Investigación geográfica

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LA INVESTIGACIÓN GEOGRÁFICA EN LA UNAM Raquel Guzmán Villanueva, Luis Fuentes Aguilar La práctica científica, como cualquier actividad humana, se desarrolla dentro de ciertas estructuras sociales que condicionan su producción y la utilización práctica de los conocimientos que genera. La investigación geográfica en México, no se aparta de este principio, y por su carácter eminentemente nacionalista, al tener como objeto de estudio al territorio nacional y como sujeto de análisis a la población en sus distintos estratos sociales, enfoca sus estudios al aprovechamiento racional de sus recursos y a los problemas sociales y económicos que enfrenta el país. Las características del modo de producción capitalista dependiente, su influencia sobre las actividades científicas y sus aplicaciones pragmáticas, hacen de la investigación un agente para el desarrollo de las fuerzas productivas. De aquí que la importación de tecnología ha resultado inadecuada para satisfacer las características de las necesidades de la población y para las condiciones sociales y ecológicas de nuestra geografía, lo que ha dado por resultado una explotación inadecuada de algunos de nuestros recursos y un impacto negativo en el entorno. La investigación geográfica es uno de los medios a través de los cuales la Universidad se vincula con la realidad nacional. Por medio de la investigación se puede fomentar el desarrollo regional con bases teóricas y tecnológicas propias y por tanto más adecuadas a las características y necesidades del país. Por ello en los últimos años se ha puesto énfasis especial en el fomento de esta función que en algunas áreas, hasta hace poco tiempo, era incipiente. En el Instituto de Geografía de la UNAM, principal centro donde se realizan investigaciones geográficas en el país, se tienen tres departamentos de trabajo, cuyas principales líneas de investigación son: en el departamento de geografía física: análisis agroclimático de la República Mexicana, los climas calido-húmedo de México, el ciclo hidrológico en México, geomorfología estructural, geomorfología litoral, ecogeografía y geografía del riesgo en la cuenca de México; en el departamento de geografía económica: tipología agrícola, relaciones agrarias de producción, problemas de la industria en México, el sector minero-industrial, comunicaciones y asimilación espacial y en el departamento de geografía económica regional, en el área de geografía social: crecimiento urbano en función del proceso de industrialización y de las relaciones campo-ciudad, distribución de hablantes de lenguas indígenas y sus características étnicas así como el análisis de sus relaciones de producción, evolución municipal de la República Mexicana en base a su nomenclatura, extensión y densidad de población y evaluación de factores geográficos en el desarrollo regional.

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LA INVESTIGACIÓN GEOGRÁFICA EN LA UNAM

Raquel Guzmán Villanueva, Luis Fuentes Aguilar

La práctica científica, como cualquier actividad humana, se desarrolla dentro de ciertas estructuras

sociales que condicionan su producción y la utilización práctica de los conocimientos que genera.

La investigación geográfica en México, no se aparta de este principio, y por su carácter

eminentemente nacionalista, al tener como objeto de estudio al territorio nacional y como sujeto de

análisis a la población en sus distintos estratos sociales, enfoca sus estudios al aprovechamiento

racional de sus recursos y a los problemas sociales y económicos que enfrenta el país.

Las características del modo de producción capitalista dependiente, su influencia sobre las

actividades científicas y sus aplicaciones pragmáticas, hacen de la investigación un agente para el

desarrollo de las fuerzas productivas. De aquí que la importación de tecnología ha resultado

inadecuada para satisfacer las características de las necesidades de la población y para las

condiciones sociales y ecológicas de nuestra geografía, lo que ha dado por resultado una

explotación inadecuada de algunos de nuestros recursos y un impacto negativo en el entorno.

La investigación geográfica es uno de los medios a través de los cuales la Universidad se

vincula con la realidad nacional. Por medio de la investigación se puede fomentar el desarrollo

regional con bases teóricas y tecnológicas propias y por tanto más adecuadas a las características

y necesidades del país. Por ello en los últimos años se ha puesto énfasis especial en el fomento de

esta función que en algunas áreas, hasta hace poco tiempo, era incipiente.

