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T. P., 62, n. o 1, 2005 INTERVENCIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL YACIMIENTO DE LA EDAD DEL BRONCE DEL CERRO DE LA ENCINA (MONACHIL, GRANADA) ARCHAEOLOGICAL FIELDWORKS IN THE BRONZE AGE SITE OF CERRO DE LA ENCINA (MONACHIL, GRANADA) TRABAJOS DE PREHISTORIA 62, n. o 1, 2005, pp. 165 a 179 GONZALO ARANDA JIMÉNEZ (*) FERNANDO MOLINA GONZÁLEZ (*) RESUMEN El interés de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía por la musealización del yacimiento del Cerro de la Encina ha motivado el desarrollo de nuevas investigacio- nes arqueológicas cuya primera fase se ha desarrollado entre Noviembre de 2003 y Mayo de 2004. Los trabajos han con- sistido en la excavación sistemática de un área de poblado de grandes dimensiones parcialmente conocida por las in- vestigaciones realizadas a principios de los años 80. Los resultados han sido del máximo interés documentándose un primer momento de ocupación perteneciente a la Cultura de El Argar en el que destaca su espectacular registro funera- rio integrado dentro de las áreas de habitación. Tras un pe- riodo de abandono del yacimiento se produce una nueva ocupación correspondiente a una comunidad del Bronce Final del Sureste. ABSTRACT New archaeological fieldwork has been carried out from November 2003 to May 2004 in the Bronze Age site of Cerro de la Encina, due to the interest of the regional go- vernment of Andalusia in displaying the settlement for vi- sitors. The aim of this fieldwork has been the systematic ex- cavation of a large settlement area partially known thanks to the excavations developed at the beginning of 1980s. A first toccupation period belonging to the Argaric Culture has been documented, highlighting specially the funerary ritual characterized by individual inhumations located below dwellings. After a gap in the occupation of the sett- lement a new social group belonging to the Late Bronze Age Culture of Southeast of Spain inhabits the Cerro de la En- cina. Palabras clave: Edad del Bronce. Cultura de El Argar. Bronce Final del Sureste. Sureste de la Península Ibérica. Urbanismo. Sepulturas. Ajuares funerarios. Key words: Bronze Age. Argar Culture. Late Bronze Age of Southeast. Southeast of Iberia. Urbanism patterns. Bu- rials. Grave-goods. 1. INTRODUCCIÓN. SÍNTESIS HISTORIOGRÁFICA El yacimiento arqueológico del Cerro de la En- cina debido a su dilatada trayectoria de investiga- ción así como por los importantes resultados ofre- cidos se ha convertido en una referencia clásica en el estudio de las sociedades de la Edad del Bronce del Sureste peninsular. Precisamente la entidad y monumentalidad de los conjuntos estructurales y materiales documentados ha propiciado el desarro- llo de un proyecto de puesta en valor y musealiza- ción del yacimiento actualmente en curso y al que corresponden los trabajos arqueológicos realizados entre los meses de noviembre de 2003 y mayo de 2004 y que, en realidad, son el objeto del presente trabajo (1). Antes de presentar los resultados de esta (*) Dpto. de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Gra- nada. Campus Cartuja s/n. 18071-Granada. Correo electrónico: [email protected] [email protected] Recibido: 1-VII-04; aceptado: 10-IX-04. (1) El proyecto de puesta en valor está siendo financiado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y coordinado por la Delegación provincial de Granada.

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INTERVENCIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL YACIMIENTODE LA EDAD DEL BRONCE DEL CERRO DE LA ENCINA(MONACHIL, GRANADA)

ARCHAEOLOGICAL FIELDWORKS IN THE BRONZE AGE SITE OF CERRO DE LA ENCINA(MONACHIL, GRANADA)

TRABAJOS DE PREHISTORIA62, n.o 1, 2005, pp. 165 a 179

GONZALO ARANDA JIMÉNEZ (*)FERNANDO MOLINA GONZÁLEZ (*)

RESUMEN

El interés de la Consejería de Cultura de la Junta deAndalucía por la musealización del yacimiento del Cerro dela Encina ha motivado el desarrollo de nuevas investigacio-nes arqueológicas cuya primera fase se ha desarrollado entreNoviembre de 2003 y Mayo de 2004. Los trabajos han con-sistido en la excavación sistemática de un área de pobladode grandes dimensiones parcialmente conocida por las in-vestigaciones realizadas a principios de los años 80. Losresultados han sido del máximo interés documentándose unprimer momento de ocupación perteneciente a la Cultura deEl Argar en el que destaca su espectacular registro funera-rio integrado dentro de las áreas de habitación. Tras un pe-riodo de abandono del yacimiento se produce una nuevaocupación correspondiente a una comunidad del BronceFinal del Sureste.

ABSTRACT

New archaeological fieldwork has been carried outfrom November 2003 to May 2004 in the Bronze Age site ofCerro de la Encina, due to the interest of the regional go-vernment of Andalusia in displaying the settlement for vi-sitors. The aim of this fieldwork has been the systematic ex-cavation of a large settlement area partially known thanksto the excavations developed at the beginning of 1980s. Afirst toccupation period belonging to the Argaric Culturehas been documented, highlighting specially the funeraryritual characterized by individual inhumations located

below dwellings. After a gap in the occupation of the sett-lement a new social group belonging to the Late Bronze AgeCulture of Southeast of Spain inhabits the Cerro de la En-cina.

Palabras clave: Edad del Bronce. Cultura de El Argar.Bronce Final del Sureste. Sureste de la Península Ibérica.Urbanismo. Sepulturas. Ajuares funerarios.

Key words: Bronze Age. Argar Culture. Late Bronze Ageof Southeast. Southeast of Iberia. Urbanism patterns. Bu-rials. Grave-goods.

1. INTRODUCCIÓN. SÍNTESISHISTORIOGRÁFICA

El yacimiento arqueológico del Cerro de la En-cina debido a su dilatada trayectoria de investiga-ción así como por los importantes resultados ofre-cidos se ha convertido en una referencia clásica enel estudio de las sociedades de la Edad del Broncedel Sureste peninsular. Precisamente la entidad ymonumentalidad de los conjuntos estructurales ymateriales documentados ha propiciado el desarro-llo de un proyecto de puesta en valor y musealiza-ción del yacimiento actualmente en curso y al quecorresponden los trabajos arqueológicos realizadosentre los meses de noviembre de 2003 y mayo de2004 y que, en realidad, son el objeto del presentetrabajo (1). Antes de presentar los resultados de esta

(*) Dpto. de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Gra-nada. Campus Cartuja s/n. 18071-Granada. Correo electrónico:[email protected] [email protected]

Recibido: 1-VII-04; aceptado: 10-IX-04.

