IV Semana Teológica de la Vida Consagrada en el Ecuador · Es cierto que las heroicidades no se...

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1 IV Semana Teológica de la Vida Consagrada en el Ecuador Testigos esperanzados de la Vida por caminos de conversión, diálogo y profecía LOS GRITOS DE VIDA DE NUESTRO CUERPO Quiero comenzar recordando algo muy simple, pero que no siempre hemos tenido presente: la unidad de la persona humana, la integración de todas las dimensiones que nos configuran en un individuo único. No se trata aquí de hacer disquisiciones filosóficas sobre el cuerpo humano y la corporeidad. "El cuerpo indica el cuerpo-objeto, y corresponde a la realidad objetiva, considerada desde el exterior como un objeto entre los otros. La corporeidad se refiere, en cambio, al cuerpo-sujeto, a la realidad humana corpórea considerada como un sujeto espiritual-corpóreo." 1 Sabemos de la íntima interrelación de todas las dimensiones que nos configuran (cuerpo, psique, espíritu y relaciones) pero muchas veces nos comportamos de manera que no tenemos presente esta realidad. No podemos despreciar nada de lo que afecta a nuestra corporeidad, y creo que forma parte del "no matarás" un cuidado razonable de la vida que hemos recibido, sin absolutizar ningún aspecto, ni la vida misma. La vida no es un valor absoluto, es un valor fundamental. Si fuera un valor absoluto no la podríamos supeditar a otro valor, y no sería lícito entregar la propia vida. La vida es un valor fundamental, puesto que en ella se fundamentan muchos otros valores. Puedo gozar de la belleza, la amistad, etc. porque tengo vida. A lo largo de la Historia hemos ido variando, y según las distintas culturas, nuestra comprensión del valor de la vida y de nuestra corporeidad. No podemos obviar que las dicotomías platónicas de cuerpo-alma, impregnaron incluso el pensamiento de muchos autores cristianos que propugnaron un desprecio al cuerpo o la simple consideración de éste como "cárcel del alma". Creo que en estos momentos, en la mayoría de culturas impera, en cambio, el "culto al cuerpo" y el desprecio de la corporeidad. Confundimos muchas veces, incluso, la dignidad de la vida con la apariencia con que ésta se presenta, y la dignidad es ontológica, no depende de las formas como se presenta. No hay vidas humanas menos dignas, todos tenemos la misma dignidad por creación. Creados a imagen y semejanza de Dios. Lo que hay es formas de vida poco acordes con nuestra dignidad, como pueden ser las formas de vida a que se ven sometidas miles de personas en nuestro mundo a causa del pecado de injusticia y egoísmo. Personas torturadas, hambrientas, sedientas, abandonadas, angustiadas... pero personas que no han perdido para nada su dignidad, porque ésta no es una concesión que nadie deba hacerles, es algo que todos tenemos por ser humanos. 1 RAMON LUCAS LUCAS, Antropología y problemas bioéticos, Madrid 2001, p. 15.

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IV Semana Teológica de la Vida Consagrada en el Ecuador Testigos esperanzados de la Vida por caminos de conversión, diálogo y profecía

LOS GRITOS DE VIDA

DE NUESTRO CUERPO  

Quiero comenzar recordando algo muy simple, pero que no siempre hemos tenido presente: la unidad de la persona humana, la integración de todas las dimensiones que nos configuran en un individuo único.

No se trata aquí de hacer disquisiciones filosóficas sobre el cuerpo humano y la corporeidad. "El cuerpo indica el cuerpo-objeto, y corresponde a la realidad objetiva, considerada desde el exterior como un objeto entre los otros. La corporeidad se refiere, en cambio, al cuerpo-sujeto, a la realidad humana corpórea considerada como un sujeto espiritual-corpóreo."1

Sabemos de la íntima interrelación de todas las dimensiones que nos configuran (cuerpo, psique, espíritu y relaciones) pero muchas veces nos comportamos de manera que no tenemos presente esta realidad.

