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1 Conferencia pronunciada el 18 de mayo de 2011 en la jornada conmemorativa del XIII centenario (711 2011) de la invasión y conquista de la Península Ibérica por los musulmanes organizada por la Asociación Española de farmacéuticos de Letras y Artes (AEFLA) INVASIÓN Y CONQUISTA DEL REÍNO VISIGODO DE TOLEDO POR LOS MUSULMANES (FATH AL-ÁNDALUS) Juan Pedro Iturralde . In nomine Domini, non Deus nisi deus solus. Non Deus alius. En el nombre del Señor, no hay más dios que Dios solo. No hay otro Dios. (Leyenda de las primeras monedas andalusíes, 94H/712-713) En los tiempos en los que la mayor parte de los territorios de Hispania o Spania formaban parte del dar al-Islam o morada de la sumisión, gustaban los alfaquíes y ulemas referir en las mezquitas del país el siguiente hadiz que la cadena de tradicionalistas ponía en boca del ilustre sahaba, compañero del Profeta (salla Allah alehi wa salam - que Dios le bendiga y le dé la paz), Abu Ayyub al-Ansarí: Cuando el Enviado de Dios - ¡Dios le bendiga y salve! - estaba parado, he aquí que de pronto se dirigió hacia Poniente (al-Magrib), saludó e hizo señas con la mano. Yo, Abu Ayyub, le pregunté: ¿A quién saludas? ¡oh Profeta de Dios! Y él me contestó: A unos hombres de mi comunidad que estarán en este Occidente (al-Magrib), en una isla llamada al-Ándalus. En ella, el que esté con vida será un defensor de la fe (murabit) y el muerto será un mártir (sahid). A todos ellos los ha distinguido o exceptuado Dios en su Libro: Serán fulminados los que estén en los cielos y los que estén en la tierra excepto aquéllos que Dios quiera. En otra de las versiones de este hadiz, el sabio Abd al-Malik ibn Habib, famoso tradicionalista e historiador de al-Ándalus, puso en boca del Profeta (salla Allah alehi wa salam - que Dios le bendiga y le dé la paz): Después de mí será conquistada en Occidente (al-Magrib) una isla llamada al-Ándalus. Los que vivan en ella serán felices y los muertos serán mártires. Cada día tendrán con el Muhammad recibe la revelación del ángel Yibril (Gabriel)

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Conferencia pronunciada el 18 de mayo de 2011 en la jornada conmemorativa del XIII centenario (711 – 2011) de la invasión y conquista de la Península Ibérica por los musulmanes organizada

por la Asociación Española de farmacéuticos de Letras y Artes (AEFLA)

INVASIÓN Y CONQUISTA DEL

REÍNO VISIGODO DE

TOLEDO POR LOS

MUSULMANES

(FATH AL-ÁNDALUS)

Juan Pedro Iturralde

. In nomine Domini, non Deus nisi deus solus.

Non Deus alius.

En el nombre del Señor, no hay más dios que Dios solo.

No hay otro Dios.

(Leyenda de las primeras monedas andalusíes, 94H/712-713)

En los tiempos en los que la mayor parte de los territorios de Hispania o Spania formaban parte del dar al-Islam o morada de la sumisión, gustaban los alfaquíes y ulemas referir en las mezquitas del país el siguiente hadiz que la cadena de tradicionalistas ponía en boca del ilustre sahaba, compañero del Profeta (salla Allah alehi wa salam - que Dios le bendiga y le dé la

paz), Abu Ayyub al-Ansarí: Cuando el Enviado de Dios - ¡Dios le bendiga y salve! - estaba parado, he aquí que de pronto se dirigió hacia Poniente (al-Magrib), saludó e hizo señas con la mano. Yo, Abu Ayyub, le pregunté: ¿A quién saludas? ¡oh Profeta de Dios! Y él me contestó: A unos hombres de mi comunidad que estarán en este Occidente (al-Magrib), en una isla llamada al-Ándalus. En ella, el que esté con vida será un defensor de la fe (murabit) y el muerto será un mártir (sahid). A todos ellos los ha distinguido o exceptuado Dios en su Libro:

Serán fulminados los que estén en los cielos y los que estén en la tierra excepto aquéllos que Dios quiera. En otra de las versiones de este hadiz, el sabio Abd al-Malik ibn Habib, famoso tradicionalista e historiador de al-Ándalus, puso en boca del Profeta (salla Allah alehi wa salam

- que Dios le bendiga y le dé la paz): Después de mí será conquistada en Occidente (al-Magrib) una isla llamada al-Ándalus. Los que vivan en ella serán felices y los muertos serán mártires. Cada día tendrán con el

Muhammad recibe la revelación del ángel Yibril (Gabriel)

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enemigo batallas y algaras, pues la poblarán a pesar del enemigo y aunque sean muy pocos y estén aislados. Delante de ellos hay un mar que causa la muerte y detrás enemigos innumerables, pues éstos son muchos y están junto a sus países. En al-Ándalus no se ve sino al que vela por las cosas de Dios, al combatiente por la fe o al vecino del enemigo y obediente de Dios. Y en otra tradición del Profeta (salla Allah alehi wa salam - que Dios le bendiga y le dé la paz) éste pronunció: Me comunicó Yibril, el arcángel Gabriel, sobre él sea la paz, que en los confines de Occidente (al-Magrib) hay una isla llamada al-Ándalus (Yazirat al-Ándalus). Mi comunidad la conquistará después de mí y en ella los hombres que mueran serán mártires y los vivos serán combatientes felices. Las nubes los llevarán al lugar de la reunión el día del Juicio. Como hubiera algunos espíritus escépticos que dudaran de estas visiones premonitorias, el gran geógrafo andalusí al-Zuhrí comentaría el hadiz del Profeta (salla Allah alehi wa salam -

que Dios le bendiga y le dé la paz) con estas palabras. Y si este hadiz es auténtico, ya tiene al-Ándalus motivo suficiente para enorgullecerse. Pero, si no se puede confirmar su autenticidad, al menos está conforme con el Libro de Dios y su ley. La historia de la invasión y conquista del Regnum Gothorum y su incorporación a la comunidad universal musulmana o umma se desarrolló así. En el año 708 de la era de Isa ibn Maryam, Jesús hijo de María, 97 de la Hégira o Emigración del Profeta (salla Allah