(1) El proyecto de puesta en valor está siendo financiado porla Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y coordinadopor la Delegación provincial de Granada.

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intervención arqueológica es necesario contextua-lizar brevemente el yacimiento introduciendo paraello diversos comentarios sobre la historia de lasinvestigaciones con especial incidencia en su orga-nización secuencial y espacial.

El Cerro de la Encina se sitúa a unos 7 Km. de laciudad de Granada sobre la margen derecha del ríoMonachil, que es uno de los valles de acceso a Sie-rra Nevada (Lám. I). El asentamiento se extiendepor una amplia cumbre fuertemente escarpada yperfectamente individualizada de su entorno másinmediato (Fig. 1). Posee, por tanto, una importantesituación estratégica tanto en relación con el con-trol del acceso a Sierra Nevada y a sus importantesrecursos, especialmente mineros y pastizales, comopor sus defensas naturales que dificultan y limitanfuertemente el acceso al interior del asentamiento.Además tanto por sus grandes dimensiones, carac-terísticas urbanísticas como por los importantesajuares que acompañan a los enterramientos elCerro de la Encina puede considerarse como el

asentamiento central de la Vega de Granada duran-te el Bronce Pleno.

Los trabajos de investigación del yacimiento seremontan a principios del siglo XX. Concretamenteva a ser J. Cabré quien en 1922 publique diferenteshallazgos correspondientes a varias sepulturas apa-recidas en la ladera suroeste del cerro. Tanto por elritual funerario como por los ajuares el yacimien-to quedaba encuadrado cultural y cronológicamenteen la Cultura de El Argar (Cabré 1922). Con poste-rioridad son destacables los trabajos de excavaciónrealizados por M. Tarradell en 1946. Los escasasevidencias arqueológicas documentadas y la pocapotencia de los rellenos arqueológicos en dondeefectuó los sondeos le condujeron a la conclusiónde que las labores de cultivo habían destruido elpoblado siendo por tanto mínimas sus posibilidadesarqueológicas (Tarradell 1947-48). Pocos añosdespués, en 1953 se celebra en Granada el PrimerCurso Internacional de Arqueología de Campo or-ganizado por la Comisaría General de Excavacio-

Fig. 1. Planimetría general del Cerro de la Encina con la indicación de las zonas de intervención arqueológica.

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nes Arqueológicas. Con este motivo se eligió entreotros yacimientos el Cerro de la Encina para reali-zar un sondeo que ilustrase las nuevas metodolo-gías de excavación (Presedo 1955). Aunque losresultados nunca fueron publicados y la documen-tación tampoco ha sido localizada, estas excavacio-nes van a tener graves consecuencias sobre la con-servación de importantes complejos estructuralescomo posteriormente analizaremos.

Las investigaciones sistemáticas y planificadasdel yacimiento se inician en 1968 desarrollándosediversas campañas de excavación hasta un total de12 que abarcan el periodo comprendido entre 1968y 1983. Estos trabajos han sido realizados por elDepartamento de Prehistoria y Arqueología de laUniversidad de Granada y dirigidos por A. Arribasy F. Molina. Durante las cinco primeras campañas(I-V), desde 1968 a 1972, las excavaciones se cen-traron en la meseta central del yacimiento (ZonaA) (2), en donde se documentó una amplia secuen-cia de ocupación en la que se identificaron dos ho-rizontes culturales separados por una fase de aban-dono: el primer horizonte correspondiente a laCultura de El Argar y el segundo al Bronce Final delSureste (Arribas et al. 1974). Precisamente el estu-dio de la secuencia documentada fue un objetivoprioritario durante la década de los 70 (3) (Arribaset al. 1974;Molina 1978; Torre 1977). Especial-mente destacable es la importancia que el Cerro de

la Encina tuvo en la definición y sistematización delas etapas recientes de la Edad del Bronce del Su-reste peninsular. A partir de estos momentos que-da definido por una parte el Bronce Tardío comofase final de la Cultura de El Argar, y por otra, laCultura del Bronce Final del Sureste como un nue-vo desarrollo con entidad propia (Molina 1978).

Concretamente la secuencia quedó organizadaen tres periodos: la fase I correspondiente a un mo-mento antiguo de El Argar B; la fase IIa asignada aun Argar B pleno; la fase IIb definida como Bron-ce Tardío y la fase III correspondiente al BronceFinal del Sureste (Arribas et al. 1974; Molina 1978).Durante esta década de investigaciones se aborda-ron igualmente toda una serie de trabajos específi-cos sobre diversos tipos de materiales entre los quedestacan, por una parte, los análisis sedimentológi-cos y los estudios por Difracción de Rayos X dedeterminados conjuntos cerámicos (Capel 1977), ypor otra parte, las investigaciones de las muestrasfaunísticas realizadas por el Instituto de Paleoana-tomía Animal e Historia de la Investigación de laDomesticación de la Universidad de Munich. Eneste sentido el primer análisis faunístico fue rea-lizado por A. von den Driesch (1974) sobre lasmuestras del corte estratigráfico 3. La posterior am-pliación de los conjuntos faunísticos conformeavanzaban las campañas de excavación dio origena dos nuevos trabajos que fueron completando lascaracterísticas de la estructura ganadera del yaci-miento (Lauk 1976; Friesch 1987). Entre las conclu-siones obtenidas es especialmente reseñable el pro-ceso de especialización en la ganadería caballar quedurante los momentos tardíos de la secuencia argá-rica supone más del 50% del número de restos iden-tificados entre las especies domésticas.

A finales de los años 70, concretamente a partirde 1977, se reanuda la excavación del poblado consiete nuevas campañas que se prolongan hasta1983. Durante esta fase las investigaciones van atener cuatro líneas básicas de actuación: a) delimi-tación del perímetro del yacimiento mediante larealización de sondeos en diferentes zonas del ya-cimiento; b) continuación de las excavaciones en lameseta central del poblado (Zona A); c) excavaciónsistemática de una de las terrazas que bordea elasentamiento en su lado suroeste (Zona B); y d)desarrollo de diversos trabajos de consolidación yrestauración.

Los resultados de estas intervenciones comple-taron la visión sobre la organización espacial de lasdiferentes fases identificadas en el yacimiento. En

Lám. I. Vista general del yacimiento del Cerro de la Enci-na desde el sureste (Foto: M.A. Blanco).

(2) El yacimiento ha sido dividido en cuatro zonas de inter-vención arqueológica (zonas A, B, C y D) siguiendo como crite-rio las características de las diferentes unidades geomorfológicasidentificadas.

(3) Molina, F. 1976: Las culturas del Bronce Final del Sures-te de la Península Ibérica. Tesis doctoral inédita. Departamentode Prehistoria y Arqueología. Universidad de Granada.

