Interviú (Nieves Salinas, "Cantera de luchadores")

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16 interviu.es 5/12/2011 5/12/2011 interviu.es 17 Cantera de luchadores U n año después de la embesti- da, Juan y Marga se tatuaron el ave Fénix. Juan, en el bra- zo. Bien grande, bien visible. Marga, en la pierna. Más discreto. Los dos a la vez y con un solo objetivo: recor - dar que salieron vivos de aquel maldito siniestro del 25 de julio de 2010 tras el que nadie daba un duro por ellos. Su- cedió entre Fines, donde vivían, y Al- box (Almería). Juan y Marga viajaban en moto. Eran las siete y media de la ma- ñana. Como un fantasma, apareció un coche que invadió el carril contrario. El impacto fue frontal. Brutal. Marga saltó por los aires y se estampó contra el techo del coche. Acabó semioculta en un terraplén. La moto, hecha añicos. Los ocupantes del vehículo quedaron en el interior. Aturdidos. Venían de una boda. Quizá dieron una cabezada. Juan no quiere saber nada de eso. Dice que no siente rabia, ni odio. Si acaso lamenta que los del coche no intentaran auxi- liarlos. “Me quedé consciente y por eso se salvó ella. Atiné a decir dónde estaba”, explica señalando a Marga, que todavía arrastra una depresión de la que Juan parece tirar desde su silla de ruedas. Por algo, dice, es un tío cabezón. De los que no se achantan. Su determinación solo le deja mirar hacia delante. Los pacientes de tráfico como Juan Re- sina ya no son el ingreso tipo del Hospi- tal Nacional de Parapléjicos (HNP) de Toledo, centro público de referencia en España para el tratamiento de la lesión medular. Hasta hace una década, las le- siones por causa traumática –tráfico, caí- das, accidentes deportivos…– suponían el 75 por ciento de los ingresos. Solo los siniestros en carretera representaban el 46 por ciento de las entradas. Diez años después, las estadísticas 3 • Texto: Nieves Salinas • Fotos: Alberto Paredes Ana González Capellán, de 19 años, junto a su madre, Ana, en el comedor de la planta infantil. A la izquierda, trabaja en las barras paralelas del gimnasio. “Cuando mis padres me explicaron que tenía una lesión y no volvería a andar, no me lo creía”. Aprender a vivir de nuevo 27. Conviven en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo –todo un referente cuando se habla de lesión medular en España– donde han llegado tras sobrevivir a un accidente de tráfico. La buena noticia es que los ingresos por siniestros en la carretera se han reducido a la mitad en la última década. E2-DGT PARAPLE JICOS-1858 F.indd 16-17 1 6 -1 - 1 7 7 2/12/11 14:45:45 2 12 2/1 1 12 2/1

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16 interviu.es 5/12/2011 5/12/2011 interviu.es 17

Cantera de luchadores

Un año después de la embesti-da, Juan y Marga se tatuaron el ave Fénix. Juan, en el bra-zo. Bien grande, bien visible.

Marga, en la pierna. Más discreto. Los dos a la vez y con un solo objetivo: recor-dar que salieron vivos de aquel maldito siniestro del 25 de julio de 2010 tras el que nadie daba un duro por ellos. Su-cedió entre Fines, donde vivían, y Al-box (Almería). Juan y Marga viajaban en moto. Eran las siete y media de la ma-ñana. Como un fantasma, apareció un coche que invadió el carril contrario.

El impacto fue frontal. Brutal. Marga saltó por los aires y se estampó contra el techo del coche. Acabó semioculta en un terraplén. La moto, hecha añicos. Los ocupantes del vehículo quedaron en el interior. Aturdidos. Venían de una boda. Quizá dieron una cabezada. Juan no quiere saber nada de eso. Dice que

no siente rabia, ni odio. Si acaso lamenta que los del coche no intentaran auxi-liarlos. “Me quedé consciente y por eso se salvó ella. Atiné a decir dónde estaba”, explica señalando a Marga, que todavía arrastra una depresión de la que Juan parece tirar desde su silla de ruedas. Por algo, dice, es un tío cabezón. De los que no se achantan. Su determinación solo le deja mirar hacia delante.

Los pacientes de tráfico como Juan Re-sina ya no son el ingreso tipo del Hospi-tal Nacional de Parapléjicos (HNP) de Toledo, centro público de referencia en España para el tratamiento de la lesión medular. Hasta hace una década, las le-siones por causa traumática –tráfico, caí-das, accidentes deportivos…– suponían el 75 por ciento de los ingresos. Solo los siniestros en carretera representaban el 46 por ciento de las entradas.