En el Instituto de Geografía de la UNAM, principal centro donde se realizan investigaciones

geográficas en el país, se tienen tres departamentos de trabajo, cuyas principales líneas de

investigación son: en el departamento de geografía física: análisis agroclimático de la República

Mexicana, los climas calido-húmedo de México, el ciclo hidrológico en México, geomorfología

estructural, geomorfología litoral, ecogeografía y geografía del riesgo en la cuenca de México; en el

departamento de geografía económica: tipología agrícola, relaciones agrarias de producción,

problemas de la industria en México, el sector minero-industrial, comunicaciones y asimilación

espacial y en el departamento de geografía económica regional, en el área de geografía social:

crecimiento urbano en función del proceso de industrialización y de las relaciones campo-ciudad,

distribución de hablantes de lenguas indígenas y sus características étnicas así como el análisis de

sus relaciones de producción, evolución municipal de la República Mexicana en base a su

nomenclatura, extensión y densidad de población y evaluación de factores geográficos en el

desarrollo regional.

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La necesidad de vincular más a la UNAM con las necesidades y problemas de su entorno

ha ido adquiriendo mayor consenso entre los geógrafos. Han sido grandes los esfuerzos y los

logros obtenidos, pero aún no se puede afirmar que dicha vinculación sea la más conveniente tanto

para la institución como para la sociedad.

La trascendencia social de la geografía y su vinculación con el país se verán fortalecidas si

se contribuye a comprender la problemática general del desarrollo y a diseñar diversas alternativas

de acción frente a sus planteamientos, coadyuvando a la creación de planes y proyectos

encaminados a la superación y mejoramiento de la calidad de vida.

El Instituto de Geografía pretende llegar a desempeñar un papel valioso en distintos

ámbitos: por una parte, contribuir al conocimiento real de México; cumplir una alta función didáctica

en lo que concierne a dar a conocer al país de manera que ayude a la toma de conciencia de la

nación. Por otro lado, participar, mediante estudios geográficos, en el diagnóstico de situaciones

dadas y hacer un pronóstico para la elaboración de los planes de desarrollo nacionales, sectoriales

o estables; asimismo, colaborar en la resolución de problemas técnicos y de investigación a

solicitud de dependencias públicas y de la iniciativa privada, como ya se ha hecho para la

Secretaría de Urbanismo y Ecología, el Instituto de Fomento Nacional para la Vivienda de los

Trabajadores, algunos gobiernos estatales, etcétera. Todo lo anterior requiere, naturalmente, de la

formación de cuadros de excelencia que puedan laborar tanto dentro de la propia UNAM como

fuera de ella.

Una de las mayores responsabilidades del Instituto es que, de hecho, es el único en su

género en el país. Hasta hoy, casi la totalidad de la investigación de México se realiza en el

Instituto. En los últimos cinco años han ido apareciendo algunos centros geográficos, como la

Escuela de Geografía de la Universidad Autónoma del Estado de México, la Facultad de Geografía

en la Universidad de Guadalajara, que se dedican fundamentalmente a la docencia.

Por otra parte, en la UNAM la investigación científica sigue dos vertientes: a) la

investigación básica, que es el medio intelectual con que cuenta el hombre en la búsqueda del

conocimiento y que se ha convertido en la fuente principal de soluciones a problemas concretos, ya

que entender la naturaleza permite su utilización de una manera más racional. Esta clase de

investigación es función primordial del Instituto de Geografía, que es la institución adecuada para

desarrollarla, pues le corresponde generar nuevos conocimientos y transmitirlos en condiciones

ineludibles e indispensables de libertad, rigor académico y continuidad.

Y b) la investigación aplicada, que se concretiza en la solución de problemas específicos.

Este tipo de investigación ha tenido carácter excepcional, pues la aplicación práctica de los

conocimientos deriva generalmente de la investigación básica.

La separación entre la investigación básica y la aplicada es meramente conceptual y didáctica; la

única diferencia radica en la motivación original que propicia la búsqueda del conocimiento. En la

práctica, en geografía, rara vez se hace esta distinción.

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Sin embargo, el problema que enfrenta la Universidad en el campo de la ciencia y la

tecnología, es relacionar la investigación básica con la ciencia aplicada y la innovación tecnológica,

con el fin de aportar soluciones a los problemas sociales y a los del aparato productivo del país,

incidiendo en la reducción de la dependencia que en este sentido se padece. Esto implica que la

Universidad deberá consolidar su estructura organizativa y de planeación del trabajo académico,

poniendo énfasis en la investigación interdisciplinaria y colectiva en torno a las necesidades

nacionales básicas.