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líneas generales la ocupación argárica se organizaa partir de la secuencia de hasta tres grandes recin-tos defensivos que se suceden en el tiempo y que sesitúan en la meseta central del poblado, zona carac-terizada por su inaccesibilidad y por el perfectocontrol visual de su entorno más inmediato. Laszonas de hábitat se localizan en las laderas y mese-tas contiguas de tal forma que la fortificación seconvierte en el elemento central entorno a la que searticula el hábitat. Este modelo claramente diferen-ciado de lo que sucede en otras regiones argáricasy que se repite en poblados como la Cuesta delNegro ha sido definido como característico delGrupo Granadino de la Cultura de El Argar (Molina1983). En relación con el poblado del Cerro de laEncina la excavación de la terraza que bordea elyacimiento por su lado suroeste (Zona B) nos hapermitido definir sus características urbanísticasque responden al esquema clásico de la culturaargárica: aterrazamientos artificiales realizados me-diante la construcción de muros que van escalonan-do las pendientes y creando de esta forma platafor-mas sobre las que se sitúan viviendas de variashabitaciones que presentan plantas rectangulares opseudorectangulares.

En cuanto a la necrópolis, siguiendo igualmen-te la norma argárica, las sepulturas se sitúan en elinterior del poblado debajo de los suelos de habita-ción. El sistema de enterramiento más habitual enel caso específico del Cerro de la Encina consiste enuna inhumación individual, doble o de forma másexcepcional triple, realizada en pozo con cueveci-lla lateral excavada en la roca y cerrada con unmurete de mampostería o una laja de piedra. Noobstante también se han documentado sepulturas enfosa simple o en cistas construidas con lajas de pie-dra. Los cadáveres aparecen siempre en formaflexionada y acompañados de ajuares funerarioscuya variabilidad en su distribución tanto cuantita-tiva como cualitativa marcan la posición social delos individuos (Molina 1983). El estudio realizadosobre las paleopatologías y desarrollo muscular delas inhumaciones (Jiménez y García 1989-90) apo-yaría igualmente una organización social claramen-te estratificada con un acceso diferencial a los bie-nes de producción.

En relación con el periodo de ocupación corres-pondiente a la Cultura del Bronce Final del Sures-te las características urbanísticas de estas nuevaspoblaciones difieren sustancialmente de las utiliza-das en época argárica. Durante estos momentos seabandona el sistema de aterrazamiento y la utiliza-

ción masiva de la piedra siendo los sistemas deconstrucción netamente diferentes. El urbanismo secaracteriza por cabañas de planta ovalada que apa-recen situadas de forma dispersa adaptándose a lascaracterísticas topográficas del yacimiento. Noobstante en los momentos recientes también se handocumentado estructuras de habitación de plantarectangular. Los sistemas constructivos se caracte-rizan por zócalos de piedra de escasa entidad sobrelos que se alzan paredes de barro y ramaje. Las te-chumbres estarían constituidas por materiales orgá-nicos impermeabilizados con barro. Estas cabañasposeen grandes dimensiones, no aparecen compar-timentadas y en algunas ocasiones presentan un re-vestimiento interior de sus paredes o estructurasinternas realizado con placas de estuco amarillen-to de forma rectangular y decoradas con motivosgeométricos (Arribas et al. 1974; Molina 1976,1978) (4).

Los trabajos de investigación más recientesse han centrado en el estudio de la secuencia deocupación incluyendo todas las campañas de exca-vación realizadas en la meseta central del yacimien-to (Zona A). El análisis de las relaciones diacróni-cas y sincrónicas entre las diferentes unidadesestratigráficas nos ha permitido construir una ma-triz organizada en dos periodos culturales y ochofases constructivas. El primer periodo de ocupaciónperteneciente a época argárica queda estructuradocomo sigue: las tres primeras fases corresponderíana fines del Bronce Antiguo y fundamentalmente alBronce Medio, y las dos siguientes al Bronce Tar-dío (5). Para esta secuencia contamos con diversasfechas de C14 que marcarían un periodo de ocupa-ción ininterrumpida entre el 2000 y el 1450 cal. BC.El segundo de los periodos culturales pertenecienteal Bronce Final del Sureste quedaría estructuradoen tres fases, la primera correspondiente a un mo-mento avanzado del Bronce Final Antiguo y las dossiguientes al Bronce Final Pleno. Así mismo se harealizado un exhaustivo estudio morfológico y tec-nológico de los conjuntos cerámicos asociados a

(4) Ver nota 3.(5) Aunque el primer momento de ocupación de la Zona A se

corresponde con grupos sociales plenamente argarizados, sin em-bargo la ocupación más antigua documentada en el yacimiento sesituaría en un Bronce Antiguo previo al proceso de argarización.En este sentido habría que destacar la aparición de conjuntos ce-rámicos con decoración campaniforme en diferentes áreas delasentamiento. Además, en contextos de ocupación argárica de laZona A se han documentado materiales típicos de este momentocomo las fuentes y platos de borde biselado que han sido interpre-tados como el resultado del proceso de amortización muy posible-mente por las mismas poblaciones ya argarizadas (Aranda 2001).

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esta secuencia. Como resultado se ha presentadouna propuesta basada en cuatro unidades de des-cripción vinculadas de forma jerárquica y que im-plican el análisis de la información en varios nive-les de agregación. La discusión secuencial de lasdiferentes unidades de descripción definidas hapermitido igualmente caracterizar el cambio ytransformación de los conjuntos cerámicos a lo lar-go de la secuencia (Aranda 2001).

2. LA PUESTA EN VALOR DELYACIMIENTO

El desarrollo de los trabajos arqueológicos,como se ha analizado anteriormente, tuvo comoresultado la documentación de importantes cons-trucciones defensivas que se caracterizan por sumonumentalidad. Estas construcciones se vieronfuertemente dañadas como consecuencia del son-deo realizado con motivo del Primer Curso Interna-cional de Arqueología de Campo que fue situado detal forma que se excavó el interior de diferentesmuros de gran entidad correspondientes a la se-cuencia de estructuras defensivas. El evidente de-terioro causado por esta intervención junto a losprocesos erosivos que, una vez concluidas las ex-cavaciones, se incrementaron sustancialmentemotivó a principios de los años 80 el desarrolló unprograma de consolidación y restauración pioneroen la arqueología peninsular (6). Gracias a estas in-tervenciones y transcurridos 20 años desde su rea-lización los diferentes complejos arquitectónicos semantienen en buenas condiciones de conservaciónsiendo el deterioro sufrido de escasa importancia.

