ofender a Dios·".

l. . 1 .· ¡ XVI ·1uo111· n la 11rimera 1•ran resiste. nc1a A 1 pro me L 1a1 e s 1 g o , ': .. ·' _ . . " . . . , . , . · 1 .1 · c·it·i·sti·ofcs demoural 1cas y la dcsa1 t1cul.1cllln slic1,d Y a1Hcnca11a. . 44 :-..¡ ' ' • • :: _ •

cultural nroducidas en los cincuenta años que siguieron a la conquista ' · · ·t· t· I· · 1wís ·111-í Je las polcm1cas lrnn sido dral1H1t1ca111cnte cons .1 .1t ,1s - '· • '. . ·

entre las leyendas "negra" y "rosa" de la presencia h1spano-prn:LUg11c_­sa en América- aunque es difícil imaginar en me.la su magnitud i.:I

si uni ricado de algunas ci !'ras: o

De los 80 millones de habitantes "americanos" que_ se estima existen a la llegada Lle los españoles a fines del siglo XV y i.:oin1en1.os del XVI. a mediados de éste_s?lo quedan ¡o ... Si se quiere 10111ar un solo caso, Mex1eo .ilustra brulalmenlt:: cn un siglo la población autóctona es d1ez~11a­da, pasandu tk 25 millones a apenas uno ... Más alla de cualquier pusit:i(in , hay una sola palabra para denommar la

'" Ribc1ro, Darc:y: "/'· nt . . . .. , . . _ Ribcirn. Dan.: y: "O ¡invo La111111-amcricano" en Carw: j(l/as, reflcxoe-', lllt:llllJt 1t1.i

N"2. Brasilia. l 'J'J 1 .

Los S11.r:Ncios v LAS Vocl!S EN AMl:RtCA LATINA

;icción que termina, en lan corlo tiempo, con el 90% <le la población <le un territorio (70 millones de seres humanos): genoci<l io21

No menos arrasadora fue la acción europea sobre el sustrato material Je las culturas indianas: los templos y construcciones reli­giosas se derrumban para constru ir sobre ellos las iglesias del con­quistador; las artesanías <le oro y plata se fundían en lingotes a fin de transportarlos al viejo mundo; se quemaron los documentos y fueron eliminados los sabios y las capas intelectuales que resguarda­ban la herencia de estos pueblos en sus manifestaciones más elabo­radas . Como escribe Fray Diego <le Landa en su Relación de las Cosas de Yucauín, dando cuenta de su accionar sobre la cullura 111a ya:

Ha llá 111osks gra 11 número de libros <le estas ict ras, y porque no tenían otra cosa que no hubiese superstición y t'alse<la<les del demonio, se los quemamos todo, lo cual sintieron a maravilla y les dio mucha pena ... 22

De esta manera, el primer siglo del dominio bispano-porlu!,'1.lés iba a significar brutales traslocamientos sociales y culturales para los pueblos originarios y los esclavos africanos que, junto a las nuevas líneas de mestízación <le estos <los troncos principales entre sí y con los pobladores blancos, rcfundarían sobre bases altamente traumáticas las estirpes popul:1 ri.:s l:lli noa 111erica11as . No obsta nle, esas diversas y matizadas realidades precolombinas lograrán sobrevivir al genocidio y a la impostación de la cultura y la religión europeas. Las principales lenguas; innumerables palabras, giros idiom;íticos y significados; creen­cias y rituales religiosos amalgamados con el cristianismo; artesanías domésticas y sociales. tejidos, cerámica. alfarería: tradiciones comu­nitarias, mitos, formas <le vida cotidiana, vestimentas, comidas, cán­ticos, expresiones musicales, relatos clandestinos, testimonios orales, van conformando el acervo <le una visión del mundo hondamente diferenciada que se mueve en las profundidades del continente, disi­mulada a veces por el barniz de la sumisión; "y mucho quedará de (¡¡ manera de ser y pensar aborigen en las costumbres sociales y realidades políticas plasmadas en 'las Indias' después de la conquis­ta23."

2 ' Ansaldi, Waldo: op. cit.

!~Chavez, Adrian: Pop w11j: libro de/ 1iempo, Buenos Aires, Ediciones del Sol, Biblioteca de cultura popular , 1987.

- Garibay , Angel: op. cll.

"Rosa , Jase M;iría : llis1ori11 Argc11rí11a, Buenos Aires, Juan Gram!;1, l 964.

J\LCIRA J\RGUMT'.l10

c. La ctnpa del dominio colonial

. 1 XVIJ y XVIII, las secuelas de las En el transcurso de los. s1g os 1. te cxnoliación del mundo

t dad u mdas a una ago mil\ ., . ' S · derrotas y la moran ' , . . d . las protestas y rebeliones. in subordinado, disminuyeron el vigor e, . 11·, d1.;c1\<o <ordo o abierto

, 1ostraran l " " " embugo. numerosos :51ntonrns 11 • 1' lonizadores: desde el trans-r . s J mpuestas por os co _, ' ante las com ic1onc .. íl ' d l que las canas populares ull-currir de lo cotidiano y la u1 ez c01 . ,, .hast·a las fiestas y los . , d bilingües de comun1canon, , ' .' . 1

hzarrnn los mo os 1· .d d . las burlas inintellg1blcs para os . 1 1 <los <le como ic1 a es , '. . d. ntua es p aga · · · .

0 rc<J)ll<:.slas recubiertas c. 'd gestos giros .. , ·

poderosos conten1 as en .. . . .' 1 defensiva que a menudo se mansedumbre, de hombres y nniJ~res a a . refugian en la mentira o el mutismo :

Hablar decir la verdad, proporcionar cualquie.r i11f.or11;~: _.', , ,.' , ar evc.ntt1alcs cargos y act1sac1onc~ a ,

~l~~11~~·i 1~:~ 0~~:~\~1ra Jos indios, lo~ m i st~s<~:•:11:1 ~; :~,r~\1¡~~;~1l;;~1 ;, .· . iúhlico se muestran respc uoso. . . ' "· s1 (.n 1 l 1 abh11do quechua los motq.111, est il n sólo entre e.o onos} 1

' : . Saben que los mistis se burlan de ellos o Jos cspr~c1an .. .. , i ·111 tonl"/il folla los perciben como seres infenorcs y s111n l. 1 .. ,

• , 2·1 de co111prens1011 ...

. asivos de mirada indcscil'rahlc, esos Aparentemente resignados y P• . . , l ·!día ya se.a en formas

1 , , ·ada vez a mostrar su re Je ' . seres vo \eran (., . d' '<l 1· "camino a J-luarnz, un

. , mera venganza in 1v1 ua . ' , , d l colc.c.t1vas o como . 1 l ' : d 1 ca¡)itán se venga arro1an o e . . 1 1. , )jJortado e a t 1go e ' ' ' · ·, , ¡ 1nd10 que \aLlJa st 1 . indio qtie parecia so o

l ' d las alluras · es e mismo unas ga gas ues c. '· ' '". ., ,,,s H"li'ian desart iculado sus ) \l11lSerilCIOn · • " ' .

dispuesto al llanto y a . e.01 , d erar su dignidad. Un pernia-1 s a mb1nones e rccup . ' . 1 ,

[uc.rzas, pero no a. ~ . , <. 11orquc. sentían que ( ctras anaba a Jos oprc.sorc,, , . . 1 ncnte temor ~co111\1 ' ,. . latente una guerra potencial. a re -

de Jos silencios s1cn1pre ~staba . , " -\1 1··1vor . la unión Y un · ll t¡ue \e111an " " • · -

vuelta de aquellos misera i es . t . s se ex¡Hcsan de manera 'l l '<l' a Pero las res1s cnc1a. · . . 1 . íncomprcns11 e 1 1om. · . , muchas veces s111c1l as,

. s <le dcscspcrac1on Y . atomizada, con rasgo. b t < antes <¡uc como allcrnat1vas

on<licioncs a erran c., ' · como respuestas a e l I dcstrt11'dos aniquilados, que se res-

. · · Son ¡1t1e 1 os .. · ' · · de real 1Ibcrnc1on. t . su condición numana . 'digos ¡Jara mancner · guardan en antiguos co

frente a un poder arrasador.

. . 1 , 111dnd y i1ro11ía c 11 /ns Andes . ¡,,., - ("" ¡· ·' A lhcrto: D11scn11dn un [nen. "~1

'' i'lorcs "'ª muo. " ' . • 9R6 Ilabana, Ca sa de las /\meneas, 1 . Madrid ¡\~uilar. 1961. Citado por

'~ García Calder011. Ve ntura: C11 i;11tns pertlfll1t>s. , . "'

Flores Galin<lo, i\lbeno: 0 P· cit.

146

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Los Sn.ENc1os Y !.As Vocrs EN AMf;mcA LATINA

No obstante, a lo largo del siglo XVII, j unto a múltiples insurgencias, fugas en masa o conspiraciones , se producen movimien­tos de mayor envergadura, como las guerras calchaquíes entre 1630 y 1635 y entre 1660 y 1665, o la resislencia de Palmares desde 1630 a 1697. Con mayo res o menores niveles de radica iidad, disli ntos eslallidos se suceden en el continenle. Hacia 1609 la huida de escla ­vos de las haciendas azuearerns en la región de la selva de Orizaba en México, daría origen a una sociedad negra organizada mililarmcn­te que designa a un rey llamado Yanga. Luego de resistir lcnazmc.ntc. los embates de las fuerzas españolas, Kcc.derán a dejar las armas con la condición de obtener su libertad y pc.rnrnnc.ccr en el lugar -<lon<le fundaron el pueblo de San Lorenzo <le los Ne.gros- aunque no podrán dar refugio a nuevos fugilivos . En 1615, los indios lepehuancs en Nayaril se sublevan contra las tandas mineras de Zacalccas. En 1652. los antiguos habilanles de Yucatiin cncahc.zados por el carique Diego de. l3arrasa lograron neutralizar los primeros inlcnlos por someterlos, matando incluso al gobernador. !lacia la 111is111a r poca, Luis de Yaguanaquc lidera el lcva11la111iento de los larahu111aras en Chihuahua conlra los impuestos y exacciones que pretenden imponerles. Nueva s revueltas se producen en Oaxaca al sur, 'ante la i111p11ní<lad del alcal­de mayor de Tehuanlcpec y, c.011 la mediación del obispo, exigen mejoras en las condiciones <le trabajo de los encomendados. Durante 1678 se levantan los indios laos, pícuríes y !checas en Sanla Fe . Al1os m;ís larde, lrncia 1689, otras insurrecciones de los talrnrís y una vez miis de los tepchuancs de Nayarit y los tarahumaras de Chihuahua conmueven al virrcynato de Nueva España . Muchas veces, en estos procesos pnrticipan sacerdotes índígerws con una visión religiosa que reivindica la salvación cierna, pero lambién condiciones de vida le­rrena 1 menos crnclcs para los somet idos 26

La disminución de los filones en el cerro <le Potosí y la dnística caída demográ rica a 1 comc.nza r el siglo XVI l, produjeron crecientes presiones para obligar a los mitayos a íncrcmentar el tiempo <le trabajo, unido a una extensión de los terrilorios donde se realizaban las levas. En la región del Tucumán, los diaguitas habían sido incor­porndo~ para el ::ultivo de. algodón, el pastoreo y los obrajes textiles; pero en las primeras décadas de ese siglo comicnzrn a sentirse las consecuencias del reclutamiento minero y decrece agudamente la pro­porción de sobrcvivícnlcs que lograban regresar. En 1630, ante las protcslas <le. los caciques, el gohern;idor Felipe de Albornoz decide humillarlos para imponer su ;rntori<lad; pe.ro esa humillación será el delonanlc de una insurrección que duraní cinco años. En lodo el

16 lh;1rra y Rnuriguc:r. , Euuar<l<:J: np. cír . - Flores Galin<lo, Alberto: op. cit.

147

:.:'

ALCIRA ARGUMEDO

altiplano Jos dóciles encomendados se transforman en calclwquíes, en indios rebeldes y valientes, en aguerridos soldados. Las lanzas y flechas arrojados desde los p11c11rás -trincheras de piedras construi­das en Jo alto de los cerros- junto a un férreo espíritu comunitario y combativo, que llevaba a las mujeres a luchar junto a sus hombres, hicieron de Jos calchaquíes un poderoso enemigo de los encomenderos tucumanos. La ofensiva indiana llegará hasta las puertas de las prin­cipales ciudades, que deben ser abandonadas, se acosan e incendian las antiguas fincas y los fortines son arrasados. Sólo con el arribo de crecientes refuerzos desde Charcas, Buenos Aires y Chile, logran los espaúolcs dominar la rebelión.

La paz no duraría mucho tiempo. En 1660, Jos hijos de quienes participaron en Ja primera insurgencia protagonizan un nuevo estalli­do. Pedro Bohorquez --cuyos orígenes a lgu11os consideran espa üol y otros mestizo- se proclama descendiente del Inca y convoca a los cakhaquíes·a sublevarse una vez más. El gobernador Alonso Merca­do forma un cjl;rcito y se interna en los valles; pero le llevará otros cinco aüos doblegarlos luego de una guerra de exterminio. Esta vez, a fin de garantizar la paz, sólo una pequeüa fracción de las familias y los guerreros sobrevivientes permanecen en la zona tu cuma na, mientras otros -entre ellos los quilmes, asentados en la periferia de Buenos Aires- van a ser trasladados a distintas regiones. Cien aüos m:ís larde, los descendientes de aquéllos que quedaron, mestizados con criollos, volverán a eombatir junto a Tupac Amaru II21

En esa misma época, los esclavos en Brasil inician huidas indi­viduales o en masa hacia la selva brava de Pernambuco y Alagoas, donde formaron poblaciones -los 111oc11111bos- que reproducían vie­jas costumbres e instituciones africanas mezcladas con. inllue~1cias blancas. A su vez, estas poblaciones se agrupaban en conlcderac1ones o repúblicas denominadas quilombos. El quilombo de Palmares nació hacia J 630 y llegó a tener una población aproximada de 20.000 habitantes. Palmares se mantendrá durante casi siete décadas como una sociedad negra independiente y guerrera, defendida a ultranza por Jos pobladores. Su primer jefe, el rey Ganga-Zumba y más. tarde el legendario Zumbí, lograrían utilizar inteligentemente las defensas naturales que les brindaba la selva a fin de construir fortificaciones, inabordables para las veinticinco expediciones militares que, a lo largo de sesenta aí10s, organizaron holandeses y portugueses. En 1697, ia última gran orensiva fue larga y sangrienta: Jos hombres, mujeres, niüos y ancianos de Palmares se batieron ante un número de soldados varias veces superior y mejor armados. Cuando ya no fue posible

"'!barra y RoJrígucz. FJuarJo: op. ci1. - Flores Ci;ilim.ln, t\lbcr1n: op. c11.

