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Introducción "Somos de la misma materia de que están hechos los sueños, y nuestra pequeña vida se encierra en un sueño." William Shakespeare, La tempestad.

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Introducción

"Somos de la misma materia de que están hechos los sueños,y nuestra pequeña vida se encierra en un sueño."

William Shakespeare, La tempestad.

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I. De los motivos que inspiran estaindagación

En un pasaje de El Príncipe NicolásMaquiavelo enuncia un argumento que fue adop-tado con pocas reservas por la tradición filosófi-ca. Me refiero al antagonismo entre imaginacióny realidad. Leamos el pasaje.

"Pero siendo mi interés escribir algo útil paraquien lo lea, me ha parecido más convenientebuscar la verdadera realidad ("veritd effectua-le") de las cosas que la simple imaginaciónde las mismas. Y muchos se han imaginadorepúblicas y principados que nunca se hanvisto ni se ha sabido que existieran realmente;porque hay tanta diferencia de cómo se vive acómo se debe vivir, que quien deja lo que sehace por lo que se debería hacer, aprende másbien su ruina que su salvación ... " (1992, 129,el destacado es mío)

Como podrá apreciar el amable lector, eltexto, citado frecuentemente como paradigma delrealismo político, es un sugerente pre-texto queinvita a pensar en torno al estatuto filosófico dela imaginación y sus relaciones con la "verdaderarealidad", así como a preguntarse por esas "repú-blicas y principados imaginarios" y la relación quetendrían con la imaginación, el discurso y lo histó-rico-social, y a repensar, a la vez, de manera nove-dos a -hasta donde lo permita el alcance de estaindagatoria-, la compleja relación de sujeto y obje-to, psyche y realidad, pensamiento, conocimientoy transformación efectiva de lo real-social.

En nuestros tiempos predomina un climaantiutópico. El discurso del poder dominante ylos discursos subalternos, no cesan de proclamar

la muerte de la utopía -"la utopía de una sociedadsin utopías" (Hinkelammert, 1990, 13ss)- en unoscasos, o el agotamiento de las energías utópicasy la declinación del imaginario correspondienteen otros (Habermas, 1994, 113ss). Por lo cual hecreído significativo ensayar una elucidación deesos objetos discursivos que Maquiavelo llama"repúblicas y principados imaginados" y que aquíllamaré ciudades imaginarias, de sus relacionescon la ficción, la utopía, la crónica y la historia,en pos de evaluar sus consistencias e inconsisten-cias teorético-discursivas así como las tensionesque las atraviesan, y sugerir otros posibles enfo-ques que, contrario a ese espíritu de los tiemposque corren, permitan entender esa propensiónal utopismo y a la ficción que otros autores hanpuesto de relieve (Manuel, 1984, t. 1, 18) Yque, adiferencia de Maquiavelo, expresan su necesidad,utilidad y vigencia.

11. De los temas e ideas germinales

Las ciudades imaginarias -o imagópolis,como también las llamaré- constituyen el objetode estudio que confrontaré a partir de la recon-ceptualización y revalorización teórica que estainvestigación aportará en torno a la imaginación.De tal modo que el tema subyacente es el relativoa una filosofía de la imaginación: es decir, laindagación de la intrincada problemática epis-temológica, ontológica e histórico-social queaquélla connota en algunos momentos del pensa-miento filosófico.

Se trata, por lo tanto, de un estudio quebusca dilucidar una temática eminentementeteorética-discursiva: a partir de una indagación

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de los desarrollos de la imaginación en diversascorrientes y pensadores filosóficos -que han sidoseleccionados cuidadosamente a fin de darle con-sistencia a las propuestas metodológicas y concep-tuales sostenidas en este documento-, procederéal análisis y teorización de unas producciones dediscurso específicas: las ciudades imaginarias.