De forma muy sintética los trabajos de consoli-dación y restauración consistieron en la construc-ción en el frente del último de los recintos defensi-vos de un muro de hormigón de hasta 7 m. de alturay una zapata de cimentación de 4 m. de anchurapara de esta forma compensar los empujes de estasconstrucciones y evitar su derrumbe. El muro dehormigón se construyó manteniendo los paramen-tos originales y restituyendo aquellos tramos afec-tados por la destrucción causada con motivo delCurso de Arqueología de Campo. Se procedióigualmente a la restauración de diferentes muros yde aquellos paramentos afectados por la erosión. Entodo este proceso se utilizó un testigo de mármol

blanco como separación entre las partes originalesy aquellas otras restituidas. Asimismo, se realizó unsistema de drenaje que a partir de una compleja redde arquetas y tuberías excavadas en la roca ha per-mitido evacuar el agua que queda depositada en elinterior de los complejos arquitectónicos. Final-mente se mantuvo sin excavar como reserva cien-tífica para futuras investigaciones un testigo endonde aparece reflejada toda la secuencia de estazona del poblado. Su consolidación se realizó me-diante la colocación de rasillones en su superficiesuperior de tal forma que la erosión no afectara a suconservación, y mediante el tratamiento de las su-perficies verticales con un consolidante plástico(Sikaguard-6).

El actual desarrollo del proyecto de musealiza-ción del yacimiento ha requerido la realización deun proyecto general de puesta en valor a partir deuna ficha diagnóstico en donde han sido estableci-dos los criterios básicos de intervención, agrupadosen dos grandes apartados de diferente naturaleza.Por una parte, la dotación de las infraestructurasnecesarias que permitan el acceso y la visita al ya-cimiento (construcción de un nuevo acceso, zona deestacionamiento, centro de recepción e interpreta-ción...), y por otra, la realización de trabajos queincluyen la excavación de aquellas zonas que am-plíen y mejoren la comprensión de los restos ar-queológicos documentados en campañas antiguaspara su posterior consolidación, restauración y ex-posición.

En relación con este último apartado, y a partirde los resultados de las excavaciones desarrolladasen el periodo 1968-1983, se han establecido tresgrandes áreas incluidas dentro de las zonas A y Bdel yacimiento como objetivo prioritario del pro-yecto de musealización. Para cada zona se ha esta-blecido una programación específica que incluyelos objetivos y las actuaciones necesarias en cadacaso (excavación, consolidación, conservación,restauración, estrategia de difusión....). Sin entraren detalladas descripciones los objetivos para cadazona son los siguientes:

a) En la zona A correspondiente a la meseta cen-tral del yacimiento y en donde mayor volumen deexcavación se ha desarrollado el principal objetivoconsistiría en mostrar las características de los di-ferentes recintos defensivos parcialmente super-puestos, con especial incidencia en el último de ellosque presenta su planta completa. Asimismo se pre-tende restituir la zona de almacenaje documentadaal exterior de estos recintos en su lado este y musea-

(6) La dirección de estos trabajos de restauración estuvo acargo del arquitecto Marcelino Martín y de los arqueólogos Fer-nando Molina y Eduardo Fresneda.

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lizar tanto las viviendas adosadas a estas construc-ciones como una sepultura infantil de época argáricaque presentaba un ajuar de gran riqueza.

b) En la zona B las excavaciones se desarrolla-ron fundamentalmente en una de las terrazas quebordea el cerro por su parte suroeste y que se sitúaa unos 80 mts. de distancia del río y junto a su lla-nura aluvial, por tanto, en la parte más baja de laladera. La excavación fue organizada en tres sec-tores de intervención de los que el occidental y cen-tral han sido elegidos como las otras dos grandesáreas objeto de musealización debido a la impor-tante documentación arqueológica ofrecida. En elsector occidental el objetivo es presentar los restosarqueológicos documentados en dos grandes am-bientes claramente diferenciados: el primero co-rresponde a los sistemas urbanísticos y formas devida de las sociedades del Bronce Final del Surestey el segundo, perteneciente a la cultura argárica,pretende mostrar una de las terrazas típicas en lasque se organizan estos poblados (planificación ycompartimentación del espacio, sistemas construc-tivos, áreas de actividad, ritual de enterramiento...).Por su parte, en el sector central de esta zona B losobjetivos se centrarían en la comprensión del urba-nismo argárico, con la musealización de un áreaperpendicular a la ladera suroeste del cerro que enlas campañas de excavación realizados a principiosde los 80 permitió documentar el sistema de terra-zas escalonadas que caracterizan a estos poblados.

3. EL SECTOR OCCIDENTAL DE LAZONA B. LOS TRABAJOS DEEXCAVACIÓN

El desarrollo del proyecto de puesta en valorimplicaba en primer lugar la realización de diver-sos trabajos de excavación en cada una de las zonasobjeto de musealización con la finalidad de comple-tar la documentación arqueológica, eliminando ele-mentos artificiales como testigos que dificultaranla comprensión de los conjuntos estructurales ycreando amplias superficies excavadas en exten-sión. Con estos objetivos se ha realizado la excava-ción completa del sector occidental de la Zona Bdurante el periodo comprendido entre Noviembrede 2003 y Mayo de 2004.

A principios de los años 80 se desarrollaron lasprimeras excavaciones en este sector obteniéndo-se importantes resultados. El diseño de la excava-ción consistió en plantear toda una serie de cortes

de forma transversal a la dirección de la terraza yadaptados a las peculiaridades topográficas delárea. En concreto se abrieron un total de 11 cortesde dimensiones variables que mantenían testigosintermedios para la documentación de seccionesverticales. Cada una de las 11 unidades de interven-ción fue excavada en diferente grado, en algunoscasos de forma completa y en otras de forma muysuperficial. Tras la paralización de los trabajos deexcavación en 1983 se inició un periodo de progre-sivo deterioro agravado por la falta de un manteni-miento mínimo. Pasados 20 años este área habíasufrido daños de relativa importancia, fundamen-talmente desprendimientos de perfiles y destruc-ción parcial de algunas estructuras.

Los objetivos a cubrir de cara a la musealizaciónde este sector evidentemente han condicionado losplanteamientos metodológicos desarrollados en lasnuevas intervenciones. En este sentido era necesa-rio proceder a la excavación en extensión de toda elárea, con una superficie aproximada de 250 m2

(Lám. II). Este sector ha quedado completamenteexcavado a excepción de aquellos depósitos ar-queológicos que implicaban desmontar estructurasde fases o periodos anteriores. La documentaciónarqueológica ofrecida por este área ha sido delmáximo interés llegando a ser, fundamentalmenteen su registro funerario, de gran espectacularidad.Al igual que en el resto del yacimiento la secuenciade ocupación aparece representada por una primerafase de ocupación correspondiente a la Cultura deEl Argar, un momento de abandono y un segundoperiodo perteneciente a las sociedades del BronceFinal del Sureste.