Los SILENCIOS y LAS Vcx.·IB EN AMÉRICA LATINA

continuar luchando. los sobrevivientes afrontaron una opcion de hie­rro: el retorno a la esclavitud o la muerte. Arengados por Zumbí, Jos padres o las madres con sus hijos en brazos, los heridos, los com­ba11cntes.,agolados, todos aquéllos que conservan un resto de vida van arro1andose ª, un precipicio: en un acto final de libertad, ha

1;

elegido la muerte-8•

Durante _ el siglo XVIII, nuevas resistencias volverán a conmocionar los temtonos .del antiguo Tahuantinsuyo. Hacia 1710, en el Cuzco Dicg.0 dc_ E~qu1vd Y Napia se autodenomina Apu intentando reinstaura; la d1nas11a 1nn11ca. En Oruro en 1739 Ju·rn Véiez de Có d b , ·r· 1, M , . • • · ' · · r o a, un 111 ~~ izo 'e o~ucgt'.ª· cons1derandose descendiente de Huáscar, orga-11'.'º '.1/1ª c~·nsp'.rac1o_n para ser. _rey del Perú; abortado antes de csta­.llM, t · 1110\ 1m1c.1~to Lompromet10 a numerosos caciques y curacas del .dt1.pla110. Dos an.os 11ntes había comenzado la primera rebelión ma­si.v.''.: c~ue s~ ~~x11e'.1de a . varias provincias del virreynato, llegando h<1s,<1 ~,1s pue:1,1s de. la cuidad de Lmia; pero luego de algunos meses c~e t:1:l~enta'.111en10, se.r;í duramente _reprimida. Enlre 1743 y 1756, en l<1 reg1on de, 1-fuarochm se producrna una nueva sublevación de gran­~~·s 1.no1~orc1ones. Juan .san~os Atahualpa, un indio piro de Ja selva lC.ntr'.1'., ,iJumno de los Jesuitas, se proclama Inca e inicia una insu-rrl""l'Hln ·1 h tllll' se' 1111e 1 c · · d' ., . • ·' · · · 1 a111pes111os 111 1gcnas, mestizos y negros. El. virrey Manso de Velasco organiza varias expediciones para repri-mirlos,. pero los sublevados encuentran f;ícil refug1·0 c 11 la J d 1 se va· on-' e se 111te:nan cada vez que pretenden apresarlos. Durante trece aüos, l:is cxpcd1t:1oncs lanzadas contra los seguidores del nuevo caudillo lucro1'. replicadas por_olras t'.1ntas contraoJ'ensivas; y si bien no logra­ron dcrrolarlo, en 17:;:,6 se pierde su rastro en la selva. Ningún hom­b~c .ocnd_cntal podríÍ .pcnc~rar en ella hasta el siglo siguiente y Ja ·'clv<1 sera el cspauo 1111ag111arío de la utopía andina. el Jugar donde pervive el remo dor;1do de los incas"~.

. Haciendo extensivo a lodo el continente el seüala111iento de Darcy R1bc1rn con reJ'ercncia al Perú, puede afirmarse que un elemento dec1s1vo . ~-a raclerizó a los movimientos rebeldes en Jos tres siglos de dom111ac10n colonial:

., V - <:Joya. Juan Ca~los: l.t1 e..rpoliacíá11 de A111éríct1, Buenos Aires. La Bastilla, 1973. - L1nrn, Oc1;1v.rn: losc/111·1111d y cap1talis111v. México. Siglo XXI. 1976. - hcilas. [~cc1o: l't1lmt1res: a g11erra dos escra1·os. Sao l'auio, General LtJa., 1981. - Moura. C!ov1s: Os lJ111lo111hos e ti rebdiao 11egra, Sao Paulo. Brasilicnse 1981 '"Flores Ga!inJo. Al heno: op. cit. ' . - !(i h<:1ru, Dan: y: op. c11.

- !(ihe1ro. Darcy: El dilema de Amáíca L. 11 111111 : ¡ 1 ¡ I ' es ruc uras f t.! pot c.:r y ¡llt.!r:::as

111.rnrge11tcs. Siglo XXI. J 97 J.

ALClllA ARGllMEDO

~ueron aplasl.~ <l~s ~01~i~~1t~1,rn;c ~~u1~1 ~:.~;il:~~1~¡~5° i~~;~n~¡~~ iucrns repres1v,1s en 1 ¡ , .. : ·'r· ero también eran inevitables porque expresa 1an .ª ulS. .. . , · 1 · ('ble Sl!SCeplt-IHOlesla contra una situac1on socia 111.sopor. ,¡ • • . • I

. . d'tl ·\luego 111surrecc1on.1 · l1le de ma nlener siempre c1Ken 1 o e . , .. ,

<l , 1 cicJa gcncrac1on. Esta situación era la que pro ucia , e1 ' ' l .e de la ~ · . • 1•. ue aclua ndo en nom ir · · ' nuevos grupos dmgen es q · ' , · 1. • " ·"1 de

· itcman v1va "' conuenc1< · . »1 lcycnd¡i renace11l1sla 111a1 ' , , d v1q. . . . . . . b 'clo Se genero as1 un esta o la cxpol1ac101~ ele ~ue er '.111 .?. IJ . <l~ rebelión incipiente. que cndé:111ico de mc¡u 1c.tud sou.1 y . . . . . ue

. . c.nl'rc.nta1111c.nlo v1ctonoso, pero q 110 llegaba p111as ªun . 1 1. . de. cohesión . . . 'uía mantener y lorlalccer os .11.os . . . consc.g " ' .·, de la conquista y consc.r­étn ica, perpetuar su prnp1.1 \-is1on d. 1 ,» . a las var la esperanza de una revancha ~¡uc. c.~o ' .1c.se rdi-

1 l "c)11cs tlt·l ·ilti¡1la no la aulonon11a y la d1g111dad pe po ) au .. · • das .10

.. ¡· ¡ s iglo XVIII con . . .·. . » se cierra al frna izar e · _

Este. c1clo de rc.s1slenc.1.1s .. 1 1780-1781 y con la rcvolu-. I · Tu¡nc A111art1 l en

el lcvanlam1cnto te ' . T . . .. t Louvcrture y Jcan Jacquc.s l. 1 Ú r {3ouklllall Oll!SS<ln . C

ción negra lt era ª Pº ' . . .. dolllinio francés del a-. ¡¡ · ·. c. ¡Hoclalllan en e.se

Dcssalines. en . a1l1 , qu . .. d. A111e~ r in Lali11¡1. Conle111-·¡ 1· . 1dc.¡1c.11cJ1enle e '

ribc. la pr1111c.rn repu) ic.1 11 1 \ • ' t ' a11os llevar~n has la sus l · • Fnnccsa os 1,1i 1' .. ·

11oráneos de la Rcvo UCIOn ' l ,; : . 1 • • t1·1\d·1d libertad y rrat ern1-. ¡ . \l(lSlll auos uc 1g ' ' ' úlli111as consccuc.11c1a s os . .' . . , d los 500 .000 esclavos

d . l7<.J1 una 1nsurrc.cc1on e · . _1. 1 dad En agosto e · . 1lant ·iciones e 111cenu1a a · . \ \· ·olonia destruye. 1as 1 ' ' ·· c¡uc trabap 1an en ,1 t . _, . • . . 1esi·giian gobernador a . ,. Poco uc.spues. u .. •

ciuc.lad de P11crlo Pnnl 1pc . l; , , . 1 h cschvitud · algo que las . . 1. ·rcla la abo 1c1on ue ' ·· ' • , 1 1. Louvcr.turc y se. en · '

1 . , r; . ncc.s·i no conlc.mpla 1an: ,1 . 1. · . le h Rl'VO uc1on 1·r.1 · · '

ideas 1gua 1lanas < · ' · , •.. . 1 · l 1 í[ico de ne.gros co1110 · l, lnb1a clcl1111uo •1 r,

Asamhka Consl1luyen c. .' l., \· d ' l'ercncias de. sangre entre . · . I" solo a 1111 o .is 1 · "comert'IO nac10n.1 Y · 1 d~ libres y esclavos en

t. • T ses ¡x· ro no a ,. aris tócratas Y plebeyos r.inc .. ·' ·

las colonias . . . 1. Convenció n envía . · . .. ch en Sa111l Do1111nguc .. •1

Ante \a s1i11ac1on crc..i • · P 1 • 1 ·on seis mil hombres · ¡ · · Santonax y ·o ve.re c.

l' n J 79J a \os peo 111\0S ,' l r , .. SO de SU empresa los . l l · . 1l ·11111cnlo ; pero e r,1c .. 1. . , - . •

11ara rcpn111n e cv.ii ' · . s· ' l\J\nrno senuHan anos tic. l ·vo oob1crno. in c. ' "' ' "' obliga a reconocer e nuc. "' 1. los ··onlra \os blancos;

. · . los ne.gros Y mu •1 · '- • luchas mlc.nws: pn111c.rn. . . . . x 1t1\s·1tlc)S se desatanan . . · ll 10s lucron e 1 · ' · • 111<Ís !arde, cuando c.s lns u 111 . l t . ·1'unac.los a la s presiones

·¡· lrc negros y lllll a os , ' . 1 l nuevos conl 1ctos en · , · . cnchvc. colonia Y a . . . . . . ar e.se. cstrateg1co ' . . en lrancc.sas p.1r.1 rc.nipc.r • r sus propias posesiones hoslígamic.nto de lnglalc.rra que len11a po ..

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Los S11.~Nc1os Y LAS Vocr:.s EN AMÉRICA LATINA

el Caribe . En 1802 Napoleón manda al general Ledere con 86 barcos y cerca de 30.000 holllbres para relolllar la isla y allí sufrirá la primera grnn c.lerrola e.le su historia lllililar. Pero logran apresar a Louverlurc y llevarlo a París, donde l\luere en la drcel dos aí10s más tare.le. Jcan Jacques Dessalines toma su lugar y en 1803 vence a una nucv;1 expedición francesa. Nomhrac.lo gobernador vitalicio, el 1 de enero de 1804 proclama la inc.lepcndencia de Saint Domingue cam­biando su nombre por el e.le Haití. El asesinato de Dessaiines en 1806 desala graves conflictos . mientras el país se divide en dos regiones enfrentadas entre sí: en el norte, el gobernador Christophe implanta una dictadura política que más larde se transforma en monarquía. En d sur, Alcxanc.ler Petión eslablece una república democ rática: la primera en el mundo de alcance integral, si se tiene en cuenta que los Estados Un idos y Francia mantenían la esclavituc.I y el colonia­lis1110. Pctión reparle las tierras entre los antiguos esclavos y durante 111ás de una c.lé.cac.la, hasla su 111uerle en 1818, gobernad por consenso en un di111a e.le paz . E~a c.le111ocracia integral y su líder, ejercerán decisiva inlluenci;i en las luchas y en las ideas e.le Simón Boiívar31 .

A su vez, estos 111ovimienlos expresan los complejos fenómenos sociales y culluralcs que se fueron procesando en los tres siglos e.le dominación hispanoportugucsa. En el transcurso e.le ese período, las soberbias civiliz;1lcHias. las ambiciones c. intereses, las experiencias vitales límite, las lrnc.liciones étnico-culturales, las nuevas condiciones de producción e inlerca mhio , las a lluencias poblaciona les y los lras loca111ic.nlos socialc.s, van conslituyendo dos grandes patrones socio­c11/111rales a través e.le una amalgama de aportes e.le marcada diversi­dad. En cada uno e.le. ellos será posible delectar elementos básicos de definición en lomo a valores conslilulivos, percepciones existenciales y v isiones c.lel 1111111c.lo, que se inín reproc.lucienc.lo y alimentando en las sucesivas generaciones sin haber logrado, hasta el presente, una síntesis capaz de revertir su histórico conllicto: por una pule, el patrón socio-cultural de corle oligcírq11ico-seiiori11/; por otra , su con­lrapart ida popular .

E'ilos dos sustratos tienen entre sí 111í11liples puntos de contacto, intercambios, espacios grises y elc111enlos e.le yuxtaposición . Existen préstamos, readaptaciones y fc11ó111c.nos e.le ;1dopción de elementos de cada uno e.le ellos por parle e.le! olro. Dado que la historia es diná­mica, lanlo los patrones socioculturales e.le las clases c.lominantes como los de los sectores subalternos se lransfor111an continuamente, creando

" Bosch. Juan : JJolímr y In R11errn social, Buenos Aires, Jorge Álva rcz. 1966. - lharra y Rour1·guc1., Euuaruo: op. c11.

- Vi1alc. Ltiis : "l la ilí: primera nación inucpcnuicnlc uc América L11ina·· , ílucnos Aires, en Todo es lrí.1·1orw , 1987. ·

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ALCIRA ARGllMEDO

normas. comporlamienlos y símbolos que contluycn y se oponen, que no se dan en lota! aisla111iento unos de otros. No obstante esta co111-plcjidad de sus características y relaciones mutuas, son dos formas f1111damentales de vertebración social y cultural. Dos polos cuyos perfiles respectivos se hacen 1mís visibles en sus manifestaciones cxtrc111as. Y si bien existen otras expresiones sociocullurales inter111e­<lias, con mayor o menor peso según los países, la fuerza de atrac­ción que cada uno de ellos ha ejercido históricamente, dcl'inió los principales ejes del antagonismo en América Latina:

En el sentido mÍls amplio, se trata de la contraposición de dos diferentes visiones humanas por imbricadas que estén; de dos cullu ras distintas, dado que la cultura es t;llnhié n una concepción del mundo y de la vida del hombre. la sociedad y la naturaleza ... Los participantes de la cultura dominante y popular hablan dos lenguajes distintos, por lo que no se entienden: tienen dos cosmovisiones y sociovisioncs dil'e­renles. No hay acuerdo entre ellos en virtud de los diferen­tes componentes de sus lenguajes, signos y símbolos ... Por ello podr{i notarse que la idea del todo social (la nación, por ejemplo) difiere entre los portadores de la cultura popular y los de la cultura dominante, porque su herencia cultural difiere en sus contenidos. 32

A grandes rasgos, con las facetas que adquiere en las distintas regiones, el patrón oligárquico-seiiorial estará asentado en las nuevas "aristocracias" formadas en América por los descendientes de los aventureros, ex-convictos, delincuentes, hijos segundones o campesi­nos misérrimos que integraron el grueso de las corrientes conquista­doras y colonizadoras hispano-lusitanas. A partir de las fortunas anrnsadas en encomiendas, asientos de esclavos, explotaciones mine­ras, plantaciones. obrajes o expediciones genocidas, las siguientes generaciones irán adquiriendo un cierto refinamiento. Construyendo alcurnias que diluyen los orígenes y les permiten asumirse como razas elegidas, portadoras de la sangre, la civilización, la cullura y la religión europeas.

falc patrón mantendrá como una constante la convicción de su superioridad racial y cultural y un complementario desprecio hacía las poblaciones autóctonas y de origen negro. En una alta proporción, el desprecio se extiende hasta sus propios hijos mestizados, a quienes no obstante buscarán cooptar para consolidar su dominio. Fieles se­guidores de los preceptos teológicos que afirmaban que los negros no

3' Durán, Lconcl: vp. c11.