Como el lector podrá apreciar, el textomaquiaveliano citado consiste en una declaraciónutilitaria, pragmática y realista, con la que el autorintenta distanciarse de una hipotética ineficaciade los recursos imaginarios y de la utopía. Latesis que argumentaré es, in nuce, que, contrarioa esta idea, dichos recursos instituyen todo utili-tarismo, pragmatismo o realismo; que la mismaconcepción de tales posiciones es imposible sinun imaginario que los trame de parte a parte, quelos articule y les dé consistencia discursiva. Demodo que la imaginación, en este estudio, no seráequivalente a mera ficción evasiva, ensoñacióndiletante o idealismo onírico -aunque tambiénhace posible todo esto-, sino que, por el contra-rio, urde todo acto y pensamiento humano, tantoindividual como social, desde el más contempla-tivo o delirante, hasta el más pragmático y con-creto. La concepción de Maquiavelo puede deno-minarse fetichismo de realidad -para usar untérmino elaborado por Cornelius Castoriadis-, ycomo veremos, parte de una concepción ingenuadel psiquismo, así como de una inadecuada valo-ración del papel desempeñado por la imaginaciónen la constitución del conocimiento y de la accióntransformadora sobre la naturaleza y la sociedad.De forma que, cuando recomienda al príncipe elvademécum de realismo y efectividad política, elpensador florentino recurre a todo un imaginariosocial, a los recursos propios de una imaginaciónprolija que privilegia ciertas ideas-concepciones-acciones en detrimento de otras.

III. De las ciudades imaginarias

Con esta denominación, como veremos endetalle en el corpus del trabajo, busco designartodo tipo de constructos discursivos que postulenciudades-sociedades humanas: desde las pura-mente ficcionales, producto de una deliberadafabulación literaria, pasando por las que plantean

proyectos societarios utópicos generalmente orien-tados hacia la acción política, hasta las ciudadesque son descritas por el cronista o el historiador.

Las ciudades imaginarias se ocupan de ladescripción de múltiples lugares complejos oescenarios que adquieren concreción discursivaen la literatura, la filosofía (utopías y ciudadesfilosóficas), la crónica y la historia; estos géneros,a su vez, encuentran en la actualidad una expre-sión diversa en formatos narrativos tales como elcine, la televisión, las caricaturas, el urbanismo(tanto el constructivo como el ficcional), e inclusoen el nuevo soporte digital que ofrece internet.

Al elegir este término, he intentado acuñaruna denominación más amplia y comprensivaque la referida usualmente por el término utopía.Esto debido a que generalmente la utopía proponela intención de concretar proyectos societarios afuturo, y por ello está más ligada a la filosofíapolítica y en buena medida a la praxis reformista

- o revolucionaria. En cambio las ciudades ima-ginarias abarcan ese amplio universo de relatosurbano-societarios, algunos de los cuales no con-templan en su propuesta una exigencia praxioló-gica ni una concreción histórica y quedan inscri-tas en un terreno meramente ficcional, con lo quesu interés es eminentemente estético; otros relatosson fundamentalmente descriptivos y se produ-cen como un discurso testimonial, consecuenciade la crónica de viajes o de la historiografía.

En este estudio busco demostrar que las ciu-dades imaginarias poseen, unas más que otras, uncierto contenido de ficción o fantasía, pero quetodas ellas están tramadas imaginariamente, setrate, tal y como decía anteriormente, de relatosliterarios, utopías, o crónicas e historias'.

De hecho, y para efectos de ilustrar el tópico, Marxy Engels polemizaron con el que ellos mismosdenominaron "socialismo utópico" (Cabet, SaintSimon, Fourier, Owen), término que hacía alusiónal contenido más o menos fantástico e imaginariode aquel tipo de proyectos societarios, frente a loscuales ellos oponían un socialismo que autodeno-minaron "científico" debido a su incorporación dela economía política y del materialismo históricoy dialéctico. Un análisis riguroso pondría de relie-ve la trama imaginaria de todo tipo de proyectosocial, tanto el de los "socialistas utópicos" comoel marxista.

