Iniciativa nacional de cultura de paz

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“La paz hay que pensarla como una matica que hay que regar y que hay que sembrar con cariño”1.

1 Palabras de Antanas Mockus en una entrevista con Carolina Díaz en la Revista Terra (Díaz, 2014).

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“Sin un correlato cultural la paz quedará en le-tra muerta” (Franco, 2014). En otras palabras, necesitamos construir paz en la vida cotidiana y bajo el liderazgo de la ciudadanía: esto es lo que queremos llamar una cultura de paz. Para este proceso, los diálogos de La Habana son una coyuntura decisiva, es decir, un momento esencial para la construcción de paz que de-bemos entender y discutir, pero que no agota lo que se requiere para conseguir una paz du-radera. Sergio Jaramillo, el Alto Comisionado para la Paz, lo expresa de la siguiente manera:

Que las guerrillas dejen las armas es por su-puesto una condición ineludible de la transi-ción. Pero no es lo principal. Lo principal es lo que pasa después. Lo principal es enten-der la paz como una oportunidad, como una gran palanca de cambio para hacer lo que no hemos logrado hacer en cincuenta años de guerra. Se requiere la energía de la paz para poner en marcha la transformación de las condiciones que han mantenido vivo el con-flicto (Jaramillo, 2014: 5).

Jaramillo manifiesta algo que es central para nuestra iniciativa: que las condiciones que mantienen vivo el conflicto exceden el conflic-to mismo, que van más allá. O, mejor, que los elementos principales para conseguir la paz ciudadana están mucho más acá: en nuestros hogares, en nuestras relaciones con nuestros familiares y con nuestros vecinos y en las ma-neras en que diariamente percibimos y nos justificamos la violencia. Visto así, podría de-cirse que la violencia de nuestro país está com-puesta, en gran medida, de pequeñas violen-cias cotidianas. Pero podría decirse también, y

esto es lo que nos convoca, que la paz del país, algo tan grande que es difícil incluso de pensar, empieza con pequeñas paces, con hacer las paces—así como lo expresamos normalmen-te—de maneras concebibles y concretas.

Nuestra propuesta, entonces, es entender la paz como un proceso creativo y colectivo que empieza en la cotidianidad y la construcción de una cultura de paz como un esfuerzo que le co-rresponde a la ciudadanía (a adultas y adultos, jóvenes, estudiantes, niñas y niños, organiza-ciones, sindicatos, universidades, empresas, entre otras). Esta iniciativa es una invitación, para todos los que compartimos esta visión, a que nos aliemos y trabajemos en conjunto. Ofrecemos una plataforma y unos lineamien-tos comunes, con el ánimo de que nuestros es-fuerzos se sumen en lugar de interrumpirse, y también todo el apoyo de nuestra Corporación para guiar y apoyar el desarrollo de las pro-puestas que se unan a la iniciativa.

P r e s e n t a c i ó n

¿QUÉ ES LA INICIATIVA NACIONAL DE CULTURA DE PAZ?

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Como lo indica el Informe ¡Basta Ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad presentado por el Grupo de Memoria Histórica del Centro Na-cional de Memoria Histórica (CNMH) en el 2013, el conflicto armado ha causado uno de cada tres homicidios en Colombia (2013: 32). Sin de-jar de reconocer que este dato es alarmante y que las muertes que representa son pérdidas inconmensurables, es necesario advertir que dos de cada tres muertes en Colombia son cau-sadas por razones externas al conflicto. En este contexto, desde el 2008, según los datos que el Grupo Centro de Referencia Nacional sobre Violencia del Instituto de Medicina Legal reco-ge anualmente, la principal circunstancia de los homicidios ha sido, sin excepciones, la violencia interpersonal (GCRNV, 2008-2013). En los dos últimos años, la violencia intrafamiliar ha sido la principal circunstancia de los homicidios de mu-jeres (GCRNV, 2012- 2013). ¿Qué dice esto so-bre lo que puede significar la paz para nosotros, los ciudadanos? Por lo menos, y ésta es nuestra apuesta, que conseguir la paz está también, y puede ser que esencialmente, en nuestras ma-nos.

Queremos, entonces, insistir en la importancia de la corresponsabilidad: la idea de que cons-truir un país en paz es también nuestra respon-sabilidad, que somos los únicos que podemos influir en cómo se desarrolla este proceso y que tenemos la capacidad de transformar las reali-dades que habitamos. Esto implica admitir que la violencia de nuestro país no es reducible ni explicable solamente desde la guerra interna que soportamos y asumir que, al contrario, tie-ne una presencia muy fuerte en nuestras vidas diarias y en nuestros hogares.