No podemos despreciar nada de lo que afecta a nuestra corporeidad, y creo que forma parte del "no matarás" un cuidado razonable de la vida que hemos recibido, sin absolutizar ningún aspecto, ni la vida misma. La vida no es un valor absoluto, es un valor fundamental. Si fuera un valor absoluto no la podríamos supeditar a otro valor, y no sería lícito entregar la propia vida.

La vida es un valor fundamental, puesto que en ella se fundamentan muchos otros valores. Puedo gozar de la belleza, la amistad, etc. porque tengo vida.

A lo largo de la Historia hemos ido variando, y según las distintas culturas, nuestra comprensión del valor de la vida y de nuestra corporeidad.

No podemos obviar que las dicotomías platónicas de cuerpo-alma, impregnaron incluso el pensamiento de muchos autores cristianos que propugnaron un desprecio al cuerpo o la simple consideración de éste como "cárcel del alma".

Creo que en estos momentos, en la mayoría de culturas impera, en cambio, el "culto al cuerpo" y el desprecio de la corporeidad.

Confundimos muchas veces, incluso, la dignidad de la vida con la apariencia con que ésta se presenta, y la dignidad es ontológica, no depende de las formas como se presenta. No hay vidas humanas menos dignas, todos tenemos la misma dignidad por creación. Creados a imagen y semejanza de Dios. Lo que hay es formas de vida poco acordes con nuestra dignidad, como pueden ser las formas de vida a que se ven sometidas miles de personas en nuestro mundo a causa del pecado de injusticia y egoísmo. Personas torturadas, hambrientas, sedientas, abandonadas, angustiadas... pero personas que no han perdido para nada su dignidad, porque ésta no es una concesión que nadie deba hacerles, es algo que todos tenemos por ser humanos.

                                                                                                                         1 RAMON LUCAS LUCAS, Antropología y problemas bioéticos, Madrid 2001, p. 15.

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Juzgar por las apariencias es una de las cegueras más grandes del ser humano. Ya es sabida la frase “vestía harapos y era Pepe, me puse un traje y me convertí en Don José”.

Frente al “culto al cuerpo” y a la identificación de la plenitud de la humanidad con los llamados “cuerpos 10” (bellos, jóvenes, cuidados) quiero recordar que en el Evangelio el momento en que se dice “Ecce Homo” es precisamente ante un cuerpo desgarrado y torturado, sangrante, y “este es el hombre”.

<<El 16 de noviembre de 1989, aparecían en los medios de comunicación de todo el mundo las imágenes de ocho cuerpos esparcidos por el suelo, seis hombres y dos mujeres, abatidos impunemente durante la madrugada por balas de ametralladoras. Ocurría en El Salvador y todos conocemos sus nombres. Sus cuerpos brutalmente enmudecidos, hablaban. La memoria de esos cuerpos continúa alentándonos hoy y han quedado unidos, solidariamente incorporados, a todos los cuerpos heridos y violentados de la historia, a la multitud de cuerpos vulnerados; a esos cuerpos que sufren, resisten y sanan. Ellos son la otra cara, el reverso de los iconos por excelencia de la era de la globalización, de esos cuerpos jóvenes, musculados, bellos y etéreos que aparecen por doquier.

El cuerpo es la primera condición de posibilidad de nuestro ser en el mundo2. De él depende cómo nos vamos situando y sólo cuando lo habitamos realmente podemos recorrer un viaje sanador. Somos el único ser de la creación que posee la capacidad de habitar, el don de establecer en espacios y tiempos vínculos de comunión y de comunicación3. Gracias a este cuerpo que somos, a este continente que nos contiene, podemos vincularnos y establecer conexiones. Nuestras maneras de relacionarnos están configuradas por él porque no hay experiencia de amor, y por eso no hay experiencia de Dios y de los otros, que no ocurra en nuestro cuerpo.>> (MARIOLA

LÓPEZ VILLANUEVA, El cuerpo en nuestra cultura).

