Invitando a jesus a nuestra boda

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En Caná, Jesús comienza sus milagros y sus signos eficaces para la salvación de todos los hombres. Los mismos discípulos comenzaron a creer en Jesús desde ese día.

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INVITANDO A JESUS A NUESTRA BODA (Juan 2,1-11)

Por: Jhoani Rave Rivera1

1 . Lic. en Ciencias Religiosas Universidad de San Buenaventura. Esp. En Educación y Sagrada Escritura

Universidad Católica Lumen Gentium. Diplomado en Docencia Universitaria Universidad Libre. Delegado para la

Familia Instituto para la Familia Benedicto XVI Arquidiócesis de Cali. Certificado por el MEN y Microsoft como

Asesor Programa Entre Pares en Innovación Educativa con uso de TIC. Certificado por la Fundación Aula

Telefónica Nivel Básico y Avanzado de la Ruta Formativa TIC de Innovación de Aulas Fundación Telefónica.

Certificado de Formación en Evaluación Institucional y Mejoramiento Continuo según el Modelo Europeo de

Excelencia EFQM. Certificado por la Escuela de Formación para Formadores en la E.R.E. y Catequesis.

Certificado en la acción de Formación Habilidades Para La Promoción De Derechos Humanos Sexuales y

Reproductivos del Servicio Nacional de Aprendizaje SENA. Maestro en el Área de Educación Religiosa Escolar y

Ética y Competencias Ciudadanas. Autor del blog Lo Mejor Para Cristo: (www.jhoanirave.blogspot.com)

Juan en la primera parte de su evangelio refiere siete signos realizados por Jesús, lo

cual da lugar a ser conocida como "Libro de los signos" (Jn 2-12). Este evangelista llama "signos" a los milagros; el nombre indica que son acciones simbólicas, que nos invitan a buscar más allá del episodio concreto. En un primer momento Juan quiere

presentar que las realidades antiguas han sido sustituidas o reemplazadas por otras nuevas que son las que de verdad purifican, salvan, sanan al hombre, frente a la incapacidad de las antiguas a las que se aferra el pueblo judío2.

En conjunto son siete los relatos de milagros o señales: 1) las bodas de Cana (2,1-11); 2) la curación del hijo de un funcionario (4,46-54); 3) la curación del tullido de la piscina de Betzatá (5,1-9); 4) la alimentación milagrosa (6,1-15); 5) el paseo por

las aguas del lago (6,16-21); 6) la curación del ciego de nacimiento (9,1-41); 7) la resurrección de Lázaro (11,1-44).3

El acontecimiento que enmarca esta actuación de Jesús es una boda. No se nos indican los nombres de los novios o detalles de por qué estaban invitados, pues carecen de importancia. La boda representa la antigua alianza de Dios con su

pueblo Israel. Son relaciones esponsales, de amor mutuo, de promesa de fidelidad y de enamoramiento no exentas de momentos de duda e infidelidad por parte del pueblo. Es una imagen muy conocida en los libros sagrados del pueblo judío. En

este simbolismo de boda, Antigua Alianza, María personifica a los israelitas que han conservado la fidelidad a Dios y la esperanza en sus promesas. La madre de Jesús es consiguientemente la figura femenina4 que corresponde a la masculina de

Natanael, el verdadero israelita (Jn 1,47). Conforme a la usanza judía, una fiesta nupcial debía durar siete días cuando la esposa era virgen y tres, o aún menos, cuando era viuda. De las fuentes rabínicas se Concluye que los invitados llegaban y

se volvían a ir cada día, y únicamente los que habían tomado parte en el cortejo de la esposa debían permanecer en la fiesta toda la semana.5

En la fiesta de Cana está presente también la madre de Jesús (su nombre nunca aparece en el cuarto Evangelio). Jesús y sus discípulos, que llegan varios días después de iniciada la fiesta, reciben también invitación para asistir a ella. Es

evidente que entre la familia de Jesús y la pareja de desposados existían lazos de amistad o de parentesco. La reunión nupcial no era una asamblea cerrada; además de los parientes y amigos de la nueva pareja, la fiesta estaba abierta para cuantos

2 La Casa de la Biblia MARÍA, EVANGELIO VIVIDO. DIEZ GUÍAS PARA UNA LECTURA COMUNITARIA DE

MARÍA EN LOS EVANGELIOS Ed. Verbo Divino Navarra 1999 pág. 60 3 Blank, Josef. EL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN Tomo I Cap. I-IV y VI. Ed. Herder. Barcelona. 1984 pág.