3.1. La fase de ocupación argárica

3.1.1. La organización urbanística

En relación con la organización urbanística elmodelo documentado corresponde al clásico siste-ma de aterrazamiento común a los diferentes pobla-dos adscritos a este desarrollo cultural. La excava-ción en extensión ha permitido documentar losrestos de dos terrazas escalonadas, con reestructu-raciones parciales, aunque no existen cambios en laorganización espacial que nos permitan diferenciarmás de una fase de ocupación (Fig. 2). No obstan-te, si ha sido posible, a partir del estudio de los apa-rejos, documentar episodios constructivos que de-bieron estar relacionados con las labores de

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mantenimiento. Por su parte el final de la ocupaciónargárica viene definido por un gran incendio queafectó a toda el área y que antecede al abandono yderrumbe de las estructuras. Este incendio ha per-mitido un buen nivel de conservación de los depó-sitos arqueológicos muchos de ellos en posiciónprimaria, por tanto con un alto potencial informa-tivo de cara al estudio de los contextos sistémicos.

Entrando en un análisis más detallado, la terra-za superior aparece definida por un muro de aterra-zamiento de más de 18 mts. de longitud que se ado-sa al corte artificial realizado en la roca para crearel escalonamiento. Este muro presenta un buen es-tado de conservación. En algunos de sus tramossupera el metro de altura y llega hasta las doce hi-ladas. El aparejo viene definido por una mampos-tería simple de piedras de medianas dimensionesque se disponen en hiladas superpuestas alternan-

do junturas. El abastecimiento de esta materia pri-ma debió realizarse en el cercano cauce del ríoMonachil ya que la inmensa mayoría del materialempleado presenta evidencias claras de arrastre. Elmortero utilizado es un barro de color grisáceo. Estemuro de aterrazamiento presenta en un primer tra-mo una dirección suroeste-noreste para posterior-mente girar ligeramente en dirección oeste-este ytras un tramo de unos escasos dos metros volver denuevo a la dirección suroeste-noreste. Estos cam-bios en la dirección evidencian la adaptabilidad deestas estructuras a las características topográficasespecíficas de cada área.

El espacio definido por este muro de aterraza-miento fue compartimentado en varias habitacionescuyas tabicaciones aparecen mal conservadas. Deigual forma el límite sur de la terraza se ha vistoafectado por los procesos erosivos. Fundamental-mente han desaparecido las zonas de paso que ha-bitualmente se sitúan delante de las viviendas. Enrelación con los alzados de las diferentes habitacio-nes es frecuente la aparición de hoyos de poste aso-ciados a los muros de aterrazamiento cuya finalidaddebió ser la de sostener las techumbres y actuarcomo refuerzo de las construcciones. Así mismo endepósitos de derrumbes aparecen restos de barrocon las improntas de los cañizos y fragmentosigualmente de barro perfectamente careados y enalgunos casos con restos de encalado. En amboscasos son evidencias claras de las característicasconstructivas tanto de los alzados como de las te-chumbres. En el interior de las diferentes unidadesde habitación y sobre suelos de tierra apisonada sehan documentado toda una serie de estructuras tí-

Lám. II. Vista de la excavación del sector occidental de laZona B del Cerro de la Encina (Foto: M.A. Blanco).

Fig. 2. Planimetría correspondiente a la fase de ocupación argárica del sector occidental de la Zona B del Cerro de la Encina.

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picas de estos espacios: una área de molienda defi-nida por un molino de grandes dimensiones situa-do sobre un banco de piedra, una zona de telar y va-rios espacios de almacenamiento donde se sitúanvasijas cerámicas de medianas dimensiones perfec-tamente calzadas. En uno de los casos documenta-dos la vasija aparece empotrada en el extremo de unpequeño banco de piedra.

La segunda de las terrazas documentadas quesupone el escalón inmediatamente inferior apare-ce definida por un muro de aterrazamiento de 3.40m de longitud. La erosión ha afectado de formaimportante a los depósitos arqueológicos de estasconstrucciones. La altura máxima conservada nosupera los 40 cm y las tres hiladas de piedra. Encuanto al aparejo y tipo de mortero presenta unascaracterísticas similares al muro de aterrazamien-to anteriormente descrito. De igual forma se handocumentado los típicos hoyos para la sujeción delas techumbres. El espacio definido por esta terra-za y que no ha sido afectado por la erosión apare-ce compartimentado por una tabicación de mam-postería creando dos unidades de habitaciónindependientes. En una de ella se ha documentadoun banco realizado en piedras de pequeñas dimen-siones y asociado al muro de aterrazamiento. En elextremo este de la terraza se adosa, posiblemente enun momento avanzado de la ocupación de este sec-tor, un nuevo muro igualmente de aterrazamientoque presenta varias reestructuraciones y que conuna dirección sureste-noreste corta casi perpendi-cularmente al muro de aterrazamiento en el que seapoya y al que anularía al menos parcialmente.

3.1.2. El ritual funerario

Como se ha indicado anteriormente el ritual fu-nerario es el característico de las sociedades argá-ricas consistente en la inhumación individual, do-ble y triple. Las sepulturas aparecen situadas debajode los pisos de habitación siendo el sistema másusado, en el caso específico del Cerro de la Encina,el de pozo con covacha lateral excavada en la roca,aunque también aparecen sepulturas en fosa simple,en algunos casos revestidas de mampostería, y cis-tas. Incluyendo los diferentes trabajos de investiga-ción realizados en el yacimiento se han documen-tado 22 sepulturas en total de las que han sidoexcavadas de forma sistemática 17. No obstante, siatendemos a las indicaciones de M. Tarradell (1947-48) el volumen de sepulturas expoliadas fundamen-

talmente en la primera mitad del siglo XX debió serrelativamente elevado lo que indicaría que una parteimportante del registro funerario habría desapare-cido. En el caso específico del sector occidental dela Zona B el número de sepulturas documentadasasciende a 9 de las que 4 fueron excavadas en lascampañas realizadas a finales de los años 70 y prin-cipios de los años 80 y las 5 siguientes se correspon-den a los nuevos trabajos de excavación.

Las diversas sepulturas de este sector se organi-zan en concentraciones específicas (Fig. 2). En estesentido el primer grupo se localiza en el extremosuroeste de la terraza superior en donde se han lo-calizado dos sepulturas: la tumba 9 consistente enuna cista que se localiza al interior de una fosa ova-lada y aparece formada por cuatro lajas de piedra degrandes dimensiones (Lám. III). La inhumación secorresponde con un individuo adulto masculinodocumentado en posición encogida y colocado so-bre un enlosado. Su ajuar aparece formado por dosvasos cerámicos carenados, una copa de peana es-trecha, un cuenco parabólico, un puñal de bronce

Lám. III. Sepultura 9 del Cerro de la Encina.

