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    Revista del Instituto de Estudios Legislativosde la LV Legislatura del Estado de Mxico

    Av. M. Hidalgo Pte. 313

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    iniciativa22Revista del Instituto de Estudios Legislativosde la LV Legislatura del Estado de Mxico

    Fecha de impresin: marzo 2004Tercera poca, nmero 22, ao 6enero - marzo 2004

    Cuidado de la edicin: Carlos Mucio MondragnDiseo y formacin: Mnica Segura CamachoFotografas: Direccin General de Comunicacin Social

    iniciativa, publicacin trimestral del Instituto de EstudiosLegislativos de la LV Legislatura del Estado de Mxico.Nmero de certificado de reserva de derechos al usoexclusivo de ttulo: 04 - 1998 - 1124 19293600, nmero decertificado de licitud de ttulo: 10938, nmero de certificadode licitud de contenido: 7581.

    Instituto de Estudios LegislativosAv. Hidalgo Pte. No. 313Col. La Merced Alameda, C. P. 50080

    Toluca, Edo. de MxicoTels. 214-19-52 y 214-16-27.E-mail: [email protected]

    DR 2004. Queda prohibida la reproduccin total oparcial de esta obra por cualquier medio grfico omagntico.Los artculos firmados son responsabilidad de los autoresy no reflejan necesariamente las directrices del Instituto.El material publicado puede reproducirse total oparcialmente, previa comunicacin por escrito a la Revistainiciativa.

    suscripcin anual: $200.00

    IMPRESO EN TOLUCA, ESTADO DE MXICO

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    ENSAYOS

    EXGESIS DEL DISTRITO FEDERALJorge Robles-Arenas Migoni

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    CONFERENCIAS

    DEMOCRACIA IDEAL, DEMOCRACIAS REALES YGOBERNABILIDAD EN NORBERTO BOBBIO

    Lorenzo Crdova Vianello 21

    LA PERSPECTIVA POLTICA DE BOBBIO(HOMENAJE PSTUMO)

    Jos Fernndez Santilln 37

    LA SALA CONSTITUCIONAL COMO RGANO DE CONTROL DE LACONSTITUCIONALIDAD EN EL ESTADO DE MXICO

    Vctor Humberto Bentez Trevio 53

    FOROLEGISLATIVO

    POR QU LA POSIBILIDAD DE LA REELECCIN LEGISLATIVA?Red Mexicana Democracia de Calidad

    61

    SOBRE LAS DEFICIENCIAS EN LA REDACCINDE LAS LEYES. USOS Y ABUSOS

    Carlos Mucio Mondragn 67

    contenido

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    NUESTRO TIEMPO

    EL DESARROLLO DEL INESLE DURANTE SEIS AOS DE VIDAAlfonso Arana Martnez

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    LA REDACCIN LEGISLATIVA, UNA OPCIN PARAPONER ORDEN A LA LEGISLACIN

    (curso celebrado en el INESLE)Juan Venancio Domnguez

    97

    RESEA

    EL CONFLICTO EN CHIAPAS Y LA LEGISLACIN FEDERALEmilio Ulloa Prez

    Juan N. Guerra 139

    HISTORIA DE LAS CONSTITUCIONES MEXICANASJuan Venancio Domnguez

    149

    LA EXPOSICIN DE MOTIVOS DE LAS LEYES. UNA CUESTININEXPLORADA POR LA TCNICA LEGISLATIVA,

    DE MIGUEL NGEL CAMPOSECO CADENAMario Baruch Vzquez Ruiz

    153

    PRESIDENTES DE LA REPBLICA QUE FUERONGOBERNADORES DEL ESTADO DE MXICO

    Angel Chopn Corts 159

    NUESTRATRADICIN

    ESTATUTO PROVISIONAL PARA EL GOBIERNOINTERIOR DEL ESTADO

    Compiladora: Mara Emma Aguilar Delgado 167

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    ISIDRO FABELA ALFARO, IMPULSOR DE LA AUTONOMA DELINSTITUTO CIENTFICO Y LITERARIO DEL ESTADO DE MXICO

    Jos Martnez Pichardo 191

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    ensayos

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    EXGESISDELDISTRITOFEDERAL

    n el entorno mundial las ciudades capitales son el reflejode cada nacin, mientras que los procesostransformadores han venido determinando en lo

    fundamental el otorgamiento de derechos polticos plenos a sushabitantes, el acceso a modelos ms representativos y al rediseode sus gobiernos locales, entre otros aspectos. Sin embargo, losprofundos cambios estructurales que han ocurrido en la mayorade las economas del mundo, han afectado significativamente elpapel de las estructuras institucionales que haban permitido elcrecimiento y, sobre todo, la construccin de mecanismos decoordinacin econmica ms o menos aceptados entre laseconomas. Es posible afirmar que la mayora de las institucioneshan sido rebasadas por estos cambios y que el orden institucional

    E

    Jorge Robles-Arenas Migoni*

    * Maestro en Administracin Pblica y Doctorante en Ciencias Polticas y Sociales por laFacultad de Ciencias Polticas y Sociales de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico.

    INTRODUCCIN

    Explicacin sobre los cambios significativos del Distrito Federal en su administracinpblica y en los derechos polticos de sus habitantes, como resultado de la alternancia

    poltica actual que establece nuevos actores y esquemas, dentro de un proceso deinstitucionalizacin adecuado a los nuevos tiempos en los que es indispensable elequilibrio entre la capacidad en servicios pblicos e infraestructura y demanda.

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    slo satisface a unos cuantosganadores.1

    Como es sabido, el Distrito Federal havivido cambios signif icat ivos en suadministracin pblica local y en loreferente a los derechos polticos de sushabitantes, por lo que la alternanciapoltica actual establece las bases denuevos actores y esquemas deconvivencia social y poltica, lo cual ha

    significado el punto de partida de unproceso de institucionalizacin efectivoy adecuado a los nuevos tiempos.

    En este escenario de cambiosinaplazables, el rumbo que determina elproceso de cambio democrtico delDistrito Federal ha implicado latransformacin de la administracinpblica local y su nueva configuracinjurdico-administrativa.

    Cabe sealar que en la actualidad elDistrito Federal atiende a una poblacinde ms de 8 millones 500 mil habitantes en un territorio deaproximadamente 1,500 kilmetros cuadrados, lo que representauna desproporcin entre la capacidad en servicios pblicos einfraestructura con que cuenta el gobierno de la ciudad de Mxicoy la demanda ciudadana cada vez ms creciente. Por ello se hacenecesario e indispensable repensar a la administracin pblica localy su ambiente institucional.2

    1

    Ayala Espino, Jos, Los fundamentos Institucionales del Mercado, Mxico, UNAM, 2002, pg. 31.2 En la definicin de Richard Scott y John Meyer, los ambientes institucionales son aquellosque se caracterizan por reglas y requisitos a los que se deben ajustar las organizacionesindividuales si desean recibir apoyo y legitimidad. Ibidem. Pg. 170.

    El procesode cambio

    democrticodel D. F. ha

    implicado latransformacin

    de laadministracinpblica local

    y su nuevaconfiguracin

    jurdicoadministrativa

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    1. EL CAMBIO CON SUJECIN

    Actualmente la capital del pas transita por un periodo de crisisprolongada, caracterizado por la fragmentacin institucional y poruna estructura gubernamental centralizada, as como por un sistemanormativo insuficiente para guiar y consumar el proceso deReforma Poltica del Distrito Federal.

    A partir de 1997 se esbozaron los primeros resultados delproceso de reforma constitucional que deriv en la primera eleccindel Jefe de Gobierno del Distrito Federal y ms adelante en la

    primera eleccin de los Jefes Delegacionales en el ao 2000. Sinembargo, en el modelo institucional actual an prevalece unaestructura gubernamental en donde a pesar de que el EjecutivoFederal ya no designa al Jefe de Gobierno, las grandes decisionesde la ciudad se siguen tomando de manera centralizada, y en otroscasos discrecionalmente; en tanto que los 16 Jefes Delegacionalesdel Distrito Federal, aunque son ahora figuras electasdemocrticamente, siguen al amparo del rgano central degobierno.3

    2. EL HORIZONTE ACTUAL

    Una vez que se cumple la primera y segunda etapa de la reformapoltica del Distrito Federal, una jurdico-poltica y la otraeminentemente electoral, desde 1997 queda pendiente laposibilidad de efectuar una tercera etapa que implicara en buenamedida su transformacin de entidad federativa a Estado de laRepblica, acompaada de una amplia reforma administrativa que

    3En el texto vigente del Estatuto de Gobierno del Distrito Federal se establece en su Artculo87 que la Administracin Pblica del Distrito Federal ser centralizada, desconcentrada yparaestatal, de conformidad con lo dispuesto en este Estatuto y la ley orgnica que expida la

    Asamblea Legisla tiva , la cual dist ribu ir los asun tos del orden administrat ivo del DistritoFederal, en tanto que en el Artculo 2 de la Ley Orgnica de la Administracin Pblica delDistrito Federal se contempla que la Administracin Pblica del Distrito Federal sercentralizada, desconcentrada y paraestatal.

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    en principio determinara la descentralizacin de la AdministracinPblica del Distrito Federal y posteriormente de los rganos localesde gobierno.

    Etapas de la Reforma Poltica del Distrito Federal

    Perodo 19931995 Perodo 19962000

    Reforma al Artculo 122 constitucional queestablece las bases de los rganos locales deGobierno del Distrito Federal.

    Intervencin indirecta del Ejecutivo Federalen la designacin del Jefe del Distrito Federal.

    Facultades Legislativas a la ALDF.

    Expedicin del Estatuto de Gobierno del

    Distrito Federal. Expedicin de la Ley de Partic ipacin

    Ciudadana.

    Eleccin directa, universal, libre y secreta delJefe de Gobierno.

    Ampliacin de las Facultades Legislativas a laALDF.

    Eleccin directa de los titulares de lasdemarcaciones territoriales.

    Conformacin del Gobierno local a travs de

    los Poderes Federales y las autoridades localesdel Distrito Federal.

    Conformacin de las autoridades electoraleslocales.

    Sin embargo y a pesar de lo significativo del proceso de reformapoltica hasta ahora alcanzado, surgen como algunas afirmacionesque son de dominio pblico:

    1) El rgimen poltico de la ciudad capital est fragmentado,2) El marco normativo e institucional del gobierno del Distrito

    Federal es cada vez ms distante al entorno y a lasexigencias actuales,

    3) El contexto geogrfico y urbano de la ciudad de Mxico esdesordenado y desproporcionado en cuanto a su calidadcomo asiento de los Poderes Federales;

    4) El nivel de endeudamiento de la capital del pas desde elao 2002 es el ms alto de las entidades federativas, peroes la entidad que recibe ms participaciones federales y,

    5) El tamao y cobertura de la administracin pblica localpara la prestacin de servicios pblicos, particularmenteen las Delegaciones, es insuficiente, como se muestra conla desmedida problemtica actual del agua, la seguridad

    pblica, el medio ambiente, el crecimiento urbano, por citarslo algunos de los ms importantes.