Creo que tenemos una obligación de cuidar nuestro cuerpo, y el de los demás, pero sin perder la libertad ni olvidar que estamos llamados a desplegar armónicamente todas nuestras facultades y dimensiones, y sobretodo sabiendo que esta corporeidad me da identidad, me identifica, pero a la vez me limita. Hay que evitad idolatrizar nuestro cuerpo. Hoy disponemos de muchos medios para controlar y modelar nuestro cuerpo; pero yo me pregunto porqué hay tantas personas que viven a disgusto consigo mismas, disconformes con su cuerpo, porqué somos tan esclavos de los cánones impuestos de belleza cuando sabemos, además, que lo que hace a una persona atractiva es el bienestar consigo misma.

Los cuerpos, y especialmente los cuerpos de las mujeres, se convierten en el campo de batalla de la publicidad4. Los sociólogos sostienen que está emergiendo un nuevo individualismo basado en la actualización continua y en la reinvención instantánea del yo; se pretende comprar éxito en la vida. Paralelamente a este culto al cuerpo cada vez hay menos respeto a la corporeidad. Muchas veces no se respeta la intimidad de las personas ancianas o con minusvalías. ¿Cuidamos del mismo modo la “belleza interior” que la exterior?, ¿le dedicamos el mismo tiempo y medios?.

                                                                                                                         2  “El  cuerpo  no  es  solamente  aquello  que  el  hombre  tiene  delante  suyo,  sino  que  es  sobre  todo  aquello  que  es  el  mismo  en   la  multiplicidad  de   sus   relaciones  históricas...y  el  mundo  es  nuestra  prolongación  que   ,para  bien  o  para  mal,   vamos  actualizando  en  todos  los  instantes  de  nuestro  trayecto  biográfico”  L.  DUCH  y  J-­‐C.  MÈLICH,  Escenarios  de  la  corporeidad.  Antropología  de  la  vida  cotidiana  2/1,  Trotta  2005,  p.  238    3 o.c., p. 250 4   “Combate   la  celulitis”,   “ataca   las   zonas   rebeldes”,   “elimina   las  arrugas”,   “lucha  contra  esos  kilos  de  más”,  “stop  a  las  grasas”,  “desafía  a  la  flacidez”.  

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En su provocativo libro “Vidas desperdiciadas”, Bauman sostiene que la principal angustia del siglo XXI es la del miedo a ser desechable. Se trata del temor que las personas sienten actualmente a que se prescinda de ellas, a quedar desplazadas o a ser desechadas: “Lo que todos parecemos temer es el abandono, la exclusión, el que nos rechacen… nos despojen de lo que somos, nos nieguen aquello que deseamos ser. Tememos que nos dejen solos, indefensos y desgraciados. Privados de compañía, de corazones que aman y de manos que ayudan…Tememos que se deshagan de nosotros5.”

Es verdad que en el ciclo de la vida hay momentos de mayor crecimiento y plenitud corporal (más energía, belleza, fuerza, memoria...) y momentos en que se hace más evidente la pérdida de facultades físicas y mentales, que suelen conllevar una pérdida de la autonomía, o incluso momentos donde palpamos con dolor el misterio que acompaña nuestro ser cuando aparecen enfermedades y deterioros neurológicos que nos impiden la relación habitual con la realidad. Nunca sabremos los procesos interiores que viven muchas personas aparentemente "ausentes" o incluso en estados comatosos. Pero quiero subrayar que nunca hay “vidas desperdiciadas”, lo que hay es incapacidad para comprender la grandeza que se esconde bajo la apariencia de tanta fragilidad.

Hay muchas preguntas éticas que acompañan nuestra corporeidad. ¿Es la salud un derecho absoluto?. ¿Tiene límites la exigencia de bienestar?, ¿somos responsables de nuestra salud?, ¿hasta dónde debemos emplear los recursos que tenemos?, ¿hay un límite de sostenibilidad del sistema sociosanitario?.

