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PEDRO PÁRAMO: LA LITERATURA COMO LENGUAJE TEOLÓGICO Aproximación a la novela latinoamericana Abstract This article wants to invite us to meditate about the possibility of an encounter between God and the man through the art. Concretely in the Latin American literature. It is to discover like through different roads, as can be the novel, God can enter in dialogue with the human being. The novel Pedro Páramo by Juan Rulfo is the elect in this occasion to attempt a theological-literary approach. Words key: literature, novelizes, church, theology, spiritualism, salvation, accuses, remorse, communion. Este artículo quiere invitarnos a reflexionar sobre la posibilidad de un encuentro entre Dios y el ser humano a través del arte. Más concretamente en la literatura latinoamericana. Se trata de descubrir como a través de distintas vías, como pudiese ser la novela, el Dios de

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PEDRO PÁRAMO: LA LITERATURA COMO LENGUAJE TEOLÓGICO

Aproximación a la novela latinoamericana

Abstract

This article wants to invite us to meditate about the possibility of an encounter between

God and the man through the art. Concretely in the Latin American literature. It is to

discover like through different roads, as can be the novel, God can enter in dialogue with

the human being. The novel Pedro Páramo by Juan Rulfo is the elect in this occasion to

attempt a theological-literary approach.

Words key: literature, novelizes, church, theology, spiritualism, salvation, accuses,

remorse, communion.

Este artículo quiere invitarnos a reflexionar sobre la posibilidad de un encuentro entre Dios

y el ser humano a través del arte. Más concretamente en la literatura latinoamericana. Se

trata de descubrir como a través de distintas vías, como pudiese ser la novela, el Dios de

Jesucristo puede entrar en diálogo con el ser humano. La novela Pedro Páramo de Juan

Rulfo es la elegida en esta ocasión para intentar una aproximación teológico-literaria.

Palabras clave: literatura, novela, iglesia, teología, espiritualismo, salvación, culpa,

remordimiento, comunión.

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1. A modo de introducción

Intentamos abrir una clave de lectura que haga posible una aproximación teológico-

literaria, a la obra de Pedro Páramo1. Queremos aventurarnos a una perspectiva

eclesiológica a través de la figura del padre Rentería el cura del pueblo de Comala que se

nos propone como el cuadro propicio para llevar adelante nuestra aproximación, que al

decir teológica, sugiere dar espacio a las preguntas y cuestionamientos existenciales y en

referencia a la trascendencia más determinantes en la obra. Nuestra hipótesis versa, en una

aparente crítica a la realidad eclesial desde la novela, sobre la idea de una iglesia

espiritualista que divide con claridad la realidad divina de los acontecimientos terrenos.

Esto favorece ceder a las conveniencias terrenales y las realidades humanas se supeditan al

más allá.

Nos encontramos frente a un pueblo lleno de fantasmas almas en pena y por tanto,

un lugar muerto, pues en su existir terreno sus habitantes no recibieron la absolución; “Y

1 Hablamos de una novela de Juan Rulfo, de la cual seguimos la edición de la editora Nacional de Madrid, del año 2002. Aunque señalamos que la edición original data del año 1955. Como síntesis de la trama de la obra, que haga posible introducirnos en ella podemos señalar lo siguiente: “La madre de Juan Preciado solicita como último deseo que este fuese al pueblo de Comala para que conociera a su padre: Pedro Páramo. A lo largo del camino y llegando al pueblo, Juan preciado interactúa con diversos personajes que le van describiendo la situación del pueblo de Comala y además perfilan la figura de Pedro Páramo (se podría decir que era el cacique del lugar: un hombre abusador de la condición de los más pobres y claramente injusto en su proceder y modo de comprender su autoridad). En la obra van interviniendo varios personajes que dan cuenta de distintos momentos de la historia de Pedro Páramo en Comala, entre ellos la figura del sacerdote el Padre Rentería pasa a ser clave en nuestro itinerario de lectura, aunque en términos generales resulta ser un vértice más del contexto literario de la obra. Nos parece determinante en el proceso comprensivo del texto el momento en que se muestra la condición de Juan Preciado, un muerto que desde la tumba cuenta su historia a Dorotea muerta que yace en otra tumba (pp. 54), lo que muestra el permanente diálogo de muertos, y descubre al pueblo fantasma de Comala. Finalmente Abundio, hijo ilegítimo de Pedro Páramo, va donde él a pedirle dinero para enterrar a su esposa y hiere de muerte a su padre quien "dio un golpe seco contra la tierra y se fue desmoronando como si fuera un montón de piedras" (pp.107). Resulta muy interesante en la perspectiva que seguimos en escrito referirnos al arículo del profesor de la Pontificia universidad católica de Chile, Pbro. Alberto Toutin, ss.cc. De una vida amenazada a una vida anhelada. Atisbos a una teología de la vida en diálogo con la literatura, Aparecido en Teología y Vida , Vol. XLVIII (2007), 73 – 7932.