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    Por lo anterior, se parte de la premisa de que una vezinstrumentada la reforma constitucional para la capital del pas atravs de las modificaciones al Artculo 122, se intenta reabrir eldebate sobre la problemtica del Distrito Federal en el sentido devisualizar las capacidades reales del gobierno de la capital del pasy la cobertura de la Administracin Pblica local; sin embargo msall de diversas tentativas por reactivar el proceso de reformapoltica, al parecer una tercera etapa sera insuficiente toda vezque no fuera acompaada de una profunda reforma poltico-administrativa que enfrente la demanda social relacionada con la

    prestacin de los servicios pblicos locales.

    3. UN FINAL INCONCLUSO

    Con el precedente de los efectos de la crisis econmica de 1982y la catstrofe de 1985, el Gobierno del Distrito Federal atiendeen la actualidad una demanda social cada vez ms creciente enservicios pblicos frente a un conglomerado de casi 9 millones dehabitantes, pero con menos recursos, con ms deuda y con unaAdministracin Pblica local asimtrica.

    Cabe recordar que una vez que se elimina la estructura municipalen el Distrito Federal y se instrumenta la figura de las DelegacionesPolticas a partir de 1929, hasta 1950 cuando se atiende a ununiverso de no ms de cuatro millones de habitantes;4y ms andesde su origen el Distrito Federal mexicano fue pensado en unaextensin territorial de 2 leguas (2 kilmetros aproximadamente)y para albergar a una poblacin de no ms de 200 mil habitantes.5

    En contraste, basta sealar que hasta el ao 2000 el DistritoFederal atiende a una poblacin de 8 millones 605 mil 239

    4Conforme a los datos que registra el Instituto Nacional de Estadstica, Geografa e

    Informtica (INEGI) en 1930, el Distrito Federal contaba con una poblacin de 1 milln 229mil 576 habitantes, en tanto que para 1950 la poblacin ascendi a 3 millones 50 mil 442habitantes, y a partir de 1980 crece exponencialmente a ms de 8 millones de habitantes.5 Ver Diario de los Debates del Congreso Constituyente de 1824.

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    habitantes en un territorio de aproximadamente 1,500 kilmetroscuadrados, lo que representa una clara desproporcin entre lacapacidad y suministro de servicios pblicos e infraestructuraurbana con que cuenta la ciudad de Mxico.

    Por lo anterior, a continuacin se consideran dos aspectosfundamentales para afirmar que el Distrito Federal requiere de unaconstante y profunda transformacin en su funcionamiento paraatender la problemtica del presente y el futuro:

    1) El crecimiento de la poblacin y particularmente losadelantos en tecnologa y la competencia econmica han

    modificado el contexto nacional e internacional, a tal gradoque ahora existen nuevos requerimientos de los gobiernostales como la eficiencia de laAdministracin Pblica.

    2) Desde principios de los aossetenta diversos organismosinternacionales, como es el casode la Comisin Redcliffe-MaudRoyal, en sus informesprescriben que las autoridades

    locales dejaran de ser viablesuna vez que sobrepasaran untecho de 250 mil habitantes.

    De lo anterior se desprende que losgobiernos locales estn siendoredimensionados en su cobertura deaccin y margen de atencin, dado queel comportamiento demogrfico y elcrecimiento urbano requieren de unaadministracin pblica que atienda dosfactores fundamentales:

    1) El de la representat ividad.Donde intervienen factores

    El D. F.requiere de

    una constantey profunda

    transformacinen su

    funcionamientopara atender

    laproblemtica

    del presente yel futuro

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    como los de la legitimidad poltica directa, as como laautoridad en el manejo y distribucin de los recursosfinancieros y humanos adecuadamente.

    2) El de la eficiencia. En la que corresponde la intervencinde aspectos fundamentales como la amplia competenciajurisdiccional y la cobertura territorial efectiva adquiridamediante la funcionalidad de las reas urbanas.

    Considerando lo anterior y una vez que se aumenta el nmerode Delegaciones en la ciudad de Mxico a partir del 29 de diciembrede 1970 (de 12 a 16 demarcaciones), la capacidad de accin y

    respuesta de la administracin pblica del Distrito Federal se poneen entredicho por sus alcances y limitaciones.6

    Ms an, la ciudad capital se transforma en una gran zonametropolitana con los efectos que esto conlleva (como es el casodel crecimiento urbano, la conurbacin, la migracin, entre otrosaspectos), y en consecuencia en una de las megalpolis ms grandesy pobladas del mundo.7

    4. LA TRANSICIN EMERGENTE

    Hoy por hoy el paradigma del nuevo orden institucional se traduceya no slo en instrumentar los mecanismos para que la ciudadanacuente con los instrumentos de la representacin poltica para elegirde manera directa a sus representantes populares, sino tambin enla posibilidad de contar con una administracin pblica dinmica,

    6 Para el objeto del presente anlisis la Administracin Pblica es el agente indispensable parael perfeccionamiento de la democracia, por ello se le concibe como el conjunto deorganizaciones y actividades de gobierno, orientadas a la provisin efectiva y permanente debienes y servicios a la ciudadana, es indudablemente un factor de regulacin, coordinaciny articulacin entre los grupos sociales y entre el conjunto social y el Estado. En Aguilar

    Villanueva, Luis F., Reforma del Estado y Coordinacin Social, Coordinacin Social y AdministracinPblica, Mxico, Coedit. IIS-UNAM-Plaza y Valdez, 1999, pg. 124.7

    Al igual que la conurbacin, la megalpolis es una gran zona urbana que contiene varias reasmetropolitanas y consiste bsicamente en la conjuncin de las zonas urbanas de dos o msciudades que crecen hasta formar un tejido urbano conjuntos. Ver obra de Icazuriaga Montes,Carmen, La metropolizacin de la ciudad de Mxico a travs de la instalacin industrial,pp. 23-42.

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    eficiente y responsable sustentada en leyes adecuadas a la nuevarealidad.8

    En este proceso de transicin a la democracia o de democraciaemergente, como es el caso del Distrito Federal, se tiene queidentificar tanto el desempeo institucional y sus efectosinstitucionales, como la interaccin entre instituciones y actores yla transformacin-consolidacin de las estructuras polticas yadministrativas.

    Por ello se entiende que la problemtica de la capital de larepblica mexicana debe incorporase al contexto en que todava

    se debate la Reforma del Estado, y por consiguiente darlecontinuidad al proceso de reforma poltica del Distrito Federalpartiendo de la profunda reforma administrativa que cambie omodifique los aspectos bsicos de un sistema administrativo y quereconozca la existencia de un continuum entre los mejoramientosadministrativos y las reformas, ubicndose el lmite exacto entreambos, dependiendo de la percepcin propia de cules son losaspectos centrales de un sistema administrativo.9

    Porque al seguir siendo centralista la actual AdministracinPblica del Distrito Federal afecta tanto al gobierno central como

    a las demarcaciones territoriales en sus funciones, inhibiendo eldinamismo econmico y social y trastornando la coordinacin delos asuntos metropolitanos de la ciudad de Mxico.

    8Para efectos del presente estudio, se entiende por nuevo orden institucional al proceso deinstitucionalizacin que recae en la conformacin de un rgimen con un sistema de autoridaddescentralizada y un sistema legal de control diferenciado. Vase Instituciones, Efectos

    Institucionales e Institucionalismo de Ronald L. Jepperson contenido en la obra El nuevoInstitucionalismo en el Anlisis Organizacional, Mxico, FCE, 2002, pg. 193.9Dror, Yehezkel, Cmo reformar la Administracin Pblica, Estrategia para la Reforma

    Administrativa, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1977, pg. 140.

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    5. CONCLUSIN

    A manera de conclusin, se plantea que para encarar laproblemtica del Distrito Federal en la ptica de la AdministracinPblica local, como activo esencial de la incipiente transicindemocrtica, se requiere de la identificacin de las capacidadesinstitucionales de las autoridades locales del Distrito Federal (esdecir, de los contenidos del Artculo 122 constitucional), as comodel impulso de una reforma administrativa que contribuya alredimensionamiento de la Administracin Pblica del Distrito

    Federal para la satisfaccin de la demanda social en serviciospblicos de calidad.

    Por ello se requerir de la identificacin de las Delegacionesdel Distrito Federal como el factor de coordinacin social en losasuntos pblicos de la ciudad de Mxico.

    BIBLIOGRAFA

    Ayala Espino, Jos, Los Fundamentos Institucionales del Mercado,Mxico, UNAM, 2002.

    Azuela, Antonio y Duhau, Emilo (Coordinadores, GestinUrbana y Cambio Institucional, Mxico, Coedit. UAM.-UNAM-IFAL,1993.

    Dwight Waldo, PH.D., Teora Poltica de la Administracin Pblica,Espaa, Editorial Tecnos, 1961.

    Dror, Yehezkel, Como reformar la Administracin Pblica,Estrategia para la Reforma Administrativa, Mxico, Fondo deCultura Econmica, 1977.

    Eibenschutz, Roberto y Rbora, Alberto (Coordinadores), ElDesarrollo Urbano del Distrito Federal en el ao 2000, Mxico, Gobiernodel Distrito Federal, 2000.Fundacin Mexicana Cambio XXI, Ciudades Mexicanas, Mxico,Edit. Grupo Empresa, 1994.

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    Gonzlez Salazar, Gloria,El Distrito Federal: Algunos problemas ysu Planeacin, Mxico, UNAM, 1983.

    Hood, Christopher y Jackson, Michael, La ArgumentacinAdministrativa, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1997.

    Icazuriaga Montes, Carmen, La metropolizacin de la ciudad deMxico a travs de la instalacin industrial, Mxico, Centro deInvestigaciones y Estudios Superiores en Antropologa Social,1992.

    Mutsaku Kamilamba, Kande (Coordinador), La globalizacin vistadesde la periferia, Mxico, Editorial Porra, 2002.

    Powell, Walter y Dimaggio, Paul, El Nuevo Institucionalismo en elAnlisis Organizacional,Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 2001.

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    conferencias

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    DEMOCRACIAIDEAL, DEMOCRACIASREALESYGOBERNABILIDADENNORBERTOBOBBIO

    orberto Bobbio al hablar de democracia, en singular, nos

    remite necesariamente al plano de las ideas. Pensar enun nico concepto homogneo de democracia,

    automticamente nos distancia forzosamente del mundo de lapoltica real. Los diversos regmenes polticos que podemosobservar en la realidad y a los cuales nos referimos cotidianamenteal hablar de democracias, nos muestran, luego de un breveanlisis, una serie de diferencias mayores o menores que losdistinguen entre s, a pesar de que utilizamos un mismo calificativo:el de sistemas democrticos o el de formas de gobiernodemocrticas cuando pensamos en ellos.