Muchas veces, en la vida religiosa se nos plantean dilemas particulares, como por ejemplo la realidad de que en muchos contextos tenemos muchas más posibilidades y recursos que la mayoría de nuestros hermanos, ¿debemos limitarnos, por ejemplo, a la atención sanitaria de la mayoría de la población de los lugares en qué vivimos?, ¿es lícito que nos traslademos a lugares con mayores recursos cuando vivimos en áreas deprimidas económicamente y enfermamos?, ¿se puede exigir a todo el mundo que acepte una serie de cuidados y atenciones?. Las respuestas no son simples, y la complejidad de las vidas nos obliga a discernir las respuestas.

Con todo, y podemos volver a ello más adelante, quiero hacer algunas consideraciones generales más y plantear algunos de los gritos de vida de nuestro cuerpo, a mi entender.

Mi corporeidad me expresa, y debo cuidarla.

Creo que hay un camino que comienza por el autoconocimiento y la autoaceptación.

En mi trabajo con adolescentes durante muchos años he sido testigo de los problemas que muchos tienen para aceptar su corporeidad. En la pubertad los cambios físicos se aceleran, y en pocos años nuestro fenotipo varía ostensiblemente. En muchas sociedades hay una gran presión social a través de la imposición cultural de cánones de belleza y estereotipos que conllevan la falta de aceptación del propio ser y la presentación de muchos complejos. Casi nadie queda con el físico que había imaginado en la edad infantil que tendría en la juventud. Tendemos a compararnos y no nos aceptamos. Esto nos da inseguridad y motiva algunas patologías relativamente frecuentes en algunas sociedades: trastornos alimentarios, depresiones, insomnio, etc. No voy a hacer una descripción médica porque no es el lugar ni tengo el tiempo necesario para ello, pero si he querido mencionarlo porque creo que algunas de éstas cuestiones las arrastramos durante algunos años y no es infrecuente, en la vida religiosa, observar que muchas veces hay conflictos que

                                                                                                                         5 Z. BAUMAN: Vidas desperdiciadas: la modernidad y sus parias. Barcelona, Paidós 2006, p. 164

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obedecen a esta falta de aceptación y se manifiestan como celos, agresividades, inhibiciones, somatizaciones diversas, etc.

Somos una unidad. Es ya un concepto clásico el de afecciones psicosomáticas. Desordenes de la psique se traducen en alteraciones orgánicas (por ejemplo angustia y gastritis). También las alteraciones orgánicas alteran nuestra psique y nuestro estado de ánimo (por ejemplo el dolor nos inhabilita, nos deprime). No hay duda de que somos una unidad y de que no podemos entendernos dicotómicamente.

Creo que debemos prestar atención a todo lo que nos constituye, y creo también, como expliqué ayer, que las relaciones nos constituyen también, y desde ahí me atrevo a decir que hay que tener también un sano "descentramiento" de nosotros mismos.

En la medida de lo posible debemos intentar el equilibrio, la salud, pero entiendo que sin absolutizarla.

Es cierto que las heroicidades no se pueden exigir, pero nos dan un plus de humanidad sin duda. Cuando un Damián de Molokai se expone al contagio de la lepra por atender a los leprosos, pone en riesgo su salud, pero genera vida para muchos.

Con esto no quiero decir que no debamos cuidarnos, lo que quiero decir es que la salud no es un valor absoluto tampoco, y que en muchos casos la entrega de la vida se juega a éstos niveles.

Hay generaciones, o algunas formaciones, que han propiciado el desprecio del cuerpo, sobretodo en la vida religiosa. Me merece siempre mucho respeto la vida de cada persona, pero creo que el cuidado de la vida es también dar gloria a Dios.

Puesto que somos una unidad cuando nuestro cuerpo grita hay que escuchar e identificar sus reclamos.

Antes de continuar quiero, sin embargo, apuntar algo sobre el mismo término de salud. ¿Entendemos todos lo mismo por salud?. ¿Es la simple ausencia de enfermedad?.

Salud es un término plurisemántico.