Los S1LENc1os Y LAS Voc1os r:N l\Ml'HICA L'\TINA

tienen alma e Ínlerpretrndo c¡t 1 . d' razón coi . . . : ' i? os in ros eran amentes, fallos de iio~ial rep1;~d:~~~;{¡ lao1;:11~~~a,rlo~ ,11;tcg~;ilmente humanos, el palrón se­can las capas socí·des o J go"'·c. cEis siglos una conlundentc distancia

' • J nm1u<1s. n este m·irco h d ¡ . . y el exterminio no ¡Jodían co 'd .. · · ' · ' es 1uma1uzanón 1 . ' . ns1 er.irse como una afrenta ·1 D' p

e contrano, muchas veces 1. ·' . ' ' ' ios. or 1 · · se 1.iuan nccesanos p·ir·1 hon ne y olras para alcanzar la civilización:.. . ' ' rar su nom-

FJ " l":'d r~u~mo. era u1~ componenle rndispensable en Ja menta-1 a .. e e ualqu1er gamonal; existían razas, unas eran st'.p~.nore~ a otras. de allí que el colono de una hacienda ;l~. h1ern m1ra r d~sdc a bajo al mis tí• l rata rlo con veneración ::1 hla rl.c eom~ s1 estuviera siempre su plica ndo, mienlrns ci

f'imon,11 dcbia manlcner ci tono eslcnlcíreo y de lllando en ;' vo~. l-folllbres de a pie y holllbrcs de a caballo· holllbres

e esca zos y hombres con largas holas.11 ' ..

En. todo c.I período de la colonia. este .st1slr,·1t<1 u 1 sociocnltural lendr{i 1 a cierta s1mililud enlre fas d' derivada del Jcso de 1;1 . "' "·1vnsa~ .zonas de Alllérica Latina, titucicín y des~1rrollo L . rc.lcd.renl~·l<i l11sp,1n,1 y porluguesa en su cous-

. uc.go e <i 111dcpcndcncia el t , r , . conservará el espíritu <lis. . . .

1 . · '• · pa ron o 1garqu1co

los modos de ex J , ", . c.nnl11n<1 Clf10, rea.da piando los fundamentos v . ., j rC.SIOn .¡ OS nuevos lll' ,, 'tf.. " "

quiebre el eje f'undanle d 1 d . . .mpos ,. I e.is, sin que se , ' e esprec10 social y cult . 1 1 . ·

mayonas populares. Dcíciks . 1 I· . . llfd 1,1na las I ·. . ... 1n e ,1s preswnes eco1HÍ1111cas y culturn-c.s exlernas, estos sectores buscar;ín cc1 i · 1·· .

cxtr·1n· · · ·' · llH d i,idos <I las ¡Jotenchs · ' Jer.is ue turno p·1r·1 resgu· d '· susten1·111 J· . 1 · ' ' ·· .ir ar su predominio. Sobre ellos se · · · ' .is re ac1ones ncocolonía les qu ~ . 1 . . · • cos, unen el orgullo de s. 1· .. , . . . . e' .i os intereses cconómi-hrcs superiores,~ aún c11a;1~~ I~~~ c.sc.og~<los para una misión de horn-

' '" 0 requiera una actitud scrviV'. Por otn pule el , .

' ' • · jJlltro11 SOCIOCll//11raf flOJJll/ · , f . co1110 una elaboración cofecliva que . . . .... ar se. ira or1ando nes a partir del siglo XVI N , s~ .proce.~,¡ c.n las d1strntas regio-prolongacicín de l·1s ~11ltt . o sc.Jlr,1t,1 .. por supuesto, de una mera

. '. e 1rns preco omb 1 . . l .. l'XÍstcncÍ'llcs f . · 1 las, y.i CJUC. as l'OllOICIOnes

' . lle.ron profundamente conmocio11·1cJ·1s Deb·d 1 sencía cspaliola y portug11e. - , d . ' : :. . i o a a pre­les en !· . . . sa, ~e pro llJeron modi11caciones sustancia-

,¡ c.slructura social de eslos ¡rncblos y . . de 0 . · .. ,. , . . · · · · surgieron nuevas forlllas

. rg,1n1z,1uon rnd11c1das jJOr el ¡mder c·c>i<>111·',·1·I. Se desarlirnló Ja

'·'Flore' Galin<lo. J\lhcrlo: op. cil.

J.i Frnnco. Cílrlos; Cax/ro Po:.o: 1u1cuí11 ' / •. ·- . , , Centro Ue Estudios ; , , . • nor c:.1111-tn,1011 ~·nrlogena. y socialismo, Lima,

-C 1 1 . p1rn c.I Dc,arrollo y la Par11c.:1pac1ón (CEDEP) N"7 198<l. ·'.' n~111rc$, Adolfo: op. el/. · ·

- R1hc1rn. DMcy: op. el/.

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,·; r: 1:: ,. /\LClllA /\RGlJMEDO

'da religiosa y las tradiciones laborales, mientras las ;e'.1guas, ."~ v1 . 1 [", r111", ··o¡'c·.a. las vestimentas y las arles.an1as, conscr alimentación, a n n~ ' ' d 1 s , 't'd y si bien a pHllf e en once. varían un perfil autóctono 111~~ 111 I ~- 1 . esi~te~1ci~ de los grupos se 1113 nt ienen ejes de c.ohes1on soCia Y r .. · ·. ' 1 . <l t'

no como individuos aislados- as 1 en !-

nativos en . tanto ~n'.pos. - ; t nsrormadas por fenómenos de dades étnicas ong1narrns seran ra . is

mestizaje racial y cultural de envergadura · . . Junto a las culturas indianas, los africanos c?nst1tuyAeron un~~º~~~

. f . · ' pu lar amencana. pesar fundamental en la con or111<1c1on po . , 1 s esch-

<l · 1 · ue se 1111ponrnn a o. · · ' condiciones infrahumanas e c.x1s encrn q. . , d'<los se c1kula en

1 1rome<lio de vida desde que eran ven 1 . . . ' . vos -e 1 . . . lt 1 se [uc i111¡1onícndo en e1crtas

· - su 1nfluenc1<1 cu ura · · · . . c111co anos- · 1. , . ·a y los rituales rel1g1osos, , .· lmcnle en la danza, ,1 111us1c, . are.as, espeua . . . . d .. 1· 'dad ¡1cr111itidas por una dura casi l;is únic;is cxprcs1oncs e crea iv1 '

c.xplotación:

Aunque esta masa lrnllla1w pertenecía a d.iversas c~llura:~ colllO la yoruba, fanti, aslrnnti, mand1.11g_a, ha .ºn?º•

\. 1 t teníalahasecomúndeu1u1n1m1smov1talista ienguea,ec., , '•· . ts y una serie de costumbres en muchos aspectos semepn e .. Al lle ar a Amé.rica, sr. produjo entre ellas u1rn. fuerte interc·l~ltmación. inevitable ante el contacto o la !orzada

. • " 1 las 'lenwirr1· y la necesidad de defenderse conv1ve11t lil CI '' ' ' • , l ' , . 1 s del blanco. Tal inlerculturación se cxte11d1~ tam 11Cll ,1 ~· . <l' e11as como lo vemos en la mitolog1<1 del llanrn o 11\ 1g •·· ·¡ - · ·ult\lras candomiJlé caboclo en el nor<lesle brns1 eno ... u1s l '.

f. . s ¡'11e<len existir como rc.st-cllltUras (elementos

n ncana. , · <l 11 les inconscienles que llotan en otrns rcnhda es ~-\1 urn .

. . · , idolas con las modiricacíones gra11rnl1calcs por ennquectet " · '· . .. . ) colllo ne.o-h ínllucncin negra. p<1labras, mod1s111os, ,.tt.' . . ;u !tu ras (el ca ndomblé c;i bocio de los.~ertones, la u1 poc.1 ra,

, ) 1110 lormas relat1va111entc el bnmbuco, la santc.rta , etc. y co, , . . , ( l · -

Purns como ciertos cando111bles geges-nngo yoru ),'.

. ) kctú <le Bahía, donde el lenguaje dahomcyano o ewc Y . 36

ceremonial africano se mantiene pese a Jos siglos.

encima de la heterogeneidad de es los. º.r~gencs, _la colot~íz;i~ Por - edu 'o a una co11d1non co1m1n de explo

ción espanola Y portuguesa ~ . J. '. <l ' y .1 los esclavos negros, d . gr11¡'0S r.tn1cos in ianos ' lados a los 1vc.rsos '

.•l Durá 11, 1.,concl: op. cit. . -Slavenhagen, Adolfo: op. cll . . - flore~ Galindo, /\Iberio: np. ca .

~·Colambre~. /\Jolfo: op. cir.

'.J '-· ~b o (j)

o .. . CU -1

Los SILENCIOS y LAS Vocr-s EN /\Ml'IU('/\ LATINA

pcr111iticndo el surgimiento ele algunos factores ele cohesión social; pero, al mismo tiempo, se buscó incentivar las rivalid;ides para evitar [;¡ arliculación de las rebeldías . Se fueron dando así situaciones con­lrndictorias, donde el desprecio, l;i dcsconf'ianz;i y la agresividad en el inlcrior de [;is dases populares contrastaron muchas veces con s11 participación conjunla en diferentes levanlamicntos de protes!a 37

En la <linÍlmic;i <le la relación entre estos dos grandes polos socio­cullu ra les, los mest izajc.s de e11 ropcos, ind íos y negros habrán de j11g<1r un rol dramático, como expresión de los intercambios produci­dos en las sucesivas generaciones. Los meslizos conforman en los comienzos una franja incic.rta dentro de la población colonial , donde el tono de la pic.J pasuía a ser el faclor determinante. del valor lrnmano. En un extre1110 de esa escala eslaha c.l blanco puro y en el olro, ray¡¡no en la ani111alidi1d , el negro africnno y 111uy cerca el indio. Sus entrecruza111ienlos darían origen a los 111cslizos, rastizos, mu la tos, moriscos, chinos, salla al r:ís , gríharos , lohos , alba rn z;1 dos y " no le enlien<lo"; en una eslrntificación social donde, cuanto mayor l'ucra la cantidad de sangre bl¡¡nca, mnyor era In consideración que recibía el in<lividuo!8•

En las primeras generncioncs, cslos vástagos de la conquista ter­mitrnron rechaz¡¡<los cuando los padres europeos deciden organizar sus l'amilias, acabar con el concubinato y rc.c111plazar a sus mujeres in­dias por españolas o portuguesas . Para las madres, tenían el cstignrn dr la derrota y la eventual violación, creándose siluaciones que blo­queaban los afectos y su incorporación natural en los grupos familia­res maternos . Engrosaron entonces las filas de los vagabundos, a los que quedaba la posibilidad de buscar nuevas tierras o cnrolHse en los cjé.rcilos, parn co111batir o apresar indios rebeldes y esclavos fu­gitivos. En c.llos la identidad sería un prohlcnrn angustiantc. Huían de eslc 111odo de la violencia que pesaba sobre los pueblos nativos y los esclavos, i<lentifidn<losc con los blancos, co1110 los mamelucos que asolaron las misiones jesuíticas en c.I Brasil, los mulatos frente a los ne.gros en Haití o una amplia fracción de mestizos que sustentarían las fuerzas del orden colonial en el virrcynalo de México, Nueva Grnnad;i o el Perú. Pero en ese mundo de pasiones encontradas, también serían mcslizos y mulalos 111uchos de los que integraron o encabezaron )¡¡s insurrecciones populares; y otros, como Garcilaso de Ja Vega -ese hombre a quien Miguel de Cervantes admiraba­pod rían usar los conocimientos que les otorga ha su privilegio re la 1 ivo

.>'Flores Gíllindo, /\lhcrtn: op. cit. -Stílvcnlrngcn. l\dolfn: np. cit.

·'' Cniombrcs, /\dolfo: op. cit.

ALC!RA AIWUMEDO

1 C.llrl.<tti"t'.l·111iento de fas identidades culturales acosa-para aportar a e

das 3" .

A lo largo dl'.! siglo XVIII, pasadas algunas ge!1~raciones desde tos primeros contactos , Jos mestizos .. crece1_1 den~~l~rat~ca'.ucnte Y .va~1 creando agregados sociales con perl~lcs mas. dcl1111dos, ton .. un p'.1p~! llliÍS dirnímico en fas sociedades la11noamencanas, aUIHJll~ s1.1n1~rg1-

dos en la constante 1or111enta <le sus tendencias contradictorias . ~ diferencia de los indígenas o Jos negros, que permanecen entre los estratos ni;ís bajos: y de los blancos, que intewi_1n fas capas acon~o­dadas, los 111cstizos comienzan a participar en dilercn~es _clases socia-11.'.s de fa estrul'lura colonial, impregnando como un leno111eno nuevo y nrnltiforme su engarce entre los polos socioculturales que aportaron a su fom1ació1r1º.

En l~ s te despliegue inabordable de 111a nirestaciones socia le~ Y cu 1-tundes del 111 undo popular en A111érica Latina -lengua.s'. vcst1111cntas, comidas, memorias. a rlcsa nías, sabe res, creencias, med 1c111as, n 1 ua les . rieslas, danzas, música, ritos de iniciación, hé.roes, hermandades­rcsaltan ciertas aspiraciones y valores comunes que ~~tablc~·en los puntos míni 111os de cohesión por encimí'. de tale.~ ~Ilerenerns_. .L~ recuperación de la dignidad y la auto1~01111a, la .del~ns.1 de sus 1~e'.1 lidades . la rebeldía frente a la oprcs1011, la solidandad como herr,1-lllicnta para afrontar situaciones críticas , son elementos. que ot.organ rasgos <le similitud al heterogéneo sustrato popular lal1.11oa111cnca110. Como toda cultura de rcsiste11cia de las clases so111el1da.s, el .peso propnrcwnal <le Jos códigos , formas de transmisión. y a~t1culac1onc.s de sentido a través tic la tradición oral -relatos, h1stonas, l'\IL'.nlos, poemas- es ;1lta111rnle si.gnil'icaliv'.i. La ~eng1·'.ª o~al ~·. s '.1~~'. d10 <~e comuuicación en las relac1011es sonales JH1man,1s, entre vct 11.1os, en las pequL'Í\as Ira usacL·io11cs. comercia les, en fiestas 7 cere1110111as 1 ra­<licionalcs, en aspectos de la vi<la polílica local y, lunda111ental111cnle , es uu elemento de socialización y lrans111isió11 gcnerac1011al de los principales valores y cosmovisiones de fo p~pular'.'.: Con . la. pa .ulat1:.~a incorporación de fa escritura y la emergencrn, de 111t.ele~~u,~lc:~ o~g,1-nicos" propios, estas concepciones comenzaran a m.1n1kst.irse t,1m-

,. Cervantes, Miguel Je: 1)011 Quijote ele la Ma11clia, 13arncelona, EtlilllfÍal Bruguern, l'l79 .

- Flores Gatinuo, /\Iberio : op. cit. - Rího.:iro, Darcy : op. el/.

- Colomhrcs , Adolfo : op. el/.

