Introducción Lingüística Sistémico Funcional
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Lingüística Sistémico Funcional
Este trabajo se centra en torno al lenguaje como objeto de estudio, abordado a partir
de la Teoría Sistémico Funcional, desarrollada por Michael Halliday, cuyo capítulo 1 del
texto de su autoría denominado El lenguaje como semiótica social. La interpretación social
del lenguaje y su significado (1982), nos sirve de base teórica para nuestra explicación.
Considerar al lenguaje como semiótica social implica estudiarlo desde una
perspectiva sociológica, y así observarlo a partir de su uso, es decir, en la interacción entre
los individuos dentro del seno de cada cultura, constituida por diferentes sistemas de
significados, construidos colectivamente, entre los cuales el lenguaje se constituye como
fundamental, ya que sirve para organizar a los demás. De esta manera, se adopta un punto
de vista “inter- organismos”, ya que permite estudiar al lenguaje desde el exterior, es decir,
a partir del lugar que ocupa en la sociedad, en contraste con una óptica “intra- organismos”,
que supone el análisis de los modos de funcionamiento y procesamiento internos que
subyacen al acto de hablar y entender. Dentro de este esquema, Halliday se interesa
específicamente por el rol que juega el lenguaje en el proceso social de desarrollo de un
individuo, con el fin de aplicar su conocimiento al ámbito educativo, considerado como un
espacio más de aprendizaje, que configura y prepara al niño para vivir en sociedad. El
lenguaje es entonces el factor que determina cada instancia en la constitución del ser
humano como persona. Desde su perspectiva biológica, el hombre se encuentra
determinado a vivir con otros de su misma especie, a interactuar con ellos; pero lo que lo
diferencia del resto de los seres vivos es el hecho de que esta interacción se realiza
mediante la utilización de sistemas de símbolos abstractos que constituyen las diferentes
lenguas dentro de cada cultura. Utilizar el lenguaje para comunicarse con los demás,
implica poseer la capacidad de aprender la lengua del entorno, en el cual los sonidos y
gestos a los que en la infancia se le confiere un significado práctico van progresando
gradualmente hasta llegar a la adopción definitiva del lenguaje de un adulto. Vemos
entonces como el lenguaje es el factor que distancia al hombre definitivamente de los
demás seres vivos y le permite vivir en sociedad, lo que lo convierte, no ya simplemente en
un organismo vivo, sino en una persona. De esta manera, configura y moldea su vida con
respecto a los demás, es decir, crea y desempeña diferentes papeles sociales, establecidos
mediante las relaciones sociales en las que interviene. Otra vez el lenguaje resulta decisivo,
ya que las relaciones con los demás - que permiten al individuo posicionarse ante ellos y
representar diversos roles dependiendo de la situación - se manifiestan a través de la
mediación de aquél. En palabras de Halliday “(…) el individuo es considerado como la
configuración de un número de papeles definidos por las relaciones sociales en que
participa, a partir de esos papeles sintetiza él una personalidad“. (1982:25).
Hemos visto hasta aquí como el lenguaje es fundamental para la socialización, y es
pertinente preguntarnos entonces de qué modo es aquél utilizado por la sociedad de manera
que resulte eficaz para sus propósitos. Es en este punto cuando Halliday sienta sus bases
desde el funcionalismo, lo que supone estudiar al lenguaje a partir de las funciones que
puede desempeñar, es decir, a partir de los diversos usos que le confieren las personas en
tanto hablantes/oyentes, delimitados por el contexto. Cada función o uso del lenguaje se
encuentra asociado, colectivamente, a un conjunto de significados, determinados de
acuerdo a lo que se quiera hacer significar con ellos. La gramática de cada lengua
representa de manera sistemática todas estas funciones y así se encuentran a disposición de
los sujetos para que estos elijan la que se adecúa a sus objetivos. En este sentido, cada
lengua no representa una estructura cerrada sino que, por el contrario, es un sistema para
crear e intercambiar significados que clasifica y permite la selección de los elementos que
resulten pertinentes para cada situación concreta. El contexto resulta de este modo
pertinente, ya que es a partir de él que opera la elección, y que va a depender del tipo de
circunstancia en que es utilizado el lenguaje, es decir, de la acción social que se esté
llevando a cabo (campo), de las relaciones que se establecen entre los participantes de la
interacción lingüística (tenor), y de las funciones que esté allí desempeñando el lenguaje, es
decir, de su organización (modo). (1982:48).
La evolución del lenguaje infantil al adulto es representada por Halliday mediante la
transición del concepto de “función” al de “metafunción”. Si el niño utiliza el lenguaje a
partir de los diferentes usos que le puede dar y que se acomodan a sus necesidades, el
cambio se produce cuando esos sonidos y gestos se convierten progresivamente en un
lenguaje mucho más abstracto, dominado por reglas finitas, que es la representación
mediante una serie de símbolos de la diversidad de funciones en las que participa una
persona adulta. El concepto de metafunción hace referencia a la funcionalidad del lenguaje,
la cual se manifiesta en un conjunto de funciones de carácter general, ya que son comunes a
todas las culturas humanas. Halliday distingue cuatro: el lenguaje tiene que organizar
nuestra experiencia colectiva, y reducirla a un sistema de códigos de manera que podamos
referirnos a ella por medio de su uso; tiene que manifestar relaciones básicas propias del
sentido común; tiene que poder expresar los diferentes sujetos que intervienen en la
enunciación, así como también nuestras creencias, juicios, sentimientos y emociones; y por
último, debe tener siempre en cuenta el contexto de situación en el cual se produce un acto
verbal.
Consideraciones finales
La percepción del hombre no sólo se limita a lo inmediato, es decir, no sólo es consciente,
por medio de estímulos externos, del entorno que lo rodea, sino que también – y esta es la
verdadera esencia humana – puede hacerlo de manera interna, por medio del lenguaje. Esta
herramienta es la que lo separa definitivamente de las demás especies de seres vivos, y la
que le permite salir de los límites de la experiencia sensorial, y así individualizar las
características de todos los fenómenos del mundo, y categorizarlos por medio de un sistema
de conceptos que no tienen realidad propia, pero que sí pueden manifestar lo que
representan. La utilización de un lenguaje supone su conocimiento por parte de la
comunidad que lo utiliza, y que también lo crea, porque si bien es un legado cultural, se va
renovando y especificando a medida que van surgiendo diferentes actividades en las
diversas esferas sociales que conforman cada cultura.
Bibliografía
Halliday, Michael (1982). El lenguaje como semiótica social. La
interpretación social del lenguaje y del significado. Fondo de Cultura
Económica.
Lectura complementaria
Ghio, Elsa; Fernández María Delia (2008). Lingüística Sistémico Funcional.
Aplicaciones a la lengua española. Waldhuter Editores.