Si hacemos mención a la comprensión histórica del concepto salud6 podemos decir que en las culturas primitivas se interpretaba la enfermedad en términos de <<des-gracia>> y la salud como <<gracia>>. Se consideraba el pecado la raíz de las <<desgracias>> (males físicos, enfermedad, dolor, hambre..). Veremos más adelante que ciertamente hay una responsabilidad moral en el bienestar propio, social y ambiental. Ciertamente muchos "gritos de vida" de nuestro cuerpo y de nuestro planeta se deben a acciones, comportamientos, pensamientos, que no son favorables a la vida ni buenos. Y el cuerpo humano, social y ambiental protesta, grita, contra estas agresiones.

En un segundo momento la salud se vio como <<orden>> y la enfermedad como <<des-orden>>. La cultura griega interpretó la realidad en términos de <<naturaleza>> (physis). La naturaleza es <<orden>< (kosmos) y la enfermedad y el dolor <<desorden>> (khaos). Alcmeón de Crotona, en el texto fundacional de la medicina científica afirma que <<el mantenimiento de la salud se debe al "equilibrio" (isonomia) de las fuerzas: lo húmedo, lo seco, lo frío, lo caliente, lo amargo, lo dulce, etc.; y en cambio, el "predominio"(monarkhía) de una sola produce la enfermedad>>.

                                                                                                                         6 Cfr. FRANCISCO ALARCOS, Bioética y pastoral de la salud, Madrid, 2002.

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Finalmente la cultura moderna entenderá la salud como <<dicha>> y la enfermedad como <<des-dicha>>. En el horizonte del <<des-orden>> la enfermedad se conceptúa como un hecho. Ahora, en el horizonte de la des-dicha como un <<valor>>. La salud no es primariamente una cuestión de hecho sino un problema de valor. Dicha es valor positivo y desdicha valor negativo.

La actitud que absolutiza el concepto de dicha hace consistir la felicidad en la consecución del máximo <<bienestar>> y en el logro de la total ausencia de dolor. Esta es la concepción que sostiene la <<sociedad del bienestar>> (Welfare State) y la cultura del mismo, en la que es preciso seguir estimulando el consumo de salud entendida como dicha.

Estoy de acuerdo con Francisco Alarcos cuando afirma que << La salud se ha convertido así en el criterio moral último y único: bueno es lo que produce salud y bienestar, es decir, dicha, y malo lo contrario. (...). Medicina va acapararse a salud. La medicina del bienestar medicaliza la vida humana; medicaliza la economía capitalista que ve la salud como un bien de consumo; medicaliza la técnica y hasta la ética: lo técnicamente posible en medicina es bueno>> (FRANCISCO ALARCOS, Bioética y pastoral de la salud, Madrid 2002, p 171).

Después de la II Guerra mundial se llega a la conclusión de que la idea de salud como mera ausencia de enfermedad era demasiado simple y puramente orgánica, sin tener en cuenta la dimensión psíquica y socioambiental. Era una orientación individualista que no concedía importancia la calidad de las relaciones de la persona con los demás y con su entorno.

Apareció la definición de salud de la OMS del año 1948, «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.» La cita procede del Preámbulo de la Constitución de la Organización Mundial de la Salud, que fue adoptada por la Conferencia Sanitaria Internacional, celebrada en Nueva York del 19 de junio al 22 de julio de 1946, firmada el 22 de julio de 1946 por los representantes de 61 Estados (Official Records of the World Health Organization, Nº 2, p. 100), y entró en vigor el 7 de abril de 1948. La definición no ha sido modificada desde 1948. Esta definición tenía la ventaja de subrayar el carácter pluridimensional de la salud, pero seguía siendo estática.

En el año 1976, el X Congreso de Médicos y Biólogos en lengua Catalana celebrado en Perpigna, se definió la salud como " Aquella manera de vivir que es autónoma, solidaria y gozosa". El Dr. Jordi Gol i Gurina, intentaba superar la definición de la OMS del año 1946, insistiendo en el carácter "activo" de la salud”. “una manera de vivir” y no solo un “estado de bienestar” y en el carácter a la vez personal y político del trabajo sobre la salud. Personal porque está vinculado al proceso de progresivo crecimiento y maduración como personas y político porque es evidente la repercusión de todas nuestras actuaciones sobre la salud de los otros y viceversa y sobre todo porque creía en la posibilidad de incidir de manera realista en la forma en que, como comunidad, nos organizamos de modo más o menos saludable.7