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ésa es la cosa por la que esto está lleno de ánimas; un puro vagabundear de gente que

murió sin perdón…”2, poder que se entiende explícitamente en el texto, facultativo del

sacerdote.3

Algunos de estos mismos fantasmas, que pasan a ser los personajes de la obra, son

los que en el devenir de los acontecimientos relatados, aparecen, en varios momentos, como

los declarados culpables por el sacerdote, en cuanto este determina la salvación o

condenación de los habitantes de Comala. Así queda expresado en el diálogo entre Juan

Preciado y Dorotea: “Además, le perdí todo mi interés desde que el padre Rentería me

aseguró que jamás conocería la gloria. Que ni siquiera de lejos la vería… Fue cosa de mis

pecados; pero él no debía habérmelo dicho. Ya de por sí la vida se lleva con trabajos. Lo

único que la hace a una mover los pies es la esperanza de que al morir la lleven a una de

un lugar a otro; pero cuando a una le cierran una puerta y la que queda abierta es nomás

la del infierno, más vale no haber nacido ... El cielo para mí, Juan Preciado, está aquí

donde estoy ahora.”4

El marco global de la novela sugiere entonces un mundo de muertos construido a

partir del mundo real que fue. Es significativo y simbólicamente descriptivo, que el

sacerdote se muestre como de quien pende la salvación, lo que deja reducido el poder

2 Cf. pp. 483 Por ejemplo, Juan le comenta a Eduviges que de camino a Comala se encontró a un arriero llamado Abundio, que él lo había conducido hasta su casa. Ella le respondió que Abundio ya estaba muerto (pp. 18). Días después conoció a una tal Damiana que al entrar a la casa él confunde con Eduviges. Allí Damiana le señala que Eduviges había muerto hace un tiempo (pp.32). Es decir, los muertos van apareciendo progresivamente en la trama de un modo insinuantemente vivo, lo que hace difícil en lo pronto, descubrir su condición fantasmal.4 Diálogo entre Juan preciado y Dorotea. Cf. pp. 59

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manifestativo de Dios, y desacredita a través del “cura”, el acontecimiento gratuito de la

salvación y la mediación eclesial. Se nos abre aquí un triple recurso literario que sugiere

una triple perspectiva teológica, a saber:

a) Un determinado espiritualismo, confesado en la comprensión de salvación, que

dice relación con el más allá, y frente al cual la realidad presente pierde consistencia.

b) Luego, este espiritualismo se ve confrontado con la culpa, el remordimiento y

las ansias de perdón, tres componentes de la novela que asisten permanentemente el

itinerario de la obra.

c) Y en un tercer estadio, reconocemos una permanente interacción por lo menos

aparente de los vivos con los muertos, cuestión que en ocasiones se torna clave, como

sugiere el caso de la hermana de Eduviges Dyada que intercede por ella (ya muerta)

para posibilitar su salvación. Más globalmente y en un grado más propiamente

literario;5 los muertos que se presentan como vivos dan cuenta de una especie de

ambivalencia que resulta, por decir lo menos, curiosa.

En esta triple clave de lectura queremos hacer una aproximación a la obra de Rulfo,

no negándonos a las eventuales sugerencias que la misma obra nos vaya proponiendo en un

5 En realidad hablamos de una complejidad en la calificación de la cual podemos hacer participar a la obra en sí. Pues precisamente por la ambivalencia de las realidades, que en ocasiones no se logran definir hasta muy avanzada la lectura, se dificulta su comprensión, pues no se puede definir con certeza si hablamos de un realismo convencional, a partir del discurso de Juan preciado o bien hablamos de literatura fantástica, en cuanto hay muertos que no se descomponen y viven. De esta dificultad se hace cargo Pedro Trigo. Cf. Cristianismo e historia de la novela mexicana contemporánea, Pedro Trigo, CEP, Lima, 1987, pp.244. Precisamente esta situación reafirma nuestra idea de esta doble dimensión que acusa una perspectiva trascendente permanente en la novela; al mostrar el realismo, describe a la sociedad tal como se presenta y lo mágico es representados por ánimas.