Para avanzar con paso firme en esta dirección, se requiere impulsar la formación de

recursos humanos para la investigación y establecer lineamientos e instrumentos capaces de

orientar el desarrollo científico y tecnológico, como respuesta integral y coherente a la compleja

problemática nacional.

Partiendo de una proyección y articulación adecuadas a la satisfacción de las necesidades

sociales en materia de docencia e investigación, y contando con una estructura organizativa e

institucional consistente con las diversas tareas académicas, se podrán llevar adelante programas

estructurados que permitan avanzar en el campo de la producción de conocimientos y de una

cultura que rescate la identidad nacional, que es una de las características primordiales de la

ciencia geográfica.

En este campo, la Universidad deberá tomar como tarea central el crear y recrear una

cultura propia que, dentro de una concepción amplia, integre el conocimiento científico y el

humanístico. Es esta cultura la que, con fundamento en los valores y conocimientos nacionales y

universales, debemos estar en capacidad de desarrollar y enriquecer. Sólo así se podrá avanzar en

la comprensión y transformación de la realidad que nos rodea.

La racionalización y planeación de la investigación prevén la formación de los recursos

humanos necesarios para el desarrollo de las líneas institucionales de investigación y el

establecimiento de mecanismos que garanticen su formación. Lograr estos objetivos demanda la

vinculación de la investigación y la docencia, tema que merece consideración especial dada su

significación para el desarrollo general de la Universidad.

Para cumplir con el programa “Formación Integral de Recursos Humanos” fue creada la

Comisión de Formación de Investigadores, que impulsará la integración de los becarios a los

proyectos de investigación de institutos y centros dentro de un programa de tutorías de apoyo para

la formación de becarios y la elaboración de tesis.

Esta Comisión se encargará de promover el establecimiento de programas de actividades

de formación académica en los institutos y centros: talleres, seminarios, cursos especializados y

laboratorios, que apoyen directamente las labores de investigación desarrolladas por los becarios.

También solicitará a los Consejos Internos de los institutos y centros que formulen propuestas a las

facultades y escuelas en las que figuren sus necesidades de personal especializado. Tales

propuestas comprenden: el fortalecimiento y la adecuación de los planes y programas de

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posgrado; el desarrollo de cursos sobre habilidades y conocimiento para la investigación, como son

el manejo de fuentes primarias de datos y de la informática.

Una de las funciones primordiales de la Comisión de Formación de Investigadores será

impulsar la elaboración, por los Consejos Internos de institutos y centros, de los ordenamientos que

regulen las actividades de los becarios y donde se contemplen las distintas etapas de su

formación. También auxiliará a los comités de becas a normar los criterios para su otorgamiento.

Las becas deberán estar orientadas a impulsar el desarrollo de líneas de investigación

consideradas como prioritarias por los institutos y centros, de áreas nuevas y de estudios

interdisciplinarios; lograr que la duración de las becas se determine de acuerdo con las

características de los programas de estudio y los proyectos de investigación desarrollados y

aprovechar los diversos tipos de becas. Otra tarea de esta Comisión es apoyar la formación de

investigadores especialistas de alto nivel en universidades del extranjero cuando sus ramas de

estudio queden fuera de los alcances nacionales.

La formación de recursos humanos para la investigación geográfica, tiene su principal

fuente en la División de Estudios de Posgrado de la facultad de filosofía y Letras de la UNAM,

donde se capacita al estudiante en diversas técnicas de investigación a través de cursos

monográficos y seminarios, presentando al final la defensa de una tesis que tiene como requisitos

mínimos, tanto en maestría como doctorado, los siguientes:

a) manejar una información suficiente y actualizada sobre el tema que trata;

b) utilizar la bibliografía a material documental asequible sobre el tema y basarse en fuentes

primarias o en textos originales cuando el tema lo requiera;

c) plantear con rigor los problemas o dificultades que el tema suscite y contribuir con una

reflexión personal a aclararlos;

d) presentar una interpretación, argumentación y crítica consistentes, a modo de rebasar el

nivel de una simple exposición.