En los llamados países desarrollados, sobretodo por influencia de la generalización de la protección social, nació simultáneamente el concepto de derecho a la salud, que implicaba el deber de la sociedad de poner a disposición del individuo todos los recursos de las instituciones sanitarias y sociales. Así en algunas sociedades los derechos individuales pasaron por encima del bien común. Al distribuir los recursos sanitarios en algunos lugares se optó por la satisfacción de deseos personales,

                                                                                                                         7 http://ecriteriumes.wordpress.com/2009/11/16/plan-de-innovacion-de-atencion-primaria-y-salud-comunitaria-cataluna/.

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primando el principio de autonomía por encima del principio de justicia de forma clara. Algunos autores se preguntaron si podía ser un modelo de persona sana la persona exenta de sufrimiento pero alienada de su responsabilidad, y que debe acudir constantemente a otras para tomar las decisiones relacionadas con su cuerpo y su espíritu. Ya en 1954 el Padre Bernard Häring orientaba la reflexión en este sentido : <<Resultaría demasiado demasiado estrecha una concepción de la salud que únicamente tuviera en cuenta la capacidad o incapacidad de trabajar. Además, resultaría peligrosa una noción puramente vitalista y biológica: la salud sería la ausencia de todo sufrimiento y una desbordante fuerza vital y corporal. De hecho, tal concepto de salud puede suponer un deterioro y un peligro para la verdadera salud del hombre en cuanto ser compuesto de cuerpo, alma y espíritu. El sentido de la salud no se puede expresar en función del cuerpo únicamente, sino en función de todo el hombre... Teniendo en cuenta su fin último, la verdadera salud del hombre consiste en poder disponer del cuerpo y del alma en relación con el espíritu, en su vocación eterna>>8.

Por ejemplo el dinamismo con que muchas personas se adaptan a la deficiencia de algunos de sus órganos, ¿no es un signo de salud más significativo que el <<bienestar físico>> de otras muchas personas?.

Ningún ser humano existe al margen de un entorno familiar, cultural, profesional y material. La misma persona que muestra gran capacidad de autonomía, de relación y de acción en un medio determinado puede encontrarse anonadado en otro entorno. Las patologías psíquicas y somáticas que sufren muchos emigrantes son un triste ejemplo.

<<La actual reflexión sobre la salud insiste, pues en la relación del sujeto humano, en lo que este tiene de particular, con su entrono material y humano: La salud es la capacidad de realizar eficazmente las funciones requeridas en un medio dado, y como este medio no deja de evolucionar, la salud es un proceso de adaptación continua a múltiples microbios, contaminaciones, tensiones y problemas a los que debe enfrentarse diariamente el hombre. Pero el sujeto humano está también en constante evolución. La salud es la capacidad de adaptarse a un entrono que cambia; capacidad de crecer, de envejecer, de sanar, a veces con sufrimientos inevitables, y finalmente de esperar la muerte en paz>>9.

Me gusta esta definición de salud que supone asumir, aunque no siempre gozosamente, los procesos de crecimiento y envejecimiento que tanto se tratan de evitar. Envejecer saludablemente es agradecer las cicatrices de vida de nuestro ser, procurar mantener los máximos de autonomía posibles y asumir las dependencias y deterioros inevitables. Envejecer saludablemente es también, a mi entender, no luchar contra el paso del tiempo sino vivir en este tiempo y en estas circunstancias. Es procurar la armonía de aprovechar las oportunidades que ofrecen algunas limitaciones y tener la generosidad de compartir la experiencia. También es el tiempo del silencio maduro en algunos casos.

Nuestras sociedades consideran la salud más como un derecho que como un don. Los derechos son exigibles, los dones son gratuitos.

El psiquiatra navarro Vicente Madoz ha definido la salud desde dos pilares fundamentales: salvación y plenitud. La salud no es únicamente luchar contra la patología sino aspirar a algo más, a una vida más plena en el ámbito de lo privado y de lo social.