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camino de profundización. En este mismo sentido, la obra elegida, nos sugiere una serie de

comprensiones teológicas y eclesiológicas, que podemos reconocer, con mayor o menor

grado, como propias de nuestra cultura, y frente a lo cual sentimos la necesidad de hacernos

cargo, pues “La presencia viva de Jesucristo en la historia, la cultura y toda la realidad de

América Latina es manifiesta. Esta presencia, en el sentir de nuestro pueblo, va

inseparablemente unida a la Iglesia, porque a través de ella su Evangelio ha resonado en

nuestras tierras. Tal experiencia entraña una profunda intuición de fe acerca de la

naturaleza íntima de la Iglesia.”6 En esta afirmación del documento de Puebla,

evidentemente, hay diversas direcciones que en el seguimiento de la novela podríamos

profundizar, no obstante, el particular propósito de nuestro trabajo antes descrito. En

definitiva apostamos por una lectura atenta al texto, para que desde su misma materialidad

literaria nos abra a una perspectiva, digamos así, teológica, que posibilite un modo de

conocer al ser humano y en consecuencia nos muestre algo de Dios.7

Ahora bien, pretendiendo delimitar nuestro acercamiento, señalemos que es el padre

Rentería el ícono de nuestra aproximación, un personaje que aparecerá en variados

momentos a lo largo de la obra, jugando en cada uno de ellos roles no despreciables dentro

del contexto global, no obstante, forme parte de un marco narrativo en donde él no tiene,

como hemos dicho, el lugar preferencial. Entendida así nuestra búsqueda, queremos

asomarnos a la figura de este sacerdote y descubrir como, al decir de la obra, resulta este un

6 Cf. Documento de Puebla Nº2217 Siguiendo a Gesché: Mais la thèologie y ajoute le pari (dont elle laisse cependant la decisión à la foi) que, derrière lhomme parlant de Dieu, il y a un Dieu parlant à lhomme. Cf. Adolphe Gesché, La théologie dans le temps de lhomme, littérature et Révélation, pp.110. En J. Vermeylen, dir., Cultures et théologies en Europe: jalons pour un dialogue, Paris, Cerf, 1995, p. 109-142

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personaje relevante en nuestra hipótesis de trabajo. El itinerario de vida del padre Rentería

solicita ser entonces, presentado y comprendido a lo largo de la novela, deteniéndonos en

sus intervenciones y, de un modo particular, en su decir y obrar.

2. ¿Quién es el padre Rentería?

Ante todo, es el cura del pueblo. Aquel que detenta el poder religioso-espiritual, y

que interviene no pocas veces.8 Pensemos que estamos hablando de un pueblo

fundamentalmente rural, esta conclusión la derivamos de los rasgos que del mismo pueblo

se presentan: la dificultad para llegar a él que tiene Juan preciado “el camino subía y

bajaba”9; hablamos también de un rancho, la Media luna, lo que ratifica la idea de

ruralidad; la descripciones naturales de productos y lugares; y los dichos utilizados, propios

del mundo rural mexicano.10 Bajo este escenario el poder religioso va siendo citado con

diversas apreciaciones, entrecruzando la mayor parte del relato. La participación de

Rentería, bajo una línea cronológica, la presentamos así:

a) Pedro Páramo, a través de Fulgor Sedano, encarga al cura que arregle su boda con

Dolores (pp.36).

b) El cura se opone pero finalmente acepta por la oferta económica de Sedano (pp.38).

c) El cura entrega a Pedro Páramo su hijo Miguel cuya madre murió en el parto

(pp.62).8 Para ser más precisos: el padre Rentería aparece en 15 momentos de la novela: en 7 de ellos es uno de los dialogantes; en tres se nos trasmiten sus pensamientos entre comillas y al menos en 4 momentos es el personaje principal del diálogo que se presenta. Op. Cit, Trigo, pp. 2989 Cf. pp.710 Entre otros: papalotes; maromas; molcates; pajuelazo; tiliche; jerró; mero; atrinchilé; borlote; chaparreras… montañas, llanuras, lagos.

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d) Rentería no quiere perdonar a Eduviges Dyada por haberse suicidado, y no celebra

misas gregorianas para ella, pues su hermana que intercede no tiene dinero (pp. 30).

e) Rentería se niega a bendecir el cadáver de Miguel Páramo (había violado a su

sobrina y asesinó a su hermano). Finalmente recibe la limosna de su padre y lo perdona

(pp.26).

f) Comenta a su sobrina la muerte de Miguel; comienzan su peso de conciencia

(pp.29).

g) Va a confesarse a Contla pero le es negado el perdón (pp.63).

h) Niega el perdón a Dorotea por ser cómplice de Miguel en las violaciones, luego se

lo da (pp.64).

i) Va a acompañar a Susana San Juán en su lecho de enferma y la prepara para la

muerte, ella se confunde pero finalmente recibe la comunión y le pide que la deje

(pp.96).