    En efecto, para Bobbio, hablar de democracia en general es un

    N

    Lorenzo Crdova Vianello*

    * Doctor en Teora Poltica por la Universidad de Turn, Italia, Investigador del Instituto deInvestigaciones Jurdicas de la UNAM y Miembro de la Escuela de Turn.

    El autor de este ensayo se refiere a la democracia ideal y a la real en la concepcin deBobbio, por ser de enorme utilidad, afirma, al referirse a la democracia ideal entanto permite hacer comparaciones con las democracias concretas. Esto es, valoraaxiolgicamente para diferenciar las formas concretas de gobierno de las que se

    consideran democrticas acudiendo a la nocin ideal de democracia que, en Bobbio,permite medir el grado de democraticidad de los sistemas polticos considerados

    democrticos. Adems se refiere a los valores que se desprenden de la esencia de lademocracia, as como a los acuerdos y los mecanismos que favorecen el compromiso

    entre los actores polticos y sociales en la toma de decisiones.

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    error que se hace entre lo que un gobierno democrtico deberaser y lo que es; entre el ideal democrtico y la democracia real orealizada. As, podemos decir, en una primera instancia, que lademocracia en el plano ideal, es decir lo que esa forma de gobiernodebera ser; conceptualmente hablando, implica una definicinnormativa o prescriptiva de la misma; mientras que hablar dedemocracia (o mejor dicho de democracias) en el plano real, esdecir lo que esa forma de gobierno es, conlleva una definicindescriptiva.

    Lo anterior no implica, de ninguna manera, que ambos planos

    de la democracia, lo ideal y lo real, estn desvinculados, al contrario,media entre ellos un vnculo que podramos llamar deaproximacin, en la medida en la que, lo segundo, las democraciasque son, aspiran a ser o a acercarse, a la primera, a lo que deberaser.

    Siguiendo a Michelangelo Bovero, podramos decir que lademocracia ideal se identifica con la definicin misma dedemocracia, es decir, con el significado de ese concepto, mientrasque las democracias reales son aquellas formas polticas reales alas cuales se les atribuye ese nombre. As, para el sucesor de la

    ctedra de Bobbio, el problema de la relacin entre el sentido idealy real de la democracia se reduce a la distancia que media entre elsignificado y la realidad concreta.1

    Bobbio es explcito al sentenciar que la democracia perfectano puede existir, o de hecho no ha existido nunca. 2 Lamaterializacin de una idea que, por definicin, es conceptualmentepura, resulta imposible dada la impracticabilidad absoluta delos principios que la inspiran. Pero sobre esto volveremos msadelante.

    Permtanme por ahora sealar la enorme utilidad que tiene elcarcter referencial de la democracia ideal, ya que, en su carcter1Bovero, M, Democracia y derechos fundamentales, en Isonoma, Mxico, nmero. 16, abril del2002, p. 23.2Bobbio, N, Teoria generale della politica, Einaudi, Turn, 1999, p. 375.

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    de prescriptiva, nos permite diferenciar, no desde un plano real,sino desde un plano ideal, a las democracias concretas. Los sistemasdemocrticos, concebidos desde el plano real, pueden distinguirseentre s por las diferencias materiales que hay entre uno y otro; as,por ejemplo, podemos diferenciar a dos regmenes polticosconsiderados democrticos porque uno adopta el sistema electoralmayoritario, mientras que otro adopta un sistema electoralproporcional y uno ms el sistema mixto; o bien porque en uno elejecutivo depende directamente del legislativo y deriva de ste,como es el caso de los sistemas parlamentarios, mientras que en

    otros, el Ejecutivo es independiente y elegido de manera autnomafrente al legislativo, como ocurre en los sistemas presidenciales.Pero si nos mantenemos en el plano real, todas las diferencias quepodremos encontrar entre los diversos sistemas democrticos sernsiempre diferencias de tipo descriptivo, lo que nos impedir valorarlos alcances, pero sobre todo las bondades, que uno tiene frente alotro. Partiendo del mero plano real, nos resultar imposible, pues,establecer las bondades o menos de aquellas formas de gobiernoque llamamos democracias.

    Para poder hacer una valoracin axiolgica de las diferencias

    que median entre una y otra forma concreta de gobierno de lasque consideramos democrticas, resulta indispensable recurrir a lacomparacin entre stas y la nocin ideal de democracia. Es decir,slo comparando las formas reales con el concepto prescriptivode democracia podremos hacer una valoracin de las primeras.Bobbio nos dice, en efecto, que existen en el mundodemocracias muy distintas entre s, y se pueden distinguir con baseen el diverso grado de aproximacin que tienen con el modeloideal.3 pero atencin!, la valoracin que aqu se propone es unavaloracin que se hace respecto de las democracias reales en virtudde su aproximacin a la forma ideal de democracia, no de unavaloracin en s sobre el carcter positivo de esta ltima.

    3 Ibidem.

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    La comparacin anterior nos permite medir lo que podramosdefinir como el grado de democraticidad de los sistemas polticosconsiderados democrticos, mismo que radica en la mayor o menorcercana que cada rgimen poltico concreto tiene en relacin conel concepto ideal de democracia. De hecho, ese mecanismo paradeterminar el grado de democraticidad, o si se quiere esetermmetro para calcular la democracia, es aplicable a todos ycada uno de los sistemas polticos realmente existentes, tanto losque en el imaginario colectivo son definidos como democrticos,como tambin aquellos no democrticos. En realidad cualquier

    forma de gobierno puede ser sometida al clculo de sudemocraticidad, aunque como puede suponerse, alguna de ellasseguramente llevarn el mercurio de nuestro termmetro a un puntomuy cercano al de congelacin.

    Decamos antes que, de acuerdo con Bobbio, la democraciaideal no puede realizarse en los hechos, y ello, a juicio del filsofoturins, ocurre por dos razones: a) por la tensin existente entrelos valores primordiales en los cuales se funda, la libertad y laigualdad; b) por la dificultad para aproximarnos al ideal-lmite delindividuo racional. Sobre estas razones creo que vale la pena

    detenerse.Los valores ltimos afirma Norberto Bobbio en los cualesse inspira la democracia, con base en los cuales distinguimos a losgobiernos democrticos de los que no lo son, son la libertad y laigualdad.4 De hecho, ambos principios no son, para Bobbio, unpunto de partida, sino una meta por alcanzar, frente a la cual lademocracia la democracia ideal se entiende- no es sino unmecanismo, un proceso, un medio para poder acercarse. DiceBobbio acercarse y no alcanzarla por una razn precisa: porque laplena realizacin de ambos principios, de manera simultnea, esimposible. Se trata de principios que slo en su mediana, en surecproca atenuacin son compatibles; si se lleva alguno de ellos a4 Ibidem.

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    sus ltimas consecuencias entonces ste implicar la negacin delotro. En este sentido Bobbio es contundente: una sociedad en lacual sean protegidas todas las libertades, incluida la libertadeconmica, es una sociedad profundamente desigual, a pesar de loque digan los sostenedores del libre mercado. Pero al mismo tiempo,una sociedad en la cual el gobierno adopta medidas de justiciadistributiva al grado de volver a los ciudadanos no slo igualesdesde un punto de vista formal, frente a las leyes, como sueledecirse, sino tambin sustancialmente, est obligada a limitarmuchas libertades.5

    Cul es entonces la justa medida que debe caracterizar a losdos principios que subyacen en el concepto ideal de democraciapara que sean compatibles y se realicen mutuamente, sin llegar anegarse? Creo que la respuesta a esta pregunta siguiendo lasenseanzas de Bobbio- depende no tanto de una cuestin de lamedida o del grado de intensidad que deben tener la libertad y laigualdad, sino ms bien del tipo de libertad y de igualdad en el quedebe pensarse. No slo hablar genricamente de democracia esincorrecto, sino tambin el hablar genricamente de libertad y deigualdad. En efecto, no hay un solo tipo de libertad, como tampoco

    hay un solo tipo de igualdad.Al menos desde que Benjamn Constant distingui la que lllamaba libertad de los antiguos frente a la libertad de losmodernos, el concepto de libertad tiene dos significados que,siguiendo a Bobbio, podemos definir como libertad negativa ylibertad positiva (o poltica). El primer significado de libertad, lanegativa, corresponde a la posibilidad de hacer o de no hacer algo,sin ser obligado a ello o sin ser impedido por otro (s) sujeto (s);implica una falta de impedimientos (o de prohibiciones) o una faltade constricciones (o de obligaciones), de ah su carcter negativo;esta libertad, en suma, coincide con la posibilidad real de hacer ode no hacer lo que se quiera.5Op. cit., p. 376.

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    El segundo significado de libertad, la positiva o poltica,corresponde a la situacin en la que alguien puede orientar suvoluntad hacia un objetivo; tomar decisiones sin verse determinadopor la voluntad de otros; coincide con las ideas deautodeterminacin y de autonoma, y asume su carcter positivoprecisamente porque implica la presencia de algo: la capacidad decada uno para decidir por s mismo.

    El tipo de libertad que inspira la idea de democracia es la libertadpoltica, ya que supone un rgimen poltico en el que las decisionescolectivas son adoptadas a travs de la participacin de los

    individuos que se vern vinculados por ellas y que, en la medidade esa participacin, pueden ser considerados autnomos. Dichoen otras palabras por lo que hace a la idea de libertad, la democraciaes la forma de gobierno en la que los ciudadanos adoptan lasdecisiones colectivas por s mismos, directamente o a travs derepresentantes que actan en nombre y por cuenta de ellos.

    Por otro lado, respecto del otro principio inspirador de lademocracia, tambin podemos distinguir al menos entre unaigualdad de tipo material y una igualdad de tipo formal (quecoincide con el concepto griego de isonoma, es decir, de igualdad

    de ley o igualdad establecida por la ley). Al referirse al problemade igualdad, Bobbio sostiene que para determinar sus alcancesdebe responderse a las dos preguntas de igualdad: entre quin?,en qu cosas? En la medida en que se responda a esas dospreguntas nos encontraremos ante significados distintos delconcepto igualdad. De esta manera, una respuesta radical a amboscuestionamientos, como la de igualdad de todos en todo,representara el postulado inspirador del igualitarismo. Ahora bien,el tipo de igualdad que interesa a la democracia es la que resultade la respuesta igualdad de todos los ciudadanos en sus derechospolticos, entendiendo por derechos polticos la prerrogativa departicipar en el proceso de toma de las decisiones colectivas, opara decirlo con Bovero, la igualdad entre todos los destinatarios

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    de las decisiones polticas, en el derecho-poder de contribuir a laformacin de las decisiones mismas.6

    En suma, si bien los valores ltimos de la democracia son lalibertad y la igualdad, stos deben ser entendidos en su sentido delibertad positiva o poltica y de igualdad en derechos polticos (esdecir una idea de libertad compatible con la idea de isonoma).