alehi wa salam - que Dios le bendiga y le dé la paz) a Medina, un yemení oriundo de Makka al-Mukarrama (La Meca), llamado Musa ibn Nusayr al-Lajmí o al-Bakrí, es desginado walí de Ifriqiya y el Magrib, territorios, particularmente el Magrib, todavía no sometidos o mal sometidos a los árabes. El nombramiento de este veterano tabi’í, llamado así porque había alcanzado a conocer a alguno de los sahaba o compañeros directos del Profeta (salla Allah alehi wa salam - que Dios le bendiga y le dé la paz), es otorgado por el Comendador de los Creyentes al-Walid I ibn Abd al-Malik (705-715/86-96H) que separa así la jurisdicción de Ifriqiya y el Magrib de la de Misr (Egipto). La actuación preliminar de Musa consiste en consolidar la conquista árabe de Ifriqiya (702-705/83-86H). La siguiente fase de actuación (706-708/87-89H) es la propiamente dicha magrebí. Musa se lanza pues sobre el Magrib acompañado de unos 10.000-15.000 árabes y un número igual o mayor de beréberes sometidos que constituyen la vanguardia del ejército musulmán a las órdenes de un destacado jefe beréber, posiblemente Nafza, cliente, liberto o mawla de Musa, llamado Tariq ibn Ziyad al-Layti. En 708/97H prácticamente todo el Magrib ha sido conquistado. Las tribus de las confederaciones Butr y Baranis, Awraba, Garawa, Kutama, Hawwara, Zanata y Masmuda se han sometido y aceptado el Islam. Los jeques tribales, vencidos o capitulados, son confirmados y continúan en sus cargos y aunque parece que nada ha cambiado, el antiguo marco político ifriqí, bajo dominio Rum (Bizancio), o magrebí, de independencia

Tariq ibn Ziyad - Miniatura Año 710

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tribal ha desaparecido El poder árabo-islámico centralizado, dependiente de Dimasq (Damasco) se ha impuesto. En cuanto a la ciudad de Septem (Ceuta) y su territorio colindante gobernados por el enigmático comes Iulianus, Julian o Yulyan al-Gumarí, Urban o Ulbano para otras fuentes, de raza visigoda y religión cristiana, jeque de los cristianizados beréberes Gumara, señor de ambas orillas del Estrecho, vinculado naturalmente a la monarquía visigoda, ante la imposibilidad de someterlo por la fuerte resistencia presentada, se establecen pactos de sumisión y amistad sellados por la entrega de rehenes y pago de tributos a los musulmanes por parte de Julián. Concluida pues la conquista del Magrib, Musa puede retornar ahora con sus árabes a Qayrawán y dejar la fuerza beréber aliada acuartelada en Tingi, la Mauritania Tingitana bajo las órdenes de su mawla Tariq. Desde Qayrawán, Musa informa por escrito a su califa sobre el alcance de los objetivos de la campaña. En el parte de la victoria, kitab al-fath, señala lacónicamente “De Musa ibn Nusayr a al-Walid ibn Abd al-Malik, Príncipe de los Creyentes, saludos y después. Con la ayuda de Dios, misión cumplida…El Islam ha sido reconocido por todas las autoridades regionales…”. Musa se consagraba así como el último de los grandes militares africanistas árabes. Le había correspondido la gloria de cerrar el ciclo de conquistas en el norte del continente africano y había respondido con eficacia y solvencia a la confianza en él depositada por el Príncipe de los Creyentes. Para Musa se abría ahora un compás de espera tras el éxito conseguido con sus tropas vencedoras, ociosas, acantonadas en Tingi (beréberes) y Qayrawán (árabes). Sin embargo, aunque debería pensar en alguna empresa guerrera que le permitiera entretener sus belicosas fuerzas y obtener botín, ganima, para el mantenimiento de sus guerreros, la perspectiva de avanzar hacia el sur del Magrib, hacia los empobrecidos yermos saharianos no le parecía suficientemente sugestiva al veterano general. A pesar de todo es casi seguro que por entonces la conquista de Hispania o Spania, del Regnum Gothorum, no formaba parte de sus planes inmediatos. Entre tanto en la Península, mientras Musa concluía la conquista del Magrib, se producía un cambio político trascendente. En 709 había muerto en circunstancias históricas confusas el rey Witiza. El estado visigodo, epígono de la antigua provincia romana de Hispania, se debatía en una serie de contradicciones internas derivadas de la necesidad de conciliar el poder real central de una monarquía electiva con los intereses de las

clases sociales altas que empujaban las estructuras del país hacia una feudalización progresiva, en medio de una serie de enfrentamientos entre grupos aristocráticos de intereses encontrados. Un estado en el que por otro lado numerosos grupos sociales quedaban marginados, excluidos del mismo, lo que conducía a que la gran masa de la población se desinteresara de la cuestión pública. Un estado empobrecido a la postre, azotado para colmo por las grandes hambrunas del 708 y 709. El reino visigodo se encontraba así fuertemente debilitado, incapaz, en su desunión interna, de hacer frente a cualquier poder externo cohesionado y organizado que pudiera retar su continuidad. Es en estas circunstancias de

Julián, comes de Septem (Ceuta) y Iulia Traducta (Algeciras) (Año 710)

Roderik, último rey visigodo 710 – 711

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fractura social en el que un grupo de notables alzan a comienzos de 710 como rey a su candidato Roderik o Rodericus, dux de la Bética, vinculado al clan gentilicio de Chindasvinto-Recesvinto, militar prestigioso por otro lado. Inmediatamente, la fracción nobiliaria contraria, encabezada por los familiares más próximos de Witiza, del clan rival Wamba-Égica, tacha de usurpador a Roderik, se declara en oposición e inicia actividades conspiradoras buscando el medio de derrocar al recién electo monarca. Dentro de esta facción sobresalen Sisberto y Oppas, este último metropolitano de Hispalis (Sevilla), hermanos del difunto rey Witiza, y el conde Julián, señor de Septem, que en alguna forma había firmado pactos de amistad y sumisión con los jefes musulmanes del Magrib, Tariq y Musa y al que se le comisiona para que solicite la intervención militar de estos a favor de su causa. Ahora la figura del comes Iulianus, Yulyan para los musulmanes, se torna clave en el proceso que habría de perder Hispania. Controla política, militar y económicamente el paso del estrecho, pues es señor de Septem (Ceuta) en la costa africana y de Iulia Traducta (hoy Algeciras) en la costa sur de la península. Además, como se ha dicho, tiene contactos establecidos con los jefes militares musulmanes, Musa y Tariq. Julián se dirige pues a Musa como máxima autoridad a través de Tariq, su contacto más próximo, y le invita a venir a la península a la que describe como lugar donde obtener botín, promete ayuda de los naturales disconformes con Ludriq (Roderik) y ofrece su ayuda personal para que las fuerzas musulmanas que solicita puedan vadear el llamado Bahr al-Zuqaq o Mar del Estrecho. Musa se siente tentado y escribe a su califa al-Walid pidiendo permiso para ejecutar la empresa que se le proponía. La respuesta del Comendador de los Creyentes es una recomendación de prudencia, máxime con un mar por medio y le indica que se limite a explorar con escuadrones el territorio que se le ofrece. Así pues, Musa cursa instrucciones a Tariq quien destaca a la península para tal misión a su hombre de confianza, Abu Zara Tarif ibn Mallik, beréber Bargawata quien en ramadán 91, julio 710, cruzó el estrecho en cuatro barcos mercantes proporcionados por Julián, quien para demostrar su lealtad posiblemente participara también en la escaramuza, al frente de un contingente de 400 hombres de infantería, principalmente Bargawata, y 100 jinetes de diversas tribus beréberes. El lugar de desembarco, la antigua Mellaria, fue posteriormente denominado como Tarifa, primer topónimo beréber peninsular.