j) Pedro Páramo recibe la noticia que Rentería se ha levantado en armas (pp. 101)

k) Abundio comenta que no hubo quien atendiera a su mujer en su lecho de muerte,

porque el cura andaba en la revuelta (pp.104).11

Este itinerario de la participación de Rentería en la novela, nos describe, groso

modo, los elementos literarios principales del cuadro narrativo en cuestión,12 que adelantan

acontecimientos no menores, bajo nuestra clave de lectura, pues parece a lo menos 11Cf. Sommers, Joseph, “A través de la ventana de la sepultura: Juan Rulfo”, p. 832, en Claudio Fell (coordinador), Juan Rulfo. Toda su obra. Santiago: Editorial Universitaria, (“Archivos ALLCA XX”, 17), 1997.12Cf. Rodríguez Alcalá, Hugo, El arte de Juan Rulfo. Historia de vivos y de difuntos. Instituto Nacional de Bellas Artes: México, 1965.

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interesante, que sea precisamente el sacerdote el que experimente las escenas más

angustiosas de la novela, particularmente en lo que hace referencia a la culpa, el

remordimiento y el perdón.13

Detengámonos sólo en un hecho: la situación particular que le toca vivir al sacerdote

en las exequias de Miguel Páramo (hijo del terrateniente). Rentería no quiere dar el perdón

a Miguel, este ha violado a su sobrina y ha asesinado a su hermano. En este contexto entra

Pedro Páramo en escena, sobornando al clérigo para que le de el perdón.14 El padre

Rentería, que ha cedido a la solicitud del terrateniente, comienza a sufrir un conflicto

moral.

Descubrimos aquí el punto de inflexión para el cura; pues a partir de de este

momento, luego del perdón que da a Miguel Páramo, se revela una cierta toma de

conciencia de su condición “El padre Rentería recogió las monedas una por una y se

acercó al altar. Son tuyas -dijo. Él puede comprar la salvación. Tú sabes si éste es el

precio. En cuanto a mí, Señor, me pongo ante tus plantas para pedirle lo justo o lo injusto,

que todo nos es dado pedir...  Por mí condénalo, Señor. Y cerró el sagrario. Entró en la

sacristía, se echó en un rincón, y allí lloró de pena y de tristeza hasta agotar sus lágrimas.

Está bien, Señor, tú ganas -dijo después”.15     

13 De hecho podemos reconocer que en la Novela, la mayor parte de las apariciones del padre Rentería tienen que ver con estas circunstancias, exceptuando a ello la boda de Dolores. Cf. pp. 3714 Cf. pp. 2515 Cf. pp. 26

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La situación vivida por el clérigo le genera sentimientos de culpa porque su servicio

pastoral beneficia sólo a los ricos, negándoselos por su parte a los pobres. La condición de

pobreza lo ha llevado a cierta dependencia del terrateniente y, por otro lado, ha traicionado

a su gente y su ministerio. Este sentimiento de culpa se expresa vivamente en las

descripciones que de él se presentan en la novela misma: "El Padre Rentería se revolcaba

en su cama sin poder dormir"16, "oyó el canto de los gallos"...17 Su reflexión posterior es

esclarecedora: “El temor de ofender a quienes me sostienen. Porque ésta es la verdad; ellos

me dan mi mantenimiento. De los pobres no consigo nada; las oraciones no llenan el

estómago. Así ha sido hasta ahora. Y éstas son las consecuencias. Mi culpa. He

traicionado a aquellos que me quieren y que me han dado su fe y me buscan para que yo

interceda por ellos para con Dios”18. Esta actitud del sacerdote permite atribuirle a él la

responsabilidad de lo que sucede en Comala; pueblo lleno de almas en pena, hombres y

mujeres que no recibieron la absolución de sus pecados. Vive torturado porque es

consciente de que no está siendo justo ni con los pobres, a quienes ignora, ni con los ricos

(como Pedro Páramo), a quienes perdona todo tipo de faltas.

En este peso de conciencia que va en aumento se necesita el perdón, lo que lo lleva a

ir a Contla, donde pretende alcanzarlo a través de la confesión sacramental, pero su

intención no logra su cometido: "Ese hombre de quien no quieres mencionar su nombre ha

despedazado tu iglesia y tú se lo has consentido. ¿Qué se puede esperar de ti, padre? ¿Qué

16 Cf. pp. 2917 Imposible no relacionar esta afirmación (pp.31), secundaria en el contexto literario de la novela, pero relevante a la hora de decir algo sobre lo experimentado por el sacerdote, en alusión a la toma de conciencia del apóstol Pedro que niega a Jesús bajo el escenario del canto de los gallos (Mt 26,74). 18 Cf. pp. 29

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has hecho de la fuerza de Dios? [...] No, padre, mis manos no son lo suficientemente

limpias para darte la absolución. Tendrás que buscarla en otra parte.”19 Con esta negativa

de absolución de sus faltas al padre Rentería sólo se le presenta una posibilidad para

alcanzar perdón, y en último término, su libertad, a saber, la guerra de los cristeros.