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estrecho y alargado con dos remaches para el en-mangue, dos aretes de oro documentados a la alturade los temporales y un fémur de bóvido colocado enel interior de una de las vasijas carenadas. Junto aesta sepultura se ha documentado la tumba 13,construida en pozo con cuevecilla lateral cerradapor varias lajas hincadas verticalmente. El enterra-miento corresponde a la inhumación de un indivi-duo senil femenino en posición flexionada. El ajuarestá compuesto por un vaso carenado, un cuencoparabólico, un puñal de cobre, un alfiler de cobre,un fémur de bóvido y un colgante realizado en hue-so trabajado.

La segunda concentración de sepulturas se loca-liza en el extremo nororiental del área excavada,alineadas todas ellas a lo largo de un banco de roca.En concreto se han documentado 6 enterramientoscon las siguientes características. La sepultura 11está construida en pozo con covacha lateral cerra-da por una gran laja y un murete de mampostería.Contiene una inhumación doble de dos individuosadultos uno masculino y otro femenino completa-mente desarticulados lo que indicaría que el ente-rramiento ha sido violado. A pesar de ello se ha

documentado un ajuar de considerable riqueza for-mado por una copa cerámica, un alfiler de cobre, unpunzón de hueso, una pulsera de plata y un colganterealizado en piedra. La sepultura 12 presenta elmismo sistema de pozo con cuevecilla lateral cerra-da por un murete de mampostería. El desprendi-miento del techo de la covacha ha provocado elaplastamiento y destrucción de los restos óseos. Apesar de ello se han documentado dos individuos,uno juvenil y otro adulto posiblemente femenino.El ajuar, de gran riqueza, aparece compuesto por unplato de carena alta y borde entrante, una fuente,dos botellas, una copa de peana estrecha, una pul-sera de plata, diferentes cuentas de collar, un col-gante realizado en hueso y un elemento posible-mente de adorno realizado en plata.

En la sepultura 18 se repite el tipo de enterra-miento en pozo con cuevecilla lateral cerrada porvarias lajas hincadas verticalmente y un murete demampostería. Se ha documentado la inhumación detres individuos dos de ellos desarticulados y arrin-conados en el fondo de la covacha y el terceroflexionado y en perfecta conexión anatómica. Elajuar, de gran riqueza, está formado por cuatro va-

Lám. IV. Sepultura 21 del Cerro de la Encina (Foto: M.A. Blanco).

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sijas cerámicas (tres ollas de diferentes tamaños yuna fuente), un hacha de cobre, un puñal estrecho yalargado con tres remaches para el enmangue rea-lizado en cobre, un punzón de cobre, una pulsera deplata, un collar de cuentas realizado en piedra puliday un fémur de bóvido. La sepultura 19 es la únicaque no aparece excavada en la roca. El sistema uti-lizado ha consistido en una fosa simple que conte-nía la inhumación de un solo individuo. En este casola erosión ha afectado de forma muy importante alenterramiento del que tan sólo se han conservadoescasos restos óseos aunque en conexión anatómi-ca. En concreto se ha documentado la cabeza, yparte de los huesos correspondientes al brazo y pier-na derecha, en todos los casos fragmentados. No seha documentado ningún elemento de ajuar.

La tumba 20 consiste de nuevo en un pozo concuevecilla lateral excavada en la roca y cerrada porgrandes lajas hincadas verticalmente. La sepulturaestá formada por la inhumación posiblementede tres individuos, dos de ellos completamente des-

articulados y un tercero semiarticulado. Estas evi-dencias indicarían que ha sido violada muy pro-bablemente en un momento antiguo ya que losdepósitos correspondientes a la secuencia de Bron-ce Final sellan la secuencia argárica previa estable-ciendo un límite temporal máximo para la viola-ción. No obstante, y al igual que ocurría con la se-pultura 11, se ha conservado un ajuar de granriqueza compuesto por un cuenco de carena alta,borde entrante y fondo plano, dos vasos carenados,un cuenco de tendencia parabólica, un cuenco se-miesférico de fondo plano, una pulsera de plata, unpunzón de cobre, tres aretes de plata y diversascuentas de collar.

El último de los enterramientos de esta agrupa-ción corresponde a la sepultura 21, con unas carac-terísticas excepcionales que le confieren una nota-ble monumentalidad en comparación con el típicoritual argárico (Lám. IV). En primer lugar el siste-ma de enterramiento no es nada habitual, consisteen una gran caja de forma rectangular de 2 mts. delongitud por 1,20 mts. de anchura abierta en la roca.En uno de sus laterales se han conservado inclusolas marcas de las posibles cuñas utilizadas en elproceso de construcción. Asimismo se han docu-mentado los restos de dos tablones de madera que,situados en los laterales de la sepultura, debieronsostener la techumbre formada por un armazón demateria orgánica sobre el que descansaban grandeslajas de piedra que cuando se han desprendido hanafectado a la conservación de los restos óseos. Con-tenía una inhumación de dos individuos perfecta-mente articulados en posición flexionada, lo quesugiere que ambos han sido enterrados en un mis-mo momento (Lám. V). Esta situación no es habi-tual en las necrópolis argáricas ya que cuando se

Lám. V. Detalle de una de las inhumaciones de la sepultu-ra 21 del Cerro de la Encina (Foto: M.A. Blanco).

Lám. VI. Detalle del ajuar cerámico de la sepultura 21 delCerro de la Encina (Foto: M.A. Blanco).

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localiza más de un individuo sólo permanece enconexión anatómica el último en ser enterrado sien-do arrinconada la inhumación preexistente o situa-da sobre el último enterramiento.

El ajuar documentado también es de gran excep-cionalidad por su riqueza ya que posee un total de29 elementos entre los dos individuos. El ajuar ce-rámico aparece compuesto por dos ollas de peque-ñas dimensiones, una copa, dos botellas, una fuentey un cuenco de tendencia parabólica (Lám. VI). Porsu parte el ajuar metálico aparece formado por unpuñal alargado y con seis remaches de plata, seispulseras cuatro de cobre una de ellas de doble espi-ral y 2 pulseras de plata una de ellas de triple espi-ral, dos aretes de plata de triple espiral ambos, dosanillos uno en cobre y otro en plata, un punzónde cobre, un coletero de plata, un cuchillo de cobrey dos fragmentos de cuentas o colgantes en formade muelle realizados en cobre. El ajuar aparececompletado con dos collares de cuentas de piedrapulida, un brazalete de arquero y tres ofrendas debóvido.