Tarif algazuó el territorio entre Mellaria y Iulia Traducta tomando cuantioso botín y prisioneros, en especial hermosas mujeres que deslumbraron a sus captores. Después volvió a su base de partida con valiosa información estratégica sobre el estado de las defensas visigodas del territorio saqueado y las riquezas obtenidas. El éxito de su misión decidió a Musa emprender una acción de mayor envergadura que encomendó a su mawla Tariq a quien envía a

la península con instrucciones de crear un asentamiento estable junto al litoral, al otro lado del estrecho.

Llegada de los primeros árabes a España (Año 710) Cuadro de F. Mota

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Tariq organiza pues una fuerza de desembarco de unos 7.000 hombres a partir de las tropas acantonadas en Tingitania, prácticamente en su totalidad beréberes, principalmente Zanata y Masmuda, pero también un número importante de Lawata, Awraba, Kutama, Madyuna, Magila, Miknasa, Hawwara, Nafza y Sinahaya y por supuesto los Gumara de Julián quien accede a transportar la escogida tropa invasora desde Septem a la península en las cuatro naves mercantes de su propiedad. La operación de traslado del ejército beréber ocupa bastante tiempo pues la capacidad de los barcos es reducida. Se estima que en total se precisaron unos 30 a 40 días entre el 5 de rayab 92/28 de abril 711 y sabán, mayo-junio del mismo año. Al llegar los pasajeros del primer viaje al lugar previsto de la costa peninsular se observa cierta vigilancia costera por parte de patrullas visigodas, alertadas sin duda como consecuencia de la algara de Tarif del año anterior, por lo que se debe cambiar de itinerario hasta llegar a un alto promontorio costero conocido por los rum como Mons Calpe, Peñón o Monte de Calpe y desde entonces como Yabal Tariq, la Montaña de Tariq o Gibraltar, segundo topónimo árabo-beréber en el territorio hispano. Tariq llega con el contingente del último viaje acompañado de su hombre de confianza Tarif y de Julián. Sorprende que a pesar de las patrullas visigodas observadas a la llegada del primer grupo de tropas se pudiera realizar tan prolongada operación de desembarco de una forma tan tranquila. Cabría preguntarse si las influencias de Julián en este lado del estrecho no tendrían algo que ver.

Reunido su cuerpo de ejército de 7.000 beréberes Tariq despliega inmediatamente la operación militar de consolidación de la llegada y establecimiento de una cabeza de puente que permitiera un transvase cómodo de futuras tropas de refresco procedentes del acuartelamiento de la Tingitania. Tarif manda la vanguardia y toma Carteia o Torre de Cartagena, cuyo nombre se arabiza como Qartayanna, la cual le es adjudicada a modo de feudo, como iqta. Después se pasa a controlar militarmente toda la amplia bahía costera y asentar la retaguardia, bajo el control efectivo de Julián, en Iulia Traducta que pasa a arabizarse con el nombre de al-Yazirat al-Jadra, la Isla Verde, hoy Algeciras, primer topónimo puramente árabe. Desde esta base estable Tariq lanza ya algaras abiertas contra las regiones circundantes. En el curso de una de ellas se consigue derrotar a Teodomiro, comes de la vecina Carthaginense, quien se percata de la gravedad que la presencia de esta fuerza extraña supone.

Tariq ordena la quema de naves (Año 711)

Tropas bereberes de Tariq Año 711

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Mientras la precoz incursión beréber en el sur empezaba a tomar carta de naturaleza, Roderik al frente de sus tiufadías se enfrentaba en el norte al enésimo levantamiento vascón. La Vasconia recóndita nunca había acabado de estar sometida a la monarquía visigoda y los reyes de Toletum (Toledo) generalmente habían estrenado sus mandatos sofocando alguna rebelión vascona de mayor o menor relieve. El ager vasconum quedaba en la zona de influencia visigoda bajo el gobierno de los sucesivos comes designados por Toletum, pero el saltus vasconum permanecía hostil e irredento, dedicado, desde sus inaccesibles bases en el Auñamendi (Pirineo Occidental) a la práctica de incursiones guerreras depredatorias contra territorio visigodo o franco. Pero la rebelión vascona del 711 revestía un particular serio cariz porque los intrépidos montañeses del saltus habían conseguido arrebatar a los visigodos la vieja Civitas de Pompaelo, Pamplona, la Iruñea vascona, y defendían el sitio enconadamente. Apretaba Roderik el cerco contra la ciudad cuando recibió un correo de Teodomiro, comes de la Carthaginense en la que le advertía que dirigiera con su ejército al sur porque “han caído por nuestro país unas gentes que no sé si bajaron del cielo o si salieron de la tierra”.