Estos episodios que van marcando la vida del padre Rentería, y otros que citamos

más adelante, nos permiten descubrir antecedentes eclesiológicos relevantes, a la hora de

entender la misión eclesial y las categorías que presuponen un modo de transmitir y

proyectar la Buena Nueva. Los tópicos teológicos que aquí se vislumbran permiten

reconocer situaciones carentes de comprensión efectiva respecto de Dios y del ser humano,

lo que hace necesario aventurarnos a nuestra profundización.

3. Una iglesia espiritualista

Ya hemos adelantado la triple clave de lectura que intentamos profundizar en esta

breve aproximación. En este primer momento queremos afirmar la dimensión eclesial que

circunda al pueblo de Comala, y que por tanto, se propone en la novela como imagen de la

Iglesia.

El Padre Rentería experimenta una particular falta de fuerza en la vida presente

junto a una especie de sumisión al poder temporal en aras de la salvación, las palabras del

sacerdote de Contla, de quien Rentería pretende recibir la absolución a sus faltas, nos

resultan iluminadoras: “¿Qué se puede esperar ya de ti, padre? ¿Qué has hecho de la

19 Cf. pp. 63

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fuerza de Dios?”20 El pecado de Rentería ha consistido en ceder a lo meramente temporal

“aliándose” en algún sentido con Páramo, sirviendo a sus criterios y decisiones: la

situación temporal de pecado en Comala no ha sido enfrentada por Rentería, este es su

pecado, frente al cual no encuentra redención. Los comalinos tuvieron que dejarse subyugar

a la opresión de Pedro Páramo y el padre Rentería no ha sido la excepción. Por tal razón ha

sido infiel, no sólo ante sus hermanos, sino ante sí mismo y el ministerio confiado. El

espiritualismo que muestra Rentería tiene que ver precisamente con esto, dejarse comprar,

preocupándose por lo material, y hacer de esto una llave espiritual a la salvación: Miguel

Páramo, que fue en su vida un canalla, autor de violaciones y muertes, recibe el perdón, y

Eduviges Dyada ejemplar mujer del pueblo, recibe la condenación. ¿Cuál es la diferencia

entre ellos? Un puño de monedas de oro a favor de Miguel. Lo mundano se hace celestial y

lo celestial mundano; lo material se hace espiritual y lo espiritual material. He aquí el

espiritualismo omnipresente en la novela que habita en los comalinos.21 Lo que acarrea

consigo no sólo el desconocimiento del horizonte gratuito de la salvación, sino que además

destruye en su sentido último el misterio de la encarnación: “tomó la condición de esclavo

haciéndose uno de tantos”22 “menos en el pecado.”23

La condición sufriente y débil del pueblo de Comala el padre Rentería inclusive

no tiene porque solidarizar con el pecado. El dolor es redentor pero no pecador, por esto se

puede comprender y redimir Eduviges aunque el cura no lo entienda así. Pecador no es

20 Confesión del Padre Rentería con el cura de Contla. Cf. pp. 6321 Nótese la acusación explícita de Susana San Juan: ¡Señor, tú no existes! Te pedí tu protección para él. Que me lo cuidaras. Eso te pedí. Pero tú te ocupas nada más de las almas. En reclamo por la muerte de su esposo tras la visita del padre Rentería. Cf. pp. 87 22 Cf. Flp. 2,723 Cf. Hb. 4,15

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entonces aquel que es víctima del mal, sino aquel que deliberadamente lo comete. Se trata

entonces de enfrentar una situación que se presenta marcada por el mal, cuestión que

Rentería no hace, he aquí su pecado mayor. Pareciese entonces explícita la falta de interés

real por el mundo y la situación presente, pues Dios no tiene poder sobre el presente

histórico sino que sólo en el plano de lo “espiritual”. En síntesis se descubre una clara

paradoja, el cura aparece mundano, en el sentido de su preocupación por lo material, y el

pueblo a su vez, es presentado con una clara inquietud por la trascendencia; más espiritual,

preocupado por la salvación eterna, aunque esta la vivan por superstición y por miedo.24

4. La culpa, el remordimiento y las ansias de perdón

No es un tema menor en el desarrollo de la novela, el binomio culpa y perdón. La

preocupación espiritual de los habitantes de Comala se presenta precisamente en torno a

esta necesidad espiritual.25 Esta dimensión eclesial que nos muestra la figura de Rentería

solidarizando con el poderoso y no permitiéndole al pueblo, ni así mismo, el acceso a Dios.