1991 4 La Casa de la Biblia MARÍA, EVANGELIO VIVIDO. DIEZ GUÍAS PARA UNA LECTURA COMUNITARIA DE

MARÍA EN LOS EVANGELIOS Ed. Verbo Divino Navarra 1999 pág. 61 5WIKENHAUSER, ALFRED. El Evangelio según San Juan. Ed. Herder 1967 Barcelona. pág. 113

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Y serán los dos una sola Carne. Jhoani Rave Rivera

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querían participar en la celebración. Para ello no se escatimaba en la comida ni en la bebida. Y por supuesto que en las bodas, como en cualquier festejo, no podía faltar el vino.6

La tesis o el pensamiento fundamental de esta sección lo constituye la gran

novedad aparecida con la presencia de Jesús. Las realidades antiguas han sido sustituidas o reemplazadas por otras nuevas: lo que verdaderamente purifica al hombre no es el "agua de las tinajas" (Jn 2,6), sino la participación en el vino de la

nueva alianza: el agua se convierte en vino7

Las tinajas de piedra, con su referencia al medio judío de purificación. Dichas tinajas

eran de piedra, no de barro, como era lo usual. La razón está en que la piedra era considerada como inasequible a la impureza legal8. Se está hablando, por tanto, de un sistema perfecto de purificación. El evangelista afirma lo inadecuado de un

medio tan "perfecto" en el mismo número seis, siete menos uno. Aquellas tinajas no pudieron cumplir la finalidad a la que habían sido destinadas. Por eso deben dar paso a un vino excepcional y abundantísimo (más de quinientos litros). El vino era

una característica sobresaliente de los tiempos y bienes mesiánicos. No se dice, sin embargo, que las tinajas contuvieran agua. De hecho, tendrán que ser llenadas siguiendo la orden de Jesús. El aparatoso ritual purificatorio está vacío.

Las purificaciones, prescritas por la Ley, eran sólo aparentes y, por lo mismo, inútiles e ineficaces; no eran realmente medio de restaurar la relación con Dios. El sistema religioso propugnado por los Judíos es, al mismo tiempo, opresor (conciencia constante de pecado, tinajas de piedra) e ineficaz (ausencia de agua).

Existe sólo lo externo, sin contenido real.9

6 Blank. Josef EL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN T I Cap. I-IV y VI. Ed. Herder. Barcelona. 1984 pág. 194 7 La casa de la Biblia. COMENTARIO al Nuevo Testamento I. Ed. Verbo Divino. Navarra 1995 pág. 274 8 ibíd. 9 Mateos, Juan. Barreto, Juan. EL EVANGELIO DE JUAN ANÁLISIS LINGÜÍSTICO Y COMENTARIO

EXEGETICO. Ed. Cristiandad. Madrid. 1979 pág. 152.

El contexto de una boda también evoca las imágenes de la era mesiánica y la plenitud mesiánica10, caracterizada por el vino y la abundancia de alimentos

exquisitos (cf Os 2,19-20, Is 25,6-8, J r 2,2, Cantar de los Cantares). En la misma línea apunta la afirmación de la madre de Jesús: No les queda vino. Ella representa al judaísmo, al Antiguo Testamento y a la humanidad entera. Y constata la falta de

algo que era esencial en los tiempos mesiánicos: la abundancia y exquisitez del vino. Así lo afirma después el organizador de la fiesta.

Desde el momento en que Jesús comienza su "ministerio público", debe actuar movido únicamente por la voluntad del Padre. No admitirá injerencias de nadie; ni siquiera de su madre. Esto es lo que justifica la respuesta dura que le dirige y cuyo

contenido se ha traducido así: Mujer, deja de intervenir en mi vida. La hora que todavía no ha llegado no es la de hacer milagros, sino la de la cruz, pues la "hora" indica el momento supremo en el que Jesús se halla cumpliendo de forma plena su

misión específica. Baste pensar que la "hora" llega en la segunda parte del evangelio, a partir de Jn 13, no antes (véase Jn 12,27). Debe descartarse, por tanto, la interpretación habitual que entiende la hora como el momento a partir del cual

Jesús comienza a realizar milagros.

10 MOLONEY, FRANCIS J. S.D.B. EL EVANGELIO DE JUAN Ed. Verbo Divino Navarra 2005 pág. 26