Recibido consejo de sus tiufados y gardingos, Roderik se dirige a marchas forzadas al encuentro con los beréberes. Posiblemente no tenga conciencia clara con quien va a tener que pelear en el campo de batalla pero intuye que se va a enfrentar a una invasión y no a una mera incursión para conseguir botín. Debe avanzar a marchas forzadas para cubrir los aproximadamente 1.000 kilómetros que le separan de Tariq y debe reforzar su ejército sobre la marcha. En el camino al sur, Roderik hace

parada en Corduba, Córdoba. Allí reagrupa sus fatigadas tropas de confianza traídas del norte con otras de refresco. En total reúne una fuerza entre 24 a 30.000 hombres, la mayoría esclavos de las mesnadas particulares de los aristócratas, de escaso espíritu militar. La teórica superioridad de su ejército sobre el beréber es por tanto numérica, además de contar con unidades de élite de caballería de combate. En su afán de reconciliar toda la aristocracia visigoda ante el crítico momento histórico, ingenuamente quiere dar una oportunidad a los witizianos y concede el mando de las alas izquierda y derecha a Oppas y Sisberto, los hermanos del anterior rey Witiza. Consciente Tariq de la superioridad numérica del ejército que el rey de Spania traía contra él, solicita refuerzos. Además carece de caballería y teme el enfrentamiento de su infantería en campo abierto contra una fuerza tan formidable. Pide socorros al África, sin duda a su jefe natural Musa. Pero Musa está lejos en Qayrawán y el tiempo

Batalla de Wadi Lakko (Año 711) Cuadro de F. Mota

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apremia por lo que parece más probable que sin esperar respuesta de Musa enviara a su aliado Julián a Septem para que regresara con un refuerzo adicional de 5.000 beréberes, probablemente de mayoría Gumara, muchos de ellos jinetes. El contingente total de beréberes dispuestos a entrar en combate era pues ya de 12.000 hombres. Con ellos venía también un pequeño grupo entre 12 y 17 árabes, hasta 300 según otras fuentes, cuya misión era el adoctrinamiento islámico y la instrucción en el sagrado Corán de los recientemente convertidos beréberes. Los ejércitos contendientes se encuentran por fin frente a frente. Por el lado visigodo 24.000 a 30.000 hombres. Por el lado beréber unos 12.000. El combate se desarrolla entre los domingos 28 ramadán y 5 sawwal 92/19-26 de julio de 711 presumiblemente en los aledaños de la laguna de la Janda o río Barbate a unos 30-70 km de al-Yazirat al-Jadra. La superioridad numérica visigoda y su mejor caballería parece que podría decidir la pelea, pero la deserción de Sisberto y Oppas al comienzo del combate, desequilibra la contienda a favor de los beréberes que cargando con brío, deshacen la haces enemigas y masacran el centro rodriguista en una encarnizada batalla.

Y Dios todopoderoso (alabado sea su

nombre) decretó la victoria de los musulmanes y aniquiló al prepotente tirano Ludrik (Roderik). Había sido la batalla de Wadi Lakko (Río del Lago), una de las más trascendentales de la historia peninsular. El ejército visigodo derrotado se declaró en abierta desbandada. Roderik quiso escapar también pero desapareció para siempre. Solo se encontró su magnífico caballo, ricamente enjaezado, y uno de sus botines junto a los turbios lodos del Guadalentín, el Wadi al-Lentin (Río de Fango). Posiblemente el

monarca visigodo pudiera haber perecido ahogado en los mismos. Tariq era pues amo y dueño de la situación. Reserva el quinto del botín, jums, para el estado y reparte el resto entre los hombres libres de su ejército. Es ahora cuando es consciente que el triunfo le ha sido caro. Nada menos que en torno a 3.000 de sus beréberes han muerto o desaparecido en el combate y un número cuando menos similar había resultado herido. Pero el eco de la gran victoria de Wadi Lakko resuena en los aduares del Magrib y miles de combatientes cruzan el estrecho como voluntarios, para unirse a Tariq, ávidos de riqueza y ansiosos por entrar en combate. Pronto Tariq se ve en condiciones de reorganizar su fuerzas, enriquecidas con los pertrechos y caballería tomados al enemigo en Wadi Lakko, e iniciar el avance hacia Toletum. A partir de aquí Tariq obra por iniciativa propia, con apoyo del valioso consejo de Julián, al margen de la autoridad de Musa de quien decide prescindir. El Regnum Visigothorum está herido de muerte, su ejército vencido y dispersado, su rey muerto o desaparecido y el estado en ruina total

Huida del rey Roderik tras la batalla de Wadi Lakko (Año 711)

Muerte del rey Roderik en la batalla de Wadi Lakko (Año 711)

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incapaz de reorganizar su defensa. Es el momento oportuno. No hay tiempo pues que perder. El señuelo del tesoro real de Toletum es demasiado atractivo. En la marcha hacia Toletum Tariq cuenta con unos 17.000–20.000 combatientes voluntarios, muchos de ellos plazas montadas en la caballería tomada en Wadi Lakko. La segunda prueba del ejército beréber tendría lugar en Astigi (Ëcija), luego llamada Istichcha, donde los escapados del ejército rodriguista se habían refugiado. Tras una dura resistencia de casi un mes y pese a sufrir muchas bajas, Dios otorgó de nuevo la victoria a los musulmanes, pues su decreto era que habían de conquistar Spania. El corazón de los godos se llenó ahora de pavor. No era a una incursión de saqueo a la que se enfrentaban, sino a una invasión en toda la regla a la que no estaban en condiciones de responder. El siguiente paso fue la toma de Corduba, capital de la Bética, ahora abandonada por sus dirigentes. Una columna de caballería compuesta por 700 jinetes a las órdenes de Mugit al-Rumí, posiblemente un beréber Gumara cuyo sobrenombre o nisba al-Rumí (romano) denota un antiguo origen cristiano, mawla del califa al-Walid, se encargaría de reducir la resistencia de la guarnición visigoda, tras tres meses de asedio. Y por fin la deseada Toletum, que con su población huida, entre ellos la nobleza y su obispo metropolitano Sinderedo que había escapado a Roma, se entregó a los musulmanes sin resistencia. Aquí Tariq, al parecer acompañado por el obispo Oppas, hermano del fallecido Witiza, pudo recoger importante botín a base de preseas y oro en alguna cantidad, aunque se consideró que los fugados, aristócratas de la fracción rodriguista, podrían haber llevado consigo cuando huyeron la mayor parte de sus pertenencias de valor. Parecía para los hijos de Égica que una vez llegados a la capital visigoda les sería restituida por los musulmanes la soberanía que estimaban les correspondía y que en África habían pactado con Musa. Sin embargo, los acontecimientos se estaban produciendo en forma diferente a lo que aguardaban. La esperanza de los witizianos de que los beréberes ahítos de botín regresaran al África dejándoles encumbrados en el trono de Toletum se vio frustrada cuando el comandante expedicionario Tariq proclamó solemnemente, un 11 de noviembre de 711, día de San Martín, en la antigua Urbs Regia capital de los reyes cristianos, ya Madinat Tulaytula, la soberanía del Comendador de los Creyentes, Sucesor del Enviado de Dios, califa al-Walid ibn Abd al-Malik. La Spania conquistada, el Bilad al-Ándalus, formaba ya parte de los territorios del dar al-Islam (la morada del Islam o de la sumisión). Sicque regnum Gothorum in Spania finitur, sentenciaba el anónimo autor de la llamada Crónica de Moissac. Consumado el acto de ratificación de la conquista, los beréberes se lanzaron en persecución de los huidos a los que se da alcance en la fortificada ciudad de Amaya, en el ducado de Cantabria. Cántabros y visigodos se oponen juntos al invasor pero la falta de víveres les obliga a capitular en 712/93H y los africanos consiguen así más botín. Posiblemente hubiera después alguna algara adicional por la región de Asturica (Astorga) para que finalmente, el ejército beréber, fatigado y enriquecido con los despojos