Son justamente los abusados del pueblo los que mayormente buscan el perdón, y el

abusador pasa de largo, el cura perdona a los cómplices de Pedro Páramo, y el responsable

principal aparece como no necesitado de absolución: “Siempre esperé que él viniera a

acusarse de algo; pero nunca lo hizo.”26 De hecho, el mismo Rentería, en una escena clave

de la obra, se experimenta necesitado de este perdón. Su solidaridad con el mal le cuestiona

24 Cf. pp.6325 Rentería aparece yendo a la Media Luna a confesar a Susana; Abundio reclama que su mujer muere compungida por no recibir el perdón; el perdón para su hijo Miguel es lo que hace humillarse a Pedro Páramo (en la única escena de la novela donde aparece doblegado ante el sacerdote); Dorotea sufre porque en ausencia del perdón se le ha negado el cielo… Es el pueblo el que frente al cura solicita el perdón.26 Cf. pp. 62

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y le hace peso de conciencia respecto de su misión27 “El padre Rentería se revolcaba en su

cama sin poder dormir…”28

La experiencia de la culpa se hace presente en el cura a partir del perdón que da a

Miguel, esto es lo que le permite entrar en sí y darse cuenta de lo mísera de su actuación

como líder espiritual del pueblo. No obstante, tenemos aquí el inicio de un camino, que

como ya hemos dicho, se torna liberador para el cura al menos como posibilidad pues tras

el heroico acto de perdón hacia Miguel, se reconoce no sólo culpable, sino también

responsable de la situación “Malo. Un hombre malo. Eso siento que soy”29 Resulta notable

como a partir de la experiencia del perdón dado, se abre la perspectiva de la realidad y de la

propia condición del cura de Comala, que lo lleva a recordar su actuación frente a la ya

citada María Dyada, y a incorporar la pregunta “¿qué sabía él del cielo y del infierno?”30.

Aquí se entrecruza la figura de Susana San Juan, al parecer la única que no se dejó oprimir

por Páramo, quien siempre la amó, aunque el corazón de ella pertenecía a otro. Tampoco

aparece doblegada ante la amenaza de condenación, frente a la comprensión religiosa del

pueblo: “¿Que vienen por el dinero de las misas gregorianas? Ella no dejó ningún dinero.

Díselos, Justina. ¿Que no saldrá del purgatorio si no le rezan esas misas? ¿Quiénes son

ellos para hacer la justicia, Justina? ¿Dices que estoy loca? Está bien.”31 No es menor que

quien se presenta como libre frente al peso e la condenación sea reconocida como loca por

los otros, más aun, la portadora del mensaje liberador se llame Justina.

27 Lejos estaban los tiempos del seminario en que la vida era dulce, Pedro Páramo había tornado ácida la vida. Cf. pp. 6428 A partir del perdón hacia Miguel Páramo. Cf. pp. 2629 Cf. pp.6530 Cf. pp. 3131 Cf. pp. 68

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Con todo, el acto de perdón de Rentería es lo que le lleva a reconocerse como

mediador de la muerte, personificada en Pedro Páramo; “lo malo es esto es que todo lo

obtuvo de mí.”32 El cura se da cuenta que ha sido una víctima más del opresor, su situación

por tanto no es de privilegio sino de humillado, como los demás habitantes de Comala, no

haciendo actuar el poder manifestativo de Dios; ¿Qué has hecho de la fuerza de Dios?33 Es

aquí donde Rentería encuentra consistencia en su remordimiento, pues no basta con

arrepentirse de su falta sino que se ve obligado a luchar contra el mal. No le queda otro

camino: solidarizar con el mal o luchar contra el. Esto es tan claro en la novela que la

correspondencia entre la actitud de Rentería frente al pecador, y la del cura de Contla frente

a él es exacta, por tanto, la definición respecto de su situación es la misma que él aplicaba,

a saber, la objetividad de su pecado le impide recibir la absolución. Esto es lo que quiere

posteriormente remediar, cuestión que se presenta inmediatamente al volver a Comala.34

La actitud del padre Rentería a cambiado notablemente, no le responde a Dorotea, a

pesar de la gravedad de su falta, como lo hiciese con María Dyada. Rompe el binomio

pecado-condenación, introduciendo una nueva realidad; el perdón. No obstante esta

32 Cf. pp. 6133 Cf. pp. 6334 Lo que se expresa en el cambio de actitud frente al penitente, en este caso Dorotea, que se acerca al confesionario inmediatamente después que el cura entra en la Iglesia a la vuelta de Contla:-¿Qué quieres que haga contigo, Dorotea? Júzgate tú misma. Ve si tú puedes perdonarte. -Yo no, padre. Pero usted sí puede. Por eso vengo a verlo. -¿Cuántas veces viniste aquí a pedirme que te mandara al cielo cuando murieras? ¿Querías ver si allá encontrabas a tu hijo, no, Dorotea? Pues bien, no podrás ir ya más al cielo. Pero que Dios te perdone. -Gracias, padre. -Sí. Yo también te perdono en nombre de él. Puedes irte. -¿No me deja ninguna penitencia? -No la necesitas, Dorotea.