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FILOSOFÍA DE CIUDADES IMAGINARIAS. FICCIÓN, UTOPÍA E HISTORIA

En la narracion mítica aparece ya la des-cripción de los primeros escenarios imaginarios,muchos de ellos relatados como paraísos o ciu-dades celestes habitados por dioses o entidadesmíticas, así como infiernos, ciudades terrenales osubterráneas en donde viven demonios, animalesfantásticos y fuerzas relacionadas con el mal,la desgracia, la catástrofe, la incertidumbre o elhambre (Mosterín, 1983, t. 1, 8 ss; Manuel, 1984,55,tI ss).

En la escritura posterior, vamos a encontraruna profusión de este tipo de relatos en varios delos géneros que he mencionado anteriormente.En la obra de Hornero, Hesíodo y Ovidio, asícomo en la Ciropedia de Jenofonte, en algu-nos pasajes de la Biblioteca de la Historia deDiodoro Sículo, y en las vidas de Solón, Licurgoy Plutarco, se encuentran narradas, con mayor omenor precisión, diversos escenarios imaginariosde tinte utopizante. Platón ideó algunas ciudadesimaginarias en la República, en las Leyes, en elCritias y el Timeo. Luciano de Samosata, en untono satírico, legó una secuela de relatos de viajesa islas paradisíacas, los que había heredado de lasnovelas helenísticas, muchas de ellas desapareci-das (Manuel, 1984, t. 1, 14). Aristófanes en Lasaves fabula sobre una ciudad construida en lasnubes. Las crónicas y la historia desde Herodotoy Tucídides narran multitud de eventos ocurridosen las ciudades de la época.

A lo largo del medioevo, con la De civitateDei de San Agustín se propicia una vasta relaciónde ciudades celestes, inspiradas por el imaginariomilenarista y apocalíptico propio del cristianis-mo. Esa producción discursiva se vio animada,además, por las disputas y escisiones eclesiás-ticas, la beligerancia de sectas y movimientoscismáticos; cada cual a su manera daba versionespeculiares de la Nueva Jerusalem, de la Ciudadmilenaria, así como de otros escenarios fantásti-cos, tales como los descritos en el país de Jauja,en la cena de Porfirio, o en las carmina burana,entre otros. En las obras de Chaucer (Cf. Loscuentos de Canterbury), Petrarca (Cf. África. Loshechos memorables), Dante (La divina comedia),Boccaccio (Decamerón), Rustichello de Pisa (Losviajes de Marco Polo, o Libro de las maravillas)o Juan de Mandeville (Libro de las maravillas del

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mundo), así como en algunos textos anommos,encontramos descripciones y fabulaciones deciudades imaginarias, producto de las crónicasde los viajeros medievales o de elaboracionespoéticas y narrativas.

Con los utopistas renacentistas europeos, latemática adquiere preeminencia. Thomas Moro,con su Utopía, proporciona un nombre clave-y en cierto modo un estatuto conceptual, aun-que provisional y en constante discusión- paradenominar este tipo de constructos discursivos.De hecho, a partir de entonces se denominaronutopías no sólo a las elaboraciones posteriores alRenacimiento, sino también a las anteriores.

Las edades moderna y contemporánea hanproducido una ingente cantidad de imagopolisque han rebasado el discurso filosófico y litera-rio, encontrando un fértil desarrollo en algunosde los formatos narrativas ya mencionados (cine,televisión, caricaturas, etc.) cuya característicaprincipal es la preeminencia de lo visual frentea lo escrito.

La profusión de este tipo de construccionesdiscursivas y la amplia cantidad de fuentes dis-ponibles, hace imprescindible la tarea de precisarconceptualmente las matrices que les dan origen,así como sus texturas ideacionales y filosóficas,sus modelos narrativos y sus raíces históricas yculturales.