Los musulmanes se apoderan de Córdoba - Año 712 Cuadro de J.G.Mencia

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obtenidos en la campaña, regresara a Madinat Tulaytula. Allí Tariq recibiría las primeras noticias de que su superior Musa se encontraba fuertemente irritado contra él. Efectivamente, cuando el emir Musa recibió en Qayrawán las noticias de los éxitos de su mawla experimentó sensaciones de envidia y celos hacia su subordinado al mismo tiempo que de enojo e ira por lo que consideraba desobediencia e insubordinación de Tariq. Entendía que el tema de Spania se le estaba yendo de las manos y que necesitaba ya de una pronta intervención personal para controlar la situación y asumir el protagonismo que estimaba le correspondía. Era el sagrado mes de ramadán 93/junio 712, Musa ibn Nusayr al-Lajmí, emir de Ifriqiya y el Magrib, un año después de la llegada a la Península de su mawla o cliente Tariq ibn Ziyad, cruzaba el estrecho acompañado de un contingente de aproximadamente 18.000 árabes, entre qaysíes, kalbíes y yemeníes de tan señaladas tribus como los Quraysh, Dhubyan, Kilab, Qusayr, Lajm, Hadramawth, Yahsub, Tuchib, Maafir, Rabia, Sahm, Azd, Hudayl, Aws, Hazrag, Ghassan, etc. También venían mawlas de los Omeyas y mawlas beréberes propios. Algunas fuentes elevan la cifra hasta entre 22.000 y 25.000 hombres. En Qayrawán dejaba al frente del gobierno de Ifriqiya y el Magrib a su hijo Abd Allah mientras que en su viaje a Spania se hizo acompañar de su otro hijo Abd al-Aziz. Parece que los yemeníes eran mayoría porque así lo eran entre los árabes de Ifriqiya. Esta tali’a incluía también un número significativo de descendientes de los antiguos ansares, musulmanes procedentes de Medina que acogieron al Profeta (salla Allah alehi wa

salam - que Dios le bendiga y le dé la paz) tras su huída de La Meca, que también eran yemeníes. Escapados de la represión omeya tras el saqueo de su ciudad por las tropas sirias después de la batalla de Harra (26 de agosto de 683) se habían alistado en el ejército del norte de África y con él habían llegado a Spania. Además, el ejército de Musa era honrado por la presencia de varios notables qurayshíes y algunos tabi’íes, sucesores de los compañeros (sahaba) del Profeta (salla Allah alehi wa salam - que Dios le bendiga y le dé la

paz), entre los que destacaba el propio Musa. Llegado el contingente árabe a al-Yazirat al-Jadra se celebró de inmediato consejo en el lugar que sería la Mezquita de las Banderas (Masyid al-Rayat), primer lugar de posternación en la Península. Allí se preparó el itinerario del ejército de Musa que en modo alguno debería coincidir con el de Tariq pues los señores nunca van detrás de sus siervos. Los árabes se ocuparían pues del suroeste peninsular. La marcha del ejército de Musa, señalada por guías cristianos, se inicia con la toma de Asidona (Medina Sidonia) y Carmone (Carmona) por las armas. Los nombres de estas ciudades se convierten, respectivamente en Siduna y Qarmuna. Hispalis (Sevilla), capital de la Bética es también ocupada para pasar a denominarse Madinat Isbiliya. Después se

alcanza Emérita Agusta (Mérida), arabizada como Marida, que presenta tenaz resistencia durante casi un año y sólo se entrega el 30 de junio de 713, cuando los conquistadores árabes conceden respetar las vidas, posesiones y organización de sus ciudadanos. La rendición de la ciudad tuvo lugar el día de la festividad de la Pascua de la Limosna o id al-Fitr, 30 de junio de 713. Mientras se asediaba Emérita Augusta se produjo un levantamiento de los cristianos (rumíes) de Hispalis apoyados por tropas

Entrevista de Musa y Tariq - Año 713 Cuadro de J.G.Mencia

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de Elepla (Niebla) y Beja (la antigua Pax Iulia). En respuesta Musa envió a su hijo Abd al-Aziz con un cuerpo de ejército para sofocar la revuelta y hacerse cargo de la situación. Tras someter la región del al-Garb (sudoeste peninsular), el Algarve, Abd al-Aziz mueve a continuación sus tropas hacia el este para dominar los territorios de Malaca (Málaga), en árabe Malaqa, en la futura cora de Rayya, Iliberis, en árabe Ilbira, donde existía un hisn o fortaleza de Garnata (Granada) y Murtia (Murcia), en árabe Mursiya en la futura cora de Tudmir. El ejército árabe toma ahora la dirección de Madinat Tulaytula para reunirse con el ejército beréber de Tariq. El lugar del encuentro más probable fue el paraje donde el río Tiétar se reúne con el Tajo. Tariq descabalgó su montura en señal de respeto y se acercó sumiso a su señor. Musa le recriminó airadamente su desobediencia y el haber puesto en peligro a los musulmanes con su osadía. Llevado de la cólera llegó a golpear al beréber con su fusta. El orgulloso vencedor de Wadi Lakko aguantó la humillación que su superior le infería delante de los dos ejércitos musulmanes y sólo acertó a balbucir “Yo no soy más que uno de tus mawlas y de tus qaid, todo lo que he conquistado te pertenece y toda la gloria es sólo tuya”. Tariq se sometió, no era más que un simple beréber, pero en lo más recóndito de su corazón juraría vengarse de la afrenta recibida. De este modo, la llegada de Musa a la Península hizo sentar el principio de autoridad árabe sobre el beréber y la conquista beréber de Spania se arabizó. Y a partir de aquí los dos ejércitos, el beréber y el musulmán, marcharían juntos bajo dirección e iniciativa árabes. De momento se retornaría a la capital, Madinat Tulaytula, para que el emir se hiciera cargo de todo el botín recogido y despachara mensajes al Comendador de los Creyentes informando de la conquista. Los emisarios elegidos para tan honroso menester fueron Mugit al-Rumí, mawla del califa con quien se había criado, y el tabi’í Alí ibn Rabah al-Lajmí. La campaña de los ejércitos musulmanes, árabe y beréber, fue pronto reiniciada. Como era costumbre, los beréberes marchaban a la cabeza protegiendo las columnas árabes de las posibles primeras embestidas del enemigo. Al frente de los magrebíes de nuevo Tariq, pues a pesar de la enemiga de Musa éste no dejaba de reconocer la valía de su mawla como militar y estratega. En el camino hacia la frontera superior, tagr al-aqsà, no se encuentra resistencia significativa y de este modo se llega hasta la ciudad y alfoces de Caesar Augusta (Zaragoza), renombrada como Madinat Saracostha, que son ocupados sin oposición notable que quedara registrada.