'º Dur<in, Leoncl: op. cu . - Flon.:s Galímlo, Alhcrto: op. cit.

11 Fcrn;ínJcz J .alour, Oiga : Cr111 111re"· /11s/IÍrÍcos ,¡.,la 1radiciú11 arge111i11a, llul!nos i\lfcS. [usií1u10 Nac.:íon;li 1.k 111vcs1igaciont:s folklliríc;1s , t 960.

Los S11.ENc1os Y LAS Voc1;:s EN AMERICA LATINA

bién a través de otros canales --el testimonio, el ensayo, la biogra­""· la literatura- como múltiples maneras de expresar:

La eapacidad del hombre, de la cultura del pueblo para bloquear, desviar, reelaborar o invertir lo que recibe; para crear propues tas a partir de sus necesidades políticas, económicas. cullurnles o meramente "humanas": para leer hechos y no pala l1fas; para defender su identidad aún en las cond íeioncs n¡¡Ís pre ca rías ... Una a nccstra 1 reivindicación del hombre común frente a esas concepciones que, abierta o so la pada 111cn 1e. desde el a u tori ta ris1110 o desde la m;ís fina cultura, lo 1 rala ron ::01110 b;í rba ro, ignoran le o id iota. Como ma ni pu la ble ... ·12

d. Los proi.:esos polítieo-i.:ulturales a partir de la emancipacitín

Por último. la crisis del imperio espaiioi y las iuclrns por la independencia hanín emerger estas fuerzas subterriÍneas que, en la nueva etapa, a dqu íeren formas <le cid ida mente políticas, con mayor grado de sislemali:zaci<ín en sus formulaciones. Las articulaciones c<.·011ó111kas, políticas , socia les y cultura les que se procesan desde entonces , van constituyendo las dos líneas m;ís gravilantcs que han de confrontar en los doscientos aiios siguientes, romo expresión c.ie llHJndos que conviven conllictivameute en América Latina: de socie­dades duales con graves <lifícultac.ks e.Je integración entre Jos polos socioculturales originar ios. El complejo desarrollo de u1111 historia de a111agonís111os, pcrmulas y yuxtaposiciones. no logró superar el ahís-11¡¡1 l'nlrc esos sustratos que lllllcl1i1s veces se enfrentaron abicrlamen­le y otras pcm1anccicron como raigambres cuyos contactos superficia­les, 111cta111orfosis o lugares <le aparente confluencia no pudieron di­s1111ular la distancia entre disímiles vcrdadt:s, entre códigos perdura­bles, entre formas de percibir el mundo ho11da111e111c difcrenciadas-ll.

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i realidades que no siempre evidenciaron Patnmo111os cultu1a.le~. '. . . 1cro donde ese dualislllo const1tu11vo

lí1111tcs clmos de deJ11,11c:1c1011, 11 l I · . l ·fi111d;1me11le ¡¡ las tradic10-l lt 11 ·1 do111111 ·111le ( ll 1 <,;\!,\! l <.; ·

1111p1de a a cu l ' . '1 1 111 '~\Cl(')n h1s¡1a110-¡10rlU\!UeS;\ y J11;1S · · 1 . p · ue SI ;\ CO O "' ' ' nes opr11111t as. 01 CJ • , .· .. . 1111dicron asentarse sobre ·. · ulcs·¡ 0 nortealll<.;l IC,111.1

t<irdc la hcgemo111,1 111,,. . ' . l . l · .. 1' "'S 11rcdn1111n;1111ementc curo-¡ 1 ·ntos loc-t es e e 1,1 Cv·

dctcrmmat os es ;ui11,; · ' . · . 1 1 1

. . 1

•. · .. en el carácter de cs;1~ 1 . . . .1 con11nu1c at 11s 01 ic.i .

peas. ciando ug,u .1 un, . . \· 1 l 'l í ·ron las \'orillas resistentes. l;1s alianzas; no menor cont111u1c ac . ex 111t <.;. l ¡1rotcsta y los rro.ycctos

. 1 lt ··1ies los mov11l11en os te . ident1dat es cu u1, · • ~ I· . T ·oncos culturales, pnlí11cos Y alternativos de or1entac1on pop·u ·,11"· : América Latina de cs;1s dos sociales que fundamentan la ex1stcnc1,1 _11

líneas históricas:

D . ¡· e '!.'IS corren desde el rondo de nucstr;1 l11s1or1;i. /\

os u 1 "· • • ·s l1hn11 veces su comb;1lc es subtcrr;ínco : otras v~cc. ,

bataÍla. visible. Por moment<>S sus voces esl<111 ~.o.ntcn1-_ 1 l

.. v 'ces dcs111den "ritos h1rienlcs de guc11.1 o de cas·o1as e· · "' t ·hlque do·l~r De un lado una rucr1.a a111er1c;1na, 1c1T1 i'.1 '. , .. . . da pnmacía y rcspcla el desarrollo interior. quc.p1.el.1~\~ los modos mentales y senlilllcnlalcs propios ... csc11c1.1.

· · l l"denl1s•·1 De ()\1° mente constituyente, <lllt()11om1s a, e ' . ,, . ·¡ .

1 1 . ¡·l1erz-1 euro¡1eizalll.c primero y. en los u limos at o u 11,1 ·" . . . .. - · 1 o r-. . . . .. ·l·11 l1·1c1 ·1 distintos rumbos cxt1.111os, '

tiempos. vc1 s,1 ' ' . \ ¡ · ' . . tw1ri·1 y metropolista, apegada a \ns vínculos IL co_ o¡,.1~1>s.

' ' , . .. externos ·1 quienes concede pnnrne1;1. .. o1 y econom 1cos · ' . . t . 1 ·s o

.· . < r debajo de las denom1nac1011es even u,1 c. enc1111,1 Y P J · .•..... ¡ ·I acontecer lisimulantcs que toman esas !uc11..1s, 10\. o e

l • 1· l, . .1.1 nae1onal se nutre de su e ia ccl1ca.

·1 . . . . l · l()s centros del poder nn1ndial - 1 .. ·esiv·is in! ucnc1,1s L 1,; • • 1 !·rente a as suc · '· . . . , .. . otrcii· ideos scran as 1 . cslnlos dom1nantcs, cs,ts ·

que impregnan a os . , . . ·t· . opulares opuestos a las allerna -bases de los 11.royeclos auton~11111s ,1s p ·1"11. c1ue siunan la hislona

l · ' o\lwHqUIC0-11111Jel , , · e ti vas de rearl1cu ac1on "ª "''. XIX XX. Estas cornentes halmín . ~le latinoamericana en los siclos .y . l'licas como 111anifcstac1on renroducírse bajo distintas propuestas po 1 , . , h h1slori·1 ·1 la

· · · · resuelto que otor\!a ª ' · '· ' de un conllícto c'.n~.1narn~ I~'.~ cc;nt'ormación cco~1<ímica caracteres de cultura. a la po\1\1c,1 y " , ¡· 1 . lesencuentros Dnndc.· en la

, . l ·.¡idad y pro u1H os t · · · dra111at1ca comp 1,;. ' • , • v·ist·is eap<is sociales en

- t·· ·hscs do1111nanlcs Y '· '· . estructurac1on en i <.; .c.'· .. · , I· s di fcrcnc1acíones económ1c1s es tan condiciones ele suh01 d1n,1C1'.J1~, .. ,1'. ¡1rcs111ncs étn1co-culturalcs·1'; com" rucrlemente connotadas p01 as ex .

I I . 1 n ' ,. "" tl(}(·trf 110 1lue1u1s "Del Ma7.0, Gabriel:¡:;¡ rodicoli.rn10: c11.rny11 s11 ne s11 i1s 11 < . . . .

/\i. •s E<.lic1011cs Gure. l l)57 1 . t . te,. "A111"rit.:;1 Launa: ldc111itlad y 11c111pm; 1111xl1is" c11111n Ira a1 ''

"Caldení11. Fernando: " ~

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Los SILENCIOS y L/\S Vocl'.s EN /\Mi".HIC/\ l .ATIN/\

una [rnclurn que atrnvies11 J;is re;i li<la<les nacionales y escinde al conlinenle nHÍs fuertemente aún que las fronlerns lerriloríales.

En esla ctwrt11 elapa es posible dislinguir diversas coyunturas donde pueden apreciarse -con las peculiaridades de los diferentes 1110111en­los históricos y la composición social pre<lo111inantc <le cada uno de ellos- el cnrácter síncrónico que van adquiriendo los avances y relrocesos <le las luchas populues; de las verlienles que buscan cons­truir un continente autónomo y justo, <le 11mplia inlegrnción y parli­cipadón social, frente a los intentos <le consolidación <le los domi­nios necolonialcs. Como afirma Hernfo<lez Arregui, "Hispanoaméric;1 liene una sola edad y sus grandes acontecimientos hislóricos son síncrónicos'"16. Una sincronía históric11 que, con nrnyor o menor én­fasis en las dislinlns áreas, se reproduce desde 111 consolidación de los imperios coloniales hispano y porlugués; lns luchas por la inde­pendencia; los conflictos enlre "unitarios" y "fcelernles" con sus de­nominaciones propias en cn<la país; la consolidación <le los gobiernos oligíirquicos, conle111poráneos r.on el Brnsil republicano a fines del XIX; los movimienlos de oposición a esoS-1 elominios enlre fina les <le siglo y 111 Primera Guerra Mundial; las dicladuras milil1lfes ele la <lécn<la del treinla; los nacionalismos · populares <le los cuarenla y cincuenta; las <licln<lurns y los gobiernos elcsarrollislns <le comienzos <le los sesenta; el resurgimienlo <le los movimientos de rnasas al rinnlizar ese decenio; las <licladuras neomonelarislas ;if promediar los setenta; la reimplanlación de las democracias y los modelos <le ajuste neolibernl en los ochenla y los interrognntes que plantean los años novenla'17.

L1s fragmentaciones impulsaelas por los proyeclos imperiales a partir <le la emancipación, se consolidaron por 111cdio de c1;os grupos oligárquicos y clases acomodadas locales que oblenían prebendas ele lns alianzas "bi!1llernlcs" con las melrópolis, en <lelrimenlo de la posibilidad <le inlegrar.~e como un país-conlinenle vereladernmenle aulónomo; al tiempo que lendÍiln a marginar 11 los sectores populares que poblaban sus mismos espacios territoriales. Artífices del interés permanente <le Gran Bret;iña y los Estados Unielos en mantener las divisiones entre países débiles, como lo muestran sus rc.speclivas inlervenciones desde las luchas por 111 independencia hasta la guerra <le lns Malvinas o la negociación <le la deuda exlenrn continental.

pensar la modernidad sin <.lejar de ser indios". en lJm·id )' Colin//1, op. ci1. -Rihcin>, Darcy: "O povo Lltino-amcricano", op. cit.

'º Hcrnándcz Arrcgui. Juan José: op. cí1.

" Rihcirn, Darcy: op. cit. -Argumcdn, Alcirn : Los lnberi11tos de In crisis (Amérícn Latina: poder tra11.rnncio11nl

)' comu11icado11cs). ílucnos Aires, l'untosur/ILET. l<J85.

... ' ~·

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AL.ClltA ARGllMEDO

La fortaleza que ha exhibido el neocolonialismo en América Latina encuentra sus ra?,ones en estas sociedades escindidas en las memorias y en las tradiciones c11/111rales más s11sta11ti1'llS. Y de Ja misma manera que no ha sido posible aún, en la mayor parle de nuestros países, alcanzar una visión superadora de los antagonismos y Ja interpreta­ción de los grandes aconlecimienlos históricos, la disparidad econó­mica que presenta el continen1e no es más que Ja degradación aberranle de ese dualismo no saldado que se remonta a las formas en que Europa. los conquistadores y colonizadores, percibieron al otro en estos 1crrilorios·18•

' Míis a JI{¡ de las denominaciones, las inrtuc ncias ideológicas o las

formas específicas de instilucionalización política que fueran adqui­riendo a partir de la independencia. estas graneles líneas históricas pueden encontrarse, con mayor o menor nitidez, en casi todas las naciones latinoamericanas. La línea histórica 11acio11al-pop11/ar se procesa a Ira vés de las generaciones; donde Jos manda tos de resisten­l'ia y las aspiraciones de autonomía, justicia y libertad; las memorias de grandes rebeldías, van lransmitiénclosc ele padres a hijos, de abue­los a niclos, alimentando ese bagaje de otras ideas. En México, por ejemplo, un ejercicio de este tipo permite. ligar a Jos descendienles de quienes lucharon junto a Cuauhlémoc en la última gran resistencia azteca hacia 1522, con los numerosos levantamientos que signaron el período colonial. Y desde esos troncos familiares originarios, en muchos rnsos lllCstizados con blancos, nacerían quienes acompaiíaron a Hidalgo y Morclos en ios primeros movimientos independentistas de orientación popular. Un siglo más larde, los nietos y biznietos de esos colllllatkntes fueron liderados por Villa y Zapata, que expresa­ban las corrientes llliÍs radicalizadas de la Revolución Mexicana de l 910; y sobre el apoyo de la generación siguiente pudo Líizaro Cárdenas profundizar las políticas de reivindicacicín nacional y social entre i 934 y J 940. A su vez, Jos hijos y nietos de esos ca rdenistas seríln la base social más importante de Cuauhtémoc Cárdenas que, en su propio nombre y míls alhí de sus eventuales aciertos o errores. s intetiza cinco s iglos de historia popular mexicana.

fatas líneas adquieren caracteres singulares en la Argenlina. dada Ja magnilud de Jos contingentes migratorios europeos que llegan al país desde fines del XIX. Al igual que en Brasil o en Uruguay, la elim inación de una parle signific;1tiva de los pueblos nativos llevó a la decisión de poblar con razas europeas aquéllo que hacia fines de ese siglo apare cía como un desierto socia L Sin embargo, los i nlenlos de suplantación de un población por otra promovidos por las oligar­quías, iba a generar entre los descendientes de esos inmigrantes

JS. Tndornv. Tzvciao: op. cit .

Los SILENCIOS Y lAS VOCES EN AMÉRICA LATINA

conductas contradictorias hacia Jos antiguos habitantes. Con una ¡11•

sospecha'da capacidad ele asimilación, fueron integrando nuevos sec­tores PºJ?ulares , clases medias y grupos privilegiados según Jos azares de _s~1 aditiviclacl económica; y se desgajan en sus comportamientos po!Jt1cos entre esos dos grandes polos sociocullurnles conformados en el país cluranle Jos siglos anteriores. Porque si nn1ch;is veces una proporción de los estratos medios formados a partir de esos aportes actuuron como base ele oposición a Jos proyectos populares, también de allí saldrían fraccíones sociales, políticas e intelectuales identifi­cadas con las vertientes ele fuerte arraigo social. Por eso no llama Ja atención en. la Argentina que muchos de los intelectuales orgfoicos de las lrad1c10nes políticas nacionales y populares de este siglo se llamen Moisés Lcbensohn, Homero Manzione o John William Cooke.

