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Curso de Formación Docente sobre Tics y Educación. Especialización 2011 Inés Lucía Rivero Bachini De acuerdo con César Coll, el término competencia describe la actuación acertada de un sujeto en un determinado contexto; se supone que se realiza una elección consciente de recursos, herramientas, estrategias y dispositivos para responder satisfactoriamente a la situación dada. La posibilidad de elección entre los disponibles, implica que éstos estén a disposición del individuo. Para que sea posible, será imprescindible su previa apropiación. una serie de procesos volitivos que permitan la elección y que se relacionan con la estructura de la personalidad de cada uno. conocimientos previos sobre la situación dada, u otra con la que pueda establecer relaciones, ya de similitud –más o menos supra o subordinada-, de oposición o de complementariedad. mecanismos de autorregulación que brinden la necesaria retroalimentación a efectos de realizar los ajustes que se requieran. creatividad, resistencia a la frustración. En el caso de las denominadas competencias básicas, el crecimiento exponencial de la información disponible, su vertiginosa caducidad, nuevas formas de comunicación que se han desarrollado a partir de la evolución tecnológica, han llevado a una creciente complejidad en las formas de actuación de los individuos inmersos en la sociedad actual. Para quienes tenemos entre nuestras responsabilidades contribuir a la formación de las nuevas generaciones, se nos presentan constantemente nuevos desafíos. Sabido es que la labor docente no es enseñar hechos fácticos, sino buscar que el aprendiente genere estrategias para trascender el hecho en sí y sea capaz de identificar regularidades, similitudes, diferencias, etc., para poder desarrollar algunas de estas competencias; en este caso me refiero a la esfera cognitiva. Tampoco es posible soslayar la complejidad de las relaciones sociales que se establecen en la actualidad: innumerables tramas, sincrónicas y asincrónicas, en las que en muchas ocasiones la distancia no constituye un factor decisivo para su establecimiento y desarrollo. Cada vez más los estudiantes, aún los más jóvenes, forman parte de una intrincada red de relaciones, en el ámbito familiar, en su cotidianeidad, en entornos educativos formales y no formales. La sociedad nos interpela constantemente sobre las competencias para la vida en sociedad. Y paralelamente, sobre las competencias digitales, que no se reducen al dominio de un determinado hardware y/o software (competencias tecnológicas), sino que incluyen también el juicio crítico y valores especialmente los que se refieren al respeto por el otro- entre ellos los derechos de propiedad intelectual, la producción colectiva en entornos mediados por

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Inés Lucía Rivero Bachini

De acuerdo con César Coll, el término competencia describe la actuación acertada de un sujeto

en un determinado contexto; se supone que se realiza una elección consciente de recursos,

herramientas, estrategias y dispositivos para responder satisfactoriamente a la situación dada.

La posibilidad de elección entre los disponibles, implica que éstos estén a disposición del

individuo.

Para que sea posible, será imprescindible

• su previa apropiación.

• una serie de procesos volitivos que permitan la elección y que se relacionan con la

estructura de la personalidad de cada uno.

• conocimientos previos sobre la situación dada, u otra con la que pueda establecer

relaciones, ya de similitud –más o menos supra o subordinada-, de oposición o de

complementariedad.

• mecanismos de autorregulación que brinden la necesaria retroalimentación a efectos

de realizar los ajustes que se requieran.

• creatividad, resistencia a la frustración.

En el caso de las denominadas competencias básicas, el crecimiento exponencial de la

información disponible, su vertiginosa caducidad, nuevas formas de comunicación que se han

desarrollado a partir de la evolución tecnológica, han llevado a una creciente complejidad en

las formas de actuación de los individuos inmersos en la sociedad actual.

Para quienes tenemos entre nuestras responsabilidades contribuir a la formación de las

nuevas generaciones, se nos presentan constantemente nuevos desafíos.

Sabido es que la labor docente no es enseñar hechos fácticos, sino buscar que el aprendiente

genere estrategias para trascender el hecho en sí y sea capaz de identificar regularidades,

similitudes, diferencias, etc., para poder desarrollar algunas de estas competencias; en este

caso me refiero a la esfera cognitiva.

Tampoco es posible soslayar la complejidad de las relaciones sociales que se establecen en la

actualidad: innumerables tramas, sincrónicas y asincrónicas, en las que en muchas ocasiones la

distancia no constituye un factor decisivo para su establecimiento y desarrollo.