    La segunda razn por la cual la democracia ideal resultairrealizable en sus trminos es, de acuerdo con Bobbio, por el hechode que resulta imposible que se verifique materialmente el conceptode individuo racional, entendido ste como un sujeto capaz de

    decidir por s mismo y de prever y valorar las consecuencias de suspropias decisiones. Este individuo racional en el cual piensaBobbio coincide, por cierto, con el individuo abstracto que decideconscientemente suscribir el contrato social y que subyace a todala lgica del jusnaturalismo moderno. Se trata de un individuocapaz, en virtud de su razn, de adoptar decisiones de maneraautnoma. Dicha concepcin del individuo de la cual parte la ideade democracia, es el planteamiento que le permite a Bobbio afirmar,sin ambigedades, que sta es la mejor de las formas de gobiernoimaginables, en ello reside su fuerza moral; es decir, en la

    presuposicin de que cada ser humano, en tanto individuo, tienela capacidad de decidir por s mismo y, por ello, no hay ningunarazn para excluirlo de las decisiones colectivas. Los integrantesde una sociedad democrtica, en cuanto individuos racionales,autnomos, deciden por ellos mismos su destino colectivo. Labsqueda del bien comn a travs de las decisiones que vinculan atodos los miembros de esa sociedad no se presenta, pues, comoalgo dado por otros sino como algo determinado por ellos mismos,porque todos son igualmente competentes.

    Basta una breve ojeada a los sistemas polticos existentes a lolargo de la historia a los que llamamos democracias para constatarque ese individuo no existe en la realidad. En efecto, para Bobbio,6 Ibidem.

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    tambin ste representa un ideal-lmite, en una abstraccin, al igualque la misma idea de democracia de la cual constituye sufundamento tico, y en cuanto tal es por definicin inalcanzable.La realidad, debe conformarse, en consecuencia, con ser una meraaproximacin a ese ideal.

    La distancia que media entre la idea de democracia y las formasque la misma asume en la realidad depende directamente delcontenido que se le d a esa idea. Entre ms numerosos y mscomplejos sean los elementos que la caractericen, ms lejana estarde los casos concretos. Esa es otra de las razones por las que

    Bobbio se pronuncia reiteradamente por una definicin mnimade democracia, ya que sta permite, eventualmente, unaaproximacin mayor de las democracias reales al ideal en el que seinspiran.

    Es sabido que para Norberto Bobbio la democracia debeconcebirse como un mtodo o un conjunto de reglas deprocedimiento para la constitucin del gobierno y para la formacinde las decisiones polticas (es decir, de las decisiones vinculatoriaspara toda la sociedad).7Se trata de una serie de directrices quetienen que ver con las competencias y con los procedimientos (el

    quin y el cmo) establecidos para determinar la voluntad colectiva,que se traducen en la adopcin de los principios del sufragiouniversal, o sea de un otorgamiento del derecho-poder de decisinal mayor nmero posible de individuos (respondiendo al primerplanteamiento), y de la regla de mayora como instrumento paradecidir (respondiendo al segundo).

    En todo caso, la lgica que subyace en el funcionamiento de lademocracia como mecanismo para decidir y que la caracteriza y ladistingue del resto de las formas de gobierno, es la de laparticipacin de los ciudadanos, es decir, de aquellos a los cualesestn dirigidas y a quienes vinculan las decisiones colectivas, enlos procedimientos de toma de esas mismas decisiones. El derecho7Bobbio, N., Voz Democrazia, en Dizionario di poltica, TEA-UTET, Miln, 1990, p. 294.

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    de participar es consustancial de la idea de democracia. Se tratadel elemento ms distintivo de este sistema poltico puesto que esen l en donde se condensa la libertad poltica de los ciudadanosque, como pudimos observar, constituye una de las metas idealesque persigue la democracia.

    De hecho, esa participacin es la que permite, a travs de lalgica parlamentaria que caracteriza el mismo proceso decisionaldemocrtico, la interaccin de la minora en la discusin,negociacin y, finalmente, aprobacin de las medidas que van avincular a todos. Se trata pues de una tendencia al compromiso

    que revela el espritu pacticio, consensual, que encarnan las propiasreglas de la democracia.

    En efecto, para Bobbio la propia complejidad de la sociedadpluralista que subyace en los gobiernos democrticos es la raznque implica que muchas de las decisiones colectivas (agregara,las ms importantes) sean tomadas mediante negociaciones queterminan en acuerdos, en las que en conclusin el contrato socialya no es una hiptesis racional, sino un instrumento de gobiernoque se utiliza continuamente.8

    La idea jusnaturalista del contrato social es puesta por Bobbio

    en la base de la democracia (en efecto seala que: idealmente laforma de gobierno democrtico nace del acuerdo de cada uno, detodos los dems, es decir del pactum societatis )9y la convenienteen su mecanismo para tomar las decisiones sociales ms relevantes,lo que se traduce, finalmente, en un proceso pacfico de resolucinde los conflictos a travs del consenso libre.1 0

    Observando las democracias reales en el mundo actual, parecehaber, recientemente, un distanciamiento cada vez mayor respectodel ideal democrtico, pero ello no se debe, me parece, a que stesea cada vez ms inalcanzable, sino a que existe una tendenciareciente de los regmenes democrticos a alejarse paulatina y8Bobbio, N., El futuro de la democracia, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1986, p.141.9Op. cit., p. 109.10Op. cit., p. 12.

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    gradualmente de aqul ideal. Lasadvertencias de Michelangelo Boverosobre la difusin de la Kakistocracia11

    (el gobierno de los peores) comodegeneracin de la democracia parecenconfirmarse da a da en un nmerocreciente de realidades polticas. Ahorabien, este es un fenmeno que se hapresentado con mayor claridad,paradjicamente, en aquellos pases

    con una larga tradicin democrtica,como si stos se hubieran cansadode la democracia. Es notorio, en esesentido, la generalizada vuelta a laderecha de las principalesdemocracias europeas, pero todava loes ms el palpable crecimiento de unaderecha antidemocrtica, plebiscitaria, discriminatoria, racista,separatista y ultranacionalista, en las democracias consolidadasdel viejo continente.

    En Amrica Latina, por otra parte, podemos afirmar, siemprehaciendo una generalizacin, que la democracia es un fenmenorelativamente reciente, a tal grado que parecera, en ocasiones,que no acabamos de entender exactamente qu cosa es ni cmofunciona. A diferencia de Europa, la democracia en AmricaLatina, y en Mxico, en particular, ha tenido que hacer las cuentascon una serie de realidades y de necesidades polticas y socialescompletamente diferentes. En nuestro pas esas condicionespolticas y sociales le han impuesto con frecuencia a la democraciatareas que, por su propia naturaleza, difcilmente puede resolver.As, por ejemplo, la democracia no es, por definicin, el remedio

    11Cfr. Bovero; M., Contro in governo dei peggiorio. Una grammatica della democrazia, Laterza, Roma-Bari, 2000, pp. 127 y ss.

    Existe unatendencia

    reciente enlos regmenesdemocrticos

    a alejarse

    paulatina ygradualmente

    del idealdemocrtico

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    para la enorme pobreza y marginacin en la que vive unaimportante desigualdad social, constituye uno de los principalesimpedimentos para el correcto funcionamiento de la democracia(ya Tocqueville haba advertido en la igualdad de las condicionesimperantes en los Estados Unidos de inicios del siglo XIX, la raznmaterial que facilit la instauracin de la democracia en ese pas);de hecho la existencia de una cierta igualdad en las condicionesmateriales mnimas, de manera tal que puedan ser satisfechas lasnecesidades y los intereses vitales de todos los individuos,constituye una precondicin de la democracia, indispensable para

    su buen funcionamiento. Pero ese no es un problema que resuelvala democracia en s insisto, se trata de una precondicin, no unaconsecuencia necesaria de la democracia-, a menos que seconstituya un partido poltico cuyo programa sea precisamente elde enfrentar el problema de las desigualdades sociales y, adems,ste logre, a travs de las reglas procedimentales de la democraciael consenso de la mayora.

    Los enormes retos que plantea el subdesarrollo y la constantetentacin de soluciones autoritarias son, con gran probabilidad,los principales peligros para el futuro de nuestra democracia.

    No es casual que en la ltima dcada, justamente cuando seconsolidaba la democracia en nuestro pas, haya surgido de maneraparalela y se hayan propagado con una gran fuerza y rapidez lasvoces que clamaban por lograr la gobernabilidad de nuestro rgimenpoltico. Y es precisamente en ese aspecto, es decir, en el anhelopor lograr condiciones de estabilidad y de capacidad del gobiernopara enfrentar los problemas que plantea nuestra realidad social,en donde reside el principal peligro de nuestra democracia.

    En efecto, una constante en los ltimos tiempos ha sido lademanda, cada vez generalizada, de propiciar un reforzamiento delas facultades del Poder Ejecutivo y del establecimiento demecanismos que generen gobernabilidad.

    A mi juicio, esa demanda conlleva una serie de peligrossimos

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    riesgos intrnsecos que me hacen pensar, aterrorizado, en la anlogasituacin del consenso que los ciudadanos norteamericanos hanmanifestado, a raz de los trgicos eventos del 11 de septiembre de2001, respecto de la medida adoptada por su gobierno al suprimiruna serie de derechos civiles fundamentales, bajo el sugestivonombre de Patriot Act, para enfrentar su cruzada en contra delterrorismo.

    En otras palabras, pensar en meros trminos de gobernabilidad,sin atender a las eventuales implicaciones que ello tendra sobre lacalidad democrtica de un sistema poltico, puede resultar en un

    costossimo y tal vez irreparable dao en el funcionamiento de lademocracia y, eventualmente, hacerla degenerar hacia una meraapariencia. Ello impone como algo necesario, creo yo, hacer unaserie de consideraciones en torno a la relacin que media entre losconceptos de gobernabilidad y democracia.1 2

    La memoria histrica suele ser muy breve, pero no debemosolvidar los objetivos y las razones que dieron origen al conceptode gobernabilidad. ste fue acuado y difundido hacia mediadosde los aos setenta a raz de un estudio colectivo que pretendadar respuesta a la situacin de sobrecarga (overloading) de

    demandas que caracterizaba a los pases occidentales y que ponaen jaque la capacidad de respuesta de los gobiernos que,consecuentemente, entraban en una grave crisis de legitimidad.1 3

    La idea de gobernabilidad nace, pues, como contraposicin alEstado de bienesar (o Estado social) que caracteriz a lossistemas democrticos de la postguerra.