Con Saracostha como base de operaciones los musulmanes penetraron la cuenca de los ríos Cinca y Segre. Mientras, Tariq con un destacamento beréber alcanza y toma Tarraco (Tarragona), ahora ya Madinat Tarrakuna, el extremo más lejano en dirección este al que llegan los invasores musulmanes. Estaba ocupado Musa en Madinat Saracostha, con la preparación de la campaña contra Gallaecia (Galicia), cuando ha de recibir a sus emisarios Mugit al-Rumí y Alí al-Lajmí, regresados

de Madinat Dimasq (Damasco) con instrucciones tajantes del califa de que acudiera a su presencia.

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A pesar de las órdenes de al-Walid, Musa pudo convencer en algún modo a Mugit de demorar el regreso, posiblemente con la tentadora promesa de hacerle participar en el botín, y así pudo comenzar una nueva campaña penetrando con tropas árabes en Vasconia ahora en compañía de Mugit. En el camino hacia Pompaelo (Pamplona), llamada por los árabes Banbaluna, consigue la sumisión del comes Casius, visigodo, señor de los territorios de la cuenca media del Hiberus Flumen, el Ebro, ya Wadi Ibro, y pronto alcanza y obtiene la capitulación de la ciudad del Arga. Después, en un paseo militar en el que no se encontró resistencia alguna sino solo sumisiones, Musa alcanzó Lucus Augusti (Lugo) a la que procede a conquistar para desde este hisn Lukk o fortaleza de Lugo, disponerse, como el águila cuando se arroja sobre su presa, a lanzarse triunfalmente sobre Gallaecia a la que ya los árabes nombraban como Gilliqiya. Estaba pues el emir Musa triunfante, en el apogeo de su probada capacidad conquistadora, cuando es alcanzado por otro enviado del califa al-Walid. Se trata de un árabe del que solo se conoce su kunya Abu Nasr que le trasmite severos reproches del Príncipe de los Creyentes por haber desobedecido la orden de regreso inicial enviada con Mugit y Alí al-Lajmí y le exigía inexcusablemente que se presentara en Madinat Dimasq lo antes posible para dar cuenta de sus actuaciones en la conquista de al-Ándalus. La campaña de Gilliqiya queda así abortada. Cabría preguntarse en este punto como hubiera discurrido la Reconquista o incluso si hubiera habido Reconquista si la inoportuna orden de regreso del califa no hubiera existido y Musa hubiera podido incorporar la Gallaecia o Gilliqiya al Bilad al-Ándalus que acababa de empezar a instaurar. Pero los arcanos de la historia no nos permiten conocer que hubiera podido ocurrir si no hubiera ocurrido lo que realmente ocurrió. Así pues, un afligido Musa que presiente concluida su carrera militar, prepara el retorno a Oriente. Tendría unos 73 años. Muyahid de pura cepa, había envejecido bajo sus vestimentas militares en el ejercicio permanente del yihad donde sus éxitos habían sido enormes. Ya no podía poner más reparos a las órdenes del califa. El gesto de Abu Nasr cogiendo su montura del ronzal y sacándole de la ciudad había sido más que expresivo. Musa emprende ahora el camino de vuelta a Madinat Tulaytula en compañía de Mugit bajo la estrecha vigilancia de Abu Nasr. En el camino de retorno se les incorporaría Tariq que venía de la frontera superior o tagr al-aqsà. Después Madinat Qurtuba y Madinat Isbiliya, donde nombra como walí de al-Ándalus a su hijo Abd al-Aziz, posiblemente ya casado con Egilona, la viuda del desaparecido rey Roderik, cuyo nombre mudara a Umm Asim. En verano 714/95H, Musa se hizo a la mar en el puerto de Yazirat al-Jadra. En su retorno a Dimasq le acompañaban Tariq y Mugit, fuertemente enemistados con él por las diferencias habidas durante la conquista, Abu Nasr, el emisario del califa, los tabi’un y varios notables del país conquistado, cautivos o sometidos a pacto. Entre estos últimos venía el comes Casius que islamizaría ante el califa al-Walid para convertirse en su mawla y cambiaría su nombre a Qasi, origen de la legendaria dinastía muladí de los Banu Qasi del Wadi Ibro. La cáfila venida con Musa comprendía numerosos prisioneros, entre ellos mujeres, niños, esclavos y abundante botín. Le acompañan en su salida unos dos tercios de los árabes de la conquista. Musa se sentía profundamente apesadumbrado al pensar en el yihad que aún le había quedado por hacer. No volvería ya más al escenario de sus últimos triunfos como tampoco lo haría Tariq. Musa y su cortejo llegaron a Dimasq en diciembre 714, quizás enero 715, es decir finales de rabi al-ajir o comienzo de djumada al-ula del 96H. La recepción del ya muy enfermo y achacoso califa al-Walid I fue bastante fría pues pesaba sobre su ánimo la incomodidad de sus padecimientos propios y la desobediencia de Musa a volver a su presencia

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cuando fue reclamado en su momento. En el curso de la audiencia Tariq y Mugit, que habían acumulado profundo rencor contra Musa, hicieron protesta de la conducta del emir al pretenderse atribuir éste toda la gloria de la conquista. Pero al-Wallid I murió el 25 de febrero de 715 y el trono de Dimasq fue ocupado por su hermano Sulaymán I ibn Abd al-Malik (715-717) quien profesaba gran animadversión hacia Musa por que éste se había negado a su petición de que retrasara su llegada a Dimasq a fin de que diera lugar a que llegara la muerte de su hermano y pudiera ser él quien se hiciera cargo de la recepción del fruto del botín de la conquista. Sulaymán hizo llamar a Musa y lo maltrató verbalmente llamándole “viejo mentiroso” para a continuación amenazarle con despojarle de todo. Después dio oído a las acusaciones de Tariq y Mugit de deslealtad y de apropiación indebida del botín conquistado. Verdad era que Musa había quinteado para el fisco el botín inmueble (fay), recogido en Spania para repartir el resto entre la tropa y ello fue considerado delito, pues según el califa la totalidad de ese botín pertenecía al fisco estatal y no solo el quinto (jums). Por esto apartó a Musa de sus cargos y le puso tan fuerte multa que arruinó al anciano y ya antiguo emir hasta tal punto que para satisfacer la tremenda penalización económica debió recurrir a sus contríbulos lajmíes y a sus mawlas. Su carrera política y militar había terminado.