Por sus características peculiares, las ciuda-des imaginarias, en tanto elaboraciones discursi-vas, constituyen un tema que involucra a la filo-sofía en el ámbito del psiquismo, el lenguaje, elarte y la política, además de generar y demandardesarrollos interesantes en el orden lógico, epis-temológico, ontológico y estético. En la presenteinvestigación este conjunto de temas y categoríasfilosóficas se articularán, en una suerte de derivao diseminación, a partir de la elucidación de unafilosofía de lo imaginario como instituyente de losocial-histórico.

IV. Del discurso sobre las ciudadesimaginarias

En la narrativa de las ciudades imaginariasse encuentran diversas tensiones que surgen, porun lado, de la confrontación entre sus géneros

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utópico y el consecuente esfuerzo por definir sucondición teorética, que el discurso propio de lautopía política puede diferenciarse de la ficciónliteraria.

La segunda tensión es la que se produceentre las ciudades imaginarias en su conjunto ylas ciudades reales. Por ciudades reales entiendolas que están ahí, o bien las que estuvieron ahí, esdecir, las que han sido producto de experienciashumanas e histórico-sociales concretas. Por locual debemos entender que las ciudades realesson metadiscursivas, es decir, desbordan lo pura-mente discursivo y se constituyen en megaobjetosfácticos, funcionales, utilitarios, habitables, tran-sitables, visualizables, audibles, productivos yestéticos, pero, a la vez, por una especie de efectodialéctico-recursivo", es posible leer en ellas eldiscurso que instituye su profusa conformaciónsimbólica y sígnica, fuente de una semiosis ili-mitada, en tanto constituye el habitáculo de una-experiencia concreta de vida histórica y socialhumanas. Esta tensión permite un contraste rela-tivo entre ciudades imaginarias y ciudades reales.Ambos constructos guardan autonomía y a la vezestán imbricados de cierta manera, sin que deuno se siga el otro mecánicamente -una ciudad

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narrativos y, por otro, de su contrastación con lasciudades reales.

De este modo, entre las ciudades utópicas ylas ficcionales -que son las que postulan el uto-pista y el fabulador, con un sentido desiderativoyo estético-, y, por el otro lado, las ciudades quedescribe el cronista y el historiador, que son decarácter testimonial y descriptivo, la tensión quemenciono tiene que ver con el estatuto discursivo,la objetividad/subjetividad y la veracidad de susrespectivos discursos. Estamos en un ámbito dis-cursivo en el que por un lado se genera la ciudadideal, que consiste en una construcción a prioripor parte de quien las imagina, y por otro ladola ciudad narrada que se plasma en la crónicade quien está describiendo un constructo urbanoreal, fáctico, a posteriori. Mi propuesta es queambas construcciones discursivas son giros de unproceso imaginario equivalente, que implica unconjunto de presupuestos lógicos, epistemológi-cos, ontológicos, estéticos, políticos y culturalesrelevantes tanto para el proceso de ficcionali-zar como de describir ciudades, sin los cuales,además, como buscaré argumentar a lo largo deeste estudio, no es posible ninguna elaboraciónintelectual significativa. Una tensión similar, perode menor intensidad, la encontramos entre lasciudades utópicas y las fabulosas. Su contraste esmenor, puesto que ambos géneros se han mezcla-do habitualmente y no es sino a raíz de una vastacrítica, aunque relativamente reciente/, del género