Cada vez más los estudiantes, aún los más jóvenes, forman parte de una intrincada red de

relaciones, en el ámbito familiar, en su cotidianeidad, en entornos educativos formales y no

formales.

La sociedad nos interpela constantemente sobre las competencias para la vida en sociedad.

Y paralelamente, sobre las competencias digitales, que no se reducen al dominio de un

determinado hardware y/o software (competencias tecnológicas), sino que incluyen también

el juicio crítico y valores especialmente los que se refieren al respeto por el otro- entre ellos los

derechos de propiedad intelectual, la producción colectiva en entornos mediados por

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tecnología, selección de información, construcción de conocimiento a partir de la información

dada-.

En el caso de la enseñanza a estudiantes de Formación de Profesores, la elección de un

currículo basado en la generación de competencias, posibilita –si no obliga-, al trabajo

mediante tópicos generadores, temas transversales, el desarrollo de proyectos de diversa

índole, relacionados ya con la disciplina en que se especializan, ya con Ciencias de la

Educación.

Concretamente, en el caso de Entornos Virtuales para la Educación, la finalidad es que el

futuro docente pueda seleccionar los recursos pertinentes para su propio aprendizaje y para la

enseñanza a adolescentes de Educación Media.

Se parte de situaciones concretas de su práctica docente y se trabaja en talleres en los que se

hace énfasis en el aprendizaje colaborativo, autonomía, juicio crítico, desarrollo de estrategias

metacognitivas. De esta forma se espera que el futuro docente genere destrezas que le

faciliten la elección de recursos y la creación de contenidos para la enseñanza, sin “atarlo” a

software específico.

Según mi experiencia, esta opción redunda en la motivación del estudiante por continuar

aprendiendo y fundamentalmente, en aprendizajes más ricos, potencialmente generadores de

nuevos aprendizajes , ya que se le puede presentar una temática en su complejidad y con las

interrelaciones que se presenta en la vida real.

Como docente también me resulta francamente apasionante este enfoque. Hace que mis

clases varíen constantemente y me obliga a mantenerme actualizada.

Trabajar con estudiantes que se encuentran interesados y motivados es sumamente fácil.

Con respecto a los inconvenientes que pudiera presentar para los estudiantes, en las primeras

semanas de clase, se les dificulta comprender la finalidad de las actividades que se presentan.

Si bien éstas se socializan al iniciar cada una, ellos parten de una visión en la que prima el

contenido y una relación entre docente y alumno en la que el primero es el que pone a

disposición los contenidos a ser apropiados.

Como docente, aunque no lo considero un inconveniente, me obliga a revisar continuamente

mis propuestas, ya que las competencias no se enseñan en el vacío, sino que se logran a partir

de la apropiación de contenidos, en contextos específicos.

Debo estar particularmente atenta a esto último, pues puede resultar fácil desviarse hacia la

enseñanza de contenido fáctico o intentar desarrollar competencias sin el respaldo conceptual

indispensable.

Esto es particularmente importante porque de acuerdo con Gimeno Sacristán, tendemos a

enseñar de la forma en que aprendimos. Por ello los estudiantes deben vivenciar estos

procesos, generar dichas competencias para luego implementar propuestas que busquen los

mismos resultados en los estudiantes a su cargo.

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Desde la óptica de la Psicología de la Educación podríamos referirnos a Gardner, y sostener

que el desarrollo de competencias está íntimamente asociado a los tipos de inteligencias:

Verbal

Lógico-matemática

Intrapersonal

Interpersonal

Kinestésica

Visoespacial

Naturalista

Posicionándonos en el paradigma piagetiano, deberíamos esperar el momento en que estas

capacidades estén desarrolladas para generar las competencias.

En una óptica igvotskiana, el desarrollo de competencias facilitaría el dearrollo de otras.

En párrafos anteriores hice referencia al aprendizaje en contextos específicos. Esta es la

propuesta de Chaiklin y Leave: ellos desarrollan su teoría a partir del análisis de las

competencias que ponen en juego diferentes sujetos en situaciones variadas.

Para finalizar, deseo referirme a David Perkins, quien en su obra –de hace ya varios años- llamó

nuestra atención sobre las campanas de alarma. Entre ellas, el pensamiento pobre.

Es decir, la incapacidad para trascender el contexto y el contenido en situaciones de

aprendizaje.

Creo, y lo he comprobado en diversas ocasiones, que este enfoque posee potencial para

generar aprendizajes verdaderos en el contexto de este marco conceptual.