    Lgica y conceptualmente, un Estado gobernable, es decir,aqul en el que la capacidad de tomar decisiones se caracterizapor un alto grado de rapidez, eficiencia y eficacia, se contrapone a

    12Cfr. al respecto, Crdova, L, Liberalismo, democracia, neoliberalismo e

    ingobernabilidad. Una visin de conjunto, en Revista Mexicana de Sociologa, Mxico, vol. 58,N.4, octubre-diciembre de 1996, pp. 3-35.13Cfr. Crozier, M., et. Al, The Crisis of Democracy: Report on the Governability of Democracies to theTrilateral Commisin,New York University Press, Nueva York, 1975.

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    un Estado en el que las decisiones deben pasar por lentos,complicados e ineficientes sistemas de discusin y deliberacincomo aquellos que caracterizan a los sistemas democrticosparlamentarios.

    Inevitablemente, todos los defensores a ultranza de un gobiernogobernable se inclinan por un sistema que otorga ampliasfacultades decisionales (y tambin discrecionales) al titular delgobierno. Por el contrario, los defensores de un gobiernodemocrtico prefieren que las decisiones pasen por el filtro de ladiscusin parlamentaria y del control jurisdiccional, lo que

    inevitablemente, se traduce en una mayor lentitud y complicacindel proceso decisional.

    Desde un plano conceptual, un sistema plenamente democrticoy plenamente gobernable se plantea, de este modo, como unacontradiccin en trminos; son los dos extremos opuestos delinstrumento de medicin de la democraticidad del cual hablamosantes. En efecto, aparentemente no hay sistema ms gobernableque la forma de gobierno opuesta a la democracia: autocracia (sise entiende a la gobernabilidad como ha sido tradicionalmenteconcebida-empezando por los autores del trmino-, es decir, como

    la capacidad para tomar decisiones de manera rpida, eficiente yeficaz). Como conceptos puros: democracia y gobernabilidad sonexcluyentes, lo que no quiere decir que no sean conciliables, perosu conjugacin implica, necesariamente, una mediacin entreambos. Para decirlo en otras palabras: a mayor gobernabilidad,menor democracia; y a mayor democracia menor gobernabilidad.1 4

    Cul es el punto ideal, nadie puede afirmarlo tajantemente, puesse trata de una determinacin condicionada por las caractersticasy las necesidades prioritarias en cada caso concreto. Habr unospases que requieren privilegiar la gobernabilidad, lo que implicaruna disminucin en su calidad democrtica. Habr otros cuyaprioridad es la democratizacin de su sistema poltico, lo que los14Cfr. Crdova, L., Op. cit., pp. 27 y ss.

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    llevar a privilegiar ese aspecto en detrimento de su gobernabilidad.Los equilibrios entre ambos puntos, insisto, variarn caso por caso.

    Este aspecto es sumamente importante, de manera particularen la discusin en torno a la democracia y a los cambiosinstitucionales que constantemente se proponen en los paseslatinoamericanos (aunque es un discurso que vale en general paratodas las democracias reales). En Amrica Latina y en particularen Mxico nos encontramos en una endeble e inestable fase deconsolidacin de nuestra democracia que ha sido el producto delargas mediaciones, negociaciones y bsqueda de consensos. Pensar

    hoy slo en trminos de gobernabilidad, puede revocar los logrosdemocrticos alcanzados.

    Nadie pretende, y no es mi intencin, dar pie a un sistemademocrtico sin un mnimo de gobernabilidad. Sera suicidasacrificar, sin ms, los instrumentos necesarios para permitir unnivel adecuado de eficacia en el proceso de toma de decisiones.Una democracia ingobernable no tiene sentido, no sirve para naday es insostenible. Se trata de lograr una armona entre ambosconceptos, una llammosle as, democracia gobernable.

    Para comprender este concepto se impone hacer una reflexin

    sobre el significado ideal que nos sugiere Bobbio: la democraciano significa dominio de la mayora y exclusin de la minora, sinointeraccin e influencia recproca entre ambas. La tendencia haciael compromiso, manifestada en el continuo replanteamiento delcontrato social mencionado por Bobbio, no es otra cosa sino laadopcin de decisiones (de las grandes decisiones nacionales) comoresultado de una inclusin de todas las tendencias polticas de lasociedad, o al menos de las ms importantes. Una decisindemocrtica, desde este punto de vista es el producto de la inclusiny no de la exclusin de todas las partes en el proceso decisional, dela libre discusin, de la ponderacin y, de ser posible, del acuerdo.

    Negociar, llegar a compromisos, generar acuerdos, esa que esla esencia de la democracia, es tambin la clave que puede servirnos

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    para determinar la idea dedemocracia gobernableque hemosplanteado. La gobernabilidad de unademocracia, desde este punto devista, no depende tanto de la rapidezy de la capacidad de imponereficazmente las decisiones desde elgobierno, sino de lograr losconsensos suficientes, a travs de ladiscusin abierta, franca, y de la

    negociacin que permitan que ladecisin cuente con el mayor nmerode adhesiones.La gobernabilidad de un sistemademocrtico se traduce, as, no en elestablecimiento de mecanismos quepermitan a los gobiernos una rpida,eficaz y eficiente toma de decisionesfrente a un parlamento hostil o frentea una situacin de crisis poltica,

    econmica y social, lo que setraducira inevitablemente en unamerma del grado de democracia deesos sistemas, sino en elestablecimiento de mecanismos quefavorezcan el compromiso entre losdistintos actores polticos y socialesque participan en la toma de

    decisiones colectivas.No creo que se trate de algo irrealizable. Hay diversos ejemplos

    que dan prueba de ello. Lo que s implicara es una profunda revisinde lo que tradicionalmente ha significado la idea de gobernabilidad.En efecto, si bien una decisin concertada, pactada, desde el mero

    Negociar, llegara compromisos,

    generaracuerdos, esa

    que es la esenciade la

    democracia, estambin la clave

    que puedeservirnos paradeterminar la

    idea de

    democraciagobernableque hemosplanteado

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    punto de vista de la rapidez, de la eficacia y de la eficiencia,resultara mucho ms complicada, a la larga yo creo que sera muchoms estable y redituable porque estara revestida de ese formidablefactor de legitimacin que invent el jusnaturalismo moderno,corriente de la cual Bobbio es un profundo estudioso y a la queadhiere sin cortapisas el consenso.

    Estas breves reflexiones en torno a la relacin que media entrelos conceptos de gobernabilidad y democracia, no pretenden seruna receta para los actores polticos y sociales mexicanos, sinosimplemente una advertencia frente a los riesgos que se corren al

    pensar, sin ms, en la rapidez, la eficacia y la eficiencia. A la larga,esos objetivos pueden traducirse no slo en algo que nos alejarairremediablemente de la idea de democracia, sino tambin,paradjicamente, constituyen la va menos apropiada para lograrel tan ansiado equilibrio entre democracia y gobernabilidad que,inspirado en las ideas de Bobbio, conjugo en lo que he llamadodemocracia gobernable:

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    LAPERSPECTIVAPOLTICADEBOBBIO(HOMENAJEPSTUMO)

    ntre la amplia gama de textos que componen labibliografa de Norberto Bobbio hay un libro, an notraducido al espaol, que representa uno de los puntos

    de referencia obligados para entender su concepcin poltica. Merefiero a De Hobbes a Marx,publicado en 1965.

    Resalto su importancia porque en l deja claro que la polticano tiene una definicin unvoca, es decir, exclusiva yuniversalmente aceptada. Ms bien, dice Bobbio, la poltica es unconcepto ambiguo. Tratando de allanar esta ambigedad echa manode dos recursos que lo han caracterizado desde el inicio de su vida

    E

    Jos Fernndez Santilln*

    * Director del Centro de Investigaciones en Humanidades del Tecnolgico de MonterreyCampus Ciudad de Mxico. Exintegrante del Consejo Acadmico del Instituto de estudiosLegislativos del Estado de Mxico.

    CONCILIACIN Y CONFLICTO

    El autor analiza lo que considera principales aportaciones polticas de Bobbio apartir del libro De Hobbes a Marx por tratarse de una referencia obligada si sedesea entender su concepcin poltica, sobre todo porque sus ideales continan vigentesante la carencia de ideales nuevos y diferentes. Se destaca la defensa que siempre hizo

    de la democracia, la poltica de los valores (no la de los intereses) y su ejemplaractitud conciliadora ante los intentos de llevar las controversias al extremo de ladestruccin. Lo que tenemos que hacer, se recalca, es dar mayor vigor a aquellos

    ideales que heredamos de la mejor parte de la cultura poltica del siglo XX.

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    intelectual: de una parte, la referencia constante a los clsicos delpensamiento poltico; de otra, su amor por la sistematizacin paraordenar las ideas. De esta forma seala que hay dos grandes troncosque componen la historia de las ideas polticas: uno que entiendela poltica como sinnimo de conciliacin en cuanto ella se aboca,fundamentalmente, a buscar las bases del entendimiento entre losindividuos; otro que interpreta la poltica como sinnimo deconflicto porque ella se mueve, esencialmente, en el marco de ladisputa entre intereses que nunca llegan a encontrar un punto dereposo.

    Siguiendo esta dualidad, Bobbio observa que nuestra manerade proceder depende en gran medida de la opcin seleccionada. Sinos inclinamos a que la solucin de los problemas sea por la vapacfica o por la va del enfrentamiento. De igual modo, nuestravisin acerca de la poltica influir en la postura que adoptemos

    acerca del Estado. Si se parte deuna idea positiva de la poltica,como reino de la concordia, elEstado ser visto como el garantede la armona; por contra, si se

    inicia desde una visin negativade la poltica, como reino de ladiscordia, el Estado sercontemplado como uninstrumento de opresin. Hobbeses uno de los heraldos de la visinpositiva de la poltica y del Estado,en tanto que Marx es uno de los

    representantes ms conspicuos de la perspectiva negativa de lapoltica y del Estado.

    En el primer caso, el momento positivo del progreso histricoes la integracin poltica. La historia humana procede haciaadelante pasando de la barbarie a la civilizacin en donde uno de

    Nuestravisinacerca de lapoltica influiren la posturaque adoptemosacerca del Estado

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    los puntos decisivos de ese proceso es la construccin de lasinstituciones pblicas. El hombre slo puede encontrar su salvacinen la formacin del Estado porque ste lo libera del terror primitivo.Para los pensadores polticos modernos que tienen una ideaconstructiva de la poltica, el Estado es una solucin a los problemasque aquejan al ser humano: Hobbes sostiene, por ejemplo, que laautoridad pblica resuelve la cruel e incesante lucha por laexistencia en el estado de naturaleza, es decir, en la condicin enla que prevalece la guerra de todos contra todos. De igual forma,Rousseau dice que el paso al estado civil transforma radicalmente

    al ser humano sustituyendo en su conducta la justicia al instinto,y dndole a sus acciones la moralidad que primero les faltaba. Eneste mismo tenor, Hegel observa que el Estado le proporciona alhombre objetividad, verdad y eticidad.