                                                                                                                         8 B.HÄRING, La ley de de Cristo, herder, Barcelona 1973. 9 .FRANCISCO ALARCOS, Bioética y pastoral de la salud, Madrid 2002, 174.

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La raíz latina de salus sostiene diversas acepciones. Puede significar <<salvación>>, <<saludo>> y <<seguridad>>. Tener salud significa oponerse a las amenazas que tratan de deshumanizarnos. Con el matiz <<saludo>> estar sano implica ser saludable, es decir apto para saludar, para dar salud a los que nos rodean.

La exaltación de la salud también puede crear enfermedad. Comenzando por las neurosis obsesivas. La persona tiene una fijación por mantener un estado y un aspecto saludable que la lleva a veces a disminuir su satisfacción y su tranquilidad. Hay verdaderas obsesiones por mantener por ejemplo una figura determinada, o por esconder los signos de envejecimiento. Si vivimos en sociedades que hacen de la juventud un valor cuasi absoluto y además no nos preparamos para asumir el envejecimiento, se propician muchos trastornos, sobretodo de índole psíquico.

Asumir nuestros límites es, a mi entender, un modo de propiciar un estado saludable. La lucha contra limitaciones “invencibles” nos lleva al malestar con el propio ser. Se, por experiencia, lo que insegurizan las limitaciones corporales. Permítanme una referencia personal. Hace dos años fui operada de un cáncer. Después estuve en tratamiento quimio y radioterápico. Uno de los efectos secundarios de la quimio fue la alopecia total. No era lo más grave, pero si una de las cosas que más me insegurizaron al principio. La preocupación por la fijación de la peluca del comienzo fue dando paso a un agradecer tener medios para poder comprar una peluca, un agradecimiento por las cosas que podía hacer y vivir, una mayor sensibilidad para entender las limitaciones de otros…en definitiva, y no soy masoquista, puedo decir que el cáncer ha supuesto muchas cosas positivas en mi vida. No es que me alegre de haberlo padecido, evidentemente, pero si que me hizo comprender existencialmente algo que sabía pero no “gustaba”: la vida es un don. Cada día es un regalo. Y con el regalo de la vida recibimos muchos otros regalos. Uno de los mejores, el cariño y la amistad de las personas.

Creo que si en lugar de aceptar la situación que vivía me hubiera empeñado en “disimularla” no habría tenido la paz interior y habría gastado energías que necesitaba para recuperarme en la lucha contra mi propia situación.

Hay que luchar contra el mal, pero debemos conocer los límites y asumir nuestra realidad. También, por supuesto, contar con la ayuda de la Gracia.

Pasando a otro tema, quiero detenerme brevemente en los trastornos alimentarios. Hay comportamientos patológicos que se manifiestan como un exceso o defecto en la ingesta de alimentos.

Dice la OMS que " La obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas a nivel mundial, y cada año mueren, como mínimo, 2,6 millones de personas a causa de la obesidad o sobrepeso. Aunque anteriormente se consideraba un problema confinado a los países de altos ingresos, en la actualidad la obesidad también es prevalente en los países de ingresos bajos y medianos. Mil millones de adultos tienen sobrepeso. Si no se actúa esta cifra superará los 1500 millones en 2015. a nivel mundial el sobrepeso y la obesidad causan más muertes que la insuficiencia ponderal. Para frenar la epidemia mundial de obesidad es necesario una estrategia poblacional, multisectorial, multidisciplinaria y adaptada al entorno cultural".

Junto a ésto se impone un canon de belleza cada día más delgado, que impone tallas irreales. Adelgazar forma parte también de un gran negocio (venta de dietas, productos, gimnasios, etc), que inunda los medios de comunicación y representa un reto para la salud pública, la industria alimentaria y el mismo consumidor.

En la jornada "De la obesidad a la anorexia: controversias en la alimentación actual" celebrada por la Fundación de Ciencias de la Salud, se remarcó que vivimos una época de la delgadez como obsesión y esto afecta a personas con normal o bajo peso

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y jóvenes. Cada vez hay más individuos que se someten a dietas y en algunos países hasta el 60% de la población está insatisfecha con su peso". Se recomendó "buscar el peso sano que uno sea capaz de mantener".