No acabarían aquí las desgracias del conquistador de Spania. El 29 de febrero de 716/sábado primero de radjab de 97H su hijo Abd al-Aziz que había quedado como walí de la Península había sido asesinado, posiblemente por orden de Sulaymán I, en la mezquita Rubina contigua a la antigua iglesia de Santa Rufina, residencia oficial del walí y su esposa (dar al-imara) en Madinat Isbiliya, Sevilla. Su cabeza fue enviada al califa quien cruelmente no tuvo piedad alguna en mostrársela a su padre. “¿Lo conoces?” preguntó el califa a Musa. El ya antiguo emir cogió con manos trémulas la cabeza de su hijo. “Lo conozco, feliz sea

en su martirio. Por Dios que habéis asesinado a un verdadero creyente, firme cumplidor del ayuno y la oración nocturna”. Y tras depositar en cuidadosamente el despojo de su hijo en la estera donde venía, salió de las dependencias califales totalmente descompuesto, con el manto por los suelos, los ojos arrasados en lágrimas y el corazón colmado de amargura y sentimientos de venganza. Pero si para Musa todo había acabado, tampoco para Tariq las cosas fueron mejor. El negro agujero del injusto olvido histórico engulló a ambos caudillos de la conquista. Musa sería asesinado en una mezquita de Dimasq hacia el 716 o 718. De Tariq no se supo nada más. Falleció hacia 720. En cuanto a Mugit al-Rumí moriría luchando bravamente contra los rebeldes beréberes del Magrib al frente de las tropas leales africanas de Ifriqiya aliadas de los árabes, en septiembre-octubre de 741 en Baqdura, junto al Wadi Sebu (Río Sebú). Desaparecía el último de los más significados conquistadores de Spania. El único de los conquistadores musulmanes señalados que logró prosperar fue el beréber Tarif ibn Mallik, primer muslim que hollara suelo hispano en 710. Vuelto al África del Norte se unió a la rebelión beréber antiárabe del 740 dirigida por Maysara al-Magdarí, antiguo aguador de Qayrawán, justo en el bando opuesto de su anterior compañero Mugit al-

Muerte de Abdelaziz - Año 716 Cuadro de F.Blanch

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Rumí que peleaba en el lado de los árabes. Pero Maysara fue muerto por sus propios hombres y el movimiento sedicioso beréber de inspiración jarichí, tras algunos éxitos militares sobre los sucesivos ejércitos árabes enviados desde Dimasq, es aplastado finalmente en 742 cerca de Qayrawán. Poco después, hacia 744, Tarif, al frente de un heterogéneo ejército beréber procedente de diversas tribus se retiró hacia el oeste para instalarse en la costa atlántica, entre Salé y Azemmur y fundar allí el reino independiente de los Bargawata, de corte más confederal que emiral, con capitalidad en Tamasna. Tarif fue sucedido hacia 760 por su hijo Salih ibn Tarif, llamado al-Barbatí, pues era nacido en Barbate. Salih se autoproclamó Profeta, instauró en el nuevo estado una religión nueva de carácter herético, inspirada a su vez en la heterodoxia jarichí, mezcla de Islam y prácticas religiosas locales pre-islámicas y proclamó un nuevo corán apócrifo en beréber y un nuevo código de conducta para sus súbditos. El Reino Bargawata de los Banu Tarif se mantuvo independiente durante tres siglos, para caer bajo dominio almorávide hacia 1059 y desaparecer definitivamente con los almohades. Los años que siguen a estos acontecimientos suponen la consolidación del dominio de los árabes en al-Ándalus, en medio de profundas perturbaciones políticas y sociales en las que se desataron discordias o fitnas, entre árabes y beréberes y entres las diferentes fracciones árabes venidas a la península, Mudar-Qays (árabes del norte) frente a Kalb-Yamán (árabes del sur), a las que se superpone el conflicto creado entre los antiguos ahl al-fath o al-fatihin (conquistadores), ahora ahl al-balad o baladíes (autóctonos), y los chundíes sirios, ahl al-Sam, que entraron en la Península en 741 y eran despectivamente considerados como inmigrados, ahl al-dajile o dajilun, por los árabes de la primera hora. El Bilad al-Ándalus, se había convertido pues en una provincia más del poderoso centralizado imperio del Cuarto Creciente. La población autóctona hispanorromanovisigoda, y la antigua minoría hispanojudaica, debieron empezar a convivir con los nuevos recién llegados árabes y beréberes, con los consiguientes cambios de cohesión étnica y social y con las alteraciones estructurales que aquella exótica invasión de gentes procedentes de ignotas tierras trajo consigo. La antigua Lex Visighitorum o Forum Iudicum fue desplazada por la Sharia, aunque esta no se aplicara directamente a los indígenas conquistados. La religión islámica fue, en paralelo con la arabización, lenta y progresivamente adoptada por la población autóctona (muladíes o aslamíes) a expensas del cristianismo cuya práctica quedó reducida a una importante minoría perseverante (mozárabes) que junto con la de los judíos conformaron la ahl al-dimma, gentes protegidas o dimmis, aceptados indulgentemente como creyentes errados y sometidos a un régimen tributario especial discriminatorio, el census capitis,

capitación o jizya. El árabe se convirtió en el idioma oficial del nuevo estado en detrimento del latín romanceado de los conquistados y los dialectos beréberes de los magrebíes que precedieron a los árabes en la conquista. Los cambios así introducidos en el país por los conquistadores fueron de tal magnitud que en unas pocas generaciones el pasado visigodo de 314 años quedó prácticamente borrado de la memoria colectiva de los indígenas del territorio