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liberación del pecado de Dorotea supone también en Rentería el aprender a cargar con el,

por eso es que su situación se va tornando difícil en el confesionario, para terminar diciendo

“Todos los que se sientan sin pecado puede comulgar mañana”35. El cura de Comala ha

experimentado el peso de la culpa personal y colectiva, asediado por la falta y culpa propia,

expresada en el remordimiento. Ansioso de un perdón que no encontró, no pudiendo asumir

la solicitud de su pueblo por este mismo perdón, al no ser capaz de superar el pecado, y por

otro lado, no luchar contra el. En definitiva Rentería experimenta su incapacidad de asumir

una iglesia que esta siendo despedazada.

5. La interacción de vivos y muertos: una esperanza de salvación

Resulta un eje literario relevante la permanente interacción en la novela de los vivos

con los muertos, al punto que en ocasiones se torna difícil poder distinguir el lugar de uno y

otro.36 Pero más allá del marco general en que este fenómeno se expresa en la novela, se

dan situaciones explícitas que permiten reconocer esta interacción. Esto es lo que sugiere el

caso de la hermana de Eduviges Dyada, María, que intercede por ella (ya muerta) para

posibilitar su salvación. Aunque, como hemos dicho, los muertos que se presentan como

vivos dan cuenta de una especie de ambivalencia entre lo real o terreno y lo mágico o

sobrenatural.

35 Cf. pp. 6736 En realidad hablamos de una complejidad en la calificación de la cual podemos hacer participar a la obra en sí. Pues precisamente por la ambivalencia de las realidades, que en ocasiones no se logran definir hasta muy avanzada la lectura, se dificulta su comprensión, pues no se puede definir con certeza si hablamos de un realismo convencional, a partir del discurso de Juan preciado o bien hablamos de literatura fantástica, en cuanto hay muertos que no se descomponen y viven. De esta dificultad se hace cargo Pedro Trigo. Cf. Cristianismo e historia de la novela mexicana contemporánea, Pedro Trigo, CEP, Lima, 1987, pp.244. Precisamente esta situación reafirma nuestra idea de esta doble dimensión que acusa una perspectiva trascendente permanente en la novela; al mostrar el realismo, describe a la sociedad tal como se presenta y lo mágico es representados por ánimas.

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Miremos más detalladamente la situación que experimenta Rentería frente a María

Dyada que, como dijimos, viene a interceder por Eduviges, su hermana, y que él comienza

a recordar a partir de esas primeras palabras de María:

“Ella sirvió siempre a sus semejantes. Les dio todo lo que tuvo... Abusaron de su

hospitalidad por esa bondad suya de no querer ofenderlos ni de malquistarse con ninguno.

Pero ella se suicidó. Obró contra la mano de Dios…

-Falló a última hora -eso es lo que le dije-…

-Digo tal vez, si acaso, con las misas gregorianas, pero para eso necesitamos pedir ayuda,

mandar traer sacerdotes. Y eso cuesta dinero.

-Sí, padre.”37

Para el padre Rentería no importaba el testimonio de vida de Eduviges, su abnegada

entrega a favor de los hermanos, esto para él no tenía consistencia en aras de la salvación,

la vida presente se ve aquí totalmente trastocada, pues la falta del suicidio (del cual no se

señalan sus causas) es lo único que interesa al sacerdote, a partir de lo cual emite su

condenación sobre ella. Todo el bien hecho a los hermanos parecen no tener consistencia

para el cura, lo determinantemente grave para él es su falta última. Al pecado le

corresponde la condenación, más aún, si en este caso, no se tiene dinero para las misas

gregorianas.

Lo que resulta aquí relevante es la hermana de Eduviges, quien intercede por ella

ante el cura, habiendo una honda percepción de una solidaridad entre los vivos y los

muertos “Debe andar vagando por la tierra como tantas otras; buscando vivos que recen

37 P. 30

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Page 17: Introducción y definición de la hipótesis de lectura · Web viewPedro Páramo, a través de Fulgor Sedano, encarga al cura que arregle su boda con Dolores (pp.36). El cura se opone

por ella”.38 Los muertos sólo pueden esperar que los vivos oren por ellos y por el descanso

de sus almas. El centro del juicio condenatorio sobre Eduviges radica en la falta misma, en

la objetividad del suicidio, no se vislumbra en el cura de Comala ningún atisbo de

comprensión o perdón, más allá de las eventuales circunstancias que la pudieron llevar a tal

decisión. Por eso afirma sin mayor complejo: “¿Pero qué han logrado con su fe? ¿La

ganancia del cielo? ¿O la purificación de sus almas? Y para qué purifican su alma, si en el