2 Una crítica sistemática del género utópico seinicia con el marxismo durante el siglo XIX.Destacados pensadores posteriores tales comoErnst Bloch, Karl Mannhein y Herbert Marcuse,entre otros, prosiguieron una elaboración crítica,con diversas orientaciones y resultados, lo queha enriquecido el género y problematizado suestatuto teórico y conceptual. Autores de la tallade Sigmund Freud y Max Weber, así como unaamplia gama de autores marxistas y anarquistas,han ejercido una influencia muy fuerte aunque nohayan desarrollado sistemáticamente la temáticautópica. A ellos se le debe añadir una conste-lación de literatos que han creado y recreadoutopías y antiutopías, de estudiosos del géneroasí como de historiadores de las ideas utópicas.En América Latina la producción crítica en tornoal pensamiento utópico ha sido abundante y

muy significativa. Revolucionarios, pensadores,militantes de diversas orientaciones políticas lehan dado al tema una importancia y una vigen-cia de primer orden para nuestro continente.Entre los autores destacados deben mencionarsea Fernando Ainsa, Franz Hinkelammert, HoracioCerutti, Arturo Andrés Roig, entre otros. Pero setrata de un proceso relativamente reciente si locomparamos con la longevidad del género.

3 El concepto de recursividad lo usaré metafórica-mente para aludir a la dinámica de los procesoscomplejos de significación, los cuales sugieren lamultifocalidad de los diversos niveles de lectura ysignificación, así como su multidireccionalidad ysu múltiple implicación. Lo he tomado, de formaamplia y no estricta (es decir sin aspirar a unarigurosidad matemática), a partir de su concep-tualización por parte de Douglas R. Hofstadteren su obra Goedel, Escher, Bach. Cf. caps. IIIy V. En el desarrollo de mi exposición se podráinteligir su relación con la propuesta de CorneliusCastoriadis en torno a una lógica y una ontologíano conjuntista e indeterminada.

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real nunca ha sido un calco determinista de unaciudad imaginaria, tampoco a la inversa.

Sin embargo, mi interés recaerá sobre la pri-mera tensión (ciudades ficcionales y utópicas/ciu-dades descritas por el cronista-historiador), todavez que lo que me interesa es discutir y argumentaren torno a los procesos imaginarios y discursivosque suceden en el umbral que produce dicha ten-sión. De la segunda tensión (ciudades imaginarias-ciudades reales) no me ocuparé, ya que requeriríade una investigación distinta, tal vez más cercana auna filosofía del urbanismo y de la arquitectura, loque, como se comprenderá, no es el foco de interésespecífico del presente trabajo.

v. De la hipótesis

Las reflexiones que articulan este trabajo sehan producido a partir del siguiente planteamien-to hipotético: "Los procesos discursivos consis-tentes en ficcionalizar (lo prospectivo/desiderati-va propio del utopista o del artista) por un lado, yen describir (propio del cronista o el historiador)por el otro, son -a partir de un cierto enfoquede la filosofía de la imaginación- esencialmenteequivalentes, ya que la construcción discursiva,tanto a priori (ficcionalizar), como a posterio-ri (describir), está tramada por un conjunto decategorías lógicas, epistemológicas, ontológicas,estéticas, políticas y culturales que le dan consis-tencia al acto imaginario que sirve de base paraambas producciones discursivas."

Lo anterior brinda una propuesta de investi-gación para confrontar esa corriente teórica queCastoriadis ha denominado fetichismo de reali-dad y que, como veremos, tiene distintos maticesy énfasis.

El fetichismo de realidad, como señalamosanteriormente, está llanamente expresado porese realismo ingenuo presente en el texto deMaquiavelo. Sin embargo, es también una ideaque ha prevalecido en cierta orientación de lasciencias sociales contemporáneas, producto, enbuena medida, de una interpretación mecanicistadel marxismo. Me refiero a posturas en las quese jerarquizan y se fijan categorías tales como"infraestructura" y "superestructura", "teoría" y"práctica", "ideología" y "ciencia", "objetividad"y "subjetividad", entre otras. En relación con estas