En las décadas de 1930 y 1940, las migraciones internas vincu­ladas con la incipiente industrialización, hicieron llegar a los centros urba1.10s del litoral a los descendientes de esas poblaciones indígenas, 111es11zas y gauc!rns cuyo peso demogr;ífico -p<1sadas tres generaciones clescle los graneles genocidios- volvía a ser significativo. Los arrabales de la~, ciudades se fueron poblando de gente que hablaba espaiíol, pero lamb1en quechua o guaraní. Eran "los negros"; venían desde el norte portando sus tradiciones y una versión de la historia que cuest ionaba el relato de las clases dominantes. Las líneas genealógicas Jos ligaban con remolas aspiraciones de dignidad : en el Noroeste pueden rastrearse sus ligan~entos !«1111iliares con las rebeliones calchaquíes de 1630 y 1660 y un siglo 111;1s larde con el levanlamíenlo de Tupac Amaru. Los hijos gauchos de aquellos guerreros sustentaron las luchas de Juan Martín de Giicmcs. hacía 1810; los niclos estuvieron en 1840 con Facundo Quiroga Y los ll1zn1ctos rnn el Chacho Peíialoza y Felipe Varcla al promediar d . de~·cnio de 1860. '.nlegraron las montoneras federales derrotadas y 11111quiladas, contra quienes estuvo dirigida la nefasta consigna de "no ahorrar sangre de gauchos". Silenciosos y replegados, no hicieron Ja guerra sino el amor; y sus propios biznietos van arribando a las ciuda­des con el signo de la estirpe en los rostros morenos. Se encontraron allí con aquéllos que venían del Noreste -también biznietos de Ja gcnl~ de Solano López y Lópcz Jordfrn- y serían liderados por el nieto mesti zo de un guerrero mapuche del Sur.

Esta experiencia histórica de las mayorías latinoamericanas irá confor111a11do, a través de diversas vertientes y síntesis, una matriz 11111ó.no11111 ~e pe,11!>:11mie11to. De in misma manera que las principales corrientes 1deolog1cas europeas constituyen una cxplicitación teórica de aspiraciones preexistentes y aparcrrn como Ja fundamenlacíón de visiones del mundo procesadas en las vivencias existencia les y polí­l1cas de vastas capas de población. Al igual ¡¡ue lo ocurrido con las ideas de la Ilus tración , también en América Latina es posible detectar

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ALCIRA /\RG\IMEDO

· ·e 1le ;iul<Íno111;1 de el proceso histórico c¡ue dicrn origen a una corr1 .1 . , , ideas de signo nacional y popul;ir. r¿oc!os de 1nle~1~ .relac1011~ vertebrnciones conccplualcs, v;ilores consl1l11t1vo~, cos111ov1smn:-s .de

r()ll od•s r 1¡ infinid;id de expericnd;is, COllOClllllelllOs Y p~;ictJCílS s;i r " '" ,. · , r ¡ l s de soci;ilcs en momentos de repliegue o con[ront;ic1011. '"'ºn 11 o. ~ont,inni,dad que cxpres;in la otra versión del relato: cap;iccs de .~lc<111-

. 1 s de articulación teórica y confrontar, la111h1en en znr mayo res n1ve e. . . 1

d matrices el plano del pensamiento s1stenrntrzado, con_ ~s gran es . '

. iíluyeron en los lJroycctos orga111cos a los cuales se europeas que 11 · · , , : .. enfrentó prcdominnntcmentc en lern1111os pol1l1cos.

Desde est;i óptica, los movimientos po¡rnl;ires no s01·1'. · con~o. a menudo se afirmn, una mern manifcst;i:ión de funza~ trad1uon;iJst,1.~ o a11·1crcí11icas de oposición a las trn11slor111;1c11111cs del mund~. o_r e "O,nl;·irio da·,; cuenla de ideas y voluntndes sociales acerca e como ' ' • · 1 1 d .· ·s l'rcnlc ;¡ los 1110-ha n de estrm·turarsc estas soc1ec;H es; e opuonc.'. . '. .· '. , .. delos de modernizaci<Ín salvaje impulsados en d1st1nt.1s toyunlu~'.1s

... ¡ . s de ¡rnder m;ís roncenlrndos y las estralcg1.1s por os grupo. . . .

1. t JCes de un;¡

he e111ó11icas dc.l campo 111lcrnac1onal. No se lr,1 ,1 en o1. .. s) v di;yunlivn enlrc cambios modernizanles y stalu c¡uo, ~-ntrc. plrogre. e :

· , , ,. .1. · , y barbarie. E-; el an1agon1s1110 e e proyec-regresion entre uv1 1zac1011 ' ' · . lc;s l;·eoc~loninles concentrndores y fuertemente exduyenlc_s, lrenl~, a lo~ JrO celos de soberaní;i nacio1rnl y continenta_i, de integrnci~'.1 so.ciall ~tnica y cultural, con consensos mayontarios Y una nn~pl'.'1

' . , , co111c1 11rocesos endógenos asentados en la lrnnrn l11sto-p;i rlicip;i c1on, 1 d rica de cada p;iís. Dos formas disímiles de enfrentar a mo ern1Zi1-ción:

[;!

L1 modernizilción pretendidii por occidente es la m~der.ni-

7.ilCÍÓn libernl y capitalista que inlcnla l!~var.a su _termmo l;i absorción culturnl, económica y poht1c;i 1_nscr.1:a en el sentido último de la conquista. Dichn mod.ern1z~cmn es I~~ sólo la que nos inst;ila en la depe.ndenc1n .. : sino qu: se orienta a consumar la dependencia en !ª 1ntegrac10~1 .ª occidente. Frente;¡ ella, Castro Pozo advierte nl.ra P?;''b1-lidad cíe modernización, cuya condición de reahzilcton es la reconquista de la autonomía polílico-eslalal la cual s~n embargo sólo es posible por la rernnqu isla de la autono11_11~ intelectual, de la autonomía cultural y ~e las autonomrn.s psicológicas, político-sociales, cconó1111~·as, etc. E<;a pos1-hilidnd de moderniz;i ciónsolo puede;¡ rra igil ~se en ~111a b~<;e n1ntcrial, organizativa y cultural origi1rnl, viva, v1tiil. ..

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••Franco . Cario~: ºf'· cir.

162

Los SILENCIOS y IA<; Vocr:s EN AMl'.ltlCA LATINA

3. StlSTRATOS crn:rnnALES y CONSENSOS

En la persistenciil <le Csils estrncturns profundas de significilntes y expericnciils socioculturnles, se encuenlrnn liis claves de In compleja evolución de la polílicil y líls ideas en América Latina:

No llamo ideiis solamenle a liis expresionessistemítticas de un pensilmiento metódirnmente ordenildo sino también a aquéllas que aún no han a lea nza do u na fnrmu lación teórica rigurosa; y no sólo a las que emergen de llllil rellexión teórica sino también a las que se vnn constituyendo !enta­men le como una interpretación de la realidad y de sus posibles cambios. E5tas otras ideas, las no rigurosas, suelen lener 111íts influencia en Ja vida colectiva. En verdad, son expresiones de ciertas formas de mentalidad y suponen una

· actit11d frente n la renlidad y un esquema de las formas que se qu isiern que la reil lid ad adopta rn. Todo ello no suele ser engendrado en la mente de las elites. S11elc ser el fr11to de un movimiento cspontá neo de vas los grupos socia les que se cnfren la n con u na situación dada y piensan en el la co 1110 en su constrictiva circunstancia, sin· perjuicio de que <le las elites salga quien provea la forma rigurosa de la expresión ronceplual y, acaso, la divisa rolun<la capaz de polarizar a las mullitudcs y enfrenlar amigos y enemigos.-'º

El desigual desarrollo de estos sustratos socioculturales se manifiesta en una paradoja reiterada en la historia política del continente. Mientras las corrientes originarias de Europa y los fatados Unidos --el liberalis­mo político, el libernlismo económico, las vcrtienles posili-vistas, el marxismo ortodoxo o los nacionalismos aristocratiznnles- tienden a mostrar un reiativo predominio en los espacios c11lturales, educativos o académirns oficiales, los movimientos políticos que se confornrnron a piirlir de ellas enfrentaron fuertes dificultades pnra encarnar consensos m;iyoritarios permanentes. Por el conlrnrio, los hitos de ma<lurncíón de las vertientes 1rncional-populares gestaron amplia.~ convorntorias, estrnc­turns de movilización capaces de pernrnnecer en las memorias sociales como momentos indau<licablcs a pesar de la represión. la proscripción o la derrota. Lo cual no impiica desconocer las experiencias de degra­dación que signa ron el derrotero de algurn1s expresiones poiíticas popu­J;Hes, ias crisis <le. represcntatividad, el desgaste ele ciertos liderazgos, J;i dcsvirtuación de los mandatos o Ja pérdidii de su capacidad militante, como consecuencia de los múltiples foclores que nctúan en los procesos políticos latinoamericanos.

io Romero. José Luis: Lari11onméricn: sit11ncio11t!s t! i<lt!ologíns. lluc11os /\i res, Edicio11cs del c~ndil , 1967 (Suhrayado 1\.1\.)

ALCIAA ARGUMEDO

Una perspectiva de doscientos años de historia política en América Latina permite establecer que, como tendencia general, las vertientes del pensanúento europeo o norteamericano sólo lograron penetrar en delga­das capas donúnantes, en algunos sectores de clases medias, en elites intelectuales o en grnpos minoritarios que alcanzaron distintos grados de estructuración política o institucional, con escasa capacidad de convoca­toria persistente entre los estratos populares, aun cuando en ciertas coyunturas hayan despertado expectativas en ellos. Diversos y contradic­torios factores han influido en su incapacidad para introducirse en las capas mayoritarias latinoamericanas, dando lugar a un fenó111eno que recibiera diferentes explicaciones sin que ello cuestione el reconoci­

miento de su existencia:

El esquema de las corrientes ideológicas en Europa Occiden­tal no puede servirnos de modelo porque el desarrollo de las corrientes ideológicas tiene allí una profunda coherencia con el desarrollo econónúco, social, político y cultural. Esta situación no se da en Latinoamérica ... un análisis de sus contenidos en Latinoamérica no ayudaría mucho a entender los probielllas latinoamericanos, porque a su vez se han desarrollado otras corrientes de opinión lllucho menos preci­sas y sistellláticas ... aunque de arraigo mucho más profundo ... Con esto se llega a lo que para lllÍ constituye el nudo del problema. En los países de desarrollo social y cultural autó­no1110 las ideas constituyen un haz coherente con ese desarro­llo· pero en Latinoa111érica colllO en el mundo árabe y en los paÍscs recién emancipados de Ao;ia y África, las ideologías se mueven de distint<1 nrnnern ... s•

Así. el contraste entre las corrientes del 111undo metropolitano --con alto grado <le sistematización conceptual y escasa capacidad de penetra­ción social- frente a concepciones con menores niveles de fundamentación y desarrollo teórico pero con proftÚ1do arraigo entre las masas, da cuenta de la necesidad de introducir nuevas varia bles en el análisis de los procesos políticos e ideológicos del continente. Hace estallar las falaces polarizaciones entre racionalidad e irracionalidad, conciencia enajenada y elites iluminadas y otras formas de descalifica­ción del pensamiento popular. Para desentrañar la lógica del procesa­miento de estas 01r11s ideas es preciso entonces eliminar el prejuicio eurocéntrico sustentado en una articulación sistemática de categorías de aníilisis. runcJamentaeíones filosóficas y cpiste111ológicas que sistemáticamente también, habrían de despreciar las versiones de las mayo rías socia les la tinoa 111ericana:-;s2

" ltonu:ro. Jo,;¿ Luis: op. cir.

Los S1LENC1os v LAS Voci:s JJN AMÉRICA LATINA

Durante las primeras etapas de la independencia, las vertientes libernles adoptadas por las clases privilegiadas criollas -muchas veces en conflicto con las corrientes populares in!luencia<las por Rousseau­se basaron en grupos ilustrados partidarios de gobiernos restrictivos, excluyentes de las masas que habían constituido el grueso de los ejércitos libertadores. La definición del ci11dnd11110 se restringía a los sectores acomodados, hijos de los colonizadores españoles o portu­gueses, decididos a mantener el orden estamental de la colonia con el sólo reemplazo <le las elites dirigentes, en una independencia des­tinada a favorecer sus intereses, aventando los obstiÍculos que impo­nían los imperios en decadencia. Siguiendo las iníluencias de las monarquías parlamentarias europeas o de la república en los E.stados Unidos. estos estratos enriquecen las concepciones oligárquico-seüo­ríalcs con los aportes del librecambio y la representatividad política calificada. Sus modelos sociales concebían un incremento de la con­centración <le la tierra y los recursos 1rnturales en sus manos y una apertura de las economías al comercio mundial, que iba a arrasar con las manufacturas locales ante las pujantes industrias inglesas alimen­tadas por las tecnologías de la Revolución Industrial. Las mentalida­des y los intereses largamente trabajados de esta "gente de razón" los llevaría a una dura confrontación con las expresiones populares que pretendían i111poner sus perspectivas igualitarias y autónomnsSJ. Entre otros, hacia 1830, refiriéndose a las fuerzas unitarias, el caudillo santafecino E<>tanislao López seüalaba:

Ellos y su facción se han arrogado exelusivamente la calidad de hombres decentes e ilustrados y han proclamado en su rnbioso despecho que "sus rivales", es decir, la mayo ría <le los ciu<lada nos a rgcntinos, son hordas <lesa lva­jes y una chusma, una canalla vil y despreciable ... que mils vale sepultar a la República en sus ruinas que permitir prevalezcan los federales. Esa chusma, esos gauchos que no <loblanín la rodilla delante de ellos, son nuestros padres, herma nos. parientes, amigos y conciudadanos.5

'1

"Hcrnánucz Arrcgui, Juan José: Nacio11alis1110 y /ibernc1ú11, I3ucnos Aires, Ediciones llachea, 1969.

-llcrn;ínt.l.:z Arrcgui. Juan Jase: La fvrmació11 de la co11cie11c/{/ 11acio11al, 13uenos Aires, Euiloriat Plus Ulira, 1973.

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- Rosa . Jusc María: op. c11.

"Citauo por !Uvera . Jorge: El gc11ern/Jua11 Fac1111t!u Qui ruga. Buenos Aire>, Cuaui:rnos <lc Crisis Nº8. 1974.