Visto de esta manera, asumir nuestra corres-ponsabilidad implica que consideremos seria-mente la convivencia — cómo nos relacionamos entre nosotros y la manera en que percibimos a los otros. Antanas Mockus escribió que “con-vivir es llegar a vivir juntos entre distintos sin los riesgos de la violencia y con la expectativa de aprovechar fértilmente nuestras diferencias” (Mockus, 2002: 20). Con estas palabras expresó una situación ideal (pero realizable) de la que, según la información que hemos recogido en Corpovisionarios, estamos muy lejos. Entender en qué consiste esta distancia es un primer paso para construir paz—hacer las paces, en plural—en la cotidianidad.

Consideremos, por ejemplo, lo siguiente: en una investigación sobre la violación de los de-rechos humanos encontramos que en Tunja, Tumaco y Dosquebradas el 28% de la población está de acuerdo con que “a veces hay que hacer limpieza social para eliminar a personas o gru-pos que están ‘perjudicando’ a la comunidad” (Corpovisionarios, 2013a). Por otro lado, una investigación sobre Cultura Universitaria que comprendió cinco universidades del país mues-tra que en cada universidad más del 40% de los estudiantes están de acuerdo con el linchamien-to (Corpovisionarios, 2013b). Finalmente, según la Encuesta de Cultura Ciudadana, en promedio el 26.5% de las personas de Colombia están de acuerdo con la justicia por mano propia2 (Corpo-visionarios, 2014). ¿Cómo podemos conseguir

2 A menos que indiquemos lo contrario, cuando men-cionamos los promedios de la Encuesta de Cultura Ciudadana nos referimos al promedio ponderado de los 51 municipios en los que se ha aplicado la Encuesta de Cultura de Ciudadana desde el 2008.

¿POR QUÉ NOS CORRESPONDE A LA CIUDADANÍA CONSTRUIR UNA CULTURA DE PAZ?

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una vida pacífica si tantos de nosotros justifica-mos la violencia contra el otro?

En miras de un posconflicto esta información es aterradora, si se tiene en cuenta que a nivel nacional más del 80% de los ciudadanos afirma que rechazaría tener como vecino a un gue-rrillero o paramilitar (Corpovisionarios, 2014). Nuestra creencia es que, incluso antes de pen-sar cómo enfrentar este rechazo (y si queremos aprender a manejarlo), tenemos que transfor-mar nuestra disposición cultural a utilizar la violencia para resolver conflictos en el día a día, la cual se puede apreciar en el hecho de que en promedio el 29.4% de los ciudadanos valide el maltrato infantil como una forma legítima de educar a los hijos (Corpovisionarios, 2014). Es decir, necesitamos acciones concretas, tan con-cretas como imaginarnos una manera diferente de solucionar conflictos con nuestros familiares, con nuestros vecinos y con nuestros compañe-ros para conseguir un país en paz.

Desde este punto de vista, es importante que conozcamos, discutamos y manifestemos nuestra opinión al respecto de los diálogos de La Habana. Es fundamental que todos vote-mos, y que nuestro voto esté bien informado. Pero principalmente es preciso, y urgente, que nos apropiemos de la construcción de paz en el contexto más inmediato de nuestra vida diaria. En este sentido, construir una cultura de paz, una forma de vivir y de entendernos que sea esencialmente pacífica (opuesta a la violencia), nos corresponde a la ciudadanía.

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LA VIDA ES SAGRADA:

Es necesario desterrar a lo imposible, a lo im-pensable, la posibilidad de quitarle la vida a otro. Las cifras sobre la justificación de la limpieza so-cial indican que nos hemos acostumbrado a la muerte de los demás: nos hemos convertido en una sociedad que valida la eliminación del otro como una forma de alcanzar la convivencia. Ne-cesitamos un cambio cultural sustancial que nos permita conseguir un país en donde se puedan doler las muertes irreversibles, en donde nunca se pueda justificar la violencia como una forma legítima para conseguir lo que buscamos y en donde el asesinato sea un tabú inquebrantable.