último momento…”39

Esta es la condición que le impide al cura reconciliarse consigo mismo y entrar ya

en lenguaje teológico en la comunión de los santos, de la cual es testigo la mujer libre de la

novela, nos referimos a Susana San Juan. A ella no le hace falta la religión del padre

Rentería, sino que entra en comunión con los muertos a través del amor, ella ama

profundamente y por eso puede resistir sin someterse ni someter “Susana San Juan

semidormida estiró la lengua y se tragó la hostia. Después dijo: Hemos pasado un rato

muy feliz, Florencio. Y se volvió a hundir entre la sepultura de sus sábanas”.40 Recibir la

comunión es para Susana el encuentro con Florencio, su difunto marido y su único amor.

La recepción de la hostia es para ella no la comunión con la muerte sino que es comunión

con el amor. Por eso puede morir con la tranquilidad que ni el cura ni el terrateniente

tienen.41 La situación de Rentería se torna aquí desesperada, ¿Dónde encontrar la liberación

que necesita? ¿Cómo redimir su culpa? ¿Dónde encontrará el perdón? La trascendencia no

38 Cf. pp.5939 Pensamiento del P. Rentería previo a la descripción de la muerte de Eduviges Dyada. Cf. pp. 3040 Cf. pp.9641 Cf. Op. Cit. Trigo, pp.240

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le es cercana, la inmanencia es lo único que tiene: tendrá que buscar la añorada libertad y

luchar por ella, se tendrá que unir a la rebelión y levantarse en armas.

Comentario final

El pueblo de Comala se muestra en la novela con las categorías propias de un

personaje colectivo, es en este personaje donde las individualidades se asoman describiendo

el todo de su personalidad. Una preocupación permanente por las interrogantes de sentido

que brotan de toda existencia: el amor, el sufrimiento, la salvación, la muerte, la vida, el

perdón, la culpa, la opresión, en definitiva la humanidad, queda expresada bajo un

entramado de silencios, donde nadie nunca termina de decir lo que tiene que decir. Comala

es la encarnación de aquello que hondamente es el ser humano, en toda su simultaneidad.

Algo que decir del ser humano, algo que decir de Dios; realidad antropológica, realidad

teológica; el tiempo que transcurre en un no tiempo, el cronos que se hace ocasionalmente

kairos; un lugar sin lugar, donde convergen mito e historia, fe y vida. Amor y odio, que se

entremezclan en enfrentamientos que se solicitan como atracción-repulsión, afirmándose y

enfrentándose para encontrarse, para crecer y avanzar, o para caer irremediablemente y

autodestruirse. En este sentido y más allá de lo discutible entre texto y mundo,

experimentamos la necesaria solicitud del misterio que se re-escribe, entre la ficción y la

realidad, moviéndose entre mundos posibles.

 

Esto es lo que permite aventurar la apuesta por una comprensión literaria que puede

ser teológica; pues así como Pedro Páramo encarnaba la violencia física, el padre Rentería

muestra la máxima expresión de la violencia espiritual. Esta negación espiritual que se

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vislumbra en el cura, muestra en la novela la fragilidad de la mediación eclesial

comprendida como poder hacia la salvación. El padre Rentería es el único que posee el

poder necesario para dotar al pueblo de la ayuda que éste solicita; sin embargo, no lo hará.

El camino del poder que entonces se muestra en todo su esplendor negativiza toda realidad

de Dios, y al hacerla negativa la transforma en positiva, la iglesia de Comala en la locura

del no ser, comienza a expresar el ser real, y el camino posible para una Iglesia de Cristo.

La dolorosa actitud del sacerdote del pueblo, no obstante, nos impulsa a comprender

y descubrir un camino de redención a través de la Iglesia –ya no la de Comala– sino la

peregrina, purgante y celeste. El espíritu que conduce la Iglesia toda, se plasma en la obra

en la negatividad de su presencia. Estamos frente a una aproximación teológica. El Espíritu

de Dios que misteriosamente “interviene” en la obra misma. En este sentido reconocemos

una novela, que al decir teológica, supone una presencia de Dios en ella. El espíritu que

subyace en la obra, plasma en último término, una experiencia teológicamente vital. Un

decir divino, que adviene a través del acto creador humano. Espíritu creador, que en

palabras de Jesucristo, garantiza su presencia todos los días hasta el fin de la historia.42

42 Cf. Mt 28,20

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COMENTARIO FINAL