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Hacin !'ines del siglo XlX, las inr!Henci;is positi;ist;is rundamen­t;iron "cicntífic1mcntc" nuevas formas de dcspot1smos ilus'.rados ncocolonialcs, conscientes de la necesidad de rcíorzar .sus .cspacms .de poder económico, político y militnr frente a la expenencin _ <~c var'.;'.s dé.cadas de antagonismo con los proyectos populares. Es_t,1s bases ideológicas orienta rían los gobiernos dicta !orín les d~ Guzma n 81a n~o en VenezueJ;1, Porfirio Díaz en México, Rafael Nunez en Coloml:in, Lorenzo Lntrorre en Uruguay, lns democrn~i;is olig~rqui~~s en Ch1~e, Argenlinn 0 Perú y !ns polílícns del Brnsd republ1~·ano--. Las res.1:<;­tencias opuestns a los proyectos ~l'.gúc!uicos llev;man n. la nc!op~·1.o_n sin reparos de 11n pensamiento lcg1l1nrncJor de.1'1 s11!Knoncfo~ gen~l1ca

d . .· º ~1·1 1es Por entonces nuevos centros 1mpenalcs hah1nn actun-c. es,1., ,. .. . · · • , N lizado en Europa la runcla111cnl;ición de 1a s11pn·.111a.c1a l~lan.ca .. el nhstanle sus cvcnluaks cnnirndiccioncs, cs;1 supcrioml;id 1nd1sc_1~t1d;1 ele la raza, J;i cultura y la civiliz;idón europeas, unicl;is '.'. l;i terrea decisión de lc.gilimar Ja empresa imperial, en tanto "deber de exten­der a tocia 1'1 l 1umanidacl la evolución alc;1nzacla por las rcg1nnc; del norte occidental, justificarían Ja:; guerras de conquista, 1'.1s . polilKaS represivas y las 111;1sacrcs de población. La c:onccpnc'i.n teolog1ca acerca del ;il111a de los negros se rerorn1ul;1 bajo lorn1as laicas apoyad;~s 1.'~r fa ciencia. con ;ilcance a tocia población de color; y es~ con;JCc1on moclc.rniz.ada de ¡,1 in!'erioridad innata ele vastas capas soc1alc~ 111cluye S\l incapacidad p;1rn gestar un pcnsamic.nto que . no se;1 harha~o _º bastardo. Con estas ideas, las clases n11tas curope1zantes en Amerila Latina van a planlear Ja necesidad del genocidio, ~e las soluc10nes finales de la expurgacic'in de estas lierras, del ca111b10 de las s;1ngrcs nativas' por razas lrabajadorns e inteligentes de origen blanco·"':

La incorporndón m;ís plena al mercado n~undial y las tan:.~s ele honwgeneiz;ir las cslrucluras sociales par~ torn,1r gnbcrn;1hles a países provenientes del. pcr.1oclo ele ;.ní renta mientos e i vi les pos i nck pencl islas cn111c1cl 1c ron_con una e.lapa de ccntraliz;ición estatal y con la pcn,clranon Y clif'usi<ín de Ja fil<1sof'ía positivista ... Existe as1 t0cla una

·~ ( l;i J pni 11

Donghi. Tulio: t f i.i·;ori" c 011 ¡,,1111u,,'<Í11.:a tic A ,,,,•nea l,01111". M;idrid. /\1 ian7.il.

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11, 1 . . . l) lll"hi Tul in: rr C.l'/l<!J<l de lrr liis1ori11: 11ro/Jlcmas argi.:111111osy pcrspi!Cf /I'(/,\

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Los SILENCIOS y LAS Vocr.~ EN /\M!'.RIC/\ lJ\llN/\

gama de la cuadrícula positivista destinada a diagramar un modelo de país donde las inslituciones trazar;ín el límite en cuyo interior se asimilarían los sectores inlegrnbles a ia modernidncl, en tanto que la variable coerciliva operaría también institucionaliz;idamenle expulsando de él las frac­ciones pre o extracnpilalisins renuentes a incorporarse a la eslruclura nacional. .. L1 mirada de los epígonos nntivos de Spencer quedará no pocas veces ra.~cinada por los factores raciales que presuntamente explicarían el retraso o las frustrnciones modcrnizantes especialmente en aquellos países que-como México, Bolivia o Perú-conservaban un denso y supérstite fondo inclígena. 57

Co111ple111cnla ria mente, las rebeldías popu l;ircs iban a ser i nlerprc­tadas romo manifestaciones regrt·.sivas de oposición al progreso, como f'uerzas i rracio1w lcs inca paces de comprender los nuevos ca mi nos emprendidos por los centros civilizados, como afirmación de esa inl'crioridad gené.tica e irreversible. No entrabrn en ia consideraeicín de estas elites las duras condiciones de vida que el nuevo orden económico volvía a imponer a las clases sometidas, los efectos de desnrticulación culturnl, el hostigamiento y ruptura ele los lazos socictalcs, el senlido de dignidnd y justicia latenle en esas mayorías sociales. Se niega todn legitimidad a las altenrntivas opuestas a esas

fornrns de moderniwción, dirigidas a incrementar e! poder ele los estamentos privi legiaclos y los centros imperiales, condenando a tas rrncciones populares a solventar los c1rnntiosos coslos que tal moder­niz;ici6n supuesl11111ente requería 5R.

El conlrm;le entre estas posiciones y las verlienles e.le signo popu­lar, se reproduce en los más diversos países y en dif'crentes períodos. Y si es posible comparar en términos de vidas paralelas a pem;adores latinoamericanos y europeos en distintas coyunlurns ele la historia, el ejercicio es también válido p;ira los exponentes de esas dos grnndes fuerzas que recorren la vida políticn lalinoamcricana . Las líneas de continuidad enlrc un Estanislao L6pez en la Argentina e.le 1830 y un José. M;irtí en Cuba medio siglo más tarde, permiten confrontar ese bagaje de ideas con lns esbozadas, entre otros, por Domingo Faustino Sarmiento. En una carta al encargado de negocios de Su Majestad Británica, a quien solicit;1ba ayuda parn derrocar a Juan M;inuel de Rosas. decía:

"Tcr~n. O~car: op. cir.

'·'Romero, .losé Luis: El dcsarrnllo de /a.1· idea., en In soc1cd11d 11rg.:111i11a del siglo XX. México. Fomlo de Cullura Econ<ímic:i. Colccci6n Tierra Firme. t965.

-Romero. Jo~é Luís: op. cir.

···'

\:·.

ALClltA ARGllMEDO

Pertenezco a 1 corto número de ha bitan tes de América del Sur que no abriga prevención alguna contra la influencia europea en esta parte del mundo: como publicista he sostenido de diez años a esta parle que estaba en nuestro interés abrir a la Inglaterra y a todas las naciones europeas la navegación de nuestros ríos, para que desenvolviese el comercio , la riqueza, crease ciudades y estimulase la producción ... Estos países, me diría, son demasiado bárba­ros para ser gobernados de otro modo ... Lo que supongo que S.S. me diría a 1 oído, puede decirlo a boca llena sin que yo se Jo desapruebe . Yo he habituado los oídos de los ameri­canos a oírse llamar bárbaros y ya no lo cxlraflan ... Yo pertenezco, seí10r, al número de seis millares de argentinos a quienes en' una sesión de la Sala de Representantes denunciaba D. Baldomero García en 1839 como que "quie­ren andar a la extranjera, hablar a la extranjera, vestir a la extranjera" y mis simpatías por los extranjeros no lo excluyen a S .S., representante de una de esas naciones a quienes el gobierno de Rosas atribuye bruL1les caprichos e infames aspiraciones. 5')

Pocos aí1os antes de esta carta, en 1832, Inglaterra se había apro­piado de las Malvinas y otras islas del Atlántico Sur; y pocos aflos después, en 1845, se iniciaría el bloqueo anglo-francés al Río de la Plata parn forzar la libertad de comercio penetrando en los ríos interiores. Ante esa 11ucva forma de agresión colonial --<¡ue se repro­ducía en China con la Guerra del Opio- el general San Martín escribía desde su rcliro en Francia, poniendo su cspa<la y su persona al servicio de la nación argentina y felicitaba al gobernador de Buenos Aires, como defensor de la independencia americanaºº.

Halpcrin Donghi61 remarca la indignación de Sarmiento --<¡ue en su libro Fac1111do <lenunciaba los avances de la idea de igualda<l como una <le: las causas de las guerras civiles en la Argentina- frenle a quienes pretendían establecer una relación entre el Arauco prehistórico y el Chile que nace de la conquista:

Quisiéramos apartar <le to<la cuestión americana a los salvajes ... para nosotros Colocolo, Lautaro y Caupolicán ...

"Ci tau o por Carri. Roberto : ··Pensamiento nacional y Sociología antinacional" C1í1cdra Tcvrí11sSucwló¿:ic11,- L111111v11maic111111s, Facultat.l t.lc Filosofía y Letras, Universitfat.l t.lc 13ucnos i\in:s , 1970.

•0 !tosa, José Maria: op. cil.

•I llatpcrin Donghi, Tulio: El espejo ... op. ci1 .

Los S11.ENc1os Y l.J\S Voce> EN AMÉRICA LATINA

no son más que unos indios asquerosos, a quienes habría­mos hecho colgar y 111an<laríamos colgar ahora si aparecie­sen en una guerra de los Araucanos contra Chile, que nada tien~ que ver con esa canalla.62

Desde una visión coherente con estos planteas todavía a princi­pios del siglo XX, un diputa<lo limeflo comparaba "a los indios del Perú con los pieles rojas, exigiendo para ellos un destino similar: el cxtcm1inio"63. Hacia la misma época, en un conocido informe sobre las clases trabajadoras en la Argenlina, Bialet Massé relataba que en Santa Fe "una persona de alla posición cree que nada hay que es­tudiar <le la cuestión indios ; lo único que hay que hacer es extermi­narlos y si queda alguno, llevarlo a la Tierra dei Fuego: -Y si a us tc<l le hicieran eso, ¿qué diría '? -¡Es que yo no soy in<lio!"64

• A partir <le estos elcmcnlos, concluye:

De lodo ello yo deduzco que se continúan en el siglo XX todas las mañas del siglo XVI y que hace falta restaurar el imperio de las leyes que repriman los abusos nacidos tanto <le la codicia como de la falta del concepto de que el indio es hombre y tiene Jos <lerechos de la humanidad.05

De otro canícter habnín de ser las dificullades encontradas por las vertientes del marxismo <lcsdc fines del siglo XIX para construir consensos masivos en América Latina. Salvo excepeioues, como José Carlos Marí<Ílegui, la ortodoxia marxista que llega al continente tuvo li111itacio11es para compren<ler los rasgos originales, la particular com­plejidad cultural de las clases subalternas y los mecanismos del poder y la expoliación en estas regiones. El marxismo buscaba el sujeto social proletario que había de encarnar y liderar el camino hacía una radical transformación. Pero en socie<lades predominantemente rura­les, con tradiciones de lucha e identida<les centenarias, los trabaja<lo­res indu s triales constituían, hasta bien entra<lo el siglo XX, sectores claramente minoritarios en su peso económico, social y cullural. Sin cn1bargo, el problema de una i<leología sin sujeto no habría de ser el único que enfrentara el marxismo en este continenle. Mao Tse Tung daría en China una resolución propia frente a condiciones si­milares luego de la derrota de Shangai en 1927. Pero se trataba de

º' CitaJn por llalpcrin Donghi, Tulio : L/ e!.pc;o ... op. cil .

"'Flores GalinJo, Alberto: op. cú.

• • llialet Mass..:. Juan: fllformc sol>rc cl es111do d.: las clas .:s vhn:ras <:11 el i111.:rior de !ti lfrpiíhlica, Buenos Aires, Imprenta y ca sa cJitora t.lc AJolfo Grau . l 904.

•·' llialc! Massé, Juan: up. c i1.

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Al.CJl\A ARGUW! IJCJ

alguien que ante todo fue chino y después marxista; que en esa larga 111;11ch;1 supo compenetrarse con las tradiciones. las identidades y los patrnminms culturales de su pueblo -en especial del campesinado­}' s1ntct1zarlos , refundirlos, enriquecerlos con las herramientas que Je aportaba el 111arxis1110.

En el continente lat1noamenrn•10, los principales teóricos y pol1·­t1cos marxistas se ligaron predominantemente con los espacio.~ urba­nos, "modernos'', de estas sociedades duales; y en la búsqueda dd proletan;ido que debía estar en i<1s ciudades, mantuvieron un scnt1d(l ilun11n1sla - positiv1sla en última instancia- que los llevaría a des ­prcuar las raigambres culturales y las tradiciones rebeldes de las clases populares, que componlan una proporción clec1s1va ele la pohla ­cicin c11 los clislintos países. En esta perspecliva, Juan B. Justo lüc en la 1\rgcnlina el claro exponente ele un rensam1ento político socialista que se 1nscr1aba en las :íreas urbanas del litoral, ele esa pampa ele la cual rucran dcs;llojaclos los pobladores nativos y sus descendientes 111cs111.os luego de los genocidios de 1860 y 1880. Y si bien una de sus propuestas esenciales ruc la necesidad de nacionalizar a los obre ­ros extr;rn1eros que llegaban al puerto de Buenos Aíres con el oh¡c ­t1 v(l de participar en la accl!ín política a través del voto u111vers;ll y sccrcl(l , lal nac1on;ili1.ac1Cín no planlearía nunca un reco111ici1111cnl(l lk las 1de11t1dades populares , que h;1ci;1 esa época se sentían expresada~

por Leandro 1\Jc111 e Hip<ilito Yrigoyen, a quienes ·'despreciaba por sus 1·orn1;1s plebeyas de aceplac1t)n de la 1norga11íL·idad de las 111a­:-.;1s "c,,,

Y;1 lrn:n entrado el siglo XX, el erec11111cn10 tic las ciudades c1111rn e<J11sccuc11cia dL: las 111igr;1c11111es internas quL: se produce ;1 lo larg(l lk 1\111cnca J,atína. ineor¡mni en la cultura urbana nuevos ck111cnlos <k 1111x1uraei<in proven1e11lcs de las tradiciones rurales que, a s11 \'CI.. s,· clln¡ugan con l;1 i111pla111ac1on masiva tk los medios tic crn1111n1c;1-L'l<Ín . d;1ndo lug;1r a procesos de l'uerte 1nterpenetracit'1n social y L" tli-111r;d_ C'lln 11na v1s11)n .. censal" , econo1111cis1:1, de las clases s11~1alcs . que ígnor;1b;1 su car;ielcr tic su¡elos hist1írícos, las concepc1oncs 111ar­x 1s1as 111;is s1gnificat1vas buscaron 1111po11er una ideología ho111ogcnea . c11 L111lo se C(lns iderahan poseedoras de una ne11cia capaz de prcl"i­gurar la verdadera conc1cnc1a rcvolucwnaria que debían alcan r.;1r esas clases. l,;1 díslam:1;1 entre sus prop1<1s verdades y el sentido eo1111in que 1111pregnaha a llls estratos populares , confir111aha sus tesis de una C(lnc1cneia s11c1al ena¡cnada. Esta 1ncomprensicín haría c(l111c1 -

An t.: 11 . .ltlSl' : ·· l)d1L·111t1s rc111:-.cr1ar 1\11Hinc:i L;it1na, pcru .. ¡,desde que l'O!ln.:p111:-.