CULTURA CIUDADANA:

Los ciudadanos no solamente tenemos la capa-cidad de transformar las realidades que habita-mos sino que nuestra participación es esencial para inventar y generar cambios sociales. Desde este punto de vista, reforzar los marcos institu-cionales formales no es suficiente en la solución de una gran parte de los problemas que enfren-tan los diferentes grupos sociales en el mundo.

APRENDIZAJE PERMANENTE:

El aprendizaje no se limita a la educación formal sino, más bien, se despliega en la vida cotidia-na y dura lo que dura una vida. Escuchar a las personas que nos rodean y reflexionar sobre la manera en que nos relacionarnos con ellas es un proceso de aprendizaje esencial para la convi-vencia ciudadana.

IGUALDAD Y DISFRUTE DE LA DIVERSI-DAD:

Entendemos la igualdad así como la expresaron los indígenas Wayúu cuando tradujeron el artí-culo 12 de nuestra Constitución: “Nadie podrá llevar por encima de su corazón a nadie, ni ha-cerle mal en su persona, aunque piense y diga diferente”. Es indispensable que nos respete-mos como iguales desde nuestras diferencias y también que aprendamos a gozarnos, a “apro-vechar fértilmente”, la diversidad.

CREATIVIDAD:

Si admitimos que, por mucho tiempo, no nos hemos sabido pensar sino en relación con nues-tras violencias, construir paz es, quizás, inicial-mente un ejercicio de la imaginación. O, mejor, es una oportunidad creativa que requiere de nuestra capacidad para imaginarnos cómo que-remos vivir en paz. Para este proceso necesita-mos aliarnos con las artes y aprovechar su capa-cidad de transformar cómo nos representamos. A raíz de esto, podemos cambiar también cómo nos relacionamos entre nosotros. Como dijo Víktor Shklovski, el arte puede devolvernos el miedo a la guerra y existe “para que uno pueda recuperar la sensación de la vida” (1917).

¿EN QUÉ CREEMOS?

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Con base en la experiencia de investigación de Corpovisionarios, identificamos cuatro líneas de acción que consideramos indispensables para la construcción de una cultura de paz en el contexto actual del país. Es decir, estos son temas que se han revelado como especialmen-te problemáticos para la convivencia y que, por lo tanto, tienen una importancia central para la construcción de paz en la vida cotidiana. Los proponemos como guías para quienes quieran unirse y aportar a este proceso creativo.

1. REPRESENTACIÓN DE LOS DEMÁS:

Alterar cómo representamos a los demás tiene el potencial de transformar cómo nos relacio-namos entre nosotros. Desafortunadamente, en Colombia prima la representación negativa del otro y existe una tendencia a pensar que los problemas nunca están en uno mismo sino en los demás: por ejemplo, en promedio el 90% de los ciudadanos afirma que la ley le inspira un sentimiento positivo, pero el 55% conside-ra que más de la mitad de los ciudadanos son corruptos (Corpovisionarios, 2014). Es decir, casi todos nosotros consideramos que las leyes son importantes pero asumimos que los demás son indiferentes frente a la ley. Es preocupan-te, también, la magnitud de la desconfianza en el país: en promedio el 59% de los ciudadanos considera que no se puede confiar en los demás (Corpovisionarios, 2014). Cambiar esta manera de representarnos requiere que seamos capa-ces de darle una segunda mirada al otro (re-conocer a las personas que nos rodean) y de revisar cómo cada uno de nosotros participa de la desconfianza o la corrupción que identifica en los demás.

2. RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS:

Aprender y acostumbrarnos a resolver conflic-tos de la vida cotidiana sin recurrir a la violencia tiene el potencial de transformar radicalmente dos de las formas de violencia que, según los datos de Medicina Legal, causan más muertes en el país: la violencia interpersonal y, en el caso específico de las mujeres, la violencia intrafami-liar. En otras palabras, consideramos que existe una relación entre las muertes causadas por es-tos dos tipos de violencia y el hecho de que en promedio el 29.40% de los ciudadanos conside-re necesario “golpear a sus hijos para que apren-dan a obedecer”, sumado a esto que el 26.45% esté de acuerdo con que “cuando un grupo de ciudadanos atrapa a un ladrón que acaba de robar deberían darle una golpiza” (Corpovisio-narios, 2014). Trabajar sobre la manera en que resolvemos conflictos es un proceso que requie-re de una creatividad constante y que tiene, lite-ralmente, una importancia vital.