Finalmente asociada a la terraza inferior se hadocumento la sepultura 22 consistente en una cistacon una gran losa en la base sobre la que se apoyanlas inhumaciones (Lám. VII). El alzado de la cistase ha construido con lajas hincadas verticalmente ymampostería. La cubierta de la sepultura tambiénconsistía en una gran laja. Todo el conjunto ha sidocerrado por una doble hilada de lajas hincadas ver-ticalmente y un murete de mampostería lo que indi-caría que el acceso se ha realizado por un pozo desdeel que se ha construido la cista. La sepultura apare-ce compuesta por una inhumación doble infantil conun individuo desarticulado y arrinconado en el fon-

do de la cista y un segundo individuo en conexiónanatómica y posición flexionada. El ajuar apareceformado por un vasito cerámico, un cuenco parabó-lico, una ollita y un collar perfectamente articuladoformado por cuentas de piedra.

La cantidad de 9 sepulturas es relativamenteimportante en relación con el área excavada de for-ma que a partir de las características específicas delritual empleado, y fundamentalmente de sus ajua-res, se pueden establecer diversas consideracionesgenerales del máximo interés. En primer lugar des-taca la espectacular acumulación de riqueza en losajuares de todas la sepulturas documentadas si ex-ceptuamos la número 19 que debido a los procesoserosivos se ha conservado de una manera muy par-cial. Si tenemos en cuenta las importantes diferen-cias sociales establecidas para la Cultura de El Ar-gar fundamentalmente a partir de los estudios de susajuares (Contreras et al. 1987-88; Lull y Estévez1986; Molina 1983) podemos concluir que nos en-contramos ante sepulturas de un estatus social ele-vado. Por tanto ante individuos que en la organiza-ción social del poblado ocuparon un lugarpreeminente con un acceso a los bienes de produc-ción claramente diferenciado.

Sin duda llama la atención la uniformidad en elhecho de que todos los ajuares son de gran riqueza.En este sentido las diferencias existentes entre losajuares de las sepulturas descritas parecen estarmucho más relacionadas con diferencias de géne-ro o edad que con diferencias acusadas de clase; noobstante este planteamiento deberá ser confirmadocon el análisis exhaustivo de la necrópolis en suconjunto. Sea como fuere parece evidente que encualquier clasificación las sepulturas descritas en-trarían a formar parte de los grupos sociales máselevados. En este sentido la conclusión que se de-riva parece evidente, el sector occidental de la ZonaB se correspondería con una de las áreas de residen-cia de las elites sociales del Cerro de la Encina. Estaorganización espacial del poblado en función de laidentidad social de las diferentes familias quedaríaconfirmada por las excavaciones realizadas en elsector central de la Zona B. En este área aunquecuantitativamente no son muchas las sepulturasexcavadas la tendencia es clara hacia un área dehábitat de un nivel social bajo o muy bajo. De lostres enterramientos dos dobles y uno individual,dos de ellos no presentan ningún elemento deajuar y el tercero posee tan sólo un vaso carenadoy una ofrenda cárnica de ovicáprido. El contrasteparece evidente entre estas dos áreas del poblado

Lám. VII. Sepultura 22 del Cerro de la Encina.

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cercanas entre sí y que han sido excavadas sistemá-ticamente.

A esta organización en dos áreas socialmentediferenciadas se uniría el hallazgo junto a las for-tificaciones de la Zona A de una sepultura infan-til de gran riqueza, en concreto la tumba 8, consis-tente en un enterramiento en fosa simple de unindividuo infantil en posición flexionada con unajuar compuesto por un puñal largo y estrecho condos escotaduras para el enmangue, varios remachesde cobre, cuatro clavos de plata con la cabeza se-miesférica, un brazalete de oro formado por una es-piral de dos vueltas y un vaso carenado. La apari-ción junto a la fortificación de esta sepultura, conun ajuar que sin duda marca una posición socialmuy elevada, podría estar indicándonos otra de laszonas de residencia de las elites, posiblemente delas aristocracias dominantes, tal y como ocurre enotros poblados argáricos en donde las acrópolisson ocupadas por los sectores sociales más eleva-dos. Aunque futuros trabajos deberán confirmar laocupación del entorno de las fortificaciones delCerro de la Encina por la clase dirigente del asen-tamiento, el conocimiento que actualmente posee-mos es suficiente para afirmar que en este yaci-miento existen espacios urbanos con un claro sesgosocial en donde el diferente acceso a los bienesde producción queda reflejado no sólo en los ajua-res, enfermedades sufridas o patrones de actividadsino también en la organización interna del asen-tamiento.

Fig. 3. Planimetría de la fase de ocupación del Bronce Final del sector occidental de la Zona B del Cerro de la Encina.

Las recientes excavaciones de apoyo a la mu-sealización han elevado el número de sepulturasexcavadas sistemáticamente a 17 y a 22 el total (7).Aunque el número aún no es elevado sí parece su-ficiente para definir otra tendencia clara que con-siste en el importante número de sepulturas coninhumaciones dobles y triples. Tanto en el sectoroccidental de la zona B, analizado anteriormentecon más detalle, como en la necrópolis en su con-junto el número de sepulturas dobles supera al deindividuales. Si consideramos sólo las excavadassistemáticamente 8 son dobles, 6 individuales y 3triples, a las que habría que añadir las sepulturascon varios enterramientos dadas a conocer porCabré (1922). De esta forma parece evidente elcontraste entre el ritual de inhumación individualabsolutamente mayoritario en las necrópolis argá-ricas conocidas frente a lo que sucede en el Cerrode la Encina donde dominan las sepulturas quecontienen más de un individuo. El importante nú-mero de sepulturas dobles y triples podría señalaruna singularidad específica del Cerro de la Enci-na en donde las relaciones familiares de consangui-nidad parecen mucho más marcadas que en otrosyacimientos. La asunción de la norma argárica yen concreto del ritual funerario parece ofrecer cier-tas particularidades por parte de las poblacioneslocales de la vega granadina. La transición entre un

(7) Las 5 sepulturas de diferencia se corresponden a los ente-rramientos publicados por Cabré (1922) y Tarradell (1947-48).

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ritual funerario colectivo típico de las sociedadesde la Edad del Cobre a un ritual individual carac-terístico de la cultura argárica tendría unas singu-laridades cuya explicación debe tener una relacióndirecta con el específico proceso histórico prota-gonizado por estas comunidades. Sin duda esta esuna sugerente línea de investigación, actualmen-te en proceso de análisis y discusión.