' pc'll \: 11 · 1\111cr1c;i·.'- · c-11 /J111·u/ r (;11/i111h. 1\1-1n XVI, N"•l'J . ll11c11os /\irc" . Cl.1\CSO . ¡uli" tk i')~(,_

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Los S11 .12Nc1os v LAS Vocrs EN AMÉRICA f_,ATINA

dir en 1rnís de una oportunidad a una parle importante <le los grupos marxistas con los lihernlismos oligílrquicos en las interpretaciones de la historia. de los movimientos políticos y de las concepciones del 11111 ndo popular:

No sólo el pensamiento liberal cuestionn la validez de las nilluras indígenas; también lo hacen ciertas corrientes del pensamiento marxista ... En la medida en que la cultura es expresión de las condiciones socia les de producción, lo que se puede ll;1111a rcullura indígena en México es expresión de los vestigios de modos de producción pre-capitalistas. Conforme se generalizan las relaciones capitalistas de producción y desaparecen las formas de producción anle­riores, la mhíén desaparecerá 11 írremedia blemenle las di­versas manifestaciones cultura les asociadas a éslas. E<; le es un proceso histórico irreversible y además deseable. Pre­tender la preservación de las culturas indígenas es anacrónico y en el fondo reaccionario ... Plantea ria cu es lió n cullu ra 1 es frenar el desarrollo de la lucha de clases y la revolución social. Con hase a estos argumenlos y otros similares, la izquierda en México se ha manifestado en favor de una acelerada prolctarización de los grupos indígenas y de hecho coincide con el pensamiento liberal en cuanlo a que la desaparición de las culturas indígenas es a la vez inevi­table desde el punlo de vista hislórico y deseable desde el punto de vista polílíco.67

Por ello, en d extremo opuesto, el valor de un José. Carlos Mariálegui rue sei'ialar las claves cseondicJas en las raíces culturales y en el pro­blema del indio, como bases ineludibles desde las cuales promover el socialismo''~ . Para Marí;Ítegui el nrnrxísmo era el milo moderno y pian­teaba una revolución concebida como un acto colcclivo. como creación de las masas, como lradun·ión de sus impulsos y pasiones; en un derrotero construido desde ahajo hacia arriba, a partir de las comunida­des y los pueblos . Por Jo tanto, era imprescindible que el marxismo se expresara en quechua , amalgamándose con el milo andinom. La conver­gencia entre las identidades indígenas y la cu!lura de las amplias frac-

t.~ Stavcnhagen. Adolfo: op. cú.

¡.;¡ rvtariíítcgui. JnsC Cario~: ,\'ictc cusayosdc llllt:rprt:lllCiá11 de In rcalídnd pt:rttll/UI, Lima, llihlinlcca 1\m;1ula. 1'>67. Flore' (i;dinúo, Athcrto: op. dr.

- Francn. Cario~: op. clf. 1•'

1 tv1arí;i1c;;ui. Jo~é Carlos: l.n po/¿mtca del i11dig~11i.nuo, 1.ima, Mosca /\zul, 1976. CiJ;uJn por Flore$ (i;dinJo, Alhcrln: op. cir.

171

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ALCIRA ARGUMl!OO

ciones de mestizos, debía incorporar la potencialidad de las ideas que brindaba el marxismo para la co1L~trucción de una nueva sociedad pe­ruana. Capaz de sintetizar el pasado y el presente, la tradición y Ja modernidad, el nacionalismo y el socialismo, donde los patrimonios culturales que tenían sus fuentes en las COlllunidades calllpesinas serían el fundamento del calllino nacional hacia el socialismo. Pero esto reque­ría una reformulación crítica de la teoría originaria, un proceso de metabolismo conceptual que la transformase en un elemento de Ja cul­tura endógena y el pensamiento nacional contcmporáneo7º. Es lo que Artigas y Bolívar hicieran con las ideas de Rousseau; o la modalidad con la que Martí incorporó Jo más avanzado del pensamiento universal de su tiempo. Actitudes que se distancian significativamente de las formas predominantes en que fueran introducidos en América Lalinil los aportes de Carlos Marx y Federico Engels.

A su vez, el nacionalismo aristocratizanle tuvo dos manifestacio­nes principales en el continente y en especial en Ja Argentina. Por una parle, hacia los inicios de este siglo, las vertientes del regionalismo oligtÍrq11ico comenzarían a esbozarse como una expre­sión. reaccionaria frente a las corrientes migratorias que llegaban masivamente al puerto de Buenos Aires y en muchos casos intentaron buscar en los trabajadores del campo a los que poco antes habían derrotado --en las montoneras federales, en el Paraguay, en los desiertos del sur-, un aliado frente a los nuevos trabajadores urba­nos y a los colonos rurales extranjeros:

En la regresión aristocrática anlc el presente, en el rechazo del "cosmopolitismo", la "potencia igualadora" Jo "monó­tono o vulgar", se comienza a articular lamhiénel naciona­lismo de la Ley de Residencia, la represión social y la revisión de la política inmigraloria. Un nacionalismo que está también en la base del ruralismo oligárquico y su,s. derivados. L1 apología del agro, la vuelta al campo, se; erigirá como reacción frente a ia ciudad, al proletariado urbano, a las masas migrntorias ancladas en Buenos Aires, a las primeras luchas sindicales y también, a pesar de la crisis, como confirmación de la Argentina dependiente y agroexportadorn, base del poder oligárquico.71

'ºFlores Galindo, Albcno: op. cit.

- Franco, Carlos: op. ci1.

- Franco, Carlos: .. Izquierda política e identidad nacional'' en Arrospide de la Flor y otros: Perií : ide111idad 11acio11nl, Lima. CEDEP. 1979.

• 11 Ford, Aníbal: op. cit.

Los SILENCIOS y LAS Vocr-s í:N AMÉRIC.\ LATINA

Por otra parle, el nacionalismo integrista colll ienza a c:obrnr pre­sencia alrededor de 1930 con decisivas inlluencias del fascislllo ita­liano y el ideario de León Daudet y Charles Maurras, a los cuales se adosaba un espectro de pensadores que incluían a Aristóteles, Santo Tomás de Aquino, Joscph de Maistre. Juan Donoso Cortés, Jacques Maritain, Ramiro de Maeztu , Oswald Spengler o Giovanni Papini. En las distintas vertientes que este nacionalismo expresara con mayor o menor vigor en América Latina, se evidencia como un rasgo común su orientación claramente autoritaria , opuesla al voto popular y a los gobiernos basados en la participación de las mayo­rías . Convencidos de la superioridad de las elites, plantean la nece­sidad de garantizar por cualquier medio el gobierno de aristocracias naturales y evitar las demagogias frente al pueblo que sólo posee "un pensamiento d ifuso"n.

De esta fornrn, también el nacionalismo aristocratizantc descalifica a las clases sulfüllernas, pretendiendo imponerles una subordinación rrente a otro tipo de "elegidos". El escaso arraigo alcanzado por esta visión en América Latina, tiene como eonlracara su imporlante par­ticipación en las dictaduras militares que se sucedieron a lo largo de este siglo; donde las convicciones a nlilibcra les se restringen a 1 campo de la gobcrnabilidad política -a las ideas de represenlatividad del liberalismo jurídico-político- pero han logrado convivir cómodamen­te con las expresiones del liberalismo económico que acompañaron los lineamientos de la economía en una parle significativa de esos regímenes .

Así, en sus principales manifestaciones, las ideologías del Occi­dente central que arribaron a nuestras coslas han tendido a enfatizar una visión elitista de la política y la cultura, que menosprecia los patrimonios largamente defendidos por las mayorías latinoamericanas. Y ;i pesar de los antagonismos entre las fuerzas políticas identifica­das con una u otra de esas corrientes i<leológicas, desde la perspec­tiva popular es posible percibir en ellas una coincidencia que afirma la superioridad del pensamiento occidental y la concomitante desca­lificación de las tradiciones articuladas alrededor de esas otras ideas. La noción primigenia de que América era un "vacío cultural'" o que las culluras paganas debían ser exterminadas para impostar en estos territorios la Verdad 73, permaneció como una constante en las con­cepciones occidentales y en sus epígonos de la América L1tina ciu­dadana, civilizada, moderna .

72 Buchrucker, Cristi;ín: Nacio1111/ismo ypcrm11smo: In Argc111 i1111 c11 la cns1.1· itJ,,uf!Í81ca 11111111/ial , Buenos Aires. Sudamericana, 1987.

13 Ro ig, Anuro Andrés: op. cit .

ALCIR/\ AHGllMf'IJO

En el mejor de los Cilsos, las confronlilciones regisfr;¡das a lo largo de la historia tendieron a inlerprefarse como una oposición entre "razón" y "sentimiento"; entre infuición y cicnci;¡; entre elites ilustrndas y masas populnres; entre "inlclcctualcs y pueblo-nación" 7•1•

Formas sin duda bcné.voJ;¡s si se las compara con la dr<Ístic;¡ divis ión s;irmientina entre civiliz;ición y bilrb;¡rie; pero que, en conjunto, íg­nornn que t11111bié11 en esas trndiciones populares existieron inlelcc!ua­les de peso, e<1nsislenles clifes ilustrndas . Nadie puede aíirmar que Bernardino Rivadnvi;1 o Culos Milíía de Alvenr f'uernn m;ís cullos que José de Artig;is o Simón Bolív;ir; Domingo Sarmiento y Bartolomé Mitre eran ilustrndos, pero no m;ís que José Mutí. Julio Roca no exhibía una formación inteieclual superior a las de Arislóbulo del Valle o Leandro Alcm; ni tampoco Juan B. Justo en relación a Gabriel del Mazo, Moisés Lebensohn Q Manuel Ugarlc . Leopold<l Lugones no superaba a Raúl ScaJ;¡hrini Orliz o a ArturQ J;1urctchc. Un ejercicio de comparación que puede extenderse a la mayor parle de las naciones del continente y acercarlo hasta nuestra acfu;¡Jiclad.

El conlrasle entre un Sumienlo y un Marlí indica que la clave del distanciamiento se encuenlr;¡ en el clualisnw cultural fund;inle, en la existencia ele dos rncionaliclade.s cnconlrad;is; en el corle abismal entre disímiles puntos de. partid;¡ : por una parle, aquéllos que reiv in­clic;in los patrimonios históricos populares y, desde allí -desde ese "tronco lati11oa111cricano"- se plantc;in la s aclualizacio11cs, la recupe­ración crítica de l;1s miÍs ricas ideas del pens;i111iento universal. Por otra, quienes avalan sislenrns de pens;imicnto que , con las adaptacio­nes del c;i.<;o , las elites ilustradas deben insertar "desde af'ucra" a las 11rnyorías parn sacarlas de las tinieblas, la barbarie o l;i irr;1cionali­dad. Es posible interrogarse entonces hasta dónde esta s divcrs;is co­rrientes nianificslan con 111ayor o menor crudeza aquello que el positivismo de fines del siglo pas;ido llevó h;isl;1 sus lí111ítcs:

En la visión p<lsitivista del conservadorism\l, las mayorías fuemn vistas co1110 rcbaf10s carentes de concicnci;i o de idcologí;1 <lrg5nicas, que podían caer f;ícilmentc en la intolerancia o el ;iufQrilarismo ... Esta descalif'ic;ición fue avalada porun;1 ;ipoyaturn cicntífic;1, la raza, Ja religión , el clima, serví;in parn di;ignosl.car la falta de capacid;1d p;ir;1 el ;rntogobierno ... 7~

-Tmlorov . Tzvct;in: op. c 11.

'' Rtlllll'.r<l, José Luis: F,ali110américr1 . . ., op. cit. - 1\rico, Jn~é: Lo cola de:! diah!o: itinerario de Cramsci t: JI /\m Jrica Larí11a. Buenos

l\írcs. l'unrosur. 1 Q88.

"Garcí;i Dclg;1<fo. ]);inicl: ºf'· cit.

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Los SILENCIOS y LAS Vocm EN /\MíoRIC/\ L.ATIN!I

L1s corrientes ideológicas incorporndas acríticamente en Améric.a Latina pretendieron de esta forma generar una rupturn con las tradi­ciones populares. como modo de construir consensos para proyectos políticos y modelos sociales que pretendían. inslau~arse "contra su p;isadQ" 76• Por el contrario. los líderes, cnsay1st;is o 1ntt:lccl11alc.s que calaron hondamente en el registro político-cultural lal111oamencano, fueron verdaderos intérpretes; capaces de sintclizar. con mayor o menQS cnvcrgadurn, los deseos, identidades y reivindicaciones; los lincamienlos a menudo complejos y contradictori<ls contenidos en el modo de percibir el mundo de las nrnyorí;is. Al 111argen del rc:fina­miento teórico aJc¡¡nzado por c;ida uno de ellos, gestaron consignas y herramientas ele interpretación de los procesos hi;51Óricos Y. ¡mlíticos a partir de códigos h;ísicos de justicia, ;iulononm y d1gn1dad, que serían volcados lrncia Jos protagonisl;is originarios co111\l 111odo de cnriqucci111ic.nto y avance de sus conce.pcioncs conrnncs . . De ;illí la decisiva integración que se cst;iblccc entre esas memon~s . y esos líderes, enlre esas capas sociales y esos inlelcclualcs organ1cos r¡uc han ido proces;indo el pcnsa111ienlo nacional-popular lali11oa111cricano .

En una ;ictitud crítica [r.ente a los esqt1enrns conceptuales <lficializados, buscaron el diálogo con los oprimidos afrontand<l el reto tic crear sus propios inslrumcnlos teóricos , de ro111per con los dnoncs establecidos, de neg;ir la supuesta autoridad de ios iluminismos despreciativos de lo popular. Decididos a quebrar las máscaras de charrclerns y togas que denunciaba Martí, a busrnr la virginidad mental que pedía Raúl Sc;ilabrini Ortiz porque:

Todo io que nos rodea es faiso e irre;il. Es falsa la histori;i que nos enseírnron. Falsas las creencias económicas que 1;os imbuye.ron. Falsas las perspectivas mundiales que nos presentan y las disyuntivas políticas que nos ofrecen . Irreales las libertades que los textos ;isegurnn .. . VQ)ver a la realidad es el imperativo inexcusable. Para ello es preciso exigirse 11n;i virginidad mental a toda n1st;i y una resolución

. . .n inquebrn nta ble de querer sa bcr exacta mente como so111os .

Romper el encarcelamiento de los sistemas de ideas y l;is corri~n­tes ideológicas predo111i1rnnles, era el modo de cxpresilí nuevas opc1?­ncs sociales y cullurnles, de cuestiotrnr los p~tro_1~~s de do1111n10 oligárquico imperial que pretendían imponerse. S1g11il1c~ha rCl:onocer la lcgiti 111 idad de esas fuerzas resistentes, niyas expresiones 111lclcc-

'º Jl;ilncrin Donghi, Tuliti: El espejo ... op. cit . '' ScaÍahrini Ortiz. Raúl: Polític(I bri1á11iC(I en el Río de la !'fara: pág111as de la historia

renebro.rn de 1111 p(lsado polírico. Buenos Aires. llcchns e [dcas. 1 Q50.