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dos últimas, ha sido usual caracterizar la crónica,la descripción histórica o el análisis sociológicocomo "objetivos"; y contrario sensu, a la narra-ción utópico-filosófica, los discursos estéticos-literarios, tales como la poesía y la narrativa,como discursos "subjetivos". De aquí se derivanjuicios peyorativos y retóricas a nivel de la comu-nicación cotidiana y criterios de evaluación polí-tica que se utilizan para desautorizar o privilegiarciertas formas de discurso, así como diversaspautas teoréticas para juzgar -a mi criterio inge-nuamente- la validez de aquellas construccionesnarrativas que se ubican en uno u otro campo. Esusual que en ciencias sociales se privilegie unaelaboración teórica que, siguiendo ciertas pautasde escritura, composición y estilo, se considere"objetiva", y, a la inversa, se desestime el aportede aquellas otras que, apartándose de ese tipo depautas, se caracterizan como "subjetivas". La ideaque sustentaré al respecto es que cualquier cons-trucción discursiva (fábula, utopía, novela, crónicahistórica, diagnóstico sociológico, etc.) parte deuna trama imaginaria fundamental, lo que aquíllamaré un "imaginario", y que será la intencio-nalidad del sujeto discursante,primafacie, la quedefina su carácter fabulador, intimista, ensoñador,realista, objetivista, o bien la mezcla de esoscaracteres. A lo cual debe agregarse, sin embargo,otros factores que eventualmente pueden trans-formar el carácter de un discurso. Por ejemplo,un texto de física griega antigua ha perdido suvocación "objetiva" (pese a la intención originaldel autor) y conserva actualmente un interés detipo literario, filosófico, histórico, estilístico oestético. Este aspecto tiene que ver con la lecturahistórica que se hace de un texto, con su ajustea la realidad -su tensión o efecto ontológico- ycómo es evaluada desde otros imaginarios. Noobstante, no es tan sencillo eliminar el trasfondoobjetivo de un texto de aquella naturaleza: puedeque ciertas lecturas permitan, por medio de unaaproximación hermenéutica, interpretar la dimen-sión objetiva de la sociedad que lo hizo posible.Así, la intención del sujeto discursante es un ele-mento relativo y provisional, que por sí mismo noasegura la lectura o recepción de un texto en uno uotro de los sentidos apuntados. Serán de una granimportancia, al respecto, los temas de la referen-cialidad y de la tensión ontológica, así como lo

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filosóficas que en su momento conformaron uncorpus filosófico ortodoxo y con peligrosos visosdogmáticos.

Al respecto es oportuno mencionar que la crí-tica castoriadiana ha logrado una suerte de síntesisde algunos desarrollos teoréticos presentes en lascorrientes filosóficas señaladas. Así por ejemplo,frente a la usual separación y confrontación entrepsicoanálisis y marxismo", Castoriadis busca unasíntesis entre el psiquismo y lo histórico-social,intentando superar tanto el lastre biologista ymecanicista del primero, como el carácter deter-minista y funciona lista del segundo. Sin embargo,tal síntesis no es una mera hibridación, ya queCastoriadis las extrae de la lógica conjuntista y laontología de la determinidad, para restituidas enuna lógica-ontología de la indeterminidad (apei-ron)5, con lo cual transforma sustancialmente sucarácter, potenciándolas como instrumentos con-ceptuales más ricos y complejos.

Para Castoriadis, la lógica conjuntista y laontología de la determinidad constituyen la matrizesencial de la tradición filosófica, y consisten,sucintamente, en una propensión teorética a agotarlas dimensiones del ser en el ámbito de lo quepuede ser ordenado y clasificado en conjuntos.Complementariamente, es lo que puede ser enten-dido en una perspectiva ontológica dominada porun determinismo con pretensiones de establecerel orden de lo existente en términos precisos yacabados, lo cual, como se podrá vislumbrar, esel campo propicio para el desarrollo de las pos-turas dogmáticas y mecanicistas presentes tantoen el marxismo como en el psicoanálisis a raízde diversas influencias del funcionalismo y delestructuralismo.

En este sentido, la labor castoriadiana consisteen liberar múltiples categorías de los tratamientos

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relativo a la recepción imaginaria y la semánticade los textos -aspectos que desarrollaré a lo largode la investigación.