    En contraste, con Marx, la poltica y el Estado no son la solucinsino el problema de las vicisitudes humanas. Casi todo elpensamiento poltico del siglo XIX el socialismo utpico, elsocialismo cientfico, el anarqusmo, el liberalismo, el darwinismosocial, el vitalismo nitzscheano-considera al Estado como lacontinuacin, bajo otra forma, de las controversias. El Estado no

    suprime la violencia sino slo la transforma en subyugacin delfuerte sobre el dbil, del vencedor sobre los vencidos. Enconsecuencia, la solucin est en reformarlo, limitarlo, o, de plano,destruirlo.

    De momento positivo en el progreso histrico el Estado, y conello la poltica, pas a ser el momento negativo; la solucin idealsera la sociedad sin Estado y, por tanto, sin poltica al cumplirseel paso, segn el famoso dicho, de la prehistoria a la verdaderahistoria.1

    Tal es el curso binario y contradictorio en el que se mueve lafilosofa poltica moderna que va, justamente, de Hobbes a Marx.

    1Norberto Bobbio, De Hobbes a Marx, Saggi di storia della filosofia, Morano, Npoles , 1964, pp.8-9.

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    De una parte, el Estado como gran Leviatn, como monstruo bblicode la concordia y la armona; de otra parte, el Estado comoBehemoth en cuanto instrumento de clase y de dominio queperpeta el conflicto.

    Vale la pena sealar que este dualismo descrito por Bobbioexperiment nuevos desarrollos en algunos escritos de su discpuloy sucesor en la ctedra de filosofa poltica en la Universidad deTurn, Michelangelo Bovero. Me refiero, para ser ms preciso, alensayo Lugares clsicos y perspectivas contemporneas sobrepoltica y poder, incluido en el libro Origen y fundamentos del poder

    poltico. All se lee lo siguiente: Tomando en consideracin lahistoria de las doctrinas y tambin los discursos del habla comn,parecen encontrarse mezcladas, y frecuentemente confundidas, dosideas o nociones generales de poltica, cada una de las cualescorresponde precisamente a una diferente manera de conjugarpoltica y poder.2Para ilustrar la primera conjugacin, en claveconflictiva, Bovero recurre al famoso dicho de Carl Schimitt: Laespecfica distincin poltica a la cual es posible referir las accionesy los motivos polticos es la distincin amigo (Freud) enemigo(Freind)... El significado de la distincin amigo-enemigo es indicar

    el extremo grado de intensidad de una unin o de una separacin,de una asociacin o de una disociacin; ella puede subsistir tericao prcticamente sin que, al mismo tiempo, deban ser empleadastodas las dems distinciones morales, estticas, econmicas o deotro tipo.3Pero quiz ha sido Michel Foucault quien, modificandola clebre frase de Clauswitz, ha encontrado la frmula exacta paraexpresar la idea de la poltica desde la vertiente conflictiva: lapoltica es la continuacin de la guerra por otros medios.4Ahorabien, en contraste con esta manera de pensar, se presenta otraconcepcin. La que Hobbes enarbola en la primera ley de2

    Norberto Bobbio Michelangelo Bovero, Origen y fundamentos del poder poltico, Grijalbo, Mxico,1985, p. 37.3Carl Schmitt, El concepto de lo pol tico, Folios, Mxico, 1985, p. 23.4Michel Foucault, La volont de savoir, Gallimard, Paris, 1976, p. 83.

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    naturaleza: se debe buscar la paz.5Son dos posiciones opuestas: Mientras en la primera

    perspectiva el campo de la poltica es inmediatamente el conflicto,en la segunda perspectiva el terreno de la poltica se abre ms alldel conflicto, en la conjugacin de las mltiples fuerzascontrapuestas en la unidad del poder comn.6

    Que el terreno de la poltica se abra ms all del conflictoquiere decir que la poltica rebasa la simple fuerza, comolimitadamente lo piensan ciertas posiciones realistas. Dicho de otromodo: la fuerza es un elemento necesario pero no suficiente para

    definir al poder poltico. Este es uno de los temas en los que Bobbioms insisti a lo largo de su larga vida intelectual. El poder polticodebe descansar en algn principio vlido de legitimidad. La fuerzapor s sola no proporciona ningn ttulo vlido para ejercer el poder.El grado de suficiencia lo proporciona algn principio dejustificacin.

    Por supuesto, cuando hablamos del poder poltico nos referimosal poder cuyo medio especfico es la fuerza exclusiva capaz demantener el orden. Al ser exclusivo y supremo impide que otrosrecurran a la violencia. Pero eso no basta para distinguir al poder

    poltico. ste ha de contar con una base de legitimidad, con uncriterio tomado como cierto entre los hombres que respalden suejercicio. Eso lo dota de continuidad y estabilidad. Es cierto quelas teoras realistas ven en la legitimidad una frmula ideolgicapara extraer con engaos la adhesin al orden establecido.

    Fueron numerosos los escritos en los que Bobbio abord eltema de la legitimidad del poder poltico. No obstante, a mi pareceren donde dej asentado los trazos fundamentales de sus estudios5Thomas Hobbes, Leviathan, The Penguin English Library, 1981, p. 190. Conviene reportaraqu el fragmento de la Introduccin que C.B. Macpherson hace a esta edicin: Podemosdecir que el siglo XX nos ha trado cerca de una apreciacin de Hobbes por lo menos bajotres elementos: el poder, la paz y la ciencia. Nuestro siglo nos ha movido hacia un nuevo

    inters en su materia, las relaciones de poder necesarias, posibles y deseables entre loshombres; en su propsito de encontrar el camino hacia la paz y una vida confortable, y en sumtodo, el mtodo de la ciencia, p. II.6Norberto Bobbio, Michelangelo Bovero, op. cit., p. 39.

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    al respecto fue en el captulo III del libroEstado,gobierno, sociedad.All indica que existen tres principios bsicos que a lo largo de lahistoria han justificado el derecho de mandar y la obligacin deobedecer: la voluntad, la naturaleza y la historia. Cada uno de estostres principios estn compuestos por una pareja de opuestos. Osea, algunos se reclaman a la voluntad de Dios mientras que otrosson partidarios de la voluntad del pueblo. De la misma manera,para ciertas corrientes polticas la naturaleza ha dispuesto que unosnazcan para mandar y otros para obedecer. Esta es la posicin quetiene como gua Aristteles. Por el contrario, otras tendencias

    polticas han sostenido que por naturaleza los hombres nacen librese iguales. Tal es la tesis sostenida por los iusnaturalistas. Por ltimo,la historia tambin ha sido un factor que ha justificado el poderpoltico. Algunos sealan que en la tradicin, en la autoridad deleterno ayer, como deca Weber, se encuentra una razn poderosapara obedecer a quienes ocupan el gobierno. Pero otras tendenciasafirman que no es la historia pasada la que fundamenta el poder,sino la historia futura. La promesa de una sociedad mejor.

    Con base en esta sistematizacin de los principios de legitimidadse puede entender mejor el conflicto poltico porque las posiciones

    que se sitan ex parte principis ( de la parte del prncipe ) han tendidoa recurrir a la voluntad de Dios, a las diferencias que separan a loshombres y a la historia pasada. En contraste, las tendencias quese ubican ex parte populi (de la parte del pueblo) han echado manode la voluntad de los ciudadanos, de las igualdades que acercan alos hombres y de la historia futura como fundamento para modificarel estado de cosas vigente.

    En ltima instancia, es la lucha entre las tendenciasconservadoras y las inclinaciones progresistas. Al identificarse conestas ltimas Bobbio sostiene: Quien mire a los movimientos deresistencia, en el ms amplio sentido de la palabra, del mundocontemporneo, no tardar en darse cuenta de la persistencia deestos criterios (es decir, ex parte populi): contra un gobierno

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    que dieron origen al socialismo como las desigualdades, lasinjusticias, la concentracin oligrquica del poder. Cierto es que elcomunismo estalinista fracas, pero nos toca an lidiar con esosproblemas irresueltos.

    Aqu aparecen de nuevo las dos alternativas polticas que Bobbiotuvo siempre en consideracin: o encaramos los problemas pormedio del acuerdo o a travs del conflicto.

    Por eso, para Bobbio, la poltica institucionalizada tiene unadimensin que va ms all del conflicto: la poltica de laconcordia. Ella no niega, como es natural, que en el seno de la

    sociedad haya disputas; lo que descarta es que la esencia de lapoltica sea el conflicto. En toda sociedad hay, alternativamente,manifestaciones de disputa y de concordia, pero en esa dinmicapredomina la solucin de las controversias. Unicamente as esposible encarar los ingentes problemas sociales que afectan a losestados nacionales y al mbito internacional.

    En esta situacin aparecen dos figuras con las que ha sidocaracterizado tradicionalmente al hombre poltico: como estrategao como tejedor. El estratega, a semejanza de lo que sucede en laguerra, trata de doblegar al adversario con tcticas de ataque y de

    defensa. Se trata de una figura atractiva para el realismo poltico.En contraste, el tejedor, a semejanza de quien hace o resea unlienzo, cuida que cada hilo est en su sitio y pueda compatibilizarcon los dems en bien del conjunto. Esta es una figura grata parala poltica de la concordia.

    La mala poltica se presenta cuando slo queda la bsquedadescarnada del poder; cuando las disputas entre las partes seconvierten en un simple juego de astucias. Al contrario, la buenapoltica se presenta cuando se ponen a consideracin de losciudadanos programas viables de accin en vista de una perspectivade integracin general.8Este dilema nos toca de cerca porque hoy

    8 Michelangelo Bovero, La natura della politica (potere, forza, legittimit), en Teora poltica,no. 3, 1997, p. 14.

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    en Mxico se est registrando una ruda y cruda competencia porel poder entre los partidos polticos y dentro de los propios partidospolticos. Eso no tendra nada de extraordinario porque en todoslados sucede lo mismo, el problema es que aqu las disputas handegenerado en esa lnea estratgica que no tiene ms respaldo quela sola bsqueda de posiciones y ventajas econmicas colaterales.All es donde ha sentado sus reales el llamado realismo poltico.