3.2. La fase del Bronce Final del Sureste

3.2.1. La organización urbanística

Al igual que hemos realizado con la secuencia deocupación argárica a continuación presentamos lasprincipales características del diseño urbanísticodocumentado en el sector occidental de la Zona Bperteneciente a la ocupación del Bronce Final delSureste. En esta área, al igual que ocurre en otraszonas del poblado, tras un hiatus en la ocupacióndel yacimiento un nuevo grupo social con unas ca-racterísticas radicalmente diferentes a las de lasprecedentes sociedades argáricas ocupa el asenta-miento. En concreto en el área objeto de análisis seha documentado, a falta de un estudio exhaustivo delas relaciones estratigráficas, una fase de ocupaciónperteneciente a un momento pleno de este periodo(Fig. 3).

En relación con la organización urbanística, encampañas antiguas se había documentado un zócalode una cabaña al que se suma los restos de otro zó-calo aparecido en la nuevas excavaciones; en amboscasos se trata de cabañas de planta ovalada que sehan conservado sólo parcialmente debido a que losprocesos erosivos han destruido una parte importan-

te de estas construcciones (Lám. VIII). Estos zóca-los definen estructuras de grandes dimensiones quese sitúan adaptándose a las características topográ-ficas específicas de la zona. Su construcción sueleir precedida del acondicionamiento del espacio con-sistente básicamente en el aplanado de las superfi-cies sobre la que se sitúan las cabañas. De todas for-mas en ningún caso estos trabajos tienen laenvergadura de los aterrazamientos argáricos. Lasdos cabañas documentadas aparecen separadas launa de la otra siguiendo el típico patrón urbanísti-co de estos poblados de cabañas dispersas sin unaorganización interna fácilmente reconocible. Lossistemas constructivos se caracterizan por zócalosde piedra de escasa entidad sobre los que se alzanparedes de barro y ramaje. Las techumbres estaríanconstituidas por materiales orgánicos impermeabi-lizados con barro.

En el espacio intermedio existente entre ambascabañas y de forma equidistante entre ellas se hadocumentado un conjunto de al menos 8 recintosestrechos y alargados de los que 4 han sido excava-dos de forma sistemática (Lám. IX). Estos recintosconsisten en tabicaciones de lajas de piedra hinca-das verticalmente sobre las que en algunas ocasio-nes han aparecido otras piedras de mediano tama-ño dispuestas horizontalmente y cuya funcionalidadparece haber sido la de calzar grandes lajas que for-man la cubierta de estas estructuras. En concreto tresde estos recintos han conservado parcialmente sucubierta. La longitud de las tabicaciones es de 2 m,definiendo unos espacios que poseen una anchuraentre 20 y 30 cm. y una profundidad entre 40 y 50cm. aproximadamente. Todo el conjunto se apoyadirectamente sobre la roca presentando un buza-miento norte-sur similar a la orientación de los re-cintos. En su parte norte los recintos se adosan a uncorte artificial realizado en la roca completando laaltura máxima de las estructuras con mamposteríade mediano tamaño. Al sur un muro de mamposte-ría cierra igualmente los recintos. Un poco más alsur y posiblemente relacionado funcionalmente conestas estructuras se ha documentado un área de com-bustión caracterizada por una capa de barro de co-lor rojizo de forma aproximadamente circular y conunos 80-90 cm. de diámetro. En su parte superior lacapa de barro posee varias lajas de pequeñas dimen-siones dispuestas horizontalmente.

Aunque ha sido relacionada con el almacena-miento la posible funcionalidad de estos conjuntosde recintos sigue estando abierta. En el caso espe-cífico que nos ocupa la documentación de recintos

Lám. VIII. Zócalo de cabaña de planta oval y recintos co-rrespondientes a la fase de Bronce Final del Sureste delCerro de la Encina (Foto: M.A. Blanco).

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que conservaban su cubierta y que por tanto sella-ban su contenido prometía resultados que arrojaranluz sobre su funcionalidad. Sin embargo la excava-ción del interior sólo nos ha proporcionado un se-dimento muy fino de carácter limoso y sin inclusio-nes de ningún tipo lo que indicaría que el relleno secorresponde con filtraciones posteriores al abando-no. Estas características implicarían que los recin-tos o bien estaban vacíos cuando se abandona elpoblado o bien su contenido era orgánico y ha des-aparecido, en cuyo caso los análisis químicos nosorientarán sobre la posible funcionalidad. Indepen-dientemente del uso, estos conjuntos de recintosestán perfectamente normalizados y aparecen enpoblados típicos de este momento como el Cerro deCabezuelos (Contreras 1982), el Peñón de la Rei-na (Martínez y Botella 1980) o el mismo Cerro dela Encina en su zona A, donde en las primeras cam-pañas de excavaciones se documentaron unos re-cintos de características similares (8).

Otro elemento igualmente característico de estospoblados y que ha aparecido asociado al exterior deuna de las cabañas se corresponde con un área debasurero. Concretamente entre el conjunto de recin-tos y uno de los zócalos de cabaña se han documen-tado varios metros cuadrados en donde se concen-traba una importante acumulación de restos defauna, materiales de construcción y fragmentoscerámicos entre los que destacan formas clásicas deestas sociedades como los vasos y fuentes carena-das de hombro marcado, grandes vasijas con el bor-de engrosado en T y soportes de carrete.

Como hemos indicado anteriormente los traba-jos de investigación presentados responden a unaprimera fase de un proyecto de musealización amedio-largo plazo. Sin duda este es un largo cami-no que en los próximos años es previsible que ten-ga continuidad. Nuestras expectativas implican lafinalización de los trabajos de excavación y conso-lidación de las diferentes áreas objeto de puesta envalor de forma que la investigación tanto de cam-po como de laboratorio aporte el máximo de infor-mación. En este sentido, el proyecto actualmente encurso está suponiendo un nuevo impulso a las in-vestigaciones de la Edad del Bronce del sectororiental de la Vega granadina paralizadas práctica-mente desde principios de los años 80.

AGRADECIMIENTOS

Queremos mostrar nuestro agradecimiento alequipo de personas e instituciones que han colabo-rado en el desarrollo de las excavaciones. A MiguelA. Blanco por la realización del reportaje fotográ-fico, al equipo de antropólogos dirigido por M.Botella que colaboraron en el levantamiento de lassepulturas, a Salvador Algarra arquitecto del pro-yecto de musealización, a la Delegación provincialde Cultura que ha financiado y coordinado las in-tervenciones y muy especialmente a los arqueólo-gos Sergio Fernández y Pilar García que han desa-rrollado un trabajo excepcional en el proceso deexcavación y documentación.

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Lám. IX. Conjunto de recintos del Bronce Final del Sures-te del Cerro de la Encina.

(8) Ver nota 3.

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