Introducción a la Poética de la ensoñación, Bachelard

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Introducción a LA POÉTICA DE LA ENSOÑACIÓN, G. Bachelard Reseña introductoria y adaptación Vivian Rojas Universidad del Valle

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Intro. Poética de la Ensoñación de G. Bachelard

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Introducción a LA POÉTICA DE LA

ENSOÑACIÓN,G. Bachelard

Reseña introductoria y adaptación ::Vivian Rojas

Universidad del Valle

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Todos los sentidos se despiertan y armonizan en la ensoñación poética. Y esta polifonía de sentidos es aquello que la ensoñación poética escucha y la conciencia poética debe registrar (p.17)

La imaginación intenta un futuro. Es en primer lugar un factor de imprudencia que nos aleja de las pesadas estabilidades. Veremos que algunas ensoñaciones poéticas son hipótesis de vidas que amplían la nuestra poniéndonos en confianza dentro del universo. (…) Y ese mundo soñado nos enseña posibilidades de crecimiento de nuestro ser en este universo que es el nuestro (p. 22)

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La psicología puede perder más de lo que gana si constituye sus nociones básicas bajo la inspiración de las derivaciones etimológicas. De esta manera, la etimología amortigua las diferencias muy nítidas que separan el sueño de la ensoñación. Por otra parte, como los psicólogos se precipitan sobre lo más característico, primero estudian el sueño, el sorprendente sueño nocturno, prestando poca atención a las ensoñaciones, ensoñaciones que sólo son para ellos sueños confusos, sin estructura, sin historia, sin enigmas. (p.23)

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La ensoñación se transforma entonces en un poco de materia nocturna olvidada en la luz del día. Si la materia onírica se condensa un poco en el alma del soñador, la ensoñación cae en el sueño; los “accesos de ensoñación”, que los psiquiatras observan, asfixian el psiquismo, la ensoñación se vuelve somnolencia, el soñador se duerme. Una especie de destino de caída marca así la continuidad de la ensoñación en el sueño. Pobre ensoñación la que invita a la siesta. Habría que preguntarse incluso si en este

adormecimiento el propio inconsciente no ʺ ʺpadece una declinación del ser. El inconsciente retomará su acción en los sueños del dormir verdadero. Y la psicología trabaja inclinándose hacia los dos polos del pensamiento claro y del sueño nocturno, segura de este modo de tener controlado todo el dominio de la psiquis humana. Pero hay otras ensoñaciones que no pertenecen a este estado crepuscular en que se mezclan vida nocturna y vida diurna. Y la ensoñación diurna merece, por muchos aspectos, un estudio directo. (p. 23)

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La ensoñación es un fenómeno espiritual demasiado natural —demasiado útil también al equilibrio psíquico— para que se lo trate como un derivado del sueño, para que se lo incluya sin discusión en el orden de los fenómenos oníricos. En resumen, conviene, para determinar la esencia de la ensoñación, volver sobre la propia ensoñación. (23)

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La poesía constituye a la vez el soñador y el mundo. Mientras que el sueño nocturno puede desorganizar un alma, propagar en el día las locuras ensayadas durante la noche, la buena ensoñación ayuda realmente al alma a gozar de su reposo, a gozar de una fácil unidad. Los psicólogos en su ebriedad de realismo, insisten demasiado en el carácter de la evasión que tienen nuestras ensoñaciones. No siempre reconocen que la ensoñación teje en torno al soñador dulces lazos, que es una argamasa, que, en resumen, en toda la fuerza del término, la ensoñación “poetiza” al soñador. (32)

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Soy -¿Necesito decirlo?- Un ignorante de la lingüística. Las palabras, en su lejano pasado, tienen el pasado de mis ensoñaciones. Para un soñador, para un soñador de palabras, éstas están llenas de locuras. Para empezar, que cada uno piense en ello, que “empolle” un poco una palabra que le sea familiar. Entonces la eclosión más inesperada, la más rara, surge de la palabra que dormía en su significación – Inerte como un fósil de significados. En verdad las palabras sueñan. (36)