    MORAL Y POLTICA

    El pseudo-realismo tambin se ha hecho presente al tratar larelacin entre moral y poltica. Contra esta posicin extrema quetambin toca a la poltica italiana, Bobbio recurri, por paradjicoque parezca, a Maquiavelo y en especial a la distincin efectuadapor el Secretario Florentino que ha dado lugar a una enormecantidad de interpretaciones.

    Bobbio estima que Maquiavelo distingui claramente la moralde la poltica para distinguir la esfera religiosa de la esfera civil, ascomo para separar el terreno privado del terreno pblico. Por ellose ha hablado de la amoralidad de la poltica. La solucin

    maquiaveliana de que las acciones polticas deben ser juzgadascon base en el propsito a alcanzar, ha dado lugar a la frase el finjustifica los medios.9En contrapartida las acciones no polticastendran que ser evaluadas no por el fin que persiguen sino por lamxima moral que las determina; el cumplimiento del deber por eldeber mismo sin una condicionante externa de acuerdo con elimperativo categrico de Kant.

    Aunque Maquiavelo jams escribi la frase que se le atribuye,con ella (el fin justifica los medios) se ha querido resumir elmensaje implcito en el captulo XVIII de El Prncipedonde seplantea la pregunta De qu modo los prncipes deben guardar o

    9Norberto Bobbio, Etica y poltica, en Jos Fernndez Santilln, Norberto Bobbio: el filsofo y lapoltica (Antologa), Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1996, p. 168.

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    sostener sus promesas, a lo que responde: Todos comprendencun laudable es en un prncipe mantener su palabra y vivir conintegridad y no con astucia: sin embargo, la experiencia muestraen nuestro tiempo, que aquellos prncipes que han hecho grandescosas , en poco han tenido en cuenta su palabra.10De aqu se deduce,sostiene Bobbio, que lo que cuenta en la conducta del hombrepoltico es el fin, y ese fin convalida las acciones que se emprendenpara alcanzarlo, como el no tomar en consideracin los pactosacordados que, en cambio, la moral prescribe cumplir (Pacta SuntServanda). La sustancia del problema reside, entonces, en dilucidar

    en qu consisten esas grandes cosas, dado que hemos puestoms atencin en los medios que en el fin mismo que define a lapoltica. La respuesta, de acuerdo con Bobbio, se encuentra en esemismo captulo XVIII donde se dice que lo importante para elPrncipe es el Estado: Procure, pues, el Prncipe conquistar yconservar el Estado; los medios sern siempre juzgados honorablesy por todos alabados.11Para abundar en esta apreciacin Bobbiorecurre a otro escrito de Maquiavelo, los Discursos sobre la primeradcada de Tito Livio,donde se hace an ms explcito el propsitode la accin poltica: Cuando est de por medio la salvacin de la

    patria, no cabe detenerse en consideraciones acerca de lo justo ode lo injusto, de la caridad o maldad, de la gloria o de la ignominia.Antes bien, bajo cualquier punto de vista, se ha de tomar partidopor la salvacin de su existencia y mantener su libertad.12Y aquest la gran leccin que quiero extraer de este argumento paraMxico. Cierto, al parecer muchos se estn ocupando de la polticapara hacerse de beneficios personales o grupales; pero quin seest ocupando de la poltica como base para fortalecer al Estado?

    10Machiavelli II principe, en Id., Tutte le Opere, Sansoni, Florencia, 1971, cap. XVIII. La mejortraduccin de esta obra de Maquiavelo, a mi parecer, es la que corri a cargo de Elisur ArteagaNava y Laura Trigueros Gaisman, De Principatibus,Trillas, Mexico, 1993, p. 247. El subrayado es

    mo.11Ibidem, p. 284, ed. Espaol, p.251.12Machiavelli, Discorsi sopra la prima decada di Tito livio en Id. Tutte le Opere,cit., lib. III,41 ,p. 249.

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    En la frase el fin justifica los medios, insisti, se ha puesto msatencin en los mediospara aprobar pragmticamente cualquieraccin conveniente al agente que las realiza. Empero, en polticano cualquierfin es justificable. En lo que podemos llamar la malapoltica ese fin se ha entendido como la propia conveniencia delactor que persigue el poder; pero desde la perspectiva de lapoltica en sentido constructivo, el fin ltimo es el bien delcuerpo social.

    La leyenda negra tejida en torno a Maquiavelo (the old Nic) comoel hombre que justific cualquier despropsito en nombre de la

    propia conveniencia queda en un lugar muy pequeo al compararlacon la grandeza de su visin en el empeo civilizatorio.

    Otro alumno de Bobbio, Ermanno Vitale, ha emprendido unanlisis crtico sobre las pifias en las que han cado quienes hanexagerado en el pragmatismo maquiaveliano. Est claro que elautor de La Mandrgora es un realista; pero, cabe la pregunta, dequ realismo estamos hablando? Los que se han quedado en lapoltica de baja estofa han inclinado su inters en el supuestopragmatismo contenido enEl Prncipe. As y todo, de aqu se recabanlas objeciones ms fuertes que se le pueden enderezar al pseudo-

    realismo que renuncia a cualquier referencia valorativa. Eserealismo miope, dice Vitale, es siempre y tendencialmente unhiper-realismo que privilegia el uso de tonos obscuros en todaocasin y que termina, en consecuencia, por construir una nuevaforma de irrealismo, si bien exactamente opuesto al que deseacombatir. El irrealismo por defecto, podemos decir, tiene comosustituto al irrealismo por exceso.13

    Que Maquiavelo haya sentado los lmites entre la moral y lapoltica no significa que haya renunciado a la dimensin valorativa:Mi tesis-sigue diciendo Vitale-es que el Maquiavelo deEl Prncipey sobre todo el de los Discursos (que considero el ms significativopara clarificar el concepto Poltica) logra encontrar, en el conjunto13 Ermanno Vitae, Platone, Aritotele, Machiavelli, Giappichelli, Turn, 1989, P. 82.

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    de sus reflexiones, un equilibrio entre juicios hiperrealistas yesperanzas utpicas, alcanzando una forma de realismo que norenuncia a la dimensin axiolgica y prescriptiva propia delpensamiento poltico.14

    Otro de los grandes autores realistas, Marx Weber, reconocique cuando se hace poltica se busca el poder. No obstante, lmismo subray enfticamente que para calificar uncomportamiento como poltico debe ser con arreglo a ciertosprincipios. De qu otra manera se puede distinguir la poltica de laburda lucha por el poder.

    Es verdad que puede haber tendencias que se inclinen hacia lapromocin de comportamientos pragmticos. No obstante, esorepresenta una degradacin frente a lo que es y debe ser la poltica.En una perspectiva coherente y alternativa frente al pragmatismose debe corregir el rumbo e impulsar el ejercicio de la poltica conbase en programas de accin de las distintas corrientes participantesen la competencia por el mando. Puede sonar exagerado pero comodijo el propio Weber La poltica consiste en una dura y prolongadapenetracin a travs de tenaces resistencias, para la que se requiere,al mismo tiempo, pasin y mesura. Es completamente cierto, y as

    lo prueba la Historia, que en este mundo no se consigue nunca loimposible si no se intenta lo imposible una y otra vez.15Este esun fragmento que Bobbio cit en numerosas ocasiones para criticar14Ibidem., 84.15Max Weber,El polti co y el cientfico, Alianza, Madrid, 1969, p.178. En nuestro pas una posicindiferente de la que present aqu sobre el realismo poltico fue defendida por Hctor AguilarCamn en su artculo titulado La multiplicacin de los panes (Proceso, no. 961, 3 de abril de1995), donde justifica la actitud pragmtica adoptada por el PAN en el sexenio de CarlosSalinas de Gortari, y en otro ensayo cuyo ttulo es Regresando a Maquiavelo (Proceso, 1 demayo de 1995), en el cual se refiere a Maquiavelo en los siguentes trminos: Encuentro ensus visiones descarnadas del hecho poltico un retrato ms cabal de la cosa efectiva que encualquiera de los intentos piadosos o utpicos de acercarse a ella. Debemos decir que laposicin de Aguilar Camn abri toda una discusin en la que intervinieron, entre otros,Bernardo Btiz y Carlos Monsivais, Javier Livas y Juan Jos Hernndez Trejo. En respuesta a las

    objeciones formuladas por este ltimo (Proceso, no. 962, 10 de abril de 1995), Aguilar Camnseal: la poltica es como es, como la describieron Maquiavelo, Spinoza y Max Weber,aunque escandalice a los herederon de Platn, Toms Moro y Rousseeau, quienes soaronque poda y deba ser distinta. No lo ha sido.

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    aquellas acciones que toman de la poltica el lado ms elemental ylimitado.

    Weber fue uno de los autores preferidos de Bobbio sobre todoen lo que se refiere a la relacin entre moral y poltica. De acuerdocon el profesor turins, Weber llev al extremo la separacin entreuna y otra en cuanto admite la existencia de dos morales, es decir,la tica de la conviccin o de los principios (deontologa kantiana)y la tica de la responsabilidad o de los resultados (teleologautilitarista): La primera toma en consideracin algo que est antesde la accin, un principio, una norma, en general alguna proposicin

    prescriptiva cuya funcin es la de influir de manera ms o menosdeterminante en la realizacin de una accin y, al mismo tiempo,permitirnos juzgar positiva o negativamente una accin real o conbase en la observacin del apego o desapego de ella a la accinabstractamente contemplada. La segunda, en cambio, para dar unjuicio positivo o negativo de una accin se sirve de algo que estdespus, o sea, en seguida del resultado, y proporciona un juicionegativo o positivo de la accin con base en si se alcanz o no elcometido.16 Entre una y otra Bobbio observa que hay quienesatribuyen al poltico nicamente el apego a la tica de los resultados

    en tanto que, al mismo tiempo, se juzga como un moralismoabstracto el que el poltico sea fiel a ciertos principios.Abundando en su anlisis Bobbio escribe: la resolucin de toda

    la poltica en tica de la responsabilidad es una indebida extensindel pensamiento de Weber, quien en materia de tica (y no demetatica), es decir, de conviccin personal (y no de teoraabstracta), nunca estuvo dispuesto a efectuar esta reduccin.17

    Para Weber la conducta del poltico no puede desligarse de ambasticas que ha de combinar con prudencia- porque, de otra manera,incurrira en los extremos igualmente indeseables de quienes, deuna parte, apegndose exclusivamente a la tica de los principios

    16Jos Fernndez Santilln, Norberto Bobbio : el filsofo y la poltica (Antologa), cit., p. 170.17Ibidem., pp. 170-171.

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    caen en el fanatismo de quienes, de otra parte, atendiendo slo ala tica de los resultados terminan en el cinismo.