Las tesis de doctorado, además de cumplir con los requisitos anteriores, deberán ser el resultado

de una investigación original de alta calidad, a modo de presentar una contribución científica de

valor al tema de que trate.

Haciendo un análisis de las tesis presentadas en el departamento de geografía de la

División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Filosofía y Letras, durante el periodo de 1977-

1987, encontramos que se han presentado 78 tesis, de las cuales 70 (90%) han sido de maestría y

8 (10%) de doctorado.

De las tesis de maestría el 47% corresponden a geografía física, de las cuales el 29% se

refieren a temas de recursos naturales; l4% a geomorfología y 4% a geografía física o geológica. El

42% corresponde a geografía humana, de las cuales el 26% se refieren a temas de geografía

económica; el 7% a geografía de la población; el 6% a geografía urbana y el 3% a geografía

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turística. El 7% toca temas de geografía regional y un 3% se puede considerar como de temas de

geografía general. El 17% de los sustentantes han sido alumnos extranjeros: 4 de Colombia, 4 de

Panamá, 2 de Puerto Rico, uno de Brasil y uno de Costa Rica, lo que indica que en países de

Latinoamérica hay una aceptación por la maestría de geografía. Y lo mismo puede decirse del

doctorado, ya que de los 8 graduados, 2 son extranjeros.

De las tesis de doctorado el 50% corresponden a geografía física y fueron las siguientes:

1978, Manejo de cuencas. Una solución al problema del desarrollo integrado, por Juan Soto

Romero; 1979, Agua y suelo en Tlaxcala, México, por Gilberto Leal Antunes Dos Santos; 1985,

Geomorfología de la disección fluvial asimétrica en depósitos de piedemonte, sierra de Las Cruces

en las cuencas de México y Toluca, por Mario Arturo Ortiz Pérez y 1985, Vegetación en galería del

río Pilón-Casillas, Nuevo León, por Rubén Sánchez Silva. El otro 50% corresponden a geografía

humana y fueron las siguientes: 1977, Desarrollo urbano de las capitales centroamericanas, por

Noe Pineda Portillo; 1981, ¿Es México un país agrícola? (un enfoque geográfico), por María

Francisca Atlántida Coll Oliva; 1984, Los ferrocarriles y la organización del espacio económico en

México, por Ana García Silberman y 1986, Análisis de la población rural en la zona tropical de

México, par Maria Inés Ortiz Álvarez.

Dentro de las técnicas que se emplean en la investigación geográfica, ocupa un lugar

relevante el trabajo de campo, el cual es una técnica que se aplica para captar una realidad

concreta. Esta técnica siempre obedece a objetivos específicos; sino es así, se está hablando de

recorridos de inspección, de reconocimiento, de paseo, etcétera, pero no de un trabajo de campo.

Esta técnica es un sistema de captación de información a través de una vivencia y está

configurada dentro de un marco teórico de referencia. Esto quiere decir que si no se ubica el

trabajo de campo como parte de un método de investigación, éste pierde su validez.

El dominio del geógrafo es un conjunto de elementos y variables que se manifiestan en el

espacio, y que se intentan captar mediante recorridos múltiples, con itinerarios circulares a

cruzados, y buscando las perspectivas de conjuntos que a menudo suministran la clave de las

respectivas localizaciones y de los agrupamientos, haciendo comprensibles los sistemas de

relaciones.

Desde luego, estos recorridos carecerán de sentido si no tienen como base una hipótesis

previa que se trate de comprobar en función de una vivencia, de una experiencia. “Una experiencia

-escribe Max Planck- no es otra cosa que una pregunta dirigida a la naturaleza y la medida, la

lectura de esa respuesta.”

Antes de realizar la experiencia se debe pensarla, es decir, formular la pregunta que se

quiere dirigir a la naturaleza, y antes de sacar una conclusión de la medida, se debe interpretarla, o

sea comprender la respuesta de la naturaleza. Estas dos tareas corresponden al investigador en

geografía.