3. CONSTRUCCIÓN DE MASCULINIDADES Y FEMINIDADES:

Según la Encuesta de Cultura Ciudadana, la jus-tificación de la violencia es por lo general más alta en hombres que en mujeres. Por ejemplo, mientras en promedio el 24% de los hombres justifica el uso de la violencia para ayudar a la familia, un 18% de las mujeres del país está de acuerdo con esta misma justificación (Corpovi-sionarios, 2014). Al respecto del uso de la vio-lencia en defensa propia, en promedio el 50% de los hombres y el 39% de las mujeres la con-sideran justa (Corpovisionarios, 2014). Estas di-ferencias responden a las representaciones que

L í n e a s d e a c c i ó n

¿EN QUÉ ES IMPORTANTE QUE TRABAJEMOS?

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priman en el país sobre lo masculino y lo feme-nino. Por ejemplo, la idea de que los hombres deben ser dominantes y las mujeres dóciles, la suposición de que los hombres son agresivos y las mujeres delicadas. Si consideramos que estas ideas son representaciones construidas entonces podemos entender que es posible transformarlas. Si tenemos en cuenta que en Colombia mueren más hombres que mujeres y que en los dos últimos años la violencia intra-familiar ha sido la principal circunstancia de los homicidios de mujeres (GCRNV: 2012-2013), es claro que transformar la construcción de mas-culinidades y de feminidades es urgente.

4. EMOCIONES:

La Encuesta de Cultura Ciudadana muestra que, en promedio, el 64.7% de los ciudadanos “teme a las sanciones o castigos del otro” (Corpovi-sionarios, 2014). Este temor generalizado se relaciona con otras emociones, como la rabia que desencadena un castigo o el dolor que éste genera. Así como lo propone Jon Elster (2010), las emociones tienen una tendencia a la acción, de modo que podríamos plantear esta relación al revés: el dolor que sentimos puede transfor-marse en rabia, y la rabia puede motivar casti-gos violentos—a los que tememos la mayoría de nosotros. Las emociones en muchos senti-dos son impredecibles e inconmensurables y requieren, inicialmente, reconocimiento (Das, 2007). Pero a raíz de entender las emociones que nos afligen, necesitamos pensar en qué me-dida podemos manejarlas de manera que consi-gamos quebrar la relación, por ejemplo, entre la rabia y la violencia.

Es importante tener en cuenta que no solamen-te existen emociones negativas y, en conse-cuencia, que podemos potenciar las emociones positivas para motivar la cooperación ciuda-dana. Todo esto es indispensable para pensar en el posconflicto, una situación rebosante de emociones como la rabia y la tristeza (Corpo-visionarios, 2013), y también para disminuir el dolor que nos causamos diariamente en la vida cotidiana (algo que no es poco, si se tienen en cuenta los datos sobre violencia intrafamiliar e intrapersonal que hemos revisado aquí).

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Todas las personas e instituciones que hacen parte de esta iniciativa se comprometen a tra-bajar en coherencia con los siguientes elemen-tos y herramientas:

1. PRIMERO LA CASA:

Toda persona o institución que hace parte de esta iniciativa se compromete a construir paz en su propio contexto (al interior de su comuni-dad, de su empresa, etc.). Es decir, se compro-mete a hacer las paces en el contexto inmediato de su vida cotidiana. Esto implica aceptar que la violencia no es solamente un problema de los demás sino de cada uno de nosotros y éste es un paso central para que podamos construir paz en conjunto. Dos herramientas claves para llevar este compromiso a la realidad son la auto y la mutua regulación.

1.1. AUTO Y MUTUA REGULACIÓN:

La autorregulación se refiere a la capacidad y a la disposición de cada ciudadano de enten-der que sus actos tienen consecuencias que pueden afectar negativamente a otros, de asumir su responsabilidad con la convivencia y, con base en esto, de regular su comporta-miento. La mutua regulación es la capacidad y la disposición de los ciudadanos de regular amablemente a los demás y de dejarse regu-lar por lo demás.

2. RESPETO POR LA DIFERENCIA:

Para construir paz en conjunto nos entendemos como iguales en muchos sentidos (como ciuda-danos capaces de transformar y de responsa-bilizarnos por cómo convivimos) pero también nos comprometemos a respetar nuestras dife-

rencias. Esto implica respetar las diferencias de opinión que enfrentamos en la vida diaria y la diversidad de las costumbres de nuestro país, así como reconocer que nuestras diferencias enriquecen nuestras vidas y los proyectos que podamos armar en conjunto.