Es muy importante que los sistemas educativos fomenten personas autónomas, que sepan tomar decisiones, sin actuar por las presiones sociales y los cánones impuestos.

Hay que tener presente que todos estas realidades conviven con otra, que es la de las grandes mayorías empobrecidas de nuestro mundo que luchan por la subsistencia, que no tienen acceso a la elección alimentaria porque muchas veces no tienen ni acceso a los alimentos más básicos. Creo que expresan lo grandes gritos de nuestro "cuerpo social". Entiendo que desde la vida religiosa debemos escuchar y atender con preferencia los gritos desgarradores de la humanidad doliente por culpa del pecado. Implicarnos a favor de la vida de nuestros hermanos es realmente dar gloria a Dios.

A nivel general, algunas conclusiones sobre los "gritos de vida de nuestro cuerpo".

1. Hay que escuchar e interpretar los gritos de nuestro cuerpo. No podemos prescindir de los reclamos que nuestro cuerpo nos hace, pues a menudo son indicadores de que debemos prestar más atención al ritmo de vida que llevamos, a nuestras relaciones, etc. Somos una unidad, psicosomático espiritual y relacional, y cuando esta unidad se desintegra enfermamos. Cuando el cuerpo "protesta" hay que procurar buscar las causas, no quedarnos en los síntomas. También cuando "la psique" protesta hay que buscar porqué lo hace. La naturaleza se expresa, pero a veces no sabemos interpretarla. Hay síntomas que son alarmas, "despertadores". No podemos ignorar o despreciar nuestra corporeidad.

2. Saber que los gritos corporales a menudo expresan necesidades espirituales. Procurar identificarlas y darles curso. Cuando descuidamos la relación con Dios nuestro cuerpo grita, porque perdemos el sentido de lo que somos, nos encerramos en nosotros mismos y "las preocupaciones" de este mundo nos quitan alegría y paz. Muchas veces enfermamos porque no dejamos espacio para el silencio, la contemplación, la gratuidad.

3. Evitar tratamientos sintomáticos, que no van a la raíz de los problemas, a su etiología. Si por ejemplo tengo insomnio, no debo contentarme con tomar somníferos, sino que debo preguntarme a qué obedece esta dificultad para conciliar el sueño, tratar de identificar las causas.

4. Estamos hechos para vivir, y la vida clama por todos nuestros poros. Debemos ser conscientes de nuestras necesidades, y también de las posibilidades de satisfacción de las mismas. Hay que procurar modificar todas las relaciones no saludables que establecemos: mediambientales, alimentarias, etc.

5. Estamos estrechamente ligados a nuestro entorno. Debemos prestar atención también a los gritos de vida de nuestro cuerpo que son consecuencia de algunas exposiciones ambientales. Somos responsables del ecosistema. Tenemos una responsabilidad moral social, también con las generaciones futuras. El medio se encuentra profundamente alterado y contaminado. Las evaluaciones de los objetivos de Rio son desalentadoras. Se impone el cuidado medioambiental. La cuestión ecológica es crucial. El agua es la columna vertebral no sólo de la salud humana, sino también de la salud de los ecosistemas. El principal problema de la humanidad debería ser el abastecimiento de agua potable para todos los humanos

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6. Necesitamos un equilibrio de atención “interior” y “exterior”. Atender las necesidades interiores de armonía, equilibrio, paz, silencio, estima, afectos y las exteriores de un cuidado de una buena forma física en la mediada de lo posible, de todo lo que proporciona estados más saludables: cuidar la alimentación, el ejercicio, etc.

7. Procurar un "cuidado razonable" de nuestro cuerpo. Atenderlo pero sin absolutizar la salud ni hacer de los reclamos de nuestro cuerpo unos tiranos. Hay que cuidar la vida con la libertad de entregarla por amor.

Margarita Bofarull Buñuel rscj.

Quito, 7 de Diciembre de 2012.