Cuando se somete la hipótesis a verificación e incluso cuando está verificada o

desmentida, no se ha terminado con la teoría ni tampoco con la verificación de la hipótesis. Toda

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experiencia correctamente realizada tiene por efecto intensificar la dialéctica de la razón y de la

experiencia, pero sólo a condición de que se sepan interpretar adecuadamente los resultados.

Lo que le da valor -valor de realidad- a una hipótesis no es el simple hecho de la

concordancia con la realidad. Es necesario poder establecer el acuerdo o desacuerdo previsto

entre una suposición y una comprobación investigando a partir de la suposición tomada como

principio, asegurándose que no se debe a una coincidencia, aunque se repita, sino que se ha

llegado al hecho observado por el método y técnicas que la hipótesis implica.

Asimismo, el volumen y el tipo de información -cualitativa y cuantitativa- que se recaben en

el trabajo de campo deben estar plenamente justificados por los objetivos y las hipótesis de la

investigación, o de lo contrario se corre el riesgo de recopilar datos de poca a ninguna utilidad para

ejecutar un análisis adecuado del problema.

Desde luego se da por descontado el manejo y determinación de itinerarios, logística, útiles

cartográficos y de fotografías aéreas, que implican una eficiente revisión de literatura y un trabajo

de gabinete previo.

Es importante, una vez elaborado el cuadro con la operacionalidad de variables, analizar

cuidadosamente los distintos indicadores a fin de escoger la técnica más apropiada para

investigarlos. Sin embargo, debe ponerse de relieve que la decisión sobre las técnicas a emplearse

está sujeta a otro factor: la disponibilidad de recursos, lo que lleva posiblemente a la selección de

un tipo especifico de muestreo como técnica idónea para recabar información.

Después de seleccionarse las técnicas, se procederá la elaboración de los instrumentos

que reúnan las condiciones de confiabilidad y validez. Los instrumentos deben proporcionar

información que pueda ser procesada y analizada sin mayores dificultades. De igual manera tiene

que preverse su presentación, así como las técnicas estadísticas que van a emplearse.

La observación también puede ejecutarse dentro de una comunidad como parte activa de

la misma. En este caso el investigador se somete a las reglas normales e informales del grupo

social; participa en los distintos actos y manifestaciones de su vida, etcétera. Por estas

características se le denomina observación participante.

La técnica de la observación, ya sea directa o participante, permite obtener información

sobre las relaciones de producción de los individuos o grupos sociales y sus manifestaciones en el

espacio. Hecha la recopilación de las observaciones, se procede, ya sea durante el trabajo de

campo o en el gabinete, a concentrar y resumir la información en fichas de trabajo, con el objeto de

manejarla con mayor facilidad. Cuando las condiciones del trabajo lo permitan, es aconsejable

realizar esta tarea en el campo para tener oportunidad de verificar la información en caso de dudas

o imprecisiones.

El análisis de los hechos se ejecuta para interpretar los datos obtenidos en el terreno. Esto

requiere, mediante una revisión inicial, corroborar con exactitud si guardan coherencia con el resto

de las informaciones obtenidas, si se levantaron con la uniformidad e integridad necesarias para

proceder a su tabulación, codificación, manejo estadístico y representación objetiva espacial.

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Estas técnicas que se han indicado, no se pueden aprender en el claustro de un aula. Para

dominarlas hay que realizarlas en el área de estudio; seguir el camino error-acierto y confirmación

de aciertos. La investigación geográfica es una disciplina científica que no es posible improvisar,

que requiere, sin discusión, vocación, capacidad y una alta ética profesional.

Lo que se ha expuesto no deja de considerar que el país atraviesa por una crisis que se ve

reflejada en la Universidad. Se habla de crisis económica, de defensa de la soberanía, de

democracia con o sin adjetivos calificativos y de fortaleza y debilidad, todo ello enmarcado en un

espíritu positivo de cambio, el cual podrá darse si nos avocamos a él tratando de entender nuestros

grandes problemas nacionales y, consecuentemente, los problemas de la Universidad.

Los universitarios en general, y los geógrafos docentes en particular, no debemos

descuidar nuestra responsabilidad fundamental: contribuir a la formación de recursos humanos que

el país demanda, así como desarrollo de las investigaciones que nuestro tiempo y condiciones nos

señalan, a la luz de las necesidades presentes y dentro del marco de la realidad nacional.