De esta forma, este trabajo se orienta asostener que el momento subjetivo de toda cons-trucción discursiva es básico y fundamental, en lamedida en que expresa algún tipo de imaginarioque ha sido asumido tanto en el plano individualcomo social; lo cual no implica que se trate delimaginario política y culturalmente dominante,ya que puede consistir en la manifestación deimaginarios emergentes, alternativos, transgre-sores o revolucionarios, los que tienen vigenciapara ciertos sectores y actores que los encarnanpolítica y socialmente, y que concurren en elespacio societario para disputar la hegemonía delimaginario instituyente. Por ello las categorías desubjetividad y objetividad, entre otras, pierdenesa condición absoluta y toman un sentido rela-tivo y dinámico: todo imaginario está compuestopor una constelación de elementos "subjetivos" y"objetivos", que responden al proceso de la cons-trucción de la subjetividad, a la compleja tramaimaginaria que produce la socialización del suje-to discursante y praxiológico, y es justamente porese tamiz por el que pasa todo discurso, inclusoel más "realista" y "objetivizante".

VI. Del marco teórico

Esta investigación encuentra su apoyo teoréticofundamental en una vertiente del pensamiento con-temporáneo, específicamente en la obra del filósofoanarquista Cornelius Castoriadis relacionada con lafilosofía de la imaginación instituyente.

En ese sentido, el marco teórico-metodológicoque pondré en práctica se alimenta de la crítica rea-lizada por Castoriadis al marxismo, al anarquismo,al psicoanálisis y a la semiótica, en sus versionesestructuralistas o funcionalistas. Pero esa críticabusca rescatar y potenciar -a fin de encontrar desa-rrollos más fértiles y sugerentes- aquellas catego-rías y marcos conceptuales que, en las corrientesmencionadas, sufrían significativos reduccionis-mos y empobrecimientos. En el enfoque propuesto,entonces, asumiré un instrumental teorético quecombina distintas categorías y metodologías sur-gidas de esa labor crítica y constructiva, y de laconsecuente superación dialéctica de las matrices

4 Conviene recordar que Wilhelm Reich, HerbertMarcuse y Erich Fromm -cada cual con distintasorientaciones- son algunos de los primeros pen-sadores que logran una síntesis de tesis marxistasy psicoanalíticas.

5 En los parágrafos §4, §5, §9 Y §1Oespecificaréen detalle y desarrollaré ampliamente lo relativoa esta lógica-ontología de la determinidad y de laindeterminidad propuesta por Castoriadis; aquítan sólo enuncio algunos aspectos preliminares.

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reduccionistas y burdamente conjuntistas y clasifi-catorios e incorporarlas en una matriz más dúctil,libre del determinismo y los meros juegos deopuestos, tan preciados por el estructuralismo.

De igual modo, Castoriadis procede a postularnuevas categorías (magma, imaginario, significa-ciones sociales imaginarias, etc'), las cuales estánpensadas desde una nueva concepción indetermi-nista y le permiten llevar adelante su investigación,logrando aportes teóricos sustantivos para unenfoque novedoso de la filosofía de la imaginacióny su articulación histórico-social''.

No obstante, hay que señalar que esa nuevalógica-ontología indeterminista comprende a lalógica-ontología determinista y conjuntista -ala que Castoriadis también llama ensidica'=, locual significa que el proceso reflexivo se mueveen esos dos registros, puesto que la primera noinvalida la segunda, de modo tal que el trabajo deargumentación y exposición, a costa de arriesgarsu clara intelección, debe necesariamente usar losrecursos tradicionales del determinismo y la cla-sificación conjuntista. Lo que hace Castoriadis,en este sentido, es señalar constantemente loslímites de la lógica-ontología tradicional, ubicán-dola en un ámbito de su reflexión, pero advirtien-do constantemente que no es la única posible, quese trata de un recurso de exposición y desarrollo,válido pero insuficiente y limitado a la hora deconfrontar temas como lo imaginario, el incons-ciente, lo histórico-social, etc.