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ALCIRA ARGUMEDO

tuales más jerarquizadas habían sido sutilmente distorsionadas o crudamente silenciadas. Se trataba de elegir un camino que debía interpretar y escuchar antes que imponer o negar, buscar las otras razanes contenidas en los saberes de las clases populares, haciendo esta! lar esa mezcla de soberbia y subordinación típica de las capas intelectuales ofici¡iles en nuestro continente:

Durante siglos el mensaje redentor e ilurninista de la arrogante Europa señaló el paso e indicó el camino a seguir. De lo que se trataba era de integrar a las díscolas periferias -Latinoamérica o Asia o África- dentro del magnético círculo irradiado desde el centro de la razón universal. Cual obedientes discípulos, nuestros pensado­res y dirigen¡es siguieron mansamente por generaciones el mandato según el cual cuando lo real no coincidiera con lo racional, tanto peor había de ser para lo real. 78

4. ¿MATRICES DE PENSAMIENTO O ECLECTICISMOS IDEOLÓGICOS?

El dilatado proceso de maduración de las ideas nacionales y populares no ha hecho emerger concepciones autárquicas. cerradas sobre sí mismas y alimentadas sólo con sus propios recursos . A partir de una vertebración fundante de valores y lineamientos que impregnan sus significados más consistentes, se incorporan ideas, temas, experiencias y conceptos provenientes de distintas vertientes ideológicas con las cuales se encuentran en relaciones de diálogo , debate o confrontación. De ellas se extraen aportes que son mati­zados, metamorfoseados, decantados y absorbidos críticamente en el interior de las redes de sentido de la propia matriz.

Simún Bolívar y José Martí incorporaron ideas de las propuestas libert11nas de Rousseau o Montesquieu. Pero esas influencias serfan reformuladas en el marco de la lucha por la soberanía continental y las reivindicaciones sociales ante situaciones límite de sometimiento. como es el caso de los esclavos negros o las etnias indígenas y mestizas . Parten de una conciencia de la originalidad de América Latina, de la necesidad de construir bases propias para el conocimien­to y la transformación de sociedades heterogéneas, fuertemente gol­peadas por una larga historia de expoliación. Y sin caer en un des­lumbramiento acrítico o pueril, pueden tornar como interlocutores a las versiones de su época para contrastarlas con estas realidades, con problemáticas y desafíos que difieren marcadamente del mundo

" Piscitelli, Alejandro: op. cit.

Los SILENCIOS y u.s Voclli EN AMú.IUCA LATINA

metropolitano. Porque, como afirmara Simón Rodríguez, "la filosofía consiste en conocerse, no en contrahacerse". En este sentido, Martí es un ejemplo paradigmático ya que, al tiempo que convoca a la creativid¡1d para enriquecer las identidades de América Latina, para encontnrr puntos unitarios desde las diferencias étnicas o sociales y vertebrarlas en una sola voluntad de autonomía y justicia, conoce las ideas contemporáneas y reivindica en París las invenciones de Thomas Edison, mientras escandaliza a Mitre y Sarmiento con sus análisis sobre el capitalismo norteamericano79

También es clara la int1uencia de Rousseau en Artigas, que incor­pora esos conceptos para sistematizar aspiraciones y experiencias pop u la res, como las formas de democracia directa. Pero ello no implica que su arraigo en las masas fuera producto de una pedagó­gica explicación de la teoría . Las tradiciones guaraníticas, charrúas y gauchas arrnstraban modos de participación por conscIL'iO en las gran­des decisiones comunitarias, en la elección de los liderazgos y jefa­turas, en el tratamiento tic la "propiedad" de la tierra, en los esque­mas solidarios y colectivos de producción y distribución económicos, que dieron sustento al ideario de Artigas. Estas tradiciones se enri­uuecieron sin duda al contrastarlas con los aportes de Rousseau, que l;or entonces enea rna ba las ideas democráticas mfts progresivas del mu1H.lo europeo. No obstante, sería iiógico afirmar c¡ue, como el burgués gentilhombre de Moliere, las bases sociales ;\rtiguistas eran rousseauncanas "sin saberlo".

Oc la misma manera, es posible relevar la influencia de Krause en Yrigoyen o de Clausewitz en Perón. Pero son los patrimonios socioculturales que provenían del l'cdcralismo -y no Krause o Clausewitz- los que otorgan los hilos de continuidad histórica entre el yrigoycnismo y el peronismo en la Argentina . En esos patrimonios se asienta la sistematización conceptual que los sectores radicales intransigentes elaboraran en el transcurso de la década de los treinta: la recuperación de las propuestas federales, el seüalamiento de las dos grandes eorricntes históricas en el país -la e.uropeísta y la ame­ricana-, las banderas de justicia social y de soberanía económica y política nacional, la denuncia de los mecanismos ncocolonialcs, la promoción de la unidad latinoamericana. Sobre estas bases, Pcrón adosó más tarde los aportes <le la teoría militar en la que se había formado, incluyendo el tema del poder y de la organización popular.

7" Marin, Jaime : '·Marti: un corazón mirando al sur .. en Prígliw 12 , 13ut:nos Aires, 2 de ¡ulio <.le t98l/ .

- Mnrsc. Richaru: El c:spc:¡o de: l'róspc:ru: "" c:stt1dio de: la dia/.Jcrica cfr.:/ N11r;1·0 M1tlldO,

Mcxico. Siglo XXI. ! <l82.

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J\LCIR/\ J\RGllM!iDO

L1 contrndicción entre el pueblo y la oligarquía aliada ron los pro­yectos imperiales, repro<lucía bajo nuevos términos el histórico anta­gonismo entre la Causa y el Régimen formula<lo por Yrigoycn y el concepto de pueblo adquiría un significado que inequívocamente señalaba a las mayorías sociales y en especial a Jos trnbajadorcs. La complejidad de estos procesamientos históricos no impide detectar esas líneas genealógicas que caracterizan a la mayorí;i de los movi­mientos políticos y a las vertientes del pensamiento latinoamericano, lig;índolos con las identidades, los símbolos y las aspiraciones de otros momentos populares que los precedieron. Por eso, al margen de su posterior definición por el marxismo, J;i lucha de los cubanos en la sierr;i se harí;i bajo la sombra de José Martí y las tradiciones más caras al campesinado; y la resistencia a la dictadura de Somoza en Nic;nagua lrnbría de tomar el nombre de Augusto César Sandino~º.

De este modo, las vertientes lalinoamericanas exhiben diversas inrluencias, cnlrcrruzamicntos y mutaciones ideológicas en combina­ción con el entramado original, que permilen establecer en cada una de ellas diferentes puntos de continuidad y ruplura, intercambios y antagonismos, con ];is concepciones prcdomin;intcs en los' períodos de su emergencia o ;ictualización; sin que clln signifique que sc;in meras imil;icioncs o fornrns degradad;is de versiones idcológirns y experien­cias políticas del mundo central. Los comunes entretcjidps de condi­ciones socí;ilcs y nacionales, de ;ispirncioncs y valores, conslruídos en el trnnscurso del ];irgo período que se ;ibre con J;i conquist;i, otorgan los puntos de contacto y las similitudes m~s consistentes entre los sucesos políticos sincrónicos de masas en Amérirn Latína indicando que, en los contenidos fundamentales de estos movimien­tos, se hace presente 111111 concepción más abarcadora que cada 11110 de effos aisladamente considerado. Una vertebración conceptu;il y de valores, 1111a matriz autónoma latinoamericana de orientación nacio-1111/ y ¡JO¡J11/ar, que se ha ido construyendo prcdnminantemcnlc bajo formas políticas antes que como discursos teóricos o filosóf'icos.

Parn ];is vcrticnlcs populares de Amé.ricn Latina en Jos más diver­sos períodos, se ímpondrÍil con una fuerza teóric;i e hislórica inapelable la necesidad de dcsenlraii;ir los mcc;inismos del dominio impcri;il , de plante;ir reívindicacioncs nacionales y sociales, de dci'cndcr las iden­tidades, la soberanía y la dignidad de estos pueblos . Y es pre cisa­mente frente ¡¡] silencio o las co111plicidadcs, cuando no ;inle el ro­tundo desprecio de ];is principales expresiones ideológicas del occi­dente centrnl, que lrnn de clabor;irse J;is propuestas origin;iles del

• 0 G;ucía Delgado, Daniel: op. et!. - franco, Cario~: "17.c¡uicrda política e identidad 11ac1011al" op. cit.

Los SrLENc1os y LA> VcxT'-' T'N AMr" . 1 · '' ·· " :ll lC/\ .• /\TIN!\

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· ' es en e trempo co B r . Morclos, Felipe V;ircla Al H mo o r;ar, Artigas, Hidalgo,

Z . , cm, oslos, M;irl1 S;indino y . -

ap;il;i, V1lla, M;iri~tegui H;iy;i de la T ' , rrgoycn , del M;izo U C' ' ·, ' orrc, M;inuel UgilTlc, G;ihricl

. , azaro . ;irdena:;, Pe.ron, Juan José Torres Alv;irndo, por 111cnc1011ar •o'Jo 1 Rr . o Vcl;isco · · ' ,, a gu nos .

Un;i mayor rigurosidad en el análisis de las . . . . nal-popul;ires en Améric;i Latirrn . d'. , : . conlepcro1ws nacro-hislori;i de Ja.~ mayorías s .

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1 Ililr.r;i q~re. en estas l1errns J;i

(. '· . ocia es no rn sido foriael·r "· . " . uncJamcntos e inlcr¡Jrctacioncs " . C. ..' ' ,¡ Ciegas ' SllJ

( ' · prop1.1s 01110 y·r se h· . - 1 1 l'ac a una ele esas grrndN· el· d ·

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aulonomislas y de af'irm·i ", . 1 1 ' on e c. os proyel'los

Jíliros con ,1111'1 ('. ' , .·: t 1011 s.ocrn 1a11 exis!Íclo inlclecluaJcs y po-.. . . . ' . or111,1cro11 cc¡urvalcnlc a la 1 •. f· .• 1 .• . .

olrcialcs""··Caph ;e ,. 0· · ·. ·· · .. · . <c. ,is c. rlu; rlustraclas

arlicul;ición: a·{~n~u;ien~~l~~~~l~p~~'\~dy~~1 :i~~n 11~'!'. ~!,?'.~:fical'.v.o nivel .de -a Lockc, Monlcs uieu R. . as . .ru repetir o copiar Marx Le.nin G q. . . Ilardo, Adam S1rnth, Maurrns, Weber

' · , rnmscr o sus res¡Jcclivos c 1 · . ' res- qt .. 1 . · · . · omcn ansias y conl111u;ido-1c dCa r as pro¡w1s hcrra 1 · •

1 · ' · 'mrcn as, cn!Jcar los dnoncs d ·

n;in es, romper los mcc;inismos v J;is I' r'. d . ' . . om1-!;id;is en l'uncfamenlos c ' tT. J • og1c.as e r~zo1¡¡¡m1cnln suslen­

. .1e11' Kos s11p11est<1111cnlc rnapclablcs. Tonrnndo este nrnr · . 'd

las lrndicioncs. polític~~~u~l~11;:;c~r~~1~:-; al~~urd;i ~a ;ifirnrneión de que ric;i L;ilína tienen una confor,m~·ción ~s ;e ases , cspnseícla.'~ en Amé­lar la!ino;inwric;ino

110 e · <:.e~tcllc<~. ~¡ pcnsa1111c11lo popu-

. · .s un;i mera mcz:cl;i oc ideas de divcr · gen, un mixto de concepciones . '(" . so on­cionc:; de libcrnl's . . . . . Y. s1~n1 icanlcs con emílicas propor-sia o lcorí·1 . '. '. r. mo, n.lilrxrsn~o, fasrrsmo, dol'lrina soci;il ele la i le-

'. m1·'1·l;ir p~us!a.n;i. Sin desconocer sus lllÚl!i¡)lcs inl'lucnl1aº l '. 11 una perspct l1va luslonra de su d. . 11 1 ·'· c¡uc contienen cs;is verle( . " , csl.rrro o rcsa fan las coorclcnacl;is

de ºtrs d'f 1. JTac1011cs cu lurnlcs fundantcs colllo lllillríz: ,, · 1 eren es cxpr s' E , -

ellr. . . . . c. rones. ;n s111lcsis. J¡¡ ra !Jill'1.<l·1d de 1qucc11111cnlo y l r ·, · '

partir de rclacioncsacd . . uª, 17.:~ .cmn de las verl.icnles n;icional-popularcs ¡¡ m . lllil 1111cas con las corrrcnlcs id 1' r . ... >..;. en un¡¡ coyuntura histórica dad . '. co ogrt ,1s presentes ['] emulación o la ado¡;ción ,acrÍti;~ r~o 1.ebc:drn~J[undirsc con la simpic

.9> de los e1· r e .r s ' ras ele moda. Por cncin¡¡¡ ?J . ivcrsos actores que ;ictír;in rn las realidades polílicas ele

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"' (' . ~oig, Arlurn Andrés: op. cit. - Zca. LenpnlJo: op. cit. - fl:larc~ca, Silvio : "L.1disoiuci\ 1 d ·I · . ·

l?c1·ista de Filomfía l 1

'. e 1. e suic~o carlc~iairn en la edad del nihili:;mn" en . ,a 111oa111encn11nyCrc11cuuSocirrlesN"l.1, lluc nos Aires, 1988.

179

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ALClllA ARGUMl!DO

América Latina, no es tan fácil entonces hacer tabla rasa_ con las concepciones populares, consid_erando _qu_e se está en · presen~.ia ~e. una mixtura sin contenidos esenciales m fronteras, de experiencias no procesadas, de activismos ciegos, de política sin cultura·

V

LA IDEA DE NATURALEZA HUMANA Y SOCIEDAD EN EL PENSAMIENTO LATINOAMERICANO

l. EL TEMA DE LA lllENTlllA[) EN AMÉJUCA LATINA

A diferencia de otras regiones que fueron sometidas por dominios coloniales, e.n el continente latinoamericano se procesaron múltiples entrecruzamientos de razas, etnias y culturas, d;rndo lugar a una complejidad social y cullural de características inéditas en la historia. El aniquiiamiento de la población nativa de África como consecuen­cia del tráfico de esclavos y la posterior penetración de las potencias europeas, generó una devastación inenarrable en territorios que ha­bían albergado tradiciones negras y de influencia musulmana alta­mente refinadas, como el reino de Ghana que alcanzó su esplendor t:ntn: los siglos X y XL el de los Yomba entre el Xlll y el XIV, o el de Tumbuctu en el XV y XVL Sin embargo, salvo el poblamiento bla nrn en Sudáfrica y la introducción de contingentes asiáticos -especialmente hindúes- en algunos lugares puntuales, no se produ­jeron allí afluencias demográficas que llevaran a fusiones raciales significativas o a un contlieto prolongado entre diversos patrones de cultura. De manera tal que, pese a la monstruosa destrucción sufrida, en las áreas africanas sobrevivieron las identidades originarias esca­samente trastocatlas por procesos tic trnnsculturación.

Según señala Amílcar Cabra!', con sólo algunas excepciones, la experiencia tic la dominación colonial en el África negra no fue lo

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