Caligrafía cúfica de al-Ándalus

Llegada de Abd al-Rahmán a España - Año 755 Cuadro de J.Cuchy

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ocupado del antiguo reino de los godos occidentales. La sociedad del Bilad al-Andalus de la alta Edad Media se había convertido en una mezcla heterogénea, multiétnica, multirreligiosa y plurilingüística en la que la casta dominante y dirigente, la aristocracia o jassa, estaba constituida por los árabes, el pueblo receptor y depositario de la revelación coránica llamado a extender el mensaje del Islam. En 750 el califato Omeya de los Banu Marwán es derrocado por los abbasidas. Marwán II, llamado “al-Himar” (el asno) por su testarudez, último califa de la extinta dinastía es asesinado. El califato es ahora ocupado por Abu al-Abbás Abd Allah ibn Muhammad al-Saffah "El Derramador de Sangre" o "El Sanguinario", descendiente de al-Abbás ibn Abd al-Mutalib, tío del Profeta (salla Allah alehi wa salam - que Dios le bendiga y le dé la paz). En el curso de tan graves acontecimientos un legendario superviviente de la matanza indiscriminada de omníadas escapa del fatal destino al que sus enemigos de los estandartes negros (musawwida) le destinaban. El príncipe Abu al-Mutarrif Abd al-Rahmán ibn Moawia ibn Hisham logra salvarse del exterminio decretado contra su familia y tras echarse a nado al Wadi al-Furat, el Eúfrates, para evitar ser capturado por un destacamento abbasida, cruza el norte de África hasta encontrar refugio entre los beréberes Nafza de donde procedía su madre, una esclava berberisca llamada Reha o Radeha. Después, el asalto a al-Ándalus, donde apoyado por sus familiares y mawlas, rebeldes yemeníes y beréberes, Nafza y Magila principalmente, se enfrenta victoriosamente a los qaysíes Yusuf al-Firhí y al-Sumayl en la decisiva batalla de al-Musara, cerca de Madinat Qurtuba. Era el jueves 13 de mayo, día de la fiesta de Arafa, de 756. Con Abd al-Rahmán I como emir quedaba inaugurada la

era Omeya marwaní que gobernaría el Bilad al-Ándalus, con total independencia del califato abbasida, hasta 1031/422H. La llegada de la dinastía Omeya a al-Ándalus trajo como consecuencia una progresiva arabización u orientalización del país, sobre todo a partir del cuarto emir omeya Abu al-Mutarrif Abd al-Rahmán II ibn al-Hakam (822-852/206-235H). Y terminada prácticamente la llegada de los árabes a final del siglo VIII, la cultura árabe dominante evolucionó hasta convertirse en algo propio, andalusí, hispanoárabe o hispanomusulmán si se quiere.

En algún modo hay cierto paralelismo con la dominación de Hispania por Roma. Primero hubo invasión y conquista y luego romanización y transformación del espacio peninsular en provincia romana. Pero al-Ándalus desde la proclamación como emir del primer omeya, no es ya un estado conquistado por una potencia externa, una provincia o waliato más del recientemente inaugurado califato abbasida. Al-Ándalus es ya un estado soberano independiente, de confesionalidad mayoritaria islámica, multirracial, cuyo idioma dominante y oficial es el árabe andalusí. Ya no hay dominación alienígena, sino una sociedad profundamente transformada en sus estructuras y en su compleja

Entrada de Abd al-Rahmán en Mérida - Año 755 Cuadro de J.G.Mencia

Mihrab de la Mezquita aljama de Madinat Qurtuba

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composición étnica, que desde luego nunca será admitida dentro del espacio peninsular por los reyes cristianos de la Hispania restaurada del norte, considerados así mismos legítimos depositarios de la herencia de la monarquía visigótica usurpada por invasores extranjeros y que solo a ellos debía ser devuelta. En este sentido el concepto de reconquista es un término cuya aplicación a partir del siglo VIII debería ser cuando menos en parte revisado. Cierto que hubo invasión y conquista pero

también revolución islámica, lenta y gradual, a la sombra de los alfanjes de los nuevos amos de origen árabe a los que se siguió, imitó, admiró y combatió. Todavía en el dorado siglo XI de los primeros reinos de taifas (muluk al-tawaif) muchos dirigentes se vinculaban como signo de alcurnia y de superioridad social a tal o cual tribu de la lejana Arabia, pese a ser de origen hispano o beréber. Y es en el siglo XI con la llegada de los ejércitos almorávides, beréberes Sinhaya, cuando los reinos de taifa pierden su independencia en un proceso de conquista que se prolonga entre 1090 y 1110. El al-Ándalus reunificado pasaría a ser una provincia del imperio almorávide magrebí y posteriormente desde 1148 hasta 1228 del imperio almohade magrebí de los beréberes Masmuda. Después volvería la independencia, pero al-Ándalus ya era solo el frágil sultanato nasrí, nazarí, de Garnata, Granada. Durante este período la política granadina basculó entre sus propios intereses y la presión de los castellanos y los beréberes Zanata del último gran movimiento magrebí, los Banu Marin, benimerines o merínidas cuya presencia en la península desapareció tras la gran victoria castellano-portuguesa del río Salado

celebrada el lunes 30 de octubre de 1340 sobre la coalición de merínidas y granadinos. A partir de entonces el último reino musulmán en Hispania, solo y abandonado a sus propias fuerzas, refugiado en una introvertida estética áulica, primoroso legado para las generaciones venideras, continuó una precaria existencia hasta su conquista definitiva el 2 de enero de 1492 por los Reyes Católicos, fecha en la que el poder

Lienzo Batalla del Salado Galería del claustro mudéjar del Real Monasterio

de Santa Mª de Guadalupe (Cáceres)

Torres de la Alhambra Cuadro de Manolo López

La rendición de Granada (2-enero-1492) Francisco Padilla y Ortiz (1882)

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político del Islam en la Península se da ya por concluido. Finalmente, con las expulsiones de los mudéjares por la pragmática de 12 de febrero de 1502 de los Reyes Católicos, y la de los moriscos por la pragmática de 9 de abril de 1609 en tiempos de Felipe III “El Piadoso”, el Islam se erradicó por completo de los reinos hispanos. Y así se cumplió lo que el hadiz pone en boca del Enviado de Dios (salla

Allah alehi wa salam - que Dios le bendiga y le

dé la paz): Tras de mi muerte se conquistará una isla que dicen al-Ándalus: será lo último hasta donde se propague el Islam y lo primero de donde desaparezca. Constituirá el límite occidental del Islam y será una de las puertas del Paraíso…”

Embarque de moriscos en el Grao de Valencia Pere Oromig

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