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¡Qué bifurcación implica el género de las palabras! ¿Pero estamos alguna vez seguros de hacer bien esta definición? (…) Volver a abrir en los propios nombres profundidades femeninas es uno de mis sueños sobre la virtudes lingüísticas. (36) Desde la psicología de las profundidades, C. G. Jung ha demostrado en numerosas obras la profunda dualidad de la psiquis humana, poniendo esta dualidad bajo en doble signo de un animus y un anima (…) Queremos demostrar que la ensoñación en su estado más simple más puro, pertenece al ánima. Aunque es verdad que toda sistematización corre el riesgo de mutilar la realidad, también ayuda a fijar perspectivas. Digamos a grandes rasgos, pues, que para nosotros el sueño corresponde al animus y la ensoñación al anima. La ensoñación sin drama, sin acontecimientos, sin historia nos muestra el verdadero reposo, el reposo de lo femenino. Dulzura, lentitud, paz, tal es la divisa de la ensoñación en el anima. En la ensoñación podemos encontrar los elementos fundamentales para una filosofía del reposo. (39)

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La memoria sueña, la ensoñación recuerda. Cuando esta ensoñación del recuerdo se convierte en el germen de una obra poética, el complejo de memoria e imaginación se estrecha y se producen acciones múltiples y recíprocas que engañan del poeta. Sin cesar la imaginación reanima la memoria, la ilustra. (39)

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¿Cómo entrar en la poeticósfera de nuestro tiempo? Acaba de abrirse una era de imaginación libre. Por todas partes la imágenes invaden lo aires, van de un mundo a otro, reclaman los oídos hacia sueños más vastos. Los poetas abundan, grandes y pequeños, célebres y oscuros, los que amamos y los que nos deslumbraban. Quien vive para la poesía debe leerlo todo. Cuántas veces, de un simple cuadernillo, ha brotado para mi la luz de una imagen nueva. (…) Las edades poéticas se unen en una memoria viva. La edad nueva despierta a la antigua. La edad antigua revive en la nueva. ¡Cuántos beneficios nos deparan los nuevos libros! Quisiera que cada día me cayesen del cielo a canastadas los libros que expresan la juventud de las imágenes. ¿Acaso, allá arriba en el cielo, el paraíso no es una inmensa biblioteca? (47)

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Lento en mi sombra, la penumbra huecaExploro con el báculo indeciso,Yo, que me figuraba el ParaísoBajo la especie de una biblioteca.

Algo, que ciertamente no se nombraCon la palabra azar, rige estas cosas;Otro ya recibió en otras borrosasTardes los muchos libros y la sombra.

Al errar por las lentas galeríasSuelo sentir con vago horror sagradoQue soy el otro, el muerto, que habrá dadoLos mismos pasos en los mismos días.

¿Cuál de los dos escribe este poemaDe un yo plural y de una sola sombra?¿Qué importa la palabra que me nombrasi es indiviso y uno el anatema?

Groussac o Borges, miro este queridoMundo que se deforma y que se apagaEn una pálida ceniza vagaQue se parece al sueño y al olvido.

Poemas del los Dones, frag. Borges, El hacedor 1960

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Así, desde mañana, delante de los libros acumulados sobre mi mesa, le hago al dios de la lectura mi plegaria de lector devorante:

“Nuestra hambre cotidiana dánosla hoy”(p.48)

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Bibliografía

Bachelard, Gaston (Ed. 1993). La poética de la ensoñación. Bogotá: Fondo de cultura económica: Brevarios.

Borges, J.L. (1972) Obras completas. Buenos Aires: Emecé Editores

Pinturas:Yuko Simizu (1-6, 11)Pablo Picasso (7)Gustav Klimt (8)M. C . Escher (9)