    Esta semblanza de las ideas polticas de Norberto Bobbioquedara incompleta si no se tomara en consideracin su insistenciade que la poltica es y debe ser regulada por el derecho. En repetidasocasiones Bobbio ha recordado que la nuestra es una culturasurcada por dos grandes influencias, o sea, es una culturagrecolatina: la poltica nos viene de Grecia, mientras que el derechonos viene de Roma. Esta herencia es constatable incluso en laterminologa donde el discurso poltico est plagado de conceptos

    griegos, en tanto que eldiscurso jurdico estcargado de palabras yfrases en latn. Son doscaras de una mismamoneda. El poder y elderecho se determinanmutuamente. El poder sinuna regulacin normativaes simple arbitrariedad; el

    derecho sin un poder quelo respalde es letra muerta.Ahora bien , la

    posicin de Bobbiorespecto a la primaca delderecho sobre el poder escategrica: el poder debeestar subordinado a lanorma jurdica desde elgrado ms alto hasta elms bajo. Con ello, Bobbio

    toma distancia de las corrientes autocrticas para las cuales el poderdel gobernante debe estar por encima de la ley, y se identifican las

    Todava no tenemosideales nuevos

    y diferentes:lo que tenemos quehacer es dar mayor

    vigor a aquellosideales queheredamos de la

    mejorparte de la cultura

    del siglo XX

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    tesis constitucionalistas que proclaman la supremaca de la ley.La superioridad del ordenamiento jurdico tiene como propsito,

    adems de frenar el abuso del poder, prevenir la dispersin delpoder. El constitucionalismo se mueve en contra del autoritarismopero tambin de la anarqua. En efecto, por encima del exceso ydel defecto de poder se sita el Estado de derecho.

    Este breve recorrido en relacin al pensamiento poltico deBobbio tiene su corolario en la defensa que siempre hizo de lademocracia como rgimen en el cual debe prevalecer el Estado dederecho, la poltica de los valores y no la poltica de los intereses y,

    sobre todo, una actitud conciliadora en medio de tantos intentosde llevar las controversias al grado extremo de la destruccin.

    La poltica democrtica es la poltica que se construye a travsdel dilogo gracias a las buenas razones de los participantes.

    Parece que en la ltima dcada, la materia bruta del mundoha planteado una fuerte resistencia a los ideales de la democracia,de los derechos y de la paz: no solamente ha frenado su afirmacinsino que ha provocado su crisis. Sin embargo, estos ideales losideales de Bobbio- no han agotado su tiempo. Todava no tenemosideales nuevos y diferentes: lo que tenemos que hacer es dar mayor

    vigor a aquellos ideales que heredamos de la mejor parte de lacultura poltica del siglo XX. Esto con la finalidad de enfrentar losnuevos peligros que los amenazan. Frente a la guerra global de losfanatismos contrapuestos entre s, tenemos que renovar la reflexinsobre las condiciones socio-econmicas y culturales para lograr lapaz. En contra de los mltiples efectos perversos de laglobalizacin econmica, debemos afinar las tcnicas jurdicas yreforzar las instituciones para la defensa universal de los derechosdel hombre. En contra de las nuevas formas de concentracin yabsolutizacin del poder, tenemos que recuperar el sentido mismode la convivencia democrtica. En pocas palabras: estoyconvencido de que tenemos que continuar estudiando la leccinde Bobbio, su doble leccin de realismo y de idealismo, justamente

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    para intentar desarrollarla cada uno segn sus modestascapacidades. No es, para nada, fcil. Pero vale la pena.

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    LASALACONSTITUCIONALCOMORGANODECONTROLDELACONSTITUCIONALIDAD

    ENELESTADODEMXICO

    ablar de la Sala Constitucional del Tribunal Superiorde Justicia del Estado de Mxico, es hablar de un mediode control constitucional y para analizar este concepto,

    tendremos que considerar la relacin entre un medio de controlconstitucional y la supremaca constitucional. Cuando nosreferimos a la Supremaca, hablamos de que existen normassuperiores que estn por encima de otras y tienen una estructurajerrquica, es decir, un orden sistmico piramidal, para usar la frasefamosa de Kelsen, una pirmide jurdica. Y eso es lo que caracterizaa los sistemas romanistas, como el nuestro, en el que la legislacintiene un orden y ese orden lo fundamenta la constitucin.

    Tratndose de nuestro marco jurdico, esta jerarquizacin se

    H

    Vctor Humberto Bentez Trevio*

    *Presidente de la Comisin de Gobernacin y Puntos Constitucionales de la LV Legislaturadel Estado de Mxico.

    El autor propone la creacin de un rgano de control constitucional para el Estadode Mxico, tomando en cuenta nuestro actual sistema poltico nacional y estatal.

    Una Sala Constitucional que toma en cuenta en primersima instancia la supre-maca y control constitucional local, con funciones para declarar la invalidez de actoso normas de carcter general emitidos por el poder ejecutivo, legislativo o por munici-pios. Asimismo resolver controversias o conflictos entre los rganos mencionados,todo lo anterior conforme a propuesta adicional para crear la Sala Constitucional.

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    encuentra consagrada en el artculo 133 de la ConstitucinFederal.

    Ahora bien, en el sistema de organizacin poltica de nuestropas, existen dos mbitos de gobierno: el Federal y el Estatal, regidospor la ley Suprema del Pacto Federal: la Constitucin Poltica delos Estados Unidos Mexicanos, en la cual se plasman los principiosbsicos de la organizacin tanto de la federacin como de lasentidades federativas. El artculo 40 de nuestra Carta Magnacontempla que: es voluntad del pueblo mexicano, constituirseen una repblica, representativa, democrtica y federal, compuestapor estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su rgimeninterior, organizados de acuerdo a los principios y lineamientosque establece la misma ley fundamental. El Estado de Mxico,adoptando dicho principio, a travs de la Constitucin PolticaLocal, promulgada el 8 de noviembre de 1917, por el entoncesGobernador Agustn Milln, se declar sujeto al marco de laConstitucin Poltica Federal, pero libre y soberano en cuanto a surgimen interior; es decir, dej salvaguardados sus derechos paracrear, adecuar o modificar el sistema jurdico local a fin de fortalecer

    el desarrollo integral de la entidad, pero al mismo tiempo se reservla facultad derivada de la Constitucin Federal, para establecer ocrear un rgano de control de la Constitucin Poltica del EstadoLibre y Soberano de Mxico, es decir un medio de defensa de laConstitucin Local.

    El control constitucional, en trminos generales, es unmecanismo exterior de carcter procesal, que busca hacer efectivala supremaca constitucional frente a disposiciones o actos encontrario.

    El control de la constitucionalidad local se justifica, en sntesis,

    para que las constituciones estatales no sean transgredidas. Losmedios de defensa de la constitucin, estructurados

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    normativamente por ella, cuya finalidad es declarar la invalidez delos actos de gobierno contrario a la ley fundamental y la destruccinde sus efectos jurdicos, constituirn modernos sistemas de controlde la constitucionalidad en los aos por venir.

    Sin duda alguna la creacin de un rgano de controlconstitucional en el Estado de Mxico, no slo es un avance en elmbito jurdico, sino que es un parteaguas en el ejercicio y desarrollode un federalismo autntico, no de un nuevo federalismo comoafirman algunos ignorantes de nuestro derecho patrio, sino del

    federalismo original, aqul que disearon nuestros padres, losconstructores del marcoconstitucional de 1824 quenunca se cumpli. En elumbral del siglo XXI,debemos retomar lasabidura de losconstituyentes del 24 comoRamos Arizpe, ManuelCrescencio, Valentn

    Gmez Faras, Jos MaraIsazaga o Ignacio LpezRayn, que concibieron alfederalismo como formade organizacin de gobierno.

    Los mexicanos no podramos entender y valorar al Mxico dehoy, si no conociramos nuestras races primigenias, aqullas quenos dieron origen y sustento y sin las cuales no seramos quienessomos. Por ello es que afirmo: que si el siglo XIX fue el siglo delsurgimiento del constitucionalismo social, el siglo XXI ser el siglodel constitucionalismo estatal.

    Ahora bien, si la organizacin que instituye nuestraconstitucin local pudiera ser violada impunemente, los preceptosplasmados

    El controlconstitucional busca

    hacer efectiva lasupremaca

    constitucional frente

    a disposiciones oactos en contrario

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    en sta, no pasaran de ser principios tericos omandamientos ticos declarativos. Las violaciones constantes alas disposiciones constitucionales locales, ms all de posturasideolgicas o de partido, hacen necesaria una revisin objetiva yexhaustiva del Estado y en especial, de las atribuciones y de suselementos: territorio, poblacin y gobierno, as mismo de nuestraConstitucin Estatal y las relaciones de poder, contrastando losalcances del marco jurdico federal con el de los estados, a fin decrear normas, instituciones y procedimientos, tendientes a

    garantizar el respeto irrestricto a nuestra Constitucin Local, sobretodo, tratndose de las propias autoridades estatales y municipales.No paso por alto que en el mbito federal, en

    nuestro pas, contamos con diversos medios de ControlConstitucional, los cuales se encuentran plasmados en los artculos103, 105 y 107 de la Constitucin Federal y sus respectivas leyesreglamentarias; sin embargo, aunque efectivos y vanguardistas ensu tiempo, estos medios de control constitucional no fueronconcebidos para garantizar y salvaguardar la constitucionalidadde los actos de los poderes de un estado y sus ayuntamientos,

    respecto de la Constitucin Local que los rige. Es ah donde lasatribuciones y competencia de la Sala Constitucional encuentracabida.

    A pesar de que el Estado de Mxico es el estadoms poderoso del pacto Federal, debo aclarar que nuestra entidadcuenta hasta el da de hoy, con un limitado medio de control de laConstitucin local, constituido por el Juicio ContenciosoAdministrativo del Estado de Mxico, que slo procede contraactos de las dependencias y entidades de la Administracin PblicaEstatal, pero no como lo estamos proponiendo, como una SalaConstitucional dependiente del Tribunal Superior de Justicia delEstado de Mxico, que tiene como funciones las de velar por la

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    supremaca y control constitucionallocal mediante la interpretacin dela propia Constitucin, declarandola invalidez o validez de actos onormas de carcter general emitidospor el Poder Ejecutivo, el PoderLegislativo o uno o ms municipiosdel Estado; asmismo, resolversobre las controversias o conflictos

    que se susciten entre estos rganospblicos a travs de una instancianica de decisin y conforme a loslineamientos plasmados en elartculo 88 Bis de la ConstitucinPoltica del Estado Libre ySoberano de Mxico, que hepropuesto adicionar para crear laSala Constitucional.

    Es indispensable pues que al rgano judicial, se le

    confiera la tarea de velar por el respeto de la Constitucin estataly en consecuencia, declarar si los actos de los poderes constituidosdel estado estn de acuerdo con la Constitucin Local. Es por elloque la ini