En la exposición y escritura de esta investi-gación -como lo está obligado todo discurso que

6 Autores como Gastón Bachelard, Henri Bergson,Jean-Paul Sartre, Martin Heidegger, Gilbert Durand,Wilhelm Szilasi, Philippe Malrieu, Paul Ricoeur,María Noel Lapoujade, Bronislaw Baczko y MaurizioFerrari, entre otros, también han desarrollado impor-tantes estudios filosóficos sobre la imaginación yel imaginario a partir de diferentes enfoques, entrelos que se pueden mencionar la fenomenología, elestructuralismo o la hermenéutica. Aquí emplearéalgunas de esas contribuciones. Sin embargo, la obrade Castoriadis será la fuente principal.

7 El término es el apócope de las palabras france-sas ensemblista-identitaire. El traductor ha prefe-rido mantener la forma original de la abreviatura(Cf. Castoriadis, 1998b, 25, nota al pie).

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busque su inteligibilidad- se procede igualmentede acuerdo con la lógica-ontología conjuntistadeterminista (la estructura sujeto-predicado y laorganización y correspondencia de elementos sig-nificativos). Su uso es necesario para la explicita-ción de la misma lógica-ontología no ensídica. Esdecir, si bien se buscará señalar constantementelos límites y aporías de ese marco lógico-ontoló-gico específico, esto se hará en términos identi-tarios y conjuntistas, por lo que la argumentaciónen términos no ensídicos se refiere, no a unaforma discursiva propiamente hablando, sino alesbozo de un horizonte filosófico en el que seaposible postular los problemas teóricos y metodo-lógicos en su complejidad, en sus contradiccionesy aporías, así como en su densa imbricación,surgidos en el proceso reflexivo.

VII. De los contenidos

Como ya lo mencioné, el contenido de estaobra está tramado por el tema de la filosofía dela imaginación, el cual subyace y articula el temacentral, a saber, el de las ciudades imaginarias.

La primera parte está dedicada, en conse-cuencia, al estudio del tema de la imaginacióny del discurso. En el primer capítulo realizo unarecapitulación selectiva y un estudio crítico de loque he considerado como algunos de los momen-tos más significativos para el desarrollo de unafilosofía de la imaginación. Por las característicasde esta indagación, estudiaré, con cierto nivel dedetalle, las interpretaciones del psiquismo, la pro-blemática epistemológica y el proceso en el quese va decantando el estatuto de la imaginaciónen autores como Platón, Aristóteles, ImmanuelKant y Cornelius Castoriadis, principalmente.Con ello me interesa dilucidar una propuestateórica consistente sobre la imaginación, el ima-ginario, el discurso y lo histórico-social, con elfin de sustentar mi reflexión sobre las ciudadesimaginarias.

En el segundo capítulo realizo una inda-gación filosófica en torno al discurso, para locual considero los aportes del estructuralismo, lahermenéutica y la teoría del imaginario, a partirde autores como Roland Barthes, Paul Ricoeur yCornelius Castoriadis, de quien retorno lo desa-rrollado en el capítulo anterior.

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Los capítulos cuarto, quinto y sexto, estudianlas ciudades literarias, utópicas e históricasrespectivamente.

El documento terminará con un epítomededicado a exponer las conclusiones y conse-cuencias que se desprenden de la presente inves-tigación.

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La segunda parte aborda específicamen-te el tema de las ciudades imaginarias. Enel tercer capítulo, propongo un conjunto decategorías discursivas y modelos descriptivosque, a partir de una semántica de la imagi-nariedad, permitirán el análisis de los relatosen los que se describen ciudades imaginarias.

Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XLIV (113) Número Especial, Setiembre-Diciembre 2006 / 9-16