Diez años después, las estadísticas 3

• Texto: Nieves Salinas • Fotos: Alberto Paredes

Ana González Capellán, de 19 años, junto a su madre, Ana, en el comedor de la planta infantil. A la izquierda, trabaja en las barras paralelas del gimnasio. “Cuando mis padres me explicaron que tenía una lesión y no volvería a andar, no me lo creía”.

Aprender a vivir de nuevo

Ana y Gema tienen 19 años; Juan, 27. Conviven en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo –todo un referente cuando se habla de lesión medular en España– donde han llegado tras sobrevivir a un accidente de tráfico. La buena noticia es que los ingresos por siniestros en la carretera se han reducido a la mitad en la última década.

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han dado un vuelco. Las campañas de prevención lanzadas desde la Dirección General de Tráfico o el carné por pun-tos han surtido efecto: los ingresos por tráfico han bajado a más de la mitad. También, claro está, existe “una mayor concienciación. Hablamos de un proble-ma de salud pública de primer orden”, explica Miguel Ángel Carrasco, direc-tor del centro.

En el HNP los traumatismos por acci-dente de tráfico ya no copan los ingre-sos. También han bajado los ingresos por caídas en la construcción. El moti-vo, que hay menos trabajo en las obras. Hoy, el 61 por ciento de los que entran lo hacen por enfermedades de la mé-dula espinal. Pero no hay que bajar la guardia, precisa Manuel Salinero, el su-pervisor de los fisioterapeutas. “Siguen ingresando más ‘tráficos’ de los que debe-

rían, y con lesiones algunos de ellos muy altas, que afectan a las cervicales, lo que puede ser una tetraplejia”.

recogida del accidentado

Explica el doctor Carrasco que en los úl-timos años también se ha detectado un aumento de ingresos con lesión incom-pleta –no está afectada toda la médula–, lo que favorece mayores objetivos de rehabilitación. “Ahí podemos elucubrar de todo, desde la mejora en los sistemas de seguridad de los vehículos hasta que los golpes se producen a menor veloci-dad”. También, que la recogida de los accidentados se produce en mejores condiciones que hace años.

Gema y Ana llegaron a Toledo el mis-mo día del pasado agosto. Un 23. Com-parten habitación, en la planta infantil, donde están los menores de 20 años.

Gema, toledana de Óbito, llegó desde un hospital de Madrid. Ana, sevillana de Guadalcanal, desde Badajoz. Las dos tienen 19 años y las dos sufrieron una experiencia terrible. Estar juntas les da fuerza.

El de Gema García Borja fue de esos accidentes que copan los arranques de los informativos. Jóvenes de entre 16 y 21 años, excesiva velocidad y algo de alcohol. Cóctel letal. Gema cuenta su accidente como si ella no fuera la pro-tagonista de una película cuyo final se cobró la vida del piloto, del copiloto y de su amiga del pueblo. Recuerda que se fue con las dos muchachas de marcha a Aranjuez. Era tarde-noche. Allí vieron a dos conocidos que las invitaron a dar una vuelta en el coche. Apenas arrancó el vehículo, el vacío. “Iban a 180. Todo fue por dar una vueltecita…”. Gema estuvo mes y pico en coma en el Clínico. “Me desperté el 5 de agosto y aluciné. Pensaba que era un sueño. Ha sido un gran palo, la verdad”.

Ana mantiene el ánimo intacto. Aun-que, admite, hay días en que se levanta y piensa: “¡Vaya mierda es esto!, ¿por qué me ha tenido que pasar a mí?”. De lo sucedido en el accidente le quedan rá-fagas. La vida es tan puñetera que se le fue el coche en una pista, a unos metros de la casa de campo que la familia tiene en la sierra norte de Sevilla. Iba con su prima y una amiga al pueblo para bus-car un traje de flamenca. No recuerda lo que pasó. El coche se le fue, dio una vuelta de campana y ella quedó atra-pada dentro con la amiga. Su prima, de 15 años, echó a correr para avisar. An-tes, las sacó.

Su vida, en un instante, dio un vuel-co. “Todo se te pone patas arriba”, sen-tencia su madre, también Ana, plan-tada en Toledo, al lado de la niña. “No he vuelto al pueblo desde entonces”. La lesión medular de su hija es comple-ta. “Cuando mis padres me explicaron que tenía una lesión y no podría volver a andar, no me lo creía”, cuenta la chi-ca. La médico le ha dicho que tiene un 7 por ciento de probabilidades de recuperarse. Y al siete se agarra Ana cuando se machaca en el gimnasio, el buque insignia del hospital. “Antes no

■ gema, de 19 años, se subió en el coche de unos conocidos. iban a 180 por hora. de cinco ocupantes, murieron tres

Gema despertó en un hospital de Madrid tras mes y medio en coma. Así acabó su tarde de marcha. Arriba, trabaja con la fisioterapeuta en el gimnasio del hospital. “Quiero salir adelante y, si se puede, andar”.