3. CONSIDERACIÓN DEL CONTEXTO LO-CAL:

Cualquier propuesta para construir paz en la vida cotidiana considera seriamente el contexto local en el que trabaja. Cada municipio o comu-nidad enfrenta problemas distintos y responde a constructos culturales propios. Para que un proyecto sea efectivo y duradero debe ser co-herente con las maneras locales de entender y habitar el mundo.

3.1. CONSTRUIR SOBRE LO CONSTRUI-DO:

Una parte esencial de la consideración del contexto local es tener en cuenta cuáles son los proyectos o programas que ya están en marcha en la comunidad con la que se quiera trabajar. La mayoría de las veces no es nece-sario empezar de ceros sino más bien es ne-cesario dejarse apoyar por los esfuerzos que se están desarrollando y complementarlos.

4. RECONOCIMIENTO Y EDUCACIÓN DE LAS EMOCIONES:

Para construir paz necesitamos reconocer nues-tras emociones y las de los demás: entender que en nuestra vida diaria cargamos con un bagaje emocional inmenso, en ocasiones agotador y que tiene el potencial tanto de atenuar como de motivar el uso de la violencia. Toda persona

C o m p r o m i s o s

¿CUÁLES SON NUESTROS COMPROMISOS?

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o institución que hace parte de esta iniciativa se compromete a priorizar el reconocimiento y el manejo de las emociones en su vida diaria, dentro de su propia comunidad y en los demás sectores en que trabaje.

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CORPOVISIONARIOS.

2014. Base de datos de Encuesta de Cultura Ciuda-dana 2008-2014.

2013a. Informe: Diseño y propuesta sobre linea-mientos para la política pública de prevención de violaciones de derechos humanos en la línea de cul-tura. Bogotá: Corpovisionarios-Ministerio del Inte-rior.

2013b. informe general proyecto UNODC. Docu-mento de resultados de investigación. Corpovisio-narios-UNODC. No publicado.

DAS, VEENA.

2007. Life and Words: Violence and the Descent into the Ordinary. Berkeley: University of California Press.

DÍAZ, CAROLINA.

2014. “Antanas Mockus y sus lecciones para conse-guir la paz”. Revista Terra [en línea]. 23 de julio de 2014. [fecha de consulta: 21 de agosto de 2014]

http://noticias.terra.com.co/nacional/antanas-mockus-y-sus-lecciones-para-conseguir-la-paz,70449cee9fe57410VgnVCM4000009bcceb0aR-CRD.html

ELSTER, JON.

2010. La explicación de comportamiento social: más tuercas y tornillos para las ciencias sociales. Gedisa.

FRANCO, FRANCISCO.

2014. “Sin un correlato cultural la paz quedará en letra muerta”. Revista Semana [en línea]. 14 de julio del 2014. [fecha de consulta: 21 de agosto de 2014]

http://m.semana.com/educacion/articulo/sin-un-correlato-cultural-la-paz-quedara-en-letra-muer-ta/395938-3

GRUPO CENTRO DE REFERENCIA NACIONAL SOBRE VIOLENCIA.

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2012. Forensis 2012: datos para la vida. Bogotá: di-señum tremens, quad graphics.

2011. Forensis 2011: datos para la vida. Bogotá: di-señum tremens.

2010. Forensis 2010: datos para la vida. Bogotá: di-señum tremens.

2009. Forensis 2009: datos para la vida. Bogotá: di-señum tremens.

2008. Forensis 2008: datos para la vida. Bogotá: di-señum tremens.

GRUPO DE MEMORIA HISTÓRICA.

2013. ¡BASTA YA! Colombia: Memorias de guerra y dignidad. Bogotá: Imprenta Nacional.

JARAMILLO, SERGIO.

2014. “La Paz Territorial” en Todo lo que debería saber sobre el Proceso de Paz: Visión, realidades y avances en las conversaciones que adelanta el Go-bierno Nacional en La Habana. La Oficina del Alto Comisionado para la Paz. P.p. 4-8. La Imprenta Na-cional.

MOCKUS, ANTANAS.

2002. “La educación para aprender a vivir juntos: convivencia como armonización de ley, moral y cul-tura” en Perspectivas, vol. XXXII, n° 1, marzo 2002.

SHKLOVSKY, VIKTOR.

1917. “Art as technique” en Literary Theory: An Anthology. Ed. Julie Rivkin and Michael Ryan. Mal-den: Blackwell Publishing Ltd.

REFERENCIAS

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