Una tarde de fiesta

Juan y Marga tienen 27 años. Sobrevivieron a la embestida de un coche que se llevó por delante la moto en la que viajaban. Es la segunda vez que Juan pasa por Toledo. Pronto volverá a su pueblo de Almería.

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Un golpe del destino

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■ eL hNP recibe una media de 1.300 ingresos al año: 300 son nuevos, y el resto, revisiones de casos anteriores. en 2011, el 41 por ciento de los ingresos fueron mujeres, y el 59 por ciento, hombres. Actualmente, los mayores de 60 ya suponen un 35 por ciento de todos los que llegan. el hNP no es el único hospital español en el que ingresan lesionados medulares, pero sí donde van los más graves. Por

eso la investigación es otro de sus grandes pilares. en Toledo, trabaja un centenar de investigadores. Las líneas de investigación, tanto básica como clínica, están centradas en el conocimiento de la biología de la lesión medular y en el desarrollo de nuevas terapias para curar los déficits causados por la lesión y mejorar las condiciones de vida de los pacientes.

INVESTIGAR PARA CONOCER

podía ni estirar los brazos, he cogido bastante fuerza”.

“La rehabilitación –cuenta Salinero– es uno de los pilares desde que el paciente ingresa hasta que se da de alta”. Desde primera hora, la faena es constante en el inmenso pabellón que acoge el gim-nasio. Los lesionados hacen pesas, van a la piscina o trabajan con el fisio que les enseña las movilizaciones de los miem-bros, a voltearse, a adquirir equilibrio en posición de sentado o, una vez que tie-nen equilibrio, a ponerse de pie en las barras paralelas y a iniciar la marcha con los bitutores en las piernas. Cada pequeño movimiento de un paciente se vive como un gran triunfo.

Porque, por paradójico que resulte, la primera impresión que traslada el hos-pital es la de movimiento. Curioso si uno tiene en cuenta que gran parte de sus

moradores van en silla de ruedas y otros apenas si pueden moverse.

Salinero asegura que hay casos de re-cuperación que sorprenden, de esos de película. Con cada paciente, los fisiote-rapeutas se marcan un objetivo. Quien llega a Toledo, aseguran en el hospital, “ya viene llorado. Ya ha superado el im“ya viene llorado. Ya ha superado el im“ -pacto inicial. Aquí vienen a sacar lo me-jor de sí mismos”. Carrasco señala que su filosofía es la atención integral: “Se refiere al aspecto clínico, pero también a la intervención social, porque la mayoría de las personas acaban con un alto grado de discapacidad”.

A Toledo se va a trabajar duro. El cuer-po hasta donde se deje. Pero también la mente. “Esto es un palo para cualquiera. Una persona que tiene 20 años, que se va de fiesta, que amanece en una UVI y deja de mover los brazos o las piernas… Es dramático”, asegura el director del centro. Por eso tiene tanta importancia la atención psicológica.

La estancia media en el hospital es de seis meses. Tan importante como la re-habilitación es enseñar al lesionado a ser autónomo, a tener calidad de vida. A ducharse, a vestirse, a transferirse de la cama a la silla, a pasar a la camilla, a conducir en coches adaptados. A prepa-rarse para vivir desde su silla de ruedas e integrarse en la sociedad.

Cuando Juan regrese a Fines, vivirá en la casa de sus padres, una planta baja que están adaptando para su llegada. “Todo cambia en un instante. Estaba fe-liz y de repente…”. Juan se ha hecho a lo que considera su destino. Planea irse a esquiar y apuntarse a baloncesto. Si hay algo que tiene claro, es que nunca dejará las motos. Su gran pasión. Lo que pasa es que ahora, en vez de dos, cuenta, irá en cuatro ruedas. ■

La rehabilitación es uno de los pilares del Hospital Nacional de Parapléjicos. Arriba, Manuel Salinero, fisioterapeuta. A la izquierda, el director del hospital, el doctor Miguel Ángel Carrasco. La investigación, apunta el médico, es otro de los grandes soportes del centro. Abajo, José Antonio Toribio se ejercita en la transferencia de asiento en un vehículo del hospital.

Filosofía integral

■ “Quien llega aquí, viene llorado. Vienen a sacar lo mejor de sí mismos”, afirman en el hospital

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